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y su regreso a la vida

VII. Los dos primeros “Jurelitos”... y su regreso a la vida

En la noche del 8 de septiembre de 1929, el vapor inglés “Highland Pride” encallaba en Peña Negra, situada al norte de los bajos de Os Carallóns de Baiona. El buque, con un cargamento mixto de pasaje y mercancías, se dirigía a Las Palmas, antes de cruzar el Océano Atlántico con destino final en Buenos Aires. La intensa niebla que se levantó a poco de salir de Vigo, fue la causa del naufragio, del que no hubo que lamentar desgracias personales, pero sí el hundimiento del barco. A la una y diecinueve minutos de aquella noche, el vecindario de Baiona se despierta alarmado por la potente sirena del trasatlántico demandando auxilio. Inmediatamente los marineros se lanzaron a la calle, y bajo las instrucciones del ayudante de marina, don José Rufo, se dirigieron con sus lanchas al lugar del naufragio. El barco inglés había sufrido un tremendo choque contra la Peña Negra, que le abrió un gran boquete en la proa, para al poco rato empezarse a inclinar sobre la banda de babor. Cundió el pánico a bordo entre los pasajeros, controlado desde el primer momento por el veterano capitán Adford, quien dispuso la organización ordenada del salvamento. La tripulación, 26 marineros, más los 63 pasajeros en tránsito, sumaban 89 personas, que incluso consiguieron recuperar sus equipajes. El “Highland Pride” había cargado en Vigo 575 toneladas de conservas y otros artículos, además de varios centenares de sacas de correo, recuperadas totalmente y devueltas a la Administración de Correos de Vigo. Como la mayoría de los barcos de pesca locales se encontraban de faena en aquellos momentos, los marineros presentes tuvieron que utilizar sus gamelaspara acercarse al lugar del siniestro, luchando por supuesto con la espesa niebla reinante, y atendiendo las precisas órdenes del capitán Adford para proceder al salvamento. Luego, se elogiaría mucho la conducta observada por los marineros de Baiona.

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El “Highland Pride”no se hundió de inmediato, y gracias a ello se pudieron recuperar las pertenencias de tripulantes y pasajeros, así como parte de la carga.

Septiembre de 1929. El “Highland Pide”, hundiéndose en Os Carallons. Muy próximas al barco aparecen varias gamelas de los marineros de Baiona.

Los marineros de Baiona se acercaron al barco en sus frágiles gamelas.

A las nueve del día 12 de septiembre, el barco se partía en dos y quedaba casi totalmente hundido. Los buzos de reconocimiento apreciaron que tenía la mitad de la proa aprisionada entre tres peñas, mientras que la popa se hallaba al aire, siendo extraño que el barco no se hubiese hundido antes.

Mientras tanto, continuaron las labores de salvamento de mercancías, extrayéndose algunas cajas de conservas, y se trabajó activamente para recuperar el material ferroviario que el buque transportaba a Argentina.

El buque inglés “Highland Pride”, de la compañía “Nelson Line” de Londres. Fue construido en un astillero de Glasgow en 1910, de acero, 123,4 m. de eslora x 17,1 de manga. Estaba destinado al transporte mixto de pasajeros y mercancías. Hacía la línea Londres-Buenos Aires, con escalas en Vigo, Las Palmas y Rio de Janeiro.

Os Carallóns es una rompiente situada frente a Baiona, que constituía en aquella primera mitad de siglo -sin radar, sin las cartas marítimas de ahora, sin los instrumentos técnicos de navegación de hoy en día-, una trampa muy peligrosa en los días de fuertes temporales y espesas nieblas. Las gentes de Baiona, acostumbradas a convivir con estos naufragios con cierta frecuencia, eran casi siempre los primeros en llegar en socorro de los náufragos. Con una valentía y un arrojo reconocidos -merecieron condecoraciones de varios países-, alcanzaban momentos heroicos en su comportamiento, llegando con sus frágiles gamelas a los mismos costados del barco siniestrado para asistir a los tripulantes, mientras el mar batía con violencia extrema. Luego, era un hábito tradicional, que hasta que el barco desaparecía bajo las aguas, los marineros de Baiona y los de

Baredo merodeaban el lugar tratando de recuperar víveres, instrumentos de navegación, alguna lancha de salvamento, y demás enseres y mercancías del buque encallado. Se producía un auténtico “saqueo legal”, ya que una vez considerado el siniestro total, la más antigua ética marinera considera que todo lo que aparece en el mar es del primero que lo coge.

El “Highland Pride”, pasaría a engrosar la larga lista de buques naufragados en Os Carallóns: “The Skogland”, el “Eyen”, el “Aslaug Haugesund”...

