LA ORQUESTA TÍPICA QUE SOÑÓ TIRSO RIVERA IBARRA Por Juan Lizárraga NOROESTE-Mazatlán, 3 de diciembre de 1982
Perdón. Porque es en vida cuando se debe reconocer la facultad artística y la elocuencia que eleva al hombre sobre sus semejantes, aun cuando se regrese a la sórdida tranquilidad de la vejez sin ningún adorno, se pide aquí, perdón. Y es que Tirso Rivera Ibarra murió esperando de nosotros el último reconocimiento a su vida. MÚSICO. Tirso Rivera, segundo de derecha a de su
Nos esperó en El Pozole —donde vivió izquierda, aparece tocando el instrumento sus últimos días antes de fallecer el 25 preferencia, el cello. de noviembre en el hospital del Seguro Social de Mazatlán— para que lo entrevistáremos. Se nos fue antes.
No habrá divagaciones metafísicas sobre la muerte. Expondremos “la vida” de Tirso Rivera, como nos la platica su mejor amigo Ramón Núñez, quien estuvo con él hasta los últimos instantes. (Ya el artista excelso forma parte de la música universal junto a los grandes del arte clásico. Para qué especular que se fue al cielo para armonizar con el respetable y lánguido sonido de su cello los cantos celestiales de los ángeles). Nació en Villa Unión el 7 de agosto de 1919. A corta edad, se fue con sus padres, Tirso Rivera Velador y Catalina Ibarra, a vivir en Mazatlán, donde estudió primaria en la escuela Morelos, “La Duquesa”. Lo acompañaban sus hermanos Alicia y Olga. Su papá trabajaba en la orquesta Gallardo, de Manuel Gallardo, donde luego, desde muy pequeño, ocuparía una plaza Tirso, quien terminaría la secundaria y luego la preparatoria en la escuela que dirigía el ingeniero Manuel Bonilla (Pro Cultura Regional (1936-1938). La familia se fue a radicar a México y mientras su papá era miembro de la Orquesta Típica de Miguel Lerdo de Tejada, Tirso estudiaba en el Conservatorio. Posteriormente, también ingresó a la Orquesta Típica, donde destacó como solista tocando el cello.