Ficciones22

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Los autores de esta revista son alumnos del módulo C5 Taller de escritura creativa (Invierno 2018) del Graduado en Educación Secundaria del Institut Obert de Catalunya Aquí detallamos los alumnos seleccionados y sus centros tutores. ¡Felicidades a todos por vuestro trabajo!

Aránzazu Iglesias (CFA Freire) Robin Vilanova (CFA Baix Montseny) Maria José Sánchez Salmerón (CFA Ramon Llull) Gladylis Puentes (CFA Vilafranca del Penedès) Ivonne Líndez Rosales (AFA Ribera d'Ebre) Alberto Gil Ballesteros (CFA La Creu de Barberà) Rasedo Soldevila (CFA Can Marfà) Maria Pilar Peinado (CFA Sant Josep) Raquel Osorio (CFA Maria Verdaguer) María Dolores Pulido Infante (CFA Anoia) Margarita Dols (CFA Vilafranca del Penedès) María Isabel Jiménez Álvarez (Institut La Bisbal) Rocío Echevarría Cabrera (Barcelona) Diego Felipe López (CFA La Llagosta) Sonia Campillo Pastor (CFA Anoia)

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¿Qué refleja el espejo? El tren de la vida Me observo en el reflejo del cristal del tren en el que me encuentro. Tras él puedo conseguir verme a la perfección. Yo tan menudita con mi cabello ondulado como las olas del mar y oscuro como el anochecer. El sol del atardecer aclara mis ojos verdes y da color a mi piel. En el trascurso de este viaje; pienso en mi, en mi vida en general. En aquello que me gusta como los animales, la música, cantar, salir de fiesta, la meditación, las series y películas… y reflexiono de como soy; luchadora, soñadora, sensible, emocional, creativa, fantasiosa, divertida y buena persona y no lo digo para echarme flores, la gente me dice que de lo buena que soy a veces llego a ser tonta, y pienso… ¿ defecto o virtud ? Allá cada uno con su conciencia. Al ser un largo viaje, también me da tiempo a reflexionar sobre mi futuro, aunque si os soy sincera, mi vida es un carpe diem. Ahora me encuentro en un momento de muchos cambios personales, superaciones constantes, pero tengo claro que voy a ir a por todas para acabar siendo integradora social y es que me fascina ayudar a los demás. Como también poder viajar por todo el mundo conociendo personas, culturas y hacer voluntariados para trabajar la solidaridad. Y aquí llega el final de mi viaje, pero no el final de mi vida. Asi que toca seguir luchando para conseguir ser la persona que siempre he soñado ser. Aránzazu Iglesias (CFA Freire)

En perspectiva Veo un reflejo en el espejo de la habitación, en él percibo a un muchacho de estatura mediana, no demasiado corpulento, mirada viva y una cara redondeada que deja ver una ligera sonrisa adornada con una barba cuidadosamente recortada. Le gusta la música electrónica, los animales de compañía y ameniza sus días libres mediante lecturas filosóficas, pareciera una rata de escritorio, pero solía agitar su cuerpo en largas jornadas de deporte que le ayudaban a despejar su mente y abrir sus sentidos. Algo ha cambiado. Últimamente apenas sale, los deberes de un trabajo

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apetecible pero exhausto le quitan el tiempo requerido para invertirlo en sus amistades, aun así, siempre logra encontrar un espacio para atenderlas. Se podría decir que es una persona organizada, de las que si empiezan algo no lo dejan a medias. De principio a fin, planifica sus objetivos y dispone los cauces necesarios para alcanzarlos. Si hubiese que compararlo con un animal, sería un gato, que tiende a la soledad, o quizá a la autonomía, pero que nunca llega al extremo de aislarse de sus congéneres. Busca un equilibrio, como el gato que se posa en el punto más alto allá donde le alcanza la vista, una perspectiva amplia quizá para atender los pros y contras de cada acción, quizá para hacer balance de lo positivo y lo negativo, o quizá para contrarrestar su mediana estatura. Una persona reflexiva, no por ello aburrida o insípida, si se para a pensar no es para juzgar al que lo mira, sino para juzgarse a sí mismo. Necesita un tiempo para sí, como el tiempo que se necesita para contemplar un amanecer, un tiempo para aclarar su mente, un tiempo para contemplar el horizonte. Robin Vilanova (CFA Baix Montseny)

Léeme y conóceme Miro mi rostro y siento que lo viera por primera vez, soy una mujer de cincuenta y un años, en mi rostro y cuello ya se aprecia las primeras arrugas del paso de los años, mis ojos castaños ya cansados se ayudan de gafas para poder escribir y leer, de labios sonrosados y delgados, mis cabellos cortos y rizados de color rojizo de mi frente poblada por abundante flequillo. De estatura mediana y constitución ni delgada ni gorda, lo que se diría en mi peso justo. Soy tenaz y cabezona, y siento que mi vida empieza a comenzar, me queda tanto por descubrir y aprender como extenso llega ser el mar. Me gusta escuchar la música de los ochenta, que me envuelve y trasporta como si fuera una máquina del tiempo, a mi juventud y junto a mis seres queridos que ya se han quedado en el camino. En mi tiempo de ocio me gusta compartirlo con mi marido y mi perro dando largos paseos. Lo que más me sorprende de mí es mi capacidad para poder crear con mis manos toda clase de manualidades, me apasiona la técnica de patchword y

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la técnica de las fafuchas. Y lo que más me divierte es ver una buena película en el cine.

Maria José Sánchez Salmerón (CFA Ramon Llull)

A contraluz

El reflejo en el espejo me descubre a una mujer joven, a punto de estrenar la cuarta década de mí vida me siento en plena juventud. Tengo la calma que dan los años y mantengo la vitalidad de la adolescencia. No soy ni alta ni baja, ni gorda ni delgada, ni guapa ni fea. Soy bastante regular. Mi rostro es anguloso de pómulos salientes y mentón puntiagudo. Mi pelo es de color chocolate con algún reflejo dorado, llevo un melena a la altura de los hombros que lima un poco los rasgos triangulares de mi cara. Mis ojos son almendrados y de color avellana con algunas patas de gallo. Unas cejas rectas y finas que enmarcan una mirada vivaz, alegre, sosegada, tierna. Mi nariz prominente, larga y fina; le da mucha personalidad a mi cara. Mi boca mediana, tirando a grande más que a pequeña, siempre a punto para sonreír y dejar a la vista unos dientes regulares algo amarillentos a causa de haber sido fumadora. Mis manos son grandes, con dedos muy largos y finos como las de un pianista. Soy alegre, extrovertida, inquieta, optimista, suspicaz, cariñosa, ansiosa, intransigente, justa, orgullosa, rebelde, coqueta... En realidad soy la mezcla de muchas cosas según las circunstancias, la persona y el momento. Me encanta socializar, escuchar, hablar, aprender de las personas y de sus diferentes culturas. También valoro mucho mis momentos de soledad en los que me puedo perder en un libro, una buena película o darme algún capricho. Pero ante todo de lo que más disfruto es de compartir tiempo de calidad con mis hijos y mi marido. Gladylis Puentes (CFA Vilafranca del Penedès)

