PÍFANO Nº 11

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≛ TONTO (FMMiranda) ≛ QUE ME ENTIERREN CON MI NENA (Garven) ≛ LA ENVIDIA PUTA (Rodolfo Franco) ≛ IDEA (Carlos Montero) ≛ LAS VOCES (Enrique Galindo) ≛ LOSERS (Óscar Torres) ≛ EL RITUAL (Manuel Santamaría Barrios) ≛ LA ROSA Y EL MAR (Ángeles Carmona) ≛ EXORCISMUS MÁXIMUS (JPMartínez) ≛ LA BRUJA POETA (Ana) ≛ UNO SIN DOS (Rodolfo Franco) ≛ LOSERS (Óscar Torres) ≛ EL POSTIGUET (Garven) ≛ MONSTERS & TOYS (Carlos Montero) ≛ EL CONDE CÓPULA (FMMiranda) ≛ TIMÓN Y PUMBA (Garven) ≛ POEMA (FMMiranda) ≛ OTROS LUGARES ≛


TONTO (FMMiranda) ¡Qué tonto eres!... sonríes al decirlo y te iluminas con la sangre que a tu rostro le falta, que en cascada tras verme mirarte a la cara rellena de golpe con sonrojo tus mejillas inflamadas de felicidad. Cómo me gusta ser tu tonto particular, el payaso que cuando estás triste te arranca con rabia satisfecha una sonrisa, un gesto de “ya pasó”; tu gran posesión. ¡Qué tonto soy! … lloro al recordarlo, se me apaga la cara por la sangre que me falta, cuando al recordarte en cascada caen como locas de mi interior todas las lágrimas de pena. Me gustaría seguir siendo tu mascota, tu recuerdo que no puedes tirar sin más, tu triste payaso que al tirar de una cuerda siempre sonriera, tu alegría; tu premio de consolación.


QUE M E ENTIERREN CON M I NENA (Garven) Erais conocidos, pero pronto ascendisteis a la amistad. Atenuante para no deciros “deseo”. Entonces jugabais en el parque; cercados por las grises ruinas del Circo romano; entre las muelas picadas de un enorme Leviatán muerto. «No salgáis de este parque, los del cuarto imperio rondan fuera» Os lo dijo un anciano asomándose por el periódico abierto que sujetaba; tiembla su mano derecha y el retrato de un rey destronado baila febril en la primera hoja del diario. Os lo dijo, ¿recordáis?: sentado en el machón de una antigua arqueta; cuando ya pisabais la arena del recinto olvidado. Ella te habla; es el color de los chicles de fresa. T ú; apetito de un recién nacido, querrías ser solemne; destaparte. Sueltas el aire encerrado en los pulmones por la nariz; entonces sonríes. Se está enamorando. T ú ya lo estabas. T e arroja un improperio riéndose; una broma apasionante. T ú la persigues y ella corre como una gacela, como una cuadriga de oro, preciosísima, con vaqueros azules y blusa blanca. «¡Cómo te coja, guarrona!» ella acepta tu atrevimiento con otra risotada. Aminora la carrera; pero aún trota y se gira para verte; sabe que el precio será un abrazo, no un mordisco lacerante. Ríe, sofocándose entre tus brazos de bronce; esnifáis el celo. Entonces el mundo vira deprisa y la inercia os derriba en la arena. Ella encima de ti, divino aplastamiento; tú quisieras morir así: lapidado por esa mujer hercúlea; la brisa caliente de su eterno aliento inodoro en tu calavera. Tiene la cara pringada de reciente sudor, roja por la soflama de este cachondeo erótico. Ilumina tu boc a de azul cielo y lames sus labios. Os metéis mano; huele a la flor del almendro. Quisieras llorar, porque amar tanto emociona sobremanera. ¡Cabrones!, cómo os envidio; retozando entre catas de arqueología, restregaste la plétora de tu verga de burro en el vientre de una Ondina. P odía oír la barahúnda de las ánimas hispano-romanas aclamándoos desde las gradas del Circo, pidiendo el espectáculo de vuestra cópula. P ero un pudor heredado os despertó por un instante; «vámonos» te dijo «entre los lilos de mi cama» replicó de nuevo ya incorporada y acicalándose la blusa, «vámonos» sus urraste drogado, deshaciéndote de sus cabellos trenzados en tus dedos; besándole la frente. Os lo dijo el anciano; y cuando abandonasteis aquella preciosa reliquia, por la senda adoquinada de una calle que baja al río os cazaron mis guardias «Mi capitán, aquí le traigo dos tortolitos. Son novios, ellos no lo niegan» apuntaló ceñudo el soldado amarrándoos las muñecas para entregaros a mí: Herodes del siglo veintiuno. Odio esa raza que son los amantes; primavera falsaria. Exijo vuestra ejecución aquí y ahora. Mi decreto es un escupitajo a vuestra osadía; prisioneros del tiempo y del espacio. Las detonaciones obligan el vuelo confundido de mil aves; arrancan el ladrido de todos los perros, y el viejo cierra el periódico y lo dobla; sacude la cabeza reafirmándose en su advertimiento, sintiéndolo mucho.


