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DESIDERÁTUM El fin de la excepcionalidad española  |  Javier Gomá Lanzón  —  14 ABECEDARIO  —  20 Menú de P  |  Javier Salinas MATADORES  —  24 Fotografías de Marta Soul Valerio Rocco Filósofo  |  Félix Duque  —  26 Judith Jáuregui Pianista  |  Rubén Amón  —  28 María Langarita y Víctor Navarro Arquitectos  |  Inma E. Maluenda y Enrique Encabo  —  30 Laura Fernández Escritora  |  Carlos Sala Soler  —  32 Ángel León Cocinero  |  Fernando Huidobro  —  34 Pepa Salazar Diseñadora  |  Lourdes Garzón  —  36 Núria Güell Artista  |  Rafael Doctor Roncero  —  38 Aleix Ràmia Estudiante  |  Delia Rodríguez  —  40 Teresa Gonzalo Investigadora  |  Rafael Camacho Fumanal  —  42 Sergio Álvarez Leiva Diseñador interfaz  |  Ariel Guersenzvaig  —  44 HISTORIA  —  46 Sebastian Schutyser La mirada esencial  |  Jaime Nuño González  —  56 TERRITORIO  —  58 Andrés Pachón Escenas de salón  |  Óscar Alonso Molina  —  74 MEDIO AMBIENTE La segunda transición: retorno al campo y a los barrios  |  Antonio Lucio  —  76 SALUD Y de salud… ¿qué?  |  Javier López Iglesias  —  80 FAMILIA  —  82 Ricky Dávila Flores  |  Antonio Soler  —  94 CULTURA Una carta para Matador (escrita por un viejo maletilla)  |  Juan Barja  —  96 EDUCACIÓN La nueva frontera educativa  |  José Antonio Marina  —  98 SOCIEDAD  —  100 Gonzalo Juanes y Ricardo Cases Hacer la calle  |  Alejandro Castellote  —  114 CIENCIA El futuro (de la ciencia) no siempre está abierto  |  José Manuel Sánchez Ron  —  116 MATADOR P España 2022

COMUNICACIÓN La revolución de los amateurs  |  Gumersindo Lafuente  —  118

Revista de cultura, ideas y tendencias 1995 - 2022 En 2022 Matador publicará su último número. Este año, la revista quiere asomarse a esa España no tan lejana. Una mirada a vista de pájaro sobre lo que podría ser nuestro futuro.

CIUDAD Estar bien con menos o nada  |  Carbajo Hermanos  —  121 Más allá de la exclusión social: nuevas lógicas de expulsión  |  Saskia Sassen  —  136 Los usos y las formas Conversación entre Juan Herreros y Antoni Muntadas  —  138 PASIÓN Rafael Lozano-Hemmer  —  142 EPÍLOGO El porvenir de España  |  Ángel Ganivet  —  154 MÚSICA  De La Puríssima  |  Ana Folguera  —  156 AUTORES  —  158 CRÉDITOS  —  164


El valor de un país, de una sociedad, de una época, son sus personas. Y el del futuro, también. Este volumen de Matador ha buscado a diez personas que nos ayuden a construir una guía para ese futuro. Diez jóvenes brillantes de diferentes campos de la sociedad capaces de dibujar un país mejor en un momento mejor. Diez motivos para confiar en nosotros mismos, en la base de nuestra sociedad. En las personas.

Matadores FOTOGRAFÍA DE MARTA SOUL

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Arquitectos. A sus 34 años, han obtenido la mención especial en el Premio Mies van der Rohe 2013, entre otros. Practican una arquitectura de todas las posibilidades. De entre todas las fotografías de la Case Study #8, construida por Charles y Ray Eames para sí mismos, quizá las más hermosas sean aquellas en las que parecen deslizarse, como si tal cosa, las puntas de lo cotidiano: un burrito comprado en una escapada a México, unas luces traídas del Tivoli de Copenhague o unos guijarros y conchas de una playa del Pacífico. Eso enseñaban los Eames en el filme House: After Five Years of Living, de 1955. Un desfile de bibelots de diez minutos musicado por Elmer Bernstein —Instagram hace sesenta años—. Al revisarlo, el efecto es fascinante… No es posible dilucidar si se trata de una filmación o de una colección de postales domésticas. Esa congelación, en realidad, no es más que un recurso de extrañamiento: las llamas de las velas o una mosca en el encuadre, incluso el océano mismo —al fondo en alguna toma—, entran así a formar parte de esa colección de objetos: la casa como relicario. María Langarita y Víctor Navarro fundaron en 2005 su propia oficina: Langarita-Navarro Arquitectos. Hoy, en este preciso instante, son Mr & Mrs Mojo risin’ sobre un carrusel de premios, en buena parte debidos a sus dos últimas obras, ambas en Madrid y terminadas en el último bienio: la Red Bull Music Academy (ahora Nave de Música, en Matadero Madrid) y el Medialab Prado. Langarita y Navarro no solo acaparan el instante, sino que cada vez que se habla del futuro, especialmente de esa derivación un poco histérica que es el presente inmediato —el «por-venir», diríamos—, son un nombre recurrente. El porqué tiene alguna explicación más allá de que sean guapos, cultos, simpáticos y con talento. La que aquí se expone es, como bien muestra la fotografía, que no se mueven. Ni en el espacio, ni en el tiempo, como buenos kuroi. Langarita y Navarro no viven, a diferencia de los Eames, en una casa hecha por ellos; y aunque podrían empatizar con ese Wunderkammer