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Vidas imaginarias Te quiero mamá En el momento que el sol se prepara para desaparecer entre el mar más profundo, Pablo un chico de 25 años, moreno, delgado, alto y con pelos alocados, se preparaba para salir a correr en busca de creatividad. El color del atardecer, las calles silenciadas, las hojas de los arboles dando paso al invierno. Ese momento en el que uno se para y decide bajarse del mundo, era ese su momento, donde podía salir a desconectar y pensar en cuales serian sus sueños y en busca de un porvenir. Al volver a casa todo desvanecía; la tranquilidad, la ilusión, el creer en si mismo. Solo escuchaba los lloros de su madre al quemarle las entrañas, donde la quimioterapia estaba haciendo efecto. Pablo angustiado por la situación, siempre decidía encerrarse en su habitación, no podía afrontarse a verla así, a concienciarse de que algún día no estaría allí con él. No se veía preparado para navegar solo, aunque lo deseara con todas sus fuerzas. Antes de dormirse, se leía todo tipo de cuentos y novelas, donde lo transportaban a lugares lejanos, repletos de magia. Pero su preferido eran los poemas de Antonio Machado. Una noche, se encontró con un libro que le cambiaría la visión de la vida, "Fátima la hilandera". El final del cuento decía así : "Fue a través de estas aventuras como Fátima comprendió que lo que había parecido ser, en su momento, una experiencia desagradable, resultó ser parte esencial en la elaboración de su felicidad final." Pablo, despertó afín. Dejo de lamentarse y decidió luchar por la gente que quería y por él mismo. Des de ese día, todas las noches se las pasaba abrazado a su madre, leyéndole libros, riendo a carcajadas, explicándose muchas historias de la infancia. La vio feliz y eso a él también le hacía feliz. Los días pasaron y parecía que su madre se recuperaba con grandes expectativas. Hasta que un día caluroso de verano, cuando llegaba de su rutina de salir a correr, llego a casa con ganas de llevársela a cenar fuera (aprovechando la buena temperatura que hacia en la calle), pero entonces casi sin parpadear, sé la encontró desvanecida en el suelo. Su mundo empezó a romperse en segundos. Sintió una fuerte presión en el pecho y los sudores le invadían por todo el cuerpo. Aun así se armo de valor y decidió luchar por ella hasta su último suspiro. Esa noche se la pasaron en el hospital, él no se separo de ella ni un segundo.

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Por la mañana ella lo despertó con una caricia y una sonrisa. Pablo, la abrazo con lagrimas en los ojos. Estuvieron varios minutos en silencio, solo se escuchaba la dulce armonía de los abrazos y los besos. Fue un momento mágico. Y Pablo solo quería parar el tiempo. Entonces, su madre le miro a los ojos y le dijo: "La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos" y con un suspiro y una leve sonrisa, se fue para no volver. Pero Pablo sabía que tarde o temprano se volvería a reencontrar con ella. Los días, meses e incluso años, fueron duros, pero Pablo encontró de la escritura una forma de desahogarse. Empezó a escribir en los atardeceres y acabo escribiendo un libro dedicado a su preciosa madre. Aránzazu Iglesias (CFA Freire)

La dulce melodía de sus manos Las calles de Madrid se vestían de ríos, dejando un aroma de hierro oxidado como el que causa el paso de los años . Se podía observar el murmullo de la gente mayor al cruzar la gran vía, quejándose por el turbio temporal. María en cambio,vestaba deseando llegar a su casa para poder disfrutar de la hermosa lluvia que el cielo le ofrecía. Ella era una mujer encantadora, un patrón tallado a la perfección . Su cara dulce y tierna como las flores del almendro, sus ojos eran cálidos como los abrazos de una abuela, todo un conjunto de dulzor. Su boca parecía dibujada por un ángel , como si el mayor esfuerzo se lo hubiera dedicado en el punto exacto de sus comisuras , formado esas arrugas que solo al verlas percibes la transparencia de su esencia. Su cabello corto y desenfadado con toques de canela sobre un blanco perlado por los estragos del pasado. Su complexión un poco gruesa , para soportar el peso de sus frutos más amados . Puedo observar como sus latidos suenan cada vez más rápido, como la expresión de su cara se relaja y como sus ojos quisieran penetrar a través de las cortinas que tiene enfrente de su mirada . Por fin llega a la puerta , con rapidez saca sus llaves , solo hay un sentimiento que la invade, ese mismo que solamente conocen bien las madres , esas que trabajan duro para poder sacar a sus hijos adelante. María abre sus brazos con tanta ilusión, porque hoy es uno de esos días en lo que puede exprimir al máximo el potencial de su hijo Jacobo.

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Jacobo es especialmente especial , padece de autismo. A sus ocho años nunca ha manifestado ni una sola palabra , de vez en cuando le puedes escuchar balbucear pero nada con sentido , quizás para él si, tristemente un lenguaje desconocido. Jacobo era el reflejo de la inocencia, poseía dos inmensos lagos verdes para verte, miles de diminutas pecas perfectamente acomodadas en sus mejillas, era gracioso ver como le caían esos pequeños bucles de pelo trigueño por su ovalada cara . María sabía que no podía perder tiempo, tenía mucha hambre, sus tripas parecían endemoniadas acompañadas de intensos sonidos . Sin pensarlo se despidió de Teresa , la niñera de Jacobo. Jacobo estaba dando vueltas , levantando sus manos y moviendo sus piernas , balanceando su cabeza delicadamente , estaba feliz y María sabía lo que su hijo quería. Le cogió suavemente sus manos , empezaron a bailar con los ojos cerrados , ese momento era mágico. Sus dedos entrelazados, Jacobo hablándole con sus manos , acariciándole la cara con una tact suave y pausado. Jacobo parecía despertar con la lluvia , encontraba en ella una salida a todo lo que su enfermedad le retenía .María amaba la lluvia y le encantaba bailar, era el hecho más obvio donde los gestos y caricias eran melodías corriendo por las manos de Jacobo sin cesar. Algo maravilloso sucedió , Jacobo insistia con fuerza a a que María se agachara , se acerco a los oídos dejando caer estas profundas palabras : -Mama te quiero , necesito que bailes con mi hermana para poder quedarme en paz. De repente un fuerte trueno se escuchó , provocando un grave estruendo . María se levanto de la cama , bajo corriendo para ver que todo estuviera bien , cogió a su pequeña hija en sus brazos y se dirigió al comedor . Entonces se dio cuenta de que un tronco se había quebrado en dos ,quedando una parte de el clavada el cristal de una de sus ventanas. Se aproximo para ver mejor lo que había pasado y entonces fue cuando sus ojos empezaron a romperse en pedazos . En el cristal de la ventana había un escrito de su hijo amado: -Mamá, te quiero, te espero en el cielo, mientras tanto sigue bailando. Ivonne Líndez Rosales (AFA Ribera d'Ebre)

