¿Unidos o Hundidos? Los rostros del mal Instituto U. Ciencias de las Religiones
Los rostros de Dios Santiago Montero (Coordinador)
La lógica del don FRANCESC TORRALBA
Los apócrifos posmodernos MIREN JUNKAL GUEVARA
A vueltas con Dios en tiempos complejos
«Abramos puertas y ventanas para que entre el aire del Espíritu».
(Conversaciones con G. Vattimo) JOSÉ MIGUEL NÚÑEZ
Dios y la guerra JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO
¿Por qué Pierre Anthon debería bajar del ciruelo? (Interioridad y sentido) FRANCESC TORRALBA
Consumidores consumidos (Juventud y cultura consumista) JUAN Mª GONZÁLEZ-ANLEO
Misión compartida. ¿Unidos o Hundidos? (Laicos, monjes y pobres) Mª PAZ LÓPEZ SANTOS > colección Expresar Religioso
De tres mundos aparentemente distantes —laicos, monjes y pobres— tratan las páginas de este libro. De tres vocaciones llamadas a reconocerse y complementarse desde la sencillez y la atención a los otros. De unir vidas y vocaciones que, en principio, pueden parecer alejadas, pero que están llamadas a encontrarse y caminar juntas. Se hace necesario abrir los compartimentos estancos vocacionales, reducir la altura de la pirámide jerárquica y calzar humildes sandalias para adentrarnos juntos en el camino de la Unidad.
Misión compartida. ¿Unidos o hundidos?
Mª Paz López Santos
Mª Paz López Santos
Misión compartida
Misión compartida ¿Unidos o hundidos? Laicos, monjes y pobres Mª Paz López Santos
Mª Paz López Santos Nació en el marco de la ciudad antigua de Cáceres, hoy Patrimonio de la Humanidad; aunque siempre ha residido en Madrid. Fue un 31 de diciembre, fecha que prepara para la fiesta y da paso al comienzo de algo nuevo. Las piedras centenarias y la fecha le han marcado para reconocer la herencia que van dejando quienes nos precedieron con la mirada puesta en un futuro que es mañana, abierta siempre a comenzar proyectos y a recibir las sorpresas que trae la vida. Después de algunos años de vida profesional en un ministerio y en la banca optó por dedicarse a la farándula, dando cuerpo a una intuición artística: las miniaturas de los códices antiguos le hicieron un guiño animándole a sacar esos bellos tesoros a la ornamentación. Y sentándose en posición scriptorium, se puso a pintar (www.pazsantos.com). En otro recodo del camino encontró una nueva senda creativa, inexplorada hasta aquel momento: escribir. No le gusta dar muchas explicaciones de su vida. Se define como mujer, esposa, madre de una hija y dos hijos, abuela de tres nietos, hermana, amiga, artesana del pincel y de la pluma… y en la Iglesia: «laica sin papeles».
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MISIÓN COMPARTIDA ¿UNIDOS O HUNDIDOS? LAICOS, MONJES Y POBRES
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A mi familia, los que ya son y los que se unirรกn en el futuro.
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MARI PAZ LÓPEZ SANTOS
Misión compartida ¿unidos o hundidos? laicos, monjes y pobres
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isbn 978-84-15995-16-6 © 2016-Ediciones Khaf Grupo Editorial Luis Vives Xaudaró, 25 28034 Madrid - España tel 913 344 883 - fax 913 344 893 www.edicioneskhaf.es Fotografía © Paz Santos
dirección editorial Juan Pedro Castellano edición Isabel Izquierdo proyecto visual y dirección de arte Departamento de Diseño GE diseño de colección Mariano Sarmiento impresión Edelvives Talleres Gráficos. Certificado ISO 9001 Impreso en Zaragoza, España depósito legal: Z 978-2016
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970 / 932720447).
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«… Con los ojos cerrados, está el silencio, el vacío, la calma, una oración natural y fácil. Nada de preguntas o problemas. Creo — dice Thomas Merton— que es en este nivel donde Dios quiere que escriba, libre de cualquier teoría, en la simplicidad de corazón» 1.
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Charles Dumont, «La desaparición profética de Thomas Merton», en Cistercium, nº 228-229 (julio- diciembre 2002), págs. 678-679. La negrita es de la autora.
