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China: En ferrocarril al Tíbet

En ferrocarril al Tibet

Una gigantesca proeza de la ingeniería china es la construcción del ferrocarril al Tibet, XiningLhasa, con una longitud de 1 mil 956 kilómetros, 4 mil desde la capital Beijing, con tramos arriba de los 5 mil metros sobre el nivel del mar, lo que lo convierte en la vía más alta del mundo.

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Los constructores tuvieron el reto de franquear cuatro problemas casi insuperables para realizar esta hazaña: Barreras montañosas formidables, nieves eternas inestables, humedales pantanosos y un ecosistema vulnerable.

Un 85% del trayecto de esta vía se construyó atravesando el sistema montañoso conocido como zona prohibida o zona de

la muerte, a causa del aire enrarecido, clima riguroso e impredecible con temperaturas hasta de 45 grados bajo cero, vías a una altitud promedio de 4 mil 150 metros e incluso con largos trayectos arriba de los 5 kilómetros, prácticamente está en el techo del mundo.

Construir un túnel de varios kilómetros a más de 5 mil metros sobre el nivel del mar y soportando temperaturas extremas es tarea de titanes. Hubo que perforar multitud de túneles y los trabajadores tuvieron que ser equipados con tanques de oxígeno y construir 17 estaciones equipadas con cabinas oxigenadas a alta presión para que los obreros pudieran recuperarse y continuar trabajando. Otro reto fue la cimentación de vías en trayectos de 550 km de nieve eterna e inestable, que suavizan y humedecen el suelo en verano y endurecen y expanden en

invierno. Una pesadilla para los ingenieros, que tuvieron que diseñar ductos de ventilación subterráneos en unos casos y en otros, los denominados termosifones rellenados con amoniaco. Puentes de hasta 12 km. y un sistema de monitoreo de 24 horas sobre los cambios de temperatura.

El tercer gran reto fue la protección del medio ambiente y por ello desecharon varias rutas a fin de evitar afectar reservas de antílopes, asnos, osos, yaks salvajes y otros animales en su hábitat; finalmente se construyeron 26 corredores con pasos elevados del tren para evitar afectar las rutas migratorias de estos animales. El chiru (antílope tibetaño), en peligro de extinción, amenazado por la caza furtiva, es una especie altamente protegida por el gobierno chino, ya que de el se obtiene una finísima lana, la más cotizada del mundo, contrabandeada a la India, donde es hilada y convertida en tela, bufandas, chales, etc. Por esto mismo, todos los coches de pasajeros tienen instalados sanitarios

ecológicos, tanques de depósitos de aguas residuales, mecanismos de tratamiento y compactación de basura para la protección ambiental.

A pesar de los enormes retos y obstáculos, esta ejemplar obra de ingeniería, con todos sus mecanismos de protección, se terminó con un año de anticipación al tiempo programado. Así son los chinos.

Los pasajeros son atendidos con frutas frescas y comida occidental. No sufren mareo por la altitud, ya que todos los coches están presurizados como los aviones y cuentan con aire acondicionado Hay máscaras de oxígeno disponibles en asientos, gabinetes para dormir, pasillos y lavatorios, en caso de que se requieran. Después de pasar por el monasterio de Potala, el tren llega finalmente a Lhasa, en una lujosa estación que parece más una terminal aérea de primera clase que una estación ferroviaria. Ahora, con kilómetros tras kilómetros de vías férreas, excelentes caminos, puentes y aeropuertos, la prosperidad llega al Tibet, que está recibiendo alrededor de 5 millones de turistas al año. El costo de un pasaje Beijing-Lhasa, (4 mil kilómetros) es de unos 260 dólares, más 100 dólares de una cabina doble, que me parecen muy moderados.

El Tibet es una provincia China bajo el dominio teocrático del Dalai Lama, en la que sus habitantes vivían en la edad de piedra: total analfabetismo, carencia de escuelas y universidades, carencia de hospitales y atención sanitaria, ya que solo se practicaba la medicina tradicional, sin vías de comunicación ni servicios básicos. Es la provincia más remota de China, país del que forma parte desde hace milenios.

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