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La mítica Tartesos, por Pedro Alegre
LA MÍTICA TARTESOS
Desde el año 1977, en que nuestro inolvidable Don Gonzalo Arias Bonet publicó en el nº 62 del Miliario Extravagante su magnífi co artículo sobre Tartesos, se ha escrito mucho y se han realizado multitud de excavaciones intentando encontrar vestigios de esta mítica ciudad, dando por supuesto que las referencias de los historiadores, geógrafos y escritores de la antigüedad, cuando citan este nombre, se están refi riendo a una ciudad y unos la sitúan en Doñana, otros en Huelva, otros en Cádiz, otros en Sevilla, otros en Jerez de la Frontera, en fi n en los más diversos lugares. Pero lo cierto es que la mayoría de los historiadores, geógrafos y escritores griegos, que son de los que más referencias tenemos, no nos dicen que se trata de una ciudad, sino de un reino o más bien de un territorio y, además, de un extenso reino o territorio. Hecateo dice que el reino de Tartesos se extendía por todo el sur de Iberia incluyendo Córdoba y Extremadura. Apiano, en SOBRE IBERIA, dice «que cree que entonces Tartesos era una ciudad a orillas del mar, la que hoy día se llama Carpesos. Y el templo de Hércules que se encuentra en el estrecho lo erigieron, según creo, los fenicios».(Ibérica 2.14-16). No lo afi rma, únicamente dice «que cree, que opina». En las aproximadamente 70 referencias a Tartesos, alguna se refi ere a una ciudad, pero la mayoría a un reino o más bien a una extensa región.
Nos encontramos aquí con otro dilema como el de Intercatia, pero con una diferencia, que de esta ciudad sí sabemos el nombre con toda seguridad. Y digo que nos encontramos con el mismo dilema, porque así como hay Intercatias para todos los gustos, hay Tartesos también para todos los gustos. Pero con una diferencia, que Apiano sí nos narra más o menos la toponimia del lugar y podemos centrarnos en ciertos puntos si seguimos la ruta seguida por Lúculo desde Cauca, cuando desde esta ciudad se dirigió a Palantia y asedia la ciudad vaccea, cosa que nos es imposble hacer con Tartesos.
Estudiemos primeramente cuantas referencias tenemos de Tartesos y saquemos después conclusiones.
Referencias sobre Tartesos en los autores griegos
Las referencias que he hallado son las siguientes: Aelio Herodiano: y Pseudo Her. De prosodia católica, 2 Part + vol.3.1 pág.121. 21; 402.6. 210.4; 310.21. 3.2. pág. 876.19; 80.4
Pedro Alegre Pastor
Aelio Aristides: Monodia epi Smirne, Jepp. Pág. 262.21 Antología griega: libro 2 epíg. 1.221 Apiano: Ibérica. 2.6.3; 2.6.4; 2.7.2 Aristófanes: escolios de las Ranas 2.475 Aristófanes: comentario a las ranas, (escolio Tzezae 013) occuren. 2. 475b; 1, 5; 475 . a 1 Aristóteles: Mirabuiliam auscultationes (027) Occur. 2 Bekker pág. 844a. 17; Metereorolgia Bekker. 350.2 Apolodoro: Biblioteca (sub nómine Apollodori) 2.2.107.4 Anacreonte: Frag. 16. línea 4 Basilio de Cesarea: Homiliías. 3. 6. 17 Claudio Aeliano. Varia Historia: libro 14. secc. 4. línea 1 Cristodorus: Epigramas. Libro 2. capít. 1.22 Diodoro Sículo: libro 14, capít. 38. 3. 3 Eforo: Fragmentos Vol., Jacoby# F 2a , 70F, fragm. 128, 3;129b.7 Escolios de Apolonio de Rodas: Agonáutica. 2.315.25 Escolios de Platón: Diálogos Estéfanos, pág. 24c. 8 Escolios de Dionisio Periegetam. Descirpción del Orbe (olim sub autore Demetrio Lamsaceno, 332 línea del escolio 6. Escolio de Homero (5026) en la Iliada (scoholia vetera) (001) Occurre 2 Bookof iliad 12. vers. 20b. línea of scholion 13. Esquilo lexicógrafo: Léxico letra tau 214.1. Estéfano de Bizancio: Ethnica, 2. pág. 936, 6; 2 pág.606.18; 2. 15.2; 2. 326.1; 2.627. 8; 2. 436.6; 2.606.18; 2.15.2; 2.606.15; 2.266.17 Estesícoro: pág. 7.2. Fragm,. 57. 3 Estrabón: Geografía, libro 1.2.26; 1. 38.18; 3.1.9; 3. 2. 11.16; 3. 3. 11.12; 3. 2.11.8. Eurípides, fragm. 383;.475.5 Eustatio: Comentarios a la Iliada de Homero Vol.3., pág. 345.5 Exiquio: 213.1; letra gamma, entre 94.línea 1 Eurípides: Fragm. 383.475.5 Flavio Arriano: Anábasis de Alejandro. 2. 16. 4. 1. 16.4.4 Focio. Bibliteca 2, codex 243, Bekker; 368b. 14. Fragmenta Adespota (SH) (2646) ex autoribus (001). Occu. 2. fragm. 1177.1 Hecateo Milesus: Vol. Jacoby#F. Frag. 38.1 Herodiano y pseudo Herod.: De Prosodia Catholica. Occu. 3 part + volu. 3.1, pág. 255.3; 293.13.3.2; 885.30; Occurr. 2 pág. 180. 3. Herodiano y Pseudo Herod. De prosodia Catholica, Occu. 2 part + volu. 3.1. pág. 402.6
Herodiano y Pseudo Herod, De Prosi¡odia Caholica Part + volu.3.2. pág. 80.4; Occurr. 2. Pág. 180. Línea 3 Herodoto: Historia. Libro 1 secc. 163.4. 163.7; 163. 8; Libro 4, 192.17 Himenio. Declamaciones y discursos. Disc. 10.17 Joannes Laurentius Ludus. De Ostentis. 2. 12.14 Juciano: Macrobii, 2.10.1 Libanio: Carta 694.4.5 Licofrón: Alejandra 2.643 Opilmpaiadoro Fhil.: Comentarios a los Febnómenos de Aristóteles 2, pág. 105. 15 Órfi ca (0578). Agonáutica. 2-124. Pausanias: Descripción de Grecia. Libro 6, cap. 19. 2. 5; 19.3. 1; 19. 4.1; Suda: Léxicom letra gamma, 29 línea 3 Teopompo: Volu. Jacoby #F. 2b. 115F. Fragm. 200.1; Fragm. 201.2; fragm. 201.2 Timeo Histor. Frag. (002), occurre. 2. vol. Jacoby#F. 3b. 566 F. fragm. 66. línea 7.