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El giro de la vida En un pueblo del norte de España, vivía Rafa, un chico conocido por todos. Conocido por todos, porque había vivido en ese pueblo desde que nació, pero también conocido por su manera de vestir y su afición a la lectura. Cosa que le hacía destacar a diferencia de los otros adolescentes del pueblo. Rafa era un chico muy guapo, estatura mediana, delgado, pero fuerte como un roble, de cara fina, ojos verdosos. Solía llevar los pelos de punta en plan “punk”, colgantes. Mientras sus amigos se dedicaban a vagar por las calles, él lo hacía leyendo un buen libro. Era un gran aficionado a los poemas, su poeta preferido, Antonio Machado. Rafa le ayudaba a su padre en su trabajo, se dedicaba a confeccionar telares. Era un negocio que heredaban desde sus bisabuelos. Trabajaban con útiles muy antiguos, maneras muy tradicionales, y a la misma vez muy esclavas. Necesitaban de muchas horas al día, y él veía que su padre no podía más. Las ventas de esas telas se reducían a los pueblos del alrededor. Un día por la mañana Rafa se levantó con una nueva inspiración. Cogió unos pocos telares y se marchó del pueblo a probar fortuna, y así, poder hacerse con dinero para poder comprar maquinas modernas. Sin saber donde dirigirse, puso rumbo al sur. Llego a su primera parada, donde vendió una parte de la mercancía. Con el dinero sacado busco cobijo para poder cenar y dormir. Al día siguiente prosiguió su camino hacia el sur, después de mucho tiempo de viaje, llegó a otra población. Allí no tuvo tanta suerte y no pudo vender nada, el dinero se le agotaba en comer y dormir. Siguiendo su perdido he incierto camino, llegó a otra ciudad, esta ya era muy al sur, se trataba de Sevilla. Pudo vender todos los telares que le quedaban, pero a la hora de hacer números se pudo dar cuenta que había gastado más en comer

y

dormir

que

en

lo

que

había

ganado

vendiendo

esas

telas.

Quedó muy desilusionado, su sueño de hacerse con dinero para poder comprar maquinaria nueva se le fue al garete. Y con qué cara volvía a su casa… Buscó sitio para dormir, llego a una vieja pensión, que por poco dinero le dieron cobijo, después de cenar se estiró en la cama, llevaba consigo un libro, su libro preferido desde su niñez, “Fátima la Hilandera” Quizás este libro fue el que le

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llevo a aventurarse en esta historia. Aunque no venía a ser la misma, quería probar a hacer fortuna con lo que ya sabia. A la mañana siguiente cuando se levantó como una liebre y empezó a buscar trabajo, después de pasar por varios negocios, encontró un sitio. Era en un chatarrero, donde se pasaba el día entre montañas de amasijos de hierro. Una mañana entró un señor, que por su presencia parecía adinerado, venía con la intención de desprenderse de máquinas de tejer telas que poseía en una nave. A Rafa se le abrieron los ojos como a un búho. La vida le dio un buen giro. Se pudo hacer con las máquinas, montó su propia empresa, una vez establecida se trajo a sus padres del pueblo. Y a todo esto terminó viviendo en la ciudad de su poeta preferido, Antonio Machado. Alberto Gil Ballesteros (CFA La Creu de Barberà)

Hoy es siempre todavía Por la ventana que daba al prado de la Señora Pepu, se podía divisar el pico del Dobra, aquella montaña que algún domingo había subido con su familia de adopción, en el cristal se reflejaba su rostro. El rostro de Marco era pálido, con unos ojos verdes en los cuales vivía la tristeza, sus pómulos rosados y sus labios siempre morados por esa tendencia a sentir el frio más que los demás, su pelo oscuro y tan alborotado como para servir de nido de algún jilguero despistado entre los arboles. Sus piernas eran tan largas como delgadas , tan delgadas como largas, tan pálidas como delgadas y tan pálidas como veloces. Las tardes en Tanos eran frías y oscuras, y se hacían cortas leyendo a Antonio Machado, le encantaba nadar en las páginas de sus libros, el sumergirse en cada frase, el coger aire en cada palabra, desde bien pequeño tenía un gran fanatismo con tan respetado escritor. La infancia de Marco había transcurrido entre casas de acogida, orfanatos y alguna escapada huyendo de un presente incierto. Con los Pérez llevaba viviendo casi cuatro años, era un matrimonio de edad avanzada y transmitían a Marco tranquilidad y estabilidad.

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Cada mañana el señor Pérez le pedía ayuda para trabajar la tierra, y mientras lo hacían le explicaba todos los secretos imprescindibles para poder cultivar, el tiempo perfecto para plantar, el cuidado que necesita la cosecha, el sol, el agua, cada detalle necesario. Marco no prestaba mucha atención, en su mente solo escuchaba su propia voz recitando algún poema de Antonio Machado. Los Pérez vendían la fruta que cosechaban en los mercadillos de los pueblos de los alrededores, eran muy conocidos por la zona. Marco algún día que otro les acompañaba, era algo que le gustaba y disfrutaban de buenos momentos. Los años pasaron y el Sr. Pérez falleció, la señora Pérez cada vez estaba más mayor para poder cultivar las tierras y todo la responsabilidad cayó sobre Marco. Marco se encontró en medio de las tierras, sin saber que hacer pero entonces en su cabeza escuchó la voz del señor Pérez, como si de un poema de Antonio Machado fuera la voz le explicaba como cuidar la tierra, surgieron de su mente todos los secretos que con tanta pasión le explico al que consideraba su padre, así fue como siguió con el negocio familiar, gracias a tan sabios consejos. El hoy siempre es todavía, todavía esperanza para conseguir sueños

Rasedo Soldevila (CFA Can Marfà)

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Inventar sobre los demás Lecciones de ortografía Manuel era un muchacho que vivía en un pequeño pueblo junto a sus padres. Era un niño feliz y risueño que le encantaba jugar y pasar tiempo en el parque con sus amigos. Al contrario, el colegio no le gustaba nada. Su padre siempre le repetía y repetía lo importante que era estudiar. Un día, Manuel llegó a casa con deberes de ortografía. Se enfadó y le insistió a su padre que estudiar ortografía no era útil porque actualmente existen correctores capaces de corregir todo lo que nosotros escribimos mal. Su padre, muy enfadado, le dijo que no estaba en lo cierto porque la ortografía es muy importante para saber expresarnos y para que los otros entiendan lo que queremos decir. Le explicó que no es lo mismo pronunciar una palabra con acento o sin acento y tampoco es lo mismo situar una cosa en una parte de la oración o en otra. En aquel momento Manuel no lo entendió. Más adelante, cuando se hizo mayor, una editorial le propuso trabajar con ellos. A los directores de la editorial les encantó la originalidad y la forma de crear historias de Manuel. Le pidieron que escribiera dos historias para poder publicarlas un mes más tarde. Manuel las escribió sin problemas pero cuando lo hacía... se dio cuenta que su padre tenía mucha razón. La ortografía era esencial, tan esencial que tuvo que ayudarse de los libros de sus hijos para evitar meter la pata en sus historias. Desde ese momento, Manuel defendió la importancia de las lecciones de ortografía y así se lo transmitió a sus hijos. Maria Pilar Peinado (CFA Sant Josep)

