Tradición Católica : Julio-Septiembre 2018

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40 años de la Hermandad de San Pío X en España Miguel Ayuso

E

l 29 de octubre de 1977 el diario ABC de Madrid traía en su tercera página un artículo titulado escuetamente «Monseñor Lefebvre». Lo firmaba el catedrático de Lógica de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Leopoldo Eulogio Palacios. Constituía una verdadera apología, esto es, una explicación razonada –según el uso clásico–, pero también una defensa o alabanza –de acuerdo con el moderno– del prelado francés. Me encontraba a la sazón en los últimos cursos del bachillerato y la ebullición política del momento había dado lugar en mí a una inquietud doctrinal y religiosa que me había aproximado decididamente al tradicionalismo. Por entonces leía ya la sesuda revista Verbo y pronto comenzaría a frecuentar las reuniones de la Ciudad Católica, los martes en el bajo de General Sanjurjo (luego José Abascal) 38. Que a propósito del asunto estaba dividida, aunque en España no era en modo alguno hostil a la obra del arzobispo, quien había prologado la primera edición de su libro de cabecera, el Para que Él reine, de Jean Ousset, traducido al castellano a principios de los sesenta. También pronto empezaría a recibir, a través de una simpática coincidencia de origen familiar, la nueva época de la revista –ésta de combate– ¿Qué pasa?, heredera de la que durante los años se-

senta y primeros setenta había traído en jaque al progresismo eclesiástico, y que desde tras su reaparición en 1978 defendería siempre con claridad la posición de Marcel Lefebvre, quien en marzo de ese año visitó Madrid. Asistí a las conferencias del Hotel Sideral, para la presentación de la versión castellana de su libro Yo acuso al Concilio, editado por Vassallo de Mumbert, que corrió a cargo de Rafael Gambra, y de Fuerza Nueva, esta última desbordada, con gente en la calle Núñez de Balboa, teniendo que salir al balcón el conferenciante para saludar y bendecir a los presentes que no habían podido acceder a la sala. Aunque Fuerza Nueva se abstendría luego de apoyarlo y a su presidente Blas Piñar nunca se le vio luego en las sucesivas capillas de la Hermandad de San Pío X una vez establecida en España. Un mes antes, en febrero, había muerto el profesor Francisco Elías de Tejada, enormemente crítico con la deriva conciliar, y en la cripta de la Almudena, donde tenía el panteón familiar, oí por vez primera de modo consciente una misa tradicional, si bien –nacido en 1961– había llegado a advertir confusamente los cambios que se produjeron, primero en 1965, con la primera reforma de Pablo VI, y luego en 1970, con la implantación –«con una celeridad verdaderamente americana y con un despotismo verdaderamente asiático», había escrito Pala-


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