También el poeta latino del siglo IV a. C. Rufo Festo Avieno, en Ora Marítima, nos habla de Tartesos y la denomina «Urbs», «Opideus civitas».
El transcribir todas las referencias lo considero innecesario, puesto que en la mayoría no se habla de una ciudad, sino de un reino o de un territorio y por consiguiente nada nos pueden aclarar. Yo estoy convencido que no se refieren a una ciudad con el nombre de Tartesos, y es posible que Apiano escribiera Carpesos en vez de Tartesos, o que fuera un error de quien copió el documento, sino que a lo que se refi eren es a una extensa región, y por tanto mal podemos averiguar en donde se encontraba situada esta mítica ciudad y mucho más cuando la placa continental está teniendo una desviación o corrimiento de uno o dos centímetros al año hacia la costa africana. Pero es evidente que si este corrimiento se está produciendo desde épocas tan remotas, el alejamiento de lo que fue la costa en aquellos tiempos supone una diferencia de muchos metros y aunque Tartesos fuera una ciudad y estuviera en aquella época en la ribera del mar, o en una pequeña isla en la desembocadura del Guadalquivir, esta isla ha desaparecido o está unida a tierra fi rme y en la actualidad Tartesos, como ciudad, estaría muy distante de la costa actual, más de un kilómetro posiblemente. De ser así, mal se puede descubrir la ciudad de Tartesos en la costa. De todas formas la confi guración de la costa ha tenido que sufrir un gran cambio.
Los griegos, aún los historiadores, eran muy dados a dar como hechos reales lo que únicamente eran leyendas o mitos, y, sobre todo, cuando tratan de sucesos muy anteriores a su época y pretenden engrandecer su historia, la historia de Grecia. Prueba evidente que según ellos los primeros en llegar a Tartesos fueron los foceos, aunque está muy claro que se refi eren a que fueron los primeros griegos, puesto, que es evidente, que los primeros en arribar a las costas del estrecho de Gibraltar y por tanto al reino de Tartesos fueron los fenicios, sobre el año 1100 a. C. y los primeros, de quienes tenemos datos fi dedignos, que se atrevieron a traspasar las columnas de Hércules y adentrase en el Océano Atlántico, llegando a las islas Casitérides para extraer el estaño muy abundante en estas islas en aquella época, independiente de que hicieran su comercio con Tartesos de otros metales y productos como el oro y la plata, que llegaban a Tartesos por lo que conocemos como Ruta de la Plata desde lugares muy lejanos de la Península Ibérica.
A este respecto recuerdo algo leído, en LAS ISLAS CASITERIDES O ISLAS DEL ESTAÑO de José Andrés Cornide, quien trata extensamente sobre estas islas: «Cuando ya los romanos dominaban España, un cónsul romano viendo los barcos fenicios que arribaban a las costas de Iberia que venían cargados de estaño, ordena que sus barcos sigan a uno fenicio que se dirigía hacia el océano, pero el capitán del barco fenicio se da cuenta que los barcos romanos lo siguen y hace encallar su barco en un bajío para que a los barcos romanos les sucediera lo mismo, se salva, y al regresar a Fenicia, lo consideran un héroe y los fenicios lo condecoran y le resarcen del importe de la mercancía que hubiera podido transportar y le entregan un nuevo barco. Los romanos no consiguen descubrir, donde se encuentran las islas Casitérides, e incluso en la actualidad no sabemos con certeza a qué islas se llamaron Casitérides cuyo primitivo nombre parece ser que fue Strimnidas. Sabemos con certeza que estas islas existieron. Según unos eran diez y estaban situadas en alta mar bastante próximas a Britania, al norte del puerto de los Atalos y que en tiempos antiguos solamente eran frecuentadas por los fenicios. Pomponio Mela dice que estaban cercanas a la costa de Galicia, pero que no se descubre más que la isla de Siringa pues las demás fueron cubiertas por el mar. Otros las sitúan junto a la isla de la Madera y otros en los más diversos lugares. Por cierto, que también Pomponio Mela hace, en su Chorografía, una referencia a Tartesos: «Ut quidam putant aliquando Tartesos Gades insula quae ante reliquas dicere in occeani litora terramque circuitum, ut initio promisimus, oratio excedat».
Textos de las referencias griegas de Tartesos
Si transcribo estas referencias es con el fi n de que se pueda comprobar que no me invento nada, puesto que sobre Tartesos es más lo inventado, que lo realmente relatado por los autores de la antigüedad. Comencemos por Apiano.
APIANO HIST. IBERICA
“Oroj ™stˆ Pur»nh diÁkon ¢pÕ tÁj TurrhnikÁj 1 qal£sshj ™pˆ tÕn bÒreion çkeanÒn, o„koàsi d’ aÙtoà prÕj mn ›w Kelto…, Ósoi Gal£tai te kaˆ G£lloi nàn prosagoreÚontai, prÕj d dÚsewn ”Ibhršj te kaˆ Kelt- …bhrej, ¢rcÒmenoi mn ¢pÕ toà Turrhnikoà pel£gouj, periiÒntej d’ ™n kÚklJ di¦ tîn `Hrakle…wn sthlîn ™pˆ tÕn bÒreion çkeanÒn. oÛtwj ™stˆn ¹ ‘Ibhr…a per…klustoj, Óti m¾ tÍ Pur»nV mÒnV, meg…stJ tîn EÙrwpa…wn Ñrîn kaˆ „qut£tJ scedÕn ¡p£ntwn. toà d per…plou toàde tÕ mn TurrhnikÕn pšlagoj diaplšousin ™pˆ t¦j st»laj t¦j `Hrakle…ouj, tÕn d’ ˜spšrion kaˆ tÕn bÒreion çkeanÕn oÙ perîsin, Óti m¾ porqmeÚesqai mÒnon ™pˆ BrettanoÚj, kaˆ toàto ta‹j ¢mpètesi toà pel£gouj sumferÒmenoi. œsti d’ aÙto‹j Ð di£plouj ¼misu ¹mšraj, kaˆ t¦ loip¦ oÜte `Rwma‹oi oÜte t¦ œqnh t¦ ØpÕ `Rwma…oij peirîntai toàde toà çkeanoà. mšgeqoj d tÁj ‘Ibhr…aj, tÁj `Ispan…aj nàn ØpÒ tinwn ¢ntˆ ‘Ibhr…aj legomšnhj, ™stˆ polÝ kaˆ ¥piston æj ™n cèrv mi´, Ópou tÕ pl£toj mur…ouj stad…ouj ¢riqmoàsi, kaˆ œstin aÙtÍ tÕ pl£toj ¢ntˆ m»kouj. œqnh te poll¦ kaˆ poluènuma aÙt¾n o„ke‹, kaˆ potamoˆ polloˆ r(šousi naus…-poroi. o† tinej d’ aÙt¾n o„kÁsai prîtoi nom…zontai kaˆ 2 o‰ met’ ™ke…nouj katšscon, oÙ p£nu moi taàta front…- zein ¢ršskei, mÒna t¦ `Rwma…wn suggr£fonti, pl¾n Óti Kelto… moi dokoàs… pote, t¾n Pur»nhn Øperb£ntej, aÙto‹j sunoikÁsai, Óqen ¥ra kaˆ tÕ Keltib»rwn Ônoma ™rrÚh. dokoàsi dš moi kaˆ Fo…nikej, ™j ‘Ibhr…an ™k polloà qamin¦ ™p’ ™mpor…v diaplšontej, o„kÁsa… tina tÁj ‘Ibhr…aj “Ellhnšj te Ðmo…wj, ™j TarthssÕn kaˆ ‘Arganqènion Tarthssoà basilša plšontej, ™mme‹nai kaˆ tîndš tinej ™n ‘Ibhr…v. ¹ g¦r ‘Arganqwn…ou basile…a ™n ”Ibhrsin Ãn, kaˆ TarthssÒj moi doke‹ tÒte enai pÒlij ™pˆ qal£sshj, ¿ nàn KarphssÕj Ñnom£zetai. tÒ te toà `Hraklšouj ƒerÕn tÕ ™n st»laij Fo…nikšj moi dokoàsin ƒdrÚsasqai, kaˆ qrhskeÚetai nàn œti foinikikîj, Ó te qeÕj aÙto‹j oÙc Ð Qhba‹Òj ™stin, ¢ll’ Ð Tur…wn. taàta mn d¾ to‹j palaiologoàsin meqe…sqw, t¾n 3 d gÁn t»nde eÙda…mona oâsan kaˆ meg£lwn ¢gaqîn gšmousan KarchdÒnioi prÕ `Rwma…wn ½rxanto polupragmone‹n kaˆ mšroj aÙtÁj tÕ mn econ ½dh, tÕ d’ ™pÒrqoun, mšcri `Rwma‹oi sf©j ™kbalÒntej, § mn econ oƒ KarchdÒnioi tÁj ‘Ibhr…aj, œscon aÙt…ka, t¦ d loip¦ sÝn crÒnJ pollù kaˆ pÒnJ lambanÒmen£ te ØpÕ sfîn kaˆ poll£kij ¢fist£mena ceirws£menoi die‹lon ™j tr…a kaˆ strathgoÝj ™j aÙt¦ pšmpousi tre‹j.
«Los montes Pirineos se extienden desde el mar Tirreno hasta el océano septentrional. Habitan su parte oriental los celtas, que hoy día se llaman gálatas y galos, y la parte occidental, los iberos y celtíberos, que comienza en el mar Tirreno y se extiende formando un círculo a través de las Columnas de Hércules hasta el océano septentrional. Por consiguiente, Iberia está rodeada por el mar, a excepción de los Pirineos, los montes más altos de Europa, y , tal vez, los más abruptos de todos. De este entorno marítimo recorren, en sus travesías, el mar Tierreno hasta las columnas de Hércules, pero no cruzan el océano occidental y septentrional, excepto para atravesarlo hasta el país de los britanos y, para ello, se ayudan de las corrientes marítimas. La travesía tiene una duración de un día y medio. El resto de este océano no lo surcan ni los romanos ni los pueblos sometidos a ellos. La extensión de Iberia —a la que algunos ahora llaman Hispania—, en vez de un solo país, puesto que su anchura se evalúa en diez mil estadios y su longitud es igual a su anchura, la habitan pueblos numerosos y de nombres variados y fl uyen, a través de ella, muchos ríos navegables.
» No es mi propósito, ya que sólo escribo la historia de Roma, preocuparme con detalle de qué pueblos se piensa que fueron sus primeros pobladores y quiénes la poseyeron después de éstos. Sin embargo, me parece que en algún momento los celtas, después de atravesar el Pirineo, la habitaron fusionándose con los nativos, lo que explica, por tanto, también el nombre de celtíberos. De igual modo, me parece que los fenicios, navegando con frecuencia hasta Iberia desde época remota por razones de comercio, se asentaron en una parte de ella. Así mismo, los griegos, al llegar hasta Tartesos y su rey Argantonio, también algunos se quedaron en Iberia. Y ‘creo’ que Tartesos era entonces una ciudad a orillas del mar, la que hoy día se llama Carpesos. El templo de Hércules que se encuentra en el estrecho lo erigieron, ‘según creo’, los fenicios. Y todavía en la actualidad se celebran ceremonias religiosas a la manera fenicia y su dios no es el Hércules Tebano, sino el Tirio. Quedan, sin embargo, estos asuntos para los que tratan de épocas remotas.
» A este país afortunado y lleno de grandes riquezas comenzaron a explotarlo los cartagineses antes que los romanos. Una parte de él la poseían ya y la otra la saqueaban, hasta que los romanos, habiéndolos expulsado, ocuparon de inmediato las regiones de Iberia que tenían los cartagineses. Y llegando a dominar el país después de mucho tiempo y esfuerzo, y pese a las defecciones numerosas de los territorios ya ocupados, la dividieron en tres partes y enviaron a tres pretores».
Como podemos observar la referencia que Apiano hace de Tartesos es muy clara. Nos narra lo que él había oído decir. Pone en duda que Tartesos fuera una ciudad, Tarthssso¿j moi do¿kei.ei)nai po¨lij (Me
parece, creo que Tartesos era una ciudad) y lo mismo sucede con si los primeros que descubrieron Tartesos fueron los fenicios y si el templo de Hércules fue construido por los fenicios. En los tres casos utiliza la misma palabra doke¿w., creo, pienso, me parece. No afi rma nada, nos está narrando una leyenda, algo que él había oído comentar. Nos diferencia claramente lo que conoce con toda seguridad, de lo que le han dicho o ha oído decir. La leyenda de la realidad. Por otra parte da a entender que los fenicios no saqueaban la región. Comerciaban. Cosa que no hicieron los cartagineses, que se dedicaron al saqueo, no de una ciudad, sino de una extensa región.
HERODOTO
Nos habla principalmente de Agantonio y como consecuencia cita a Tartesos, pero no hace la menor referencia de dónde estaba situada la ciudad, como podemos observar por el siguiente texto. Pero existen numerosas referencias en sus Historias , que considero innecesario transcribir, puesto que todas ellas se refi eren a Argantonio y lógicamente cita a Tartesos como su reino: 1. 15; 1.7; 1. 100-102; 1.163; 2.147; 5.12; 5. 32; 7.52; 9.116 y otras de la edición Hude: Herodoti Historae. Oxfrd 1927.