El calcetín rojo Raquel era una niña de un barrio humilde. Vivía con sus padres, sus hermanos y su abuela que era ya muy mayor, su abuelo paterno se murió hacía mucho tiempo y su abuela no quería quedarse sola en su humilde piso. Raquel tenía hermanos, pero mucho más pequeños que ella, eran gemelos y un poco traviesos. Raquel solía ir siempre sola a la escuela, pues su familia era tan humilde

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que no podían pagar el bus escolar. Por las mañanas muy temprano se preparaba su almuerzo, un buen tazón de leche y unas galletas que le había hecho su abuela. Cada mañana, pasaba por delante de una tienda, para ella era muy especial, era una tienda llena de ropa, con vestidos de muchos colores. Ropa que ella solo podía imaginar ponérsela, pues sabía que en su familia no podían pagar ni un calcetín rojo que había en el aparador. Al mediodía, al volver de la escuela también se paraba delante de la tienda de ropa de colores. Raquel era una niña muy bonita, su abuela siempre la peinaba con dos trenzas muy largas, casi siempre iba con la misma ropa vieja pero limpia, una camisa blanca, una falda gris y unos calcetines blancos. Cuando pasaba por el escaparate de la tienda de ropa de colores se quedaba un buen rato allí parada delante mirando los vestidos tan bonitos y coloridos. María, que era la dueña de la tienda, sabía que Raquel era de una familia humilde, solo por ver cómo vestía. Un día María salió de la tienda, saludó a Raquel y le dio un pequeño regalo, Raquel muy vergonzosa se fue corriendo a casa. Era la primera vez que recibía un regalo. Cuando entró en su habitación abrió el pequeño regalo que le había dado la señora María y lo abrió, era un calcetín rojo y con él venía un pequeño papel que decía... Si quieres conseguir el otro calcetín solo tienes que venir a merendar mañana conmigo. Ella no sabía que la señora María era una mujer que nunca pudo tener hijos y quizá le hubiera gustado tener una como Raquel. Raquel Osorio (CFA Maria Verdaguer)

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Escribir sobre nosotros mismos Quiero ser yo

Nació en una familia humilde, el 22 de octubre del 1977 a las dos de la madrugada en una noche lluviosa. Fue la cuarta de cuatro hermanos varones. Era una niña deseada por sus padres, pesó cuatro kilos y según la familia una niña hermosa. Tuvo una infancia con pocos lujos, pero no le falto felicidad y sobre todo ser querida. Creció y se convirtió en una mujer con ojos verdes como el prado verde, cabello corto con reflejos rubios, su cuerpo era pequeño y de forma de manzana, como ella decía no era perfecta, pero sí única. Tenía carácter, pero en realidad lo sacaba más para que nadie ni nada pudiera dañarla. Era en el fondo una mujer sensible, algunas veces cuando se le hacía algún tipo de reclamo le afectaba, cosa que le costaba superar esos episodios. Con 16 años conoció el que pensó que sería el amor de su vida. Estuvieron de novios 11 años y llego el día de la boda, el 20 de agosto del 2005. Pasaron los años y decidió hacer cosas para motivarse, pero siempre tenía a alguien al lado para des motivarla con facilidad. No confiaba en sus capacidades ya que había alguien para decirle que no sería capaz. Deseó ser madre y por motivos de salud no pudo quedarse embarazada, entre pruebas y más pruebas, por fin lo consiguió después de 4 años de espera. Esta etapa de su vida, también intento hacerle ver que tener un hijo o dos sería un gasto innecesario. Estaba destrozada, no podía creer que también la ilusión de ser madre sería imposible porqué él intentó quitárselo de la cabeza. No estaba pasando unos años muy felices, ya que todos estos episodios de des motivaciones fueron haciéndole pensar que no era la vida que quería. Por fin tuvo a su hijo, tan deseado para ella. Porque no quería tener hijos, sería por ella y porqué decía lo que decía. Ella no entendía el porqué, pero ahí se dio cuenta de que todas sus ilusiones o motivaciones que tuvo se veía interrumpidas por su marido. Un matrimonio era para estar los de acuerdo en según que cosas como: familia, pareja, dinero, etc. Años atrás pensó en volver a estudiar, pero él volvió a quitarle de la cabeza la idea de ser algo más que una simple dependienta.

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Veinte años junto a su marido le hizo decidir que no quería seguir sintiéndose una inútil, indeseada, ni valorada, se sentía que no valía nada. Económicamente no le iba mal, pero eso no era lo único que le hacía falta, le faltaba pocas cosas pero muy importante para ella, no pedía mucho. Tomó la decisión de dar el paso de separarse, pero ahí estaba él para des motivarla diciéndole que no sobreviviría con su sueldo de dependienta. Un día decidió hacer un cambió en su vida, no quería seguir viéndose fea y empezó a hacer ejercicio para poder tener el cuerpo que todo el mundo dice que es perfecto, ya que desde que tuvo a su hijo no había pensado en ella. Se encontraba en un momento de su vida capaz de todo. Un día de marzo del 2014, quedó para cenar con unas amigas y le presentaron un amigo, se llamaba Carlos, con una estatura de 1,73cm, 41 años de edad, pelo canoso como un abuelo, pero él era joven y guapo, pensó ella. Tenia gafas, le daba un aire de intelectual. Así que el matrimonio de ella ahora sí que iba hacía el abismo después de conocer a Carlos se planteó muchas cosas. El le hacía sentir cosas que nunca había sentido en su matrimonio y no solo sentimentalmente, sí no también otras cosas que nunca creyó que volvería a sentir. Hablaba con él y le hacía sentir deseada, le decía constantemente cosas para hacérselo saber y sobre todo le hacía sentir que era querida. Cosa que nunca había sentido con su marido. Le dijo que quería estar con ella el resto de su vida y que iba a intentar de darle todo lo que tenía y eso fue lo que hizo, le dio fuerzas para dar el paso que tantas veces había pensado dar, separarse. En mayo de 2014 firmó los papeles de su libertad para poder disfrutar de ser ella y no la que quisieron que fuera. Qué pasó para sentirse así los veinte años, sucedió que él fue el primero en su vida y le hizo creer que él tomaba mejor las decisiones para los dos. ¿Porq ué ocurrió? Porque ella creyó que él sabía mejor que ella hacer o decidir las cosas ya que la anuló como persona. Estas preguntas se las hizo ella miles de veces pero ahora no tiene al hombre perfecto porqué nadie es perfecto, pero tiene lo que necesitaba. Tenía ser amada, ser deseada, ser valorada y sobre todo tiene complicidad con ella y podían tener decisiones juntos. Ahora si creía que podía tener al amor de su vida.

