Programa proyecto fuerza colectiva 2017 2018

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Programa​ ​Proyecto​ ​Fuerza​ ​Colectiva 2017-2018 Relato​ ​general Diagnóstico El aparato directivo de la Facultad (Decano, Dirección de Escuela, y sus influencias en los órganos decisorios como el Consejo de Escuela y Facultad) ha mostrado una capacidad para ordenar a un grupo importante de profesores y así impulsar un proyecto modernizador que consiste, básicamente, en aplicar el PDI desde una mirada europeizante y autoritaria que no toma en consideración la historia de nuestras instituciones, ni tampoco sus problemas inmediatos. En ocasiones, han hecho suyas ciertas demandas estudiantiles para procesarlas bajo su horizonte modernizador y no han dudado en articularse con parte del estamento estudiantil para sus cometidos, especialmente con aquellos sectores que comparten militancia con las fuerzas aliadas del Decano. En mayo de 2018 termina la vigencia del actual PDI y se deberá elaborar uno nuevo, lo que desde ya imprime desafíos importantes para la organización estudiantil. Los estudiantes, en nuestras formas organizativas y capacidad para influir en el destino de la Escuela, estamos pasando por un momento de reflujo que no es ajeno a lo que sucede con el movimiento estudiantil a nivel nacional. ​Hemos sido incapaces de construir una lectura global y un proyecto de Facultad alternativo al de Decanato y nuestro descontento solo es reactivo frente a avances de Harasic​. La correlación de fuerzas en las que se ve inmerso el movimiento estudiantil es muy desfavorable si se le compara con los años que siguieron a los​ ​procesos​ ​de​ ​2009​ ​y​ ​2011. La orgánica clásica de participación estudiantil, como son los colectivos políticos, asambleas de escuela y generación, consejo, comisiones, etcétera, están desgastadas y la mayoría de nuestros compañeros no ven en ellos un espacio fructífero, lo cual repercute en una crisis de la organización y de ​la política misma como una vía para enfrentar los conflictos al interior de la Escuela. En la misma línea de situaciones, hoy existe un problema transversal en nuestras formas de organización, pues reproducimos, sin mayor cuestionamiento, el machismo existente en la sociedad, lo que genera un espacio político masculinizado que tiene como consecuencia más palpable una escasa participación de mujeres en la política universitaria en general. Los problemas de mujeres se han venido tratando desde una perspectiva​ ​parcial​ ​y​ ​no​ ​como​ ​problemas​ ​que​ ​son​ ​de​ ​toda​ ​la​ ​comunidad.


De este modo, los problemas que podrían ser colectivos se enfrentan de manera individual​ ​y​ ​en​ ​lo​ ​posible​ ​sin​ ​que​ ​intervenga​ ​“la​ ​política”. Finalmente, como organizaciones de izquierda no hemos sabido identificar los intereses y condiciones en las que participan las nuevas generaciones, lo que ha producido un desacople entre​ ​la​ ​acción​ ​política​ ​propuesta​ ​y​ ​la​ ​que​ ​efectivamente​ ​realizan​ ​los​ ​estudiantes. ¿Por​ ​qué​ ​Fuerza​ ​Colectiva? La descomposición política de nuestro espacio es un fenómeno que afecta a muchas de las organizaciones que formaron parte de los movimientos sociales que se generaron en nuestro país desde el 2011. El desgaste de nuestras herramientas de lucha, sumado a las formas erráticas de conducir los conflictos, fueron generando un desacople cada vez más evidente entre las organizaciones políticas y las bases sociales capaces de transformar su realidad. En efecto, la situación actual de desarticulación social obedece a distintos factores que tienen como corolario una imposibilidad de toda acción política capaz de hacer triunfar un programa de​ ​izquierdas. De lo anterior, distintas organizaciones políticas de intención revolucionaria fueron acercando posiciones en aquellos lugares donde el desgaste social era más palpable, con el fin de articular una acción política con mayor potencial transformador. En ese sentido, muchas de las organizaciones que hoy nos encontramos construyendo este proyecto hemos compartido posiciones de conducción en distintas universidades y espacios estudiantiles del país. De esas experiencias de trabajo previo, las organizaciones políticas de izquierda por fuera de los bloques tradicionales, ​fuimos acercando posiciones por medio de un diagnóstico común respecto de la situación de nuestra Facultad​. Dicho diagnóstico fue claro, la posibilidad de un proyecto político transformador necesariamente estaba mediada por una acción coordinada que potencie la praxis política de las organizaciones presentes en el espacio. Sin embargo, de lo anterior no puede colegirse una alianza con apuestas políticas homogéneas. Un espacio descompuesto como el nuestro necesita de la disputa política fértil, donde las tesis en conflicto se nutran y muestren todo su potencial. Una unidad internamente diferenciada es lo que necesita la política de nuestra escuela si lo que se busca es el movimiento​ ​de​ ​nuevas​ ​voluntades. Esta alianza, en todo caso, tiene la particularidad de estar compuesta, entre otras, por organizaciones que han estado en los Centros de Estudiantes los últimos tres años. Creemos que en ello ésta una de nuestras mayores fortalezas, porque fue ese uno de los lugares comunes que nos permitió notar a todos, en distintos momentos, qué cosas no estaban dando


resultado y sus motivos. Hay mucho que pulir, y eso por supuesto ha de ser fruto de deliberaciones de la comunidad en conjunto, pero tenemos todas las organizaciones aquí presentes en claro que el problema principal es que no hay una organización estudiantil fuerte, que pueda articularse de forma rápida y con claridad para enfrentar los problemas. Creemos que si bien es necesario para este momento ser propositivos, la clave que nos hará avanzar será generar las condiciones para que haya sujetos(as) que se adueñen de esas propuestas y salgan a defenderlas de forma colectiva. Proponemos comenzar a encontrar nuestras tesis de forma fraterna, trabajando por los proyectos en conjunto, reencantando al estudiantado e invitándolo nuevamente a hacerse parte de la política que hoy parece tan lejana. Este programa muestra qué queremos impulsar en conjunto para poder levantar un movimiento de izquierda que, a través de sus diferencias, consiga nutrirse en miras de impulsar​ ​cambios​ ​que​ ​expresen​ ​el​ ​real​ ​sentir​ ​de​ ​las​ ​y​ ​los​ ​estudiantes.

Ejes​ ​de​ ​trabajo Nuestra alianza ha definido los siguientes ejes de trabajo para el programa de su lista al Centro de Estudiantes: Democracia, Condiciones de trabajo, Feminismo y disidencia sexual, Bienestar​ ​y​ ​cultura,​ ​Condiciones​ ​de​ ​aprendizaje​ ​y​ ​orientación​ ​del​ ​conocimiento,​ ​Extensión. Hemos tomado estos puntos prioritarios, porque debemos abordar con responsabilidad el trabajo que podemos hacer en el plazo de un año, más sabemos que cumplir todos estos objetivos involucra una lucha de más largo aliento. Esto, en todo caso, no quiere decir que lo aquí​ ​señalado​ ​sea​ ​el​ ​único​ ​trabajo​ ​a​ ​impulsar. Creemos que el CED debe jugar un papel activo en apoyo de comisiones u organizaciones que no son parte de las definidas en sus estatutos, por lo que aunque aquí no ha sido enunciado el trabajo específico a realizarse en espacios como la SESEGEN o la Comisión de Medio Ambiente, si sostenemos que hemos de desplegar esfuerzos en dichas instancias, cooperando​ ​en​ ​cuanto​ ​sea​ ​posible​ ​a​ ​las​ ​iniciativas​ ​que​ ​de​ ​ahí​ ​surjan. Esto último ha de ser recalcado porque nos parece de vital importancia que exista una comprensión de estos dos asuntos como transversales. Los conflictos medioambientales que tienen lugar hoy en nuestro país no debiesen ser ajenos a nosotros como estudiantes de derecho, en especial porque tanto el empoderamiento de las comunidades en busca de un reconocimiento y respeto por sus territorios, como el cuidado del medioambiente en sí, que permite el desarrollo de la vida en todo sentido y forma, nos parece fundamental. Así, articularse en conjunto con movimientos sociales por la defensa del agua, los territorios, animales, entre otros, nos parece un punto prioritario que hemos de trabajar desde el área de extensión. En este sentido, más que levantar iniciativas particulares en el área, tenemos


