Ficciones 24

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Los autores de esta revista son alumnos del módulo C5 Taller de escritura creativa (Otoño 2018) del Graduado en Educación Secundaria del Institut Obert de Catalunya Aquí detallamos los alumnos seleccionados y sus centros tutores. ¡Felicidades a todos por vuestro trabajo!

Sara Alcaraz Ramada (CFA Alta Ribagorça) Clara Blanc Canudas (CFA Castelldefels) Rocío Capel López (CFA La Seu d'Urgell) Sheila Castiñeira (CFA Sitges) Cristina Cerezal Zamora (CFA Maria Verdaguer_Figueres) Ian Coll Rafel (IOC Barcelona_Olga Torija) Laila El Allali El Moukadem (CFA Ramon Llull_Terrassa) Daniel García Ortiz (CFA Freire, Barcelona) José Luis Gómez Camacho (CFA Edelia Hernández_Viladecans) Javier Hernández Virgili (CFA Freire_Barcelona) Joan Pagès Martínez (IOC Barcelona_Daniel Cendra) Isaac Queija Danta (CFA La Creu de Barberà_Sabadell) Antonio Reloba Rodríguez (CFA Edelia Hernández - Viladecans) Sandra Rodríguez Justo (CFA Montseny_Vic) Júlia Valiño Sánchez (CFA Maria Verdaguer_Figueres) Josep Viñals Chércoles (IOC Barcelona_Daniel Cendra) Jennifer Lafuente Vaca (CFA Bellavista_Les Franqueses del Vallès)

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¿Qué refleja el espejo?

Autorretrato Soy Rocío, una chica andaluza que nació en Almería, pero que con pocos meses vino a vivir Andorra. Tengo 28 años de edad, pero si tuviera que poner una fecha yo diría que estoy en la mejor etapa de mi vida. Me considero una chica bastante normal, ya que mis medidas están en la media. Mi altura no sobre pasa el 1.63 m y soy delgada.. ¡pero no extremadamente! Mi piel es blanca y por muy profundos que sean los rayos de sol a duras penas consigo broncear mi tono. El color de mis ojos es profundo como el mar del océano y en días lluviosos son tristes y grises como el tiempo. Tengo una larga melena color avellana, que no es natural pero se adapta tanto a mi que es difícil ponerlo en duda. Tengo un carácter que me hace destacar por mi enorme y brillante sonrisa, ya que es fácil transmitir buenas sensaciones a mi alrededor. Ahora es fácil ser pizpireta, siempre intento hacer un gran día. También tengo días tormentosos en los que me siento débil y poca cosa, son escasos pero necesarios para poder ser fuerte y evolucionar personalmente. El tiempo me ha ido enseñando a que no vale la pena discutir, así que intento no perder el tiempo de esa manera. Me encanta la gente expresiva y que lo da todo o no da nada, porque la vida no hay que vivirla a medias. Esta soy yo, por lo menos así me siento. Rocío Capel López (CFA La Seu d'Urgell)

Soy atrevido Mi nombre es Ian Coll Rafel. Con nombre inglés pero de padres catalanes, me he criado en el Pirineo, eso probablemente defina mi carácter, algo "asalvajado" y amante de la naturaleza. Limpio como el agua de manantial, pues ni fumo ni bebo alcohol ni tomo drogas. Frío y calculador como el crudo invierno. Apasionado como un día radiante de primavera en el cual la vida vuelve a brotar. Esa pasión y amor por la naturaleza me ha llevado a recorrer el mundo para intentar

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protegerlo, desde hace años estoy voluntariando en diferentes ONGs, he estado en la Antártida protegiendo ballenas, en México retirando redes de Pesca ilegal, en Canadá protegiendo osos y lobos de la caza furtiva durante meses, en el mediterráneo con ONGs de salvamento marítimo... De estatura baja dedico tiempo al deporte, me gusta el alpinismo en todas sus facetas. Entiendo que es el entrenamiento para este deporte que ha hecho de mí un ser atlético, ni muy fuerte ni muy fibrado, sencillamente ágil. Mi pelo es oscuro como la madera de roble y mis ojos cambian algo sus tonalidades, dependiendo de la luz y el entorno van de un verde acastañado a un gris azulado. El color de mi piel es moreno tostado al sol, las partes que no cubren tatuajes que se encargan de relatar los hechos más significativos de mi vida. Mis manos de trabajador son pequeñas, alguna vez han sido comparadas con las de un "hobit". Si me ves por la calle espero que no me reconozcas ya que me gusta pasar desapercibido, soy muy reservado y prefiero estar callado disfrutando del silencio de la naturaleza. Cuando la naturaleza me llama, aunque eso conlleve exponerme a algún riesgo, me lanzo de cabeza. Eso me ha llevado a vivir mi vida. Ser atrevido. Atrevido pero cauto y calculador. Ian Coll Rafel (IOC Barcelona_Olga Torija)

Así soy yo Hola a todos. Me llamo Joan, tengo 17 años y actualmente vivo en Canet de Mar. Aunque seguramente vuelva a Masnou en poco tiempo. Mi relación con la escritura es mínima. Generalmente solo escribo por los trabajos que me mandan por aquí, cuando hablo por Whatsapp. Soy un chico normal de estatura. Tengo los ojos algo achinados. Mis ojos son de un color marrón muy oscuro, si no te fijas, parece que tenga del mismo color la pupila y el iris. Tengo muchos remolinos en el pelo, aunque normalmente me rapo los lados al 1 o 2 y me corto la parte de arriba muy corta, me gusta y así no tengo que preocuparme. Soy el típico chico delgado, no puedo engordar comiendo mucho sin más; Tengo que seguir una buena dieta y ser constante con el deporte. Me puedo definir rápido y gano volumen relativamente rápido, pero me "deshincho" igual de rápido que me "hincho". Soy tranquilo, me cuesta activarme, pero cuando me activo no