María Dolores Pulido Infante (CFA Anoia)

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Como el salmón Nació con la piel rosada como la del pez, sus manos rechonchas, su pelo rizado y oscuro, su sonrisa franca y unos pequeños ojitos oscuros. De pequeña empezó a notar una rara tendencia a hacer al revés de lo que sus pequeñas congéneres escolares hacían; cuando ellas jugaban, ella estudiaba piano, si sus amigas paseaban por la pequeña rambla de su pueblecito cercano al mar, ella tenia que ayudar a su madre en las labores del hogar, debido a la enfermedad de esta. Así fue desarrollando su fuerte carácter, tozuda, pertinaz, siempre persiguiendo un noble objetivo, a pesar de esta característica de su forma de ser era una joven amable , sonriente y siempre dispuesta a hacer un favor a quien se lo pidiera y ya en su pequeño entorno empezó a sonar la frase " te pareces al salmón". Al principio no entendía muy bien lo que ello significaba y se reia con el que se lo decía, pero llegó un momento crucial en su vida, que tuvo que decidir que hacia con ella, si seguir con su mediocridad de todos los días o marcharse al continente americano con una ONG para ayudar a las mujeres del país que le había tocado en suerte. Se apercibió en este momento del verdadero significado de la frase que le atribuían desde hacia tiempo y comprendió lo difícil y dura que debe ser la vida del pez de río,que remonta cada vez que tiene que procrearse, a poner sus huevos hasta la cuna del rio, luchando contra corriente, mientras todos los semejantes a su especie van río abajo, sin tener apenas que luchar para su reproducción. Ni que decir tiene, como habréis adivinado que su vida en el continente no fue fácil y que ella siguió buscando los senderos que siempre la conducían a ir hacia arriba en busca de las soluciones para poder seguir ayudando a los demás. Su piel seguía rosada, sus ancianas manos rechonchas, su pelo ya emblanquecido por el transcurso de los años con los mismo rizos de siempre, sus pequeños ojos oscuros y penetrantes con un brillo extra que su ancianidad le había otorgado y que a pesar de todo ello no había perdido nunca su franca sonrisa mi sus ganas de ayudar al prójimo aunque sus semejantes no lo hicieran.

Margarita Dols (CFA Vilafranca del Penedès)

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Una vida de ensueño Lo raro es diferente y lo diferente es especial. Así era ella. Y su nombre, Arantxa. Era una chica bajita, con curvas, morena, con ojos rasgados, y verdes como el olivo, con nariz puntiaguda y labios carnosos. Tenía 26 años, pero su historia empieza años atrás. Arantxa, des de muy jovencita siempre había sido una chica curiosa. Tenía curiosidad por las cosas extrañas y diferentes que la rodeaban. Cosas que aunque no podamos tocar, ahí están. Ancladas como un barco, esperando a ser encontradas y experimentadas. Dicen que estamos conectados entre todos. Ella no tenia ninguna duda. Siempre se encontraba por el camino de la vida, gente como ella. Como si el universo así lo quisiera. Y un día mágico, la vida le planto delante a quien seria un muy buen amigo, pero sobretodo un buen maestro. Su nombre era Kai, un nombre hawaiano que significa "mar" y así era él. Desprendía una preciosa brisa en su mirada, le rodeaba una ola de calma y tranquilidad, y el primer contacto era frío como el primer baño de verano, pero al poco rato se iba calentando y dejándose llevar. Empezaron hablando durante horas y días, Arantxa le enseño que era el amor y el cariño hacia las personas y Kai, le enseño una vida paralela, una vida de sueños. Y si, literalmente hablando. Kai era onironauta y muchos os preguntareis, ¿que es ? Son las personas que viajan por los sueños. Consiguen hacer de un sueño, una realidad. La hora de dormir, para ellos son experiencias inolvidables. Arantxa se quedo con la misma cara que tal vez estés haciendo ahora. Pero en ningún momento dudo de su palabra. Así que decidió que ella también quería tomar partido en este juego, quería ser como él, una onironauta. Fueron meses de aprendizaje, de muchas técnicas, escribiendo todos sus sueños en un diario, de pasarse horas leyendo artículos y viendo videos. No fue fácil... Arantxa quería despertarse un día y darse cuenta que estaba soñando, pero las esperanzas se iban esfumando. Y es que ella pecaba de impaciente. Hasta que un día, en una de sus siestas, sintió algo diferente, era todo muy real, pero se encontraba en un callejón que ella nunca había estado y tampoco sabia como había llegado. Miro de un lado a otro e intentando buscar la explicación y se acordó, que para saber si es un sueño o no, tenia que hacer una prueba de realidad, que consistía en alargarse los dedos. Si sus dedos se alargaban, estaba soñando, sino

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no. Y así fue como tubo su primer sueño lúcido. Sus dedos empezaron a crecer y ella tomo consciencia de que estaba en un sueño. Fue todo muy mágico. Estaba feliz, eufórica, sentía un fuerte nudo en la barriga, como cuando estas enamorado. Nerviosa y con un cierto miedo, hizo aparecer a Kai, y si, apareció. Recordara siempre como la miraba, como si fuera él de verdad, quien estuviera ahí, diciendo que por fin lo había conseguido. Y entonces... Arantxa se despertó. Su mente no pudo aguantar tanta euforia. Ese fue el primer sueño lúcido, de muchos más. Cada día se le hacia más fácil introducirse en el sueño despierta. Consiguió cambiar las pesadillas por cosas bonitas, convertirse en animales, tener poderes, viajar algún mundo nuevo inventado por la imaginación de su inconsciente, volar.. si, le encantaba volar. Notaba el aire en su cara, como hacia mover el pelo, era increíble. Hasta se ponía hablar con personajes inventados, sobre sus problemas, cada día se levantaba sabiendo un poco más sobre ella. Fue una temporada mágica. Hasta como todo en su vida, un día se vio afectado. Empezó a obsesionarse, solo quería dormir y vivir en ese mundo paralelo, olvidando que la realidad empezaba cuando se despertaba. Dejo de descansar y cada noche se despertaba con ella, su imaginación. Veía personas en su habitación, personas que daban mucho miedo. Empezó a tener miedo a dormir sola, cuando su pareja trabajaba de noche o se iba a primera hora a trabajar, ella encendía la luz pensando que ahuyentaría a sus monstruos interiores. Kai no entendía porque le sucedía, no era normal. Pero al final, entre lagrimas lo tubo que dejar. Y dio paso, al insomnio. Al final cansada de esa situación, acudió a un psiquiatra donde le diagnosticaron trastornos del sueño y la empezaron a medicar. Ahora descansa con 26 años, los monstruos han desaparecido, pero como le dijo Kai una vez... "no duermen aquellos que no sueñan."

Aránzazu Iglesias (CFA Freire)

Un guiño para el cielo “ A menudo las personas dicen que aún no se han encontrado a sí mismas ,pero el sí mismo no es algo que uno encuentra, sino algo que uno crea”.