intención de aportar con esas relaciones desde nuestro alcance como CED, junto con apoyar, como ya se señaló, los proyectos que la Comisión de Medio Ambiente impulse. Todo lo anterior sin contar el trabajo sostenido por militantes de las organizaciones que forman parte hoy de este proyecto, que se ha mantenido constante y que pretende intensificarse en razón de la​ ​implementación​ ​de​ ​este​ ​programa. Respecto a la Sesegen, como se explicará más abajo, pretendemos entregar facilidades y apoyar el desarrollo de las actividades que levanten, potenciando a su vez las organizaciones y movimientos sociales que encarnan los desafíos que el feminismo supone en la actualidad. Por otro lado, pretendemos desarrollar a lo largo del año un programa que involucre esta perspectiva de forma transversal, que no lo comprenda como una cuestión particular y aislada de las demás cuestiones de la realidad social a las cuales buscamos hacer frente, sino como que problemática que empapa todas las demás y que se presenta en todos los ámbitos que pretendemos transformar. Esta lectura no busca pasar por alto los desafíos particulares que tiene hoy el feminismo, dado el momento actual, sino todo lo contrario, identificarlos y comprenderlos dentro de una realidad completa y contradictoria. En eso, en esos desafíos, creemos que el CED no puede trabajar solo, sino que debe reconocer y trabajar en conjunto con aquella institución que ha visibilizado y puesto en el debate público de nuestra Facultad la​ ​problemática​ ​de​ ​género,​ ​a​ ​saber,​ ​Sesegen. Habiendo explicado esto, pasamos a continuación a explicar en detalle los distintos ejes de nuestro​ ​programa​ ​para​ ​la​ ​Facultad: I.​ ​Feminismo​ ​y​ ​disidencia​ ​sexual Las desigualdades por razones de género existentes en nuestra sociedad no son ajenas a nuestra Facultad. En su interior se dan diversas manifestaciones de esta realidad sistémica: el trabajo reproductivo está a cargo de las mujeres, el sector académico se encuentra sumamente masculinizado, existe poca participación de mujeres en cargos de representación, entre otras manifestaciones del orden patriarcal y el rol social que históricamente le ha sido impuesto a la mujer. Por su parte, las problemáticas que viven las personas que forman parte de la diversidad y disidencia sexual siguen sumamente invisibilizadas, perpetuándose la exclusión y la falta de reconocimiento de estas identidades de forma casi total, evidenciándose la falta de organización y de elaboración en torno a dichos conflictos. Todo lo anterior demuestra que las condiciones que se dan en la sociedad se replican en los centros educativos, pues ellos no están ajenos a la realidad totalizante, por el contrario, son sólo un espacio en el que se entrecruzan y encuentran dichas condiciones generales de existencia. Así, se encuentran tanto las desigualdades de género como las de clase, las que son vividas por funcionarias, estudiantes​ ​y​ ​académicas,​ ​en​ ​un​ ​sujeto:​ ​la​ ​comunidad​ ​educativa. Una universidad pública, entendida como un espacio donde la democracia se manifiesta materialmente, debe luchar por no reproducir estructuras de dominación en las relaciones sociales que se dan en su interior, sea por motivos de clase, de género u orientación sexual. Es tarea de las comunidades educativas materializar estos principios y avanzar hacia la


construcción de instituciones realmente públicas a través de la lucha feminista. Entonces, el quehacer de la comunidad debe ser, en primer lugar, hacer conscientes a aquellas sujetas que viven en su carne la dominación, opresión y explotación derivada de este sistema, para luego organizarlas, de forma que sean ellas quienes consigan las transformaciones que requiere nuestra​ ​sociedad. Ahora bien, desde Fuerza Colectiva creemos como un principio de nuestro proyecto político que el feminismo, como teoría y práctica política que apuesta a transformar nuestras relaciones sociales con visión de totalidad, no puede ser entendido como una cuestión sectorizada, pues sería seguir relegando dichas problemáticas a un lugar secundario o accesorio. De esta forma, es que hemos decidido tener al feminismo como un principio que permee todo nuestro programa y práctica política, haciendo carne nuestro compromiso con esta lucha en cada eje de éste, aprovechando la elaboración que todas las organizaciones que componemos este proyecto hemos ido generando al calor de nuestro trabajo político desde esta​ ​trinchera​ ​en​ ​las​ ​organizaciones​ ​sociales​ ​de​ ​la​ ​Facultad. II.​ ​Democracia: Durante los últimos años, hemos sido testigos de cómo las banderas de la democratización han sido levantadas desde el movimiento social por la educación, exigiendo la apertura de los mecanismos de toma de decisiones a las comunidades educativas. Sin embargo, poco se ha avanzado al interior de nuestras instituciones, y peor aún, muchas veces la democracia se reduce a cuestiones procedimentales, viéndose como una cuestión tan sustantiva es vaciada de​ ​contenido​ ​transformador. Al interior de nuestra Facultad hemos vivido en carne propia la falta de democracia; con autoridades que toman decisiones sin consultar a la comunidad universitaria; falta de instancias de participación que produzcan soluciones efectivas al malestar existente dentro de nuestra Escuela; bajo peso estudiantil y del estamento funcionario dentro de espacios de toma de decisión; una composición social poco heterogénea y elitizada; desigualdades sociales que solo se perpetúan al ingresar a la carrera ante una deficiente política de acompañamiento académico y de bienestar, entre muchos otras cuestiones. En definitiva, el malestar acumulado por estas y muchas otras cuestiones da cuenta de la falta de espacios y voluntad para que la comunidad universitaria organizada discuta sobre la Facultad que necesita y que sirva de mejor manera a las necesidades del país. Falta que, como Escuela de Derecho de la Universidad​ ​de​ ​Chile,​ ​seamos​ ​capaces​ ​de​ ​pensarnos​ ​a​ ​nosotros​ ​mismos. De esta forma, y sin ánimos de agotar la discusión ni caer en reduccionismos, creemos muy importante comenzar a obtener victorias que garanticen cierta capacidad de deliberación política a los actores de nuestra comunidad, siendo clave lograr la participación estudiantil con derecho a voz y voto en ciertos espacios de toma de decisiones fundamentales que hoy no nos incluyen de esa forma, así como regularizar su funcionamiento. Hoy, es necesario avanzar en la democratización de espacios formales al interior de nuestra institución, y así convertirlos en espacios de disputa, sin perder de vista que la democracia es un proceso de discusión constante, es abrir nuestra Universidad a las grandes mayorías del país y abrirla


para que la sociedad civil organizada incida en el rumbo que toman las instituciones públicas, garantizando su compromiso con las necesidades de Chile. Asumiendo el tamaño de este desafío, y entendiendo que la construcción de una Facultad más democrática pasa también por otros ejes de nuestro programa, es que creemos importante para nuestro proyecto político el dar un puntapié inicial a la democratización de nuestra Facultad con las siguientes medidas:

A.​ ​Sobre​ ​los​ ​consejos​ ​de​ ​departamento. Los consejos de departamento son esenciales en la estructura de la universidad. Esto porque, a nuestro juicio, cumplen dos labores fundamentales; Generar las líneas principales de la producción del conocimiento – Función primaria dentro de la Universidad-, además de poder forzar posturas de los Directores de Departamento, quienes participan con derecho a voz y voto​ ​en​ ​el​ ​Consejo​ ​de​ ​Facultad. El desempeño de los Consejos ha sido deficitario, debido a que no existe uniformidad respecto al derecho a voz y voto por parte de los representantes estudiantiles teniendo consejos en que los estudiantes no votan. Adicionalmente tampoco existe regularidad respecto a las sesiones de los mismos, dado que existen Consejos que no sesionan en meses y la comunidad está lejos de enterarse o de tener un mecanismo de control al respecto. Sumado a lo anterior, tampoco existe una política de transparencia respecto a las actas de las sesiones ni​ ​la​ ​asistencia​ ​de​ ​sus​ ​miembros.​ ​Por​ ​tanto,​ ​proponemos: -

Que los Consejos de Departamento sesionen regularmente, al menos una vez al mes de forma ordinaria, con obligación por parte del Director de Departamento y los representantes​ ​del​ ​mismo​ ​de​ ​informarlo​ ​públicamente.

