CUATRO_PRIMEROS_FANZINES_PIFANO

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P Í F A N O

Fanzine literario Nº 1

http://iniciativabia.blogspot.com/

Edición gratuita, año 2010

Creado y diseñado por un puñado de personas con inquietudes, te ofrecemos este fanzine totalmente libre e improvisado. Mosaico de relatos, cuentos, dibujos, poemas, etc. En definitiva, un racimo de pensamiento humano. Somos un grupo de autodidactas, fascinados por ese “algo más” que debiera tener la vida. Visionarios de un mundo que no existe, ¿o sí?. ¡Que suene el Pífano!. LOS MIEMBROS. Ͳ Miranda. Ͳ Alverto. Ͳ Alberto. Ͳ José Luis (Garven)

SUMARIO:

Pág.

Un relato (Miranda)………..…………………… ………………………. 1 “Dos hermanas” (Mikel Santiago)………………………………………………2 Entre el vivir y el soñar: sección de poemas …………………………….. 3-4 Ilustración (Garven)………………………….……………………………….5 “La belleza interior” (Alberto)………………………… ………………… 6 Algo de miedo: varios microrrelatos………………………………………7-8 “Vecinarium” (Garven)……………………… ……………………………….9 Net-Art (Alverto)…………………………………………………………..10 Contacta: grupobabia@gmail.com


Relato.

E

l periódico venia aquella mañana tan vacío como siempre de oportunidades para alguien tan dispuesto como el ha incorporarse de inmediato al mundo laboral. Los seis meses que llevaba en el paro le tenían sumido en el desconsuelo, a sus cincuenta y tres años no veía forma de adaptarse ya al mundo que evolucionaba cada día, diez años por delante de él. Después de treinta y cinco años cumpliendo con su labor en una cadena de embotellamiento de refrescos. Si se cae una botella y entorpece la cadena (recordaba), en ese caso la retira o la pone recta, si son dos las botellas lo mismo, si son más tiene que pulsar el botón amarillo, eso ralentizará unos segundos el ritmo de producción, en el caso de verse desbordado por la cantidad de botellas pulse el botón naranja, en un momento estaré con usted para solucionar el problema, pero el botón rojo no lo pulse jamás, si veo que es demasiado grave yo mismo o el encargado de turno lo hará si es estrictamente necesario, ¿comprendido?. Esa fue toda la teoría y todo su aprendizaje, una función y tres botones, buenos dos, por que el rojo nunca sentiría el tacto de sus dedos bajo ninguna circunstancia. Se arrepentía como tantos de no haber estudiado para ser un hombre de provecho, ahora, es cuando el dinero fácil que ganó en su juventud se convertía en su losa. Al menos no tenía cargas familiares, toda la vida ansió una mujer y unos hijos que como el botón rojo, nunca llegaron a ser acariciados por sus dedos. Tras unos segundos de auto alimentación lamentativa prosiguió con el repaso diario de puestos de trabajo escasos y fuera de sus posibilidades, ¿Cuántos trabajos pueden existir en los que aprendas en treinta y cinco segundos y aguantes treinta y cinco años? En ese momento detuvo su dedo en un anuncio donde se necesitaban mozos de almacén sin experiencia… entre 18 y 30 años urge. Otro de guardés en una finca… casado imprescindible. Ni suficientemente joven ni suficientemente casado, ni estudios apropiados ni sin apropiar, incumplía todos y cada uno de los requisitos necesarios para volver a meter la cabeza en ese mundo laboral que lo había despedazado y luego puesto a la venta como carne de cañón, ni siquiera lo querían como mano de obra barata, indudablemente era más factible tener un extranjero sin contrato y por un sueldo digno de su país de procedencia. Las puertas que nunca se abrieron a su vida permanecían más cerradas que nunca, no necesitaba el dinero tanto como sentirse útil, pero tarde o temprano el dinero sería otro obstáculo a su decadencia a la que no veía fondo pero seguro que llegaría en breve. El camarero le puso su café hirviendo como siempre y cogió la taza entre las manos dándola vueltas para calentarse los dedos y poder seguir pasando páginas, intentando no perder lo único que aparte de la taza podía sostener, la esperanza. Un suspiro, y siguió con su danza anular repasando cada línea de ofertas de empleo hasta que llego al final, compra y venta de artículos de segunda mano. Sería la casualidad o el destino, o ambas, que cuando se alían te mandan a donde no quieres ir pero, en el primer anuncio se podía leer: vendo escopeta de caza muy económica, apenas seis meses de uso. Contactar con… Curiosamente, el anuncio incluía una foto del arma a todo color, y quiso la casualidad, que el botón del seguro fuera rojo. Al menos, podría tocar por fin el botón rojo. Miranda. 1


DOS HERMANAS (por Mikel Santiago) Querida hermana Han pasado ya muchos años pero hoy, en la efeméride de la muerte de papá, y cuando han prescrito ya todos los cargos imputables por un virtual delito, me he decidido a escribirte una tímida confesión. Espero que valores mi sinceridad con justeza y no te enfades por esta tontería; es como esas mentirijillas en las que te metes un día y ya no sabes salir. En fin, a lo que iba. Lo que quería decirte es que papá no murió de causa natural. Que no se ahogó en el puré de patata, tal y como consta en el acta de defunción (elemento que como recordarás fue necesario para repartirnos su inmensa fortuna). Lo que en realidad pasó fue que papa sufrió un ligero envenenamiento, aunque fue voluntario. Le pregunté: - Papá ¿a ti te daría igual morirte hoy? y el respondió que me fuera al infierno (ya recuerdas su mal humor). De forma que no me arrepentí de haberle mezclado el zumo con medio litro de lejía. Sencillamente dejé que sus deseos se cumplieran. Ya sabes que siempre he sido una sacrificada si es por hacerle un favor a alguien. Y más si se trata de mi padre. Que nos amargara la existencia con sus constantes gruñidos, que impidiese nuestros matrimonios y nos prohibiera salir por las noches no tuvo nada que ver, como alguna mala serpiente de la escalera rumiaba en los días que siguieron al desagradable suceso. Nada más, querida hermana. Espero que, a la hora de valorar estos hechos que te relato, tomes en cuenta tu nueva vida en ese palacete junto a la playa, tus dos coches y tus veinte caniches. De todo corazón. Tu hermana.

Querida hermana, Se cumplen estos días veinte años de la muerte de papá y hay un hecho insignificante que, ya en su día, opté por omitir en los testimonios dados a los agentes de la ley. Este hecho es la razón de que te escriba tanto tiempo después, pues lleva revolviéndose en mis entrañas desde aquella triste tarde de Marzo cuando papá apareció volcado sobre su plato de puré. Cuando aquella tarde entré en la cocina y vi a papa tambalearse sobre el plato, le pregunté: ¿Se te ha caído una funda de oro, papa? y todo lo que nuestro buen padre me contestó fue: - cállate sucia ramera (ya recuerdas lo gruñoncín que era...) No sé qué me pasó, fue como si me cegara de pronto. Puse la mano en su nuca y la apreté contra el plato, con la energía y el valor que me inculcaste a la hora de asfixiar las gallinas. Papá aguantó un buen rato, y recordándolo ahora me saltan las lágrimas. Sorbió, hizo burbujitas y movió las manos y los pies con gran agitación (¡y decía que no sabía bailar el muy canalla!) Este detalle se me pasó comentártelo entonces y he pensado que es mejor tarde que nunca. Espero que sigas bien en tu casa de la montaña, con tu zoológico tropical y esos jardineros macizos que tan bien te acompañan. Te quiere, Tu hermana.

Mikel Santiago ( http://relatodromo.blogspot.com/ )

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ENTRE EL VIVIR Y EL SOÑAR.

Garven. “Atardecer en Daimiel”

(SECCIÓN DE POESÍA) Entre el vivir y el soñar / hay una tercera cosa. / Adivínala. (Antonio Machado).

La tierra y el sol se juntan cada nuevo atardecer, y a la mañana siguiente se separan otra vez. Pero el sol en otros lares atardece con la mar, y la luna desde el cielo brilla de envidia solar. ¿Seré luna? ¿seré tierra? ¿mar o sol? ya no lo sé ni tampoco sé si quiero nuestro propio atardecer. (Alberto Sánchez)

Ya quedó seco el árbol, sin hojas para abrigarse en el duro invierno, sin sombra apaciguadora en el verano. Su tronco sin corteza quedo expuesto al viento y al tiempo, que en comunión nefasta terminaron por doblegarlo, para devolverlo al suelo donde nació. Ya se secaron mis venas, dejó de correr la sangre por ellas, dejé de reírme de todo, dejé de llorar. Mi cuerpo desnudo de miedos se enfrenta a la última realidad, me enfrento a ella con el valor de un charlatán, con la precaución de un suicida, apretando con fuerza en una mano el cartucho de dinamita y en la otra la cerilla. Regresaré al polvo de donde salí, intentaré ser buen abono para volver algún día a despertar. (miranda)

Garven. “Peugeot 205”

Corazón de aluminio y vanadio, ahilada voz en ralentí, yo tuve un doscientos cinco que doscientas cinco veces conduje. Vestido de blanco Titanio fue mi Rocinante, siempre sonriente y despreocupado...agradecido. Enfermo a veces: sangraban sus amortiguadores. !cómo corría el lebrel por la calzada de luto.¡ ...Nos fuimos abandonando. (Garven)

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A la luz de esta vela lleno mi cuaderno con mis poemas, con la pluma del escritor que vio tantas lunas llenas, con el arpa oxidada en un rincón de su cabeza, cubriendo de música la estancia iluminada por la tenue luz de sus olvidadas cuerdas. Y lucho, lucho cada segundo por creer que lo que escribo, vale la pena. (miranda)

Cae un soldado más, abatido por las balas del tiempo en su imparable círculo sin perdón, sin compasión para nadie. Cae clamando la oportunidad que nunca llega, apuntando sin poder disparar, Alverto. (“amapola”) amenazando con llevarse la vida a otro lugar, con no morir sin matar… pero cae, sabiendo que otros tras él llegaran para presentar batalla sin cesar, sin tregua, sin prisioneros. La noche engulle las ganas de luchar, devora el tiempo sin vomitar nada que no sean sueños, simplemente eso, tiempo muerto relleno de huecos, recuerdos sin vida que nos hacen seguir volando, seguir peleando, armando al nuevo soldado con menos paciencia, con menos tiempo. Con balas del color de tus ojos y del calibre de tus cabellos, sin poder disparar, con la pólvora mojada por las lágrimas que siempre le traen los viejos recuerdos. (miranda)

Cancioncilla cristiana. El niño esta muerto en la cuna. En una cruz de roble nacerá. ¡Acudid pastores¡…no ha muerto: Mirad… Se despierta temprano con la cuarta de Brahms.

(Garven)

Garven. “Cristito del Eúfrates”

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La belleza interior (Relato)

Q

uedamos en el parque, como de costumbre, una vez a la semana Carlos y yo solos, para hablar de nuestras cosas y de nuestras nuevas amistades, De mi primer trabajo, de los compañeros, del fin de semana, la verdad suelo hablar más yo que él ya que apenas se relaciona con nadie aparte de mí, quizás por eso me gusta quedar con él, por que sé que le cuesta más relacionarse, aunque en realidad es mas bien por mí, disfruto mucho de su compañía. Tumbados en el césped del parque hablamos de cosas que nadie mas entendería, y no por que sean complicadas, sino por que nos compenetramos muy bien, como la sensación que da al paladar cierto alimento o del porqué del color de los uniformes escolares o cualquier otra tontería, que para cualquiera sería solo eso, si embargo nosotros buscamos el lado especial a infinidad de cosas sencillas. Tumbados en el césped, Carlos acerca su mano a la mía respetando una distancia bastante amplia entre cuerpo y cuerpo y al hacer contacto ambas manos me mira y me sonríe, yo le devuelvo la sonrisa. -Magda… Te quiero. -Yo a ti también Carlitos. Tras lo que parece ser una indecisión, Carlos se me aproxima tumbándose boca abajo sobre mí, casi respetando la misma amplia distancia, y mirándome a los ojos aunque con la voz algo temblorosa me vuelve a repetir. -Magdalena… Te quiero. Yo no puedo evitar soltar una carcajada, intentando asimilar la situación, risas como queriendo darle la opción de que rectifique y me acompañe admitiendo que se trata solo de una broma, incluso le contesto. -Carlos, eres un cachondo. Durante el silencio terminadas mis risas me voy dando cuenta, conozco a Carlos, y por desgracia se que habla en serio, pero como darle una contestación que no suene a tópico. -Carlos, yo te quiero… pero como a un amigo. -¿Es por mi cara? Asume Carlos, como si fuera una razón evidente mientras se ponía en pié -Nooooo simplemente es así. Nunca me había planteado esta situación, le conozco desde primaria, o incluso antes y no lo logre recordar, nuestras madres vecinas y amigas, jugando a las casitas, a puzzles infantiles, incluso a papás y a mamás. Recuerdo ver un documental que hablaba de un gen, o algo similar que tenemos los humanos y algunos animales, que hace que los hermanos o la gente que crece junta, no sienta atracción entre sí, estaba convencida de que ambos lo teníamos. -Sabes que es por eso. Volvió a asumir Carlos. -Me parece mentira que digas eso, me conoces y sabes que no soy superficial. Aunque tenía razón. Tras su accidente me costo muchísimo poder mirarle a la cara sin dejar escapar un gesto de espanto o lástima, pero actualmente lo tengo superado y quedo con él porque realmente me apetece estar a su lado. -Además, somos amigos y no quiero perder tu amistad. -¿Amigos? Sueño contigo cada noche desde hace más de veinte años, eres la primera y última persona en la que pienso cada día, Ójala supieras lo que es eso. ¡¡No quiero tu amistad!! Poniéndome a su lado, intento tranquilizarle. -No digas bobadas, estas un poco confundido, tú también me quieres como una amiga y crees que sientes algo diferente hacia mí, ya verás, algún día conocerás a una chica estupenda y serás muy feliz a su lado. Carlos de un fuerte empujón me tiró de espaldas al suelo, obligándome ha terminar la conversación. -Mañana cuando estemos más tranquilos hablamos… llámame por la mañana si te apetece. Y según me marchaba oí como murmuraba algo en voz baja. Una vez en casa me fui pronto a la cama sin apenas echarme nada a la boca, ante la extrañeza de mis padres, que sabían lo bien que me sentaban las tardes en compañía de Carlos, y a pesar de todo no tardé en conciliar el sueño. Al día siguiente sonó el teléfono, y alguien en el piso de abajo lo descolgó, segundos después subió mi madre diciéndome que era para mí. Encontraron el cuerpo de Carlos, despeñado bajo un puente, con una foto mía con la cara acuchillada. Desde entonces, sueño con él cada noche, y es la primera y última persona en la que pienso cada día. (Alberto)

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…ALGO DE MIEDO. El pasado mes de diciembre algunos compañeros participamos en el I Certamen de microrrelato de Terror homenaje a Edgar Allan Poe, que organizó ArtGerust.com, una página de ediciones y ventas literarias. Se cumplía el 200 aniversario de su nacimiento. Alverto consiguió ser uno de los 100 finalistas.