Abatidos tras un muro, vuestra sangre circula en un solo reguero por la calle empedrada. «Marchaos» balbucí a los guardias. La patrulla se retira; me quedo con vuestro rictus que atraparía en un enorme lienzo si yo fuera artista-pintor; sonrisa de enamorados ¡Oh, amor de ultratumba! Os queríais. Aún la miras con tus ojos vueltos. Ella, como una destartalada cortina de seda, reposa su palidez sobre tus muslos. ¡Cómo os envidio¡ De rodillas, abrazo vuestros cuerpos agostados; pintándome de rojo el uniforme verde. Sollozando como un chiquillo, limpiándome los mocos con la manga sucia. Zarandeo vuestras piernas inertes y dóciles. Simulo que os abrazáis, que os besáis ¡cómo os envidio! Coloco a mi albedrío vuestros torsos lacios; como el niño arrobado con dos muñecos de trapo y serrín. Asido a vuestras manos frías; aplastándolas contra mi pecho. Loco… como un nigromante.


RODOLFO FRANCO (del poemario "VERSOS FESCENINOS")

LA ENVIDIA PUTA

Poema aclaratorio anafórico Es monstruoso cómo hoy día la gente va por ahí diciendo cosas contra uno a su espalda; cosas que son absolutamente ciertas. Oscar Wilde a Diego Antúnez

Estos dicen, es un mito, que lo escribo con el pito, ¡pero esto no lo admito! Si queréis me lo repito: Estos dicen, es un bulo, que lo escribo con el culo, pero esto lo vinculo a que soy un poco chulo… Estos dicen, en otoño, que lo escribo con el coño, esto es porque emponzoño con veneno hasta el moño. Dicen los anacoretas que lo escribo con las tetas, no me ofenden estas tretas, porque las tengo muy prietas. Me dicen, no tiene nexo, que lo escribo con mi sexo. A lo de antes anexo: ¡me lo escribo con los sesos!


IDEA (Carlos (Carlos Montero) Montero) IDEA


LAS VOCES (Enrique Galindo) Escuchó una voz dentro de su cabeza, un poco más arriba de la ceja izquierda, que le decía lo que debía hacer en cada caso. Era rasgada. Se sumó una segunda, tersa, invariablemente recomendaba lo contrario de la primera voz, desde la atalaya frontal. Cuando la costumbre de aguantar las peleas a dos voces se instauró, una tercera vino a perturbar sus sueños, siempre a las tres en punto de la madrugada, recriminándole que durmiera sin escrúpulos. Era una voz rota. La siguiente entró en escena gimiendo y lamentando que no la escuchara, que nadie en el orbe la atendiera. Tras cerrar puertas y oídos a las señales, una quinta, redonda y blanca, le insultaba cuando preparaba las comidas del día, especialmente si estas llevaban tomate. Otra, sibilina y lírica, adoptó el hábito de inspirarle poemas. Le siguió la amenazadora, la riente, la mentirosa… Cuando superaron la treintena dejaron de atosigarle y dio comienzo, entre ellas, la batalla por el poder. Sus ataques, aderezados con rechinar de sables y risas histéricas, fueron increschendo. La batalla final se decidió en el campo de hostilidades entre los dos hemisferios. No quedó ninguna.



