In Memoriam Friedrich Katz

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FRIEDRICH KATZ Lourdes Herrera Feria REVOLUCION MEXICANA Gloria Tirado Villegas José René Rivas Ontiveros José Luis Morales Arciniega

Año I, Número 4, 1a. quincena de Noviembre 2010 KATZ FRIEDRICH Feria Lourdes Herrera

Año I, Número

1a. quincena de

Noviembre 2010

MEXICANA REVOLUCION Villegas Gloria Tirado Ontiveros José René Rivas José Luis Morales

Arciniega

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l pasado 16 de octubre, a la edad de 83 años falleció el historiador Friedrich Katz, considerado uno de los más notables especialistas en la historia de México, a quien el 25 de mayo de 2005, a propuesta de la planta de profesores del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, el H. Consejo Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla resolvió conceder el Doctorado ‘Honoris Causa’. En esa fecha, en el Salón Barroco del Edificio Carolino, principal aula magna de nuestra Institución, en acto solemne se le hizo entrega del máximo reconocimiento que una Institución académica puede brindar a las mentes más preclaras de la sociedad. He aquí el texto protocolario que en esa ocasión preparé para ser leído en sesión solemne ante el H. Consejo Universitario: Honorable Presidium: Respetables miembros del Consejo Universitario de esta Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Estas breves palabras tienen por objeto presentar una semblanza de la trayectoria del Dr. Friedrich Katz, candidato al grado de Doctor Honoris Causa que otorga nuestra Institución. Friedridch Katz, sin duda alguna, es uno de los historiadores extranjeros más interesados en dilucidar con rigurosidad la historia de México, ese interés se puso de manifiesto desde sus primeros trabajos académicos y sigue constituyendo uno de los ejes fundamentales de su actividad académica y de su producción escrita. La naturaleza de este acto protocolario solo nos permite apuntar algunos de los datos mas relevantes de su vida y sus trabajos: nacido al otro lado del Mar Océano, en el centro de Europa (Viena, Austria en 1927) durante los confusos años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, en el seno de una familia que debió emigrar primero a Berlín en 1930, y después a París en 1933 como consecuencia del ascenso de Hitler y del movimiento nacional-socialista en Alemania, permaneció en Francia con su familia hasta 1938 cuando las actividades de su padre en favor de la República Española provocaron su expulsión del territorio francés. La incontenible expansión de la influencia nacional socialista en Europa le impuso a la familia Katz su condición itinerante, solo les quedaba la posibilidad de cruzar el Atlántico y así, con una visa de visitantes emigraron a Estados Unidos. En 1940, el presidente Lázaro Cárdenas, quien mantenía una política de puertas abiertas a los perseguidos políticos, les

* Reincidente no incluye sección de Sociales

otorgó asilo, Friedrich Katz contaba con 13 años, se inscribió en el Liceo Franco–Mexicano, y al concluir su formación inicial, pocos años después, en 1945 se instalaría en Nueva York para matricularse en el Wagner College, en Staten Island donde acreditaría sus estudios de licenciatura en 1948, su elección por los estudios humanísticos estaba hecha. Entre 1948 y 1949 regresó a México y se inscribió en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y, en 1949, haciendo el camino de regreso, se instaló nuevamente con su familia en Austria. Su disciplinado interés por la investigación histórica lo llevó a doctorarse en Historia por la Universidad de Viena en 1954 con una tesis sobre “Las relaciones socioeconómicas entre los aztecas de los siglos XV y XVI”, aquí exploró las diferencias arqueológicas y antropológicas de la sociedad azteca, planteando cuestiones fundamentales sobre su evolución que invitaban a contrastar su historia con la de otras sociedades precolombinas. Su proceso de asociación y diferenciación de los elementos constitutivos de la estructura y evolución sociales de las culturas precolombinas generó una monumental obra sobre las sociedades prehispánicas, “Las culturas precolombinas”. De esa etapa inicial surgieron varios trabajos animados por la intención de descifrar aspectos relacionados con las transformaciones sociales de los pueblos americanos antes de la llegada de los colonizadores europeos. Mientras permaneció en Alemania fue docente de Historia de América Latina. En 1968 regresó a México como profesor visitante de la Universidad Nacional Autónoma de México y en 1970 se traslado a la Universidad de Texas para que un año después se sumara al profesorado de la Universidad de Chicago donde desde 1971 ha impartido cátedra de historia latinoamericana. No solo la historia, sino la historia de México lo ganó para su causa, desde que en 1956 en la Universidad Humboldt de Berlín Oriental, hizo un segundo doctorado sobre la política alemana en México desde el Porfiriato hasta la Revolución; en esa ocasión su tesis se intituló Alemania, Díaz y la Revolución Mexicana. En las décadas siguientes Katz se dedicaría al estudio del movimiento social que constituyó la Revolución Mexicana. En alguna entrevista, confesó: “México siempre ha sido un punto de referencia para mí (…)”, confesión hasta cierto punto innecesaria, pues su fascinación por la historia de México ha marcado su producción intelectual, pues de que otra manera puede explicarse su atención por dos épocas muy distintas de nuestra historia, la Revolución Mexicana y el periodo precolombino. Su obra se sustenta en una enorme cantidad de información inédita, logrando mostrar aspectos de la historia de México tan desconocidos como reveladores. Su estudio sobre “La servidumbre agraria en México en la época porfiriana”, publicado en 1976 en la Colección SepSetentas incluyó seis testimonios de viajeros europeos sobre las condiciones sociales que prevalecían en el medio rural mexicano a finales del siglo XIX, mientras que “La guerra secreta en México” preparada desde 1981 con documentación proveniente de distintos acervos internacionales poco revisados, contribuye a esclarecer el desarrollo de la Revolución Mexicana hasta la

caída de Venustiano Carranza, desentrañando los trabajos y los afanes de ciertas naciones por influir en el curso del movimiento revolucionario, además de confirmar la sospecha de que los alemanes del imperio sabían más historia de México que nuestros vecinos estadounidenses. En los años siguientes, Katz se permitió abordar un tema que había tocado tangencialmente mientras estudiaba los movimientos campesinos en México, la actuación de Francisco Villa como protagonista del movimiento revolucionario, lo que dio como resultado un texto que se publicó bajo el sello de casa editorial Era en 1998, intitulándolo simplemente “Pancho Villa”, en el que ofrece una interpretación del personaje y de los hechos que lo rodean abierta al debate, sin pretensiones de generalización, en el que nos expone al vértigo de ciertas comparaciones históricas, incluso fuera del ámbito geográfico espacial o del tiempo, pero que en su narración se convierten en un dispositivo más para ilustrar y subrayar algún fenómeno mucho más específico. En sus diferentes trabajos, ya como autor, o como compilador, Friedrich Katz toma distancia, sitúa el fenómeno de la revolución en el contexto internacional y nos permite entenderla a la luz de las relaciones interamericanas, así como contrastarla con otras revoluciones para encontrar sus peculiaridades y enriquecer nuestra percepción. Esa pretensión guía sus proyectos, desde 2002, se empeña en el estudio de la Decena Trágica, tratando de responder: ¿por qué cayó Madero? ¿qué factores externos había? ¿qué errores cometió? ¿hubiera podido con otra política mantenerse o era inevitable su caída? e intentando comparar la actuación de Estados Unidos en México, con su actuación durante la Guerra Fría, pretendiendo un estudio comparativo con la influencia norteamericana en la caída de otros regímenes. Además de sus innumerables artículos, sus amigos y colaboradores cuentan que la obra de Katz también reside en las cartas que ha escrito y en los formularios que ha llenado para apoyar a becarios, estudiantes y colegas. No podríamos resaltar en unas cuantas páginas la diversidad y profundidad de los enfoques con que Friedrich Katz ha abordado temas sociales y económicos asociados a nuestra historia, ni detallar puntualmente su obra desperdigada en libros, artículos, ensayos, entrevistas, ni señalar pormenorizadamente su trabajo como profesor, iniciador de adeptos a nuestra historia más allá de nuestras fronteras, pero a pesar de los límites que impone esta descripción de su vida y su obra, es innegable que para quien se interese por revisar nuestro pasado, la obra del director del Programa de Estudios Mexicanos en el Departamento de Historia de la Universidad de Chicago es referencia obligada. Y, por esto precisamente, porque sus propuestas de interpretación han trascendido la frontera de los recintos académicos y por su dedicación a la investigación de la historia de México es que como Academia del Colegio de Historia nos congratulamos de que este Honorable Consejo Universitario le otorgue el presente reconocimiento a sus altos merecimientos. *Profesora-investigadora del Colegio de Historia de la FFyL de la BUAP.