BOSQUECILLO DE PIEDRA

…Y

yo le persigo y nunca le alcanzo. Jugamos al laberinto entre las lápidas…, y él siempre me encuentra y me agarra del brazo con su manita fría. Después nos reímos mucho, y le digo que es mi mejor amigo aunque su carita sea tan gris y huela tan mal. Y él me cuenta que no se puede lavar. Yo le pregunto por qué… pero no me contesta. Y luego reímos y jugamos de nuevo. Me pide que salte con él a la fosa. Pero yo no me atrevo. Y él me demuestra que no pasa nada y salta…y cae como una plumita blanca, allá muy hondo. Me dice que es su casita. Y yo le pregunto por su mamá y le hablo de la mía. Pero no me contesta. Cuando me tengo que ir siempre me dice que no se lo cuente a nadie. Que será nuestro secreto. Que salte con él a la fosa… …pero yo no me atrevo.

A c c c Y

C a s C a a c s L d ti s C c

(Garven)

ALMA EN PENA

C

E

n mi nuevo mundo siempre hace frío, no un frío gélido, pero sí una temperatura desapacible. En mi nuevo mundo no hay luz, no es una oscuridad absoluta, pero todo es tenue y confuso. En mi nuevo mundo estoy solo, no totalmente solo, pero nadie habla, ni nos miramos y mucho menos nos tocamos. Desconozco desde cuando estoy aquí, ni como llegué, ni cómo salir, ni a donde ir. A veces tengo una visión fugaz, un flash, veo otro mundo, un mundo cálido, luminoso, donde río, hablo con otras personas, incluso una niña rubia me abraza y me dice que me quiere. No sé de donde salen esas imágenes y ojalá no las tuviera pues todo es mas frío, oscuro y triste después de verlas. Hoy entre las tinieblas me pareció ver a la niña de mis visiones, incluso pude oírla reír, me acerque todo lo que pude, tuve que hacer un esfuerzo horrible para acariciar su rubia melena, entonces se giró y dijo... ...¿PAPÁ? (Alverto) 7

E

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INFIERNO

S

e suponía que debería haber fuego por todas partes pero yo no notaba ningún calor ni veía por ningún sitio llama alguna, se suponía que el olor a azufre sería insoportable pero yo no olía absolutamente nada, se suponía que el castigo era el sufrimiento eterno pero yo no sentía ningún dolor. En ese momento recordé el pacto que días antes había acordado con el hombre de traje negro y sombrero, "Tu alma a cambio de salvar la vida de tu pequeña, solo quítate la vida y ella vivirá una larga vida", aún resonaban estas palabras en mi cabeza cuando un sonido irrumpió en mis oídos, al principio leve como un murmullo, luego fuerte y ensordecedor como un trueno... ...era un llanto, un llanto de niño, me acerque hacia él, a tientas entre la más absoluta oscuridad, hasta dar con él... ...era mi hija, la hija por la que me había quitado la vida y que no paraba de llorar... ...ni pararía por toda la eternidad. (Alverto)

1809

A

quella madrugada bullía la luz de una ostentosa luna llena sobre Boston. La Señora Morgue paría, asistida por su marido, una extraña crisálida amarronada. Una vez extraída del vientre, con un preciso cuidado, el padre la depositó en el pecho de su esposa. Abrazada por su madre, inherente a los senos desnudos, la oscura crisálida comenzó a vibrar hasta que un pico corvo rompió la vaina. Liberándose, la criatura comenzó a expandir su forma convertida ya en un precioso cuervo negro. El Señor Morgue procedió a abrir la ventana de la habitación. Con un sigiloso acercamiento la señora extendió sus blancos brazos al aire exterior y vertió en el eterno lienzo negro de la noche, aquel pájaro córvido que voló rumbo a Baltimore. Al momento el hombre reprimió el llanto de su mujer cubriendo con la yema de sus dedos la temblorosa boca de la dolida madre. Se trataba de olvidar lo sucedido.

(Garven)

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VECINARIUM El piso 1ºD estaba deshabitado...vacío. Una empresa de limpieza y mudanzas lo desamuebló y desinfectó por orden y acuerdo de la comunidad de propietarios. Lo llamaban "el piso de la loca". A mi mujer le contaron esta historia: -Ella era guapa, sí muy guapa y lozana, algo gorda..., así rechoncha !como yo digo! ¡a ver si me entiendes¡. Y él era alto y guapote. Era un americano con bigote, hablaba así: -pchuá pchuá - puchuá-, en americano, y yo le decía: -¡anda, vete a tomar por culo!, ¡por si acaso!-. Sí, era muy guapo y alto, así de alto como tu marido !pero guapo¡, ¡a ver si me entiendes!. Tenía cuartos, ¡muchos!, menudos coches traía, de esos americanos. Pero ¿que sé yo qué pasaría?, que el americano dejó de venir, y ella se abandonó… ¡Acabó loca!-. La señora ya anciana del 1ºD, falleció postrada y agónica, abrazada a sus tubos de respiración asistida en un hospital geriátrico. A veces, en la oscuridad de la noche, subo en silencio al rellano del piso primero, me resisto a encender la luz, y creo oir: -¡pchuá - pchuá – puchuá!-. Siento que la puerta se abre, unas manos gruesas y lozanas acarician mis mejillas; entre una neblina de un viento céfiro y frío veo el rostro entubado de "la loca". Sus ojos son dos bocas desdentadas que me dicen: -no creas nada...no fue así-.

(Vecinarium. http://garvenjosel.artelista.com/ )

Garven.

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L'illustrazione

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A

A - Esos hijos de puta, sólo porque te pagan una copa, creen que pueden echarte mano a las bragas -

Dibujo de Garven para el relato “La chica más guapa de la ciudad” del escritor estadounidense Charles Bukowski (1920 – 1994), Bukowski es considerado uno de los escritores norteamericanos más influyentes y símbolo del "realismo sucio" y la literatura independiente. 5


NetArt.

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OTROS LUGARES: - El Relatódromo. http://relatodromo.blogspot.com/ Blog de Mikel Santiago, cargado de relatos de este genial autor que cultiva el género de terror y misterio. ¡Muy currada!. - Galería de Garven. http://garvenjosel.artelista.com/ Catálogo de obras plásticas que nuestro compañero José Luis García cuelga en Artelista.

- Toledo olvidado. http://toledoolvidado.blogsport.com/ Blog con fotos de Toledo a lo largo de la historia reciente y no tanto.

- Y por supuesto puedes visitar nuestro blog. http://iniciativabia.blogspot.com/ donde podrás ver y leer nuestros escritos y trabajos, además está disponible en pdf. nuestro fanzine “Pífano”.

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P Í F A N O

José Luis Garc ía ¼ M i r a n d a ¼ J u li á n H e r n á n d e z ¼ A lber t o ¼ Al vert o ¼ M i k e l S a nt i a g o ¼ Fanzine artístico. Nº 2

Depósito Legal TO-0311-2010

Alverto. (Milanos)

Zafarrancho Político ................................................................................................ 1 Mi creación .............................................................................................................. 2 “Entre el vivir y el soñar” ......................................................................................... 3-4 El esotérico Belén de la anciana del 4ºB.............................................................. 5-6 Sonatina de la Seda ................................................................................................ 7 Crimen perfecto ...................................................................................................... 8 El Hedor..................................................................................................................... 9-10 http://iniciativabia.blogspot.com/

Contacto: grupobabia@gmail.com


Zafarrancho Político Se abre el telón, en el salón de reuniones del Consejo de Ministros aparecen, debidamente sentados alrededor de una lujosa mesa redonda, el Presidente del Gobierno y sus diecinueve ministros. Presidente: -Señores, por las actuales circunstancias coyunturales y por las no coyunturales, y haciendo un gesto de responsabilidad política, propongo incorporar al gabinete de la presidencia 5 nuevos asesores. Entre los ministros, murmullos de desaprobación poco optimistas, perceptibles pero enmascarados, como haciéndose el loco cada cual. Presidente: -Señores, señores, formalidad, disciplina, vocación y votación. Votemos la propuesta. La votación se realiza a mano alzada, pero con total rigor. Presidente: -¡Muy bien, muy bien! 20 votos a favor, ninguno en contra y ninguna abstención. Queda aprobada, por unánime unanimidad, la propuesta de incorporar ¡8 nuevos asesores! Tome nota señor secretario. Mientras el secretario hace los apuntes oportunos y el ministro de economía hace cuentas con los dedos de una mano y luego de la otra hasta que por fin 5 es igual a 8, aplausos de todos los ministros y felicitaciones al Sr. Presidente que muestra su orgullo y, para la foto, su mejor perfil, curiosamente, el contrario a su pregón. ¡Para que luego diga!. Julián Hernández.


AL PRINCIPIO

A

“El Señor guía a la vida” Garven.

l principio, jejeje, por que todo tiene un principio… ¿o no?... podría decir varias cosas acerca de lo que tiene principio y no tiene final, de lo que nunca empezó y no termina, de lo que acaba sin conocer principio, en fin, en lo que se refiere a principios y finales solo tengo una cosa clara, mi principio, al menos el de esta historia. Como decía, al principio, fue una especie de reto. He de decir en mi descargo que una de mis mayores debilidades es la vanidad… aunque sería más honesto decir que es mi principal defecto. La vanidad, es un quiero y no puedo, un sé que podría hacerlo pero no sé como, y sin embargo confío en saber como conseguir algo que no hice con anterioridad. Para que te hagas una idea, es como asegurar que meterías un penalti en el minuto 93 de la final de un mundial, y si quien lo tira lo falla, tienes la sensación de que hasta tu hijo podría haberlo metido, y tú mismo con más razón aún que ese alevín que apenas puede con el peso de la pelota. Esa precisamente fue la sensación que me empujo a iniciar un reto que aparentemente no guardaba para mí ninguna excusa para no aceptarlo, coser y cantar, para mí y mi ego era trabajo hecho. Mi hermano mayor me puso un límite para conseguirlo – tienes 7 días – jajaja me sobra uno dije. Rápidamente me puse manos a la obra pues no había ni un minuto que perder, estoy seguro de que él había contando con que como siempre, mi vanidad se adelantaría a mi pensamiento tratando al reto como algo simple y sin importancia, quitando tiempo al ya ajustadísimo que me había propuesto. ¿¿¿Cómo empezar??? ¿¿¿por dónde??? Una bacteria, sí, eso debe ser, debo crear una bacteria que aguante el frío mas extremo y el calor mas brutal, un micro bichito que resista todo, ese debería ser el principio lógico, pero… 7 días, en ese tiempo no da para mucho, aunque… nadie dijo que todo estuviera terminado en 7 días, lo único que podía hacer era plantar la semilla, una vez conseguido que agarrase en aquella tierra hostil sólo era cuestión de tiempo, eso debería ser suficiente para contentar el reto de mi hermano. No era hacer trampas y cumplía con lo estipulado, aun así me sentía insatisfecho con mi propio plan, demasiado sencillo, alguien como yo debería aspirar a conseguirlo sin subterfugios ni medias tintas, sin escudarme en algo tan sencillo como saltarme las reglas en pos de mi conveniencia. Decidí abrir las dos opciones, la primera salvaría mi ego aunque con demasiadas controversias, aferrándome al clavo ardiendo para salvarme del ridículo total. La segunda opción sería que al conseguirlo me alzaría como creador, como realizador de lo imposible. Aunque me ha costado mucho tiempo entenderlo, por fin me he dado cuenta, ahora sé que nada más sentenciar aquella especie de trato, mi hermano había pensado antes que yo en que mi vanidad, me haría picar como un hambriento pececillo dentro de una pecera, demostrándome que sabe más que yo por perro, por viejo y por diablo. Él es más consciente que yo de mis propias posibilidades y haciendo gala de esa ventaja que da la experiencia, me llevó lo que se dice al huerto. No hay mucho que decir en cuanto al intento de conseguirlo en 7 días, fracasé como poco a poco habéis ido demostrando, pero la otra opción, esa con el tiempo triunfó como a la vista está, no fueron 7 días pero… funcionó. Ahora ya abandoné mis experimentos, lo hice por que mi hermano me demostró que nadie es perfecto y menos aún yo, he madurado, miro atrás y me río, que tonto soy jajaja.

miranda


ENTRE EL VIVIR Y EL SOÑAR.

PLENITUD EN LA AUSENCIA Dormita el cielo añil y plomo, la zarza que reposa sobre la cerca rasga la quietud honda de la tarde, la amapola en color adorna el luengo prado, arroyo moribundo de agua trémula. En la ensenada profunda donde la calma agreste se hace vigor el río serpentea y se remansa, la vida se vuelve plenitud de tan puramente ausente.

Julián Hernández (La cometa)

(SECCIÓN DE POESÍA) Entre el vivir y el soñar / hay una tercera cosa. / Adivínala. (Antonio Machado).

