Ficciones 25. Hivern 2019

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Los autores de esta revista son alumnos del módulo C5 Taller de escritura creativa (Invierno 2019) del Graduado en Educación Secundaria del IOC Aquí detallamos los alumnos seleccionados y sus centros tutores. ¡Felicidades!

Moisés Arias Mamani (CFA La Llagosta) Raquel Barrios Ramírez (CFA Jacint Carrió- Manresa) Siria Bautista Lozano (CFA Ramon Llull – Terrassa) Cristina Cortés Fernández (CFA Edelia Hernández – Viladecans) Sandra Díaz Torres(CFA Anoia) Montserrat Estrella Cano (CFA Montblanc) Lidiane Silvia Guedes (CFA Anoia) Tania Jiménez Carrillo (CFA Sant Josep) Carlos Masegosa González (CFA Jacint Carrió – Manresa) Esther Mendoza Pareja (CFA Anoia) Selene Jiménez Carrillo (CFA Sant Josep) Tania Jiménez Carrillo (CFA Sant Josep) Lidia López Calmaestra (Barcelona: Laura Garcia) José Luis Nicolás Gómez(CFA Ribera d’Ebre) Enrique Pérez Sánchez (CFAM Centelles) Jessica Rodríguez Canal (CFA Dolors Paul -Cunit) Lucia Seva Santalucci (CFA LA Creu de Barberà - Sabadell) Rosa Beatriz Troya (EA Timó Tiana -Montgat)

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¿Qué refleja el espejo? Soy un cactus Mi nombre es Montse y desde hace 12 años vivo en Montblanc, aunque nací en Barcelona hace 42 años. Mi relación con la escritura es mínima, aunque me gusta mucho leer, solo tengo cierta relación alguna vez por mi hijo y sus tareas de la escuela. Verme ante un espejo ahora es complicado, de repente la edad ha caído de golpe y eso se nota en el físico. Me veo muy delgada por el estrés del trabajo, mi piel se ha vuelto como un pergamino y las arrugas aparecen donde no estaban ayer.Mi mirada es cansada y melancólica, en mi caso, aunque digan que la mirada es el reflejo del alma, no es así soy porque soy animosa, divertida, enérgica pero, sobre todo al final del día, mis ojos muestran agotamiento. Mi cara es redondeada y mi piel es blanca y pecosa desde muy pequeña mi abuela siempre decía “ pell pigada – pell estimada”. Mis manos están callosas pero no me arrepiento por son signo de trabajo. Mis piernas y mis brazos son delgados pero fuertes. La expresión de mi cuerpo y de mi cara es de una persona trabajada, cansada pero en el fondo de mis ojos se ve una luz de esperanza, una mirada con ganas de mejorar, con ilusión y con fuerza. Lo que más sorprende de mí es la fuerza y el aguante. Me apasiona mi hijo y todo lo que le rodea así que comparto con él actividades, juntos colaboramos en actividades culturales de mi pueblo, pertenecemos a Elsdimonis de Montblanc, a una congregación de semana santa, a un grupo para la rúa de reyes y a muchas asociaciones más. Por mi parte colaboro a un a institución en defensa de los animales, donde ayudamos a los que viven en la calle proporcionándoles adopciones, visitas al veterinario, comida, cobijo y mucho amor. Mi hijo dice que soy como un cactus, dura, valiente, superviviente con recursos mínimos y que puede crecer en situaciones muy adversas. Con toda esta reflexión creo que desde fuera no se ve muy bien quien soy en realidad y que las personas de mi entorno creen conocerme pero no es así. No siempre una es tan fuerte y también necesita que la apapachen. Creo que mi vida como escritora no seria productiva pero quien sabe tampoco me veía estudiando a mi edad. Escribir o estudiar debe ser como el comer, todo es empezar. Montserrat Estrella Cano (CFA Montblanc)

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El ave que abre las alas confiando que sabe volar

Soy frágil como las rosas, pero a pesar de la suavidad y la fragilidad en algún momento pudo sacar lo anormal, donde uno percibe el bien y el mal. Soy delgada y bajita, me cuesta mucho engordar, soy incapaz de llevar botas porque con mis piernas no consigo rellenar, tengo ojos cafés y una mirada un tanto caída, quizá por tantas tristezas vividas. Tengo cabello largo y rebelde que me cuesta llevar, creo que huella

de mi revolución

interior

y a

pesar

de todo me creo normal.

Soy un tanto filántropa, me gusta ayudar a los demás, doy lo que puedo y me gustaría poder hacer más. Vengo de una familia humilde que me ha inculcado valores, y desde pequeña me ha tocado trabajar, he atravesado mares intentando mis sueños alcanzar y me obligo a ser perseverante para poderlo lograr. Digo lo que pienso aunque esto puede molestar, batallo con mis emociones por poderlas controlar. Me gusta vestirme a lo clásico pues me asusta la moda actual, me gusta la naturaleza y me maravillo de cada lugar, sueño con recorrer el mundo, y de la naturaleza dejarme guiar. Leo libros para desconectarme un poco de la realidad, me dejo llevar muy fácil por la ficción, el único momento donde nada me asusta y disfruto de todo sin pesar. Rosa Beatriz Troya (EA Timó Tiana -Montgat)

¡Terremoto a la vista! Lucia terremoto... Así me consideran Mi nombre ya describe una gran parte de como soy o al menos intento ser, una persona que aporta luz y vitalidad a la vida de los que me rodean, a pesar de que soy bastante madura para mi edad, sigo teniendo ese lado infantil que espero no perder nunca porque es lo que hace que mi vida sea como una montaña rusa de vivencias y sentimientos. Mi apodo "terremoto" se debe a mi energía constante con todo y para todo. Soy una persona muy extrovertida y sociable, me río por todo y necesito hacer actividades de todo tipo porque si no me aburro y soy muy sencilla en el

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sentido que con poco me apaño. Si nos sumergimos dentro de mis pasiones se hayan los animales, la comida, los viajes, dormir pero mi más grande amor es el baile, cuando salgo de fiesta con mis amigos lo doy todo en la pista, siento dentro de mí como cuando se arranca el motor de un coche sin frenos. Ya en el aspecto físico si que me pega esa frase que dicen las apariencias engañan ya que mi estilo de vestir es muy pijo o de una chica sofisticada pero realmente soy muy campechana y también tengo mis días de ir en chándal y en pijama por casa. Para ser honesta estoy muy contenta con mi metro setenta de estatura, un pelo liso castaño hasta la cintura y unos ojos marrones como los de un búho. Aparento menos años de los que tengo supongo que por la cara de niña y mi forma de ser. Lucia Seva Santalucci (CFA LA Creu de Barberà - Sabadell)

Soy blanco Conocido como Pete, pocos saben mi nombre de pila, incluso yo mismo reconozco no sentirme aludido cuando me llaman por él. Con raíces provenientes de Melilla, tierra de culturas y contrastes, mi infancia transcurrió entre dos pueblos pequeños de montaña, de los cuales aún conservo los recuerdos de ir corriendo por las calles, arriba y abajo, con un balón entre mis pies. Alto, de complexión fuerte como un roble y con don para los deportes. Con ojos color azul cielo y cabello, el poco que queda de él tras el transcurso del tiempo, castaño. La actividad física, concretamente el fútbol, siempre ha tenido un papel fundamental en mi vida, transformándome en la persona que soy hoy; luchador hasta el final, disciplinado y con gran respeto hacia los demás, cualidades que hoy en día intento inculcar a mi hijo. No hay amigo que no me relacione con un balón de fútbol, y puedo asegurar que tampoco no hay amigo que no sepa que mi equipo favorito y con el que siempre he soñado es el blanco, blanco Real Madrid. José Luis Nicolás Gómez (CFA Ribera d’Ebre)