EL RITUAL

(Manuel Santamaría Barrios) Diario de Campo del Pluskomander Rann Soirrab, entrada 25/2012, lugar de exploración tercer planeta de la estrella amarilla de la constelación del P rictor, lo que sus nativos denominan “T ierra”. Otra vez voy a poder observar en ese extraño rito. Mi tapadera en este estercolero primitivo me ha hecho ganarme la confianza de varios de estos protosimios, por lo que tengo la oportunidad de presenciar de nuevo ese misticismo degenerativo al que se someten. P or más que medito no puedo encontrar ninguna lógica en el acto que realizan, siempre es igual repetitivo, cíclico y siempre carente de la menor sensatez. He visto a grandes hombres, pensadores, creativos… verse sometidos a un estado de idiotez… de vacío intelectual por su vinculación. He observado como auténticos atletas se iban convirtiendo en barrigudos aborregados. En todos los anteriores cultos, siempre he observado la misma pauta, unos momentos fugaces de felicidad y la condenación de por vida. En sus leyendas la figura femenina siempre suele jugar un papel negativo…de traición, he podido estudiar libros donde se habla de Elena de T roya, Salomé, Eva… y por lo que comprue bo hasta la más insignificante de sus hembras es capaz de destruir en menor escala. He podido comprobar cómo en este detestable ritual tiene un peso determinante. Con la confianza que me han dado años de infiltración, me adentro en el templo de condenación. Donde el sacerdote director se está preparando para la profanación. P or distintas que sean las razas de nuestro vasto universo: reptilianos, mamíferos, amebas, retrovirus… siempre que están sometidos a la espiritualidad hay un elemento común en todos ellos, el presbítero siempre se encuentra al margen, él nunca será la víctima de su repulsiva obra. P ese a la simpleza de estos terrícolas, siempre surge una chispa de entendimiento, un autor me cautivó por su lucidez, Friedrich Nietzsche, y hay una abstracción que se ajusta a todas mis experiencias con las religiones “el sacerdote era una variación del superhombre pero en vez de ser noble era taimado”, gran literato, una vez conquistemos esta bola de barro me encargaré de preservar su obra en nuestra biblioteca racial. A la hora en punto en que fui citado para contemplar este degradante aquelarre, apareció la víctima. Escoltado como es costumbre por una hembra, con el rostro libido, mientras las gotas de sudor perlan su frente y sonriendo estúpidamente… tal vez vaticinando lo que ha de venir. T ras el corto recorrido. Llega al altar donde se consumará el sacrificio, pasan los minutos, se mece inquieto, tal vez en su prehistórica percepción


piensa en huir, pero sabe que ya es tarde, en el momento en que entró en el oratorio, su destino estaba sellado. P or fuerte que fuera nunca podría abrirse paso entre los otros antropoides que abarrotan el edificio… Escucho un murmullo afuera y sonrío al ver como el fin está cerca, la fémina se acerca, representando el sueño de todas las que son como ella, simulando un ente inmaculado y alegre ya que su sino se cumplirá. Se sitúa frente al tabernáculo, mira a su víctima y en ese trágico momento el oficiante inicia su malévolo rito:

“Queridos hermanos, estamos aquí reunidos, para unir en santo matrimonio a…”


LA ROSA Y EL MAR (Cuadro III) (Ángeles Carmona)

ESCENA 1 Coro‐ Ana María‐ Mar‐ Ana María‐ Mar‐ Ana María‐ Mar‐ Ana María‐ Mar‐ Ana María‐

La mañana. La bruma. La calma. El chasquido del mar. He oído un grito finísimo. Ana María corre por la orilla retando al mar. El azul escorza su cuerpo. El rosa se funde en anaranjado pálido. ¡De día, mar, de día! ¡Ahora que se filtra la luz y hay estrellas varadas en las rocas! Busco el corazón para la aguja que sostienen mis dedos. ¡Despierta, despierta! ¿Quién clama al combate? ¿Quién desvela mi sueño? ¿Quién ha pisado el borde de mi túnica? Ana María, la de los ruiseñores en los pies. Salto el cerco. Mi casco en la cabeza. No tropieces. ¿Tan segura estás de la victoria? No me importa morir.

(Luchan)

Ay! El mar, como una ballena, chorrea un surtidor de sangre.


(Se apagan las luces, se oyen gritos) Voces‐ ¡Vendas! ¡Que taponen la herida! ¡Más vendas! ¡Le resbala los muslos! ESCENA 2 (Entra el coro en la prisión de la rosa) Coro‐ Te lo digo. Ningún calor lo anima. Ana María ha matado a tu amante. Rosa‐ Ay! (muere). ESCENA 3 (Entran las sirenas y Ana María) Sirena 1‐ Una urnita para la rosita. Sirena 2‐ Un ataúd verde para el mar. Ana María‐ Para mí una rosa, una sola, una rosa roja.

