La Rueda de Ixión No. 3 (Nueva Época)

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LA RUEDA DE IXIÓN ESPACIO PARA LA CRÍTICA, LA REFLEXIÓN Y LA CULTURA

Universidad Autónoma del Estado de México

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Revista de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Nueva época, año III, número 3, Toluca, México, enero-junio de 2012


MARCELA CÁRDENAS (COLOMBIA) Flora y Fauna / Flora & Fauna Lápiz y acuarela sobre papel / pencil and watercolor on paper 2010 “Flora y Fauna” surge del estudio de la investigación cualitativa desde el arte, campo en el que exploro la mitología personal de manera plástica. El resultado es una obra que habla de mis afectos hacia la naturaleza utilizando la metáfora como elemento fundamental para establecer relaciones entre la realidad y el inconsciente. http://www.marcelacardenas.com

MARCELA CÁRDENAS (COLOMBIA) Árbol de la vida" / "Tree of life" 2009 técnica mixta / mixed media Propuesta para concurso “Más que Sangre” organizado por La Cruz Roja de Antioquia y El MAMM, cuya premisa creativa era elaborar una obra en la que el elemento sangre no tuviera connotaciones negativas o relativas a la violencia. “El árbol de la vida” representa el inicio y el final de un ciclo vital. La sangre hace posible la vida, es sinónimo de fertilidad, maternidad, sexualidad y generosidad. Esta obra obtuvo el tercer puesto. http://www.marcelacardenas.com


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ESPACIO PARA LA CRÍTICA, LA REFLEXIÓN Y LA CULTURA Revista de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Nueva época, año III, número 3, Toluca, México, enero-junio de 2012


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ESPACIO PARA LA CRÍTICA, LA REFLEXIÓN Y LA CULTURA Revista de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Nueva época, año III, número 3, Toluca, México, enero-junio de 2012

Universidad Autónoma del Estado de México Dr. en C. Eduardo Gasca Pliego Rector M.A.S.S. Felipe González Solano Secretario de Docencia Facultad de Humanidades M. en Hum. Juvenal Vargas Muñoz Director M. en H.A. Carlos Alfonso Ledesma Ibarra Subdirector Académico Lic. en C.I.D. Federico Malaquías Rodríguez Sudirector Administrativo

Portada: Las tentaciones de San Antonio Óleo sobre tela 238.8 x 168.9 cm 1984 Museo Nacional de Bellas Artes (Chile)

Claudio Bravo (Valparaíso, Chile. 1936-2011)

LA RUEDA DE IXIÓN, es una publicación semestral de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México. Paseo Tollocan y Av. Universidad s/n, Ciudad Universitaria, C. P. 50110, Toluca, Estado de México. Teléfono y fax: (01722) 2-13-14-07 e-mail: ixion9@live.com.mx - El contenido completo de LA RUEDA DE IXIÓN puede consultarse en http://issuu.com/ixion


Consejo Editorial de LA RUEDA DE IXIÓN Javier González Morán Enrique Medina Miranda Aura Marcela Moreno Tiquet Eduardo Núñez Guadarrama Edgar Galicia Solalindez Adriana Espinoza Gabriela Esquivel Vargas Juan José Cruz Aguilar Cindy Elizabeth Macedo Andrés Torres Flores

Agradecimientos Al director de la Facultad de Humanidades: Juvenal Vargas Muñoz.

A los coordinadores de la licenciatura en Filosofía: Josué Manzano Arzate y Oscar Juárez Zaragoza.

A los artistas: Claudio Bravo† (Portada), Marcela Cárdenas (Segunda y cuarta de forros).

A los colaboradores de este número: Tania Hernández Ramírez, Antonio García Plá, Miguel Ángel Ferreira Martínez, Mario Alberto Sandoval Molina, José C. Moreno Dimas, Teresa de Jesús López Florian, María Elena Cruz Baena, Manuel Ángel García, Cristofer Morquecho, Daniela Vázquez, Lourdes Medina Miranda, José Blanco Regueira† y a los demás colaboradores que se deciden por el anonimato.

Créditos: Alejandro Solano Villanueva (Corrección), Omar Augusto Robles Aguilar (Formación y Diseño).


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TABLA DE CONTENIDO

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PRESENTACIÓN FILOSOFÍA (daimon) En épocas de elecciones, ¿por quién votaría Sócrates? EPN.AMLO. JVM En torno a una posible moderna esclavitud Servidor de nadie La sin razón de la era digital El hombre delgado que no flaqueará jamás CIENCIAS SOCIALES (anthropos) Nacha, un caso particular del 68 Tania Hernández Ramírez Menos Face y más Book Antonio García Plá El uso del cine en la enseñanza de las ciencias sociales y las humanidades: crítica y uso potencial Miguel Ángel Ferreira Martínez CIENCIAS NATURALES (physis) Muerte: odisea de la vida Mario Alberto Sandoval Molina De cómo evadir el destino final del universo: La entropía y la máquina más grande construida por el hombre José C. Moreno Dimas


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TABLA DE CONTENIDO

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ARTE (poiesis) La estética de lo siniestro: Psicosis de Alfred Hitchcock Teresa de Jesús López Florian La historia de un convento entre las minas María Elena Cruz Baena La Mirada de Medusa de la Modernidad: Benjamin sobre Baudelaire Manuel Ángel García CREACIÓN LIBRE La agonía de Sócrates Cristofer Morquecho Quién fuera Quijote Daniela Vázquez s/t Lourdes Medina Miranda Te conozco Enrique Medina Miranda

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RECOMENDACIONES

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SECCIÓN ESPECIAL LOS ESCOMBROS DE MANHATTAN (o de la positiva ausencia del pensamiento) José Blanco Regueira


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PRESENTACIÓN

s extraño, sin duda, apreciar cómo el espectáculo de la alienación del otro hace reír a quien no toma conciencia de su propia condición, ya que la confianza de los hombres en “sus verdades” sobrepasa lo imaginable; con un deseo de no ver la realidad por sus ansías de un espectáculo “feliz” y sin riesgos, excitando a una voluntad automática que los inunda de ceguera y no tiene límites; es decir, existen en una época donde el corpus social perdió todo el sentido de la existencia, el cuerpo, el espíritu y la vitalidad, y en general, el interés por todo; un terreno deshabitado de pensamiento, juicio sano y cultura, pero ocupado por el vacío y la indiferencia. A su vez, nuestra época se agobia y obnubila frente a los nuevos oráculos, los noticiarios; triunfa el exceso de información en perjuicio de la valoración y selección de la misma, nunca tantas informaciones aparentes e ilusorias fueron celebradas como verdades reveladas; ahogando al individuo en la miseria existencial y la decadencia social; provocando la renuncia de sí mismo y la creación de las miserias políticas e intelectuales. Esto debe ser enmendado mediante el acto de pensar, porque la razón, la deducción y el análisis, por ejemplo, permitirán sacudir el templo de los nuevos oráculos y la indiferencia, para buscar hombres necios y tercos que apuesten por la crítica, la reflexión y la cultura.

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En épocas de elecciones, ¿por quién votaría Sócrates? EPN.AMLO. JVM

(…) No votes. No te dejes engañar por los bribones de la democracia y recuerda siempre que: no hay servidores públicos sino aprovechadores públicos. Escoger al malo, para evitar al peor, es inmoral. No alcahuetees a ninguno de estos sinvergüenzas con tu voto. Que el que llegue, llegue respaldado por el viento y por el voto de su madre. Y si por la falta de tu voto, porque el día de las elecciones no saliste a votar, un tirano se apodera de tu país, mátalo. Fernando Vallejo

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veces, mirando hablar a las personas a lo lejos, imagino que discuten sobre temas que a todos nos incumben (ellas, desde luego, no lo hacen) y, como en una película del cine mudo, les quito sus voces y pongo en sus bocas frases, asumiendo posturas. Y, de vez en cuando, intervengo en esta fantasía dialéctica. Ahora mismo veo a dos hombres e imagino que están discurriendo sobre el buen gobierno: –Lo que nos separa de Sócrates no son 2500 años de progreso sino una sordera de piedra que nos impide escucharlo. Mientras se fuerza a la filosofía a construir chácharas de mercado, desde una oficina, se olvida la relación íntima que guardó, en otro tiempo, con la producción de una teoría política. Platón ha mostrado, con bastante tiento en la República, que filósofo es aquel que se ocupa en cavilaciones sobre el buen gobierno y, además, ha expuesto una suma de razones que confirman que, el democrático, es un Estado enfermo. La Democracia ha triunfado, pero eso no prueba que Platón se haya equivocado. Este fracaso filosófico nada tiene que ver con su teoría sino con la incapacidad para seguirla. Una incapacidad que es propia de los débiles de entendimiento, entre los que se cuentan aquellos necios que, a la fuerza, se han empecinado en ejercer una función que no les corresponde: gobernar a los otros.

La Democracia es un juego de tontos que juegan a no serlo. El gobernado es un tonto porque es incapaz de gobernarse a sí mismo; si fuera capaz de hacerlo, le resultaría innecesario un gobierno ajeno. El gobernante es un tonto porque, al querer gobernar a los otros, descuida lo único que a él conviene: gobernarse bien a sí mismo. Este juego democrático perdura porque los tontos no se sienten incomodados por su tontería. Si experimentaran dicha incomodidad, mediante el pensamiento, descubrirían que el mejor gobierno es el de uno mismo (algunas dudas me impiden llamar a esto Autarquía). A ese gobierno de los mejores se le conoce como Aristocracia y consiste en obrar con justicia, es decir, haciendo cada uno lo que le corresponde. Sin embargo, no hay que confundir las cosas. Si Sócrates decía que el filósofo debe gobernar, o que el que gobierna debe filosofar, ello no significa que el filósofo –en las condiciones actuales– tenga que subir a una Silla Presidencial, pues, al hacerlo, no triunfaría la filosofía sino la Democracia. Sí, así se expresa, más o menos, ese gracioso platónico que llego a imaginarme. Y, sin embargo, esto es lo que le responde un travieso incrédulo: –«Nada de aquellas ideas de Platón y sus muchos y confusos seguidores, de

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imaginar un gobierno constituido por los Sabios o Filósofos: pero ¡cómo!, si eso es lo que tenemos precisamente en la Sociedad del Bienestar, siendo los Filósofos no otros que los Altos Ejecutivos de la Economía y de la Física sumisas, que se lo saben y creen en lo que saben, y que, como Ellos mismos dicen a ratos, tienen su filosofía. Pero tampoco nada de aquellas otras imaginerías fundadas en una fe en la agrupación y solidaridad de los oprimidos, que tomaban el Poder y se constituían en Democracias Iluminadas: eso es justamente lo que ha venido a dar en el Ideal del Desarrollo, que quiere reemplazar a todos (con sus restos de pueblo por lo bajo) por la Mayoría de Individuos, que votan cada uno a conciencia y a voluntad y creen que saben lo que compran cuando se venden. Ningún proyecto que cuente con la Persona puede de veras oponerse al Régimen que padecemos. Pero eso a las personas nos es tan duro de entender…» (García Calvo, 2007: 98-99). Hasta aquí los dos hombres callan. Y yo digo que es necesario que esa dureza de entendimiento no contribuya a cerrar los oídos ante estos exabruptos de la razón, ya que es preciso desenredar los hilos que apuntan a mostrarnos que los gobiernos democrático y personal son dos hocicos alimentados con la misma leche rancia.

La Democracia que estamos padeciendo consiste en la fabricación de sujetos (hombres, personas, individuos) necesitados de cosas inútiles. El primer artículo de fe de esta Democracia obliga a que el sujeto fabricado crea que es libre. Una libertad que sólo puede conseguir trabajando. Sólo un necio puede declararse libre entre jadeos, mientras se limpia con el antebrazo las secreciones acuosas de la frente. La libertad democrática hiede a esclavitud, a carne subyugada con trabajo y diversión. No obstante, eso es lo que más encanta a sus esclavos: trabajar dignamente –dicen ellos– y divertirse por propia voluntad, o sea, porque les da la gana. ¡Pobres feligreses, les dicen que las heces son sagradas y de inmediato le construyen altares a la Santa Bazofia! ¡Si cada uno hiciera lo que le da la gana no trabajaría donde trabaja ni se divertiría donde se divierte! Para dejar de creer tendrían que dejar de trabajar y divertirse. ¡Sólo así podrían entender lo que Raoul Vaneigem quiso decir al afirmar que el ocio es la puta de los trabajadores! Habiendo olvidado que el trabajo (tripallium) refería a un artefacto de suplicios y que el divertimiento –según Pascal– era el atajo idóneo para esquivar el pensamiento de la miseria constitutiva del hombre, las personas se resignan a padecer empleos y vacaciones obligadas, consumiendo día a día e injustificadamente los jugos de una

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vida que no desea otra cosa sino liberarse de lo que la amedrenta y envilece. A la vida inocente le amordazaron la boca con la Libertad de expresión que la Democracia prescribió, desde su origen, a sus hombres libres, obligándolos a elegir lo que de antemano se ha elegido, pues al animarlos a votar “libremente” por éste, ése o aquél otro representantes de pacotilla, lo que de verdad le están haciendo a la gente es forzarla al mantenimiento del engaño y la impostura de un régimen de gobierno que, sinceramente, ningún pueblo ha pedido y, por lo tanto, resulta innecesario. Y que no nos vengan con vaticinios ridículos al decirnos que: «Sin un Gobierno Democrático aparecería un caos, semejante al que experimentaron esos pre-hombres, animalillos salvajes, ignaros del derecho y de la propiedad privada, criaturillas rapaces que tuvieron que firmar un Contrato social para poder vivir en paz». Esos son cuentos franceses para entretener a la gente e incrustarle Miedo y así poder dominarla, pues no hay medio más eficaz para el dominio que el amedrentamiento. De haber habido una época salvaje de la pre-humanidad, donde hubiera proliferado el despojo incontrolado, la humanidad nunca se hubiera asomado a este tiempo de miseria democrática. Para despedazar aquel cuento francés basta con mirar la vida salvaje de fieras y felinos que prolongan sus especies mediante una convivencia entre comunidades pequeñas (ya

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el Sócrates de Platón presagiaba la caída de su República a causa de la sobrepoblación). Y no estoy defendiendo aquí a ningún “estado salvaje”, más bien, confío en una convivencia que no precisa de Democracia sino de comunicación. La intención genuina de la política es ordenar la polis. Una política sin imposturas consiste en ordenar la vida de la gente. Y ¿no se viene diciendo desde tiempos inmemoriales, en los que no había formas de gobierno desarrolladas, que hablando se entiende la gente? Y si la gente se entiende hablando es porque obedece a las leyes de la gramática y de la sintáctica del lenguaje o, mejor dicho, del idioma que le ha tocado hablar. Estas leyes no las ha creado ningún sujeto ni gobierno particulares; así que ninguno de los dos puede adjudicarse el poder reglamentario de ellas. (Las reglas impuestas por las Academias de las lenguas son asuntos de pedantes contra los que no voy a polemizar ahora). Para una sana convivencia de la gente resulta irrelevante prescribir que unos y otros se hagan el bien, pues ¿cómo van a hacer lo que no saben qué es? Lo más que se puede hacer en una comunidad regida por el lenguaje es practicar la negación: decir no. Así, la convivencia sana de un pueblo estaría regida por la negación de hacer daño: «No hacer daño» es la sola ley que puede mantener ordenada una pequeña comunidad (re-

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cuérdese la tan defendida tesis socrática que dice que nadie hace daño sabiendo que lo hace). Ciertamente, queda mucho por pensar y, tal vez, en la pregunta de ¿qué hacer con la vida? pueda encontrarse la génesis de la política. Pero los incapaces de responderla –paralizados más por pereza que por impotencia– confían su solución a una camarilla de rapaces que debilitan la vida mediante la imposición de un gobierno espurio: el democrático. Tomando en cuenta lo anterior, considero que la respuesta a la pregunta que da título a esta reflexión repentina podría esbozarse del siguiente modo: El Sócrates que imagino (que podría ser mi lector y que, por lo tanto, no es del todo platónico ni jenofontesco ni aristofánico), desde luego, no votaría. Pero tampoco basta con abstenerse, porque la Democracia ha llegado a confundir el silencio con la aprobación. Harían falta, pues, inventar, con el lenguaje, nuevos mecanismos de insumisión que no sean violentos ni reaccionarios, porque la promoción de la violencia y la paz y el restablecimiento de lo abolido también son ejercicios democráticos. Tal vez mis compañeros de diálogos puedan encontrar atisbos (aunque también lo dudo), de esto que pido, en los pocos libros que refiero a título de…

…Bibliografía Cossery, Albert (2000), La violencia y la burla, Octaedro, Barcelona. Foucault, Michel (1992), La microfísica del poder, La piqueta, Madrid. García Calvo, Agustín (2007), Análisis de la Sociedad del Bienestar, Lucina, Zamora. __________________(1993), Contra la paz. Contra la democracia, Virus, Barcelona. Platón (2008), Diálogos, 9 t, Gredos, Madrid. Solana Dueso (2008), José, Ciudadano Sócrates, Mira editores, Zaragoza. Vaneigem, Raoul (2000), Por una internacional del género humano, Octaedro, Barcelona. _____________(2008), Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones, Anagrama, Barcelona.