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Lo que soy y lo que piensan que soy

Soy brasileña y como toda mujer brasileña camino sambando, Soy una persona de dentro. Mi belleza está en mi esencia y en mi carácter. Lo que soy y lo que piensan que soy son dos cosas totalmente distintas. Creo en los sueños, no en utopía. Pero cuando sueño, sueño alto. Soy aries. Y aries no pide permiso, entra, arrastra la puerta. Nunca tuve miedo de mostrarme como soy, estoy aquí para vivir, caer, aprender, levantar y seguir adelante. Hay días que solo deseo esconderme en casa protegerme por las paredes, pero luego me recuerdo, estoy viva y esa vida es para mostrarse. Solo quien se muestra se encuentra, por más que se pierda en el camino. Yo soy hoy, mañana, ya me inventaré, me inventaré siempre que la vida pida un poco más de mi. Soy compleja, soy mezcla, soy mujer con cara de niña y niña con cara de mujer. Ya no soy una niña pequeña con el libro en las manos, soy una mujer que está en caridad de evolución, a veces desearía ser una niña, pero me veo mujer. Amante de la naturaleza y de una buena literatura apasionada por los animales principalmente los perros y los caballos de estatura media complejo casi siempre rellenita. En mis ojos marrones puedes ver la timidez que intento disfrazar, a través de mi mirada, casi siempre dulce, pero a la vez amarga como el azúcar quemado, boca grande, labios gruesos casi siempre color rojo fresa, de poco cabellos castaños caídos hacia los hombros, en invierno soy morena de color pálido y en verano tostada de las playas, montañas. Soy compleja, soy mezcla. A veces me pierdo, enloquezco y dejo pasar, después me busco y me encuentro. Me encanta estar, con los amigos escuchar música y bailar. No me doy por la mitad, no soy tu mitad amiga ni tu casi amor. O soy todo o soy nada. No soporto medio términos. Soy boba, pero no soy tonta. Ingenua, pero no santa. Soy una persona de risa fácil. Y de llantos por una sencilla película romántica o dramática. Lidiane Silvia Guedes (CFA Anoia)

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Mi persona, sinceramente… Mi nombre de antepasados y de reyes siendo un anti-monarca, define de alguna manera mi personalidad. Nacido en Barcelona y criado en suburbios, he vivido de todo lo que se pueda vivir y más. Se podría decir que vengo de familia muy humilde, tan pobre que mi madre de niña pasaba hambre. En casa eramos cinco, yo siendo el primogénito, a la edad de trabajar tiré a la basura mis malogrados estudios y me pusieron de dependiente en un colmado. Sudaba sangre para cobrar cincuenta mil miseras pesetas, y evitar así la "bancarrota" de mi familia. Todo esto que parece el segundo capitulo de una autobiografía es realmente una tarjeta de presentación de mi baja autoestima. De hecho, esta deplorable autoestima, hace que explicar mi físico sea un autentico sacrificio por mi parte. Calvo desde los veintiuno, de mediana estatura (yo me veo bajito), de piernas y brazos extremadamente delgados, por la falta de apetito desde niño. Eso si, conservo una barriga cervecera sin beberla. Gracias a mi trabajo de repartidor, encarcelado casi todo el día en una furgoneta. Menos mal que me pagan medianamente bien... Yo generalmente me veo feo. Hay gente que me ve del montón. Creo que soy de guapura distraída. Para evitar que me vean muy feo, hace dos años que me dejo barba, pero la parte de los mofletes tengo como ausencia de pelo. Podría decirse que es bello, pero no lo es. Tengo más pelo en un lado de la cara que en el otro. Los ojos de color de las heces no son bonitos de ver. Me crecen las cejas para arriba, me las tengo que repasar continuamente. Los labios son carnosos, eso si, pero nada más. Finalmente, después de remarcar lo de la autoestima os tengo que decir que personalidad tengo. No creo que valga la pena explicaros mucho. Soy una persona humilde, trabajadora, cariñoso, sencillo, luchador, con principios, que sabe lo que quiere y con las metas bien definidas. Me dicen algunos que soy algo cabezota, seguro que tienen toda la razón.

Enrique Pérez Sánchez (CFAM Centelles)

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Un momento de observación Déjà vu gripal

Esta mañana, me encontraba sentado en la típica sala de espera de Hospital, de paredes blancas y recubiertas de carteles, mostrando mil y un consejos para gozar de una salud inmejorable, cuando he podido presenciar la conversación entre un padre y su hijo. El niño, acurrucado entre los brazos de su padre, tenía los ojos llorosos y los mofletes rojos. Tenía apoyada su cabecita en el hombro de su padre, mientras éste le pasaba la mano suavemente por la cara y en voz baja le decía: “Pronto te pondrás bien”, a lo que el hijo, con una mirada triste, intentaba corresponderle con una pequeña sonrisa, la cual, se desvanecía pasados dos segundos. Y como si de un déjà vu se tratara, a tres sillas más a la izquierda volvía a vivir la misma escena. José Luis Nicolás Gómez (CFA Ribera d’Ebre)

Cuando el día está nublado... Habrá sido casualidad, que precisamente este medio día, un día lluvioso y algo apagado, para mi ha sido el día de comerme un buen arroz. Así que me he ido a tomar una paella a un restaurante playero en una terraza cubierta disfrutando del placentero sonido de la lluvia. A mi lado tenia una pareja, una chica rubia, elegante con una mirada fría y algo soberbia acompañada por un chico algo desaliñado, que aparentaba la pura simplicidad. Se apreciaba como él la miraba con ternura, intentando llamar su atención, algo que por momentos daba la impresión de ser inalcanzable. Bendita casualidad que ambas mesas consumíamos el mismo cava. Un cava el cual llevaba una chapa con la estampa de una foto del difunto padre del dueño del local, en modo de homenaje por el aniversario del fallecimiento. La diferencia entre ambas mesas fue, que a nosotros el metre nos contó la historia de la foto de la chapa, mientras que al pobre chico pareció no comentarle nada.