Coro‐ Que dulce es la muerte si se endulza el miedo.

Ana María‐ Toco sus labios y están fríos. ¡Dadme una espada! Quiero separarlos.


Coro‐ No podrás, todo está consumado. Ana María‐ Que no duerman sin mí. Coro‐ Es tarde. Ana María‐ ¡Buscadlos, ellos no mueren! Rosa y azul, que florezca el barco. Dos corazones en uno.

FIN


EXORCISM US MÁXIM US (JP Martínez) La voz del anciano retumbó en la sala... - ¡¡¡ ... El poder de Cristo te obliga... !!!, ¡¡¡ ... El poder de Cristo te obliga... !!! El diablo no se hizo esperar. - " ... Ahhhgg... me cago en tu puta madre, hijoputa " El sacerdote replicó. - ¡¡¡ ... ab andona el cuerpo de esta niña y vuelve al averno del que has salido... !!! Gemidos guturales de dificil comprensión salieron de la garganta de la pequeña... - " ... Gehhhrg... itooo.. ggrrrupo... tiennnnrrrggg.... ahhhggg... cabrrrrrnnes... "- . El cura más joven se unió a la verborrea del curtido sacerdote... - ¡¡¡ ...Yo te lo ordeno... !!!, ¡¡¡ ...El Hijo del P adre te lo ordena... !!!, ¡¡¡ ...Cristo te lo ordena... !!! Esta vez los gemidos de la niña infectada se escucharon de forma clara... - " ... Ahhhgg... vaya toriiito... ggrrr hijoputas... ay torito braaavoo... cabroneeeess... ahhhgggg..." Los dos sacerdotes se miraron atónitos. - ¿Dice algo sobre un toro bravo...?. - P reguntó con la mirada el más joven... - No debemos hacer caso de lo que diga... - Aseveró con rotundidad el experimentado exorcista. - ... El diablo intenta confundirnos y enfrentarnos, no debes escucharle... Continuaron con el ritual... - ¡¡¡ ...En el nombre del P adre, del Hijo y del Espíritu Santo, te conminamos a abandonar el cuerpo de esta inocente niña... !!! " ...Ahhhggg... hijos de putaaaa... cabrooones... ese torito braavo...grrrhhh...maricones... "Sangrantes heridas hervían en la piel de la exorcizada al contacto del agua bendecida. - ¡¡¡ ...En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, hijo del P adre, te ordenamos que salgas de este cuerpo... !!! T ras decir estas palabras, un grito aterrador se expandió por toda la habitación... La niña comenzó a tener espasmos de forma convulsiva. Después de dar varias arcadas la boca de la infanta se abrió desmesuradamente... casi tanto como la de los sacerdotes cuando vieron salir de la misma una masa amorfa envuelta en una especie de tela de color azulado... Desde el interior más profundo de la pequeña los sonidos guturales se hicieron más claros... - " ...Me cago en la puta de oros, cabrones... vaya toriiito, ay toriito braaavo... " Los exorcistas no podían gesticular palabra... de la desmesurada boc a apareció un brazo que agarraba con fuerza un aparato metálico del que salía aquella voz rota. - " ...Torito guaaapo, tiene botines... "- T ras el brazo salió el cuerpo, y en el otro brazo sujetaba algo envuelto en plata, entonces habló... - " ... Es que hay que joderse, que no le dejan a uno almorzar tranquilo... y venga ha echar agüita... " Los sacerdotes, con las espaldas pegadas a la pared no daban crédito a lo que veían. No tenían dudas, era un obrero, había salido un obrero de la construcción de la boca de la niña endemoniada... Con su pañuelo anudado a la cabeza pasó


despotricando delante de los dos curas y salió por la puerta de la habitación... La pequeña exhausta se desplomó sobre la cama llamando con un pequeño halo de voz a su madre... Esta, que se había cruzado en las escaleras con el albañil, acudió corriendo a la llamada de su pequeña... T odo había terminado. Aprovechando el abrazo emocionado de madre e hija, los dos clérigos huyeron de la casa enmudecidos por lo sucedido... - ... P adre, no entiendo... - ¡¡¡ ... Ni una palabra de lo ocurrido... !!! - Le interrumpió el anciano exorcista. - Pero... era el Fary, ¿verdad? -

