74531 A vueltas con Dios by Ediciones Khaf GELV

Los rostros del mal Instituto U. Ciencias de las Religiones

Los rostros de Dios Santiago Montero (Coordinador)

La lógica del don FRANCESC TORRALBA

Los apócrifos posmodernos MIREN JUNKAL GUEVARA

A vueltas con Dios en tiempos complejos

«La religión en un mundo convulso, en muchos aspectos, pero que no puede olvidar el incuestionable encuentro del ser humano con Dios. Un tema de mucha actualidad y que el autor de este libro ha querido afrontar en unas conversaciones con un pensador, Gianni Vattimo, que hace de la inspiración religioso-política un puente de acercamiento a la sociedad actual, tratando de hacer que se olviden fundamentalismos e intransigencias. (…) enseguida se da uno cuenta de la importancia y actualidad del tema de este libro: la muerte de Dios y el retorno de la religión, la religión secularizada, pensar la religión desde la ontología de la actualidad… A todo esto se unirá una pedagogía magistral que sabe llegar (…) a la hondura de los misterios de Dios, siempre vivos en el corazón del hombre». Prólogo, Cardenal Carlos Amigo Vallejo, Arzobispo Emérito de Sevilla

(Conversaciones con G. Vattimo)

A vueltas con Dios en tiempos complejos

«Quizás sea el tiempo de narrar historias (…) de la presencia de un Misterio que nos ilumina en la noche del desierto y que nos consuela en la dura marcha bajo el sol de mediodía».

José Miguel Núñez

A vueltas con Dios

en tiempos complejos

José Miguel Núñez

Conversaciones con G. Vattimo

cinco años en Roma, donde ejerce como

José Miguel Núñez

Es extremeño (Mérida), tiene 49 años y es salesiano sacerdote. Reside desde hace Consejero General para Europa Oeste de la Congregación Salesiana desde 2008. Ha sido Inspector Provincial de Andalucía, Canarias y Extremadura (2006-2008). Ha trabajado durante años en la Pastoral Juvenil (2000-2006) y en la Formación de los salesianos (1994-2000). Doctor en Teología Dogmática (UPS, Roma, 1995); licenciado en Filosofía (Universidad de Granada, 1995) y doctor en Filosofía (Doctorado Europeo en la Universidad Hispalense, Sevilla, 2010). Autor de la Tesis doctoral de Teología Pascha Passio – Pascha Transitus.

José Miguel Núñez

A vueltas con Dios en tiempos complejos

Aportación al dogma cristológico en las Iglesias de Hispania entre los siglos IV-VII (1995) y de la Tesis doctoral de Filosofía Dios en la debilidad. Pensar la religión desde la ontología de la actualidad de G. Vattimo (2010). Algunas publicaciones recientes: ¿Quién decís que soy yo? Catequesis cristológicas (Madrid, 2001); ¿Qué es creer? La fe contada a los jóvenes (Madrid, 2003); Rasgos para una espiritualidad juvenil (Madrid, 2005); Por los caminos de Jesús. Relatos sobre el Reino (Madrid, 2010); 100 palabras al oído (Madrid, 2012).

JOSÉ MIGUEL NÚÑEZ

> colección Expresar Religioso

A VUELTAS CON DIOS EN TIEMPOS COMPLEJOS Conversaciones con G. Vattimo

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A Juana Mari, que le puso nombre a Dios cuando yo solo era un ni帽o y me inici贸 en la experiencia religiosa.

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A vueltas con Dios en tiempos complejos Conversaciones con G. Vattimo

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dirección editorial Juan Pedro Castellano edición Isabel Izquierdo dirección de arte Departamento de imagen y diseño GELV diseño de colección Mariano Sarmiento impresión Edelvives Talleres Gráficos. Certificado ISO 9001 Impreso en Zaragoza, España depósito legal: Z 1157-2013

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970 / 932720447).