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En torno a una posible moderna esclavitud Servidor de nadie Vemos formarse al presente, y de muy diferentes modos, la cultura de una sociedad cuya alma es el comercio […] El que se consagra al comercio sabe tasarlo todo sin producirlo, tasarlo con arreglo a la necesidad del consumidor y no según sus necesidades personales […]¡ay!, ¡tener un precio por el que se deja de ser persona para ser tornillo! (Nietzsche, 2003: 140-143)

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a definición que un diccionario común, incluso de uso primario, da de la palabra esclavo, señala lo siguiente: Esclavo: Adjetivo. Dícese del que, por estar bajo dominio de otro, carece de libertad. Sometido rigurosa o fuertemente. Rendido, obediente, enamorado, enajenado. En 12

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otros términos, definimos al esclavo como el individuo que no es dueño de sí, sino, antes bien, pertenece a un tercero a quien está obligado a remitir toda su producción o fuerza de trabajo para poder vivir o, más atinadamente, sobrevivir. Es aquí donde surgen un par de preguntas que quisiera pensar

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Daimon - Servidor de nadie: En torno a una posible moderna esclavitud

y poner a su consideración: ¿quién es hoy en día un esclavo? O más preocupante todavía, ¿quién es libre hoy en día? Ambas preguntas surgen debido a la imposibilidad de conocer a alguien que trabaje para sí y por sí mismo, en este universo globalizado repleto de asalariados que, al lado de las prostitutas de todas las edades y sexos, los niños que viven su infancia trabajando o adultos que consumen su existencia en 12 o 16 horas de trabajo en una actividad pagada por unos cuantos pesos, se ven como tipos sumamente afortunados; por supuesto, la mayoría de ellos, no atendiendo a que, en todos los casos, se pudren como víctimas de un sistema capitalista que, en una versión más light y liberal, se distingue por la exaltación que hace de sí y de la técnica que simplemente se reduce a su apego al dinero, a la rentabilidad y al beneficio. Ahora bien, desde esta perspectiva, esclavo es aquél, cualquiera que sea, que sufra este proceso y desempeñe un papel denigrante y degradante en búsqueda de no darse el lujo de ser libre, todo por tener dinero. En otras palabras, esclavos somos todos quienes, quiérase o no, nos vemos sometidos al dinero, ese ser imperativo que todo lo ordena, metafísica o materialmente. Para prueba baste levantar la mirada y detenerse un segundo en cualquier punto del universo para observar las actividades cotidianas que no nos convierten sino en mercancías intercambiables que posibilitan un aumento de capital. El mundo es una empresa que contiene microempresas donde los hom-

bres nos agitamos como productos y fuerza rentable en un circuito de producción disociado por completo de finalidades eudemonistas de placer y felicidad. Porque huelga decir que esta máquina liberal y monetaria ha consagrado la felicidad con el tener, y para tener primero necesito emplearme, luego producir y finalmente recibir o percibir un salario que, en las antípodas de enormes tiendas y centros comerciales, intercambiaré por otros tantos “bienes” que otros tantos hombrecitos como yo producen; más desconsolador resulta este intercambio cuando se percata uno de que los bienes de consumo son cada vez más centralizados y confundidos con objetos de moda siempre perecederos, fabricados con el fin de llevar al consumidor a comprar para hacer circular el dinero y que éste sea inyectado al propio sistema capitalista como esteroides, como vitaminas que lo alimentan para fortalecerlo y darle una potencia avasalladora que, desgraciadamente, deja al hombre como mero medio de circulación aparente de acciones y operaciones monetarias. Somos esclavos de nuestras propias creaciones, el dinero se levanta de entre todas ellas para someter nuestras actividades y, más preocupante, para someternos rigurosa y fuertemente. Ante tal panorama, vale más apostar por invertir los papeles, dar al dinero un valor simbólico y, mejor aún, hacer un énfasis marcado y remarcado en las relaciones humanas: de pareja, de familia y de amistad; ello, con el fin de crear un tejido social, ya esencial, que sea propicio para

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luchar contra esa esclavitud mercantilista que, también, nos priva de relaciones humanas. Porque si algo resulta claro de todo lo señalado hasta ahora es, precisamente, que nuestras relaciones dentro del sistema capitalista, se sujetan a lo monetario. Mientras más se compre, más posibilidades de tener amigos, pareja y demás. Y es que la plenitud humana, la tan valorada cima del éxito, se confunde risiblemente con el vacuo acumular de objetos técnicos y tecnológicos que, supuestamente, como imanes, atraerán la felicidad y las relaciones que conlleva. La vida se asemeja a un comercial que todo lo pinta magnífico, los productos que anuncia son, o dicen ser, una necesidad que, de ser adquirida con los billetes solicitados, habrá de completar nuestro mundo. Sin embargo, lo trágico es que tal producto será superado por otro más innovador el mes entrante, la existencia volverá a manifestarse incompleta y, mientras yo sigo anhelando tales productos, me aíslo del mundo, no hay relación alguna porque es tanta la obstinación por tener lo que una pantalla dice ser la llave del éxito que no veo, sino las fantasías creadas por otros que yo gustoso también compro. Y así, el sistema capitalista, entre dólares, euros y pesos, permanece siempre victorioso, dictando las formas de vivir, esclavizando mentes, cuerpos y todo tipo de relación humana.

nuestras vidas cuando, consciente o inconscientemente, nos avocamos a darle sentido a la existencia mediante un trabajo bien remunerado, olvidándonos de la felicidad, olvidándonos de que el dinero va a seguir circulando, pero nuestras vidas no. Por eso precisamente concluimos lo siguiente: somos tornillos de una máquina capitalista que hace andar al mundo, vivimos y nacemos para hacer dinero y producir o generar riqueza; de ahí que quizás, para solventar nuestra condición, valga la pena apostar por aquel viejo oráculo dictado al filósofo cínico Diógenes de Sínope por la pitonisa de Delfos: dedícate a Transmutar la moneda.

Bibliografía: Nietzsche, Friederich (2003), Aurora; meditaciones sobre los prejuicios morales, El barquero, Barcelona.

Por consecuencia, resulta claro que hoy todos somos esclavos, todos estamos inmerso en un sistema siempre mañoso de oferta y demanda; todos degradamos 14

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La sin razón de la era digital El hombre delgado que no flaqueará jamás

Hoy por hoy, las nuevas tecnologías son portadoras de un cierto tipo de accidente, y un accidente que ya no es local o esta puntualmente situado, como el naufragio del Titanic o el descarrilamiento de un tren, sino un accidente general, un accidente que afecta inmediatamente la totalidad del mundo. Cuando se nos dice que la red Internet es de ámbito mundial, es claramente evidente. Pero el accidente de Internet, o el accidente de otras tecnologías de la misma naturaleza, es también la aparición de un accidente total, por no decir integral (Virilio, 1997: 124).

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Daimon - El hombre delgado que no flaqueará jamás: La sin razón de la era digital

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espertar para estar en línea, entre noticias, entre nociones codificadas por instituciones fantasmagóricas y virtuales, entre prácticas transformadas en profesión y entre teorías apelmazadas y sobre exaltadas como ideologías. Tal parece ser el diario acontecer de nuestros días atascados de comercio, información y una nula inteligencia. Pensar es hoy una tarea tan lejana como vana; entre una cultura avasalladora que asume como estandarte la digitalización y globalización del mundo, el internet, las redes sociales y la comunicación transfigurada en conectividad, la razón humana es embrutecida y reducida a creer que con un click la existencia llega a su máxima expresión. Pero el problema no radica ahí, al fin y al cabo, el ser humano no nace siendo inteligente. Es una quimera el creer que nuestra racionalidad está ahí desde el principio, no, más bien, ésta procede de una constante formación, de un trabajo regular y sostenido de la inteligencia que, conectando nervios, órganos y cerebro, crea operaciones de la mente tal como la reflexión y el pensamiento mismo. En otras palabras, no hay racionalidad sin educación, sin adiestramiento psíquico y fisiológico, sin una pedagogía que legisle la racionalidad misma; es decir, no se nace disponiendo de este instrumento, sino que se adquiere, se trabaja y se mantiene para hacerlo funcionar. Baste mirar a un niño recién nacido: su razón no se ha echado a andar, aún no ha trabajado su memoria ni su lenguaje, mucho menos ha

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llevado a cabo reflexión alguna, dado que, para hacerlo, necesita forzosamente una educación que le permita hacer un uso constante de su razón; puesto que ella funciona como un mecanismo que supone, a priori, impresiones sensibles asequibles mediante la carne que, impulsada por los nervios, crea señales neuronales, simple energía eléctrica que nuestro cerebro descifra, seleccionando y ordenando tales datos para convertirlos en signos inteligibles y con sentido, mismo que provee una cierta significación ya avalada o rechazada por la educación misma. Y es aquí donde está la problemática de nuestros días: ya no hay tal ejercicio. Hoy, la racionalidad no se trabaja, no se entrena para perfeccionarse. La inteligencia se satura de información, sí, pero qué ejercitación puede haber en hablar y creer en lo que dice una pantalla, a través de una imagen que habla, pero con los gestos propios de un idiota absurdo que se mueve por inercia, por engaño y por el simple presionar un botón; más aún, qué tanto trabajo puede haber en sentarse en una silla, presionar on/off, mirar una flecha que obedece instintivamente los círculos que nuestra mano traza y abrir “ventanas” que, con contenidos harto ignorantes, repletos de información poco reflexiva, nos sitúan en la más cara ignorancia: aquella que cree que sabe lo que, en realidad, simplemente ignora. Más triste y risible resulta la constante exaltación que mediante otras pantallas y mercancías se hace de esta forma virtual de razonar y llevar la existencia; basta con encender cualquier radio o te-

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Daimon - El hombre delgado que no flaqueará jamás: La sin razón de la era digital

levisión para situarse en la periferia de una realidad que se torna ya aparente, donde mi yo se identifica con aquel sujeto que anuncia la más sofisticada tecnología para estar en el mundo, donde mi yo, completamente descarnado y en exceso virtualizado, no haya razones para razonar, sino para acatar y obedecer un supuesto instinto mercantilista que me hace querer, con vehemencia y pasión, el más innovador aparato que, absurdamente, me mantiene como un ser existente y pensante en este universo. Propio es de esta condición una razón reducida a códigos y archivos que, también con un click, pueden ser visualizados e interpretados hasta sus más recónditas consecuencias; sin duda alguna, una racionalidad virtual e idiota, ya no inteligente, incapaz de cualquier evolución, incapaz, además, de percibirse como un modelo disfuncional de adiestramiento intestino entre los hombres que, incluso ya desde recién nacidos, aceptan el desapego a educar su racionalidad para alimentar su inteligencia, aceptando más bien, enajenarla cómodamente entre redes virtuales que imponen el sentido al mundo y todo lo que existe. Fin de la búsqueda constante, reflexiva y vital del sentido del hombre en el cosmos, principio de la involución del pensamiento y la razón, triunfo de la idiotez humana sobre la razón humanista, alabanza a la virtualidad y a la técnica, denigración del sentido común.

inusitados, a menudo también anuncia una regresión racional y hasta moral, quedamos pobremente sitiados, indispuestos a re-conocer que la razón debe y urge ser re-utilizada por nuestra estirpe, no para crear nuevas ficciones o quimeras reflexivas, sino para disipar las ilusiones, destruir las creencias y, sobretodo, mostrarse como un instrumento crítico capaz de ayudarnos a temer lúcidamente cuando, a sí misma, no se le vea con claridad.

Bibliografía: Virilio, Paul (1997), El cibermundo, Cátedra, Madrid.

Y nosotros, los hombres de esta era digital y no racional, incapaces de entender que ahí, donde la técnica produce progresos LA RUEDA DE IXIÓN - Nueva época, año III, número 3 - Toluca, México, enero-junio de 2012

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Nacha, un caso particular del 68 Tania Hernández Ramírez

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a imagen de la mujer y los estudios sobre ésta son relativamente contemporáneos, la moral del­ siglo XIX la consideró como un ser que se quedaba en la infancia, incapaz de razonar por sí misma. En México, la preocupación por la educación de la mujer inició en 1869,

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siendo éste un proceso muy lento, para finales de siglo son particulares los casos de mujeres con profesiones en derecho, medicina e ingeniería. Se pensaba que lo más indicado para ellas eran empleos que fuesen una extensión de las labores que desempe-

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Anthropos - Tania Hernández Ramírez: Nacha, un caso particular del 68

ñaban en el hogar, como la enfermería, para cuidar y atender al prójimo, o bien, oficios como los de litógrafa, telegrafista, encuadernadora, mecanógrafa, taquígrafa y cajista, por la delicadeza y concentración que reclamaban esas actividades. (Lau, 2009: 3)

Quizá uno de los cambios marcados por la presencia femenina se da con la Revolución Mexicana, con mujeres que fungieron como organizadoras y distribuidoras de propaganda en los clubes liberales; magonistas y maderistas, de igual forma las famosas soldaderas, quienes no sólo se encargaban de los alimentos y el aseo al seguir a sus hombres, sino también tuvieron el papel de espías, contrabandistas y “siempre expuestas, al igual que los hombres, a ser alcanzadas por balas enemigas” (Rocha, 2009: 21). La figura de Antonieta Rivas Mercado, Lupe Marín, María Izquierdo, Pita Amor, Concha Michel, Frida Kahlo, Lucha Reyes, Nahui Olín, Aurora Reyes, Lola Álvarez Bravo, entre otras, encarnando a la mujer posrevolucionaria, ejemplo de forjadoras de profesiones en la literatura, pintura, fotografía y música. Debe destacarse la labor profesional y moral con la cual se atrevieron a desafiar a la sociedad de la década de los 30, así como caso omiso al dicho popular La mujer como escopeta: cargada y en un rincón. Desafortunadamente algunas han sido olvidadas por la historia oficial, sin embargo debe recordarse que fueron mecenas de las artes, promotoras del feminismo e iniciadoras del voto femenino; el cual se

logró hasta 1953 después de un largo proceso y el esfuerzo de miles de mexicanas. La segunda mitad del siglo XX quedó marcada por la posguerra y el desarrollo de la Guerra Fría, fue justo en la Segunda Guerra Mundial cuando el rumbo de la mujer europea cambió para adaptarse a la vida laboral, esto como consecuencia de que los hombres se encontraban en el campo de batalla. Estos cambios llegaron a México en menor escala, en la década de los 50, con la explosión demográfica y migración de zonas rurales a zonas urbanizadas, con el fin de tener mejor nivel de vida, las mujeres prestaron servicios como trabajadoras domésticas, de ahí el auge de la historieta o novela rosa de Yolanda Vargas Dulché, el caso de Yesenia, El pecado de Ouyuki o María Isabel; ésta última cuenta la historia de una indígena de origen huichol que llega a la ciudad de México, se emplea como trabajadora doméstica y con el tiempo el patrón se enamora de ella. Este tipo de lectura causó estragos entre las mujeres de la época, a la vez estandarizó un modo de vida, que con la llegada de los 60 dio un vuelco total en la mayoría de la colectividad joven. José Agustín (1996: 20) menciona que la juventud mexicana de finales de los 50 fue producto de una camisa de fuerza iniciada en casa y que a la par creció con la idea de progreso del gobierno paternalista, a la vez hubo una liberación; consecuencia de lo que Estados Unidos e Inglaterra exportaban con la música e ideas de corrientes

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literarias, ejemplo de esto es el caso de los Beats y el existencialismo francés, esto aunado a la Revolución Cubana y la idea de Universidad Científica y Crítica de las universidades a nivel mundial. La idea del discurso político y la estabilidad económica en la que despuntaba México, fue la causa principal para que en 1964 se eligiera a la ciudad de México como sede de los XIX Juegos Olímpicos que se celebrarían en 1968. Si bien la participación de la mujer mexicana en los acontecimientos de la historia ha quedado registrada sólo en hechos oficiales y de ellas apenas tenemos noticia, debo destacar que la convergencia de movimientos sociales se vieron plagados de mujeres sin nombre, esto por la represión hacía el mismo. Otro caso de participación femenina se ve en los movimientos estudiantiles de principios de los 60 en Chihuahua, Tabasco, Morelia y el Movimiento de Médicos en el 66 de la capital, todos fueron reprimidos y saboteados por parte del ejército. Sin embargo, 1968 fue un año clave a nivel mundial y México no fue la excepción. El 68 mexicano se ha considerado un parteaguas en la forma de hacer protesta. El movimiento estudiantil logró lo que diez años atrás maestros y ferrocarrileros no alcanzaron con la forma de expresión, sin embargo el sueño duró sólo dos meses y algunos días; porque después del 2 de octubre en la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, el curso de la historia seguiría su camino, con la excepción de jóvenes, amas

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de casa, niños, ancianos y obreros que ya no tuvieron la oportunidad de seguir, pero que quedaron en la memoria de los sobrevivientes y de los presos políticos congregados aquella tarde. Entre aquellos sobrevivientes hubo una estudiante recién egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, ejemplo claro de su tiempo: Ana Ignacia Rodríguez Márquez, Nacha; quien llegó años atrás de un poblado cercano a Taxco Guerrero, con la idea de cambiar el rumbo de su futuro: “irme por la causa de la ayuda a la gente pobre. A mí se me fue mentalizando de hacer una carrera que tuviera que ver con el apoyo, la ayuda para los necesitados”. En los años 60, en México aún no era bien visto que la mujer estudiara, sin embargo, se dio un aumento por parte del sector femenino en los ingresos a las universidades, principalmente en el área de las humanidades y ciencias sociales, cambios ideológicos como la minifalda, soltarse el cabello, el mito de la virginidad y el uso de la pastilla anticonceptiva fueron primordiales para el despertar de las mujeres de esa década, sobre esto Nacha cuenta: Cuando fui por primera vez a la universidad me impacté, para mí todo era grandísimo, otra vida, otro panorama y yo dije no voy a poder. “Llegué como clásica provinciana, con la falda media larga, con las uñas cortititas, creo que hasta con dos trenzas. Ya en la facultad había otra así como yo, chiapaneca, y otra oaxaqueña, no sé cómo nos

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integramos y nos sentábamos hasta atrás las tres, así como opacadas, como impresionadas, no sé cómo; el caso es que, fue muy duro. Nos atacaban los muchachos, nos decían pendejadas. Después para colmo había maestros misóginos. Uno de ellos nos decía ustedes por qué estudian derecho, ustedes a la cocina, a hacer papelitos, a tejer.” Y a mí no me lo quieren creer pero en ese momento hasta te hacían examen para ver si eras señorita, ¡eran otros tiempos! En un mes me pulieron las uñas, me cortaron el pelo, me cortaron el vestido.

Con lo anterior, causa impresión la idea de ver a una mujer en clase de Derecho, cuando ahora es tan cotidiano, es no querer aceptar la capacidad de la mujer como individuo racional, por no dejar de lado la idea de la virginidad como virtud única en la mujer, como si el himen fuera parte primordial del ser y desenvolvimiento, cuestiones que han sido superadas en la mayoría de la población. Sin embargo, existen aún ciertos rezagos, causados por la ideología espiritual profesada y con tintes políticos como se ha observado en los últimos meses con la discusión de las reformas anti-aborto; las cuales vuelven a una regresión de no dejar elegir a la mujer sobre sí misma. A esto debería agregarse mejor control en aspectos como educación sexual e información sobre medios de control natal o, en su defecto, estamos viviendo días donde la información está por todos lados y cabe preguntarse qué está sucediendo con las adolescentes; qué leen, qué ven, qué pasa por sus mentes, ya que en los últimos

10 años el índice en embarazos no deseados ha crecido considerablemente. Sobre la parte política en la que Nacha estuvo inmersa, cuenta que comenzó gracias a estímulos de compañeros de clase y conversaciones donde oía de: Comunismo, socialismo, de Mao, Lennin. Entonces se habló de que las mujeres teníamos que participar, que no teníamos que ser chicas tan vanas. Entonces se creó un grupo el Partido Estudiantil Progresista. Básicamente era cultural no tanto político; hacíamos cine club, noches bohemias, cosas así. Antes del 68 participaban las mujeres en los movimientos de maestros y médicos, pero considero que no fue tan impactante. Las compañeras apoyaban en las labores de subsistencia de los Comités, aunque a nivel político se marginaban un poco. Pero en el movimiento surgieron muchas compañeras que estuvieron participando en la lucha activa. Integrábamos brigadas1 para poder dar a conocer al pueblo lo que estaba sucediendo, porque la prensa en ese momento estaba vendida, nada más reportaba lo que el presidente les decía. Conformamos brigadas de mujeres y mixtas también. Caminábamos hombro con hombro al lado de 1

El Movimiento estudiantil del 68 se dividió en Consejo Nacional de Huelga y Comité de Lucha, éste era el encargado de organizar las brigadas; en el que participaban hombres y mujeres, “para Salvador Martínez della Rocca, Pino: las brigadas eran la vida del movimiento. La gente iba a las manifestaciones por las brigadas, porque antes habíamos volanteado en los camiones, los trolebuses, los mercados, los grandes almacenes, los talleres, las esquinas en las que hacíamos mitines relámpago.” (Poniatowska, 1998: 30-31).