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esudos pedagogos (no demagogos no confundir magnesia con gimnasia) ante la urgencia de cerrar expedientes y mantener un imaginario de certificación de competencias abrieron el abanico de posibilidades para lograr un título universitario. De esta manera la obtención del otrora prestigioso título profesional universitario, casi certificado de ascenso social, pasó a convertirse en un mero trámite salvable “por promedio”, por “examen general de conocimientos”, por “prácticas profesionales” y más recientemente por validación de experiencia para quienes llevaban toda una vida de ejercicio de manera empírica solo con la consabida carta de pasante. ¿Pero qué pasa entonces con las profesiones? Profesión, del vocablo latín professïo: significa acción o efecto de ejercer un oficio, una ciencia o un arte. La profesión, por lo tanto, es el empleo o trabajo que alguien ejerce y por el que recibe una retribución económica. Pero esta retribución es justamente el pago por un servicio o ejercicio equivalente a un nivel de calidad. Por lo tanto, las profesiones requieren de un conocimiento especializado y formal, que suele adquirirse tras una formación universitaria. Los oficios en cambio suelen consistir en actividades informales o cuyo aprendizaje consiste en la práctica. Quien ejerce una profesión se conoce como profesional y normalmente ha cursado estudios y cuenta con algún certificado o diploma que avala su competencia para desempeñar el trabajo. Es imprescindible que, por ejemplo, el médico sea un profesional recibido en la Universidad y que cuente con un diploma que lo avale, ya que la vida del paciente o de muchos pacientes depende de su trabajo. Si una persona se hace pasar por médico y propone un tratamiento o curación, estará incurriendo en un delito, ya que hace un ejercicio ilegal de una profesión reconocida por un conjunto de prácticas y calificaciones. Ahora bien, ¿cómo se valida esa calidad o un nivel de competencias? El procedimiento reconocido desde siglos atrás era la defensa pública de una Tesis. El término “Tesis” proviene del latín thesis. Es una proposición o conclusión sostenida con razonamientos. Es una afirmación

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justificada por argumentos en dos niveles: personales y científicos. Al respecto se puede retomar la proposición ilustrada, aunque no por eso desconectada de la trayectoria universitaria precedente, de Hegel. De la teoría filosófica de este filósofo prusiano parte el concepto de “Dialéctica”; donde la tesis es una proposición validada luego de la confrontación con una antítesis, es decir una contraparte que la contradice. Dentro del proceso dialéctico, la confrontación de ambas deriva en una síntesis si se logra superar la contradicción lográndose así la nueva tesis. En el medio académico sistematizado, el proceso de desarrollo de la tesis profesional parte de la elección de un tutor asociado al tema o tesis a desarrollar; bajo su tutela se recopilan datos, se analizan y se redactan con fines de presentación pública de una tesis. La defensa de la tesis propuesta se realiza entonces ante un tribunal de expertos, de profesionales con el grado y que además conocen del tema porque han publicado alguna vez al respecto. En la mayoría de las universidades del mundo por lo regular y por cuestión presupuestaria se selecciona el tribunal ante el cual se deben sostener las tesis de entre los colegas de la propia Facultad y eventualmente entre colegas de universidades cercanas. Cuando se dispone de recursos o se recurre al autofinanciamiento, se extiende la invitación a quienes más saben del tema de alguna universidad cercana. Normalmente es en las grandes ciudades con varias universidades donde se dispone de una masa crítica mayor, lo que permite integrar un verdadero tribunal para la defensa de la tesis propuesta propiamente dicha. Ahora bien, todo esto obedece no sólo a una empecinada y nostálgica actitud tradicionalista o conservadora. El desarrollo de una tesis, desde el punto de vista individual que parte de la selección de la problemática a resolver o demostrar, el tutor, etc., son parte de la formación adquirida, de las competencias desarrolladas por el postulante. Desde el punto de vista del interés común, es la certificación de las aptitudes y competencias del profesionista por cuya formación pagó la sociedad. Para el caso de las ciencias médicas es más que

as formas empleadas por los gobiernos para mentir a sus pueblos han variado mucho. En la Primera Guerra Mundial implantando una rigurosa censura impidieron que la gente conociera los horrores en los frentes de combate y la evolución real del conflicto. Actualmente, debido al desarrollo de los medios de comunicación no es posible ya ocultar (acallar, esconder, guardar bajo el tapete) la información como antes. Por eso, los procedimientos que usan ahora son mucho más sofisticados y se enfocan hacia la deformación o tergiversación de los acontecimientos. Es el caso de la guerra de Irak. El presidente George W. Bush y sus amigos Blair y Aznar, montaron el ataque contra de Irak en marzo de 2003 pretextando que el gobierno de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva (biológicas y químicas) que ponían en riesgo la seguridad de toda la región. No se trataba, según ellos, de una agresión militar, sino de una operación preventiva y defensiva que denominaron Operación de Libertad Iraqui. Insistieron en que era por el bien de los mismos iraquíes, de la conflictiva zona y del planeta entero. “Para vivir en un mundo más seguro”, puntualizó el presidente norteamericano. Aún así, como muchos dudaban de la sinceridad de esos tres alegres compadres, nos llevaron a todos al terreno mismo del conflicto. Tuvimos entonces oportunidad de “ver” como los misiles inteligentes daban en sus blancos sin ocasionar víctimas civiles, como

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evidente la importancia de una buena formación y la certificación de las competencias adquiridas en la Universidad. Para el ámbito de la abogacía también es importante la vigilancia de una buena formación. No alcanzaríamos a enumerar los casos de conflicto e injusticia acaecidos a partir de malas defensas legales y actitudes cínicas y desprovistas de ética en este ramo profesional. Para las ciencias sociales y humanas, ya lo dijo Lucien Febvre, el que diletantes traten de hacer Historia o investigación social es peores a lo que pasaba en la Edad Media cuando los barberos eran llamados a hacer operaciones quirúrgicas. * El autor es Doctor en Historia por la Universidad de París I, Pantheón-Sorbonne; actualmente es investigador en el Programa de Estudios Universitarios Comparados de la BUAP.