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«En el principio ya existía la Palabra… Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros…». (Jn 1,1.14)

«El ser que puede ser entendido es lenguaje». (H. G. Gadamer)

«Yo no podría ser un filósofo hermenéutico o pragmático sin ser un cristiano». (G. Vattimo)

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PRÓLOGO Carlos Amigo Vallejo Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla

Primero fue la modernidad y, después, como no podía ser menos, llegaría la posmodernidad, empeñada en arrancar cualquier raíz del pasado y eliminar responsabilidades hacia el futuro, dejando el presente a la intemperie y vacío. La intención era tan absurda como desproporcionada y altanera. Nada le debemos al pasado y no queremos deberes respecto al futuro. Hagamos un presente sin lastres que mantener, ni compromisos con la historia del mañana. Como es fácil de suponer, tan disparatados y presuntuosos dislates no tuvieron otra repercusión que la de unos discursos tan altisonantes como hueros, y en los que la reflexión y el pensamiento quedaban, no malparados, sino simplemente excluidos en aras de utópicos sentimientos. Ni siquiera se podía hablar de unas actitudes, pues ello supondría reconocer cierta presencia en el campo de las ideas y de inexistentes proyectos a realizar. Era una especie de anarquismo ideológico sin ideas. Es lo que vino a llamarse la desgana posmoderna. Tendencias y movimientos no es que desaparecieran, es que nunca se les pudo considerar como capítulo destacable en

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la historia de la filosofía. En el mejor de los casos, como un apéndice y consecuencia de la degradación del pensamiento y de la falta de auténticos intelectuales que supieran dar importancia a la teoría y al concepto, huyendo de pragmatismos positivistas que recogieran las peores páginas del nihilismo. En cambio, fueron tomando posiciones el relativismo y un laicismo agresivo, no tanto de carácter antirreligioso, sino con todo aquello que pudiere significar apertura a la trascendencia. Por otra parte, y es una paradoja casi histórica, crece el interés por lo religioso, no exento de prejuicios e intenciones demoledoras sobre la religión y, por supuesto, anunciando la muerte de Dios. De antiguo viene la cuestión de las relaciones y las supuestas contradicciones entre la razón y la fe. También la necesidad de abrir un ineludible y permanente diálogo entre la filosofía y la teología, entre el pensamiento y la fe bíblica. No solamente tenían que aceptar la necesaria y recíproca influencia, sino acercarse a las grandes corrientes del pensamiento y a las tradiciones religiosas que ha vivido la humanidad. Esta relación, intercambio y encuentro no podía quedar en un simple entretenimiento dialéctico, sino llegar a un auténtico compromiso cultural con la sociedad. En un ambiente más dominado por el pragmatismo de la tecnología que por la investigación científica, solamente lo empírico y positivo tiene garantía de credibilidad. La ciencia se reduce al dato y el pensamiento poco menos que a ser un instrumento para producciones literarias y tertulias eruditas. En alguna época de la historia ocurrió lo mismo pero al revés: la filosofía condicionaba pensamientos y conductas. De

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aquel imperio de la filosofía se pasó a la revolución de unas ideas, que eran como signos de luces intermitentes que se apagaban y encendían según el interés de los mecenas o de los ideólogos. Cada cual quería poner su ley y hacerlo con carácter de universalidad. Ni la filosofía puede sustituir a la ciencia, ni la ciencia positiva arrogarse el monopolio de la verdad. La ciencia tiene su campo y su metodología. También la filosofía. Los métodos pueden ser diferentes, pero si no se dirigen todos en favor de un conocimiento completo sobre el ser humano, su valor y su dignidad, las buenas intenciones quedarán truncadas por el equivocado afán de querer poner límites a los amplios horizontes y posibilidades del conocimiento humano. De todo ello venimos al convencimiento de la necesidad de la filosofía, del razonamiento, de la teoría y del concepto. Como decía Benedicto XVI a los profesores universitarios, en junio de 2008, es urgente la reactivación del estudio de la filosofía en las universidades y en las escuelas, como algo insustituible dentro del mundo académico y cultural. Tema siempre actual es el de la relación entre la filosofía y la teología, conjugarlas entre sí y con otras ciencias. En este aspecto, es muy importante tener en cuenta lo que dijera Benedicto XVI: «La filosofía y la teología pueden dar una importante contribución a esta cuestión fundamentalmente epistemológica, por ejemplo, ayudando a las ciencias empíricas a reconocer la diferencia entre la incapacidad matemática de predecir ciertos acontecimientos y la validez del principio de causalidad, o entre el indeterminismo científico o contingencia (casualidad) y la causalidad a nivel filosófico, o más radicalmente entre la evolución como origen de una

