BAIONA La pesca, hoy _____________________________
LUIS ALBERTO REY LAMA
Bibliografía “OS CARINGA. SAGA DE PESCADORES DE BAIONA”, y “BAIONA. LOS GOCE… Y LOS DENIS”, de Luis Alberto Rey Lama. Cofradía de Pescadores “La Anunciada” BAIONA.
“Faro de Vigo” “La Voz de Galicia”
INPESCA, S.A.
Astilleros de Murueta, S.A.
Luis Alberto Rey Lama, junio de 2021 Diseño de Cubierta: Carlos Veiga Corrector de texto: Rubén Rey Primera Edición: junio de 2021 Editorial PICA Galicia
¡Gracias, muchas gracias! a la noble gente de la mar, que con enorme paciencia y amor a la pesca, escribió estas páginas conmigo.
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A la Baiona profunda, que sabe de pesca más que nadie… y a la Baiona joven, que debe conocer lo que es y ha sido siempre la pesca en la villa. ____________________________
INTRODUCCIÓN -------------------Que Baiona ha sido en el pasado una villa marinera, nadie lo va a poner en duda. Con más o menos incidencia en la vida del pueblo, dependiendo de qué épocas, la pesca ha permanecido a lo largo de los siglos de forma natural en el día a día de sus vecinos, que fueron pescadores desde siempre. Lugar elegido para asentamiento de suevos, visigodos, romanos, árabes… fortaleza militar, residencia de reyes y príncipes, territorio de condes y marqueses asediado por piratas y conquistadores… bahía de amparo y encuentro de La Pinta en su regreso del Descubrimiento… conquista temporal del rey Enrique I de Portugal… dominio de Pedro Madruga por corto tiempo… objeto de mil leyendas… puerto principal del comercio marítimo… Pero el valioso enclave militar que había sido Monte Boi durante siglos, se acabaría en 1859 por orden del reino. Y con el final de su situación estratégica, se perdieron todos los apoyos de la corona, los privilegios que gozaban, la exclusiva del movimiento marítimo comercial por el sur de Galicia, el emplazamiento de los militares en la fortaleza con la actividad que promovían… A los paisanos del pueblo, con esta grave ruptura, sólo les quedaba la pesca como única arma para sobrevivir a la enorme crisis provocada a finales del siglo XIX por el abandono real. Baiona ha contado siempre con agricultura de autoconsumo, ganadería en ocasiones, algo de turismo de Balneario desde finales del siglo XIX, dos pequeños astilleros, fábricas de conservas, aserradero… y la fuente vital de su economía, la pesca. Con la inauguración del Parador Nacional Conde de Gondomar en 1968, Baiona se iría convirtiendo, casi sin percibirlo, en una villa turística… que iba sustituyendo, a pesar de las lamentaciones de muchos vecinos, al pueblo exclusivamente marinero que lo había sido durante un siglo. Se fueron acabando los pesqueros en la bahía, las lanchas, las gamelas… las pescantinas, las
redes por el pueblo, las ataderas… las trabajadoras de las conserveras… Aparecieron los yates, los barcos de recreo, las regatas… los pantalanes que cubren el mar de Baiona a ambos lados del muelle… ¿Qué fue de su pesca milenaria? ¿De los pescadores baioneses que ya lo eran de nacimiento? ¿Ha desaparecido todo? ¿Dónde están aquellos marineros tan valorados y de enorme prestigio en el litoral… y más allá? Gente poco informada como yo, piensa que Baiona ya no es un pueblo marinero, que los baioneses ya no son pescadores… que han abandonado las artes de la pesca heredadas siglo a siglo de sus ancestros… De la mano de algunos de ellos, de los de antes y de los de ahora, iremos charlando con calma para que nos cuenten verdades de la pesca de hoy en la villa. Hablaremos desde el sentimiento de vidas enteras entregadas a la mar, de experiencias pasadas por los mares del mundo, de realidades presentes tan distintas a las de antes… y de los grandes cambios que el mundo global ha infringido a la pesca. En las entrañables tertulias que disfrutaremos, ni se pretende sentar cátedra con sus comentarios, ni convertirlos en un documento histórico. Tan sólo, hablar de la pesca de Baiona del siglo XXI en un simple “tú a tú” con algunos de sus protagonistas.
ÍNDICE Página __________________________________________ I
Los orígenes ...................................................... 11
II
La “bajura” con Manrique… y sus antepasados ..... 23
III
De charla con un”panguero” ............................... 95
IV
Con “León”, del “palangre” al “cerco” ................ 142
V
Charlando con “Nando”, un “contra” .................. 240
VI
“Moncho”, un “panguero” jubilado .................... 291
VII
“Quin”, de camarero a patrón............................ 324
VIII
Con “Ardilla” por el mundo ................................ 405
IX
Reflexión ......................................................... 495 __________________
En la postal de Baiona, sellada en 1913, podemos ver los legendarios lanchones -pincheiras les llamaban-, fondeados en la playa de A Ribeira. En estas primitivas embarcaciones, salían los marineros baioneses a pescar por el litoral. A impulso de los remos y del viento favorable, recorrían la costa palmo a palmo en busca de pescado. Por entonces, esta parte de los muros del castillo estaba sin almenas, y el portalón de la derecha, hoy desaparecido, permitía a los pescadores refugiarse en el interior. Un frondoso pinar ocupa, también a la derecha, el espacio del actual “Monte-Real Club de Yates”.
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I. Los orígenes Desde tiempos inmemoriales, los marineros de Baiona salían a pescar a bordo de sus pincheiras por el litoral. Remando palada a palada, o a vela con viento favorable, recorrían palmo a palmo las aguas de As Estelas, de Oia, de As Cíes, de Cabo Silleiro, de A Concheira, de Os Farallóns, de Monte Ferro… A principios del siglo pasado, aún continuaban en aquellas legendarias embarcaciones con las más artesanales formas de pesca heredadas de sus ancestros. Fue a partir de principios de los años veinte, cuando empezaron a llegar a Baiona los primeros barcos a vapor, en los que embarcaban una veintena de hombres, a veces treinta, hasta cuarenta… los necesarios en cada caso para aupar a bordo los pesados aparejos repletos de sardinas, xurelos, caballa… Las míticas pincheiras, gobernadas habitualmente por trece hombres, doce a los remos y un timonel, pasaban a mejor vida, abandonadas para siempre después de siglos de pesca por la costa. Es entonces cuando los veteranos “lobos de mar” adaptan todos sus conocimientos -herencia trasmitida de padres a hijos a través del tiempo-, a las nuevas posibilidades que les brindan aquellas prodigiosas embarcaciones. Se inicia una larga singladura en los barcos de vapor, que darán un profundo cambio en las formas y costumbres tradicionales de los pescadores. Baiona comienza a forjar la que pronto sería -según ellos- la mejor flota pesquera de la Galicia Sur de la primera mitad del siglo. Un pionero en los nuevos tiempos, Policarpo Vilar Ochoa, “O Caringa”, modesto pescador, marinero de raza y de familia, deslumbra en los ambientes pesqueros por su talento y olfato natural para la mar. Su prestigio se extienda más allá de la bahía de Baiona, alcanzando la Ría de Vigo, las Rías Baixas y el resto de la costa gallega, y al mismo tiempo, va marcando el camino a sus paisanos en las novedosas artes de pesca. Nace con él una saga de pescadores, “Os Caringa”, que pasarán a la historia de la
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pesca de Baiona como los armadores y patrones más importantes de la villa en el siglo pasado. En 1925 llegaba a las aguas de nuestra bahía el primer barco a carbón, el “Wilson”, del gran pionero baionés “O Caringa”. Luego vendrían de su mano catorce más a lo largo del siglo, que dejarían su impronta en la historia de la pesca de la villa. Nombres que no olvidan los baioneses, a través de los muchos relatos que padres, abuelos, tíos… incluso bisabuelos, les han contado: “Policarpo Vilar”, “Clotilde Fernández” , “Ángel Vilar” -más conocido por “Fumanchú”-,“Jesús Vilar”, “Marta Elena”,
“Boer Nº 2”, “José Ángel”, “Nuevo José Ángel”, “Cruz de Almena” -primer barco de acero-, “Hermanos Fernández”…
Baiona, 1933. Policarpo Vilar Ochoa, “O Caringa”. (Baiona, 1879 /1953).
Con el desguace del “Nuevo José Ángel” -dicen que el mejor barco de madera de Baiona- en 1996, la prestigiosa saga de armadores finaliza su actividad, aunque los dos hermanos Policarpo y Ángel Ramón Vilar Rodríguez, nietos de “O Caringa”, todavía permanecerán como patrones en barcos ajenos hasta 2002 y 2010, años en que se jubilan después de cuarenta y siete y cuarenta años, absolutamente entregados a la pesca.
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En las décadas de los treinta y cuarenta se fue conformando la gran flota de Baiona. Aquellos destacados marineros, forjados en las rudimentarias pincheiras, herederos de las más antiguas artes de pesca, siguen los pasos de “O Caringa”, y comienzan a hacerse con barcos a vapor. José Nartallo, Joaquín Payo, Ventura Leyenda “O Canero”, Manuel Gesteira, los hermanos José y Ángel Rodal Álvarez, José Almuiña, Ulpiano Vilar Ochoa -hermano de “O Caringa”-, Maciel… son algunos de los destacados armadores que patronearon sus propios barcos. Sus nombres permanecen en la memoria de los baioneses, a pesar de que la mayoría de los marineros de entonces ya han fallecido. Pero su testimonio de vida ha pasado a la historia con viejas fotografías y emocionantes relatos a sus descendientes. Los “Espada” de Ramón Lojo, el “Xarrán”, el “Joaquín Vázquez”, el “Pepe Nartallo” y el “Cachalote” de los Nartallo, el “Miguel de Cervantes” de Ulpiano Vilar, el “Canero” y el “Ballenato” de “Os Caneros”, el “Maciel”, el “Generosa” y el “Castor Maciel” de los Maciel, el “Pinzón”, el “Erizana” y el “Titiño” de Florente Vázquez, el “Jacobito” de los Fontán, el “Cadilla” de Vicente Cadilla, el “Feluco” de los “Charlot”, los “Almuiña I y II”, el “Lola Calvo” y el ”José Almuiña” de los Almuiña, el “San Pelayo” de los “Guaches”, el “San Martiño de Arriba” de Isaac, el “Balcagia” de Tito Durán, el “Playa de Recati” de Tito Naveira, el “Leici” de Pablo Leyenda, el “Norita”, el “Monchito”, el “José”… Cientos de marineros de Baiona, de Baredo, de Baiña, de Belesar, de O Burgo, de Sabarís, de Oia… anduvieron embarcados en esta impresionante flota de barcos de madera; cientos de ataderas trabajaron en sus aparejos; los astilleros recibieron sus encargos y efectuaron cientos de reparaciones; las pescantinas acarrearon toneladas de peixe; transportistas, taxistas, hosteleros, cesteiros, constructores, conserveras, carpinteros, herreros, mecánicos… Aquellos auténticos héroes, “hombres de hierro en barcos de madera”, les decían en Terranova, se jugaban la vida cada día que salían a la mar. Durante setenta años, los pesqueros baioneses surcaron los mares del mundo, el Atlántico, el Cantábrico, el Mediterráneo… y pasaron toda clase de experiencias,
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desde naufragios -algunos con lamentables pérdidas- hasta apresamientos en las costas de África y Portugal. También dejaron faenas brillantes y lances históricos que han quedado retenidos en la memoria de la villa. Después de todos estos años de dura faena, los marineros de Baiona se ganaron un prestigio reconocido en el mundo de la pesca, que les valdría para ser muy apreciados en futuros embarques en Vigo y en el País Vasco.
Baiona, años treinta. El patrón de pesca Ventura Leyenda, “O Canero”, uno de los mejores de su tiempo. Fallecía en 1941, todavía joven, víctima de una grave enfermedad pulmonar.
Con todos ellos en la tarea, al mando de los mejores y más expertos patrones, la pesca proporcionó a Baiona una prosperidad que dinamizó a la villa en el camino del progreso. En las primeras épocas de los barcos de vapor, los baioneses empiezan a bajar por la costa portuguesa hasta Aveiro, a la pesca de la sardina “á ardora”. Eran las décadas de los años treinta, de los cuarenta… y faenaban sin descanso desde el mes de agosto hasta diciembre.
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Antes, en los primeros meses del año, salían a la campaña del bonito en el Cantábrico, y a veces llegaban hasta las costas de Irlanda. También iban “al arrastre” por los mares de Aveiro, y subían a las Rías Altas en busca de pescado y marisco variado, sobre todo robalo y langosta. En 1956, Florente Vázquez es el primer armador que instala la “sonda” eléctrica en uno de sus barcos, el “Erizana”. Adquirida en Portugal, y comprobada su eficacia, es imitado por Pepe “O Caringa”, José Almuiña, los Maciel, “Os Canero”… La mejoría resultó tan notable que las capturas se triplicaron, y además, el trabajo para los marineros se hizo más asequible, puesto que las “largadas” se efectuaban con plena seguridad.
Baiona, años cincuenta. El “Erizana”, del armador Florente Vázquez, con más de treinta marineros a bordo. Fue uno de los más famosos pesqueros de la villa.
A principios de los años sesenta, la flota comienza a acercarse a las costas de Marruecos y del Sahara español a la pesca de merluza “a la volanta”. Fue en esa época, entre mediados de los sesenta y los ochenta, cuando Baiona vivió unos años esplendorosos, los mejores de su historia. Había pescado en abundancia, y entró mucho dinero en la villa.
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En la crónica de “Faro de Vigo” sobre el gran acontecimiento, hay un pequeño error. El barco que en 1937 realizó un lance tan histórico como el de la presente noticia, fue el “Policarpo Vilar”, patroneado por su propietario, el mítico “lobo de mar”, “O Caringa”. En el “Jesús Vilar”, protagonista de esta captura, año 1962, iba de patrón su hijo, también Policarpo de nombre, que es al que entrevistan. (Archivo familia Vilar).
Pero en los años setenta, empiezan a surgir dificultades con los servicios de vigilancia de Portugal, de Marruecos y de Francia. Persiguen a las embarcaciones gallegas por aguas internacionales, las llevan a puerto, y les decomisan la pesca y los
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aparejos, incluso imponiéndoles fuertes sanciones, acusándolas de faenar en aguas jurisdiccionales. Los barcos franceses tenían altercados con la flota vasca a menudo, y comenzaron también con enfrentamientos con los gallegos. Más de una vez, los “bous” del país vecino se llevaron por delante los aparejos de nuestra flota. En 1978, el “Cruz de Almena”, pescando “al palangre de fondo” en las Islas Azores, está a punto de ser apresado por una patrullera portuguesa. Después de muchas gestiones, lo dejan en libertad con el compromiso de que su armador se presentase en Lisboa para aclarar la situación. Un año después, ese mismo pesquero es abordado por un barco de guerra marroquí y retenido durante doce días. Ese mismo día, había dieciocho barcos españoles detenidos en Agadir.
El “Cruz de Almena”, el segundo barco de acero de Baiona y el primer congelador (1965). El primero de hierro fue el “Generosa” de los Maciel (1963). “El “Cruz de Almena” solía faenar por Angola y Senegal “al arrastre”, en la captura de marisco. También comenzó a utilizar el “palangre de fondo” en Marruecos, en busca de mero, congrio, palometa roja, escarcho… (Archivo familia Vilar).
En 1982, comenzaron a juntarse dificultades de todo tipo, que acabarían con la bonanza de aquellas décadas prodigiosas. Convenios internacionales de pesca, subidas constantes del gasóleo, necesidad de licencias para acudir a los caladeros, cargas sociales de los marineros en aumento, ampliación a doscientas millas de las aguas jurisdiccionales de los países
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ribereños, nuevos impuestos… Se producen cambios demasiado bruscos en los tipos de pesca artesanal… Marruecos, paraíso de nuestras capturas durante tres décadas, se estaba acabando para la flota gallega. En Baiona, los “Caringa”, Moncho Maciel, los “Canero”, algunos de los Almuiña… anduvieron de patrones de sus propios barcos mientras pudieron. Su condición de propietarios y su gran pasión por la mar, dieron como fruto los mejores años de la pesca en la villa. Se vivieron tiempos esplendorosos, en los que se trabajó a destajo, con enormes esfuerzos, sin apenas descanso… pero se ganaba un buen dinero. Sin embargo, la lucha permanente por el reparto de los beneficios de la pesca entre marineros y armadores de Baiona a lo largo del pasado siglo, se convirtió en un debate histórico que ha quedado sin resolver. En los años setenta, los marineros, desesperanzados con el trato recibido -desacuerdo total en las liquidaciones-, comienzan a irse a los barcos de Vigo y a los atuneros vascos donde les pagaban mejor y, según ellos, con honradez. En Baiona, empezaron a escasear. Por otro lado, los armadores, sin descendencia marinera, se van deshaciendo de todos sus barcos. Sus hijos, educados en un bienestar que no tuvieron ellos, y tal vez aconsejados por sus madres, algunos también por sus padres, prefirieron estudiar, aprender otros oficios, prepararse para otros trabajos… La mar era excesivamente dura para los marineros de entonces -hoy no lo es tanto-, y tampoco es de extrañar que deseasen un futuro distinto para sus hijos. Llegados a este punto, los descendientes de los viejos armadores no quisieron invertir en nuevos barcos de gasoil, que sustituyeran a los ya anticuados de vapor; ni tampoco en nuevos aparejos, nuevas tecnologías en radares, radios, instrumentos de navegación… No quisieron saber nada más del mar, que no fuera otra cosa que disfrutar del capital creado por abuelos y padres. A mediados de los ochenta comenzaron a desaparecer los barcos de Baiona. El “Cruz de Almena” se vende en 1985; ese mismo año se hunde el “Hermanos Fernández” ; el “Nuevo José Ángel” es uno de los varios barcos que se desguazan en los no-
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venta; el “José Almuiña” se vende a un armador de A Guarda… El “Balcagia” de Tito Durán Rodríguez, sería el último barco de Baiona. De la mejor flota de pesqueros del Sur de Galicia en la primera mitad del siglo pasado, Baiona pasó a quedarse sin barcos al final de la segunda mitad. Menos mal que sus marineros, de una valía reconocida, ya se habían buscado trabajo mucho antes, y los pocos que quedaron no tardaron en encontrarlo.
El palangrero “José Almuiña”, uno de los primeros barcos de acero de Baiona, construido en 1968. Fue vendido a principios de siglo a una armadora de A Guarda. Tuvo un final desgraciado. Se hundió en 2008 cerca de las Islas Bermudas. Un exceso de carga en popa, provocó la entrada de agua y el consiguiente naufragio, con la desaparición de cuatro marineros. Los otro siete que componían la tripulación fueron rescatados. Al parecer, parte de los marineros, ocho indonesios, ni estaban inscritos en la Seguridad Social, ni gozaban de los conocimientos necesarios para desempeñar los puestos que ocupaban.
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El pesquero “Balcagia”, del armador baionés Tito Durán Rodríguez, sería el último barco de Baiona en salir a la mar. Dejó de faenar en 2010. (Archivo Tito Durán).
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Hoy en día, finales de 2020, la Cofradía de Pescadores informa que en Baiona hay en la actualidad registradas 75 embarcaciones, casi todas planeadoras de dos tripulantes; 180 marineros -algunos embarcados en altura-, y 40 mariscadores de a pie, la mayoría mujeres. La zona de pesca discurre desde Patos, Praia de Abra Norte, hasta As Orelludas, cerca de A Guarda, conformando cuarenta kilómetros de costa. Los mariscadores andan sobre todo al percebe, y algo a la almeja y a la navaja. Los marineros se centran en el erizo, muy cotizado en la actualidad, el pulpo, la nécora, el camarón, la centolla… y pescado variado (lenguado, salmonetes, rodaballos, sargos, fanecas, maragotas…)
Publicación de la Cofradía de Pescadores “La Anunciada” de Baiona, con una completa guía aérea del litoral de 40 kilómetros de su ámbito territoral. Recoge toda la variedad del ecosistema marino de la zona, y una exhautiva toponimia de la costa.
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Esto es lo que ha quedado de la prodigiosa pesca de “bajura” de la Baiona del siglo pasado, que por lo que se percibe, en general no anda muy boyante hoy en día. Tal vez algo el erizo y el percebe, especies bastante cotizadas, destacan en sus capturas. Y paradoja de los tiempos, hasta mediados del siglo pasado, los percebes, los erizos, los mejillones, las almejas, las navajas… eran utilizados como abono para los campos. Las nécoras, los buey, las centollas… que venían enredados en las redes, eran aplastados por los marineros y tirados al mar para que no les rompiesen los aparejos. Pero aunque la imponete flota de antaño haya desaparecido definitivamente, a Baiona le queda el componente más preciado de la pesca, sus marineros. Cuando se llega a la villa desde el exterior, sin los necesarios conocimientos en la materia, uno se pregunta, ¿dónde está aquel pueblo marinero del siglo pasado? Después, los que saben, nos explican que la “pesca” de Baiona se conserva en todos los mares del mundo. Desde el Índico al Atlántico, pasando por el Pacífico, encontrarás pescando en sus aguas a los cotizados marineros baioneses. Patrones de pesca, contramaestres, pangueros, maquinistas, engrasadores, cocineros… No se ven barcos, apenas hay pescado en la lonja, no aparecen pescantinas y mucho menos ataderas, las conserveras destruidas, los astilleros eliminados… Pero, cerca de quinientos marineros, cerca de quinientas familias, siguen viviendo de la pesca. Baiona continúa siendo un pueblo marinero… y la pesca se mantiene como lo más importante de su economía…
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II. La “bajura” con Manrique… y sus antepasados Manrique es uno de los pocos marineros baioneses de estos tiempos que ha preferido quedarse en “su mar”… en ese mar cercano donde han pescado durante siglos las gentes de Baiona, y del que conoce todos sus secretos de una punta a la otra, enseñado en el día a día por los abuelos, los tíos y por el padre. Nacido en Baiona en 1979, rodeado de pescadores y pescantinas desde la cuna, Manrique Leyenda Denis no podría ser otra cosa de mayor más que pescador. Hijo de Manrique Leyenda Trigo y Marcelina Denis García, no deja ninguna duda de que por sus venas corre sangre marinera de la más pura. Su padre, pescador; su madre, ama de casa e hija de pescador; los abuelos, pescadores ambos; los tíos, casi todos; y los apellidos Leyenda y Denis acreditan en la villa unos quehaceres bien definidos: la pesca y la mar… Podrían relatar entre las dos sagas una historia interminable de la vida marinera de Baiona. Sus innumerables antecesores han llenado el pasado de pescadores por los mares de Baiona, y ahora Manrique, fiel a las sagas familiares, sigue manteniendo la presencia de apellidos tan ilustres en la historia de la villa, por Cabo Silleiro, por Oia, por las Illas Cíes y As Estelas, por Monte Ferro, por A Orelluda, por A Goeira, por Os Carallóns…
<<Quedamos muy pocos marineros en “bajura” -explica Manrique-, dicen que ya no es rentable, pero yo me defiendo, unas épocas bien y otras menos bien. Nunca quise pescar fuera de mi Baiona, lejos del mar de mis abuelos, de mis tíos, de mi padre… aunque es verdad que me han tentado muchas veces para irme “al atún”, “al espada”, “al arrastre”... Por lo que me han contado, la “bajura” actual dista mucho de la del pasado siglo, en el que toda Baiona se dedicaba a la pesca en nuestro litoral. Aquellos años en los que la bahía se encontraba repleta de barcos, de lanchas, de gamelas… en los que la ocupación del pueblo no era otra que la pesca… con dos pequeños astilleros… fábricas de conservas… talleres mecánicos,
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carpinterías, transporte… y con la mayoría de las mujeres trabajando de “ataderas”… Ahora mismo, 2021, no pasan de veinte las embarcaciones que están faenando, más treinta y tres de los percebeiros. En total, algo más de cincuenta, y a razón de dos o tres marineros por barco, dan una cantidad aproximada de unos pocos más de cien. A mitad de siglo pasado, esos marineros ya iban en tan sólo tres barcos, el “Erizana”, el “Fumanchú” y el “Pinzón”. También hay que contar a unos 40 mariscadores de a pie, en su mayoría, mujeres. Esto es lo que queda de la pesca de “bajura” de Baiona en la actualidad. >>
Baiona, 2016. Manrique Leyenda Denis.
Para contar la historia de los antepasados marineros de Manrique, por parte paterna y materna, harían falta cientos de páginas, tal vez más de mil, y es evidente que un único libro sería insuficiente. Hablar de Leyendas y Denis en Baiona ya despierta por sí mismo toda la curiosidad.
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Su tatarabuelo por parte materna, fue el portugués José Denis Capelán, marinero procedente de Póvoa de Varzím, que es el origen de la saga de los Denis en la villa -cerca de doscientos según el último censo-. Se casó con la baionesa María Josefa Carneiro Cordero, tuvieron cinco hijos, todos nacidos en el barrio marinero de San Xoán. El tercero de ellos, Jacinto Denis Carneiro, es el bisabuelo de Manrique.
Baiona, 1903. José Denis Capelán, primer Denis llegado a Baiona procedente de Póvoa de Varzim. De él descienden todos los Denis baioneses. En esta fotografía, a la edad de cincuenta y dos años. (Archivo Eulalia Freire Vilar).
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Su bisabuelo, Jacinto Denis Carneiro, fue un popular marinero de Baiona, al que apodaban “Tres Toros”. Era un hombre muy fuerte, y en una regata de gamelas rompió un remo, según él en “tres toros”, como si se tratase de una merluza. La regata la ganaron a pesar de todo con facilidad, y el apodo ya le quedaría para el resto de sus días.
Baiona, 1924. Fotografía de Jacinto Denis Carneiro, “Tres Toros”, en su “Libreta de Inscripción Marítima”, a la edad de cuarenta años. (Archivo Eulalia Freire Vilar).
Casado con Josefa Carneiro Chamorro, de Baiona, tuvieron nueve hijos, de los cuales el cuarto, Marcelino Denis Carneiro, es el abuelo de Manrique. Marcelino se casaría con una mujer no menos famosa en la villa, con Filomena García Carballo, “a araghona”, que había quedado viuda y con cinco hijos: Teresa, José, Antonio, Obdulia y María del Mar. Del matrimonio en segundas nupcias tuvieron tres hijas: Lola, Marcelina y Ana Denis García.
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Marcelino Denis Carneiro y Filomena García Carballo “a araghona”, abuelos de Manrique por parte materna.
<<Mi madre, Filomena García Carballo, “a araghona” cuenta su hija Teresa Pérez García, tía de Manrique-, era gran aficionada a escribir, a pesar de sus escasos estudios, y dedicaba unas poesías muy bellas y con un gran sentimiento a los marineros, al mar, a los naufragios…>> ¡Sálvalos Virgen del Mar, se encuentran desesperados! Y ellos son nuestros hijos que te están pidiendo amparo. No consientas que se mueran, sálvalos de este naufragio. Esta mar será su tumba, la tumba de tantas vidas, si no haces un milagro y tú le salvas las vidas. (Estrofa de la poesía “Marbel de Vigo, 1972” )
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Soy una pobre mujer, ya gastada, casi vieja, quiero escribir lo que siento, lo llevo en mi corazón unido a mi pensamiento. (Estrofa de la poesía ”Yo…1958” )
Logroño, Fiestas Patronales, años cuarenta. Marcelino Denis Carneiro, aún soltero, con una niña de su hermana Amparo, que vivía por entonces en aquella capital. (Archivo Eulalia Freire Vilar).
Marcelino, en los años cuarenta, se traslada a vivir a Logroño, y durante ese tiempo, se emplea junto a su hermana Amparo. Ésta se había ido allí a trabajar en una panadería, y acabó casándose con el dueño. Pero Marcelino regresa pronto a su pueblo. Lo suyo era la pesca, y a ello se entrega el resto de su vida, tal como así lo atestigua la fotografía que observamos a continuación. Ya retirado, seguía yendo a menudo a pescar en su pequeña lancha, y muchas veces llevaba como compañía a sus nietos pequeños. Al final, su vida se quebraría en la mar, justo una tarde que había salido a pescar con ellos. Fue una pérdida lamentable. Marcelino siempre fue una persona muy querida por su excepcional bondad.
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Baiona, años sesenta. Marcelino Denis Carneiro, con una excelente captura: un congrio de cerca de 40 kilos y más de dos metros. (Archivo familia Leyenda Denis).
<<Una tarde -recuerda Manrique con tristeza-, recién acabados de comer en su casa de A Percibilleira, el abuelo -ya retirado del mar por entonces- quiso salir a pescar en su pequeña barca con nosotros, los nietos, algo que lo ilusionaba mucho. Así que, acompañado por la prima Ana María y por mí -de ocho y once años-, nos fuimos al muelle, cogimos la barca, nos sentó en popa, uno a cada lado, y se acomodó feliz a los remos, charlando tranquilamente al mismo tiempo que remaba con calma en dirección a la doca. A punto de llegar, el abuelo se desmaya de
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repente, cae hacia atrás echando espuma por la boca… A nuestros gritos de auxilio, vinieron enseguida en nuestra ayuda, lo trasladaron a la caseta de los socorristas en la playa, le hicieron el “boca a boca”… El abuelo Marcelino había fallecido delante de nosotros, el 21 de julio de 1989. Lo recuerdo como si fuera hoy, lo queríamos mucho… El impacto emocional que llevé con tan solo once años, aún lo tengo grabado en el alma. Luego, la abuela Filomena le dedicaría estos versos. >> Tu casa ha sido el mar, el mar ha sido tu dueño, y quiso que te murieras en un botito pequeño, llevando por compañía a tus dos queridos nietos, que gritando ellos decían, ¡Socorro!, murió el abuelo. La muerte te llevó por trabajador y bueno. Allí te estaba esperando, porque se acabó tu tiempo. (Estrofa de la poesía “A mi esposo Marcelino y nietos, 1989” )
Baiona, 1969. Marcelino Denis Carneiro, su esposa Filomena García Carballo -los abuelos de Manrique-, la abuela Obdulia Carballo “a araghona”, y las hermanas Obdulia y Teresa Pérez García, hijas del primer matrimonio de Filomena.
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Si por parte materna, Manrique cuenta con un enorme caudal de antepasados de la saga de los Denis, por parte paterna, los Leyenda no se quedan atrás. De su árbol genealógico, Suso Cedeira Leyenda -primo de Manrique- nos envía estos datos: los Leyenda más antiguos que se conocen por su línea familiar son los tatarabuelos, Eulogio Leyenda Álvarez y Vicenta Rodríguez Míguez; luego les suceden los bisabuelos José Leyenda Rodríguez (1883) y Carmen Marcote González (1887), de los que solo se saben sus años de nacimiento. Llegados a los abuelos, Juan Leyenda Marcote (1923) y Carolina Trigo Pereira (1925), ya la información es abundante. El abuelo, nació en Baiona en 1923. Nieto e hijo de marineros, es el tercero de once hermanos. Casado en 1947 con Carolina Trigo Pereira, nacida en 1925, tuvieron nueve hijos, todos ellos relacionados con el mundo del mar y de la pesca: Manrique, José, Carolina, Laura, Juan, Guillermo, Ángela, Mercedes, y uno más fallecido en el parto. Manrique ha sido un marinero de mucho prestigio; Guillermo, Mito “O Conexo”, aún está considerado el mejor “panguero” de la historia del atún, y José, “Cheché, el mejor “robaliceiro” de Baiona.
1957. “Libreta de Familia Numerosa” de los abuelos Juan y Carolina. Faltaban dos hijos por llegar. (Archivo familia Leyenda Denis).
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Baiona, 1957. El matrimonio, Juan Leyenda Marcote y Carolina Trigo Pereira, con sus seis primeros hijos. Detrás, Laura. En medio, Juan -en brazos de su padre-, Carolina, José y Manrique. Delante, la madre con Guillermo en los brazos.
1947. Juan y Carolina, paseando por la ciudad en su “luna de miel”, junto a su hermano José y la novia. José iba a fallecer lamentablemente a los veintisiete años en un accidente de mar. (Archivo familia Leyenda Denis).
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Juan Leyenda Marcote comienza a pescar con su padre, José, a la temprana edad de once años en la gamela “Carmen”, así llamada con el nombre de la madre. Al fallecer su padre, se enrola en la motora “Charlot”, propiedad de su cuñado Ángel Rodal.
Baiona, Praia de A Barbeira, 1952. Ángel Rodal y sus hijos Moncho y Feluco, en su embarcación “Charlot”. En esta motora comenzó a pescar Juan Leyenda Marcote.
Alternando con su actividad marinera, Juan Leyenda Marcote, “Cabezalla” de apodo, fue colaborando con paciencia en la construcción de su propio barco, el “José”, en “Astilleros Esperón”. La botadura se realizaría en 1961 en A Ribeira. Según atestigua la Escritura de Compra de 1958, el barco tiene 9,20 metros de eslora y 2,70 de manga; 6,56 toneladas y está equipado con un motor Diessel, marca Pazo, de 23,40 HP. Va provisto de una chalana auxiliar. Fue comprado por 75.000 pesetas, de las que 13.000 corresponden al casco y pertrechos, y 62.000 al equipo propulsor y auxiliar. El casco es de madera de pino y roble del país. Para Juan Leyenda Marcote, el “José” será el barco de su vida, en el que anduvo pescando desde su botadura, 1961, hasta
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el día de su jubilación, el 31 de marzo de 1987. En ese tiempo realizaría pequeños embarques ocasionales en otras embarcaciones que nunca pasaron de un par de meses.
Baiona, años ochenta. El pesquero “José”, de Juan Leyenda Marcote, atracado en el Monte-Real Club de Yates. (Archivo familia Leyenda Denis).
Juan Leyenda Marcote, 27 de enero de 1961, con 38 años.
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Escritura de Propiedad del barco “José”. (Archivo familia Leyenda Denis).
El 10 de febrero de 1961, Juan Leyenda Marcote embarca por primera vez en el “José” como marinero. Dos años después lo haría como patrón, tras sacar el título de “Patrón de Pesca de Bajura para la Ría de Vigo” en la Comandancia de Marina de Vigo. Pescaba por nuestras costas con su hijo Manrique y tres tripulantes más.
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Título de Juan Leyenda Marcote de “PATRÓN DE PESCA DE BAJURA PARA LA RÍA DE VIGO”, aprobado en 1962.
En junio de 1966, embarca durante algo más de un mes en el “Feluco”, de su cuñado Ángel Rodal “Charlot”, que patroneaba el hijo de éste, “Feluco” Rodal Leyenda. Andaban a la
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langosta por Baiona, y al finalizar la campaña, subían hasta Finisterre y la Costa da Morte, donde había más abundancia de pescado. Iban al lenguado, al rodaballo… “En una ocasión –contaba el abuelo Juan- pescamos 1.400 Kilos de rodaballo en cinco
días.”
Corcubión (A Coruña), 1966. Compañeros del pesquero “Feluco”, faenando por la Costa da Morte y por Finisterre. De pie: Manuel Gómez Pérez, Moncho “O de Charlot”, Pepiño Ratel “O de Rachote” y Francisco Trigo “Trimbale”. Sentados: Manolo “O da Chaboleira”, Juan Leyenda Marcote “Cabezalla” -apodo heredado de sus antepasados-, Rachote y Manuel Blach “O Pica”. (Archivo familia Ratel).
Más adelante, febrero de 1967, se enrola en el “Gervi” durante dos meses, pero de nuevo regresa enseguida al “José”, en el que ya permanece faenando el resto de su vida marinera. Sin embargo, unos años antes de jubilarse, en 1984, Juan Leyenda le compró a su amigo Manuel Blach “O Pica” el “Can da Ría”, que andaba al pulpo, y en el que estuvo pescando durante unos días. Luego volvería de inmediato al “José”, como siempre hacía cuando probaba en otro barco. Se jubilaría el 31 de marzo de 1987.
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La última “Libreta de Inscripción Marítima” de Juan Leyenda Marcote, iniciada en 1961, y finalizada en 1987. (Archivo familia Leyenda Denis).
Juan Leyenda siempre mantuvo una excelente relación con su cuñado Ángel Rodal “Charlot” y con todos sus hijos. De hecho, con algunos de ellos ha compartido barco a lo largo de su trayectoria pesquera.
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Baiona, A Concheira, años sesenta. Reunión de primos Leyenda, que por sus trajes y corbatas, debían de asistir a una boda. Arriba: Paco Leyenda, “Grillo” Rodal Leyenda y Juan José Leyenda. En medio: otros dos primos, Juan Leyenda Marcote y Moncho Rodal Leyenda. Delante: “Quidán”, Ángel Manuel y “Feluco” Rodal Leyenda y Manuel Blach “O Pica”. (Archivo familia Leyenda Denis).
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Baiona, A Ribeira, años sesenta. De izquierda a derecha: Manolo “O Altavoz”, Manolo “O Lujo”, Manolo, Juan Leyenda Marcote y sus tres hijos, Manrique, José y Juan. (Archivo familia Leyenda Denis).
Baiona, años ochenta. Arriba: Manrique, su cuñado Pedro, el abuelo Marcelino y su cuñado Antonio Pérez García. Abajo, su cuñado Chicho “Balea”.
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El abuelo Juan se jubila en 1987, tras cincuenta y tres años de mar, de ellos, más de veinticinco en el “José”. Antes, cuentan de él que salvó a dos bañistas de perecer ahogados, uno en la Praia da Concheira y otro en A Ribeira. También participó en un rescate en Cabo Silleiro.
Baiona, A Concheira, años ochenta. Juan Leyenda Marcote (1923/2015).
Y en los años sesenta, había pasado por el trance de perder a su hermano José en el mar, con tan solo veintisiete años. “Era la víspera de Nochebuena -contaba Juan-, había temporal, le
insistimos en que no se embarcara, sin embargo decidió salir. Parece ser que estaba en popa, hubo un fuerte golpe de mar y cayó por la borda. Debió pedir auxilio, pero confundieron sus gritos con cantos y voces de otra embarcación cercana, y para cuando fueron a buscarlo, unas horas más tarde, ya no pudieron encontrarlo.”