Oƒ d Fwkaišej oátoi nautil…Vsi makrÍsi prîtoi 1.11.1 `Ell»nwn ™cr»santo, kaˆ tÒn te ‘Adr…hn kaˆ t¾n Turshn…hn kaˆ t¾n ‘Ibhr…hn kaˆ tÕn TarthssÕn oáto… e„si oƒ katadšxantej, ™naut…llonto d oÙ stroggÚlVsi nhusˆ ¢ll¦ penthkontšroisi. ‘ApikÒmenoi d ™j tÕn TarthssÕn prosfilšej ™gšnonto tù basilš, tîn Tarthss…wn, tù oÜnoma mn Ãn ‘Arganqènioj, ™tur£nneuse d Tarthssoà Ñgdèkonta œtea, ™b…wse d <t¦> p£nta e‡kosi kaˆ ˜katÒn.
«Estos Focenses navegaron a lugares lejanos antes que los griegos tuvieran necesidad y éstos son los que descubrieron el Adriático y la Tirrenia y la Iberia y Tartesos y navegaban no con naves mercantes a las islas sino con naves de cincuenta remos. Y llegando a Tartesos fueron gratos al rey de los Tartesos, por nombre Argantonio, que fue soberano absoluto durante ochenta años y vivió completamente ciento veinte.»
Tampoco nos dice nada sobre el lugar donde estaba ubicada la ciudad de Tartesos. Lo mucho que se ha escrito sobre las referencias de Herodoto, está más relacionado con la estructura socio-política de este mítico estado, que sobre la ubicación de la ciudad, dando lugar a las más diversas teorías, al usar las palabras basileu¿j y turanneu¿w. Yo no voy a tratar sobre esta cuestión, si bien hemos de tener en cuenta que Herodoto ha mezclado dos palabras que nos pueden llevar a diversas interpretaciones, puesto el basileu¿j implica una sucesión dinástica, cosa que no pudo darse en Argantonio. No cabe duda que, aunque Herodoto dispusiera de informaciones en parte fi dedignas, ha mitifi cado en exceso su historia sobre Tartesos y Argantonio. Pero lo cierto es que en ninguna de sus referencias sobre Tartesos nos dice dónde estuvo situada esta ciudad, en todas ellas se refi ere a un reino o a una extensa región, bajo la autoridad de un personaje llamado Argantonio, ya fuera rey o tirano, puesto que la palabra tirano no tuvo en griego el signifi cado que en la actualidad damos a esta palabra y la palabra basileu¿j implica una sucesión dinástica. Cosa que explicaré posteriormente.
ESTRABÓN
OÙ polÝ d’ ¥pwqen toà Kastlînoj œsti kaˆ tÕ 3.2.11 Ôroj ™x oá •e‹n fasi tÕn Ba‹tin, Ö kaloàsin ‘Arguroàn di¦ t¦ ¢rgure‹a t¦ ™n aÙtù. PolÚbioj d kaˆ tÕn ”Anan kaˆ toàton ™k tÁj Keltibhr…aj •e‹n fhsi, dišcontaj ¢ll»lwn Óson ™nakos…ouj stad…ouj• aÙxhqšntej g¦r oƒ Kelt…bhrej ™po…hsan kaˆ t¾n plhsiÒcwron p©san Ðmènumon ˜auto‹j. ™o…kasi d’ oƒ palaioˆ kale‹n tÕn Ba‹tin TarthssÒn, t¦ d G£deira kaˆ t¦j prÕj aÙt¾n n»souj ‘ErÚqeian• diÒper oÛtwj e„pe‹n Øpolamb£nousi Sths…coron perˆ toà GhruÒnoj boukÒlou diÒti gennhqe…h scedÕn ¢ntipšraj klein©j ‘Eruqe…aj Tarthssoà potamoà par¦ pag¦j ¢pe…ronaj ¢rguror…zouj, ™n keuqmîni pštraj. due‹n d oÙsîn ™kbolîn toà potamoà pÒlin ™n tù metaxÝ cèrJ katoike‹sqai prÒteron fas…n, ¿n kale‹sqai TarthssÕn Ðmènumon tù potamù, kaˆ t¾n cèran Tarthss…da, ¿n nàn Tourdoàloi nšmontai. kaˆ ‘Eratosqšnhj d t¾n sunecÁ tÍ K£lpV Tarthss…da kale‹sqa… fhsi kaˆ ‘ErÚqeian nÁson eÙda…mona. prÕj Ön ‘Artem…dwroj ¢ntilšgwn kaˆ taàta yeudîj lšgesqa… fhsin Øp’ aÙtoà kaq£per kaˆ tÕ ¢pÕ Gade…rwn ™pˆ tÕ ƒerÕn ¢krwt»rion di£sthma ¢pšcein ¹merîn pšnte ploàn, oÙ pleiÒnwn Ôntwn À cil…wn kaˆ ˜ptakos…wn stad…wn, kaˆ tÕ t¦j ¢mpèteij mšcri deàro peratoàsqai ¢ntˆ toà kÚklJ perˆ p©san t¾n o„koumšnhn sumba…nein, kaˆ tÕ t¦ prosarktik¦ mšrh tÁj ‘Ibhr…aj eÙparodètera enai prÕj t¾n Keltik¾n À kat¦ tÕn çkeanÕn plšousi, kaˆ Ósa d¾ ¥lla e‡rhke Puqšv pisteÚsaj. `O d poiht¾j polÚfwnÒj tij ín kaˆ polu…stwr d…dwsin ¢form¦j æj oÙd toÚtwn ¢n»koÒj ™sti tîn tÒpwn, e‡ tij Ñrqîj sullog…zesqai boÚloito ¢p’ ¢mfo‹n, tîn te ce‹ron legomšnwn perˆ aÙtîn kaˆ tîn ¥meinon kaˆ ¢lhqšsteron. ce‹ron mšn, Óti prÕj dÚsin ™sc£th ½kouen aÛth, Ópou, kaq£per aÙtÒj fhsin, e„j tÕn çkeanÕn ™mp…ptei lamprÕn f£oj ºel…oio, ›lkon nÚkta mšlainan ™pˆ ze…dwron ¥rouran. ¹ d nÝx Óti dÚsfhmon kaˆ tù “AidV plhsi£zon, Ð d “Aidhj tù Tart£rJ, e„k£zoi ¥n tij ¢koÚonta perˆ Tarthssoà tÕn T£rtaron ™ke‹qen paronom£sai tÕn œscaton tîn Øpocqon…wn tÒpwn, prosqe‹nai d kaˆ màqon tÕ poihtikÕn sèzonta. kaq£per kaˆ toÝj Kimmer…ouj e„dëj ™n bore…oij kaˆ zofero‹j o„k»santaj tÒpoij to‹j kat¦ tÕn BÒsporon †drusen aÙtoÝj prÕj tù “AidV, t£ca kaˆ kat£ ti koinÕn tîn ‘Iènwn œcqoj prÕj tÕ fàlon toàto, kaˆ g¦r kaq’ “Omhron À mikrÕn prÕ aÙtoà lšgousi t¾n
tîn Kimmer…wn œfodon genšsqai t¾n mšcri tÁj A„ol…- doj kaˆ tÁj ‘Iwn…aj. ta‹j d Kuanšaij ™po…hse paraplhs…wj t¦j Plagkt£j, ¢eˆ toÝj mÚqouj ¢pÒ tinwn ƒstoriîn ™n£gwn. calep¦j g£r tinaj muqeÚei pštraj, kaq£per t¦j Kuanšaj fas…n, ™x oá kaˆ Sumplhg£dej kaloàntai, diÒper kaˆ tÕn ‘I£sonoj paršqhke di’ aÙtîn ploàn, kaˆ Ð kat¦ t¦j st»laj d porqmÕj kaˆ Ð kat¦ Sikel…an ØphgÒreuon aÙtù tÕn perˆ tîn Plagktîn màqon. prÕj mn d¾ tÕ ce‹ron ¢pÕ tÁj toà Tart£rou muqopoi…aj a„n…ttoitÒ tij ¨n t¾n tîn tÒpwn mn»mhn tîn perˆ TarthssÒn.
