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Lo que se dice

Lo que se dice

NOVEDADES BIBLIOGRÁFICAS

Lo real y lo maravilloso

IX Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Cádiz, 16 – 20 de junio de 2008); Actas del VIII Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Pastrana, 2006), edición en CD-Rom, Madrid, 2008.

CRÓNICA Y COMENTARIO

La cita bienal de los congresos camineros organizados por Manuel Criado de Val tuvo lugar de nuevo, esta vez lejos de la sede tradicional de Pastrana, en la simpar ciudad de Cádiz, gracias al apoyo, principalmente, de la Universidad de la ciudad, que puso a disposición de los congresistas sus instalaciones para que sirvieran de sede del Congreso. La reunión mantuvo el esquema tradicional desde 1992, sesiones de trabajo organizadas por comisiones y desarrolladas en las jornadas matinales, y sesiones plenarias en las vespertinas.

Es maravilloso, lo hemos dicho ya más de una vez en El Nuevo Miliario, que una cita tan específi ca como ésta se mantenga viva a lo largo de los años, haya saltado limpiamente la frontera del siglo XXI y se apreste a celebrar su décima edición dentro de poco más de un año y medio. El Nuevo Miliario, además y descen- diendo a lo personal, agradece la invitación de que fue objeto para participar en la mesa redonda de la jornada inaugural, donde se debía haber debatido sobre «Vías romanas y caminos reales».

Pero las reuniones de Caminería hispánica han ido, poco a poco, concitando a un público más delimitado, más defi nido, a un público «caminero» que tiende siempre a ser el mismo, un público entregado que está encantado de verse aquí o allá cada dos años a hablar de sus cosas, sin que se sepa bien hasta qué punto esos debates calan en la sociedad. A fuerza de crecer, de hacerse grande hasta ocupar una semana entera del calendario, los congresos de Caminería se han visto afectados por el mismo cáncer que se ha detectado en otras reuniones científi cas de similar porte, la presencia en la sala únicamente de los ponentes inmediatamente anteriores y posteriores. Sin duda, en esta ocasión infl uía negativamente la distancia, pues no es necesario insistir sobre el hecho de que la maravillosa, hermosa y acogedora ciudad de Cádiz se ubica en uno de los confi nes de la Península Ibérica, y desde luego no ayudan nada las fechas (mediados de junio, con el curso recién terminado) para atraer a estudiantes universitarios. Pero Caminería ha pecado siempre de un exceso de dispersión, de aportar una oferta demasiado diversifi cada, donde parece caber todo —y así, una comunicación sobre vías romanas puede seguir a una sobre la lírica de Jorge Guillén y anteceder a otra dedicada a un proyecto turístico—, y eso no puede resultar demasiado atractivo para un público numeroso que tiene que desplazarse una semana a residir en un hotel. Eso, por no mencionar las inevitables servidumbres que imponen los patrocinadores, pero que deberían imponerlas sólo dentro de un orden: sabido es que los políticos se rigen por otra medida del tiempo, pero nos preguntamos, humildemente, si surgirá alguna vez el organizador de un congreso capaz de hacer esperar al político de turno en lugar de interrumpir bruscamente una sesión científi ca que circula con el retraso inherente a cualquier congreso…

Con el tiempo, en fi n, cada uno acaba siendo lo que quiso ser, y quizá Caminería haya acabado por convertirse en el encuentro bienal de unos amigos que están encantados de volver a verse: en tal caso, nada tenemos que objetar. Pero, como reunión científi ca que aspira a ser multitudinaria, Caminería debería de defi nir sus objetivos, concretar su temática y ser capaz de decir que no a algún comunicante. Como llevamos una revista, conocemos lo difícil que a veces resulta negarse a publicar artículos que llevan detrás mucho trabajo pero, si en El Nuevo Miliario publicásemos trabajos sobre…, ¿no perderíamos el interés de algunos de nuestros lectores interesados en la geografía histórica?

Coincidió, como es habitual, la celebración del Congreso con la presentación de las Actas del anterior,

en las que se mantuvo la feliz iniciativa de editarlas en CD-Rom. Sin embargo, el tiempo transcurrido en preparar la edición (dos años) no cuadra bien con una publicación en la que se ha constatado la desaparición de algunas imágenes (que por otra parte, podía haber costado mucho conseguir, con derechos de reproducción incluidos), la omisión o intercambio de algunos pies de fotos o la alteración de algunos títulos… El día que todos comprendamos que publicar un libro es publicar un libro, independientemente de que se edite impreso, en CD o se cuelgue en Internet, habremos dado un paso enorme en el proceso de globalización de la ciencia y el conocimiento. Entre tanto, podremos seguir quedando para vernos en las reuniones de Caminería.