doméstico, practican la táctica opuesta: mientras que los Eames coleccionaban el mundo en su casa, ellos diseminan «su casa» por el mundo. Para buscar así su habitación propia en el núcleo mismo de su producción construida. Ese responder «desde-la-casa» está vertebrado por cierta urgencia, porque esta no es un espacio de libertad: esa casa-república es un timo. La anfibología entre el origen y el significado de la palabra «doméstico» provoca reflejos inquietantes. Domesticar algo es, etimológicamente, «llevarlo a la casa», pero también «limar sus aristas». Así, «entrar en la casa» implica aceptar ciertas reglas opuestas al supuesto espíritu de libertad que buscamos en lo privado, donde dejamos al aire nuestros vicios más benévolos o nuestras virtudes más inconfesables. Pero la casa no es solo un sistema regulador, sino que ha sido domesticada y polinizada por los recursos industriales, la comunicación y el entorno bien climatizado. Eso ha hecho que durante el pasado siglo se haya ido convirtiendo, poco a poco, en una suerte de oficina donde acampar. «¡Flexibilidad!», decía el estribillo. «¡Tecnología!», recitaba el coro. «Erm… Espera un momento», carraspean nuestros amigos. Langarita y Navarro desafían este corsé conductista o filotecnológico. Para ellos, una casa es una casa y lo demás también. Y la reivindican libre en su trabajo. ¿No es una casa la Red Bull Music Academy, con sus reclinatorios, su terraza compartida de músicos en vecindad, su iluminación a base de flexos rojos o su auditorio de salón? ¿O el Lolita, un restaurante de carretera con sus lámparas de colores, o la barra de apartamento vacacional o sus sillones en la mesa-camilla? ¿O el MediaLab Prado, con su aspecto de desván tecnificado, su escalera de vecindad geek o la tele comunitaria? Pues sí lo son, sí, y son suyas. Algunos consideran indeseable que un arquitecto trabaje para sí mismo porque lo confunden con trabajar de cara a la galería; pero no hay otra manera de crear algo que nos afecte. Proyectar es proyectar(se). Aquí existe, sin sentimentalismo, una transferencia de afectos desde lo personal: se hace para los demás lo que uno querría para sí mismo. ¿Puede desearse algo mejor para el otro? Como el espacio, el tiempo emancipado juega un papel importante en la construcción de Langarita-Navarro. En su trabajo recitan el versículo del éxito: «Esto está pasando aquí y ahora, míralo». Pertenecen a su propio momento y lugar, aunque, a decir verdad, no tanto a un instante único como a varios a la vez. Practican la que podría denominarse como una arquitectura de todas las posibilidades. Se trata de una indecisión voluntaria, de un gusto por el relato abierto que les libera de ciertas tiranías del instante y que establece, inevitablemente, relaciones de simpatía con su trabajo. Lo hacen mediante un vocabulario perfectible, reescrito constantemente encima de sí mismo ¿Flúor mancuniano? Sí. ¿Bricolaje estilo libre? Correcto. ¿Tuberías de juguete? Check. ¿Tropicalismo mesetario? De acuerdo. De entre todas las realidades, hacen que sea esta, precisamente, la que se nos aparezca dotada de cierta inevitabilidad, porque han conseguido eso tan difícil que es viajar no a través del tiempo, sino sobre él, en perfecta sincronía con el devenir de los acontecimientos, sin apresurarse o remolonear, sin atropellos o nostalgias.

María Langarita y Víctor Navarro Gran forza

Existe un prejuicio un tanto injusto sobre la estática, tan indeseable, tan clásica y polvorienta... Pero una estructura aparentemente inmóvil (o a velocidad constante) puede estarlo, en vez de por no soportar acción alguna, por su extraordinaria resistencia frente a las acciones externas. Ellos, María y Víctor, poseen esa capacidad mecánica de resistir el movimiento, también llamada independencia: aún se atreven a mostrarse en lo que hacen y aún permiten que lo imprevisible tenga lugar todo el tiempo. Deberían, si es que todo sigue en su sitio, mantener su estasis durante los próximos diez años; sería noticia lo contrario. Si ustedes abren estas páginas y los observan, incluso si releen en una década estas líneas, entenderán que es de una crueldad innecesaria condenar a cualquiera a conocer su futuro, si bien no en sus pormenores, sí en sus líneas generales. En su caso, apenas importa, frente a la certeza de que lo que pase será suyo. Inexorablemente. Cabrones.

TEXTO DE INMA E. MALUENDA Y ENRIQUE ENCABO

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Las huellas de nuestras vidas. El fotógrafo Sebastian Schutyser ha fotografiado durante nueve años cerca de 600 iglesias y ermitas románicas armado con una rudimentaria cámara oscura. Con ella ha recorrido sin descanso el norte de España, siempre en invierno, cuando la luz acentúa la soledad de estos enclaves. El resultado es un archivo excepcional de nuestra historia.