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PRÓLOGO UNO…
Todos los seres humanos somos producto de las circunstancias que nos rodean (familia, nación, escuela, amigos…) pues forman nuestro pensamiento y modo de actuar. Para la autora de este libro de espiritualidad, Mari Paz López Santos, hubo dos momentos en el mismo año que cambiaron su vida: el contacto con los monjes contemplativos de un monasterio y la realidad de un hogar creado para los sin techo. Han pasados muchos años desde que ocurrieron estas experiencias y hoy, pensadas y repensadas, Mari Paz ofrece sus conclusiones. Desde entonces, ve a la Iglesia como un gran triángulo rectángulo formado por una hipotenusa que engloba a los pobres del mundo, mientras que los catetos los integran otros dos grupos: los monjes y los laicos. En el centro, alimentándolo todo, la persona de Cristo. Constata la autora que en esa barca de la Iglesia, en la que navegamos, se producen pocos contactos entre los viajeros. Los pobres del siglo xxi, empujados por los medios de comunicación y por el concilio Vaticano II, llaman a nuestra puerta, esa
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puerta que los cristianos siempre manteníamos entreabierta, a ejemplo del Maestro, pero con poco entusiasmo. Pero los monjes, especialmente los varones, son los grandes desconocidos, pues han perdido protagonismo con el descenso de su número y porque la mayoría de los cristianos no entienden las claves de su vida, que pueden parecer anticuadas e inútiles, para el mundo en el que vivimos. Me ha sorprendido gratamente que este libro conceda muchas páginas a estas comunidades y que recomiende a sus lectores imitar la vida de contemplación que llevan, pues aunque aparezcan apartados de la sociedad, no son ajenos a lo que pasa en ella. Y no es tan difícil copiarles, pues nuestra forma de vida también está marcada por unas campanas que nos llaman al sueño, al trabajo y a la oración; por la obediencia fiel que debemos a los dictados de nuestra conciencia y por una pobreza que nos permita hacer las renuncias necesarias para mejorar la vida de nuestros hermanos. Nos dice Mari Paz que todo es posible en la medida en que estemos anclados en Jesucristo y en las páginas de su evangelio. Podremos ser contemplativos por medio de la oración en nuestro estado; pobres en la medida en que sepamos recibir de los que menos tienen y no nos consideremos superiores a nadie; y laicos comprometidos, porque aunque demandamos protagonismo en la Iglesia, con frecuencia componemos un rebaño que «pasta» sin iniciativas. El libro está maravillosamente escrito, la autora inserta en sus páginas poemas propios y ofrece una espiritualidad que nos colma a sus lectores. Decía André Malraux que «el siglo xxi será religioso o no será», a lo que Rahner le daba una vuelta de tuerca: «el cristia-
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no del futuro o será un místico, una persona que ha experimentado algo, o no será cristiano». Hay que agradecer a Mari Paz que nos empuje por esta senda de la mística para que no dejemos nunca de ser seguidores de Cristo. Isabel Gómez Acebo Laica y teóloga
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…DOS…
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Hace ya muchos años que conozco a Mari Paz, la autora de este libro. La conocí en el monasterio como una huésped más que se acercaba a nuestra casa y compartía nuestra oración y clima propicio para la escucha. Primero fue un simple verla de paso. Luego un saludo breve de alguien que recuerdas haber visto en otras ocasiones. Todo en el clima familiar que surge espontáneamente al encontrarse personas muy diversas compartiendo la oración en un monasterio. Personas que no se conocían, pero que se sienten cercanas. Es la magia de estos lugares. Aquí no se pregunta por la ideología, los títulos que se tienen ni el poder adquisitivo. Cuando hice la mili recuerdo que nos rapaban a todos, nos ponían pantalones cortos, una camiseta, unas zapatillas y una gorra. Forma ideal para igualar al personal. Las tarjetas de presentación sobraban, todos éramos simples reclutas. Los que llegan al monasterio llegan como personas, buscadores inquietos, anhelando algo más profundo en lo que todos nos podemos encontrar y reconocer. Los monasterios viven en la paradoja. Se construyen en la soledad y la gente acude a ellos. Los monjes se apartan de todo, pero tienen presentes a todos en su oración. En grandes edifi-
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cios que el tiempo les ha dado, ellos buscan el desprendimiento de todo para saborear la libertad de lo sencillo. En el eje de la rueda, en su centro, confluyen todos los radios, se encuentran todos los que en el extremo están distantes. En este libro Mari Paz encuentra la relación de mundos que ella veía inicialmente separados: los laicos, los pobres y los monjes. Los laicos como una presencia activa en el mundo que palpitan con todo lo que hay en él y se rebelan contra las injusticias que sufren los pobres. Una rebelión que solo es auténtica si es comprometida. Una rebelión que solo da buen fruto si es pacífica. En la sabiduría de la soledad que puede ofrecer un monasterio Mari Paz encuentra las claves de ese compromiso sincero y pacífico, un compromiso del que debe ser testigo la Iglesia de Jesús.
