La Casona No.3

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La Casona R E V I S T A T R I M E S T R A L / e n er o - mar z o 2 0 1 3 . A ñ o 2 . N ú mer o 3 .

l a

c a s a

d e

d o n

e u g e n i o

g a r z a

s a d a

Un Tesoro Arquitectónico en la Colonia Obispado

La casa que en otro tiempo albergara el hogar de Eugenio Garza Sada se erige en nuestro presente como un digno representante que llevará en sus adentros los valores y principios que el humanista y empresario predicó con el ejemplo. Este magnífico espacio se prepara para ser la sede del Centro de Estudios Eugenio Garza Sada A.C.


La Casona índice La Casona: Sede del CE EGS

Staff

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De la importancia del rescate y conservación de la arquitectura del siglo XX 5

Arq. Juan Manuel Casas García

A punta de Loma: Monterrey y el Obispado 11

Lic. César Alejandro Salinas Márquez

Restauración de la Antigua Casa de don Eugenio Garza Sada 15

Arq. Óscar Martínez Garza

LA CASONA, Año 2, No. 3, Enero - Marzo 2013. Esta revista es una publicación trimestral editada por el Centro de Estudios Eugenio Garza Sada, A.C., calle Cerro del Obispado 603, Col. Obispado, Monterrey, N.L., C.P. 64060, Tel. +52(81) 1522-7985, 8347-5870, 84484465 www.ceegs.mx, correo electrónico: información@ceegs.mx Editor responsable: Sonia María Monroy Fraustro. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2013-032012111400-102, ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este Número: María Alejandra Marroquín Escamilla. Diseño e impresión: Lineacuatro - carlos@lineacuatro.com Fecha de la última publicación, 31 de diciembre de 2012. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación .Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación, sin previa autorización del Centro de Estudios Eugenio Garza Sada, A.C.

FOTO PORTADA: Fotografía- Alberto Villarreal 2012

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La Casona

Foto AEGS.

LA CASONA SEDE DEL Ce EGS C ON S E J O D E L C E N T R O D E E S T U D I O S E U G E N I O G A R Z A S A D A

Los

edificios son más que una construcción material.

Representan

las ideas y aspiraciones de quienes las edi-

fican, se vuelven referentes de un lugar y forman parte de la cultura de todo un pueblo.

Además,

en un sentido

intangible forman parte esencial de la vida y las actividades de quienes las habitan.

Por

e ll o , u n a l e c t u r a

arquitectónica puede describir los aspectos más destacados de la historia de una ciudad, país o continente.

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La Casona espacio único no sólo por su arquitectura estilo inglesa, sino también por la remembranza del legado de un hombre ejemplar.

El rostro de Monterrey, por ejemplo, siempre ha sido cambiante. A finales del siglo XIX y principios del XX, la ciudad dio sus primeros pasos al progreso y a la modernidad. La transfiguración de un pueblo hecho de tierra, de agricultura y ganadería, a una ciudad cosmopolita, de industria y prosperidad, permitió el surgimiento de edificios emblemáticos, que al día de hoy vemos convertidos en atesoradas joyas arquitectónicas.

La misión de ¨La Casona¨ como espacio físico trasciende, siendo el gran observador del nacimiento de ideas y proyectos, el núcleo generador, el deponente, que alberga en sus muros la esencia, el carácter, la honradez, la congruencia, la sencillez, el trabajo y el respeto que se vivían diariamente en él. Se erige como un digno representante que llevará en sus adentros los mismos valores y principios predicados con el ejemplo de don Eugenio.

Un claro ejemplo es la Colonia Obispado, considerada como una de las colonias más bellas y emblemáticas, fue también la primera zona residencial de Monterrey. En ella se establecieron hombres y mujeres que tuvieron gran repercusión en la historia de la ciudad: políticos, empresarios, artistas, promotores culturales, rectores universitarios, humanistas.

Con sus casi 100 años de vida, ¨La Casona¨ se mantiene firme. Aun y cuando pasará por un necesario proceso de rescate y restauración, sus cimientos están bien anclados a la tierra. En definitiva, el Centro de Estudios Eugenio Garza Sada A.C., con sede en la antigua Casona de Eugenio Garza Sada, será un medio que contribuirá a la mejoría del bienestar de los mexicanos, impulsando el desarrollo humano en todas sus facetas, por medio de acciones específicas comprometidas con la comunidad.

A las faldas del cerro del Obispado, permanece la residencia marcada inicialmente con el No. 6. Diseñada por el arquitecto Herbert S. Green, quien formara parte del despacho del arquitecto Alfred Giles, ¨La Casona¨ fue el hogar de don Eugenio Garza Sada y su familia por más de 50 años. Este recinto es ahora la sede del Centro de Estudios Eugenio Garza Sada A.C. (CEEGS), un

Fotografía original: Alberto Villarreal 2012.

Fotografía actual: Render de GADA.

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La Casona De la importancia del rescate y la conservación de la arquitectura del siglo XX ar q . J ua n M a n uel C asas G arc í a *

Calle Zaragoza desde Padre Mier hacia el sur. Ca. 1910. Fondo Sandoval -Lagrange ITESM.