- Sí... -


LA BRUJA POETA (Ana) L a b ru j a p o eta co mp ra en el mercado cal do de p es cado , s al s a vi n agreta, y un s ob re de s op a de gal l i n a n egra p ara h acer p o emas es ta l u n a l l en a. Va co n mu ch a p ris a a s u do rmi to rio s e p arte de ris a en tre gran j ol go rio , s aca u n l api cero s e p on e un so mb rero s u cap a mo rada y di ce ex tasi ada: « LET R AS EM BR UJAD AS D EL ABECED AR IO D ADM E UN VER SO N UEVO AL GO EST RAF AL AR IO » L as l etras s op eras b ail an muy co qu etas f o rman do p al ab ras , dan do v ol teretas ; tras mil mo vi mi en to s del l ápi z-v ari ta l a es trof a p erf ecta p o r fin es tá es cri ta. L a b ru j a p o eta ab re s u l ib reta y un a ri ma b el l a s e dib uj a en el l a, s o n ríe o rgul l o s a de s u creaci ó n: “Un h echi zo en p ro s a n o es co mp araci ó n ”. L a no ch es s eren as cu an do h ay l un a l l en a l a b ru j a p o eta es cri b e p o emas ; u n to qu e de magi a o tro de p o es ía co n j u ros en v ers o s o n s us b ru j erías .

© Carlos Montero


RODOLFO FRANCO FRANCO (del (del poemario poemario "VERSOS "VERSOS FESCENINOS") FESCENINOS") RODOLFO

Uno sin dos El arte es sacrificatorio, ya que termina volviendo su agresividad inherentemente contra el artista y la representación. Camille Paglia

Uno cuando lee se alimenta pero cuando escribe la caga, a la poesía rinde su paga porque, si no, uno revienta. Uno cuando ve se incrementa pero si lo pinta hay llaga, la naturaleza se apaga, es lo que la gente comenta… Uno cuando asiste se encuentra pero cuando filma hay plaga: es una desbragada saga de trama vaga en los ochenta. Uno cuando cree se implementa pero si invoca a la maga, esta no se quita las bragas y a su débil fe atormenta.



EL POSTIGUET (Garven) «No… no soy para n ada formal» Y la muchacha besó los labios del novio asustado. Allá en la línea del ultramar deshacen la calima del horizonte dieciséis navíos británicos. Llegan tres enormes y adelantados; hacen jirones del aburrimiento y dan juego de cañonazos a los del castillo encomendado a Santa Bár bara que responden con siete proyectiles acertando en uno. Los del barco gritan en inglés. Los del fortín son españoles. «Sí… eso es lo de T rafalgar, abuelo» El chico se frota los ojos escocidos por la sal, pues los abre cuando bucea. «¿Pero qué coño os enseñ an en el bachillerato?... eso fue mucho después… esto es lo de la Sucesión, el fin de los Austrias y el pastel para los Borbones… ¡mira como meten b aza los ingleses!» Al abuelo se le erizan los pezones cuando habla de la Historia. Un soldado inglés le ha pisado la toalla en la carrera durante el abordaje al Castillo; mal corre porque las botas se hunden en la arena seca «Ni siquiera se disculpan … ¡que yo no tengo nada que ver, oiga!» piensa ceñudo el viejo. Ahora mira a su nuera, la madre del bachiller, que ha movido su hamaca porque otra horda de militares, rodilla en tierra, le aturden con la barahúnda de sus fusiles. El abuelo se explica «Si a mí siempre me ha gustao estudiar, lo que p asa es que he sio mu perro… » Antonio pasea displicente por la orilla mojándose los pies de espuma y esquivando algas podridas; a ver si puede ser que el sofoco se pase. P ero la calma se le escurre por el bolsillo roto del bañador. Y es que acaba de contar a tod a la familia lo sucedido: después del “anda vete al coche, que en la guantera tengo compresas, que creo que me ha venido” se encontró a éste junto a un charco de diminutos cristales; una luna rota del vehículo para robarle poca cosa. Antonio se asusta y sufre entre otros porque siente que al coche le duele la mella (eso solo un hombre lo puede entender). Después de anular las tarjetas y sus códices, acude a la comisaría, y se sienta en un tugurio de espera con otros contemporáneos que comentan incidencias parecidas hasta que le toca para la redacción de la denuncia. Entonces él se explica y el guardia se levanta para vociferar: «¿A quién queréis que soltemos? ¿A Barrabás o al bueno de Antonio?» Y los que entonces se compadecían de todo, gritaron: «¡A Barrabás, a Barrabás!». «¿Pues qué hacemos con el bueno de Antonio?» preguntó el comisario «¡¡Crucifícalo!!, ¡¡Crucifícalo!!» respondió el pueblo traidor. A Antonio le jodieron el asueto. El abuelo también tiene ínfulas de neurólogo «A partir de los veinticinco el cerebro lo único que hace es perder» T iene la manía (creemos que inconsciente) de rascarse el culo para luego olerse los dedos, y esto da más asco que un párpado retraído.