Imperceptible vuelo de la mariposa, fragante abandono. (Julián Hernández)

“40 grados” Me derretí aquella tarde de feroz calor, paseaba feliz por la vida sin buscar jaleo hasta que te vi, meciendo tu pelo, sentada en el borde de aquella fuente mojando tu nuca descuidadamente. Los 40 grados se multiplicaron por cien, la sangre se acumulo de repente en mi cabeza apretando despiadadamente la sien, la vena salto al cuello y agarroto mi mano, la vista salio volando, el sudor corría como cascada dislocada y caí al suelo desmayado. Hoy, después de aquello, ya solo recuerdo a aquella gorda resoplando sobre mis labios por los suyos sellados, apretando mi pecho aplastado por sus gordas manos. Levante la mirada buscándote, buscando mi futuro imperfecto salte por encima de la gente que me rodeaba, intentando ver aun más lejos, buscando como loco, buscando tu pellejo. Corrí por todas las calles que se cruzaban ante mí mirando todas las caras que pude ver… pero te perdí, no te encontré. Sentí que aquella fue mi única y última oportunidad para vivir siempre feliz y la perdí. (Miranda)

“Ni siquiera di gracias a la gorda por salvarme, pues en el fondo la odiaba por haberme salvado, por dejarme vivir sin saber quien eres por no haberte encontrado”.

EXCURSIÓN A MADRID (Garven) (Es uno de los párrafos que encontré en una notita informativa para la organización de una excursión de los alumnos de primaria del colegio de mi hija. Por lo tanto no lo he compuesto yo; dice literalmente así:)

Los niños llevarán una merienda para media mañana, otra para comer y una botellita de agua.


TU RATÓN Mi amor, mi dulce caramelo con la forma de mi corazón, inocencia interrumpida por la brutal vida que sacude sin compasión, cuando la nave se hunde hay que huir como un ratón, debes saltar la primera del barco sin mirar a tu alrededor, sin sentir lastima por lo que se perdió. El tiempo es tan corto, es tan efímero, como los malos recuerdos que en tu memoria son aplastados por lo buenos, y así, seguir andando hacia el inevitable final temido. Siente como la vida te llena y te posee, siente como la primavera hierve en tus venas dando paso al reguero de besos que me debes, a los abrazos que no se tuercen, vive que la muerte sola llega, vive y al vivir, serás eterna. (miranda)

Cuando yo me muera cubridme de colores. Volcad mis botes de pintura acrílica. Rellenad la fosa. Mis tubitos de óleo y la aceitera; no olvidéis las ceras. Abajo, en un cajoncito de mi casa pinturera tengo los plastidecores. Traedlos conmigo. Y a mis pies las acuarelas. Cubridme de colores; y después la tierra. Y en la tierra una cruz de piedra. Y en la cruz: mi fecha. Cuando yo me muera cubridme de colores; …que Osiris los vea. (Garven)

RELATO EN LA NOCHE

Julián Hernández. (Boceto para escultura móvil: “Hombre, pájaro y luna”).

EPITAFIO

Las tres de la noche sin error posible. Las tres. Inmensa oscuridad rota, solamente, por la levedad de la difuminada luz de las farolas y por el brillo menguado de la luna en cuarto creciente. Espeso silencio. ¡PUMmmmmmm! El tiro sonó estridente y sacó destellos a los cristales dormidos, y su estruendo fue rebotando de esquina en esquina hasta perderse río abajo, en la negrura de las profundas aguas, en el horizonte mágico de la noche. Pasado un tiempo, fugaz pero predecible, la oscuridad volvió muda y el silencio: denso, reforzado y seco. La noche siguió su rumbo. La noche nunca se desvía. Tiene un claro objetivo. (Julián Hernández)


EL ESOTÉRICO BELÉN DE LA ANCIANA DEL 4ºB. “Levantaos, alzad la cabeza: Se acerca vuestra liberación”. Evangelio según San Lucas 21,25-28, 34-36

El arte se nos presenta a veces desnudo y verdadero en cualquier rincón habitual de nuestra rutinaria vida. Camuflado para quienes lo esquivan; generoso y noble para quienes lo acompañan en sus mil variantes de pensamiento humano. No lo busquéis: él os encontrará y os hará sentir. Precisamente esto quisiera relataros. De cómo el cerebro de una señora de ochenta y seis años, convivía con su genio creativo en una perfecta simbiosis. En el mediodía de un invernal miércoles 26 de diciembre, terminada ya la jornada, regresé a casa: uno de los doce pisos de uno de los cientos bloques de millones de ladrillos y miles de vecinos. Como un programado robot de mirada mecánica, subía por las escaleras de mi portal sin ascensor. Sentí el sonido de unos pasos sordinos y unos suspiros resignados que provenían de alguna planta más elevada. Ya en la mitad del rellano del piso segundo, acerté mi sospecha. Era la señora Críspula; vecina del 4ºb. Subía pesada, agónica, asida a la baranda de madera que estrangulaba. Muy despacio, contando los escalones vencidos uno por uno. Sus piernas hinchadas hasta los tobillos se enrojecían por la sístole acelerada de su corazón octogenario. Portaba una pesadísima bolsa en la que se vislumbraban algunas frutas y hortalizas. La alcancé en seguida: <<-Buenos días, Señora Críspula…por favor, permítame…>>, agarré despacio su brazo cargado con la bolsa, y cogí su compra con el afán de ayudarla: <<no…no…deja…deja…¡uff!...¡uff!...gracias bonito, gracias hermoso…anda sí…¡uf!...gracias rey, ¡qué pena llegar a viejos, hijo!..¡ay qué pena! ¡ay qué lástima!.>>. Respiraba la señora con un enmarañado resuello, recitando sus simpáticas frases zalameras. Yo la miraba sonriente, sin decir nada, subimos siguiendo su paso de procesión hasta llegar a su 4ºb. Poco o nada sabíamos de su pasado, se diría que es eternamente anciana. Una vez que el constructor colocó su último ladrillo, como por una generación espontánea, Críspula ya habitaba su 4ºb; viuda y longeva. Recordaba a una de esas robustas abuelas del norte, de un lúcido rosa en la piel y una cabeza rizada de canas semejante a una nube de algodón. Normalmente, llevaba un precioso jardín de flores en blanco y negro sobre un fondo de luto eterno por vestido, holgado para su cuerpo gordote y fuerte. Su avanzada edad no sugería la cercanía de la muerte, sino la ternura de una dulce siesta de abuela. ¿Hijos?, ¿nietos?...por allí no iba nadie que no fuera ella misma con sus pesadas bolsas de la compra. Con la canturrela de un incesante “ay que pena…ay que lástima…” Críspula sacó de su enorme monedero negro unas llaves. Y temblorosa abrió la puerta de su casa: - anda hijo, ya que estás…pon la compra en la encimera, hermoso…ay….ay -. Con mucho gusto accedí a su petición. Mientras alzaba las bolsas me hizo una pregunta, que se me figuró sinestésica: << ¿sabes que el canto del cárabo es parecido al llanto de una niñita perdida en el bosque?>>. Desconcertado, respondí: -¿eh?..¡ah!...sí…algo sé…bueno, en fin señora…- Ya en el pasillo dispuesto a marcharme, pude ver, al otro extremo lo que parecía el salón-comedor. Una tenue lucecilla solar, anaranjada por el filtro de las cortinas cerradas que cubrían el cristal del balcón, iluminaba despacio algo parecido a lo que podría ser un tradicional portal de Belén, montado ya sobre una mesita redonda: - montó el portal, señora…- dije antes de abrir para irme. –Sí, sí…ven, ven, ven hermoso, espera…mira…mira-. Me cogió del brazo y me guió hacia su salón; en penumbra; silencioso y oscuro como una cueva. Sin embargo aquello no invitaba al miedo; sino al descanso. Con su eterna retahíla de –ay que pena…ay que lástima…- Doña Críspula abrió las cortinas de una brazada. De inmediato un grito de luz me despertó a una clara visión:


Sobre una ya confirmada mesita redonda, con no más de un metro de diámetro y una bata azul cyan extendida a modo de mantel o tapiz, había un vergel de objetos y enseres, cotidianos y no tanto. Con una encendida ilusión, ante mi gesto de asombro, comprensiva, la señora comenzó a explicarme: -La bata es de mi marido…fue oficial de segunda en el Instituto Nacional de Industria…esta bata es el mar muerto…-. Unos tubos vacíos de “Redoxon forte”, sujetaban a modo de pilares una caja de ampollas en la que claramente se leía “Ambilipatil reniax 500”. Era un Palacio, sin duda. – El templo de Salomón- decía ayudándome a imaginar. Estiraba su dedo índice y seguía describiendo aquella instalación: -Eso es Alejandría- se refería a un montoncito de tubos de cristal, de esos que se utilizan para los análisis de sangre, con sus taponcitos de goma roja. Flanqueados por dos botellas de tinto vacías. Tres cepillos y un peine enmarañados de pelos canos: -Los jardines de Nínive-. Rodeaban los tubitos de cristal unas cáscaras de nuez. Esparcidos por todo el plano, se encontraban unos naipes de nuestra baraja española: -La guardia de Roma-. Y presidiendo todo esto se hallaba una enorme peineta marrón con ribetes dorados, clavada en una gran masa seca de harina que hacía de base. Delante de ésta, tumbados, dos libritos: “Cómo defenderse en la calle sin armas” y “Don Esteban Pío-pío”, quise entender el mensaje de los títulos en este extraño contexto. Doña Críspula sentenció: -y eso…eso que miras es el Portal-. La dualidad en mi cerebro era más que evidente. Por un lado risa, burla y locura. Por otro la genialidad de lo improvisado. Finalmente fundí mi pensamiento en una genial risa, burla y locura; Arte sin duda alguna, en su más desnuda forma… Me inundó una enorme alegría. Asombrado, con un tono gracioso pregunté: ¿y el niño Jesús?... Mirándome, en silencio, pensativa, con una seriedad rara que me asustaba…hasta que reaccionó: Con precisión, se hurgó en la boca, dislocó su dentadura postiza y la sacó de allí…, una extensible y pastosa hilera de babas perseguía el corto viaje de la prótesis que finalmente depositó en el centro de la masa dura de harina, delante de la peineta marrón, entre los dos libritos… Y con una desdentada risa firmó su obra maestra. … (Garven).


S O N A T I N A

D E

L A

S E D A

Hoy mi niña me trajo corriendo de su cartera guardados, preciosos en una cajita negra: …cuatro gusanitos de seda.

Corre también mi vida con ella, vuela con la párvula hojita de la morera. Los coge en su mano de plata … a ella se aferran.

Yo le digo cantando que dice la leyenda: Que cuatro antiguos reyes del antiguo imperio persa, muriéndose estaban de amor y de pena; decidieron convertirse en gusanos … para que nadie los viera. Discretos buscaron siempre el abrigo aurífero de la seda: el corazón sincero de un niño que los quiera. (…se le ilumina la cara) Decidme gusanitos buenos: ¿en vuestra crisálida de oro traéis al niño que yo era?

Mi niña preciosa: ríe y juega, ¡divierte tu alma mi hija!, imagina y revela; siembra de infancia la tierra. Riego de vida: la sombra añil de la morera; que la rueda de tus sueños amanece con los míos en un bosque de abril y seda.

En su inocencia divina, los mira y piensa: Que son cuatro reyes de un antiguo imperio de arena, convertidos en gusanos sólo para ella.

(Garven)


"crimen perfecto" Soy un asesino, maté mi ilusión y triture sus restos en una picadora, tiré dentro del vaso todo mi amor y mi odio y lo batí después en una batidora. Me bebí todo, trague hasta la última gota metiendo la lengua rebañando el fondo, y al despertar de la siesta lo cague todo, limpiando mi culo sin dejar ni rastro de mi derrota. Me confieso, yo maté mi propia historia, yo borre las huellas una a una con lejía y queme la botella para que no quedara ni rastro de ella. Queme el trapo que use y tire el mechero a la misma hoguera, metí mis manos dentro para que no quedará nada después de la limpieza, tiré también mi cabeza para que nada me recordara la quema, y con los pies, pateé las cenizas que quedaban y también los metí dentro de ácido para que desaparecieran. Ya de aquello no queda casi nada aparte de este “poema” que no puedo borrar por que no tengo manos ni piernas, se lo pediría a alguien pero… no tengo tampoco cabeza. (Miranda)