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paro. Es como si tuviese un botón de on y off. Me parece que mi personalidad, cuadra con mi imagen. Soy introvertido, no me gusta especialmente relacionarme, ni lo necesito. Solo me muestro si hay conexión, antes necesito coger confianza, si no me siento bien me vuelvo hermético. Cuando eso pasa, me muestro real y natural. Soy risueño, bromista, de confianza, empático y no me gusta juzgar. Igual que una caja fuerte, antes tengo que abrirme para mostrarme. Tengo paciencia con la gente pero también tengo un gran sentido del respeto, si yo me siento molesto o que me han faltado al respeto, exploto. De mí me sorprende como puedo pasar de ser tímido a muy abierto. Me apasiona el deporte, la competición. También me entretiene seguirlo por la tele: Fútbol, NBA, MMA, boxeo. Me divierten cosas muy sencillas, pasear al perro por la playa, deporte, practicar algo de boxeo en casa, reuniones familiares... Desde fuera, tanto como persona como "posible escritor", soy una persona complicada y sorprendente. Puedes verme como una persona tímida y seria, y el de al lado puede pensar lo contrario, me muestro solo con quien me sale natural. No me entiende o me tolera mucha gente. A veces no me entiendo ni siquiera yo mismo, me contradigo a veces. Diría que voy de menos a más, como en este texto, he empezado sin ideas y aburrido en el primer párrafo, y finalmente, en el segundo me he soltado.

Joan Pagès Martínez (IOC Barcelona_Daniel Cendra)

Mi propio selfie

En mi documentación pone que soy Clara, aunque pocos son los que me llaman así, suelen llamarme Clari, con excepción de mi madre que acostumbra a llamarme Peta (de pequeñita , pues soy la menor, tengo un hermano de 22) yo tengo 20 años; y ahora mismo estoy en mi habitación, que es mi refugio. Vivo en Gavà Mar y me encantan las vistas desde mi dormitorio. Soy bajita, tengo el pelo largo con mechas rubias, mis labios no son demasiado carnosos, mis cejas bien dibujadas , mi nariz es un garbanzo y mis ojos son dos botones marrones muy brillantes.

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Suelo ser reservada, aunque todo el mundo dice que soy muy divertida, sin embargo he pasado una época muy dura y la tristeza se apoderó de mí como un fantasma de una casa encantada. Ahora me siento un poco mejor, y espero mantenerme así. Mi mayor afición es rapear, porque combina la música con otra de mis aficiones que es escribir, y lo cierto es que si escribo me siento menos sola y me sano, me imagino las hojas de mi cuaderno volando rellena de palabras que expresan mis sentimientos y me ayudan a recuperar mi vida, a palpitar con más ímpetu, y me permite analizarme, desprenderme de cosas que pasan por mi cerebro, para mí es una filosofía de vida. Suelo escribir en momentos de soledad, y da igual si estoy triste, feliz, enamorada o con mucha ira...es mi momento mágico.

Clara Blanc Canudas (CFA Castelldefels)

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Un momento de observación Vecinos Ayer cuando me disponía a salir de casa escuché un gran alboroto, era mis vecinos que discutían sobre la propiedad de una escalera, uno de ellos estaba muy alterado con los ojos ensangrentados y agitaba los brazos a la vez que gritaba, el otro sin embargo estaba sereno y le hablaba pausadamente. Comentaba el que tenía una expresión más agresiva que su vecino había allanado su propiedad e invadido su privacidad, que había llamado a la policía y sin embargo el otro se mantenía tranquilo y le decía que estaba de acuerdo, el otro estaba cada vez más enojado ya que esos comentarios todavía les molestaban más. Al llegar la policía resulta que el vecino que estaba más sereno parece ser que había hecho unas obras y eran totalmente legales, lo curioso es que el vecino que protestaba sabía que era legal pero no quería que las hiciera porque toda la vida había utilizado las escaleras su familia y ahora tendría que compartirlas con su verdadero dueño. Yo estaba asombrado de la cara dura de aquel vecino, me provocaba vergüenza solo escuchar las sandeces que decía y por supuesto la policía se fue tal y como vino sin decirle nada al legítimo dueño. José Luis Gómez Camacho (CFA Edelia Hernández_Viladecans)

La intolerancia

Es curioso cómo somos, cada mañana cojo el metro a la misma hora, casi siempre va lleno.Todos los pasajeros se refugian en sus dispositivos de última generación, móvil, tablet, como si la vida le fuese en ello. Yo, circustancialmente estoy utilizando muletas pues tuve una caída jugando a fútbol y me hice un esguince, a consecuencia de este incidente debo llevar muletas durante un determinado tiempo, pues bien lo que es realmente sorprendente es que nadie te mire a la cara para cederte el asiento, dando la impresión de que están

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abducidos por sus teléfonos inteligente de ultima generación. Esto me hace pensar en la poca solidaridad que existe entre los seres humanos y que cada vez nos encaminamos más a un mundo impermeable de sentimientos y sensaciones que nos alejan de unos y otros convertiéndonos en seres solitarios y egoístas. Javier Hernández Virgili (CFA Freire_Barcelona)

Un día me desperté temprano. Eran las 7:30 de la mañana, y en mi casa nadie estaba despierto y decidí salir a la calle. En esa hora había poco ambiente, parecía una ciudad fantasma. A partir de las 8:00, la cosa se fue animando, en las calles había gente que ya iba a trabajar, coches por la calle y algunos negocios y tiendas ya abrían las puertas. También el día era claro y sereno sin ninguna nube, entonces me fui al puerto, donde vi los pescadores preparándose para salir a pescar. También recordé al oler el olor del mar, las historias que a veces me contaba mi abuelo cuando era pequeño. Para mí ese día fue mágico. Josep Viñals Chércoles (IOC Barcelona_Daniel Cendra)