Este texto de Estrabón, aunque, tal vez, sea excesiva su trascripción y traducción, creo que merece la pena examinarlo detenidamente, aunque Estrabón nos habla de su tiempo y nos hace referencias a lo que de antiguo se venía diciendo de Tartesos y tampoco nos aclara nada ni de su situación, ni si Tartesos es una ciudad o una extensa región o reino. Pero también cita hechos y personajes mitológicos. Nos plantea más problemas que soluciones. Para Hesíodo Eritia está situada en medio de las olas; Avieno la coloca en la bahía de Cadiz; Estesícoro dice que se encuentra frente a la desembocadura del río Tartesos. Para Ferécides (III.5.4) Eritia es Cádiz; Herodorto dice que Gerión habitaba en una isla que estaba situada más allá de Cádiz llamada Eritia; Plinio nos dice (IV. 120) que según Éforo y Filistides era la isla menor del golfo de Cádiz y según Timeo y Sileno esta isla se llamaba Afrodisias. Pero veamos las contradicciones y problemas que se nos plantean al analizar el extenso texto.
«No muy lejos de Castulo está también la montaña donde dicen que nace el Betis, que llaman Argentea por las minas de plata que en ella se encuentran. Polibio sostiene que tanto el Anas como aquel nacen en Celtiberia, aunque distan entre sí unos novecientos estadios; porque los celtíberos, que habían ensanchado su territorio, dieron su propio nombre a todo el país vecino. Parece que los antiguos llamaban al Betis Tartesos y a Gadira e islas cercanas Eritia. Por eso, se supone, según Estesícoro que el boyero Gerión fue dado a luz casi frente a la ilustre Eritía junto a las fuentes inagotables de la argéntea raíz del río Tartesos, en un escondrijo de una roca.
» Siendo dos las desembocaduras del río, se dice que en la antigüedad, en un espacio entre ambas, se levantaba una ciudad que llamaban con el mismo
nombre del río, Tartesos, y al país Tartéside, que es el que ahora ocupan los túrdulos. Eratóstenes mantiene que la que recibía el nombre de Tartéside es la región que linda con Calpe y el de Eritía una próspera isla, pero Artemidoro le responde que esto es falso, lo mismo que el que la distancia de Gadeira al Promontorio Sagrado sea de cinco días… dando crédito a Piteas. » Por otra parte, el poeta (Homero), que habló de tantas cosas y tuvo tan amplios conocimientos, da motivos para hacernos penar que tampoco desconocía de oídas estos lugares, si se quiere juzgar directamente dos testimonios, las afi rmaciones de menor consistencia que hizo acerca de ellos y las mejores y mejor ajustadas a la verdad. Entre las de menor consistencia está que esta tierra sea, según había oído decir, la más alejada hacia el poniente donde, como él mismo dice, cae el Océano,» la luz radiante del sol, que negra noche arrastra sobre la tierra dadora de espelta.
» Pero la noche, por ser algo nefasto, es evidentemente, una noción cercana a la del Hades, y Hades a la del Tártaro; podría pues pensarse que Homero oyera hablar de Tartesos e identifi cara desde entonces su nombre con el del Tártaro, el último de los lugares subterráneos… Estableció una relación entre las Rocas Errantes y las Azuladas, introduciendo siempre mitos partiendo de algunas afi rmaciones. Porque nos cuenta que existen ciertos escollos peligrosos, como dicen son las rocas azuladas (por lo cual son también llamadas las Entrechocantes) por lo que hace pasar entre ellas a la expedición de Jasón y los Estrechos de las Columnas y de Sicilia le sugirió el mito de las Errantes. Por consiguiente, en lo que respecta a las afi rmaciones de menor peso, podría adivinarse , a partir de su mito del Tártaro, la alusión a los lugares próximos a Tartesos.»
Como vemos Estrabón no solamente no nos aclara nada sobre la situación de Tartesos, para él no se trata de una ciudad si no de una región, y sobre todo de un río, pero además existe una mezcla de mitología y de hechos que podríamos considerar reales y es demasiado considerar que Homero hiciera de Tartesos el Tártaro y que los Argonautas atravesaran las columnas de Hércules para rescatar el Vellocino de Oro, pura mitología. ¿Dónde estaba situada la Cólquide?. La mitología no dice que estuviera en el Océano Atlántico. Esto no se corresponde en nada con el mito de los Argonautas. Da más crédito a Homero que a Eratóstenes, cosa nada extraña, puesto que para los griegos Homero era el poseedor de sabiduría absoluta. Por otra parte cuando nos habla de Eritia, nos crea más oscuridad que claridad. Hesíodo dice que está situada en medio de las olas. Estesícoro que la isla se encuentra frente las bocas del río Tartesos y por tanto, lejos de Cádiz; Avieno en la misma bahía de Cádiz, como una isla de extensos campos separada del continente por un brazo de mar; para Ferécides es la misma Cádiz; para Herodoto Gerión habitaba en una isla llamada Erytheia y estaba situada más allá de Cádiz, en el Océano y Plinio dice que según Éforo y Filístides Eritia era la isla más pequeña del golfo de Cádiz; pero según Timeo y Sileno esta isla se llamaba Afrodisias. En fi n no podemos sacar nada en claro, a no ser que según Estrabón no se trataba de una ciudad del extenso territorio o reino de Tartesos, pues lo único
que dice es que en la antigüedad ‘se decía’ que entre las dos desembocaduras se levantaba una ciudad que llamaban con el mismo nombre del río,
Tartesos, y al país Tartéside. Nos dice claramente que cita leyendas muy antiguas, pero no afi rma que Tartesos, como ciudad, estuviera situada en parte alguna.