EL HEDOR

E

l hedor me despertó en plena noche. Invadió mis narices como un aliento tibio, me provocó una pesadilla de vegetaciones muertas, de pútridos animales. Abrí los ojos asqueado y observé el dosel de mi cama, reconocí el baldaquino de seda con motivos dorados, los tentáculos de madera carmesí. Respiré aliviado. Di gracias de haber escapado de aquel mundo de pesadilla y estar de vuelta en mi habitación. Pero el tufo, omnipresente en mi sueño, seguía allí. Lo tenía pegado al paladar como si hubiese comido un fruto rancio. ¿Qué era? ¿De dónde venía? Tanteé con mi mano en la mesilla de noche hasta dar con un vaso de agua. Bebí, aclaré mi garganta y me incorporé. Miré la rosa en mi florero de cristal; había muerto durante la noche y sus pétalos se esparcían lánguidamente sobre la madera oscura del mueble. El resto de la habitación era toda penumbra. Me recosté sobre los almohadones de plumas y esperé a que la pestilencia se desvaneciera. ¿De que podría tratarse? Era otoño. En verano solía tener algún que otro problema con las tuberías de la casa. Se elevaban pestilencias por los viejos y largos desagües y María, la sirvienta, aseguraba oír ratas trepar por detrás de las paredes. Pero era otoño. Los árboles del jardín estaban pelados. La noche era fría, polar bajo las estrellas de hielo. ¿De dónde, pues, venía ese hedor? Completamente desvelado espere a que el olor remitiera, pero no lo hizo. Por momentos menguaba ligeramente, después crecía hasta hacerse insoportable. No... no era ningún desagüe; estaba seguro. Era una fetidez demasiado intensa. Recordé aquel jabalí que encontré una vez de niño en un bosque, con las tripas reventadas por un perro, perforado de gusanos. Recordé aquel terrible y pegajoso olor a muerte. Era un olor penetraba hasta la garganta. Una hediondez capaz de trastornarle a uno. Y era el mismo que me rodeaba aquella noche, sin duda. Me levanté y abrí las ventanas. La noche era fresca. La luna estaba posada en un nido de nubes púrpuras. La aldea dormía en paz bajo sus tejados de plata. Un perro aullaba en la distancia. Respiré durante un minuto apoyado en la barandilla de forja, después regresé adentro. El tufo me esperaba como una bruma suspendida en el aire de la habitación. ¿De donde venia? Abrí los armarios. Sumergí mi nariz en los cajones, olfateé cómo un perro de caza. Pensé que quizá fuese un pequeño roedor muerto en algún lado, atrapado entre un mueble y la pared. Mi amada Cristina, que posaba sonriente en una fotografía, casi se estampa contra el suelo según movía el buró. La tomé entre mis manos y la observe con una sonrisa dibujada en los labios. Su visión logro calmarme un poco. Terminé de registrar mi habitación y el lavabo sin resultados. Abrí entonces la puerta del pasillo y olfateé el aire que yacía manso y dormido en la largura de la galería. Era definitivamente peor; el asqueroso y fétido tufo aumentaba perceptiblemente ahí fuera. ¿Qué podría estar causándolo? ¡Toda la endemoniada casa olía como una ciénaga! Me hirvió la sangre. Regresé a mi cama y tiré del avisador. Escuché las viejas poleas girar por las entrañas de la casa y, en la planta baja, oí resonar la campanilla.CLANK-CLANK-CLANK La casa no se inmutó ante mi llamada. Tiré de nuevo y con tanta fuerza que casi rompo la cinta. "¡María!" grité "Criolla perezosa! ¿Dónde demonios te has metido?" Pero mis palabras resonaron solitarias por el pasillo y se ahogaron sin recibir respuesta. ¿Dónde estaba María? ¿Habría cumplido su amenaza de despedirse? Nuestra última discusión había acabado de forma terrible. Me llamó loco, dijo que estaba obsesionado. "Ninguna de mis amigas limpia tanto como yo. Usted ve suciedad donde no la hay" se atrevió a decirme. Así son las sirvientas jóvenes. Perezosas, pierden el día soñando con el novio que las saque de sus fatigosas existencias y te tachan de cacique ante la más mínima exigencia. ¡Si supiera cuantas concesiones hago! ¡Cuantas capas de polvo hago por no ver! Debía haberse marchado, sí, y me alegré por ello; hacía tiempo que pensaba echarla. Buscaría otra... ¡pero si todas son iguales! Bueno, quizá yo pudiera encargarme. Nadie mejor que uno mismo para hacer las cosas como es debido... quizá... Me anudé el albornoz de seda y salí al pasillo. En los retratos, los rostros de mis antepasados parecían también disgustados por aquella inmunda atmósfera. Avancé asqueado, aguantándome las arcadas, hasta la cima de la escalera. Cuando llegué, la punta de la lengua me sabía a leche rancia y la garganta a huevo podrido. Tuve que cogerme de la barandilla para no caer desmayado. No me costó percibir que aquella repugnancia ascendía desde la planta baja e inmediatamente pensé en la despensa ¿Sería todo una venganza de la criolla? Dejar pudriéndose una pata de cordero o matar las gallinas del corral era algo que encajaba con su sangre vengativa y murmuradora. Bajé las escaleras hasta el vestíbulo. Los jarrones chinos estaban vacíos de flores y note el horrible tacto del polvo sobre las alfombras ¡Y pensar que Cristina estaba por volver esa misma semana! ¿Qué pensaría al ver aquel desastre? Mi ira fue a más. Grité otra vez el nombre de María aunque sabía que de nada iba a servir. Me dirigí a la cocina y la encontré recogida. Abrí el refrigerador: Vacío. Ni una sola vitualla. Limpio, vacío y apagado. La maldita ladrona, pensé, se había ido con todo. Corrí al baúl de la plata, pero éste seguía intacto. ¿Qué sentido tenía todo aquello?


El hedor seguía allí, suspendido sobre mi cabeza, mareante, viscoso. Salí otra vez al vestíbulo, entré en el comedor. La mesa llevaba los manteles de la mañana. El frutero estaba vacío y había tanto polvo que uno podía dibujar su nombre sobre la madera. ¿Obsesionado yo? Pensé recordando las quejas de mi sirvienta…¡Ciega era lo que estaba ella! Pasé a la sala de dibujo y allí, por fin, sentí que aquella pestilencia debía estar muy cerca. La sentía mezclándose con mi piel, enredándose en mi cabello. Era cómo una negra peste vestida con un largo e infecto camisón. ¿Pero de dónde venía? Al fin lo descubrí. Me acerqué al mueble biblioteca. Allí, el tufo me hizo retroceder. ¡Era fuertísimo! Una arcada me subió por la garganta pero pude contenerla. Me recompuse. Ahora comenzaba a comprender... Saqué un pañuelo de mi albornoz y me lo coloqué en la boca. Después me acerqué al mueble biblioteca y, sobre mis puntillas, alcancé aquel viejo saliente con forma de dragón. Lo giré dos veces y noté el chasquido del mecanismo secreto. El anaquel de mi derecha se desprendió de la pared y de la abertura surgió un vapor tan fuerte y pestilente que ésta vez sí, logró hacerme vomitar. Retrocedí al comedor y pasé unos minutos sentado, recobrando el pulso y la respiración. Después regresé a la sala de dibujo y abrí por completo la puerta del gabinete oculto, una extravagancia de mis antecesores que hoy día utilizaba como sala de estudio, archivo de algunos viejos documentos y sitio de la caja fuerte. Encendí la luz. Resplandeció la moqueta verde y brillaron las inscripciones en oro de los centenares de volúmenes que reposaban en las estanterías. En el centro, en la preciosa mesa de cedro, había alguien sentado, de espaldas sobre la butaca de cuero. Entré. De nada servirá describir la irrespirable, asfixiante y pútrida atmósfera que me vi obligado a atravesar hasta llegar allí. El cadáver yacía derrumbado sobre la mesa. Su cabeza, ennegrecida y repleta de pústulas, conservaba algunos mechones de cabello. Una de sus sienes estaba agujereada, la otra había reventado dejando un reguero de confusas formas sobre la mesa. Encontré mi vieja Colt a sus pies, el casquillo de la bala bajo la silla. Tomé el cuerpo por los hombros y lo eché hacía atrás. Reprimí un grito al ver sus ojos vacíos y la exagerada sonrisa de la muerte. Su mano izquierda seguía apoyada en la mesa, era un mórbido ensayo de tendones y huesos. Con sus largos dedos sujetaba una carta manuscrita. La tomé. La sangre, ya seca, solo había dejado legible el tercio inferior de la cuartilla. Decía así: ".. si me amas como dices, debes comprenderlo. He descubierto que no puedo ser feliz a tu lado, en esa casa que más parece una jaula de oro. A veces pienso que solo amas la idea de tenerme allí, como otro objeto de tu colección, brillante, pulcro, ocupando su sitio como el resto de las cosas. Por eso te digo adiós. Nunca más volveremos a vernos. Olvídate de mí, por favor. " La firma de Cristina era lo último que ocupaba el papel. Me miré a mi mismo sentado en aquella silla. Podrido bajo mi traje de corte colonial, con mi foulard de cachemira aún anudado al cuello, y una flor marchita ensartada en el ojal de mi solapa. Lo recordé todo. Como ocurría a diario desde hacía ¿cuanto? Pero esa noche me acostaría de nuevo, lo olvidaría, y el hedor volvería a despertarme. Salí de allí, cerré el gabinete, regresé al vestíbulo. ¿Qué hacer cuando tiene uno toda la eternidad por delante? Cogí el plumero y me puse a quitar el polvo.

Fin .

Mikel Santiago. http://relatodromo.blogspot.com/


OTROS LUGARES: - El Relatódromo. http://relatodromo.blogspot.com/ Blog de Mikel Santiago, cargado de relatos de este genial autor que cultiva el género de terror y misterio.

- Galería de Garven. http://garvenjosel.artelista.com/ Catálogo de obras plásticas que nuestro compañero José Luis García cuelga en Artelista.

- Toledo olvidado. http://toledoolvidado.blogsport.com/ Blog con fotos de Toledo a lo largo de la historia reciente y no tanto.

- Y por supuesto puedes visitar nuestro blog. http://iniciativabia.blogspot.com/ donde podrás ver y leer nuestros escritos y “Pífano”.

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Alverto NET ART.

fanzine


P Í F A N O José Luis Garc ía ( Garven) A lber t o

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A lv e r t o

Fanzine artístico.

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Miranda

Mikel Santiago

Nº3

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J u li á n H e r n á n d e z

Depósito Legal TO-0311-2010

Zafarrancho Político ................................................................................................ 1 Heptarquía ............................................................................................................... 2 La servilleta de papel.............................................................................................. 3-5 Entre el vivir y el soñar ............................................................................................ 6-8 Marly ......................................................................................................................... 9-10 http://iniciativabia.blogspot.com/

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Contacto: grupobabia@gmail.com


Zafarrancho Político

Julián Hernández

Se abre el telón. En el salón del Consejo de Ministros los titulares de las dieciocho carteras rodean al señor Presidente y le alaban y lisonjean, y cada cual se pavonea de las letras de oro que relucen en el lomo de la que le ha tocado en suerte, menos el ministro sin cartera que no entiende el por qué de tal cuestión tan imparcial. Presidente: (Elevando la voz y pidiendo atención a los presentes)-Señores, señores, para no desequilibrar nuestro justísimo 50% del que tanto presumimos, y como ya todos saben vamos a contratar 8 nuevos asesores y, ¡atentos!, atentos a la maniobra de perfecta ingeniería y responsabilidad política, vamos a liberar 8 sindicalistas más, así, ocho que entran por ocho que salen, ocho menos ocho igual a cero, todo perfectamente equilibrado en el presupuesto, sin duda ni tachadura, incólume. Ministro de economía: (Asombrado) –¡Pero, señor Presidente!, esas cuentas a nivel presupuestario son preocupantemente falsas, ya utilicemos el presupuesto en base cero 0 ó en base 10, y en base a la realidad, en este caso, presupuestariamente hablando, ocho menos ocho es igual a dieciséis, y no es contabilidad ingeniosa. Presidente: -¡Pero ministro!, ¿cómo puedes decir que ocho menos ocho es igual a dieciséis? Todo el mundo sabe que es cero patatero, pero lo cierto es que esa noticia, presupuestariamente hablando, no la daremos. Sólo diremos que: “si entran ocho salen ocho, y que el equilibrio siempre necesario lo es aún más si es transparente, y bla, bla, bla….” , y la sociedad española, ¡que no es tonta!, lo comprenderá perfectamente y entenderá todo el contenido eminentemente social de tal aseveración. Lo social es nuestra bandera, y más si está de viaje en la playa. Ministro de economía: Pero es una noticia falsa. Hasta los medios de comunicación afines tendrán que desafinar. Presidente: No ministro, deja de pensar en el euro, falsa no, lo que diremos será, tajantemente, verdad, pero, y ahí está el tic de la cuestión y el tac del meollo, no toda la verdad, pero verdad al fin y al cabo, - elevando la voz – ¡verdad!, ¿verdad? Aplausos fervorosos de todos los componentes del Consejo de Ministros mientras corean: “verdad, verdad”, alabando la astucia del señor Presidente en el correctísimo empleo del lenguaje y del primer mandamiento de todo buen político, aunque el ministro de economía sigue pensando que toda verdad a medias es igual a una mentira entera, descubriendo sin querer que en política las matemáticas nunca son exactas. Envuelto en aplausos, el señor Presidente, se hincha como un pavo real mostrando todos sus bellos colores, entre tanto, el ministro sin cartera, que no entiende lo del 50%, sonríe bobaliconamente, pero aplaude, ¡y como aplaude!, y se imagina con su cartera de piel negra con letras de oro bien sujeta debajo del brazo, pero del brazo no afín a la oposición, por si acaso y muy a tener en cuenta.

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HEPTARQUÍA EN ESTA PÁGINA

A todos los que vieren y entendieren; Sabed que la autoría, posesión y gobierno integral de esta página corresponde: A Don Gant Sio, Dueño y Señor de la cuarta parte superior derecha. A Don Silupañol Cipolleta, Dueño y Señor de la cuarta parte superior izquierda. A Doña Merg de Merg, Dueña y Señora de la cuarta parte inferior derecha. A Don Werther de Marco; Marqués de Ghoma, Dueño y Señor de la cuarta parte inferior izquierda. A Doña Notarial Monotype, Dueña y Señora de estas letras, de su grafía y tinte negro sobre fondo blanco. A Doña Hevelin Márquez E-880, Dueña y Señora del mensaje, de su contexto, de sus significantes y significados. Y a Don Poloc Colop, Dueño y Señor de su estructura y formato, de su grano y celulosa. De su grado ácido compositivo. Que perdure en el tiempo. Vale.