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sucesión en el espacio y en el tiempo, y la creación como origen último del ser participado en el Ser esencial» (A la Academia Pontificia de Ciencias, 6-11-06). Filosofía y teología son inseparables, pero cada una tiene su cometido y su propia identidad, sin confusión ni separación, pero sabiendo que la fuente del conocimiento es el Verbo de Dios que inspira la mente humana y ofrece el conocimiento de la verdad revelada en la Sagrada Escritura. Teniendo en cuenta, como oportunamente dijera Benedicto XVI, no caer en el peligro del positivismo, por parte de la filosofía, ni que la teología quede confinada al ámbito de lo privado. El diálogo entre filosofía, teología y todas las demás ciencias es inaplazable, pues no solamente se necesita de la reflexión sino también de unos sólidos principios éticos de comportamiento. José Miguel Núñez Moreno, que une su condición de pensador y de teólogo al interés por esta línea de relación y diálogo entre ciencia, pensamiento y fe, ha querido adentrarse en un tema tan importante como es el de la religión en un mundo convulso, en muchos aspectos, pero que no puede olvidar el incuestionable encuentro de la persona con Dios. Un tema de mucha actualidad y que el autor de este libro ha querido afrontar en unas conversaciones con un pensador, Gianni Vattimo, que hace de la inspiración religioso-política un puente de acercamiento a la sociedad actual, tratando de hacer que se olviden fundamentalismos e intransigencias. Desde las primeras páginas, enseguida se da uno cuenta de la importancia y actualidad del tema de este libro: la muerte de Dios y el retorno de la religión, la religión secularizada,

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pensar la religión desde la ontología de la actualidad… A todo esto se unirá una pedagogía magistral que sabe llegar, sin la más mínima concesión a la superficialidad, a la hondura de los misterios de Dios, siempre vivos en el corazón del ser humano.

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INTRODUCCIÓN

En el lejano año de 1972 se tradujo al español uno de los libros del teólogo alemán Heinz Zahrnt. En la facultad de teología tuve que estudiar parte de su contenido. Su título en español era A vueltas con Dios. Y esa expresión me ha rondado insistentemente la cabeza durante estos últimos meses. Sabemos que corrientes secularistas del siglo xx profetizaron el fin de la religión para los inicios del siglo xxi. Y ya hemos comprobado que no acertaron en su delirio profético. Los autores de la New Age, con su repudio del racionalismo y su búsqueda ansiosa de equilibrio interior, nos hablan insistentemente de espiritualidad y meditación, de trascendencia e iluminación, de Dios y de espíritu. Y no parece que las grandes religiones históricas vayan a desaparecer por ahora. El fenómeno religioso sigue ahí exigiendo, al menos, análisis e interpretación. Todavía me sorprende que a autores contemporáneos en el ámbito del pensamiento posmoderno, marcado por el politeísmo y el agnosticismo, por la muerte filosófica y social de Dios, se les ocurra hablar positivamente de religión, incluso que algunos de ellos deseen salvar al cristianismo. O dicho de otra forma, que se empeñen en seguir «a vueltas con Dios».

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La razón se ha hecho más humilde y los argumentos fuertes se han debilitado, abriendo espacios a los pequeños relatos que narran una cotidianidad que se ha hecho más amable, aunque fuera haga mucho frío. Que retorna la religión en este tiempo de complejidad no es solo una percepción personal. Y ha despertado el interés de este observador de la realidad que desea encontrar espacios de diálogo e interpretación que iluminen —siquiera de forma tenue— la opacidad de la existencia en tiempos de especial penumbra. Y si nuestra lectura es acertada será bueno detectar los indicadores que apuntan hacia una hipótesis del retorno de lo religioso que, para muchos, ha dejado de ser excesiva. En efecto, creo que la proclama moderna de la muerte de Dios y la secularización han abierto, paradójicamente, un nuevo espacio para la religión en nuestra cultura occidental. Una nueva racionalidad deja sitio para la pregunta sobre Dios sin los prejuicios modernos, y retorna una experiencia conocida porque es proveniente de la concepción hebraico-cristiana cuya herencia ha forjado nuestra civilización, por mucho que esta ya no se profese cristiana o se considere explícitamente laica. Aunque quizás sea mejor decir en nuestro caso no tanto que retorna la religión cuanto que la filosofía (o al menos una parte del pensamiento actual) parece interesarse de nuevo por ella, poniendo así de relieve la laicidad positiva como rasgo característico de la modernidad. ¿POR QUÉ G. VATTIMO? ¿Por qué Gianni Vattimo? La religión es uno de los argumentos que Vattimo desarrolla abundantemente en sus