cazabombarderos indetectables cumplían sus misiones sin provocar daños colaterales, como las fuerzas occidentales libertadoras eran muy bien recibidas por los iraquíes. Pero todo era una gran representación teatral. Cuarenta años atrás, la guerra de Vietnam se metió con toda su crueldad -y sin pedir permiso al gobierno- a las salas y recamaras de los hogares norteamericanos a través de la televisión. Ahora, los mandos del Pentágono trasladaron la guerra de Irak a los hogares pero debidamente depurada y controlada. Así, vimos y no vimos nada. Y no pocos quedaron impresionados de la precisión, limpieza, profesionalismo y cuidado con que trazaban sus movimientos las tropas defensoras de la democracia occidental; es más, muchos se convencieron de la bondad de la operación, condenaron a Hussein y sus malvados y sintieron que, por fin, ¡Irak ya era libre! y que estaba en puerta un final feliz. “Misión cumplida”, anunció Bush a bordo de un portaaviones tan sólo dos meses después de iniciada la invasión. Siete años después sabemos que Irak es un país devastado que padece uno de los más corruptos y sanguinarios gobiernos del mundo y que se desangra en una guerra que parece no tener fin. Es del conocimiento público que en este tiempo murieron más de 150 mil personas, 90% de ellas civiles; que las tropas norteamericanas, británicas y sus criaturas locales dieron vuelo al gatillo disparando contra la población inerme, torturando a

gusto, destruyendo edificios y saqueando museos. Aquellas fotos que se filtraron en mayo de 2004 sobre los abusos y torturas que los soldados y las soldadas de EEUU cometían en la prisión de Abu Ghraib, mostraban una situación común y no una irregularidad como quiso hacernos creer la Casa Blanca. El futuro de Irak es incierto y la inestabilidad en la región toda es ahora mayor que cuando Bush y socios emprendieron su aventura. Aparte de apoderarse del petróleo, en realidad no saben cómo salir del embrollo. Barak Obama prometió muchas veces que sacaría a EEUU de Irak. Pero enfrenta el problema de que el espacio de poder que ocupaba Sadam Hussein, cabeza de un gobierno laico a fin de cuentas, puede ser llenado por opciones fundamentalistas. Y recurre entonces a un nuevo engaño: fingir una retirada, pero dejando solamente poco menos de cincuenta mil efectivos que servirán para mantener la seguridad del país. “La liberación de Irak ha terminado, pero seguiremos ayudándole”, declaró solemnemente el vicepresidente Joseph Biden, el pasado 1 de septiembre. Y todo, ¿para qué? Robert Gates, secretario de Defensa norteamericano responde con una sinceridad que se confunde con cinismo: “el problema de esta guerra para todos los norteamericanos es que las razones que se esgrimieron para justificarla resultaron no ser válidas.” Nunca existieron las armas de destrucción masiva señaladas por Bush.


Aunque desde 1875 los alumnos los estudiantes de las otrora escuelas nacionales ubicadas en la capital de la República habían efectuado una serie de movilizaciones tendientes a conquistar la “Universidad Libre”, así como para protestar por diferentes problemas nacionales (por ejemplo, el pago de la deuda inglesa o la reelección presidencial de Díaz), a partir de 1893 entraron en proceso de reflujo y derechización hasta quedar desmovilizados y/o cooptados por el régimen porfirista durante el tiempo en que éste se mantuvo en el poder.

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or esto mismo, lo único que se observaría serían esporádicas acciones estudiantiles que nunca más tuvieron la constancia, radicalidad y potencialidad de las anteriores, no obstante que durante todos estos años las condiciones socioeconómicas y políticas del país se fueron agravando cada vez más. Esta situación trajo como consecuencia una paulatina y constante maduración de las condiciones subjetivas entre amplios sectores de la sociedad mexicana, más no así del sector estudiantil capitalino que siguió enconchado, callado y supeditado al régimen dictatorial. Por tal cuestión, es muy comprensible el por qué cuando en la ciudad de México, durante la segunda semana de septiembre de 1910, se realizó el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, la Sociedad de Alumnos de Medicina, convocante del mismo, invitó al presidente Díaz para que fuese él quien lo inaugurase. Pero independientemente de que el dictador no asistió, el haberlo invitado da clara idea del estrecho acercamiento existente entre los estudiantes capitalinos y el gobierno federal y, por supuesto, la intención que éstos tuvieron en el sentido de legitimar a un régimen en franca crisis y decadencia política, que en esos precisos momentos estaba siendo severamente cuestionado por un fuerte movimiento político opositor en constante crecimiento: el maderismo; amén de las disputas internas cada vez más evidentes que desde tiempo atrás tenían lugar en el seno de la coalición gobernante, entre Los Científicos y Los Reyistas (seguidores del general Bernardo Reyes). En dicho Congreso se detectaron por lo menos dos tipos de actitudes: el de una buena parte de los congresistas capitalinos que rechazaban cualquier cambio profundo y eran proclives a Díaz y, el de los estudiantes de la provincia, muchos de ellos activos antirreleccionistas y militantes del movimiento encabezado por Francisco I. Madero. Y aunque si bien es cierto que en los trabajos del mismo algunos delegados estudiantiles, sobre todo de la provincia, se manifestaron en contra de la dictadura, lo es también que la tónica finalmente hegemónica nunca fue de oposición al régimen. En la misma línea de convivencia, el régimen porfirista se dio a la tarea de refundar la Universidad Nacional de México que había sido clausurada definitivamente durante el efímero gobierno imperial de Maximiliano. De esta forma, el maestro Justo Sierra, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes y, sin duda, el principal ideólogo y de mayores méritos en el proyecto refundacional universitario, sería el encargado de darle contenido y forma a la nueva Universidad. Para cumplir con esta tarea aglutinó a las antiguas escuelas nacionales (Preparatoria, Jurisprudencia, Medicina, Ingenieros, Bellas Artes (Arquitectura), y Altos Estudios) que hasta entonces habían permanecido orgánicamente separadas unas de otras. Finalmente, el 22 de septiembre de 1910, en el marco de las fiestas del Centenario y a escasos sesenta días de que en el país estallara la lucha armada que terminó con la dictadura, el general Porfirio Díaz reinauguró la Universidad Nacional de México, tras 45 años de haber permanecido cerrada como tal. Cuando la UNM reabrió sus puertas contaba con una planta académica de 380 profesores y 1,969 estudiantes. De éstos, 1,345 eran alumnos del bachillerato y solamente 624 estudiaban alguna de las seis carreras que se impartían en la universidad. Asimismo, en sus inicios, la UNM fue una institución muy elitista que sólo albergaba a jóvenes de las clases medias y altas, cercanas a la coalición gobernante porfirista de la que de una u otra manera sus padres se habían beneficiado. En este tenor, se entiende, el por qué cuando a finales de noviembre de 1910 estalló y se generalizó la lucha armada en contra de la dictadura porfirista, extendiéndose hasta mayo de 1911, aunque con sus excepciones, la actitud del grueso de los universitarios capitalinos fue prácticamente de indiferencia. Entonces, éstos estuvieron más preocupados por la creación del denominado Casino del Estudiante que por el ensangrentamiento del país. Por cierto, se trató de una actitud muy diferente a la que tuvieron otros núcleos