Conexión con el bosque

Después de una semana ajetreada de trabajo y estrés, amanecí esta mañana con ganas de desconectar de todo lo exterior y recargarme de energía. Salí a caminar por el bosque, hasta que pude observar próxima a mí una roca enorme, en la cual decidí tumbarme. Era un día soleado, cerré los ojos y pude notar como mi cuerpo cogía temperatura, a pesar de la suave brisa del aire que rozaba la piel de mi cara. Por un momento abrí los ojos y pude observar como dos mariposas blancas volaban haciendo círculos sobre el arbusto que había al lado de la roca. La imagen de aquellas mariposas me transmitieron muy buena energía. Tras estar media horita tumbada en aquella roca, obtuve reflexiones productivas para poder mejorar mi día a día. Sandra Rodríguez Justo (CFA Montseny_Vic)

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Historias de vida

El Miedo te hace más fuerte Era una noche cerrada. De esas noches que solamente el miedo y el silencio iluminaban las calles del barrio. Las luces más cercanas eran las de un pequeño y viejo bar, y no muy adecuado por el tipo de personas que suelen frecuentarlo. Todo dependería de que el faro volviese a girar y reflejase un poco de luz para avanzar. Esa noche, todo lo que ocurría eran avisos para no salir por la calle. Pero él tenía la necesidad de pasar por ahí. Toni era un chico alto y fuerte, pero muy tímido, siempre intentaba pasar desapercibido. Todo se convirtió con el paso del tiempo en algo habitual, incluso se daba por hecho que en esa zona solo se podía entrar si eras lo suficientemente fuerte, el derecho de andar por allí estaba destinado solo para los valientes. Eran muy frecuentes los robos, también que hubiera personas bebiendo o consumiendo cualquier sustancia por las esquinas. Toni, siempre intentaba que la vuelta hacia su casa fuese lo más natural y tranquila posible, evitando cualquier posible conflicto que pudiera involucrarle y salir perjudicado. Pero no siempre las historias tienen un desenlace deseado, tarde o temprano se tendría que enfrentar con la realidad, de una manera u otra debería de afrontar lo que durante tanto tiempo estuvo evitando. Toni chocó de frente con los problemas del barrio; en su camino se encontró con un grupo que parecía que eran los dueños y señores de cada rincón de las calles oscuras por las que él tenía que pasar cada noche. Sin dar ninguna explicación, tres chicos se tiraron hacia él, intentando robarle todo lo que tenía, pero lo que ellos no sabían es que ese chico llevaba toda su infancia preparándose para ese momento, sabiendo cómo debía de actuar, y así fue, se defendió de tal manera y con tanta agresividad, que dejó al grupo en el suelo y muy castigado por los golpes que empleó para defenderse. Cuando Toni se dio la vuelta para irse del lugar, noto un escalofrió por un costado de su cuerpo que lo dejó paralizado: uno de ellos le clavó una navaja cuando se disponía a irse para su casa. Desde ese día, Toni cambió su forma de ver la vida. Antonio Reloba Rodríguez (CFA Edelia Hernández - Viladecans)

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Antártida En el verano austral de 2013 Ian Coll, un chico criado en el Pirineo catalán que apenas había pisado la costa a sus 28 años, se decidía, movido por su espíritu ecologista y anticapitalista, a emprender un viaje que cambiaría su vida. Se enrolaría en un barco de una ONG conservacionista con la misión de proteger las ballenas de los mares del sur de la matanza por parte del gobierno japonés. Ian partió de Melbourne, Australia, el 17 de diciembre hacia un terreno desconocido para él y por un período incierto. Pues le dijeron qué día saldrían pero no el que volverían. El capitán, dirigiéndose a toda la tripulación dijo: “Hoy salimos a defender uno de los últimos reductos de naturaleza salvaje en este mundo, puede ser que en un mes y medio estemos de vuelta, pero seguramente no volveréis a pisar tierra firme hasta dentro de cien días.” Dos semanas después Ian y sus compañeros se encontraban en los Mares del Sur, rodeados de icebergs a temperaturas bajo cero enfrentándose a una flota mayor en número y en recursos a ellos. Varias semanas transcurrieron en las que tuvieron que aguantar tormentas, nevadas, ataques... Hasta que ese 23 de febrero la vida de Ian cambiaría para siempre. Después de unas intensas 16 horas de acción terminaron a escasa media milla náutica de el cabo Adare y el capitán les dio permiso a él y sus compañeros de cubierta para poner las lanchas en el agua e ir a la costa pisar tierra firme Antártida. Rodeado de pingüinos y focas, ensimismado por lo crudo de esa naturaleza, su vida no volvería a ser lo mismo. Dos semanas después la campaña llegaba a su fin siendo un éxito al no haber dado respiro alguno a la flota ballenera. 94 días después de haber salido Melbourne amarraban en Hobart, Tasmania, para dar fin a aquella “aventura” que sería el comienzo de una larga trayectoria como activista de los mares Ian Coll Rafel (IOC Barcelona_Olga Torija)

Aquellos días que lo cambiaron todo Él se llama Joan, era un chico de 12 años, delgado y tímido de primeras pero abierto en confianza. Tiene y tenía una estatura normal, los ojos algo achinados y marrones casi negros, con remolinos en el pelo pero iba con el pelo muy corto. Estaba acabando la primaria. Después de superar muchas cosas, por fin se sentía él mismo y estaba feliz con su gente, sin problemas rodeándolo todo el día. Pero eso iba a