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Así que en un nuevo intento por llamar la atención de su acompañante, escuchamos como le empezó a contar con un convencimiento pleno que él conocía a dicho hombre, que era el fundador de la denominación de origen del cava que estaban tomando y que un día podían ir a hacer una cata a las bodegas de Rovellats y conocerlo. Para mí y mi acompañante fue una situación bastante divertida, porque a pesar de los intentos continuos del pobre chico, esa cita pintaba igual que el día, oscuro y lluvioso. Lidia López Calmaestra (Barcelona: Laura Garcia)

La colada A la vuelta de un radiante y maravilloso día de trabajo en el centro de Sabadell, bajando las largas y sucias escaleras del tren empiezo a escuchar unas voces que cada vez se alzaban con más fuerza. Al llegar a la zona de picar la tarjeta fui espectadora de una escena lamentable, que tenía como protagonistas a un chico de unos veinte años con traje y corbata muy elegante, y una señora mayor de unos setenta y pico con el carro de la compra y un aspecto desmejorado. En medio de la discusión pude llegar a percatarme que el motivo de la discusión era que la señora se había colado detrás de este chico para no pagar su viaje, y el entró en cólera y estaba súper indignado por ese hecho. La señora continuaba disculpándose sin ser escuchada dado los gritos del joven que al no encontrar apoyo por alguien de seguridad u otro vigilante continuó su camino hacia el andén. Me senté a pensar en la escena que había visto y no daba crédito a la reacción de esa persona. No entiendo como alguien se pueda poner de esa forma por algo que no tiene importancia y que a él ni le quita ni le suma que se cuelen detrás suya, pienso que el pueblo nos deberíamos ayudar los unos a los otros y ponernos de esa forma con los que nos hacen pagar impuestos y suben las tasas de los tiques de viaje que hacen que hayan personas como esta señora que no pueda permitirse ni un viaje en tren. Lucia Seva Santalucci (CFA La Creu de Barberà)

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Ojalá fuera eterna Estas semanas he estado al cuidado de mi abuela constantemente y me he dado cuenta de algo muy importante. Y es que a pesar de su estado de salud, le llena de alegría ver a su familia con ella. Es una mujer mayor, con parkinson y que le ha provocado dejar poco a poco de caminar, pensar y hablar, por su rigidez y medicación. Y aunque haya veces que parece que no te está escuchando, porque parece que esté en otro lugar, puede haber cualquier momento en el que pregunte por todo lo que le contaste hace días y no contestó. Y eso le hace bella por dentro y también por fuera, ya que es muy coqueta. Le encantan sus sesiones de manicura, peluquería y todos los masajes que le doy. Y a mí me encanta cuando sonríe, cuando me da besos eternos al verme y al despedirme, porque no me alejo de ella y le pido muchos besos más, y es ahí cuando su sonrisa la invade. Es feliz cuando le doy paseos en su silla de ruedas por el jardín, y nos paramos a contar todas las flores de su bonito limonero. Me encanta que cuando llego a casa y está durmiendo, sin escucharme me busque y sepa que estoy allí. Es maravillosa y ojalá fuera eterna. Siria Bautista Lozano (CFA Ramon Llull - Terrassa)

Llovía en sus ojos

Tapaba sus ojos intentando ocultar algo, quizá porque se avergonzaba de ello o se sentía expuesta ante otras miradas. La sala de espera era de un color oscuro y la quietud que despertaba se rompía con pequeños sollozos que emitía la chica, la misma que se esfuerza porque nadie vea su mirada, rota. Por una ventana el día que aparecía en el exterior era radiante pero en los ojos de la mujer misteriosa se desataba una gran tormenta. Su dolor era perceptible mientras sus ojos se colmaban de lágrimas que desataban lluvias intensas que inundaban la sala de espera.

Raquel Barrios Ramírez (CFA Jacint Carrió- Manresa)

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Historias de vida La magia del amor Carlos era un niño como otro cualquiera que vivía en un pueblo llamado Calaf. Cuando cumplió los 16 años, decidió dejar la escuela y ponerse a trabajar con su padre en la construcción. Pasaron los años, hasta que un día, él encontró su vocación en el deporte, su deporte favorito, (Snowboarding). Se puso a estudiar, y se juró a sí mismo que no iba a dejar de luchar por nada en el mundo hasta conseguir su sueño, el título de profesor. Pero mientras, él iba de un lugar a otro haciendo remiendos, sin saber lo que le esperaba... Un día, lo mandaron a trabajar en un bloque con tres pisos situado en su misma localidad. Allí, vivía una agradable pareja de mediana edad. Mientras trabajaba en el tercer piso, escuchó voces que venían del segundo; era la mujer de la casa quien lo llamaba: "¡Carloos, puedes venir un momento!" Él, enseguida bajo las escaleras, y al llegar al segundo piso, encontró la dueña de la casa. Junto a ella, permanecía una hermosa muchacha. La mujer, al ver el chico llegar le dijo a su hija: "¡Mira qué chico tan guapo!" y a continuación, le comentó al joven: "Esta es mi hija Marina, ¿qué te parece?" dijo la mujer con una sonrisa en su rostro. Carlos se sonrojó e intentando mantener la compostura respondió: "Me parece muy guapa..." A partir de ese día, Carlos fue topándose con esa hermosa chica, hasta llegar al punto que la empezó a echar de menos el día que no la veía... Poco a poco fueron haciéndose amigos, conociéndose el uno al otro, mientras tímidamente se iban gustando cada día un poco más. Empezaron hablar por el “line”, la relación de amigos que establecieron iba genial, hasta que un día decidieron verse en persona… Él pasó a buscar a la hermosa chica, y pensó que seria muy buena idea ir al campo de aviación abandonado que se encontraba en las afueras de su localidad. Para que así ella pudiera hacer unas prácticas con su coche, ya que la chica todavía no tenía la edad para conducir y le gustaba mucho hacerlo cuando se presentaba la oportunidad. Los dos lo pasaron genial, hablaron sobre todo y se rieron a carcajadas todo el atardecer. Cuando llegó la noche, Carlos decidió llevar la hermosa chica a St. Sebastián, una montaña donde podías contemplar todo el pueblo de una punta hasta la otra. Y allí en lo alto, junto a las estrellas, contemplaban a lo lejos las luces

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que desprendían los fanales del pueblo. De nuevo, los dos empezaron a conversar sobre todo, ninguno quería que acabara ese momento... El ambiente parecía estar lleno de magia y, poco a poco, los dos fueron acercándose el uno al otro cada vez más... Hasta que sin darse cuenta, entre las risas y el jugueteo, Carlos decidió besarla! La hermosa chica cedió, y en ese momento, todo el universo parecía estar alabando entorno a ellos... Los dos se fundían en uno solo sin saber que ese beso, no lo olvidarían jamas. A partir de ese momento fueron pasando los días, y los dos sentían como si de una semilla se tratase, hubiera estado germinado dentro de ellos... Su ser se lleno de un resplandor y una felicidad que jamás antes habían experimentado, sus corazones parecían latir al mismo son y los días estaban llenos de un color distinto, radiante y lleno de ilusión. Empezaron hablar de un futuro juntos, y a día de hoy... Ya han pasado cuatro años desde entonces. La hermosa pareja llevan una relación excelente, siempre tienen alguna que otra discusión pero nada fuera de lo normal y peculiar en una misma. Y es que un amor verdadero, puede mover tierras y mares. Carlos Masegosa González (CFA Jacint Carrió - Manresa)

Aquel día que lo cambió todo A Cristina no le gustaban nada los hospitales, no le gustaba entrar en ellos y que ese olor a vacunas, medicación y vómito le perforase las fosas nasales haciéndole sentir náuseas, esas paredes blancas que le hacían entristecer y todos esos rostros tristes que la deprimían con solo verlos haciéndole pensar que ese sitio solo valía para dar malas noticias. Aún odiando ese sitio como ningún otro, Cristina llevaba casi dos semanas durmiendo allí, en una sala de espera fría, en un sillón incómodo y con el desespero de recibir noticias de la persona por la cual estaba allí, su abuelo. Él había entrado en aquel hospital por un simple resfriado, que se fue complicando y por el cual le fueron encontrando cosas que no iban bien, como por ejemplo sus órganos que no funcionaban correctamente, aunque Cristina era de Barcelona tuvo que acabar yendo a Granada con su familia dónde estaba el padre de su madre porque lo había ingresado en la UCI a causa de un paro cardíaco.