-

Que se haga efectivo el reglamento aprobado por el Consejo de Facultad de Julio de 2017, en que se establece el derecho a voz y voto de los y las representantes estudiantiles​ ​en​ ​dicha​ ​instancia.

-

Que las actas de las sesiones ordinarias y extraordinarias del Consejo, como también la​ ​planilla​ ​de​ ​asistencias,​ ​sean​ ​de​ ​público​ ​conocimiento​ ​de​ ​la​ ​comunidad.

Todas estas medidas permitirán la regularización del sistema de Consejos de Departamentos, pues sin ello devienen en meras instancias de control de un área en manos de sujetos particulares. Estos puntos junto con democratizar lo que ocurre en términos de información, y volverlos más eficientes, nos permitirán a las y los estudiantes adoptar un rol aún mas serio en los procesos que ahí se desarrollan, pues con una participación sin voto la desigualdad en la posición del o la representante estudiantil en ese espacio es muy grande, volviéndose casi “oyentes”​ ​en​ ​algunos​ ​departamentos. B.​ ​Sobre​ ​el​ ​Consejo​ ​de​ ​Escuela.


El Consejo de Escuela ha sido un órgano distintivo respecto a los demás existentes en la estructura universitaria, toda vez que se ha logrado avanzar en demandas históricas de los estudiantes de la Facultad, como lo fue el fin al ránking como mecanismo de selección en la asignación de cursos, terminando con la abismal segregación que la Escuela profundizaba con dicha forma de selección, o como el reglamento de memoria y de ayudantes aprobados ambos durante el año 2016. Con todo, este espacio ha servido también para que el decano impulse su agenda propia, como lo fue a principios de este año la reforma a los rezagos y suficiencias, hoy en revisión. Por tanto, creemos que el Consejo de Escuela es un espacio que los estudiantes deben disputar e incidir hacia nuestras demandas de transformación. De ahí en más​ ​proponemos: -

Que todos los representantes estudiantiles que asisten al Consejo de Escuela tengan derecho a voz y voto. En este caso, implica que el o la Vicepresidenta del Centro de Estudiantes​ ​pueda​ ​votar​ ​participando​ ​de​ ​forma​ ​efectiva​ ​en​ ​la​ ​toma​ ​de​ ​decisiones.

La importancia y objetivo de la medida enunciada radica en la posición asimétrica que poseemos hoy en dicha instancia. Aun cuando contamos con el voto de 2 representantes, a la hora de presentar proyectos o discutirlos, siempre las y los estudiantes son consultados de una forma bastante particular, como si fuesen una especie de “invitados”. Esto, porque ante la cantidad de representantes del estamento académico, que rara vez no tiene una posición unificada, los votos de dos representantes estudiantiles no influyen prácticamente en nada a la hora de aprobar algo. Con un representante con voto más nuestra posición toma más simetría con el resto, y podemos ser considerados(as) en mayor medida a la hora de discutir por​ ​la​ ​diferencia​ ​que​ ​podría​ ​suponer​ ​nuestra​ ​votación​ ​al​ ​momento​ ​de​ ​deliberar. C.​ ​Sobre​ ​el​ ​Consejo​ ​de​ ​Facultad. El Consejo de Facultad ha sido un órgano de extrema importancia para la administración de Harasic. Esto porque desde aquél espacio decanato ha buscado implementar su política e iniciativas, generando a su vez un bloque de académicos que efectivamente dan sustento a dicho plan, instalándose quizás como el espacio más relevante de toma de decisiones en la Facultad. Durante el año 2016 fue el espacio desde donde los y las académicas perfilaron posturas políticas respecto a las movilizaciones estudiantiles, articulando incluso posturas unitarias dentro de su estamento. Es por aquello que, si bien es cierto la presencia estudiantil es aislada respecto a la composición total del Consejo, es necesario que tenga algún peso relativo​ ​dentro​ ​de​ ​las​ ​decisiones​ ​que​ ​se​ ​tomen​ ​en​ ​el​ ​mismo.​ ​Por​ ​lo​ ​mismo,​ ​proponemos: -

Hacer efectiva la decisión del Consejo de Facultad de Julio de 2017 en que se decidió entregar voz y voto a los representantes estudiantiles en esa instancia, agregando entre ellos​ ​al​ ​presidente/presidenta​ ​del​ ​CED.

Los objetivos de la medida señalada se asimilan a los enunciados en el Consejo de Escuela, siendo la diferencia que en este momento no contamos con voto de ningún(a) representante aquí, lo que disminuye aún más la posición de fuerza que tenemos en ese espacio respecto al otro. Hoy, las decisiones tomadas en el Consejo de Facultad son adoptadas prescindiendo absolutamente de nosotros, pues en la práctica tener sólo voz sirve a las autoridades como


argumento para legitimar la decisión en virtud de que “se adopta en instancia con participación​ ​de​ ​los​ ​estudiantes”. Por otro lado, el Consejo de Facultad es un espacio altamente masculinizado, habiendo por ejemplo en este periodo solo 4 mujeres participando en la instancia por parte de los profesores (de 17), y ninguna por parte de los estudiantes. Así creemos que es urgente y necesario exigir una revisión de la composición del claustro académico, lo que por supuesto incluye también revisar quiénes ostentan hoy los cargos más importantes de la escuela, y las trabas que aún existen que impiden a las mujeres posicionarse fuertemente en dichas instancias. D.​ ​Protocolo​ ​anti​ ​movilizaciones. A principios de este año, Decanato y las autoridades de la Facultad, aprovechando un momento de particular desapego del estudiantado con la realidad de la Escuela (exámenes), decidieron impulsar una serie de reformas sin dar posibilidad a algún proceso de discusión democrática a nivel de nuestra comunidad, entre ellas se encontraba un protocolo que buscaba regular el proceder de la Escuela ante cualquier interrupción de sus actividades, estableciendo medidas cuyo fin evidente es imposibilitar la movilización al interior de la Facultad, otorgando nuevas potestades a Decanato, autorizando a profesores y profesoras a llevar​ ​a​ ​cabo​ ​sus​ ​clases​ ​en​ ​otros​ ​recintos,​ ​etc. Tras su aprobación, como estudiantado hemos vivido un evidente retroceso en cuanto a nuestra organización, pues hemos visto el peligro y la imposibilitados de hacer uso de una de nuestras formas históricas de movilización. Recientemente también afectó al estamento funcionario en una de sus jornadas de paralización, lo que da cuenta de lo dañino que es para la convivencia y la organización de la comunidad de nuestra Facultad, más allá de los y las estudiantes. Es, en definitiva, un atentado evidente a la democracia y la capacidad de deliberación​ ​política. De esta forma nos comprometemos a trabajar por la eliminación de este protocolo, buscando a su vez la unidad política con el estamento de funcionari@s, en miras a consolidar una alianza sustentada en consensos políticos cuyo objetivo último sea defender la democracia al interior de nuestra casa de estudios. Creemos, de hecho, que sólo en alianza con ellos podemos conseguir realizar esta medida, cuyo objetivo es devolvernos la posibilidad de movilizarnos de forma efectiva, dejando de dividir al estudiantado y permitiéndonos tener así espacios​ ​reales​ ​de​ ​discusión​ ​y​ ​coordinación. E.​ ​Transformación​ ​de​ ​los​ ​espacios​ ​de​ ​participación​ ​y​ ​representación​ ​estudiantil. Uno de los principales aspectos que nos impiden avanzar como estudiantado hoy es la falta de espacios de participación y representación estudiantil de carácter eficiente, fructífero y transparente. Hoy nos enfrentamos a una disminución importante en la participación estudiantil en las instancias de elaboración y representación política. Creemos que dicha falta de participación