Juan, que no tuvo ningún naufragio en su larga vida marinera, también en una ocasión se cayó al mar a varias millas de la costa. Tuvo suerte, porque esta vez sí lo escucharon sus compañeros. “Era de noche -explicaba Juan- y había un gran temporal,
pero mi hermano me lanzó la jareta, y agarrándome a ella con fuerza, conseguí salir con vida de la mala experiencia.”
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El barco del abuelo, el “José”, se lo cedería al retirarse a su hijo mayor Manrique, que había faenado en su compañía durante muchos años. Y al margen de la pesca, el barco tiene poco después, en 1989, una curiosa historia televisiva, protagonizada en parte por su hijo Manrique.
Baiona, años ochenta. El alcalde Chicho Rodríguez Quintas elige al “José”, de Juan Leyenda Marcote, entre la flota pesquera, para obsequiar con esta postal de Baiona a los vecinos, y al mismo tiempo, transmitirles el correspondiente mensaje. En la proa del ”José”, Mito “O Conexo”; en el puente, Juan Leyenda; en popa, Manuel Blach “O Pica”. En la otra embarcación, entre otros, Mario. (Archivo familia Leyenda Denis).
En 1989, Manrique Leyenda Trigo recibe una propuesta de la Televisión Galega para alquilarle el barco durante unos meses, con el fin de realizar un documental sobre los famosos galeones hundidos en la batalla de Rande. Acepta la interesante oferta económica, que además lo incluye como patrón. El realizador de televisión, Fernando Navarrete, recibe el encargo de la TVG de producir un documental en cinco capítulos sobre la batalla de Rande, que llevaría precisamente ese título, “Rande”.
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Vigo, 1991. Manrique Leyenda Trigo, en su puesto de patrón del “José”, durante la filmación de gran parte del documental “Rande”, una producción para la TVG.
Es posible que los primeros desencuentros entre la Televisión de Galicia y Fernando Navarrete, ya surgieran durante el rodaje. De hecho, se supone que el fin del contrato de alquiler del “José”, haya sido el motivo de que el productor acabase comprando el barco de Manrique Leyenda. Más tarde, al finalizar el documental, el “José” fue vendido a un marinero del Morrazo. <<Fue tanta la amistad que hicieron Navarrete y mi padre -recuerda Manrique hijo- a lo largo de aquellos meses de ro-
daje del documental, que al nacer mi hermano Adán, lo apadrinaron precisamente Fernando Navarrete y su esposa Mabel Sánchez. >>
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Publicación de la revista “Tele Indiscreta” en octubre de 1990.
La revista “Radio Televisión de Galicia” publica un amplio reportaje sobre el documental en septiembre de 1990. En la fotografía, el director Fernando Navarrete, junto a los buzos del Morrazo, Edelmiro Martínez y Xosé Ángel Hernández, que se disponen a bajar al fondo del mar para seguir la investigación. Detrás, Manrique Leyenda Trigo, el patrón del barco “José”.
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Publicación de la “Revista Semanal” de Madrid, de junio de 1989. Delante de la cabina del “José”, el director Fernando Navarrete, en el centro, con su equipo: Xosé Ignacio Iturriaga, Xosé Ángel Hernández, Luis González, Edelmiro Martínez y Manrique Leyenda. (Archivo familia Leyenda Denis).
“TP Teleprograma” de agosto de 1989. Fernando Navarrete, con todo su equipo.
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Tanto el contrato laboral establecido por Manrique Leyenda Trigo con la Televisión de Galicia, como una buena cantidad de reportajes publicados sobre el documental, son guardados celosamente por la familia. Se tienen noticias del impresionante trabajo de Fernando Navarrete, sobre todo en la parte principal filmada en las aguas de Rande con el apoyo del “José”. Pero también hay noticias de que el documental aún no llegó a estrenarse, se supone que por diferencias económicas entre la productora de Navarrete y la televisión.
Vigo, Real Club Náutico, 1991.Manrique Leyenda Trigo, a bordo del “José”, luciendo la camisa identificativa de la Televisión de Galicia, y esperando a la salida para rodar en Rande. (Archivo familia Leyenda Denis).
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Manrique Leyenda Trigo nace en Baiona en 1947, en la Rúa do Reloxo, en pleno corazón del casco vello de la villa. Era el mayor de ocho hermanos, y su padre, Juan Leyenda Marcote, ya lo llevaba a los doce años a pescar en el “José”, por Finisterre, Corcubión, A Coruña… y hacía su base en Muros durante los siete días que duraba la marea. Faenaban al lenguado, al rodaballo… era una zona con más abundancia de pescado que Baiona. Con quince años, la edad mínima autorizada, Manrique se enrola en el “José” en 1962, y comienza a registrar su actividad marinera, que realmente había empezado mucho antes. Cuatro años más faenando con su padre, y en 1966 es llamado al servicio militar por la Armada, y destinado a Cartagena.
Cartagena, 1966. Manrique Leyenda Trigo, cumpliendo el servicio militar.
Durante esta etapa, Manrique, entre las prácticas y los destinos eventuales, estuvo en la casi totalidad de los barcos de la flota española con base en Cartagena. Un destructor, un submarino, una fragata… y participó en la incorporación del portaaviones “Dédalo” a la Armada española, tras la cesión que realizaba la Armada USA.
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Cartagena, 1967. La fragata rápida “Furor”. (Archivo familia Leyenda Denis).
Uno de los cinco submarinos que componían la base de submarinos de Cartagena en los años sesenta. (Archivo familia Leyenda Denis).
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Cartagena, 1966. El marinero Manrique Leyenda Trigo.
El marinero Manrique Leyenda Trigo, con base en Cartagena, fue uno de los elegidos para el traslado del portaaviones “Dedalo” a España, cedido por EE.UU., y que pasaría a ser el buque insignia de la Armada Española. Entregado en Filadelfia (EE.UU.), hicieron el recorrido hasta la base militar de Rota en tan sólo siete días. Cuenta Celina, su esposa, que años después Manrique recibiría una gratificación económica bastante sustancial por esta participación en el traslado del portaaviones, tal como al parecer le habían prometido.
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El portaaviones ligero “Dédalo”, cedido por EE.UU. a la Armada Española en 1967.
Al regreso del servicio militar, Manrique decide un cambio sustancial en su vida. Deja la pesca de bajura con su padre, y junto a sus tres compañeros de Baiona, José López “O Judas”, “O Grillo” Rodal Leyenda y “O Cabecitas” de Baredo, se van a probar fortuna a Holanda. Llevan con ellos a Obdulia Pérez García, que debían dejarla en Paris con su otra hermana María del Mar, instalada allí en su trabajo desde hacía unos años. Tras los pertinentes saludos, los marineros siguieron camino a su destino final. Al llegar, es contratado por una plataforma petrolífera situada en el océano entre Holanda y Alemania. Pero al cabo de un tiempo, Manrique tuvo que dejar el empleo ya que la soldadura en la que trabajaba le afectaba demasiado a los ojos. Lo sentiría bastante ya que ganaba mucho dinero. Comienza a partir de aquí una odisea alrededor del mundo en los sucesivos barcos mercantes que lo enrolan: el “Anja”, el
“Ferdinand Rtzlaff”…
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El carguero holandés “Anja”.
Finlandia, años setenta. Manrique Leyenda Trigo al pie del “Ferdinand Rtzlaff”, un carguero dedicado sobre todo al transporte de minerales. (Archivo familia Leyenda).
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Durante esos años navegando en varios cargueros holandeses y alemanes, Manrique alcanza el cargo de contramaestre, y desde ese puesto de cierta relevancia consigue llevar a varios marineros de Baiona a la marina mercante. Su preocupación por las gentes del mar de la villa fue una constante en su vida. Mas adelante, a su regreso, será Patrón Mayor de la Cofradía de Baiona “La Anunciada” durante quince años.
Alemania, años sesenta. Manrique, embarcado en uno de los cargueros en los que anduvo. (Archivo familia Leyenda Denis).
Es a principios de los años setenta, cuando formaliza sus relaciones con la baionesa Celina Denis García, también de antepasados marineros, y a la que conocía desde la infancia. Pasan juntos cerca de un año en el “Ferdinand Rtzlaff”, y en septiembre de 1972 se casan en la Colegiata Santa María de Baiona, rodeados de toda la familia. A partir de entonces, Manrique trabajará con especial ahínco durante unos años, con el objetivo claro de adquirir la vivienda familiar, tal como era la costumbre habitual en el mundo de los pescadores de Baiona.
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Finlandia, 1972, Celina Denis García, su futura esposa, pasa un mes con Manrique Leyenda a bordo del “Ferdinand Rtzlaff”. (Archivo familia Leyenda Denis).
Baiona, Colegiata de Santa María, 3 de septiembre de 1972. Boda de Celina Denis García y Manrique Leyenda Trigo. A la izquierda de los novios: Marcelino Denis, Filomena García Carballo, Josefina, María del Mar y Antonio; a la derecha, Obdulia, Loly y Ana. (Foto Jesús-Madrid. Archivo familia Leyenda Denis).
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Baiona, Colegiata de Santa María, 3 de septiembre de 1972. La elegante pareja de novios, Celina y Manrique, durante la ceremonia religiosa. (Foto Jesús-Madrid. Archivo familia Leyenda Denis)
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Manrique aún permanece unos años más en la mercante, esforzándose con exageración en ganar el máximo de dinero para financiar la compra de su vivienda. Hace su trabajo normal más muchas horas extras. Pero ocurre que en 1975, estando en Alemania, tiene que ser operado de urgencia de apendicitis. Sale bien de la operación, aunque necesita un tiempo razonable de recuperación. Para no preocupar en casa, no comunica nada. Cuenta Celina que le apareció en Baiona sin avisar. “Ahí viene tu marido”, le dijo una vecina. Llegaba extremadamente delgado y desmejorado. Después le confesaría todo, también que se asustó bastante, que tuvo mucho miedo… y que quería quedarse definitivamente con la familia.
Vigo, 1979. Celina y Manrique con su sobrina Ana, en casa de Loly, hermana de Celina. (Archivo familia Leyenda Denis).
Aquí comienza el regreso de Manrique a la pesca. Le compra el “Mónica”, un bote de madera, a su tío Guillermo “O Meco”, e inicia sus jornadas en “bajura” “as nasas” y a “os
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trasmallos”… pescando pulpo, nécoras, centolla, lubrigante, lenguado, choco, lubina, pintos, maragotas…
Baiona, excursión a las Illas Cíes, años setenta. Manrique y Celina -aún de novios-, delante de la cabina del “José”, el barco de su padre Juan.
Pesca también en el “Luis”, un bote de madera de su propiedad, y alterna con el “Mónica” las distintas licencias de pesca Bastante antes, después de botar el “José”, Manrique se había hecho con el barco “Can da Ría”, que compra a Ángel Vernet.
Puerto de Baiona, años ochenta. La lancha de madera “Mónica”, que tendría muchos años de pesca con la familia de Manrique Leyenda.
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Muelle de Baiona, años ochenta. Manolo “Balea” y Manrique, mostrando un buen ejemplar de congrio pescado en la bahía. (Archivo familia Leyenda Denis).
En 1980, Manrique Leyenda Trigo es nombrado Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores “La Anunciada”. Comienza aquí una larga etapa de quince años, en los que el nuevo patrón ha dejado una enorme lista de mejoras en el Puerto de Baiona, en la pesca en general de la villa, y en la misma cofradía. Ampliación y reforma del puerto, con la construcción de la nueva lonja que permitirá la subasta de pescado; la vigilancia del furtivismo en el marisqueo; entrevistas permanentes con los conselleiros de pesca de la Xunta en busca de mejoras…
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La actividad frenética que mantuvo Manrique Leyenda Trigo durante su gestión como Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores “La Anunciada” de Baiona, se ve reflejada en la prensa con comentarios como éstos y muchos más, publicados en “Faro de Vigo” y en otros medios informativos. (Archivos familia Leyenda Denis)
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Valle Miñor, 30 de octubre de 1993. Portada del Semanario EL VALLE.
EN PORTADA “La portada dedicada a Manrique Leyenda, (Patrón Mayor de la Cofradía de Bayona), personaje muy querido y admirado en la zona, por su gran capacidad de trabajo y entrega a todo lo relacionado con la pesca y el mundo de los marineros. Sin duda es uno de los que hace posible que en el puerto de Bayona se siga con la tradicional subasta de pescados y mariscos todos los días.” Comentario SEMANARIO EL VALLE
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Baiona, Fiestas del Carmen, años noventa. Los bailadores de la Danza de las Espadas, entregan al Patrón Mayor la nueva bandera de la Cofradía de Pescadores “La Anunciada” de Baiona. (Archivo familia Leyenda Denis).
Baiona, Fiestas del Carmen, años ochenta. El Patrón Mayor de la Cofradía, Manrique Leyenda Trigo, fiel a la tradición marinera, entrega una placa de homenaje al marinero más antiguo de la villa, que es acompañado en el acto por su esposa. (Archivo familia Leyenda Denis).
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En los años setenta, a su regreso de la Mercante, Manrique entabla una gran amistad con Pedro Laguna Palacios -capitán de la Guardia Civil en Vigo-, gran aficionado a la pesca. Ya el padre de Pedro, teniente en A Guarda, era amigo de “El Vivillo”, abuelo de Manrique. De aquí surge la relación entre el hijo y el nieto, que van a pescar juntos en muchas ocasiones.
Baiona, años setenta. Saliendo a la pesca de la quenlla en el “José” por fuera de las Illas Cíes: Pedro Laguna Palacios, su cuñado Andrés y Manrique Leyenda Trigo. Delante, Paco, hermano de Pedro.
Esa amistad entre ambos fue en aumento, llegando incluso a nacer una fuerte relación entre las dos familias. Los futuros destinos militares de Pedro, que lo alejaban de Baiona, enfriaría el contacto entra ambas familias, pero la amistad permanece a pesar de la lejanía. Tras diez años como teniente y capitán en Vigo, Pedro Laguna Palacios es ascendido a Teniente Coronel, y destinado como Jefe de la Guardia Civil en la comunidad de Castilla-León. En tiempos del gobierno de Zapatero, es nombrado General de Brigada, y enviado como Jefe de la Guardia Civil al Principado de Asturias. Durante estos años de servicio en la Guardia Civil, recibió varias condecoraciones de la máxima importancia militar.
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En 1995, Manrique abandona el cargo de Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores para dedicarse más a su familia y a diversos asuntos personales, como había sido por entonces el rodaje del documental “Rande”. Con anterioridad, en 1987, se producía la jubilación de su padre, y como consecuencia recibía en herencia anticipada el “José”, con el que estuvo faenando durante un par de años. Lo acompañaban sus cuñados Ángel y Suso, y también iba a menudo con ellos su padre, en funciones de simple marinero. Tras su fascinante aventura en el rodaje del documental “Rande”, que le ocuparía un par de años, regresa a la pesca de siempre. Retoma sus faenas en el bote “Mónica” y en la gamela “Sarita”, y vuelve a “os trasmallos” y “as nasas” por Baiona. Poco después, en 1995, llegará a su vida marinera su hijo Manrique, que a partir de entonces lo iba a acompañar cada día en la faena. Le va enseñando con calma todos los secretos de la mar, las distintas artes de pesca, los lugares adecuados para ir al pulpo, a la nécora, a la centolla, al lenguado, al choco, al lubrigante… Van conociendo palmo a palmo los rincones de la ría, de las islas… los sitios peligrosos… los buenos para pescar… El tiempo fue pasando, y amparándose en una nueva ley, tramita su prejubilación junto a seis compañeros de la misma generación cuando cumplen los cincuenta y seis años.
Manrique Leyenda Trigo, pocos meses antes de fallecer.
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El 19 de marzo de 2004, Manrique celebra felizmente en familia el Día del Padre, con la presencia de sus hijos y nietos. Sólo faltaba su hija Mónica, que se había ido con su marido a vivir a la Isla de Fuerteventura, en busca de una mejor suerte que su tierra no les daba. Deseosos los padres de ver a la hija, al marido y a Carla, la nietita de cuatro años, y echándolos mucho de menos, deciden hacerles una visita a la isla por sorpresa. Vuelan el día 21 de marzo desde el aeropuerto de Peinador, en el segundo viaje que realizaban a Fuerteventura. Al día siguiente, era además el cumpleaños de la nieta. <<Habíamos salido a dar un paseo por la ciudad -recuerda Celina como si fuese hoy-, y a las doce y media, yo me fui a
casa de la hija a preparar la comida. Como Mónica había puesto una tienda de embutidos, le dije a Manrique que la fuera a recoger, y de paso le ayudaba en su trabajo hasta la hora de cierre. ¡Tal cosa no hubiera hecho nunca! Al cruzar la carretera, Manrique es atropellado por un motorista alocado, y fallece en el acto. Desde casa escuché el tremendo impacto. >>
Vigo, años dos mil. La familia de Fuerteventura, de visita en casa de los abuelos paternos. Carlos Alberto García Carbalho y Mónica Leyenda Denis, con sus hijos Nacho y Carla. A raíz de la muerte del padre, abandonaron la isla y se trasladaron a vivir a Suiza, donde siguen en la actualidad. (Archivo familia Leyenda Denis).
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Unos días después de cumplir los dieciséis años -la edad mínima autorizada-, Manrique Leyenda Denis se inscribe en Comandancia de Marina, y comienza una actividad marinera que a partir de aquí, ya será registrada en la Libreta de Inscripción Marítima. Su primer embarque, el 8 de mayo de 1995, es en la gamela “Sarita”, con su padre. Iban con“as nasas” al pulpo y a la nécora. También con“os trasmallos”, al lenguado, centolla, choco, lubina, maragota, pintos, lubrigantes… La deja por baja médica en noviembre de 1996.
Libreta de Inscripción Marítima de Manrique Leyenda Denis.
En enero de 1997, pasa al “Luis”, un bote también de su padre, en el que permanece tres meses. Pescaban “as nasas” a la nécora, a ”os trasmallos” y al percebe. Cambia para entrar como patrón en el “Julia”, un bote que Manrique compra en Arcade, y en el que pesca durante un mes. Pasa al “Carmen”, propiedad de Isabel Ratel de Baiona, durante seis meses. Desembarca en diciembre de 1997.
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Vuelve al “Luis” en junio del 1998, y cesa por voluntad propia en enero de 1999, para embarcar seguidamente en el “Mónica”, el bote que su padre había comprado a su tío Guillermo “O Meco” en los años setenta. Permanece como 2º Patrón durante dos años y tres meses, hasta el 30 de marzo de 2001. En abril de 2001, regresa al “Sarita” por un mes, y pasa al “Mónica” de mayo a junio. Vuelve al “Sarita” de julio a diciembre de 2001. Unos días en el “Mónica”, y otra vez embarca en el “Sarita” de enero a mayo de 2002. Un mes en el “Mónica”, y de nuevo al Sarita” de junio a noviembre de 2002.
Actual Libreta de Inscripción Marítima de Manrique Leyenda Denis.
Embarca en el “Mónica” a continuación, y permanecería hasta agosto de 2004, un año y nueve meses en total. Vuelve al “Sarita” por cuatro meses, para regresar al “Mónica”, en el que sigue desde noviembre de 2004 a abril de 2007. Por entonces, el “Mónica” ya se lo había comprado a su padre.
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Al hablar de la vida marinera de Manrique, no debemos olvidar a su eterno acompañante en las tareas de la mar, su primo Joaquín López Goce, “Pituto”. Ya de compañeros de colegio, al finalizar las clases por la tarde, con tan sólo doce años, bajaban corriendo hasta el muelle a “encarnar nasas” y limpiar los aparejos del padre de Manrique y de sus tíos.
<<A veces -cuenta “Pituto”- nos llevaban a dar el primer lance con “as nasas”, y al primer regreso al muelle nos dejaban. Aquello era para nosotros lo máximo, ir con los mayores a la mar. Luego, los domingos nos daban de propina 400/500 pesetas, y con eso ya éramos los millonarios del pueblo. Llegaron a darnos hasta 1.000/2.000 pesetas si la semana salía con mucha pesca. Además, el padre de Manrique, al ser Patrón Mayor de la Cofradía y asistir a todos los actos del Club de Yates, recibía de obsequio muchos polos de las distintas regatas que se celebraban. Polos que después nos pasaba, y nos convertía en los chavales mejor vestidos de la villa. En aquellos años de la niñez, todo lo que estábamos viviendo, generaba en nosotros una pasión por la pesca que iba en aumento día a día. No queríamos ir al colegio, y yo recuerdo que rompía el calzado a propósito para que mi madre no me pudiera mandar descalzo a la escuela. Por eso que al cumplir los quince años, la edad mínima permitida, ya sacamos la Libreta de Inscripción Marítima en Comandancia. Respondiendo a esa vocación imparable, fuimos desde entonces marineros oficiales. >> Desde niños, Manrique y “Pituto” compartieron sus actividades marineras, y llevaron siempre unas vidas paralelas. Tan sólo se separaron cuando Manrique comenzó a dedicarse al erizo, de octubre a abril, meses en que compartía la planeadora con Javier “Pilote”, considerado el mejor buzo de Baiona.
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Embarques de Joaquín López Goce. A la izquierda, en 1998, en el bote “Carmen”; a la derecha, en 2005, en la planeadora “Mónica”. En ambos casos, junto a su primo Manrique Leyenda Denis. (Archivo Joaquín López Goce).
Baiona, 2005. Manrique y su primo Joaquín López Goce, en la planeadora “Mónica”, “safando” centollas por detrás de la doca. (Archivo Joaquín López Goce).
Se observa a lo largo del historial de Manrique Leyenda Denis y de su primo, un permanente cambio de lanchas para faenar, casi siempre de las mismas o similares características, y durante un escaso período de tiempo, en ocasiones tan sólo días.
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<<Cada lancha tiene una licencia de pesca específica -aclara Manrique-, y si el marinero quiere cambiar de captura, debe embarcarse en la lancha que tenga la licencia conveniente. A veces, entre compañeros, también nos pedimos salir en determinadas embarcaciones, a fin de cubrir los días de actividad necesarios para mantener la licencia. >>
Manrique Leyenda Denis, con dos buenos ejemplares de lubrigante.
Joaquín López Goce, halando a la centolla en la planeadora “Nuevo Pachán”.
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En mayo de 2007, Manrique estrena su propia planeadora, la “Dokiña M”, donde además de Patrón, ejerce con su reciente título de Recolector Submarino. Ya permanece en ella hasta hoy en día, salvo breves y ocasionales interrupciones en otras embarcaciones.
<<Mi padre me había ayudado mucho a construir este barco -comenta Manrique-. Habíamos desguazado el “Sarita” y el “Mónica”, ambos de madera, y aún aprovechamos bastantes piezas para la embarcación nueva, que, por desgracia, no la llegó a conocer acabada. Unos años antes, mi padre tuvo un desgraciado accidente que le llevó la vida. Para mí fue una pérdida irreparable, acostumbrado como estaba a salir todos los días con él. Anduve sin ir a la mar durante un par de meses de lo destrozado que había quedado. Me encontraba perdido, sin tino, sin guía… Al final, la vida empuja, y hay que seguir. >>
Baiona, 2007. La nueva planeadora de Manrique Leyenda Denis, la “Dokiña M”, llegando a puerto procedente del “Astillero Planeamar” de Arcade. Le acompaña su tío Antonio Pérez García, ya jubilado, que a los 13 años llegó a Terranova “al bacalao”, y fue uno de los primeros baioneses en ir a faenar a aquella zona tan dura e inhóspita. (Archivo familia Leyenda).
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Manrique, en el “Dokiña M”, a la nécora.
El compañero de pesca de Manrique, Joaquín López Goce, “Pituto”, levantando centolla, en la planeadora “Nuevo Pachán”, de su propiedad. (Archivo López Goce).
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Semana Santa, 2014. Joaquín López Goce, “al percebe” por Baredo en el “Nuevo Pachán”. Detrás se puede ver “A Bombardeira”, la famosa roca donde un fuerte golpe de mar estuvo a punto de acabar con su vida mientras andaba “al percebe”.
En los años noventa, Manrique Leyenda Trigo tuvo la oportunidad, entre las muchas iniciativas que se le presentaban como Patrón Mayor de la Cofradía, de conectar con biólogos europeos que vaticinaban la importancia de la extracción del erizo en las costas baionesas. Se presentó esta posibilidad a los marineros de Baiona y nadie se mostraba interesado en este novedoso marisqueo. Sin embargo, el padre le insistía a su hijo Manrique en que se anotase de inmediato, ya que le presagiaba un gran futuro. En el 2000 se comenzó en Baiona a extraer el erizo, y en la actualidad son tan sólo siete las embarcaciones que poseen licencia. De momento no parece que se vayan a aumentar, ya que los biólogos no lo aconsejan. En 2007, Manrique saca el título de Recolector Submarino, que le permite ir “al erizo” en su recién estrenada “Dokiña M”. Desde ese año, sale acompañado de Javier “Piloto”, considerado el mejor buzo de la villa.
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En julio de 2011, con motivo de las Fiestas del Carmen en Baiona, el abuelo Juan Leyenda Marcote recibe un cálido homenaje de la Cofradía de Pescadores “La Anunciada” como el marinero más antiguo de la villa, 88 años, y en reconocimiento a toda una vida entregada al mar. La prensa recoge la noticia, y la familia conserva celosamente los comentarios que “La Voz de Galicia” y “Faro de Vigo” publicaban en su día.
Baiona, 2015. Juan Leyenda Marcote, en su casa del barrio de San Xoán, unos meses antes de fallecer. (Archivo familia Leyenda).
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Fiesta por el patriarca de los pescadores Juan Leyenda, de 88 años, recibe el reconocimiento de Baiona ALEJANDRO BAIONA/LA VOZ 09/07/2011 06:00 H
MARTÍNEZ
El mar ha dado sentido a su vida y de sus gentes partirá ahora un reconocimiento a tanto sacrificio. Juan Leyenda Marcote es, a sus 88 años de edad, el marinero de mayor edad de Baiona. La Cofradía de Pescadores le rendirá un homenaje en el puerto pesquero durante las próximas fiestas del Carmen. Será uno de los actos centrales de las celebraciones, junto con la tradicional danza de las espadas o la procesión marítima. Ayer recibió la visita del patrón mayor, Fernando Leyenda, que quiso saludarle personalmente en su domicilio del barrio de San Xoán y tener unos momentos distendidos con él y su familia antes del acto protocolario. No podía faltar tampoco en el encuentro su nieto, Manrique Leyenda, miembro del cabildo de la Cofradía, que continúa la saga marinera de la familia. Juan lleva una vida tranquila en Baiona, junto a su esposa Carolina Trigo Pereira, con la que lleva 64 años casado y con la que tuvo 9 hijos, todos ellos relacionados con el mundo del mar. Uno de ellos fue Manrique Leyenda, que ejerció como patrón mayor de la Cofradía de Baiona. Otro de sus hijos, José, robaliceiro, es socio de la Cofradía. A punto de recibir el homenaje de los marineros, a Juan Leyenda le vienen a la memoria algunos momentos importantes de su trayectoria. Hay cosas que no se olvidan, como cuando a los once años comenzó a hacerse a la mar de la mano de su padre José, a bordo de la gamela que llevaba el nombre de su madre, Carmen. O como cuando al fallecer su padre se enroló en la lancha a motor de su cuñado. Un día se perdieron en Corrubedo buscando la entrada por Sálvora, pero afortunadamente encontraron con otro barco que les marcó la ruta para llegar a puerto seguro. Juan Leyenda también salvó vidas. Dos veces tuvo que echarse al mar, en la Ribeira y en la Concheira, para salvar a bañistas que se estaban ahogando. En otra ocasión participó en un rescate cerca de Cabo Silleiro. Leyenda se jubiló en el año 87 y desde entonces acostumbra a pasear por Baiona, llegar a la Concheira, disfrutar de la compañía de sus 24 nietos o cuidar el huerto de su casa. Además, la satisfacción de ver crecer a sus once bisnietos, después de una vida de mucho trabajo y sacrificio en el mar.
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Baiona, 2011. Juan Leyenda Marcote “Cabezallas”, el marinero baiones homenajeado, con su esposa Carolina Trigo Pereira.
Homenaje al marinero veterano de Baiona, toda una "leyenda" Juan Leyenda Marcote está considerado un héroe de la localidad costera Patricia Lorenzo - Baiona 09·07·11 | 09:30
La experiencia como marinero de Juan Leyenda Marcote empezó cuando contaba con apenas 11 años de edad, momento en que se hizo a la mar al lado de su padre en una pequeña embarcación que utilizaban para hacer pesca de bajura y donde empleaban la técnica del "racú". Toda su vida la dedicó a las artes relacionadas con el mar y, cuando murió su padre, comenzó a trabajar con su cuñado en una lancha a motor que recibía el nombre de Charlot. Durante varios años faenaron en Baiona pero para ampliar la pesca decidieron otear otros horizontes, por lo que se desviaron rumbo a
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Finisterre y la zona de la Costa da Morte, donde había mucha más pesca. "Alguna vez llegamos a capturar 1.400 kilos de Rodaballo en tan sólo cinco días", cuenta sonriendo con orgullo. Sin embargo, no todas sus experiencias con el mar han sido igualmente positivas. Juan perdió a su hermano José, que contaba con tan sólo 27 años, durante una travesía. "Era la víspera de Noche Buena, había temporal y le insistimos para que no se embarcara, sin embargo decidió salir igualmente". Y añade: "Estaba en la popa, hubo un golpe de mar y cayó por la borda; pidió auxilio pero confundieron sus gritos con cantos y voces de otra embarcación que estaba en las inmediaciones, y para cuando fueron a buscarle, unas horas más tarde, ya no lo pudieron encontrar". Pero su hermano no fue el único que sufrió un susto mientras navegaba. A pesar de que él nunca ha naufragado, en una ocasión también cayó al mar a varias millas de la costa. Sin embargo tuvo más suerte, pues otros marineros del navío le escucharon gritar. Juan explica que "era de noche y había un gran temporal, pero mi hermano me lanzó la jareta y agarrándome a ella con fuerza conseguí salir con vida de aquella experiencia". Este hombre, que actualmente cuenta con 88 años, es reconocido también como un héroe de su localidad, pues a lo largo de su vida ha salvado a varias personas de morir ahogadas. A pesar de todo, este baionés declara ser un enamorado del mar y nos confiesa que todavía le gusta mucho bajar al muelle y ver las olas y los barcos. Toda una vida en el mar Juan Leyenda Marcote nació en Baiona el 3 de abril de 1923. Es el tercero de once hermanos, de los que ya sólo quedan él y su hermana Carmen, de 96 años. Toda su familia ha vivido siempre manteniendo una íntima relación con el mar, no en vano, sus nueve hijos han estado en contacto directo con él; de hecho, uno de ellos, José, es "robaliceiro" y también forma parte actualmente de la Cofradía. Pero Juan no solamente ha sido marinero, sino que durante algún tiempo se dedicó a la construcción de su propio barco, El José, de siete metros de eslora y que fletó en 1961. En él navegó con su hijo mayor, Manrique, así como con otros tres miembros de la tripulación. Durante muchos años más siguió dedicándose a la actividad pesquera también en otros navíos como el Can da Ría, en 1984, con el que iba a por pulpo; pero finalmente volvió a El José, con el que se jubilaría con 65 años. Actualmente, Juan se dedica a cuidar la huerta que tiene en su casita de Baiona.
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Baiona, 2011. El abuelo Juan y su nieto Manrique, brindando en una celebración familiar celebrada en el Restaurante El Soto. (Archivo familia Leyenda Denis).
Baiona, fiesta familiar en el Restaurante El Soto, 2011. Los abuelos, Carolina y Juan, con sus nietas Mónica y Patricia. (Archivo familia Leyenda Denis).
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En 2010, Manrique faena unos días en la planeadora “Nuevo Pachán” , de su primo “Pituto”; en abril de 2016, pasa a la planeadora “Pólvora”, de su propiedad, durante poco más de dos meses; otro mes en el “Pólvora” en agosto de 2018 y casi otro en agosto de 2019.
La vieja lancha “Nuevo Pachán”, antes de su desguace, fondeada en A Ladeira. Sería sustituida por una planeadora de fibra de poliéster fabricada en Arcade en “Astilleros Planeamar”, y adquirida por Joaquín López Goce, “Pituto” y un amigo.
La planeadora “Pólvora”, en los pantalanes del puerto de Baiona.
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<<Un tremendo golpe de mar andando “al percebe”, me retiró de la pesca -cuenta “Pituto”-, después de cerca de veinte años de faena. >> Los marineros de Baiona van “al percebe” y “al erizo” desde Monte Ferro hasta “A Orelluda do Norte” en Oia, y resulta la parte de la pesca de “bajura” más rentable para los que consiguen las correspondientes licencias. La Semana Santa y las Navidades son momentos culminantes del año, cuando el percebe alcanza su mejor cotización, y que debe compensar los otros meses más bajos del resto de año. Para andar “al percebe”, es obligado considerar que el percebeiro se juega la vida en demasiados momentos. Por un lado, saliendo a la mar muchas veces con mal tiempo, con el correspondiente peligro del fuerte oleaje y del viento. Por otro lado, siempre intentará coger el percebe más profundo, que al ser mayor es más cotizado, pero que conlleva más riesgo en su captura.
<<Me decía un amigo de Corme, zona de Galicia famosa por el percebe -recuerda “Pituto”-, que “O millor percebeiro que hay no pobo é o que chega de volta a casa”.
En 2017, andando “al percebe” en “A Bombardeira”, tan cerquita de tierra, estuve a punto de perder la vida. Estaba en lo alto de la roca, y vi venir aquella ola descomunal, que después de golpearme ferozmente, me arrastró de golpe en golpe por las rocas abajo hasta el mar. Creí morir. Menos mal que los compañeros que andaban por allí me rescataron. Estuve de baja casi dos años, con todo el cuerpo dañado, hasta que los médicos declararon mi definitiva ineptitud para salir de nuevo al mar. Me concedieron la jubilación en 2018. >> Manrique perdía así su inseparable compañero de pesca, Joaquín López Goce, “Pituto”, pero su amigo sigue yendo por el muelle a ayudar en labores de tierra… y a charlar de las faenas de la mar de cada día.
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La llegada de la pandemia en marzo de 2020, afectó también a la pesca de “bajura” de Baiona como a la mayoría de las actividades productivas del país. En una entrevista en el diario “Faro de Vigo”, Manrique Leyenda Denis explica con precisión los problemas que se les presentaron, y de qué manera fueron solventando la situación para sufrirla con el menor perjuicio posible.
Manrique Leyenda deja el erizo y el percebe para continuar trabajando cada vez con menor rendimiento económico
Baiona, 2020. El pescador de “bajura”, Manrique Leyenda Denis, en su planeadora “Dokiña M” atracada en el puerto pesquero.
Los pescadores de Baiona trabajan a medio gas manteniendo su actividad con la captura de especies que a duras penas van teniendo una demanda relativa. Manrique Leyenda Denis es un marinero perteneciente a la Cofradía La Anunciada de Baiona que en el momento del decreto de estado de alarma se dedicaba al erizo de a flote cuya extracción, junto al percebe, fueron las más castigadas por el bajón del mercado hasta el punto de que llevan semanas paralizadas al destinarse principalmente, en el primer caso, a la exportación a países tales como Italia o Francia.
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Hijo del ex patrón mayor Manrique Leyenda Trigo, este profesional lleva 25 años en el mar, desde los 16, y sale siempre que las condiciones se lo permiten en el barco de bajura "Dokiña M" que patronea junto a otro marinero con el que forma su tripulación, aunque reconoció que la situación les cogió a los dos de sorpresa y en pleno trabajo. Con el fin de minimizar pérdidas, Leyenda sale diariamente junto a su hermano a la captura de centollo y choco. Con todo, estima que la facturación ronda un 70% menos que en circunstancias normales. "La entrada oficial de la cuarentena nos marcó desde el minuto uno. Los compradores comenzaron a echarse a atrás mientras que los que seguían interesados en cerrar tratos ofrecían menos de ocho euros kilo, que es nuestro valor mínimo de mercado", explicó. Para la captura de erizo de a flote la Consellería estableció un tope máximo diario de 90 kilos por barco extraído muy cerca de las rompientes, en las rocas. Se sirven de compresores para generar el aire necesario que les permite desarrollar su actividad bajo el agua conducido por una manguera de 30 metros de largo y en profundidades que oscilan entre los 3 y 12 metros. "Nos quedamos varios días parados intentando darle salida a la mercancía, pero al final tuvimos que cambiar de arte", aclaró. El "Dokiña M" es uno de los siete barcos que en el momento del parón se dedicaba a esta especie y es el único que ahora mantiene su actividad salvando la situación con choco y centolla "además de algún lenguado" con un precios de venta muy por debajo de lo habitual. El bajón registrado de la Cofradía fue total en todos los aspectos, muy condicionado al cierre de la hostelería. El único que se salva en términos económicos es el pulpo así como el pescado de bajo valor, sin embargo Manrique explicó que éste comienza a escasear. "Los tres primeros días salimos a capturarlo con nasas pero dado el volumen obtenido desistimos del cefalópodo y buscamos alternativas", aclaró. Aún así aclaró que si en circunstancias normales estaban facturando entre 4.000 o 5.000 euros mensuales en bruto, en estos momentos pueden llegar a los 2.000, ya que el desplome del crustáceo también es muy acentuado. "Si estábamos vendiendo la centolla buena en 25 euros kilo ahora su precio ronda los 14 euros", finalizó. _____________________________________
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A principios de 2021, Manrique tiene una gran pesca de centollos a bordo de la planeadora “Pólvora”, de su propiedad, acompañado en la faena por su hermano Adán. Los testimonios han quedado a buen recaudo, para que no haya dudas.
Baiona, febrero de 2021. Buena pesca de centollos de Manrique y Adán Leyenda Denis, faenando en la planeadora “Pólvora”. (Archivos familia Leyenda).
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Puerto de Baiona, febrero de 2021. La planeadora “Polvora”, atracada en uno de los pantalanes del muelle. Adán Leyenda Denis, hermano de Manrique, muestra la gran pesca de esa jornada. (Archivo familia Leyenda Denis).
Adán, hermano de Manrique, no quiso estudiar, ni prepararse para ningún oficio, y estuvo trabajando en una empresa durante dos años. Igual que su hermano, se decidió por la pesca, y en la actualidad faena con él en “bajura”.