estudiantiles de la provincia quienes sí se involucraron de lleno en el movimiento revolucionario. Sin embargo, una vez que el movimiento revolucionario triunfó y que Porfirio Díaz renunció a la presidencia, la actitud de indiferencia de los universitarios poco a poco fue mutando hasta convertirse en una activa oposición. De esta manera pues, la Universidad Nacional y más específicamente la Escuela de Jurisprudencia, ampliamente identificada con la corriente positivista que ideológicamente alimentaba al grupo de Los Científicos, se convirtió de facto en uno de los principales bastiones de la resistencia antimaderista. En esta dirección, tanto los estudiantes como los profesores de Jurisprudencia esperaron el momento más propicio para hacer patente su animadversión en contra del nuevo gobierno. Este momento llegó a principios de 1912, justamente cuando, en su calidad de presidente, Madero hizo la designación del licenciado Luis Cabrera como el nuevo director de la multicitada escuela. Pero no obstante tratarse de un reconocido abogado que apoyaba a la causa revolucionaria, los miembros de la comunidad universitaria consideraron este nombramiento como una verdadera provocación, puesto que Cabrera, además de reyista, había sido siempre un connotado crítico del grupo de Los Científicos; por eso el rechazo de los estudiantes y docentes de Jurisprudencia fue prácticamente generalizado. En respuesta, Luis Cabrera impuso unos exámenes trimestrales escritos, mismos que inmediatamente fueron rechazados por los estudiantes de Jurisprudencia, quienes respondieron con la huelga general, la que pronto se convirtió en un problema político nacional, haciendo de la renuncia del director la principal bandera del movimiento. Luego de varios ataques y contra ataques entre las dos posturas, la Escuela de Jurisprudencia fue clausurada indefinidamente por el Ministerio de Instrucción Pública a cargo de José María Pino Suárez. Para contrarrestar esta medida los estudiantes huelguistas, apoyados por un amplio núcleo de profesores de tendencia conservadora, plenamente identificados con el grupo de Los Científicos, determinaron abrir un nuevo plantel educativo de carácter privado. Fue así como se fundó la Escuela Libre de Derecho, desde entonces con una orientación totalmente conservadora, ha servido como uno de los principales centros de formación y reclutamiento de cuadros políticos y jurídicos de la derecha mexicana, particularmente del Partido Acción Nacional. Tras la aparición de la Libre de Derecho el movimiento pasó de ser una simple lucha personalista en contra de Luis Cabrera, para convertirse en una nueva versión de la lucha entre liberales y conservadores con respecto a la educación universitaria y más específicamente en el estudio del derecho. En el fondo, la lucha de Los Científicos universitarios no era en contra de Luis Cabrera, como algunos suponían, tampoco en contra de la Escuela de Jurisprudencia, sino en contra del presidente Madero y lo que él representaba: la revolución. Era obvio que los universitarios aprovechaban el único escenario en que les era posible hacerse oír, ya que si los militares porfiristas enfrentaban al presidente a su modo ¿por qué ellos no podían hacer lo mismo? En esta lógica los conflictos universitarios de 1912, en la capital mexicana, fueron la aportación que los estudiantes y profesores de la UNM le dieron a la problemática que en muchas regiones del país estaba asolando y cercando al gobierno revolucionario maderista. Por eso, cuando meses después Madero y Pino Suárez, fueron derrocados y asesinados, en febrero de 1913, estos mismos universitarios simpatizaron con el cuartelazo perpetrado por el grupo de militares golpistas encabezados por Félix Díaz y Victoriano Huerta, quien luego de ser formalmente declarado presidente de la República, prometió apoyar económicamente a la Universidad, así como no realizar cambio alguno en este sector. Todo indicaba pues, que como en el porfiriato, volverían los días felices para los universitarios. Efectivamente, a raíz de esta identificación, un considerable número de profesores tanto de la Es-

cuela de Jurisprudencia, como de la Libre de Derecho, aceptaron colaborar con el gobierno usurpador, ocupando altos cargos en el gabinete. Igualmente, los estudiantes también fueron influidos por la supuesta actitud benevolente de Huerta a quien decidieron apoyar casi incondicionalmente. Por su parte, los ministros huertistas también asumieron una actitud muy similar a la de Huerta. En esta línea, dieron trabajo a jóvenes de escasos recursos, subsidiaron revistas juveniles de carácter literario, etcétera. La solidez de la alianza entre el gobierno usurpador y los universitarios capitalinos dio pauta para que ni siquiera estos últimos protestaran contundente y masivamente, a principios de 1914, cuando a Huerta se le ocurrió separar de la UNM y militarizar a la Escuela Nacional Preparatoria. Al respecto, dice el maestro Javier Garciadiego, actual director del Colegio de México: “Es indudable que, en general, la política estudiantil de Huerta fue muy exitosa, pues fueron pocas y aisladas las incorporaciones de jóvenes universitarios a la rebelión. Más aún, y como orgullosamente lo dijera el rector Ezequiel A. Chávez, los estudiantes capitalinos ni siquiera organizaron movimientos estudiantiles generalizados contra Huerta, a diferencia de contra Madero”. No obstante este vergonzante contubernio entre universitarios y golpistas, cuando el huertismo fue militarmente derrotado y expulsado del poder, la situación política y el discurso en el seno de la UNM comenzó a tener otra orientación. Los universitarios buscaron alianzas con algunas de las facciones revolucionarias, y con la que más se identificaron fue con la carrancista, no únicamente por ser la que detentaba el poder sino también por ser la más conservadora y la que se identificaba con el constante pragmatismo del movimiento universitario.

De esta manera pues, la Universidad Nacional y más específicamente la Escuela de Jurisprudencia, ampliamente identificada con la corriente positivista que ideológicamente alimentaba al grupo de Los Científicos, se convirtió de facto en uno de los principales bastiones de la resistencia antimaderista. Cuando esto aconteció, y con el fin de congraciarse con sus nuevos aliados, Venustiano Carranza terminó con la militarización de la Preparatoria impuesta por Huerta, al tiempo que también reintegró a ésta a la UNM. En el mismo tenor prometió dotar a la universidad de total autonomía; otorgó becas para algunos de los líderes estudiantiles como fue el caso, por ejemplo, del ultra conservador Jorge Prieto Laurens; fue tolerante con las demandas estudiantiles respecto a horarios y exámenes, y dio trabajo a cientos de estudiantes en los ámbitos gubernamentales. Sin duda alguna, esta situación coadyuvaría para que el otrora furibundamente anti revolucionario movimiento universitario, que apoyó tanto a Díaz como a Huerta, comenzara su transformación política e ideológica, al grado que a finales de 1914 participó en un homenaje póstumo que el gobierno le organizó a Francisco I. Madero, pese haberlo cuestionado severamente cuando éste aún vivía y gobernaba la nación. A partir de entonces los estudiantes de la Universidad Nacional de México y los gobiernos revolucionarios establecieron un pacto de convivencia pacífica, que aunque con sus respectivos vaivenes habría de perdurar por lo menos hasta finales de los años veinte. Pero esa es otra historia. *El autor, Doctor en Ciencia Política, es profesor e investigador de carrera de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

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E

n los años que siguieron al estallido de la revolución, una vez asesinado Francisco I. Madero, la población se vio inmersa en una violencia casi cotidiana; los ferrocarriles fueron dañados de diversas formas, incendios de estaciones, voladuras de puentes, descarrilamientos, asaltos, aunque no siempre los causantes pertenecían a los grupos rebeldes, ni zapatistas ni a carrancistas. Los propios ferrocarrileros formaban parte de los grupos revolucionarios, a la vez que peleaban por el reconocimiento a su situación laboral. Más aún los ferrocarriles fueron incautados por Carranza en 1914, pasaron a ser ferrocarriles constitucionalistas, con el Decreto único emitido el 4 de diciembre de 1914. Francisco Villa incautó los tramos Paredón Durango-Tepehuanes (Internacional) y Chihuahua Zacatecas (Central) y en el Sureste, el general Salvador Alvarado militarizó el servicio de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán., desde el 19 de marzo de 1915 hasta el 19 de junio de 1917. Por otra parte los ferrocarrileros habían hecho suya la lucha por la mexicanización de los ferrocarriles (salario igual que los trabajadores extranjeros), que concluyó en 1912. Después se dividieron apoyando a los grupos revolucionarios dirigidos por Zapata o por Carranza, y en el norte con Villa. En Puebla, por ejemplo, hubo hombres que participaron de diferente manera, como Miguel C. Marín, operador de telégrafos que se volvió maderista e interceptó los mensajes telegráficos del gobierno. En los primeros años de la lucha armada lo que ayudó en Puebla fue la falta de tropas federales pues el gobierno dio al frente de batalla en el estado de Chihuahua, al norte del país. Es en este otro momento, el de la lucha armada, que los ferrocarrileros, especialmente trenistas, juegan un papel activo a favor de un mando o de otro. Los trabajadores que salían sufrieron más, pues en el cumplimiento de sus deberes debían hacer llegar el ferrocarril a como diera lugar. Desde luego, hay que reconocer que muchos casos se trató de actos vandálicos, otros sí fueron acciones de los rebeldes, de cualquier forma era difícil la aplicación de la justicia, primero porque donde las causas rayaban en lo penal y si se trataba de delitos de rebelión debían ser castigados por la autoridad federal. Estos delitos seguían un procedimiento: eran pasados ante el Juez de lo Criminal del Distrito quien desahogaba las pruebas, haciendo las diligencias relativas y citando a cada uno de los testigos, lo cual consumía muchos meses reunir las pruebas, pero una vez conformado el expediente al Juez le era imposible detenerlos, generalmente los declarantes no sabían de quién se trataba, aunque escuchaban los nombres de quienes los comandaban o, a veces, sólo el apodo, pero tampoco sabían cuál era el paradero de los asaltantes. En otros casos los que cometían el ilícito en un año se convertían después en jefes revolucionarios o autoridades, y el caso quedaba cerrado. Al revisar cada uno de los expedientes en el Archivo Histórico de la Casa de la Cultura Jurídica de la Suprema Corte de la Nación, del Juzgado primero de Distrito, Serie Penal, no se localizó la aprehensión de los bandidos, asaltantes o bandoleros, según eran llamados, una vez que se llegaba al dictamen. Más aún hubo casos en los que no se pudo llevar a cabo la diligencia en virtud de no tener siquiera en que poderse 4