1.

Las ciudades mexicanas (por no decir de toda Latinoamérica) con características análogas a Monterrey gozan y padecen de lo mismo: un paisaje urbano que no se puede calificar de deteriorado porque, en términos generales, nunca se acabó de construir. El concepto de “ciudad completa”, propio de lo equivalente a los años dorados del positivismo en México (es decir, sobre todo

la era porfiriana), cayó en desuso conforme la población se fue masificando y las nuevas ideas del urbanismo se iban superponiendo con retraso y desmoronando por caducidad. Nuestras ciudades son, más que palimpsestos, intentos truncados de hacer una nueva, en cada gran época de ideas y apogeos. Rara vez se completó alguno de esos intentos. Acaso ese “tiempo feliz” haya sido únicamente el final del

* Arq. Juan Manuel Casas García Arquitecto por la Universidad Autónoma de Nuevo León (1990-1995) y catedrático de la misma desde 2001. Ha publicado cinco libros sobre temas patrimonio arquitectónico regiomontano. Coordinador adjunto en la restauración del edificio del antiguo Colegio Civil, hoy Centro Cultural Universitario UANL (2004-2007). Es Custodio Honorario del Patrimonio Arquitectónico del Estado de Nuevo León, nombrado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH, 2006). Actualmente reside en Buenos Aires, donde realiza un doctorado por la UBA.

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La Casona la Junta Arqueófila de Nuevo León; entonces se dieron a la tarea de realizar un listado de edificios que, a su juicio, eran lo más notable de la ciudad. No volvería a hacerse un registro de intenciones análogas hasta casi ochenta años más tarde. Sin embargo, la apreciación del hecho arquitectónico ha sido virtud de los intelectuales de todos los tiempos. Antes de 1907 las descripciones escritas por los viajeros siempre hacen patente que la calidad de una ciudad está en su arquitectura, aunque no la nombren así. A finales de la década de 1820 escribieron Luis Berlandier y Rafael Chovell, militares en comisión para definir los límites del noreste mexicano, sus observaciones a su paso por Monterrey:

porfirismo: en 1910 el periódico El Monterrey News, hablando sobre la reapertura del Salón Variedades El Progreso –la primera sala de cine que hubo en la ciudad– aprovecha la ocasión para verter justo ese concepto en la conciencia del público que lo leía (después de todo, una minoría… pero con capitales): Así, apenas hay [en la ciudad] un sitio que no muestre un monumento nuevo, apenas hay calle que no ostente un nuevo edificio. Para adorno de la capital los unos, para su provecho los otros, pues que todos responden a una necesidad imperiosa, vienen todos a llenar un vacío, y aumentan todos el prestigio de la ciudad, como ciudad completa.1 Sin embargo, desde la década de 1970 el proceso se ha ido revirtiendo, como si fuera un verdadero ejercicio de construcción progresivo e inexorable; donde hubo palacetes ahora hay terrenos baldíos (o, en el mejor de los casos, una construcción en su más pragmática expresión utilitaria). En el colmo de la incoherencia, se demuelen obras notables de valor patrimonial que, irónicamente, se hallan enseguida de construcciones anodinas. Así, el paisaje de la ciudad va perdiendo elementos arquitectónicos dejando huecos, es decir, justo lo contrario a lo que se aspiraba hace un siglo. En la más asombrosa contradicción, avenidas de primera importancia exhiben hoy, como nunca antes, espacios vacíos en estado de especulación.

Palacio Municipal, extracto del plano de la ciudad de Monterrey de Isidoro Epstein, 1865.

No sé el número de habitantes de la ciudad, pero a mi entender no pasa de diez o doce mil almas, y aunque es un obispado, no tiene ningunos edificios de buen gusto, pues la catedral es la antigua parroquia, templo de muy grande extensión y de ningún adorno que lo haga agradable a la vista; (…) Además de la parroquia-catedral existe un pequeño convento de Franciscanos y éste es el todo de los templos de la ciudad. Las calles son rectas y no mal construidas, pero las casas son de mal gusto y parece que sobran al número de individuos que las ocupan.2

2.

Para que la arquitectura de Monterrey se comenzara a valorar, fue necesario que hubiera grados de intelecto con sofisticación mayor a la que se necesita para la mera supervivencia (que ya es bastante decir, por cierto). La primera ocasión registrada en que un grupo ciudadano –amparado por la autoridad estatal– reconoce la importancia de la arquitectura como patrimonio ocurre en 1907, cuando un equipo de intelectuales creó 1 Periódico El Monterrey News. 16 de septiembre de 1910. Capilla Alfonsina UANL. 2 Compilado por Alfonso Rangel Guerra en Una ciudad para vivir. Variaciones sobre un mismo tema, p. 48.

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La Casona

La Imperial, 1998, foto José Luis Gibaja.

La Imperial, 1935, tomada del calendario La Imperial 2010.