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cambiar en muy poco tiempo. Cuando todo iba bien, llegó el cambio de primaria a la ESO. No parecía que iba a ser difícil, Joan tenia su grupo de amigos, amigas y solo tenia que seguir adelante, como siempre. Sin embargo, desde que pisó el nuevo instituto ya se sintió incomodo, ahora que estaba adaptado y feliz en primaria tras mucho esfuerzo y superación de muchas cosas, Joan debía volver a empezar, no desde 0, pero casi. Joan pensó que solo era una mala sensación temporal y una pequeña piedra más, y así era. Pero se empezó a juntar todo, sus padres se divorciaron de una forma desagradable, a él le afectó pero no era su guerra. Se dio cuenta de que sus amigos no eran iguales en el instituto y ya no se sentía bien ni con su gran apoyo, no eran reales, ya no era lo mismo. Además a Joan no le caían bien ni conseguía llevarse bien con los nuevos compañeros y el grupo con el que se estaban juntando sus amigos, así que ya no le apetecía estar con ellos y poco a poco se iban distanciando. Pero bueno, seguía pensando que eso no era para tanto, y que saldría adelante sin mucho problema. Pero entonces el novio de su madre fue a vivir a su casa. Su relación con ese hombre seria muy mala, era un hombre complicado, tóxico, peleaba mucho con su madre y tenía muchos conflictos. Aunque ninguno de los problemas era personalmente muy grave, todo se iba juntando y todo se desmoronaba poco a poco, y en el peor momento. Además, Joan estaba muy unido a su hermano y le daba mucha importancia a esa relación, y de repente, su hermano empezó a distanciarse y a meterse en conflictos, era otro pilar que se venía abajo. Joan ya estaba muy saturado, y eso aún no era todo. Ya sin amigos reales y estando frustrado, se empezó a meter en peleas y discusiones, se metió en todo estando solo, tanto en el ámbito social, como familiar y profesional. Las discusiones no fueron solo con compañeros, también hubo una gran discusión con el tutor que iba a complicarle más la vida en ese instituto. La mala relación con el tutor era lo menos importante, pero fue la gota que colmó el vaso. A partir de eso dejó el instituto, hizo campana, le obligaron a ir a un psicólogo que hizo un tratamiento que empeoró las cosas y al final tuvo que vérselas con servicios sociales y centros de chicos/as con problemas de conducta o salud mental, el estado decidió meterlo en un centro de día mientras no iba al instituto. Joan no estaba tan mal por los problemas particularmente, sino porque (como he dicho antes) en conjunto todo su mundo se vino abajo, y además, no había forma de construir uno nuevo, solo estaba en problemas cada vez mas grave, sin apoyo, sin absolutamente nada positivo y con mucha historia ya a sus espaldas.

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Finalmente a Joan, para su sorpresa, le fue muy bien en ese centro. Se llevó bien con los compañeros, se integró y hasta estuvo con una chica de ahí que le ayudó mucho, se llevó bien con los tutores, la psicóloga y su familia superó sus problemas y llegó a tiempo para apoyarlo. Joan empezó de nuevo, fue solucionando lo que pudo, sin rendirse y empezó a construir un nuevo mundo. Joan Pagès Martínez (IOC Barcelona_Daniel Cendra))

Una noche de leyenda Era noche cerrada, la oscuridad lo cubría todo, la luna estaba oculta tras unas negros nubarrones, a lo lejos unos relámpagos anunciaban la proximidad de la tormenta, Aun así Javier debía realizar las rondas habituales que su trabajo le exigía. Se colocó su ropa de abrigo y salio a vigilar aquellas casa, casas que nada tenían que ve con las que había en su barrio, casas lujosas para gente lujosa, para gente que no carecían de nada que eran privilegiados. Con el frío calándole los huesos se dirigió hacia el coche que le iba a trasladar por aquellos parajes un tanto inhóspitos, pues aquel lugar estaba bastante alejado del centro de la ciudad .Cual fue su sorpresa al oír en medio del silencio, el tañido de unas campanas que repicaban con un sonido lúgubre y triste ¿quién podía hacerlas sonar a esas horas tan intempestivas de la madrugada? Que él recordase no había ninguna iglesia cerca de allí, a pesar de todo y de la lógica razón de su pensamiento, sintió un ligero escalofrió recorrerle todo el cuerpo, sin embargo se dispuso a introducir la llave en la cerradura del coche, al levantar la mirada quedó petrificado. Ante sus ojos vio pasar la procesión de cuatro hombres, vestidos a la usanza del siglo XII, parecían realmente monjes de un monasterio medieval, llevaban unos candelabros alumbrando el camino, no se les veía el rostro caminaban como deslizándose por el suelo a penas se les veían los pies. En un abrir y cerrar de ojos aquella visión se esfumó, de repente se encontró solo en la noche cerrada. ¿Qué había pasado?. Entonces recordó las leyendas contadas por los viejos del lugar, aquellos viejos que hablaban de la santa compaña , aquellos que decían , si se veía pasar una procesión por la noche eran difuntos que anunciaban una próxima muerta y venían a buscar el alma del que iba a morir, se sobrepuso como pudo, y logro acabar su trabajo aquella noche. Al día siguiente cuando volvió se jefe le comunicó que había

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habido una muerte en la urbanización. Finado, que era el presidente de la comunidad, había muerto de forma inesperada a las tres de la madrugada mientras dormía. Entonces pensó en lo que había visto, y este hecho le hizo cambiar su forma de ver la vida, desde entonces creyó que las leyendas pueden ser muy reales Javier Hernández Virgili (CFA Freire_Barcelona)

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Transformaciones ¡Buenos y fantásticos días! Los primeros rayos de luz del sol entraban a través de la ventana, haciendo de la habitación donde me encontraba un entorno más cálido y acogedor. No veía el momento de desprenderme de mi suave y calentita cama. De golpe la puerta que tenia a mi izquierda se abrió de par en par dejando ver el rostro de la persona que más quería en el mundo, mi mamá. Sostenía entre las manos el desayuno que con tantas ansias esperaba, y se dibujaba en sus labios una preciosa y reconfortante sonrisa, a la vez que caminaba hacia mi cuna. Y es que no podía empezar de mejor forma el día. Me destapé y me puse de pie con las manos abiertas esperando que ella me acogiera entre sus brazos.Una vez terminado el desayuno, me tumbó en una mesa que se encontraba situada justamente al lado opuesto de mi cuna, ella se reclinó y me dejó caer lentamente encima. Seguidamente se dirigió hacia el armario color blanco crema a conjunto con el color de la habitación. Introdujo la mano dentro y sacó una percha de la cual colgaba mi conjunto preferido de ropa. Se giró y se acercó hacia donde me encontraba aún tumbado esperando a que me desvistiera, para poder ponerme a realizar la actividad que más me gusta en el mundo, jugar. Una vez ya listo para jugar, miré a mi madre que como siempre me haría un gesto de aprobación para que pudiera comenzara a disfrutar con mis juguetes. Y en efecto, tal y como esperaba me dijo: “A jugar, cariño”, con ese tono tan cariñoso que tenía ella. Era el principio de un fabuloso día para mí. Daniel García Ortiz (CFA Freire, Barcelona)