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los compañeros, hacíamos mítines en plazas públicas y en fábricas. Todos pintábamos y pegábamos eslóganes, difundiendo y promocionado el movimiento. Y siempre digo que nosotros no valemos nada frente a las verdaderas heroínas del movimiento estudiantil: esas mujeres anónimas, esas mujeres cuyos nombres no salen, que no son reconocidas. Pero algunas dieron su vida y muchas, no sé si por temor o por sus hijos, no aparecen ante las cámaras ni hacen presencia pública.

Nacha formó parte del Comité de Lucha del Movimiento estudiantil del 68, que se formó los primeros días de agosto de ese año, junto con Roberta Avendaño, Tita y otras 43 mujeres, fue detenida el 18 de septiembre, día de la ocupación militar de ciudad Universitaria, con esto se habla de las primeras mujeres detenidas del movimiento, sin embargo fueron liberadas. Su detención final fue en los primeros días de enero del 69, cuando regresó de vacaciones y fue reaprehendida y trasladada al penal de santa Martha Acatitla, de donde salió tres años después, sólo fueron tres mujeres presas del 68 ella, Tita y una madre de familia que buscaba a sus hijas. El ejemplo de Ana Ignacia Rodríguez es un caso particular, ya que es una de las pocas mujeres que se ha atrevido a hablar de los acontecimientos del 2 de octubre de 1968 y la represión sufrida por sus compañeros y habitantes de la época. Actualmente vive en la ciudad de México, es integrante del Comité 68, asiste como conferencista a diversas instituciones públicas y educativas

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a hablar sobre Derechos Humanos y el papel de la mujer en la sociedad actual. Con esto el lector se puede dar cuenta, por un lado, que el despertar y el querer cambiar las cosas, por el bien de la sociedad, trae consigo consecuencias que cortan la libertad, considero que actualmente un movimiento social terminaría como muchos otros después del 68 del siglo pasado, lleno de represión. Por otro lado, se debe voltear la mirada desde el presente y replantear a partir del conocimiento histórico lo que el movimiento dejó no sólo en la llamada democratización, sino también en el actual desenvolvimiento de la mujer, mujeres con cargos nunca antes vistos desde 1976 con la llegada de Griselda Álvarez como primera gobernadora en Colima y muchas otras que actualmente ocupan puestos antes prohibidos, esas mujeres, amas de casa que salieron a trabajar y tantos oficios los cuales observamos a diario, de igual forma como pregunta final cabe decir ¿cómo se educa a las jóvenes actualmente y cuál es su perspectiva hacía el tiempo que les ha tocado vivir?

Bibliografía: Agustín, José (1996), La contracultura en México: la historia y el significado de los rebeldes sin causa, los jipitecas, los punks y las bandas, Grijalbo, México. Poniatowska, Elena (1998), La noche de Tlatelolco, Era, México. Hemerografía:

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Ana Lau, “Todas contra la dictadura: las precursoras”, en Proceso-bicentenario, junio 2009, México. Martha Rocha, “Propagandistas, soldaderas y soldados en la Revolución Mexicana” en Proceso- bicentenario, junio 2009, México. Referencias electrónicas: Alvarado García, Victor Manuel, (2006), La Nacha: alborotadora en el 68, entrevista realizada en septiembre de 2006 en la ciudad de México, en www.laletraausente. com/laletraausente4/4nicho1.htm Consultado el 17 de septiembre 2011. Holzfeind, Heidrun, (2001), México 68. Entrevistas realizadas a activistas del movimiento estudiantil en http://www.mexico68.net/files/mex68spanishrz.pdf Consultado el 30 de septiembre 2011.

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ace varias semanas atrás la atención de los mexicanos se centró en el desliz que tuvo el ex gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, cuando, en la fil de Guadalajara 2011, un periodista español le preguntó sobre los tres libros que marcaron su vida política y el ex gobernador mexiquense no pudo citar ninguno. Inmediatamente, en sitios como You Tube, apareció el video que mostraba a Peña Nieto pariendo chayotes al tratar de responder al periodista español y, en cuestión

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de horas, creativas imágenes aparecieron en las redes sociales, Facebook y Twitter, en las que se hizo mofa de dicho político. El descontento por parte de su hija, el novio de su hija y algunos periodistas de cierta televisora no tardó en manifestarse; desafortunadamente, lejos de ayudar a mejorar la imagen de Peña, lo quemaron aún más, perjudicando así su campaña electoral para la presidencia de México en 2012. Nada justifica que no supiera citar tres li-

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bros, puesto que incluso presentó un libro de su autoría en esa misma feria una semana antes y para escribirlo tuvo que inspirarse en otros textos, también pudo citar alguno de los que leyó cuando cursó su licenciatura en derecho. Se podrá decir que somos muchos los mexicanos que tampoco podríamos citar la misma cantidad de títulos o autores, la diferencia es que Peña quiere gobernar al país; así que esta vez no me parece justo que sus defensores nos quieran medir con la misma vara a todos. Bien lo expresó Axel Didriksson al decir que Existen dos tipos de ignorancia. Una proviene de la desigualdad social y la pobreza, por la falta de oportunidades que tienen millones de niños y jóvenes, de adultos y marginados del campo o de la ciudad para alcanzar un grado de escolaridad básica que les permita leer y escribir con soltura y conocimiento a lo largo de su vida. Otro tipo de ignorancia proviene de quien cree que sabe pero sostiene y reproduce falacias, medias verdades o mentiras, como es el caso de la nueva estirpe del político mexicano, que ha tenido la oportunidad de estudiar, sacar títulos, ir al extranjero a sacar más títulos y cubrir un nivel de escolaridad media superior o superior, y a pesar de ello no ha alcanzado a leer un libro entero durante toda su vida, ni escribir lo que piensa, ni tienen una dicción adecuada y que cuando se les pregunta, como ha ocurrido, sobre su nivel de lectura sus respuestas sean totalmente pedestres. (Dridiksson, 2011: s/p).

En fin, una vez escrito lo anterior, no es mi intención continuar con este tema. En lo que realmente me quiero enfocar es en las

reacciones que hubo en las redes sociales, principalmente Facebook, pocos días después de ocurrido dicho desliz. Me atrevo a decir que todos los que usamos esta red social vimos por lo menos una de las imágenes de las llamadas #LibreríaPeñaNieto, algunos otros llegamos a publicar alguna de ellas en nuestro perfil y, como era de esperarse, todo mundo comentaba la imagen y eso fue lo que llamó mi atención, no la imagen, tampoco el hecho de que opinaran, sino lo que opinaban. El primer mensaje que llamó mi atención fue el de una compañera que escribió “la mayoría de los que están criticando a Peña Nieto lo hacen con faltas de ortografía”; por un momento pensé que lo estaba defendiendo o algo por el estilo, pero al revisar las críticas de varios jóvenes indignados por la falta de lectura del ex gobernador, me di cuenta que efectivamente tenían faltas de ortografía básicas; así que la primera idea que cruzó mi mente fue que somos muy buenos para ver la astilla en el ojo del otro. Si se va a criticar a alguien que no pudo citar tres libros, lo cual es evidencia de que no lee, es porque entonces nosotros sí hemos leído y, por lo tanto, es justo pensar que a partir de esa lectura hemos desarrollado la cualidad de escribir correctamente. En otra imagen, procuré ignorar la ortografía en los comentarios de los chavos que opinaban, primero, porque no soy un especialista en letras; segundo, porque me pareció justo leerlos debido a que se toma-

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ron la molestia de escribir lo que pensaban. La mayoría de los que emitían su opinión fueron jóvenes de no más de 25 años de edad, algunos de ellos con estudios superiores o al menos del nivel medio superior, es decir, jóvenes que han tenido la oportunidad de estudiar más allá del nivel básico; es decir, son personas que no encajarían con el primer tipo de ignorancia descrito por Didriksson debido a que han tenido la oportunidad de superar sus estudios, cuentan con acceso a Internet, lo que a su vez los lleva a tener la facilidad de obtener una mayor cantidad de información que les permita hacerse de un amplio criterio, sin embargo, todo indica que esto ha sido en vano, pues el contenido de sus comentarios dejan ver que la crítica que hacen carece de reflexión y de una toma de conciencia sobre la realidad actual que viven millones de mexicanos, haciendo parecer que los problemas por lo que atraviesa el país se pueden resolver de manera fácil y rápida, así que por esas razones bien pudiera encasillárseles en el segundo tipo de ignorancia. El problema que encontré en las opiniones de estos jóvenes es que no se hacían ninguna propuesta que se enfocara en resolver preguntas como: ¿qué podemos hacer como ciudadanos para exigir mejores servidores públicos?, ¿cómo fomentar el conocimiento de los derechos y obligaciones que tenemos los ciudadanos dentro de la vida política de nuestro país?, ¿qué podemos hacer desde nuestras comunidades o escuelas para romper con la poca cultura 26

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política que tenemos la mayoría de la población?, en fin, una amplia serie de preguntas que nos interesarían; pero no, las opiniones eran todo lo contrario, sólo se limitaban a expresar su descontento acerca de las personas de sectores bajos de la población que venden su voto a cambio de algunos artículos de baja calidad o por despensas y que van de acarreados a los mítines de los candidatos. Lo que estos jóvenes olvidan a la hora de escribir esos comentarios es que mucha de esa gente no cuenta con un trabajo bien remunerado o estable, por consecuencia, difícilmente tienen la oportunidad de adquirir productos de la canasta básica; algunos otros no tuvieron la oportunidad de asistir a una escuela o de terminar la primaria o secundaria y por lo tanto no son concientes de lo que implica ir a emitir el voto, ya que para ellos sólo se trata de ir a tachar una papeleta, su realidad es muy distinta a la que muchos de nosotros tenemos, así que no me parece justo que se haga una crítica superficial por parte de personas que no saben lo que es vivir bajo esas circunstancias. Los comentarios que desde mi parecer carecían de cualquier fundamento, eran aquellos en los que los autores querían que la gente dejara de seguir a los partidos políticos y que se organizaran para llevar a cabo una revolución armada, lo cual hace evidente su falta de información y de formación, porque no saben lo que significa

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organizar un conflicto armado que va desde contar con recursos materiales, económicos y humanos, hasta contar con un proyecto de nación bien estructurado al que se debiera llegar al final de éste, además de lo difícil que es movilizar a las masas. Así que al ver este tipo de comentarios queda la interrogante: ¿Cómo vamos a exigirles un mejor desempeño y preparación a los servidores públicos o representantes populares, si nosotros mismos tampoco sabemos qué hacer para mejorar el país desde nuestro entorno y no podemos ayudarnos entre nosotros?

Bibliografía: Didriksson, Axel (2011), “Peña Nieto: peligrosa ignorancia”, Proceso, No. 1832, en http://www.proceso.com. mx/?p=290912, consultada el día 13 de diciembre.

En conclusión, si contamos con acceso a Internet, en especial a las redes sociales, y queremos opinar sobre algún acontecimiento o tema, lo podemos hacer libremente, pero si queremos que nuestra opinión se tome en cuenta entonces debemos darle seriedad y hacer una propuesta crítica de lo que decimos, sustentándola con argumentos válidos y coherentes. Porque si nos vamos a dedicar a construir castillos en el aire al proponer acciones fuera del alcance de la mayoría de la sociedad y atacar o invalidar opiniones contrarias, en lugar de proponer ideas para generar propuestas que mejoren aquello que sabemos que está mal, entonces sugiero que no opinemos y usemos Facebook como lo usamos la mayoría de los jóvenes, para divertirnos.

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entro de una sociedad dinámica y cambiante es imposible enseñar en las instituciones educativas todas las habilidades, conocimientos y destrezas que un ser humano requiere para su desarrollo vital. Hoy en día, cuando se pretende estudiar alguna ciencia social es fácil recurrir a un sinfín de fuentes, métodos y teorías; sin embargo, ocasionalmente es posible recurrir a aquellas que no son tan comunes, pero no de menor importancia. Es así como podemos llegar al uso de la tradición oral, el periodismo, la televisión, la fotografía, la literatura, el arte, la arquitectura, el teatro o cualquier forma de expresión humana. En este caso nos referimos al séptimo arte: el cine. En la interminable búsqueda de métodos y materiales que mejoren la capacidad intelectual del humano, éste ignora a veces que sus principales expresiones, tanto artísticas como intelectuales, sirven como medio para su autoconocimiento, pero también para el conocimiento de la sociedad en general. Es por eso que busca elementos y formas para desarrollarse de la mejor manera posible. Para este caso recurre al uso del cine como una herramienta para mejorar su intelecto. El cine se considera una manera de entretenimiento, pero desde su nacimiento, en el siglo XX, es valorado como una fuente de conocimiento, tanto histórico, como social o filosófico, ya que podemos mencionar que su valor como un testimonio de la

época mejora la capacidad de crítica y abstracción de ideas relacionadas con el acaecer social. Gracias a esto, el cine es utilizado actualmente en la didáctica de las ciencias sociales y las humanidades, con todo el potencial que permite un valioso intercambio comunicativo, a pesar de que la mayoría se empeña en verlo únicamente como un medio de entretenimiento. A través del tiempo, el cine ha demostrado que puede ayudarnos a enseñar lo que las disciplinas humanísticas y sociales pretenden. Para ello debe entenderse que las ciencias sociales estudian al hombre en conjunto con otros, su forma de vida a través del tiempo y las conductas que ejerce colectivamente. Como ejemplo tenemos a la sociología, la antropología social, la etnología y la historia. Las humanidades estudian al hombre desde un punto de vista social, pero también lo hacen a través de las artes, su pensamiento y sus expresiones espirituales. Algunas disciplinas afines son la filosofía, la literatura y el teatro. Es por esto que consideramos que el cine funciona como una fuente didáctica que permite que el consumidor sea transportado en el tiempo y momento de los sucesos que marcaron un cambio importante en la sociedad. El séptimo arte es un gran apoyo para que el científico social o humanista pueda dar a conocer algún suceso relevante para nosotros. El utilizar el cine para enseñar estas disciplinas implica introducir contenidos y estrategias de aprendizaje que

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auxilien al público a profundizar, analizar y desarrollar un conocimiento que no únicamente dure hasta el final de la enseñanza académica, sino que perdure un largo período de su existencia e impacte en su vida cotidiana. Alejandro Galindo expresa que “para comprender [los procesos históricosociales] son necesarias la capacidad imaginativa y la buena disposición del lector para observar el relato, y en cuanto al [científico, estudioso, alumno o público en general] con ausencia total de simpatías o antipatías, examinar y reconstruir los hechos objetivamente y con apego a la verdad.” (Galindo,1985: 22). Por tal motivo, es de vital importancia que en la enseñanza de las ciencias sociales y disciplinas humanísticas, el cine ocupe un espacio para la crítica, la reflexión y la abstracción del panorama de los hechos. Al entrar al siglo XXI el cine ha cambiado de forma drástica, lo que ocasionó que la mercadotecnia y la industria se apoderaran del séptimo arte como un medio más de consumo. Pero, a pesar de esto, no debemos detenernos en la búsqueda de una película lo más apegada objetivamente a los acontecimientos, es decir, de carácter científico, ya que lo importante no es determinada película; por el contrario, será mirar los efectos que desencadenó ésta. Nos referimos a la forma en que la recibe la sociedad y la finalidad de ésta en el escenario mundial.

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Es difícil elegir una película que trate algún tema relacionado con estas ciencias. Se desconoce su contenido hasta observarla y someterle a crítica. Esto se torna aún más complejo cuando se desconoce la reputación y preparación del director del filme. También es necesario distinguir el cine que habla de una época del que es propiamente de una; a pesar de esto último no dejan ambas de ser cine didáctico, es decir, con carácter de importante a nivel social. Para García Escudero (1971: 102), son tres las condiciones para hacer cine histórico, sin embargo, consideraremos su criterio para hacer cine a nivel general. La primera habla sobre el sujeto que hace cine: debe ser buen conocedor de la historia –que en este caso sería de los procesos sociales, políticos, económicos, etcétera-. Posteriormente viene el respeto a éstos, es decir, tener una visión objetiva ante ellos. Finalmente debe darse una vuelta a ella (la historia) para encontrar la moraleja “moral”, política o social. Aunque la mayoría de los cineastas no tomen en cuenta lo anterior, esto no impide que el trabajo que realicen no sirva para comprender los trasfondos sociales; todo lo contrario, para nosotros ¿Hasta qué punto la ficción es real y la realidad es ficción? Para que una película pueda ser una herramienta educativa debe tener la capacidad de sumergirse en la vida interpretativa de la persona, es decir, la función de la película es mover sentimientos y emociones, influir en valores, en modelos de identidad, en

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la manera que las personas captan el mundo y todo lo humano. Cuando la persona relaciona alguna escena de una película con un sentimiento, es como él retiene la escena y la relaciona con la sensación que le provocó la misma. El cine nos da la posibilidad de reflejar al mundo y al imaginario social donde se desarrollan todos los acontecimientos humanos (García, 2010: 37). El cine nos otorga un discurso sobre el hombre y su realidad debido a que es un instrumento narrativo por la capacidad que tiene para transportarnos a otras épocas o momentos, y tiende a contar una historia, mantener al espectador entretenido y al mismo tiempo generar un conocimiento. Por tanto, provoca que sea una fuente útil para la enseñanza; es un recurso por el que se accede al conocimiento y ofrece variedad de posibilidades informativas. Es capaz de plasmar las ansias, aspiraciones, deseos y características de una sociedad a lo largo del tiempo; pero su poder evocador no termina ahí, pues también es capaz de reflejar en sus temáticas y argumentos las transformaciones y cambios que marcan la historia y realidad de un país. El cine nos ayuda a ver y sentir, enriquece nuestro pensamiento y sentimientos, nos hace críticos y sensitivamente abiertos al lenguaje y a adquirir e incrementar el conocimiento.