Sebastian Schutyser Historia

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Nuestra Señora de Berástegui Villanueva de Arakil (Navarra) Siglo XIV

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Mare de Déu de les Neus Àrreu (Lleida) Románico

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España posee el 80 por ciento de la diversidad de flora de la Unión Europea. Somos el país con la mayor variedad en aves, mamíferos y reptiles, y el tercero en anfibios y peces. Toda esta riqueza supone un valioso capital para desarrollar nuestro futuro. El artista Andrés Pachón recrea en su serie Taxidermia nuestro tesoro natural.

Andrés Pachón Territorio

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Nuestros orígenes. Nuestra estirpe, nuestros rostros. Nosotros. El fotógrafo Ricky Dávila ha realizado un retrato de familia. Diecisiete personas unidas por lazos de sangre se han enfrentado a la cámara. Su retrato es el retrato de millones de familias. Son los Flores. Un resumen de la humanidad.

Ricky Dávila Familia

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Sin estridencias, silenciosamente, como se mueven las placas tectónicas, se está produciendo un profundo cambio en la educación. Llamamos «educación» al modo de dirigir los procesos de aprendizaje. Tradicionalmente, la etapa educativa se correspondía con la etapa de formación, pero en este momento ese límite ha desaparecido. Este es el primer cambio, que estamos viendo ya, pero que se acelerará en los próximos años. El aprendizaje no puede terminar nunca, sea dentro o fuera de la escuela, porque es necesario para la supervivencia. Aunque decimos que hemos entrado en la «era del conocimiento», en lo que hemos entrado realmente es en la «era del aprendizaje». En entornos muy estables, los animales y los seres humanos pueden sobrevivir repitiendo rutinas que se han mostrado útiles. Todavía existen pueblos arcaicos que siguen viviendo al modo prehistórico. Pero en un mundo que evoluciona aceleradamente, es imprescindible asimilar sin parar nuevos conceptos y nuevas técnicas. Lo que ocurrió en mi generación con la informática es un ensayo general de lo que va a suceder continuamente. Todos tuvimos que cambiar nuestros hábitos de trabajo y de comunicación. Ahora sabemos que para mantener un puesto de trabajo habrá que reciclarse continuamente. Y esto significa aprender nuevas habilidades. Hay, además, otro factor que intensifica la necesidad de aprender. El nivel económico de una nación va a depender de la calidad de su educación. James Heckman, premio Nobel de Economía, ha demostrado que la inversión en educación —sobre todo en educación primaria— es la más productiva para los países. Afortunadamente, la neurología, que es una ciencia optimista, nos dice que la capacidad de aprender del ser humano es formidable y permanente. Podemos aprender más cosas de las que creíamos, y a cualquier edad. Por eso se multiplican los métodos para aprender a envejecer, a controlar la emociones, a crear, a soportar los contratiempos, a vivir en pareja, incluso a ser feliz. Aparecen coachers, trainers, entrenadores, personales, empresariales, colectivos. Las grandes empresas organizan sus universidades corporativas. La consigna está clara: «Aprender o morir». Todos estos aspectos van a convertir la educación en el gran negocio de la década venidera. La revista Forbes lo anunció hace unos meses. El próximo negocio del billón de dólares será la «industria del CI», la industria del cociente intelectual, es decir, del aprendizaje. Es verdad que en este artículo se referían no solo a la industria educativa, sino también a la de los potenciadores cerebrales químicos y a la ingeniería genética para seleccionar embriones más inteligentes, pero todo ese complejo gira alrededor de la inteligencia y sus capacidades. Los gigantes de las comunicaciones y la tecnología se están posicionando para entrar en el mundo educativo. Están apareciendo modos innovadores de enseñanza, como las «universidades abiertas», que permiten asistir a los cursos de las mejores universidades desde cualquier punto del mundo. El arrollador éxito de iniciativas como la Khan Academy, una academia en Youtube, demuestra las posibilidades de las nuevas tecnologías. Podemos decir que internet va a cambiar la educación tan radicalmente como lo hicieron otras dos grandes invenciones: la escritura y la imprenta. La revista Scientific American acaba de publicar un dossier completo sobre el aprendizaje en la era digital, mostrando que las nuevas tecnologías están cambiando todos los aspectos de la educación. Como todas las nuevas tecnologías, esta también tiene sus peligros. La Fundación Bill y Melinda Gates ha donado más de cien millones de dólares para crear Shared Learning Collaborative, ahora llamado inBloom, que recopilará datos de estudiantes de diversos estados, datos que serán almacenados en una nube gestionada por Amazon, en la que constarán los nombres de los estudiantes, su dirección, su curso académico,