encuentra su fundamento, como se señaló, en el conflicto orgánico que presentan nuestras estructuras de representación. Los cuestionamientos que genuinamente se han generado en nuestras compañeras y compañeros dicen relación con la falta de democracia y regulación en las instituciones que hacen que nuestra orgánica funcione, por ejemplo, en los quorums para decidir iniciar una movilización, regulación del tricel, y aún más en el carácter de los espacios​ ​de​ ​deliberación​ ​estudiantil. El problema de estructura, a nuestro juicio, además ha sido potenciado por otros varios asuntos: La incapacidad de nuestro espacio de hacerse cargo del recambio generacional, la irresponsabilidad de los colectivos políticos en su forma de abordar las diferencias que existen entre ellos, el término de un periodo de movilización de los estudiantes a nivel nacional que exige la creación de nuevos métodos para poder abrir un nuevo periodo de lucha. Para mejorar todo ello, creemos que es necesario un cambio interno y la búsqueda de formas innovadoras de relacionarnos y organizarnos. Sin embargo, tanto esto, como los problemas enunciados en los párrafos anteriores siguen exigiendo algo más: Una transformación​ ​radical​ ​a​ ​nuestra​ ​institucionalidad,​ ​plasmada​ ​en​ ​nuestros​ ​Estatutos. Así, como punto de partida en la solución, proponemos revisar esta institucionalidad, de forma democrática y con la participación de todas y todos los que conformamos este segmento de la comunidad política de nuestra Facultad, con el objetivo de llevar a cabo eventualmente​ ​un​ ​Congreso​ ​CED. Surge así una pregunta esencial: ¿Cómo logramos llegar al momento de realizar un Congreso CED? Tenemos que pensar en un proceso de Congreso CED del cual nuestra comunidad estudiantil realmente se haga parte, a diferencia del último Congreso realizado. Esto será posible solamente si es que somos capaces de mostrar la urgencia de dicho proceso, que nos permitirá construir una orgánica que potencie la democracia y esté acorde a las necesidades de nuestro tiempo. Por otra parte, será necesario llevar a cabo instancias de reflexión y autocrítica, que nos permitan identificar cuáles son los obstáculos con los que nos hemos enfrentado durante estos 5 años de vigencia de los actuales estatutos. Solo de esta manera nuestras instancias de configuración de los nuevos estatutos podrán ser encuentros útiles de auto-construcción que realmente​ ​provengan​ ​de​ ​haber​ ​pensado​ ​nuestras​ ​formas​ ​de​ ​organización​ ​actuales. El CED anterior comenzó este proceso a fines de mayo de este año, pero por diversos motivos relacionados a una falta de compromiso con el mismo por parte del Consejo fue imposible cumplir con el calendario fijado para haberlo llevado a cabo de forma legítima antes de las elecciones de un nuevo CED. Creemos que se debe continuar con el trabajo realizado, abriendo y generando más instancias de participación y discusión - algunas de las cuales si se realizaron - hasta la llegada de un estadio en que la realización del Congreso tenga una justificación y sea una necesidad real para el estudiantado. Sólo entonces, el programa que presentamos para su realización cobrará fuerza y será apropiado por los estudiantes​ ​que​ ​habrán​ ​de​ ​repensar​ ​su​ ​institucionalidad​ ​de​ ​forma​ ​responsable. El programa de preparación del espacio previo a la realización del Congreso, que necesita necesariamente ser exitoso en cuanto a compromiso y participación para poder recién generar


el programa del propio Congreso CED se encuentra disponible en el fanpage de nuestra página, y reproduce el programa ya presentado por el anterior Centro de Estudiantes al Consejo​ ​de​ ​Delegados​ ​2017. F.​ ​Sobre​ ​el​ ​Consejo​ ​de​ ​Delegados. El Consejo de delegados es un órgano que actualmente obstaculiza muchos de los avances que podamos dar como estudiantes. Esto se debe esencialmente a tres cosas: (i) Hay propuestas que emanan del CED o la asamblea y requieren luego para su ejecución aprobación del Consejo de delegados, pero las y los delegados no responden a tiempo y retrasan el comienzo de iniciativas estudiantiles importantes - por ejemplo, la nunca aprobada en su totalidad “propuesta alternativa para el aumento de matrícula”, elaborada por miembros del Consejo según grupos de discusión, que finalmente jamás fue plebiscitada por la falta de respuesta de éste órgano - , (ii) Numerosas actividades realizadas para apoyar o mejorar iniciativas estudiantiles no rinden fruto porque para su ejecución consideran a personas del Consejo de Delegados que no responden de forma adecuada, (iii) Las instancias de participación y deliberación estudiantil muchas veces fracasan porque las y los miembros del consejo no están preparados para asumir las labores que se les asignan. Además, sus propias labores de delegadas(os) exceden sus conocimientos, lo que genera que casi todo se derive al CED, armándose un mecanismo sumamente lento y burocrático de resolución de conflictos sencillos. Para mejorar todo esto, creemos que es necesario realizar un trabajo con el Consejo desde el comienzo. Esto implica, generar una capacitación a todas y todos en los siguientes ámbitos: Reglamento, toma de actas, moderación de asambleas, resolución de problemas al interior de sus generaciones, derechos y deberes de los estudiantes en causal de eliminación. Esta capacitación será realizada durante el mes de noviembre de 2017 en caso de salir electos, de forma que las y los elegidos en urnas cuenten con los conocimientos para llevar a cabo sus tareas​ ​durante​ ​todo​ ​el​ ​año. Respecto a los problemas de funcionamiento en torno a ​responsabilidad y diligencia, creemos que lo fundamental para modificar esto se relaciona con el eje anterior de esta sección, es decir, hay que cambiar asuntos estatutarios para asegurar una mejoría. Pese a ello, al menos debería haber mayor diligencia si se realiza una capacitación de las y los delegados, pues darles a conocer desde un comienzo la gran responsabilidad que tienen sobre sus hombros, e intentar que comprendan la importancia de su cargo es otra de las intenciones de la capacitación​ ​antes​ ​señalada. G.​ ​Comisiones​ ​estudiantiles​ ​del​ ​CED​ ​y​ ​Consejo​ ​de​ ​Delegados. Las comisiones de las que participa obligatoriamente el Consejo de Delegados aún mantienen un funcionamiento deficitario. Esto tiene varios motivos que suelen ser identificados con facilidad: falta de publicidad de las convocatorias, falta de compromiso en el trabajo por parte de las y los miembros del Consejo. Lo último, en todo caso, es fundamental, puesto que aun con amplia convocatoria, se necesita un cuerpo mínimo que se haga responsable de todo y sea capaz​ ​de​ ​coordinarlo.


Como ya se ha dicho en el eje E, la restructuración de nuestro estatuto también hace necesario que nos preguntemos si las comisiones actuales representan las inquietudes y temas de​ ​interés​ ​de​ ​las​ ​y​ ​los​ ​estudiantes,​ ​si​ ​es​ ​necesario​ ​tener​ ​otras​ ​o​ ​reformular​ ​sus​ ​objetivos. Creemos que desde la primera reunión debe explicarse el sentido de la comisión e invitar a los antiguos miembros (as) a exponer sus proyectos inconclusos para no perder trabajo realizado. Desde ahí realizar una planificación con los proyectos de cada comisión que incluya tiempos específicos y encargados, lo que debería también ser público, de forma tal que​ ​las​ ​responsabilidades​ ​no​ ​se​ ​vean​ ​diluidas​ ​ni​ ​recaigan​ ​sobre​ ​una​ ​sola​ ​persona. Por otro lado, el funcionamiento de las comisiones ha de ser periódico, todas sus reuniones y proyectos han de avisarse públicamente y con tiempo con objetivo de permitir a quienes estén interesados​ ​incluirse​ ​en​ ​el​ ​trabajo​ ​a​ ​realizar. H.​ ​Voto​ ​electrónico. Las y los estudiantes han aprobado en urnas el uso del voto electrónico. En su implementación para determinadas instancias vemos la posibilidad de abrir mayores canales de participación, que en ningún caso se muestran como soluciones al problema de la participación,​ ​pero​ ​sí​ ​puede​ ​contribuir​ ​a​ ​este. De esta manera, el voto electrónico es un instrumento más entre muchos que puede permitirnos acercarnos a los compañeros, en un contexto en donde existe desconfianza hacia las organizaciones políticas, desconfianza que asumimos como un desafío que debemos superar, lo cual implica buscar nuevas formas de dinamizar las relaciones entre estudiantes, en​ ​relación​ ​a​ ​los​ ​temas​ ​que​ ​son​ ​relevantes​ ​para​ ​el​ ​devenir​ ​de​ ​la​ ​Escuela. III.​ ​Comunicaciones Dado el diagnóstico que hemos realizado del estado actual de participación política en nuestra Facultad, el trabajo a realizar en comunicaciones es de particular importancia para el proyecto que pretendemos llevar a cabo desde el Centro de Estudiantes. En este sentido, nos parece esencial la posibilidad de que las comunicaciones puedan tener un rol importante en dinamizar la participación política del estudiantado. Esto, necesariamente implica entender las comunicaciones de manera bilateral, es decir, no como un mera transferencia de información, sino que de un proceso recíproco que pueda enriquecer nuestra organización estudiantil. Además, debemos apuntar a superar la inercia de las redes sociales, fortaleciendo el trabajo de las Comisiones CED, estableciendo nuevas formas de interacción, prefigurando una​ ​práctica​ ​política​ ​más​ ​cercana​ ​y​ ​humana;​ ​más​ ​rigurosa​ ​y​ ​más​ ​activa. Es necesario entonces, a partir de esta idea, fortalecer, repensar y crear espacios de participación, discusión y elaboración política para nuestro espacio social, con una amplia difusión de sus convocatorias, de sus procesos y de sus avances; permitiendo a las y los compañeros tener un rol más activo dentro de las diversas coyunturas y procesos que se levantarán. Creemos, por lo tanto, en la necesidad de transversalizar los trabajos de comunicaciones a todas las labores del CED, los acontecimientos de la escuela, y por ello, es