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LA SERVILLETA DE PAPEL

Julián Hernández

José Ramón Jiménez Rodillas, (JRJRs), una vez escrito su primer poema, estuvo varias noches despertándose continuamente, sobresaltado y sudoroso, ¡no lo podía creer!, ni que había escrito un poema y, ni mucho menos, que se despertaba de madrugada. Para él era toda una aventura, el poema cobraba vida y llamaba a la puerta de sus sueños despertándole, despabilándole, arañándole, como si todas las palabras del poema tuvieran uñas recién afiladas. JR, exaltado, se acercaba a la mesa donde había colocado el poema y, ligeramente ruborizado, lo leía en voz alta y clara después de hacer gárgaras con claras de huevos y de probarse la voz entonando “fiel espada triunfadora”, y lo releía una y varias veces hasta que tanto él como el poema volvían a adormecerse a causa de la rima y del ritmo, y cambiaba puntos por comas, comas por puntos y comas, puntos y comas por dos puntos, dos puntos por comillas, y al final, el poema como al principio. ¡Qué plenitud! Un primer poema escrito. Se sentía todo un bohemio paseando por Montmartre, la cuna de los impresionistas, y para reafirmarse en su nueva identidad dejaría de leer la prensa deportiva, y en la prensa rosa los pies de foto y la palabra “exclusiva” por ser una idea demasiado excluyente para cualquier poeta domador de palabras fieras y de sentimientos salvajes, quizás se dejaría el pelo largo, aunque no mucho, olvidaría sus camisas de cuadros cambiándolas por camisetas con grandes dibujos pacifistas, la paloma de Pablo, la rosa saliendo del fusil y todo eso, lavaría los pantalones vaqueros una vez al mes y solamente con jabón de glicerina, y las zapatillas de deporte las vendería para comprarse unas alpargatas y unas gafas modelo revolución. ¡Aquellos si que eran tiempos de exaltación poética!, o como se suele decir, de qué hambre tenemos los proletarios del mundo y a ver si levantamos la moral y si nos unimos todos, que el hambre compartida es menos hambre, ya se sabe, mal de muchos opio del pueblo y el pueblo jodido, y a ver si con dos buenos cañonazos y algunas bayonetas componemos una oda y un soneto en la barriga de algún cochino opresor y parásito burgués. Después de recapacitar y de evaluar distintas hipótesis que por su imaginativa imaginación se pasearon altivas y orgullosas, guardó la servilleta de papel, manchada con el aceite de una aceituna rellena de anchoa, donde había escrito su primer poema, en una carpeta de cartón, gomas y solapas que compró al efecto. José Ramón, satisfecho, salió de la librería con su carpeta donde con cuidado sumo depositó el poema, que es lo mismo que decir que lo guardó con cuidado enorme y redondo y con movimientos lentos pero rotundos, apretó la carpeta sobre su pecho, y en ese preciso momento pensó que el poema y su corazón eran la misma cosa, sobrecogiéndose y turbándose ante tan humano pensamiento. Ya sin dudas, reafirmó sus ganas y decisión unánime de ser poeta, pero POETA con mayúsculas y en negrita, y de llenar aquella carpeta con un número considerable de servilletas, por ejemplo 127, 93 tampoco estaría mal, donde habría escrito en cada una de ellas un poema, y, quizás, en alguna, dos, una por delante y otra por detrás. A pesar de tener la decisión tomada se sentía ligeramente turbado en su interior, como un pimiento rojo de Murcia y picante de Padrón, y es que no sabía como podría compaginar, y si eran compatibles, su decisión de ser POETA y su afición desmedida al fútbol y a las películas de John Rambo, también JR. No podía ser y no entraba en su cabeza que en el mismo corazón convivieran y almorzaran sentimientos poéticos con las fuertes y contradictorias emociones que le deparaban los partidos de fútbol y las excitantes y bélicas vivencias que compartía al lado de John, un ser solitario, vehemente y violento, cuyas aventuras eran, sencillamente, imposibles. Aunque no es menos cierto que la solitaria lucha de Rambo tenía, para José Ramón, un cierto tinte caoba poético oscuro. Aquella turbación le tenía sobradamente sobrepreocupado sobremanera sobre el sillón, por lo que decidió pedir consejo a su incondicional e inseparable Fulgencio Paredes, gran aficionado a la poesía de León Felipe y a los discursos de Tucídides, vocal del movimiento republicano progresista de tendencia conservadora, adicto, además, a la lista de los reyes godos, a las rimas de Bécquer y a las leyendas toledanas, cetrino y pequeño de estatura pero alto de espíritu, vulgar excusa con la que intentaba dominar un trauma que, desde pequeño, le tenía traumatizado y del que se defendía, día a día, con la espada afilada y puntiaguda de las palabras, sus significados y dobles sentidos de los que era todo un experto. Además de íntimo también era su mejor amigo y confesor sobre todo porque, hasta la fecha, nunca le había puesto penitencia alguna, y es que José Ramón no comprendía la vieja tradición de perdonar poniendo penitencia, le parecía que era perdonar pero con mala leche y desconfianza, como hacen los bancos cuando te conceden un préstamo. Fulgencio Paredes tenía un serio, y conocido por todos, problema de disciplina, y es que no conseguía, por más que lo intentaba, levantarse dos días seguidos a la misma hora, ni tampoco salteados; incluso, a veces, ni conseguía levantarse y pasaba veinticuatro horas en posición totalmente horizontal en su cama de agua destilada, perfumada y ligeramente templada. Su producción poética, debido a su relajada disciplina, no sobrepasaba un poema al mes con título incluido, llegando, en momentos de máxima concentración, inspiración y producción, a un verso al día con su correspondiente puntuación y signos de interrogación y admiración. Y por tales circunstancias aún no ha terminado su primer libro de poemas del

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que todos los que han conseguido leer algunos versos comentan que es un poemario elaborado pero poco trabajado, con grandes pausas e inspirado en el tormentoso y bravo amor entre un torero famoso, una cupletista de canción ligera (la canción, no la cupletista) y un toro bragao y flojo de los cuartos traseros, como el torero, todo un problema de cuernos. Pero nadie niega la calidad poética de Fulgencio desde aquellos primeros poemas escritos donde al lado de un verso de una sola palabra rimaba otro de tres renglones de 50 caracteres cada uno y con dos espacios de separación. -Tienes que aconsejarme, FP –le dijo JR totalmente acongojado a su amigo del alma-, no consigo vivir tranquilo y parezco Boabdil paseando por la Alhambra y Bonny sin Clay, ni los pinchos de tortilla con mayonesa que, como bien sabes, son mi debilidad, me sientan bien. Vivo sin vivir en mí, como una piedra pequeña y ligera, y tan consternado estoy que parezco un olmo viejo, hendido por el rayo que no cesa y en su mitad podrido, más confundido que aquella paloma que siempre se equivocaba, fíjate que por querer ir a la montaña se fue al mar y por ir al mar a la montaña-. Fulgencio quedó paralizado y asombrado, estupefacto ante frase tan poética que dejaba, totalmente al descubierto, el alma cándida y sondable de JR. Un ligero y puntiagudo frío se acomodó en las estrechas pendientes toledanas resbalando sin cesar y agarrándose a todos los tejados, las esquinas, adarves y almenas. Los dos amigos, lentamente bajo una fina lluvia y bajo el paraguas decorado con los colores del equipo del alma de Juan Ramón, paseaban rozando la oxidada barandilla que protege al que pasea por el paseo del Miradero de caer, en un descuido, al vacío. Es este un paseo desde el que se puede contemplar un panorama amplio y vasto, con perdón, del acceso nordeste de la ciudad, sus arrabales y huertas. De vez en cuando, para mirar en lontananza y otear el horizonte, hacían una pequeña parada y se concentraban en el cielo gris y plomizo que se cernía con desgana sobre los campos toledanos. A lo lejos un rayo hizo zigzag y los dos esperaron, pacientes y en silencio, el trueno que no se hizo esperar, por lo menos no tanto como los buenos en una de indios, fuerte y ronco pero amortiguado por la distancia. La suave lluvia rociaba de frescor la árida y seca tierra por donde carpetanos, romanos, visigodos, árabes, judíos y cristianos cabalgaron a lomos de la historia, dejando, en los ojos de Rodillas y de Paredes, la profunda y añeja paz del silencio del pasado. JR seguía inquieto y ensimismado en sus pensamientos observando por donde el río se abre camino hasta la que fue Imperial, preguntándose cómo el VI rey Alfonso conquistó la ciudad árabe y cuantas azudas destruyeron por el simple hecho de ahí se joroben y de que fieros somos los cristianos cuando nos ponemos a matar gracias a Dios, con su perdón, queriendo saber si la bella Galiana atravesó el Tajo por el vado o, si por el contrario, había seguido el camino de la Sagra después de cruzar el puente Alcántara. -Tú dirás, Rodillas, sabes que como siempre soy todo oídos –era esta una de las mayores verdades que en Fulgencio Paredes podía verificarse. Seguramente por eso era tan buen receptor de palabras, y de sentimientos, por eso y por su buen corazón que latía, en reposo, a 55 pulsaciones por minuto, que era la mayor parte del día. -La verdad es que no sé por donde empezar, y como no sé por donde empezar lo que tengo que contarte parece una verdad sin condimentos, como una ensalada sin lechuga o un poeta sin inspiración. -Empezar por el principio es de personas organizadas –observó tajante y sabiamente FP que siempre ponía la palabra oportuna en el sitio exacto, la piedra en la bombilla y el pensamiento idóneo en cada situación por poco idónea que ésta fuera-, además de simplificar las cosas empezar por el principio hace más sencilla la comprensión del asunto que se propone. Es una cuestión de elemental disciplina, disciplina Rodillas, disciplina, férrea disciplina. -Certero pensamiento Fulgencio, como siempre, y así lo haré, empezaré por el principio que es como debe hacerse ….. Nací hace treinta y dos años en un lugar no lejos de la Mancha …… -No jodas JR –replicó Fulgencio poco poético y asustado-, desde el principio pero del asunto, recuerda que no tenemos todo el día. -Es que cuando estoy nervioso todo lo tergiverso –continuó Rodillas-, la verdad del asunto es que me encuentro entre la espada y la pared, y la espada es de acero toledano bien templado y la pared de ladrillo y mampostería, no sé lo que me pasa …. bueno, si sé lo que me pasa pero no lo comprendo y, además, no sé si es terapéuticamente aceptable. A cualquier hora del día veo a un extremo izquierda lanzando misiles desde el corner, a Rambo disparando palabras rimadas desde un tanque, y a Antonio Machado escribiendo tácticas de fútbol en una pizarra sin rima alguna. -No será que estás perdiendo los papeles –observó tajante Fulgencio. -¡No, no, eso nunca! –replicó JRJRs enseñando a su amigo la carpeta donde guardaba la servilleta con el poema escrito, todavía fresco y poemando. Fulgencio Paredes quedó absorto e incrédulo, y musitó entre dientes observando la carpeta: -Antigua, pero práctica. José Ramón, para no entorpecer la que se prometía amigable y entrañable charla bajo la luz de las farolas y de la lluvia, hizo como si no hubiera escuchado, o sea, el loco, y es que los eufemismos siempre le ponían los pelos de punta, pensaba que eran el pan de cada día de los políticos, a saber: las comidas de trabajo, los coches oficiales y los complementos a perpetuidad, el voto preso, siempre intentando explicar lo inexplicable,

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suavizar lo áspero, marcar goles en una cancha de baloncesto y, al final, comiéndose con total tranquilidad todos los marrones como si fueran macarrones, con perdón de color tan proletario. -He escrito mi primer poema –le dijo Rodillas algo turbado y avergonzado a su amigo, tan bajito que Paredes apenas pudo escucharlo. -¿Qué es lo que has dicho? ¿Es cierto lo que han oído mis oídos? ¿Qué has escrito un teorema? – repuso Fulgencio asombrado-, Pitágoras, que eres un Arquímedes. -Un teorema no, un poema, un poema –le corrigió JR. -¿Qué has escrito un poema?, ¡maravilloso!, ¡sensacional!, no puedo creerlo. Mi buen amigo JRJ quiere seguir mis pasos, los de Juan Ramón Jiménez y tantos otros, y adentrarse en el excitante mundo de las palabras y sus imágenes. ¡Enhorabuena, Rodillas, enhorabuena! Vaya, vaya. ¿Quién nos lo iba a decir? –le dijo Fulgencio además de todas esas cosas que se dicen en los alumbramientos como: -hay que ver lo que se puede oír y, si no lo veo no lo creo, a ver, a ver, haber si me enseñas el poema. -No sé, me da un poco de vergüenza que todo un experto como tú lea mi primera composición poética, seguramente te parecerá infantil. -No temas, es el mismo sentimiento que anida en todos los poetas primerizos. -Es cierto –corroboró JR, -tú siempre has sido mi mejor avalista sin tener que prestarme un euro ni firmar equis papeles para encarcelar en tinta la picaresca española, que, por otro lado, no la agarra ni el mejor corredor, aunque éste sea de comercio. JR entregó la servilleta a su amigo como si le entrega su mejor tesoro, o lo que es lo mismo, el álbum completo con todos los cromos de los futbolistas de la liga 87-88. Fulgencio Paredes cogió la servilleta depositándola en las palmas de sus manos mientras Rodillas acomodaba el paraguas para que ni una gota de la fina lluvia pudiera infiltrarse y extenderse en la misma desparramando lo que tanto tiempo le había costado agrupar: palabras. Fulgencio leyó el poema con detenimiento, alevosía y ligera nocturnidad, también con nubosidad, además de con las puertas de la imaginación abiertas de par en par. La lluvia resbalaba suavemente sobre el paraguas poniendo una casi inaudible música de fondo a la muda lectura del poema. JR, con el alma en vilo y el corazón en un puño, esperaba paciente el diagnóstico cabal de su cabal amigo, es decir, el parte de daños, y Fulgencio, una vez que terminó de leer el poema, le dijo serenamente, correcto, serio y a la vez sorprendido: -¡Ostias, JR, si ya son las siete! Perdona pero he quedado y es una cita que no puedo aplazar, inaplazable, en la plaza de Zocodover, importantísima. Otro día hablamos, ¿vale? –le devolvió la servilleta con la deferencia de no arrugarla, no secarse las manos ni de sonarse en ella, alejándose rápido por el paseo del Miradero. José Ramón Jiménez Rodillas se quedó, bajo el paraguas, desconcertado, mohíno y escocido, “esto le pareció musical”, mirando, una vez que su amigo desapareció de la vista, los lejanos y extensos campos toledanos empapados por donde, el rey Alfonso, cabalgó a la conquista de las murallas de la ciudad sobre un Tajo, en aquellos tiempos, limpio y fluido, y, en silencio, bajo las plomizas y refrescantes nubes, y sobre las ahora turbias aguas del río, sin más compañía que la fina lluvia y el aleteo de las musas, fue leyendo:

Las aguas del Tajo Epidémicas las aguas del Tajo turbias, sofocantes y penitentes te rodean densas y mal olientes con torpe lentitud de escarabajo arañando tus entrañas a destajo colgando en tus orejas dos pendientes uno: disolver los cienos pestilentes dos: con burbujas de soles y agasajos. Toledo bienaventurado y pintoresco lanzaremos al centro de tu pecho dardos envenenados de asombros que te rocíen con agua de refresco para bailar sublimes en tu lecho bailes rodeando entre tus hombros.

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ENTRE EL VIVIR Y EL SOÑAR.