¿Quién riza las cuerdas de la guitarra? Llevo unos cuantos días sin tener visita y ya empiezo a entristecerme un poco. Menos mal que detrás de mí, tengo la pared que aunque es fría y dura, tengo la gran suerte que de vez en cuando me explica historias, que suceden en la casa vecina y me hace sonreír. Normalmente mi amo, que se llama Daniel viene a buscarme los martes y los jueves. Pero algo ha tenido que suceder porque es viernes y no lo he visto en toda la semana. Me gustan esos días de la semana porque Daniel me

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prepara y me pone bonita, me lleva de paseo y sobre todo veo a mis amigos de la orquesta. Aunque la verdad es que estoy enamorada del trombón. Sospecho que soy correspondida, porque al llegar siempre lo veo atento para saludarme y sacarme una sonrisa. Siento que las cuerdas se me rizan cuando él empieza a sonar y me mira para dedicarme su cantar. Es una pena que dure tan poco la clase, una hora y media pero a pesar de que termino agotada, no me importaría estar un rato más. Daniel insiste en aprender y durante todo el ensayo acaricia mis cuerdas sin cesar. Volvemos para casa y toca descansar. No pasa nada, ya mismo de nuevo un martes llegará. Laila El Allali El Moukadem (CFA Ramon Llull_Terrassa)

Gato Llevaba días sin verle pasar por casa, no sé ni por qué se ha ido ni nada, pero me ha dejado comida por un tubo y cada cierto tiempo se acerca una chica para ver cómo voy. Hoy he estado durmiendo toda la mañana, pero ya de noche un ruido me ha despertado. No sé si es alguien o cualquier cosa que haya pasado cerca de la ventana, pero necesitaba investigar. Me levanté de la cama y salté hacia la ventana para mirar, al principio no veía nada, pero no fue hasta un rato que vi la figura de un coche acercándose a casa. – Ya está la loca esta viniendo a sobarme. – Pensé. Cuando vi una figura humana salir del coche salté de nuevo a la cama y busqué un buen lugar para ocultarme. Esa chica cada vez que venía intentaba que yo me relacionara con ella, pero no entiende que soy un ser muy independiente. Escondido ya en lo alto de un armario a la espera de que alguien se acercara y aburrido, me lamí la pata derecha y con ello me limpié la oreja porque sentía que alguna telaraña se me había pegado ahí. Estuve un buen rato, pero no escuché a nadie entrar a casa. Hasta que, cuando menos me lo esperaba, escuché una voz llamándome, era él. Con unas maletas y una sonrisa de boca a boca había vuelto a casa, salté del armario al suelo y le maullé con toda la emoción que pude. A veces no lo aguantaba, pero era mi amigo y lo quería. Isaac Queija Danta (CFA La Creu de Barberà_Sabadell)

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Fantasías Su nombre era Alberto. Un hombre vulgar, con una vida vulgar y un trabajo vulgar. De aspecto gris, una de esas personas que pasan desapercibidas, que nadie presta atención. Moreno, corpulento, con una cara llena de marcas debido a una enfermedad que paso de pequeño. Tenía unos ojos tristes y negros como todo su ser. Vivía en una pequeña casa adosada a las afueras de la ciudad, en una de tantas residencias con su mujer, que no lo respetaba, que no lo quería, y sus dos hijos, que se parecían a la madre. No le tenían ningún tipo de respeto y eso era recíproco. En lo mas profundo de su ser sabía que no los quería, ni a ellos ni a su mujer, pero le faltaban agallas para dejarlos. En el trabajo las cosas no mejoraban, un oficinista aburrido y sin aspiraciones de ascender ni mejorar. Lo único que le alegraba los días era esperar al domingo, su día. Donde se alejaba de todo y de todos y se iba a pescar al lago que había unos kilómetros más allá de su casa, eso le decía a su mujer. Él tenía un secreto, algo oscuro, algo que nadie sabía y que debía seguir así. disponía de un pequeño apartamento en un barrio marginal de la ciudad. Allí pasaba todo el tiempo posible, le gustaba llevar " visitas femeninas". Como la de ahora. No le costó mucho convencerla para que subiera, le había pagado un buen montón de billetes. Era una chica joven, rubia y de sinuosas curvas. Le llamaron la atención sus grandes ojos marrones como el otoño y pensó: "Mataría porque esos ojos me miraran cada dia". La chica se tumbó en la cama tal y como él le pidió . No estaba asustada, hacía tiempo que ejercía aquella profesión y podía distinguir a los pervertidos de los peligrosos, asi que se confió y obedeció todo lo que él le pedía. La ató, una fantasia sexual, pensó ella, y no le dio más importancia. Alberto se colocó a su lado, suave, casi tierno, y empezó a acariciarle el cuello con delicadeza. Él la miraba fijamente a los ojos con ternura y deseo cuando de pronto algo cambió en su mirada, se volvió oscura, siniestra, sin vida. Ella se asustó y de pronto le invadió el pánico, él sacó una jeringuilla de un cajón mientras le tapaba la boca con la otra mano, ella intentó gritar y forcejear pero nada pudo hacer, él le clavo la aguja y dejó entrar en su cuerpo todo el líquido que había dentro. No sabía qué le había inyectado, no podía moverse y asustada intentaba huir de allí, de aquella cama, de aquella habitación, de aquella situación entera, pero no podía. Estaba paralizada, sin poder moverse pero despierta, era una situación extraña que todavía la asustaba más. Podía sentir sus lágrimas caer por su rostro pero no podía gritar pidiendo

