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CON SABOR A HISTORIA

El descubrimiento de la insulina

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on una tercera y hasta cuarta ola de contagios en diversos países, y la emergencia de nuevas cepas y variantes del Coronavirus, es indudable que su letalidad sería mucho mayor, si no se contara con una substancia que posibilita el control de la diabetes, que, junto con la obesidad y la hipertensión, es uno de los factores de riesgo más incisivo de esta epidemia de escala mundial.

Frederick Grant Banting, joven y desconocido médico rural de Canadá, luego de haber participado en la primera Guerra Mundial, instaló un pequeño laboratorio en el apartado pueblo donde vivía, en los momentos que le dejaba libre el

ejercicio de su profesión, se dedicó a investigar un aspecto de la medicina que le preocupaba mucho, Su padre había muerto víctima de una enfermedad llamada diabetes y él se había propuesto descubrir un remedio con que combatirla.

Banting investigó las secreciones internas del páncreas y habiendo observado que si no tuviéramos páncreas todos moriríamos de diabetes, halló el hilo conductor que, lo llevaría a descubrir la hormona “insulina” que luego pudo usar como remedio específico contra la diabetes.

La investigación de Banting no se detuvo ahí, demostró la existencia la existencia de otras substancias de composición análoga que podían hallarse en algunas plantas, y de este modo, desde el año 1922, la diabetes fue una enfermedad crónica en lugar de mortal.

Esta enfermedad endémica ocasionada por un descontrol fisiológico de la glucosa en la sangre, detectada a tiempo y mediante un tratamiento riguroso a base de insulina y cuidado del metabolismo del azúcar, de por vida, es susceptible de mantenerse a raya y evitar consecuencias terribles como la amputación de las extremidades y la ceguera. O bien facilitar la infección de la Covid-19.

El médico militar y pediatra sinaloense Jesús Kum ate Rod rí guez, después de ocupar la titularidad de la Secretaría de Salud, dedicó los últimos años de su vida a investigar la diabetes, desgraciadamente, no tuvo tiempo de culminar su trabajo científico, que hubiera sido providencial en estos días de pandemia que nos toca padecer.

Por su parte, Frederick Grant Banting fue recompensado en 1923 con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.

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