(SECCIÓN DE POESÍA)

Cincuenta Me ha crecido un color níveo en el pelo y nubes azarosas en la barba de tormenta atlántica del noroeste, me miro en el espejo y el cristal me devuelve un rostro de arena serena de aullido honrado de terruño sembrado de otoños, y no acabo de reconocerme. Hay ya alguna arruga bien marcada trazando de costado a costado un regato laborioso en la frente, un halo disperso de cansancio cándido en los ojos, un dibujo de alegre-tristeza en la mirada imperceptible, a lo Gioconda de Leonardo, y de labios acorralados y vacíos de aquellas alondras que se derramaban como gratas cebollas al atardecer. Y no acabo de reconocerme, me miro: he muerto y ya vuelvo a nacer, ahora que ya me sabía otra vez me he de aprender. (Julián Hernández)

Aurora blanca que despierta mis ansias Aurora blanca que despierta mis ansias, dime, ¿sabes tú como puede almacenar tanto amor un solo alma?, ¿sabes dónde acaba el amor y empieza la obsesión?, luz de débil sol apuntando directo al mañana, abrázame y dame tu poder, dame tu persistencia y tus ganas de seguir con el baile que nunca acaba. Mi cuerpo, como si de una dinamo se tratara, acumula y transforma mi amor en tormentas desatadas, llorando por las noches desgastando mi cuerpo, para recuperar su forma al despuntar el alba. Albor, noticia nueva de que hoy sí tendré mañana, dame tu fuerza y tus ganas, no me des la espalda. Rayo de luz que en mi frente impacta, dame la claridad que perdí aquella noche que su recuerdo me espanta. Prometo ser todos los días un servidor de la alegría, ser yo mismo para que seas mi guía, enfrentarme a mis miedos con tu ayuda y la mía, acortar el sufrimiento y alargar la felicidad de la vida. Hoy, sale el sol ahuyentando a la noche fría, deja que mi corazón se caliente con su nueva salida, resta un poco de tiempo a mi existencia en el planeta y a la vez, sigue regalándome la vida. Es un nuevo día, última oportunidad para vivir sin perder en ello la vida.

(Miranda)

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Coming home Si Espíderman viniera recogería ilusiones derramadas con su proteínica tela. No consentiría la gesta deleznable de los hombres con traje y cartera. Trepando por la cornisa de mi casa: Del zócalo al testero De la buhardilla a la nevera. Del tejar de la fábrica de corcho Al ciprés de la Iglesia nueva. Yo guardaría su traje azul-grana de neopreno en un baúl discreto, Entre flores de naftalina escondería su careta, Cerrado, bajo llave de plata, hasta que él me lo pidiera. Con un brinco elástico hasta la hartura me lleva: De Burguillos a Manhatan… a Formentera.

Desternillante Hombre-Araña ¡qué bueno que era! Yo quisiera vivir así: como un anacoreta. (yo quisiera). En las horas muertas, dormida ya la araña, veríamos a un héroe de camisa y vaqueros, Permanente en su gesto discreto. Joven, quiere recordar a los villanos de antaño (los de hoy no están a su altura). Miradle… Ahí está. Sentado. Hábil. Siempre solo. Es todo una viñeta. ¿Quién es ése? Pregunta la vieja. Tiene ocho patas de oro Aunque nadie las vea. (Garven)

El Ayuntamiento es tan grande como un elefante. El elefante tan grande como un hormiguero. El hormiguero tan grande como el Ayuntamiento. El Ayuntamiento tan pequeño como un hormiguero. El hormiguero tan pequeño como un elefante. Y el elefante tan pequeño como el Ayuntamiento.

(Ángel)

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Llueve en la calle. Llueve en la calle, llueve como a ti te gustaba que lloviera, enredados en la cama, oyendo caer las gotas de agua, escuchando a la gente correr por las aceras empapadas, llueve como en las historias que tanto te gustaban. Llueve y esas nubes me traen el recuerdo de cuando tú estabas, pegados a la tele mientras me abrazabas, mientras estrujabas mi vida contra tu cuerpo para que no me escapara, llueve y cada gota que cae en mi corazón se clava, perforándome el cerebro dando vueltas a las cosas que ya no me pasan, que ya no me pesan y al no sentirlas es como si no sintiera nada. Llega la noche y en la calle sigue cayendo agua, mojando las vidas de los que atraviesan la vida sin sentir nada, sin ser protagonistas de lo que ya no pasa, arrancando al tiempo el tiempo que deben a la casa, que de tanto apostar perdieron las ganas de retirarse sin ganar a la banca. Llueve y mi mente despliega sus alas, me lleva viajando en el tiempo a cuando aún tú estabas, me hace sentir la lluvia perforando mis ganas, apagando con su humedad mis llamas, mi eterna juventud de cuando volaba, de cuando el mundo era una pelota con la que jugaba, llueve y al irse la nube solo queda la nada, solo queda el frío que después de la lluvia se me clava, llueve como a ti tanto te gustaba, llueve, llueve y en mi mente quedan charcos de memorias estancadas, quedan trozos sin digerir que tú ya no estabas, que el frío de la noche convierte en escarcha, que el sol del nuevo día no tarda en secarlas, la gloria del desconcierto, la luz apagada, llueve, llueve y el agua limpia todo lo que llega hasta su memoria fatigada, llueve y me quedo en la calle donde antes me esperabas, esperando que el tiempo que en mi mente no pasa, pasara por tu cabeza como una centella desbocada, llueve, llueve, llueve sobre mojado, llueve y sé que no volverás, que no sé por que lloro si al llorar no arreglo nada. Cierro los ojos y los aplasto contra la almohada, tapo mis oídos para no oír la lluvia que pasa, tapo mi boca para no decir palabra, cierro mi vida y al cerrarla, es como si el sol estuviera luciendo y la lluvia, fuera falsa. (Miranda)

Ya sé Ya sé por qué la aurora boreal por qué madruga la campana por qué escarcha al clarear por qué rezuma la mañana por qué profundo la mar por qué en la roca musgo por qué en la Gloria Fuertes por qué el humo del bar por qué escribo la servilleta por qué corro sin parar por qué se desnace el sol por qué el corazón o la cabeza por qué el viento y la rama por qué el color de la cerveza por qué los libros y el alma por qué un perro que ladra por qué un escalofrío general. (Julián Hernández)

I Como mi móvil es viejo y no tiene vibrador me lo guardo en la camisa pegadito al corazón para que cuando me llames si no lo puedo escuchar el TIC TAC de sus latidos haga hacerme reaccionar, y si no tengo camisa lo pondré en el pantalón que lo que hay junto al bolsillo también tiene corazón II He caído en una droga que otros toman sin caer si no la tomo enloquezco y si la tomo también, con peor mono que el caballo aun recibiendo una coz eres tu mi traficante con la droga de tu voz III Al principio muy poquito y después un poco más trozo a trozo hasta tal punto que te debo recordar que en las leyes es delito y es pecado en religión tú a la cárcel y al infierno por robar mi corazón (Alberto)

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Marly

(Mikel Santiago)

Reconozco que cuando la señora Jones nos habló por primera vez de Marly, la sirvienta de la marquesa Heidi-Henz-Mayer, pocos, por no decir ninguno, le prestamos demasiada atención. A esas alturas del crucero, todos manejábamos ya un perfil de la señora Jones, y coincidíamos en pensar que era mujer aburrida e imaginativa, que a todo le encontraba una vuelta de tuerca. De modo que fue muy razonable que nadie creyera una sola palabra de su historia, al menos en un principio. Un día nos encontrábamos, como era habitual tras el desayuno, degustando un inmejorable champagne y un plato de cerezas en la cubierta del Fiorod cuando apareció la señora Jones y tomó una hamaca al lado de las nuestras. Se mostró, como era habitual en ella, muy dispuesta a entablar conversación. Pronto terminó siendo ella misma toda la conversación (como también era habitual): - Y Marly, esa mulata que acompaña a la alemana ¿se han fijado que tiene un ojo de cada color? Verde y azul. O gris. No lo sé a ciencia cierta. Pero algo sí que sé: Que lleva la maldad escrita en la cara. ¿No les parece? ¿Saben a quién me refiero? – Yo asentí. Y según lo hacía, la señora Jones se auto-invito a nuestro plato de cerezas. - ¡Mmm! ¡Solemnes estas cerises de Martinica! Pero volvamos a Marly. ¿Han observado que pasa la mitad del día vagando a solas por la cubierta? Y de pronto se te aparece en mitad de la nada, como anoche: ¡El susto que me dio! ¡Casi me caigo por la borda! Apareció como una sombra, detrás de mí. ¡Marly! Le dije ¡Qué haces aquí! No me malinterpreten…ya sé que tenía tanto derecho como yo a estar allí, pero ¡Aparecer así! ¡Si no la sentí hasta que no la tuve a dos pasos! Se diría que había caído del cielo. Y ella ¿Saben lo que hizo? Nada. Ni inmutarse. Me miró con esos dos ojos, que parece que llevan un lucero dentro, y se largó por donde había venido. Claro que yo no le he dirigido ninguna queja a la marquesa ¡Dios me libre de entrometerme! Pero si me preguntaran mi opinión, le diría que no es esa la clase de sirvienta que uno se espera que tenga. Aunque viva, como ella, en las colonias. ¡Si viste como una andrajosa! - Eso es cierto – dijo el príncipe Hector, como si lo demás hasta ese punto no lo fuera – Viste llamativamente mal. - ¡Menos mal que alguien más se da cuenta! – celebró la señora Jones – Y ¿saben qué? Tengo ciertas sospechas sobre sus actividades nocturnas. ¿Han oído hablar de las gallinas desparecidas de la despensa? ¿Del polizón? Todos asentimos aburridamente con la cabeza. En todo buen crucero que se precie surge una historia siniestra o cuando menos intrigante para animar las aburridas e inevitables horas de tedio que median entre escalas. En mis muchos años como viajero, he oído tantas como nombres tienen los países, pero hay una que siempre repite y esa es la historia del polizón. Tiene muchas versiones, pero todas coinciden en lo básico. El polizón suele ser un delincuente, normalmente muy peligroso, que de forma indeterminada, ha conseguido subir al barco. Se esconde en algún oscuro vericueto, probablemente en el tortuoso nivel de máquinas, y solo sale por las noches en busca de alimento y alcohol. Encontrárselo es, obviamente, sinónimo de desgracia. - Pues yo no creo que haya tal polizón – continuó Jones – Si no que es esa … pordiosera la que roba las gallinas. Y ¿saben para qué? ¿Han oído hablar alguna vez de la magia negra? Ahora la cosa se ponía interesante. Tanto que Monique y yo abandonamos nuestra partida de backgammon para escuchar la nueva teoría de la señora Jones. No se podía desperdiciar algo así tontamente. - ¿Saben aquella mujercita, la belga, que se puso enferma en Port de France? La que tuvieron que desembarcar. - Madame Bernardeau – dije yo – ¿Por qué la menciona? La señora Jones sonrió pícaramente - Es una mujer hermosa. Y muy simpática también… tal vez incluso más de lo que la buena educación señala. Me refiero, por supuesto, a sus visibles flirteos con el señor Marques Heidi-Henz-Mayer. En eso no se equivocaba la señora Jones. Madame Bernardeau era una mujer guapísima y a nadie se le había escapado que al marqués, un hombretón septuagenario, se coloreaban las mejillas cuando ella se sentaba a su lado y le servía el champagne en la copa. Y tampoco se nos había escapado que la marquesa asistía a todo esto con la mirada fría como un hielo. A partir de ahí, la teoría de la señora Jones era fácil de adivinar. - ¿Esta usted diciendo – comenzó a preguntar Monique – que la repentina enfermedad de Bernardeau fue provocada por una suerte de hechizo de magia negra realizado por Marly? La señora Jones colocó el bolso encima de su falda de felpa y se atuso el moño antes de responder. - Eso es exactamente lo que digo, querida – y ahora, bajando la voz hasta el nivel del susurro añadió - Pero mírenla, por allí viene… Y tomando otra cereza de nuestro plato se quedo callada como si nunca hubiera abierto la boca más que para respirar.

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En efecto, se acercaban en ese momento los señores marqueses de Heidi-Henz-Mayer por la cubierta, seguidos, a unos cinco pasos, de la mencionada muchacha. Al pasar frente a nosotros, mientras intercambiábamos un cordial saludo con el matrimonio, fue inevitable que todos nos fijásemos en su criada. Era dueña de una extraña belleza. De tez delgada, rasgos afilados y gesto pensativo. Era cierto que, para ser una criada, vestía de manera hosca y sombría, que desentonaba un poco con la majestuosidad de sus amos - él con uniforme de la marina y ella con un largo vestido floreado. Cuando ya habían pasado de largo y mediaban unos buenos cinco metros entre nosotros, la señora Jones, sin sacarse la cereza de la boca, susurró: - Esa mendiga…Me pone los pelos de punta. Lo dijo con la clara intención de ser oída, y enseguida supimos que así había sido. Marly frenó su paso y se quedo, por el periodo de un segundo, quieta como una piedra, mientras que sus amos proseguían el camino hacía popa, indiferentes. Fue un momento eterno e incómodo. Tal vez la señora Jones pensase que denigrar a la servidumbre le granjearía simpatías en la primera clase pero para nosotros, en ese momento, había traspasado un límite inaceptable. Se lo hubiéramos hecho ver… pero justo en ese instante ocurrió algo que cabe calificarse de casualidad diabólica. De pronto, y sin más preámbulo, la señora Jones comenzó a silbar ahogadamente. Esa es la forma verbal que más se aproxima a lo que hizo con la garganta. Su rostro enrojeció a gran velocidad y, con una agilidad pasmosa, brincó hasta erguirse sobre el suelo de la cubierta echándose las manos al cuello. No tardamos en entender lo que ocurría. El rabillo de la última cereza aún temblaba entre sus dedos. Fue Arthur, nuestro flemático y distinguido amigo, quién primero reaccionó. Sin perder un segundo, se colocó a la postre de la pobre señora, la rodeó con los brazos y realizó la maniobra Heimlich (no en vano era recién licenciado en medicina) mientras el resto contemplamos la escena estupefactos…y lo cierto es que aquella imagen de Arthur presionando por detrás el orondo cuerpo de la señora Jones, fue, pasado el tiempo, algo que recordaríamos entre risas. El hueso de la cereza se hizo esperar, pero al final terminó saliendo. Rebotó en la madera un par de veces y se coló por un imbornal, de modo que ni siquiera como trofeo lo pudo conservar la pobre señora Jones, que ahora se había sentado en la hamaca y jadeaba nerviosa. Arthur se apresuró a servirle una copa de champagne y entre todos tratamos de reconfortarla. Al cabo de unos minutos, la azorada mujer, que tal vez por primera vez en su larga vida había visto la cara de la muerte de cerca, se despidió con prisas. A lo lejos, los marqueses Heidi-Henz-Mayer se habían instalado ya en sus hamacas y Marly disponía el tentempié sobre una pequeña mesa de servicio. Observé a la muchacha con disimulo. Vi cómo levantaba su rostro para mirar hacia nosotros. Y sus ojos parecieron encenderse al tiempo que, con la fugacidad de una llamarada infernal, una sonrisa se dibujaba y volvía a borrarse en su rostro mulato.

http://relatodromo.blogspot.com/


OTROS LUGARES: - El Relatódromo. http://relatodromo.blogspot.com/ Blog de Mikel Santiago, cargado de relatos de este genial autor que cultiva el género de terror y misterio.