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Baiona, 2021. Las dos embarcaciones de Manrique en la actualidad. Arriba, la planeadora “Pólvora”, en un buen día de pesca. Abajo, la planeadora “Dokiña M”, saliendo a la mar. (Archivo familia Leyenda Denis).
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Capturan en Baiona un congrio de 40 kilos y más de dos metros El mismo marinero pescó otro del mismo tamaño y algo menos de peso a la vez
MÓNICA TORRES BAIONA / LA VOZ 31/03/2021 22:45 H
Adán Leyenda consiguió esta semana una captura de auténtico récord en aguas de Baiona. Este marinero del Pólvora cogió con sus aparejos dos congrios monumentales. «Aún estaban medio vivos cuando los pescamos y metimos en el barco. Tuvimos que hacer mucha fuerza», explica este joven. Había lanzado los aparejos en la parte externa de las Estelas, pero nunca antes se habían topado con animales de tal envergadura. En la embarcación pudieron ya tomar medidas y los resultados explican el esfuerzo físico que tuvieron que hacer para conseguir recoger los aparejos. Cualquiera de los dos ejemplares es más grande que él, ya que ambos superaban los dos metros de longitud. El mayor pesó casi 40 kilos y el menor cerca de 35. «Sirven para la foto solo», bromea tras darse cuenta de que se trata de dos hembras y que, por ello, «no sirven para cocinar porque la carne se deshace». El récord en la zona estaba en un congrio de 31 kilos.
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Baiona, marzo de 2021. Arriba: los dos hermanos Adán y Manrique Leyenda, con los dos ejemplares de congrios pescados en As Estelas. Abajo: Manrique y su tío Antonio Pérez, sostienen uno de los ejemplares en alto para mostrar sus más de dos metros de longitud.
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Puerto de Baiona, marzo de 2021. Manrique Leyenda Denis, sostiene en alto uno de los congrios pescados en As Estelas. (Archivo familia Leyenda Denis).
En la actualidad, Manrique pesca con su hermano Adán en la planeadora “Pólvora”, y durante los siete meses de la época del erizo va con Javier “Piloto” en la “Dokiña M”.
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Puerto de Baiona, 2020. El baiones Manrique Leyenda Denis, saliendo a la mar en su embarcación “Dokiña M”. (Archivo familia Leyenda).
A Manrique Leyenda Denis lo debemos considerar como un marinero de “bajura” del siglo actual. Ya no llegó a los viejos barcos de madera, el “Erizana”, el “Fumanchú”, el “Pinzón”… ni a los últimos de acero como el “José Almuiña” o el “Balcagia”… ni a las lanchas tan populares en épocas pasadas como el “Botones”, el “Anzuelo”, el “San José”… ni apenas toca hoy en día una gamela, aún cuando sigan fondeadas en la bahía. Manrique es un marinero de hoy, de este siglo, de los tiempos de las planeadoras, de esas embarcaciones que faenan por todo el litoral de Baiona con la agilidad y la rapidez que las situaciones requieren. Dependiendo de las licencias de cada una de ellas, tanto pueden pescar maragotas, centollas, lubinas, choco… a “os trasmallos”, como andar con “as nasas” al pulpo y a la nécora… como ir a los percebes y al erizo… y también a la almeja con las varas por detrás de la doca… Manrique ha pescado por los mares de Baiona con todas las artes de pesca de sus antepasados. Conocimientos que de la mano de su padre, llegaron a él a lo largo de sus primeros veinticinco años de vida. El fallecimiento prematuro de Manrique padre en 2004, lo dejaría en la más completa soledad en la mar, que se le hizo angustiosa por momentos, acostumbrado como estaba a andar guiado en las faenas de la pesca por él, un permanente acompañante.
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Con la adquisición de la planeadora “Dokiña M”, Manrique se incorpora a los nuevos tiempos, y durante siete meses del año se dedica sobre todo a la extracción del erizo. Su embarcación posee una de las únicas siete licencias concedidas en la zona.
<<Los estudios de los biólogos consideran que de momento no se puede ampliar el cupo -nos informa Manrique-. Así que con este permiso tan escaso, nos “mergullamos”* en la mar buscando el erizo entre las rocas, con trajes de neopreno y una manguera que nos suministra el aire desde el barco. Cuando bate mucho la mar resulta bastante peligroso. Vamos por Cabo Silleiro, por “Os Carallóns, por As Estelas, por A Orelluda… El erizo está muy valorado sobre todo en Francia, Italia y, dentro del país, en Asturias. Del erizo se extrae un caviar y un paté exquisitos, de una enorme estima gastronómica. >> No cabe duda que la actual valoración del erizo en los mercados, es un hallazgo y un añadido fantástico dentro de la economía de la pesca de “bajura” de Baiona. Esto reafirma la opinión de que Manrique es un marinero de “bajura” del siglo XXI. Los otros cinco meses del año, Manrique los ocupa con “os trasmallos”, con “as nasas”… y durante estas últimas semanas de mayo, está probando por primera vez con la almeja desde superficie.
<<Voy con mi hermano Adán en una planeadora que nos prestan, ya que la mía no tiene licencia para este tipo de pesca. Esta es la razón de que nos mudemos de barco tan a menudo, unas veces por interés propio, y otras para hacer el favor a un compañero que necesita mantener la actividad de su planeadora para no perder la licencia. >> Y precisamente ésta es una de las grandes diferencias que existen entre los marineros de “bajura” y de “altura”. Mientras que estos últimos son pescadores únicamente dedicados a una sola especie de pescado, ya sea el atún, o el espada… y con un sólo arte, los de “bajura”, a lo largo del año, tocan todas las artes de pesca, y toda clase de capturas, hasta llegan a la almeja desde superficie, al percebe y al erizo. Para un pescador vocacional *. Mergullarse, expresión gallega: sumergirse, bucear.
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como lo son Manrique y su primo “Pituto”, las posibilidades de variar resultan para ellos mucho más satisfactorias. Y hablando de diferencias, opina “Pituto”, el amigo inseparable de Manrique, que los marineros de “altura”, en su mayoría, se van por asegurarse un buen sueldo fijo cada mes, una situación totalmente estable, procediendo así de una manera en absoluto conservadora. “Pituto” considera que no tienen la valentía suficiente para afrontar la “bajura” por sí solos, y buscarse una planeadora donde pescar, o adquirir una aunque sea entre dos marineros. Luego queda pagar los seguros cada mes… y arriesgarse a poca pesca, al mal tiempo, sufrir las vedas… y también a salir a pescar con mucho más riesgo físico, aguantando el frío, la lluvia y la evidente fragilidad de las embarcaciones utilizadas ante los temporales y el mal tiempo. Decía un veterano “lobo de mar”, que “los barcos de ahora son auténticos yates, que barcos eran los de antes”. Por eso que en “altura” van en la actualidad con todas las comodidades y adelantos técnicos. Y además, remata “Pituto” en sus comentarios: “A mí me
gusta dormir en casa todos los días”.
Los compañeros de siempre, en el colegio, en la mar y en la vida. Joaquín López Goce, “Pituto” y Manrique Leyenda Denis. (Archivo López Goce).
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- ¿Si ahora pudieses regresar a tu niñez, volverías a ser pescador? - le pregunto a Manrique. - Volvería a ser pescador sin la más mínima duda. Sin embargo, confieso que no me gustaría que mi hijo Iker fuese marinero. No sé por qué, pero preferiría que estudiase algo. Dice un buen amigo suyo que “Manrique lleva agua salada en las venas en lugar de sangre”. De niño corría hasta el muelle
tan pronto podía, a un muelle que por entonces estaba lleno de marineros en faenas de pesca. Con su envidiable juventud, cuarenta y un años, ya trae consigo la envidiable experiencia de veinticinco años de mar.
En un viaje de turismo a Madrid, pasan por el Bernabeu y se hacen la fotografía en uno de los banquillos: Manrique, Joaquín “Pituto” y Adán. (Archivo López Goce).
<< ¿Me preguntas por la “altura”?. Me han ofrecido muchas veces embarcarme “al atún”, “al “espada”, al “arrastre”… y no quise nunca. Pero tengo que reconocer que me gustaría ir alguna vez tan sólo por curiosidad. También he tenido ofertas para trabajar en tierra, y las rechacé. Lo mío es la “bajura”, y
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desde hace unos años, el erizo completa perfectamente el lado económico de esta pesca tradicional. >>
La extracción del erizo para los que tienen licencia, ha supuesto una fuente de tranquilidad económica importante. Manrique anda “al erizo” desde 2007.
<<… y en “bajura” -añade- puedo estar con la familia todos los días, en especial con mi hijo Iker, que lo estoy viendo crecer… >>
Ribeira Sacra, 2021. El padre, Manrique, la madre, Mónica, y el hijo, Iker.
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<<… ni tampoco podría ir de excursión de fin de semana junto a Mónica y a nuestro hijo Iker, como lo acabamos de hacer a la Ribeira Sacra. >>
Ribeira Sacra, 2021. Padre e hijo, contemplando los Cañones del Sil.
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III. De charla con un “panguero”
<<No fui marinero hasta los veintisiete años -nos cuenta Carlos-. Antes hice de todo. No quise estudiar, y a los catorce entré de aprendiz en una ferretería-almacén de la construcción en Sabarís. Luego trabajé en una pequeña constructora, y más tarde estuve en Citroën durante tres años, hasta que lo dejé porque no me gustaba nada aquel trabajo. Me fui a cumplir el servicio militar, y al volver estuve un año en el paro, no encontraba dónde trabajar. Acabé en Lanzarote de comercial y administrador de una empresa de postales de Las Palmas, y al mismo tiempo también vendía coches. Residía en Arrecife, con coche de la empresa, y en un buen y amplio apartamento. Allí conocí por casualidad a un pintor italiano que exponía en la isla durante dos semanas. Vivió en mi casa en esos días y me propuso vender piezas de cristal de Murano en Lanzarote. Acepté, con el correspondiente riesgo que conllevaba el proyecto, ya que tenía que pagar las compras por anticipado. El pintor me aconsejó bien, de manera que siguiendo sus sugerencias, ponía un puesto los domingos en el mercadillo de Teguise, y de repente, sin pensarlo, pasé a ganar mucho dinero: una pulsera, un collar, un anillo, un broche… me costaban 250 pesetas y los vendía a 1.000. Con veintidós años y una juventud desbordante, salía todas las noches de fiesta, y tal como ganaba el dinero lo gastaba. Llegó un momento en el que me aburrí de aquella vida en la isla, y al final decidí dejarlo todo y volver a la casa paterna. No llevaba de vuelta ni una sola peseta ahorrada. >> José Carlos Rúa Rodríguez nació en Sabarís (Baiona), el 12 de noviembre de 1969. Su padre, Francisco Rúa Abal, era conductor de la empresa ATSA de autobuses, y antes había sido taxista; su madre, Luisa Rodríguez de Saa, ama de casa. En su familia, nunca nadie tuvo nada que ver con la mar, como no fuera comer pescado a menudo. Eran cinco hermanos, dos
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hombres y tres mujeres, y el padre, llegado el momento, le insistió en que no se embarcase de marinero. <<Regrese al hogar paterno -continúa Carlos-, del que
me había ido unos años antes porque no aceptaba entregar en casa la totalidad de mi sueldo, tal como exigía mi padre. Me independicé en su día, pero era consciente que mi vuelta de ahora iba a ser tan sólo temporal. En ese tiempo, observé como mis amigos del barrio ganaban un buen dinero como marineros, y yo quise probar. Me embarqué en el palangrero “Mareta” de Vigo, y nada más salir de las Illas Cíes, anduve mareado tres días. Al acabar la campaña de un mes, no me agradó la liquidación que me hicieron, y abandoné el barco después de una buena pelea dialéctica con el armador. A continuación, pasé un mes en el almacén de “El Corte Inglés” en O Porriño, hasta que en 1996, comenzaría de verdad mi vida marinera. Tenía veintisiete años. >>
2012. José Carlos Rúa Rodríguez, “panguero” segundo del “Txori Toki”, barco de la armadora “Inpesca” de Bermeo. (Archivo J.C. Rúa Rodríguez).
Persona inquieta, cambiante, aventurera, hábil, decidida, valiente… Carlos no cambiaría esa actitud en su nueva vida marinera. Siguió manteniendo su personalidad, y así como en el
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tramo de la adolescencia y de la juventud, había recorrido una buena cantidad de trabajos distintos, contando incluso el militar, hay que aclarar que en esta situación, ya se comportaría con toda la normalidad de un marinero, que va pasando continuamente de barco en barco… de un arte de pesca a otro… faenando hoy en el Atlántico Norte, mañana en el Sur, pasado en el Índico…
<<Dos años después, en 1999, volví a embarcar. Esta vez en el “Día Segundo” de A Guarda por algo más de cuatro meses. Luego pasé al “Yriana” de Las Palmas, al “Punta Barbela”, al “Ramos Primero”, siempre por meses. Finalmente con el “Monxo” estuve casi dos años. >>
<<En el “Día Segundo” -cuenta Carlos-, estuvimos a pun-
to de irnos a pique. Nos dirigíamos a Vigo a descargar, y tuvimos una vía de agua por popa que no conseguíamos controlar con las bombas de achique. La llegada en auxilio del helicóptero de Salvamento resolvió la situación. En principio intentó evacuar inmediatamente a los marineros, pero el patrón se negó a abandonar el barco porque de esa manera perderíamos la importante carga de pescado que traíamos. El helicóptero volvió a Vigo, y regresó con una gigantesca bomba de achique, que nos permitió llegar a O Berbés y efectuar la descarga. >>
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A día de hoy, noviembre de 2020, José Carlos Rúa Rodríguez lleva cumplidos veinticuatro años de marinero, y nueve en el mismo barco, el atunero congelador cerquero “Txori Toki”, de la empresa vasca “Inpesca”. Enrolado desde 2011 hasta 2019, faenaron durante este tiempo en el Océano Índico por los caladeros de las Islas Seychelles.
2010. Buque atunero congelador “Txori Toki”, de la armadora vasca “Inpesca”.
El “Txori Toki” es sin duda uno de los buques atuneros congeladores con la tecnología electrónica más avanzada del mundo. El nivel de equipamiento es espectacular en cuanto a la sofisticación de los sistemas y su integración. Las innovaciones de este buque empiezan por el casco, muy estudiado hidrodinámicamente. Continúan con su equipo de pesca, completísimo y accionado a través de una pantalla hidráulica; el equipo de manipulación y conservación de capturas, provisto de un túnel diáfano con altura de dos cubiertas, lleva cinco grupos de frío de gran rendimiento y un sistema de descarga de las cubas por flotación. El equipo propulsor está dotado de un motor potente y ecológico para accionar una hélice de paso variable y palas CLT, y un sistema de control de última generación.
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Este atunero congelador faena en aguas internacionales, en los océanos Atlántico, Índico y Pacífico y se ha convertido en líder mundial en el año 2003 en capturas de atún “al cerco” con 21.000 toneladas. El “Txori Toki”, que merece el titulo de "Joya de la Corona" de la flota atunera mundial, ha sido construido atendiendo a criterios como gran capacidad de capturas, alta velocidad, gran maniobrabilidad, alto confort para la tripulación, robustez de equipos, rapidez de descarga y economía de combustible.
Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles), 2010. El “Txori Toki”.
El buque dispone de 26 cubas para conservación de las capturas. La cámara de máquinas va a popa, con las consiguientes ventajas en cuanto a longitud de línea de ejes, simplificación de túnel de tuberías, posibilidad de emplear dos manos en la descarga (proa y popa de la caseta) e independencia entre espacios de máquinas y habilitación. Como principal característica, cabe destacar que este barco iguala, en volumen de cubas, la capacidad de los mayores atuneros construidos en el mundo, y los supera ampliamente en cuanto a po-
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tencia frigorífica de congelación, contando para ello con una potencia de motor total instalada de 1.307 CV, lo que convierte a esta instalación posiblemente en la mayor construida a bordo de un buque atunero.
Parque de pesca del “Txori Toki”. Cinta trasportadora central por donde se conduce el pescado a las cubas refrigeradoras, situadas a ambos lados de la cinta.
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Sala de máquinas del “Txori Toki”.
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Sala de máquinas del “Txori Toki”.
CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES: Eslora total: 106,5 m Manga de trazado: 16 m Calado Medio de Trazado: 7,2 m Punta a Cubierta Superior: 10,40 m. Peso Muerto: 3.250 T GT: 4.115 t Capacidad de Cubas: 2.900 m3 Potencia Motor Propulsor: 7.956 CV Tripulación: 29 Año de construcción: 2000. Bandera: Islas Seychelles Puerto base: VICTORIA Información de “Naviera Murueta, S.A” de Gernika (Vizcaya).
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“Txori Toki” significa en vasco “Lugar de Aves”.
Cofia del “Txori Toki”.
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Mapa de África, con los habituales caladeros de los buques españoles.
El “Txori Toki” acude a sus campañas de pesca acompañado por el mazicero “Txori”, que siguiendo las instrucciones del patrón, inspecciona las zonas indicadas, instala los “objetos” en libertad -recipientes de 2 x 2 m. de red, con balizas de seguimiento, que atraen la manada con carnada viva, como verdal, melba, percebes, “charna”…-, y acaba localizando el banco de pescado. Determinada su situación, rumbo y velocidad, se procede a la “largada”.
<<Y aquí comienza mi trabajo cuando suplo al “panguero” titular -aclara Carlos que era segundo “panguero”-. Salgo con la “panga” llevando una punta del aparejo, y haciendo el cerco sobre el banco localizado. Luego remolco al “Txori Toki”, para
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evitar que las redes del cerco se metan debajo del buque, y se enreden en la hélice o en la quilla del barco. >> <<La labor del “panguero” es agradable con buen tiempo, pero peligrosa y arriesgada con el mar movido. El patrón, localizado el pescado, no se para a comprobar el estado del mar. >>
El mazicero “Txori”.
El mazicero “Txori”, arrimado a la proa del “Txori Toki”, suministrándole gasoil en altamar.
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Isla Mauricio, 2010. El “Txori Toki”, con el mazicero “Txori” pegado a un costado por popa. (Archivo J.C. Rúa Rodríguez).
La “panga”, situada en la popa del barco, preparada para su lanzamiento al mar. Embarcación imprescindible en la pesca “al cerco” del atún.
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La “panga”, dispuesta a salir a su indispensable trabajo.
Los vigías otean el horizonte con unos poderosos catalejos. En el mar, buscan el burbujeo del agua provocado por la presencia de atunes; en el cielo, tratan de encontrar las “pajaradas” que indican que tienen debajo la manada de atunes.
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Las dos “speadboats” de “Txori Toki”, que acompañan a la “panga” en las maniobras del “cerco”.
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Océano Índico, 2012. El “Txori Toki” en plena faena del “cerco”.
Las “largadas”, si no encuentran algún contratiempo especial, duran de una hora y media a dos horas, dependiendo de la cantidad de pesca que se recoja.
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Efectuado el “cerco”, el “Txori Toki” se dispone a recoger la red, y a iniciar el “salabardeo”.
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La “largada” finaliza con el “salabardeo” del pescado capturado en el “cerco”.
El mazicero “Txori” y la “panga, arrimados a un costado del “Txori Toki”.
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Si importante es la “largada” de la red al mar para el inicio del “cerco”, aún lo es más su recogida sin que sufra desperfectos. Entre los marineros siempre hay dos o tres rederos para reparar pequeñas roturas, pero si el daño es grande, el barco se ve obligado a acudir a puerto para resolver la situación, y perder así varios días de pesca.
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Los marineros recogiendo la red una vez finalizada la “largada”. Tiene una longitud de 2.000 metros y un ancho de calado de 180 metros.
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Desde la consola se maneja toda la maquinaria necesaria tanto para largar la red, como para recogerla.
El baionés “Nando” Costas Denis, contramaestre del “Txori Toki”.
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El “salabardo” recoge el pescado en el saco de la red, y es subido para vaciar en la “tolva”, que a su vez, lo llevará a la cinta transportadora del parque de pesca
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Los atunes pasan directamente de la cinta a las cubas de refrigeración.
Depósitos donde se prepara la “salmuera” (sal, agua…) para introducir en las cubas de refrigeración a fin de conservar el pescado en óptimas condiciones.
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Arriba: el marinero senegalés recoge dos buenos ejemplares de atún para llevarlos a la cinta. Abajo; Quique, de Seguridad, ayudando al senegalés Musa a llevar a un cimarrón de unos 50 kilos a la cuba correspondiente.
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El baionés Ángel Cedeira, maniobrando con la “panga”.
El popular marinero baionés, Javier Leyenda, “O Catau”, contramaestre y maestro de su sucesor en el cargo, el también baionés “Nando” Costas Denis.
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El baionés Ángel Cedeira, responsable de la Sala de Control de las Máquinas
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Puente de Mando del “Txori Toki”.
Sala de Máquinas.
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El baionés Fernando Costas, jefe de máquinas del “Txori Toki”.
El baionés Miguel, engrasador de máquinas.
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Cada cierto tiempo, el atunero tiene que acudir al dique seco para su correspondiente reparación y revisión total. El “Txori Toki”, cuando está faenando en el Océano Índico, suele ir a la Isla Mauricio, a Mombasa, o a Madagascar.
Isla Mauricio, 2016. El “Txori Toki” en dique seco.
La enorme hélice.
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El “sónar”.
La “panga”, también recibe su revisión concienzuda.
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Isla Mauricio, 2016. El “Txori Toki” y su mazicero “Txori”, en plena reparación de mantenimiento en el dique seco.
El “Txori Toki”, ya en el muelle una vez reparado y revisado, preparándose para salir a faenar por el Océano Índico.
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Desde que produjeron los primeros ataques de los piratas somalíes, los buques atuneros llevan su propia seguridad a bordo. Hasta ahora, los dos o tres hombres de Seguridad son suficientes para repeler cualquier intento de agresión.
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2012. En el “Txori Toki”, durante un momento de descanso: de izquierda a derecha, José y Soto, marineros, “Nando”, de Baiona, contramaestre, y Antonio, de Baiona, “mirador”. (Archivo J.C. Rúa Rodríguez).
2012. José, segundo de máquinas, y Ángel, engrasador.
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Tres baioneses charlando en cubierta en la hora de descanso: Ángel Cedeira, engrasador, Fernando Costas, jefe de máquinas, y “Nando” Costas Denis, contramaestre. (Archivo J.C. Rúa Rodríguez).
“Nando” y Ángel, compartiendo mesa en el comedor. Detrás, se observa una gran fotografía de la bahía de Baiona. (Archivo J.C. Rúa Rodríguez).
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<<Este año, 2020, me ha tocado pasar las Navidades en casa -comenta Carlos-, y también estaré el verano próximo. Vamos alternando, un año sí y otro no. >>
Cena de Nochebuena en el “Txori Toki”, con toda la tripulación reunida.
Carlos, con un compañero de Seguridad y con José, segundo de máquinas, celebrando la Navidad. (Archivo J.C.Rúa Rodríguez).
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Los senegaleses se juntan en su mesa propia a la hora de la cena de Nochebuena.
<<Es costumbre entre los barcos próximos mandarse felicitaciones de Navidad –recuerda Carlos ante la fotografía-. Ese año, creo que 2016, nos lo curramos bien con esta postal. >>
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En enero de 2019, José Carlos Rúa Rodríguez abandona el “Txori Toki” por propia voluntad. “No tenía buenas relaciones
con el capitán, así que preferí dejarlo antes de que las cosas fuesen a peor. Estuve un tiempo en el paro, y volví a embarcar en otro atunero, el “Albóniga”.
El actual buque atunero congelador “Albóniga”, de la armadora vasca “Atunsa”.
Mencionar el nombre de “Alboniga” en Vizcaya, es introducirse de lleno en la historia de la pesca vasca. En 1964, junto al “Alacrán”, son los dos primeros barcos construidos en Bermeo para la captura del atún, y ambos, los pioneros en acudir a pescar al Océano Índico, y descubrir los grandes caladeros de la costa occidental africana. Perteneció de siempre a la armadora “Atunsa”, una empresa familiar de Bermeo dedicada a la pesca de túnidos tropicales desde hace más de cincuenta años. Fundada en 1963, año en que se inicia la construcción del “Albóniga”. Veinticinco años después, tras el hundimiento del legendario buque en 1986, en Dakar, a causa de una vía de agua provocada por un fuerte golpe de mar -sin que hubiese que lamentar daños personales-, se ha construido un nuevo “Albóniga”, botado en 1988, con todos los adelantos técnicos del momento. En este “Alboniga” moderno, acaba de embarcar en el triste 2020 de la pandemia mundial, el baionés José Carlos Rúa Rodríguez con el cargo de “panguero”.
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En la actualidad, “Atunsa” es una de las grandes compañías pesqueras del mundo, y cuenta con una importante flota de barcos que faenan en el Atlántico Sur, el Índico y el Pacífico. Dispone de una planta frigorífica en Vilagarcía de Arousa, con una capacidad de almacenaje de 5.000 toneladas de pescado. Tiene oficinas en Bermeo, Vilagarcía de Arousa, Abidjan (Costa de Marfil), Dakar (Senegal), Tema (Ghana), Port Victoria (Islas Seychelles), Antsiranana (Madagascar), Port Louis (Mauritania) y Mombasa (Kenya). Lo que no ha variado en todo este tiempo de vida pesquera, es su objetivo principal, el Cimarrón o Rabil, atún de aleta amarilla. El motivo no es otro que el precio actual de estos grandes peces, que pueden alcanzar los 100 kilos de peso, y cuyo precio oscila entre los 1.850 y 2.000 euros la tonelada. Las otras especies de atún, el Listado o Serrucho, así como el Patudo, se pagan en lonja tres veces menos, a 600 euros.
“La flota de ATUNSA lleva a cabo una pesca responsable y respetuosa con el medio ambiente, orientada a preservar el recurso para así poder continuar con la singladura iniciada hace más de 50 años.” (Información específica de “Atunsa” sobre su pesca)
Logotipo de “Atunsa”
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Vigo, 2014. El nuevo “Alboniga”, entrando en la dársena de Bouzas para reparar. (Fotos “CALF-VIGO”)
Datos del buque ALBONIGA Número IMO: 8613267 Nombre: ALBONIGA Tipo de barco - Genérico: Pesca Tipo de barco - Detallado: Barco pesquero Estado: Activo MMSI: 224745000 Identificativo de llamada: EDKU Bandera: España [ES] Arqueo bruto: 940 DWT Verano: 600 t Eslora Total x Manga Máxima: 54,4 x 10,7 m Año de construcción: 1988 Puerto base: BERMEO
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Buque atunero “Albóniga”, de la armadora “Atunsa”, recién botado en 1964.
Años setenta. Barcos atuneros atracados al puerto de Bermeo. El “Albóniga”, a la derecha.
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Vigo, 2014. El moderno “Alboniga”, construido en 1988, entrando a reparar en un astillero de Bouzas. (Reportaje fotográfico “CALF-VIGO).
Conocidos marineros de Baiona faenaron en el primer “Albóniga” durante los años sesenta, setenta y ochenta. Los hermanos “Lalo” y “Canco” Goce Silva, Torea, Roquete, José Manuel
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Goce Pérez, hijo del popular “Cabecitas”, Moncho “O Uvas” y su hijo…
Bermeo, 1968. En el “Albóniga”, atunero de Bermeo (Vizcaya), tres marineros de Baiona: Torea, Roquete y “Lalo” Goce Silva. (Archivo familia Goce Silva).
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Bermeo (Vizcaya), 1968. El baionés “Lalo” Goce Silva, a la derecha, y Teodoro, un compañero de Lanzarote, descargando el pescado en el atunero “Albóniga”. Por entonces aún no había “coia”, y tenían que efectuar la descarga los mismos marineros. (Archivo familia Goce Silva).
El baionés “Canco” Goce Silva, estuvo embarcado en el “Albóniga” durante casi todo el año 1971. (Archivo familia Goce Silva).
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Años setenta. El baionés Moncho “O Uvas”, en el legendario “Albóniga”.
Años ochenta. El hijo de Moncho “O Uvas”, “Moncho” Misa, una década después que su padre, también anduvo embarcado en el viejo “Albóniga”.
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El nuevo “Albóniga”
<<Somos una tripulación de 27 hombres -concreta Carlos-, y aunque hay varios gallegos, en esta ocasión no me acompaña ningún baionés. En este barco no llevamos seguridad. ¡Ojalá no nos haga falta! >>
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El “Alboniga”, entrando en el puerto de Vigo.
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Con el cambio de barco, Carlos pasó de pescar en el Océano Índico a pescar en el Atlántico Sur, por la zona de Dakar, Abidjan, Sierra Leona… En este nuevo embarque, ya salió con el cargo de “panguero”, y después de unos pocos meses en el “Albóniga” realizando dicha función, la armadora ya le está ofreciendo el pase a otro atunero de la compañía más grande. Su barco actual, es uno de los más pequeños de toda la flota atunera, con tan sólo 450 toneladas de capacidad.
<<Lo pensaré -reflexiona Carlos-, porque en el “Albóniga” tengo muy buenas condiciones, y aunque la pesca no sea tan abundante, mi comisión es mayor que lo habitual. De manera que aunque vaya a otro barco con el doble de pesca, al bajarme la comisión, no mejorarían mis ingresos. En resumen, que además de no suponer beneficio para mi, tendría bastante más trabajo, puesto que en estos buques gigantes se hacen muchas más “largadas” que en el “Albóniga”. >>
El “Albóniga”, en plena marcha por el Atlántico Sur. Un nombre de barco sagrado en la compañía “Atunsa”. (Foto Gorka Ocio).
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<<Me gusta mi trabajo, y por el momento mi aspiración no es otra que cumplir bien con el cargo, y mantener la consideración que al parecer he alcanzado en la armadora. Estoy esperanzado en que todo continúe como hasta ahora. >>
Especies de atún. El “Yellowfin”, de aletas amarillas, más conocido popularmente por “Cimarrón”, es el más cotizado por la calidad de su carne.
En los planes futuros de José Carlos Rúa Rodríguez, se manifiesta de forma clara la intención de seguir peleando con el atún, preferiblemente con el “cimarrón”.
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IV. Con “León”, del “palangre” al “cerco” Solamente con mencionar sus apellidos, “León” nos introduce de manera inmediata en el más auténtico mundo de la pesca de Baiona. “Leyendas” y “Selegantes” son sagas de marineros que han surcado palmo a palmo los mares baioneses desde hace siglos: Cabo Silleiro, las Illas Estelas, las Cíes, Os Carallóns, A Concheira, la Praia dos Frades, Monte Ferro… Cuentan de uno de los Selegantes, Pepe, que se había hecho famoso por crear la mejor “Libreta de Marcas” que existía en Baiona a mediados del pasado siglo. Era el abuelo de “León” por parte materna. Los “Leyendas” y los “Selegantes” han pescado en todos los mares del mundo… con todas las artes… con toda clase de embarcaciones: “pincheiras”, gamelas, barcos de madera a carbón, a gasoil… barcos de acero de los de antes… de los de ahora con las más avanzada tecnología… Sergio Leyenda Selegante, “León” por su padre, nació en Baiona en 1978, en el barrio marinero de La Anunciada. Hijo de León Leyenda Carneiro, marinero, y de Olga Selegante Cabrera, ama de casa, descendiente a su vez de marineros. Tiene dos hermanos, Marcos, el mayor, e Iván, el pequeño, también marinero como sus antepasados. <<Mi padre, conocido por “O Catau” -explica “León”-, an-
duvo cerca de treinta años ”al atún” como contramaestre en el “Txori Zuri” y en el “Txori Eder”. Luego pasó ocho años “al espada” en el “Monte Ventoso” de Vigo. En 2006 se retiraría en el palangrero “Ransés” de A Guarda. Lo de su mote “O Catau”, ya le viene de los antepasados, todos ellos marineros “de bajura” de Baiona. Los de la última generación ya fueron también pescadores “de altura”. En cambio, por parte de mi madre, los Selegante -bisabuelos, abuelos, tíos, padre, hermanos…- han sido siempre pescadores “de bajura”. Mi abuelo, Pepe Selegante, es el autor de la famosa “Libreta de Marcas” de la costa baionesa, la mejor de
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su época, tal vez recogiendo los valiosos datos pasados por tradición de padres a hijos desde hacía más de un siglo. >>
Baiona, 1945. Caldeirada a bordo del “Canero”. Entre otros: “Chinto” Denis, “Cariño”, Ayú, Ángel “O Catau”, Luis “O Corrancho… “Mi abuelo, Ángel “O Catau”, es el segundo por la derecha”, aclara León. (Foto Borrajo. Archivo familia Denis).
“Mi abuelo por parte de madre, Pepe Selegante, también marinero, y autor de la mejor “Libreta de Marcas” de la época”, cuenta “León”con orgullo.
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León Leyenda Carneiro, “O Catau”, el padre de Sergio, ya anduvo entre redes desde pequeño. Comenzó a pescar con su padre y con sus tíos a los doce años, y desde entonces, toda una vida dedicada al mar.(Archivo familia Leyenda Selegante)
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Años noventa. El atunero vasco “Txori Eder”, donde anduvo embarcado León Leyenda Carneiro, “O Catau”, durante varios años. En esta época tuvo de compañeros a varios marineros de Baiona: “Lalo” Goce Silva, José Celso Rodríguez Carneiro “Sito”, “Nasi” Míguez Goce….
Años ochenta. José Celso Rodríguez Carneiro, “Sito”, pintando las letras del nombre del atunero vasco, “Txori Eder”, que significa en castellano “Pájaro Hermoso”.
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Años noventa. León Leyenda Carneiro, “O Catau”, en su época en los atuneros vascos “Txori Zuri” y ”Txori Eder”. Pescaban en el Océano Índico. Abajo, con un buen ejemplar de atún. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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Océano Índico, años noventa. León Leyenda Carneiro, “O Catau”, en uno de los “Txuri”, con unos buenos ejemplares de atúnes. (Archivo fam. Leyenda Selegante).
Después de cerca de cuarenta años de vida marinera, León Leyenda Carneiro, “O Catau”, disfruta de una más que merecida jubilación en su villa natal. Retirado en 2008, ha navegado por casi todos los mares del mundo, y pescado con las artes fundamentales al uso: el “arrastre”, el “cerco” y el “palangre”.
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“León”, como le gusta que le llamen, es uno de los tantos chicos de Baiona que han nacido marineros desde la misma cuna. A pesar de los nuevos tiempos, de las novedosas posibilidades de trabajo en la villa, de las buenas ocasiones para estudiar y formarse en distintos oficios, de los mejorados medios económicos familiares… a pesar de todo, quisieron ser marineros.
<<A los quince años ya salía a pescar en el bote de casa, el ”Durán” -cuenta “León”-, con mi tío Serafín Selegante. Llegábamos a Cabo Silleiro, a las Estelas, a las Cíes… Años más tarde, esta lancha se hundiría en el Lobo (Cabo Silleiro). De aquí pasé al “Cantiño”, con mi tío Tito, de la saga de los “Músicos”, considerados los mejores pescadores de lubina de Baiona. >>
Océano Índico, 2014. Sergio Leyenda Selegante, “León”, ayudante de contramaestre en el “Albatún Tres”. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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<<A los dieciséis años, 1994, me enrolé en el palangrero “Yanki”, de A Guarda, que andaba “al espada” por el Atlántico Sur, en Cabo Verde, Las Palmas, Gomera… Faenábamos durante uno/dos meses, y regresábamos. En 1997 tuve que cumplir el servicio militar, y de nada me valió la condición de cabeza de familia para librarme. Así que ingresé en la Armada desde enero hasta octubre, primero en Ferrol, y al final acabé en la ETEA de Vigo. Aquí comenzé una etapa de once años de mi vida marinera, en la que anduve saltando de barco en barco, a veces “al espada” y a veces “al atún”, al principio en mareas de uno/dos meses, luego de seis/ocho… Del “Yanki” pasé al “Lelo” de A Guarda -fui de contramaestre-, y estuve un año y medio “al espada”. >> En 1998, “León” se cambia del pez espada “al palangre”, a la pesca del atún “al cerco”. Se enrola en el“Montedeme” como marinero, y permanece en este buque cerca de dos años
El “Monteneme”, faenando por aguas del Caribe.
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Mar Caribe, 1998. El atunero congelador “Monteneme” de la armadora gallega “Calvopesca”. Faenaba “al atún” en Venezuela, y después pasó a Abidjan (Costa de Marfil), en el Océano Atlántico.
El atunero “Monteneme”, descargando en el puerto de Pisco (Perú).
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<<Volví de nuevo “al espada” en el “Mar Diez” de A Guarda -sigue “León” con su relato-. Faenábamos por Sudáfrica. Y del “Mar Diez” me fui al “Pescadoira” de Vigo, barco en el que permanecí seis años, y en que se hacían campañas de uno/dos meses. >>
1999. En el “Pescadoira” de Vigo. El baionés Pablo Marcos, un compañero de O Grove y “León” Leyenda Selegante. (Archivo familia Leyenda Selegante).
1999. “León” Leyenda Selegante en el “Pescadoira”.
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1999. “León” Leyenda Selegante y “O Grilo” de O Grove, en el “Pescadoira”.
1999. A bordo del “Pescadoira”, en medio del Atlántico: “Troski”, “O Grilo y ”León”
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“Troski” y “León”, dos baioneses en el “Pescadoira”.
Con un buen ejemplar de pez espada.
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En el “Pescadoira”, 1999. Tirando por un “pez manta” en el Atlántico para subirlo a bordo. (Archivo familia Leyenda Selegante).
<<A bordo del “Pescadoira”, estuvimos a punto de hundirnos por una vía de agua. Con las bombas de achique a pleno funcionamiento, conseguimos mantenernos y llegar al puerto de Las Palmas. Le colocaron en el mismo muelle un tapón provisional a presión, y a continuación lo llevamos al astillero a reparar. >>
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El baionés Pablo “Troski”, cocinero del “Pescadoira”, posando con un buen ejemplar de marrajo. (Archivo familia Leyenda Selegante).
Dibujo explicativo de la pesca del pez espada “al palangre”
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La lancha del “Pescadoira”, preparada para el trasbordo de carnada sobrante al “Naboeiro”, palangrero de la misma armadora.
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“León”, “O Grilo” y un compañero de Cangas, con un buen marrajo.