C.C.

¿Una statio y una calzada en Consuegra?

María Hernández Martínez y Jorge Morín de Pablos (coords.): Caminería romana en la provincia de Toledo. El yacimiento de Pozos de Finisterre (Consuegra, Toledo), MArq Audema, serie época romana / Antigüedad Tardía, 1, Madrid, 2008

COMENTARIO

Buena noticia es siempre, no se negará, que alguien se anime a publicar la memoria de una excavación relevante. Mejor noticia (para nosotros) es que la excavación se centre en un camino romano y en una posible mansio o statio. Y, en fi n, aún es mejor noticia que quien publique sea, sin apoyo institucional directo, el propio equipo arqueológico que lo excavó. Todas esas buenas nuevas se dan cita en la publicación de la memoria de la excavación que, con motivo de la construcción de la llamada Autovía de los Viñedos (tramo Toledo-Consuegra), tuvo lugar en el yacimiento de Pozos de Finisterre. La pequeña publicación se estructura como lo que en realidad es, una memoria de excavación, sin concesiones a los alardes tipográfi cos ni estéticos, pero completa en sus contenidos científi - cos. Se ve claro que se trata de una obra escrita para consumo de especialistas y no cae en préstamos a la llamada «divulgación culta» ni a la «información rápida» que parecen primar en nuestros días. Pero se trata de un excelente estudio multidisciplinar que combina reconstrucciones sobre el paleopaisaje con estudios zoomorfológicos, arqueológicos e históricos.

Este último, el estudio histórico, encierra uno de los hallazgos de la publicación, en lo que se refi ere a la interpretación toponímica y etimológica del inusual topónimo, Finisterre, al que se hace derivar del topónimo latino Ad Fines, sin olvidar el sentido de fi nisterra como horcajo o paso encajado. El yacimiento excavado se asocia a una mansio o statio que estaría relacionada con una vía romana. Sin embargo, ante la innegable presencia de un asentamiento romano en el lugar excavado cabe preguntarse, ¿es esto una vía romana? Los resultados de la excavación no resultan, en este sentido, concluyentes, pese a que la fotografía aérea revela un camino recto junto al yacimiento. Los restos viarios son endebles y sobre ellos se ha intervenido con el tradicional método de excavación en área, limpiando, literalmente, las capas de piedra de la calzada.

Sorprende que se recurra a algunos elementos como apoyo de la argumentación: en particular, se da a la Tabula Peutingeriana un papel primordial en esa argumentación, cuando se sabe que lo que conocemos de la pars hispanica del documento no es sino una reconstrucción, probablemente aproximada al original, pero no por ello merecedora de una fi delidad ciega. Las disquisiciones sobre si la statio estaba antes o después del cruce del Tajo en dirección a Toletum (p. 46 s.) son ociosas cuando se trabaja con un documento que no es sino una recreación. Por lo demás, resulta tanto o más sorprendente encontrarse, en la pág. 73, con el esquema atribuido a Vitrubio para la construcción de las calzadas romanas. Llegados a este punto, se teme el lector habituado lo peor, cuando se encuentra con que, afortunadamente, se trata de una ilustración para explicar lo improbable que resulta encontrar en el Imperio estratigrafías como ésa.

Las conclusiones, en fi n, resultan bastante esclarecedoras: se ha excavado el preparado de parte de una vía romana, probablemente parte la ruta entre Laminium y Toletum, siendo el más fácil acceso entre esta última ciudad y Consaburum. Esta ruta estaría asociada a un enclave, quizás mansio o statio, que controlaría el paso del río Algodor.

Por lo demás, la iniciativa de esta serie de publicaciones no merece sino felicitaciones: el esfuerzo que conlleva una investigación arqueológica, más en el caso de que sea apresurada por el empuje de la obra civil que la genera, ha de encontrar al fi nal el premio de que el estudio reposado vea la luz en forma de publicación.

C.C.

NUEVAS PUBLICACIONES DEL COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS

COMENTARIOS

Las presas en España, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Colección de Ciencias, Humanidades e Ingeniería, 81, Madrid, 2008, 426 págs.

