7 minute read
Métodos para administrar riesgos
El factor de efectividad E, tiene este sentido de valoración: — Para un control estimado del 100% será E = 1. — Para un control estimado al 50% será E = 0,5. — Para un control nulo, sin efectividad, será E = 0.
Todo esto resulta de gran utilidad para la gerencia de riesgos, ya que permite comparar distintas alternativas de control del riesgo apreciando la justificación mayor o menor de cada una de ellas. Es la experiencia la que nos permite obtener una graduación adecuada de los valores J en cada empresa. No obstante, con carácter general se admite como plenamente justificadas las medidas que dan para J un valor superior a 20, y de dudosa justificación los valores inferiores a 10, de acuerdo con el método de evaluación matemática de William T. Fine.
Advertisement
MÉTODOS PARA ADMINISTRAR RIESGOS
En este momento debemos enfrentamos a una importante toma de decisiones, puesto que se trata de plantearnos cuál será la mejor solución que deberá ser adoptada para evitar las pérdidas que pudieran presentarse con los diferentes riesgos ya identificados y evaluados.
Tenemos varias alternativas, que sucesivamente y de forma breve co- mentaremos.
Eliminar
La eliminación de los riesgos, presentes e identificados en la empresa, es una posibilidad poco probable.
Si bien es cierto que no resulta una alternativa que pueda utilizarse con frecuencia ante riesgos con un carácter genérico, porque la única manera de evitar todos los riesgos de una empresa es dejar de ser empresa, la única forma de no tener accidentes de aviación es no volar, la única manera de que no se incendie nuestra propiedad es no tenerla, y así sucesivamente, no obstante contemplamos esta posibilidad porque hay ocasiones concretas en que, de forma parcial, los riesgos pueden ser evitados.
Cuando la fabricación de un artículo o producto concreto, que lleva implícitos unos riesgos puros, nos proporciona unas pérdidas de tal natu- raleza que compromete todas las posibles ganancias por las que fue concebido, y eso es todo lo que puede esperarse para el futuro, está claro que deberá plantearse su eliminación como método alternativo.
Reiteramos, por tanto, que desde el punto de vista técnico la elimina- ción del riesgo es una posibilidad esporádica, ya que la empresa no existe sin riesgos por ser éstos inherentes al trabajo. Y aunque sea utilizada la terminología de eliminar el riesgo en conversaciones intrascendentes, de ningún modo puede admitirse cuando se trata de intervenciones que se supone llevan implícito un cierto rigor técnico. En el límite, lo más absurdo resulta cuando, ya sea por consenso (convenio) o por obligación (legal), se persigue la meta de eliminar los riesgos, porque no es ni tan siquiera una utopía: es el simple error de no entender la diferencia entre eliminar accidentes y eliminar el riesgo (posibilidad) de accidentes en la empresa.
Recordaremos, finalmente, que no debe confundirse la prevención de riesgos con la eliminación de riesgos. La prevención es una actitud ante el riesgo y la eliminación es un método de administrar riesgos.
Tolerar
El método de tolerar, consentir, aceptar o mantener, implicar correr con ciertos riesgos de forma consciente tras un buen trabajo de análisis de decisiones por parte de la gerencia.
Significa que éste método resulta difícilmente aplicable con responsa- bilidad sin una rigurosa evaluación del riesgo.
Normalmente las decisiones de tolerar recaen en riesgos con muy bajos valores de gravedad, lo que equivale a decir que las pérdidas potenciales pueden causar pocos problemas, y que el grado de corrección necesario daría lugar a unos costes desproporcionados en relación a aquellas conse- cuencias.
El mantenimiento de este método ante ciertos riesgos hace necesaria una permanente y total atención a los parámetros de probabilidad de que existan pérdidas, tiempos de exposición o presencia de esos riesgos y posibles consecuencias. Cualquier variación sustancial en estos factores puede aconsejar una decisión diferente a la de tolerar el riesgo.
Tener asumido un riesgo de forma voluntaria es, por tanto, una herra- mienta posible del administrador o gerente de riesgos, pero lo que no puede admitirse es la presencia del riesgo de una forma inconsciente o inadvertida. El "yo no sabía", "no lo había pensado", "no había contem- plado esa posibilidad", es la justificación ante el resultado del riesgo incontrolado: perder.