Para poder mejorar nuestra forma de ver películas que ayuden a la construcción de conocimiento histórico y social, se necesita enseñar a ver cine, lo que significa interrelacionar y encontrar sentido a las experiencias y acontecimientos sociales, educar nuestros pensamientos hacia interpretaciones convincentes que permitan convertirnos en espectadores creativos, activos y críticos de la realidad. Es muy cierto que cada individuo selecciona los contenidos según sus intereses, pero para que realmente se entienda el objetivo y finalidad que tiene la película, es necesario seleccionar el contenido, acompañado de un orden, es decir, debe tenerse coherencia. Esto se debe hacer con conocimientos previos. El cine es un recurso didáctico y una herramienta indispensable para la educación de las ciencias sociales y humanidades. Podemos atribuir que esto se da porque el cine induce a que exista un interés por parte de los jóvenes, sector de la población con menor interés en estas disciplinas, y posteriormente al público en general; además que ayuda a ejemplificar procesos, fenómenos y lecciones históricas. El contendido de la película ayuda a generar una dinámica de debate o discusión entre todos nosotros, lo que impulsa nuestra participación en todos los ámbitos. Ésta nos ayuda a retener y entender el porqué del problema a discutir. El juicio crítico es el instrumento que en estas ciencias debe ejecutarse con frecuencia para analizar la realidad de los

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procesos sociales, políticos, económicos y mentales que día a día se viven en el presente y a lo largo de la historia. Sin éste, el conocimiento no tendría un propósito en la sociedad y mucho menos en la educación en general.

García Escudero, José María (1971), Vamos a hablar de cine, Salvat Editores, España.

Conclusiones En la enseñanza de las ciencias sociales y otras disciplinas comunes, es necesario recurrir a otros métodos y recursos didácticos que mejoren la comprensión de los procesos históricos y sociales. Recurrir a una forma de entretenimiento como herramienta de enseñanza facilita la atención del público y todos nosotros en la educación. Inconscientemente nos hace seres sensibles y capaces de generar críticas constructivas mediante el diálogo con otros. A la vez construimos nuestro propio conocimiento y el de todos. Por tal motivo, debemos quitarnos la cortina de los ojos al escoger una película adecuada para escenificar los problemas sociales. Cualquiera sirve, siempre y cuando se someta al juicio crítico y se explote al máximo.

Bibliografía: Galindo, Alejandro (1985), El cine mexicano, México, Editorial edamex, México. García Colorado, Gabriel, et. al.(2010), El cine como recurso didáctico, Trillas, México.

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Muerte: odisea de la vida Mario Alberto Sandoval Molina “Quitar a Dios de la naturaleza es a veces el primer paso para entenderla” Richard Dawkins

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a muerte que tanto inquieta a poetas, filósofos, músicos, biólogos, a presas que muestran desesperación en sus ojos al ser perseguidas por un animal hambriento y a tantas personas más que han indagado profundamente el sentido de la existencia, esa muerte que nos rodea cada segundo, en todas partes hacia donde se dirija nuestra mirada. Desde bacterias que comen bacterias, virus que asesinan a su hospedero, las células que mueren para protegernos, cé-

lulas que se suicidan para modificar la forma del cuerpo y otras que mueren para formar nuestra piel (Muerte celular programada), hasta el insecto que ahora lleva en sus mandíbulas trozos de otro insecto, o todos los seres que han dejado de existir (extinción), es la muerte que nos ha dado vida. Desde el origen de la vida hace 3500 millones de años en lo que Oparin llamó “caldos primigenios”, mientras se estabilizaban las condiciones en el planeta

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Physis - Mario Alberto Sandoval Molina: Muerte: odisea de la vida

para formarse la vida, la muerte acechó a las moléculas simples, que al unirse formaron una estructura más compleja, formando las primeras células que conocerían la muerte; hasta los organismos actuales, pasando por las plantas que colonizaron la tierra, después los anfibios que fueron el primer paso hacia la diversificación de vertebrados en la tierra, hasta los grandes dinosaurios y demás organismos, sin excluir la reciente evolución del hombre, se ha librado la incesante lucha por la supervivencia, en que la muerte se hace presente como un fin ineludible para la existencia y como un mecanismo que permite que la evolución “experimente” nuevas modificaciones que resulten efectivas al ambiente cambiante, asegurando que los descendientes tengan menor dificultad para encontrar alimento; de manera que los viejos “experimentos” de la evolución deben morir gradualmente, como dice Schopenhauer: “Exigir la inmortalidad del individuo es querer perpetuar un error hasta el infinito”, aunque estas especies no sean un error en el sentido estricto. Cuando el hombre adquiere conciencia de la muerte —esto no significa que otros seres vivos se abstraigan de esta capacidad, pues todos estamos expuestos a ser depredados— ha percibido el nacimiento y la muerte de los seres vivos que lo rodean, ha presenciado la muerte de sus congéneres y ha matado para alimentarse y protegerse, es aquí donde cabe hacer una pregunta, ¿Por qué matar a otras especies si no van a servir de alimento, ni mucho menos salta34

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rán malévolamente a atacarte? Claro está, a menos de que sea un carnívoro dispuesto a hacerte su cena, sólo matar porque se les puede matar. El hombre de Neandertal fue la primera especie de Homo que adquiere conciencia sobre la existencia de la muerte, enterrando a sus muertos, más tarde en la historia están los hombres que aspiraban a llegar a la divina gracia de su dios concediéndoles la inmortalidad o por lo menos soñar con llegar a los 969 años, como Matusalén. Desde entonces han surgido vacíos existenciales, que a menudo son llenados por las religiones, dejando de lado la muerte natural como un fin inevitable, como cualquier animal, convirtiéndolo en el eje central de la vida y muerte en el planeta tierra. Como decía, la evolución ha ido moldeando a las especies a lo largo de millones de años a través de la selección natural, haciéndolos capaces de adaptarse a los cambios que presenta su ambiente, dotándoles modificaciones que acarrean alguna ventaja-desventaja, o simplemente son neutrales, o sea, modificaciones “fortuitas” sin meta fija. Estas modificaciones, mejor llamadas mutaciones, se dan a nivel molecular en el adn; que es una molécula en forma de doble hélice, consta de un azúcar: desoxiribosa, un grupo fosfato y bases nitrogenadas: Guanina, Citosina, Adenina y Timina que se unen g-c y a-t, intercalándose para formar el genoma. Las mutaciones se dan cuando se intercambian las secuencias de estas bases

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a lo largo de un segmento de la cadena de adn (genes), estas transformaciones pueden ocasionar cambios externos en la apariencia del individuo, o cambiar la función de la célula, invitando a la muerte a jugar con estos cambios, ocasionando la evolución de las especies o la extinción. Se estima que entre el 95-99 por ciento de todas las especies que han vivido en el planeta se extinguieron, algunas de ellas dejando restos fósiles.

cundar un óvulo, pasando por el desarrollo embrionario cuando muchas células se “suicidaron” para formar los riñones y otros sistemas primordiales en los primeros años de vida mientras se forman las conexiones nerviosas; durante toda la vida del individuo irán muriendo diariamente miles de células, tan sólo con un fin, el buen funcionamiento del cuerpo, con ayuda de la muerte celular programada.

Una manera de evitar la muerte la encontraron organismos unicelulares, pues una vez llegado el momento oportuno se dividen en dos células hijas, sin morir ni dejar cadáver alguno, y a su vez estas repetirán el mismo proceso; aunque se les puede matar por medios ajenos a su funcionamiento, ya sea con antibióticos o hirviendo el agua en que están contenidos. En contraste, los multicelulares como tú, yo, las hormigas, las salamandras, serpientes y demás, sufrimos las consecuencias de la evolución: la muerte. Aunque desde el origen de la vida se han ido seleccionando los individuos que mejor se adaptan a su entorno manteniendo las mutaciones favorables, cabe hacer la pregunta ¿qué beneficio trae la muerte para la vida? Pues con ella, toda la disponibilidad de recursos para asegurar que la descendencia tenga mayores probabilidades de sobrevivir, así como permitir la adaptación en el entorno cambiante.

Todas las células de un individuo, excepto en las gametas sexuales, poseen un genoma idéntico, es decir, tienen genes que codifican para las mismas proteínas. De manera que entre estos genes también están los genes de la muerte que tienen la función de fabricar las armas moleculares que le permitan suicidarse cuando llega el momento oportuno, a esto se le llama muerte celular programada, aunque son muy diferentes a las mutaciones letales que afectan la producción de una proteína esencial acarreándole la muerte. Así, con la muerte, la evolución ha encontrado la manera de solucionar ciertos errores de las células, evitando que pasen estos genes defectuosos. Pero qué sucede si se suprimen estos genes de la muerte, la consecuencia no es una vida larga como Matusalén, que envejecía lentamente, sino la monstruosidad o la deformación, pues se continúan dividiendo las células, de allí que la muerte delimite el número óptimo de células. Incluso hay células cancerosas que fabrican su propio orden molecular de no morir y la mandan al medio para recibirla nuevamente y consiguen seguir vivas y reproducirse.

Aunque no lo parezca, la muerte ha estado presente desde los millones de espermatozoides que perecieron al no fe-

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Con la vejez se ven disminuidos ciertos procesos que normalmente en alguien joven funcionarían más eficientemente, aparecen enfermedades y los mecanismos de reparación celular se ven así también disminuidos ante estas enfermedades, entonces es inevitable la muerte, pero no por vejez, pues siempre existen anomalías que el cuerpo no puede enmendar y terminan por acabar la vida del individuo. El hecho de que se prevengan o se erradiquen enfermedades alimentó la esperanza de la inmortalidad, que es cierto, sí aumentó el promedio de vida, pero aunque fuese así, las células tienen lo que se podría decir “un reloj genético” que les indica la edad en la que debe ocurrir la muerte. De modo que las diferentes especies alcanzan edades diferentes, también en función de su metabolismo, “si vives más rápido mueres más rápido”, alcanzando edades distintas como las mosquitas de fruta que tan sólo viven dos semanas o el árbol de Sequoia sempervirens que alcanza hasta 2500 años, mas sus células no son las mismas que eran cuando germinó la planta, pues el tronco es en mayoría células muertas que sostienen las capas externas de células vivas. Incluso hay una especie, Bacillus circulans, que superó en mucho la proeza de Jesucristo al poderla resucitar de la muerte después de ser encontrada en un deposito salino tras 650 millones de años. Así los individuos también mueren con todas sus células, sin importar que tal vez sea el último individuo vivo de su especie, extinguiéndose.

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En conclusión, la muerte nos lleva a pensar en el camino que ha moldeado la vida en la Tierra y que sucederá con todas las especies dentro de unos cuantos años, nos hace pensar en el final que podrían tener ante la creciente mancha urbana y el impacto que tiene sobre la vida de éstas, de igual forma nos hace imaginar que sucederá con todas las especies si el hombre desaparece. Habrá que pensar que la muerte nos limita y a la vez nos preserva a través de los millones de años que han pasado y vendrán con o sin nosotros, los Homo sapiens, que gracias a la muerte podemos estar aquí leyendo, pensando, que llevamos la muerte por dentro en cada célula que muere por nosotros y segundo a segundo nos lleva a un viaje sin retorno, envejeciendo con nuestros recuerdos. Esa misma muerte que nos puede llevar a la extinción de la especie humana y de todas las especies si continúa con la autodestrucción. Sólo podemos seguir viviendo lo mejor posible pues se viene a vivir una vez, y me queda desearte, querido lector, una buena vida y una tranquila muerte.

Bibliografía Blanck-Cereijido, Fanny y Marcelino Cereijido (2011), La muerte y sus ventajas, FCE, SEP, CONACyT, México. ____________(2002), La vida, el tiempo y la muerte, FCE, SEP, CONACyT, México. Imagen Jacek Yerka, The tree of the world

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De cómo evadir el destino final del universo: La entropía y la máquina más grande construida por el hombre José C. Moreno Dimas

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partir del huevo cósmico original en la singularidad del inicio del tiempo, discurre sin interrupción la flecha del tiempo termodinámica, en que la única dirección de la entropía solo puede ser concebida como una tendencia irresistible de incremento del desorden (entropía

positiva), bajo el cual, en un momento del futuro, llevará a la energía del universo a quedar dispersa en la forma de una tenue y desordenada radiación, el destino del universo fluye hacia un inevitable estado de desorden total­; sin embargo, en tanto eso ocurre, aparecen pequeños destellos de re-

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sistencia de este ineludible destino; la especie humana y su entorno representan uno de estos pequeños destellos.

merado de más de 450 millones de seres humanos usuarios permanentes de este sistema, el cual de forma continua desarrolla un proceso de conversión de energía primaria (carbón, gas, petróleo, vapor geotérmico, reacciones de fisión nuclear, energía hidráulica, etc.) en energía eléctrica ordenada en una forma adecuada para su transporte desde las centrales de producción hasta los puntos de consumo de los usuarios, en plantas industriales de producción o en las propias casas de los seres que conformamos conglomerados.

La vida, la vida inteligente y la civilización son ejemplos de entropía negativa en los que, por medio de ciertos procesos naturales o artificiales, se genera un incremento del orden, a costa de crear más desorden en otro lugar del universo, por ejemplo, la germinación de una semilla en este planeta es un ejemplo de incremento de orden, sin embargo ésta se alimenta con la energía de la luz solar a partir de procesos de fusión nuclear en las entrañas del astro rey a más de 150 millones de kilómetros de distancia, de ahí que la única forma de crear orden en un punto del universo es posible sólo a costa de crear más desorden en otro lugar del mismo universo.

En los puntos de consumo (plantas industriales, casas, oficinas, etc.) la energía eléctrica se convierte en luz, sonido, movimiento, calor y permite mantener los procesos de producción de todos los satisfactores que sostiene la civilización, podemos decir que la civilización misma sería inconcebible sin la existencia de este sistema, esto es, el hecho de que este sistema de conversión, transmisión y distribución de energía dejara de funcionar, representaría el colapso de la civilización humana tal como la conocemos.

Un caso notable de un proceso de este tipo se puede observar en la red de energía eléctrica que sostiene la sociedad industrializada de Norteamérica; si consideramos la definición de la palabra “máquina” como “Aparato o conjunto de aparatos capaces de efectuar un trabajo o función, ya sea dirigida por un operador o de forma autónoma” podemos considerar que la red eléctrica interconectada entre Canadá, Estados Unidos y México representa ahora, y por mucho tiempo, la “Máquina más Grande Construida por el Hombre”.

La idea planteada viene al caso como parte de la reflexión sobre los mecanismos que sostienen a la especie humana en este planeta. Históricamente, las previsiones de la evolución de la sociedad humana planteaban una expectativa catastrofista, según las proposiciones de Robert Malthus, acerca de la disparidad entre el crecimiento poblacional y la producción de alimentos, sin

Para la mayoría de nosotros pasa desapercibido que somos parte del conglo-

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embargo estas ideas fueron certeramente criticadas por Karl Marx proponiendo que la ciencia y su aplicación en forma de tecnología permitirían el crecimiento exponencial de la población. Lograr el crecimiento en progresión geométrica de la población va más allá de mantener vivos miles de millones de seres humanos, sino más bien permite mantener activa una conciencia colectiva que se mantiene permanentemente en evolución, esta conciencia ha logrado hasta ahora, resolver los retos de la permanencia de la especie en el planeta. El efecto del balance deficitario de la producción de orden a partir de generar más desorden, sobre todo cuando éste se produce en el mismo planeta, se manifiesta en los problemas de polución ambiental, procesamiento de materiales de desecho nuclear, operación de mercado de fuentes de energía primaria, etc. Sin embargo, tal como lo preveía Marx, históricamente los retos han sido vencidos a lo largo del desarrollo de la humanidad y es previsible que los retos actuales sean superados… y previsiblemente en una cadena interminable se produzcan otros.

etc. Es un sueño que de hacerse realidad se convertiría en una pesadilla, pues colocaría a la especie humana ante un inminente proceso de extinción. Así como plantean los preceptos Darwinianos de la adaptación de las especies, es posible que la conciencia colectiva de la especie humana sea sujeta de un proceso similar, en el cual la creación de nuevas soluciones plantea la creación de nuevos problemas, como una forma de encontrar una salida para evadir el destino final del universo. Bibliografía: Asimov, Isaac (1987), Soles en Explosión, Ed. Planeta, Buenos Aires. Hawking, Stephen (2005), Historia del Tiempo: Del Big Bang a los agujeros negros, Crítica, Barcelona. Russell, Bertrand (1983), La Perspectiva Científica, Sarpe, Madrid. Sagan, Carl (1982), Los Dragones del Edén, Grijalbo, Buenos Aires.

Estamos atrapados en este proceso, las propuestas idealistas de retorno a la esencia de la “naturaleza humana” en un ambiente natural libre de contaminación, sustancias químicas perniciosas, sobrepoblación, inequitativa distribución de la riqueza,

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La estética de lo siniestro: Psicosis de Alfred Hitchcock Teresa de Jesús López Florian

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asa­­­dos más de 50 años desde su estreno, Psicosis es una película en la que el espectador no sólo queda aterrorizado por la historia y sus consecuencias, sino también maravillado por la música, fotografía e interpretaciones. Objeto de

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muchas versiones, remakes e imitaciones, Psicosis ha sido siempre una película vanguardista que en su tiempo cambió radicalmente el cine de terror. Tanto este film como el de Vértigo constituyen dos obras cumbre en la filmografía de este director y de la his-

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toria del cine. Precisamente, el objetivo de este breve escrito es analizar, en uno de sus films, uno de esos elementos que hicieron de Hitchcock “el maestro del suspenso”: la categoría estética de lo siniestro. Las ideas, los mitos, las pasiones, los sueños, nuestros miedos y secretos son factores que Hitchcock ha de utilizar en su producción: algo que “debiendo permanecer oculto se revela”. (Trías, 2006: 45) De ahí su afán por el suspenso, que podría describirse como “el método según el cual tres o más líneas de acción entrecruzadas que abocan a una confluencia o a un acorde dramático previsible, se cortan en zigzag mediante un desmenuzamiento analítico de las operaciones reales que conducen este clímax” (Ibíd. 88). Es decir, el director advierte o enseña al espectador algo que los personajes del film ignoran; a partir de eso construye una tensión acerca de lo que pasará cuando se den cuenta los protagonistas: retarda o acelera el tiempo, lo estanca, lo vuelve frenético, jugándose toda la operación entre las pasiones desencadenadas por los personajes, sus situaciones y las emociones complejas previsibles del espectador. A decir verdad, el trabajo de Hitchcock consiste en alimentar el drama, en anudarlo cada vez más estrechamente, dándole el máximo de intensidad antes de desenredarlo muy aprisa tras un paroxismo. Esta voluntad feroz de retener la atención cueste lo que cueste y, como dice él mismo, de crear y luego preservar la emoción a fin

de mantener la tensión, convierte a sus films en algo muy particular e inimitable, pues Hitchcock ejerce su influencia y su dominio, no sólo sobre los momentos cumbres de la historia, sino también sobre las escenas de exposición, las escenas de transición y todas las escenas habitualmente ingratas en los films. El elemento del suspenso es la mitad de Hitchcock, la otra mitad es lo siniestro. “Aquella suerte de sensación de espanto que se adhiere a las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás” (Freud, 1993: 2); en palabras del mismo Freud, sería una definición —paradójica y sugestiva sin duda— de lo siniestro (Unheimliche), que tiene su origen en la contraposición con el término alemán Heimliche, que significa lo propio de la casa, lo que no es extraño, lo familiar, lo dócil, lo íntimo, lo confidencial, lo que recuerda el hogar (Ídem.), algo que evoca bienestar. La expresión Heimliche desemboca en una segunda acepción que por extensión significa: “lo secreto, lo oculto” (Ibíd.,3), en este sentido no se opondría al termino como tal de Unheimliche y podríamos afirmar lo siguiente: es siniestro aquello, heimliche o unheimliche, que fue familiar y ha llegado a resultar extraño e inhóspito, la realización de un deseo que el sujeto se le ve prohibido formular; algo que al develarse, muestra su faz siniestra, pese a ser en realidad, muy familiar. En general, Freud sugiere, que lo siniestro se da cuando lo fantástico se produce en lo real; o cuando lo real asume enteramente el carácter de lo fantástico. En pocas palabras, lo