Esta monumental monografía sobre las presas españolas acaba de ver la luz gracias a una iniciativa del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Como explica el prólogo, debido a Luis Berga, es una adaptación del libro que, con igual título (pero en inglés), se presentó al XXII Congreso Internacional de Grandes Presas (Barcelona, 2006). Ahora bien, dentro del amplio elenco de capítulos que abordan minuciosamente diversos aspectos técnicos, dos capítulos interesarán particularmente a los lectores de esta revista: «Ingenieros de presas», en el que Fernando Sáenz inventaría los principales ingenieros dedicados a la construcción de presas desde el siglo XVIII, y el primero de todos, sobre presas históricas, debido a Miguel Arenillas, en el que su autor defi ende su visión sobre el origen romano de muchas de las presas españolas. Únicamente se echa de menos, en este sentido, y con la salvedad de que quizás no sea este libro, por su carácter amplio, el lugar más adecuado, que no se preste al menos un pequeño espacio a interpretaciones discrepantes, porque ignorar a quienes no comparten nuestros planteamientos no les priva a ellos de fuerza, y sin embargo sí resta a los nuestros cierto vigor. En todo caso, el libro constituye una visión histórica y global, con planteamiento de monografía defi nitiva, sirviendo de punto de partida para futuros trabajos y en base de posteriores síntesis.

C.C.

Ramón del Cuvillo, Colecciones oficiales de obras de paso de carreteras (siglos XIX y XX), Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Colección de Ciencias, Humanidades e Ingeniería, 83, Madrid, 2008, 160 págs.

Las obras menores sustentan tanto los caminos como aquellas que constituyen grandes retos de la ingeniería. Sin el boato de los grandes puentes que rasgan el horizonte y rediseñan los paisajes, las pequeñas alcantarillas, las pasarelas, los puentes sobre cursos de agua de escaso caudal son tan necesarias como aquellos. Ramón del Cuvillo, en un excelente librito que es desde este momento una referencia para el estudio de la ingeniería española de carreteras, ha recopilado lo esencial de las colecciones ofi ciales de obras de paso, recogiendo una «idea de la Administración española de carreteras (...) muy antigua», digna «de un recuerdo del desarrollo de sus diferentes etapas y de los autores que las hicieron posibles». Esos autores son nombres de la talla de Lucio del Valle, Juan Manuel de Zafra, José Eugenio Ribera, Domingo Mendizábal o Carlos Fernández Casado, entre otros, ingenieros que diseñaron obras de paso que han marcado nuestro devenir cotidiano durante decenios.

La obra de del Cuvillo, con breves apuntes sobre cada ingeniero, sobre las circunstancias en que se diseñaron las diferentes colecciones, y sobre las características peculiares de cada una, se completa con una excelente muestra de planos obtenidos en los amplísimos fondos del archivo del actual Ministerio de Fomento.

E. Estrella, J.M. García Cano y V. Page (2007): Emeterio Cuadrado Díaz. Ingeniero de Caminos y Arqueólogo, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Colección de Ciencias, Humanidades e Ingeniería, 88, Murcia, 2008, 318 págs

Emeterio Cuadrado (1907-2002) es uno de esos personajes entregados a la Historia-total, lo más opuesto de la actual «hiperespecialización» que invade la ciencia en nuestros días. Ingeniero de Caminos (titulado en 1931) de profesión y arqueólogo por vocación, supo enlazar ambas disciplinas y aunar ambas en su trayectoria profesional, lo que le llevó a compaginar actividades como la de Comisario Local de Excavaciones Arqueológicas de Cartagena con la construcción de los canales de la Mancomunidad del Taibilla, entre otras. Descubridor de la necrópolis de El Cigarralejo (Mula, Murcia), fundador de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología o primer investigador del yacimiento del Castro de la Dehesa, en el Pontón de la Oliva (Madrid), pasó también a la historia de la ingeniería por sus obras enmarcadas en el sistema de abastecimiento del Canal de Isabel II, en Madrid. Al cumplirse el centenario de su nacimiento, el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, junto a la Real Academia de la Historia, la Universidad de Murcia y el Museo de Arte Ibérico de El Cigarralejo, rinden homenaje a tan singular fi gura con una monografía en la que se repasan sus dos facetas vitales de ingeniero y arqueólogo.

C.C.

DEL ÉXITO Y SUS ADVERTENCIAS

IV Congreso de las Obras Públicas en la Ciudad Romana, Lugo - Gutitiriz, 2008. Actas publicadas por el Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, 429 págs., Madrid, 2008.

