6 minute read
Sports / Deportes
A Promise That Wasn’t
Jorge Martínez, Hughson, CA
Advertisement
Una Promesa
Fue en junio del año pasado cuando el héroe de Imperial Valley, Andy Ruiz, sorprendió al mundo con su inesperado triunfo sobre Anthony Joshua. Por un momento el mundo se quedó sin habla, dado que no se esperaba que Jelly Bean Ruiz demostrara el coraje, rapidez y talento que exhibió. Esto ejemplifica como los especuladores ven signos de dólar, no peleas. Este fue un desastre de expectación. Fue hasta cómico ver cómo a estos supuestos conocedores de mucho billete les reventó la apuesta en su cara. Las reglas de guerra no han cambiado desde que Sun-Tzu declaró que la guerra es decepción. Como entrenador, asesor y referí —y sentado al margen del cuadrilátero como reportero deportivo— rara vez he visto un boxeador mexicoamericano que no tenga, además, un corazón kamikaze. Muchas veces esto es instintivo, no táctico, lo que es también su desventaja. Ruiz corroboró que el corazón es más valioso que rocas en los guantes. Antonio Margarito probó que incluso con guantes rellenos con “cemento de Paris” — que se endurece al humedecerse— sirve de nada si no hay coraje. Aunque sin haberlo planeado, el combate se convirtió en un Caballo de Troya: Joshua se confió e invitó a Ruiz a atacarlo. No fue una estrategia preconcebida que Ruiz se hiciera el humilde. Simplemente, los manejadores de Joshua obviaron lo obvio; Ruiz siempre enfrentó a hombres más grandes, no se intimidaba y
estaba más hambriento. Marvin Haggler dijo, “esa gente que duerme en sábanas de seda no está picando en el camino a las 5 de la mañana”.
Joshua perdió el apetito después de 21 nocauts en 21 combates. Vio a Ruiz como irrelevante y estúpidamente no examinó su historial. Andy, como el David de la Biblia, tenía experiencia en enfrentar gigantes. Andy tenía quijada, manos rápidas, y le metió un gancho detrás de la oreja del que Joshua no se pudo recuperar. Una vez que Ruiz le estuvo demasiado cerca, sus largos brazos ya no fueron ventaja. Sus esfuerzos por demorar la pelea le empeoraron la situación.
El boxeo ha sido, siempre, un camino tradicional para salir de la pobreza. Ruiz encendió las esperanzas de mexicoamericanos quienes han sido económicamente exprimidos. Su victoria contra el favorito fue una “fantasía a lo Rocky Balboa”. Habían pasado seis meses ya, era hora para la gran revancha. El momento de cementar lo logrado. Increíblemente, continued on next page I t was June of last year when Imperial Valley hero, Andy Ruiz, shocked the world with a stunning defeat of Anthony Joshua. The world momentarily lost its breath, as Jelly Belly Ruiz was not expected to demonstrate courage, speed or skill. This exemplifies how prompters see dollars signs, not fights. This was a blockbuster mistake. It is almost comical watching these alleged big moneyed people fall flat on their faces. Rules of war have not changed since Sun-Tzu said war is deception. As a trainer, coach and referee and sitting ringside as a sportswriter, I’ve rarely seen a Mexican American boxer who did not also have a kamikaze heart. Often this is instinctual and not tactical, which is also their downfall. Ruiz confirmed heart is more valuable than rocks in your gloves. Antonio Margarito proved that even with loaded gloves filled with Plaster of Paris —that hardens when wet— it is useless without courage. Although unplanned, the fight became a Trojan horse subterfuge; Joshua got overconfident and invited Ruiz in. It was not a preconceived strategy as suggested of Ruiz feigning humility. Joshua’s managers simply overlooked the obvious; Ruiz has always fought larger men, was not intimidated and he was hungrier. Marvin Haggler said, “People who sleep in silk sheets don’t do roadwork at five o’clock in the morning“. Joshua lost his hunger after 21 knockouts in 21 fights. He saw Ruiz as inconsequential and stupidly didn’t review his record. Andy, like David of The Bible, had experience fighting giants. Andy had a chin, fast hands and got a hook in behind Joshua’s ear and he was unable to recover. Joshua’s longer arms were ineffective once Ruiz got on the inside. His attempts to delay the fight worked against him. Boxing has always been a traditional path of climbing out of poverty. Ruiz ignited the hopes of Mexican Americans who’ve been economically squashed. His underdog victory was a Rocky Balboa fantasy. Six months had gone since, and it was the time for the grand rematch. The moment to cement the gain. Unbelievably, Andy arrived overweight, under trained and unprepared for the biggest fight of his life. Within an hour, fame, hope and glory dissipated into thin air. Those who have never fought don’t know boxing is a sport only outside the ring; inside it’s a war. Andy knew this, which is why his Que No Fue continúa a la vuelta
A Promise That Wasn’t from the previous page lack of commitment is so disheartening.