trasladar. En otros casos se desconocía quien levantó la información, como ocurrió en el caso del asalto a un tren militar en 1913. En algunos casos el ilícito era realizado por dos o tres sujetos y el robo era al correo (que no llevaba muchos bienes); en otros se trataba de cantidades mayores de mercancías, y atacados por más de cien revolucionarios, para lo cual no siempre contaban con una partida de soldados que pudiera aprehenderlos, pues las escoltas que llevaban en los ferrocarriles eran pequeñas, también. Sólo un par de datos más para mostrar, la compleja situación de las empresas ferroviarias: en 1914 los ferrocarriles son incautados y quedan como Ferrocarriles Constitucionalistas, en 1915 se devuelve el Ferrocarril Mexicano a la empresa inglesa, aunque en 1917 hay una nueva intervención del Ferrocarril Mexicano. Es decir, el Mexicano fue el más castigado, como el Interoceánico también, por mencionar un dato en 1914 los zapatistas al huir de los carrancistas dejaron incendiadas las estaciones del Mexicano y del Interoceánico; y en la estación de San Marcos donde se cruzaban las dos líneas del Interoceánico y Mexicano volaron ambas estaciones. Los años siguientes fueron muy difíciles, el gobierno hizo esfuerzos por evitar asaltos, y puso convoyes o carros especiales con soldados de escoltas, incluso mandó a construir fortines o casamatas de concreto en algunos puntos del Ferrocarril Mexicano, del Interoceánico y del Veracruz al Istmo. Los esfuerzos no eran suficientes, en agosto de 1919, el coronel Paulino Fontes, al cargo de Ferrocarriles Nacionales de México anunció el establecimiento de un servicio de camiones militares que con una escolta recorrerían las líneas y combatirían los rebeldes. Los ferrocarriles todavía sufrirían daños en el país, ya en 1914, hubo la destrucción de 300 puentes en Sud Pacífico de México. Muchas estaciones quemadas, además de otros edificios. Almacenes que albergaban a gente pobre habían desaparecido en ese año. Ni se diga de furgones que servían de casa para los familiares de los trabajadores del ferrocarril. Todavía en 1917 los zapatistas y villistas prosiguieron en sus ataques. En esta zona del centro el 1 de diciembre de 1916 los zapatistas atacaron varias poblaciones morelenses y poblanas, entre ellas Cuernavaca, Yautepec y Atlixco. Por ese tiempo fueron volados 18 carros de ferrocarril que llevaban algodón y parafina. Se asaltó dos veces el tren de Veracruz y se atacó el de Izúcar. En febrero de 1917 Zapata había recuperado todo el estado de Morelos. Para la restauración del Ferrocarril Mexicano, por señalar el ejemplo más significativo, eran necesarias dos millones de libras. El gobierno acordó con la empresa pagar en mensualidades $200 mil pesos a cuenta de los años reclamados por esa vía férrea. El techo quemado de la estación del Interoceánico tuvo que ser reparado. La reposición de los daños en los ferrocarriles llevó varios años más. En 1918 no podía faltar la voladura de un tren de pasajeros, un convoy que se dirigía el lunes 9 de Oaxaca a Puebla, había sido dinamitado debajo del convoy. Tal daño ocurrió en la Cañada de Morelos del ramal de Tehuacán a Esperanza. Un largo listado de incidentes continuó, los ferrocarriles no eran el progreso eran la rémora para las arcas de un país que sufría las diferencias entre los grupos rebeldes.

Resulta difícil relatar los casos que fueron sucediendo, la intención es reconocer la compleja situación que se vivía ante los hechos de violencia, que por supuesto aquí se aborda lo correspondiente a los ferrocarriles, pero la población en general vivía, además de la carestía, de las epidemias, a las vejaciones los asaltos y violencia casi cotidiana. Todos los ilícitos perpetrados a los ferrocarriles dejaron un saldo lamentable en los carros, puentes, máquinas, furgones, vías, que los gobiernos de Obregón y Calles debieron solventar las deudas. Más aún hubo muertos en varias ocasiones. Algunos casos El 19 de mayo de 1913. En averiguación de quiénes sean los responsables del incendio de la Estación del Ferrocarril Interoceánico en San José Teruel Matamoros. El asunto se remite al Juez primero de lo Criminal de Matamoros, hasta ahí se suspendió el trámite de averiguación. En junio de 1913 el Ferrocarril Mexicano había sufrido 12 procesos por averiguación del delito de robo y asalto. Lo mismo ocurría con el Interoceánico. En averiguación de los que resulten responsables del asalto a la oficina Postal ambulante a cargo de Enrique Niñas, en el Ferrocarril Interoceánico, el Inspector del Servicio Ambulante C. Miguel Prieto, acompañado del Agente Postal C. Enrique Viñas, titular de la ruta “Oriental y Teziutlán”, trenes 61 y 62 del F. C. Interoceánico, con el objeto de que éste último empleado relate los hechos ocurridos en el asalto al tren 61 la mañana del día diez y nueve de este mes, haciéndole en la forma siguiente: hasta la Estación de Zaragoza, pero que al llegar al kilómetro 60 se sintió una fuerte sacudida motivada porque la máquina que remolcaba ese tren se había salido de la vía a consecuencia de que los revolucionarios habían hecho una excavación como de ocho metros de profundidad; a los pocos momentos de que la máquina se había descarrilado comenzó un nutrido tiroteo entre la escolta que viajaba en el mismo tren y los rebeldes que se encontraban posesionados del cerro, el combate duró aproximadamente cuarenta minutos, teniendo que rendirse los federales por el poco número de hombres de que estaba formada la escolta como por ser bastantes ventajosos para los rebeldes el lugar donde están parapetados y ser mayor el número de hombres; que después de reducir a prisión a la escolta, pasajeros y personal del tren huyeron sin saber a dónde fueron. La partida de serranos alzados pasaba de trescientos, y entre los pasajeros hubo una mujer muerta y tres heridos. Las dificultades que se vivían a causa de los alzados complicaban la vida de quienes no participaban, la ignorancia de los militares sobre el mantenimiento de los ferrocarriles terminaron por destruir algunas máquinas que requerían reparaciones, ajustes. Los maquinistas no siempre era gente formada en los ferrocarriles, aquellos antiguos aprendices habían sido sustituidos por gente inexperta y al servicio de los jefes militares. Sea cual fuera la causa las pérdidas económicas para los ferrocarriles fueron cuantiosas, pues al finalizar la etapa armada el equipo destruido dejó un saldo de deuda para el país. * La autora, Doctora en Historia por la UNAM , es investigadora del ICS y H de la BUAP.