CRÓNICA Y COMENTARIO

Nadie negará a estas alturas el prestigio y la calidad técnica alcanzados, en tan sólo cuatro ediciones, por los Congresos bienales de Obras Públicas en la Ciudad Romana que, desde el año 2000, organiza con creciente éxito el Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas (CITOP). Lugar de encuentro entre ingenieros y arqueólogos, verdadero germen y a la vez exponente de muchos proyectos interdisciplinares, la IV edición, celebrada en Lugo en los primeros días de noviembre de 2008, ha venido a confi rmar las líneas generales marcadas por los congresos anteriores: una organización impecable, una junta directiva colegial desvelada por el buen resultado del congreso, el apoyo institucional, la puntualidad ferroviaria en el cumplimiento del programa, el contenido científi co… todo, en general, ha consolidado a estos congresos como una cita capital para ingenieros y arqueólogos.

El contenido científi co, coordinado en esta ocasión por el arqueólogo Santiago Feijóo, ha rayado a una altura similar al de ediciones anteriores, pese a que la batuta fuera llevada esta vez por un arqueólogo y no por un ingeniero, lo que subraya el carácter interdisciplinar de la cita. La espléndida publicación, editada por Cyan con el único logotipo visible del CITOP, que ha cumplido una vez más con el reto de ver la luz para la fecha de inauguración del congreso, se divide en seis apartados (defensio, urbes, aquae, portus, viae y lingua) en los que las ponencias y comunicaciones inciden sobre temas ya vistos en ediciones anteriores (puertos, vías romanas, ciudades…) e incorporan algunos asuntos de nuevo cuño. Largo sería reseñar aquí el contenido de cada ponencia, de cada comunicación, por lo que, emplazando al lector de esta reseña a que se enfrente al libro con sosiego y dedicación, destacaremos tan sólo las que, a nuestro juicio, resultaron más sorprendentes: la interpretación del puerto romano de Oiasso, en Irún, excavado en los primeros años 90 del siglo pasado, y cuya ponencia estuvo a cargo de Mercedes Urteaga, que asoció la presencia de la estructura romana a la explotación de todo un distrito minero, y la muy brillante aportación que, en materia de nuevas tecnologías, hizo un equipo de la Universidad de Vigo, representado por Belén Riveiro y Mercedes Solla, y centrada en la aplicación del georradar y el modelado en 3D mediante láser escáner terrestre al estudio de puentes históricos.

No faltaron temas ya tratados en nuestra revista, como el estudio documental que Jesús Rodríguez Morales presentó sobre el camino de la Fuenfría, en Madrid (asunto sobre el que vuelve en el presente número), o el trabajo sobre las cloacas de Toledo que publicó Raúl Arribas (que no pudo estar en Lugo) y que amplía lo ya expuesto en el número 4 de El Nuevo Miliario por él y Arturo Ruiz Taboada. No queremos concluir este acelerado repaso sin hacer mención del excelente trabajo de campo realizado en torno al abastecimiento de agua de la ciudad de la propia ciudad de Toledo, elaborado en lo arqueológico por Marisa Barahona y Carlos Cauce, e interpretado, en lo ingenieril, por Miguel Arenillas. Al margen de cualquier polémica que generó en el ácido debate fi nal la interpretación que se dio sobre el origen y (especialmente) la función de la presa de Alcantarilla, eje de la ponencia presentada, la espectacular noticia de la localización de indicios de dos acueductos del Toledo romano dejó boquiabiertos a los asistentes.

Los arqueólogos estaremos siempre agradecidos al puñado de ingenieros del CITOP que ponen en marcha este congreso cada dos años por el hecho de haberse lanzado, sin preguntar antes si había o no agua, a la piscina de convocar estas citas. Es desde ese agradecimiento desde el que nos permitimos dar un pequeño toque de atención: sea por la ubicación periférica de la sede de esta edición, sea por las fechas coincidentes con otras citas similares (vgr. la de Mérida, una semana después), sea por lo que fuere, la cita de 2008 convocó a un público sensiblemente inferior al de ediciones anteriores. Los congresos nacen, buscan un hueco, lo encuentran, se consolidan, alcanzan el éxito y, a veces, si no renuevan continuamente la

fórmula, pueden morir víctimas de su propio éxito, si lo que han creado es un sistema que se retroalimenta. No están los congresos de Obras Públicas de la Ciudad Romana en esa situación, y conocemos los esfuerzos que se han hecho desde la coordinación científi ca para introducir temas nuevos en esta edición, pero la reducción del número de asistentes es un toque de atención que no debería de despreciarse: de todos es sabido que, aunque la iniciativa parta de una sola persona, para construir un foro son necesarios los esfuerzos de muchas; para destruirlo, sin embargo, puede bastar la labor de zapa y el empeño personal de una sola. No se engañe nadie: no queremos, en fi n, ser en El Nuevo Miliario agoreros, pero queremos pensar que a estos congresos no les ha llegado aún su mejor momento. Y es que queremos seguir viendo cada dos años a estos ingenieros en una cita de tanta calidad… y, además, tan agradable.