que este eje y la preocupación de informarnos atraviesa todo nuestro programa y nuestro trabajo​ ​como​ ​lista. Pretendemos volver al patio, a acercarnos a nuestras compañeras y compañeros, haciendo de las comunicaciones un ejercicio permanente, que permita apropiarnos de nuestros espacios y además, acercarnos como comunidad universitaria. En concreto, pretendemos hacer instalaciones semanales del micrófono para dar informaciones varias, en apoyo a las actividades programadas, y también habilitarlo para que se abran canales de difusión de organizaciones sociales y de compañeras/os que necesiten hacer uso de nuestros canales. Así, no sólo habrá un InfoCED virtual como lo conocemos hasta ahora, sino también una instancia donde​ ​acercarse​ ​a​ ​preguntar​ ​personalmente​ ​qué​ ​está​ ​pasando​ ​en​ ​la​ ​escuela. En adición, pretendemos enfrentar coyunturas de mayor relieve con operativos de comunicaciones, como intervenciones de espacios, panfletos y pasadas por salas. Un presupuesto mínimo de una comunidad participativa es informarnos previamente, y en ello reside​ ​una​ ​importante​ ​pretensión​ ​de​ ​nuestra​ ​fuerza​ ​colectiva:​ ​que​ ​nadie​ ​se​ ​quede​ ​fuera. IV.​ ​Condiciones​ ​de​ ​aprendizaje​ ​y​ ​orientación​ ​del​ ​conocimiento Debemos entender al rol de la universidad, y en particular de nuestra facultad, en la producción de conocimiento como un espacio estratégico para el movimiento estudiantil, en el sentido de que la escuela debiese pensar el contenido y la forma del conocimiento que produce según las necesidades de la sociedad, de ahí que sea relevante cuestionar las formas de enseñanza, los contenidos que se nos enseña, e incluso el perfil del abogado que egresa de nuestra Escuela. Esto, en virtud de que la cuestión sobre cuáles son los abogados y abogadas que queremos entregar al país no es algo que pueda responderse de manera neutral, sino que debe hacerse teniendo en cuenta que el horizonte político es formar abogados y abogadas cada vez más cercanos a las necesidades del pueblo de Chile. En la formación de los profesionales del mañana, la Escuela juega un rol preponderante, ante ello, su disputa se hace necesaria. Este rol público de la Escuela en la generación del conocimiento, significa estar en sintonía con los conflictos sociales del país, lo cual no se reduce tan solo a la generación del conocimiento mismo, sino que implica también que seamos capaces de articularnos con las demandas de los movimientos sociales poniendo a disposición nuestras herramientas profesionales​ ​y,​ ​por​ ​tanto,​ ​nuestro​ ​trabajo. A.​ ​Aula. Consideramos que la relación alumno/profesor que se da en la sala de clases debe transitar hacia formas más horizontales y activas de enseñanza, superando la concepción pasiva del estudiante “recipiente de conocimiento”. Esta nueva relación debe ser capaz de tomar en


cuenta el desarrollo de las competencias y perfil de egreso que se asumirán en la nueva malla curricular que actualmente trabaja la Comisión de Innovación Curricular, dado que estos compromisos serán adoptados por la Escuela, con el fin de producir los necesarios cambios a las​ ​decimonónicas​ ​formas​ ​de​ ​enseñanza​ ​del​ ​Derecho. Sin embargo, un cambio sustantivo en nuestra estructura educacional pasa también por cuestionar la manera en que se realizan las evaluaciones, en particular las evaluaciones orales. Actualmente existe una propuesta de Instructivo de Evaluaciones que se está tramitando en el consejo de Escuela, la cual consideramos de suma importancia su aprobación, puesto que es un primer paso para reducir la arbitrariedad con que hoy muchos profesores realizan las correcciones de las evaluaciones (falta de pautas, criterios evaluadores,​ ​la​ ​inexistencia​ ​de​ ​estandarización,​ ​etc). Con el objetivo de sumarnos a la propuesta, también proponemos que la generación de una planilla de evaluación sea común para pruebas orales, según el respectivo departamento (para dar uniformidad en cátedras con muchos profesores), que disponga tiempos, justificación y criterios para poner nota. Esta modificación no se contempla en la actual propuesta y creemos podría​ ​mejorar​ ​la​ ​puesta​ ​en​ ​marcha​ ​del​ ​instructivo. B​.​ ​CIC,​ ​PDI,​ ​Acreditación​. La Comisión de Innovación Curricular se encuentra adportas de presentar, durante el transcurso del próximo año, la nueva malla curricular que comenzará a regir en marzo del 2019. Lo anterior, implica un compromiso activo de las y los estudiantes en la discusiones de la CIC, existiendo un emplazamiento mayor a aquellos departamentos que se niegan a dar discusiones de manera democrática por un lado, y un llamado fuerte a las y los estudiantes a hacerse parte de este proceso y de las instancia levantadas por las y los comisionados estudiantiles. A su vez, este tipo de instancias deben aprovecharse en pos de hacer crítica la situación de aquellos departamentos que no tienen líneas de investigación claramente definidas (como el departamento de derecho laboral), que investigan a voluntad propia, sin existir un proceso de democratización de sus líneas de investigación, de manera que se niega toda posibilidad de vinculación con los conflictos sociales relevantes para el país (como No+ AFP,​ ​conflictos​ ​socioambientales,​ ​Ni​ ​Una​ ​Menos,​ ​ ​etc). Por otra parte, sobre la discusión futura del PDI, debe ser otra instancia relevante para lograr las transformaciones que hemos pujado como estudiantes a través de los años. Un aspecto esencial a este respecto, es poner énfasis en los criterios de selección de las plantas académicas, en la medida en que existe una composición mayoritariamente de hombres por un lado, y por otro, la existencia de criterios que priorizan la excelencia basada en posgrados por sobre la forma por ej. de enseñanza en el aula y relación con el medio local que puede tener el profesor. No estamos en contra de l​os “posgrados”​, pero si hay que abrirse a igualar