Torcuato Serapio HORIZONTALES

V

eintidós meses habían pasado desde que estalló el movimiento de Madero, dieciséis desde su primer triunfo parcial al haber logrado derrocar al presidente Porfirio Díaz, exactamente diez meses hacían que el norteño Francisco I. Madero había tomado posesión de la presidencia de México, pero también hacía casi el mismo tiempo de que Emiliano Zapata había proclamado el Plan de Ayala, reclamando que el coahuilense no había cumplido con los postulados del Plan de San Luis, y hacían seis meses que otro personaje, Pascual Orozco, también se levantó contra el gobierno maderista. La convulsión nacional era latente, el “sufragio efectivo, no reelección”, materializado en las elecciones de 1911, no pudo calmar las aguas en las que el barco que llevaba a la nación naufragaba; en muchas partes del país se sucedían atracos, asesinatos, vejaciones diversas; el hambre y las enfermedades galopaban por muchos sitios, dejando se estela mortal, México vivía momentos políticos y sociales sumamente difíciles. El estado de Puebla, vivía –a la par que el resto del país– una situación también compleja, del gobierno férreo de Mucio P. Martínez, se pasó al interino de Rafael Cañete, quien influyó para que el nuevo gobernador fuera el veracruzano Nicolás Meléndez, personaje que tuvo que enfrentarse a las guerrillas anti-maderistas que existían en el estado: en la sierra norte, los seguidores de Francisco Vázquez Gómez (quien se había distanciado de Madero, al no ser favorecido con la candidatura a la vicepresidencia), sumaban mil personas y lograron desestabilizar a la región; en las regiones suroeste y sur del estado, la principal amenaza eran los zapatistas, quienes había logrado hacerse del control de la zona, incluso, en marzo de 1912, declararon a Petlalcingo su capital y como gobernador al cantinero de Ayutla y amigo de los hermanos Zapata, Jesús “el Tuerto” Morales, además hacían repartos de tierras, todo al grito de “Tierra y Libertad”, este grupo era el más fuerte ante el gobierno y, sin lugar a dudas, el más temido entre los poblanos. El gobierno dictó ley marcial en gran parte del estado, a la par que los gobiernos nacional y estatal, fueron debilitándose paulatinamente. En este contexto, llegamos al 6 de octubre de 1912, el lugar: Cholula, Puebla. En nocturna procesión, los cholultecas honraban a una de sus devociones más arraigadas, más milagrosa, a la aparecida en un muro, a la que en el siglo XVIII había librado a la región de epidemias, de males, de muerte, a la Virgen de Tzocuilac, venerada desde la época colonial en esta región; sin duda alguna, los fieles imploraban el auxilio divino, no pidiendo el fortalecimiento de los gobiernos de Madero o de Meléndez, no implorando el justo reparto de tierras, de ninguna manera, lo

que los cholultecas pedían era que la tranquilidad y la paz reinaran, que tuvieran lo suficiente para comer, que las epidemias no llegaran, que las hijas no fueran violadas, que a los hijos no se los llevara la bola, que los comercios no fueran saqueados, en fin, acudían al auxilio de la Virgen, para que su cotidianidad no fuera trastocada de manera violenta. La procesión se llevó a cabo de la mejor manera, hombres, mujeres, viejos, jóvenes, niños, clérigos y laicos, portaban faroles y caminaban al son de la música marcial, todo era calma y ruego, cuando de pronto, esto cambió, los sonidos de las pistolas alertaron a la población, todo fue confusión, gritos, pasos veloces para ponerse a salvo de lo que pudiera ocurrir, máxime en un periodo tan convulso donde las detonaciones eran signo inequívoco de muerte. Los causantes de las detonaciones, fueron los zapatistas, que entraron a Cholula y no sólo eso, tomaron la prisión, la asaltaron, mataron dos policías y liberaron a algunos reos, aunque se sabe –por el testimonio de uno de los inculpados– que originalmente se tenía pensado atacar al acto religioso, pero que por haberse cambiado de ruta la procesión, se frustró el plan inicial. ¿Cuál fue el saldo de la abrupta incursión zapatista en Cholula, esa noche de octubre de 1912? Pues además de los policías muertos y la prisión saqueada, los participantes en la procesión no sufrieron ningún daño, el testimonio recogido por las autoridades eclesiásticas, lo refiere de esta forma: “Los disparos de armas fueron innumerables, pudieron matar, herir a muchas personas que en oleaje humano se agitaban por loza y calles; los presos libres, hombres criminales unidos a los primeros asaltantes pudieron hacer un saqueo espantoso, violaciones y ultrajes y cometer toda clase de crímenes, como de ordinario los causan en todas las poblaciones donde penetran los funestos Zapatistas. Cuando no se perdió ni un alfiler, ni una vidriera se rompió […]No hubo atropellos o empellones en la confusión de las masas populares, ni un niño caído, machacado, aplastado en las carreras vertiginosas de asustadas gentes que tomaban en tantas direcciones.” Y ¿Cuál fue la causa de tan extraordinario hecho? Los cholultecas inmediatamente respondieron: “Dulce Madre Nuestra, tu protección sobrenatural nos salvó; un prodigio público obraste en nuestro favor, así creemos y así lo confesamos para honra tuya, consuelo nuestro a conocimiento de las futuras generaciones.” Y testificaron como cierto, los curas de: San Pedro Cholula, San Andrés Cholula, Santa Isabel Cholula, Coronango y Tzicatlacoyan, seis sacerdotes más, y ciento ocho vecinos, cabezas de familia, quienes dieron fe del hecho milagroso producido por la Virgen de Tzcouilac. En una sociedad donde los saqueos y los crímenes eran cotidianos, donde las

2. (Domínguez), político mexicano, senador de la República, asesinado en 1913 11. Contracción gramatical 13. (Luis H.), político mexicano, acreedor a la medalla Belisario Domínguez 14. Cincuenta y uno en números romanos 15. Lista, catálogo 17. Unidad monetaria de Bulgaria 18. (Salinas), hermano de Carlos, estuvo mucho tiempo en prisión 20. Distraída 22. Iguale con el rasero 23. Terminación de aumentativo 24. Gobernador del Estado de México 27. Terminación verbal 28. Dueña de una cosa 29. ( Joaquín), compositor español, autor de Danza ibérica 31. Instituto Nacional de Protección a la Infancia (inic.) 32. Instituto Nacional de Educación para los Adultos 34. Inscripción que se coloca al pie de las sepulturas 35. (Doris), actriz protagonista en El hombre que sabía demasiado 37. Antes de Cristo (inic.) 39. Del verbo revelar 43. Apócope de papá 44. Batracio 46. Época 47. Un pacto militar encabezado por EU 49. Patriarca bíblico, constructor del arca 52. Papagayo 53. Existe 54. Fuerte candidato a dirigente nacional del PRI 58. Moneda de cobre usada en la antigua Roma 59. (Lerdo de Tejada), ex presidente de México VERTICALES 1. (Sierra), ex rector de la UNAM, fue galardonado con