«Pour-favour, siñior… ¿vio barco englés aquí…?» Un joven soldado, con cinchas de cuero y un uniforme antiguo y astroso, se ha perdido. Los labios se le agrietan, se encaja el sobrero de tres picos sobado y continúa la marcha tras la negativa de todos «eso fue hace mucho» le dicen «dónde andarán esos ya» le desesperan. Antonio mete baza en cuestiones políticas, aunque en realidad le importen tres cojones, él se explaya con sus cuñados en parecer todos del mismo signo. Escucha, en la anochecida, debates intensos y diatribas de economía; entonces se queda con algunos parrafitos deslumbrantes y en el medio día los suelta a la familia como cosa suya y queda de puta madre; pero en verdad que eso a Antonio ni fú ni fá. Él lo que añora es el arte. Hubiese querido ser pintor, pero se dejó llevar por un raciocinio confortable. Ayer, que hubo partido de fútbol, también interpretaba para contento de su cuñado «No me jodas, ese no es un jugador p al real madrí…» «T enía que haberla parao y luego h acer el regate» P ero vuelvo a deciros que por Antonio podría estar todo el mundo del fútbol en un cementerio nuclear. A veces se abstraía en el bar mirando al cubata, entonces emergían a la superficie del vaso Van Gogh y Gauguin, ambos nadaban en coca-cola y se asían a los cubitos de hielo, deleitaron a Antonio con nuevos proyectos expresionistas. «Ay… si yo tuviera la cola de ése» El abuelo atisba con un catalejo raído a una pareja de jóvenes tendidos en la arena. La chica sacude con los labios la boca fría de su novio para insuflarle pasión, pero éste está acojonado «cambia tú y cambiará el mundo» se dice y aventura una mano en el muslo desnudo de su novia reciente, y lo frota como la lámpara de Aladino. Le viene una risa tonta y ella le acompaña; «Ahí la tienes lebrel, ahí la tienes…» clama el abuelo que ya ha escupido la dentadura llena de pelos. «¡Al culo, al culo!» grita un Bob Esponja impreso en el cubito de un niño. El chico disimula el sufrimiento y trata de dilucidar esta extraña tríada erótica: Él embotado, ella apasionante y el abuelo cachondo. El novio se baña y la nena se acopla en una esterilla y colocándose unos auriculares negros tararea: «Yo pinté por donde crusa un bello ferrocarrí, un machete y un fusí y una lanch a cañoera, y no pinté la bandera por la que voy a morí» Al perdido soldado inglés este cantar le emociona. Antonio tiene proyectos para su último futuro. Cuando se jubile y le dejen en paz pintará cuadros sorprendentes, esto no se lo ha contado a nadie, pero en la caverna de su cráneo tiene los bocetos. Entonces ya no le importará que su mujer le diga lo raro que es y por qué no habla de nada con los suyos. Imagina una Nochebuena en la que rodeado de todos gritará con la boca llena de pavo y hasta el culo de cava «¡¡ME VOY A PARÍS, A DORMIR EN UN JERGÓN Y SIN UN DURO!!» Los cuadros se le materializan y parece vislumbrar su nombre en los libros de arte, como un gurú de genios tardíos. Cuando piensa en estas cosas se hurga la nariz con el dedo meñique, rol nervioso muy habitual en del Antonio distraído. Despierta y ve que su esposa le observa bajo la sombrilla roja «¿Qué?» pregunta éste «T e estás poniendo como un tonto de gordo» dispara ella. El soldado inglés ha cambiado su atuendo y perdido la esperanza. Ahora tiene vaqueros y manga corta, acarrea un macuto al hombro y un panel que muestra varias gafas de sol «Compra…b arato siñior» y c amina hacia el abuelo del catalejo, hacia el tío del helado crocantti, hacia Antonio, hacia los novios, hacia mí. Sabe que no, pero mira al mar que ahora tiene un color azafranado, y a la línea del poniente que arde en llamas naranjas… No vaya a ser que sobre esa pista de agua marina se deslice un precioso galeón británico.


