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Apunte sobre fertilidad consciente y Responsabilidad reproductiva Masculinas.
por Shihâb Alen https://periodicolaboina.wordpress.com/2015/07/05/apuente-sobre-fertilidad-consciente-y responsabilidad-reproductiva-masculinas/
Quiero comunicar que un hombre puede decidir si inseminar o no inseminar a una mujer sin necesidad de recurrir a ninguna sexotecnología, sino que simplemente estando presente en su relación con el mundo, con su amante.
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Quiero comunicar que un hombre puede ser capaz de sentir si su amante quiere preñarse, más allá y más acá del lenguaje; y, respetando eso, tomar una decisión y actuar en consecuencia.
Quiero comunicarlo porque hace varios años que muchas mujeres, cercanas y no tanto, me piden ayuda para abortar, mis conocimientos sobre plantas, contactos en el mercado negro o gris, o algo. Y aunque siento que el aborto no necesariamente es traumático o doloroso, o que lo sea más que otras situaciones que experimentamos en nuestro mundo habitualmente… sí que puede ser muy doloroso y siento que es mejor evitarlo, para ellas y para mí.
Así como también siento que resulta mejor evitar píldoras del día después, cocktails hormonales de emergencia y preparados herbales; porque usar plantas bajo la misma lógica mecanicista con que se usan los productos de la industria farmacéutica, bajo la misma presión, nos aleja de nuestra consciencia y su autonomía.
Quiero apuntar mis flechas de cupido a nuestra relación directa con el mundo, nuestro cuerpo, nuestros amantes, nuestro amor, piel con piel, saliva con saliva, cristalina como el agua de las vertientes antes de que Bayer les descargara sus desechos, antes que nos instalaran barreras y represas.
Pero, ¿cómo vamos a ser capaces de enlazarnos amorosamente a otros si no nos amamos a nosotros mismos? ¿cómo vamos a amarnos a nosotros mismos si nos percibimos como máquinas y consentimos en que se nos perciba como tales… si nos tratamos como máquinas? Maquinas con mecanismos eyaculatorios, toda una concepción máquinal, hidráulica, insensible, ausente, de la libido.
Es lo que siento cuando la disposición de un hombre a usar condón es considerada una disposición respetuosa. Es lo que siento cuando circulan fanzines explicando cómo hacerse una vasectomía casera. Es lo que siento cuando se venden condones que prometen un “mejor desempeño sexual” gracias a la lidocaina, anestesia genital.
Hablemos de consciencia seminal o consciencia de la inseminación. En nuestra cultura, en la totalidad de los embarazos de los que tengo noticia, el semen juega un rol esencial. No niego la posibilidad de la inseminación de una virgen por el espíritu santo, ni la existencia del Trauco, ni que a las guapas trobiandesas las preñen los espíritus de la isla de Tuma. Pero el semen es un agente mucho más relevante para la reproducción humana aquí y ahora. Por lo tanto debemos hacernos responsables de ello. No se trata de quitarle encanto al mágico instante de la concepción, más bien todo lo contrario: la magia es el arte de la consciencia, y sólo la plena consciencia realiza la intensidad de una concepción verdaderamente mágica.
Los hombres podemos sentir el semen entrando a la uretra y distinguir esta sensación de la emisión del mal llamado líquido preseminal. Líquido preseminal es un pésimo nombre para esta gozosa secreción que la alquimia taoísta llama lágrimas del dragón, pues no existe ninguna ley que obligue a la eyaculación de semen después de haber secretado lágrimas del dragón, ni siquiera que la haga má s deseable. Los hombres podemos presentir cuando vamos a eyacular y decidir no hacerlo, o hacerlo fuera de la matriz femenina.
O sea, los hombres podemos decidir cómo, cuándo y dónde eyacular, y por lo tanto decidir si inseminar o no inseminar, asumiendo nuestra responsabilidad. Para ello sólo es necesario sentir, estar presentes, experimentar, hacer un compromiso con la presencia y la experiencia, todo lo contrario a forrarse los genitales con latex y anestesia. No estoy hablando de coitus interruptus porque no es necesario interrumpir nada. Si nuestro deseo es el de compartir placer y cariño, podemos hacerlo de forma ininterrumpida mientras lo deseemos.