En el puente del “Pescadoira”, 1999. Arriba, en el centro del grupo, los baioneses Nando y “León”. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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La tripulación del “Pescadoira” estaba compuesta por catorce marineros gallegos, de los que al menos cuatro, eran de Baiona.
Cena de la tripulación del “Pescadoira” casi al completo. El patrón, el primero por la derecha. “León”, al fondo a la izquierda, con gafas recetadas por el oculista, que pronto desecharía para siempre.
Mapa con los caladeros de pez espada.
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<<Después de seis años en el “Pescadoira” me pasé al “Mar de Islandia” de Vigo, donde iba de patrón el baionés “Piloto”, y se hacían mareas de tres meses. >>
En el “Mar de Islandia”, 2005. “León”, en el halador para recoger el aparejo.
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<<Hacía año y medio que no veía a mi padre -cuenta “León” delante de las fotos-, y tuvimos un feliz encuentro en alta mar. Hubo que hacer el trasbordo de material del “Mar de Islandia” al “Monte Ventoso” -donde andaba mi padre-, que eran barcos de la misma armadora viguesa. Llevábamos todo ese tiempo sin coincidir en las vacaciones en Baiona, y en cambio, fuimos a encontrarnos en la mitad del océano. >>
2005. En el “Monte Ventoso”, de un armador vigués, anduvo León Leyenda Cedeira, “O Catau”, el padre de Sergio, durante ocho años “al espada”.
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<<Del “Mar de Islandia” me fui al “Ruibo” de Viana do Castelo, con “Cali” Denis Goce de “Os Botones” de Baiona, como patrón; luego pasamos los dos al “Yriana”, de Las Palmas, barco al que “arranchamos” en tierra durante dos semanas, para luego realizar el embarque más corto de nuestras vidas: un día. Nada más salir a faenar, estuvimos a punto de naufragar por un golpe de mar, que nos produjo una vía de agua, aunque al final conseguimos llegar a puerto. Ni “Cali” ni yo, volvimos a embarcar. >>
“León”, a bordo del “Yriana” de Las Palmas.
<<Por último, me enrolé en el “Pleamar”, de nuevo con el baionés “Cali” Denis Goce como patrón de pesca. Sería aquí donde acabaría mi época de pesca “al espada”. A mi me gustaba mucho más la pesca del espada que la del atún -comenta “León” sobre su futuro cambio-. Pero las condiciones son mejores las del atún. En el espada, tres meses de mar y veinte días de vacaciones. En el atún, cuatro meses de campaña y cuatro de descanso. Un grave accidente que tuve en el “Pleamar”, me obligó a desembarcar, y me mantuvo una larga temporada alejado del mar. >>
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En 2006, continuando en ese peregrinar permanente de los marineros de un barco a otro, se pasa al flamante atunero “Draco” como ayudante del contramaestre. Estuvo tres años y medio.
Vigo, 2006. Atunero congelador cerquero “Draco”, de la armadora “Mantisa”.
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Buque atunero “Draco” CONSTRUIDO POR ASTILLEROS FREIRE SHIPYARD DE VIGO CONSTRUCCIÓN NC-589. Es un atunero congelador al cerco, para el armador Mar de las Antillas Curasao N. Capacidad de cubas 2600, m3. CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES Eslora 95,70 metros eslora pp. 82,70 metros, con una manga de 15,20 metros puntal cubierta superior 9,95 metros. Puntal cubierta principal 7.15 m. Calado de proyecto 6.70 m. POTENCIA Y VELOCIDAD Motor Principal 6.000 kW Velocidad 19.2 nudos Generadores principales 3 x 1.020 kW Generador de cola 1 x 1.200 kW Bow thursters 2 x 331 kW Stern thruster 1 x 441 kW CAPACIDADES Capacidad cubas 2593.5 m3. Fuel tanques permanentes 685.5 m3. Fuel oil (en cubas) 110.5 m3. Agua dulce 74.5 m3. Aceite de lubricación 99.5 m3. Capacidad de congelación 200 Tons/day. Congelador -55ºC 5 Tons/day Características principales del atunero congelador “al cerco” “Draco”, construido en 2006 por el “Astillero Paulino Freire” de Bouzas (Vigo) para la armadora “Mantisa”.
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El “Draco”, saliendo de la dársena de Bouzas. Lleva a remolque a la “panga”.
La “panga” del “Draco”.
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En el “Draco”, 2006. “León” Leyenda Selegante, ayudante de contramaestre.
La “panga” del “Draco”, manejada por el baionés José “el Arnó”, primo de “León”.
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Maniobra de subir la “panga” a popa al finalizar el lance.
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Recogiendo la red.
Maniobra del “salabardeo”
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La recogida de redes, una vez finalizado el lance, ocupa dos horas y media.
Preparando la maniobra para lanzar otra vez. El marinero superior de la derecha está atando agujeros que se produjeron en el lance anterior.
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Arnó y “León”, trabajando en la “jareta”, el cable que cierra el saco del pescado.
“León”, con las “paztecas”, en la maniobra de soltar “cáncamos”
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Preparando el “saco”. “León”, en medio de los marineros.
“Salabardeando”.
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El “salabardo” cargado de atún, sobre la “tolva” para descargar.
El “salabardo”, vaciándose en la “tolva”, para pasar el pescado a la cinta transportadora, que lo llevará a las cubas en la planta de procesado.
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“León”, clasificando el pescado, y retirando la “basura”.
La cinta lleva directamente el pescado a las cubas de refrigeración.
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El “Draco”, rumbo a las Islas Seychelles en el Océano Índico.
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Una tortuga gigante vino enredada en el aparejo. ”León”, dispuesto para devolverla al mar. (Archivo familia Leyenda Selegante).
“Mi camarote durante cuatro meses”, comenta “León”.
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Tres baioneses de parrillada en el “Draco”: “León”, Suso “el Suplín” y Antonio “el Loro”, o lo que es lo mismo, un marinero, un “panguero”. y un contramaestre.
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El baionés Arnó, con camiseta, “panguero” del “Draco”.
“León”, aprendiendo a manejar la “panga” del “Draco”.
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“León”, con un pez merlín.
El pez merlín, colgado para abrirlo en canal.
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El pez merlín, abierto en canal por orden del patrón de pesca. En su interior aguardaba la sorpresa. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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Una vez abierto en canal por “León” y sus compañeros, el pez merlín tenía en su interior un atún de treinta kilos. El patrón había visto como se lo tragaba en el mar, y por eso dio la orden de abrirlo. Al desgraciado atún no hubo ni que sacarlo del merlín, se precipitó en el suelo sin más.(Archivo familia Leyenda Selegante).
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Caladero de las Islas Seychelles, en donde pescaba el “Draco”.
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Ibraima, uno de los “miradores”, y “León”.
“León”, “arranchando” en la grua de proa del “Draco”, moviendo “objetos” con sus balizas y “paños”. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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Port Victoria (Islas Seychelles), 2006. “León”, con dos compañeros, en el bar “Pirata Arms”, centro de reunión de los marineros cuando estaban en puerto.
Navidades en el “Draco”, con la casi totalidad de la tripulación. Entre ellos: los baioneses “Selino”, jefe de máquinas, “Arnó”, el “panguero”, y “León”; además, el vigués Manolo, ghaneanos, senegaleses… (Archivo familia Leyenda Selegante).
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La mesa de los “morenos” -de Ghana y Senegal- en las Navidades.
Navidades en el “Draco”. La mesa de los españoles. Entre ellos, a la izquierda: el vigués Manolo, Manolo de Ribeira y el baionés “León”; a la derecha, Paco de Muros… (Archivo familia Leyenda Selegante).
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“León”, haciendo “sarrias” -cuadrado de red-, utilizadas para la descarga en puerto.
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Aeropuerto de la Isla de Mahé (Islas Seychelles), 2009. “León”, con su amigo senegalés Ibraima, cogiendo el avión para irse de vacaciones. (Archivo familia Leyenda Selegante).
<<En 2009 -cuenta Sergio-, debido a un contratiempo familiar, me mantuve en tierra durante seis años. El “Draco” quedaba en mi memoria como un grato recuerdo, tras una muy buena experiencia, un gran compañerismo, un excelente trato con el patrón vasco, y una magnífica convivencia con los “morenos”. En ese tiempo en tierra trabajé en una empresa de Marín, clasificando aletas de tiburón. Una vez resuelto el problema de familia, abandoné ese trabajo -estaba bajando la demanda-, y volví a embarcar inmediatamente. De nuevo regresaba a Peinador, mi punto de partida hacia el trabajo, para enlazar en Madrid con los vuelos necesarios para llegar a mis embarques, generalmente en la isla de Mahé (Islas Seychelles). >>
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Vigo, Aeropuerto de Peinador, 2006. Salida de Sergio Leyenda Selegante, “León”, con destino a su primer embarque en el atunero congelador “Draco”, en Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles). Por entonces, con 27 años.
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<<Después de seis años en tierra, regresé al mar en septiembre de 2015, de nuevo “al atún”, enrolado en el “Albatún Tres”. Aquí ya salí como ayudante de contramaestre. Embarcamos en Port Victoria, en la Islas Seychelles. >>
Vigo, 2015. El atunero “Albatún Tres”, de la armadora “Albacora S.A.”.
Libreta de Marinero de Sergio Leyenda Selegante.
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Los datos técnicos del "Albatún Tres" llaman la atención del más profano. Construido en 2004 por el astillero vigués “Hijos de J. Barreras” -el segundo de los atuneros para la empresa “Albacora”-, cuenta con un hermano gemelo, el "Albatún Dos". Está considerado por sus constructores como el mayor atunero del mundo y ha sido específicamente diseñado para la pesca en los Océanos Índico y Pacífico. La construcción supuso 30 millones de euros, mide 115 metros de eslora por 17 de manga. Como congelador tiene una capacidad de 3.500 metros cúbicos, desarrolla una potencia de 8.500 caballos y puede congelar el atún a 65 grados bajo cero (más frío que en Marte).
El “Albatún Tres”, faenando por el Océano Índico.
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En el “Albatun Tres”, 2015. Un “mirador”, oteando el horizonte en busca de las manadas de atunes. También vigilan en el cielo la aparición de aves, que indican la existencia de pescado debajo de ellas.
Los “speedboat” salen en ayuda de la “panga” para cerrar el cerco.
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El “Albatún Tres”, descargando sus capturas en el buque nodriza “Sierra Lara”.
Este barco lleva una tripulación aproximada de cuarenta hombres. En el puente: Patrón de Pesca, Capitán -que manda en puerto-, Oficial, y suele acompañar la campaña un alumno en prácticas. En cubierta: contramaestre y su ayudante, y dieciséis marineros africanos, de Ghana, Senegal, Costa de Marfil… En máquinas: jefe de máquinas, dos segundos, un caldereta, tres engrasadores y dos limpias, y el “panguero”, que también está asignado a este grupo. En la cocina: cocinero, ayudante y camarero. Y desde que apareció el acoso de los piratas somalíes en el Océano Índico, el barco lleva dos o tres hombres de seguridad.
Uno de los dos responsables de la seguridad del “Albatún Tres”.
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<<Cuando embarqué -explica “León-, el “Albatún Tres” venía de faenar en el Océano Pacífico. La armadora había decidido cambiar su zona de pesca al Índico. Desde allá traía a bordo un helicóptero, que siguiendo las instrucciones del patrón, se dedicaba a localizar las manadas de atunes con más rapidez que la acostumbrada, y cubriendo una mayor extensión de mar. Pasado un año, prescindieron del helicóptero por falta de rentabilidad, ya que suponía un costo demasiado alto que no compensaba los beneficios que aportaba. Un piloto, su ayudante y un mecánico atendían su manejo y el mantenimiento. >>
Arriba, el helicóptero, situado en su plataforma de aterrizaje, dispuesto a despegar para inspeccionar la zona indicada por el patrón de pesca. Detectará con bastante rapidez las “brisas” ocasionadas por las manadas de atunes. Abajo, en el aire.
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“León”, ayudando a reparar un aspa del helicóptero.
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El helicóptero necesita una perfecta y permanente puesta a punto, ya que en pleno océano no podrá contar con la más mínima ayuda en caso de avería. Una de las razones para suprimirlo, fue un accidente ocurrido por entonces en otro barco, en el que perdieron la vida sus tres tripulantes al precipitarse el helicóptero al mar.
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Los “miradores” -también el helicóptero cuando lo haydetectan la manada de pescado, y el barco se pone de inmediato a la faena. La “panga” sera la primera en salir al mar para iniciar el “cerco”.
Una vez finalizada la “largada”, la “panga” se recoge en popa. El baionés Jesús Freire “el Suplín”, el “panguero” del “Albatun Tres”, al frente de las maniobras.
Subiendo la “panga” a bordo.
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Con la voz de alerta en el aire, todos los marineros se ponen en marcha para tener preparada la “largada” cuando se reciban las órdenes del patrón.
“León”, preparando los “cáncamos” para el cierre de la “jareta” del saco.
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Cogiendo una anilla para preparar el “salabardeo”.
Finalizada la maniobra del “cerco”, se procede a recoger la red y a su correspondiente colocación a bordo. La operación es compleja, y ocupará unas dos horas y media. (Archivo familia Leyenda Elegante).
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Preparando la maniobra del “saco”. El primero por la derecha es el baionésTonio “el Loro”, primo de “León”, que se encuentra a su lado.
Los marineros, haciendo el “saco” que recogerá el pescado capturado.
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Todos los marineros preparando el “saco”.
La red suele tener más de 1.700 metros de largo por cerca de 150 metros de ancho. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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Sala de mando en el puente del “Albatun Tres”. (Foto jou jou. Marine Traffic.com).
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Terminando la maniobra del “salabardeo”. “León”, en medio de sus compañeros.
El “cerco” se va cerrando, y llega el momento de recoger la pesca.
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“Salabardeando” el cimarrón. El “salabardo” tiene capacidad para nueve toneladas de pescado. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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El “salabardo”, repleto de cimarrones, preparado para pasar a las cubas. El cimarrón es la especie de atún más cotizada por su mejor calidad de carne. Se caracteriza por tener las aletas amarillas.
En el “salabardo” se retiran tiburones, melba y demás especies de pescado que vienen mezcladas con el atún, para devolverlas al mar.
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El baionés Julián y el “moreno” Winston, sacando tiburones del “salabardo” para devolverlos al mar. (Archivo familia Leyenda Selegante)
El “moreno” Winston se dirige a devolver los tiburones al océano.
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El ghaneano Winston, recuperando un cimarrón caido del “salabardo”.
“León” retira serruchos en la descarga, para tirar al mar.
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El marinero senegalés devuelve un pequeño tiburón al océano.
El “salabardo” acaba de ser izado a cubierta repleto de cimarrones, y espera su turno para ser vaciado en la “tolva”. Volverá al mar una y otra vez, hasta vaciar el saco.
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El “salabardo” se vacía en la “tolva”, que depositará el pescado en las cintas transportadoras que lo conducen a las cubas de refrigeración..
El “salabardo” se abre en su parte inferior para verter el pescado en la “tolva”.
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El pescado se lleva por medio de las cintas transportadoras a las cubas de refrigeración, situadas en el parque de pesca.
2016. Descargando la pesca en Port Victoria. “León”, recogiendo un cimarrón para depositarlo en la cinta de descarga. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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Dos baioneses charlando, Suso “el Suplín”, el “panguero” del “Albatún Tres”, y “León”, el ayudante del contramaestre. (Archivo familia Leyenda Selegante).
Hora del bocadillo para dos baioneses: “León”, el ayudante de contramaestre, y Tonio “el Loro”, el contramaestre.(Archivo familia Leyenda Selegante).
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Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles), 2016. El “Albatún Tres”, atracado al muelle.
El “Albatun Tres” acude periodicamente a puerto a la descarga del pescado, bien sea con destino a las propias Islas Seychelles, o para su envío a España en contenedores. Al mismo tiempo, aprovecha para proveerse de víveres, agua potable y demás enseres necesarios. Pero en esta ocasión, llegaba a puerto con la misión inaplazable de reparar la red.
Descarga de la red en el muelle de Port Victoria para su reparación.
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Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles), 2016. El “Albatun Tres”, descargando la red en el muelle para su inmediata y urgente reparación. El buque lleva entre su tripulación dos “rederos”, que resuelven pequeñas reparaciones sobre la marcha, mientras no llega la reparación total.
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Las “brisas” en el mar provocadas por la presencia de una manada de cimarrones, la especie de atún más cotizada, atraen a los buques atuneros cercanos, que se aproximan a la zona a la espera de poder realizar alguna “largada” positiva.
Preparado el “objeto”, los marineros se disponen a bajarlo al mar. Se trata de un recipiente de 2 x 2 metros, con balizas de seguimiento, que se sitúa en el mar en libertad para atraer al atún. A “objeto” se le van adheriendo verdal, melba, percebes, “charna”… que ocasionan la aproximación del atún. Los marineros de Baiona, “León” y Julián, de espaldas en el centro, colaboran en la maniobra. Tonio “el Loro”, el contramaestre, en frente. (Archivo familia Leyenda Selegante)
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Bajando un “objeto” al mar, que es recogido por una “speedboat”, que lo trasladará al lugar elegido por el patrón. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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El baionés Suso “el Suplín”, “panguero” del “Albatun Tres”, y “León”, charlan sobre la cubierta del buque.
Entre faena y faena, un rato de charla. Reunión de dos baioneses, “León” y Suso “el Suplín”, con Festival, marinero ghaneano, hincha del Real Madrid por lo que se observa. La fuerza del fútbol se manifiesta en los lugares más inesperados. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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Comienza la operación de descarga, retirando los atunes de las cubas, para trasladarlos a la cinta que los llevará al puerto.
La cinta transportadora conduce el pescado hasta la “sarria”, que una vez llena, será pesada antes de bajarla a tierra. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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Dos buenas piezas de cimarrón son retiradas de las cubas de refrigeración.
La “sarria”, llena de pescado, preparada para ser pesada, y volcada a continuación en la cinta del contenedor situado en el muelle.
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Subiendo la “sarria” para ser pesada, antes de bajarla a tierra.
Vaciando las cubas de pescado para la descarga.
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Un alto en el trabajo: Antonio -de Ribeira-, jefe de máquinas, “León” y Suso “el Suplín”. (Archivo familia Leyenda Selegante).
“León”, revisando el traslado de la cinta para retirar la “basura”.
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Pasando dos buenos cimarrones a la cinta transportadora.
El baionés Tonio “el Loro”, contramaestre, ayudando en la descarga.
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Los hombres de la “coia” llegan al muelle de Port Victoria para proceder a la descarga del “Albatún Tres”. (Archivo familia Leyenda Selegante).
Los componentes de la “coia” del puerto, subiendo al “Albatún Tres”.
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Los hombres de la “coia” procediendo a la descarga del “Albatún Tres”. En la fotografía de abajo, al fondo en el centro, vemos en la tarea al baionés Carlos “el Músico”, segundo de máquinas. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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El pescado trasladado en la cinta desde las cubas, descarga el atún en la “sarria”
Dos isleños de la “coia” descargan el pescado en el mismo parque de pesca.
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Cuando la descarga es para la fábrica de las Islas Seychelles, envían personal propio a revisar el pescado, y efectuar el correspodiente “escandallo”.
El personal de la fábrica de las islas, revisando el pescado
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Port Victoria, (Mahé, Islas Seychelles), 2016. La “sarria” es subida a cubierta, pesada y trasladada a la “tolva” de tierra, preparada para cargar los contenedores.
Descarga de la “sarria” del “Albatún Tres” en la “tolva” que lleva la carga al contenedor. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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Descarga del “Albatún Tres” en Port Victoria (Mahé, Islas Syechelles).
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La “tolba” acoge la “sarria” que descargará el pescado en el contenedor con destino a España. (Archivo familia Leyenda Selegante).
El muelle de Port Victoria. Un barco francés esperando para la descarga.
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Port Vicoria (Mahé, Islas Seychelles), 2016. “León”, de maniobras por el puerto en la “panga” del “Albatún Tres”. (Archivo familia Leyenda Selegante).
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Llegan las fiestas navideñas, y la tripulación lo festeja a lo grande para salvar de alguna manera las lógicas nostalgias familiares que se producen en estas fechas por las ausencias y las distancias.
Océano Índico, 2016. Navidades en el “Albatún Tres”. “León”, con tres compañeros en el comedor. (Archivo familia Leyenda Selegante).
Reunidos tras una buena cena. De izquierda a derecha: el ecuatoriano Pepe -caldereta-, Antonio, de Ribeira -jefe de máquinas-, “León”, el moañés Manolo -“panguero”-, y los baioneses Julián y Tonio “el Loro” -contramaestre-.
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Imágenes para el recuerdo de buenas amistades en el “Albatún Tres”: Manolo, de Moaña, Julián, de Baiona, un compañero de Seguridad, y los baionese Tonio “el Loro” y “León”. (Archivo familia Leyenda Selegante).
La tripulación del “Albatún Tres” casi al completo: tres de Seguridad, los baioneses Berto “el Uvas”, Julián, Tonio “el Loro” y “León”, y seis “morenos”, la mitad de los que había en el barco.
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<<Una de las operaciones más difíciles en la que participé en mi vida marinera -cuenta “León”-, nos ocurrió poco antes de desembarcar del “Albatún Tres”, y fue precisamente con el barco que después sería mi próximo destino, el ”Albacora Uno”. Debiamos cambiar en pleno mar abierto la red rota del “Albatún Tres”, por las red en condiciones del “Albacora Uno”, ambos buques de la misma armadora. La operación parecía a simple vista bastante sencilla, pero en la realidad resultaría muy complicado manejar aquellos cientos de metros de red -1.700 de largo por más de 100 de ancho- y por partida doble, de uno a otro barco. >>
Los barcos “Albatún Tres” y “Albacora Uno” se encuentran en la mitad del Océano Índico para efectuar el cambio de red. El capitán vasco Eneko, observa desde cubierta la aproximación de los dos buques, que en la imagen ya aparecen comenzando el trasbordo.
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La operación del cambio de red ya está llegando a su final.
<<Tardamos casi todo el día en el delicado y trabajoso cambio de red, pero lo conseguimos. Ahorramos un par de días de navegación, más el tiempo de la repación en puerto. El “Albacora Uno”, en cambio, ya iba a descargar. >>
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Después de casi cinco años en el “Albatún Tres” desempeñando el puesto de ayudante de contramaestre, la armadora premia el trabajo de Sergio Leyenda Selegante, “León”, pasándolo al “Albacora Uno” para ocupar ahora el puesto de contramaestre.
El “Albacora Uno”, buque atunero congelador de la armadora de Bermeo “Albacora, S.A.”. Fue construido en “Astilleros Barreras” de Vigo en 1996. ALBACORA UNO (IMO: 9127435) navega bajo la bandera de España . Su capacidad de carga es de 3300 t DWT y se informa que su calado actual es de 8,6 metros. Su longitud total (LOA) es de 105 metros y su ancho es de 16,2 metros. Información General del barco Número IMO : 9127435 Nombre : ALBACORA UNO Tipo de barco: Barco pesquero Estado: Activo MMSI : 224782000 Identificativo de llamada: EAMB Bandera: España [ES] Arqueo bruto : 3585 DWT Verano: 3300 Eslora Total x Manga Máxima: 105 x 16,2 m Año de construcción: 1996. Puerto Base: VIGO
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2014. El “Albacora Uno” atracado en puerto, con su “panga” a un costado. (Fotos Javier JAC)
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(Reportaje fotográfico, 2014, de Javier JAC)
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La imponente proa del “Albacora Uno” con el escudo en lo alto de la armadora vasca “Albacora S.A.”. (Reportaje fotográfico Javier JAC).
<<El nuevo barco es muy similar al anterior -cuenta “León”-, y al pertenecer a la misma armadora, su forma de tra-
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bajar es también parecida. Seguimos pescando en el Océano Índico, por el caladero de las Islas Seychelles. Como es natural echo de menos a mis compañeros del “Albatún Tres”, ya que formábamos un buen grupo, pero en el año que llevo en el “Albacora Uno”, todo va bien. No hay marineros de Baiona en mi turno, pero en cambio hay varios en el otro: Adrián Martínez “el Loro”, primo de Tonio, “Nasi” Míguez Goce, que está a punto de jubilarse, Dani de Baredo, Yerai, el contramaestre, “Lalito”, el “panguero”... >>
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En el primer“Albacora Uno” –construido en 1969-, antes de desguazarse y ser sustituido por el actual en 1996, anduvieron embarcados muchos marineros de Baiona en los años ochenta y principios del noventa.
Abidjan (Costa de Marfil), 1981. El baionés Manuel, un compañero ghanés y Manuel López Goce, “O Crispín”, en el “Albacora Uno”, con un buen ejemplar de atún.
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25 de noviembre de 1981. Manuel López Goce, “O Crispín”, en el “Albacora Uno” como contramaestre. Estuvo embarcado de 1980 a 1983.
1982. El “Albacora Uno”, en plena faena en el Océano Índico.
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<<En este embarque en el “Albacora Uno”, 9 de diciembre de 2019 -explica el baionés “León”-, vamos los blancos en clara inferioridad, quince contra veinticinco “morenos”, todos de nacionalidades distintas: Ghana, Senegal, Costa Verde… Los armadores no los quieren del mismo pais, pero van aumentando paulativamente la presencia de africanos en la flota española, evidentemente porque les pagan bastante menos y tienen peores condiciones laborales. Seguimos llevando tres hombres de Seguridad, aunque las agresiones de los piratas somalíes han disminuido notablemente, en parte por las precauciones extremas que se mantienen en los atuneros. >>
Sergio Leyenda Selegante, “León”, acaba de cumplir su primer año de contramaestre en el “Albacora Uno”. (Reportaje fotográfico de Javier JAC).
<< ¿Me preguntas por las relaciones familiares de los marineros “de altura” ? Tal vez sea lo más complicado de nuestra profesión. Demasiados meses de separación. En mi caso, tanto Begoña, mi esposa, como yo, debemos acostumbrarnos cada vez
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a los radicales cambios de situación que sufrimos periodicamente: cuatro meses con ausencia total entre nosotros -salvo el móvil o las video-conferencias de ahora-, a pasar cuatro meses con una presencia mutua permanente. La vida del mar es muy dura, y depende en gran parte de los compañeros con los que compartas el trabajo, en especial el capitán, el patrón y el contramaestre. Tan sólo uno de éstos te puede amargar la campaña. Más de un marinero se ha cambiado de barco escapando del trato recibido por uno de los mandos. Espero tener suerte en esta nueva singladura de mi vida marinera. La sensación, de momento, es buena. >>
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V. Charlando con “Nando”, un “contra”
“Ya se sabía. Era lo que tocaba en aquellos tiempos. A los dieciséis años, a la mar”, comenta “Nando” nada más iniciar la charla.
En una familia marinera baionesa, desde hacía muchas generaciones, el futuro de los chicos estaba más que señalado. No se presentaban otras alternativas posibles, y en su caso todavía con mayor motivo: su padre había enfermado muy joven y no podía salir a la mar. “Nando” se vio obligado a ayudar en casa. Ya lo hacía su hermano mayor. Su bisabuelo, el portugués José Denis Capelán, nacido en 1851, era marinero en su tierra, lo mismo que había sido su padre, y el padre de su padre… Emigrado a Baiona desde Póvoa de Varzím, y casado con una baionesa, dejaron abundante descendencia marinera. Llegaron a tener diecinueve nietos, la mayoría pescadores, y ellas, las mujeres, se casaron casi siempre con marineros, con lo cual aún proliferaron más. La villa de Baiona, en épocas en las que la casi totalidad de las familias eran pobres, no daba más de sí. Los estudios estaban al alcance de muy pocos; los oficios a aprender eran escasos y poco rentables; y al final, la salida recomendable por rápida y eficaz, no era otra que la pesca, que venía siendo desde hacía muchos años el sustento familiar del pueblo. Así que “Nando”, fue uno más de aquellos niños que con tan solo dieciséis años ya iban a pescar con su padre, con los tíos y los primos, con su abuelo… primero en las gamelas, luego en las lanchas, después en los legendarios barcos de madera, para finalizar por todos los mares del mundo “al atún”, “al espada”, “al arrastre”… en los grandes buques de hoy en día. Antonio Fernando Costas Denis, “Nando”, de la generación de los sesenta, ha vivido todas esas etapas, sin perderse una. Es de los últimos marineros que pueden contar todavía en qué condiciones iban a pescar sus antepasados, embarcados en aquellos barcos de madera de entonces: el “Policarpo Vilar”, el
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“Fumanchú”, los “Espada”, el “Erizana”, “Almuiña”…
el “Pinzón”, los
Antonio Fernando Costas Denis, “Nando”, nació en Baiona el 30 de mayo de 1963 en la Calle Ibarra, barrio de marineros situado en pleno “casco vello”. Hijo de José Luis Costas González, “O Anano”, marinero, y María del Pilar Denis Carneiro, que además de ama de casa, al cuidado del hogar y de los niños, trabajaba de “atadera” para los “Canero” y los Almuiña, armadores importantes de la villa.
Algeciras, años setenta. Marineros del “Darío”, de los “Maciel”, revisando el aparejo en el muelle. De izquierda a derecha: Carlos Mosquera, un compañero de Panxón, Manuel Gómez Pérez y José Luis Costas González, “O Anano”.
Son cuatro hermanos: el mayor, José Luis, marinero por poco tiempo y luego carpintero; dos hermanas, María del Pilar y María Clara “Isa”; y “Nando”, marinero como su padre. Antes de ir a la mar en edad temprana, inició los estudios primarios en las Escuelas Públicas, y pasó al Colegio Covaterreña en sus últimos años de formación.
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Baiona, 1970. Los cuatro hermanos Costas Denis: Detrás, “Nando”, José Luis, “Lis”, y María Clara, “Isa”; delante, María del Pilar. (Archivo familia Costas Denis).
En enero de 1979, sin cumplir aún los dieciséis años, “Nando” embarca por primera vez. El “Almuiña”, del armador baionés José Almuiña, será el barco de sus inicios. Con Pablo Leyenda, “Canero”, de patrón, va rodeado de auténticos “lobos de mar”, veteranos y reconocidos marineros de la villa que le enseñarían a dar los primeros pasos de su incipiente profesión. Faenaban “al pincho” por la costa portuguesa, llegando hasta Canarias, y andaban a la pesca de merluza, mero… La marea duraba un mes, y regresaban a Vigo a descargar. Un fin de semana de descanso, y de nuevo a la mar. En 1983, desembarca del “Almuiña” para cumplir el Servicio Militar en la Armada, al principio destinado a Ferrol, luego dos meses en la Comandancia de Vigo, y el resto, en la Ayudantía de Marina de Baiona. Antes de incorporarse a la “mili”, durante un mes de espera, sale a pescar en la lancha “Carmiña”, de Mario Leyenda. Pescan por las costas cercanas, en faenas de “bajura”.
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Libreta de Marinero en su segunda renovación, 1989. “Nando” tenía veintiséis años.
Baiona, finales de los años setenta. Parte de la tripulación del “Almuiña”. Entre otros: Manuel, Constantino Fernández Vidal, “Tanano”, Jorge Javier Giráldez, “Juqui”, Señor José, Enrique, José Malla, de Baredo, Pepe Rachote… y “Nando” Costas Denis. (Archivo familia Costas Denis).
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Baiona, años sesenta. La lancha “Carmiña”.
Después de un año y seis meses de retención en la Armada, se reincorpora de nuevo al “Almuiña” a finales de 1984. <<Aunque no tuvo importancia -recuerda “Nando”-, nos
detuvo un guardacostas portugués en la Isla de Madeira, y nos retuvo casi todo el día. Luego nos dejo marchar sin más consecuencias. Fue mi primera experiencia en este sentido. Más adelante, pasados muchos años, llegamos a estar asediados por los piratas somalíes. >>
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Marineros del “Almuiña”, repasando las volantas, “os tramallos”...
Años ochenta. En el “Almuiña”, jugando a las cartas. “Bi”, Ángel “Cusco”, Señor José “el Chato” y “Nando”. (Archivo familia Costas Leyenda).
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En agosto de 1985, “Nando” decide dejar la pesca de Baiona, y buscar nuevos horizontes por otros puertos. Con tal motivo, se incorpora al “Navijosa Sexto” de los “Gabrielitos” de Huelva, armadores muy conocidos en Baiona por los marineros veteranos. Embarca en Tombua (Angola), y pescan “al arrastre” por la zona angoleña de Mosambides. La campaña duró seis meses y veinte días.
Mapa de Angola. El puerto de Tombua, en el sur.
En enero de 1987, se enrola en Vigo en el arrastrero “Foque” de Cádiz, que se desplaza a Terranova “a la platija”… y también algo de bacalao, fletán…
<<Hicimos dos mareas, 60/70 días, con tan sólo una semana de descanso entre ellas. Estuvimos hasta el mes de junio, y en unas condiciones meteorológicas demasiado duras. Hacía un frío inaguantable, y un mar muy bravo, con fuertes temporales a menudo. El choque de las corrientes marinas, cálida y fría, provoca unas nieblas permanentes. >>
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El arrastrero “Foque”, de una compañía de Cádiz, pescaba en Terranova en los años ochenta.
Mapa de la zona de pesca de Terranova -en inglés, Newfoundland-, con el puerto más importante, Saint Pierre e Miquelón, en el sur de la isla. Es el mayor banco de pesca del mundo. Frente a sus costas, se hundió el “Titanic” en 1912.
Platija
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El 27 de agosto de 1987, “Nando” se embarca en Vigo en el “Albacora Catorce”, de la armadora vasca “Albacora S.A.”. Sin que se pretenda desmerecer sus experiencias anteriores, ni mejores ni peores, distintas, aquí comienza el baionés su vida marinera “al atún”. Se trasladan al Océano Índico para faenar en las Islas Seychelles, Madagascar…
El “Albacora Catorce”, de la armadora vasca “Albacora S.A.”.
Características técnicas del “Albacora Catorce” y “Albacora Doce” Diseño… CND-2284 Atunero… Albacora Catorce Armador… Albacora Año… 1982 Eslora… 77,30 M Capacidad… 1880 M3 Nombre Actual… Guayatuna Dos
Diseño… CND-2284 Atunero… Albacora Doce Armador… Albacora Año… 1982 Eslora… 77,30 M Capacidad… 1880 M3 Nombre actual… Guayatana Uno
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El “Albacora Doce”, de la armadora vasca “Albacora S.A.”.
Desde que ingresó en la nueva armadora, Fernando Costas Denis estuvo pasando periódicamente del “Albacora Catorce” al “Albacora Doce” -barcos gemelos-, tras disfrutar las correspondientes vacaciones de dos meses estipuladas por entonces, y muchas veces haciendo el trasbordo en el mismo océano.
En el “Albacora Doce”, descargando el “salabardo” en la “tolva”.
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Momentos de descanso en el “Albacora Doce”. A la derecha, los baioneses Suso Carneiro y “Nando”; a la izquierda, dos compañeros de Madagascar.
El “Albacora Doce”, atracado en Port Victoria (Mahé-Islas Seychelles), para la reparación de la red. En la tarea, “Nando”, el seycheiano Kinet y varios compañeros africanos. (Archivo familia Costas Denis).
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En el “Albacora Doce”, eligiendo el pescado para ser trasladado en la “panga” a otro barco de la misma compañía. (Archivo familia Costas Denis)
“Nando”, Miguel -el “panguero”-, y un senegalés, trasladando pescado en la “panga” del “Albacora Doce” a otro barco de la compañía. (Archivo familia Costas Denis)
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Océano Índico, años noventa. Los baioneses “Nando” y Manolo “el Pelos”, en uno de los “Albacora” con un tiburón-ballena, especie protegida. El tiburón-ballena, todavía vivo, es izado en la cubierta para ser devuelto al mar.
Años noventa. El senegalés Lamín y “Nando”, en el “Albacora Catorce”.
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Océano Índico, años noventa. En la “panga” del “Albacora Catorce”: “Nando”, de pie, con el “panguero” canario Miguel, y dos compañeros africanos.
Años noventa. Reparando la red del “Albacora Doce” en el muelle de Port Victoria. “Nando”, en el centro, y en medio de los marineros africanos, el baionés Javier Leyenda, “O Catau”, el contramaestre, del que dice “Nando” que le enseñó todo, que fue su auténtico profesor. (Archivo familia Costas Denis).
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Años noventa, en el “Albacora Doce”. El contramaestre Javier Leyenda, “O Catau”, de una saga legendaria de marineros baioneses. (Archivo familia Costas Denis)
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Años noventa, Navidad en el “Albacora Catorce”. Detrás, el senegalés Lamín, “Nando” y “Chicote”, engrasador vasco. Delante: dos compañeros senegaleses, el canario Miguel, el vasco Gottzon, y el baionés Manuel Misa, de Belesar.
Años noventa, comida en el “Albacora Catorce”. Detrás, “Nando”, el baionés Suso Carneiro y el canario Miguel. De espaldas, Sebastián, de Vilagarcía. Delante, dos marineros kenyatas. (Archivo familia Costas Leyenda)
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Años noventa. “Nando”, recién llegado de las vacaciones al “Albacora Catorce”. Arriba, “Chus”, el contramaestre, del Val Miñor. (Archivo familia Costas Denis).
Años noventa, en el “Albacora Catorce”. “Nando” con Javier, un camarero vasco.
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Madagascar, años noventa. En una descarga del “Albacora Catorce”, tres baioneses toman unas cañas: “Nando”, Gelín y Suso Carneiro.
Hasta mediados de 1993, “Nando” ocupa el puesto de marinero. Ese mismo año pasa a ayudante de contramaestre, y siete después, en enero del 2000, asciende al cargo de contramaestre. Un año antes, 1999, los “Albacora Doce y Catorce” se trasladan a pescar al Océano Pacífico en aguas internacionales. Para ello emplean diecisiete días en la ruta, y deben cruzar el Canal de Panamá, para alcanzar los caladeros de atún.