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siniestro puede entenderse como la realización absoluta de un deseo (en esencia siempre oculto, prohibido o semicensurado). Acercándonos un poco más al film, ya sabiendo que es lo que se entiende por lo siniestro, veamos que podemos leer en él. En la primera parte de la película tenemos a una actriz principal, una chica de Phoenix que mantiene una relación amorosa, pero no puede ir más allá de los encuentros casuales por cuestiones económicas, hurta una gran cantidad de dinero de su trabajo y huye. Hasta este punto la pequeña trama creada entre estos personajes no representa nada fuera de lo común: se desarrolla el drama de una pareja que encarna la antítesis del típico matrimonio convencional, sus encuentros clandestinos, la precariedad económica, el anterior fracaso matrimonial del amante con sus inacabables consecuencias. Todo esto nos hará cómplices benévolos del robo y posterior huída, que la protagonista, Marion, efectuará momentos más tarde como solución a la angustiosa situación, en la que promete desarrollarse su inminente futuro; lo que nos podría mantener en espera es saber si logran atrapar a la desesperada amante. Pero la trama queda rota, y al parecer sustituida, cuando en la fuga y en una noche lluviosa, la protagonista decide irse a dormir en un apartado motel de carretera regido por Norman Bates. Cuando a mitad de la película después de la brutal y eléctrica escena donde la protagonista es sorprendida por alguien que parece ser una anciana y nos percatamos de que “nuestra heroína” 42

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es asesinada, tenemos la terrible sensación de que la película se ha terminado, de que lo que temíamos y secretamente deseábamos, identificados con la trama y situación del film, se ha hecho realidad. El asesinato de un personaje principal casi en la tercera parte de la trama provoca un auténtico shock y una sensación absoluta de desorientación, queda bruscamente rota la sutil red de identificaciones que proporcionaba al espectador las fuentes esenciales del interés por el drama desarrollado ante sus ojos. La ruptura de la trama da un giro de 180 grados: las imágenes, los diálogos y las acciones cobran un sentido radicalmente distinto, opuesto, como si viéramos otra película, una segunda película superpuesta a la primera, donde todo ha sido trastornado para que, en la primera visión, cayéramos en la lógica de la primera sucesión de cuadros que se muestra. En esta segunda película, aún queda por saber qué ha sucedido, quién la ha asesinado, quién se oculta en las sombras y comete estos crímenes. Con la superposición de la película, obtenemos un nuevo protagonista, Norman Bates, el encargado del motel. En él encontramos una inestabilidad emocional y psicológica severa y también una enfermiza relación con su madre. ¿Cómo termina Psicosis? Después de un segundo asesinato, se revela que Norman Bates, traumatizado por la relación con su madre difunta, asume ese papel en su mente y ha matado a aquellos que pongan “en peligro” su vínculo.

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Pero ¿dónde está lo siniestro? Realmente no pretendo establecer con toda exactitud en qué elemento está eso que llamamos siniestro. Podemos pensar que radica en la trama de la historia, en el perverso papel de Norman Bates, un sujeto que sufre de doble personalidad, que es homicida, y que al final de la película se transforma por completo en su madre y deja atrás aquel Norman que un día fue. Norman Bates encarna en Psicosis la irracionalidad del Mal, resumido en una figura afable y hasta ridícula, una idea del Mal que dejaba de ser caricaturesco o sobrenatural y que pasaba a formar parte de aquello que está más oculto en el hombre: el inconsciente. Recordemos que los antiguos enemigos de E.U se han ido, los fascistas de la Segunda Guerra estaban muertos, e incluso los comunistas rusos parecían menos peligrosos que los horrores que podían desatarse en lo profundo del corazón del país, en la típica familia americana. También podemos suponer que lo siniestro de Psicosis está en el manejo los planos de Hitchcock: en tercera y primera persona1; el hecho de que la película estuviera filmada en blanco y negro, acentuando el misterio de la historia; el juego de imágenes y secuencias horizontales y las verticales, uti1

En "tercera persona", la cámara es un observador neutral de los eventos que ocurren en la película, mientras que la cámara en "primera persona" vincula a su audiencia con los principales personajes de una forma imposible de evitar.

lizados para crear tensión en el espectador2; el hecho de que en la escena de la ducha no aparezca ninguna herida , algo claramente intencionado para que así el espectador lo tenga que imaginar, por lo que la sugerencia da más suspenso; en la música de Bernard Herrmann3, que sustituye muchas veces los diálogos e impacta de una manera brutal; ó quizás la escena de la ducha, centro nervioso de la película, con el agua corriendo en remolino hasta el desagüe por donde se escapa la sangre (y la vida) de Marion Crane, hasta aquel largo zoom-out que comienza en el ojo de la víctima y que termina en el montón de dinero olvidado sobre la mesa de noche, mostrándonos que el motivo del crimen no ha sido el afán de lucro, sino los oscuros pasadizos de la locura. La imagen final de Norman Bates satisfecho de haber cumplido por completo su deseo —la afanosa búsqueda por devolverle la vida a su madre— nos habla de un hombre que ha satisfecho en la realidad su objetivo, la imagen misma del efecto que 2

Lo horizontal representa la tranquilidad, teniendo como exponente el motel y por otra parte tenemos la casa de la colina que nos muestra un elemento vertical lo que nos desconcierta en cierto sentido, también podemos tomar como ejemplo el movimiento del cuchillo subiendo y bajando.

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Bernard Herrmann, realizó la banda sonora del film Psicosis en 1960, describía su música para Psicosis como blanca y negra, sólo cuerdas, nadas más, porque quería reflejar la desnudez del blanco y negro en la película.

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produce en el sujeto ese poder. Y el resultado de todo ello es lo siniestro: ¿o no es lo siniestro el cumplimiento en lo real de un sueño que al fin se revela en pesadilla? Norman Bates es la imagen misma del hombre satisfecho pero derrotado por su propio poder, es la imagen de aquel que despierta de un sueño, su sueño, el sueño primordial que le confiere su identidad, de aquel hombre que una vez constituido por ese sueño se precipita al abismo. Y los sueños, sueños son, pero como dice Unamuno, esos sueños revelados son vida, y el sujeto sabiendo esto se percata de lo que lo constituye, el poder de su pasión, pero a su vez sabe la inminente derrota que le produce saber su misma finitud, tan frágil y tan sutil como un sueño. En los últimos cuadros que vemos aparece esa sonrisa macabra que devela por completo la visión del horror y de lo siniestro.

Bibliografía: Freud, S. (1993). “Lo siniestro”. En S. Freud, Obras Completas (Vol. XVII), Amorrortu, Buenos Aires. Stefano, J. (Escritor), & Hitchcock (Dirección). (1960). Psicosis. Estados Unidos. Trías, E. (2006). Lo bello y lo siniestro, De bolsillo, España. Truffaut, F. (1974). El cine según Hitchcock, Alianza, Madrid.

Finalmente Hitchcock originó un curso de imágenes, a partir de su visión, en donde construyó del misterio y de nuestros secretos algo temible. “Lo bello es el comienzo de lo terrible que los humanos podemos soportar” dicta el aforismo de Rilke , y ese comienzo “nos aventura, como tentación, hacia el corazón de la tiniebla, fuente y origen de misterios que debiendo permanecer ocultos , producen en nosotros, el sentimiento de lo siniestro” (Trías, 2006: 43).

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La historia de un convento entre las minas María Elena Cruz Baena

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n México existen muchos ejemplos de arte colonial, algunos mejor conservados y con suerte, otros cuentan con difusión turística; sin embargo, me parece interesante hablar de aquellas joyas que se han entretejido con el tiempo y sus mismas comunidades los han ido devorando, quedando un poco en el olvido y en la espera de volver a ser observados. Es precisamente en este artículo que aprovecho para hablar un poco acerca de uno de los conventos franciscanos que, a pesar de su deterioro, está ansioso por contarnos su historia; una historia que bien

vale la pena rescatar. Para ello es necesario comentar brevemente acerca de la llegada de los franciscanos, la idea de los conventos en la Nueva España y posteriormente puntualizar en el tema del Convento de San Antonio de Padua en Sultepec, Estado de México. I. Los franciscanos y los conventos Una de las justificaciones de la Conquista de América fue la evangelización indígena, ésta se encontró completamente apoyada por la Corona Española, ya que uno de sus intereses primordiales era darle un contra-

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peso a la Reforma que se había presentado en Europa; con esto se trataba de demostrar que la Monarquía era capaz de controlar y dominar nuevas tierras a partir de la única y verdadera religión (Cosío, 1976: 328). Desde el arribo de Cortés a tierras americanas, la religión mesoamericana fue condenada por los españoles, los rituales que los indígenas realizaban y las figuras e imágenes que adoraban fueron algunos de los actos que los europeos sólo pudieron explicar como satánicos. Hernán Cortés, junto con su ejército, comenzó con la evangelización; sin embargo, era necesaria la presencia institucional religiosa, por lo que a petición de Cortés y por orden de la Corona Española fueron enviados doce franciscanos a la Nueva España.1 En 1524 llegó a México el grupo de los 12 franciscanos (Ibídem), esta orden fue la dueña de Nueva España prácticamente durante los primeros años de la Conquista, ya que tenía el absoluto permiso por parte de la Corona para evangelizar bajo las normas que mejor le pareciesen; los franciscanos no tuvieron un límite territorial, gracias a lo cual lograron una amplia expansión. De esta forma inicia la construcción de conventos en sitios estratégicos. Es interesante mencionar que estas edificaciones realizadas por manos indígenas cumplen con varios objetivos: primero que nada 1

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Véase: Bernal Díaz del Castillo, Historia de la Conquista de la Nueva España, pp. 449 y 450. páginas 45-48

se trataba de ser el lugar de vivienda de los frailes; se sabe bien que la conquista espiritual de México no fue un proceso rápido ni pacífico, al contrario, siempre estaba latente la posibilidad de una rebelión indígena, por lo que estas construcciones religiosas también cumplían la función de fortaleza. Esta intención de ser una fortaleza también se ve reflejada con la presencia de los atrios, es decir, un espacio delimitado y protegido frente al convento, muchos de estos espacios eran utilizados como cementerios y a su vez los atrios durante el siglo XVI fueron sitios que permitieron el alojamiento de grandes masas de indios para la evangelización, ya que en ellos se realizaban fiestas y ceremonias religiosas, por lo que posteriormente fue necesaria la creación de las capillas abiertas que terminaron de complementar al atrio para los actos religiosos (Ricard, 2001: 265268). Es importante mencionar que los conventos, además de ser sitios de catequismo, se convirtieron también en centros artísticos, ya que además de que los franciscanos se dedicaban a su desarrollo intelectual, los indios aprendían pintura, escultura, tallado, música y teatro. II. El Convento de San Antonio de Padua Una vez consumada la conquista, Hernán Cortés mandó realizar una expedición encabezada por Gonzalo de Umbría para buscar los lugares de donde provenía el oro que los indios tenían. Los españoles encontraron la región habitada por los matlatzincas y poste-

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riormente conquistada por los mexicas que era llamado Zocotepec (Cerro de las codornices), poseía metales preciosos, por lo que se apoderaron del sitio y en 1523 se fundó el pueblo de Sultepec, formando parte de la llamada “Provincia de la Plata”, ésta también la conformaban Taxco, Tlatlaya, Amatepec, Zacualpan, Temascaltepec y Texcaltitlán. Era tal la importancia y riqueza del sitio que inclusive el mismo Hernán Cortés compró dos de las minas más ricas: “La Albarrada” y “Robledal” (Joaquín, 1999: 89).­­

general. Los frailes al tomar el hábito adoptaban el nombre del santo que imitarían, la vida de estos frailes era de disciplina severa y como reflejo de los votos de pobreza las celdas eran austeras; se menciona que debían mantenerse limpias, con una imagen de papel en el muro y una tarima de madera como lecho, con sólo una manta para cubrirse. En este convento vivían más de 12 religiosos que además, también, se encargaban de dirigir y administrar la Tercera Orden Franciscana (Sandoval, 2011: octubre 15).

Debido a que Sultepec se convirtió en una población de suma importancia, fue necesaria la presencia religiosa. Gracias a las “Relaciones de las minas de Sultepec” sabemos que el Convento de San Antonio de Padua fue fundado en 1599 bajo la licencia del virrey Luis de Velasco. Este convento fue construido y habitado por “Los Dieguinos Descalzas de Estricta Observancia”, se trata de una rama franciscana fundada por Pedro de Alcántara con la intención de volver a la tendencia original de la orden, cuyos primeros 20 miembros llegaron a Nueva España en 1576 bajo la dirección de Fray Pedro de Alfaro (Romero, 1972: 55-56). Un tercer grupo de Dieguinos Descalzos llegó a Nueva España encabezados por Fray Miguel de Talavera, siendo estos los que se establecerían en el convento de Sultepec (Joaquín, 1999: 89-90).

La portada de la capilla de Guadalupe perteneciente al convento es de estilo Barroco salomónico, en el interior se hallan altares forrados en laminilla de oro que pertenecen también al Barroco (Morales, 2007: 275). Es interesante mencionar que este convento conserva piezas únicas, entre las que se hallan un órgano que probablemente pertenezca al mismo siglo de construcción del convento, el cual actualmente se encuentra desarmado y sin ningún proyecto de restauración o de rescate; también existe un Cristo de caña del que se ha creado la hipótesis acerca de su procedencia tarasca o tenochca (Romero, 1972: 95); el monumento histórico tiene también un resguardo de libros coloniales que no cuenta con ningún tipo de inventariado ni catalogación y lamentablemente, debido a las malas condiciones, el polvo y la polilla, se han deteriorado bastante. También es interesante señalar la presencia de una pequeña figura tallada en madera de la “Virgen de la Rosa”, por

La orden de los Dieguinos Descalzas cumplía con la pobreza, la castidad y la renunciación y conforme a un estatuto

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sus características se puede decir que esta pieza es de manufactura europea. III. Conclusiones Es importante reconocer aquellos elementos particulares que nos permiten reconstruir una historia general; es decir, más allá de poder entender una serie de sucesos cronológicos, se deben analizar, estudiar e investigar aquellos ejemplos de manera individual, que en conjunto conforman un panorama mayor. Estos testimonios históricos se convierten en evidencias que además de formar parte de un criterio científico, pertenecen también al ámbito cultural, en otras palabras, hablamos de un aspecto social, ya que en muchas ocasiones estos elementos pertenecen aún a la vida cotidiana de las comunidades, como es el caso del convento franciscano de San Antonio de Padua, debido a que en él habita una orden de monjas Franciscanas Clarisas Capuchinas, además de que la parroquia es de las más importantes en el pueblo de Sultepec. Algo que vale la pena remarcar es la cuestión de la conservación del patrimonio artístico y cultural y es que algo primordial es saber reconocerlo y tomar conciencia de su valor, ya que es el punto de partida para su preservación. Sin embargo, no tiene un objetivo real el simple hecho de mantener en buenas condiciones las evidencias culturales, si no se explotan de manera reflexiva, tienen que existir investigaciones que nos hablen acerca del significado de estos com-

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ponentes y por tanto nos hagan razonar su valor; y lo que es aún más importante: nos ayuden a comprender algún aspecto de nuestro tiempo y de nuestra sociedad. Bibliografía: Cosío Villegas, Daniel (Coord.) (1976), Historia General de México, Tomo I, El Colegio de México, México. Díaz del Catillo, Bernal (1974), Historia de la Conquista de la Nueva España, Editorial Porrúa, México. Joaquín, Santiago (1999), Sultepec, Monografía municipal, Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca. Morales, Juan Carlos (2007), Conventos Mexiquenses, Esplendor del Arte Virreinal, Toluca, Gobierno del Estado de México. Ricard, Robert (2001), La conquista espiritual de México, ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las órdenes mendicantes en la Nueva España de 1523-1524 a 1572, FCE, México. Romero Quiroz, Javier (1972), Relaciones de las minas de Zultepec y de las Cabeceras de Zultepec, Almoloya, Amatepec, Tlatlaya y sus Sujetos, por Diego Xuárez y Miguel de San Pedro, ante el Ilustre señor Diego Dávila, Alcalde Mayor en ella por su majestad, 1582 Los Dieguinos Descalzas y Novo Valencia, Gerardo. El Convento de San Antonio de Padua y el Cristo de la Preciosa Sangre, UAEM. Toluca. Sandoval, Fernando B. (2011), “Baltasar de Medina y la crónica de los Dieguinos”, disponible en: http://codex.colmex. mx:8991/exlibris/aleph/a18_1/apache_media/C694JVGRNJYCD2545NAUKL1YUVJSQA.pdf , en español, consultado el 15 de octubre.

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La Mirada de Medusa de la Modernidad: Benjamin sobre Baudelaire Manuel Ángel García

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a más de una década que penetramos en el siglo XXI y más de 70 años de la publicación de París, Capital del siglo XIX, de Walter Bejamin (1939). También más de 140 años de la primera edición del Flores del Mal (1857), de Baudelaire y no ha pasado esa sensación de abandono del artista y filósofos modernos, “moder-

nistas”, que pugnaron por una nueva forma de sensibilidad, de inteligencia, al margen de las tendencias imperantes del mercado ideológico y creativo. El texto de Benjamin, fragmentario, no fue, empero, titulado así, sino que poseía el temprano nombre de El Libro de Los pasajes (Das Passagen-Werk, 1927) – espacios de tránsito comercial en los que

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Benjamin encontró flagrantes intentos de ordenar no sólo los deseos, sino las rutas mismas de los paseos de los buegueses parisinos de los años 20’s. Benjamin parte de la experiencia estética que viene del tránsito, el viaje, la errancia (la flânerie) y la ubica en el centro mismo del movimiento progresista burgués que acompaña el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la cultura modernas como expansionismo sin límites que emprende el imperialismo incipiente de los últimos años del siglo XIX. La experiencia estética abre paso al análisis socio-histórico de un pensamiento tan creativo como el de Baudelaire, pero no para explicarlo a su manera sino para dar cuenta de la evolución psicológica de la apropiación de una idea: la melancolía como una emoción sin valor de mercado, imposible de intercambiar o suprimir dentro del mercado creativo. Libro escrito en francés, ponemos a disposición del lector la parte V que se enfoca a Baudelaire con el propósito de ofrecer al lector del español un acercamiento de la vasta obra que el filósofo berlinés le dedica al poeta parisino en un impulso profundo por comprender los resortes creativos del hombre.