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Era su noche, de eso ella estaba segura, rodeada de sus amistades, dispuesta a celebrar el mejor de sus cumpleaños. Estaba preciosa con su frágil silueta, eligió un vestido perfecto para resaltar sus delicadas curvas, se pintó con un toque suave para sus dulces mejillas y se impregnó los labios con un rosa pastel, como si de algún modo quisiera romper con esa fría personalidad que se había automarcado, a su look le acompañaban unos tacones elegantes que hacían maravillosas esas piernas esbeltas y esculpidas que tan bien trabajadas tenía por sus años de niñez dedicados al atletismo. Paseaba felizmente por las calles de Reus, rodeada de risas y armonía, no le importaba que sus cabellos lisos y almendrados quedaran rociados por la tímida lluvia que esa noche caía. A casi unos pocos metros de llegar a su destino, una mirada de lobo la detuvo, parecía que algo en su interior se hubiera activado, sus pupilas en segundos alcanzaron un tamaño exorbitante, sin poder frenar ese mecanismo que de alguna manera los ojos de lobo le habían accionado. Épico momento en el que sus miradas se estaban cruzando, un sinfín de sanciones se despertaron en el interior de la joven chica. No pudo evitar cogerlo y arroparlo entre sus brazos, peculiar felino de ojos dorados y pelo mojado, abundante en cabellera por ser de raza persa cruzado. Se preguntó que hacía un gato tan bonito y domesticado vagando solo por las calles. Decidió acogerlo hasta que alguien lo reclamase, hecho que jamás sucedió. Los primeros días, Aptana; nombre, que decidió ponerle; se mostraba asustadizo ante cualquier persona que no fuese ella. Cualquier ruido o incluso las pisadas parecían amenazas para él. La chica se percató de todos los miedos que invadían a su felino y se decidió a llevarlo a un veterinario, para ver si podía hacer algo para que se mantuviera más tranquilo. Una vez realizadas las pruebas necesarias, tras acoger un animal encontrado en la calle, el veterinario le informó que el gato tenía unas probabilidades de vida muy escasas, debido a varios golpes propinados en su abdomen, sufría de una hemorragia interna, la cual le afectaba en un fallo urinario que le detectó en otra prueba, con voz disgustada, le advirtió que el virus de la inmunodeficiencia felina había salido positivo. La cara de la chica se desmoronó, sus ojos se inundaron repentinamente, y una espeluznante impotencia se apodero de ella, como cuando el diablo se apodera del alma. Ella, solo deseaba salvar su vida, le preguntó si se podía hacer algo por la inocente vida de Aptana. La respuesta del profesional fue concisa y severa, la miró a los ojos y le dijo que solo podía hacer una cosa por él, quererle con amor y ternura hasta el final de sus días.

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Cada día que pasaba el amor y cariño entre ellos creció con una fuerza incalculable, sin duda la chica desprendía un fuerte instinto protector hacia él. Cada caricia rebosaba de delicadeza, en cierta manera los dos se necesitaban. Pero llego el día en que algo empezó a fallar en Aptana, la respiración, los temblores y esa mirada de pánico era el reflejo de todo lo que se le avecinaba. Ella cogió su bolso, acomodó al gato en una cajita y se lo llevó con urgencia al veterinario. Por Dios, la chica se estaba rompiendo en mil pedazos, no controlaba su respiración y los nervios la estaban secuestrando. Sin duda era el fin de Aptana, el pequeño cuerpo de su gato no podía soportar más los daños internos de sus órganos Mientras el veterinario inyectaba la eutanasia al pequeño Aptana, que yacía entre los brazos de la chica, se podía respirar la vibración de una triste despedida y percatar el dolor que esto le causaría. La chica, un mes después de la pérdida de su pequeño, seguía sintiéndose vacía, se dejó caer en un mundo de depresiones, se echaba la culpa de la muerte de su felino, pensó que podía haber hecho mucho más por él. Era tan fuerte el vació que le causo, que con honor a él se tatuó unas frases en sus costillas, porque de algún modo, necesitaba sentir dolor, por eso eligió esa parte de su cuerpo, considerada de las más dolorosas, porque a través de cada inyección de tinta para ella era como una manera de sufrir lo que su pequeño sufrió su último día en vida. Desde entonces, ella se limitó a cumplir la promesa que llevaba tatuada en sus cuerpo, que en ella decía: Te prometo que voy a luchar por mis sueños hasta hacerlos realidad, nos volveremos a ver en el cielo, siempre en mi corazón, Aptana. Y así fue, la chica con el tiempo volvió a coger unas zapatillas para perseguir unos de sus sueños, también retomo sus estudios y la verdad que es bonita verla, porque vuelve a escribir con el alma en los dedos y cada vez que las cosas le salen bien le manda un guiño al cielo a su pequeño. Porque del aprendió a que hay que luchar hasta el último aliento.

Ivonne Líndez Rosales (AFA Ribera d'Ebre)

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En el día de la mujer Puedo estar orgullosa, orgullosa de ser mujer. Esa palabra que tantos infravaloran, pero que a la vez és tan necesaria en sus vidas. Soy mujer, és cierto que aún noto que no hay igualdad. Por ejemplo, en el modo de hablar en el ámbito familiar. La gente a menudo me suele decir; Maribel, que suerte has tenido de encontrar un hombre como el tuyo. En casa continuamente te ayuda, puedes irte a comprar sola mientras él se queda con las niñas, és un gran hombre! Bien, vamos a puntualizar, mi marido és un gran hombre, sí, cierto. Pero no és un gran hombre porque " me ayude en casa o con las niñas ", és un gran hombre porque me quiere, me cuida, me escucha, me comprende y lo más importante me respeta. No entiendo aún eso de que el hombre " ayuda " en casa. A caso cuando hablamos de la mujer decimos que ella "ayuda a su marido " para que tenga la comida echa, o la ropa doblada... ¿ o se da por echo, que el ser mujer és tener la obligación exclusiva de atender una casa y a los hijos ? Nos han inculcado ese machismo desde pequeñas, y en mi alrededor parece ser que aún no han entendido que un hogar és de todos los miembros que viven en él. Que todos tenemos obligaciones diarias, dentro y fuera de casa. Personalmente me siento orgullosa de ser mujer, realmente no se que és ser hombre y a veces me lo pregunto. Tengo dos hijas, dos niñas, dos futuras mujeres y me encantaría que ellas de mayores no se hicieran estas preguntas. Me gustaría que la igualdad llegue. Me encantaría que ellas vivieran en un mundo de igualdad REAL, y lo escribo en mayúsculas porque la gente piensa que ya hemos avanzado mucho...pero no se dan cuenta que queda tantísimo por avanzar. Todos seremos igual cuando a las mujeres se nos den la mismas oportunidades laborales. Cuando la conciliación laboral y familiar no sea solo nuestra responsabilidad. Cuando no solo nosotras tengamos que acceptar o descartar trabajos para poder ser madres, esposas y trabajadoras, incluyendo el dejar de lado quizá tu profesión por no poder compaginar. Cuando los malnacidos no se crean superiores en una relación y se acabe el maltrato físico y psicológico de muchos ignorantes hacia sus mujeres. Cuando una mujer pueda ser encofradora en una obra, y un hombre manicurista en un centro estético. Cuando la gente deje de hablar de ayuda por parte del hombre en un hogar, y también den por echo su labor dentro de él, como pasa con las mujeres. Tendremos igualdad cuando las mujeres

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puedan ir sin depilar, y los hombres puedan ponerse rímel para resaltar sus ojos, sin tener que posicionarlo en una u otra orientación sexual. Seremos iguales cuando pasen tantas cosas que aún no pasan, y la gente dice que ya hemos avanzado mucho... seguramente no ven el mundo igual que yo. Estoy orgullosa de haber mamado desde casa el machismo, y yo a mis hijas jamás negarle posibilidades por ser mujer. Y estoy orgullosa de pertenecer al sexo femenino, y que el destino me haiga dado a dos hijas a las que enseñarle que pueden hacer lo que quieran en su vida. Que no dejen jamás que nadie les prohíba hacer lo que ellas quieran. Y si os digo la verdad, me gusta ser mujer y no querría ser hombre.