Algo más de treinta años después ya hay nuevas cosas que comentar. En 1856 el médico militar José Sotero Noriega escribió una muy interesante descripción crítica de la ciudad que, no saliendo lo mejor librada, nos ayuda mucho a comprender la manera en que la cultura de la estética arquitectónica es lenguaje común en la clase ilustrada, y permite conocer no sólo el estado de una población en una determinada época, sino aún lo que de aquélla se piensa:

convento de San Francisco y la iglesia anexa a él, nada ofrecen de particular; las capillas del Roble, de la Purísima y de Jesús, María y José, son pequeños oratorios muy poco dignos de una ciudad de la importancia de Monterrey. El palacio de Gobierno y del Obispado, amplios y capaces para los objetos a que están destinados, son de construcción fuerte, pero desprovistos absolutamente de la hermosura y elegancia propios del arte arquitectónico.3 Sotero Noriega, en su reconocimiento del modesto Monterrey de mediados del XIX, termina elogiando al flamante Palacio Municipal (es decir, el actual Museo Metropolitano de Monterrey), cuya fachada principal –la que hoy mira a la Macroplaza– había sido concluida apenas tres años antes. Tal es el contraste entre el mérito estético de éste respecto de todo lo demás que había entonces, que no tiene empacho en afirmar:

Sus casas son de muy sólida construcción, casi en su totalidad de sillería, generalmente de un solo piso, pero bien pintadas y adornadas, dan a la ciudad un aspecto risueño y de una población enteramente nueva. Desconocido hasta estos últimos años el gusto por las bellas artes, no se encuentran antiguos [edificios] notables bajo el punto de vista artístico: la Catedral, templo de tres naves de muy fuerte construcción, excita sin embargo en el espectador un sentimiento penoso por la incuria y suciedad en que se conserva, formando contraste con la esmerada suntuosidad y aseo que se nota en general en todos los templos de igual importancia en la República. El

El Palacio Municipal es, de los edificios públicos, el único que indica el principio del buen gusto.4

3 Ibídem, pp. 65 y 66. 4 Ibídem, p. 66.

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La Casona

3.

En el Monterrey de los siglos XVII, XVIII y XIX no existió la palabra “patrimonio” para referirse a la arquitectura valiosa, y de hecho el valor de ésta en esos tiempos radicaba en su magnificencia, siempre e indefectiblemente ligada a su uso público o de autoridad. Por esa razón a la gente le preocupaba de modo capital la terminación de una catedral o la mejor presencia de un palacio de gobierno. Toda su significación cultural se cifraba en eso, que sabían, era lo único que les habría de sobrevivir a ellos y a las generaciones por venir. Nada más elocuente como la respuesta que un habitante de la Ciudad de México a mediados del siglo XVI le da a un español recién llegado cuando éste inquiere sobre el destino de unos cimientos gigantescos que ve justo enseguida de la primitiva parroquia: eran para la nueva catedral, cuya conclusión “no la verán los vivos”. Como es bien sabido, esa obra máxima de nuestro patrimonio nacional no se concluyó hasta más de dos siglos después. Creo que si hoy alguien proyecta cualquier cosa a treinta años ya es visto con sospechas de alienación.

Cada generación quiere tomar distancia de la inmediata anterior, de modo que ha sido un proceso más o menos natural que a la primitiva arquitectura plateresca del tiempo de la conquista se le suprimiera para sustituirla por la barrroca, y después le tocara su turno a ésta para ser a su vez sustituida por la neoclásica, que también tuvo que dejar su lugar para los academicismos eclécticos del último tercio del siglo XIX y principios del XX, sólo para desaparecer y dar paso a los ensayos modernos post revolucionarios que, finalmente, han tenido que sufrir su mutilación o franca desaparición para que en su lugar se construya cualquier otra cosa… o no. Precisamente aquí radica la cuestión postmoderna en que nos hallamos insertados en Monterrey: demasiado pretenciosos para nuestras verdaderas posibilidades, demasiado alejados de la zona mexicana donde hubo arquitectura colonial opulenta, demasiado volcados a los modelos extranjeros, demasiado prejuiciados respecto de nuestros modestos pero atesorables valores locales, demasiado desinformados para comprender y respetar lo que es herencia colectiva, es decir, lo que le pertenece a todos los ciudadanos para su goce y disfrute.

4.

La arquitectura se convierte en algo notable cuando el que posee los capitales para su construcción también tiene la aspiración de sobresalir. Y sucede entonces que en lugar de hacerla por sí mismo contrata a un especialista. Desde luego, el resultado es siempre notable. Pero ese promotor debe saber que al proyectar su obra en términos grandilocuentes está haciendo necesariamente una contribución importante al paisaje urbano que no pueden soslayar aquél ni sus descendientes, ni los siguientes propietarios. Así como los ciudadanos se “apropian” de los parques y otros sitios de acceso público a fuerza de frecuentarlos por gusto, así ese mismo colectivo se “apropia” de lo que es genuinamente parte de sus referentes culturales, arquitectura

Salón Variedades, esquina norponiente de Zaragoza y Padre Mier, Ca. 1910 Fondo Sandoval-Lagrange ITESM.

