10 minute read

La Huey palabra

El viento además de ser un fenómeno estrechamente relacionado con la lluvia, el lago y las tormentas, también se vinculaba con ciertos animales. Gabriel Espinosa, en su obra El embrujo del lago, menciona que había una estrecha relación entre el viento, ciertas aves y la actividad de caza que practicaban los canoeros del lago de México en el siglo XVI. El lazo entre el cazador de aves que se aventuraba en el agua, con las aves que acechaba, trascendía la necesidad humana de alimentación. Cazadores y pescadores andaban en busca de algo que confirmara su éxito en el oficio que habían elegido. Algunas de las aves portaban en su interior una piedrecilla que al encontrarse le indicaba al pescador la buena suerte que tendría en su quehacer. Estas aves podrían considerarse, como atinadamente menciona Gabriel Espinosa, “aliadas del viento”. Al verse en el peligro de ser cazadas, tenían en común que aleteaban en conjunto o en solitario, como si con este movimiento llamaran al numen, de tal forma que provocaban un fuerte oleaje y, como consecuencia, el naufragio de los infortunados navegantes, con lo cual el ave tenía la posibilidad de escapar. No se percibe aquí una relación en la que el viento, como fenómeno natural, determine el quehacer o la suerte de las aves, sino todo lo contrario. Las aves tenían la capacidad de utilizarlo a su favor para evitar un destino funesto en manos de los cazadores acuáticos.

De entre todas estas aves, vale la pena retomar lo que fray Bernardino de Sahagún recabó sobre el atotolin en el libro XI de la Historia general:

Advertisement

“Hay una ave en esta tierra que se llama atotolin, que quiere decir gallina del agua, la cual dicen que es el rey de todas las aves del agua […] dicen que es corazón del agua, porque anda en el medio del agua siempre y raramente parece; sume las canoas en el agua con la gente; dicen que da voces, llama al viento y entonces viene el viento recio y sume las canoas, esto hace cuando la quieren tomar […] Cuando las van a cazar comienzan a graznar las aves del agua, y pónense en bandas y sacuden las alas, y los peces salen arriba, y entonces los cazadores no se pueden escapar; aunque quieren remar, no pueden; muérensele los brazos y súmense debajo del agua; y ahóganse”.

Es interesante que varias aves comen piedras a propósito, las cuales sirven para triturar el alimento en la molleja, estas se conocen como gastrolitos y podrían ser aquellas que le fueron mencionadas al fraile franciscano.

Otro aspecto de la relación entre el clima y las aves tiene que ver con la lectura que los pescadores y canoeros de la laguna de México hacían de los comportamientos de ciertas especies para predecir próximas tormentas, con lo que reducían los riesgos de una navegación peligrosa. Sahagún menciona la existencia de un ave llamada atapalcatl, un pato que “cuando quiere llover un día antes, y toda la noche, hace ruido en el agua batiendo el agua con las alas”, a lo cual “los pescadores del agua en esto entienden que va a llover”. La predicción de la proximidad de la lluvia, que oscurecía la posibilidad de adentrarse en el lago, es uno de tantos resultados de estas relaciones entre humanos y su entorno, que además nos permite inferir que los ciclos estacionales de lluvia y secas incidieron directamente en la actividad de navegación.

Hoy en día, en diversas regiones de México donde se practica la pesca artesanal, los hombres que se aventuran al mar saben que las temporadas de pesca están sujetas a los ciclos anuales de lluvias y secas, y de reproducción de peces, aves y otros animales. Tal es el caso de la región de Los Tuxtlas, Veracruz, donde se crea un circuito acuático conectado por una infinidad de ríos y arroyos que incluye a la laguna de Catemaco, la laguna costera de Sontecomapan y a la costa del Golfo. En estos cuerpos de agua, que rodean a los volcanes de San Martín Tuxtla y Santa Marta, los pescadores indígenas y mestizos de la región siguen un complejo calendario anual de pesca. Específicamente en las localidades de Zapotitlán, Arrecifes, Xochiapan, Peña Hermosa y Tecuanapan, los pescadores saben que es en la época de la cuaresma, entre febrero y abril, cuando la pesca es mejor y se logra conseguir pámpano, sierra y robalo, sobre todo si hay luna llena. Incluso, si el pescador se aventura a la hondura, en lo más profundo, podrá pescar tiburón. Eugenio Hernández, de 57 años y su hijo, Esteban Hernández de 37 años, de la localidad de Arrecifes, añaden que de