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Necesitamos entrar en nuestro propio ser, ahí donde todos nos podemos reconocer, ahí donde todos estamos despojados del ruido y las cosas que nos distraen y a las que rendimos culto. Solo ahí todos nos sentimos hermanos. Solo desde ahí podremos construir un mundo más humano, menos egoísta, más compasivo y generoso. Cualquier poderoso sonreiría ante semejante propuesta bienintencionada, pero la verdad es que es el único camino que nos puede llevar a la comunión sin destrucción. El camino de los poderosos es brillante, triunfal, pero termina estallando por estar construido sobre la desgracia humana. Cuando le preguntaron a Einstein qué pasaría si hubiese una tercera guerra mundial con todo el arsenal atómico del que disponemos, él respondió que no sabía muy bien, pero de lo que podíamos estar seguros es de que la cuarta guerra mundial solo la podríamos hacer con palos y piedras.
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Mari Paz nos invita a ser utópicos creyendo poder alcanzar la utopía si cambiamos de camino. Es inútil pretender ver con los oídos o tratar de oír con las manos. Asimismo no podemos pretender construir un mundo mejor con estructuras injustas, sino haciendo el camino del corazón, donde todo adquiere una nueva dimensión, donde descubrimos la dignidad del pobre y su «visibilidad», la riqueza cuando compartimos, el poder y compromiso de todos, la presencia y cercanía de los que se retiran a la soledad sin alejarse de nadie. 12
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Isidoro Mª Anguita Abad del monasterio de Santa María de Huerta
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… Y TRES
Digo con frecuencia que nadie es tan pobre que no pueda ofrecer algo a los demás. Y esto lo digo en un hogar de pobres, donde puede resultar aún más difícil ofrecer algo de utilidad. Por esta vez me lo aplico a mí misma. Mari Paz, amiga y colaboradora del Hogar Jesús Caminante, me pidió que tomase parte en el prólogo de su libro. No tuve valor para negarme ya que, en nuestras conversaciones, y dada la facilidad de su pluma, le repetí muchas veces: ¡Escribe! En el contenido que nos ofrecen estas páginas he tenido la oportunidad de disfrutar de ese don recibido de Dios, que Mari Paz comparte generosamente con quienes tenemos la suerte de leer sus enjundiosos escritos. Me sentí muy a gusto, como ella misma expresa, «caminando en sandalias», al leer que la voz de los laicos debe escucharse más, ya que libremente pueden permitirse el movimiento entre todos los seres humanos, creyentes y no creyentes, sin discriminación alguna; laicos para quienes el ser humano (hombre o mujer) es otro ser igual y, desde la fe en Cristo, hijos e hijas de Dios.