María Isabel Jiménez Álvarez (Institut La Bisbal)

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Transformaciones Soy rocío Qué bonito es ver el amanecer. Aquí en la intemperie,a estas horas,hace frío pero, un rayo de sol hace que me sienta bien. Despierto poco a poco y... ¡Me estoy deslizando!¡Me caigo!¡Uf,menos mal,algo me ha frenado!¿Dónde estoy?¿Qué soy?¿Estoy en una hoja!¡Soy una gota de lluvia!¡Soy rocío! Que bien huele a azahar,a naturaleza, a fresco. Puedo oír el zumbido de una abeja,el sonido del viento moviendo las ramas de los arboles. Nunca antes había estado en un árbol cómo éste. Sus hojas son un poco amargas y ásperas. Se está bien aquí pero, siempre quise ser un iceberg. Adoptar esa magnitud tan majestuosa,esa consistencia tan dura y casi indestructible,ese color blanco inmaculado y,a la vez,azul profundo por el reflejo del cielo. Me han gustado todas mis formas y he disfrutado de todos mis estados. Me encantó ser vapor. ¡Que ligereza!Recuerdo que,una vez,flotaba por el aire y ascendía hacia las nubes. Las vistas eran impresionantes. Una vez allí,en el suave algodón,el frio me transformó en gota de lluvia y,junto con más gotas provocamos una inundación en el patio de una casa. No me gustó nada estar allí. Aquel patio no estaba limpio,me contaminé por unos vertidos allí derramados. No sé cuanto tiempo estuve estancada,perdí el conocimiento y ¡menos mal!,por que al verme tan sucia,envuelta en esos olores tan tóxicos y desagradables y con una consistencia tan viscosa y babosa,quería morir. Desperté gracias a un sonido molesto y continuo. Era un desatascador. Pude entrar por aquel desagüe y deslizarme por aquellas tuberías feliz por llegar pronto a una depuradora. La sensación es muy extraña cuando te depuran,la verdad,pero es mejor que cuando te contaminan. Seguía mi camino cuando,el frio empecé a percibir. Me habían contando que esa era la sensación térmica que se sentía cuando te transformabas en iceberg,pero fue una desilusión convertirme en cubito de hielo,más que nada,por que no eramos muchas gotas las que participamos en la conversión. Para ser iceberg tendríamos que ser muchísimas más. Un calor me envolvió,me deshice, me transformé en liquido. Allí,en un vaso “on the rock's” con whiskie de malta,una mujer me absorbió y estuve mucho tiempo atascada esperando a ver si salía por el lagrimal. ¿Cómo pudo retener el llanto tanto

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tiempo? -Vamos,déjame fluir!He de seguir!Emociónate aunque sólo sea un poquito! Podría haberme tocado salir por otro conducto!¡Que chica más dura! ¡Si si,un episodio!Supongo que este árbol me succionara también. Ya veré si algún día me transformo en iceberg.

Rocío Echevarría Cabrera (Barcelona)

El sacrificio de una hormiga Me llamo Luca, estoy harta de ser hormiga. No me gusta nada: las normas me parecen muy estrictas, me harto de tener que esperar larguísimas colas y odio hacer lo mismo que todo el mundo, seguir las ordenes generales. Yo quiero ser como las mariquitas y los escarabajos, y vivir, despreocupadamente. Estamos sin parar todo el día de arriba abajo, los habitantes de mi colonia de hormigas no paramos de coger hojas, cascaras, alimentos, y todo lo que podemos recoger para cuando llegue el gélido invierno. Los inviernos son muy largos y a mí me aburre estar sin poder salir en todo el día. Pienso muchas veces como sería estar fuera del hormiguero un día. Cuando me levanto, decido que me voy a ir a buscar otra clase de vida fuera de la colonia. Quisiera llegar hasta la colina que veo desde la ventana de mi casa, conocer mundo y ver como viven otros insectos o animales. Es una mañana, en que la brisa mueve las nubes citas blancas en el cielo azul, y el prado está vacío de ranúnculos dorados. Es el día perfecto para hacer está salida, y recorrer un camino diferente al que estoy acostumbrada. De momento no parece que vaya a hacer mal tiempo, todavía queda un mes para que bajen las temperaturas, así que no me llevaré muchas provisiones, solo dos trozos de pan, un poco de agua y una hoja para poder taparme si hacía frío. Cuando llevo un poco de camino, miro hacia arriba y veo a una abeja que se mece perezosamente de un lado a otro dentro de la corola de una rosa silvestre, oigo como se ríe. Creo que se lo está pasando bien, subo como puedo hasta donde está ella y me sitúo en el borde de un pétalo rosado y veo que es una abeja no muy grande, más bien tirando a pequeña. Y yo creía que era pequeña. Le pregunto que hace, y me contesta que zanganeando. Que sus

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compañeras se han marchado a recoger miel. Me cuenta que no le gusta trabajar, que prefiere esperarlas allí meciéndose y descansando. Según ella la colmena resulta aburrida y oscura cuando las otras abejas se iban y cuando salía el sol volaba pausadamente de flor en flor, aunque ya quedaban pocas. Yo pensé que era una gandula y que prefería que se lo pusieran todo en bandeja, y le dije que holgazanear no conseguiría nada para el frío que estaba a punto de llegar. Ella me contestó que todavía quedaba para que esos días de frío llegará. Y pensé que tenía razón. Me empezó a sonar las tripas y le ofrecí un poco de mi comida. Le di un trozo de uno de mis dos panes a la abeja, ella lo cogió y me dio las gracias. Hablamos un largo rato y le comunique que si quería acompañarme en el viaje que quería hacer hasta la colina. Me dijo que si quería acompañarme, ya que según ella no le importaba que las demás compañeras trabajarán para conseguir y acumular miel para que la usarán otros. Caminamos un largo rato, conseguimos ver como a unos metros llegábamos a la cima de la colina. Cuando llegamos estuvimos toda la tarde y parte de la noche jugando y en todo ese tiempo ninguna de las dos trabajemos ni siquiera para buscar agua. Repartí el último trozo de pan que me quedaba, acabemos también con la poca agua que llevaba. Empecé a preocuparme porqué cuando llegará la mañana siguiente no tendríamos ni para comer ni beber. Le comenté mi preocupación y me contesta ¡El invierno está muy lejos! dijo con su vocecita suave. A la mañana siguiente yo seguía preocupada por la situación, ya no me parecía tan divertido lo que hacía un día atrás me parecía lo más fantástico. El día empeoró, se fue el sol y empezó a caer gotas. Gotas que para mí serían como si llegará un tsunami. La noche llegó y se hizo más oscura de lo normal y mucho más fría que la noche anterior. Cogí la hoja que había echado en la mochila para taparme, pero no me sirvió de nada, ya que era muy fina no abrigaba casi nada. Creo que debería volver a mi colonia y resguardarme en el hormiguero, pensé, ha llegado ya el frío y el mal tiempo. Mí compañera buscó refugió en un capullo y yo le conteste: Pero ¿qué haré yo? ¡ Yo no tengo capullo! Pues lo siento por ti, pero no puedo ayudarte con eso, me contestó la abeja. Después salió volando y no volví a verla más. La noche siguió más y más fría, tan fría que no pude mantenerme caliente. Busqué comida un rato, no encontré nada porqué las flores se habían muerto y el invierno había llegado. Buscando comida, me encontré con la casa de una ardilla y estuve convencida de que me ayudaría.