“Era la primera vez que cruzaba el canal -recuerda “Nando” con satisfacción-, una preciosa e interesante experiencia. Al entrar desde el Atlántico por el Mar Caribe, el barco es introducido en una exclusa, y desde ese momento, ya es manejado por el personal del canal. Con unos pequeños, pero potentes trenes, van arrastrando al barco de exclusa en exclusa, hasta llegar a la última, que llenan de agua para alcanzar el nivel más alto del resto del canal, y dejar liberado el barco en el Golfo de Panamá. Se tarda en pasar unas horas. Al cruzarlo en sentido contrario, el buque entra en las exclusas, ahora plenas de agua, es arrastrado igualmente por los trenes, y se va vaciando poco a poco para situar el barco al nivel del resto del canal que sale al Atlántico. >>
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<<Nosotros lo pasamos esa segunda vez para descargar en Cartagena de Indias (Colombia), y luego regresamos. >>
Mapa del Canal de Panamá.
<<Estuvimos cinco años pescando en el Pacífico. La armadora tenía base en Posorja (Ecuador), desde donde dirigía la estrategia de pesca de su flota por la zona. Llegamos a pescar hasta el Archipiélago de Kiribati, en la mitad de Océano Pacífico, y aún más lejos, hasta la Polinesia Francesa. >>
<<Además de Colombia, descargábamos en Manta (Ecuador), en Puerto Quetzal (Guatemala), en La Puebla (México)… >>
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Canal de Panamá en su entrada por el Mar Caribe. Panorámica de las exclusas.
<<Mi último desembarco con los “Albacora Doce y Catorce” para irme de vacaciones, lo hice en septiembre de 2004,
en el puerto de Nuku-Hiva, de la Polinesia Francesa. >>
Después de diecisiete años pasando de un “Albacora” a otro, la armadora finaliza ese periplo para “Nando”, y en diciembre de 2004, lo traslada al “Intertuna Dos” por una campaña. Embarca en Mombasa (Mozambique), y vuelve de nuevo al Océano Indico. Pero no se despedía definitivamente de los “Albacora”, ya que dos años después embarcaría en el “Quince” por cuatro meses.
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El atunero congelador “Intertuna Dos”, de la compañía vasca “Albacora S.A.”.
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Una campaña de cuatro meses en el “Intertuna Dos”, pasa las correspondientes vacaciones en Baiona, y de nuevo, al incorporarse, tiene cambio de barco. Esta vez pasa al “Albatún Tres”, y hará otra campaña de cuatro meses.
El ”Albatún Tres”, de la armadora “Albacora S.A.”. (Foto jou jou. Marine Traffic)
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Y es en febrero de 2006, a la vuelta de vacaciones, cuando embarca en el “Albacora Quince”, en Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles). El “Catorce”, el “Doce” y ahora el “Quince”.
Puente del atunero “Albacora Quince”.
El “Albacora Quince”, rumbo a las Islas Seychelles.
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El “Albacora Quince”, echando el “cerco”.
El “Albacora Quince”, atracado en Port Victoria (Mahé-Islas Seychelles). Propiedad de la armadora vasca “Albacora S.A.”, fue construido en 1983; tiene una eslora de 86 metros, y es tripulado por treinta hombres.
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A mediados del 2006, “Nando” cambia de armadora después de diecinueve años con “Albacora, S.A”, y se enrola en el atunero congelador “Draco”, de la compañía “Mantisa”. En este barco empezaría a disfrutar de cuatro meses de vacaciones, tras cuatro de mar, razón definitiva para el cambio.
Vigo, Estación Marítima, 2006. El atunero congelador “Draco”, construido en los “Astilleros de Barreras”, para la armadora “Mantisa”.
Después de un año y tres meses en este barco, “Nando” tiene que desembarcar el 27 de diciembre de 2007 por accidente.
<<Me rompí una mano pescando en el Archipiélago de Chagos, tuve fractura de radio -recuerda “Nando” con disgusto-. Me trasladaron en un mazicero a las Islas Seychelles, recibí las primeras atenciones médicas, y cogí un vuelo a Madrid, haciendo antes escala en Kenia. Al llegar a Baiona, no estuve demasiado tiempo de baja. >> En este tiempo de baja, “Nando” contacta con el patrón baionés “Gito” Leyenda, que se había hecho cargo del “Parsian Shila”, un atunero construido en “Astilleros Armón” de Vigo para un armador de Irán. El barco llevaba parado dos años en los muelles vigueses.
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Llegan a un acuerdo, y “Nando” embarca como contramaestre en el “Parsian Shila” el 6 de enero de 2008. Tardaron un año en salir de Vigo, primero haciendo preparativos, y luego a falta de resolver trámites burocráticos. Durante este tiempo, cobraron unos buenos sueldos… y antes de partir rumbo a Irán, estuvieron un día entero parados en las Illas Cíes… no se sabe el por qué.
Buque atunero congelador “Parsian Shila”, construido en 2006 por “Astilleros Armón” de Vigo, para el armador “Salem Chabahar” de Irán. (Foto Javier Alonso).
Características Técnicas Número IMO: 9404285 Nombre: PARSIAN SHILA Tipo de barco - Detallado: Barco pesquero Estado: Activo MMSI: 422573000 Identificativo de llamada: 9BKI Bandera: Irán [IR] Arqueo bruto: 3296 Verano DWT: Eslora Total x Manga Máxima: 95,7 x 15,20 m Tripulación: 30 personas Año de construcción: 2006 Armador: Salem Chabahar (Irán) Puerto base: CHABAHAR
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El “Parsian Shila”, haciendo pruebas de mar por las costas gallegas.
La cofa del “Parsian Shila”.
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Sala de mando situada en el puente del “Parsian Shila”.
Parque de pesca del “Parsian Shila”. La cinta transportadora en el centro, y a la derecha, las cubas de refrigeración donde se almacena el pescado.
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<<Cogimos la ruta del Mar Mediterráneo -cuenta “Nando” con amplia sonrisa-, y cruzamos por el Canal de Suez para llegar cuanto antes al puerto iraní de Baudar Abbas, situado en el Golfo Pérsico. Yo pasaba el canal por segunda vez, y resultó de nuevo una experiencia interesante. Estuvimos fondeados una semana, esperando turno para entrar en el canal. Los barcos iban en fila, a la velocidad indicada por la organización. Nosotros llevábamos delante un portaviones norteamericano, y a la cola del convoy, un destructor francés. En aquel momento, era una zona de alto conflicto político y militar, y ya en Vigo, antes de la salida, la revista “Interviú” había entrevistado al patrón, “Gito” Leyenda, sobre el viaje a Irán y la posterior marea por las Islas Seychelles, con la amenaza de entonces de los piratas somalíes. >>
El canal tiene la entrada por el Mediterráneo en Egipto, en Port-Said, y la entrada por el Mar Rojo en la ciudad portuaria de Suez. Son 193,3 kilómetros de recorrido, que se tardan en pasar cerca de doce horas. Luego, cruzando el Mar Rojo se llega al Océano Indico, y se sigue hasta el Golfo de Omar, y justo en el Estrecho de Ormuz se encuentra el puerto de Bandar Abbas, destino de la entrega del “Parsian Shila” a la armadora iraní “Salem Chabahar”.
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Mapa de Irán. El puerto de Bandar Abbas se encuentra situado en el Estrecho de Ormuz, que conecta el Golfo Pérsico con el Océano Índico. Por esta ruta se transporta la tercera parte del petróleo del mundo, y es motivo de frecuentes conflictos políticos entre Irán y Estados Unidos.
<<Al llegar a Bandar Abbas -sigue explicando “Nando”-, echamos un mes en puerto equipando el atunero para salir a pescar. Luego estuvimos faenando otro mes por las Islas
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Seychelles, pescando poco por la falta de medios y de licencias. La armadora no tenía la estructura necesaria. El 25 de junio de 2009, desembarqué en Port Victoria para disfrutar de las vacaciones, y ya no regresé. El patrón, “Gito” Leyenda, estuvo un mes más, y también dejó el barco. La exótica aventura del “Parsian Shila” duró un año y seis meses. >>
Canal de Suez. Los barcos pasan en fila ordenadamente, a la velocidad indicada por los mandos del canal. El costo del permiso de paso es bastante elevado.
En el mapa se observa la diferencia en kilómetros de la ruta por el Mar Mediterráneo o por el Océano Atlántico, para llegar al Océano Índico.
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En diciembre de 2009, “Nando” se enrola en el “Txori Toki”, de la compañía vasca “Inpesca”, como ayudante de contramaestre. En 2011 pasa a contramaestre hasta 2015. Durante esos seis años, siguen pescando en el Océano Índico.
2010. El “Txori Toki” en el Océano Índico.
Océano Índico, 2010. La “panga” de “Txori Toki”.
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Parte de la cubierta del “Txori Toki”. La maquinilla, en medio; la maquinilla pequeña, a la izquierda; a la derecha, el pescante para colgar los “speed-boats”.
Situación grave en un atunero. Se había roto la red en una “largada”, y de inmediato, toda la tripulación a repararla. (Archivo familia Costas Denis).
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Finalizada la “largada”, izada a bordo la “panga” después de recoger el pescado y la red, la tripulación al completo se dedica a reparar las roturas producidas en la red.
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Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles), de una belleza incomparable, es el puerto más visitado por los atuneros del Océano Índico. Además de la descarga, es el lugar habitual donde se repara la red, se aprovisiona el buque, y se acostumbra a efectuar el embarque y desembarque de los marineros.
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Un barco de guerra en Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles). La “Operación Atlanta”, instaurada por los países atuneros, envía barcos de vigilancia para protección de la flota pesquera de los ataques somalíes. A veces detienen a algún esquife de piratas, pero los dejan en libertad a las pocas horas.
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Los barcos de guerra patrullan por la zona de pesca de las Islas Seychelles y Somalia, para evitar la presencia de los esquifes somalíes. A pesar de ello, los piratas aguardan pacientemente en mitad del mar, esperando su oportunidad. Van media docena de hombres en cada cayuco, armados con metralletas, torpedos… de todo. Dicen, además, que suelen estar medio colocados con las hierbas que se fuman, y que son auténticamente temibles con aquellas armas en sus manos.
Uno de los tantos cayucos que acosan a los barcos atuneros por las zonas de las Islas Seychelles y Somalia. La vigilancia de los buques de guerra, y la presencia de agentes de Seguridad a bordo de los pesqueros, están evitando nuevas agresiones.
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Agente de Seguridad en el “Txori Toki”. En esta marea llevaba cuatro agentes.
Puerto de Madagascar, uno de los más visitados por la flota atunera del Índico.
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El ”Txori Toki” en Port Victoria. (Archivo familia Costas Denis).
2010. Carlos Rúa Rodríguez y “Nando” Costas Denis, en el “Txori Toki”.
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2010. Bajando la “panga” para iniciar la “largada”.
Da comienzo la “largada”. La “panga” acaba de salir para realizar el cerco.
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Iniciando la “largada”
Recogida de cimarrones.
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Grupo de compañeros en el “Txori Toki”: Silva, de Baredo, el “panguero”, “Nando” y Javier “Kuki” de Baiona, un marinero vasco, y Carlos Piño, otro baionés.
Carlos Piño, “Nando” y Silva.(Archivo familia Costas Denis).
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Trabajando en cubierta. En el centro, con visera, Javier Leyenda “O Catau”, el contramaestre; el primero, a la izquierda, el también baionés José Manuel “Coco”.
El senegalés Adama, buen marinero, y el contramaestre Javier Leyenda “O Catau”.
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La tripulación al completo recogiendo la red en el “Txori Toki”. Al fondo, el senegalés Adama; delante, a la izquierda, Musa, otro senegalés.
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El cerco se está cerrando para recoger la red y subir la captura de pescado.
Se ha culminado una buena “largada”, a tenor de las muchas anillas que se observan en la red ascendente. (Archivo familia Costas Denis).
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Atún listado.
“Nando” observa a sus compañeros en el difícil trabajo de hacer “costuras”.
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El baionés Carlos Rúa Rodríguez, en un momento de descanso en la tarea de hacer “costuras”. (Archivo familia Costas Denis).
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Carlos y “Nando” Costas Denis. (Archivo familia Costas Denis).
2010. Sergio, el capitán del “Txori Toki”, atiende de un pequeño corte al gallego Carlos, el “panguero”, con la ayuda de Santos, el oficial.
En diciembre de 2015 -una vez más al regreso de vacaciones-, cambian a “Nando” al “Itsas Txori” durante cuatro meses, sustituyendo al contramaestre titular, de baja por enfermedad. Embarca en Antsiranana (Madagascar).
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El “Itsas Txori” -“Ave María” en vasco-, atracando en Port Victoria.
Bermeo, 2013. El atunero congelador “Itsas Txori”, de la armadora “Inpesca”, construido en 2013 en los “Astilleros Murueta”, en sus instalaciones de Erandio.
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A finales de 2016 regresa al “Txori Toki”, donde va a vivir sus últimos meses de marinero. Al cabo de año y medio, el 11 de junio de 2018, desembarca en Port Louis (Isla Mauricio), y pone fin a cuarenta años de mar. Antes de su marcha, dará los últimos paseos por cubierta, bajará al parque de pesca, celebrará su última reunión en el comedor, bajará a las salas de máquinas, mirará por los catalejos el cielo y el horizonte, subirá al puente de mando y se despedirá del capitán, del patrón de pesca… de sus compañeros, de los “morenos”, del cocinero… de todos los que han compartido con él esos últimos nueve años de pescador en el “Txori Toki”…
Port Louis (Isla Mauricio), 11 de junio de 2018. Último desembarque del “Txori Toki” de su contramaestre Antonio Fernando Costas Denis, “Nando”, después de cuarenta años de vida en el mar.
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Ahora “Nando”, como tantos otros marineros de Baiona, y después de cuarenta años “a la mar”, disfruta de un bien merecido y apacible descanso. Dice que se encuentra feliz, que no se acuerda para nada del mar… “¿No lo echas de menos?”, le preguntan algunos compañeros. Pasea con Malén, su esposa, siempre acompañado de sus dos perritas, se detienen en la cafetería próxima a tomar algo, y comparte casi a diario animadas y entrañables reuniones con sus hermanas y sus cuñados. Su larga vida marinera ya queda olvidada, escondida en el fondo de los recuerdos, que han de ser avivados con nuestras preguntas insistentes: aquellos barcos de madera en los que empezó, que se hundían en los temporales bajo las olas, crujiendo el maderamen de tal forma que parecía desarmarse, y provocaban el temor de que no volvieran a subir… los veteranos compañeros, grandes amigos de su familia, que le enseñaron con cariño en sus inicios… las costas de Portugal y Canarias, las primeras de las muchas que recorrió por el mundo… los mares gélidos de Terranova… los cálidos de África y del Océano Índico… los veinte días de camino hasta el Índico… los diecisiete hasta el Pacífico… el paso por el Canal de Panamá, por el de Suez… la idílicas islas del Archipiélago de Kiribati, de la Polinesia Francesa, con aquellos pobres pero felices isleños de sonrisas eternas… ¡qué hermosos pueblos oceánicos!…
<<Pero la lejanía familiar fue siempre algo que llevé muy mal -confiesa “Nando”-, porque la pesca en sí mismo me gusta… Lo ideal sería ir “al atún” a lo largo de todo el día, y regresar a dormir a casa. >>
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VI. “Moncho”, un “panguero” jubilado El 10 de junio de 1975, recién cumplidos los quince años, José Manuel Misa Freire, “Moncho”, se registra por primera vez en la Libreta de Inscripción Marítima. Dias después, el 28 de junio, se embarca en el “Albóniga”, atunero de Bermeo, como marmitón. En ambientes de mar como vivía, enseguida los compañeros lo apodaron con el nombre de su padre, “Moncho”, a su vez más conocido por “O Uvas”, y también marinero de profesión.
Primera Libreta de Inscripción Marítima de José Manuel Misa Freire, “Moncho”.
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Océano Índico, 1975. “Moncho” Misa, embarcado en el “Albóniga” a los quince años de edad recién cumplidos. (Archivo familia Misa).
<<Mi primer embarque en el “Albóniga” lo hice en alta mar -recuerda “Moncho”-, y me había trasladado un mazicero, el “Alonso Arcilla”, desde el puerto de Dakar hasta el barco. Tres días largos de navegación para llegar al lugar en donde estaba pescando. Nada más subir en el muelle al mazicero y salir a la mar, cogí tal mareo, que estuve tirado durante todo el trayecto encima de las redes, devolviendo sin parar. Tuve un estreno, que pasados cuarenta y cinco años, aún no olvidé. >>
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José Manuel Misa Freire nació en Baiona el 6 de junio de 1960, en el barrio pescador de La Anunciada. Hijo de José Manuel Misa Álvarez, “Moncho O Uvas”, marinero, y de Teresa Freire Mosquera, ama de casa. Por un error administrativo, a su padre le cambiaron en los papeles su nombre auténtico, José Ramón -de ahí “Moncho”-, por el de José Manuel, que ya quedó figurando así hasta en su DNI. Lo de “O Uvas” viene por parte de su abuela materna, que tenía un puesto en la Praza da Froita, y le llamaban “A coxa de Uvas”.
Baiona, años sesenta. Moncho “O Uvas”, a la derecha, embarcado en el “Marta Elena”, de “Os Caringa”. A su lado, el compañero baionés Elías “Percibilleira”. Faenaban por la costa portuguesa, y llegaban hasta las Islas Canarias a la captura del mero. (Archivo familia Misa).
“Moncho” nace en un hogar de pescadores, en el que abuelos, tíos y padre, eran todos marineros. El abuelo materno, apodado “O Jesuita”, era sobradamente conocido en los ambientes de mar de Baiona.
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Su padre perteneció a las primeras generaciones de marineros baioneses que se fueron a pescar al País Vasco. En los años setenta anduvo en el “Azalde” de Bermeo, y luego en el “Albóniga” de la armadora “Atunsa”. En esa década coincidiría con su hijo en “bajura”, en el “Domonte Mandado” y en el “Serín Segundo”, ambos de Vigo. En los ochenta también compartirían barco en el “Izurdía”, pescando “al atún” en el Océano Atlántico Sur.
Años setenta. Tres baioneses embarcados en el “Azalde” de Bermeo: Tente “el Rato”, Miguel “Mixilón” y Moncho “O Uvas”. (Archivo familia Misa).
“Moncho” hijo, es el mayor de seis hermanos, todos hombres: él, Javi, Suso, José, Berto y Remi, estos dos últimos mellizos. Marineros los séis, menos Remi que lo fue, pero por poco tiempo. Por desgracia, Javi y Suso ya han fallecido. Dejó de estudiar por voluntad propia a los catorce años, y no embarcó hasta los quince porque las leyes no se lo permitían. Ha sido uno de tantos chicos de Baiona que son marineros desde la cuna, y en su futuro nunca se planteó otra perspectiva que no fuese salir a la mar como todos sus antepasados.
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Al siguiente embarque en el “Albóniga”, “Moncho” Misa ya lo hace como marinero. Estuvo un año en el barco vasco, pescando “al atún” en el Atlántico, por la zona de Abidjan, Dakar… El 2 de julio de 1976, desembarca en Dakar de vacaciones.
Buque atunero “Albóniga”, de la armadora “Atunsa”, recien botado en 1964.
Atuneros vascos atracados en el puerto de Bermeo. El “Albóniga” a la derecha.
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Años setenta. El “Albóniga” en alta mar.
1975. “Moncho” Misa y su tío Antonio “Indio”, en el “Albóniga”. También coincidió en este barco con otros baioneses: Quico “O Chavoleiro”, José Barra…
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1975. En alta mar con el “Albóniga”. De pie, un compañero de Gondomar, un senegalés y “Moncho Misa”. Abajo, un compañero de A Guarda.
En el “Albóniga”, 1975. “Moncho” y su compañero Avelino, de Panxón.
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A los pocos días de desembarcar en Dakar, “Moncho” se enrola en el “Pipipo”, con sede en Baiona, que faena “al palangre” por la costa canario-sahariana a la captura del mero. Al cabo de menos de veinte días en el nuevo pesquero, no puede tener peor estreno en su vida marinera de poco más de un año. El barco sufre un fuerte golpe en un costado, que provoca una vía de agua incontrolable, a pesar del esfuerzo de la tripulación por neutralizarla.
1976. El pesquero “Pipipo”, faenando “al palangre” por el banco canario-sahariano a la captura del mero. El barco había sido comprado por armadores vigueses a su anterior propietario, afincado en Huelva. En la cabina, asoma el baionés “Tito” Denis Goce, el patrón de pesca, que se moriría años después ahogado en Cabo Silleiro mientras pescaba en una gamela. (Archivo familia Misa).
<<Éramos diecisiete de tripulación -recuerda “Moncho”-, todos de Baiona menos cuatro. Había tres de la misma familia:
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“Tito” Denis Goce, el patrón de pesca, su hermano José “O Ghalo” y su tío “Canco” Goce Silva. También había otro tío con otros dos sobrinos, y también dos cuñados… Éramos marineros muy conocidos en la villa. >> El 22 de diciembre de 1976, regresando a Vigo del banco canario-sahariano a toda máquina, cheo de peixe, y tratando de alcanzar la subasta de madrugada en O Berbés, a la altura del Cabo da Roca en Portugal, el “Pipipo” sufre un violento golpe a estribor que le produce una inmediata vía de agua que se haría incontenible en menos de una hora. Ni las bombas de achique, ni el apoyo manual de los marineros con una urgente cadena de cubos, fueron suficientes para contener la situación. Las traviesas de madera de la nevera se habían roto de arriba abajo, y el agua inundaba rápidamente la sala, espallando el pescado por toda la bodega, y alcanzando al cabo de poco tiempo la zona de baterías, dejando al barco completamente a oscuras. Era la una de la noche, bajo un fuerte orballo, y se encontraban situados en aquel momento a la altura de Leixoes.
<<Nunca supimos lo qué pasó, si fue debido a un fuerte golpe de mar, si chocamos con algo a la deriva…-cuenta “Moncho” con cierta emoción- Al cabo de unos días, supimos que un mercante que hacía esa ruta había perdido varios contenedores. Con uno de ellos debió impactar el “Pipipo”. >> La veteranía y serenidad de la tripulación hizo posible que el naufragio se saldara sin daños humanos. Enseguida se tomó la decisión de abandonar el barco, y con gran aplomo, procedieron a lanzar al aire bengalas de auxilio, echaron las tres balsas disponibles al mar, y las amarraron entre sí para mantenerlas unidas.
<<Sacamos todas nuestras pertenencias, embarcamos con tranquilidad en las balsas -cuenta “Moncho”-, y aún nos dio tiempo a regresar al barco para recoger en el puente toda la documentación guardada en una bolsa que se nos había olvidado. El “Pipipo” se hundió en veinte minutos. >> Ya en las balsas, hubo marineros que pasaron más miedo que otros, pero en general reinó la confianza de que pronto
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serían recogidos por algún barco, pues se trataba de una zona de intenso tráfico marítimo tanto en un sentido como en el otro. Sus vidas quedaban a expensas de que apareciese pronto el buque salvador, cuestión que no se ponía en duda.
<<Yo miedo no pasé, aunque siempre te quedaba algo de desconfianza -comenta “Moncho”-. La realidad es que cuando echamos las bengalas de auxilio, había luces en el horizonte, pero inmediatamente se apagaron. >> También les aconteció que cuando se encontraban bajando las balsas al mar, se acercó un pequeño mercante que esperaban les prestase ayuda. Al final ni se paró y continuó su marcha sin más. Algunos pensaron en ese instante que iban a quedar abandonados. <<Enseguida tratamos de alejarnos de la costa. “Tiraba moito o mar”, y se hacía muy peligroso el que nos llevase contra
las rocas. >>
A las cuatro horas del abandono del “Pipipo”, fueron al fin recogidos por un arrastrero portugués, el “Rosa Mary”.
<<Los portugueses nos llaman primos a los gallegos. Nos gritaban: “¡Primos, tranquilos!, que xa vos recollemos. Votar
benghalas pra non perdervos”. >> Después de retirar su aparejo del mar, los marineros del “Rosa Mary” engancharon las tres balsas, y las subieron a bordo por la rampa de arrastre,”coa xente dentro e todo”, explica “Moncho” Misa. El “Rosa Mari” era un barco nuevo, con apenas quince días de mar. Al cabo de dos años, se enteraron que desgraciadamente acababa de naufragar por las costas de Burela.
<<Los portugueses eran buena gente, y nos trataron bastante bien -recuerda “Moncho”-. Nos dieron los primeros auxilios, algo de comer, y nos trasladaron enseguida a Leixoes. Allí el Consulado nos facilitó ropa, y organizó nuestro regreso a Vigo. Pasado aquel momento angustioso, de las cuatro durísimas horas en el mar, con bastante miedo, mojados como estábamos, con tanto frío… cuando ya viajábamos en el autobús de vuelta a casa, sólo con la alegría de estar en tierra, parecía que no había sucedido nada… hasta vinimos cantando. >>
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Nota de prensa del naufragio del “Pipìpo”.
Cuando llegaron a Baiona, todos se fueron enseguida a casa… menos “Canco” Goce y “Moncho” Misa, que aún se pararon tranquilamente a tomar unos vinos en el “Café Victoria”. Como no aparecían en sus hogares, cundió la preocupación entre sus familias… Al llegar algo más tarde, y enterarse esposa e hijos de lo de “los vinos”, “casi péghannos”, cuentan ambos con una amplia sonrisa. Salvo el patrón de costa, José Pérez, un maquinista, Antonio, y dos engrasadores, Cesáreo y Eliseo, los demás tripulantes eran de Baiona: “Tito” Denis Goce, “o botones”, “Canco” Goce Silva, José Denis Goce “O Ghalo”, José Chamorro, Manuel Dacuña, Álvaro Fernández, Emiliano Marcote, Arturo Cabral, Fernando “Calero”, “Moncho” Misa, Gonzalo López y los hermanos Ángel y Rafael Carneiro. Por suerte, toda la tripulación salió indemne del naufragio.
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Baiona, 2016. Cuarenta años después, cuatro ex náufragos del “Pipipo”, se reúnen para un reportaje de la TVG sobre naufragios en Galicia. Son: “Canco” Goce Silva, Emiliano Marcote, Fernando “Calero” y “Moncho” Misa.
A pesar de sus pocos años, dieciséis, “Moncho” no se arredra por lo sucedido. Al cabo de dieciocho días del naufragio ya estaba enrolado en el “Voltoya” de Vigo. Al mes pasa al “Ángel Juan”, y a continuación al “Mareta”, del armador baionés García Piay. Luego al “Domonte Mandado”, en todos ellos por poco tiempo. En mayo de 1978, embarca en Algeciras en el “Naranco”, del la armadora “Europesca” de Bilbao, donde sufre un accidente en febrero de 1979, que lo tiene de baja durante tres meses.
- ¿Qué pasó, Moncho? - Me mordió un tiburón en el dedo de un pie. Vuelve en mayo, y en julio desembarca definitivamente por su voluntad en Abidjan. Embarca en Vigo en el “Serín Segundo”, y después de siete meses, abandona voluntariamente el barco en 1980, a fin de cumplir el Servicio Militar.
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1977. “Moncho” Misa, con diecisiete años, en la “panga” del “Naranco”, el atunero que se puede ver al fondo. El barco sería desguazado al poco tiempo, y sustituido por un nuevo “Naranco”, con todos los adelantos técnicos del momento. “En este barco me acompañaban varios baioneses: “Canco” Goce Silva, José Cedeira “O Pote”, Arsenio Aunuco, José “el Ayú”…”, comenta “Moncho”.
El nuevo buque atunero “Naranco”, de la compañía “Europesca” de Bilbao.
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<<En 1980, tal como le acontecía a la mayoría de los marineros gallegos al cumplir el Servicio Militar, ingresé en la Armada -cuenta “Moncho”-. Estuve en Ferrol durante el período de instrucción, y luego, yo mismo pedí que me destinaran a Madrid. Así que pasé allí algo más de un año en el Museo Naval, un destino tranquilo… aunque viví muy de cerca el famoso 23F del Congreso. Estábamos a doscientos metros de las Cortes, pero nosotros ni nos enteramos. Mi compañero de Baiona, Jorge Denis Goce, que estaba de guardia en aquel momento, se enteró del fallido Golpe de Estado por su madre, que toda alarmada por las noticias de los medios, le llamó por teléfono. >> Al finalizar la “mili”, “Moncho” Misa retoma de nuevo su vida marinera. Había pasado hasta entonces por ocho barcos en tan sólo cuatro años, desde su comienzo en 1975 hasta 1980, en el que había estado en la Armada. En ese tiempo ya constaba en su haber el grave incidente de un naufragio, y una lesión importante en un pie. Así que, dándole continuidad a su decidida vocación de “hombre de mar”, embarca en el pesquero marroquí ”Germón”, y que tal vez por ello, no figure registrada esta etapa en su Libreta de Marinero.
El atunero “Germon”, de bandera de Marruecos.
Características Técnicas Diseño: CND-1303. Atunero: Germon. Armador: Somathon (Casablanca. Marruecos). Año Construcción: 1979. Eslora: 76.75 M. Capacidad: 1360 M3. Nombre Actual: Galerna.
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1982. “Moncho” Misa en el “Germón”, faenando en el Atlántico.
1982. “Moncho” en el “Germon”, de bandera de Marruecos. “Íbamos cuatro baioneses más: José “Arnó”, Suso Viéitez, Manolo “Pinel” y Antonio “Barrighudo”.
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<<Por entonces, yo tenía veintiún años y no me enteraba demasiado de que pudiesen existir irregularidades de este tipo -recuerda “Moncho”-. El caso es que estuve dos años y medio pescando en el “Germón”, y ese tiempo no figura para nada en mi Libreta de Marinero. >>
1983. “Moncho” Misa y su compañero Manolo Penedo, en el “Germon”.
1983. “Moncho”, con el perro “Laika”, en el “Germón”.
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En 1984, después de dejar el barco marroquí, embarca en Libreville (Gabón) en el atunero congelador “Albacora Doce”, en el que permanece casi un año. Desembarca en Abidjan en 1985.
El “Albacora Doce”, 1984. “Moncho” coincide con marineros baioneses: “O Aunuco”, Manolo “Poyoyo”, Fernando “Paniqueiro”, Manolo “Pelos”…
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Pasa en 1985 al atunero congelador “Marsopa”, de la armadora vasca “Atunsa”, que en alta mar lo traslada al “Izurdía”, y luego al “Zeroi”. Vuelve al “Marsopa” , pero tan sólo para trasladarse a España, e iniciar las vacaciones. Desembarca en Santa Uxía de Ribeira, y al comprobar que no les abonaban el costo del avión de ida y vuelta, decidió no regresar con esta compañía.
El nuevo atunero “Izurdía”, de la amadora vasca “Atunsa”. “En este barco me encontré con mi padre -recuerda “Moncho”-, y llevaba además tres compañeros más de Baiona: Mon “O Carrizo”, Jaime “O Cachondo” y Mundo.
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En abril de 1986 ingresa en el “Ízaro”, de la armadora “Hartswater Ltd.”, domiciliada en las Islas de Gran Cayman (Mar del Caribe) -más tarde “Pesquerías Echebastar” de Bermeo-, barco en el que permanece hasta 1999. Después de sucesivas estancias en barcos anteriores, siempre muy cortas, “Moncho” se asienta por primera vez en su vida marinera, y llega a permanecer trece años en este atunero, el “Ízaro”. En ese tiempo, pescaron por el Atlántico y por el Índico, y como “panguero” ejerció desde 1990.
Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles), 1986. “Moncho” Misa, en el “Izaro”, junto a un compañero vasco de Bermeo. (Archivo familia Misa).
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El buque atunero “Ízaro”, de la compañía vasca “Pesquerías Echebastar”.
El 19 de marzo de 1999, desembarca en Antsiranana (Madagascar) para iniciar las correspondientes vacaciones. Ya no regresaría a este barco, y pondría fin a su larga estacia de trece años en el “Izaro” -con la breve interrupción de un mes en el “Elai Alai” de la misma compañía-, e interrumpe por lo tanto su relación laboral con “Pesquerías Echebastar”.
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El atunero “Elai Alai” de la armadora vasca “Pesquerías Echebastar”. “Moncho” Misa estuvo tan sólo un mes en este barco sustituyendo al “panguero” oficial.
1990. “Moncho” Misa, en el “Ízaro”, con un “pez merlín”.
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En junio de 1999, se enrola como “panguero” en el “Mar de Sergio”, de la armadora viguesa “Túnidos Congelados, S.A.”. Ya no abandonaría este barco hasta su jubilación el 11 de abril de 2015, fecha en que desembarca por última vez en Abidjan.
El atunero congelador “Mar de Sergio”, de la armadora viguesa “Túnidos Congelados, S.A.”. Construido en el “Astilleros Barreras” de Vigo, en 1984.
Características Técnicas de “Mar de Sergio”. Número IMO: 8212075 Nombre : MAR DE SERGIO Tipo de barco - Detallado: Barco pesquero Estado: Activo MMSI: 224733000 Identificativo de llamada: EHNB Bandera: España [ES] Arqueo bruto: 2767 DWT Verano: 2181 t Eslora Total x Manga Máxima: 85,9 x 15 m Año de construcción: 1984 Puerto base: VIGO
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El “Mar de Sergio”, saliendo de la obligada revisión de mantenimiento en “Astilleros Barreras”. En esta “panga” trabajó “Moncho” Misa durante quince años. (Fotos ALF-VIGO).
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Abidjan, a principios de los 2000. Descarga del “Mar de Sergio”.
<<En el “ Mar de Sergio” -comenta “Moncho”- tuve como compañeros a cinco baioneses: Fernando “Velau”, Suso “Malevo”, Ángel “Caniquí”, Antonio “Tiqué” y Juan “Collón”. >>
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El “Mar de Sergio” siempre fue un barco de larga tradición baionesa entre su tripulación. Tal vez por pertenecer a una armadora viguesa, y ser construido en el también vigués “Astillero Barreras”, hayan sido motivos influyentes en la contratatación de muchos marineros baioneses a lo largo de la historia del buque atunero. Conocedores de la valía incuestionable de los pescadores de Baiona, se ha hecho una costumbre permanente en el tiempo, y a pesar del cambio de propiedad, desde el 2007 de “Albacora, S.A.”, siguen manteniendo el mismo criterio de selección.
El “Mar de Sergio”, 1989. La tripulación festeja en cubierta el record de capturas entre toda la flota atunera que faenaba en el Océano Índico. A lo largo del año, nada menos que 9.400 toneladas de atún. Varios baioneses entre la tripulación: Antón Peña, el patrón de pesca, en el centro; José Ayú, oficial de puente; y los marineros Toniño “Che Guevara”, Miguel “”O Mixi”, de Korea, Suso “O Malevo”, “O Araña” de O Burgo…
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Dakar (Senegal), principios del 2000. Descargando el “Mar de Sergio”.
Puerto de Dakar (Senegal). Los cayucos de pesca de los nativos, tan llamativos por la forma de sus embarcaciones, como por los decorados y el colorido con los que las adornan . (Archivo familia Misa).
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El barco cambia de propietario en 2007, adquirido por la empresa vasca “Albacora S.A.”
Albacora se fundó en 1974 y desde entonces provee de un atún de calidad al consumidor. Sus barcos pescan atún listado, atún de aleta amarilla y atún patudo, en los océanos Atlántico, Índico y Pacífico.
Logotipo de la armadora “Albacora”, que se exibe en la chiminea de sus barcos.
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El “Mar de Sergio”, adquirido por la armadora vasca “Albacora S.A.” en 2007.
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Abidjan, principios de los años 2000. Formando la “coia” para la descarga del “Mar de Sergio”. Era un lugar tan pobre en algunas zonas, que había siempre muchos candidatos para el trabajo, aunque fuera tan sólo por el pescado que podían conseguir. (Archivo familia Misa).
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Vigo, 2013. El “Mar de Sergio” entra en reparación en “Astilleros Barreras”. El barco, como se puede observar por estribor, está necesitado de una buena revisión. (Fotos Víctor H Lorenzo. Marine Traffic,com)
La “panga” del “Mar de Sergio”, una vez pasada la revisión y el mantenimiento, es trasladada a bordo del buque atunero.
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“Moncho” Misa en la “panga” del “Mar de Sergio”. Durante quince años, éste fue su lugar de trabajo. (Archivo familia Misa).
<< En 1990, comencé de “panguero” en el “Ízaro”. Antes andaba con un speedboat, hasta que se jubiló el titular de la “panga”, y yo ocupé su puesto. Era un vasco que, aunque me enseñó toda la teoría, jamás me dejó coger su “panga”. >>
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José Manuel Misa Freire, “Moncho Uvas”, en una fotografía de una de sus últimas Libretas de Inscripción Marítima”.
Ahora, en 2021, José Manuel Misa Freire, “Moncho Uvas”, disfruta feliz de una jubilación bien trabajada. Desde 2015, se le ve paseando por Baiona con su esposa -Montse Vilán Valverde-, tomando unos vinos con viejos compañeros de la mar, haciendo deporte en el club de Sabarís… y también llevando “a caballito” a su nieta. Tal vez a sus propios hijos no los haya podido pasear como ahora lo hace con los nietos. La relación familiar con un marinero de “altura” siempre ha sido complicada. Muchos meses separados, supeditando la celebración de los actos sociales -bautizos, primeras comuniones, cumpleaños, santos, bodas de los hijos…- a su coincidencia en
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tierra. Sin la comunicación telefónica deseada… Con la responsabilidad de las decisiones familiares en manos de la mujer…
<<Mi hija, con tres meses, se despertó una mañana en cama a mi lado -cuenta “Moncho”-. Su madre se había ido a trabajar… y a mí la niña no me conocía. Recién llegado, era la primera noche que pasaba en casa. Al verme, empezó a llorar de tal manera, que no conseguía pararle el berrinche de ninguna forma. Cuando nació, yo estaba en las Islas Seychelles. En nuestra profesión, esa separación familiar es lo peor. Y menos mal que poco a poco se ha ido mejorando. De días en los años setenta y ochenta, pasamos a un mes de vacaciones, luego a dos. Y ahora, desde el 2006, en el atún se hacen cuatro meses de mar y cuatro en casa. Hablar por teléfono desde el barco en los años ochenta y noventa, costaba algo más de 1.000 pesetas por minuto. Era tan carísimo, que los nativos de los puertos donde descargábamos el pescado, nos vendían tarjetas telefónicas para poder hablar con la familia desde un locutorio a un costo razonable. En esto también se ha mejorado, porque ahora los marineros incluso pueden comunicarse por video-conferencia. >> Montse, la esposa, por un lado, y “Moncho” por otro, confiesan haber soñado más de una vez que estaba pescando poco más allá de las Illas Cíes.