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El estilo de Mari Paz es directo: expone, propone y estimula sin omitir la denuncia con un lenguaje correcto. He querido seguir por estas líneas dispuesta a recibir lo que la autora nos ofrece de su experiencia en el contacto con los pobres, que ella vivió de manera transformante, y así lo dice: «Cuando te acercas a los pobres, no vuelves a casa como saliste». La realidad hallada en los pobres a través de este humilde hogar le hace comprender esta forma de vida y las vidas particulares de quienes la viven, mucho más allá de lo que a simple vista podemos imaginar en lo que se refiere a los excluidos, a los más pobres. Y sigue desgranando su recorrido bellamente, desde el acercamiento humilde de quien no se sitúa ni arriba ni abajo sino al lado. Como laica puede asegurar que su vocación la ve desde la fe. Habiendo descubierto los tesoros de la vida monástica, penetra en la hondura del silencio a ese encuentro amoroso con el Todo y lo vive y comparte de forma espontánea y sencilla; encontrando, en cada una de las realidades de personas y lugares, un mensaje de paz y amor para transmitir a los demás. Su respuesta a la llamada es como un fuego que arde por dentro y se comunica invitando y convocando a la unidad de distintas realidades humanas transformadas por el amor en Cristo, «Camino, Verdad y Vida». Quiero agradecer sinceramente a Mari Paz el amor y dedicación a los pobres en su entrega y compromiso con la Asociación Jesús Caminante, y el hecho de compartir, a través de las páginas de este libro, ese deseo de unidad que brotó de los labios de Jesús en vísperas de su entrega total: «Padre, que todos sean uno». María Teresa González Responsable del Hogar Jesús Caminante (San Blas-Madrid)
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AQUEL AÑO…
Aquel año marcó hitos que me adentraron sigilosamente en la maravillosa utopía de la unidad: pinté un cuadro, me hospedé en un monasterio y visité un hogar de pobres. El tiempo pasado desde aquel año me ha permitido mirar con perspectiva y distancia cuadro, monasterio y hogar de pobres, haciendo que me rinda a la evidencia de que las semillas que se plantaron en mi interior, unas como intuición y otras en forma de encuentros y experiencias concretas, han dado sus frutos y me han ayudado en el sendero de mi vida espiritual y, por tanto, del día a día. Fue un tiempo activo, apasionante y, también, muy silencioso. Crear y dejar crecer requiere silencio, soledad y cierta penumbra, como en los procesos de la naturaleza. Todo fue sucediendo al unísono con un ritmo y una secuencia que no se programa. Durante el primer semestre de aquel año pinté apasionadamente un cuadro; eso solo sucede cuando la idea es tan clara que no deja sosiego y hay que ponerse manos a la obra. Pinté un gran mandala de círculos concéntricos sobre pan de oro. El fondo es negro y el pequeño círculo central también.
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Paz Santos: Mandala profético. Tabla 75 x 75 cm. Pintura acrílica, pan de oro.
Sobre la superficie dorada se van abriendo círculos (hasta un total de diez), en los que quise expresar la historia del ser humano desde aquel primer instante de la creación, añadiendo la propia creatividad humana. Más tarde el ser humano derrumbado, al pie de muchas construcciones. El último círculo está prácticamente vacío: solo unas cuantas siluetas humanas entrelazando sus manos para formar un futuro corro; una de ellas deja traslucir el dorado sobre el que está pintadas; es quien ya vio y puede orientar y animar a otros a sumarse al gran círculo. Todo indica que algo está moviéndose y que algunos se han empezado a organizar para levantar a quienes permanecen aplastados.
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Este cuadro nunca ha sido expuesto. Por razones domésticas estuvo «durmiendo» en el trastero desde que lo pinté hasta que, después de una obra en casa, salió de su escondite y lo colgué en el salón. Habían pasado diez años y muchas cosas en el mundo y en mi vida. Contemplé el cuadro con una mirada que no era la misma que cuando lo pinté. Eso me llevó a una comprensión nueva, casi alarmante, al ver a aquellas figuras tumbadas en el suelo, rendidas ante los edificios ostentosos (en ese momento estábamos ya en plena crisis tras la explosión de la burbuja inmobiliaria); y aquellas otras cuatro figuras unidas por las manos intentando formar un círculo comunitario: Los que ya ven desde el Espíritu animan a otros. Se están uniendo, hay esperanza. Se confirmaba mi intuición al pintar el cuadro. A principios del verano de aquel año me hospedé en un monasterio de monjes contemplativos a pasar unos días de silencio y oración. Era la primera vez que vivía dentro de un monasterio, más allá de las visitas culturales y turísticas en mis viajes. Después de una semana de estancia, al salir de allí pensé extrañada: No conocía a nadie ni nadie me conocía a mí y parece que me estaban esperando. Contra todo pronóstico, resultó ser el siguiente paso en mi camino espiritual como laica en el mundo y en la Iglesia, junto a una comunidad de monjes contemplativos alejada de mi vida cotidiana. Por último, a finales del frío otoño de aquel año me acerqué a un hogar de acogida de personas que habían vivido en la calle durante muchos años. Me invitaron a conocer la casa y a sus ocupantes. La impresión al ver a aquellas personas fue dura y cálida al mismo tiempo. Al despedirme pensé: Aquí huele a Nochebuena.