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últimos escritos y al análisis del fenómeno de este «retorno» le dedica numerosas reflexiones. De hecho, para el profesor italiano, el hecho de que la filosofía vuelva a mostrar interés por la religión está vinculado, entre otros motivos, a la desaparición de las razones fuertes del ateísmo filosófico tras el declinar de los grandes metarrelatos. Para el autor, en el devenir de la historia, el cansancio de la modernidad trajo consigo la disolución de las teorías filosóficas que pensaban haber liquidado la religión (el cientifismo positivista, el historicismo hegeliano y, después, marxista) y por eso es posible afirmar que «hoy ya no hay razones filosóficas fuertes y plausibles para ser ateo o, en todo caso, para rechazar la religión»1. Como consecuencia de su proceso filosófico, en la segunda parte de la década de los noventa, Vattimo se manifiesta convencido de que, junto a la incontestable renovada vitalidad y actualidad de la religión, es necesario pedir a la filosofía que no permanezca ajena a esta «vuelta» de los hombres y mujeres de nuestro tiempo a la escucha de lo religioso. Tal sensibilidad nos parece un terreno lo suficientemente interesante como para prestar atención a su propuesta e interaccionar con su pensamiento desde la perspectiva del cristianismo que dice re-encontrar, con vocación kenótica, siempre encarnado y atento a la sensibilidad cultural de nuestro tiempo. Hemos querido entablar un diálogo filosófico con Vattimo para acercarnos a su propuesta y, desde una perspectiva crítica, pensar la religión en esta tarda modernidad en transición. No hemos querido buscar la «plausibilidad filosófica y contextual», como tantas otras veces ha pretendido el diálogo de la religión con la filosofía. No necesita la experiencia religiosa

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defenderse de una razón poderosa, beligerante y violenta que ha marcado, como en otro tiempo, un único camino hasta el ser. La razón posmetafísica encuentra otras veredas ocultas en el bosque de la realidad y en ellas descubre otras posibilidades y otros límites. Y aunque se sabe débil, no hay miedo a pensar. Ni a sentir. Hemos querido solo suscitar la conversación ante un tema —la religión en tiempos de posmodernidad— que nos da que hablar. La nuestra es justo eso, una interpretación balbuceante dispuesta a ser, a su vez, interpretada. Este ha sido el hilo conductor de nuestra reflexión. Hemos tomado el punto de partida para nuestro trabajo en las obras de transición de Vattimo hacia el re-descubrimiento de una nueva racionalidad religiosa desde los planteamientos de su propuesta de la ontología de la actualidad. En esta mirada de la cultura contemporánea a la religión, el filósofo descubre que en la conciencia de la proveniencia de la experiencia religiosa actual se desvela como esencial el mismo hecho de retornar. Superando el escepticismo a ultranza frente a la razón que no renuncia a pensar, aunque conocedora de su límite —la caridad— y huidiza ante argumentos absolutos, fundantes y definitivos, el llamado «pensamiento débil» (matizado y superado en su versión light) no abandona la pretensión de interpretar la llamada del ser en esta época posmetafísica en el proceso secularizador de Occidente después de haberse topado con su destino: el nihilismo. La lectura vattimiana de Heidegger y Nietzsche es sugerente y nos ha conducido hacia el intento de liberar al ser de las concepciones esenciales que lo atenazan para poder prestar más atención a su evento y re-pensar a Dios después de la

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muerte de Dios. La positividad con la que Vattimo afronta los contenidos de la experiencia religiosa (creaturalidad, postura ante la muerte y el dolor, la plegaria...) es un acicate para la reflexión religiosa. ALGUNAS INDICACIONES PARA EL CAMINO Aún una palabra en primera persona. Desde mi experiencia creyente, me sitúo en la frontera del pensar filosófico y de la búsqueda teológica, acaso caminos todavía practicables para no olvidar que el ser es evento y revelación. Siempre en éxodo, también la teología (una hermenéutica dispuesta siempre a ulteriores interpretaciones) se sitúa en la frontera para buscar —con humildad— nuevas veredas para el encuentro con la cultura. Nuestra reflexión, sin pretensiones de ser exhaustiva, desde el punto de vista metodológico se desarrolla en dos partes. La primera de ellas comprende los primeros cuatro capítulos y constituye una propuesta sintética de los cuatro temas que nos han parecido clave de cara a nuestro estudio: el retorno de la religión en la cultura contemporánea, la experiencia religiosa en esta tarda modernidad, el concepto de Dios tras la distorsión de la metafísica y el sentido de «creer» en esta nueva racionalidad. El capítulo cinco recoge nuestras conclusiones en una propuesta sistemática de lo que entendemos que, en diálogo crítico y franco con el autor, puede suponer el retorno de lo religioso en la cultura actual y en el pensamiento filosófico desde una confrontación con el cristianismo proveniente al que apela también Vattimo.