octubre a diciembre se tiene una buena corrida de 3 meses, que es cuando los peces desovan, siendo una temporada en la que también es buena la pesca. Cuando es tiempo de norte no hay pesca, no hay manera de salir a la mar y el agua en los cuerpos de agua interiores es demasiado turbia y brava.

Sucede lo contrario en un contexto lacustre, como reporta Mari Carmen Serra Puche en su obra Los recursos lacustres de la Cuenca de México durante el Formativo. La época más propicia para salir a pescar en la laguna de Zumpango empezaba por febrero y marzo, pero los mejores meses eran abril y mayo, cuando el agua estaba clara y lo más adecuado era pescar en horas de la madrugada o la noche. Cuando llovía mucho los pescadores sabían que el agua era demasiado turbia y la pesca mala. Mientras que en época de frío la pesca se realizaba hasta el mediodía, cuando el agua comenzaba a enfriarse demasiado. En diciembre y enero el agua era muy somera, y en general se pescaba mejor durante la luna creciente.

La relación entre la pesca exitosa y los ciclos lunares ha sido registrada en otras comunidades indígenas como Zirahuén y el lago de Pátzcuaro. Delia Cuello, en su trabajo Los pescadores, comuneros, campesinos de Zirahuen, menciona que los pescadores saben que: “El pescado anda con la luna; cuando no sale pescadito, decimos que la luna es muy mala para pescar. Cuando la luna está llena, la pesca es buena”. Por otro lado, entre los conocimientos necesarios para navegar, las fases de la luna resultan particularmente útiles en otros aspectos. Por ejemplo, para la construcción de las canoas monóxilas o cayucos, tallados en el tronco de un solo árbol y que aún hoy se utilizan en varias regiones del país, hay localidades donde los carpinteros de ribera saben que el mejor momento para talar un árbol y construir una canoa es cuando hay luna llena. Además, la tala debe hacerse antes del amanecer, como sucede en la región de Los Tuxtlas, previamente mencionada.

Concluiré con el siguiente ejemplo: entre los lacandones de Na-Há, en Chiapas, se tallan los cayucos en los troncos de árboles de caoba. Pero debe tomarse en cuenta que el árbol tiene que cortarse cuando la luna no es tierna, porque si se encuentra en cuarto creciente, la madera también será tierna y se pudrirá. Además, ninguna mujer puede estar presente cuando el árbol se esté talando. Es más, las mujeres ni siquiera pueden enterarse de que un grupo de hombres está organizándose para realizar esta labor. De lo contrario, el cayuco se quebrará en el agua y su dueño perecerá. Una vez talado el tronco, se deja tirado durante 3 días enteros, para que pierda todo el aire que tiene en su interior, y entonces pueda comenzar a labrarse el cayuco. Al término de su construcción se echa al agua, donde se espera que los cocodrilos de la laguna vayan a su encuentro, pues ellos serán los encargados de enseñarle como navegar, sin fracasar en el intento. El cayuco se concibe entre los lacandones de esta comunidad como el hermano menor del cocodrilo, y en su trabajo de surcar la laguna deberá cuidar de su dueño cuando éste se adentre a las aguas a pescar.