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socorro. Sabía que nada bueno iba a salir de ahí, y efectivamente, lo peor estaba por venir. Alberto, aquel hombre gris sin aspiraciones a nada en la vida, la agarró de la frente y le apretó con todas sus fuerzas, le dejó la cabeza pegada a la cama, inmóvill. Ese instante, cuando la chica se daba cuenta de que su vida estaba en sus manos, que era él el que lo dominaba todo en aquel lugar a aquella hora, eso le hacía sentir lleno de vida. Alberto sacó de debajo de la almohada una especie de cuchara sopera, un chisme que recordaba a esos de hacer bolas para helados, pero más macabro. Se lo acerco al ojo y con un movimiento ágil y perfecto logró extraerlo, lo hizo con calma, disfrutando de aquel momento, luego le llegó el turno al otro ojo y hizo la misma maniobra, la tenía ya muy ensayada. La chica tenía toda la cara llena de sangre pero eso a él no le importaba lo más mínimo . Se incorporó de la cama y fue hacia la cocina, abrió un armario y saco un frasco donde con todo el cuidado del mundo introdujo los dos ojos, rellenó el tarro con formol y lo cerró con mucho cariño. Era su tesoro, así que tenía que hacerlo con todo el cuidado posible. Cogió el tarro y se dirigió hacia la otra habitación, sólo había un mueble, el más importante de aquel piso, de su vida, más que su mujer, más que sus hijos y desde luego más que su trabajo. Lo abrió y se quedó mirando aquella maravilla. 13 tarros, todos con sus dos ojos correspondientes y con una pequeña etiqueta con el nombre y la fecha.Sintió mucho orgullo y una satisfacción indescriptible. En aquel tarro pondría: Cristina 28-10-2018. Aquella sensación le hacia sentir cada dia mas libre, mas vivo. No lo habían pillado y nunca lo harían, de eso estaba seguro. Cristina Cerezal Zamora (CFA Maria Verdaguer_Figueres)

Un nuevo caso Son las 6 de la mañana, Héctor se levanta y se va directo hacia el aseo. Abre el grifo, coloca sus manos debajo de un chorro de agua helada y en cuanto el agua empieza a rebosar sobre sus ledos, se la lleva hacia la cara, levanta la mirada y se mira al espejo. Su era cara alargada con un mentón muy pronunciado, los pómulos ligeramente hundidos, daban a su mirada una profundidad abisal. Sus ojos son azul oscuro, su nariz pronunciada, al separarse del espejo se podía ver su aspecto famélico. Se va hacia el vestidor, se pone sus pantalones de pinza, su camisa y su corbata. Al salir, por la puerta de su casa, descuelga la gabardina y el sombrero del perchero, ya está listo para ir a trabajar.

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Al llegar al trabajo, se sienta, hace como que está ordenando papeles. Cuando suena el timbre, abre la puerta y entra un cliente, llevaba más de un mes sin tener ningún caso. Era una mujer, rubia y muy emperifollada. La mujer se sienta y empieza a explicarle que se siente cada día mas cautiva. Se sentía vigilada por sus vecinos, tenía miedo de salir de casa y todo desde que le tocó la lotería. Héctor le pregunto el motivo, ella le dijo porque el dinero está bajo los adoquines, la playa se ve desde la ventana y el vecino está siempre mirando. Héctor le dijo que no se preocupara, que él se ocuparía de su caso. Le cobró la tarifa habitual y empezó su investigación. Lo primero, bajó al bar a comer algo, llevaba dos días sin hacerlo. Desde allí se dirigió hacia la casa de su clienta, era una casa cerca de la playa con solamente dos vecinos, uno a cada lado. La idea era hacerse pasar por un encuestador, y así poder hablar con los vecinos, se dirigió a la primera casa, donde abrió la puerta un hombre fornido, de unos treinta años. La encuesta era fácil, le preguntó si conocía a alguien que hubiese resultado premiado en la lotería. Sin titubear, respondió: “¿Premiado con un premio grande o con cualquier tipo de premio?”.Esto le hizo saber a Héctor que él no sabía nada, continuó haciendo preguntas absurdas para disimular. Al terminar, se dirigió a la segunda vivienda, picó sin obtener respuesta. Lo volvió a intentar, nadie contestaba. Decidió ir a la playa a mirar hacia la ventana de su clienta. Al llegar a la playa y alzar la mirada hacia la ventana, vio un pequeño parque para perros, y se veía perfectamente a su clienta asomada en la ventana. Esta le saludó, con un sensible gesto. Héctor decidió volver a la casa. Al llegar a la casa, vio cómo entraba un hombre con su perro, y pensó “caso resuelto” y se dirigió a hablar con su clienta. “No se preocupe señora, sus vecinos ni si quiera saben que usted ha sido premiada con la lotería.” Ella le preguntó qué porque su vecino la observaba por la ventana. No la observa a usted, le dijo. Simplemente observa a su perro jugando. La mujer le da las gracias, se despiden, y Héctor se dirige a su hogar. Un día de trabajo, por fin… Sheila Castiñeira (CFA Sitges)

Reflejos de pájaros en el agua El calor del sol junto al aroma del café, acompañado del sonido de los pájaros. Ahí se encontraba una curiosa casa de madera junto al lago, a las afueras del poblado, donde se crió Cruz, un niño de ocho años y su hermanita Luci de 5, con su madre Anny y su padre Clift. Cuando todos los compañeros de Cruz jugaban, él ayudaba a

