2 minute read
Miguel Negrete: “Tengo patria antes que partido” Restauración de la República: Fin de un
Lamentablemente, nuestro héroe, don Ignacio Zaragoza, se contagió de tifo y murió 4 meses después. Los franceses cuadruplicaron su ejército invasor y al siguiente año Puebla capituló, con el beneplácito de su población y clerecía. Pero la historia final tuvo otro desenlace.
Miguel Negrete
Advertisement
Aquel mayo de 1862, negros nubarrones amenazaban Puebla y la misma existencia de la República. Chusmas de conservadores con leva realizada por el clero, siempre antinacional, se asentaban hostigando en Atlixco, Matamoros y otras poblaciones aledañas. El ilustre Ignacio Zaragoza llegó a una Puebla encerrada “que ni agua daba a nuestras tropas”, según palabras del propio General. La suerte parecía estar echada.
Los invasores franceses se sentían fuertemente apoyados por la quinta columna de conservadores traidores y la manifiesta colaboración de una iglesia adoctrinadora en la ignorancia y el fanatismo. Dentro de este negro
Recreación de la Batalla de Puebla, encabezada por Zaragoza y Negrete.
panorama, surgió la figura de Miguel Negrete, que
con sus tropas se puso a las órdenes de Zaragoza, declarando: “Yo tengo Patria antes que Partido”.
En las condiciones más adversas, ante una población fanática y promotora de la invasión, rodeado de gavillas que merodeaban y estaban al servicio de los filibusteros, Zaragoza planeó la defensa de la Patria ante el invasor francés.
Como dice José María Bastar Sasso en memorable poema lapidario: “La Malinche dejó su herencia de traiciones, pero a la vez tenemos a Juárez, para los Miramones”. No solo tenemos el bello ejemplo de Miguel Negrete que abandona a los
conservadores, también los heroicos zacapoaxtlas nos dieron una memorable lección de bravura y patriotismo.
Un año después, muerto Zaragoza a consecuencia de una enfermedad, los franceses entraron a Puebla y fueron recibidos en la entrada con alfombras rojas tendidas por el clero. El mismo clero que 15 años antes, en 1847, promovió y apoyo la invasión norteamericana y en la catedral poblana planeó y negoció con el General Winfield Scott, comandante invasor, durante los meses de junio, julio y agosto de aquel fatídico 1847, la leva de los batallones de traidores fanáticos que acompañaron a los norteamericanos en las batallas del Valle de México, la toma de nuestra Capital y la consumación del despojo de que fuimos víctimas.
Si bien Puebla no reúne todos los requisitos para llamarse heroica, también tenemos que reconocer que allí actuaron hombres de la talla de Miguel Negrete y que de allí se gestó la hazaña de nuestros valientes zacapoaxtlas.