En ocasiones puede ser aplicada una variante a este método. Es la que
Figura 8. Métodos para administrar riesgos.
podríamos llamar "seguro propio" o retención de fondos para absorber las pérdidas si éstas aparecen. Puede tener su justificación en casos conta- dos para una determinada empresa o sociedad.
De todas formas, sería conveniente que antes de decidir el método se tuviesen en cuenta estas reglas: 1) No arriesgar más de lo que pueda permitirse perder. 2) No arriesgar mucho a cambio de poco. 3) No decidir sin considerar las probabilidades.
Son reglas básicas de comportamiento, derivadas de lo único "seguro" que tiene el riesgo: su incertidumbre.
Transferir
La forma más común de transferencia de riesgos es el contrato de seguro, aunque también existe la posibilidad sin seguros, como son las firmas individuales de compromiso.
Para muchos responsables y directivos de empresa, poco sensibilizados por la prevención a juzgar por su actitud ante los riesgos, la solución de transferir el riesgo ha sido la única metodología que se han planteado. Cualquier alternativa que se les pudiera brindar para hacer frente a los riesgos podía chocar con esta respuesta: ¡si ya estamos asegurados!
Esta posición subsiste por el desconocimiento de que, normalmente, es la forma más cara de gestionar un riesgo, considerada aisladamente; independientemente de que el seguro no evita la consecuencia, aunque puede paliar en muchos casos la gravedad de las mismas. Esta afirmación es válida cuando consideramos el seguro con una finalidad o prestación estrictamente económica.
La transferencia del riesgo es indispensable en muchas ocasiones (hasta obligatoria a veces) porque son muy escasas las posibilidades de aplica- ción del método de eliminar los riesgos (si fuese generalizada esa posibili- dad mal futuro auguraríamos a los aseguradores, porque "sin riesgo no hay seguro") y porque tolerarlos, como ya hemos visto, es una solución muy limitada. Además, no todas las medidas de control a nuestro alcance son eficaces al ciento por ciento.
Es un método a considerar, pero es una solución cara, como ya hemos dicho. Y lo será tanto más cuanto mayor sea el grado de gravedad del riesgo. De ahí la conveniencia de actuar simultáneamente con otros métodos, en busca de la mayor rentabilidad del conjunto de acciones.
Son típicos riesgos transferibles los propios de fenómenos naturales (catástrofes), los de vida y responsabilidad civil.
Así las cosas, no cabe duda de que la mejor manera de enfocar la administración de riesgos es bajo el prisma de una gerencia o dirección de riesgos, que tenga la responsabilidad de aplicación de los diferentes métodos y de mejorar paulatinamente la financiación de los riesgos, haciendo el mejor uso posible del capital o presupuesto disponible.
Es de esperar que, de esta forma: — Se cuidarán las estadísticas de pérdidas y análisis de las mismas. — Se revisarán los seguros y sus condiciones en períodos adecuados. — Será analizado el coste de los riesgos y medidas que se adoptan. — Se cubrirá con el seguro los riesgos con insuficiente grado de posible control y alta gravedad.
Tratar
La prevención de riesgos y consiguiente reducción de pérdidas es el método más eficaz de administrar los riesgos. Consiste en adoptar los medios y los sistemas para tener un adecuado control de riesgos.
La gestión profesional de seguridad e higiene en el trabajo es el sistema que ha de dar adecuada respuesta a la gerencia de riesgos para el trata- miento de los riesgos de accidentes de trabajo y enfermedad profesional.
La planificación, organización, dirección y control, así como las corres- pondientes actividades asociadas a cada una de esas funciones, tienen su aplicación práctica en el desarrollo del método de tratar los riesgos donde, de forma específica, se incluyen las técnicas, que estudiamos individual- mente en sucesivos capítulos, para el tratamiento de los riesgos de acci- dente y enfermedad profesional. Son las técnicas de seguridad, higiene industrial, gestión y prevención de pérdidas en general.
De acuerdo con las curvas de riesgo de la figura 9, en función de la frecuencia y gravedad puede deducirse que hay una zona de alta frecuen- cia y moderada gravedad en la que mayoritariamente se practica el tratamiento de riesgos. Una zona intermedia simultanea el tratamiento con la transferencia de riesgos. Y es en la zona de mayor gravedad y más baja frecuencia donde predomina el aseguramiento. Cada empresa, lógi- camente, establece sus propios límites.
Figura 9. Curvas de riesgo.