MONSTERS & TOYS (Carlos Montero)


EL CONDE CÓPULA (FMMiranda) Maldita absenta… era tan feliz, nada me saciaba, mujeres, vino… y por desgracia, sangre… mucha sangre… por cierto… ¿no debería tomar notas? Lo siento conde, estaba recreando mentalmente esas escenas repl etas de vicio y sexo sin control… pero, continúe, yo voy haciendo resúmenes según escucho, tampoco quiero escribir el libro l etra a l etra de su propia boca… no sería ético. La sangre… deliciosa y codiciada sangre; era verla, y todos mis instintos se desquiciaban, me volvía completamente loco y… las matanzas que montaba eran horrendamente dantescas. No me sentía mal, pero eso no podía ser, no podía arriesgarme a que corriese la voz de que un vampiro andaba suelto por Bargas, que todos los que hacían orgías terminarían por sufrir una terrible y demoníaca muerte… nadie querría montar ni un polvo pasajero en los picaderos habituales… nada de sexo… nada de vino y rosas… sin hablar de la absenta, maldita absenta. ¿Nunca antes probó la absenta? Quiero decir, fue en aquella época cuando se decidió a probarl a… ¿por primera vez? Más bien fue la época la culpable… y la absenta, maldita absenta. ¿Qué quiere decir, cuándo fue, qué época? Yo era el macho más macho que todos los siglos vieron… aun guardo fresco el recuerdo de aquellos cuerpos… la edad media, con su inquisición, sus lupanares voluptuosos… tanta gente sin hogar ni destino, entonces sí que se vivía bien, con unos sacos de oro eras el puto amo, reinas y reinos enteros pasaban por mi entrepierna y de vez en cuando por mis afilados colmillos. En el renacimiento era todo un gigoló, saltaba de balcón en balcón fallándome a todas las casadas, y mientras sus maridos se emborrachaban con vino barato en las tascas, yo las cubría de vino y oro, y las cubría bien se lo puedo asegurar. Eran un arsenal perfecto con el que nunca pasé hambre, como mucho alguna que otra persecución… qué romántico era el renacimiento.


Yo siempre he sido muy viajero, y tiempo después, cuando me cansé de las facilidades de Venecia, me fui. Quería probar cosas nuevas, diferentes, anduve por mis antiguos dominios durante un tiempo, no quería que en Transilvania se olvidaran de que existo, ya sabe, cuesta más mantener la fama que llegar hasta ella, y como mis amigas las brujas gallegas, de siglo en siglo me hacía notar, para que supiesen como en Galicia que “haberlas hailas”. Tras renovar el temor por mis queridas tierras me fui a Francia, tenia curiosidad por saber qué era aquello de la Belle Époque y sus bailes alocados, y sobre todo, sus orgías desenfrenadas hasta el amanecer. Estaba seguro de que podría montar a todas aquellas hembras yo solo, era tan fácil como pescar en un barril lleno de pescado fresco, pero, claro, el maldito ajenjo llegó a mis labios, yo lo bebí igual que bebía el vino por jarras, y se me nubló la vista, estaba tan colocado que la hubiera metido igual dentro de una picadora de carne y hubiera dado alegremente a la manivela… pero se la metí por el culo a un hombre que estaba sobre una hembra sin parar de empujar y sudar, lo vi tan a tiro que ni hice ascos a su culo y espalda igual de peludo, lo ensarté con tanta fuerza que un chorro de sangre saltó a mi rostro empapándome de furiosa y deliciosa sangre… perdí el control, el ajenjo y aquella sangre sumaban los factores necesarios para que se desencadenase la inevitable matanza, todos corrían aterrorizados viéndome desecar a aquel al que hacía un momento estaba enculando, había ruido, agitación… el caldo perfecto para perder el control… la puta absenta. Pero… eso tiene fácil solución, no tome más absenta. No volví a probarla desde aquella noche, no es, dada las circunstancias, mi mejor aliada, ya me la lió bien liada la muy puta… maldita, siempre maldita. Pues… ¿Qué es l o que le atormenta tanto con su odiada absenta? Si ya no l a bebe más… no deberá preocuparse por perder el control y secar a todo el que se ponga a tiro, no veo el probl ema. Como le dije antes, yo era el más macho de todos los machos que vieron los siglos… aquella noche me descubrió algo nuevo, algo que nunca había probado antes dada mi masculinidad insaciable, algo que me ha marcado desde entonces, y no lo consigo superar. ¿Su adicción a las orgías... ó… a las carnicerías sexual es? Es usted tonto o es que no ve con claridad adonde quiero llegar, lo que me cambió para siempre fue aquella embestida que le metí al oso aquel, nunca había sentido un placer tan magnífico en todas mis experiencias sexuales, que aunque está de más decirlo, son incontables. El partir la caca a todo ser que se me acerca, sea hombre o mujer es mi meta. Sólo el que me lo partan a mí es una sensación tan parecida, que me conformo con ella. Una pregunta, ¿para qué quería entrevistarme? Quería escribir un libro que me saque de esta vida que a falta de dinero me acucia tanto. He publicado libros que no los han comprado ni mis familiares. Pero con esta historia estoy seguro de que triunfo por fin, pero siga con l as historias, aun tomo nota. Antes de nada… me gustaría hacerle otra pregunta… ¿usted es donante o receptor?