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su madre en casa, y hacía sus deberes, junto a los de su hermana. Llevaba una vida demasiado "adulta", y por ese motivo era excluido cómo "el rarito". La economía en su casa era pésima, debido al poco esfuerzo que emprendía el padre hacía la familia, por eso mismo Cruz, los fines de semana, trabajaba en una hípica como ayudante, dando de comer a los caballos y demás servicios. Gracias a él, se compraba el material escolar y el resto lo daba a su madre. En su tiempo libre, se iba con Luci al lago y le enseñaba a rebotar las piedras, mientras que él la fotografiaba haciéndolo. Esas fotografías, las usaba para luego construir maquetas sobre pájaros que se observaban en las fotos. Tenía una habitación llena de ellas. En casa se respiraba un tenso oxigeno lleno de traición, violencia, egoísmo y falta de carisma, por su "grandísimo" padre. Durante años, los hijos tuvieron que ver mil situaciones desagradables y terroríficas, hasta que Cruz se hizo mayor y una noche...La madre salió con sus amigas a tomar té, Clift insistía en que ella llegara temprano a casa. La llamaba constantemente para controlarla, y cuando llegó a casa, el padre la esperaba sentado, con el cejo fruncido y una alterada respiración, acompañada de su amiga ira. Discutieron mucho y ella le amenazó conirse. Él se puso muy agresivo y empezó a golpearla muy fuerte. La madre gritaba suplicándole que parara, hasta que bajo Cruz y se interpuso. Se pelearon, y el padre le dio un fuerte empujón del cual cayó contra el bordillo de una mesa, golpeándose la cabeza. Empezó a desangrarse y el padre se fue, la madre asustada y dolorida llamó una ambulancia. Pasados unos días, el hijo habló con la madre pidiéndole que se separara, o se marcharía de casa con la herman. La madre decidió separarse, no le fue fácil, pero con la ayuda de psicólogos y policía acabo por conseguirlo. A día de hoy ella trabaja en una asociación de mujeres maltratadas, con su encantadora pareja, que adora a sus dos hijos. Cruz es elegido como mejor fotógrafo de la comarca, y tiene prevista una exposición de maquetas en breves. La pequeña Luci, enamorada del efecto que causaban las piedras al rebotar en el agua, acabó por ser física. Ahora son una familia muy unida y con gran ilusión en la vida. Por fin Cruz cada día se sentía más libre, más cautivo.

Júlia Valiño Sánchez (CFA Maria Verdaguer_Figueres)

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La decisión Wesner era un tipo duro. Vivía en una de las ciudades con más índice de criminalidad del mundo, Nueva York. Era un trabajador que debía pasar inadvertido entre el bullicio del gentío y ser cauteloso de noche, casi como un fantasma. Se dedicaba a cobrar dinero de la mafia, deudas de juego, de drogas, de la prostitución…, mucho dinero, y gran responsabilidad. No se sintió muy a gusto acechando malhechores, pero no tenía escrúpulos. Era frío y con el corazón como una piedra. Lo único que le abstraía del trabajo era jugar al póker con Hechner y Joro, amigo de la infancia que se habían vuelto ricos gracias a las fortunas familiares que habían heredado. Su jefe, Escobar, le llamó un día y le encargó un trabajo que iba a marcar su vida desde ese momento. Debía cobrar una deuda de préstamo a Hochner, 15000 dólares y debía conseguir esa cantidad utilizando cualquier modo. No podía creer que su amigo hubiera sido capaz de mezclarse con la mafia y menos, deber tal cantidad. Pero debía cumplir su cometido. Cada día se sentía más libre, más cautivo, por la edad, que estaba haciendo mella en sus aptitudes y a la vez su último encargo, al que no sabía cómo afrontar. Llamó a Hochner y le preguntó directamente sobre la deuda de juego, pero su amigo abogado de un bufete de su padre, no disponía de tal cantidad, pues había empeñado su casa, su coche y hasta su rolex. Su mujer le había pedido el divorcio tras vender sus joyas y sus dos hijas adolescentes no podrían ir a la universidad, ya que habría gastado todo lo que tenía, apostando. La situación no era cómoda para ninguno de los dos. Hochner le pidió tiempo, pero Escobar tenía un plazo de veinticuatro horas para cumplir el pago o Wesner debería liquidarlo. A Escobar nadie le debía dinero, si lo dejaba vivir parecería débil y además, ese era el cometido de Wesner, cumplir y otorgar poder a su jefe. Volvió a llamar a Hochner y lo citó en una fábrica abandonada en la zona del puerto a las cinco de la tarde. No podía creer que su último trabajo antes de jubilarse fuese liquidar posiblemente a uno de sus dos mejores amigos. Cara a cara a las cinco de la tarde en punto se encontraban en esa fábrica apestosa y lúgubre. Sin ruido, tétrica y oscura, llena de escombros y deprimente. El ambiente era cortante. Wesner le dijo: "¿Lo tienes?". Hochner respondió: "No". Intercambiaron una mirada profunda y Wesner levantó su treinta y nueva apuntándole a la cabeza a un metro escaso de su

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gran amigo, podía oír el latido acelerado de Hochner y entre las sombras, la cara de terror y su cuerpo desencajado y curvado como de súplica, balbuceaba entre susurros un rezo religioso en latín. -No me mates, por favor. ¡¡¡Dame más tiempo, somos amigos!!! gritó. Al frío Wesner se le rompió el corazón, recordó cada uno de los asesinatos que había cometido en sus años de sicario y le tembló la mano, se asustó y se le disparó el arma, hiriendo a Hochner cerca del corazón. Soltó la pistola y corrió para alcanzar a Hochner antes de que cayera al suelo, lo sostuvo y lo tumbó , y le dijo : -Lo siento. Hochner en su último aliento le dijo entre convulsiones, -Yo también. Al instante dejó de respirar. Wesner lloró, era la primera vez que lloraba tras matar a alguien y sería la última.Tardó unos minutos en dejar de abrazar el cuerpo inerte de su antiguo compañero y salió andando de la fábrica con su sombrero negro y su gabardina gris oscuro disipándose entre la niebla. Nunca más, nadie ha sabido sobre él, nunca nadie le ha buscado, ni tampoco le ha nombrado. Se volvió invisible aquella tarde, más invisible que nunca.