Tragically, Andy’s easy going smile hid a man-child-adolescent who lacked discipline. He may have lost anyway, but it would have been an honorable defeat. Even a hard fought defeat might have inspired underdogs around the world. His miserable performance was a slow reluctant surrender and devastating high profile loss.
As author of Boxing Heroes (2016,) an indepth history of California Central Valley’s boxers and boxing, I believe Andy’s self-identifying as Mexican reflects ignorance. It reflects a regrettable understanding of Latino’s social-economicpolitical condition. In this era of overt racist politicians, it’s difficult to convey my ire at someone who throws away such an opportunity. Andy’s self-destructive behavior left the world speechless.
My heart goes out to everyone who thought they knew him. Andy threw away a chance to change his destiny. He might have Jorge Martínez Stockton, CA
become a community leader, grown rich, hired his friends, family and become an inspiration for Mexican-Americans. Instead of low riders, cheap beer and loose women he might still be a World Champion. Requests for interviews were ignored which demonstrates his poor understanding of the world. Such losses usually signify disaster. Instead of hailing a hero Andy now gets laughter behind his back. I’ll light a candle, although it is said we get the Saints we deserve.
Una Promesa Que No Fue viene de la vuelta Andy llegó pasado de peso, con poco entrenamiento y preparación para la más importante pelea de su vida. En un lapso de una hora, fama, esperanzas y gloria se habían disipado en el aire. Aquellos que nunca han peleado no saben que el box es un deporte solo fuera del ring; dentro es una guerra. Andy sabía eso, por lo que su falta de compromiso es tan frustrante.
Trágicamente, la fácil sonrisa de Andy ocultaba a un hombre-niño-adolescente carente de disciplina. Puede que perdiera de todas maneras, pero podía haber sido una derrota honrosa. Incluso una derrota luchada hasta el fin pudo haber inspirado a quienes nunca son los favoritos de todo el mundo. Su miserable
actuación fue una lenta, reacia rendición, y una devastadora, espectacular pérdida.
Como autor de Boxing Heroes (2016), una exhaustiva historia del box y los pugilistas del Valle Central de California, creo que la auto denominación de mexicano que se atribuye Andy refleja ignorancia. Refleja un penoso entendimiento de la condición socioeconómica del latino. En esta era de políticos abiertamente racistas, me es difícil encararle mi indignación por haber tirado por la borda semejante oportunidad. La autodestructiva conducta de Andy dejó mudo al mundo.
Compadezco a todos aquellos que creyeron conocerlo. Andy desperdició la opción de cambiar su destino. Pudo haberse convertido en un líder comunitario, hacerse rico, contratar a sus amigos y familia y convertirse en una inspiración para mexicoamericanos. En lugar de low-riders, cerveza barata y mujeres fáciles podría todavía ser El Campeón Mundial.
No respondió a solicitudes de entrevista lo que demuestra su pobre entendimiento del mundo. Por lo general, semejantes reveses significan desastre. En lugar del vitoreo a un héroe, Andy ahora escucha risitas a sus espaldas. Prenderé una vela en su nombre, aunque dicen que uno se alberga a los santos que se merece.