asistencia a clase, participación en programas, posibles deficiencias, así como otros muchos datos que ni a docentes ni a escuelas estaba permitido divulgar. Pero en el 2011, el Departamento de Educación de EE. UU. lo permitió. Los autores de esta iniciativa sostienen que se trata de crear mejores productos para cada estudiante, pero los peligros son evidentes. También las ventajas, porque la educación de calidad va a estar al alcance de todo el mundo, en formato virtual. La potencia de las nuevas tecnologías va a plantearnos en la próxima década varios problemas educativos que tenemos que resolver. El primero de ellos es la simbiosis de cerebro y ordenador, es decir, de la memoria personal y de la memoria electrónica. ¿Qué debemos aprender y qué debemos simplemente saber buscar en internet? Con el entusiasmo de los conversos, muchas personas piensan que no vale la pena aprender lo que se puede buscar. Esta es una idea falsa y peligrosa. Solo podemos comprender desde lo que sabemos. Como me gusta repetir, «un burro conectado a internet sigue siendo un burro». Pero es cierto que la facilidad para acceder a gigantescos bancos de información con motores de búsqueda semántica mucho más poderosos que los actuales nos va a permitir un nuevo modo de pensar. Los programas de «realidad expandida» muestran la posibilidad de que nuestra experiencia personal vaya acompañada continuamente de un plus de información ya elaborada. Expertos en informática como Ray Kurzweil hablan de la llegada de las «máquinas espirituales», un híbrido de biología y robótica. Sin necesidad de apelar a la ciencia ficción, sino a la ciencia real —la neurología, por ejemplo—, podemos ya afirmar que el uso masivo de medios informáticos desde la infancia está fomentando un nuevo modo de gestionar nuestro propio cerebro. Y en los próximos años tendremos que evaluar esos efectos. Otro reto para los próximos años procede de la dificultad de educar para un mundo que no está aún inventado. Por eso, pedagogos y psicólogos estamos tratando de identificar destrezas intelectuales lo suficientemente ricas para comprender el presente, pero lo suficientemente flexibles y creativas para configurar el futuro o adaptarse a él. La insistencia con que hablamos de creatividad y de innovación es un reconocimiento de esta necesidad. La educación siempre tiene que elegir entre tres alternativas: educar para lo que hay, educar para lo que previsiblemente habrá o educar para lo que sería deseable que hubiera. Hasta aquí me he referido al desarrollo previsible de la educación, en un mundo basado en el conocimiento y la alta tecnología, es decir, lo que hay y lo que habrá, pero aún no me he enfrentado con el tema más peliagudo, que se olvida con frecuencia. Al hablar de educación estamos hablando en realidad de a qué tipo de persona querríamos ayudar a formar y qué tipo de sociedad nos parece deseable. Es evidente que hemos cambiado de registro, porque ahora no estamos hablando de los procesos de aprendizaje, sino de sus contenidos. Pondré como ejemplo de la situación un texto de Martha Nussbaum, una de las más respetadas intelectuales de este momento: «Estamos en medio de una crisis de masivas proporciones y de grave impacto global. No, no me estoy refiriendo a la crisis económica que comenzó en el 2008. No, me refiero a una crisis que está pasando desapercibida, como un cáncer; una crisis que puede ser, a largo plazo, mucho más dañina para el futuro de la democracia, del autogobierno: una profunda y mundial crisis educativa. Si la tendencia continúa, todas las naciones del mundo van a producir generaciones de máquinas útiles, en vez de ciudadanos completos que puedan pensar por sí mismos, criticar la tradición y comprender el significado de otras personas, sus sufrimientos y sus logros». El libro del que tomo la cita lleva un subtítulo

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revelador: «Why democracy needs the humanities». ¿Es alarmista? Creo que no. La aceleración del mundo moderno va a exigir una superespecialización cada vez más feroz de los sistemas educativos. Es imprescindible para progresar, pero sería conveniente introducir enseñanzas correctoras, para evitar convertirnos en idiots savants, en idiotas sabios. Nicholas Carr, en su libro Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, estudia un fenómeno que detectamos en nuestros estudiantes. Pasan muchas horas leyendo en ordenador o en la pantalla del móvil mensajes cortos, rápidos, cambiantes, que producen una peculiar excitación cognitiva. Les permiten estar conectados, relacionar mucha información, pero les están incapacitando para leer un texto largo. Está apareciendo un trastorno de déficit de atención por superávit de estimulación informativa. Lo malo es que una «democracia de mensajes cortos» se basa en la consigna, el spot publicitario, la frase demoledora, las técnicas de propaganda, pero no en los argumentos, que son, necesariamente, mensajes largos. Esta superficialidad tiene evidentes contraindicaciones intelectuales, sentimentales y éticas. Desde el punto de vista intelectual, porque la realidad no se ofrece a primera vista. Las apariencias engañan. Nadie confiaría en un médico que se fiara solo del aspecto del paciente y, sin embargo, acabamos fiándonos de la apariencia en cosas igualmente importantes, la política, la economía, la ética. Por ejemplo, el menosprecio de la historia conduce a una superficialización del presente. También en el terreno afectivo la superficialidad es destructiva. Es muy llamativa la crisis de intimidad que viven nuestros jóvenes. Todo se cuenta en Facebook o en otras redes sociales. La superficialidad de los sentimientos los hace poderosos y efímeros como un sarpullido. Hace que las relaciones se hagan mercuriales, fluidas. Como ha denunciado Zygmunt Bauman, estamos configurando una sociedad líquida. El ideal es un non-binding commitment, un compromiso sin vínculos, es decir, un no-compromiso. Hay que surfear en las personas como surfeamos en la red. Quien no tenga una buena apariencia queda descartado. La primera impresión, la imagen, lo es todo. No tengo tiempo de más averiguaciones. El boom del pensamiento intuitivo va en esa misma dirección. Y, desde el punto de vista ético, la superficialidad olvida que las normas morales son el producto de una larguísima historia de tanteos, horrores y triunfos precarios. Creo que la sociedad se da cuenta del sofisma de la superficialidad, pero busca soluciones equivocadas. En el auge de los integrismos, fanatismos, radicalismos, nacionalismos hay una angustiada búsqueda de refugio en los dogmatismos. Creo, por ello, que uno de los grandes debates educativos planteados entre pensamiento crítico y pensamiento dogmático va a recrudecerse en la próxima década, sin que por ahora se vea un claro vencedor. Este es un trascendental problema educativo. Por supuesto, las cosas pueden ser de otra manera. Si somos suficientemente inteligentes, seremos capaces de educar personas creativas, solidarias y competitivas, libres pero vinculadas, capaces de elegir metas valiosas y de movilizar los recursos cognitivos, emocionales y ejecutivos necesarios para alcanzarlas.