Sara Alcaraz Ramada (CFA Alta Ribagorça)

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La caja de Pandora

Unos días antes de la partida de mi abuela, tuve la gran suerte de heredar un caja vacía. Pensaréis que solo es eso, pero tiene mucho más valor del que es posible percatar. Mientras me entregaba su última pertenencia, me decía: - Cariño, quiero que conserves uno de mis objetos que más me han ayudado en mi larga vida: esta caja vacía. Te la entrego así, porque solo tú puedes llenarla y si entiendes de qué forma, podrás tener una vida feliz como ha sido la mía. Es muy sencillo, en el proceso de tu camino vas a vivir días en los que sientas rabia, también te enfadarás con mucha gente, habrá personas que te harán sentir inferior o poca cosa, te romperán el corazón y solo tendrás el sentimiento de tristeza. Pues por eso te entrego este detalle, cuando tengas tus peores días y no quieras hablar con nadie..¡Solo abre la caja! Yo no entendía muy bien el mensaje que quería transmitirme, por eso le pregunté si al abrir la caja mis problemas se acabarían. Ella sonreía, mientras me hacía el gesto que callará que todavía no había terminado: - ¡No! Tus problemas no terminarán por abrir una caja, pero sí que perderán peso cuando hables con ella y le cuentes cómo te sientes. La magia está en que describas tus sentimientos tal y como son, si lo haces llorando, pues llora con todas tus ganas, si estás enfadada, pues grita hasta que no tengas más fuerza. Pero atenta a este último detalle, una vez te hayas desahogado cierra la caja. Una vez esté cerrada, tus sentimientos permanecerán guardados. Solo tendrás las buenas emociones y sensaciones para sentir, recuerda que estos son los que mereces vivir con ganas. En realidad me costó tiempo poner en practica los últimos consejos que me daba. Pero con el tiempo entendí que esa caja te ayudaba a entender que puedes tener días malos y que tienes el derecho a vivirlo, pero nunca puedes sostenerlos más de tiempo que necesitan. Así que en mi caja guardo solo sentimientos que me producen felicidad. Rocío Capel López (CFA La Seu d'Urgell)

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La caja

No me he podido imaginar Una vida sin color Una vida sin tu amor Simplemente no hay nada peor Sin un verde prado por donde andar Sin la noche negra Soy un simple ser Inerte, lleno de tristeza Del gran celeste cielo sobre mí Y tu rosada boca Nacen ilusiones Que me vuelven loca Si la blanca luna Y el sol anaranjado Pensarán como humanos, Soñadores, arriesgados Nos tendrían envidia Pues brillamos más que ellos Porque yo te amo Y una vida sin colores, Sin tu amor Es vivir en vano Jennifer Lafuente Vaca (CFA Bellavista_Les Franqueses del Vallès)

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La caja que me persigue Este domingo vamos de comida con la familia de Loli, mi mujer. Nos encontraremos cuñados, tíos, sobrinos, suegros y seguramente algún primo de los más cercanos. Como casi siempre va a ser un encuentro genial, nos reiremos y sentiremos ese calor que mi tanto me falta. Sobre todo cuando vivo momentos en los que me gustaría vivir con mi familia: Miro a la madre de Loli y no puedo evitar acordarme de la mía, porque necesito tenerla cerca y no puede ser. Vivo situaciones en las que sin mala intención, cambiaría a esas personas por mis hermanos y por mis sobrinos. Entonces es cuando oigo ese rechinar de la caja que empieza hablarme en forma de nostalgia. Nostalgia que siento a diario, pero que en momentos así se multiplican hasta provocar en mi interior, un estallido de felicidad por sentir la suerte que tengo y al mismo tiempo no poder saciar esa nostalgia que me provoca estar lejos de los míos. Después intento cambiar esa nostalgia por felicidad, agradeciendo todo lo que tengo. Ya que toda la familia por parte de mi pareja me hace sentir como una más en todo momento. Cierro la caja y en mi corazón le mando un “ Te quiero, mamá”.

Laila El Allali El Moukadem (CFA Ramon Llull_Terrassa)

¿Qué hay dentro de la caja? Me considero una adicta, una adicta a la droga del amor. Un éxtasis maravilloso que te hace volar y sentir que el mundo es tuyo. Una sensación que se apodera de ti haciéndote creer que esa felicidad es eterna, que ese amor es eterno. Pero no nos damos cuenta de que somos adictos a simples fantasías. Una vez estamos dentro de este fuego interno, que saca nuestra mejor adrenalina, que invade la mente por completo, que nos ciega, entonces es ahí, en ese preciso instante, cuándo nos damos cuenta que ya no podemos salir, quedamos atrapados. Ese cielo que nunca observaste, hoy lo ves de un azulado increíble, te fijas en los instantes más vacíos y los llenas de momentos únicos. Sonríes al mundo creyendo que nada malo puede suceder, que todo es puro amor, sientes que estas sentado en una nube de la cual no bajaras nunca más.

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Y aquí llega el golpe, el gran golpe. La decepción, desesperación y dolor del más preciado trofeo que tú y solamente tú, decidiste colocar en lo más alto, tan solo fuiste tú que creíste que sin él no eras nada. La mayoría de los que nos enamoramos, de los que nos enganchamos a esta droga, no nos valoramos lo suficiente, y ahí es cuando confundimos el amor, con la creencia de un ser que nos mejora y nos hace creer que él cambia nuestro mundo, nos hace crear una dependencia emocional y mental, que no nos permite seguir la vida sin él, un ser que parecía único, que creíamos haber creado des del corazón, cuándo en realidad lo creamos desde la mente.

Júlia Valiño Sánchez (CFA Maria Verdaguer_Figueres)

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“Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiéramos.” (Marguerite Duras)

Profesora del Módulo: Isabel Verdú Arnal Institut Obert de Catalunya

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