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incluida. Una legislación mexicana que contemple ese controvertido tipo de propiedad es, en la actualidad, no otra cosa que un sueño de opio. Por otra parte, también sucede que hay ciertos usos arquitectónicos/urbanísticos (que en resumidas cuentas son una y la misma cosa) que piden inversiones cuantiosas para su consecución; a ese rubro pertenecen los templos, las casas de gobierno, las presas, los mercados, etcétera (y posteriormente los hospitales, los cines, los estadios y un etcétera aún más largo). Sus dimensiones, derivadas de su uso, no pueden ser encomendadas a ningún improvisado, pues su costo es altísimo y el promotor debe tener la garantía de que su dinero no será desperdiciado. Y esa es la razón por la que generalmente perduran por mucho tiempo… hasta que el envejecimiento pide su supresión o hasta que –ya en el siglo XX– con variadas justificaciones otro promotor ordena su desaparición para hacer algo nuevo. Así pues, en su origen, las arquitecturas construidas con esas intenciones de ser sobresalientes fueron concebidas justamente para satisfacción no sólo de su propietario (pues en tal caso nadie más se habría apercibido nunca de su notoriedad), sino también del resto de la población que podía verlas y hasta usarlas, pues hubo (hay) además otra intención inherente de convidar un poco de ese gozo; estaba declarada la intención de embellecer la ciudad e implícita la intención de llamar la atención y de perdurar. En una lectura un poco más profunda, esa es una de las características de cualquier herencia: la perdurabilidad. Este concepto tan sencillo estuvo bien entendido por siglos hasta que las licencias del siglo XX nos autorizaron a justificarlo todo. Nosotros nacimos y convivimos con generaciones enteras que se han dedicado a dilapidar esa herencia. Hoy día estamos a punto de lograrlo.

Edificio Monterrey. Ing. Armando Ravizé y Arq. Ricardo Guajardo, 1960.

5.

En un tiempo como el nuestro, en el que la mejor prueba del descrédito por lo futuro es que desde hace varias décadas ya no se construye con intenciones de verdadera perdurabilidad, es difícil entender el valor de la doble intención de sobresalir y perdurar en el hecho arquitectónico. Así apenas se puede empezar a explicar el fenómeno de la demolición indiscriminada de decenas y decenas de edificaciones que juntas componían un paisaje urbano más o menos homogéneo en alguna calle o barrio de nuestra ciudad. Desde luego, el otro lado de la moneda es el interés del

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La Casona propietario en el rédito que su bien raíz le pueda proporcionar, donde muchísimas veces es más valioso el predio que la vieja construcción. Por supuesto nos referimos al pequeño propietario que genuinamente no tiene otra manera de salir adelante y para quien en México no hay políticas de apoyo financiero que le permitan la conservación digna de su propiedad con valor patrimonial; queda entendido por lo tanto que esto no incluye a los grandes consorcios inmobiliarios que hacen de la especulación su negocio sin mayor miramiento a las cuestiones culturales. Para bien y para mal, la era de la desconfianza en la trascendencia arquitectónica es esta y hay lecciones que debemos aprender como generación. Es de esperarse que la consciencia de lo que esas pérdidas significan en nuestra desnutrición cultural llegue no demasiado tarde a las personas que pueden decidir su salvación o su total aniquilamiento.

esa verdad son materia de estudio, pero ya no tanto de debate. Lo que hay (lo que sobrevive) es lo poco de herencia que nos queda. No se trata del conservar por el conservacionismo; se trata lisa y llanamente que en cada destrucción nos estamos jugando nuestros asideros de identidad… y quien no conoce su historia está condenado a repetirla.

La Imperial 2008.

6.

El discurso de la herencia cultural no por multicitado puede ser tachado de manido ni ha dejado de estar vigente (no mientras sigamos con la deficiente educación cívica que tenemos como pueblo). Aún falta estatura intelectual en el colectivo regiomontano para comprender el valor de conservar lo que se nos ha ido heredando. Nos pertenece, sí, pero en custodia y usufructo, no para hacer de esa herencia escombros. Más allá del placer que causa ver una obra arquitectónica de otro tiempo (remoto o no tanto) rescatada y reciclada inteligentemente para nuestro beneficio, la importancia del rescate y conservación de la arquitectura del siglo XX radica en su número: en Monterrey son escasísimos los edificios de siglos anteriores; del XIX unas cuantas decenas, del XVIII no más de diez, del XVII nada… del XX son varios centenares. Las causas de 10


La Casona

A PUNTA DE LOMA: MONTERREY Y EL OBISPADO L I C . C é sar A leja n dr o S ali n as M á r q ue z *

Uno

de los sitios más

Monterrey duda, el

emblemáticos de es, sin lugar a

Obispado. Ubicado

al

poniente de la ciudad, esta zona ha tenido diversas transformaciones, desde funcionar como área de

Elton W. Krueger, Obispado y Colegio Sagrado Corazón de Jesús. Ca. 1935. Imágenes de Nuestra Memoria II.

cultivo, hasta ser la sede

Las tierras del Obispo

de la primera colonia residencial de

León. En

Nuevo

El primer propietario registrado en la zona fue José de Vera, en cuyo honor fue bautizada la loma de Vera, o de “Chepe Vera”. Sin embargo, don José murió intestado, por lo que sus tierras pasaron a manos del Cabildo regiomontano, y fueron entregadas en 1787 a fray Rafael José de Verger, obispo del Nuevo Reino de León, para la construcción de una casa de descanso.1 En los años siguientes, el clero retuvo las propiedades, pero el municipio de Monterrey litigó para recuperarlas en 1852, y venderlas posteriormente a particulares que arrendaban parcelas.2

este artículo nos

abocaremos a describir la forma en que se dieron dichas adaptaciones al espacio, en el que ahora