En 1965, Gonzalo Juanes realizó una obra maestra de la fotografía española. Su retrato de la alta burguesía de la calle Serrano de Madrid es una radiografía de su tiempo. 44 años más tarde, Ricardo Cases ha vuelto al mismo escenario, que sigue representando la imagen más elitista de nuestra sociedad. Esta es la confrontación de dos épocas.

Gonzalo Juanes Ricardo Cases Sociedad

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Un equipo de arquitectos analiza las posibilidades que ofrecen las ciudades españolas para las nuevas generaciones con pocos recursos. La radiografía de un futuro posible. Son ya muchos los que afirman que el elevado índice de desempleo de España es estructural. Viene para quedarse. La idea de que en nuestro país no hay oportunidades está muy extendida. Se mira hacia fuera de nuestras fronteras si se aspira a más. Los medios de comunicación constantemente nos bombardean con casos —bien seleccionados— de personas que han triunfado en la aventura de emigrar. Quizá sea un espejismo, pero ha cuajado: con ilusión o resignación, muchos jóvenes abandonan España en un éxodo a otros países.

Resulta aventurado pensar en tener descendencia en esta situación de tanta inestabilidad. La natalidad descendió el 78% de 2007 a 2009, y sigue en descenso. Se estima que el crecimiento natural de la población será negativo desde 2020. Esta tendencia, unida al previsible aumento en la esperanza de vida, sin duda dejará huella en nuestra pirámide de población. Según las previsiones, la población mayor de 64 años se duplicaría en 40 años y pasaría a representar más del 30% del total.

Quizá en los próximos años el panorama económico mejore y haya oportunidades para que todos esos jóvenes vuelvan. Pero incluso en la mejor de las situaciones, arrancarse de un lugar para empezar de cero en España —tras haber desarrollado una carrera profesional y formado una familia— seguramente sea una utopía. Muchos de ellos probablemente esperen a su jubilación para volver.

En este contexto, es de esperar que las cotizaciones a la Seguridad Social sean más y más bajas. La avidez de los grandes intereses económicos imprime una tendencia general a la privatización de los servicios públicos. Parece, pues, inevitable que el régimen estatal de pensiones de jubilación y desempleo se resienta. Como resultado, es de esperar que ambos colectivos vean poco a poco cómo se reduce su capacidad de consumo.

Los que no consiguen adaptarse a esos lugares regresan pronto, y vuelven a casa de los padres para tratar de encontrar empleo. A día de hoy, es tarea difícil: el paro juvenil supera ya el 55%. Algunos se lanzan a emprender, pues parece la única alternativa. Sin embargo, el resultado frecuentemente es el gasto de los ahorros en cotización sin apenas facturar nada.

La inercia de las últimas décadas, incluso en estos momentos de dificultad, nos hace sentir que únicamente participamos en la sociedad cuando podemos consumir. Nos agrupamos —no siempre intencionadamente— en conjuntos de personas que tienen una capacidad de consumo similar. Cuando se dispone de muy poco o nada, las dificultades para relacionarse crecen. Afortunadamente, los vínculos afectivos y el uso de la tecnología ayudan a suavizar la frontera de estos círculos cerrados. Internet es el entorno colectivo más accesible con el que contamos. Aporta una horizontalidad inédita a las relaciones sociales. No obstante, hay muchas maneras de ejercer la colectividad dentro de él. Grupos de amigos, asociaciones, clubes de aficionados, partidos políticos... Aparentemente todos funcionan de una forma horizontal, muy similar. Donde se perciben diferencias es en la relación que se establece entre el trato digital y el físico, el que tiene lugar lejos del teclado1. Cuanto más íntima es la relación entre los miembros, más peso tiene el contacto físico respecto del que existe en los medios digitales. Somos conscientes de la importancia que tienen estos medios en la manera de relacionarnos. Sin embargo, en esta ocasión hemos querido poner en valor el contacto físico más inmediato. Con otras personas, con la naturaleza, con los espacios que utilizamos a diario. Para las personas más sufren las consecuencias de esta crisis, cosas sencillas como dar un paseo o ver a los amigos pueden realmente marcar la diferencia. De forma simbólica, en este estudio se han seleccionado tres actividades y se ha tratado de enumerar los espacios urbanos en los que se pueden desarrollar, siempre con un presupuesto muy bajo. Para ello se han recogido datos socioeconómicos, geográficos y climáticos de todas las ciudades españolas2. Con cierto sentido del humor, se ha buscado un término para definir los estudios de cada una de ellas. Paseabilidad es la capacidad que tiene cada ciudad de ser paseada. De la misma forma, Congregabilidad sería la capacidad de congregar. Para el análisis de espacios para establecerse por cuenta propia se ha escogido Protoemprendimiento.