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DECLARACIÓN DE INTENCIONES

En 1893, el filósofo francés Maurice Blondel defendía su tesis doctoral en la Universidad de La Sorbonne en París. El tema de su tesis, titulada L’Action, era el problema del sentido de la existencia y del obrar respecto a las exigencias del ser humano y de las promesas del cristianismo. Más allá del contenido de su propuesta, naturalmente deudora de la razón moderna, Blondel tiene el mérito de plantear a finales del xix no una apología del cristianismo ni una filosofía de la religión, sino una auténtica «apologética filosófica», es decir, traza una vereda desde la filosofía inmanente pensando la religión hasta vislumbrar la experiencia creyente, pasando por los vericuetos de la existencia humana que experimenta una fisura abierta (Vattimo habla de «herida abierta») entre la «volontè voulante» y la «volontè voulue». El hecho es que sus colegas de La Sorbone desconfiaron de él porque veían excesiva su hipótesis y, aunque su tesis no daba por supuesto nada ni sobrepasaba los límites de la estricta filosofía, lo tacharon de poco filosófico al querer trazar puentes con la experiencia creyente, argumentando en nombre de la razón que la religión no tenía sitio en el edificio del pensamiento. Al mismo tiempo, los teólogos católicos neoescolásticos de la época lo tildaron de modernista y despreciaron su aportación por ser demasiado inmanente y fuera de los cánones de la habitual filosofía metafísica que había fungido siempre como ancilla theologiae. Y así, denostado por unos y despreciado por otros, Blondel marcó el inicio de la nueva teología fundamental de la que bien podríamos decir que es el padre. Su recuerdo en estas

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páginas es una buena excusa para completar cuanto decíamos al inicio de esta presentación argumentando la necesidad de abrir nuevos discursos que nos den que hablar, y que permitan el encuentro en la plaza pública del pensar y del vivir humanos con la experiencia religiosa en tiempos de pluralismo y secularización. Superada la razón decimonónica, espero que a nadie le importe. Mucho más modestamente y sin pretensiones de tan largo alcance, nos hemos propuesto, con nuestro trabajo, bajar a la arena de la filosofía y dialogar con G. Vattimo para hacer emerger una reflexión crítica —y modesta— afrontando algunos de los retos que la cultura emergente plantea a la experiencia religiosa y, más concretamente, a la fe en el Dios de la tradición hebraico-cristiana. No nos cabe la menor duda de haber encontrado un espacio en el que poder hablar de religión desde el pensar filosófico que «siempre ha de estar entrelazado con la vida»2. No se han encontrado las armas de destrucción masiva que justificasen la violencia extrema ante la amenaza del terrorismo mundial (aunque el terrorismo sea condenable en cualquier caso). Como no hemos encontrado las razones fuertes que justificasen una intervención violenta sobre la violencia del pretendido terrorismo metafísico. Hay solo ironía y distorsión. Hoy el mundo es como es. Consecuencia de lo que fue. Proveniencia. Pero al llegar al ocaso, nos damos cuenta de que este largo éxodo hacia una tierra nueva por el desierto del pensamiento débil nos ha hecho más humildes, más libres, más vulnerables. Sin huir de la realidad y de su inevitable ambigüedad, sin nostalgias de la omnipotencia de la razón moderna, quizás sea

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tiempo ya de escuchar viejos relatos de una Presencia que no se impone, de un Misterio que ilumina pudorosamente la noche y que alienta nuestra marcha bajo el sol del desierto. Quizás podamos así recomponer nuestros compromisos éticos, reconocer y acoger la humanidad del otro, abrir senderos en la jungla de la complejidad actual, mientras seguimos por el camino «a vueltas con Dios». Notas 20

Creer que se cree, pág. 22. Y es que, a decir de Vattimo, en esta tarda modernidad, «si la filosofía se entiende en un sentido actual o militante, y no solo se le adscribe un cometido histórico-arqueológico, debe pasar a través del encuentro y desencuentro con la religión, entrar en confrontación con ella»: T. Oñate, El retorno griego de lo divino en la postmodernidad, Alderabán, Madrid, 2000, pág. 217. 2 Non essere Dio, pág. 126. 1

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