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___El Comercio ___domingo 8 de julio del 2012
LAS CONTRADICCIONES DE LA ZONA DE EMERGENCIA
NO PUEDEN DORMIR. Los niños del centro poblado de Nueva Esperanza tienen fresco el recuerdo de las explosiones nocturnas. Por las noches, muchos de ellos tienen problemas para dormir.
LA BASE. La de Mazángaro es una de las bases militares más atacadas por Sendero en el Vraem. Es también el único rastro del Estado para la comunidad en la que se asienta.
Bombardeos de las FF.AA. en el Vraem afectan a 3 poblaciones Las operaciones contraterroristas causan daños materiales en la zona. Las Fuerzas Armadas aseguran que el caso está en investigación. KATHERINE SUBIRANA ABANTO TEXTOS DANTE PIAGGIO DÍAZ FOTOS ENVIADOS ESPECIALES Junín. La última vez que llovie-
ron bombas y balas eran las 9:00 a.m. del 9 de mayo del 2012. Los pobladores de Nueva Esperanza, Nueva Libertad y Jesús de Belén salieron corriendo de sus chacras mientras veían y escuchaban explosiones en el cielo y en el suelo. Los niños salieron de las escuelas llorando. Las madres no podían contener en sus brazos a todos sus hijos. En estas tres comunidades del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), distrito de San Martín de Pangoa, Junín, el temor es una rutina. Según sus pobladores, el 9 de mayo los helicópteros de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) empezaron sus operaciones contraterroristas más temprano de lo previsto. “Siempre hay bombardeos, pero de noche”, cuenta Eduardo Huamán, teniente gobernador de Nueva Esperanza.
LAS PRUEBAS. Cohetes sin explotar quedaron en las chacras de los pobladores de dos centros poblados después de las operaciones aéreas del Ejército.
Poblados cercanos a base militar
EL LUGAR QUE FUE REPOBLADO
La zona de constante combate
OBJETIVO EQUIVOCADO
JUNÍN Río
Distrito de San Martín de Pangoa
e En
El último profesor que tuvo Nueva Esperanza salió del pueblo hace cuatro meses argumentando un descanso médico y nunca más volvió. “Se asustó por los bombardeos y por los ataques a la base militar que está al lado”, cuenta la señora Hermelinda. Acaba de llegar un nuevo profesor. La población espera que él sí se quede. Como resultado de estas acciones, en las tres comunidades hay cultivos destrozados y graneros dañados. Como pudo verificar El Comercio, hay casquillos de balas por doquier y restos de bombas. Desde hace dos meses, bombas sin explotar permanecen en las chacras de Nueva Esperanza y Jesús de Belén como prueba de lo sucedido. Y como alerta de que podría volver a suceder. Esta es una de las zonas más complicadas del Vraem por su geografía y ubicación. Aquí conviven con temor pobladores, soldados y, quién sabe, también terroristas y narcotraficantes. La
Nueva Libertad
Nueva Esperanza
LAS EVIDENCIAS. Los pobladores de Jesús de Belén muestran
los casquillos de balas que están sembrados entre sus chacras.
“Está bien que ataquen objetivos específicos, pero que cambien su estrategia. Que no nos disparen a nosotros”
población se dedica a la agricultura: siembra productos de panllevar, pero también coca. Hace cinco años, el Ejército levantó en Nueva Esperanza la Base Contraterrorista Mazángaro. Esta es, lamentablemente, una de las más atacadas por los senderistas. A pesar de la desconfianza mutua, la convivencia entre los pobladores y los soldados trata de ser llevadera. UNA RELACIÓN DIFÍCIL
Los oficiales a cargo de la base de Mazángaro no quieren hablar de las bombas y evaden las pre-
Jesús de Belén
Puerto Palmeras Mazángaro
guntas. A pesar de que se identificaron con El Comercio, prefieren no dar sus nombres a los pobladores. Al ser consultado por los bombardeos, el mayor a cargo de la base respondió: “Ellos saben que no deben salir de sus casas después de las 9:00 p.m., que no deben transitar sin documentos. Nosotros tratamos de ayudarles en lo que podemos, ¿De qué se quejan?”. El teniente gobernador Huamán hizo notar al mayor que había bombas sin explotar en sus chacras. “Está bien que ataquen y que se defiendan de los terro-
LA EXPULSIÓN En octubre del 2008 los pobladores de Nueva Esperanza, Nueva Libertad y Jesús de Belén fueron expulsados de sus centros poblados por agentes de las FF.AA. y la policía durante una operación contraterrorista. En el año 2009 se permitió a las familias regresar a sus centros poblados con la consigna de convivir con el Ejército.
SIN ESTADO En los centros poblados no hay un profesor designado por el Estado y la posta médica más cercana está a cuatro horas de viaje. Nueva Esperanza está a dos días de Satipo. El poblado está a tres horas de Canayre, donde fue el último ataque de Sendero, y de donde el Ejército rescató a 11 niños y capturó a 11 presuntos terroristas.
ristas, pero no nos disparen a nosotros”, pidió. El mayor cortó el diálogo. “El domingo tendremos una reunión con ustedes. Ahí conversamos”. Y no se dijo más. Si bien el Ejército colabora con la población –por ejemplo, el generador de electricidad en el centro poblado fue prestado por la base y han corrido con el traslado a la ciudad de pobladores heridos–, también es cierto que se realizan operaciones aéreas en la zona. El coronel EP Alejandro Luján, jefe de la Oficina de Información de las Fuerzas
Armadas, nos dijo que están a cargo de la Fuerza Aérea. “Hemos recibido la denuncia pero la población no ha colaborado para que podamos hacer las verificaciones. Estamos investigando”, explicó. En Nueva Esperanza la luz se apaga a las nueve de la noche y los pobladores vuelven inmediatamente a sus casas: saben que viven en una zona declarada perpetuamente en emergencia y que es mejor tener la puerta cerrada. A 50 metros, en la base militar, los soldados salen a patrullar.