TIMÓN Y PUMBA (Garven)

TIMÓN Tú, Timón; viniste al mundo para deshacer entuertos. Para sacar la traviesa psicópata de su mohosa hura y delatar al criminal. Arribaste entre libros de Holmes, Lecop y Poirot que mamá te apresuraba en los ratos de libre albedrío. Ya con doce años, frente al televisor, te adelantabas en el esclarecimiento, erróneo a menudo, antes de que el gris Colombo sentenciara la culpa con su voz rota. Después vino la gloria de tu plaza definitiva en el Cuerpo de Inspectores de la Policía Nacional; no en vano sacrificaste tu juventud arrobado en noches de insomnio y días de entrenamiento. Tú, Timón, hacinado en un despacho oscuro, azuzarás la labia de esos asesinos haraposos preparándoles para las manos impías del juez. Esto es auténtico, Timón, ¿hay algo más cabal para uno que realizarse en el trabajo deseado? No, Timón; al fin lo que tú querías alhaja; expedientes todos los días. Nunca faltará mala gente Timón.

PUMBA No deberías protestar Pumba; tú no fuiste un buen estudiante y aquellos trabajos a media jornada casi hacen de ti un delincuente, ¿recuerdas Pumba?. Ahora aprovecha el empujoncito del abuelo porque en breve serás el Inspector adjunto de la Comisaría del lugar. Solo se te pide discreción y los cinco sentidos dispuestos a los consejos de la veteranía de tus nuevos compañeros, Pumba. Sabes que tienes la intuición del perro que barrunta una desgracia; el ojo avizor de un buen poli. Déjate de tribulaciones que éste será para ti un buen curro. Las horas por miles en el gimnasio y en la escuela de kárate han hecho de ti un animal carnívoro, Pumba. No te gusta porque hay poca calle y demasiada oficina. Esto no es una peli de tiros y atracos, ¿y qué?; aquí te traen a los malos a tu despacho. No deberías quejarte, Pumba.


CÓMO BROTAN… (FMMiranda) Cómo brotan las mentiras cual florecillas: estampan la pradera de la vida, le dan colores y olor de certidumbre a mi rima, me hacen volar y no me derriban las cosas que me creo porque quiero que sean verdad y no mentira, haciendo el pino para obtener mi sonrisa. Rotas ilusiones que se sujetan sin fuerza, que me empujan igual hacia adelante que hacia atrás, manteniendo equilibrios en el alambre mientras hago el pino para mantenerme sonriendo y no rendido, para ver los colores y el olor de mi felicidad en vivo. Mi salud en un vaso que me bebo ansioso por seguir en la brecha, mis dudas huyen espantadas de mi cabeza, se van a buscar a los viejos tiempos, por si con eso me ponen las cosas claras que no me entran estando en la cuerda. Primavera de locos que a locos entierra, mi mundo pende en una cornisa. Verano caluroso que dilata mis penas que me empujan al olvido. Pocos años de esta vida tan perra me esperan. Todo es tan bonito cuando se contempla con los ojos del que encuentra.

Algo que no encuentro y no está escrito en este cuento, algo me falta y echo de menos… no sé.


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