- Y en un hipotético regreso al pasado, ¿volverías a ser marinero? -le pregunto. - Sí -responde “Moncho” sin pensar-, pero de forma distinta. No querría repetir de marinero de cubierta. Me formaría primero con los estudios necesarios para ocupar el puesto de capitán, patrón de costa, patrón de pesca, oficial... - Montse, ¿te volverías a casar con un marinero? - Sí. Las chicas de Baiona ya teníamos asumido que nuestras parejas solo podían ser marineros… y por cierto, bien guapos que eran.
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VII. “Quin”, de camarero a patrón Si en una conversación distendida entre amigos, comentáramos sin darle importancia que el teniete coronel Tejero, el fracasado golpista del Congreso de los Diputados, había influido de manera decisiva en que que el baionés “Quin” Álvarez Leyenda fuese marinero, les parecería a todos una cosa bastante inverosímil, de ciencia ficción… ¡una tontería! ¿Qué tendría que ver un muchacho de Baiona de algo más de veinte años con un destacado oficial de la Guardia Civil? Todavía más increible, si supiéramos que ni se conocieron, ni nunca se vieron uno delante del otro para nada. Pero así fue, tal cual como lo explico, ni más ni menos. Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, “Quin”, nació en Baiona en 1960, en la Rúa Lorenzo de la Carrera, en el céntrico barrio de A Laxe. Hijo de Joaquín Álvarez Chamorro y de María Dolores Leyenda Caride. El padre fue el primer taxista de Baiona, en aquellos tiempos en que funcionaban los coches “piratas” -él era uno de ellos-, y que luego, al reglamentar la situación, le asignaron el número 1. Su madre era empleada del hogar, sobre todo en la época estival, y también fue cocinera. Se trataba de la clásica mujer baionesa, que para atender las necesidades del hogar, tenía arrestos sobrados para tomar cualquier trabajo que se le presentase. Lo que sí quedaba claro es que “Quin” no tuvo precisamente ambientes marineros en su propia casa, aunque si ahondamos un poco en su entorno familiar, sí que los vamos a encontrar… y con abundancia. Teniendo ascendientes Chamorro, y en especial Leyenda, es fácil deducir que la sangre marinera tenía que regar sus venas. En la niñez y en la adolescencia, la pesca fue tomada por “Quin” como un pasatiempo genial para los momentos libres, que le permitía además ganarse unas pesetas.
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Cualidades como pescador ya debía de tener de joven, porque eran sus propios tíos los que le llamaban a sus embarcaciones. Su bisabuelo, por parte materna, Manuel Leyenda, fue el último Práctico del Puerto de Baiona. Al fallecer muy joven de un infarto, su puesto nunca más se repuso. Lo enterraron en Vigo en el Cementerio de Pereiró.
1912. Los bisabuelos de “Quin”, Manuel Leyenda y Luciana García. De niños, las tías abuelas Lola y Blanca -jefa de rederas en Baiona-, y el abuelo Severino Leyenda García. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
Su abuelo, Severino Leyenda García y su abuela Rosa Caride Fernández, formaron el tradicional matrimonio de la villa. El marido, marinero de bajura y pescador artesanal de pulpo. La esposa, pescantina del propio pescado de su pareja, y cocinera, entre otros bares, de “O Refuxio”, en su anterior ubicación en la esquina de Ventura Misa.
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Los abuelos Severino Leyenda García y Rosa Caride Fernández. En medio de ellos, Dolores -la madre de “Quin”-; arriba, los tíos Pablo, Manuel, José, Mercedes, y abajo, Genaro. Todos ellos fallecidos, menos la madre -padece alzeimer-. José navegó en la mercante, y al retirarse, se dedicaba en Baiona a la pesca del pulpo. Genaro fue contramaestre “en el arrastre” y “en el atún” -“Txori Acaudón”, “Monteneme”…-. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
<<Mis padres me orientaron siempre a que estudiara -cuenta “Quin”-, aunque nunca me prohibieron que fuera a pescar con los tíos. Yo ya daba por hecho de que mi vida tenía que ir por otro camino. Así que estudié el bachillerato elemental en la Academia Delta de Nigrán, y al acabar, en 1974, pasé al Colegio Hogar de Vigo a hacer FPA en electrónica. Saqué el grado FP1 en dos años, y a continuación el FP2 en Pontevedra en tres. Con estos dos niveles alcanzados, tenía bastante andado para hacer Ingeniería de Telecomunicación, de manera que me trasladé a Madrid a estudiar en la Universidad Politécnica de Vallecas. Vivíamos cinco compañeros en un piso de Vallecas, y ya nos conocíamos de los estudios en Pontevedra. Éramos dos de Vigo, uno de Cambados, otro de Salamanca y yo. >>
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Baredo (Baiona), 1997. Joaquín Álvarez Chamorro y María Dolores Leyenda Caride, los padres de “Quin”, en el convite de la Primera Comunión de su nieta Nerea, celebrado en el Restaurante Rocamar. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
Y es precisamente en ese momento de su juventud, cuando llegados al 23 de febrero de 1981, el teniente coronel Antonio Tejero Molina se entromete poderosamente en la vida académica del baionés Joaquín Jesús Álvarez Leyenda. Se produce tal alboroto y confusión en Madrid con el 23F, que se origina una alarma general entre militares y políticos, los medios no informan de otro tema, surgen rumores del más variado matiz, los madrileños sumidos en un miedo atroz… Todo ello ocasiona como primera consecuencia una paralización de la vida de la capital, con el inmediato cierre de colegios, universidades, museos, centros oficiales, instalaciones deportivas… Después de quince días de incertidumbre, con la Universidad Politécnica cerrada y sin noticias de su reapertura, “Quin”, los compañeros de piso y las respectivas familias deciden el regreso inmediato a casa. El padre del compañero de Bouzas, propietario de “Ferretería Fernández”, se apresta a venir a recogerlos en coche a Madrid. El chico de Bouzas y “Quin” ya no volvieron a retomar los estudios en Vallecas. El uno montó una ferretería como su padre; el baionés se hizo marinero para siempre…
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Carnet de alumno de la Universidad Politécnica de Madrid.
Primera “Libreta de Marinero” de Joaquín Jesús Álvarez Leyenda. La inscripción inicial se hace el 20 de mayo de 1975 a los quince años.
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Joaquín Jesús Álvarez Leyenda ya había embarcado con anterioridad al comienzo de sus estudios en Vigo. Aprovechando las vacaciones escolares, y siempre que se le presentaba la oportunidad, hacía algo que le gustaba mucho, y ganaba de paso unas buenas pesetas. Su primer embarque registrado -ya pescaba bastante antes- es el 13 septiembre de 1976, precisamente en una gamela que llevaba su nombre,“Quin”, propiedad de su abuelo Severino.
Baiona, Praia da Ribeira, 1966. Severino Leyenda García, abuelo de “Quin”, en su gamela. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
Baiona, Praia da Ribeira, 1966. Los primos “Quin” y Pablo, en la gamela del abuelo. Detrás se observa la bella bahía de entonces, llena de barcos, motoras y gamelas.
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El 15 enero de 1977, deja la gamela y embarca en el pesquero de bajura “José Eugenio”, del patrón baionés Enrique, que no lo registra hasta pasado algo más de un año, el 20 julio de 1978. Andaban a la palometa “al palangre” por la costa portuguesa durante algo más de un mes, de julio a agosto, y mientras estaba de vacaciones de sus estudios. Abandona el barco el 21 de septiembre de 1980, para irse a estudiar a Madrid. Interrumpidos sus estudios por el 23F, “Quin” regresa a Baiona en marzo de 1981, y no tarda demasiado tiempo en enrolarse de nuevo. El 1 junio embarca en el “San Martín de Arriba” del armador baionés Isaac, dedicado a la pesca del mero “al palangre” por las Islas Azores. En enero de 1982, es llamado a filas y debe incorporarse al Servicio Militar en la Armada. Por entonces ya gozaba de dos años de prórroga como estudiante.
1981. “Quin” en el “San Martín de Arriba”. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
Ingresa el 7 de enero en el C.I. Zona Marítima del Cantábrico, y tras realizar el período de instrucción en Ferrol, es nombrado cabo verde por sus estudios. De los cursos de especialización que le ofrecen, elige el de Armas Ligeras en el Polígono de Tiro Naval de Cádiz, situado en la Zona Marítima del Estrecho.
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Al finalizar este curso, es destinado al Arsenal Militar de Las Palmas, donde le asignan el puesto de cabo verde en el “Remolcador AR 52”, barco en misión de Patrulla de Vigilancia en el Sáhara, auxiliando a la flota pesquera -como pantalla de su actividad-, aunque en realidad, vigilando permanentemente los movimientos militares marroquíes. Las relaciones con Marruecos tras la reciente muerte de Franco, se encontraban en un momento de tirantez bastante grave, que podían acabar en un conflicto militar.
Ferrol, “Cuartel de Instrucción de Marinería”, enero de 1982. “Quin”, el primero por la derecha de la fila de arriba. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
<<Nuestro barco -recuerda “Quin”- se adentraba de noche sigilosamente en las 15 millas de aguas marroquíes, con luces apagadas, tratando de acercarse a la costa y captar sus comunicaciones militares por radio. Todos los días se enviaba un informe a El Pardo. Y más de una vez, tuvimos que escapar del asedio de las patrulleras de Marruecos en “zafarrancho de combate”, y Leyenda -así me llamaban los jefes- en su puesto en la ametralladora, para dispararle a un barco que nos amenazaba con cañones. “Leyenda, no te pongas nervioso. Tú no dispares”, me decía el sargento. Parece un chiste, pero sucedió así. >>
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<<Cuando a los pesqueros les surgía a bordo algún enfermo grave, o un accidentado importante, o un problema de cualquier tipo, nos pedían auxilio. El “ Remolcador AR 52” mandaba inmediatamente una Zodiac con un cabo profesional llevando la neumática, un teniente médico y un marinero armado, que siempre resultaba yo el elegido. Llegó un momento en que le protesté al sargento, y me respondió que los otros marineros eran del interior y se mareaban nada más salir en la Zodiac. Aunque no sucedió nunca nada, no cabe duda que había un riesgo importante que siempre asumía yo. Y es que además, aún existía un peligro residual del Frente Polisario. En nuestra ayuda, llegamos incluso a auxilar a barcos sin motor a la deriva, que acabarían por embarrancar en la costa y naufragar, si no los hubiesemos remolcado hasta Las Palmas. >>
Cádiz, 1982. “Quin”, durante las prácticas de tiro a bordo del “Remolcador AR 52”.
<<Y lo de marearse era una auténtica realidad -continúa
“Quin”-, y de nuevo me tocó sufrirlo en otra ocasión. Un buen día
nos mandaron a recoger a un grupo de legionarios con base en la Isla de La Palma, y trasladarlos a Las Palmas para su participación en unas maniobras. >>
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<<Nada más salir del puerto de Las Palmas, se levantó de repente un temporal tremendo. Al rato, estaba toda la tripulación del “AR 52” completamente mareada, y devolviendo por todas las esquinas del barco. Las olas nos venían tan fuerte, que nos desviaban de la ruta, y cada vez que estallaban en nuestro casco, teníamos que recuperar el rumbo. Aún encima, se había averiado el piloto automático, por lo que el capitán me dio la orden de hacerme cargo de la dirección manual. Estuve doce horas ininterrumpidas aguantando el temporal en solitario en plena noche. Solo había un sargento medio mareado que me traía café de vez en cuando. Así que, ayudado de los cafés y de un cigarrillo tras otro, logré superar la situación, y tras toda la noche de lucha, conseguimos entrar por la mañana en el puerto de La Palma. >>
Las Palmas, mayo de 1982. El “Remolcador AR 52”, destinado a el Sáhara como Patrulla de Vigilancia, en auxilio de los pesqueros españoles en la zona.
<<Al regresar a Las Palmas se volvió a repetir la situación -sigue “Quin” contando-. Continuaban los restos del temporal, y aunque no con tanta fuerza, fueron suficientes para que ahora también los legionarios se mareasen y anduviesen tirados por el barco… Y Leyenda, “capeando el temporal” en segunda sesión. Luego me mandaron de permiso después de un año completo sin un solo día. Al volver al cabo de un mes, permanecí otro mes en el Arsenal Militar, y ya fue cuando el comandante me
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dijo que no hacía falta que siguiese, que ya había cumplido el servicio militar sobradamente. Total, que pasé un año y dos meses en la Armada, cuando lo normal eran dieciocho meses. >>
Sáhara, 1982. Joaquín Leyenda, “Quin”, en el puesto de “serviola” en el “Remolcador AR 52”. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
Al cabo de unos meses, junio de 1983, la Armada citaba a “Quin” en Ferrol para asistir a la Fiesta del Carmen, día de la patrona de la Marina y jornada de enorme solemnidad militar, con Jura de Bandera, entrega de diplomas y demás distinciones, y con la presencia de autoridades militares y civiles. Harto de los militares, “Quin” renunció a ir a Ferrol. Días después de la gran festividad, recibía en su casa de Baiona el diploma que acreditaba la concesión al cabo segundo de la
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Armada, Joaquín Álvarez Leyenda, de la “Cruz al Mérito Naval” por los méritos contraidos durante su sevicio militar. El diploma lo firmaba el Ministro de Defensa, Narcis Serra, y venía acompañado de la correspondiente medalla.
“Cruz al Mérito Naval” concedida al Cabo Joaquín Álvarez Leyenda.
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El 1 de marzo de 1985, al regreso del Servicio Militar, “Quin” embarca en Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles) en el atunero “Txori Eder”, de la armadora “Inpesca” de Bermeo. Es en este barco donde comienza su vida alrededor de la pesca del atún “al cerco”, esta vez en el Océano Índico. Se enrola como marinero en la primera marea, y en una ocasión llega a sustituir al “panguero” oficial.
El atunero “Txori Eder”, años ochenta, de la armadora vasca “Inpesca”.
El “Txori Eder”, en vasco “Pájaro Hermoso”, acabaría desguazado en 2007.
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Islas Seychelles, 1985. En el “Txori Eder”, con un “merlín” recién pescado. Varios baioneses en la captura: Manolo “O Bujo”, de O Burgo, ”Chiño”, el contramaestre, de Sabarís, y Ángel, de Baiona. Con ellos, varios compañeros seychellanos. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)
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Islas Seychelles, 1986. Otro “merlín” capturado en el “Txori Eder”.
Navidad de 1985 en el “Txori Eder”. En el comedor, entre otros, Marcial López, de Baiona, y Rubén, un uruguayo asentado en Baiona desde hacía años.
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En enero de 1986, desembarca en Port Victoria para disfrutar de las correspondientes vacaciones.
El “Txori Eder”, pescando en aguas del Océano Índico.
Logotipo de la armadora vasca “Inpesca”, “Compañía Internacional de Pesca y Derivados, S.A.”, fundada en 1972.
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De regreso “al atún”, abril de 1988, embarca de nuevo en Dakar (Senegal) en el atunero “Montefrisa Nueve”, siguiendo en su anterior puesto de camarero. Pescan por el Atlántico Sur.
El “Montefrisa Nueve”. Arriba, atracado en puerto. Abajo, saliendo de Vigo rumbo al Golfo de Guinea con la “panga” remolcada a popa. (Foto ALF-VIGO).
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<<Con el baionés “Ardilla” organizando -cuenta “Quin”-, celebrábamos siempre la fiesta pamplonica de San Fermín. Así que desde primerísima hora de la mañana, nos poníamos los pañuelos rojos al cuello, y permanecíamos con ellos todo el día. Hasta los mismos perros del barco lucían los pañuelos rojos. >>
Principios de los años noventa. Un día de San Fermín en el “Montefrisa Nueve”. Arriba: Yosu Ojeda, de Bermeo; el “panguero” baionés “Ardilla”; el vasco Ángel; Felix, el cocinero, de Bermeo; el baionés Jaime Vilar y el camarero Joaquín Álvarez Leyenda. Abajo: Xavi, de Bermeo; Manolo, de Goyán; y los baioneses Kiko, el contramaestre, y Tano, marinero. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
<<Después el cocinero nos hacía un menú especial de acuerdo con la celebración, y al final de la jornada, no faltaba la clásica “churrascada” en cubierta. “Los Sanfermines” se habían convertido en una fiesta tradicional en el “Montefrisa Nueve”, y primero, durante mis seis años de camarero, y luego, en mis otros diez de Patrón de Pesca, disfrutamos cada vez de una fraternal jornada. En este barco, con los baioneses “Ardilla” y “O Crispín” de jefes de ceremonias, se gozaba de un extraordinario ambiente, con un enorme compañerismo y mucha alegría con que compensar la lejanía de la familia. >>
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En el “Montefrisa Nueve”, 1988. Arriba: “Quin”, en un momento de descanso en cubierta con los perros del barco. Abajo: en el comedor de oficiales, en sus funciones de camarero, con la mesa ya preparada. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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Años ochenta. El “Montefrisa Nueve” pescando en Costa de Marfil.
Costa de Marfil, años noventa. En el “Montefrisa Nueve”, cediéndole el exceso de pesca de atún a un barco cubano. En la imagen, los marineros baioneses Manuel López Goce, “O Crispín”, y su primo Jesús Goce.
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Años noventa. El baionés Manuel López Goce, “O Crispín”, en el “Montefrisa Nueve”, de faena en alta mar. (Archivo familia López Goce).
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El 9 de mayo de 1992, Joaquín Álvarez Leyenda desembarca del “Montefrisa Nueve” en Mindelo (Cabo Verde) para disfrutar de su período de vacaciones, y es cuando decide quedarse en tierra durante un año para sacar el título de Capitán de Pesca. “Quin”, ya desde niño, fue un estudiante destacado, y los padres, viendo sus condiciones, lo orientaron siempre al estudio. Tras sacar con cierta facilidad los dos grados de FPA en Eléctrónica, su proyecto siguiente, Ingeniería de Telecomunicaciones, quedaría truncado a causa del 23F de Tejero en 1981. Pero desde su puesto inicial de marinero, enseguida surgiría en él la idea de cursar estudios por libre en la Escuela Náutico Pesquera de Vigo, y formarse para puestos de escala superior. Así fue como sacó sus títulos de Patrón de Litoral y de Altura sin ningún problema, aprovechando sus meses de vacaciones para examinarse. El siguiente paso era conseguir el título de Capitán de Pesca, y para este empeño no le quedaba otra opción que asistir presencialmente durante un curso completo a la escuela. Absolutamente dedicado al estudio, aprueba el curso con brillantez, y en 1996 recibe el título oficial, tras los pertinenetes días de mar.
Cuadro de Honor de la Promoción de Capitanes de Pesca de 1995-96. Joaquín Álvarez Leyenda, el primero por la izquierda del grupo de alumnos aprobados.
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Recién finalizado el curso en la Escuela Náutico Pesquera, el armador del “José Almuiña” , a través de su hijo José Vázquez Almuiña, patrón del barco y amigo de juventud de “Quin”, le pide enrolarlo como Patrón de Costa, sustituyendo al titular que había caido enfermo. Embarca en Vigo el 25 de junio de 1993 como 2º Patrón. Faenan por las Islas Azores “al palangre”, a la captura del espada. Después de cinco meses de mareas, desembarca el 22 de noviembre.
. 1993. El pesquero baionés “José Almuiña”
Pasado el tiempo normal de vacaciones y el disfrute de las Navidades con la familia, el 16 de febrero de 1994, Joaquín Álvarez Leyenda embarca en Abidjan, en el atunero “Monteneme” de la compañía “Cantábrica de Túnidos, S.A.” de Malpica. A partir de ahora, acabada su situación de marinero y de camarero, faenará en funciones de oficial, en este caso como Oficial de Puente. Permanecerá en este barco durante un año y cuatro meses, pescando en el Océano Atlántico. Desembarca en Dakar el 7 de Julio de 1995.
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El atunero “Monteneme”, siempre con marineros baioneses entre su tripulación.
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De toda la zona de pesca de la África atlántica, el puerto de Abidjan (Costa de Marfil) es el más importante de todos, y a donde acude la mayoría de la flota atunera a realizar sus descargas de pescado, el aprovisionamiento de víveres, de gasoil, pequeñas reparaciones, revisión de los desperfectos de la red… Y es también punto de embarque de los marineros que se incorporan, y punto de desembarque de los que salen de vacaciones. En Abidjan es normal realizar el cambio de turno de la tripulación.
Entrada al puerto de Abidjan por el Canal de Vridi.
<<La ciudad y el puerto de Abidjan -explica “Quin”- se encuentran situados en la inmensa Laguna Ébrié, de 80 kilómetros de lonjitud, y con numerosas islas a las que hay que llegar en cayuco o en los barcos de río. La laguna conecta con el Océano Atlántico a través del Canal de Vridi, obra de los franceses al finalizar la Segunda Guerra Mundial, inaugurado en 1951, y que tiene dos kilómetros de largo por 350 metros de ancho. Abidjan, con más de cinco millones de habitantes, es una de las ciudades más pobladas y modernas del continente africano. Capital económica y principal de Costa de Marfil, es centro comercial y financiero del país, con una potente industria alimen-
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taria, maderera, minera, química… y base automovilística de distribución para el continente africano. >>
Canal de Vridi, que une el Atántico y la grandiosa Laguna Ébrié, donde se ubica el gigantesco puerto de Abidjan. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
<<Por la parte derecha del canal en sentido ascendente -continúa explicando “Quin”- , se encuentra la parte moderna de Abidjan, con unas instalaciones portuarias formidables, toda clase de industrias y un espectacular centro de la ciudad. Hay un contraste muy llamativo con la parte izquierda del canal, donde se conservan los pueblos nativos con sus cabañas, sus cayucos, y su forma de vida casi ancestral. >>
Un cayuco, lleno de nativos, navegando por el canal. (Archivo fam. Álvarez Leyenda)
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Imágenes de las zonas indígenas de la región de Abidjan, que contrastan con la modernidad de la ciudad. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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Comarca de Abidjan, con los pueblos y ciudades alrededor de la Laguna Ébrié, y el Canal de Vridi en la parte inferior del mapa, que la comunica con el Atlántico.
La moderna ciudad de Abidjan, con cinco millones de habitantes, y las excelencias urbanas más avanzadas.
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Descarga en el puerto de Abidjan. Las jaulas aguardan en el muelle a su transporte a contenedores, que las llevarán a fábricas locales, o a barcos con destino a España.
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Un atunero descargando en el muelle de Abidjan.
Los marineros aprovechan la descarga del pescado, para revisar la red sobre el mismo muelle de Abidjan.
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En junio de 1996, “Quin” embarca en alta mar como Primer Oficial de Puente en el “Montecelo”, un atunero de la armadora gallega “Calvopesca”. Dos años después, 1998, pasa a Capitán de Pesca sustituyendo al titular durante sus dos meses de vacaciones. En Vigo vuelve a Primer Oficial de Puente. En esta situación, alternando un puesto con otro, permanece hasta 2002, donde queda definitivamente asentado como Capitán de Pesca al establecerse en cuatro meses el período de vacaciones. Continúa en el puesto hasta marzo de 2003. En estos siete años que vive sus primeros tiempos como Capitán, el “Montecelo” se mantiene pescando en el Golfo de Guinea.
Ribeira (A Coruña), años dos mil. El buque atunero “Montecelo”, de la armadora “Calvopesca” de Carballo (A Coruña).
El “Grupo Calvo”, además de tener su flota de barcos, es un destacado fabricante de conservas, con ventas en sesenta y cinco paises de los cinco continentes.
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El “Montecelo” en alta mar, recién finalizada la maniobra del cerco. La “panga” ya preparada para acabar su trabajo, y a su lado, un “speed-boat”.
Ribeira (A Coruña), años dos mil. El buque congelador “Montecelo”, saliendo a la campaña del atún, con la “panga” en su lugar en popa.
Caracteríticas Técnicas del atunero Montecelo Diseño: CND-1303. Atunero: Montecelo. Armador: Calvopesca. Año: 1980.Eslora: 76,75. Capacidad: 1.360 M3
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Diecisiete años después, en noviembre de 2003, Joaquín Álvarez Leyenda regresa al “Montefrisa Nueve”, en el que había desempeñado el puesto de camarero durante seis años. Ahora volvía con el cargo más alto del buque, Técnico de Pesca. El atunero pertenecía en la actualidad a la armadora “Calvopesca” de Carballo (A Coruña), con la que venía trabajando desde 1996 en el “Montecelo”. El feliz reencuentro para “Quin” se produce en el puerto de Abidjan.
“Montefrisa Nueve”
“Quin”, en su regreso, pasará de ocupar la cocina y los comedores, al lugar más emblemático del barco, el puente de mando. Se encontrará con viejos compañeros de Baiona, que desde ahora estarán bajo su mando. Entre ellos dos muy queridos, Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, y Manuel López Goce, “O Crispín”, excelentes marineros, que van a alegrar la vida a bordo a toda la tripulación.
<<Eran muy divertidos -cuenta Quin”-, pero también buenos trabajadores. Cuando llegaba la hora de descanso,
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siempre estaban dispuestos para organizar algo. Alrededor de ellos se vivía un buen ambiente y un enorme compañerismo. Hubo ocasiones en que los mismos oficiales bajaban al comedor de los marineros, solo por disfrutar de las ocurrencias de “Ardilla” y de “Crispín”. >>
El “Montefrisa Nueve” en alta mar, recogiendo el cerco. (Foto Gorka Ocio).
El “Montefrisa Nueve”, atracado en el puerto de Abidjan (Costa de Marfil).
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El “Monterisa Nueve”, faenando en el Atlántico. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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El “Montefrisa Nueve”, “salabardeando” el pescado del saco..
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“Montefrisa Nueve”, 2004. Recogida del “salabardo” e introducción en la “tolva”, para llevar el pescado al parque de pesca. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
El “Montefrisa Nueve”, navegando en alta mar. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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<<Cuando llevaba un año de patrón en el “Montefrisa Nueve” -relata “Quin” un percance que les sucedió-, en una maniobra de pesca en Mauritania, tuvimos un despiste y en un lance, se enganchó la red en el eje de la hélice. Por más que lo intentamos, no conseguimos desenredarla. Incluso “Ardilla” bajó nadando hasta la helice, nada más que para confirmar la gravedad de la situación. El barco estaba sin motor y a la deriva. Llamamos a la armadora, y nos confirmaron que mandaban un remolcador desde Las Palmas, y que iba a tardar una semana en llegar a nuestra posición. Total, que decidimos que “Ardilla” nos recolcase en la “panga” hasta Nuadibú (Mauritania), el puerto más cercano. Para reforzar la marcha de la “panga”, tres nudos, nos inventamos una vela con unas lonas de cubierta, que mientras no se rompió, logramos aumentar la velocidad a cinco nudos. Llevamos el timón a mano, y desde allí dirigíamos a la “panga” para que no se desorientara en el rumbo. Tardamos en llegar algo más de dos días, pero ahorramos cuatro días de espera. >>
. Mapa de Mauritania, con el puerto de Nuadibú.
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<<Al llegar a Nuadibú, enseguida se personó un buzo llegado en avión, y resolvió el enganche bastante rápido. Al eje le faltaba el guarda-cabos, no se supo por qué razón, un capuchón protector que lo cubría desde la salida del interior del barco hasta la misma hélice, y la red se había enganchado precisamente en unos tornillos del eje que quedaban al descubierto al faltar la protección. Con las revoluciones de la marcha, acabó absorviendo parte de la red al interior del barco, e impidiendo así el funcionamiento del motor. Desde allí ya salimos de regreso a España, haciendo la descarga en Ribeira (A Coruña), para luego llevar al “Montefrisa Nueve” al varadero de Cardama en Bouzas (Vigo), en donde le sometieron a toda clase de reparaciones. >>
Angola, años ochenta. En la “panga” del “Montefrisa Nueve”, “Ardilla” con los senegaleses Mamadú y Aliú. Delante, Churi en un “speed-boat”.
Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, el “panguero” del “Montefrisa Nueve”.
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La complejidad en la dirección y control de un buque atunero como los que faenan en la actualidad por los mares del mundo, da lugar a que se produzcan contratiempos de vez en cuando en forma de las averías más diversas.
<<En 2007 -cuenta “Quin”-, estando en mi período de vacaciones, el ”Montefrisa Nueve” entraba en dique seco para realizar una serie de reparaciones de mantenimiento. El “Astillero Carena” de Abidjan (Costa de Marfil), fue el encargado de llevar a cabo el trabajo, y una vez finalizado, se procedió a bajar el atunero del dique. Una mala operación al salir, en la que no se tuvo en cuenta la distribución adecuada de los pesos del barco, provocó que se tumbase de un costado al ser depositado en el mar, con la quilla al cielo, y que no volcó por completo gracias a uno de los pivotes del pantalán de separación del muelle en ese lugar, que detuvo el casco del barco en su proceso de inclinación. >>
Abidjan (Costa de Marfil), octubre de 2007. El “Montefrisa Nueve”, volcado de estribor, a su salida del dique seco del “Astillero Carena”. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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El pantalán de separación del muelle allí existente, evitó que el “Montefrisa Nueve” volcará totalmente. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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En febrero de 2008, José María Martínez Casares embarca en el “Montefrisa Nueve” , entre otras cosas, con el fin de realizar un documental sobre la vida diaria en el barco. Se trata de un químico jubilado de la conservera “Calvo” en Carballo, dedicado a analizar todos los procesos de fabricación. Casado con Herminia Calvo Pumpido, de la familia propietaria, era un socio más de la empresa.
“Montefrisa Nueve”, febrero de 2008. El quimico jubilado de la conservera “Calvo”, José María Martínez Casares, en la sala de máquinas del atunero, realizando un documetal sobre el barco.
Una toma del documental, con “Quin” a la derecha, oteando el horizonte desde los prismáticos, en busca del “cardumen” de atún.
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Arriba: el “salabardo” recogiendo el pescado del “saco” del cerco. Abajo: “Quin”, el patrón de pesca, vigilando la subida del “salabardo” repleto de atún, dispuesto para vaciar en la “tolva”. (Documental José María Martínez Casares).
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Marzo de 2008. “Quin” Álvarez Leyenda, el patrón, siempre atento a todas las maniobras del “Montefrisa Nueve”, recogiendo un atún caido sobre cubierta, y depositándolo en la “tolva”. (Documental José María Martínez Casares).
Marzo de 2008. Comedor del “Montefrisa Nueve”. A la izquierda, José María Martínez Casares, “Ardilla” y al otro extremo del banco, Javier Lois, el contramaestre, natural de Cambados El químico retirado estuvo a bordo durante los meses de febrero y marzo, rodando el documental.
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Marzo de 2008. “Quin” y el Jefe de Máquinas, en el Salon de Oficiales del “Montefrisa Nueve”. (Documental de José María Martínez Casares).
Comedor de Oficiales del “Montefrisa Nueve”. De derecha a izquierda: “Quin”, el patrón de pesca, Jon Ander, el capitán del buque, un camarero y el electricista. (Documental de José María Martinez Casares).
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Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, “Quin”, patrón de pesca del “Montefrisa Nueve”
José María Martínez Casares, el autor del documental, dedicado junto a los marineros africanos a golpear el costado del barco para alejar a los atunes con el ruido. Finaliza el video con estas palabras a la tripulación: “Os agradezco lo bien que lo pasé con vosotros esos días que estuve a bordo. Espero volver.”
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En 2010, la armadora traslada a “Quin” al “Montecelo” durante veinte días para hacer una sustitución del Técnico de Pesca. Cambia de barco en alta mar, y regresa al “Montefrisa Nueve” de la misma manera.
Fiesta de San Fermín a bordo del “Montefrisa Nueve”. Arriba: los baioneses Jaime Vilar, Kiko, el contramaestre, y Tano -con el perro-, y el último, Ikaki, de Bermeo. Abajo: Josu y Felix, de Bermeo, Manolo, de Goyán y el vasco Ángel.
Arriba: Felix, el cocinero, los baioneses Jaime Vilar, Kiko y Tano, e Ikaki de Bermeo. Abajo: Josu, de Bermeo, Jesús, el capitán, Manolo, de Goyán y Ángel.
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<< ¿Me preguntas si tuvimos algún percance más de cierta importancia? En dieciséis años en este barco, lo raro sería que no ocurriese algo más -contesta “Quin”-. En una ocasión, regresando de Abidjan de la descarga, cargamos combustible en un mercante, y llevábamos navegando varias horas hacia nuestra posición de pesca. De repente, a las dos de la mañana, saltan las alarmas de incendio en la Sala de Máquinas. Se intentó sofocarlo con rapidez a base de extintores, pero las llamas se encontraban tan extendidas, que hasta era imposible entrar en la sala con los trajes especiales de los que disponíamos. La primera consecuencia fue que nos quedamos sin motor principal, y tuvimos que aislar la sala en los compartimentos estancos para tratar de que el incendio no se propagase más. Mi orden inmediata a toda la tripulación fue prepararse para desalojar el barco, siguiendo el protocolo indicado para estos casos: colocación de salvavidas, disponer la “panga” con mantas, víveres, botiquines, radio, balizas, bengalas, reserva de gasoil… Nos encontrábamos a 120 millas del puerto. Los oficiales nos mantuvimos en nuestros puestos, y ya habíamos ordenado bajar la “panga” al mar. “Ardilla”, el “panguero”, se negaba a dejarnos en el barco, y quería esperarnos a toda costa… En estas dudas, dispusimos de la última posibilidad que nos quedaba para controlar la situación: utilizar el dispositivo de CO2 para estas emergencias. Se vació de gente toda la zona, se cerraron hermeticamente las compuertas, y se inyectó por las tuberías el CO2… Si no funcionaba al momento, solo nos quedaba abandonar el barco… Y funcionó, lo apagó al instante, y luego solo hubo que apagar los rescoldos que quedaron por la sala. Habíamos informado a la compañía de lo sucedido, se le dio nuestra posición, y les comunicamos que nos encontrábamos sin motor y a la deriva. Nos contestaron que envíaban un remolcador en nuestra busca, que saldría a media mañana del día siguiente. Antes, el Seguro debía depositar una importante cantidad en la cuenta de la empresa remolcadora, y para eso tenían que esperar a la apertura de los bancos. Calculaban que tardaría
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cuatro días en llegar, después de realizadas las oportunas negociaciones. Y si hace unos años, tuvimos que recurrir a la “panga” para que nos remolcase al puerto más cercano -aquella vez a Nuadibú (Mauritania)-, en esta ocasión hicimos exactamente lo mismo. Así que “Ardilla”, en la “panga”, poco a poco nos fue llevando hasta llegar a Abidjan. Tardamos algo más de un día, favorecidos por la corriente a favor de dos nudos, y por lo tanto ahorramos tres días de espera, más los cuatro de regreso una vez reparados los desperfectos del incendio. >>
La “panga” del “Montefrisa Nueve”. El baionés Herminio Leyenda, “Ardilla”, el “panguero”, con sus ayudantes senegaleses Mamalú y Aliu.
Herminio Leyenda, “Ardilla”, en la “panga” del “Montefrisa Nueve”.
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Después, ya con calma, se buscaron los orígenes del incendio. Al parecer, un marinero africano de guardia en la sala de máquinas, abandonó su puesto antes de la llegada del correspondiente relevo, que por otro lado, se estaba atrasando. En ese tiempo sin vigilancia, un “tanque de diario” -con más o menos 800 litros de gasoil- de los que alimentan los motores auxiliares, rebosa su contenido y cae sobre el motor principal, esparciéndose sobre el piso de la sala de máquinas. El elvado calor de los motores, acaba por prender en el gasoil y provoca el inmediato e imparable incendio.
Incendio en el “Montefrisa Nueve”, 13 de octubre de 2010. El cableado y las piezas plásticas de la sala enseguida prendieron con las primeras llamas, y el incendio se extendió rapidamente. Se produce un humo incontrolable que impedía por un lado, la respiración, y por el otro, la visión de la situación. “Tardamos veinte día en reparar y cambiar todo el cableado para poner operativo al barco.”, aclara “Quin”.
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<<Unos meses antes de mi marcha definitiva del “Montefrisa Nueve” -relata “Quin”-, recibimos una petición de auxilio del “Almadraba Uno”, por entonces también propiedad de “Calvopesca”. Había embarrancado a las cinco de la mañana en las Islas Madelaine, en Dakar, al coger la ruta erronea para sobrepasar las islas. Nosotros íbamos a entrar en Dakar a las seis de la mañana para descargar. Fuimos en su ayuda, pero por mucho que lo intentamos, no se consigió recuperar el barco, que al final sería desguazado allí mismo. >>
Islas Madelaine (Dakar), mayo de 2013. El “Almadraba Uno”, embarrancado entre las islas. A pesar de los esfuerzos por reflotar el atunero, no se logró. En la imagen de arriba, la ciudad de Dakar al fondo. Abajo, el monumento “El Renacimiento”, formado por un gerrero, una mujer y un niño, emblema de Dakar, que evoca la liberación de la esclavitud en África. El monumento se ve desde veinte kilómetros a la redonda. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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Después de varios años demandando una reparación seria del “Montefrisa Nueve”, tras las costantes averías que sufría a menudo, de tal forma que no había marea en la que no perdiesen un mes en el dique, Joaquín Álvarez Leyenda toma la decisión de dejar su puesto de Técnico de Pesca que desempeñaba desde el 2003. En octubre de 2013, desembarca en Dakar (Senegal) para disfrutar de sus vacaciones, y ya no volvería a su querido barco muy a su pesar. Dejaba atrás seis años como camarero, y diez como Técnico de Pesca, y una excelente relación profesional con “Calvopesca”.
<<Al año y medio después de que yo me fuera, “Calvopesca” se gastaría seis millones de euros en una reparación total del “Montefrisa Nueve”. >>
Titulo de Capitan de Pesca de Joaquín Jesús Álvarez Leyenda. Empezaría a ejercer el título en 1998, con la armadora “Calvopesca”, en el atunero “Montecelo”. Dejaría la compañía gallega en 2013, después de quince años como Capitán de Pesca en sus barcos.