o al menos intentar nivelar los criterios de los concursos de plazas académicos. De esta manera un criterio de paridad en aquellas cátedras donde la cantidad de mujeres es ínfima o un criterio que al menos vaya en esa línea debe ser una discusión que convoque a profesores y​ ​estudiantes. Por otro lado, los cambios en materia académica que vive la Escuela también ha implicado ciertos avances. Entre estos, la apertura de discusiones sobre la ​creación de cursos de género y derecho en el departamento de derecho penal, en conjunto con organizaciones sociales como la Sesegen. Sin embargo, debemos insistir en que debe ser algo transversal a los departamentos (hoy solo Ciencias del Derecho lo contempla), pero ​no olvidando que el feminismo debe trascender la mera existencia formal de contenidos de problemáticas de género en la malla curricular​. A su vez es relevante que aquellos nuevos cursos que se vayan implementando no solo tomen en cuenta la opinión de los estudiantes, sino también de las organizaciones sociales que ya existen en la Escuela, como la Sesegen, el preu popular, la escuela​ ​sindical. Por último, el próximo año comenzará de lleno el proceso para lograr la acreditación de la carrera, para cual debemos insistir en que la composición de la comisión que lleve a cabo este trabajo​ ​sea​ ​triestamental,​ ​convocando​ ​a​ ​académicos,​ ​funcionarios​ ​y​ ​estudiantes. C.​ ​Perspectiva​ ​de​ ​género,​ ​diversidad/disidencia​ ​sexual​ ​e​ ​innovación​ ​curricular. Las desigualdades y problemáticas asociadas al género se han tomado un espacio en el debate -cabe decir que aún insuficiente-, lo cual tiene un reflejo en que hoy en día, producto del trabajo de l@s representantes estudiantiles y algunas académicas que en conjunto impulsaron conversatorios y distintas instancias de discusión, en el proceso de Innovación Curricular que vive nuestra Facultad se ha incorporado, como parte de la “Matriz de Competencia y Perfil de Egreso”, la importancia de combatir la desigualdad de género, desde nuestra disciplina y otras formas de intervención social. Desde la perspectiva de la diversidad/disidencia sexual, en dicho documento se establece como un requisito para el/la egresad@ que “comprenda el mundo de manera plural y diversa, rompiendo la perspectiva binaria que naturaliza el género culturalmente y respetando la identidad de género de los individuos”. Próximamente, y en miras de hacerse cargo del compromiso formativo que implica el documento mencionado, la Comisión de Innovación Curricular (CIC) convocará a nuevos procesos participativos, para estudiantes y académic@s, con el fin de discutir más concretamente cómo esto va a materializarse​ ​en​ ​nuestra​ ​malla​ ​curricular. Lo anterior, si bien es un proceso que viene a hacer carne demandas que son sentidas por l@s estudiantes y académic@s, en especial por quienes viven en carne propia estas problemáticas, y puede significar un avance sustantivo para las luchas feministas en torno a lo académico, no debe llevarse a cabo enfrascado en comisiones e instancias burocráticas, sino que debe


impulsarnos a dotarlo de contenido desde la organización de nuestro estamento y a velar porque estos procesos desemboquen en transformaciones reales, apostando, también, a fortalecer​ ​nuestros​ ​vínculos​ ​con​ ​ciertos​ ​sectores​ ​de​ ​l@s​ ​académic@s. En​ ​función​ ​de​ ​lo​ ​anterior,​ ​planteamos​ ​lo​ ​siguiente: -

Integrar, a cátedras de distintos departamentos, unidades que discutan y analicen críticamente, desde una perspectiva de género, problemáticas sociales y de nuestro ordenamiento​ ​jurídico.

-

Realización de capacitaciones destinadas a académic@s, en torno a género y diversidad sexual, que apuesten a incorporar estas perspectivas en la enseñanza y a eliminar​ ​prácticas​ ​de​ ​violencia​ ​en​ ​el​ ​aula.

-

Incorporar a nuestra malla curricular, en cátedras como Profesión Jurídica, unidades que aborden las desigualdades y problemáticas de género en el ejercicio de nuestra profesión,​ ​y​ ​ofrezcan​ ​herramientas​ ​para​ ​identificarlas​ ​y​ ​corregirlas.

-

Incorporar cátedras o unidades que traten temáticas que vinculen las luchas históricas de la diversidad y disidencia sexual con nuestra disciplina, por ejemplo, discutir en torno​ ​a​ ​la​ ​identidad​ ​de​ ​género​ ​y​ ​su​ ​regulación​ ​legal.

-

Creación y financiamiento de líneas de investigación que traten estas problemáticas desde distintos enfoques, con miras a aportar soluciones a algunas de las demandas que se han planteado desde el movimiento feminista (aborto, desigualdades salariales, violencia​ ​de​ ​género,​ ​etc).

D​.​ ​Situación​ ​Ayudantes: Hoy los ayudantes están expuestos a grandes sobrecargas de trabajo y a una poca regularización del mismo. Esto debido a varias razones como lo son la lentitud del procedimiento para obtener el decreto de ayudante, la corrección de altas cantidades de pruebas, la realización de clases en reemplazo del profesor, y la falta de una política institucional de la Escuela para con los ayudantes, no existiendo claridades sobre cuál debe ser su rol en la reproducción del conocimiento y en el acompañamiento de los estudiantes en su​ ​proceso​ ​de​ ​aprendizaje. Es por esto que ​dar cumplimiento efectivo a los reglamentos q​ue regulan su labor y el establecimiento de ​mecanismos de pago/financiamiento ​para ayudantes son urgentes y necesarios, dado la gran cantidad de horas que disponen los ayudantes para realizar su actividad​ ​,​ ​que​ ​probablemente​ ​se​ ​verán​ ​aumentadas​ ​al​ ​raíz​ ​del​ ​aumento​ ​de​ ​la​ ​matrícula.


Esta política que queremos impulsar debe ir acompañada de la ​promoción de la carrera académica, buscando la posibilidad de reconocer las horas de trabajo en investigación y de labores académicas, como créditos, posibilidad que ya se ha discutido en la CIC y ha tenido buena aceptación. A su vez, que todos puedan tener posibilidades de desarrollar la carrera académica implica dotar de efectivas oportunidades a los ayudantes, sin que la falta de recursos sea un impedimento, ante lo cual consideramos que el descuento que actualmente se realiza para la realización de un posgrado en la Escuela es mínimo y excluye a muchos compañeros que no cuentan con estos recursos. Es por esto que proponemos buscar mecanismos que permitan abrir posibilidades a los estudiantes egresados que hayan ejercido como​ ​ayudantes​ ​durante​ ​el​ ​pregrado​ ​la​ ​posibilidad​ ​de​ ​optar​ ​a​ ​un​ ​posgrado Así también, debe discutirse la creación de un ​colegio de ayudantes , que permita aunar intereses, promover actividades académicas e incluso fiscalizar el cumplimiento de los reglamentos y establecer sanciones. En eso es relevante cuál es la relación ayudante ayudado, puesto que han existido casos de acoso o de actitudes que deben ser criticadas, debido a la relación asimétrica que existente y que provoca que muchos estudiantes no denuncien. Por último, la selección debe ser por concursos, públicos y difundidos, cuyos criterios deben responder a los intereses y principios que la comunidad determine pertinentes (criterios de género,​ ​situación​ ​socioeconómica,​ ​etc),​ ​por​ ​oposición​ ​de​ ​antecedentes. V.​ ​Bienestar​ ​y​ ​cultura:​ ​¿Qué​ ​vamos​ ​a​ ​entender​ ​por​ ​bienestar? Tradicionalmente en Bienestar se levantan las reivindicaciones más sentidas por nuestras y nuestros compañeros, reivindicaciones que los tocan en lo más tangible y real de sus vidas dentro de la Universidad, pero que suelen carecer de una perspectiva que permita dibujar un horizonte transformador a partir de ellas. Como Fuerza Colectiva entendemos que Bienestar debe hacerse cargo de las brutales desigualdades que genera una sociedad segregada y discriminatoria, y por ende un sistema educativo de mercado que replica dichas lógicas, para asegurar una verdadera Democracia Universitaria, una que exceda el mero ejercicio electoral y permita que las grandes mayorias permeen nuestras Casa de Estudios asegurando su Rol Público​ ​y​ ​una​ ​convivencia​ ​en​ ​comunidad. Por tanto, por Bienestar entendemos el conjunto de condiciones materiales y no-materiales que permiten el desarrollo sano y sostenible de las y los miembros de la Comunidad Universitaria en su paso por la Facultad. Creemos que como Universidad Pública, y en tanto Comunidad, existe la responsabilidad de asegurar el Bienestar a sus miembros en la medida que solo eso permite la verdadera incorporación y participación de todas y todos dentro de esta.