LUCIANO .- MACROBII
‘Arganqènioj mn oân Tarthss…wn basileÝj 10.1 pent»konta kaˆ ˜katÕn œth biînai lšgetai, æj `HrÒdotoj Ð logopoiÕj kaˆ Ð melopoiÕj ‘Anakršwn, ¢ll¦ toàto mn màqÒj tisi doke‹. ‘AgaqoklÁj d Ð Sikel…aj tÚrannoj ™tîn ™nen»konta ™teleÚta, kaq£per Dhmoc£rhj kaˆ T…maioj ƒstoroàsin. `Išrwn te Ð Surakous…wn tÚrannoj dÚo kaˆ ™nen»- konta ™tîn genÒmenoj ™teleÚta nÒsJ, basileÚsaj ˜bdom»konta œth, ésper Dhm»triÒj te Ð KallatianÕj kaˆ ¥lloi lšgousin. ‘Atšaj d Skuqîn basileÝj macÒmenoj prÕj F…lippon perˆ tÕn ”Istron potamÕn œpesen Øpr t¦ ™nen»konta œth gegonèj. B£rdulij d Ð ‘Illuriîn basileÝj ¢f’ †ppou lšgetai m£cesqai ™n tù prÕj F…lippon polšmJ e„j ™nen»konta telîn œth. T»rhj d ‘Odrusîn basileÚj, kaq£ fhsi QeÒpompoj, dÚo kaˆ ™nen»konta ™tîn ™teleÚthsen. ‘Ant…gonoj d Ð Fil…ppou Ð monÒfqalmoj basileÚwn MakedÒnwn perˆ Frug…an macÒmenoj SeleÚkJ kaˆ Lusim£cJ traÚmasi pollo‹j peripesën ™teleÚthsen ™tîn ˜nÕj kaˆ Ñgdo»konta ....
LUCIANO.- DE LARGA VIDA
«Así pues, Argantonio rey de los Tartesos, se dice que vivió 150 años, como Herodoto, el historiador y el poeta lírico Anacreonte. Pero esto les parece un mito. Agatocles, el tirano de Siracusa, murió a los 90 años de edad según comentan Dimarjo y Timeo. El tirano de la sagrada Siracusa murió por enfermedad a los 92 años, habiendo reinado 90 años, como comentan Demetrio, Colatiano y otros. Ateas, rey de los Escitas, pereció sobre los 90, cuando luchaba contra Filipo alrededor del río Danubio. Bardiles , dicen que murió a los 90, peleando a caballo contra Filipo. Tires, rey de los Odrisos, según dice Teopompo, murió a los 92. Antígono el tuerto, que reinaba en Macedonia, cayó herido luchando cerca de Frigia con Seleuco y Lisímaco, al lanzarse contra muchos, a los 81 años, según cuenta Jerónimo, cuando hacía una expedición militar. Antígono era hijo de Demetrio, nieto de de Antígono el tuerto, que reinó 44 años…»
(Continúa dándonos datos de otros reyes y personajes de larga vida como Ptolomeo, rey de Egipto, Filetario, rey de Pérgamo, Atalo y Mitridates rey del Ponto. Pero únicamente nos cita Tartesos como un reino y nada nos dice sobre dónde se encontraba la ciudad denominada Tartesos, ni si Tartesos fue una ciudad). PLEGON (FRAGMENTOS) Vol. Jacoby F2b,257.F frag. 37- 92. 1 - 131
(V) `98 ‘Arganqènioj Ð tîn Tarths…wn basileÚj, æj ƒstore‹ `HrÒdotoj (I 163) kaˆ ‘Anakršwn Ð poiht»j (F 8 Bgk), œth rn. (`2) `99 S…bulla ¹ ‘Eru-qra…a ™b…wsen œth Ñl…gon ¢podšonta tîn cil…wn, æj aÙt» fhsin ™n to‹j crhsmo‹j tÒnde tÕn trÒpon, ¢ll¦ t… d¾ panÒdurtoj ™p’ ¢llotr…oisi p£qessin qšsfata foib£zw, lussèdea mo‹ran œcousa, o‡strou d sfetšrou katageÚomai ¢lginÒentoj; ™n dek£thi gene©i calepÕn kat¦ gÁraj œcousa, mainomšnh mn ™nˆ qnhto‹j kaˆ ¥pista lšgousa, p£nta d’ Ûpar proidoàsa brotîn dusan£sceta k»dh.
PLEGÓN
«Argantonio, rey de los Tartesos, como narra Herodoto (I. 163) y Anacreonte, el poeta, (F8 Bgk) vivió 99 años cuando Sibila la Eritrea había cumplido casi 1000 años, como dicen en oráculos del lugar.»
¿Pero por qué, precisamente, lamentándome, limpio los oráculos sobre los sufrimientos ajenos, teniendo el furioso destino, que causando sufrimientos del propio aguijón me refugio?. En la décima generación que tiene, con trabajo, el punto de llegada de la vejez, loca esperanza en uno de los mortales, también llamada incredulidad y precisamente todas las cosas que se prevén por los mortales soportan difícilmente los funerales.
Tampoco nos habla de la ciudad de Tartesos, únicamente se refi ere a Argantonio, Rey de los Tastesos.
EXIQUIO.- LÉXICO 92.1
galÁ Tarths…a, ¹ TarthsÕj œxw tîn `Hrakle…wn sthlîn, Âj ‘Arganqènioj ™bas…leusen. œsti d ¹ pÒlij aÛth prÕj tù ‘Wkeanù, meg£lh l…an, æj oân ™ke‹ meg£lwn ginomšnwn galîn epe GalhyÒj, pa…zei mn EÜpolij (fr. 404) par¦ tÕ lamb£nein.
«Tranquila Tartesia, la Tartesos fuera de las Columnas de Hércules, de la cual fue rey Argantonio. Esta es una ciudad muy grande, hacia el Océano, pues como allí dijo Calipso, hay una gran tranquilidad, se recrea Eupolis para tomarla.»
Este pasaje sí nos dice que fue una ciudad que estaba situada hacia el Océano, pero sin precisar el lugar, y que estaba situada fuera de las Columnas de Hercules. Pero ¿cómo determinar el lugar en un espacio tan amplio? No nos da la menor pista, ni de su entorno ni de su toponimia.