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Llevaba allí semana y media, pero parecía que nada mejoraba y que todo iba igual, pero un día cuándo menos se lo esperaba llegaron las buenas noticias, su abuelo estaba mejorando y al fin lo iban a subir a planta, aunque se quedaría más días en el hospital, estaba estable y podía estar en planta, todo iba a mejor. A causa de esta mejora, Cristina y su familia volvieron a su casa, pero esta tranquilidad y alegría no les duró mucho, a la semana siguiente les volvieron a dar una mala noticia, un segundo paro cardíaco había hecho que su ser querido volviera a entrar en esa unidad de cuidados intensivos, al saber la noticia no tardaron en coger el coche y volver a Granada, esas ocho horas de viaje se hicieron eternas, ya que este segundo bajón había sido más fuerte y todo parecía ir peor. Cuando llegaron al hospital todo era como se lo había esperado, las cosas estaban peor que antes, su familiar había empeorado. Ese día empezaron a llegar familiares de Juan (el abuelo de Cristina), de todos sitios, porque sabía que todo iba a peor y querían darle apoyo a él y a sus familiares más cercanos. Pasaron esa noche en el hospital, con sus allegados, esperando noticias que no llegaban, y al día siguiente llegó la noticia que menos esperaban, había entubado a su abuelo, aunque todos se tomaron a mal esta noticia aún tenían la esperanza de que todo mejorara, esperanza que acabó pronto, ya que horas después les avisaron de que Juan había sufrido otro paro cardíaco y que no estaban seguros de si podía superarlo, Cristina jamás había escuchado unas palabras tan dolorosas como aquellas, pero pocas horas después no las iba ni a recordar. A las horas salieron los médicos a dar la noticia, su abuelo había fallecido. En ese momento Cristina no quería saber nada de nadie, se encerró en si misma y solo quería que ese día acabara, despertar de esa pesadilla. A raíz de todo esto Cristina y su vida cambiaron por completo, su abuela ya estaba sola así que se fue a vivir a su casa, y ver a su abuela diariamente sola hacía que sintiese un dolor en el corazón cada día más grande. Las navidades, los cumpleaños, los días especiales ya no lo eran porque no recibía la llamada que tanto esperaba, porque esa persona ya no podía llamarla. Aún a día de hoy, un año después Cristina no ha superado ese dolor, sigue llorando algunas noches por la falta de su ser querido, y se ha dado cuenta de que la vida tenemos que aprovecharla, porque hoy estamos y mañana, mañana no lo sabemosCristina Cortés Fernández (CFA Edelia Hernández - Viladecans)

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Nuevo día

Para Raquel amanecía un día como cualquier otro, las expectativas sobre lo que ocurriría era inciertas. Ella sabía bien que aquel viaje seria decisivo en su vida, que lo cambiaría todo, pero no sabia cuán decisivo. Esperaba en una eterna cola para embarcar en el vuelo que la llevaría a otro lugar, a un nuevo comienzo. El peso de sus párpados por el sueño era evidente y aunque esto la despistaba de lo que ocurría, era en parte consciente de la magnitud del evento que ante ella transcurría sin esperar. Ya sentada mirando por una ventanilla, espera que sus alas y también las de el avión hagan su trabajo de transportarla a terra incógnita, el lugar que conoce por visitas pero que esta vez será su nuevo hogar. Las horas transcurren con lentitud, haciendo aún más evidente lo relativo del tiempo. La llegada es más desconcertante de lo que nunca pudo esperar. El aeropuerto de Barcelona ya la hacía sentirse pequeña, pero no fue hasta que llego a la ciudad que realmente entendió que había dos grandes realidades entre la tierra donde nació y el lugar donde ahora se encontraba. Cegada por lo que veía emprendió un camino largo y confuso hacia lo que seria su nuevo piso. El transporte público tan variado y extenso se le hacía algo de otro planeta, imposible de entender por una simple mortal como ella. Todo sumado a un cansancio enorme al poner los pies sobre aquel lugar que ahora llamaría casa. No estaba amueblada y todo se sentía vacío, frío y falto de cuidado. Dejó sus maletas sobre el suelo y se sentó sobre el suelo, Un ventanal iluminaba la estancia dejando aún más patente la falta de muebles. Un suspiro. -Supongo que aquí empieza todo- dijo con cierto temor Y estaba en lo cierto, ese fue el inicio.

Raquel Barrios Ramírez C(CFA Jacint Carrió- Manresa))

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Perdido y encontrado

Les contaré la historia de un día que cambio la vida de Enrique para siempre. No era muy popular, incluso pasaba desapercibido cada día, menos en el ámbito familiar. Al colegio no iba a estudiar, sino a mirar las musarañas, de ahí que sus notas fuesen muy deficientes. Era un chico muy delgado, de mediana estatura, de piel blanca en invierno y algo mas oscura en verano. Sus pelos rizados eran muy rebeldes, menos el. Enrique era más bien introvertido, deprimido, bonachón y con baja autoestima. Andaba casi siempre mirando al suelo, ¿qué demonios buscaba? Con la mirada gacha, recorría las calles de la ciudad para ir al colegio y después volvía a su hogar, con las únicas personas que lo querían. No salía de casa, apenas tenía amigos. Andaba perdido... Hubo un día que lo cambio todo para siempre. La madre de Enrique, harta de ver a su hijo deprimido y desaprovechado, lo cogió de la mano y se fueron juntos al colmado de debajo de su casa. Era una tienda pequeña de barrio. Sus frutas y verduras más bonitas las tenían expuestas en la calle. Dentro, se hallaban toda clase de tarros de conserva y víveres. La regentaba un matrimonio de mediana edad de la provincia de Teruel, muy "mañicos" los dos. Fuera en la pared se encontraba un cartel, en el cual se podía leer: " Se necesita aprendiz de dependiente". Este fue el cartel que vio la madre de Enrique. El cartel que cambio su vida para siempre. Era en octubre, un año antes de las olimpiadas. Enrique ya tenía la edad de trabajar. Su madre, decepcionada de ver los resultados del paso por el colegio de su hijo, no le quedó más remedio que llevarlo a trabajar a aquella tienda de debajo de casa. El matrimonio de maños, al ver la cara de bonachón de Enrique, no se lo pensaron mucho a la hora de aceptarlo como aprendiz en su colmado. Enrique, en ese momento estaba nervioso. Pensó, "este es mi momento, ahora me voy a sentir realizado". Sin duda, estaba muy contento y feliz. Había hallado al fin, una tarea en la que se sentía a gusto y respetado. Al llegar a casa, después de su primer día de duro trabajo y aprendizaje, lejos de estar cansado y agotado, se sentía alegre y con fuerzas, feliz y con ganas de vivir. Nuca se había sentido realizado. Se encontró a si mismo al fin. Enrique Pérez Sánchez (CFAM Centelles)

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Transformaciones ¿Dónde vamos, mamá?