Centro de Estudios Eugenio Garza Sada, A.C. se encuentra el

1. AHM, Civil, vol. 133, exp. 3. 2. AHM, Actas de Cabildo, acta: 52/1852, 1 de julio. * Lic. César Alejandro Salinas Márquez. Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Se ha dedicado a la investigación de temas de historia y ciencias sociales, publicando artículos y obras en distintas editoriales, y a la difusión cultural en exposiciones museísticas.

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Ramón Lamadrid, Vista aérea del Obispado. Ca. 1970. Imágenes de Nuestra Memoria III.

Vista de la Colonia Obispado. S.F. Imágenes de Nuestra Memoria II.

Las tierras del entonces llamado Obispado eran sumamente productivas debido al acceso a grandes cantidades de agua que bajaban de la loma. Por lo tanto, su precio era elevado, y sus primeros dueños comenzaron a fincar quintas de recreo.3 En el barrio se volvieron famosos los espacios de esparcimiento, como la Quinta Calderón, el parque Obispado, el campo de golf, el parque recreativo Rey y los Jardines de Terpsícore.4 El atractivo de la zona poniente era que se ubicaba relativamente cerca del primer cuadro de la ciudad para acceder a él, pero también lo necesariamente lejos para evitar el ruido y el tránsito de una población que crecía de manera dinámica.

una línea del ferrocarril urbano y tranvía, calles espaciosas, teléfono y cuadras bien trazadas.5 El resto de las mejoras en la colonia fueron resultado de las iniciativas que los vecinos promovieron ante los gobiernos locales, como el empresario Isaac Garza que gestionó la canalización del agua, financió la creación de una calzada con plazoleta para que los carruajes accedieran a la loma de Vera,6 y promovió la instalación de focos públicos.7 Además, los habitantes del barrio crearon en 1928 una Junta de Mejoras Materiales, recabando recursos que eran utilizados para construir y mantener parques, pavimentar calles e instalar alumbrado.8

El barrio del Obispado El barrio del Obispado fue el primer ejemplo en la ciudad de una participación vecinal organizada, que gestionó continuamente con el gobierno las mejoras indispensables. La fama del lugar no tardó en ser reconocida, por lo que comenzaron a arribar un mayor número de familias que se sentían incómodas en sus residencias del centro de la ciudad, pues la tranquilidad y belleza del primer cuadro estaba en decadencia a causa de la agitada dinámica económica y demográfica; debido a ello optaron por mudarse a la periferia.

A partir de 1880, el aumento de residentes permitió el nacimiento del que fue conocido como barrio del Obispado, siendo las calles más pobladas las de Hidalgo, Padre Mier, Matamoros, Bolívar, Degollado, Ocampo y Santa Lucía. Para 1910, la zona contaba con una de las mejores infraestructuras de la ciudad, con 3. AHM, Actas de Cabildo, acta: 31/1861, 13 de mayo. 4. AHM, Civil, vol. 473, exp. 119. 5. AHM, Actas de Cabildo, acta: 13/1910, 28 de enero. 6. AHM, Actas de Cabildo, acta: 32/1911, 17 de julio. 7. AHM, Actas de Cabildo, acta: 28/1911, 26 de junio. 8. AHM, Actas de Cabildo, acta: 30/1928, 16 de julio.

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Colonia Obispado S.A., la cual se encargó finalmente de construir la primera zona residencial de Monterrey. La colonia Obispado contó con un trazo estandarizado, pavimentación de las principales arterias viales, calles que se prolongaban en línea recta para el tránsito de los automóviles, y los servicios indispensables como agua, gas, luz y electricidad.11

Aprovechando la coyuntura, el 3 de julio de 1923 el constructor Thomas William pidió al cabildo regiomontano un permiso para crear una colonia cercana a la loma del Obispado.9 La propuesta fue aprobada, pero la empresa no tuvo el capital suficiente para emprender el marcado de todos los terrenos que había considerado. Además, la exigencia de que edificaran sobre un diseño acorde a los trazos urbanos modernos era un gran inconveniente, pues el área se conformaba por terrenos distanciados y con límites poco regulares.

Las casas de la zona eran de estilo moderno y vanguardista, generalmente de gran tamaño. En el trazado de la colonia se utilizaron las técnicas de vanguardia a nivel internacional, y el Obispado se convirtió en un modelo de construcción utilizado por diversas inmobiliarias en el país.12 No obstante, el sentido “residencial” se comenzó a perder con los años, tras la llegada ininterrumpida de negocios, oficinas, escuelas e institutos a esta zona que simplemente no estaba diseñada para albergarlos.