SCHOLIA IN DIONYSII PERIEGETAE ORBIS .DESC. 333 LÍNEA DEL ESCOLIO 1
”Ibhršj te, fhsˆ, kaˆ ‘Italoˆ p£ntej ¤ma to‹j “Ellhsi met¦ t¦j e„rhmšnaj cèraj ™pˆ t¦ nÒtia prÕj t¾n kaq’ ¹m©j q£lassan o„koàsi, proske‹sqai d t¾n ‘Ibhr…an ™k dÚsewj ¢rcomšnhn çkeanù geitniîsan, Ópou kaˆ m…a tîn `Hrakle…wn sthlîn ™stin, ‘AlÚbh toÜnoma, kat¦ dš tinaj ‘AbÚlh, par’ Î kaˆ TarthssÕj, ¿n kaˆ Ð ‘Anakršwn fhsˆ paneuda…mona. TaÚthj ‘Arganqènioj ™bas…leusen. ‘AlÚbh d nÁsoj ØpÕ t¦j `Hrakle…ouj st»laj, ¢rc¾ toà stÒmatoj tÁj qal£sshj. `Ruhfenšwn dš, plous…wn, ¢pÕ toà r(Údhn œcein tÕn ploàton.
«Los Iberos, dice, todos los Italos juntamente con los griegos vivían después de las regiones desiertas del Sur conforme al Mare Nostrum, y al estar Iberia por el occidente, que comienza limítrofe al océano, donde también hay una de las Columnas de Hércules, por nombre Alibe, según algunos Abile, junto a la que está también Tartessos, a la que Anacreonte también llama la muy feliz. A ésta gobierna Argantonio. La isla Alibe al pie de las columnas de Hércules, inicio de la boca del mar, que está llena de riquezas, por la abundancia de riqueza que tiene.»
Aquí se nos dice que Tartesos está junto a Alibe una de las Columnas de Hércules y al mismo tiempo nos dice que Alibe es también una isla y que las Columnas de Hércules son el inicio de la boca del mar. Es claro que se está refi riendo a una ciudad, posiblemente sea el dato más concreto que poseemos sobre la situación de la ciudad de Tartesos en los autores griegos, puesto que Alibe es o era una isla donde comienza el Mare Nostrum. Pero si esta isla ya no existe mal podemos hallar la ciudad de Tartesos.
RUFO FESTO AVIENO
Otro autor, Rufo Festo Avieno, poeta latino del s. IV d. de C., autor de «Ora Marítima», nos ofrece numerosos datos sobre Tartesos, si bien nos dice que son tomados y obtenidos de de otros autores remotos..
Avieno en su obra, de la cual se conservan fragmentos, nos hace una meticulosa descripción de las costas europeas y según algunos autores se basa en historiadores del 530 a. C., que, como él mismo dice, se sustentan en la garantía de la fi delidad de haber sido remotamente tomadas y obtenidas de otros autores: Hecateo de Mileto siglos VI-V a. C., Helánico de Lesbos s. V. a. C.; Fileo el Ateniense s. V a. C., Escílas de Carianda s. VI a. C., Pausímaco, s. V a. C., cuya obra está perdida;, Damastio, contemporáneo de Herodoto, s. V a. C., Bacoris, desconocido, Eutemón s. V a. C. del cual no se conserva ninguna obra, Cleón s. V a. C., no se conserva más que el nombre, Herodoto, s. V.a. C. , Tucídides ss. V-VI, Salustio, historiador romano 86.-36 d. C. Todos estos autoresson más de 500 años posteriores a Argantonio y por tanto hablan de referencias, mitos o leyendas.
«Las tierras del extenso orbe se despliegan a lo largo y ancho , mientras el oleaje se derrama una y otra vez en torno al orbe terrestre. Pero allí donde el hondo mar salado se desliza procedente del océano, de tal suerte que el Mare Nostrum se despliega ampliamente, se encuentra el golfo Atlántico. (Golfo de Cádiz).
»Aquí se halla la ciudad de de Gadir (Gades), llamada antes Tartesos. Aquí están las Columnas del tenaz Hércules, Ábila y Calpe (ésta se encuentra a la izquierda del territorio mencionado; aquella próxima a Libia): retumban bajo el recio septentrión, pero aguantan fi rmes en su emplazamiento. (Según la mitología fueron alzadas por Hércules en memoria de su décimo trabajo « el robo de Bueyes de Gerión», en el estrecho de Gibraltar).
Y los Tartesios acostumbraban también a comerciar hasta los confi nes de las Estrímnides como podemos observar después de leer las referencias sobre Tartesos de los diferentes autores griegos.
«Acto seguido se yergue un promontorio (el cabo Roca) hacia los aires de Ofi usa y desde el peñón Arvio hasta estos parajes hay un trayecto de dos días. En cambio, la espaciosa ensenada que se abre desde allí se extiende en lontananza, siendo difícil navegar en su totalidad con un solo viento; pues llegarás al centro si te arrastra el céfi ro; el tramo que queda reclama al noto (el abra y la ría de Lisboa, formada por la desembocadura del Tajo) un solo viento. Si a partir de allí alguien se dirige a pie hacia la costa de los Tartesios, realizará el trayecto en apenas cuatro días; si uno dirige sus pasos hacia el Mare Nostrum y el puerto de Malaca tendrá por delante una ruta de cinco soles. (La ruta actual terrestre desde el estuario de Lisboa hasta la costa de los tartesios, o sea, la desembocadura del Guadiana (Ayamonte) es de unos 325 Km., que supone 81,5 Km. por día, lo que es excesivo e imposible de realizar).
» Pero el río Tartesos, al fl uir del Lago Ligusinio, a través de campos abiertos, ciñe por todas partes la isla con su corriente. No avanza con una corriente única, ni surca con un solo cauce el terreno, pues vierte sus aguas en los campos por tres bocas en la parte de levante y con una boca gemela baña también dos veces la región situada al sur de la ciudad.
» Aquí se encuentran las amplias costas del golfo travesío y desde el río Ana (Guadalquivir), ya nombrado, hasta estos territorios las naves tienen un día de trayecto. Aquí se halla la ciudadela de Gadir, ya que en la lengua de los cartagineses se llamaba Gadir a un lugar vallado. Esta misma ciudad fue denominada primero Tartesos, ciudad importante y rica en tiempos
remotos; ahora pobre, empequeñecida y en ruinas. (Avieno, siendo procónsul de la Bética, debió visitar estos lugares). Nosotros en estos parajes, excepto las ceremonias en honor de Heracles no vimos nada digno de mención. En cambio, tuvo tal poderío, incluso tal prestigio en épocas pasadas, si damos crédito a la historia, que un rey altanero, y el más poderoso de todos los que a la sazón tenía el pueblo maurusio, muy estimado por el emperador Octavio, Juba, entregado siempre al estudio de las letras y alejado por el mar que tenía en medio, se consideraba muy distinguido con el honor del duunvirato en su ciudad . (Juba II 50 a. C.-23 d. C, rey por concesión de Augusto en 25 a. C, de Numidia, reino en la provincia romana de Mauritania, África Noroccidental).