<<La última avería que tuvimos en el “Montefrisa Nueve” -explica “Quin”-, que ya agotó mi paciencia, fue la rotura de la tubería principal del aceite hidráulico, imprescindible para el funcionamiento de todas las gruas y elementos hidráulicos del barco. >>
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<<En abril de 2013, durante una largada a las seis de la mañana, con la “panga” y la red en el cerco, revienta de repente dicha tubería, y queda el barco inutilizado. Cuando se intentó repararla, nos la encontramos completamente podrida e imposible de soldar. El Jefe de Máqinas, el gallego Manuel Filgueira, se inventó una cubierta metálica para tapar la zona afectada, que luego soldó alrededor con bastantes dificultades, evitando así la perdida del aceite. Tardamos casi seis horas en reparar la avería, y mientras tanto la red en el mar sin poder recogerse. La gigantesca red, de 1.650 metros de largo por 250 de altura, -valorada en cerca de un millón de euros- era lo más importante en recuperar, pero al iniciar el proceso con las gruas, nos encontramos con los cables y las cadenas totalmente enroscados, los paños de la red enrollados ensimismo… Tardamos treinta y siete horas seguidas de esfuerzo continuado de la tripulación en conseguir subirla a bordo, y para ello, bastante rota. Y menos mal que contamos con la ayuda inestimable del “Playa de Azkorri”, barco de la compañía “Pevasa”. >>
17 de abril de 2013. Parte de la tripùlación del “Montefrisa Nueve” en el intento desesperado de recuperar la red. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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Cables rotos, y enredados con la red, las corcheras amontonadas… Un desastre.
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La tripulación del atunero, intentando la casi imposible recuperación de la red, de un valor aproximado a un millón de euros. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
<<Para disponer de una red de un atunero se necesitan hasta tres meses de trabajo. Dos meses en fabricar los paños, y luego uno más en armarla. Supone, además, que mientras se prepara una nueva, el barco pierde todo ese tiempo de faena. Nosotros, después de los tres días de trabajo sin parar, pudimos pescar de nuevo con el “Montefrisa Nueve”. Los rederos de la tripulación fueron reparando los muchos desperfectos de la red. >>
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Trabajando día y noche sin parar durante treinta y siete horas.
El atunero “Playa de Azkorri”, de la armadora “Pevasa”, colaboró decisivamente en la recuperación de la red. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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<<Cuando les anuncié a los de “Calvopesca” que me iba, insistieron repetidamente para que no me fuera, prometiéndome que llevarían a cabo la reparación del barco, que mejorarían las condiciones… Yo ya había dado mi palabra a la nueva compañía, y de ninguna manera iba a faltar a mi palabra. >>
Atlático Sur, 2008. Joaquín Álvarez Leyenda, ejerciendo como Técnico de Pesca en el “Montefrisa Nueve”, de la armadora “Calvopesca” de Carballo (A Coruña).
Joaquín Jesús Álvarez Leyenda llevaba trabajando veintiséis años con la compañía “Calvopesca”. Era ya como un patrón de la casa, que primero en el “Monteneme”, luego en el “Montecelo” durante siete años, y más tarde en el “Montefrisa Nueve” durante diez, se había ganado la total confianza de la armadora gallega. El anuncio de su marcha fue recibida con enorme disgusto por los dirigentes de la empresa, que al margen de su trabajo profesional, mantenían con él una excelente relación personal. También nos consta que “Quin” dejó la empresa con tanto o mayor disgusto que sus superiores, y en cierta forma, obligado por mantener su personalidad respecto a la necesaria y ya inaplazable reparación del “Montefrisa Nueve”, que no se llevaba a cabo a pesar de sus insistentes reclamaciones.
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Grupo Calvo Descricción Somos una compañía global de alimentación especializada en conservas de pescado, que ofrece una amplia variedad de productos saludables y nutritivos a millones de personas en todo el mundo. Hoy estamos presentes en más de 65 países a través de nuestras tres marcas principales, referentes de alimentación de calidad: Gomes da Costa, Calvo y Nostromo; contamos con más de 4.500 colaboradores y tenemos plantas de producción en España, El Salvador y Brasil. Somos firmantes del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, socios de Forética, estamos adheridos al Código de Buenas Prácticas Mercantiles en la Contratación Alimentaria y somos miembro de Amfori, la principal asociación comercial global dedicada al comercio abierto y sostenible. Fundador: Luis Calvo Sanz Fundación: 1940, Carballo Número de empregados: 4.000 Produtos: Conservas; Pratos precociñados Sede: Carballo Filiais: GDC Alimentos S.A., Nostromo Spa, Calvo Distribucion Alimentaria, S.L.U., Conservera De Esteiro S.A.U.
CALVO EN CIFRAS Presencia comercial en 65 países Colaboradores 4548 en todo el mundo Facturación 593.9 M€ Alrededor de 1500 productos
NUESTRAS MARCAS
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Flota del Grupo Calvo Grupo Calvo cuenta con una flota propia compuesta por 7 buques atuneros, 2 buques mercantes y 2 buques de asistencia. Realizan sus capturas de especies tropicales en aguas ecuatoriales internacionales y en países ribereños tanto del Océano Atlántico Oriental (Angola, Cabo Verde, Costa de Marfil, Guinea Bissau, Gabón, Mauritania, Sao Tomé y Príncipe, Senegal y Sierra Leona), del Océano Pacífico Oriental (El Salvador), y en el Océano Pacífico Occidental (Kiribati y Tokelau).
Mapa de la Presencia Internacional del “Grupo Calvo”. Cuando los buques salen de puerto, utilizan diferentes técnicas de localización de los bancos de atún, desde los prismáticos a los equipos electrónicos. La técnica de captura es denominada cerco de jareta, que aprovecha la tendencia de los atunes a formar cardúmenes. El buque, mediante un barco auxiliar denominado panga, rodea el banco de atunes con una red. El barco cierra el arte y lo recoge tirando de un cable que pasa por las anillas que la red lleva en el fondo. Una vez formada la jareta (saco), el atún es subido a bordo mediante los salabardos. La maniobra completa de pesca se denomina largada. Los períodos de pesca se dividen en intervalos de tiempo, desde que el buque sale de puerto, hasta que vuelve con las bodegas llenas de atún. A esto es a lo que denominamos una marea. Una vez que el buque atunero entra en puerto se produce el trasbordo a los buques mercantes del Grupo Calvo: “Montelaura” y “Montecruz”. Los buques atuneros de Grupo Calvo tienen prohibido el trasbordo en alta mar, tanto por nuestro compromiso por apoyar las mejores prácticas pesqueras como por razones de seguridad para la carga y la tripulación. Los buques mercantes frigoríficos son los encargados de transportar la materia prima a las plantas de producción del Grupo Calvo, en perfectas condiciones de frío y humedad.
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Factoría central del “Grupo Calvo” en Carballo (A Coruña).
<<El “Grupo Calvo” es una de las empresas más destacadas del mundo en el sector de la alimentación -comenta “Quin”-. Fundada en 1940, sigue siendo en la actualidad una empresa familiar, manteniendo siempre a lo largo de sus ochenta años de existencia, la presidencia y los puestos directivos en manos de familiares. Una de sus características principales es la excelente relación que mantiene con sus trabajadores. Nosotros los marineros, recibimos un trato muy cordial de los responsables del sector de la pesca. >>
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<<Yo personalmente, después de siete años alejado de “Calvopesca”, sigo conservando buenas relaciones con sus dirigentes. Uno de ellos, muy afectuoso con los baioneses, pasa el veraneo en su chalet de Monte Lourido. >>
Factoria de conserva del “Grupo Calvo” en La Unión (El Salvador).
En busca de la mejor materia prima A finales de los 70, la compañía tomó una decisión estratégica: el desarrollo de una flota propia para asegurar el aprovisionamiento de materia prima y garantizar la cantidad y la calidad del atún necesario para hacer frente a la creciente demanda de productos. En 1979 incorporamos el primer atunero, el “Montecelo”, con una capacidad de 1.000 toneladas. Le siguieron otros como el “Montefrisa”, 1.000 tm. el “Monteclaro”, 350 tm. y el “Monteneme”, 450 tm. Esto nos permitió acceder a nuevas zonas de pesca en busca del mejor producto y mejorar la gestión y el control del flujo de la materia prima a nuestras plantas. Disponer de flota propia nos permitió no solo garantizar el suministro de producto de calidad sino también ser parte activa en asegurar la sostenibilidad de la materia prima y del conjunto de nuestra actividad.
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En enero de 2014, después de veintiséis años con “Calvopesca”, Joaquín Álvarez Leyenda cambia de armadora. Embarca en alta mar como Técnico de Pesca en el atunero “Playa de Azkorri” de la compañía “Tunatlántic” de Cabo Verde, que faena por el Golfo de Guinea.
Libreta de Marinero. Registro de su primer embarque en el “Playa de Azkorri”.
El buque atunero congelador “Playa de Azkorri”, de la empresa gallega “Pevasa”.
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El “Playa de Azkorri”, de la armadora “Pevasa”, con una tripulación de veintiocho hombres.
PLAYA DE AZKORRI Buque construido para la empresa Pevasa (Pesquería Vasco Montañesa, S.A.) que faena en el Atlántico con bandera de Belice. Es un atunero congelador proyectado para la pesca del atún por el sistema de cerco en caladeros situados en los Océanos Atlántico, Índico y Pacífico. El buque fue diseñado buscando el ahorro de combustible y la mejora de la eficiencia energética y propulsiva, de ahí que se hayan empleado materiales como el aluminio, el acero de alta resistencia para reducir espesores, y peso, tuberías de fibra y polietileno para reducir pesos y mantenimiento, etc. Dispone de 16 cubas autoportantes (no estructurales) para la congelación y conservación del atún. Las capturas de pescado se congelarán en las cubas de pescado por el sistema de inmersión en salmuera, conservándose posteriormente el atún congelado en seco en dichas cubas. Las formas se han generado buscando el mayor rendimiento hidrodinámico, para lo cual inicialmente fueron optimizadas mediante el uso de CFD en el Canal de ensayos hidrodinámicos de Marín y posteriormente se realizaron ensayos de canal –remolque, autopropulsión y cavitación– en el CEHIPAR. El Playa de Azkorri fue entregado en 2009
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Arriba: El “Playa de Azkorri” faenando en el Golfo de Guinea. Momento de una “largada”, con la red en el cerco, y la “panga” en sus funciones. (Foto Gorka Ocio). Abajo: Atracado en el muelle, con la “panga” a un costado de popa.
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“Largada” del “Playa de Azkorri” en el Atlántico Ecuatorial. (Foto Gorka Ocio).
Características Técnicas del PLAYA DE AZKORRI Número IMO: 9476111. Nombre: PLAYA DE AZKORRI Vessel Type-Generic: Sailing Vessel Vessel. Type-Detailed: Fishing Vessel Estado: Activo MMSI: 312191000. Identificativo de llamada: V3ML9. Bandera: Belize [BZ] Arqueo bruto: 2548. DWT Verano: 2358 t Eslora Total x Manga Máxima: 87 x 14.2 m Año de construcción: 2009
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Tan solo dos mareas permanecería “Quin” en el “Playa de Azkorri”. En noviembre de 2014, desembarca en Las Palmas para disfrutar de sus vacaciones. En este período, la “Armadora Pereira” de Vigo contacta con él, y le ofrece el puesto de Patrón de Pesca en el nuevo barco que piensan adquirir en unos meses.
Tras un acuerdo con la “Armadora Pereira”, el 16 de enero de 2015, “Quin” embarca en Abidjan en el buque atunero “Juan Ramón Egaña” como “supernumerario”. Su misión, inspeccionar el barco que se dispone a adquirir la compañía viguesa. Finalizada la inspección en doce días, “Quin” desembarca en Dakar.
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Buque atunero “Juan Ramón Egaña”. (Foto Gorka Ocio)
Características Técnicas del Buque
“JUAN RAMON EGAÑA” __________________________________________ TIPO: BUQUE ATUNERO DE CERCO . AÑO CONSTRUCCIÓN: 1984/06 TONELAJE: 2017 GT / 632 NT .DIMENSIONES: 77.3 x 13.6 CAP ACIDAD DE BODEGA: 1883 m3 MOTOR PRINCIPAL: MAK 4350 CV PROPULSOR: Paso fijo (nuevo 2000) SISTEMA FRIGORÍFICO: Agente refrigerante AMONIA CO ■ 6 Compresores de congelación expansió n directa GRASSO type RC2111 de 90 CV c/u Cap de congelación 107.300 fg/hr ■ 2 Túneles de congelació n HELPMAN mod HN 24550-4 ■ Área de congelación 111 m2 MAQUINARI A DE CUBIERTA: Cinta transportadora de pescado MACUBER eléctrica ■ 1 Grú a de popa MARCO mod. HDC8 ■ 1 grúa de proa MARCO mod. HDC10 ■ Maquinilla hidrá ulica proa MARCO A5030 ■ Maquinilla de pesca MARCO W S 484 ■ Hauler MARCO PB78 ■ Palmeador de red (nuevo marzo 2003) ■ 2 Lanchas rápidas auxiliares de pesca ■ Panga nueva en 2000 con motor GUASCOR SF240TASP de 785 CV a 1800 rpm
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El buque atunero congelador “Juan Ramón Egaña”.
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Últimas imágenes del “Juan Ramón Egaña”, antes de convertirse en el “Pont Saint Louis”. El color verde de su casco se cambiará por el azul de la “Armadora Pereira” de Vigo.
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El 17 de marzo de 2015, el “Juan Ramón Egaña”, pasará oficialmente a convertirse en el “Pont Saint Louis”, tras ser adquirido por la “Armadora Pereira” de Vigo. El color verde del casco anterior fue sustituido por el azul. Dos días después, en Dakar, embarca Joaquín Álvarez Leyenda en el “Pont Saint Louis” como Patrón de Pesca, para vivir la primera marea del barco con su nuevo propietario.
Arriba: el “Port Saint Louis”, en plena ruta hacia el Golfo de Guinea, con una tripulación de treinta hombres Abajo: atracado en puerto con la “panga” en el agua arrimada al estribor del buque.
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En julio de 2018, el “Port Saint Louis” es apresado en aguas angoleñas, y retenido en el puerto de Luanda durante un mes sin ninguna razón legal.
<<Primero nos acusaron de no tener licencia de pesca -explica “Quin”-. Luego de que no habíamos informado a los organismos competentes de nuestra entrada en aguas angoleñas -lo hicimos 48 horas antes de entrar ante ocho administraciones-. Informe que debía ir acompañado de una serie de datos -qué especie de pescado íbamos a capturar, que carga de pescado llevábamos en las bodegas…- para que nos autorizasen la pesca. Después resultó que en las recientes elecciones que hubo en el país, se creó un nuevo ministerio que era el que nos retenía por no recibir nuestro informe. A continuación nos acusaron de contrabando de pescado… La jueza que instruyó el caso dio por sentado que no había causas legales para retenernos… >>
Puerto de Luanda (Angola).
<<Pero dado el cariz que iba tomando el conflicto, de prolongarse en un juicio que no se sabía cuando se celebraría y con serias dudas si saldría favorable, la armadora decidió “pagar” una buena multa al nuevo ministerio angoleño, que era a fin de cuentas el que se quedaba con dicho importe. La corrupción en estos paises africanos surge a menudo, y conocedores del perjucio que causan con la retención de los buques -en nuestro caso, un mes sin pescar, y el desquiciante
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encierro de toda la tripulación sin dejarla desembarcar-, se acababa resolviendo siempre de la misma manera: pagando un buen dinero que liquidaba todas las “ilegalidades” inexistentes, evitando así un juicio que se presumía eterno en su duración. >>
“Faro de Vigo” publica la noticia del apresamiento del “Port Saint Louis”.
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El 1 de abril de 2020, el “Port Saint Louis” desembarca en Marín, y su Patrón de Pesca, Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, sale de vacaciones, y definitivamente se jubila después de treinta y siete años de mar.
El “Port Saint Louis”, con un mazicero al costado. Sería el último buque atunero congelador de la vida marinera de Joaquín Jesús Álvarez Leyenda.
La última “Libreta de Marinero” de Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, donde figura su último embarque en Abidjan, 26 de noviembre de 2019, y el último desembarque en Marín, 1 de abril de 2020. En el “Port Saint Louis” vivió sus últimos cinco años como Técnico de Pesca.
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Ahora, en abril de 2021, cuando se ha cumplido su primer año de jubilado, charlamos con “Quin” en su casa en una mañana primaveral. En las paredes, estampas familiares, diplomas, fotos de algún barco, varios títulos… y “Yull”, su perro fiel, tumbado en el suelo, testigo de nuestro encuentro. En la tranquilidad de un merecido retiro, hablamos de la pesca con calma, sin ninguna prisa, de algo que ya está realizado… y “Quin” nos fue pasando poco a poco la película de su vida en la mar. Reflexivo e inteligente, no resulta demasiado expresivo en sus manifestaciones, pero en el fondo se trasluce pronto su pasión por la pesca. Por su memoria transcurren los tiempos de niño y adolescente, sus estudios en Nigrán, luego en Vigo y Pontevedra, y más tarde en Madrid. - ¿Supongo que tendrás enmarcada por algún lado de la casa una buena fotografía del teniente coronel Tejero? -le pregunto a “Quin” con cierta guasa. - Debería, pero no la tengo -me responde, riéndose-. Si
no fuera por Tejero, habría estado toda mi vida laboral trabajando en industrias, empresas, organismos… como ingeniero. Así que gracias a él, pude disfrutar de la pesca durante casi cuarenta años.
Recuerda sus primeros tiempos de pesca por el litoral baionés, por la costa portuguesa, por las Islas Azores, el paréntesis del sevicio militar por Marruecos, el inicio del “atún” por el Pacífico, y luego por el Atlántico Ecuatorial…
<<Nunca pesqué en el Océano Pacífico -responde “Quin” a mis preguntas-, pero hubo una temporada que faenamos muy cerca, en el Mar Caribe. Fue cuando andaba en el “Montecelo”, a principios de los dos mil. Habían establecido en el Atlántico africano una veda de pesca “con objetos” durante dos meses, noviembre y diciembre, y en ese tiempo nos íbamos al Mar Caribe. Salíamos en septiembre de Dakar con destino al puerto de Guanta, en Venezuela, y permanecíamos allí hasta enero. También iba el “Monteneme”, barco de la misma armadora. Al cabo de dos años, dejamos de ir al Caribe. Por entonces, el presidente venezolano Hugo Chavez ya estaba poniendo
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dificultades para la pesca, e incluso Estados Unidos se encontraba sumido en la trajedia de las Torres Gemelas, y desarrollaba una extremada vigilancia y tremendas medidas de seguridad por toda la zona. >>
Mapa del Mar Caribe.
De todas maneras, el “Grupo Calvo” mantenía permanentemente barcos atuneros de su flota pesquera en el Océano Pacífico, que abastecían a la factoría de alimentación situada en La Unión (El Salvador). En unos meses en que la fábrica estuvo cerrada por falta de atún, tiempos de Hugo Chavez, unos maleantes incendiaron la factoria. La zona de América Central pasaba unos momentos inciertos, con falta de seguridad y escaso apoyo a la pesca.
<<Pero “mi mar”, el que llevo muy adentro, ha sido siempre el Atlántico Sur… así como “mi pesca” ha sido el atún. He dejado allí buenos amigos de otros barcos, con los que contactaba a diario para intercambiar información. Con el “Albacora Quince”, el “Txori Berri”, el “Mar de Sergio”, el “Sant Yago Uno”, el “Pacific Star”, el “Egalabur”… con todos ellos aún sigo ahora de jubilado hablando cada día como en mis tiempos de patrón… con algunos compañeros ya retirados como yo. >>
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<<Por supuesto que en mi corazón se han quedado grabadas mis preferencias. “Mi barco”, el “ Montefrisa Nueve”, un atunero milagreiro que salía airoso de todos los contratiempos; “mi puerto”, Abidjan (Costa de Marfil), donde embarqué y desembarqué cientos de veces, y a donde acudíamos periódicamente a la descarga del atún; “mi armadora”, “Calvopesca”, con la que mantuve -aún lo hago ahora- una afectuosa relación personal más allá del trabajo… >> En la animada conversación a lo largo de la mañana, hacemos repaso del mundo del “atún”, y me surgen cientos de preguntas que le voy pasando sobre la marcha.
<< ¿Las personas admiradas en mi profesión? Muchas, pero como patrones de pesca, sobre todo, los baioneses Tito Florente y Ricardo Blach, que han sido toda una institución. El primero fue patrón y accionista de “Inpesca”, y estrenaba todos los barcos nuevos de la compañía: el “Txori Zuri”, el “Txori Aundi”, el “Txori Berri”, el “Txori Toki”… A su vez, Ricardo estaba considerado como el mejor patrón del Índico. Se hizo con una añadida fama social a causa del lamentable rapto de los piratas somalíes del atunero “Alakrana”, del que era su patrón. A raiz de este suceso, se retiraría de la pesca. También el baionés José Antonio Vázquez Almuiña, en la actualidad patrón de un mazicero de “Pevasa”, es un gran profesional y un gran marino. Compañero de colegio, amigos de la infancia, estuve a sus órdenes en el “José Almuiña”, barco de su familia, durante una marea de cinco meses. Otro admirado patrón ha sido el baionés, José María Barreiro Fuentes, “El Ayú”, que compartió conmigo a lo largo de un año el puesto de patrón en mi último barco, el “Port Saint Louis”. Amigo desde niños y de profesión, falleció joven, a los 55 años, de una rápida enfermedad. Después, los vascos Jesús Mari Iribar e Iñigo Murelaga, el francés Jean Luc -el mejor patrón con él que yo trabajé-, el también vasco Víctor Elordui -apodado “Víctor Catorce”-, considerado el mejor patrón del África Atlántica…
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¿“Pangueros”? Los mejores, sin dudarlo, dos baioneses: Guillermo Leyenda, “O Conexo”, el favorito de Tito Florente, y Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, “mi panguero”. >>
Guillermo Leyenda, Mito “O Conexo”, “panguero” de Tito Florente, “El Mariscal”, y considerados, junto a Herminio Leyenda, “Ardilla”, los mejores “pangueros” de la historia del atún. (Archivo Jesús Cedeira Leyenda).
“Quin”, después de treinta y siete años de mar, ha dejado una larga estela de amigos detrás de sí. Con alguno, como “Ardilla”, posiblemente haya convivido más tiempo que con su propia familia. Con muchos otros, también pasó una buena cantidad de meses…
<<Los baioneses ”Ardilla” y Manuel López Goce, “O Crispín”; el cambadés Javier Lois, contramaestre del “Montefrisa Nueve”; el vasco de Bermeo, Juan Tomás Jaio Baños; Borja, patrón del “Albacora Quince”; Iñaqui Arego, patrón del “ Galerna Dos”; José Manuel, el contramaestre; el patrón de Cangas,
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Antonio Cordeiro; el vasco Deivi, patrón del “Pacific Star”; el valenciano Antonio Villena, capitán del mercante “Montelaura” de “Calvopesca”… >>
Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, el “panguero” favorito de “Quin” Leyenda Álvarez. (Documental José María Martínez Carames).
Sin darnos ni cuenta, nos trasladamos a la pesca del pasado en Baiona, y llegamos a aquellos marineros pioneros que pescaban en las desaparecidas pincheiras y en los míticos barcos de madera. Haciendo historia, encontramos a todos aquellos que forjaron con sus enseñanzas las generaciones futuras de pescadores.
- Hoy en día la pesca de Baiona está prácticamente desaparecida -le comento a “Quin”-. Al parecer, quedan unos pocos marineros de bajura, y otros tantos mariscadores, en este caso, mujeres en su mayoría. - Así es, pero eso no quiere decir que se hayan acabado los marineros de Baiona. Los baioneses siguen conservando el prestigio y buena fama ganados a lo largo del pasado siglo, y permanecen como marineros muy cualificados y muy solicitados en el “arrastre”, en “el atún”, en “el espada”… Llevan pescando en todos los mares del mundo desde hace más de sesenta años.
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De hecho, se calcula en el terreno económico, que la pesca proporciona a las familias del Concello de Baiona un 65 % de sus ingresos, incluyendo también en ese porcentaje los cientos de marineros jubilados que existen en la villa. Baiona sigue viviendo de la pesca como en el siglo pasado. Cuando le pregunto a Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, “Quin”, si en un hipotético regreso al pasado, volvería a ser marinero, su respuesta es rápica y contundente:
“Volvería a ser marinero, sin dudarlo.”
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VIII. Con “Ardilla” por los mares del mundo Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, nació en Vigo el 22 de diciembre de 1956, en una época en la que su madre vivía y trabajaba durante los inviernos en casa de los Tapias, en la céntrica calle viguesa de García Barbón, donde hoy es el “NH Hotel”. Así que “Mino”, también conocido por este diminutivo, era vigués en invierno y baionés en verano, cuando los Tapias venían a “Villa Sol” de veraneo, y su madre, Pilar Rodríguez Ratel, con ellos. El matrimonio Tapias se fue haciendo mayor, y al fallecer ambos, su madre regresó definitivamente a Baiona. En aquel momento, su hijo tenía cinco años, y a partir de entonces dejó de ser vigués de adopción. Con esos apellidos, Ratel ella y Leyenda él, sus padres no podían negar que eran de Baiona. Y siendo Leyenda y baionés, a la fuerza su progenitor tendría que ser marinero. Bisabuelos, abuelos, padres, tíos, primos, parientes… fueron pescadores, tuvieron barcos… y de los históricos. Y hoy en día, a 2021, los Leyenda siguen pescando en todos los mares del mundo. Un viejo patrón retirado se metía con mucha guasa con un joven de la mencionada saga embarcado “al atún”: “Ándate con
cuidado, que los vascos no ven con buenos ojos a los baioneses… y si son Leyenda, mucho peor”. El patrón nos aclaró por “lo
bajinis” que les tenían bastante envidia, y que los Leyenda gozaban de un enorme prestigio en aquellos ambientes. De manera que Herminio pertenece a ese numeroso grupo de chicos baioneses nacidos marineros ya en la cuna, aunque en su caso la cuna no estuviese en la villa. A su padre, Herminio Leyenda Pérez, le apodaban “Ardilla”, y anduvo desde niño hasta su jubilación, pescando en los más populares barcos de Baiona. Cogió la época dorada de la sardina “á ardora”, por las costas de A Guarda y de Portugal. Llegó hasta Canarias y Marruecos a la pesca de la merluza, del mero… Y luego subió en ocasiones hasta las Rías Altas a la palometa… Total, cerca de cincuenta años de vida en la mar.
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El “Almuiña”, el “Ballenato” de sus tíos “los Canero”, el “Pinzón”, el “Monchito”, el “Picacho” de los Guache, el “Canero” de Joaquín Leyenda… son algunos de los barcos en los que “Ardilla” padre anduvo faenando a lo largo de su vida.
El “Almuiña”, años sesenta. La tripulación estaba formada por marineros de Baiona con mucha historia. Entre otros: “O Papudo”, Manolo, Enrique “Boulá”, Manolo Silva, Dico Penegrín, “O Ardilla”, Piño, “O fillo da Gumersinda”…
A Coruña, 1969. El “Monchito”, del baionés Isaac. En la imagen, Pepe “Capelán”, “Rachote” y Manolo “O Barros”, tres viejos “lobos de mar” de la villa.
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El “Pinzón”, 1961. Hora del rancho: Entre otros: Señor Ramón, Negrín, Mauricio, “Tanano” Goce, “Machinango”… “O Ardilla” debe de estar en la popa en otro grupo.
El “Ballenato” llega a O Berbés a la descarga de jurel capturado en Cabo Silleiro.
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Y tal como ha acontecido en Baiona en repetidas ocasiones, tan pronto como “Mino” se introduce en el mundo marinero, hereda de inmediato el apodo de su padre, “Ardilla”, que ya le quedaría también a él para siempre. Es verdad, que igual que su padre, fue un muchacho menudo fisicamente, pero sobre todo, muy espabilado y movido en el trabajo y en la vida cotidiana. De ahí que luciera con plena justicia el mismo apodo del padre.
Herminio Leyenda Pérez, “Ardilla” y Pilar Rodríguez Ratel, dos baioneses haciendo honor a sus apellidos. Él, como Leyenda, buen marinero; ella, como Ratel, mujer de empuje y trabajo, que no se arredraba ante las dificultades. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
De manera que después de ir al colegio para su formación elemental, tan pronto se lo permitió la legislación vigente, a los quince años y sin dudarlo un momento, Herminio Leyenda Rodríguez se convierte en marinero como lo era su padre y la mayoría de sus antecesores familiares.
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El 22 de octubre de 1971, embarca por primera vez en el “Día Segundo” de Vigo, del armador José Puerta. La casi totalidad de su tripulación es baionesa. Faenan por la costa portuguesa “a la volanta” a la captura de merluza. Permanece un año y dos meses en este barco, y lo deja en diciembre de 1972.
Baiona, años setenta. El pesquero “Día”, atracado al muelle. Delante, Lucho, con visera blanca, y su hermano Nardo, el cocinero, con visera gris, primos carnales de la madre de “Ardilla”.
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Años setenta. El “Día”, del armador vigués José Puerta. En la cabina, Tino “O Buzo” y Lucho. Delante, Arsenio, futuro suegro de “Ardilla”. (Archivo J.M. Fernández).
Baiona, 1967. El “Día”, con la mayoría de su tripulación baionesa. Entre otros: Tino “O Buzo”, Lucho, Arsenio… que serían compañeros de “Ardilla” al cabo de unos años. Formaban un grupo muy unido, de enorme compañerismo, y divertido cuando llegaba el momento oportuno. En la imagen, ya están celebrando el cabrito que va a preparar Nardo, el cocinero. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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En el “Día”, en 1967. Preparando la caldeirada. El que asoma su visera y su bigote por la izquierda es “Chiti”, hermano de Pastora, del “Soto”. En el centro, Pepe “Capelán”, Eulogio Rodríguez Ratel, “Galán” -tío de “Ardilla” por parte de madre-, Tino, Toño “O de Xosé”…
Es evidente que la niñez de “Mino” se vio rodeada por todas partes de familiares pescadores, tanto por parte de padre como de madre. De ahí nacería su vocación inquebrantable de ser marinero como ellos. Luego, a los quince años, en plena adolescencia, continuó en la mar en la misma situación que de niño, y pronto familiares y compañeros le abjudicaron el apodo de su padre, “Ardilla”.
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En diciembre de 1972, embarca en el atunero“Arene”, de la armadora “Atunsa” de Bermeo. Pescan en el Atlántico por el Golfo de Guinea, y como barco “cañero” que era, utiliza ese arte tradicional vasco por primera vez. Después de algo más de un año, desembarca en abril de 1974.
Años setenta. El buque atunero “Arene” de Bermeo.
Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, en el puente del “Arene”.
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En el barco “cañero” “Arene”, Dakar, 1973. “Ardilla” y un compañero santanderino. En el puente, el ferrolano Suso. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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El baionés Enrique Marcote en el “Arene”, diciembre de 1973. Primo de “Ardilla”, fue cantoautor y presidente de la Asociación de Canaricultores del Val Miñor.
Hoy en día, los barcos “cañeros” siguen su actividad tradicional en el País Vasco y en muchos lugares del mundo, entre ellos en el Golfo de Guinea, donde los propios vascos mantienen sus bases, y continúan en la pesca de bajura utilizando marineros nativos.
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Barcos “cañeros” en faena. Con cebo vivo atraen a la manada de atún rojo, de la que los marineros van pescando cada pieza una a una. Para dificultarles a los atunes la visión del anzuelo, provocan una niebla en la zona de pesca con el lanzamiento continuo de agua. “Ardilla” confiesa que era una forma de pesca muy bonita.
Herminio Leyenda, “Mino”, a lo largo de sus cuarenta años de vida marinera, ha pescado con casi todas las artes tradicionales al uso: “á ardora”, “al palangre”, “a la volanta”, “al arrastre”, “al cerco”… y también, cómo no, con el arte de los “cañeros” vascos, que solían tener en sus tripulaciones muchos marineros baioneses.
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Paso fugaz de “Ardilla” por el “Juan de Akurio” -de la misma compañía del “Arene”-, en el que permanece de forma provisional del 10 al 17 abril de 1974.
El “Juan de Akurio”, recogiendo el “salabardo” en el Atlántico.
Seguidamente se enrola en el“Ana Lidia” , de un armador de A Guarda. Faenan “a la volanta” a la merluza, y “Ardilla” sigue en este barco durante algo más de dos meses. Vuelve al País Vasco, y embarca en el atunero congelador “Playa de Bermeo”, de la armadora “Pesquera Vasco Montañesa”, “Pevasa”, construido en 1968 por “Astilleros Barreras” de Vigo. Fue el segundo de la larga lista de atuneros que a partir de entonces, salieron de las gradas y los talleres vigueses. Embarca en octubre de 1974, y permanece casi un año pescando en el Atlántico africano, hasta septiembre de 1975.
Logo de la compañía ”Pesquera Vasco Montañesa” de Bermeo.
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Dakar, 1974. Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, en la cubierta del “Playa de Bermeo”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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Dakar, 1974. En el “Playa de Bermeo”, “Ardilla” ajusta en su cabina la radio del barco con la de su “panga”. Siempre fue muy habilidoso para mejorar sus condiciones de trabajo. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
1975. “Ardilla”, y sus primos Enrique y Rafael, subidos a la cofia del “Playa de Bermeo” en Dakar. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)
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Dakar, 1975. En grupo en un bar de la ciudad, y de paso, haciéndole publicidad a la firma “Provisionistas Marco”. De izquierda a derecha: los baioneses “Ardilla”, Enrique, Rafael y Ángel, y el cangués Marcos “O Choyo”.
Dakar, 1975. En la cubierta del “Playa de Bermeo”: “Ardilla”, el cangués Marcos “O Choyo”, y sus compañeros de Baiona, José, Quique, Carlos, “Vincios” y Juan. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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Los baioneses “Ardilla” y Nito, y Marcos “O Choyo”. (Foto Estudios de Guédiawaye. Senegal. Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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Abidjan, 1975. “Ardilla”, Enrique, Rafael y tres compañeros senegaleses, en la cubierta del “Playa de Bermeo”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
1975. “Ardilla” y Rafael en el “Playa de Bermeo”.
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Dakar, 1975. El baionés Enrique Marcote, el capitán Urbina y “Ardilla”, en el puente del “Playa de Bermeo”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
El bravo “Mino”, dominado por el espiritu impetuoso y aventurero de su juventud, no tarda en iniciar un nuevo proyecto al dejar el “Playa de Bermeo”. Se traslada a Alemania, y se planta en Hamburgo a buscar trabajo, no sin antes pasar bastantes apuros tras agotar las treinta mil pesetas con las que había partido de Baiona. Acaba llegando allá en un camión de transporte.
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Así que en Hamburgo, enero de 1976, “Ardilla” se enrola en la marina mercante, y embarca en el nuevo “Betis” -el viejo, ya desguazado, fue un barco con una enorme historia en la última Guerra Mundial-, con el que recorre medio mundo. Cruza el Canal de Suez, el Canal de Panamá, el canal alemán de Kiel, navega de un lado a otro de Canadá, hasta llegar al final del río San Lorenzo, y alcanzar la ciudad norteamericana de Chicago…
1938. El mercante “Betis”, por entonces del español José Morey, tuvo importantes conflictos con la aviación alemana en la última Guerra Mundial. En la época de “Ardilla”, ya había sido desguazado, y sustituido por un imponente “Betis” moderno. Era propiedad de una compañía alemana.
Mapa del Canal de Kiel.
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1976. El buque mercante “Betis”, propiedad de una armadora alemana. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
<<Llevaba carga en general, un “bull-carry”. Además de mercancía de todo tipo en las bodegas, incluso petroleo, transportaba en la cubierta, contenedores, coches… >>
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Canal de Kiel (Alemania), también conocido por NOK. Tiene 98 kms. de recorrido, y une el Mar Báltico con el Mar del Norte. Es el canal más transitado del mundo. Se tarda en cruzarlo siete horas más o menos, dependiendo del tráfico.
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1976. Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, en su camarote en el “Betis”. Llevaba un mapa donde iba señalando las rutas que seguía el mercante.
En el mes de septiembre deja la marina mercante para incorporarse al obligado Servicio Militar. Desembarca del “Betis” en Rotterdam (Paises Bajos), el puerto más grande de Europa. Después de la enorme experiencia de visitar los mejores puertos del mundo, y recorrer las principales rutas mundiales del transporte, “Ardilla” ingresa en la Armada en noviembre de 1976. Tras el período de instrucción en Ferrol, lo destinan a la E.T.E.A. de Vigo.
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Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, durante el Servicio Militar en la Armada Española. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
<<Yo en la ETEA me encontraba de maravilla -cuenta “Mino” con una sonrisa-.Ya desde niño, me llamaban la atención los peluqueros. Total, que al llegar a Vigo, me fui voluntario a hacer un curso de peluquería a Cartagena. Al volver, sustituí al peluquero oficial del cuartel que se jubilaba, y desde ese momento pasaron por mis manos todos los marineros de la ETEA. Después, a la hora que me mandasen, iba a las casas de los sargentos, oficiales, comandantes… a cortarle el pelo a sus hijos, a sus esposas… Tenía entrada libre para salir y entrar del cuartel a cualquier hora, me sacaron las guardias… y aún encima reunía en propinas una buena cantidad al mes. Ya estaba casado y con una hija, y mi esposa Carmela recibía de muy buen grado el dinero que llevaba para casa. >>
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Vigo, Escuela de Transmisiones y Electricidad de la Armada, 1977. En formación especial en un día de fiesta. “Ardilla” está señalado con un puntito en la T.
“Ardilla”, en el comedor de la ETEA, en medio de dos compañeros.
<<Pero de pelar mucha patata y de los dieciocho meses del Servicio Militar, no me libró nadie. Permanecí sirviendo a la Patria un mes tras otro. >>
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Vigo, 1977. Baioneses en la ETEA. Arriba: Pepe, “Ardilla” y Cani. Abajo: Peralba y Lyly. “La gorra de plato me la había cedido el sargento para la foto. Yo iba para cabo, pero nada más”, comenta “Ardilla”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
<<En la ETEA era el amo -recuerda “Mino”-. Yo entraba en el bar de la marinería, o en la cafetería de los oficiales, y estaba invitado a todo lo que tomase. >>
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Baiona, años setenta. A la izquierda, Carmela, la esposa de Herminio Leyenda. Éste, a la derecha, durante su servicio militar en la ETEA. Al dorso de esta fotografía, se anunciaba como “Barbero”, y proporcionaba el teléfono de contacto
Baiona, Praia da Concheira, principios de los años ochenta. Carmela y “Mino”, con sus hijos Verónica y “Minito”. Detrás, a la derecha, su sobrina Pilita.