Me llamo Nil, mi vida es una continua aventura, me despierto por las mañanas y lo primero que hago es escalar en mi cama para poder llegar a la habitación continua donde esta papa y mama, me gusta saludar con energía y alegría me da la sensación que aveces se sobresaltan un poco pero cuando me miran me achuchan y me dan besos me dicen lo guapo que soy y yo me dejo querer. Mi madre es rubia , alta y lo que me invade de paz es su olor a rosas, su cuello largo y su piel fina como la seda, mi padre es fuerte con unos ojos de color miel y una mirada profunda. Así que mi vida es un continuo descubrimiento pero hubo un día que todo tomó otro rumbo... No fui el primero en levantarme mi madre algo nerviosa me despertó diciéndome que había llegado el gran día yo no entendía mucho , se que esos días atrás me hablaba que estaría con unos niños jugando pero no le di importancia. Luego me vistió y emocionado nos fuimos a la calle, hacía frío, era muy temprano y observé que no era el único niño , eramos muchos niños caminando con nuestros padres, todos íbamos a un mismo sitio, eso me puso algo nervioso pero mi madre me iba diciendo lo bien que me iría el día en ese sitio, al llegar me soltó la mano y me presentó a una chica muy guapa que se llamaba señorita , (un nombre curioso, pensé) y mi madre me dijo que ella me cuidaría. - Ah, no, no. -¡La única que me cuida eres tú, mamá! Le dije a mi madre, no podía salir de mi asombro, mi madre se iba y ¿me dejaba solo con todos esos niños? La mayoría estaban llorando como yo, arranqué como una moto a llorar de tristeza y rabia, no estaba de acuerdo con mi madre, ella tenía que estar conmigo, ¿y si no volvía?, madre mía, qué crueldad... Sin embargo, cuando fueron pasando los días lo entendí todo, mi mamá se iba al trabajo y siempre me venía a recoger con una sonrisa que iluminaba su cara, y yo jugaba con mis amigos mis compañeros de batalla y la profesora me enseñaba mundos nuevos por descubrir.

Sandra Díaz Torres(CFA Anoia)

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Aventuras sin límites Me he tomado el tiempo de examinar a mi madre por mucho tiempo, creía que entendía a la perfección sus gestos y sus estados emocionales, pero ahora mismo estoy dudando mucho de que así sea. Tengo prácticamente 2 años y quiero ser yo, me gusta salta, jugar con papá y mamá, me encanta sacar todos mis juguetes y repartirlos por la casa. Aunque muchas veces mi madre se interpone en ello, siempre está repitiendo lo mismo; que debo tener cuidado que voy a tropezar con los juguetes, que no me ponga cosas a la boca, que no grite, que no salte en el sofá, bueno en fin tengo la sensación de que casi no puedo hacer nada en su presencia. Quiero que ella sepa que no me gustan las prohibiciones, quiero investigar y hacer cosas sin ayuda, quiero que tolere mis frustraciones, especialmente cuando antes de hacer uno experimento ella se adelanta y lo frena todo. Recuerdo aquel día que mis padres me sacaron con la moto de Spiderman, ellos estaban felices que yo lo estaba disfrutando, y creo que mi padre intentaba captarlo todo en un video, pero los vi ponerse de mil colores, no entendí por qué. Yo creía que estaban tan emocionados como lo estaba yo, así que quise sorprenderlos más e intenté bajar la pendiente de aquella calle junto a mi casa, como papá lo hace. Me gustaría poder entender a mis padres, pero tengo muchas ideas en la cabeza, cundo quiero hacer una ya la he olvida y empiezo otra. Rosa Beatriz Troya Almeida (EA Timó, Tiana-Montgat)

Comida de gato Hacía un tiempo que había comido, no sabría ser precisa y decir cuánto, pero tenía hambre otra vez. Dejé de jugar con las plumas suaves y bailarinas y me dirigí hacía el comedor en busca de la mujer suave castaña erguida. En seguida supe que no estaba porque pese a que su olor seguía flotando inerte por toda la casa, no había ningún foco claro dónde dirigirse. Arrugué la nariz, no tenía una concepción clara del tiempo, pero ya tendría que haber vuelto. Me fui entonces al armario dónde sabía que estaba mi comida, intente abrirla, pero la humana erguida había puesto una cosa blanca rara haciendo inútil mis intentos. ¿Por qué? ¿Qué pasa si nunca más

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vuelve? ¿Por qué no podía dejarme un cuenco con comida a mi disposición? Estaba enfadada. Me fui corriendo hacía su cama y de un salto me puse en el centro, empece a morder a la manta que siempre ponía encima. Morderla y hacer la croqueta sobre ella me hizo sentir mejor, volvería pronto. Me pondría la comida enseguida y después me rascaría detrás de las orejas y la barriga. Intente dormir, pero estaba demasiado nerviosa, me fui a lo que había oído que se llamaba rascador, y me lime un rato las uñas. Después subí a la parte acolchada que había encima, estuve ahí al menos dos días. Entonces note su olor cómo se iba acercando cada vez más y más, el sonido de la cerradura... No me moví de mi sitio, pero si abrí los ojos, la humana erguida se acercó a mí mientras me hacía cosquillas. Con una voz algo estridente me dijo: - He tardado un poco más de lo habitual, ¿verdad? ¿Me has echado de menos? Yo a ti si. Bueno, en realidad solo ha sido media hora, pero es que eres una bolita tan suave y bonita... ¿Tienes hambre? ¿Te pongo la comida? Tania Jiménez Carrillo (CFA Sant Josep)

El roce de sus manos Hoy es un día maravilloso. Después de mi reto personal de ver las horas y la gente pasar, llega el sábado y me dan un maravilloso baño, con un trapo bien suave que me hace relucir y estar bien bella. Me enseñan con encanto y la gente se queda enamorada con mi tacto. Hoy todo va mas allá, sé que a partir de hoy ,todo va a ser distinto. Mientras tengo mis sospechas estoy entre las manos de un chico bello. Siento un tacto distinto, una gran delicadeza y un amor a primera vista. Alguien que no duda en soltarme o en volverme a dejar en manos de mas personas. Quiere que sea para él, quiere disfrutarme y escucharme cada noche. Escucho que soy maravillosa, que es lo que iba buscando. Me abraza, me toca y me hace vibrar. Le respondo y es cuando se le ilumina la mirada, cuando se concentra mirándome fijamente sin necesidad de tener a nadie mas. Solo él y yo. Y sí, por fin, después de un largo rato, de no querer defraudarle, nos marchamos. Por el camino me surgen muchas dudas. Si seré solo un capricho, un pasatiempos o que cuanto le durará ese amor. Solo espero la reacción al verme ya

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por segunda vez. Estoy muy nerviosa, pero me hace estar feliz. Escucho música en el fondo de una conversación sobre mi. De muchos retos por delante, y he de estar preparada. Ahora sí, creo que es el momento. Nos hemos parado, me ha cogido nos vamos a un nuevo hogar. Puedo ver que es el suyo, él abre la puerta y todo el interior esta repleto de fotos de él y su familia. Algo muy importante, veo a clones míos entre los muebles en pequeño tamaño. ¿Eso es que si le haré ilusión? Estoy en un sitio bastante blando, creo que es la cama. Solo veo el techo. Por suerte ha sido poco rato. Y ya vuelvo a estar entre sus manos, entusiasmado, alegre y volviéndome a rozar. Creo que sí me ama. Yo le canto lo que él me pide, pero él a mí también. La guitarra. Siria Bautista Lozano (CFA Ramon Llull- Terrassa)