» Pero el río Tarteso (Guadalquivir), fl uyendo desde el lago Ligusino (las marismas del Guadalquivir desde Coria del Río) envuelve una isla (la actual Isla Mayor) de pleno con el curso de sus aguas. No corre adelante por un cauce único, ni es uno solo en surcar el territorio que se le ofrece al paso, pues, de hecho, por la zona en que rompe la luz del alba, se echa a las campiñas por tres cauces; en dos ocasiones, y también por dos tramos, baña el sector meridional de la ciudad. (Se refi ere a Tartesos)»
Continúa describiendo la costa del estrecho de Gibraltar y la isla Gaditana, con algunos errores en las mediciones.
Rufo Festo Avieno nos crea más difi cultades y dudas que aclaraciones, sobre la situación de la ciudad de Tartesos y por otra parte nos narra lo que ha leído en los autores griegos, si exceptuamos las descripciones que nos hace que se corresponden, en su mayoría, con la realidad. Una interesante historia la de Avieno digna de ser estudiada muy a fondo.
Pero aunque nos dice que él contempló las ruinas de Tartesos en Cádiz, no podemos dar demasiado crédito a sus palabras. Es posible que viera unas ruinas, pero ¿estas ruinas eran las de Tartesos? En qué se funda para hacer tal aseveración? Lo más probable es que fueran ruinas fenicias o griegas que no tuvieran nada que ver con Tarteos.
Por consiguiente, yo estoy plenamente convencido que cuando hablan de Tartesos no se están refi riendo a una ciudad, sino a una extensa región más que a un reino, gobernada por un personaje poderoso, al que no podemos llamar rey, puesto que en él no existe una sucesión dinástica y ésta se da cuando Agantonio reparte entre sus tres hijos el territorio que dominaba, y que posiblemente le concedieran el poder, bien por su sabiduría, por sus dotes de mando y por su valor. La palabra basileu¿j también tuvo el signifi cado de «jefe» con un poder absoluto. Esta apreciación no es solamente mía, hay autores que han escrito sobre la forma de poder de Tartesos, que consideran que el concepto de realeza es inadecuado o impreciso y es usado de forma indiscriminada para referirse a los sistemas políticos de los pueblos bárbaros. Ya en Homero basileu¿j o basilhi¿h, no supone la existencia de una realeza consolidada en una sociedad compleja. Por ejemplo, en Odisea 1, 394, es el jefe de un grupo de parentesco de una sociedad gentilicia. Pero también Homero utiliza este sustantivo para designar a los caudillos aqueos, que no eran reyes y los denomina basileu¿j o a)¿nac. Lo vemos claramente con Agamenón. Lo llama unas veces rey y otras anax, Pero Agamenón no fue rey, fue el jefe de su pueblo. El rey era Atreo. Por otra parte Herodoto utiliza también la palabra turanneu¿w para referirse a que se ejerce el poder de una manera absoluta y despótica, ya sea adquirido este poder de forma legítima o ilegítima, pero no por sucesión.
No sé de donde saca Avieno que Cádiz fue la antigua Tartesos, puesto que ninguno de los antiguos geógrafos o historiadores afi rman semejante cosa, es una mera suposición suya que da como un hecho real, cuando esto no es así, a menos que alguno de los que él cita como fuentes en las que se ha inspirado y cuyas obras se han perdido lo afi rmara, cosa para poner en duda, puesto que de alguno de los por él citados sí se conservan sus obras y ninguno de ellos lo afi rma, pues es de suponer que conocieran estas obras perdidas como Avieno.
Que Tartesos existió, ya como reino o como territorio es indudable, pero que su capital se denominara Tartesos lo pongo muy en duda. Es más no lo creo. En realidad no sabemos el nombre de la capital de este reino, estado o territorio de Tartesos ni donde se encontraba situada. Por otra parte en cuantas excavaciones y prospecciones se han realizado no se han encontrado vestigios de esta ciudad, ni creo que se lleguen a encontrar y menos en las riberas del mar o en las marismas de Doñana, puesto que si la ciudad de Tartesos estuvo en este lugar, sería una ciudad lacustre en aquella época, cosa que no nos dicen ninguno de los autores de la antigüedad y de ser así se hubieran conservado alguno de los maderos de susutentación de los edifi cios, lo mismo que se conserva, en parte, el puente de madera de Anfípolis, sobre lo que fue el río Estrimón, que parece ser que datan del siglo VI a.C.
El que Schulten pretenda hacer la Atlántida citada por Platón coincidente con Tartesos me parece inadecuado. Platón, ni en Timeo ni en Critias, nos da una situación certera de la Atlántida, lo más que dice es que se trataba de una gran isla más allá de las Columnas de Hércules, según le había contado Solón, quien a su vez había recibido la información de un sacerdote Egipcio, cosa que en la actualidad se pone muy en duda que la Atlántida estuviera situada en el océano Atlántico, pero esto sería objeto de otro artículo.
Para concluir, cuantas prospecciones y excavaciones se han realizdo buscando la ciudad de Tartesos han resultado infructuosas. No se puede consiredar Tartesos como un enclave urbano, sino como una extensa región. Bien está gastar tiempo en meras suposiciones, puesto que siempre se encuentran vestigios interesantes de diversos pueblos o civilizaciones, como se están encontrando, aunque los hallazgos de restos arqueólogicos no abundan, lo que sí abundan son los testimonios literarios que han convertido al sureste penínsular en un territorio de leyenda. Las imágenes de satálite que muestran en Doñana fi guras circulares de algo que puede esconder, según dicen, bajo sus restos una ciudad tartésica no demuestran nada y cuantos han dicho que han desvelado el misterio de Tartesos es pura fantasía, puesto que nada han podido demostrar. Tartesos continurá bajo el velo del mito o de la leyenda y cuando sólo disponemos de mitos o de leyendas cada cual puede inventar y escribir lo que desee, hasta la novela más disparatada.
BIBLIOGRAFÍA
José Cornide. ( 1790): Las Islas Casiterides o Islas del Estaño. Impr. Benito Cano, Madrid.
Apiano: Ibérica.
Herodoto: (1927): Historiae. Ed. Hude. Oxford.
Estrabón: Geografía.
Luciano:Macrobii.
Plegón: Fragmentos.
Exiquio: Léxico.
Avieno: Ora Maritima.
Scholia in Dionisii. Escolio 1.
Platón: Critias, Timeo.
Pomponio Mela. Chorografía.