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De tres mundos aparentemente distantes —laicos, monjes y pobres— tratarán las páginas de este libro. De tres vocaciones llamadas a reconocerse y complementarse desde la sencillez y la atención a los otros. De unir vidas y vocaciones que, en principio, pueden parecer alejadas, pero que están llamadas a encontrarse y caminar juntas. Mi percepción de la realidad del mundo actual es que, como humanidad, estamos gravemente heridos por rupturas y separaciones. La herida cada vez es más honda y preocupante. También como Iglesia sufrimos los mismos síntomas, y se hace necesario abrir los compartimentos estancos vocacionales, reducir la altura de la pirámide jerárquica y calzar humildes sandalias para adentrarnos juntos en el camino de la unidad. Abramos puertas y ventanas para que entre el aire del Espíritu. Lo dijo el papa Juan XXIII antes de convocar el Concilio Vaticano II y en ello está el papa Francisco. Ardua tarea como estamos viendo. Con la confianza de que para Dios no hay nada imposible pongámonos manos a la obra. Parece que a mí me toca escribir y compartir humildemente la experiencia de mi deambular por estos tres mundos.
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Los rostros de Dios Santiago Montero (Coordinador)
La lógica del don FRANCESC TORRALBA
Los apócrifos posmodernos MIREN JUNKAL GUEVARA
A vueltas con Dios en tiempos complejos
«Abramos puertas y ventanas para que entre el aire del Espíritu».
(Conversaciones con G. Vattimo) JOSÉ MIGUEL NÚÑEZ
Dios y la guerra JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO
¿Por qué Pierre Anthon debería bajar del ciruelo? (Interioridad y sentido) FRANCESC TORRALBA
Consumidores consumidos (Juventud y cultura consumista) JUAN Mª GONZÁLEZ-ANLEO
Misión compartida. ¿Unidos o Hundidos? (Laicos, monjes y pobres) Mª PAZ LÓPEZ SANTOS > colección Expresar Religioso
De tres mundos aparentemente distantes —laicos, monjes y pobres— tratan las páginas de este libro. De tres vocaciones llamadas a reconocerse y complementarse desde la sencillez y la atención a los otros. De unir vidas y vocaciones que, en principio, pueden parecer alejadas, pero que están llamadas a encontrarse y caminar juntas. Se hace necesario abrir los compartimentos estancos vocacionales, reducir la altura de la pirámide jerárquica y calzar humildes sandalias para adentrarnos juntos en el camino de la Unidad.
Misión compartida. ¿Unidos o hundidos?
Mª Paz López Santos
Mª Paz López Santos
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Misión compartida ¿Unidos o hundidos? Laicos, monjes y pobres Mª Paz López Santos
Mª Paz López Santos Nació en el marco de la ciudad antigua de Cáceres, hoy Patrimonio de la Humanidad; aunque siempre ha residido en Madrid. Fue un 31 de diciembre, fecha que prepara para la fiesta y da paso al comienzo de algo nuevo. Las piedras centenarias y la fecha le han marcado para reconocer la herencia que van dejando quienes nos precedieron con la mirada puesta en un futuro que es mañana, abierta siempre a comenzar proyectos y a recibir las sorpresas que trae la vida. Después de algunos años de vida profesional en un ministerio y en la banca optó por dedicarse a la farándula, dando cuerpo a una intuición artística: las miniaturas de los códices antiguos le hicieron un guiño animándole a sacar esos bellos tesoros a la ornamentación. Y sentándose en posición scriptorium, se puso a pintar (www.pazsantos.com). En otro recodo del camino encontró una nueva senda creativa, inexplorada hasta aquel momento: escribir. No le gusta dar muchas explicaciones de su vida. Se define como mujer, esposa, madre de una hija y dos hijos, abuela de tres nietos, hermana, amiga, artesana del pincel y de la pluma… y en la Iglesia: «laica sin papeles».
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