Cuando ella irrumpió en nuestras vidas

No sé cuándo empezó ese desapego hacia mí, quizás cuando ella entró en su vida y le aparto de mi lado, dejándome abandonada en un rincón de la habitación. Recuerdo aquella vez que nos conocimos. Cómo sus ojos se clavaron en mi y sus dedos en mi cuerpo. Cada tarde, antes de que cayera el sol, me cogía con delicadeza y hacía emanar de mis entrañas, las mejores de las melodías. Con las canciones que juntos componíamos, creábamos una atmósfera alrededor nuestro, que hacía danzar y cantar muchas veces, a gente que venia a visitarnos. Poco a poco, nuestros encuentros se volvieron más esporádicos. Al principio, lo achaqué al estrés que llevaba el pobre debido a la época de exámenes que estaba teniendo que soportar. Más tarde, con el verano recién estrenado, decidió irse con un grupo de amigos de vacaciones hasta septiembre, y aun sin saber muy bien por qué, conmigo no contó. Pero, al acabar el verano, y regresar a su rutina diaria (incluyéndome de nuevo a mí en ella) empezó a traer a su habitación a alguien nuevo para los dos, o al menos para mí. Físicamente era bastante parecida a mí, aunque más esbelta, con más trastes y sus

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cuerdas estaban mucho menos separadas que las mías. Definitivamente sus sonidos eran más variados, y eso daba mucho juego a mí, hasta ahora, estimada pareja. Y de la noche a la mañana, dejé de ser su inseparable de cada tarde. Condenándome a ver como ella ocupaba mi lugar, mientras yo me convertía en parte de la decoración de esa habitación. Solo me queda resignarme y recordar los bonitos momentos vividos junto a él, pensando y deseando, que algún día volverán.

Jessica Rodríguez Canal (CFA Dolors Paul -Cunit)

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Fantasías Reflejo en la sombra ¿Qué harías si de repente te despiertas y ves que otro ha usurpado tu identidad, vive en tu casa, va a tu colegio e incluso besa a tu novia? Axel era un chico de 16 años el cual destacaba entre el resto, gracias a su físico; alto de complexión fuerte, cabello oscuro, ojos azules y con don para los deportes. Era un chico de familia bien, al que nunca le faltó de nada, pero como Dios da pan a quien no tiene dientes, Axel no lo sabía apreciar. Se creía que él estaba por encima de todos los demás, de sus amigos, de su familia… era un ser arrogante y desagradecido. Su comportamiento y forma de actuar con los demás, le había costado más de una discusión con sus padres y su novia, era todo un reto que Axel viese que esa soberbia que le caracterizaba le estaba causando un daño del que en el futuro vería sus consecuencias. Fue en una de estas últimas discusiones, cuando Axel, enfadado y dejando a todos por terminada la discusión dijo: “¡Yo soy así, y a quien no le guste que espere sentado o se olvide de mí!”. La mañana siguiente a la discusión, Axel se levantó, encontró extraño que nadie le hubiese despertado con lo tarde que era, y más teniendo clase. Se apresuró para poder llegar a la segunda clase, pero para su sorpresa, tampoco llegaría a tiempo, su moto no estaba. Enfadado y pensando que sus padres le querían dar una lección, se dirigió hasta el Instituto. Una vez allí, a lo lejos vio a su novia charlando con un muchacho al que su parecido no le era del todo desconocido, sus actitudes cariñosas le dejaron con la mosca detrás de la oreja, pero entró en cólera, cuando estos se despidieron con un acalorado beso. Perplejo ante la situación, reaccionó cuando los muchachos ya se habían ido. Desubicado y dolido, regresó para casa. No entendía como su novia le había podido engañar, ¿a él? Una vez en casa, las cosas no fueron a mejor. Llegó siendo la hora de comer. Sé dirigió a la cocina dispuesto a pedir explicaciones a sus padres, cuando de repente vio que en su silla estaba sentado de espaldas el mismo chico que un rato antes estaba besando a su novia. Como si de un demonio poseído se tratara,

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empezó a gritar y a pedirle explicaciones, pero se quedó atónito cuando puso cara a ese chico, era él. Sin capacidad de balbucear una palabra, en su mente cobró sentido su última frase: “¡Yo soy así, y a quien no le guste que espere sentado o se olvide de mí!” ¿Era eso lo que había pasado, se habían olvidado de él? ¿Cuánto tiempo tendría que esperar sentado a la sombra de ese chico? José Luis Nicolás Gómez (CFA Ribera d’Ebre)

El dinero no lo es todo Apenas unos días antes, nadie podía prever lo que tan dulce chica tramaba tras su profunda mirada. Se llamaba Alba, físicamente imponente, de piel tostada y luciendo unas exuberantes caderas tras una elegante falda negra que subía desde sus rodillas acompañada con una elegante americana negra. Amante de los animales por vocación y aunque obligada por su adinerada familia, se había convertido en una de las mejores abogadas empresariales de Barcelona. Trabajaba como abogada de la empresa familiar, lo que antaño fue una pequeña empresa de exportación fundada por su viejo padre, hoy en día era una gran multinacional. En pocos días estaba previsto que Alba y Genaro, el presidente ejecutivo de la empresa que había sido formado por su padre, se unieran en matrimonio para formalizar la entrada de Genaro a la familia, algo con lo que Alba no estaba conforme. Aunque aparentemente gozaba de una vida fácil de envidiar, con dinero, reconocida profesionalmente y admirada, en su interior ella sabía que la auténtica felicidad estaba lejos del poder y del dinero, más cerca de la libertad y los instantes de soledad en los que se escapaba a respirar la paz de los bosques de Cerdanyola. La falta de control sobre la dirección que llevaba su vida, incluso en la decisión de su propio compromiso, organizada por su padre, hizo que Alba se diera cuenta de que si quería ser feliz, su única opción era dejarlo todo. Cuando llegó el día de la boda, apenas unas horas antes, Genaro acudió a ver a Alba, conocedor de las dudas que ella tenía sobre la ceremonia. La encontró en su habitación, delante del ventanal que precedía la terraza, soleada y cubierta por una frondosa capa de diferentes plantas, vestida con una camisa larga de color blanco que apenas la cubría y con un sombrero pajizo que amansaba su salvaje melena.

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¿Alba?,¿Que haces así todavía? Ya tendrías que estar lista para la ceremonia- dijo Genaro. Alba simplemente se volteó, miró a Genaro y sin una sola palabra, se lo dijo todo. -No lo hagas, Alba- dijo Genaro con miedo. -No te quiero, Genaro, y tu lo sabes, no quiero esta vida, no quiero esta empresareplicó Alba. A lo que Genaro contestó: - Alba, sabes que si no nos casamos lo pierdo todo. Entonces ella simplemente se levantó, y muy calmadamente salió de la habitación para comenzar su nuevo camino. Genaro, ya sin palabras ante el conocimiento de que sus planes se desmoronaban simplemente pudo decir -Dios da pan a quien no tiene dientesLidia López Clmaestra (Barcelona: Laura Garcia)