- Galería de Garven. http://garvenjosel.artelista.com/ Catálogo de obra plástica del artista José Luis García Ventura.

- Toledo olvidado. http://toledoolvidado.blogspot.com/ Blog con fotos de Toledo a lo largo de la historia reciente y no tanto.

- Iniciativa Cultural BABIA. http://iniciativabia.blogspot.com/ donde podrás ver y leer nuestra obra. Contacto: grupobabia@gmail.com


PÍFANO FANZINE

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Depósito Legal TO-0311-2010



Zafarrancho Político

S

Julián Hernández

e abre el telón. En el bar situado en la planta baja del Congreso todos los ministros, y otros que aspiran a serlo, rodean al Sr. Presidente y le invitan a café, peloteando a su alrededor y halagando sus oídos con frases rotundas pero sensibles, procurando estar cerca por si acaso se escapa alguna foto. Varios a la vez: -Presidente, otro cafetito calentito. Ministro de la Presidencia, de Sanidad, responsable de Interior y Subsecretario de Información: (Todo un tiburón político, guasón) -Por favor señores, no me hagan llamar a la policía. Todos ríen la gracia y el Presidente asiente satisfecho mientras el ocurrente Ministro ve aseguradas sus carteras. Varios a la vez: -Una copita señor Presidente. Ministro de la Presidencia: -Señores, por favor, que estamos en horario laboral. Varios a la vez: -Y un pinchito de tortilla con mayonesa. Ministro de la Presidencia: (Mostrando su capacidad de gestión) -Ya está bien señores, y nada de silbidos. Silencio profundo pero didáctico. Y ojo, después de los abucheos de ayer al Sr. Presidente vamos a preparar una Ley con el proyecto de prohibir silbar y abuchear a quien nos dirige con tanta mano izquierda. Será importante pero difícil consensuarla con la oposición, ya que son ellos los que nos abuchean. Diputado Guerrero: -Pero sr. Ministro, y la libertad de opinión y de expresión. Ministro de la Presidencia: -La expresión y la opinión, la opinión y la expresión son sentimientos que nacen del alma y por lo tanto no se pueden coartar con medidas prohibitivas. Pero el alma es silenciosa y no vociferante, solitaria y no bullanguera, por lo que no prohibimos, volvemos a su cauce un río desbocado. Diputado Guerrero: (Haciendo honor a su apellido) -Entonces ¿también prohibirá aplaudir? ¿Y mirar con ojos de alegría? ¿Y con ojos tiernos? Ministro de la Presidencia: -Señores, en este país hay total libertad de opinión, de expresión, de aplaudir y por supuesto de mirar como quiera cada cual. Nadie con dos dedos de frente prohibiría cuestiones totalmente consustanciales al ser humano, ¡qué sería del fútbol! Además abucheamos con las cuerdas vocales, tensas, aplaudimos con las manos, recias, y miramos con los ojos, abiertos, son cuestiones totalmente diferentes aunque nacen del mismo impulso. Nada es igual siendo lo mismo, lo mismo discurre por diferentes sendas, y diferentes sendas nos pueden llevar al mismo lugar, por lo que prohibir no es prohibir, es cambiar de dirección, y la dirección solo es una, adelante, siempre adelante. Largo silencio de asimilación, hasta el humo se ha detenido intentando descifrar lo indescifrable, el momento lo merece. Asombrado, el Sr. Presidente, mientras la mayoría se rehace con la boca abierta pero en silencio, palmea la espalda del Ministro de la Presidencia aprobando su capacidad de persuasión y de no decir la verdad a través de la misma, y piensa que todas esas ideas superlativas serán un magnífico preámbulo para tal Ley sin par, ¡histórica! Recuperados, todos se apretujan y cierran la boca, por si lo de la foto, y lo de la mosca. A la vez, el camarero, pone cara de no entender nada, y así es. Además se ha apretado el cinturón mientras observa como todos los del otro lado de la barra, caña a caña, pincho a pincho, chupito a chupito, se afloja cada uno el suyo, y algún que otro botón, por lo que el camarero se dice a sí mismo que tiene que estar despierto, muy despierto, y siempre de cara, que corra el aire, no vaya a ser, faltaría más, asombrándose de eufemismo tan libre y equilibrado, como la tortilla de patatas.


Grumo nº 1 Con un «no sé nadar pero me mantengo» se ha ahogado más de uno en las Lagunas de Ruidera. Grumo nº 2 (para piano y orquesta) Termina el concierto (Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Rachmaninov). Entre el público está Luis, que comenta a su amiga la profesora Ruttel: «Magnífico. Aunque a mi parecer, en la variación nº 18 la orquesta se adelanta. El solista lo borda, sin duda, se estremece y nos lo trasmite con una pureza única; pero la orquesta inicia y prosigue la melodía demasiado rápido, esa pieza admite parsimonia, lentitud romántica. Algo así:» Y encorvando la espalda, y agitándose como un preciso director de orquesta, con una chusca danza en los brazos, comenzó a tararear: « na na nianooo na naaa naaaaaaa, na niano naaaaaaaa ...ná naniano na na na niano naaaaaaaa » La profesora con cierto asombro le dijo: «¡Cáscaras, Luis! ¿Qué haces perdiendo el tiempo en la Parafarmacia?» El mozo responde con una fresca sonrisa en los ojos: «Si a mí siempre me ha gustao estudiar. ¡Lo que pasa es que he sio mu perro!...luego me enrollé con una… y ná. » Ruttel asentía. Grumo nº 3 ¿Para cuando un Ministerio de la Honestidad y el Examen de Conciencia?

Grumo nº 4 (Y.E.R.) Y tras una esperada revolución, vencieron los justos. Eligieron al más Justo de entre los justos. Repartieron justicia, memoria y nuevos reactivos sociales…totalmente injustos. Pequeño relato de un beso. Ese momento ya en vías de extinción, que resultaba ser un beso, todo eso ya pasó. ¿Ahora qué es eso? ¿un recuerdo? ¿Recuerdas los besos? Yo sí que recuerdo mi primer beso, el que me diste por amor y nadie más te lo ha devuelto, porque no tenía devolución. Aquel beso fue aceptado y mimado con amor hasta que se perdió. Solo queda ya una foto en mi memoria guardada, guardada con dolor. Y ella lo tendrá grabado en su dormido corazón. Apagado con el tiempo, tapado con adiós, esperando a que salte una frase saliendo del corazón, del corazón muerto… maldito, por lo que pasó. (Miranda)

(Garven)


¡Qué no es delito! En el baúl donde guardo el humo del viento guardo también la certeza de que no es delito guardar la sombra inquieta de los mosquitos ni envidiar el libre azar del movimiento que no es delito farandulear quimeras ni jaspear la piel de la pasión de sonrisas ni en el corazón pintar todas las prisas del color que delira en primavera ni perseguir besos cuando el sol sencillo en el quicio de la noche late y enrojece ni escapar el alma cuando él desaparece difuminando de noche su amarillo la hierática ley no escribe que sea delito disparar polen de estrellas en los sueños ni robar con una mano veloz empeño de acercar hacia la otra el infinito que no es delito avivar el instinto compartido de fulminar la hiel desparramada por el cardo y no es delito encerrar el ímpetu del dardo si no es pinchar la esperanza en el latido ¡qué no es delito! (Julián Hernández)

“Sacado de un clásico III” Subí a nuestra montaña cargado con el peso de mi vida y al dejarlo allí, bajando, ya no me quedaba nada. Sin poder posar mi mirada, sintiendo como todo se escapaba, abriéndose paso a través de mi corazón los recuerdos que por muertos, ya no me resucitaban. Haciéndome ver las cosas según tú las mirabas, con tus ojos sin mañana. Clavé en lo alto del montículo mi espada, recé sin saber todas las plegarias por tu alma. Rodilla en suelo, antes de bajar al infierno de la vida en la que tú ya no estabas, dejé que el sol secara mis lágrimas, que el viento arrullara mis canas, dejé que la ira diera paso a la calma. Paso a paso, metro a metro de mí te alejabas, de tí, me alejaba. Te puse tu mejor vestido, aquel con el que tanto soñabas, lo compré tras tu muerte, con tanta fuerza lo deseabas… que vendí para ello nuestra casa, aquella que ya no necesitabas, y con lo que sobró, te compré esta montaña para que descansaras. Sin fuerzas en la bajada, iba arrastrando haciendo surcos con la vaina de la espada, arrastrando también las pisadas y borrándolo todo con mi arrastrada capa. A partir de ahora lo que me espera: que me espere, desde este momento no habrá mañana, en este extinto hueco, ya no se volverá a ver el alba, la sombra eterna cubrirá mis espaldas y la razón perderá antes de que nazca. Mientras, tu duerme en calma, que yo fabricare la vida a tus anchas. Fer to Queen

(Miranda)


SEGUIDILLA PESCADORA DEL GUAJARAZ LA PESCA Yo soy pescador de caña; blasón del hombre contemplativo. Una Liturgia de hidrógeno mas dos de oxígeno conecta mi alma con un finísimo hilo de nylon. …El silencio me acuna. ¡mirad!..., peces dorados victoria de un limpio pensamiento. (quien ha pescado sabe lo que digo) Venid…pescad ahora conmigo. Desde el arpón paleolítico al hidrodinámico señuelo Lauri Rapala. …venid…pescad ahora conmigo. EL PEZ Los cabellos de Ondina, rutilantes;…yo los he visto. Platino el destello en un segundo. La aleta caudal es un abanico de nácar. El grande se esconde Florea precioso el chico (pedacitos de sol dividido) Una vez que estuve enfermo Vinieron nadando a mi calentura y la fiebre quedó sosegada, …pobrecitos. ¡ay!; el no verlos me pone en vilo.

EL PANTANO -Pescador, mira: tu memoriaY vi una extensa llanura de espejo de plata, Una bandera azul celeste, una cándida ráfaga, un delantal de vaho gris. …y no comprendí. -Pescador, ¿Por qué me persigues?Me preguntaba el río.

(Garven)

“Darck noia” Desde que mi vida se perdió dando vueltas buscando lo que no estaba, volver a verte otra vez se alzó dentro de mí como la conclusión del sueño sin fin, como la paz anticipada y firmada sin disparar una sola bala. (Miranda)


DEVORADOR Mi malvado corazón negro como la noche busca dónde hacer germinar la sin razón, mis negras intenciones rellenas de odios ciertos buscan venganza como busca el creciente a la luna llena, mi negro corazón necesita otras vidas para vivir de ellas, lo alimento con mentiras huecas que vierto sobre la mierda, sacio su locura con víctimas desprevenidas que se me acercan, miento y al mentir noto como las venas se me llenan, henchidas de odio contra la felicidad que a los demás quema, destrozando cada sonrisa que quiera brotar de sus cabezas. Mi corazón es así como se alimenta, algo le debe la vida y no me lo cuenta, algo que le hizo tanto mal que hasta le da vergüenza, no quiere admitir que la felicidad no la encuentra, me hace creer que todo esta a la venta y me tienta, me provoca para buscar nuevas guerras despreciando las viejas. Cómo quiero a mi corazón que en mí reina, él sabe lo que es bueno y convierte todo lo bueno en mierda, él es capaz de desatar las tormentas, capaz de sonreír cuando estalla la guerra, el me mantiene y me domina para no caer en la tristeza, él solito resuelve los puzzles de mi cabeza. Mi corazón, hecho de millones de piezas, destruye todo para incorporarse una nueva, mi corazón que se estanco en una laguna seca, bebe de sus víctimas para que yo no muera, me da razones para que se me ponga tiesa y me cuenta mentiras, para que nunca salte de mis ojos la lágrima que no me interesa, para reírme de todos mientras me crean. (Miranda)

Seis añitos. Arrópame… ¿me lo perdonas?. El color del brote de un cerezo. Me hago caca, dormir un sueño. En la mochilita llevo nueve hojitas de plata de un ciruelo, tres arco iris y un verano pequeño. ¿Te has hecho sangre? Zumo de naranja rosa de sabor verde limonero. Caramelos de coca-cola Fresa ácida en los dedos. Límpiate bien el culete, tira de la cadena… ¡Adiós caca mía!, (decía con dos añitos menos). Se me va creciendo el fruto del almendrero. ¡ay! cuando se me caiga al mundo; cuando Venus se la lleve en la boca. ¿Dolerá mucho?. Arrópame… ¿me das un besito?. ¿Un besito?...siempre. ¿Te quiero como tú me quieres? Me quieres como yo te quiero.

