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Benito Juárez: Recordando al hombre

Benito Juárez

Recordando al hombre

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Son muchas las anécdotas que podemos recordar del Benemérito, el patricio que logró la segunda independencia de México y la separación del clero, creando las instituciones civiles que garantizan nuestras libertades.

Juárez era católico, creyente practicante, y masón asiduo, pero no confundía, como dice el vulgo, el ruibarbo con la magnesia. Relatan que una noche que llegó a su logia, al sentarse a departir con sus amigos, uno de ellos le planteó un problema pidiéndole un apoyo del Gobierno, a lo que Don Benito les respondió que el Presidente había quedado en el abrigo que colgó en la percha al entrar, y que si quería hablar con el funcionario debía ir a Palacio Nacional. Y el peticionario, lo hizo, fue a Palacio donde fue recibido y apoyado.

Don Guillermo Prieto nos relata otra anécdota que muestra la honestidad y humildad de este gran hombre. Narra don Guillermo:

“En la correspondencia que mantenía el Sr. Juárez con personas notables de Madrid, se hizo notar la corrección y facilidad con que manejaba el idioma castellano, sus giros castizos, la gala de dicción, y fue tan notable esto que le escribieron felicitándole por ello, y no recuerdo bien si ofreciéndole que sería socio correspondiente de la Academia Española. El secretario del Sr. Juárez contestó generalidades con exquisita cortesía.

Cuando el secretario dejó de estar presente, escribió el Sr. Juárez al pie de su firma una posdata que decía, poco más o menos, que la corrección de sus cartas y su buen estilo se debían al Sr.

Don Pedro Santasicilia, su secretario, quien era acreedor a las favorables calificaciones que le hacían, que él no tenía parte en la redacción de la elogiada correspondencia”.

Es mucho lo que podríamos decir de este gigante, que

primero tuvo que aprender latín y después castellano, para enseguida inscribirse en el Instituto de Ciencias y Artes

de Oaxaca, donde se graduó como abogado en 1834. Allí le pidieron participar en la representación de una obra de Virgilio, en que recitaría unos versos, y para simular como romano, sus compañeros le blanquearon la cara, apareciendo grotescamente por su facha morena, pero fue

muy aplaudido al declamar en perfecto latín.

Fue diputado y posteriormente Gobernador del Estado de Oaxaca. Se casó

con la joven de la casa a la que

llegó como sirviente, una gran heroína, una gran señora: Doña

Margarita Maza de

Juárez, orgullo de México, al igual que su ilustre esposo.

Juárez es uno de nuestros más grandes héroes.

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