la medalla Belisario Domínguez 2010 3. Interjección de estímulo 4. Abreviatura de litro y símbolo del litio 5. Cuatro en números romanos 6. (Luis), músico mexicano, creador de Coro de Madrigalistas 7. Símbolo del argón 8. Animal cuadrúpedo 9. Símbolos del yodo e impedancia 10. (Serrano), ex rector de la UNAM 12. Alaban 14. Lastimada, herida 16. Símbolo del lutecio 17. Nota musical 19. Unidad monetaria de Honduras 20. Dirigirse a un lugar 21. Símbolos del amperio y quintal métrico 22. Tiempo en que gobierna un rey o una reina 25. Cada una de las cartas de la baraja 26. Aunada, confederada 28. Símbolos del número de masa, nitrógeno y resistencia eléctrica 30. (Michel), militar francés, combatió en las campañas napoleónicas 33. Rector de la UNAM cuando la huelga en contra del incremento a las cuotas escolares 36. (Mas), contrarrevolucionario cubano, ya fallecido 38. Gran desorden 40. Mira, observa 41. Nombre de una consonante (pl.) 42. Símbolo del lantano 43. Utensilio de labranza 45. Abreviatura de nordeste 48. Símbolo del tantalio 50. Patriarca hebreo, célebre por su paciencia y piedad 51. Organización independentista de Irlanda del Norte 54. Forma de pronombre 55. Divinidad egipcia 56. Símbolos del momento de inercia y tesla 57. Alcohólicos Anónimos

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autoridades fueron rebasadas por grupos insurgentes, donde la población no ve remediadas sus necesidades básicas de seguridad por aquellos que deberían de proveerlas, se buscaban otros niveles de protección, donde la efectividad fuera contundente, en una sociedad tan religiosa como la de Puebla, particularmente la cholulteca, ligada a la divinidad de una forma milenaria, donde sus innumerables templos dan testimonio de su carácter profundamente religioso, sus necesidades de protección en épocas revolucionarias, fueron saciadas por la Virgen de Tzocuilac. Pero falta un milagro más relacionado con los hechos del 6 de octubre. Los hermanos: Victorio, Miguel y Merced Daniel, Inés Tépox y Remedios Quichula, fueron los autores de los hechos antes relatados, aprehendidos la mañana del día 7, y procesados por los delitos de: destrucción de un aparato telefónico, robo mediante ataque y homicidio. La pena fue dada por el Mayor de Caballería de las Fuerzas Federales, Amado L. Cristo, quien resolvió dar la de muerte a los cinco inculpados. El abogado defensor, Antonio Daniel, impulsó el recurso de indulto ante la presidencia de la república, fincando sus esperanzas en que fuera concedido, aunque sabedor de que con la suspensión de garantías decretada por el ejecutivo federal en agosto del mismo año, era muy poco factible que se concediera, por lo cual además del recurso terreno, puso en marcha el recurso celestial, pidió a la comunidad dirigir sus súplicas a la Virgen de Tzocuilac, esperando que los trámites que en la tierra se entorpecieran, el cielo los destrabara. La respuesta a las súplicas llegó, contra todo pronóstico, el Diario Oficial de la Federación, con fecha 22 de noviembre de 1915, publicó lo siguiente: “El Ciudadano Presidente de los Estados Unidos Mexicanos en uso de la facultad que le otorga el artículo 9º del decreto sobre suspensión de garantías, de 7 de Agosto del presente año, ha tenido a bien acordar que se conceda a Remedios Quichula, Inés Tepox, y Merced, Miguel y Victorio Daniel, la gracia de indulto de la pena de muerte que por los delitos de destrucción de un aparato telefónico, robo mediante ataque y homicidio, les impuso con fecha 15 de Octubre último el Mayor de Caballería de las Fuerzas Federales, Amado L. Cristo, conmutándose dicha pena respecto a Remedios Quichula, por la de veinte años de prisión que extinguirá en la Penitenciaria del Distrito Federal, y que se contarán desde el día 15 de Octubre último en que se dictó la sentencia relativa, y respecto a Victorio Daniel, por la de cinco años de prisión, que también extinguirá en la Penitenciaria del Distrito Federal, y que se contarán, igualmente desde el 15 de Octubre último, quedando los demás reos en absoluta libertad.” La respuesta a las súplicas no pudo ser mejor: tres en absoluta libertad y dos con penas en prisión, sin lugar a dudas, nuevamente los cholultecas comprobaban la gran intercesión de la Virgen de Tzocuilac, quien pareciera se hizo abogada de las causas revolucionarias, ya que no sólo estos sucesos están asentados como milagros producidos en este periodo, testimonios de madres agradecidas porque sus hijas no fueron violadas al paso de la bola, de sacerdotes que metidos a revolucionarios fueron capturados, condenados a muerte e indultados, de casas que no fueron saqueadas, en fin, un centenar de milagros más, permiten reflexionar sobre las preocupaciones más inmediatas de la población de a pie durante los años de la Revolución, la gente no estaba atenta de si mandaba Madero, Huerta o Carranza, sino de que sus necesidades más inmediatas fueran remediadas y sobre todo que su integridad, la de los suyos y la de sus bienes estuvieran salvaguardadas. Historiar a la Revolución Mexicana, no es sólo enumerar: héroes, villanos, planes y batallas, es hablar de la cotidianidad, de hombres, de mujeres, de epidemias, de hambre, de muerte, pero también de milagros. * El autor es licenciado en Historia e integrante de programa de Maestría en Historia del ICSI de la BUAP. 6

E

l mezcal fue un “hijo deseado” buscado con anhelo, después una bebida perseguida, discriminada, llevada a la clandestinidad y finalmente una bebida consumida en las regiones de producción y reconocida en círculos estrechos, nacionales y extranjeros, cómo una bebida espirituosa, exquisita de añeja tradición. No es difícil imaginar cómo llegaba el vino a Nueva España en el siglo XVI después de un viaje de tres meses en carabelas por el Océano Atlántico; sin duda desembarcaba avinagrado y en el mejor de los casos zarandeado. Su precio, además, era prohibitivo y reservado para las mejores mesas novohispanas. La escasez del vino, la negativa de los españoles a beber el pulque indígena y la necesidad de un bálsamo que aliviara las nostalgias de los recién llegados a tierras extrañas, hizo que soldados, frailes, granjeros y artesanos, aguijoneados por las fiebres de los amores peninsulares o por las memorias familiares de ultramar, requirieran con anhelo un remedio que acompañara sus soledades. Así comenzó la búsqueda de la bebida añorada, requerida por la sociedad novohispana después de 1521. No sabemos con certeza cuando y quien lo inventó o dónde y cómo se elaboró, pero sabemos que la afanosa búsqueda paso por la “Sangre de conejo” que no era sino el pulque pasado por el destilador y por el “quebrantahuesos” un destilado de coco. Los intentos debieron ser múltiples y las crudas y los fracasos también, hasta que un buen día un agricultor o ganadero bien asentado, persistente, creativo, con imaginación y ayuda de los zapotecos de Huaxyacac o los mixtones de Nueva Galicia, elaboró el mezcal. Una mezcla virtuosa de la técnica árabe española