C.C.

UN ESTUDIO DE CAMINOS Y TERRITORIO

T. Ñaco e I. Arrayás (eds.), con prólogo de P. Erdkamp, War and Territory in the Roman World, BAR International Series 1530, John and Erica Hedges, Oxford 2006, 262 pp.

Siguiendo con el interés mostrado en el número 4 de El Nuevo Miliario por las reseñas de publicaciones relativas al estudio conjunto de la caminería y el territorio, quisiera añadir a ésta una nueva publicación concerniente a la organización del territorio esta vez a través del arte de la guerra.

Comenzando por analizar el título de la obra, debo señalar que la ausencia de una mínima referencia a la Hispania Romana llama rápidamente la atención del lector, máxime cuando el bloque central está dedicado por completo a las relaciones indígeno-romanas y al proceso de ocupación territorial específi camente en Hispania.

Por el contrario, resulta muy atractiva la estructura del libro, en tanto que el bloque central se ve introducido por un capítulo dedicado a aspectos generales de la guerra y del territorio en el mundo grecorromano y se concluye, a modo de anejo, con una sección donde se presentan algunos ejemplos de estudio complementario, como son los negocios a través de la guerra o los ejércitos de élite y su plasmación en las monedas, centrados en otras áreas del imperio romano y no ya en Hispania.

No puedo estar más de acuerdo con el prólogo de la obra, escrito por P. Erdkamp, donde se enfatizan los nuevos enfoques dentro de la Historia Militar que enlazan ésta con otras disciplinas históricas, especialmente con la Arqueología del Paisaje y su preocupación por interrelacionar los procesos de cambio ocurridos en un determinado territorio con la acción antrópica desarrollada en el mismo.

En este sentido es de destacar la inclusión de aspectos no directamente relacionados con el tema de la guerra en el mundo romano, pero sí con el del territorio, como es el expuesto por E. Sánchez Moreno en relación al pastoreo en el occidente de Iberia. El autor, gran conocedor de los movimientos históricos del ganado, ha sabido interpretar éstos desde el punto de vista de la guerra, dando una connotación poco conocida y estudiada a este tipo de economía tan difusa en la Edad del Hierro peninsular. Sánchez Moreno ha explicado como la exigencia de defensa y progresiva militarización de ciertos grupos de campesinos está presente en el territorio ya en el Iº milenio a. C.

También la primera de las dos intervenciones de I. Arrayás Morales resulta muy interesante, ya que su enfoque está basado en el conocimiento de la ocupación del territorio a partir de la planifi cación catastral romana; ésta llega en el siglo II a.C. al territorio tarraconense y cambia la confi guración de los precedentes modos de ocupación del territorio. La organización colonial de Tarraco se asentará sobre ésta en el período cesar-augusteo.

Un aspecto destacable de la ocupación del territorio tarraconense es la caída de Numancia; a decir del autor, este acontecimiento se convierte en el hito de partida de una nueva reorganización agraria de todos los territorios hispánicos conquistados.

O. Olesti-Vila expone una visión de los mecanismos de gestión territorial romana, basada en el antes y el después del proceso bélico entre indígenas y romanos tras la expulsión cartaginesa.

A su vez, considera que el siglo II a. C. se caracteriza por el nombramiento político de ciertos cargos que asumen el control del territorio, en un momento coincidente con la puesta en marcha de la organización catastral, que supone el control exclusivo de Roma, alejándose ya de la estructura basada en la predominancia de élites locales del territorio.