“Os Jurelitos”, padre e hijo, intervinieron activamente con su gamela en el salvamento de los tripulantes y en la recuperación parcial de la carga del “Highland Pride”. Era una de las embarcaciones muy cercanas al buque embarrancado, que se pueden observar en las fotografías Luego, una vez finalizadas las labores de auxilio, y como se acostumbraba por entonces, trataron de hacerse con algunos de los enseres ya abandonados en el interior del barco: cajas de jabón, conservas, bacalao... Mientras padre e hijo estaban intentándolo pegados al barco, un fuerte reflujo del mar de fondo existente, los succionó por sorpresa hacia el fondo de una bodega sumergida del buque con gamela incluida. Creyeron morir, y muy poco le faltó -un minuto más y no lo cuentan-, porque ya se estaban encontrando sin oxígeno... cuando el mar, tal como los succionó hacia el fondo,

ahora lo hizo hacia la superficie, aunque eso sí, la gamela allí se quedó perdida para siempre. El padre, Augusto Méndez Chamorro -el patriarca que dio nombre a la saga de Os Jurelitos- tenía cuarenta y cinco años, mientras que el hijo, Augusto Méndez Viéitez, contaba con dieciséis -ya un hombre, trabajaba en el mar desde los trece-. Al salir a la superficie, el hijo, excelente nadador, buscó a su padre y lo encontraría nadando cercano a unas rocas. Pasados unos años, “O Jurelito” hijo, le contaba el suceso a sus niños con todo detalle: “Cuando llega la muerte -estuvimos a un paso vuestro abuelo y yo-, te acuerdas de toda tu vida, y te pasa por delante como si acabase de ocurrir.” “Mi padre era un gran nadador -cuenta ahora su hijo Tito Méndez Carneiro, y a lo largo de su vida salvaríaa más de una personade morir ahogada. A “Galleguito” -de mayorsería el propietario de la taberna con música mexicana de dicho nombre-, le salvó la vida en el mismo muelle cuando era un niño. Lo vio caer al mar desde la acera de enfrente, y salió disparado a salvarlo de ahogarse -por entonces, primera mitad del siglo pasado, pocos niños sabían nadar-. Por el camino, en la carrera precipitada,dejó los zuecos, alguna ropa...y después le tuvo que hacerconurgenciala respiración artificial. A “O Cachabelas”, vecino de O Burgo, siendo también muy niño, lo salvóen O Picoto de Santa Marta -donde acababan las vías del astillero de los Correa, de morir enganchado en las algas “correol” -como cintas ovaladas, que le rodeabanel cuerpo, y le impedían moversede lo asustado que estaba. Mi padre se tiró al mar sin dudarlo un momento, y lo liberó de las algas. Tanto “Galleguito” como “O Cachabelas” se acordarían de mi padre toda la vida. <<Si non fora por teu pai -me decía “O Cachabelas” cuando me veía- aínda estaría hoxe afonghándome no “Picoto”. >> Al morir mi padre, “Galleguito” ayudó en el cementerio a subir la caja mortuoria a su nicho correspondiente. El cura se interesó por su relación con el fallecido. “Era mi segundo padre”, le contestó.>>

El padre, Augusto Méndez Chamorro, “Jurelitos”, y su hijo, Augusto Méndez Viéitez, segunda generación de “Os Jurelitos”.

Augusto Méndez Chamorro, el patriarca de la saga de “Os Jurelitos”, nació en Santa Cristina de A Ramallosa en 1884. Hijo de Juan José Méndez, natural de Seixas (Caminha-Portugal), y de Concepción Chamorro Pinzás, nacida en la misma Santa Cristina. Nieto por línea paterna de Joaquina Méndez, de Seixas, y por línea materna de Cosme Chamorro y de Dolores Pinzás Alonso, ambos de Santa Cristina. Se casó con Manuela Francisca Viéitez Ríos, “Panchita”, natural de Baiña (Baiona), y nacida en el mismo año que su marido, en 1884. Hija de Miguel Viéitez Penedo, de profesión carpintero, y Florentina Ríos Agrelo, ambos de Baiña. Nieta por línea paterna de Francisco Viéitez Bueno, nacido en Santiago de Compostela, y Purificación Penedo Otero, de Baiña; y por línea materna de Benito Ríos Calvar, de Meira (Domayo-Pontevedra), y Vicenta Agrelo Martínez, de Baiña. Se observa por el acta de nacimiento que “Jurelitos” tiene ascendencia portuguesa. Eran tiempos en los que tal vez esa zona de Portugal pudiese pertenecer al reino de Galicia. Su esposa “Panchita” era a su vez descendiente de los Ríos de Meira, pueblo con tradición de excelentes carpinteros de ribera,

especializados en embarcaciones de vela -aún no se había inventado el barco de motor-. De hecho, su familia se estableció con un varadero en A Ladeira (Baiona), que entre otros muchos barcos, había construido el famoso velero “Carmiña”, dedicado al transporte entre Baiona y Sevilla.