En el mismo sentido, el 7 de agosto de 1923 la Compañía Constructora y Colonizadora S.A. solicitó al ayuntamiento urbanizar los terrenos cercanos al Obispado.10 Fue así que comenzó la construcción de algunas casas de distintos estilos, en sustitución de quintas y tierras de labor. No obstante, aunque los nuevos inmuebles destacaban por su belleza, no siguieron un plan de urbanización ni constituyeron una colonia en el sentido estricto del concepto, sino que fueron obras por encargo de particulares que solicitaban diseños muy dispares.

Por lo tanto, se requirió modificar las casas para adaptarlas a su nueva función, destruyendo en el transcurso muchos edificios de gran valor en aras de sacar el mayor aprovechamiento a sus espacios. En los casos más extremos, se demolieron verdaderas joyas arquitectónicas para levantar construcciones simples, justificándose sus nuevos propietarios en que la adaptación de instalaciones era un proceso más caro y complicado que derribar y volver

La colonia Obispado Fue hasta el año de 1932, que Alberto Santos González, y los hermanos Alberto, Hernán y Jorge Sada Gómez conformaron la Sociedad

9. AHM, Actas de Cabildo, acta: 21/1923, 3 de julio. 10. AHM, Actas de Cabildo, acta: 24/1923, 7 de agosto.

Jardín Aarón Sáenz en la Colonia Obispado. Ca. 1948. Imágenes de Nuestra Memoria II.

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a construir. En honrosas excepciones se optó por mantener el edificio tal y como era, y se registraron pocas restauraciones en la zona.

VECINOS DE LA COLONIA OBISPADO PROPIETARIOS LUGAR DE RESIDENCIA

Alberto Santos Hernán Sada Gómez Ignacio A. Santos Eugenio Garza Lagüera Eugenio Garza Sada Roberto Garza Sada Carlos Rasso Vallone Babo J. Thomas Rodolfo J. García Virgilio Garza Jr. Rodolfo M. Garza Ángela Clara Meyer Raúl Rangel Frías Virgilio Garza Treviño Francisco Sada Jorge Luis Treviño Gro. Tomás González Sada Prisciliano Elizondo Jorge Sada Gómez

Hidalgo Hidalgo Padre Mier Padre Mier José Benítez José Benítez José Benítez José Benítez José Benítez Calzada de ascenso al Obispado Falda oriente del cerro del Obispado Falda oriente del cerro del Obispado Simón Bolívar Cerro de la Silla e Hidalgo Cerro de la Silla e Hidalgo Capitán Aguilar Belisario Domínguez y Cerro de Picachos México sur Sierra Madre y Loma Larga

Los nuevos giros de los edificios generaron el movimiento diario de su personal y clientela, especialmente las escuelas como la Preparatoria Número 2 de la entonces Universidad de Nuevo León. En pocos años la zona era transitada por cientos de personas que provocaban ruido y tráfico en calles que no estaban diseñadas para grandes afluentes, y que además no contaban con espacios amplios para los automóviles, por lo que las angostas arterias fueron convertidas en estacionamientos improvisados que llegaron a colmar a los vecinos. Por ello, a partir de los años 50 las familias de la colonia comenzaron a migrar a un espacio más tranquilo, esta vez al municipio de San Pedro Garza García. Desde entonces, las casas del Obispado comenzaron a ser ocupadas por negocios e instituciones de cierto nivel como escuelas de educación superior, consulados, dependencias gubernamentales, clínicas, restaurantes, despachos, oficinas de negocios, entre otras. Caso particular fue la antigua residencia de la familia Garza Lagüera, que funcionará como la sede del Centro Eugenio Garza Sada A.C. Cabe destacar que esta será un claro ejemplo de adaptación arquitectónica para su nuevo uso, realizando una restauración completa al edificio, salvaguardando así el patrimonio cultural que a todos nos pertenece.

Panorámica desde el Cerro del Obispado. Ca. 1935. Imágenes de Nuestra Memoria II.

11. Morado Macías, César. (1994). La Colonia Obispado (1930-1992), en “Historia de Nuestro Barrios”. Monterrey: Gobierno del Estado, p. 300. 12. Adolfo Benito Narváez Tijerina. (2009). Apuntes para una historia de la vivienda para los trabajadores en Monterrey, México. “Revista de Arquitectura, Urbanismo y Ciencias Sociales”, Centro de Estudios de America del Norte, El Colegio de Sonora, Volumen I, Numero 2, Enero del 2009.

Jardínes Terpsicore. Ca. 1938. Imágenes de Nuestra Memoria II.

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RESTAURACIÓN DE LA ANTIGUA CASA DE DON EUGENIO GARZA SADA ar q . Ó scar M art í n e z G A R Z A *

CON LA MIRADA HACIA LA CIUDAD A principio del siglo XX, la zona que circunda el Cerro del Obispado de Monterrey, se consolidó como el paramento ideal donde se edificaron las residencias palaciegas más importantes de la ciudad. Las influencias internacionales dieron carácter y funcionalidad a una arquitectura expresiva apoyada en el “revival” inglés con matices de afrancesamiento y elaborados detalles del Art Nouveau y el Art Deco a través de Europa, los Estados Unidos y la ciudad de México.

parecía atestiguar desde el poniente la excitante palpitación de la ciudad. Precisamente, desde fines del siglo XIX Monterrey se convulsionaba con las aportaciones de la llamada “Gran Industria”, como denominó en sus apuntes Isidro Vizcaya a las grandes inversiones fabriles, así como a los consecuentes cambios socioculturales que conmutaron la ciudad.

