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Editorial
from Edición 68
El reto del aprendizaje
La vida es un puro tránsito lo sabemos. No obstante, hemos de poder encabezar aquellas etapas más fructíferas, desde los instantes más singulares, únicos y sencillos, con el fin de optimizarlas en cuanto a aprovechamiento, aprendizaje y deseos cumplidos.
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Cada momento es una oportunidad: lo es para moldearnos en positivo, para caminar, para respirar, para formarnos, para compartir, para descubrir le belleza que siempre ha estado ahí, para no atosigarnos, para surgir o resurgir, para adentrarnos en la hermosura de cada jornada, dispuesta a borbotones, para ser un poco más felices...
Las diversiones son muchas: ¡por supuesto que no todas han de ser estridentes! Pongamos toda la masa en esa actividad que nos promueve por y para ser personas genuinas sin necesidades absurdas y comprometidas en vacío. Busquemos la profundidad, pero no la densidad acumulada que nos rompe.
No todo ha de ser un éxito. De hecho, no es adecuado que lo sea. Tampoco veamos en exceso el fracaso, que nos suele regalar docencia y fortaleza. No olvidemos que lo que no nos mata nos hace más diestros y firmes. Nuestras convicciones han de crecer desde el prisma de la tolerancia, desde el entusiasmo contrastado y alto.
Los hechos nos han de mostrar sendas, que hemos de ir tomando desde la premisa de enmendar los posibles errores. Nada permanece. No es anhelable que sea así. Debemos movernos para no corromper lo que nos invita al aprendizaje. Por cierto, como palpamos, nada funciona eternamente. A abrir los ojos con ganas y campo de visión tratamos de contribuir desde esta revista. Desde sus inicios ha tenido vocación de ser de sus lectores. Ahí proseguiremos.