con la técnica y los conocimientos ancestrales de los indios sobre el maguey, produjo el mezcal, el vino de agave, el vino-mezcal, el vino de los novohispanos y hoy bebida nacional. No fue casualidad que el vino-mezcal se inventara en lo que ahora es México. El maguey o el agave, pertenece a la familia de las agavaceas, de las cuales hay 273 en America y de esas hay 205 en México y de éstas 151 son endémicas. La cultura del maguey se remonta a miles de años en lo que ahora es el territorio mexicano, y se utilizan en este país más de 28 agaves para elaborar mezcal en 23 estados de la republica, cuyos nombres van desde: Comiteco en Chiapas, Bacanora en Sonora, Raicilla en Nayarit-Jalisco, Tequila en Jalisco, Sotol (primo hermano del mezcal) en Chihuahua; por ello, podemos decir, que así cómo Francia, España e Italia son tierra de vinos; México es país de mezcales. El mezcal tuvo una niñez feliz hasta que llegó a la adolescencia y topó con los intereses españoles que producían vino. Por Real Orden fue prohibido y mandado a la clandestinidad. La iglesia apoyó a Su Majestad y amenazó con la excomunión al que lo consumiera. Dijeron: “la bebida solo sirve para avivar el fuego de la lascivia, que sigue a la gula” y “Las sagradas escrituras son testigos de que la lascivia surge del vino y las borracheras.” Así, acosado y perseguido, el mezcal fue confinado a las sierras, cañadas y arroyos y producido por taberneros, vinateros y palenqueros ambulantes y su distribución y consumo se restringió notablemente. Apareció entonces el estigma de la discriminación o la auto discriminación: “Es una bebida corriente”; “Es una bebida para pobres”; “Es una bebida de campesinos”. Gracias a ello, se abrió la gran posibilidad para que los indígenas y campesinos se apropiaran del proceso de elaboración; se adaptó la tecnología y se cambio el tubo de cobre por el carrizo, el contenedor por las ollas de barro, los pipones de madera para fermentar por los cueros de vaca y los conocimientos empíricos fueron pasando de generación en generación apareciendo así, las regiones mezcaleras y un personaje central de está historia: el Maestro Mezcalero con el cual estamos en deuda y necesitamos implementar un importante sistema de reconocimientos y estímulos. Hoy, el mezcal se exporta a Europa, Asia, Canadá y EU; las clases medias empiezan a valorarlo como una bebida espirituosa de primera calidad. Se empiezan a escuchar voces que califican al mezcal como la bebida nacional. Bebida de añeja tradición, con personalidad y calidad sin igual. Lo ponderan en academias, fundaciones, logias, escuelas de gourmets, restaurantes de lujo, y mezcaleras para consumidores juveniles. El mezcal y el maguey (el agave con el que se produce) profusamente difundido en la literatura, la pintura, el cine y la música mexicanos, se puede convertir en uno de los símbolos no oficiales de nuestro país. “Mas claro que el agua y más fuerte que el aguardiente”, el mezcal es una bebida iniciática que puede alterar la conciencia; es la bebida espirituosa de una gran cultura. * El autor es introductor de bebidas alcohólicas mexicanas en Estados Unidos y Europa.


Población total 1910

15 160 369

Mujeres Hombres Población rural Población urbana

7 654 581 7 505 788 10 809 197 4 351 172

Población según conteo 2005 Mujeres Hombres Población rural Población urbana

103 263 388 53 013 433 50 249 955 24 275 645 78 987 743

Nota.- Hasta la fecha de esta publicación, no han sido publicadas las cifras del censo 2010

La población del país casi se duplicó durante los primeros cinco decenios del siglo XX al pasar de 13.6 a 25.8 millones de habitantes. Entre 1950 y 1970 su ritmo de crecimiento fue más acelerado y casi se duplicó en dos décadas al pasar de 25.8 a 48.2 millones. El ritmo de crecimiento comenzó a disminuir a partir de 1970, por lo que la población se duplicó ya no en 20 sino en 30 años.

Q

uiero empezar esta serie de sesudas reflexiones con una bronca. Este artículo debió aparecer en el primer número de este panfleto (perdón suplemento), pero el Honguito Acedo prefirió publicar a sus amigos (doitores) “intelectuales internacionales”. Después de pasado el coraje, resolví participar porque no me dieron muchas recomendaciones (censura), sólo se me informó que es un pasquín (perdón otra vez, es un suplemento) con características académicas (¡ay caray!) y creo que si es así me puedo ajustar bastante bien a esa sugerencia (chaaale). Tomando en cuenta mi situación de persona diferente (alucinado), no es costumbre que reciba la confianza para este tipo de “normales” responsabilidades. Reincidente, como todo panfleto (ya me canse de pedir perdón) debe tener base científica, aunque el método frantansioso que utilizaré en mis escritos sea una combinación del utópico y la hipnopedia, que son los que me permiten construir mi alucinante mundo y contrastarlo con el “racional”. Utopía quiere decir no lugar y, por tanto, designa una localización inexistente o imposible de encontrar. “Moro bautizó con este término una isla perdida en medio del océano cuyos habitantes habían logrado el Estado perfecto” (fusil de Internet), El método de la hipnopedia se lo tomé a Aldous Huxley, quien dice en su novela Un Mundo Feliz que funciona de la siguiente manera: “es un proceso por el que los niños aprenden mientras duermen, gracias al subconsciente, haciéndoles escuchar cintas grabadas con las lecciones correspondientes.” (Otro fusil... creo que mejor voy a cambiar a una metralleta). Siguiendo los tintes académicos de este impreso, formularé una hipótesis como solución personal al problema de los dos mundos en los que estoy viviendo (normal y alucinado): la realidad de hombres “X” de esta época (normales) a hecho que construya un mundo de fantasía (alucinado) para evadirme de la realidad programada y no comprender (cagarme de la risa) al civilizado y culturalmente evolucionado mundo normal. Y si en este párrafo te causa escozor la prosodia y la sintaxis, es que eres de los normales. Si la censura del Hongo Acedo lo permite estaré próximamente en otro número, espéralo. * El autor es Doctor en Sociología Jurídica por la BUAP y cuatachin.

Fuente: página electrónica del INEGI: Cifras: www.inegi.org.mx/cgi-win/ehm.exe/CI010030 Pirámides: http://www.inegi.org.mx/Sistemas/temasV2/contenido/DemyPob/epobla16.asp?s=est&c=17504

Solución al Reincigrama de este número

Aparece cada quince días Director: Enrique Condés Lara Consejo Editorial: Mariano E. Torres Bautista, Jaime Cid Monjarraz, Gloria A. Tirado Villegas, Oscar López Hernández y María de Lourdes Herrera Feria. Administración: Norma Navarro Diseño: Israel Hernández Cedeño *No incluye sección de Sociales Se imprime en los talleres de El Errante, Editor. Priv. Emiliano Zapata 5947, San Baltasar Campeche, Puebla.

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Hay un punto en que la paleontología y la política mexicana confluyen Con tus conocimientos e imaginación, recorta y coloca a cada quien en el lugar que le corresponde

VELOCIRAPTOR “Ladrón veloz” Carnívoro bípedo con larga cola rígida. Medía casi dos metros de altura y corría a gran velocidad.

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ARQUEOPTERIX Del tamaño de un cuervo grande, era un mal planeador y usaba sus alas para caer súbitamente en los árboles. Era trepador pero no carnívoro.

ORNITOMIMO “Imitador de aves” De los más pequeños dinosaurios, era del tamaño de una gallina grande. Su única defensa era huir rápidamente.

PTEROSAURIO Con las alas extendidas medía hasta cinco metros. No volaba, planeaba. No podía caminar por lo que permanecía colgado de cabeza.

IGUANODONTE “Diente de iguana” Vivía en rebaños grandes. Su defensa eran las uñas de los pulgares.

BRAQUIOSAURIO “Reptil con brazos” El más pesado de todos los animales que han existido. Se cree que puede haber alcanzado hasta 80 toneladas.

TILOSAURIO Antecesor del lagarto, con aletas a los costados y en la cola. Acechaba a sus presas desde abajo y pasaba gran parte del tiempo en el agua

ESTEGOSAURIO “Reptil con tejado” El más grande de los dinosaurios armados con placas óseas y espinas. Era herbívoro y de cabeza chica.

TIRANOSAURIO “Lagarto tirano” El más grande y feroz de los carnívoros. Carroñero. Erguido era temido por todos.

TRICERATOPS “Cara con tres cuernos” Era una bestia enorme, de gran peso y larga cola. Herbívoro.


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