Esto significa que la Facultad debe ser un espacio inclusivo y libre de discriminación machista, racial, social o de cualquier índole, que integre y acoja a sus miembros desde sus particularidades, materiales y psicológicas, haciéndose cargo de los problemas y desigualdades que nos aquejan para asegurar el pleno desarrollo y desenvolvimiento de todas y todos los estudiantes. En esta tarea las Autoridades de la Facultad y en especial la dirección de Bienestar han visto a la organización estudiantil como un vehículo para descargar problemas burocráticos y administrativos, negándole toda posibilidad de perspectiva política al trabajo en Bienestar que se pueda hacer desde espacio institucionales de la Facultad. Es por esto que como Fuerza Colectiva hemos decidido trabajar en las siguientes propuestas que buscan​ ​asegurar​ ​el​ ​Bienestar​ ​de​ ​las​ ​y​ ​los​ ​miembros​ ​de​ ​la​ ​comunidad: La Salud Mental es un aspecto es fundamental para asegurar el bienestar de las y los estudiantes, la carrera es árida y exigente, personas que se encuentran en condiciones personales delicadas suelen requerir de acompañamiento para afrontar situaciones de estrés o frustración de forma adecuada. Nuestras experiencias de movilización nos han demostrado que su correcta atención y resguardo es una carencia gigantesca en nuestra Facultad y que tiene​ ​consecuencias​ ​gravísimas​ ​para​ ​el​ ​estudiantado,​ ​por​ ​ello​ ​proponemos: -

Fortalecer el área de psicología, este es un compromiso existente con las autoridades que haremos valer, y consiste no sólo en aumentar la planta de profesionales multidisciplinarios para la asistencia psicológica y psicopedagógica sino que también mejorar los canales de atención para lograr un​ ​acceso​ ​que​ ​permita​ ​efectivamente​ ​el​ ​acceso​ ​a​ ​este.

-

Proceso de acompañamiento para víctimas de violencia machista, es necesario que dicha planta de profesionales multidisciplinarios (unidad de psicología, asesoría jurídica, asistencia social, etc) esté preparada para asumir y acompañar a víctimas de situaciones de violencia machista con todas las particularidades​ ​que​ ​estas​ ​tienen.

-

Protocolo contra la discriminación sexual y de género en la Facultad, este protocolo fue aprobado para generar un mecanismo para proteger a víctimas de violencia machista y lleva un tiempo de funcionamiento y creemos que es necesario evaluar su rendimiento, por tanto proponemos: (i) Identificar sus fortalezas y deficiencias con el propósito de perfeccionarlo para que se ajuste a la realidad y necesidades de nuestro espacio, (ii) Crear un sistema de mecanismos preventivos para disminuir la cantidad de casos que lleguen por denuncias convirtiendo el espacio de nuestra Facultad en uno más seguro para todas.


-

Apertura social de la matrícula: Ha sido identificado como un problema la falta de seguimiento y acompañamiento de las y los estudiantes que ingresan con carencias heredadas por un sistema educativo deficiente, como también la nula detección durante el transcurso de la carrera de situaciones que ameriten ayuda y asistencia, por eso proponemos: (i) Fortalecer los planes de acompañamiento que ya existen con tal de darle mejor apoyo y seguimiento a estas y estos estudiantes, (ii) Desde la Unidad de Bienestar, Dirección de Escuela y la Unidad de Psicología crear un sistema de detección temprana de situaciones complejas para prevenir que se caiga en causales de eliminación proveyendo el acompañamiento y asistencia que se requiere, (iii) Impulsar una política de acceso, que implique modificar los actuales criterios de admisión, propendiendo​ ​aumentar,​ ​por​ ​ejemplo,​ ​los​ ​cupos​ ​SIPEE.

-

Uso de espacios: Uno de los temas que en los últimos años ha generado más resquemores entre los estudiantes es la falta de espacios para desenvolvernos. Proponemos la generación colectiva de murales para pintar en la escuela, la organización anticipada de actividades de distensión que nos permitan reunirnos en el patio - que como ya se comprobó, es posible de hacer si avanzamos de a poco en reconstruir confianzas dentro de la comunidad - y finalmente, ampliar la oficina CED con un proyecto de construcción de segundo​ ​piso​ ​para​ ​reuniones​ ​de​ ​actividades​ ​estudiantiles.

-

Compañeros y compañeras con discapacidades: El espacio de la facultad debe ser inclusivo y capaz de acoger a todos sus integrantes desde sus historias y particularidades. Se ha avanzado en esto pero queda mucho camino por recorrer, en ese sentido es necesario avanzar en un política de inclusión hacia nuestro compañeros con discapacidades de toda índole. Esto supone no solo generar la infraestructura y los espacios capaces de permitir su libre desenvolvimiento sino que también de cambiar nuestra cultura de manera de lograr​ ​la​ ​plena​ ​integración​ ​de​ ​estas​ ​personas​ ​en​ ​nuestra​ ​comunidad.

VI.​ ​Condiciones​ ​de​ ​trabajo: Nuestra universidad a es una institución educacional de gran tamaño e importancia en la historia de nuestro país. Si buscamos bajo la enorme estructura que la extiende según criterios territoriales y administrativos, encontraremos que el motor de su desarrollo se encuentra en la comunidad que va realizando en conjunto su misión, objetivos y funciones. En este sentido, la universidad es un centro social que reúne y direcciona un enorme número de actores que se relacionan unos con otros de acuerdo a las tareas que mantienen viva nuestra casa de estudios.


La universidad no es un cuerpo extraño a la sociedad en la que se encuentra, y por tanto, las relaciones que se reproducen en su seno reflejan el estado actual de su entorno y sus tendencias. En el caso de las relaciones laborales, la Universidad es parte de un contexto de progresivo deterioro y precarización de las condiciones de trabajo en nuestro país. La división sexual del trabajo y las actuales tendencias de flexibilización o desregulación dominantes en el mercado del trabajo tienen como principales objetivos la reducción del costo de la mano de obra mediante la imposibilidad de organización y sindicalización de los y las trabajadoras, siendo estas últimas las mayores perjudicadas. Las consecuencias perjudiciales de estas formas de trabajo son parte de las necesidades e intereses que conviven dentro de nuestra universidad,​ ​y​ ​por​ ​cierto,​ ​de​ ​nuestra​ ​Facultad. ¿Por qué resulta relevante entenderlo así? Porque permite reconocer que el estudiantado convive con otros sujetos políticos relevantes dentro de la comunidad que es la universidad. Un programa que pretenda ser realmente transformador para la universidad, necesariamente deberá integrar las perspectivas y soluciones que atiendan a la situación de los y las trabajadoras. Esta necesidad no puede llevarnos a cometer un grave error, el cual es suplantar las voces que integran el estamento funcionario, pretender que actuamos en su nombre. Esto pone por delante una exigencia, negar el paternalismo como actitud hacia los demás estamentos de la facultad. Ahora bien, ¿cómo logramos producir relaciones más horizontales entre estamentos? Dichas relaciones se lograrán producir siempre cuando como estudiantes adquiramos el compromiso activo de compartir mano a mano con los y las trabajadoras, buscar activamente la construcción de espacios de encuentro en el trabajo. De lo contrario, esta​ ​premisa​ ​será​ ​solamente​ ​discursiva,​ ​y​ ​no​ ​tendrá​ ​consecuencias​ ​reales. Un pregunta clave para comprender el funcionamiento del estamento de los y las trabajadoras de nuestra Facultad, es ¿qué trabajo se realiza y quién lo realiza? Esta pregunta nos permite evidenciar particularidades de ciertos trabajos que son realizados por determinados sujetos. En ese sentido, parece particularmente relevante reparar en aquellos trabajos que son realizados en gran medida por un género determinado. Eso es, en definitiva, observar con detención cómo la división sexual del trabajo opera en nuestro espacio de estudio. Dicha distribución del trabajo realizado en nuestra Facultad de forma remunerada se corresponde con la división establecida por nuestra sociedad patriarcal en base a los roles que ella impone. Así, los trabajos clásicamente considerados como “productivos” son realizados por hombres, mientras que aquellos trabajos comprendidos como “reproductivos”, es decir, trabajo doméstico, de cuidado o afecto son asignados a las mujeres. Como mencionamos, esa distinción opera en nuestra Facultad, y ejemplos de ello hay varios: las encargadas del trabajo relativo al aseo son mujeres, mientras los encargados de seguridad son hombres; las labores de administración y secretaría son realizadas por mujeres, mientras los espacios de mayor poder son ocupados por hombres; etc. Esto sin contar la brecha salarial que aún existe y el trabajo​ ​reproductivo​ ​realizado​ ​por​ ​estas​ ​mismas​ ​mujeres​ ​de​ ​forma​ ​no​ ​remunerada.