Ave fénix Leire es una chica de unos 26 años de mediana estatura, muy delgada, el cabello castaño claro, largo y alborotado, los ojos del color de la Coca-Cola, la piel muy blanca en ocasiones con ojeras y muy poca cosa, o eso creía ella. De carácter bastante seria, tímida y con apariencia enfadada, con muchas cosas que hacer y sin tiempo para nada. Vivía con su pareja y sus tres perros en un pequeño barrio llamado barraquetas, siempre había vivido allí desde que era pequeña y siempre había sentido como si no perteneciera a ese lugar, bueno ni a ese ni a ninguno, se sentía una extraña. Sus días eran grises no encontraba motivos suficientes por los que seguir adelante, su trabajo de cajera tampoco le motivaba, realmente no entendía que hacía aquí, en este mundo no encontraba nada que realmente le hiciera feliz, bueno si una cosa pasear por el campo con sus peros, para ella eso era el mejor momento del día, estar en el campo tranquila sin barullo de gente solo el sonido del viento y de los pagaros cantando. A pesar de que trabajaba de cajera no le gustaba la gente ni relacionares con ella y aún menos tenerles que sonreír y ser agradable, cada día le costaba más ir a trabajar y cada noche llegaba más y más enfadada lo cual hacía que lo pagaba con su pareja. Adrián (que es la pareja de Leire) llegó a un punto en que no soportaba más el mar humor de su esposa, así que decidió proponerle que dejara de trabajar durante un tiempo, y así fue, al día siguiente Leire dejó el trabajo, lo cual no le hizo sentirse mejor.

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Los días siguieron pasando y a Leire no le cambiaba el carácter seguía igual de enfadada y ya ni pasear por el campo le calmaba, todo le molestaba y todo lo que hacia su pareja estaba mal echo. Adrián no podía más con aquella situación, otra discusión por cualquier tontería le hizo ver que Leire era lo que más quería en el mundo, pero no podía permitir que le siguiera destruyendo, así que decidió poner las cartas sobre la mesa y le dijo a Leire, con un nudo en la garganta: - ¡Dios da pan a quien no tiene dientes! Hago todo lo que puedo para que tú estés en casa sin tener que trabajar no te falta de nada ¿qué más puedo hacer? Leire no sabía que hacer no podía seguir enfadada, ya no solo porque dañaba a los demás sino a si misma. Muchas veces su hermano, que era el único pariente que le quedaba, le había comentado que meditara, que la meditación daba muchos beneficios tanto físicos como mentales. Pero a Leire nunca le acabó de llamar la atención hasta que un día lo probó. La verdad es que al principio una parte de ella le decía que estaba perdiendo el tiempo que no valía para nada, pero al mismo tiempo se decía: por probar no pierdo nada a peor no puede ir. Puesto que parecía que al meditar no estaba tan enfadada decidió adentrarse más en ese mundo, de esa forma poco a poco fue dándose cuenta que todo lo que veía reflejado en los demás que tanto le molestaba realmente estaba dentro de ella, era el monstruo de su interior quien le hacía ver el mundo de esa forma tan gris. Poco a poco Leire fue venciendo a ese monstruo de su interior y como un ave fénix renació de sus cenizas con más fuerza que nunca, según pasaban los días Leire siga meditando cada día más y cuanto más meditaba menos sentía que no encajaba, estaba volviendo a sonreír.

Esther Mendoza Pareja (CFA Anoia)

Por una buena causa Martín era un chico valenciano de constitución delgada y algo desgarbado cuando caminaba. Ya que en el instituto, sus compañeros de clase, de los únicos temas que hablaban eran de chicas, fútbol y de dónde se iba a celebrar el próximo botellón (cosa que, a Martín, le interesaba lo más mínimo) los chicos le hacían el vacío. Vacío que él llenaba yendo a la biblioteca a estudiar y leer todo lo que caía en sus manos. En casa la situación no era muy distinta. Su padre se pasaba todo el día fuera. Bien en el trabajo o en el bar. Su madre, esclava de su marido machista y mi hermano. Un niñato de dieciocho años, que desde que dejó el instituto, no hacia otra cosa que jugar a los videojuegos y pedir pasta para gastársela los fines de semana de fiesta. Con tal

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panorama a su alrededor, Martín,lo único que ansiaba era hincar codos y empezar a trabajar en cuanto pudiera, para largarse de allí. Acabada la selectividad, y viendo que en su hogar las cosas no mejoraban, se buscó un trabajo de tardes en una cafetería, donde pagaban una miseria, pero, ya se sabe que a buen hambre no hay pan duro, y pudo alquilarse un estudio. Seguía hablándose con su madre de vez en cuando, y Martin le rogaba que se fuera a vivir con él. Cosa que ella rechazaba por pena a dejar solo a su padre y hermano. La relación se volvió cada vez más esporádica, hasta que llegó a ser inexistente por parte de ella. Pasó el tiempo y Martin se sacó la carrera de derecho. Trabajó como becario en un bufete de renombre y, rápidamente, consiguió subir puestos y tener una buena cartera de clientes... Aunque lo suyo era vocacional. Por eso donde de verdad disfrutaba, era en el turno de oficio de su ciudad, ayudando a quienes menos recursos tenían y más necesitaban de su labor. Un día le tocó un caso de violencia de género, y, al ver el nombre de a quien tenía que defender, casi le da algo. Era su madre. Hacía años que ella le apartó de su vida, pero él era un profesional y no iba a desentenderse. No podía. El juicio era rápido, así que solo pudo hablar con ella por teléfono. Curiosamente, ella nunca reconoció a Martin por su voz. Al parecer, las cosas en casa se tornaron muy violentas y su padre pasó de la violencia verbal a la física. El día del juicio, Martin llegó vestido con una gabardina negra y un sombrero de oscuro. Al acercarse a su madre, levantó la mirada y le dijo:"Mamá, no temas más, juntos saldremos de esta". Su madre quedó estupefacta al descubrir quién era su letrado. Y, con lágrimas en los ojos, pero más fuerte que nunca, entraron a la sala de juicio, y allí, empezó el principio del fin de una pesadilla que había durado demasiado tiempo...

Jessica Rodríguez Canal (CFA Dolors Paul - Cunit)

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La caja de Pandora

En mi caja guardo amor

En mi caja guardo amor, de ese puro y verdadero, yo lo guardo sin temor ante todo el mundo entero.

En escritura creativa, he aprendido tantas cosas que me han hecho sentir viva y he sentido mariposas.

He aprendido a leer poemas, a escribirlos y a entenderlos, ahora son mis amigas quienes los leen en mis cuadernos.

Gracias a esta asignatura he aprendido muchas cosas, ahora soy más madura, tengo más ideas y estrofas. Espero que os guste y perdonéis mi poca idea sobre poesía.

Cristina Cortés Fernández (CFA Edelia Hernández)

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Rosa viejo

Mis cajas son de color rosa viejo con unos toscos dibujos hechos hace muchos años, como un par de siglos. Gracias al gran universo son dos cajas preciosas que me llegaron a través de mis dos familias, paterna y materna que sin saberlo tenían la misma caja. Las guardo celosamente, a veces tengo ganas de compartir su contenido pero me da miedo que este se evapore y quede en el olvido. Las tengo guardadas en un mueble de mi habitación y antes de dormir las agarro

fuerte

y

me

empapo

de

su

energía

Hace más de ochenta años se vivía en una sociedad machista, en una época difícil después de la guerra, con pobreza y hambre. En esa época vivían mis abuelas, dos mujeres para nada dóciles ni sumisas; dos mujeres que supieron trabajar y que al lado (nunca debajo) de sus maridos dieron la cara y la salud para sacar a sus hijos adelante, así tuvieran que limpiar escaleras de rodillas o trabajar duramente en comercios con un sueldo ínfimo porque eran mujeres. Estas Señoras me dieron sendas cajitas una de ellas con un medallón que perteneció a mi bisabuela, la otra con el primer texto que escribió a los 60 años porque fue analfabeta hasta esa edad. Estos objetos me trasmiten fuerza, seguridad, potencia, empoderamiento y amor. Los domingos miro esos objetos: un papel casi desecho y un medallón de plata vieja y se me caen las lagrimas de orgullo pensando en mis dos Señoras abuelas,

de

mi

boca

solo

sale

una

palabra:

gracias.

