NO APARCAR, LLAMO GRUA

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NO APARCAR LLAMO GRÚA

ezine

(Garven)


“”AMANECER”


“”UPPEK” El mulo sinvergüenza

!!!Ya esta bien!!! ... no tiene vergüenza.

Creo que ahora pasa el bote para que echemos algo…

A este mulo le conozco yo; tiene amargados a sus padres; primero le dio por lo de “azafata de vuelo”; dicen que al final se decantó por “arte moderno”… pero lo cierto es que me da pena… (mucha pena)… (…)


“BAR‐YONE, de los Antiguos socios del Club cultural Andarríos Estoy preocupada; desde hace unos días, “mi abuela fuma… mi abuela bebe… mi abuela baila… En definitiva la abuela hace siempre lo que quiere…”

Yo llevo días dando vueltas a lo mismo; y es que “quien pudiera tener la dicha que tiene el gallo ‐racatapun chinchin el gallo sube, echa su polvorete -racatapun chinchin y se sacude”

Vaya culo que tiene el mulo…


LOS HOMBRES‐CAMA VISITAN EL ZOORÁMICO. Les envidio… parecen felices.


“OJOS DE LEGUMBRE”

Él es ahora parte del mobiliario urbano, sentado en el pretil de hormigón que linda la ribera con el paseo. Si no fuera porque a veces mueve a modo de péndulo su pierna colgada, parecería un machón de mármol. Está recostado, como una liebre que se encarama, en un murete de ladrillo que custodia una virgencita del Carmen en una vitrina con flores de plástico; donde termina la avenida del mar y comienza el club náutico; donde alguien ha pintado con un espray rojo y unas feas grafías este mensaje sobre la piedra: “ALEX HIJO PUTA”. Se cubre el cráneo con una gorra azul de visera larga, que le camufla más que le protege. Lleva un discreto chambergo de poliéster, pantalón vaquero gastado y unas deportivas viejas de colores quebrados en las que se sugiere un logo de una marca madre pero que destiñan diferencias para no caer en plagios (eso ni a él ni a mí nos importa nada). Sujeta firme a su oreja un anacrónico móvil negro y grande como el zapato de un novio; que, por supuesto, no funciona. Tiene dos judías pintonas en la cara que miran hacia la arena… pero está viéndonos por la boca; hablándole a un teléfono muerto. Ahora deja la locución, pues le entretienen cinco niños jugando en la orilla del mar cual pintura del gran Sorolla. Los chiquillos recogen de una mano enorme de espuma que va y viene, el regalo que se les ofrece con forma de conchitas marinas; una dádiva gratuita y mágica. Uno de los niños vocifera a los demás; parece haber capturado un extraño objeto dorado y redondo, una pequeña esfera que brilla cegándole. Corre, y los otros le siguen, en busca de su padre para esclarecerse; éste, que está sentado en una hamaca rosa, golpea torpe con el dedo índice la pantalla de un moderno smartphone. Lo ha visto todo y asiente con la cabeza. De nuevo pega su teléfono malogrado a la cara y dice: «se ha producido el milagro…». De un saltito hábil deja el pretil; se incorpora al transitar humano de la avenida; y como un grumo de cacao en un vaso de leche caliente… se desvanece entre los rascacielos.


Sí, un lamborginni blanco… matrícula de Valencia… Sí, sí … en la calle Vericuetos número nueve… (…)

NO APARCAR LLAMO GRÚA


“NO APARCAR, LLAMO GRÚA” José Luis García Ventura (Garven)

garvenjosel@gmail.com http://garvenjosel.artelista.com http://pifanofanzine.blogspot.com


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