(Garven)


ROBO EN LA CATEDRAL

Julián Hernández

A pesar de hora tan temprana el granito gótico de la Catedral toledana emitía destellos y reflejos reverberantes, rutilantes y suntuosos, y es que el domingo amaneció reluciente y abrasador, limpio. Y en un domingo así, tan luminoso y azul, enérgico y cordial, noticias tan pesimistas no podían ser ciertas. ¡No podía creerlo! Seguro que sólo serían rumores, bulos y cotilleos al uso. Enjuto, madrugador y trabajador obstinado, desconectó la radio cuando emitía las últimas noticias del robo: “…… la gente, incrédula, se está reuniendo frente a la fachada principal de la Catedral Primada. Todos miran a lo alto de la torre-campanario pero la cegadora luz del sol impide descifrar lo sucedido….. Hay una gran confusión, las noticias corren de boca en boca recreándose en más de una y desvirtuándose en casi todas….. pero la verdad de lo sucedido, aún, nadie la sabe….. Seguiremos informando”. Y como no podía creerlo, sin tiempo que perder se arrojó, enérgico y decidido, a la captura de la verdad con el firme propósito de encontrarla a cualquier precio, por elevado que éste fuera, pero siempre en pesetas, cuestión muy principal para el éxito de sus métodos chapados a la antigua. Llegó, exhausto y sudoroso, hasta la plaza del Ayuntamiento toledano que se encontraba abarrotada de personas inquietas mirando a lo alto de la elegante y gallarda torre Primada. A empujones se abrió paso hasta la puerta que llamaban del Mollete porque en ella se repartió, diariamente, limosna de pan, y subió por la calle del Arco de Palacio hasta la pequeña puerta, a mitad de la estrecha y sombría calle del Hombre de Palo, por la que se acede al claustro alto, más conocido como “claverías”, donde siempre han vivido los empleados de la Catedral formando, según Blasco Ibáñez, una “ciudad en miniatura …….. sin más horizonte que las ojivas de enfrente o el campanario …..”, pero más luminoso que el bajo, que fue Alcaná de los judíos toledanos, de menor altura, humildad presunta y angostura palpable. -Dejad paso al Comisario, dejad paso -gritó alguien. -¡Dejad paso! -El Comisario, después de superar un momento de agradable desvarío, flojera de piernas y vanidad reflorecida al oír los gritos que le anunciaban, atravesó el corredor de las claverías donde se detuvo un momento para embriagarse y sahumarse con el grato olor a incienso y porque creyó oír, detrás de la puerta de la dependencia de los gigantones, llamada así por guardar entre fiestas estas figuras, unas risas guturales, macabras y silenciosas, que escuchó con instinto de sabueso pícaro y sutil. Sin dar más importancia a las risas, pero sin olvidarlas, por unas estrechísimas escaleras de caracol, incómodas, oscuras y fatigantes, así como enigmáticas y sorpresivas, se lanzó a la conquista de lo más alto de la torre, donde, según las desconcertantes noticias, se había cometido el robo. Llegó al lugar de los sucesos con el corazón desbocado, las manos inciertas y las piernas temblorosas después de haber subido, al trote, 193 escalones, y es que para el Comisario todos los detalles eran dignos de no olvidar, por insignificantes que pareciesen, y, realmente, tratándose de una campana de 8 metros y 3 centímetros de circunferencia, este dato tan concreto y desafiante era muy de tener en cuenta, y más cuando se encontraba rodeada de otras 8 grandes campanas aunque de tamaño inferior. “Muchos ochos”, pensó para sí, “tendré que aplicar el método del cuatro”, a la vez que se elevaba, casi inconsciente, sobre el último escalón y cuando la realidad rotunda y pingüe se abalanzó sobre él que quedó, por un instante, consternado y sin decisión. Sus temores, de pronto, se hicieron severa realidad. Las noticias de la radio eran totalmente verídicas, constatadas y contrastadas. La campana gorda de la Catedral de Toledo, de fama y admiración universal, había desaparecido. No quedaba ni rastro de las 1.543 arrobas de metal que se habían evaporado como la bruma cuando el sol se eleva. Y, lo que parecía aún más raro, no había ni una pista, ni un minúsculo rastro que pusiera al Comisario en el certero camino de descubrir toda la verdad, y nada más que la verdad, de tan misteriosos hechos.


Unos minutos más tardes, cuando ya estudiaba concienzudamente el lugar y posibles hipótesis del robo, de las que no descartaba la fundición de la campana en pequeños crisoles subidos hasta el lugar para tal menester, llegaron el Alcalde, con su pelo blanco y su vara de mando, y el Arzobispo, con su báculo, y liada totalmente su abundancia cristiana en las ropas eclesiásticas, fatigados y con la respiración desbocada, acelerada y ruidosa como en una carrera de cofrades con cogulla. En silencio se colocaron donde, antes de desaparecer, la campana lucía toda su hermosa y estremecedora redondez, y el Alcalde, buen aficionado a la pintura, pensó que si Fernando Botero, alguna vez, hubiera imaginado una campana, no hay duda alguna de que se habría inspirado en la evaporada. Los dos recién llegados giraron una y otra vez sobre el lugar, como queriendo ser ellos mismos la ausente, no queriendo aceptar la amarga realidad. El Arzobispo Primado no pudo reprimir una lágrima de éxtasis beatífico y otra de emoción profunda y vanidosa; cualidad ésta, la de liberar lágrimas de distintas características por cada ojo, que sólo él, por su rango y condición, tenía y conseguía. Miraron al Comisario, que trabajaba con meticulosidad, inquisitivamente, pero en el más profundo y respetuoso silencio. Los dos sabían que podían confiar en él, y él también sabía que en su profesionalidad confiaban, el Alcalde confiaba en las oraciones del Arzobispo y éste, a su vez, siempre había confiado en la capacidad de liderazgo del Alcalde, y entre todos se sabían confiados aunque la desconfianza era grande, tanto como la campana, y gorda. -Alcalde, Arzobispo -dijo el Comisario con voz queda pero sin posibilidad de error ni de malas interpretaciones que pudieran dar lugar a equivocaciones, acusaciones indebidas y a presunciones de inocencia-, ya tengo la solución, y es que como parece imposible cometer semejante robo la solución también tiene que parecer imposible. Es el típico caso de los pareceres. Síganme y les mostrare donde, al parecer, seguramente, se encuentra y aparecerá la campana gorda, si es que aún sigue siendo gorda, y quién sabe si campana. ¿Qué habría querido decir el Comisario? ¿Acaso la campana ya no era instrumento de sonido y de llamada? ¿Acaso se había puesto a régimen de novecientas calorías? En silencio bajaron las escaleras con temerosa incertidumbre detrás de él que susurraba inconclusas conclusiones sin que, el Alcalde y el Arzobispo, azorados, pudieran oírle. Llegaron, otra vez, hasta el corredor de las claverías donde agentes de la policía local debidamente uniformados, y otros enmascarados y disfrazados con atuendos clericales desde monaguillo hasta obispo, de chambelán y de alguacilillo, pero que no conseguían engañar a nadie por su forma de andar a lo John Wayne en “Río Bravo”, habían tomado posiciones y alguno, estaba totalmente claro por su afán de protagonismo exaltado y chulesco, había tomado unas cuantas cañas de más en horario de servicio, o buenos tragos de aloja o de albillo. Se acercaron sigilosamente hasta la puerta donde, momentos antes, el Comisario había oído el cantineo de sonrisas burlonas y grotescas, la puerta de la habitación donde descansaban los gigantones y cabezudos. -Qué alguien me traiga las llaves de esta habitación –gritó el Comisario con voz recia, firme y sin lugar a malas interpretaciones ni a dudas inquietantes. Casi al instante, un agente vestido de coadjutor y con bonete se las estaba entregando, para despistar, a modo de arras en una boda. Un silencio profundo e inquietante y, como no podía ser de otra forma, religioso, se apoderó de todas las claverías, incluso del claustro bajo. El Arzobispo y el Alcalde sudaban por la incertidumbre y por el angustioso y rabioso calor de agosto. El Comisario, con la camisa empapada y pegada al cuerpo, muy lentamente, temiendo que los gigantones o la campana gorda fueran a abalanzares sobre él, abrió la puerta, despacio, los goznes se quejaron, muy despacio, sin respirar apenas, con las gotas de sudor surcando todas las grietas de su piel, en total tensión. La oscuridad de la sala, en un primer momento, no les dejó ver nada a la vez que un rancio olor a humedad les inundó refrescándoles en su quietud de estatuas en hornacina, como refresca el musgo a las rocas. El olor a incienso se hacía cada vez más pesado y turbador, asfixiante.


-¡Cuidado! -exclamó el Comisario-, no sabemos que nos vamos a encontrar detrás de la puerta, pase usted primero Arzobispo, que las sombras siempre han sido respetuosas con los bonetes. -No, no, que pase el Alcalde que para eso ha sido elegido por el pueblo, de lo que tanto presume, para representar a la ciudad en todos los actos, por intríngulis que estos sean-, dijo el Arzobispo con rotundidad. -Ni hablar -rebatió el Alcalde haciendo uso aséptico de la palabra-, que pase primero el profesional de la cuestión que para eso le pagamos entre todos los vecinos. Una vez que los seis asustadizos ojos se acomodaron a la perversa oscuridad comenzaron a ver, entre tenues penumbras, las siluetas de las grandes cabezas de los moradores de habitación tan peculiar, todas hacinadas, revueltas y misteriosas, enigmáticas y persuasivas, como si allí se hubiera producido un aquelarre de gigantes. Los ojos de las grandes cabezas miraban, así le parecía al Comisario, con miradas burlonas e intimidadoras, nada de asalmonadas, pero era hombre curtido en mil casos de los que había resuelto quinientos trece, doce de ellos fuera de su jurisdicción y tres fuera de tiempo por lo que habían prescrito los delitos, y no se iba a dejar amedrentar por unos gigantes y cabezudos de cartón, madera y tela. En el rincón más oscuro de la oscura habitación vio un gran montón totalmente desordenado compuesto por todas las vestimentas de los singulares habitantes de la misma, se acercó hasta allí y, lentamente, con sumo cuidado y delicadeza, venciendo el miedo con técnicas aprendidas en cursillos de 35 horas y diploma de aprovechamiento, con decisión irresistible e irrevocable, comenzó a tirar de las telas cambiando el montón de lugar, liándose, a veces, las manos entre tanta túnica de dimensiones inimaginables, con el corazón latiéndole a toda velocidad, como fugitivo antes de que la policía le pise los talones haciéndole caer, sudando sin control, descubriendo lo que entre tanto vistoso ropaje tapaban. Y, efectivamente, allí estaba, entera y sin fundir, ¡gracias a Dios!, grande y oronda, la campana gorda, con su grieta a modo de boca sonriendo grotesca y pícaramente, magnífica. Siempre supo, bajo el prisma de su lógica aplastante de Comisario de provincias, que campana semejante sólo podían moverla auténticos gigantes, y que éstos, por sus desmesuradas dimensiones, tenían propensiones cleptómanas. Sólo ellos con su fuerza descomunal podrían realizar trabajo tan agotador e incómodo, a la vez que inverosímil. Pero para siempre le quedaría la duda de cómo pudieron hacerlo gigantes de cartón, madera y tela, y, sobre todo, de cómo pudieron, desafiando todas las más elementales leyes de la física y de las matemáticas, bajarla, sin fundir, por escaleras tan estrechas y encorvadas. -Después de descartar la hipótesis de su fundición porque, como podemos ver, se encuentra en perfecto estado de revista y conservación –dijo el Comisario muy en su papel-, la única solución que encuentro coherente, por simple e infantil que parezca, es que todos los gigantes, por afinidad de dimensiones, deben estar juntos, campanas incluidas. El Alcalde, algo desorientado por la sorprendente e inexplicable explicación del Comisario, y sin dar 6 euros de crédito por la misma, ni siquiera del capítulo de imprevistos del erario público, propuso estudiarlo y someterlo a votación en el próximo pleno extraordinario del Consistorio, porque extraordinario era el sucedido, manifestando su total voluntad de Resolución apoyada en la Orden del Acuerdo de la mayoría absoluta conseguida en las urnas. Y el Arzobispo, siendo fiel a su conducta de lo bueno y breve dos veces bueno, enigmático y seguro, aseveró: -No hay duda, es un milagro -comentario que al Comisario molestó sobremanera a pesar de venir de quien venía, aunque mucho más le hubiera molestado si esto mismo lo hubiera referido el Alcalde, ateo reconocido, agnóstico relativo y republicano para más señas, sobre todo cano. Después de tan turbadoras interrogantes y dudosas afirmaciones resultó ser verdad, las noticias desalentadoras que despertaron al azul y radiante domingo tuvieron a la ciudad


Imperial totalmente revuelta y efervescente hasta que se resolvió el caso. Habían robado la campana gorda de la Catedral de Toledo, y él, con su fino olfato de sabueso perspicaz, pero sólo el olfato, había intuido la solución exacta, con un margen de error del cincuenta por ciento, después de hacerse tres de las cuatro preguntas esenciales para la resolución acertada de cualquier caso de robo producido en capital de provincias con población inferior a cien mil habitantes censados, a saber: ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿por qué?; y la había encontrado, el Comisario había encontrado la campana gorda y devuelto la oronda tranquilidad a la ciudad. Hasta el Tajo fluía, ahora, calmo, y paseaba suavemente oreando y refrescando los pies de la historia, cuestión que, a veces, hace buena falta, y es justo y necesario. Se propone al posible estudioso e investigador de este caso que intente averiguar la pregunta que el Comisario descartó y dónde dejó de tenerla en cuenta, así cómo la que no consiguió contestar de las tres que se hizo. Se dan mínimas pistas para su resolución. Por fin la campana gorda había aparecido, pero entre todos aún no habían encontrado la manera de volverla a su sitio de origen, ni de moverla a pesar de haberlo intentado los doce más rudos y musculosos policías locales colocados estratégicamente alrededor de la misma, uno en cada hora del reloj y todos a una a la voz de mando del Comisario, con el beneplácito del Alcalde y las bendiciones del Arzobispo. Además, los gigantones, revueltos y dispersos en su habitación, no parecían estar por la labor, como palafrén montado por jockey profesional. Y lo que es peor, aún sin resultar mancillada su reputación de profesional intachable, lo que más le escocía es que siempre había alardeado en reuniones y congresos de Comisarios, tanto locales como provinciales, de conocer el robo imposible, y ese robo no era otro que el que acababa de producirse rompiendo, por lo tanto y para siempre, tal imposibilidad y futuros alardeos y chalaneos. Herido en su orgullo de varonil Comisario, recio y garboso, salió a la sombría calle del Hombre de Palo en sugerente y reconfortante silencio, le pareció oír sobre su cabeza las suaves y acogedoras notas de un canto gregoriano cantado por un seise de nombre Gregorio, como no podía ser de otra manera, miró al cielo entre las paredes de la estrecha calle y decidió, en un momento de misticismo enarbolado por las circunstancias y sus consecuencias, entregar la chapa y entrar en un convento para hacer vida retirada y contemplativa, donde la campana más gorda no superara las 50 arrobas. Y así lo hizo………. Amén y que así sea.

FIN


COLOREA

PÍFANO: ¾ José Luis García ¼ Julián Hernández ¼ Miranda ¼ Alverto ¼ Alberto ¼ Mikel Santiago ¾ - Pintura y dibujo (Garven). http://garvenjosel.artelista.com/ - El Relatódromo. http://relatodromo.blogspot.com/ - Blog BABIA. http://iniciativabia.blogspot.com/ Contáctanos: grupobabia@gmail.com


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