Como continuación de Arrayás en el estudio de la gestión territorial romana, el autor pone acento en los praesidia del siglo II a. C., defi niéndolos como puntos de control y sistematización territorial complementarios a los catastros del mismo período. La importancia de los praesidia en la organización del territorio tarraconense durante el período de guerras queda igualmente constatada en la intervención de T. Ñaco del Hoyo. Este autor plantea la organización del territorio desde el punto de vista de la movilidad del limes en el avance

de la conquista. Partiendo de esta consideración, los praesidia y los castella, funcionan como fuertes de defensa, y en muchos casos tienen que ver no sólo con los ejércitos romanos sino también con la cultura militar nativa. Tienen éstos un carácter temporal, asociado a actividades tales como la construcción viaria o, en territorios menos pacífi cos, la logística de las legiones que debían hacer incursiones hacia el interior. Efectivamente la logística y dentro de ésta el aprovisionamiento en un entorno hostil es un aspecto básico de la gestión de la guerra y en consecuencia del territorio. C. Carreras-Monfort trata detalladamente esta cuestión, poniendo de manifi esto aspectos inusuales como la dieta del legionario en campaña (p. 173-174) que complementan el exhaustivo estudio de hallazgos arqueológicos y planifi cación territorial desarrollado a lo largo de esta monografía por los diversos autores.

El colofón fi nal de este apartado central dedicado a Hispania lo constituye la segunda intervención de Arrayás Morales. Dedicada a la instauración del modelo imperial en el período cesar-augusteo, comparte con otros autores de la publicación consideraciones tales como la coexistencia en este período de veteranos itálicos e indígenas latinizados en las colonias del sur peninsular. Aún más interesante resulta la idea lanzada por el autor en relación a los privilegios de status concedidos a ciertos centros hispanos, entre ellos probablemente Tarraco y Carthago Nova, como consecuencia de su apoyo político a César (p. 184).

Quisiera concluir elogiando la acertada elección de los autores y de los contenidos de sus intervenciones. A diferencia de lo que ocurre habitualmente en muchas de las reuniones científi cas, donde bajo un tema específi co se acaban reuniendo contenidos muy dispares con una extensa variedad de resultados de difícil conexión entre sí, War and Territory in the Roman World se vale de la diferente especialización de los autores participantes y de sus particulares enfoques del tema para integrar cada uno de ellos dentro de un objetivo común, ya defi nido en el título de la publicación y claramente presente en los resultados de cada una de las intervenciones.

María Hernández Martínez

A través del Arco de Trajano: Las vías romanas vistas desde Mérida

En los días 13-14 de noviembre de 2008 se celebró en Mérida el simposio internacional Aspectos de la red viaria hispano-romana. Dicha reunión fue organizada por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Mérida y el Museo Nacional de Arte Romano, y coordinada por José María Álvarez Martínez y José Luís de la Barrera. Se celebró en el salón de actos del MNAR, una venia adecuada si bien un lugar donde se hace más visible la parte menos noble y más funcional de un museo con amplias zonas de espectacular apariencia y poca utilidad.

La falta de espacio impide hacer aquí un resumen de cada conferencia, aunque indudablemente (casi) todas han sido de gran interés para nuestros lectores. Así pues, en estas breves líneas comentaré ciertos aspectos destacados, y pertinentes a las temáticas tratadas en los últimos números de El Nuevo Miliario (e.g. la mansio, el Madrid romano, Gonzalo Arias).

La estupenda excavación de Mariturri se ha convertido en el referente arqueológico de una mansio, como nos encargó de recordar M. Ángeles Magallón. I. Rodá y J. M. Nolla expusieron una interesantísima investigación sobre la vía Augusta al norte de Barcino y hasta su entrada en la Gallia, y cómo el conjunto de estructuras asociadas fue adaptado en época visigoda a una función más militar. Durante su conferencia hicieron un repaso a las mansiones del tramo, dudas en su ubicación y vestigios. 500 m al sur del puerto de Panissars, se ubica Summum Pyrenaeum. Su morfología es parecida a la de Mariturri, y su ocupación tuvo lugar entre época augustea y fi nes s. II. Ese abandono parece coincidir con la desaparición de esta mansio del Itinerario de Antonino en posteriores fuentes. A. Rodríguez Colmenero no tuvo problemas para usar una fuente escrita probablemente del siglo II (el Itinerario de Antonino) como si fuese el fi el refl ejo de la «hoja de ruta» de la romanización diseñada por Augusto en el noroeste hispano. Las mansiones son como semillas, algunas de las cuales fructifi can en ciudades mientras otras no superarán ese status. El surgir de ciudades —que no civitates—, es, para el profesor Rodríguez Colmenero, una cuestión completamente espontánea. Naturalmente, desde El Nuevo Miliario, nos preguntamos dónde está la re fl exión sobre la mansio, su signifi cado y utilidad, no solo como ejemplar de topónimo antiguo asignable a cualquier conjunto arqueológico que cuadre.