Acta de nacimiento de Augusto Méndez Chamorro, “Jurelitos”..

<<Yo también tengo origen portugués por parte de madre -cuenta Tito Méndez Carneiro, la tercera generación de “Os Jure-

litos” -. Mi abuelo Belarmino Carneiro Jalda, nacido en Baiona, era hijo de Juan Carneiro Triunfo, natural de Póvoa de Barzim (Portugal), y casado con una baionesa, Rosa Jalda Abril. Mi tatarabueloJuan Manuel Carneiro, de Baiona,conoció a una portuguesa, Rosa Bernardina Triunfo, natural de Póvoa de Barzim, y se enamoraron. Pero la familia de ella no los dejaba casarse por ser él de Baiona, hasta que la novia lo convenció para que se fuese a vivir a la ciudad portuguesa. Una vez allí, ya se casaron, tuvieron seis hijos, y al fallecer su esposa, Juan Manuel regresa a Baiona con todos sus hijos, el mayor de los seis, mi abuelo Belarmino. >>

Acta de nacimiento de Belarmino Carneiro Jalda.

Augusto Méndez Viéitez, el segundo de los “Jurelitos”, era persona muy respetada en la villa. Don Augusto le llamaban popularmente los vecinos. Buena persona, gran pescador, y hombre culto a pesar de no tener estudios. Había librado del servicio militar por excedente de cupo, pero al estallar la Guerra Civil fue reclutado de inmediato por el ejército de tierra. <<Mi padre-comenta su hijo Tito- contaba que estuvo en la guerra en los lugares más conflictivos, como eran Valencia, Barcelona, Teruel...Fue testigo de la terrible Batalla del Ebro, y hubo de permanecer escondido con sus compañeros en el monte durante cuatro días, para escapar de los continuos bombardeos de la aviación. Si ya vivió la muerte muy de cerca en el naufragio del “Highland Pride”, en la Guerra Civil revivió una parecida situación.”

En los años veinte, Augusto había entablado una entrañable amistad con Isabel Ante, le esposa del famoso “Joselín” -alcalde de Baiona en aquella época-. Era una mujer de una enorme preparación, con dos carreras, Filosofía y Periodismo, y escritora de varios libros. Se tenían un gran afecto. En la década de los cincuenta, durante una de las visitas ocasionales del matrimonio a Galicia -residían en Buenos Aires, Isabel le había presentado a su amiga viguesa María del Carmen Krukenberg, escritora, poeta y periodista, que trabajaba por entonces para el diario “Faro de Vigo”. Un tiempo después, en 1963, María del Carmen Krukenberg se desplazaría a Baiona a realizarle una entrevista a Augusto Méndez Viéitez, “Jurelitos”, para su periódico. La periodista llegó acompañada a la villa de un pintor, Manuel de Gracia, que mientras hacían la entrevista, dibujó un excelente retrato del marinero. Por su parte, María del Carmen Krukenberg, le regalaría un libro de poemas, con una poética dedicatoria: “Al gran pescador de los más hermosos sueños del mar y de la tierra, Augusto. Con afecto sincero. Bayona, 1963.”

Su hija pequeña, Rosa Argentina, es la depositaria del libro, y su nieto Augusto, conserva el dibujo enmarcado en una de las paredes de su casa en Baiona.

El libro “Poemas y Canciones de Aquí y de Allí” de María del Carmen Krukenberg, con una bella dedicatoria a Augusto. (Fotos Rosa Argentina Méndez Carneiro).

Bayona, 19 de agosto de 1963. Retrato a plumilla de Augusto Méndez Viéitez, “Jurelitos”, obra del pintor Manuel de Gracia. (Colección Augusto Méndez Chamorro)

La veneración que ha tenido la familia por Augusto Méndez Viéitez, el segundo de los “Jurelitos”, ha quedado bien patente en muchas ocasiones. Hijos y nietos conservan la enorme admiración y cariño que le guardaban en vida, y todavía, después de tantos años, lo mantienen muy presente en sus recuerdos. Pero también sobrinos y amigos en general, se arremolinaban a su alrededor cuando contaba algo de sus experiencias en la vida: la guerra civil, la pesca, las noticias de actualidad... Embelesaba a todos con la palabra, serena y entendida, de tal forma que nadie quería que aquellas charlas se acabasen. Uno de sus alumnos aún recordaba hace días, con enorme afecto, respeto y admiración, que había sido cofundador y director del la rondalla de cuerda “Monte Real”. Se mostraba siempre muy cercano con la juventud. Augusto Méndez Viéitez regresó a la vida en 1929 desde las mismas entrañas de un barco hundido inundado de mar... Dios debió pensar que unas personas -también su padre- tan valiosas no podía dejar el mundo de aquella manera, con lo que tenían pendiente por aportar a su tierra.

El buque fue construido en 1910 por los astilleros Russell

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