1 Juventud Atacada, Infancia Ausente La distinguida posición de Audrey llevaba a su tutora en el instituto a creer que saldría adelante a pesar de sus limitaciones intelectuales. Algunos de sus compañeros en aquel tiempo la recuerdan como una chica alegre, optimista y discreta. Antes de terminar sus estudios era conocida por sus resultados en el equipo de balonmano y algunos de ellos al preguntarle cobre sus recuerdos de aquel tiempo muestran una cierta admiración por ella, una reverencial estima por su entrega deportiva y humana. Venía de una familia principal que vivía en una gran casa en el centro del pueblo, y no le hubiese hecho falta haber seguido en el equipo de balonmano al terminar sus estudios, pero no parecía decidida a dar el paso del matrimonio, lo que, sin duda, lo hubiese cambiado todo. Tal vez su postura al respecto no era inamovible, pero su novio de toda la vida estaba haciendo un gran esfuerzo y desplegando toda la paciencia de la que podía disponer, que con el paso de los años demostró no ser poca. Una y otra vez le pedía el matrimonio, y una y otra vez ella le contestaba no creer estar preparada para semejante paso. Lo más sobresaliente que podemos contar acerca de aquel chico es que estaba muy preparado, sabía idiomas y literatura, y podría encontrar trabajo sin problemas en cualquier empresa de carácter multinacional si se lo propusiera. Había rechazado algunas ofertas de pequeñas empresas del pueblo, y cuando por fin se decidió a dar el paso profesional y desplazarse a una gran ciudad lo hizo sin Audrey, porque ella no quiso acompañarle. Tampoco lo acompañó a la estación de ferrocarril, y la despedida se produjo el día anterior sin responder a ninguna de sus preguntas sobre la intensidad de sus sentimientos y si se volverían a ver, o seguirían comunicados. Uno de aquellos chicos que se relacionaba con ellos afirmó que ella nunca lo tomó en serio, que el tiempo que él paso lejos del pueblo, ella salió con otros y que nunca pensó que se sintiera estimulada en ningún sentido por su novio de primera juventud. “Suele pasar. Nunca lo quiso de esa forma, con ese propósito. Durante años se acompañaron al cine, a los bailes y él le llevó los libros hasta el colegio, pero Audrey nunca lo vio como el hombre definitivo, el guardián de sus sueños, el compañero de su vida futura, ni ninguna de esas cosas que de haberlo aceptado la habrían llevado a no conocer más varón ni más vida. En aquel momento, sin duda, tuvo miedo. En aquel tiempo, según la tutora de curso de Audrey, no era vergüenza que las mujeres se mostraran reservadas, o que hicieran giros semejantes sin dar demasiadas explicaciones. Con frecuencia los chicos exponían sus sueños y sus sentimientos, y ellas “jugaban” con ellos, o dicho de otra forma, no se los tomaban en serio, porque no se resignaban a estar predestinadas a un matrimonio temprano, y como se suele decir, “retirarse de circulación” antes de tener una idea de qué va el amor -si es que hay alguien que lo sepa-. Pero las cosas cambian, y los chicos ya no desean atarlas, someterlas, enfrentarlas a la moralidad, y dejarlas en estado antes que que cumplan los veinte y sepan que en realidad nada es como les habían prometido. Bueno, tal vez el mundo no haya cambiado tanto como creemos, pero también hoy en día hay vanguardias, y Audrey fue una mujer vanguardista en muchos aspectos. Amablemente, la Señora Barnes Miggiaulina, la Tutora de último curso de Audrey, les entrega copia de un memorándum de aquellos años. Se trata de trabajos que los profesores solían hacer al terminar el curso y que contextualizaban los resultados y lo que los alumnos habían aportado al grupo. Añade algunos comentarios acerca de sus recuerdos, y los 1