Una de las conferencias que mayor interés —por no decir polémica— suscitó fue la de F. G. Rodríguez, en representación de C. Fernández Ochoa y M. Zarzalejos. Volvemos a las vías de la comunidad de Madrid, esta vez vías de las frías y ventosas alturas del puerto

de la Fuenfría. El proyecto expuesto parte de utilizar recientes excavaciones realizadas por J. Rodríguez Morales en el lado madrileño del puerto y encontrar el trazado original de la vía romana. La calzada tradicionalmente conocida como «romana» es del s. XVIII, y claramente no romana por las pendientes extremas que transita. La alternativa planteada por J. Rodríguez, el «camino viejo de Segovia», ha sido sondeada encontrándose ciertos inconvenientes en su trazado relacionados con el paso en invierno. La conclusión es que el trazado romano es un tercer itinerario por el lado sombrío y boscoso del valle. Éste cumple los requisitos de resistencia erosiva, pendiente y anchura exigibles, y no presenta difi cultades en invierno. J. Rodríguez mostró sus dudas sobre los resultados exhibidos, sobre todo en cuanto a las «difi cultades invernales» aducidas para descartar el camino viejo. La vía romana también se siguió más hacia el sur, apoyándose la hipótesis que ubica Miaccum en la Finca Monesterio como ya propuso en su momento C. Caballero, aunque ahora lo dude.

S. Palomero dedicó su conferencia a un sentido homenaje a Gonzalo Arias. Recordando la personalidad del viator por excelencia a través de sus editoriales en las distintas épocas de El Miliario Extravagante. Fue una conferencia muy emotiva dedicada a una persona que para muchos de los asistentes había sido instrumental, a pesar de su permanente característica de outlier.

Una sensación general que sí transmitió este seminario fue que el conocimiento de las vías romanas va para adelante. Su estudio va consistiendo menos en una cuestión solo de topónimos y distancias. Cada vez es más importante la prospección y el sondeo arqueológico para comprender su morfología y evolución. I. Moreno expuso un proyecto en el que participa que consiste en un estudio de las vías romanas en Castilla y León, estudio que incluye una catalogación y seguimiento de esas calzadas, unido a multitud de sondeos para comprender su morfología y técnica de construcción. De cualquier manera, desde estas páginas emplazamos a nuestro amigo Isaac a contarnos en detalle su proyecto.

Pero la mejora en el conocimiento de las vías tiene un estupendo ejemplo en el proyecto Alba Plata, encargado del estudio y patrimonialización de la Vía de la Plata en Extremadura. Este proyecto, expuesto por Ana Montalvo, está poniendo en práctica en algunos tramos piloto como Casas de Don Antonio-Valdesalor (Cáceres), una propuesta de musealización acompañada de estudio arqueológico envidiable.

En el simposio también quedaron patentes las formas de estudiar las vías que iban quedando en desuso. Entre ellas destacan los miliarios. ¡Qué triste el destino de nuestro miliario si de él solo importa el texto que luce! Estas piezas, tan ricas en información, aun son escasamente comprendidas en su verdadera dimensión histórica. Es difícil tener una mejor oportunidad para comprender el signifi cado de estas inscripciones que estudiando a fondo el fenómeno ocurrido en el noroeste hispánico, y su desproporcionada densidad de miliarios del siglo III. ¿Qué motivación los crea? ¿Quién los fabrica? ¿Quién los utiliza? ¿Sociedad analfabeta o no? ¿Miliarios anepígrafes? Son interrogantes que no han sido resueltos por los grandes compendios de miliarios. Parece mucho esfuerzo de recogida que prepara el terreno a la interpretación…es decir, un esfuerzo incompleto.

Este simposio es una excelente idea, y una fantástica realización de una reunión que es la envidia de los viatores. Carlos Caballero se lamentaba de no poder asistir al tener también que ir, como miembro del comité científi co, al IV Congreso de Ingeniería Romana celebrado en Lugo, y ya no tener más fechas libres. Se comprende su pena, ya que este simposio era una oportunidad como hacía tiempo no había para que se reuniese el quién es quién del estudio de las vías romanas en la península. Ha sido una estupenda iniciativa que esperamos pronto se repita. Enhorabuena a los organizadores.

G.S.R.