Montserrat Estrella Cano (CFA Montblanc)

Mi abuela

Abrí mi ventana y encontré con una gaviota que ojeava el entorno hasta centrarse en mí, y como si me reconociera, abrió sus allas y alzó su vuelo, como en un salto gatuno. En su lugar quedó una caja, una caja rojo apagado con algunas ilustraciones que por el tiempo, parecían poco detalladas, pues la caja estaba vieja, decolorada, sus cantos no coincidían, y una capa de polvo cubría toda su superficie, pero era la caja. Me di cuenta cuanoi vi el cerrojo en forma de aguja plateada. Una forma singular pero muy familiar, que unía mis pensamientos con mi abuela. Mi abuela Margarita solía decir que tenía poderes de bruja, siempre tenía una receta perfecta para casi cualquier tipo de males,

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mis dolores de cabeza desaparecían con infusiones amarillentas, y los dolores musculares de mi hermano hacían otro tanto con su líquido verdoso. Nunca conocí ninguna dolencia que mi abuela supiera tratar, exepto la suya propia, que la acompañó, como la mejor sombra hasta el último día de su vida. Y ahora su caja estaba aquí, y eso quería decir que era mi turno. Cogí la pequeña cajita con cuidado, pues era el mayor tesoro de la historia de la humanidad para mi, y la limpié como mi abuela limpiaba las preciadas hojas de su huerto, con amor y respeto. La escondí para que nadie pudiera verla. No me atreví a abrirla hasta muchos días después, sé que esto no molestaría a mi abuela, sino todo lo contrario, una mujer debía ser cuidadosa con sus propios sentimientos cuando llegara su turno. Jugué un rato con el cerrojo, como cuando la vi por primera vez, hace tantos años. Y la abrí. Ahora es mi caja, la he restaurado yo misma, pues pese a ser desordenada, oscura, terrorífica, y desolada por dentro, quería que tuviera una buena presencia por fuera. Así que las ilustraciones de su madera han vuelto a renacer, con dibujos de mujeres pasándo sus cajas a sus descendientes, haciendolas partícipe de la mayor sabiduría terrenal. Yo no podré pasarla a nadie, mi preciosa y dolorosa cajita y yacerá conmigo hasta el final de los días.

Selene Jiménez Carrillo (CFA Sant Josep)

Esperanza Y entonces en un día normal como otro, él me entregó la esperanza diciéndome: - Toma esta caja, no la pierdas por nada del mundo ya que lo que lleva dentro es todo que muchos buscan y otros que pierden sin darse la molestia de buscarla. Consérvela y cuídala como si la vida se te fuera en ello, ya que lo que lleva te dará luz cuando todo este oscuro, te dará tranquilidad cuando todo este en caos, es lo único que te llevara a hacer cosas que ni creías que podías hacer, te llevará a sitios increíbles, pero sobretodo te dará fuerza y valentía para cuidar a los tuyos. Y entonces me la dejó en las manos, era liviano como el aire y sofocante como un día de verano, era pequeña y tierna como una niña al jugar con sus padres, y sobre todo me transmitía paz en todos los aspectos que yo tenía descubiertos, era

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una caja que al tenerla,no quiera separarme de ella, pero sabia que muchos la codiciaban y me entro en pánico como en una película de miedo. Me puse a investigar sus rasgos y me di cuenta que en la parte inferior de la caja, tení un mensaje grabado que me decía: "Esto no es solo para ti, así que úsala bien." Me quedé confuso, ya que me dijeron que la esconda y ahora me dicen que "no es para mi solo". Tenía muchas preguntas sin respuesta y no sabia como actuar, me quede totalmente en blanco, es como si estuviera flotando en medio del espacio oscuro y desolado. Luego de unos días me quedé sin fuerzas y no sabía qué hacer en la vida que llevaba, entonces me acordé de la caja y fui a buscar. Subí rápido al desván, desordené todo como si una tormenta vino dentro de casa, la encontré y la quise abrir pero, vi otra vez esa inscripción y pensé , sino es solo para mi para quien mas es, pensé, rumié y me cuestioné como media hora mirando solo, al vació y al final llegué a la conclusión de que si la abriera lo sabré. Entonces la abrí, salió una brisa caliente y satisfactoria, la sentí en todo mi cuerpo y cuando se acabó todo ese espectáculo hermoso, se quedó todo como antes, me quedé confuso, será que lo hice mal, será que no era digno, será... ajé y seguí haciendo mi vida rutinaria pero algo cambio en mi, la percepción la forma de ver todo lo que me rodea, no era el mismo y lo mejor de todo es que contagiaba lo que llevaba dentro, entonces ya supe a lo que se refería la inscripción de la caja, mira al cielo y sonreí, no una sonrisa tópica y fría sino una sonrisa como la que da un niño cuando juega, una sonrisa completamente sincera e inocente. Moisés Arias Mamani (CFA La Llagosta)

La transformación

Yo era pequeña y mi "protector" me entregó esta caja. Ya que esta caja debía aceptarla aunque no me gustara la tomé en mis brazos, la presioné junto a mi pecho, observando su efecto en mi, era ligera sin olor y opaca, en cambio me di cuenta de que si la llevaba conmigo todo el día acuestas

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se volvía muy pesada y me dejaban las manos heladas, contrariamente no entendía como mi padre me regaló esta caja tan gris y oscura pero yo la acepté pensando que era por algo y no todas las cajas podían estar llenas de cosas bonitas también estaban las vacías y feas. De modo que la caja fue mi fiel compañera durante toda mi infancia, adolescencia y también ahora aún la cojo de vez en cuando la observo y se que su contenido es infinito aunque invisible, os preguntareis lo que hay en esta caja, pues habita el miedo, pero ese miedo era el regalo de mi padre y aunque en un principio lo acepte, aprendí a saber que ese sentimiento me lastimo todos los días que yo llevaba esa caja conmigo. Por eso aprendí a desprenderme de ella y no tocarla, hacer como si no estuviera la escondí en el sitio mas remoto de mi hogar para así ni siquiera no acordarme de donde estaba. Pero siempre topaba con ella... A fin de apagar mi dolor cogí la caja la pinté de mi color preferido ,le dibujé una flor hermosa y la puse en el comedor , dentro le puse aceptación , paz y mucho amor, ese amor que necesita un sentimiento tan repugnante y así poder transformarlo en aprendizaje. Para que ese miedo pudiera tener otro sentimiento en mi todos los domingos cuando oscurece miro esa caja con el bello erizado al contemplar todo lo que he logrado y superado dejando fluir ese sentimiento por toda mi alma. A día de hoy en esta caja hay mas fuerza que su progenitor, el miedo...

Sandra Díaz Torres (CFA Anoia)

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Compartir la escritura es compartir la música de los días

Profesora del Módulo: Isabel Verdú Arnal Institut Obert de Catalunya

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