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Evaluación

dos eficazmente no nos proporcionarán pérdidas pero que si no actua- mos con ellos adecuadamente pueden llegar, incluso, a comprometer la vida de la empresa y/o de su gente.

El estudio de la relación de agentes nos ha de permitir saber, por tanto, si estamos ante riesgos posibles como los de la figura 4.

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Naturalmente que la relación de riesgos puros identificados ha de variar en función de cada empresa concreta, y también puede extenderse el nivel de descripción de los mismos. Así, en accidentes puede hablarse de los de trabajo propiamente dicho, de los de circulación durante el trabajo, de los de ida y regreso al trabajo; en enfermedades profesionales pode- mos referirnos a riesgos más concretos, como la silicosis, sordera profesio- nal, saturnismo, asbestosis, etc.

Figura 4. Riesgos puros en el trabajo.

Finalmente, en ese proceso de identificación podemos referirnos tam- bién a las consecuencias a que puede dar lugar cada uno de los riesgos puros. Consecuencias que serán siempre pérdidas: — Para las personas (lesiones, enfermedad, fatiga, insatisfacción). — Para la propiedad (en bienes muebles e inmuebles). — Para el proceso (tiempos perdidos, calidad deteriorada).

EVALUACIÓN

La evaluación consiste en determinar o valorar la gravedad y la probabili- dad de que existan pérdidas como consecuencia de los riesgos identifica- dos. Habrá que definir, por tanto, la probabilidad de que suceda una pérdida derivada de cada riesgo, qué gravedad o cantidad puede costar dicha pérdida y, naturalmente, pensar en los posibles recursos para hacer frente a esas pérdidas.

Figura 5. Proceso en /a administración de riesgos.

La identificación y la evaluación son, como puede apreciarse en la figura 5, el fundamento de la administración de riesgos.

Podemos estimar la gravedad del riesgo por métodos tan simples como el A, B, C, que los clasifica en altos, moderados y bajos. Entendiendo por altos aquellos riesgos que puedan ocasionar problemas, financieros o de otra índole, muy grandes para la empresa y/o la familia afectada.

Una clasificación de ese orden podría ser la siguiente:

Gravedad A (alta), la que potencialmente puede dar lugar a lesiones o enfermedades susceptibles de originar incapacidades permanentes (per- manentes no invalidantes, parciales, totales, absolutas, grandes inválidos), muertes y/o pérdidas materiales muy graves. 2) Gravedad B (moderada), la que potencialmente puede dar lugar a lesiones o enfermedades susceptibles de originar incapacidades laborales transitorias y/o pérdidas materiales graves. 3) Gravedad C (baja), la que potencialmente puede dar lugar a lesiones

o enfermedades susceptibles de originar pérdidas de tiempo para curas inferiores a un día o jornada y/o pérdidas materiales leves.

Cada empresa debe definir las referencias, en cuanto a niveles de gravedad de pérdidas materiales, en función de sus posibilidades financie- ras absolutas y relativas.

Otro método para determinar la gravedad o magnitud del riesgo consis- te en el cálculo del siguiente producto: Probabilidad de que existan pérdidas, por el tiempo de exposición o presencia del riesgo con posibili- dad de originar pérdidas, por las consecuencias potenciales del suceso. Figura 6.

Se suele utilizar este método mediante la aplicación de tablas que nos dan los límites superior e inferior de cada factor (y sus tramos intermedios) en función del criterio de valoración de quien aplica el método, o del que haya sido establecido en cada organización.

Figura 6. Gravedad del riesgo.

Pueden obtenerse de esta manera valores de R que nos indicarán: — Si procede parar el trabajo, por ser un riesgo muy alto. — Si el riesgo requiere medidas de control inmediato. — Si es un riesgo moderado, pero que requiere alguna corrección. — Si es adecuada una cierta atención, por ser posible la pérdida. — Si es posible aceptar el riesgo en el estado actual.

Todo ello de acuerdo con la escala de valores preconcebida.

También es factible calcular la justificación de las medidas de control del riesgo, en función directa de la gravedad del riesgo y del grado de control que se conseguiría, teniendo en cuenta además el coste de las medidas de control. En la figura 7, se indica la expresión matemática que liga el coste de los factores que intervienen en el riesgo.

Figura 7. Justificación del coste de control del riesgo.

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