DOS GUÍAS SOBRE PUENTES

Guia de Puentes Históricos en la Comunidad de

Madrid, Dirección General de Turismo de la Comunidad de Madrid, Madrid, 2008, 2,30 €

Juan José Bermejo Millano, Guía de los puentes de Guadalajara, Colección Tierra de Guadalajara, nº 68, 2008, 18 €

COMENTARIO

No podía faltar, en este número de El Nuevo Miliario que tanto se fi ja en los puentes, el comentario de algunos libros recientes sobre el tema. Especialmente si, como en este caso, coincide en el tiempo la publicación de dos pequeñas guías sobre puentes en el centro de la Península Ibérica. Por una parte, una publicación dedicada a puentes en Madrid y, por otra, una consagrada a puentes alcarreños; difi eren en su aspecto y, en general, en su carácter, pero coinciden en la idea general que las anima: acercar a un público muy amplio un extenso elenco de puentes históricos de todas las cronologías.

La dedicada a Madrid, sin autor expresamente citado, ha sido editada por la Dirección General de Turismo, y se distribuye fundamentalmente en ofi cinas de turismo de la Comunidad, aunque también puede descargarse, en formato PDF, en la siguiente dirección:

http://www.turismomadrid.es/ESPA/HOME/pagina/ RUTA/RUTAPuentes/Guía.pdf

Se estructura sobre una serie de rutas turísticas y recoge, en sus recorridos, los diferentes puentes de carácter histórico que pueden encontrarse; se completa con textos sencillos, hermosas fotos y una relación de servicios turísticos en cada uno de los municipios citados. Su carácter turístico, tanto por el editor, como por el formato, el aspecto y el tono general, es innegable, pero ya desde la introducción, confi ada a Jesús Jiménez Guijarro, Conservador de Museos de la Comunidad y arqueólogo, uno encuentra que está ante una guía turística distinta: «Madrid, antes que villa fue camino, y quizás por ello también fue capital. De la confl uencia de caminos y ríos surgió, en época romana, la necesidad de buscar el modo de enlazar sus dos orillas y los territorios. Los puentes, por sencillos que sean, requieren un trabajo de ingeniería, máxime en zonas de cursos fl uviales con grandes cambios, estacionales, en el volumen de su caudal, como es el caso de buena parte de los ríos madrileños. Estos cambios de volumen obligan al recurso de potentes tajamares y, en ocasiones, implican la necesidad de situar los arranques de los arcos directamente sobre la roca y a alturas notables sobre el curso original.»

El completísimo inventario, que incluye desde puentes enormemente populares hasta otros prácticamente desconocidos, no se detiene a la hora de plantear dudas sobre las atribuciones cronológicas de algunos ejemplares, discutiendo incluso las de los más arraigados, como Talamanca: «La cronología de los puentes madrileños, desde un pretendido origen romano para algunas de las manifestaciones arquitectónicas de Cercedilla o Talamanca, debemos buscarla en momentos cronológicamente más avanzados. Si la evidencia indirecta de los restos de caminos empedrados, o el dovelaje equitativo y bien establecido de algunos arcos, como el del puente del Grajal, podrían denunciar sistemas de construcción propios del Imperio Romano, son demasiado parcas aún las investigaciones realizadas por arqueólogos e historiadores como para afi rmar, con certeza, que estemos ante construcciones de aquél periodo histórico».

En cuanto al otro libro, dedicado a Guadalajara, su autor, Juan José Bermejo, «viajero que ha recorrido la provincia de punta a cabo», revisa con calma, para que viajeros posteriores puedan seleccionar su itinerario, un centenar de puentes alcarreños de todas las épocas. El librito, profusamente ilustrado, no recoge rutas como tales, sino que agrupa las descripciones en función de las principales cuencas que riegan la provincia (Jarama, Henares, Tajuña, Tajo y Ebro). Es una guía distinta a la de Madrid y distinta también a todas, escrita «para quienes están animados siempre a salir al campo», y apenas entra en debates cronológicos ni de otra índole; cuando reivindica la etiqueta de romanidad para alguna construcción (caso del más que discutible puente de Valfermoso de Tajuña), lo hace invocando a la autoridad, en este caso el profesor Abascal y su trabajo sobre las vías de Guadalajara. Su fuente principal, con todo, es la documentación conservada en la Diputación Provincial y que sirvió para publicar el libro de José Enrique Asenjo Puentes de Guadalajara, lo que explica el nutrido inventario de obras estudiadas y las completas descripciones, algunas más complejas, como la del puente árabe de Guadalajara.

Dos trabajos, por tanto, útiles para el viajero que persiga el turismo cultural, para quien guste apreciar las obras de ingeniería de todas las épocas y también, como punto de partida, para el historiador o el arqueólogo que ha de enfrentarse por primera vez con alguno de los puentes inventariados en estos dos libros.

C.C.

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