Carbajo Hermanos Estar bien (con menos o nada)

Lejos de intentar abarcar la complejidad que implica una ciudad, nuestra intención es animar a estas personas a ver su localidad como un conjunto de oportunidades. Muchas veces, en las situaciones de dificultad más extremas es cuando el ser humano saca lo mejor de sí. La creatividad es el principio básico para la mejora de la inteligencia personal y el progreso de la sociedad. España es popularmente asociada con la creatividad. Puede que sea sólo un tópico, pero probablemente no tengamos más remedio que sugestionarnos y creerlo a ciegas. 1/ AFK (away from keyboard). Término que se utiliza en los chats de internet para informar de que se estará lejos del ordenador. Los más puristas evitan decir «mundo real» porque consideran que la red también es una realidad. 2/ Se considera ciudad a los asentamientos de más de 20.000 habitantes, según la clasificación que establece la Ley de Grandes Ciudades de España, Ley 57/2003, de 16 de diciembre.

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Nuestros nuevos expulsados . Grupos de consumo reducido en las ciudades españolas de más de 20.000 habitantes

Hemos querido llamar la atención sobre la dimensión que alcanzan los grupos de expulsados, mostrando en este gráfico los porcentajes de población jubilada y desempleada4 que existen en cada una de las ciudades españolas4.

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3/ El término «expulsados» ha sido acuñado por la socióloga Saskia Sassen. 4/ Datos a junio de 2013.

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Burgos Burjasot Burriana

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Cáceres

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Alcalá de Henares

Cádiz

Gáldar Gandía Gavá Gerona Getafe

Gijón

Calafell Calahorra

Granada

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Granadilla de Abona

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Granollers

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Guadalajara

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Alcorcón

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Huelva

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Carcaixent

Ibiza

Carmona

Icod de los Vinos

Alcalá la Real Alcantarilla Alcázar de San Juan Alcira Alcobendas

Algeciras Algemesí Algete Alhama de Murcia Alhaurín de la Torre Alhaurín el Grande

Igualada Cartagena Cártama Casteldefels

Alicante

Castellar del Vallés

Almansa Almazora Almendralejo

Castellón de la Plana Castrillón Castro-Urdiales

Almería Almonte Almuñécar Altea Ames Amposta Andújar Antequera Aranda de Duero Aranjuez Arcos de la Frontera Arganda del Rey

Catarroja

Arrecife Arteijo Arucas Aspe Ávila Avilés Ayamonte Azuqueca de Henares Badajoz

Illescas Inca Ingenio Irún Isla Cristina Jaén Játiva Jávea

Ceuta Chiclana de la Frontera

Jerez de la Frontera

Chirivella

Jumilla

Ciempozuelos Cieza Ciudad Real Ciudadela Coín Collado Villalba Colmenar Viejo Conil de la Frontera

Armilla Arona

Hospitalet de Llobregat

La Coruña La Estrada La Línea de la Concepción La Oliva La Orotava La Rinconada Laguna de Duero Lalín

