NOVEDADES BIBLIOGRÁFICAS
diendo a lo personal, agradece la invitación de que fue objeto para participar en la mesa redonda de la jornada inaugural, donde se debía haber debatido sobre «Vías romanas y caminos reales».
Lo real y lo maravilloso IX Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Cádiz, 16 – 20 de junio de 2008); Actas del VIII Congreso Internacional de Caminería Hispánica (Pastrana, 2006), edición en CD-Rom, Madrid, 2008.
CRÓNICA Y COMENTARIO La cita bienal de los congresos camineros organizados por Manuel Criado de Val tuvo lugar de nuevo, esta vez lejos de la sede tradicional de Pastrana, en la simpar ciudad de Cádiz, gracias al apoyo, principalmente, de la Universidad de la ciudad, que puso a disposición de los congresistas sus instalaciones para que sirvieran de sede del Congreso. La reunión mantuvo el esquema tradicional desde 1992, sesiones de trabajo organizadas por comisiones y desarrolladas en las jornadas matinales, y sesiones plenarias en las vespertinas. Es maravilloso, lo hemos dicho ya más de una vez en El Nuevo Miliario, que una cita tan específica como ésta se mantenga viva a lo largo de los años, haya saltado limpiamente la frontera del siglo XXI y se apreste a celebrar su décima edición dentro de poco más de un año y medio. El Nuevo Miliario, además y descen-
nº 7, Diciembre 2008
Pero las reuniones de Caminería hispánica han ido, poco a poco, concitando a un público más delimitado, más definido, a un público «caminero» que tiende siempre a ser el mismo, un público entregado que está encantado de verse aquí o allá cada dos años a hablar de sus cosas, sin que se sepa bien hasta qué punto esos debates calan en la sociedad. A fuerza de crecer, de hacerse grande hasta ocupar una semana entera del calendario, los congresos de Caminería se han visto afectados por el mismo cáncer que se ha detectado en otras reuniones científicas de similar porte, la presencia en la sala únicamente de los ponentes inmediatamente anteriores y posteriores. Sin duda, en esta ocasión influía negativamente la distancia, pues no es necesario insistir sobre el hecho de que la maravillosa, hermosa y acogedora ciudad de Cádiz se ubica en uno de los confines de la Península Ibérica, y desde luego no ayudan nada las fechas (mediados de junio, con el curso recién terminado) para atraer a estudiantes universitarios. Pero Caminería ha pecado siempre de un exceso de dispersión, de aportar una oferta demasiado diversificada, donde parece caber todo —y así, una comunicación sobre vías romanas puede seguir a una sobre la lírica de Jorge Guillén y anteceder a otra dedicada a un proyecto turístico—, y eso no puede resultar demasiado atractivo para un público numeroso que tiene que desplazarse una semana a residir en un hotel. Eso, por no mencionar las inevitables servidumbres que imponen los patrocinadores, pero que deberían imponerlas sólo dentro de un orden: sabido es que los políticos se rigen por otra medida del tiempo, pero nos preguntamos, humildemente, si surgirá alguna vez el organizador de un congreso capaz de hacer esperar al político de turno en lugar de interrumpir bruscamente una sesión científica que circula con el retraso inherente a cualquier congreso… Con el tiempo, en fin, cada uno acaba siendo lo que quiso ser, y quizá Caminería haya acabado por convertirse en el encuentro bienal de unos amigos que están encantados de volver a verse: en tal caso, nada tenemos que objetar. Pero, como reunión científica que aspira a ser multitudinaria, Caminería debería de definir sus objetivos, concretar su temática y ser capaz de decir que no a algún comunicante. Como llevamos una revista, conocemos lo difícil que a veces resulta negarse a publicar artículos que llevan detrás mucho trabajo pero, si en El Nuevo Miliario publicásemos trabajos sobre…, ¿no perderíamos el interés de algunos de nuestros lectores interesados en la geografía histórica? Coincidió, como es habitual, la celebración del Congreso con la presentación de las Actas del anterior,
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