El desafío es, por lo tanto, conocer la forma en la que se desarrolla el trabajo en nuestro espacio de estudio, observando cómo lo determinan las relaciones patriarcales existentes en nuestra sociedad. El primer paso entonces es hacer consciente a la comunidad de la existencia de estas diferencias, visibilizando y problematizando esta realidad. No seremos capaces de generar comunidad si nos mantenemos ciegas y ciegos a las relaciones patriarcales como operan al interior de nuestros centros educativos. La generación de comunidad requiere del reconocimiento de sus actores e integrantes, de sus particularidades, y de las formas en que las contradicciones existentes en la sociedad atraviesan sus diversas realidades. Mirar desde una perspectiva feminista la forma y las condiciones de trabajo de nuestra facultad nos permitirá avanzar en la generación de una comunidad educativa que se plantee como objetivo transformar​ ​la​ ​realidad​ ​de​ ​nuestro​ ​espacio​ ​en​ ​un​ ​sentido​ ​profundo​ ​y​ ​total. Todo lo anterior nos lleva a proponer la creación de canales de comunicación abiertos y permanentes entre ambos estamentos, que nos permitan compartir los procesos y demandas que tengamos en común. Un ejemplo concreto de cómo podemos trabajar de acuerdo a un programa conjunto es la coincidencia a propósito de la Coordinadora Nacional No más AFP, donde entre estudiantes y trabajadoras podemos participar activamente en la preparación y desarrollo del plebiscito nacional venidero. Sólo mediante la comunicación y el diálogo podremos​ ​generar​ ​espacios​ ​fructíferos​ ​de​ ​de​ ​coordinación​ ​y​ ​trabajo. Por último, debemos replantear el término de la licitación del casino, que es el remanente de la subcontratación en la escuela, lucha histórica levantada por el estudiantado de nuestra facultad por la generación de condiciones mínimamente dignas de trabajo. Un estamento dividido entre trabajadoras y trabajadores de primera y segunda categoría, que no pueden organizarse en espacios donde poner en común sus intereses, no permite la generación de una comunidad que se reconozca en una radical igualdad. Hacia allá debemos apuntar, entonces, para alcanzar el objetivo último: la construcción de una comunidad educativa que se piense a sí​ ​misma​ ​y​ ​que​ ​dispute​ ​con​ ​las​ ​formas​ ​instauradas​ ​por​ ​un​ ​sistema​ ​individualista​ ​y​ ​patriarcal. VII.​ ​Extensión: A lo largo de los años, el trabajo de los y las estudiantes en la comisión de Extensión CED se ha mostrado incapaz de levantar una hoja de ruta con una comprensión de la extensión determinada, que pueda, en primer lugar, trascender el periodo anual, en segundo lugar, socializarse y ser conocido por las y los estudiantes no delegados, y en tercer lugar, funcionar a​ ​lo​ ​largo​ ​del​ ​año. Ante esta situación, este proyecto pretende que la extensión pueda adquirir una caracterización de trabajo concreta que pueda a su vez ser socializada, democratizada, para que sea una instancia de trabajo que pueda convocar a las y los estudiantes a trabajar en ese espacio.


A su vez, comprende la extensión como un principio rector del quehacer de la Universidad, que llama a que esta se vuelque a las necesidades de su medio, no comprendiendo dicho medio como una dimensión territorial reducida (llámese entorno, comuna, etc), sino en tanto totalidad, en tanto sociedad (en la que ciertamente, el territorio inmediato está implicado). Debemos superar una visión reducida de la extensión como una relación asistencialista del entorno inmediato, para pasar a una visión de la extensión como una forma de relación que caracteriza a la Universidad, que es el hecho de que la Universidad se deba con vocación pública transformadora a la sociedad en que se inserta, vocación transformadora respecto de las​ ​necesidades​ ​del​ ​pueblo. De dichas puesta, el quehacer de este proyecto en el ámbito de la extensión va ligado a quehaceres que se desglosan en: tensionar la institucionalidad de la Universidad para que esta comprenda y desarrolle sus actividades en relación a las necesidades concretas de su medio, y así, asuma el rol público que debe cumplir, consiguiendo construir instancias institucionales donde se trabaje en este sentido, y a través de mecanismos de emplazamiento a la institucionalidad a tomar posiciones respecto de problemas concretos de la sociedad; trabajar con la comunidad, para poder absorber y trabajar sus necesidades en conjunto; articular el territorio para hacerlo uno consciente de sí y capaz de llevar procesos transformadores que se hagan​ ​cargo​ ​de​ ​sus​ ​propios​ ​conflictos. Siendo​ ​ese​ ​el​ ​diagnóstico​ ​y​ ​los​ ​objetivos,​ ​presentamos​ ​las​ ​siguientes​ ​propuestas: -

Tensionar a través del CED en las instancias institucionales a que la Facultad tome un rol activo en ciertos ámbitos políticamente relevantes de necesidad de transformaciones. Para ello, el quehacer que se nos plantea es diverso: presionar para que la Facultad o parte de ella muestre un posición determinada frente a ciertos temas (ej. publicación en prensa al respecto, participación en instancias públicas, movilización), polemizar el rol que están teniendo determinados departamentos en la sociedad (como por ejemplo, el departamento de Derecho del Trabajo), para demandarlos a cumplir con el estándar del rol público. Organización de foros, instancias y desarrollo de documentos respecto a temas asociados a las necesidades del​ ​pueblo,​ ​y​ ​ser​ ​capaces​ ​de​ ​llevar​ ​este​ ​conocimiento​ ​a​ ​las​ ​comunidades​ ​territoriales.

-

Formas de curricularizar la extensión: reconocimiento de créditos por la participación en organizaciones y actividades de extensión (lo que puede ser ya a través del reconocimiento curricular de participación en organizaciones de extensión, o bien a través de la conformación de cursos orientados a actividades de extensión, como investigación,​ ​o​ ​trabajo​ ​en​ ​el​ ​territorio).

-

Creación de un Centro de Estudios de Derechos Sociales. Comenzar a conformar un equipo de trabajo triestamental que sea capaz de levantar un Centro de Estudios de


Derechos Sociales, para que trabaje con organizaciones sociales y sea capaz de generar investigaciones sobre la situación y necesidad del reconocimiento de los derechos​ ​sociales. -

Participar en las coordinadoras de movimientos sociales y trabajar con ellas, como Niunamenos,​ ​NO+AFP​ ​y​ ​MSPT.

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Articular el territorio en el cordón Bellavista, para que podamos llevar las actividades de​ ​movilización​ ​enmarcadas​ ​en​ ​procesos​ ​de​ ​transformación​ ​con​ ​mayor​ ​fuerza.

-

Generar instancias de coordinación entre las distintas actividades de extensión estudiantil​ ​y​ ​darle​ ​apoyo​ ​logístico​ ​para​ ​su​ ​realización.

-

Darle una apertura democrática a los centros de estudio de la facultad, por ejemplo, el centro de derechos humanos, para impulsar un desarrollo investigativo de carácter triestamental.

-

Proyecto de apertura de la investigación en la escuela a los conocimientos y problemas​ ​del​ ​territorio.

-

Hablar con la institucionalidad territorial, para ofrecer asesorías permanentes desde instancias​ ​generadas​ ​en​ ​conjunto​ ​al​ ​departamento​ ​de​ ​Clínicas​ ​jurídicas.

-

Comprender el espacio de extensión también como un espacio de expresión cultural, mediante el cual se pueda hacer política a través de las artes. Entendemos que la relación con el medio también debe estar estrechamente vinculado con la participación estudiantil en el desarrollo de actividades que nos acerquen a nuestra comunidad, generando un relato a través de la contracultura. Para esto es necesario generar instancias mensuales, en las que podamos conmemorar las luchas históricas de nuestra sociedad, a fin de tener espacios de conmemoración, expresión y reflexión con especial énfasis al reconocimiento de nuestros pueblos indígenas, formando de esta manera un proyecto general que promueva la cultura indígena, otorgando un enfoque​ ​decolonialista.


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