Fotografía tomada en los años 30´s, donde se aprecia el Obispado y residencias de la familia Garza Sada. / D.R. FICA 2007.

Fotografía tomada ca 1920, en donde se aprecia el cerro del obispado casi libre de edificaciones.

La zona perimetral del cerro se fue configurando con nuevas edificaciones, como el antiguo Colegio del Sagrado Corazón construido entre El Cerro del Obispado, o Loma de Vera, lugar 1911 y 1913 y las residencias de la familia Garza donde se erigió en el siglo XVIII la casa de Sada en el costado oriente de la ladera, a partir descanso del Obispo fray José de Verger, de 1920 aproximadamente.

* Arq. Oscar Martínez Garza. Arquitecto por la escuela de arquitectura de la Universidad de Texas en Austin, Texas en 1974. Delegado de monumentos coloniales del INAH en Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas (1976-1979). Director general de Asesores en Diseño S.A de C.V. (1981-1989). Director general de Touch Incorporated en Dallas Texas (1989-1994).Práctica privada (1995-1997). Director de Arq. Oscar Martinez Garza y Arquitectos en Monterrey N.L. (1997-a la fecha).

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Rodrigo Z. García, ¨Recuerdo de la Nevada¨, en la calles Capitán Aguilar y Padre Mier, 1925 Imágenes de Nuestra Memoria II.

Green, a diferencia del academicismo de su suegro y socio Alfred Giles (quien había realizado la casa de Don Isaac Garza), opta por expresiones arquitectónicas más liberales, siguiendo las vertientes de los estilos internacionales, como lo muestran el edificio Express News Building de 1929, en San Antonio Texas, y el Hospital Muguerza en Monterrey, de principio de los treinta.

LA ARQUITECTURA DE HERBERT GREEN Y LA EVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA DE LA CASA En su versión original, la edificación de la casa de Don EGS respeta los trazos del arquitecto norteamericano Herbert S. Green, fechados en 1920. Su estilo es ecléctico inglés con distintos acentos afrancesados, un balcón veneciano y cierta estilización en las ventanas. La gran terraza al frontis de la casa resulta intencionalmente perpendicular a la llegada de la calle Padre Mier, que se desprende desde el centro de la ciudad creando simultáneamente un mirador panorámico y un coronamiento visual de la misma avenida.

Elevación de proyecto de Herbert Green. 1920, AEGS.

Fotografía de la construcción original,1925. Imágenes de Nuestra Memoria II.

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La Casona

Arco de la Independencia

Antigua casa de Don Isaac Garza

Antigua casa del exgobernador Gregorio Martínez

Antigua casa EGS

Hospital Civil

1910

1920

1923

1933

1930

Colonia Obispado

ITESM

1940

1947

Cronología de proyectos distintivos en Monterrey Los planos originales de la casa, localizados en el archivo EGS, muestran una cuidadosa elaboración de detalle y proporción de los elementos ornamentales. La espiga del ala norte, acentúa la asimetría de los tres cuerpos de la estructura que, sin embargo, presentan una secuencia armónica, continua, de vanos y aberturas tejidas cuidadosamente para relatar la personalidad propuesta de la fachada. El edificio experimentó dos etapas de crecimiento en sus espacios con, la participación del Ingeniero Armando Ravizé. En la primera de estas, en los años cuarenta, se creó un agregado hacia el norte que le dio espacio a la oficina de EGS, lugar donde fue localizado su archivo personal, así como una terraza privada. Posteriormente, en los años cincuenta, se agregaron habitaciones en el lado sur contribuyendo de esta manera a la presencia definitiva de la casa que ha perdurado hasta ahora.

Planos y detalles originales del proyecto del Arq. Herbert Green, década de los años 20´s

el acceso a nuevas tendencias y tecnología. De esta forma se eliminó el balcón veneciano para ampliar las ventanas y, se modificaron algunos ornamentos. Sin embargo, la estructura básica del diseño de Green prevalece aún en la lectura visual de la casa. Para nuestro propósito de observación e investigación de este proyecto tan importante, los dos momentos históricos Desde aquel momento, algunos elementos de la mencionados se conjugan para determinar fachada original fueron cambiando para permitir el valor histórico arquitectónico de la casa 17


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y, por consecuencia, la base del proceso de El edificio estaba formado originalmente por restauración y puesta en valor del inmueble. tres cuerpos de los cuales destaca el cuerpo norte, que remata en una espiga a cuatro aguas; su estructura está compuesta por dos niveles y un sótano. El acceso hacia la terraza, que es la fachada principal, se proyecta del cuerpo central, enmarcando un arco de medio punto cubierto de dos aguas desiguales; el hastial conserva su decoración original, los pretiles de los muros están decorados con ornamentación de hojas y flores. Al agregarse los dos cuerpos adicionales en los costados norte y sur de la casa, el proyecto de Green quedó enmarcado entre estos flancos conservando las alturas, pretiles y volados del diseño original respetando, así la fusión de los dos momentos históricos trascendentes en la historia del inmueble: el proyecto de 1920 por una parte, y los agregados realizados por la familia Garza Lagüera por otra.