He echado mano de datos que se recuperaron en la época colonial temprana, justo después de la llegada de los españoles, y de datos actuales, no con el afán de construir un puente entre el presente y el pasado, sino de entender que los espacios acuáticos en las sociedades prehispánicas y contemporáneas presentan una gama de dimensiones complejas que involucran un profundo conocimiento del entorno. Los cuerpos de agua no son un límite, sino la continuación de un territorio que fue apropiado, valorado, modificado y recorrido por los indígenas mesoamericanos; que continuó siéndolo durante la Colonia y que aún lo es hoy en día. Esta concepción conlleva un profundo conocimiento de los fenómenos naturales y en consecuencia la puesta en práctica de acciones específicas de los navegantes y que, a retazos, podemos intentar reconstruir a partir del estudio de diversas fuentes. Así, damos un paso más para entender la complejidad de la práctica de la navegación, la cual ha dejado huellas a lo largo del tiempo, aunque pareciera que éstas a veces desaparecen como si se las llevara el viento.

Catálogo de denuncias coloniales, cartas desde Brasil y Chile

Obra Mawün (lluvia en mapuzungun) Es un instalación en el paisaje, varas altas de álamo de 5 a 6 metros que contienen en su extremo superior metawes (jarrones de arcilla tradicionales del pueblo Mapuche).

AGUA PRIVADA

Bernardo Oyarzun

Me duele profundamente que Chile sea en toda su historia, una eterna zona de sacrificio. Su morfología natural ha sido atrofiada, su paisaje degradado y la calidad de vida de sus habitantes ha llegado hasta la humillación. En esta verdadera tragedia, el acaparamiento del agua tal vez sea su peor cara y un bochornoso desvarío del sistema que la sustrae. Aglutina todos los males de la injusticia social y el desparpajo del extractivismo capitalista. El desvío de las aguas de ríos y esteros para la minería, embalses para regadío agroindustrial, represas hidroeléctricas y la absorción demencial del agua de las fuentes hídricas subterráneas, está secando este país, dejando sin agua a zonas rurales y pueblos enteros, con consecuencias apocalípticas para los ecosistemas. En este país se violan los derechos humanos a diario y el tema del agua aparece en primer lugar de este prontuario delictual, aquí el agua es un bien privado, marcando la nota alta de los países gobernados sin humanidad, es así como es consagrado el año 1981 en la constitución creada en dictadura, el agua como un bien económico, le concede el derecho de uso del agua a privados en desmedro de la población. Este derecho humano vital también es postergado en democracia con el mismo descriterio y permite que empresarios puedan tener plantaciones en los cerros o en el valle, mientras el pueblo debe mendigar algunos litros de agua a diario desde los camiones aljibes.

El agua se convierte en la gran garantía como una prueba irrefutable de que estamos en un lugar sin escrúpulos para la inversión extranjera, para que transnacionales puedan usufructuar a muy bajo costo de todos sus recursos naturales a destajo. Desde el norte se puede observar la minería, que tiene el 90 % del total de los derechos de agua consuntivas, en este caso, no son devueltas al medio ambiente, pero en la práctica vuelven a los relaves de ácido convertida en un veneno y mordiente de todo tipo de sustancias químicas, los animales que beben sus aguas no viven más de quince segundos en esos lugares extravagantes de la muerte. En el centro sur se encuentran las centrales hidroeléctricas de transnacionales que tienen prácticamente el 100% del derechos de aguas consuntivas, es decir, tienen derecho a usar prácticamente todos los ríos de Chile, pero el agua debe volver al cauce, dejando a su paso un panorama desolador de destrucción del paisaje y el ecosistema de las cuencas de los ríos. En los valles el agua se concentra en los monocultivos de frutas y más al sur en las plantaciones ácidas de pino y eucalipto que además de consumir el agua de las fuentes hídricas, secan los esteros y vertientes, destruyendo la tierra, la biodiversidad, ocupando las tierras ancestrales de los Mapuche, expropiadas y mal habidas, dejando una historia triste en el lugar, injusticia y mucha sangre sacrificada por este territorio, reemplazando prácticamente todo la selva nativa del sur de Chile en esta faena extractiva y genocida.

Ecosistema 2019, Galería CCU Santiago de Chile Instalación, recolección de herramientas campesinas y video del bosque nativo.

This article is from: