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Tejiendo Caminos de Esperanza
Manresa, Un Puerto Con Vasto Horizonte
H. Rafael Hernández, SJ
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Eran las cinco de la mañana del miércoles diez de noviembre y no había amanecido lloviendo, como en los días previos. La sensación del frío de la casa, al que no logramos adaptarnos, se nos fue olvidando en la medida en que nos íbamos encontrando en el cafetín para ponernos manos a la obra con la jornada de mudanza que nos esperaba para finalizar así con los acarreos. Con alegría, expectativa, y también un cierto sentimiento de nostalgia que asomaba en nuestros ojos, nos despedimos de la Casa Vocacional “Manresa” en el hermoso barrio La Merced, a la que habíamos llegado el pasado nueve de septiembre y nos dirigimos a la antigua casa del filosofado de la provincia en el sonoro y colorido barrio Olaya.
Las palabras del padre José Leonardo Rincón, SJ en la última misa se mezclaron con el ruido de los tablones, que también con su crujido característico, nos recordaban la historia de la casa misma. Esta celebración tuvo un ambiente muy diferente al de aquella con la que fuimos recibidos los siete aspirantes con que inició el proceso de acompañamiento y discernimiento 2021-2022, en la festividad de San Pedro Claver. Las puertas abiertas hace veintisiete años por el entonces padre Juan Vicente Córdoba, SJ, continuarán sus labores en el sur de la ciudad, en esta ocasión bajo la dirección del padre Gerardo Villota, SJ, y el hermano Rafael Hernández, SJ, que fueron nombrados desde hace algunos pocos meses para la misión del plan vocacional.
Viajamos desde La Ceja (Antioquia), Medellín, Montería, Cali, Ocamonte (Santander), Zipaquirá y Galán (Santander), movidos con la intención de pedir luz a Dios y discernir sus llamados en nuestras vidas. Esperábamos encontrar un espacio de encuentro en el cual poner en común las mociones que hemos sentido en nuestras experiencias vitales, y la Casa Vocacional “Manresa” hemos podido reconocerla como nuestro puerto de salida. Estamos agradecidos con Dios y con la Compañía de Jesús que ha dispuesto los medios materiales para este proceso, y especialmente para que caminemos con lo que la Compañía es en la iglesia y en el mundo a través de las diferentes experiencias apostólicas a las que nos ha posibilitado acceder.
Desde las primeras luces de la alborada nos ponemos en presencia de Dios a través de la oración y después de compartir la alegría del pan nos dirigimos, según corresponda al día de la semana, al comedor comunitario de las Hermanas Misioneras de la Caridad ubicado en La Perseverancia; al Colegio San Bartolomé La Merced y a la sede de primaria del Colegio Mayor de San Bartolomé en los cuales apoyamos a la pastoral, nos empapamos de emociones con la explosión de la infancia y la juventud, y con las inquietudes de los docentes. También colaboramos en diversas áreas de la Fundación Luz y Vida, fundación que, en conjunto con la Casa Pastoral Nuestra Señora del Camino, ubicada en Altos de la Florida (Soacha), ya son referentes del proceso de discernimiento en la Compañía. Un escenario
que nos ha abierto generosamente sus puertas es el de la Fundación Hogar San Gabriel en Villa Javier, donde vamos a dialogar y hacer talleres a los jóvenes que viven en dicha institución.
En un mundo que nos propone el individualismo y la ‘libertad’ del consumismo como únicas rutas posibles a la felicidad, agudizado por los avatares a los que nos ha abocado la reciente pandemia, le apostamos a un proyecto de comunidad que se concrete en la salida al servicio de los que quedan marginados por el mismo proyecto del mundo. En consecuencia, lo que vivimos en la Casa Vocacional “Manresa”, nos permite articular estos deseos con una experiencia de Dios que se nutre en los espacios de oración personal y comunitaria, de formación y de reflexión, que nos motiva y conduce a la acción. Además de las cualidades con las que cada uno llega a la casa, las particularidades del día a día van creando situaciones de contraste que desafían nuestra capacidad de sortear dificultades y discusiones. Aprendemos del liderazgo y de los alcances que tiene la espiritualidad ignaciana en la vida cotidiana, reconociendo y limpiando las heridas con las que llegamos y aquellas otras que van surgiendo en nuestro devenir. Es en estas realidades en las que exploramos con más sustancialidad nuestra relación con Dios y con las personas que acompañan nuestro proceso, al interior y al exterior de la casa. Alexander, Andrés, David, Henry, Jair, Juan Antonio, Oscar y más recientemente Daniel y Carlos han podido aproximarse, no sin la timidez que es habitual, desde lo que cada uno trae, desde formaciones profesionales especializadas, pasando por la vivencia de la fe y de la iglesia que cada uno ha tenido, hasta los agitados impulsos de la alegre etapa de la juventud. A diario, llegan a la casa Jesuitas, con los cuales se expanden los horizontes que se delinean en espacios formativos donde se aprende de la historia de la Compañía, de su compromiso con la iglesia y con el mundo, y de los principales documentos que orientan el modo de proceder y mueven la misión a una búsqueda continua del Magis.
Tejiendo Caminos de Esperanza: Formación en Ecología Integral en la Institución Diego Maya Salazar, Fe Y Alegría En Pereira.
Carlos Palacio Páez, Estudiante en la Javeriana. Programa Misión País Colombia. Centro Pastoral San Francisco Javier. Pontificia Universidad Javeriana Bogotá
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