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Finalizada la “mili”, “Ardilla” regresa a la pesca en el palangrero ”Domonte Mandado”, de A Guarda, que faena por las Islas Azores “al mero”. Permanece una marea, de mayo a julio de 1978. A continuación se traslada al “Río Landro”, también de A Guarda, y también dedicado a la captura del mero “al palangre” por las Islas Azores. Cubre otra marea, de junio a octubre de 1979. En noviembre de ese mismo año, pasa al “Ares” , de la armadora viguesa “Vieirasa”, faenando “al mero” durante un mes escaso. En enero de 1980 embarca en el “Playa de Recaty”, del baionés Tito Naveira. Pescan en el Atlántico Sur, y abandona el barco en julio. En septiembre de 1980 se enrola en el palangrero“P. San Marcos” de A Guarda. Faenan en las Islas Azores “al mero”, y también se acercan a Irlanda a la captura de bonito. Después de seis meses, en febrero de 1981, deja este barco. Luego se enrola en el “Rodrigo Durán” de Vigo, desde mayo hasta octubre de 1981. Pescan mero “al palangre” por las Islas Canarias y por las Azores.
El pesquero de bajura “Rodrigo Durán”, en los años setenta, levantando un “zorro”.
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En 1982, Herminio Leyenda se enrola como “panguero” en el buque atunero congelador “Itxas Ziérbana”, de la armadora “Pesquerías Sur Norte” de Arenas (Bilbao). Faenan por el Atlántico Sur, en el Golfo de Guinea.
Los “Albacora Dos y Uno” fueron vendidos a la compañía “Pesquerías Sur Norte”, que les cambia el nombre, y pasan a llamarse “Itxas Ziérbana” e “Itxas Bermeo”.
Abidjan, 1982. “Ardilla” y el senegalés Sila, en la “panga” del “Itxas Ziérbana”
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Abidjan, 1982. “Ardilla” e Iñaki, en el “Itxas Ziérbana”.
En el “Itxas Ziérbana” coincide con varios marineros de Baiona: Manuel López Goce “Crispín”, “Felino”, José “O Celtas”, Raúl… No había barco en el País Vasco que no contara entre su tripulación con marineros baioneses, además de gallegos de distintas zonas.
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1982. En el “Itxas Ziérbana” en alta mar. De pie, “Ardilla”; abajo, un compañero vasco, y los baioneses “Felino” y Manuel López Goce ”Crispín”.
El “Itxas Ziérbana” navegando por alta mar. De izquierda a derecha: “Ardilla”, “Felino”, Manuel “Crispín” y Raúl, todos ellos marineros de Baiona.
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Dakar, 1983. Los baioneses José “O Celtas”, Manuel López “O Crispín” y “Ardilla”, en el “Itxas Ziérbana”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
Golfo de Guinea, años ochenta. En el comedor del “Itxas Ziérbana”, los marineros de Baiona, José “O Celtas”, Manuel “O Crispín”, “Ardilla” y Felino “Maño”.
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En 1983, deja el “Itxas Ziérbana” y embarca en el “Monteneme”, de la armadora gallega “Calvopesca”. Faenan “al atún” por el Atlántico, en el Golfo de Guinea.
El atunero congelador “Monteneme”, en el puerto de Guanta (Venezuela). Características Técnicas del atunero “Monteneme” Número IMO: 7043972 Vessel Type - Generic: Special Craft. Vessel Type - Detailed: Fishing Vessel Arqueo bruto: 980 DWT. Verano: 1081 t. Eslora Total x Manga Máxima: 51.08 x 11.11 m. Año de construcción: 1973
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1983. Los baioneses Lito y “Ardilla”, en la Sala de Máquinas del “Monteneme”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)
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Gabón, 1983. “Ardilla” y los senegaleses Syla y Sar, en la “panga” del atunero “Monteneme”, trasladando el paño del saco al “Montecelo”. Ambos barcos pertenecían a la misma compañía. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
1983. “Ardilla”, Jon y Mamadú, en el “Montecelo”, tras el traslado en la “panga” del paño de red desde el “Monteneme”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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En su permanente ir y venir de un barco a otro desde sus inicios en 1971, Herminio Leyenda, “Ardilla”, se ha enrolado en diecinueve pesqueros diferentes -menos el mercante “Betis”-, y ahora, en 1982, once años después, embarcará en el atunero “Albacora Doce”, el número veinte de su recorrido por la flota.
En el “Albacora Doce”, “Ardilla” coincide con marineros baioneses: “O Aunuco”, Manolo “Poyoyo”, Fernando “Paniqueiro”, Manolo “O Pelos”…
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Abidjan, 1982. En el “Albacora Doce”, los baioneses “Ardilla”, Arsenio “O Aunuco”, Manolo “O Pelos”, Yon y Manoliño San Cibrián. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
Golfo de Guinea, años ochenta. El “Albacora Doce”, con la “panga” a un costado, que manejó “Ardilla” durante tres años.
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Islas Canarias, 1982. “Ardilla”, al lado del helicóptero de rastreo del “Albacora Doce”. Los helicópteros han dejado de utilizarse en el Océano Atlántico y en el Índico por su elevado coste, pero en el Pacífico todavía siguen en uso.
Dakar, finales de los años ochenta. La “panga” del “Albacora Doce”, con “Ardilla” y un compañero senegalés. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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Después de enrolarse en veinte barcos ininterrumpidamente a lo largo de su vida marinera, Herminio Leyenda hace un alto en el camino de la pesca, y acepta una oferta de trabajo como marinero del “Monte Real Club de Yates” de Baiona.
“Monte Real Club de Yates” de Baiona. Los pantalanes, con los amarres de los yates, a la derecha, delante de la Praia de A Barbeira. El club social, dentro de las murallas del Castillo de Monte Real, en el lugar conocido como O Cantiño.
<<Me ofrecieron ese puesto, y al final me quedé durante tres años, de 1985 a 1987 -explica “Mino”-. Me tentaron, porque ese cambio me permitía ver crecer a mis dos hijos, y fue lo que realmente pesó para tomar esa decisión. Nunca había estado tanto tiempo en ninguno de los barcos en los que anduve. >>
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Baiona, años ochenta. Carmela González Pousa, la esposa de “Mino”, con sus dos hijos, “Minito” y Verónica. En la actualidad, el chico es Mecánico Mayor Naval, y trabaja en una empresa de Madrid. La chica es empresaria de Robótica. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)
<<Como marinero, hacíamos de todo: limpieza, vigilancia, pintábamos, reparaciones y salidas en los yates… hasta ejercíamos de albañiles. Por entonces me había decidido a reconstruir la vieja casa familiar, enteramente de piedra. Así que la tiramos abajo, y aprovechando la misma piedra, la construimos de nuevo. Esto supuso un gasto que no podía asumir con el sueldo pequeño del Club de Yates. >>
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<<Aún encima me encontraba molesto porque no me querían hacer empleado fijo. De modo que entre una cosa y otra, lo dejé y volví a la mar… contando además que Eliseo, uno de los jefes de “Getusa”, me llamó ofreciéndome un contrato en uno de los atuneros de la compañía. De todas maneras yo salí en buena relación con el “Monte Real Club de Yates”. Cuando estaba de vacaciones en verano, siempre me llamaban para hacerme cargo de uno de los barcos de la organización de las grandes regatas, el “Príncipe de Asturias”, el “Trofeo Conde de Gondomar”, la prueba internacional en solitario “Le Figaro”… Llevé un año en mi barco a la Agencia Efe, otro a la TVE, al Jurado de la Regata… >>
Baiona, años noventa. Herminio Leyenda, “Ardilla”, en el “Nufer” -el yate del industrial vigués Fernández Tapias-, como parte de la organización de la “Regata Principe de Asturias”, que estaba próxima a comenzar.
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Baiona, Monte Real Club de Yates, años noventa. El “Nufer”, del vigués Fernández Tapias -arriba a la derecha-, esperando la llegada del “Movistar” de Pedro Campos, para la “Regata del Principe de Asturias”. Arriba, a la izquierda, dos familiares de Fernández Tapias. Abajo: dos administrativos del club, y Herminio Leyenda, “Ardilla”, con visera, componente de la organización de la prueba deportiva. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
<<El “Nufer” se llamaba así -cuenta Mino- por las dos sílabas iniciales de los nombres de sus propietarios, Nuria y Fernando. Era uno de los mejores yates de Europa, con 47 metros de eslora. Al cabo de unos años fue vendido a un magnate griego. Por aquellos años estrenó barco en Baiona el Príncipe Felipe, el “Aifos”, regalo de su madre, la reina Sofía. El nombre del yate es el nombre de la reina al revés. Y ese mismo año, ya trabajando en la Sala de Máquinas del “Montefrisa Nueve” , me manda un aviso el Capitán para que subiera al puente. Yo iba temblando por el camino, temiendo una mala noticia, estábamos en Navidades… Al llegar me dice: “Así que alternando con los grandes ricachones europeos…”, y me enseña el “Interviú”, que publicaba esta foto en la portada, anunciando un reportaje interior sobre los grandes yates europeos, entre los que consideraban al “Nufer”. >
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El 3 de diciembre de 1987, en Bermeo, Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, firma su primer contrato con la armadora “General de Túnidos, S.A.”, “Getusa”, para embarcarse como “panguero” en el buque atunero “Montefrisa Nueve” o en cualquier otro de la compañía. Entre sus condiciones de trabajo, el marinero disfrutaría de dos meses de vacaciones por cada cinco embarcados.
Vigo, “Montefrisa Nueve”, de la armadora “Getusa” de Bermeo.
CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS Número IMO: 7409176 Nombre: MONTEFRISA NUEVE Tipo de barco - Genérico: Pesca Tipo de barco - Detallado: Barco pesquero Estado: Activo MMSI: 359101000 Identificativo de llamada: YSC3216 Bandera: El Salvador [SV] Arqueo bruto: 1902 DWT Verano: 1400 t Eslora Total x Manga Máxima: 76.76 x 13.5 m Año de construcción: 1983
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La compleja y gigantesca sala de máquinas del “Montefrisa Nueve”.
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El buque atunero congelador “Montefrisa Nueve”, saliendo de la ciudad de Vigo rumbo a Cabo Verde. (Archivo CALF-VIGO-2015).
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El “Montefrisa Nueve” en Vigo. Arriba, saliendo hacia Cabo Verde. Abajo, atracado en los muelles de Bouzas. Se puede observar en popa el lugar de amarre de la “panga” del barco. (Archivo CALF-VIGO-2015)
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Abidjan, 1989. Herminio Leyenda, “Ardilla”, vigilando una maniobra en el “Montefrisa Nueve”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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1982. El “Montefrisa Nueve” en plena faena. Arriba, “Ardilla”, recogiendo la red. Abajo: Manuel “O Crispín” y “Ardilla”, subiendo el “salabardo” lleno de atún.
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Abidjan, años noventa. Varios marineros en el costado del atunero “Montefrisa Nueve”: Francisco, el vasco Jesús, los baioneses Kiko -contramaestre-, Manuel “O Crispín” y Jesús Goce, Josu, de Bermeo, el chileno Hugo… (Archivo familia López Goce).
Angola, años ochenta. En la “panga” del “Montefrisa Nueve”, “Ardilla” con los senegaleses Mamadú y Aliú. Delante, Churi en un speedboat,.
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Vigo, “Montefrisa Nueve”, años ochenta. En cubierta, “Ardilla” y Manuel “O Crispín”, abrazados al fondo. “En este costado del barco teníamos un banco hecho por nosotros -comenta “Ardilla”-, bautizado con el nombre de “Autobús”. En momentos fuera de faena, nos reuníamos allí para relajarnos, y acostumbrábamos a barrenar a fondo en torno a la familia”. (Archivo familia López Goce).
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Abidjan, finales de los años ochenta. Manolo “Repolo” y “Ardilla”, en el comedor del “Montefrisa Nueve”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
Abidjan, finales de los años ochenta. “Ardilla”, en la “panga” del “Montefrisa Nueve”, al lado de las luces de situación y el departamento de la radio, fabricadas y montadas por él mismo. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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Abidjan, finales de los años ochenta. Trabajando en la cubierta del “Montefrisa Nueve”. Al fondo, “Ardilla”, cortando un pez espada con un hacha. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
Captura en el “Montefrisa Nueve” de un “tiburón-ballena”, conocido por los marineros gallegos como un “pinto”. (Archivo familia Álvarez Leyenda).
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Costa de Marfil, años noventa. Los baioneses Manuel “O Crispín” y “Tanito”, recogiendo el pescado de cubierta después de la recogida de una “largada” en el “Montefrisa Nueve”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)
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<<A principio de los noventa, el “Montefrisa Nueve” se desplazó al Mar Caribe a la campaña del calamar -cuenta el baionés Manuel “O Crispín”-. Llegamos hasta la Isla de San Vicente, donde fuimos recibidos con enorme entusiasmo por los lugareños. Nos cambiaban fruta por pescado, y los niños se acercaban al barco en canoas a negociar. >>
Isla de San Vicente (Mar Caribe), años noventa. El “Montefrisa Nueve”, fondeado en mitad de la bahía. Los lugareños se acercan en piraguas y balsas para ofrecer frutas a cambio de pescado. (Archivo Familia López Goce).
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Isla de San Vicente (Mar Caribe), años noventa. Parte de la población de la isla espera en el pequeño muelle los resultados de la negociación con el buque español. En medio, un agente policial mantiene el orden de los pacíficos isleños.
Los niños se acercan al “Montefrisa Nueve” con piñas y plátanos.
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El niño se aproxima en balsa al “Montefrisa Nueve”, fondeado en mitad de la bahía, para cambiar bananas por pescado. (Archivo familia López Goce).
Cuando llega un barco de pesca, la población de la Isla de San Vicente se acerca al pequeño muelle de madera para tratar de conseguir algún pescado.
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Costa de Marfil, años noventa. En el “Montefrisa Nueve”, los baioneses Manuel “O Crispín” -camiseta de rayas- y “Ardilla” -con visera- y tripulantes coreanos de un carguero en puerto. (Archivo Familia López Goce).
Dakar (Senegal), años noventa. Manuel “O Crispín”, descargando en el “Montefrisa Nueve”. (Archivo familia López Goce).
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Subiendo un “pez manta” en el “Montefrisa Nueve”.
Costa de Marfil, “Montefrisa Nueve”, años noventa. Manuel “O Crispín”, con un “pez manta”.
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Costa de Marfil, años noventa. En el “Montefrisa Nueve”, subiendo un pez espada “marlín”, que dio en la báscula más de 700 kilos. (Archivo familia López Goce).
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Años noventa. “Ardilla” y el senegalés Syla, en la “panga” del “Montefrisa Nueve”.
“Montefrisa Nueve”, años noventa. En el comedor, “Ardilla”, a la derecha, con el baionés “Tanito”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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Abidjan (Costa de Marfil), años noventa. El “Montefrisa Nueve”, descargando el atún en el puerto. La población de la zona se acercaba al muelle para comprar el resto de otras especies de pescado que traía el barco.
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La “panga” del “Montefrisa Nueve”, subida a su lugar en la popa del barco. Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, trabajó en ella durante veintitrés años.
Años noventa. En el “Montefrisa Nueve”, reparando redes en alta mar. Manuel “O Crispín”, al fondo, y Jorge, de Mougás, a la izquierda. (Archivo familia López Goce).
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Costa de Marfil, años noventa. Manuel López Goce, “O Crispín”, en el “Montefrisa Nueve”, con la bióloga que contrataba el armador para el control del pescado.
Costa de Marfil, años noventa. Pasillo de cubierta en el “Montefrisa Nueve”, al que apodábamos “Callejón de Núñez”, en referencia a dicho lugar de Vigo. En el mar se observa la “panga” manejada por “Ardilla”.
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Dakar (Senegal), años noventa. En el muelle, “Ardilla”, el “panguero” -soldando “cáncamos”-, Manuel “O Crispín” y José Román, de A Pobla do Caramiñal.
Abidjan, 1991. Herminio Leyenda, “Ardilla”, en el “Montefrisa Nueve”.
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Finales de los años ochenta. Peluquería “O Ardilla” en la cubierta del “Montefrisa Nueve”. El peluquero profesional, atendiendo a su cliente, Manoliño Goyán. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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“Montefrisa Nueve”, años noventa. “Ardilla”, en su función de peluquero a bordo, atendiendo a Luis “O Gharexo” en cubierta, en presencia de Jaime y Feliciano. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
Fin de Año en Abidjan, 1991. “Ardilla”, en medio de Serafín y de “Quin” -aún camarero por entonces-, iniciando unos pasos de baile. Según “Ardilla”, tuvieron la suerte de que ese año coincidiese en puerto una descarga con el Fin de Año. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)
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Las Palmas, años noventa. Con el “Montefrisa Nueve” en el dique de reparación, reunión con “Minito”, el hijo de “Ardilla”, que estaba haciendo el Servicio Militar en la isla. De izquierda a derecha: Kiko, Manolo “Crispín”, Félix, “Minito”, “Ardilla y Manolo “Repoliño”. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
Islas Canarias, Julio de 1993. “Ardilla” y José Ramón, de Pobla do Caramiñal, bromeando en el comedor del “Montefrisa Nueve”.
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Abidjan, finales de los años ochenta. Los baioneses “Ardilla”, Manuel “O Crispín” y Luis “O Gharexo”, en el comedor del “Montefrisa Nueve”.
Herminio Leyenda “O Ardilla” y el vasco Ángel, segundo de máquinas.
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Abidjan, años noventa. Tertulia en el comedor del “Montefrisa Nueve”. El senegalés Aliv, “Ardilla”, Javier Lois Parroi -el contramaestre-, Berto y Gorka.
Abidjan (Costa de Marfil), años noventa. Reunión en un bar de la capital durante un día de descarga del “Montefrisa Nueve”. De izquierda a derecha: Manolito, primo de “Mino”, Martín “el Ronco”, “Mino” y Carlos “el Merrello”.
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” La jornada diaria de un barco atunero se inicia desde el amanecer con el “pesca”, el capitán y los cuatro ojeadores en el puente. De los ojeadores, dos están con potentes prismáticos, y los otros dos sin ellos. Al cabo de una hora cambian para variar la forma de ver. En la cofia se encuentran otros cuatro ojeadores haciendo lo mismo“. Así comienza el documental que José María Martínez Casares, hombre de la casa, realiza en febrero y marzo de 2008, a bordo del “Montefrisa Nueve”, sobre la vida cotidiana del buque en sus faenas pesqueras en el Atlántico. El realizador de este trabajo es un químico jubilado de la conservera “Calvo” en Carballo, dedicado en su día a analizar concienzudamente todos los procesos de fabricación de las conservas allí elaboradas. Casado con Herminia Calvo Pumpido, de la familia propietaria, era un socio más del “Grupo Calvo”.
Los ojeadores, situados en el puente y en la cofia, otean el horizonte hasta encontrar la manada de atunes. Se detectan por la mancha que producen en el mar a su paso, y también por las aves que desde el cielo, los persiguen en su marcha.
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Ojeadores desde el puente del “Montefrisa Nueve”, uno con los prismáticos, y el otro con su atenta mirada. De ellos depende el trabajo del día.
Para este puesto de ojeadores se elije casi siempre a los marineros africanos, más acostumbrados a la luz natural del entorno y más pacientes en el desempeño de sus funciones. Los mandos, el capitán y el patrón de pesca, permanecen inquietos en sus puestos a la espera de la voz de alarma, y pendientes de los radares que también detectan el paso de la manada de atunes.
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“Quin” Álvarez Leyenda, el patrón de pesca del “Montefrisa Nueve”, se acerca a uno de los ojeadores para recibir su informe, y para dar al mismo tiempo instrucciones sobre el rastreo. (Documental de José Mª Martínez Casares).
Costa de Marfil, 2008. En la cofia del “Montefrisa Nueve”, la actividad de los ojeadores no cesa. Dos con los prismáticos de largo alcance, y dos sin ellos. El trabajo del buque depende en absoluto del hallazgo de los atunes. (Documental de José Mª Martíez Casares).
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“Montefrisa Nueve”, Costa de Marfil, 2008. La marinería bate los palos contra la cubierta para que el ruido, que además produce un fuerte eco -“hacer bulla” se le llama en el argot atunero-, aleje del barco a los atunes hasta que se cierre la red del cerco. En la fotografía de abajo, José María Martínez Casares también se suma a la labor de los marineros nativos.
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Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, es una caja de sorpresas. En cada conversación con él, nos sorprende con una novedad. - “Mino”, te faltó el “arrastre” para completar las artes de pesca más tradicionales -le digo en una mañana de encuentro.
- ¡Qué va! Lo que pasa es que en la Comandancia me extraviaron la Cartilla de Marinero, y en el justificante que me dieron no figura, ni el embarque en el arrastrero “Sargo” de Moaña, ni en el “Arosa Sexto” de Vigo. En el “Sargo” iba de patrón un buen amigo, y hasta que me convenció para enrolarme, no paró. Total que pasé poco más de un mes en el Gran Sol y en Irlanda pescando “al arrastre”. La pesca más dura que he vivido, por las malas condiciones del barco, del mar, se faenaba sin descanso, hasta resultaba peligroso el trabajo -hubo muchos accidentes-… y aún encima, apenas vacaciones.
Los caladeros del Gran Sol, Islandia, Atlántico Norte, Terranova… tal vez sean los más duros y peligrosos de la pesca mundial, por el frio intenso, el mar siempre movido y a menudo con temporales, la forma de trabajo sin descanso, apenas vacaciones… Los marineros están mejor pagados que los del atún y del espada, pero la diferencia no compensa las condiciones de vida.
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<<Total, que desembarqué tan pronto pude, y me fui con un primo del patrón anterior en el “Arosa Sexto”, otro arrastrero que faenaba por Sudáfrica y el Índico. Siete meses de campaña agotadora, trabajando sin parar, peligroso precisamente por la falta de descanso, nada más que un mes de vacaciones… Llegué a estar más de sesenta horas seguidas faenando. Parecería de antemano que no se podrían aguantar… ¡pues se aguantaron! La promesa de ganar un buen dinero se cumplió, pero la diferencia con el atún no compesaba de ninguna manera. No volví “al arrastre”. >> En otra ocasión, durante una de las muchas charlas que hemos tenido, dimos por sentado que le faltaba haber pescado en el Océano Pacífico para completar los mares más importantes del mundo. - ¡¿Cómo que no?! -saltó “Mino” en su asiento como un resorte-. Ese embarque no fue la Comandancia la culpable de que
no figure en mi Libreta de Marinero. En los años ochenta me enrolé en el atunero “Tuna Oro Cuarto”, de una armadora americana, que faenaba con bandera de México, y que pasaba bastante de las normas vigentes de pesca, entre ellas la de cumplir con el enrole de la tripulación.
Mapa de la Polynesia.
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<<Pescamos por el Pacífico, el Caribe, llegamos a la Polinesia, e incluso hasta Australia. Se trataba de un barco nuevo que estrenábamos nosotros, pescamos bien, pero estuvimos siete meses sin descanso. Cuando nos fuimos de vacaciones, ni nos pagaron los vuelos de regreso. La administración de la armadora era un desastre. De hecho la empresa quebró, y menos mal que conseguimos cobrar. >>
Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, ha pescado en todos los grandes océanos del mundo, utilizando la mayoría de las artes de pesca conocidas: “á ardora”, “al arrastre”, “al cerco”, “a la volanta”, en los “cañeros” vascos…
Al margen de sus labores como “panguero” del “Montefrisa Nueve”, “Ardilla” era un colaborador incondicional en los trabajos cotidianos que exigía el mantenimiento del atunero. Una de las necesidades habituales consistía en el cuidado de los cáncamos, unas pìezas fundamentales en las “largadas” por su función en el manejo de la red. Sufrían contínuos desgastes en su lugar de contacto con los cables, y ahí surgía “Ardilla” como el mejor soldador del buque, para repararlos uno a uno cuando lo necesitaban.
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La versión de “Ardilla” como primer soldador del “Montefrisa Nueve”. Arriba, preparado para comenzar la tarea. Abajo, en plena soldadura de un cáncamo. Una buena cantidad de estas piezas, aguardan su turno para ser reparadas. (Documental de José Mª Martínez Casares).
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Golfo de Guinea, 2008. “Ardilla”, manejando la “panga” del “Montefrisa Nueve”. Por entonces, llevaba de “panguero” veintiún años, y aún estaría en el puesto dos años más. (Archivo familia Leyenda Rodríguez).
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Los marineros descubren una tortuga en el “salabardo” que acaban de subir. La recuperan entre los “cimarrones” y la devuelven al mar. (Documental José Mª Martínez Casares).)
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“Montefrisa Nueve”, Golfo de Guinea, 2008. El “saco”, repleto de pescado, preparado para que el “salabardo” vaya subiendo la captura. (Documental José Mª Martínez Casares).
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“Montefrisa Nueve”, 2008. El “salabardo” es subido a cubierta, y colocado sobre la “tolva” para descargar los atunes hacia el parque de pesca. (Documental José Mª Martínez Casares).
Un buen ejemplar de atún, tal vez un “cimarrón”, bajando por la “tolva” hacia la cuba. (Documental José Mª Martínez Casares).
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Golfo de Guinea, 2008. Los marineros del “Montefrisa Nueve” suben la red una vez finalizada la “largada”. Luego iran revisándola para reparar algunos paños dañados. (Documental José Mª Martínez Casares).
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El 5 de diciembre de 2010, Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, tras desembarcar en Dakar (Senegal) en su turno de vacaciones, se jubila. Quedaban atrás veintitrés años de “panguero” en el “Montefrisa Nueve”, cerca de cuarenta en la mar, más de veinte barcos en su “Libreta de Marinero”, enrolado en las mejores armadoras del país…
“Ardilla” en la “panga” del “Montefrisa Nueve”.
Su gran compañero y patrón, Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, “Quin”, dice de “Ardilla” que ha sido el mejor panguero que ha conocido, “mi panguero” le llama. Diez años después de su jubilación, Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla” para la mayoría, y “Mino” para los más íntimos, sigue ligado a “su armadora”, “Calvopesca”, tras veintiseis años de mar.
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Cena en el comedor del “Montefrisa Nueve”. José María Martinez Casares y Herminio Leyenda Rodríguez, brindando junto al resto de compañeros.
A raiz de la estancia de José María Martínez Casares en el “Montefrisa Nueve”, se estableció una entrañable amistad entre “Ardilla” y José María, al que llaman en confianza “Parrulo”. Al margen de la pesca y a pesar del paso de los años, mantienen el contacto personal hasta hoy en día, por la coincidencia de que el matrimonio tiene un chalet en Monte Lourido donde pasa los veranos y muchos fines de semana.
<<En verano siempre vamos a tomar unos vinos a Baiona con su hermano Javier, que vive en Nigrán -me cuenta “Mino”-. Y como persona servicial que intento ser con los amigos, “chico para todo”, me encargo de buscarle el chalet de verano a su hermana, le busco la cocinera, las asistentas… y “Mina”, como le llamo yo a su esposa por ser tocayos, encantada con las chicas que le mando. Total, que cuando necesitan algo especial por el Val Miñor, del índole que sea, llaman a “Mino”. >>
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Ser testigo de una fraternal charla entre “Quin” -primero camarero en su relación, y luego patrón- y “Ardilla” -“panguero”sobre sus recuerdos de muchos años en el “Montefrisa Nueve”, fue un auténtico privilegio. Entre acontecimientos importantes, la vida cotidiana, los momentos de fiestas y celebraciones, los personajes… no paraban de hablar. “Quin”, de forma reposada, pero “Ardilla” como un torrente, como si lo que estaba contando acabase de ocurrir un día antes. Y en medio de las exclamaciones, las carcajadas, los gestos… el argot marinero en las palabras de ambos… me encontraba expectante, a veces, hasta me perdía un poco en el relato… más bien bastante. Para ellos, desde la serenidad y el juicio moderado que otorga la jubilación, el “Montefrisa Nueve” había sido el mejor barco del mundo. “La Paloma”, le llamaban, porque siempre iba limpio e impecable, de tal forma que al llegar a puerto a descargar, atraía la atención de los marineros de otros barcos. “Yo llevaba una paloma pintada en la “panga”, confiesa “Ardilla”. Los comentarios de ambos rezuman tanto entusiamo, que no deja de ser curioso que marineros bregados en decenas de barcos según atestiguan sus curriculums, puedan expresarse de tal manera sobre uno de ellos. Y así como “Quin” y “Ardilla” han coincidido cerca de veinte años en dicho atunero, se identifican también plenamente en sus opiniones: “El mejor barco del mundo” . El patrón inicial, Hilario Gabantxo, de Bermeo, era el ogro de toda la flota atunera. Despedía a los marineros sin demasiados motivos, a veces a la tripulación completa, ya fuera de blancos como de morenos… Hasta que embarcó el grupo de Baiona.
<<Nos enrolamos al mismo tiempo, finales de 1987, en el “Montefrisa Nueve” un grupo de diez marineros, nuevos en el barco y casi todos de Baiona, que le sacamos la fama de temible al patrón Hilario Gabantxo. Al cabo de un tiempo, se jubiló sin tener problemas con nosotros, que acabamos permaneciendo cerca de diecisiete años juntos en el mismo barco. Más que compañeros, éramos casi como una familia. >> <<Excelentes trabajando, nos ayudábamos unos a otros cuando hacía falta. En el momento de apretar, lo dábamos todo. Formamos un gran equipo de gente valiosa y bien preparada. >>
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<<Pero también es verdad que una vez acabada la tarea, éramos un grupo divertido, ocurrente, siempre dispuestos a reirnos, no había celebración que pasásemos por alto… >>
Menú de Navidad 2009 del “Montefrisa Nueve” en el Golfo de Guinea.
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Entrantes, Primeros y Segundos, y Postres y demás. Precios un poco abusivos, aunque teniendo en cuenta que el servicio se hacía en altamar, en pleno Golfo de Guinea, no habría otra opción que aceptarlo.
Este tríptico con el “Menú de la Navidad 2009”, era una muestras más de las tantas ocurrencias que tenía el grupo para las celebraciones de cualquier tipo. No hacían falta demasiados motivos para montar la fiesta. En Navidad y Fin de Año, el “Montefrisa Nueve” aparecía completamente iluminado, con banderolas, adornos y luces de colores. ”El año que nos coincidía en puerto, todos los marineros
de otros barcos se querían venir al nuestro a la celebración”, comenta “Ardilla” con amplia sonrisa.
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La Fiesta de San Fermín era otra celebración tradicional que no dejaban pasar. Hasta los perros del barco amanecían con los pañuelos rojos al cuello.
“A este banco, fabricado por nosotros -cuenta “Ardilla”-, le llamabamos el “autobús”. Estaba situado en un pasillo de cubierta, y al acabar la jornada, nos reuníamos allí para aplacar juntos las “morriñas” de la familia. En estos encuentros casi diarios, nos relajábamos, barrenábamos sobre los nuestros, compartíamos los problemas que surgían en casa… y al finalizar la sesión, siempre acabada entre risas, nos íbamos tranquilos a descansar. (Documental de José Mª Martínez Casares)
Ahora, abril de 2021, en la presumible tranquilidad de la jubilación, “Ardilla” nos dice que de tranquilidad, más bien poca. No para, y entre la nieta, su barco en el Monte Real Club de Yates, las clases de pesca y de mar que imparte en colegios del Val Miñor, otro programa de pesca que daba en Radio Ladeira del C.E.I.P de Sabarís, los marineros baioneses que embarca en el “Grupo Calvo”, las llamadas de los dirigentes de “Calvopesca” para asesorarle en la “panga” del atunero “Monte Raiola”, construido en “C.N. Paulino Freire” y botado este mes…
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<<No pude asistir a la botadura del “Monte Raiola” -comenta “Ardilla” con pena-. Me puse enfermo ese día a causa de la vacuna del virus. Ese barco llevará de capitán a mi primo Francisco Leyenda, y de patrón de pesca al vasco Yon Ander. Ambos vinieron de la Escuela Naútico Pesquera de Vigo al “Montefrisa Nueve” a hacer días de mar. Me contaron que entre los invitados estaba Jesús Vázquez Almuiña, nuestro ex alcalde, y actual Presidente da Autoridade Portuaria de Vigo, y que en un grupo de tertulia, salió mi nombre a relucir. Almuiña les aclaró a los directivos del “Grupo Calvo”: “Ardilla” es más famoso que yo en Baiona”.
Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, en su “panga”.
<<En la mar he dejado grandes amigos. El baionés Manuel López Goce, “O Crispín”, él que más, porque ya íbamos juntos a la escuela, coincidimos en el Servicio Militar, y estuvimos muchos años como compañeros en el “Montefrisa Nueve”. Viví más tiempo con él que con mi esposa Carmela. Luego, los marineros de Baiona con los que sigo en contacto: José “El Celtas”, Quico, el “contra” del “Montefrisa Nueve”, Tanito, Jaime “O Avellana”… >>
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<<Tengo buenos recuerdos de los patrones vascos, Hilario Gabantxo, Jesús Mari Iribar, Satur -el relevo de “Quin” en el “Montefrisa Nueve”-, Yon Ander, Víctor Elordui, de apodo “Víctor Catorce”… Y el mayor de los recuerdos para “mi barco”, el “Montefrisa Nueve”. Los dirigentes de “Calvopesca” no querían escuchar de ninguna manera que dejaba el barco. Me consideraban el “palo mayor” del atunero. Tampoco me puedo olvidar de mi alumno Alberto Pousa Deza, mi ayudante en la “panga” durante mucho tiempo, que me sustituyó como “panguero” en el “Montefrisa Nueve”.
“Ardilla”, maniobrando en la “panga”.
-
“¿Si pudieras retroceder al pasado, volverías a ser marinero? ”.
Por supuesto, sin dudarlo un momento… pero estudiaría antes, más que para patrón o capitán, para Jefe de Máquinas.
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<< ¿Me dices que si estaría ahora dispuesto a ir a la mar de nuevo? Pués claro que me iría. Los patrones conocidos y los directivos de “Calvopesca”, me reclaman a menudo. Incluso para embarques cortos con el fin de formar a los nuevos marineros que yo les mando. “Quiero un “Ardilla”, me dicen cuando les recomiendo un marinero. Pero la familia no me deja por evidentes problemas de salud que he tenido. Ya me gustaría irme con “Quin” de “panguero” en su posible nuevo proyecto. Y hablando de “Quin”, mi mejor amigo, mi admirado patrón… me iría a la mar con él sin preguntar ni a dónde ni a qué.
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IX. Reflexión Después de muchas horas de interesantes, definidoras y agradables charlas, no exentas de pasión por la mar, hemos llegado a un inevitable final. No porque hubiésemos agotado el tema -de por sí inagotable-, sino porque las páginas de este libro ya no se pueden aumentar más… A lo largo de quinientas hojas, comentamos nuestros encuentros con estos “lobos de mar” de la más pura sangre baionesa. Marineros de “bajura” y de “altura”, un camarero, varios “pangueros”, contramaestres, un patrón de pesca… todos ellos con muchos días de mar a sus espaldas. Fuimos conversando con calma, extraiendo de sus recuerdos múltiples experiencias, opiniones diversas, realidades comunes e incuestionables, sensaciones distintas... Pero en todos, la pasión por la pesca les desborda. La mayoría -con una pequeña excepción- ya nacieron marineros en la misma cuna. Un buen amigo, hijo de pescador de los de antes, dice a menudo: “A meu pai saíalle a mar polos ollos”. Con sus palabras sentidas y muchas veces emocionadas, nos han llevado por los mares del mundo, junto a ellos hemos pescado con casi todas las artes conocidas, capturamos el pescado más diverso… atracamos en los puertos pesqueros más populares del Atlántico Sur, e incluso en algunos del Atlántico Norte… navegamos por las rutas famosas del mar, ineludibles en el tráfico marítimo universal… embarcamos con las armadoras más importantes del País Vasco, de Galicia, de Andalucia… enrolados de su mano en los buques de más fama de la flota pesquera -de los que se habla en Baiona como si fueran los míticos barcos de madera de mitad del siglo pasado, el “Fumanchú”, el “Erizana”, los “Espada”, el “Canero”, el “Pinzón” -… Ahora en la villa, se habla por la calle de los “Albacora”, del “Albóniga”, de los “Txori”, del “Montefrisa”, del “Mar de Sergio”… Un veterano marinero de los de antes, me dice con verdadera pasión y con cierto desprecio: “Esos son yates, barcos
eran los nuestros.”
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Y a pesar de este enorme “feixe” de páginas, que parecerían más que suficientes, hemos dejado atrás “el arrastre”, “el pez espada”… la atareada vida de un cocinero, de un maquinista en las entrañas del barco… de un redero en “el atún”… de un patrón de carrera… y con entera seguridad, hemos pasado por alto algunos puestos relevantes de la pesca que nuestra ignorancia no conoce. Tal vez haya que volver a escribir, y a relatar nuevos encuentros con marineros que, por las razones expuestas, no han podido acudir a esta cita de hoy. En lo referente al pueblo marinero -condición que parece haber perdido Baiona-, supongo que habrá quedado bien claro que la villa sigue teniendo a la pesca como una ocupación principal y su fuente de ingresos más importante. ¿Cuántas familias baionesas viven del mar? ¿Qué porcentaje ocupa la pesca en la economía de la villa? ¿Cuántos marineros jubilados aportan su pensión para hacer todas esas cuentas? Y sin embargo, los medios informativos, prensa, radio y televisión, los políticos de casa y también los autonómicos… no parecen conocer la realidad de la pesca en la villa. Porque lo que es bien cierto, es que no la mencionan jamás en sus discursos, en sus comentarios, en sus crónicas informativas, en las imágenes… y si lo hacen, escasamente, cuando la verdad evidente es que más de la mitad del pueblo vive de ella. Por lo menos, que tenga visibilidad la situación, que se sepa. Baiona sigue siendo un pueblo de pescadores.