Córdoba

Langreo

Coria del Río Cornellá de Llobregat Coslada Crevillente Cuart de Poblet

Las Palmas de Gran Canaria Las Rozas Las Torres de Cotillas Lebrija

Cuenca

Leganés

Cullera

Lejona

Culleredo Denia

León Lepe

Don Benito Badalona Baena Baracaldo Barañáin Barbate Barberá del Vallés

Lérida Dos Hermanas Durango Écija Éibar

Linares Liria Lloret de Mar Lluchmayor

El Ejido El Masnou El Prat de Llobregat El Puerto de Santa María

Logroño Loja Lorca Los Barrios

Elche

Los Llanos de Aridane

Elda

Los Palacios y Villafranca

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Los Realejos

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En 2003, la revista de arte contemporáneo centrodearte.com, en la que yo entonces trabajaba, organizó una conversación entre el artista Antoni Muntadas y el arquitecto Juan Herreros sobre ciudad y espacio público, temas por entonces omnipresentes en una y otra disciplina.1 Bajo el título «Desvelar lo público», la charla traslucía la prosperidad de aquellos años y hacía referencia a la construcción de infraestructuras públicas, los nuevos barrios residenciales de la periferia o el Fórum Universal de las Culturas de Barcelona como mega-evento global. Nos preguntábamos por el papel del arte y la arquitectura en la configuración de la urbe y barajábamos, desde la tranquilidad de la bonanza, fórmulas que permitieran activar los espacios y abrirlos a todos. Diez años más tarde repetimos el encuentro. Esta vez, con la crisis económica como telón de fondo, dos ejes opuestos guían la conversación: por un lado, la gradual privatización y homologación del espacio urbano; por otro, la reivindicación de la ciudad como lugar político de participación y acción ciudadana. Empezamos, como en el pasado, por discutir el significado del término «espacio público» para luego identificar problemas y apuntar posibles soluciones. JUAN HERREROS En los últimos años, la contraposición públicoprivado ha sido recurrente en los discursos arquitectónicos hasta la extenuación. Sin embargo, el asunto ha quedado desde hace tiempo estancado en una simplificación estéril. Según esta, lo público es lo que pertenece a todos, «al sistema», y apenas se refiere a algo más que la calle, las plazas y parques —y sus derivados mercantilistas: centros comerciales, intercambiadores y otros contenedores asociados a los servicios—, y lo privado es lo que se ha convertido propiedad, básicamente el espacio doméstico. Esta simplificación es infértil porque elude aspectos tremendamente contemporáneos, como la capacidad del espacio público para ofrecer privacidad o la transformación del espacio doméstico en campo de batalla de fuerzas políticas más próximas a las dinámicas de lo público que a la negociación de la intimidad. Digamos que las fronteras entre uno y otro ya no están tan claras. A la luz de esta realidad, lo que parece más interesante es entender que cualquier espacio tiene un potencial de ser leído y usado colectivamente y otro complementario de ofrecer intimidad (y empleo los términos «colectivo» e «íntimo» como sustitutos de «público» o «privado» porque me parecen palabras ya casi huecas de tanto repetirlas). El manejo, convivencia, distribución o preponderancia de una condición sobre otra depende de muchos factores y puede cambiar instantáneamente o según las personas, y eso sí que es una condición contemporánea del espacio: la abolición de la especificidad unívoca del carácter público o privado. ANTONI MUNTADAS No existe nada estrictamente público o privado. Son términos que se tienen que redefinir según la situación; la mayoría de las veces nos encontramos ante mezclas de uno y otro. Yo diría que es precisamente de esa ambigüedad de la que saca partido, por ejemplo, la economía. Por eso, dentro del discurso públicoprivado habría que tener en cuenta términos y fenómenos como el de «espacio corporativo», lugares en apariencia «públicos» pero que no pertenecen ni al Estado ni a la ciudad, sino a las corporaciones. Funcionan como prótesis extendidas de la empresa y se valoran en

virtud de su beneficio económico, el valor del terreno y el uso que se les da. Son espacios privilegiados donde la gente puede reunirse siempre y cuando pueda pagarlos. Esto ha ocurrido en muchos sitios, en la Alameda de Sevilla, por ejemplo, donde antes sentarse no costaba nada y ahora, desde la remodelación, para estar allí uno tiene que pagar la consumición de una terraza. Parece que están tratando de corregirlo añadiendo bancos públicos, pero la naturaleza del espacio ha cambiado, se ha convertido en otro tipo de lugar. En Sevilla también se ha construido recientemente la «plaza de las Setas», de Jürgen Mayer, que para mí forma parte de la arquitectura espectacular, en altura y fuera de contexto, que es completamente inútil. De todas formas, lo curioso es que ha sido utilizada para las acampadas del 15-M y sigue siendo el espacio de convocatoria y concentración de este movimiento. JH Casi cualquier espacio queda definido por el uso que se le da. Por tanto, no hay espacios privados o espacios públicos más allá de una denominación muy genérica basada en la accesibilidad o restricción de su uso, lo cual constituye una lectura política, o social si se prefiere, del asunto, con la correspondiente pérdida de libertad y mercantilización del carácter cívico. Pero hay algo interesante en la perversión que supone diseñar y construir espacios que pertenecen al ámbito de lo público pero que albergan usos que calificaríamos de privados y viceversa. Evidentemente, un sitio cuyo acceso es restringido no es público salvo para las personas que pueden acceder a él y quizás encontrar allí, paradójicamente, una intimidad mayor de la que tienen en sus casas. Si bien esta circunstancia nos lleva directamente a nombrar situaciones de segregación económica, creo que se produce a todos los niveles y cualquier ciudadano tiene lugares o sectores de la ciudad que interpreta como vedados y otros que interpreta como territorios de libertad, aunque sean restringidos para grandes grupos de ciudadanos. AM Un mismo sitio no tiene el mismo significado para los numerosos colectivos que lo usan simultáneamente: lo que es un espacio para un grupo de argelinos quizás no tenga nada que ver con cómo lo entienden los ecuatorianos, los que han nacido allí o los turistas que están de paso… El uso cultural tiene la capacidad de crear algo común y de transformar el espacio físico. Fijémonos en lo que ha ocurrido recientemente con las plazas, que han adquirido una resonancia y dimensión nueva como lugar de protesta y reunión, se han activado mediante su uso. Me refiero a fenómenos como la Primavera Árabe y el 15-M. La activación de las plazas, la recuperación de su verdadera y original función a través de la congregación y la protesta, es un fenómeno nuevo. JH Desde mi punto de vista, la plaza no es precisamente el espacio público más contemporáneo. De algún modo sigue siendo un lugar de control y quizás por eso la indignación contra un sistema político se expresa rotundamente mediante su ocupación. La plaza es el lugar donde el poder sigue escenificándose con todo su aparato y teatralidad. Por eso, pienso que no se ocupa la plaza porque sea un lugar histórico de reunión sino porque ha dejado de ser un espacio democrático, libre o representativo de las ilusiones colectivas. Ocupar la Puerta del Sol es como ocupar el Congreso. Construir allí, a la vista de los políticos y los medios de comunicación, una representación de la sociedad que se desea es una forma de poner en evidencia el rechazo del modelo de sociedad que esas plazas representan. AM Es cierto que en esas plazas las dificultades para reunirse llegan a ser físicas. Están llenas de mobiliario innecesario y grandes parapetos, pero a pesar de todos esos estorbos, la gente se las apropia. Por ejemplo, a pesar de la gran estructura de entrada al metro de la Puerta del Sol, se logró acampar en la plaza, y eso que no es fácil porque está llena de obstáculos y de cámaras de seguridad. Parece un plató de televisión, lo cual tiene la ventaja y el inconveniente de hacerlo visible a los medios de comunicación en tiempo real. Ante la conspicua presencia de las cámaras solo hay dos opciones: o se tapan y se manipulan, que se ha dado, o la gente se expone ante ellas con todas las consecuencias, sabiendo que será grabada. Hacen como si no estuvieran o sacan partido de ellas y ganan difusión, repercusión, visibilidad… La seguridad y la vigilancia también son elementos que determinan la naturaleza de los espacios y lo que en ellos ocurre. Del mismo modo que existe un exceso de mobiliario en las ciudades, también hay un exceso de cámaras de seguridad y de control y, de hecho, las empresas de seguridad en muchos países son negocios florecientes, lo que hace visible la paradoja.