Proyecto de ampliación y detalles del Ing. Armando Ravizé, década de los 50´s.

RESTAURAR PARA EXPRESAR LA HISTORIA Los estilos e influencias de la arquitectura en esta época pretenden vincularse a la modernidad europea, que ya prevalecía en las grandes residencias desde los años del Porfiriato. Es por eso que se convierte en una mezcla arquitectónica muy ecléctica en cuanto a forma y espacio se refiere; se fusionan diferentes corrientes, y en sí, tendencias de varios países como lo son Inglaterra, Francia e Italia, así como las corrientes del Art Nouveau, Art Decó e historicistas, entre otras.

1920’s - 1940’s

1950’s - 2011

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1940’s - 1950’s


La Casona

La situación general de la casa al realizar las primeras investigaciones físicas, mostró un excelente nivel de conservación. La casa había recibido adecuaciones en el interior que no ocasionaron daños estructurales significativos. La solidez de la estructura es evidente y, a pesar de usos distintos posteriores, su mantenimiento ha permitido detener el deterioro que comúnmente marcan los inmuebles antiguos.

Muestra de calas y retiro de aplanados Como primer paso, y con el propósito de redimir el edificio original de elementos ajenos al mismo, se realizó la “Liberación” de estos elementos, los cuales habían sido sobrepuestos o utilizados para otros propósitos distintos a los originales. Posteriormente, en el análisis de la “Consolidación” de estructuras y materiales, pudimos verificar una sorpresiva mezcla de materiales utilizados en los muros, lo cual nos hace especular sobre una posible edificación anterior al proyecto de Green en el mismo sitio. Precisamente, al descubrir las alturas originales de los cielos falsos, fue posible concluir al igual que como habíamos establecido en los exteriores del edificio, los procesos de “Integración” de elementos e identificarlos como indispensables para que formen parte de la restauración.

Estado actual.

Piedra del lugar.

Plano Original.

Tabicón y Viguería.

Propuesta de restauración.

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La Casona

Celosía verde.

Puente peatonal elevado.

Cláustro del sótano.

ALBERGANDO EL FUTURO edificio convertirse en una sede eficiente y actualizada del proyecto del Centro de Estudios Eugenio Garza Sada. Para este propósito, se han rediseñado los espacios interiores y exteriores de manera que, sin perder o sacrificar su integridad arquitectónica, permitan actividades académicas y administrativas.

La revalorización de la arquitectura no sólo depende de las posibilidades de restaurarla, sino también de las alternativas de incorporar esta arquitectura a los usos y tecnologías que se requieren o que son indispensables en la actualidad. Por esta razón, al proyecto realizado para la casa EGS lo fortalecen las obras complementarias que permitirán al 20


La Casona

Construcción en estado actual .

Integración de elementos.

LA CASONA EN EL SIGLO XXI • Respeto a los valores históricos y al entorno natural.

El rescate de la arquitectura del siglo XX, sometida a los juicios más severos y a los cambios más drásticos que se han dado en la historia de la humanidad, representa también el enlace entre un futuro promisorio pleno de tecnología y versatilidad y los estilos más significativos y estimulantes de la antigüedad. Por esta razón, en este ensayo arquitectónico para el rescate de la antigua casa de Don Eugenio Garza Sada, proponemos un consenso respetuoso de la arquitectura, su entorno natural, su pasado histórico y sus postulados futuros.

• Materiales manufacturados en el área metropolitana de Monterrey. El proyecto integral contempla los dos predios originales cedidos para este concepto, y se ha dividido en tres fases de intervención.

Este proyecto se basa en las siguientes premisas: • Orientación hacia la sustentabilidad energética. • Economía en los materiales, formas de construcción y acabados. • Visión futurista de la arquitectura y acreditación LEED. • Todos los elementos agregados acompañan al edificio de la residencia, permitiéndole a ésta ser el elemento rector del conjunto. 21


La Casona

FASE 1 Esta fase comienza en la restauración y adecuación de los espacios originales de la casa, los cuales serán destinados para un uso inmediato. FASE II Esta fase consiste en la costrucción de salones polivalentes en subterráneo que puedan funcionar como aulas, oficinas o espacios para conferencias, diplomados, etc., ubicados en el terreno adjunto de la casa. FASE III Esta fase consiste en la construcción de dos edificios en el terreno ubicado enfrente de la casa; uno de ellos compuesto por aulas, oficinas, cubículos para investigación, instalaciones y un auditorio y el segundo será un edificio de estacionamiento verde. La compaginación de las tres fases del proyecto contemplan igualmente el respeto a la arquitectura de la Casa EGS como elemento rector y normativo del conjunto, y la integración de una arquitectura contemporánea armónica con el entorno, y que intenta expresar la motivación futurista del nuevo centro, apoyándose a sí mismo en los conceptos de Eugenio Garza Sada.

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La Casona

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centro de estudios eugenio garza sada, a.c.

Monterrey, Nuevo Le贸n, M茅xico


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