Hablo de distinguir las sensaciones asociadas a la emisión de las lágrimas del dragón de las asociadas a la eyaculación seminal para también distinguir las propiedades de las lágrimas del dragón y las del semen, siendo las primeras un fluido afrodisiaco, pero no reproductivo, y siendo el segundo un fluido tan afrodisiaco como reproductivo. Algunas personas afirman que las lágrimas del dragón sí son reproductivas, pero la verdad es que no lo son y esto no sólo lo sostiene la experiencia y diversas tradiciones del arte erótico en todo el mundo, sino que también la sosa ciencia. Me gustaría que no fuese necesario recurrir a esta religión imperial para hablar del placer, la vitalidad y nuestras responsabilidades reproductivas, pero dada la validación que deseo para este texto por parte de quienes viven en este imperio, aquí va: El líquido al que llamo lágrimas de dragón, según la ciencia, es principalmente producido por las glándulas bulbouretrales (glándulas de Cowper), junto con las glándulas de Littre, y mientras se secreta la próstata se mantiene herméticamente cerrada, razón por la cual las lágrimas de dragón no poseen espermatozoide alguno, pero si pueden llegar a recoger aquellos que hayan quedado en la uretra producto de eyaculaciones anteriores. Y diciendo esto abandono las referencias científicas y vuelvo a referirme a mi experiencia, porque en verdad no me gusta referirme a partes tan queridas de mi mismo con nombres de diseccionadores de cadáveres.
Muchas mujeres me han dicho que creen haber quedado embarazadas por las lágrimas de dragón ya que sus parejas sexuales les dijeron no haber eyaculado semen dentro de ellas. Yo creo que o bien esos hombres no tienen la sensibilidad suficiente para percibir la entrada a la uretra del semen, y que deberían desarrollarla para hacerse responsables de sus facultades reproductivas, o bien mienten. Si las mujeres no sienten el semen dentro suyo tampoco y aún así quedan embarazadas, lo que creo es que se debe a que la cantidad de semen es muy poquita. En mi propia experiencia recuerdo haber eyaculado una gota de semen, durante un coito, que se prolongó un buen rato más, y luego haber eyaculado bastante más y de algún modo definitivamente. Entonces, los hombres podemos sentir como liberamos un poco de semen, una gota por ejemplo, antes de una eyaculación mayor, mientras penetramos y somos absorbidos, y podemos diferenciarlo de la secreción de lágrimas del dragón. Y sobre todo podemos ser sinceros al respecto cuando suceda y asumir nuestra responsabilidad.
Me referiré además sólo un instante a los supuestos beneficios para la salud asociados al uso de condón y las razones de higiene. Si piensas que la carne de otro ser humano es sucia y puede enfermarte tal vez deberías preguntarte qué estás haciendo revolcándote con ese ser de carne y hueso. Si eres sincero tal vez descubras que lo sucio no es nuestra carne sino algunas ideas implantadas en tu mente, ideas de desprecio hacia el cuerpo humano (también el tuyo propio), el placer (también el tuyo propio) y la vida en la Tierra (también la tuya). O dicho de otro modo ¿por qué querríamos entrar y absorbernos en alguien de quien tememos que el contacto con sus fluidos carnales nos enferme? ¿Acaso no fue el aroma de esa misma carne y sus fluidos el que nos despertó el deseo de regocijarnos en su fuente?
Hasta ahora sólo me he referido a la experiencia masculina porque ésta es el foco de mi puntería, pero en última instancia la reproducción humana es responsabilidad de por lo menos dos humanos heterosexuados. Hablando del derrame de semen fuera de la matriz, una amiga me dijo que si acaso no lo consideraba muy poco salvaje, muy planeado. No lo creo así. Una vez me preguntaron por qué pensaba que había tantos espermatozoides en el semen si sólo uno fecundaba al óvulo.