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¡Por favor, señora Ardilla! le pedí ¡Estoy helada y hambrienta! ¡Por favor, déjeme entrar! La ardilla miro por la mirilla de la puerta y no me dejo entrar. - ¡Te conozco! - me exclamó ¡Tú eres la hormiga que no ha hecho nada más que jugar con la abeja! Yo he trabajado todo el verano y ahora tengo un montón de nueces para comer. ¿Por qué no trabajaste tú también? y me cerro la puerta en las narices. Pensé y pensé, y comienzo a caminar todo lo rápido que pude para volver a la colonia con mis compañeras. El viento soplaba cada vez más frío, y no había nada en el mundo para comer. Me sentía famélica, me arrastre bajo unas hojas muertas, y me acosté, estaba demasiada débil y cansada para seguir caminando. No sabía si estaba cerca de casa, empecé a quedar dormida pero de pronto escuché un suave susurro y una voz que me dijo: - Te llevaremos a casa, estarás a salvo. Cuando desperté mire a mi alrededor y vi a algunas de mis compañeras, me han salvado, me han ayudado a llegar a mi hogar, al hormiguero. Me di cuenta de que era precisamente las normas, el espíritu de sacrificio, la obediencia y el esfuerzo de todas las hormigas, lo que hace posible que nuestra obra conjunta sea muchísimo mayor que lo que haya conseguido insecto alguno, y me sentí realmente orgullosa de ser hormiga.

María Dolores Pulido Infante (CFA Anoia)

El ciclo de la vida Desde aquí arriba todo se ve minúsculo, ahora mismo puedo ver el infinito de este mundo tan lleno de vida que me rodea, hace frío, pero eso no evita que mis amigos y yo nos lancemos por fin a aquello que todos esperamos, para luego volver a reunirnos aquí, en lo alto. Con el paso del tiempo me había acostumbrado a esta sensación de vértigo que siento cuando me convierto en líquido y caigo. Esta vez estaba más asustado, Ache había dicho que esta zona es demasiado fría y que podríamos congelarnos mientras caíamos, yo preferí no creerlo. Dos dijo que una vez le ocurrió a su padre y que era terrible, podías oír como crujías por dentro al endurecerte y no sentías el tacto de las suaves hojas o de los rugosos troncos al caer. De repente empecé a notar el olor de la tierra húmeda, estábamos llegando, y pude ver como Ache y Dos seguían líquidos. Por fin rocé los sedosos pétalos de una pequeña flor, mi impacto la hizo temblar brevemente. Me deslicé por ella hasta llegar a un húmedo charco que

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me llevó hasta el bravo río que acompañaba este campo olvidado. Me sumergí en su dulce agua, y sentí como Ache y Dos ya habían llegado, ahora todos juntos formábamos ese río estrecho y rápido. Tras un largo recorrido pude notar el cambio de sabor, ahora todo tan salado, eramos el mar, mi momento favorito, donde puedes ver y oír todas las maravillosas criaturas que viven aquí, desde un pez con su alegre movimiento a una de esas elegantes medusas. Pude notar como las aves se sumergían, como los niños chapoteaban en la orilla de la playa, como abrasaba el calor de Essaouira y a la vez el frío de los polos, estaba en todas partes que fueran bañadas por el mar, y sentía las caricias de las criaturas que vivían en mí. Desde luego mi parte favorita. Al cabo del tiempo sé que esto termina, que nos volvemos a evaporar y nos reunimos allí arriba, formando nubes y disfrutando de nuevas experiencias, cada vez diferentes y únicas. A veces pienso que me gustaría ser algo distinto, no hacer siempre este ciclo, pero al llegar arriba y recordar todas esas sensaciones comprendo que sin mi, sin nosotros, sin el agua, no habrían esas maravillosas criaturas, esas preciosas plantas ni esos inmensos paisajes. Por lo que mi papel, es el más bello e importante y eso me hace feliz.

Diego Felipe López (CFA La Llagosta)

Día de agua Aquella mañana cuando abrí los ojos, me encontré envuelta entre algo blanco y suave como el algodón. Miré hacia mis pies por no los encontré, mi forma había cambiado y formaba parte de ese suave manto. Seguí observando y me di cuenta que estaba en una nube, y empece a pensar como podía ser que me hubiera transformado en parte de esa nube. De repente sé escuchó un fuerte trueno, y una bolsa de aire me empujo al vacío, y empece a caer. Mientras me precipitaba, me empezaron a aflorar pensamientos de pánico, pensaba en donde caería, que seria de mi o si ese seria mi último día en la tierra. Decidí tranquilizarme y mirar mi aspecto actual, era una gota de lluvia, mi cuerpo entero era totalmente transparente y brillante parecido al brillo de un diamante, y me sentía fresca y viva, me gustaba esa sensación. Caí encima

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de unas rocas escarpadas, y recorrí sus entrañas hasta llegar a la corriente de un pequeño rio. Aquel rio me transporto por diferentes valles y pueblos bellos, como los de una postal. Recorrí cascadas imposibles de imaginar y unas vistas difíciles admirar, todo eso gracias a la corriente de ese pequeño rio. Cuando de repente llego la calma y con ella el mar. Dejó de llover y pasaron unos días de sol esplendido. Con el calor del sol, cada vez me sentía más ligera, como si fuera a flotar, el sol seguía calentando y yo cada vez más ligera. Empece a elevarme, hasta que de repente, como si por arte de magia se tratara, volví a caer al mar. Cuando salí a la superficie respire hondo y me alivie al ver que había recuperado mi aspecto normal. Aún no sé lo que pasó, pero sin duda fue una buena aventura.

Sonia Campillo Pastor (CFA Anoia)

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Compartir la escritura es compartir la música de los días

Profesora del Módulo: Isabel Verdú Arnal Institut Obert de Catalunya

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