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Trabajo híbrido, ¿relaciones híbridas?

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Burnout

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Los nuevos modelos de trabajo híbrido plantean retos que demandan ajustarnos a la forma en que laboramos, pero también a la manera en que nos relacionamos en las organizaciones. ¿Estamos lo suficientemente preparados para ello?

Por: Angélica de la Vega, Directora Fundadora de ADV Comunicación Inteligente. angelica@advcomunicacion.com https://www.facebook.com/angiedelavega/ https://twitter.com/angiedelavega https://www.linkedin.com/in/angiedelavega/ Quizá sea un poco prematuro identificar los efectos del trabajo híbrido en nuestros colaboradores, pero lo cierto es que ya estamos en plena etapa de adaptación a modelos que implican mezclar la presencialidad con actividades laborales en línea.

Más allá de entrar en un debate sobre “el mejor modelo para trabajar”, nos parece indispensable analizar los retos que plantea el formato híbrido. A decir de las cifras emitidas por Manpower, -empresa de soluciones de capital humano- se espera que a finales del 2022 más del 30% de las empresas en México hayan adoptado el modelo híbrido; porcentaje que representa un aumento de 10 puntos porcentuales respecto al año anterior. El fenómeno no es una casualidad si consideramos que muchos empresarios descubrieron las bondades del trabajo híbrido (y particularmente sus efectos positivos en materia de productividad).

Lo que resulta claro es que un modelo de esta naturaleza debe ser lo suficientemente adaptable para las necesidades organizacionales, las exigencias del mercado y el perfil de los colaboradores. Por ello, evidentemente no resulta aplicable en todas las industrias ni para todas las organizaciones.

Los retos de la virtualidad

Al principio de la migración del trabajo a distancia, notamos la infinidad de retos que debíamos resolver: medios de comunicación interna, control de avance en proyectos y formas de colaboración. En realidad estábamos buscando la fórmula para aprovechar lo mejor de la tecnología y de las personas para darle continuidad al negocio.

En lo que se refiere al elemento humano, es probable que uno de los mayores desafíos haya sido el ejercicio del liderazgo a distancia. ¿Cómo podría el líder tomar decisiones, convocar, impulsar y conseguir finalmente que el trabajo se concretara? Para fortuna de muchos, reforzamos el ejercicio de liderazgo desde el home office y descubrimos que era viable dando un voto de confianza a los colaboradores y reforzando la comunicación personal (aunque a distancia) con ellos. No obstante, ha sido un camino largo y lleno de aprendizajes. Por ejemplo, tuvo que llegar el legislador a subrayarnos la importancia de respetar el derecho a la desconexión de los colaboradores en la ley laboral y más recientemente, con la propuesta de la NOM-037 para destacar la importancia de cuidar la salud y la seguridad en el teletrabajo.

El gran desafío híbrido: la forma de relacionarnos

Cuando pensamos en la operación de un modelo híbrido podemos concluir que es un esquema bondadoso. Retoma lo mejor de dos mundos: en y fuera de lo digital.

Por una parte, seguimos teniendo la posibilidad de acortar tiempos y costos cuando trabajamos desde casa, evitamos estrés y horas estériles en el tráfico, también aumentamos los contactos con personas quienes difícilmente se trasladarían a la oficina por estar en otro país, abrimos oportunidades de colaboración a los colaboradores con problemas de movilidad y creamos espacios de convivencia y cercanía entre colaboradores y sus familias.

Por otro lado, permitimos recuperar el contacto personal, favoreciendo la comunicación cara a cara, retomando los espacios colaborativos presenciales para que fluya la creatividad e innovación y también, retomamos la experiencia presencial de vivir como colaborador dentro de la organización.

Todo ello suma a la productividad, permanencia y posicionamiento organizacionales. Sin embargo, cabe preguntarnos ¿cómo es que el colaborador se ajusta a este modelo de trabajo?

Y sobre todo, plantearnos cómo nos vamos a relacionar en el modelo híbrido: ¿cuáles serán los canales de comunicación organizacionales?, ¿cómo se llevará el control de productividad?, ¿cómo nos vamos a asegurar de que el colaborador está rindiendo lo suficiente?, ¿de qué manera mediremos el impacto de cada uno para lograr los objetivos organizacionales?, ¿qué tanto abona el modelo al control del estrés, buena salud mental y física de nuestros colaboradores?, ¿cómo lograremos construir relaciones laborales equilibradas y respetuosas?

El ADN del colaborador, ¿una plastilina moldeable?

¿Qué tan adaptables son nuestros colaboradores en el presente?, ¿qué tan maleables los ha dejado la pandemia?, ¿qué tan dispuestos están a abrazar los cambios, adaptándose a diferentes lugares y circunstancias para trabajar?

Probablemente en algunas organizaciones, los colaboradores tengan una esencia resiliente que les permita no solo adaptarse, sino abrazar los cambios y sacar lo mejor de ellos mismos con cada ajuste; pero también existen algunas otras que se distinguen porque la gente es rígida, acostumbrada a operar de cierta manera y cualquier cambio los pone nerviosos.

Es ahí donde tiene cabida la sensibilidad del Director de Gestión del Talento. En este momento histórico resulta fundamental que los líderes organizacionales reconozcan la naturaleza de su gente y en ese sentido evalúen si el modelo híbrido sería lo ideal para las personas.

Más allá de sumarnos a la tendencia y sentir que tenemos una organización a la vanguardia, es fundamental poner el foco en las personas. Por ello, es indispensable consultar a nuestros colaboradores para conocer su sentir y pensar respecto a estas nuevas formas de trabajar y explorar juntos si es lo mejor para todos.

Recordemos que ambos modelos (en línea y presencial) tienen también sus desventajas, como el aislamiento social en el primero, y las viejas prácticas nocivas del segundo, que desfavorecen la productividad y el propósito de los equipos de trabajo.

En resumen, conviene ver al modelo híbrido como una oportunidad para mejorar la cultura organizacional con la idea de aprovechar lo mejor de cada persona y recordar que la vida es un constante cambio, ¡particularmente en

el ámbito laboral!

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