Traducción V Baudelaire y las calles de Paris Todo para mi deviene alegoría Baudelaire: El Cisne El genio de Baudelaire, que encuentra su alimento en la melancolía, era un genio alegórico. Con Baudelaire, Paris se convierte por primera vez en objeto de poesía lírica. Esta poesía local está en contra de toda poesía tradicional. La mirada que el genio alegórico hunde en la ciudad no es sino el sentimiento de una profunda enajenación. Es allí, en la mirada del flâneur, donde el estilo de vida disimula, detrás de una ilusión caritativa, el desamparo creciente de los habitantes futuros de nuestras metrópolis. El flâneur busca un refugio en la muchedumbre. La multitud es la vela a través de la cual la ciudad familiar se transforma, para el flâneur, en fantasmagoría. Esta fantasmagoría, que aparece a veces como un paisaje, a veces como una habitación, inspiró quizá más tarde el decorado de los grandes almacenes, que ponen así a la flânerie (errancia) misma al servicio de su volumen de ventas. En cualquier caso, los grandes almacenes son el último paraje de la errancia. En la persona del flâneur la inteligencia se familiariza con el mercado. Se vuelve y da una vuelta; en realidad es para encontrar un comprador. En esta fase conjunta donde aquella aún tiene benefactores, pero dónde comienza ya a doblarse a las

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exigencias del mercado (en la especie del folletín), la inteligencia forma a la bohemia. A la indeterminación de su posición económica corresponde la ambigüedad de su función política. Ésta se manifiesta muy evidentemente en las figuras de conspiradores profesionales que se reclutan en la bohemia. Blanqui es el representante más notable de esta categoría. Nadie tuvo en el siglo XIX una autoridad revolucionaria comparable a la suya. La imagen de Blanqui pasa como un relámpago en las Litanies de Satan. Sin embargo la rebelión de Baudelaire mostró siempre el carácter del hombre asocial: esto es, sin salida. La única comunidad sexual en su vida la realizó con una prostituta. II Ninguna marca distinguía, del mismo infierno venido, a este gemelo centenario. Baudelaire. Los siete viejos El flâneur toma la figura de explorador en el mercado. En este respecto es, al mismo tiempo, el explorador de la muchedumbre. La muchedumbre hace nacer en el hombre que allí se abandona una clase de embriaguez que se acompaña de ilusiones muy particulares, de modo que se halaga viendo al paseante impulsado por la muchedumbre (de tenerlo) según su exterior, clasificado, reconocido en todos los repliegues de su alma. Las fisiologías contemporáneas abundan en documentos sobre esta singular concepción. La obra de Balzac proporciona ejemplos excelentes. Los caracteres típi-

cos reconocidos entre los paseantes son a tal punto patentes a nuestros sentidos, que cabría asombrarse de la curiosidad incitada a tomarlos más allá de su singularidad especial. Pero la pesadilla que corresponde a la perspicacia ilusoria del fisonomista del que hablamos, es ver estas características distintivas y particulares revelarse, a su vez, en los elementos constitutivos de un nuevo tipo, de modo que finalmente la individualidad mejor definida se encontraría en un tal ser ejemplar de este tipo. Así es como allí se manifiesta, en el centro de la errancia, una fantasmagoría angustiante. Baudelaire la desarrolló con un gran vigor en los Sept Vieillards. En este poema se trata la aparición siete veces reiterada de un anciano de aspecto repulsivo. El individuo que se presenta así, en su multiplicación, como siempre el mismo, da prueba de la angustia del citadino que ya no puede, a pesar de la aplicación de sus singularidades más excéntricas, romper el círculo mágico del tipo. Baudelaire califica el aspecto de esta procesión de infernal. Pero lo nuevo que toda su vida le acechó, no está hecho de otra materia que de esta fantasmagoría del “siempre el mismo”. (La prueba que puede proporcionarse acerca de que este poema transcribe los sueños de un consumidor de hachís no invalida de ningún modo esta interpretación).

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III ¡Al fondo de lo Desconocido para encontrar lo nuevo! Baudelaire: El Viaje. La clave de la forma alegórica en Baudelaire es solidaria del significado específico que toma la mercancía a causa de su precio. A la depreciación singular de las cosas por su significado, que es característico de la alegoría del siglo XVII, corresponde la depreciación singular de las cosas por su precio como mercancía. Esta depreciación que sufren las cosas de hecho al gravarse como mercancías se contrapesa en Baudelaire por el valor inestimable de la novedad. La novedad representa este absoluto que no es ya accesible a ninguna interpretación ni a ninguna comparación. Se convierte en la última disminución del arte. El último poema de Fleurs du Mal: “Le Voyage”. “¡Oh Muerte, viejo capitán, ha tiempo! ¡eleven anclas!” El último viaje del flâneur: la Muerte. Su objetivo: Lo Nuevo. Lo nuevo es una calidad independiente del valor de uso de la mercancía. Aquél es la causa de esta ilusión, mientras que la moda es su infatigable proveedora. Que la última línea de resistencia del arte coincidiera con la línea de ataque más avanzada de la mercancía, eso debía permanecer oculto a Baudelaire.

reciente. Para Baudelaire no hay contradicción entre los dos conceptos. Reconoce en el spleen la última de las transfiguraciones de lo ideal - lo ideal parece ser la primera de las expresiones del spleen. En este título, donde lo supremamente nuevo se presenta al lector como lo “supremamente antiguo”, Baudelaire dio la forma más vigorosa a su concepto de moderno. Su teoría del arte por eje la “belleza moderna” y el criterio de la modernidad le parece ser esto, que es la marca de la fatalidad de ser un día la antigüedad y revelándose como testigo de su nacimiento. Ésta es la quintaesencia de lo imprevisto y que vale para Baudelaire como una cualidad inalienable de la belleza. La cara de la propia modernidad nos fulmina con una mirada inmemorial. Como la mirada de la Medusa para los Griegos. Bibliografía Baudelaire, Charles (2006), Flores del Mal, (original 1857), Oceano, México. Benjamin, Walter (1939), Paris, capitale du XIXe siècle, http://classiques.uqac. ca/classiques/benjamin_walter/paris capitale_19e_siecle/Benjamin_Paris capitale.pdf

Spleen (melancolía) e ideal - en el título de este primer ciclo de las Flores del Mal la palabra extranjera más vieja de la lengua francesa se acopló en el tiempo más 52

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La agonía1 de Sócrates (Fragmentos de un diálogo apócrifo) Primera parte Cristofer Morquecho

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(Del lat. agonĭa, y este del gr. ἀγωνία, lucha, combate). f. Angustia y congoja del moribundo; estado que precede a la muerte. || 2. Pena o aflicción extremada. || 3. Angustia o congoja provocadas por conflictos espirituales. || 4. Ansia o deseo vehemente. || 5. Lucha, contienda. || 6. Persona apocada y pesimista. Microsoft® Encarta® 2009. Mitología: Agon: personificación simbólica de las luchas atléticas y de los concursos de todo género. Era representado de diversas formas, pero una las más conocidas se refería a un joven dios atleta desnudo, con gallo en las manos. CandetYarza, Francisco, Diccionario etimológico, edimat libros, España, 1998, p. 105.

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Creación Libre - Cristofer Morquecho: La agonía de Sócrates

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iendo la última noche de Sócrates, el centinela en turno se dispuso a montar guardia y cumplir la orden de vigilar al condenado hasta la hora en que por la mañana debía beber la cicuta. Cuando el séquito de discípulos que le acompañaron en las vísperas de su muerte se retiraron, el sabio filósofo quedó irreconocible en la más absoluta soledad que jamás se le haya visto, pues se sabía que ningún otro hombre como él estimaba tanto la costumbre de estar siempre acompañado de palabras y de hombres a los que enseñaba, según se cuenta, a parir sabias palabras y abortar aquellas otras que, siendo mentiras, causaban dolor y no la cura para el alma. Ni un murmullo, ni si quiera la respiración de un anciano asustado se escuchaba en el interior de la celda, sólo la llama de sus ojos fijos brillaba en la penumbra; envuelto en soledad y silencio, aquel hombre esperaba pacientemente que con el amanecer llegara también la muerte. Sócrates estaba sentado sobre una banca de piedra con el cuerpo echado hacia atrás; recargado en la pared, dejaba caer el peso de medio cuerpo en la espalda, la mano derecha extendida en el borde de la banca le servía de apoyo para inclinarse un poco, el pie izquierdo levemente flexionado se detenía sobre la rodilla del pie derecho que tocaba el piso; la túnica le cubría la espalda, la panza y caía hasta los tobillos, al descubierto quedaba el pecho rojizo con un mechón de bellos canosos y los brazos cortos y robustos parecían los de un artesano o los de un tosco escultor. En esa posición tan 54

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holgada, su única vista de frente eran los barrotes de la celda, a través de los cuales parecía entretenerse mirando las sombras que se movían proyectadas en el piso y la pared; una antorcha iluminaba la mitad de su celda —justo donde estaba la banca y la cama de piedra— de tal manera que el guardia podía verlo sentado o acostado. En medio de la calma de aquella noche, se escuchó a lo lejos el ladrido de un perro, el eco pronto se disipó hasta que el silencio una vez más se extendió por toda la prisión. Cuando parecía que nada sucedía y que la cola del silencio ya no tenía fin, un gallo cantó como si anunciara, todavía con la oscuridad del cielo, la sigilosa llegada de la mañana. El guardia parecía no haberse inmutado ante los sonidos animales de la noche, seguía inmóvil junto a la reja de la celda; llevaba rato con la mirada puesta en el fondo del pasillo tenuemente iluminado, sólo cada cierto tiempo, como si abruptamente recordara su tarea, volteaba los ojos hacia Sócrates y lo encontraba sentado en la banca con la mirada perdida en las sombras. Desde que sus discípulos se despidieron prometiéndole acompañarlo al día siguiente a primera hora, se había quedado quieto, cual una estatua, como si la turbación que antaño agitó su pecho hubiera sido vencida para siempre con un gesto duro y apacible. Que estaba condenado a muerte, eso Sócrates lo sabía, sin embargo, toda su vida se dedicó a enseñarle a los hombres la inmortalidad del alma. La tarea consistía

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en ofrecerse a la muerte, retarla y salvarse de ella conquistándola con la sabiduría que se sobrepone a la vida mortal ­—porque la vida es inmortal si se le capta con los ojos del alma— y morir no es más que un drama del cuerpo que se consume entre placeres y dolores que deshacen la vida hasta el olvido. Sócrates hizo del alma el daimon, que como dios inmemorial traía a los hombres el recuerdo, el mensaje de la vita beata, de la política para el alma y el cuerpo, de la suprema sabiduría que advertía al hombre de la corrupción en que podía caer, sino se ejercitaba en las virtudes: quedarse en vigilia constante, aguzando el ojo memorioso, atento a lo que pasa y permanece, o bien, perderse en la vida del cuerpo que pasa como un sueño y del que ya no se puede despertar. Fortalecer el alma, pues el cuerpo, luego de embellecerse con la armonía de la fuerza, enferma de melancolía y desfallece. Deber de la filosofía socrática: retener el alma, recordarla, reconstruirla rememorando su origen y descender incólume al abismo del mundo con zapatos de plomo, luego descalzarse para ascender, ya despojado también del cuerpo, al hontanar donde todo se re-encuentra y se re-conoce. Por segunda vez el canto del gallo penetró las paredes de la prisión. Esta vez, ese canto desgarrado que irrumpió en la madrugada debió sacudir por completo la duermevela del guardia, que sin perder la postura y dejar de empuñar la espada, a veces dejaba caer su mentón al pecho. Para cerciorarse de que todo estaba en orden,

primero dirigió la mirada a todos lados, luego recorrió todo el pasillo hasta regresar a tomar la misma postura frente a la celda del condenado. Seguramente el viejo filósofo ni siquiera se percató del recorrido de rutina que hizo el custodio y tan sólo vio una sombra más moverse de un lado a otro de la pared. Una vez que tomó la postura para montar guardia, sintió una mirada fulminante que le atravesaba la armadura y la carne. Sintió la mirada de Sócrates como la de un león oculto en la oscuridad que observa a su presa y no hace el mínimo movimiento por atraparla, ya fuera porque ha saciado su hambre o porque prefiere asecharla hasta matarla de miedo; pero poco importaba a qué se debía la pasividad de aquel viejo animal, ya que para el guardia no dejaba de ser la mirada de una fiera y eso bastaba para que se sintiera asechado y con un escalofrío que le erizaba los pelos de la nuca. Sócrates había sido condenado, encarcelado, encadenado y vigilado como un hombre peligroso. Hombres así, señalados como enemigos y criminales, sembraban a su paso gran temor y a la vez repudio; pero el miedo no era propio en aquel momento para un soldado ateniense (ni aún en tiempos en que hasta los sabios eran enemigos de la democracia), por el contrario, todo defensor de la ciudad, adiestrado en el arte de la guerra, debía mostrar su valentía y no temblar frente a la mirada del adversario. Y entonces, no cabía ninguna duda, en el fondo de aquella lúgubre celda había, por la condena a muerte y el trato que se le daba,

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un peligroso enemigo. Empujado por el deber, el orgullo, o sintiéndose amenazado, el guardia quiso poner a prueba su valor, o tal vez sobreponerse, a ese miedo que le hizo sudar frío; decidido a encarar la mirada del viejo filósofo, giró el cuerpo para quedar de frente al él, pero éste, sentado casi en la misma posición de toda la noche, parecía seguir pasmado con las sombras, sin darse cuenta que una de ellas lo retaba. Pese a la indiferencia de Sócrates, el guardián se mantuvo rígido. En la postura de un retador, jaló todo el aire que pudo, aguantó la respiración para dilatar el pecho y apretó los músculos, quiso lograr un gesto hercúleo, pero la reacción no llegó en ese momento, nada que indicara temor, ni una sola palabra, ni un sólo movimiento, nada… El sabio filósofo seguía quieto como un hombre de piedra, encantado por las manos del escultor Policleto.

nida en las piernas y los brazos. El guardia muy atento a cualquier reacción de Sócrates, notó un cambio en la mirada, pero no supo si era una respuesta a la provocación —y por lo tanto había conseguido atemorizarlo— o si sólo se trataba de una irónica mueca que a menudo le servía de expresión y disfraz para sus gestos. Si en el rostro de Sócrates había esto último, tendría que vérselas con la venganza de un soldado que se sentía ofendido, derrotado y humillado por el gesto altivo y tirano de un hombre que sólo con su silencio, luego de mirar de frente al contrincante, pareciera darle la espalda, ignorando su furia; sintiéndose no sólo superior, sino inmortal. Pero si aquel cambio en el semblante era señal de que consiguió atemorizarlo, ¡pobre de Sócrates!, pues a los ojos del guardia, tenía frente así a un viejo cordero acorralado.

Faltaba poco para que las sombras se desvanecieran y todo se mostrara tal cual es en la claridad. Pronto aquel hombre entrado en los setenta años se libraría de las ataduras humanas que lo envestían y de los grilletes que desde hacía días le lastimaban los tobillos.

En aquel momento de tensión parece que el envalentonado soldado olvidaba las circunstancias en que se encontraba el filósofo al que retaba a combate, pues además de estar preso y encadenado, estaba condenado a muerte. Pero que tomara en cuenta dicha circunstancia no era suficiente para sentirse aliviado o vencedor y tampoco consideraba que antes, sus acusadores lo habían derrotado en la palestra; nada de ello lo hizo retroceder o desistir, o quizá ya era demasiado tarde para arrancar aquellos ojos del fondo de su cuerpo y negarse a ver con los propios lo que aquellos habían visto. Se sentía herido por esa mirada de la que no sabía si era la de un dios, un anciano agi-

El reto seguía en el aire. Luego de una breve espera, el retador vio la señal que buscaba. El filósofo de pronto se percató de la sombra de un gigante, como si ahí tras los barrotes un titán se preparara para el duelo. En los ojos de aquel inmenso cuerpo nacido de las sombras ardía un incesante fuego que contrastaba con la fuerza conte-

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tador o un demonio enfurecido; era lo que esos ojos habían visto lo que le lastimaba, como si tuviera un puñal atravesado en el pecho; qué era eso que miró, debió preguntarse mientras ocultaba su temor con el cuerpo hinchado de fuerza. Muchos de los asistentes al juicio fueron testigos de que ante los ojos del jurado y ante las leyes, Sócrates había perdido. Su defensa llena de razonamientos, pero también de cuestionamientos a sus acusadores, no lo salvó, sino lo condenó aún más. Nadie pensó en el triunfo de su apología, salvo por una excepción, que tal vez algunos de sus discípulos pudieron entender pese a su afectación: Sócrates pidió morir antes que desdecir sus enseñanzas, se negó a pedir disculpas y reconocer que había obrado y pensado mal, incluso rechazó el destierro, el arresto domiciliario y la multa que debía pagar si quería salvarse. Al aceptar la pena capital estaba rechazando el mundo y decidiendo en el límite de su vida mortal, qué era lo más sabio; tomada la decisión, rechazó lo inhumano de los hombres y condenó sus vicios para vivir. Pero antes, ejercitándose en el sobrehumano esfuerzo de llegar a parirse, a conocerse sí mismo, advirtió los fantasmas que se posesionaban del alma y el cuerpo y de los males que se provocaría todo hombre que asumiera una vida terrenal. Hizo de la verdad un instinto para mantener a salvo el alma frente a esos espíritus errantes que viven en la animalidad y le rinden culto al mundo de

la manera más necia, ya sea confiando en lo que ven sus ojos o cediendo ciegamente a todas las sensaciones que encuentran su reflejo entre los hombres o el mundo. Contra esas opiniones desprovistas del saber que libera al hombre de sus más bajos instintos, Sócrates enseñó a interrogar con la lengua desenvainada, a afilarla para darle la estocada mortal a cuantos hablan para el cuerpo o a los que no saben de qué hablan; enseñó a indagar con la razón todo aquello que se mostraba, sin precisar su origen, y sólo se presentaba como el efecto de sensaciones o meras opiniones, porque así como las sensaciones tienden a errar, son las opiniones que de ellas se forman los hombres las que triunfan y se imponen como el saber de las cosas. Sócrates apartó la mirada de los ojos del centinela y la dirigió a sus tobillos hinchados por el peso de los grilletes; como si quisiera aligerar la carga y la presión, arrastró los pies por el piso buscando un lugar donde le doliera menos. El guardia también bajó los ojos al escuchar el ruido de las cadenas; mientras observaba los pies lastimados del preso, el semblante y su erguida posición cambiaron sin que se diera cuenta. Una vez que el filósofo encontró cierto alivio y volvió a quedarse quieto, ahora con la mirada en el piso, el guardia supo claramente que aquel hombre no era rival, sino muerto. Al verlo anciano, solo, callado y sin el gesto despiadado de un criminal, su angustia se tornó en lastima y vergüenza. ¿Cómo iba a temer a un pobre viejo que desde que había

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llegado a esa celda no hacía más que hablar y hablar con hombres jóvenes y maduros que le visitaban desde el amanecer hasta el anochecer y luego que se retiraban, no hacia otra cosa que sentarse a respirar en silencio o recostarse a ratos sobre la cama y estar en duermevela toda la noche a pierna suelta? Apartándose de los barrotes para volver a su posición y reanudar su tarea, miró con el rabillo del ojo y se encontró una vez más la mirada de Sócrates como si le estuviera husmeando entre las carnes. En ese instante no tuvo fuerzas para regresar a encararlo, desvió la mirada a alguna parte de la prisión. Nada podía hacer, quería defenderse pero no sabía de qué. De inmediato se le desvaneció la imagen inofensiva y senil del condenado, hacía sólo unos instantes se llenaba el rostro de vergüenza y compasión, mientras se convencía —para hacerse fuerte— que aquel moribundo no tenía posibilidad alguna de evitar su destino mortal. Ahora sabía algo que le inquietaba: ahí adentro no había uno de esos criminales con las manos manchadas de sangre, había un hombre terrible, de esos que condenan —en vida y con su muerte— a sus verdugos y a sus víctimas. En vano buscó en aquellos ojos, en esa mirada penetrante, ardiente, inquisitiva, la inocencia que lo expiaba de la culpa. El enemigo tensaba el arco y hería con cada mirada, era un cazador de almas que infundía un miedo sobrehumano. No podía huir de los ojos precisos del arquero y el silencio no era el mejor refugio, tenía que hablar, decir algo para defenderse del 58

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sabio; pero el duelo no era con la fuerza del cuerpo, la pelea era dentro, justamente en el fondo de la verdadera prisión. El guardia ya no se sentía cuerdo, algo quería decir, algo debía saber, pero el temor le cerraba la garganta y la angustia le oprimía el pecho. Sintió que él también estaba condenado a muerte, a morir sin haber nacido para vivir en la muerte. Debía luchar, empezar a pelear, a defenderse de quién amenazaba su vida. Sólo dándole muerte al adversario, al que traía la muerte en la espada, los ojos, el escudo o las palabras, podría salvarse de morir para siempre. ¿Quién era ese heraldo de la muerte, ese oponente que de salir victorioso en el combate dejaría el alma del vencido en agonía? Era Sócrates el sabio, justo ese hombre que clavándole la mirada en el fondo del cuerpo le había atravesado la frágil coraza de su mortal miseria y tocado el fondo herido de su ignorancia. El guardia sabía que ya no podía huir y tampoco rendirse, estaba atrapado entre las sombras de la vida y la muerte, sólo le quedaba luchar y que el adversario agonizara. Las palabras le llegaron desde el fondo del cuerpo, de todos lados venían y se agolpaban en su boca, querían ser pronunciadas y nada podía hacer para contenerlas. Angustiado por esa sensación que jamás antes había tenido, de inmediato despegó los labios para liberarse de ellas: Aún no mueres anciano y ya estás en total silencio, como si estuvieras entre los muertos. ¿No eres tú el que enseña a hablar

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a los hombres?, ¿es el silencio tu nueva y última lengua o es que ya te la han cortado?

tervenir en el silencio que quedó al final de la última palabra.

Cuando esa voz firme y retadora rompió el silencio, Sócrates se incorporó para quedar sentado con la espalda recta, parpadeando, trató de encontrar entre las sombras el rostro al que pertenecía aquella voz, pero no vio nada. Poseído por la duda, tan natural en él, se llevó las manos a los ojos y los talló una y otra vez como si quisiera quitarse las telarañas que le impedían ver claramente. Al bajar las manos, aventó el rostro al frente, buscó un ángulo para ver mejor y una vez más sus ojos se toparon con las sombras. La voz que formulaba la pregunta debió tomarlo por sorpresa pues no dio una respuesta inmediata o quizá le inquietó quién era aquél que interrogaba en un tono tan provocador.

Da la cara hombre, deja de ocultarte tras esa mascara de humo negro, las flechas de tus palabras no rasguñan ni opacan esta calma que brilla como el oro; ahórrate mejor el aliento; que cuando te haga falta para el saber lo echarás de menos; déjate de tanta paja y ve al grano, al fondo del asunto.

Y además de mudo, ¿te has quedado sordo y ciego?, pero, ¿cómo, si tú enseñabas a oír y a ver sobre todo a las palabras? Has vencido el miedo, estás apunto de atravesar la última sombra del mundo, no puedes tener una duda temblando en la punta de la lengua, ni tus ojos negros deben regresar a este mundo a husmear entre las sombras, ya has visto el mañana, ya probaste que tu ayer en el mundo con los hombres fue una catástrofe, una prisión, una matadero, un prostíbulo…

Antes de que el soldado continuara, Sócrates se puso de pie y se apresuró a in-

¡Vaya! Al sabio le volvió la voz… Esa lengua aún tiene filo y las orejas parece que todavía no se le enfrían como a un cadáver. La astucia es lo tuyo, sin duda, y la ironía sigue sirviéndote para dar estocadas sin mancharte las manos. ¿Con qué quieres que vaya al grano, al fondo de las cosas? Tú siempre suponiendo el fondo, pues te parece más seguro llevar a tus adversarios ahí que sufrir resbalones en la superficie.

Razonas como un sofista ebrio; no sabes con que provocarme, tú quieres una riña callejera, no partes de nada, sólo parloteas con los ojos vendados esperando que por azar atines a ponerme frente a un problema. La filosofía no es un accidente, un tropezón, una piedra en el zapato, o un asunto de ociosos brabucones desesperados, antes que todo es una ciencia que va de lo humano a lo divino, un deber para la voluntad.

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Veo que ya comienzas con tus definiciones, después de tantos años de indagar entre los hombres, bajo las piedras y más allá de las nubes, ese parloteo tuyo suena realmente a antagonismo entre verdad y mentira.

Me doy cuenta que sabes estirar la lengua, sólo te falta aprender a usarla para algo más que balbucear, paladear o salivar. Quienes sólo insultan para iniciar una lucha, pretenden ganar arrojando escupitajos, se necesita más que un hocico de puerco o de perro si se quiere hablar propiamente. En efecto, la paja para los puercos y el parloteo para los perros. Yo hablo con quien habla, busco palabras en los hombres y por medio de ellas me conduzco a la fuente de la que manan. Si eso te queda claro, deja de chirriar con los dientes o dedícate a mascar caña.

Sin esperar respuesta, Sócrates volvió a sentarse como si nada hubiera pasado. Ya recargado sobre la pared miró pasivamente a su alrededor, su parsimonia daba a entender que con sus palabras había ahuyentado a esa ave de mal agüero. El viento que subía desde la costa hasta la colina de la Acrópolis donde estaba la prisión, sopló con más fuerza, cuando Sócrates sintió en los labios la brisa salada, supo que la fresca mañana comenzaba a despuntar. Las som-

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bras que apenas se movían, de pronto fueron sacudidas y empezaron a agitarse como en una danza, el fuego desgarrado extendía sus llamas hasta el fondo de la oscuridad, ninguna forma podía verse, todas las sombras habían sido transfiguradas, avivado por el viento, el fuego rugió poderosamente, como si se tratara del susurro de un dios. Ya casi llega tu hora Sócrates, que no se turbe tu alma con este viento que todo lo desgasta.

¿Otra vez tú, espíritu errante? Hay quienes destruyen su morada con sus propias palabras, curioso es, pues ya balbuceando se sienten libres de decir cuanto se les viene a la lengua, temen quedarse huérfanos en el puro silencio y no encuentran mejor consuelo que jadear. Si quieres hablar, cuida lo que dices pues corres el peligro de encontrar un oponente.

Tú eres mi oponente o ¿no te opones acaso a la ignorancia? Bien, pues a mí nunca me han llamado sabio; contra mí se levanta tu sabiduría, yo soy esa clase de hombres que no han nacido todavía para un día cuidar de su alma, corro el peligro de morir y más aún, vivo sin procurarme una sabia muerte.

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Creación Libre - Cristofer Morquecho: La agonía de Sócrates

En la muerte se corona la vida, ahí el pensamiento mira a la verdad y sabe que no erraba en su tarea. El alma despierta de un sueño pesado y ve la realidad de su ser.

¿A qué juega el dios al que imitas Sócrates? Si se trata de Apolo, ciertamente, tensar el arco y tocar la lira es cosa de una gran alma. Tanta habilidad, tanta fuerza y belleza es propia de un creador trágico y destructor. Entonces, tú puedes tensar a los hombres, si bien entiendo, sabes cómo despertar el alma que duerme en el cuerpo, pero, ¿cómo lo haces, apuntándole con el arco o tocándole una melodía?

Contra el arco de madera se forma el arco de la cuerda, ambos se tensan, se oponen con fuerza; uno es la vida, otro la muerte, en el punto de más tensión ambos arcos forman una lira, la cuerda vibra, su tono es grave, el eco se expande melodiosamente por todo el cosmos, entonces sabes que el alma está a tono con la música divina; cuando sueltas la cuerda los dos arcos se juntan y liberan la fuerza, la flecha lanzada es el arco y la lira, la vida y la muerte alcanzan el tono, la nota, la música inmortal. Los hombres deben tensarse si quieren oír su alma vibrar, deben esforzarse, estirar la cuerda, liberar la fuerza, dejarse atravesar por la flecha, ser músicos y cazadores, librarse de la agonía y del hambre, del mundo y sus notas fúnebres. Basta de errar de un

lado a otro como nómadas, nuestra patria está en el alma. Es necesario abandonar la cacería de animales, los hombres no son buen alimento si no se les quita el cuerpo, si se quiere saciar el hambre mejor sería que se vaya a la caza de dioses.

Pero yo que no soy músico ni cazador, Sócrates, soy un asesino y debo defender mi vida. Tú me dejas la muerte si te dejo vivo, tú vivirás y yo moriré para siempre.

Bien dices hombre. La inmortalidad es una tarea, una meta, es el triunfo, el premio para quien combatió por ella. El que no la busca, muere de fiebre o de una puñalada.

¿En verdad Sócrates piensas que hay sabiduría que nos eleva de este mundo? ¿En lo más profundo de tus pensamientos hay uno que haya superado cuanto ves? Veo que te asusta lo que tus ojos no pueden entender. Más te ha valido hacer del razonamiento un instrumento de precisión, pues de lo contario ¿cómo podrías sostener que la verdad es el objeto del pensamiento? El miedo es primero que el razonamiento, por eso el hombre común no piensa, el miedo se le viene encima, por todos lados padece aquello que se le oculta, así que es preciso que él también se oculte, que no quiera mirar el verdadero fondo de lo que se le pre-

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Creación Libre - Cristofer Morquecho: La agonía de Sócrates

senta aterrador; pero el filósofo que se dedica a pensar, es forzoso que piense su miedo, que descifre el silencio, que meta la cabeza en las sombras y mantenga los ojo abiertos. Pensar es ver lo que no se ve y hablar de lo que no se oye.

Sólo se puede aspirar a la sabiduría si se teme a lo que los dioses ocultan, el saber es un culto a los misterios.

¿El sabio tiene miedo? —preguntó el soldado cuando vio que Sócrates tenía los ojos muy abiertos, su expresión era de temor, como si por un momento el alma lo hubiera abandonado y ya solo fuera un cuerpo cansado a punto de ser envenenado. Sin esperar a que Sócrates se repusiera, continuo diciéndole— No dejes de hablar viejo sabio, sigue ahora que puedes, ya agonizaran tus palabras en los siglos venideros. Sálvate si puedes de esta muerte que no será de veneno, si no de tragarte tus propias palabras mientras te atravieso esta espada.

no una ciega estocada? He decidido morir según la virtud que cultivé en mi alma, yo no escojo la muerte, quiero la inmortalidad del alma sabia.

La sabiduría llevará esta mancha Sócrates, esta puñalada será descubierta, tal vez otros antes que tú murieron de esta misma herida. Muchos hablarán de tu inmortalidad, otros más sabrán de tu agonía.

¡Detente hombre! El saber requiere de un mañana y no de asesinos y cadáveres…

Sócrates levantó la cabeza para buscar otra vez la cara de aquel hombre que lo amenazaba, pero todo seguía envuelto en sombras. De inmediato encontró palabras que salieron temblorosas de su boca. ¿Qué dices hombre?, ¿qué no ves que mi muerte es el principio del saber y

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Quién fuera Quijote Daniela Vázquez

-Quién fuera Quijote... *Todos. -No, todos no... casi nadie. Quijote ha muerto. *Claro que ha muerto, siempre ha muerto, siempre seguirá muriendo. -¿Entonces? *Siempre volverá a nacer... -Y siempre seguirá fracasando...

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Creación Libre - Daniela Vázquez: Quién fuera Quijote

*Por supuesto, Quijote quiere compartir su Locura, por eso siempre fracasa y después muere; pero no se cansa, sueña y sigue imaginando, por eso el mundo todavía tiene ráfagas de color... -Pero sufre, queman sus libros, lo mofan, además... es decrépito... *Sufre y el mundo se pinta, los queman pero nacen más árboles, lo mofan pero tiemblan por dentro, decrépito pero de corazón brioso y atormentado por la pasión. -Quijote debe desistir, cansado y arrastrando sus pies... *Todavía busca a Dulcinea, le grita a Sancho y se trepa en Rocinante, cansado y todo... -No llores, solo te digo la verdad, mira bien, hablas sobre la tumba de la que fuera esa triste figura, él no es Dios, no pudo llenar de color y Locura al resto del mundo... *¡Él PUEDE! Puede... Lo sigue haciendo cada día, cada época, cada vida, no veo una tumba, veo un altar, veo a Un Dios, veo color en su traje gris, veo futuro, veo a Quijote sobre los campos, como fue, como es, como seguirá siendo... -No seas romántico, tus lágrimas me duelen, pero ven y dime: ¿A cuántos Caballeros ves, a cuántas Dulcineas, a cuántos Sanchos, cuántos molinos se agitan sobre el asfalto, en dónde están los campos? *¿Romántico? ¿Acaso no lo ves? ¡Todo eso está aquí! ¡En frente de ti! Mira, ¡¡Mira!! ¡Velos!, un Quijote Aquí, un Quijote allá, dulces Dulcineas, Sanchos bonachones, hasta Rocinantes que sostienen al caballero, ¡Todo está aquí! Los campos, los molinos, ¡El viento! Sólo falta que el resto se dé cuenta... ¡De que seguimos metidos en el puño de Cervantes! Mira, mira mis lágrimas, ¡Mira como colorean el suelo y lo hacen pasto! -Caballero, no lo veo... Es hora de volverte a ir, entra en esa tumba, ya vendrá otro que te vuelva a hacer gritar así, que gritará por ti... *Ahora veo mis libros ser tragados por el fuego, me cubres con un cobertor tan viejo como yo, y sonríes con pena… Pero mañana, mañana. Siempre te molestaré mañana, hasta que en tus ojos ya no me vea, y te reflejes tú...

Imagen: De la serie "Las fábulas mentirosas" de Tavo Montañez, http://tavomontanez.com/

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Creación Libre

s/t Lourdes Medina Miranda ... Deseos, deseos de falsos sueños Quería abrir los ojos con medicamentos Pero menos claro se veía cada vez. De mi infierno quería saber cuando terminaba, y aún ni siquiera empezaba. Temía a la muerte, y muerta ya estaba, Yo me dormía con el incendio de las plantas, Y me hidrataba con la fermentación del agua. Deseos de venenos, cuanto más, mas eran los sueños. Habían salido a bailar a la cabeza mis demonios, alegres tenían orgias, plenas de satisfacción carnal. Ellos me cosieron las manos y la lengua para que no pudiera decir a nadie nada, y jamás nadie se entero de mi falta. Deseos, deseos de excesos y de vuelos, cuanto más alto subía, más grande caía. Deseos, deseos de ilusiones que me han dejado cansada de tanto arrastrarme en los suelos, Siguiendo los obscuros hologramas que venían desde lo más profundo de mi mente, Y que sólo me dejaron mis ropas rasgadas y mi alma desgastada, Creo que llego la hora de decirles basta… Deseos, deseos de tanto buscar, Deseos de ya no encontrar, Deseos de más veneno Pero ahora solo tengo un deseo…

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Creación Libre

Te conozco Enrique Medina Miranda

Poco tengo, soy vicio agonizante, Soy el abismo en el tiempo, Soy el temor y las lágrimas de sangre derramadas, Por los parpados arrugados de un anciano, Te conozco poco, poco menos de lo que conozco el sol de medio día, dejando mis ojos ciegos Pero, me reconozco en ti, No solo por tus risas y tus llantos, No solo es esa tu vos, Tan suave tan tierna tan melancólica, Por lo que quiero atar tus caderas a mis brazos, Tratando de entrar en ti, acariciando tu alma, Susurrar en tu ser, día a día un te quiero No es tu cabello ni tu frente estrecha y penetrante, No es la preocupación ni mi agonía, Te quiero por ser tú misma, Por abrazar mí angustia, por vivir tu vida, Junto a mi muerte continua Precisamente siento, que muero por verte, acariciarte y besarte Encontrar en tus ojos, tú mirada, tu vida, para que dentro de ellos, pueda verte a ti misma, Y en ti perderme, reconocerme en ti, como si fueses la piedra en mi zapato, Como si fueses la muerte de lo que existe en el nudo de corbata atada a mi cuello Te conozco menos de lo que conozco tu llanto pero quiero reconocerme en ti por tu hermoso retrato Para “Mística Florian”

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Recomendaciones

Un Día de Cólera Arturo Pérez-Reverte Alfaguara. México. 401 páginas Juan Carlos Estrada, estudiante de la licenciatura en Historia, UAEMéx

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ELATO. Madrid, 1808. Dos años antes de que comenzaran a gestarse los movimientos de independencia en América Latina, España luchaba para liberarse de un invasor proveniente del otro lado de los Pirineos. El cartaginés Arturo Pérez-Reverte, autor de La reina del Sur, Corsarios de Levante y la serie histórica las aventuras del capitán Alatriste, entre muchas otras novelas más, irrumpe ahora con un relato ambientado en la jornada del 2 de Mayo de 1808, que tiene como escenario principal el levantamiento del pueblo español contra la ocupación napoleónica de la península ibérica. Este libro relata la historia de aquellos hombres y mujeres anónimos que aquel día protagonizaron un hecho emblemático en la historia española. Hombres y mujeres comunes, sin afán de protagonismo, que lucharon con lo primero que disponían a la mano: machetes, alabardas, cuchillos de cocina, macetas, tijeras de costurero, etc., contra el ejército francés provisto de armas de fuego. A través de historias rescatadas en los archivos, Pérez- Reverte reconstruye los acontecimientos del 2 de Mayo, donde amas de casa, comerciantes, mendigos, por mencionar algunos de los involucrados, participan; donde muchos de ellos morirán y sus nombres se perderán en los anales de la historia y otros serán recordados, de ahí que en la obra no sobresalga un personaje principal, sino rescata los nombres de algunas de las personas que dejaron su vida en la ciudad capital española a través de relatos independientes unos de otros, pero en ocasiones entrelazando las aventuras de varios personajes para hacerlo más atractivo al lector. El libro surge en memoria de todos estos actores que lucharon contra los franceses, en el marco de los 200 años de la celebración del inicio de la lucha armada que costó a España sangre y, tiempo después, sus colonias americanas a principios del siglo XIX.