Conversación. Juan Herreros y Antoni Muntadas Los usos y las formas MODERADA POR EMILIA GARCÍA-ROMEU

Durante el 15-M, se generaron fenómenos curiosos en ciudades turísticas como Barcelona. Había turistas que, como quien dice, se «inyectaron» al 15-M porque les resolvía los problemas de hábitat.

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Rafael Lozano-Hemmer es uno de los más destacados artistas electrónicos actuales. Sus instalaciones en ciudades son auténticas revelaciones. El trabajo Ecuación Solar, realizado en sitios como Melbourne o Durham, es una instalación que construye un mundo soñado en medio de nuestra realidad cotidiana. La promesa del futuro.

Rafael Lozano-Hemmer Pasión

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1. LA INTERRUPCIÓN En 2010 De La Puríssima ofreció un concierto en el club de jazz Le Swing de Madrid. Cuando Julia iba a cantar el último tema se hizo un silencio helado entre las sillas. Sostenía un enorme cuchillo y diciendo la frase «Esta noche Madrid se queda muda», en alusión al inminente cierre del club de jazz, se hizo un corte en la lengua. De La Puríssima es una construcción barroca. Llena de interrupciones, sobresaltos, excesos, ornamento, superficie y, de repente, violencia y profundidad. Emplea un lenguaje escénico que tiende al límite, a retorcer la estructura, el ideal y la forma limpia. El espectador no está en un lugar cómodo: desde el otro lado se le llama, se le trae al aquí y al ahora, casi como la Angélica Liddell que abre la puerta del teatro en medio de la función para invitar a marcharse a los que se quieran ir. Hubo otro momento de violencia, otra interrupción en un concierto de De La Puríssima. Nacho Machos, lanzador de cuchillos y su cómplice en el cuplé «Hombre y pulso», lanzó por equivocación uno con fuego hacia el patio de butacas. Una columna clásica con múltiples interrupciones, una columna salomónica. 2. EL EXCESO Hay hombres que son islas, hay una vida que siempre está en proceso, una educación que es un pretexto artístico y una nadadora que es Julia de Castro. Julia opera desde la suma: suma una peineta a una canción de Britney Spears, un «Relicario» a una «Violetera», Eartha Kitt a la Chelito, un «Hércules» a un «Señorito de Córdoba». Hay un exceso de superficie en todas las caras de De La Puríssima y estas, sin embargo, permanecen unidas por una constancia y una esencia contradictorias: el ritmo impuesto por el desbordamiento y por los cambios de intensidad. De La Puríssima ha hecho y hace cuplé, jazz, canzonetta italiana, cumbia… Todo lo excéntrico (lejos del centro) se adapta perfectamente a su mapa de periferia, precisamente porque eso implica distancia, ironía, libertad y autoconsciencia. Hay una parodia de la parodia que resulta inmediata y tangible. Un readymade armónico y polimorfo que parte del tópico para romperlo y desafiarlo.

Ana Folguera Un arco hacia afuera: notas sobre De La Puríssima

De La Puríssima Cuplé. 16 minutos y 48 segundos sagrados

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