Respondí que todos los años veía a los árboles frutales desparramar en el suelo cientos y miles de frutas y semillas, algunas se descomponen como abono para la Tierra, otras son el alimento de los más diversos seres, sólo algunas pocas si es que alguna crecerá como un nuevo árbol. A esto lo llamo la fiesta de la abundancia de la vida en la Tierra y se siente muy bien sumarse a su festejo. Pero mi amiga me lo decía a propósito de que le encanta sentir como eyaculan dentro de ella y sé de muchas mujeres que comparten este placer. No hay ninguna razón por la cual no complacer este disfrute sin intenciones reproductivas si la mujer es consciente de su fertilidad y sus ciclos y lo comunica en una relación de mutua confianza. Tal vez algún día nosotros reaprendamos a distinguirlo todo a través del olfato y el gusto.
Para concluir, el orgasmo es un asunto de suma importancia para la fertilidad, ya sea ésta biológica-reproductiva o se trate de las potencias creativas latentes en la vinculación entre seres humanos, razón por la cual, dejando el ego de lado, podemos desear sin miedo y generosamente el orgasmo de todos los involucrados en una relación erótica. Con respecto a la fertilidad de las potencias creativas latentes en el vínculo entre seres humanos, es infinito el arte que se puede desarrollar al respecto y cada cuál está invitado a experimentar. Con respecto a la fertilidad biológica, algunos brujos advierten que el orgasmo de la madre es fundamental en el momento de la concepción para engendrar a una criatura sin deficiencias energéticas, refulgente de energía; en cambio una concepción sin orgasmo de la madre (ni del inseminador, agrego, porque eyacular no necesariamente equivale a orgasmar) tendría como resultado seres carentes de energía, siempre en busca de la energía orgásmica ausente en su concepción, la que parece ser la situación de la mayoría de los seres civilizados. Y bien, de desear reproducirnos, haríamos bien en traer a este mundo seres refulgentes de energía, perceptivos, que espontáneamente deseen ayudar a restituir la fertilidad de la Tierra, su fiesta de abundancia, y no continúen explotándola y socavándola en nombre de sus carencias, sea como sea que les llamen: éxito, progreso, status, etcétera.
Por el momento podemos conversar y experimentar sobre todo esto, descubrir una exquisita alquimia carnal en el intercambio de fluidos… pronto aprenderemos a reconocer silenciosamente el aroma de todo florecer y marchitar, a leer como una señal cada emanación de las flores del jardín.
Nuevos aires corren, una visión holística-integral va tomando fuerza los tiempos lo exigen, la evolución del planeta como un ser vivo lo exige, estamos sanando, estamos despertando, y aunque todavía quede mucho por rever, mucho que cuestionar, mucho que derrumbar, confío que vamos bien, que incluso cosas que desde mi pobre perspectiva humana juzgo como malas o feas, el equilibrio del planeta, del organismo vivo Gaia las tiene contempladas para su evolución.
Pero esto no nos quita compromiso individual, porque cual fractal “somos la Gaia”, de verdad...no es sólo una frase bonita, y comprenderla en el cuerpo, no solo desde la mente, sino desde el cuerpo, es cambiar de paradigma, es cambiar desde dónde miro, el desde desde dónde, interpreto, actúo, irradio, contagio, recibo y vuelvo a dar….
Si yo no alimento a la máquina, la maquina no me alimenta a mí. Si la maquina no me intoxica yo no intoxico al medio.
Complejizando, sabemos que no es del todo posible no alimentar a la máquina, creernos eso de “salir del sistema” también es un autoengaño, porque el sistema está en casi todos lados, lo tenemos adentro, somos también el sistema, pero sabiendo y entendiendo esto, podemos de a poco, desertar de algunas cosas....de algunas microdinámicas que refuerzan las amarras. Una de ellas, una de las tantas de ellas, es el uso de pastillas anticonceptivas del cual trata es texto. Un humilde aporte a la salud del Planeta. Queda en cada una la decisión, la voluntad y el análisis.