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Recomendaciones

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he King of Limbs es el nuevo álbum de la gran banda llamada Radiohead comandada por el señor Thom Yorke; respaldado por Jonny Greenwood, Ed O'Brien, Colin Greenwood y Phil Selway. Este álbum, como todos los anteriores entregados por Radiohead, tiene ese sello de música alternativa con un toque experimental, un poco psicodelia y, por qué no, un toque alucinante de DUBSTEP1. Característico de esta banda. La entrega cuenta con 8 canciones de las cuales destacan; “Morning Mr Magpie”, “Lotus Flower”, entre otros, en este octavo álbum de Radiohead, "el escucha" experimentara un sonido alucinante que será capaz de llevarlos a un in-descriptible suspiro excitante, que permitirá agudizar las emociones, y ¡cómo no hacerlo!, si como firma tiene el nombre de Radiohead... y su peculiar ritmo musical... tienen que escucharlo…

TNT Radio Rock

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s una estación de radio en línea, excelente para aquellos amantes del Rock y el Metal en sus diferentes subgéneros, dedicada por completo a hablar sobre bandas nuevas en la escena musical de este género, además tiene alrededor de 30 programas en los cuales el escucha podrá conocer todo lo referente a este género del Rock, entre los cuales destacan; “EL sótano, Viaje al reino o del metal, La mirada negra”. Todos estos programas son en vivo, así que puedes interactuar con los productores, hacer preguntas y comentar con todo lo referente al rock y metal en la escena actual.

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El dubstep, es música electrónica pesada, y ritmos repetitivos y sonidos fuertes como chapas chocándose LA RUEDA DE IXIÓN - Nueva época, año III, número 3 - Toluca, México, enero-junio de 2012


LOS ESCOMBROS DE MANHATTAN (o de la positiva ausencia del pensamiento) José Blanco Regueira†

La Colmena, Revista de la Universidad Autónoma del Estado de México, Número 37, enero-marzo 2003, pp. 11-14

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o “positivo” –hijo hipertrofiado de una metáfora matemática- es aquello a lo que se aferran nuestras manos temblorosas todos los días, como desesperado recurso ante la extenuación. Todos sabemos bien que si no estuviéramos extenuados, a nadie le hubiese pasado por las mientes pergeñar tal concepto. La “positividad” es el clavo siempre ardiente al que echan mano –gracias a Dios, a los periódicos y a la televisiónunas uñitas negras, negativas, hijas como son de unos dedos macilentos y ansiosos: manos sin alma de un mundo que se va. Pero todo eso cabría aún en una película, si no reparáramos en la siguiente circunstancia abominable y silenciosa: el mundo que ahora se nos va es precisamente el que nunca ha venido, un mundo que sólo por fraude cobra el derecho de hacerse añorar por la conciencia. Fraude irrisorio de nuestros paraísos, almohada empapada en sangre sobre la cual los necios hacemos reposar nuestras cabezas, mundo mullido a horcajadas entre el Terror y la Representación, feble hipóstasis de un vil acomodo. Lo que llamamos nuestro mundo no es más que el fruto de una voluntad acomodaticia inseparable de los jadeos de una especie desahuciada. Y es que en el fondo, actualmente, todo ser humano sabe que forma parte de un resto, de una naturaleza en extinción. Somos las uvas más degeneradas de una vid que se extinguió hace ya mucho tiempo: ¿quién se atrevería entonces sin náusea a paladear nuestro vino? ¿Quién tendría aún

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el mal gusto de embriagarse con el fruto de nuestra desdicha? Ni siquiera nosotros mismos somos ahora merecedores de nuestra desdicha y de nuestro delirio. Habiendo sido expoliados hace ya mucho de la tragedia y de la fiesta, el sinsentido adorna nuestras cabezas como un flujo de excrecencias anónimas. La sangre es sólo una anécdota, mierda escarlata en la televisión. Y el pensamiento, criatura anacrónica y sin habla, lo cede todo a las noticias. Cuando la positividad de los hechos se enseñorea del espacio que otrora ocupara la vida, al pensamiento sólo le resta callar. Y su silencio puede ser equivalente al de un sepultado en Manhattan, al de un sabio en el Tibet o al de un niño en la Sierra Lacandona. *** Existe una indiscutible obesidad de lo real. Con esto quiero decir que la realidad se torna día a día más incapaz de reconocer sus márgenes. Lo imaginario, fiel ejecutante de una función limitativa, ya no da abasto. Lo imaginario se dedica ahora a producir crecientes excedentes de grasa para agravar la obesidad que desde Grecia aqueja a lo real. Ya que si los pensadores griegos (que determinan nuestra actual desgracia sin por eso haberla anticipado) trataron de extender el imperio de la Realidad hasta equipararlo con el dominio del Ser, todavía a costa de sacrificar, aplastándola, la fuerza de lo imaginario. Platón percibía en poetas y pintores un peligro real para la policía, para el orden de la polis. Mas ahora la fuerza de lo

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Sección Especial - José Blanco Regueira: LOS ESCOMBROS DE MANHATTAN (o de la positiva ausencia del pensamiento)

que antes se pensaba como imaginación ha sido hasta tal punto pervertida y confiscada que poetas y pintores poetizan y pintan al servicio de la policía. Actualmente la cultura, y en particular eso que muchos sinvergüenzas y unos cuantos despistados llaman “arte” no es más que el tentáculo artrítico pero imprescindible, por ahora, de un pulpo anónimo que agoniza entre clamores fatuos. Bajo esta perspectiva, la técnica sólo cabría interpretarse como un efecto de prolongada hipertrofia cuyas raíces convendría buscar mucho antes de cualquier esfuerzo de civilización[1] Hipertrofia del mono indefenso, cuyo único recurso ante el espacio ajeno fue la expansión: el hombre sólo ha podido protegerse de lo inhumano a base de expandir monstruosamente su cuerpo, de inventarse una segunda naturaleza tullida obvio es pero, por eso mismo, con delirantes pretensiones imperiales. La ciencia y la técnica son las hijas póstumas de un delirio atávico: voluntad excedentaria, recurso final de un resto que antecede a cualquier suma. ¿Cómo entonces podría exigírsenos que nos comportemos como seres históricos, es decir que vivamos en virtud de los cálculos que supuestamente aseguran nuestra sobrevivencia? Ya que la historia calcula, y para calcular se precisa el arte de la adición. Mas nosotros los restantes, los hijos del resto ¿podríamos acaso ejercerlo aún sin vergüenza? Nosotros los que no contamos, nosotros, el descuento obligado de la humanidad, ¿podríamos aún sumarnos a cualquier causa sin sonrojo? Hasta la mul-

tiplicación nos parece ahora un acto indecente, en la medida en que ha sido desde antaño asumida por la lógica del Capital. Vomitamos entre espasmos sobre este mundo en ruinas, nos debatimos a brazo partido mientras (para defender a nuestros hijos) no gozamos ni siquiera del recurso del recuerdo. Ahora mismo la sonrisa ha pasado a ser un delito. Los ruiseñores pueden ser acusados de alta traición y los dientes de leche representan amenazas para el Monstruo. Y el monstruo no es ya nada ni nadie: fuera de haber sido despojados también estamos desposeídos del recurso de lo monstruoso. Ya no podemos decir, como lo hiciera Hölderlin, que “somos un monstruo privado de sentido”, porque el Monstruo siempre será otro, la monstruosidad misma nos aqueja desde un afuera inalcanzable. ¿Vale entonces la pena, en el desesperado afán de alcanzarlo, seguir haciendo crecer nuestros tentáculos sin fuerza para tratar de comunicarnos por vía digital con lo imposible? *** Podría ser que sí. Lo que aún resta del sentido común tan perdido, pero a la vez tan eficiente en su perdición, dice que sí. Sí al ridículo y a la náusea, sí a lo que huye cuando ya todo ha huido, sí a los movimientos que se esbozan en un estado de integral parálisis. ¿Quién nos dice que no deberíamos de contentarnos en nuestra postración con un esbozo de potencia motriz? Los que rodean el cuerpo del paralítico, próji-

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mos movedizos, celebran con entusiasmo los conatos de movimiento que ejecuta el lisiado. Con sus diez dedos todavía en buen uso no dudan en ovacionar la más mínima, imperceptible flexión de un dedo meñique. Parpadean con profusión de gozo para saludar en aquel cuerpo yacente, medio podrido, la vibración de una triste pestaña. Quienes se congregan ante el lecho del moribundo degluten cada uno de sus gestos a partir de un sentimiento común de orgía fúnebre. Hay un sentir de particular delicia en toda acción expectante, y ese sentir se intensifica y regodea en sí propio cuando el espectáculo se alimenta de la debacle. En la catástrofe, los deudos se reúnen alrededor de sí mismos. Se trata de disfrutar al unísono despidiendo al “Sí mismo”, cadáveres colectivos bajo los escombros, que no pasarían de ser carroña anónima si no hubieran podido decir alguna vez: yo, tú, él o ella, o mejor nosotros, nosotros los que ahora podemos disfrutar de las escombreras que sustituyen al sacrificio. Ante el olor insoportable de la carroña humana –tan nuestra y tan caliente, tan reciente, tan nombrable-, se responde entonando salmos en lugar de pensar. Tal obligación fúnebre y responsiva conturba, por supuesto, a los impensantes, pero no altera en lo más mínimo su condición. La carroña humana de Manhattan no puede ya provocar lo que alguna vez trajera a la luz el olor a podrido en Dinamarca. No podrá pensarla nunca un Shakespeare. Y en ese su ser carroñero sin voz se parece

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en exceso a la de Hiroshima o de Vietnam, o sobre todo a la de nuestras vidillas miserables reducidas al silencio de la televisión. Cosa huera y ruidosa es la vida cuando se sume en el destino banal del simpensar. Tal vez convendría plantear una sola pregunta, una pregunta insular en el océano desdibujado de la desgracia: ¿Cómo pensar la hermandad profunda, la hermandad silenciosa que liga a la vaciedad con el estruendo? Cuando el pensamiento se vacía de sus entrañas, tal vez le acontece algo similar a lo de aquel bisonte representado en las cuevas de Lascaux, hace aproximadamente 15 mil años, según[2] Sólo que me parece pasada, ya con mucho, la hora de apoyarnos en comparaciones añejas para soportar la desgracia del presente. Ninguna referencia al hombre paleolítico o neolítico podrá esclarecer en lo más mínimo la miseria actual de nuestra condición. Y lo que es aún mucho peor: ninguna referencia al animal originario, a la Bestia herida en el origen, ni a la Herida originaria de la Bestia, ni al escenario primitivo de un destripamiento, podrá nunca servir de analgésico para la vergüenza que nos invade desde las tripas, y de la cual no queda exento, por supuesto, nuestro cerebro: esa tripa desgastada que coquetea en vano con el aire. Cuando el débil resplandor del Cielo arruina por principio el fundamento absurdo de nuestras tareas, cuando la espesa voz de los idiotas nos convida y obliga a hacer algo en fecha y hora fija, no basta con la risa y con la holganza. No bastan los estertores risueños de los

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cuerpos de las niñas violadas. No basta con quejarse, aunque sea entre risas. Haría falta inventar un puñal pensante, una pistola reflexiva. Pero es exactamente lo que no hay, lo que hace valer el poder. El poder sólo es poder en la medida en que hace valer lo que no hay: la nada trasformada en valor, el grito de las mujeres violadas o de los lechones sacrificados, hecho discurso de redención, entregado a la Cruz, a la indecencia oficial de la Cruz. Por eso, aquella cruz que un cura se atrevió a levantar en los escombros de Manhattan, contando con la bendición laica y asesina del Pentágono, era sin duda la cruz que todos los “globalizados” –como ellos dicen- cargamos desde antes de nacer: algo así como la apoteosis de la Educación –quiero decir de los sistemas, ya que no sólo hay uno, que tratan de presentar la tortura organizada como una esperanza de vida. Bajo semejante empresa de “racionalización”, me temo que sólo podrá sobrevivir un número selectísimo de imbéciles. Para mayor gloria del dios del “Internet” que, según me cuentan, es ahora, precisamente, el bálsamo de las víctimas. __________________

siempre, para facilitar su despliegue, de recurrir a una masa ingente de impensantes. En cualquier etapa de su desarrollo (en sus comienzos, en su apogeo, o en su decadencia) las civilizaciones han vivido a condición de que la mayoría de los humanos que las sufren se abstenga de cuestionar sus fundamentos. Cuando este régimen de abstención deja de ser mayoritario y cuando las creencias que lo respaldan pasan a ser patrimonio de una minoría, cualquier civilización desaparece. Con esta consideración no aclaro, desde luego, lo que dejé preguntando arriba: ¿en qué sentido el propósito técnico antecede a toda civilización? Y, para desplazar la pregunta a un espacio más “prospectivo”: ¿sobreviviría semejante empeño a una eventual ruina de las civilizaciones? ¿Será acaso pensable una alianza perdurable de las ciencias y la técnica con la barbarie? Se trata sin duda alguna de preguntas tanto más acuciantes cuanto necias. Y la necedad de las mismas se deriva de la obligación en que se ve todo civilizado de inventarse una barbarie a su medida, para después sentirse amenazado por ella. En cualquier caso, más allá de estas distinciones tan pueriles como criminales, nadie podrá negar que bárbaros y civilizados, bárbaros civilizados y civilizados barbarizados, han comulgado siempre con ese común delirio que consiste en querer “transformar el mundo”. Hay en los hombres

Notas

una voluntad delirante que precede y atraviesa

[1] Ya que, según parece, propio es de toda ci-

samente la operación de ese delirio lo que con-

vilización el verse imposibilitada para pensarse

vendría

a sí misma. Al que no acepte esta tesis, habría que preguntarle cómo se explica el hecho de que cualquier civilización se haya visto precisada

cualquier construcción civilizadora. Sería preci-

[2] G. Bataille, Lascaux ou la naissance de L`art, (Ginebra, Jkira, 1995); y sobre todo Les larmes d`Eros (1961, Jean Jacques Pauvert)

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GUÍA DE AUTORES Tania Hernández Ramírez Estudiante de la licenciatura en Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Antonio García Plá Estudiante de la licenciatura en Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Miguel Ángel Ferreira Martínez Estudiante de la licenciatura en Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Mario Alberto Sandoval Molina Estudiante de la licenciatura en Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma del Estado de México José C. Moreno Dimas Estudiante de Maestría en Ingeniería Eléctrica en el Instituto Politécnico Nacional Teresa de Jesús López Florian Estudiante de la licenciatura en Filosofía en la Faculad de Filosofía "Samuel Ramos" de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo María Elena Cruz Baena Estudiante de la licenciatura en Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Manuel Ángel García Egresado de la licenciatura en Filosofía en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Cristofer Morquecho Profesor de la licenciatura en Filosofía en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Daniela Vázquez Estudiante de la licenciatura en Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Lourdes Medina Miranda Pasante de la licenciatura en Filosofía del Centro de Estudios Filosóficos Tomás de Aquino José Blanco Regueira† Fue profesor de la Académia de Filosofía en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México

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LINEAMIENTOS EDITORIALES 1.- Todos los artículos deberán sostener un argumento de pertinencia, fundamentarlo crítica y sintéticamente además de concluirlo de manera lógica. 2.- La extensión de los artículos será de tres a cuatro cuartillas en letra Garamond número 12. 3.- Los artículos deberán ser creaciones originales y no estar sujetos a otras publicaciones. 4.- Cada artículo deberá entregarse a la dirección electrónica de LA RUEDA DE IXIÓN (ixion9@live.com.mx) y de manera física en la coordinación de filosofía en caso de ser posible. 5.- Podrán enviarse reseñas de libros, revistas, películas, música, eventos culturales, etc., con un máximo de una cuartilla, además de enviar imágenes adjuntas con formato JPG y resolución mínima de 300 ppp. 6.- Los trabajos deberán enviarse con un resumen no mayor a 150 palabras, colocando nombre completo, institución de procedencia y correo electrónico; el resumen deberá ir acompañado de 5 descriptores. Ambos, tanto el resumen como los descriptores deberán estar escritos en español e inglés. 7.- La citación deberá realizarse en estilo Harvard: primer apellido del autor, año de edición y número de página, todo entre paréntesis; por ejemplo: (Poniatowska, 1998: 30). La bibliografía debe corresponder a las citas en el cuerpo del texto; de acuerdo al ejemplo ésta deberá ir así: Poniatowska, Elena (1998), La noche de Tlatelolco, Era, México. 8.- El comité editorial se reserva el derecho de admisión de los artículos tras una previa revisión y dictaminación anónima. 9.- La revista se reserva el derecho de hacer los cambios editoriales que considere necesarios. 10.- Los autores ceden los derechos de sus artículos de acuerdo con los lineamientos de la universidad. 11.- Tras la revisión y el dictamen, el comité editorial enviará la resolución de aceptación o negación de los artículos a los autores, a través de un correo electrónico, para corregir los cambios que se consideren fundamentales en el caso de ser aceptado.

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MARCELA CÁRDENAS (COLOMBIA) Flora y Fauna / Flora & Fauna Lápiz y acuarela sobre papel / pencil and watercolor on paper 2010 “Flora y Fauna” surge del estudio de la investigación cualitativa desde el arte, campo en el que exploro la mitología personal de manera plástica. El resultado es una obra que habla de mis afectos hacia la naturaleza utilizando la metáfora como elemento fundamental para establecer relaciones entre la realidad y el inconsciente. http://www.marcelacardenas.com

MARCELA CÁRDENAS (COLOMBIA) Árbol de la vida" / "Tree of life" 2009 técnica mixta / mixed media Propuesta para concurso “Más que Sangre” organizado por La Cruz Roja de Antioquia y El MAMM, cuya premisa creativa era elaborar una obra en la que el elemento sangre no tuviera connotaciones negativas o relativas a la violencia. “El árbol de la vida” representa el inicio y el final de un ciclo vital. La sangre hace posible la vida, es sinónimo de fertilidad, maternidad, sexualidad y generosidad. Esta obra obtuvo el tercer puesto. http://www.marcelacardenas.com


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Universidad Autónoma del Estado de México

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Revista de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México Nueva época, año III, número 3, Toluca, México, enero-junio de 2012


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