Pierre Gonnord

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PIERRE GONNORD EL SUEテ前 VA SOBRE EL TIEMPO THE DREAM GOES OVER TIME


EXPOSICIÓN / EXHIBITION Del 7 de noviembre de 2013 al 19 de enero de 2014 From 7 de noviembre de 2013 al 19 de enero de 2014 Organiza / xxxxx Ayuntamiento de Fuenlabrada facebook.com/cultura.fuenlabrada Centro de Arte Tomás y Valiente-CEAR C/ Leganés, 51. 28945 Fuenlabrada. Madrid facebook.com/ceart.fuenlabrada

LA FÁBRICA Editor / Publisher Alberto Anaut Directora editorial / Editorial Director Camino Brasa Director de desarrollo / Development Director Fernando Paz Coordinación / Coordination Doménico Chiappe Director de producción / Producer Director Rufino Díaz

Coordinación / Coordination CEART

Comisario / Curator Carmen Fernández Ortiz Actividades Pedagógicas / xxxxx Magma Cultura Montaje exposición / xxxxx JMTransArte - CEART Retoque digital / xxxxx Javier Ayuso Seguro / xxxxx Axa - Art Catálogo / Catalogue Pierre Gonnord. El sueño va sobre el tiempo Coordinación / Coordinator Marta Lozano Diseño gráfico / Graphic design Erretres Corrección de textos / Proofreading Álvaro Villa Traducción / Translations Nancy Brown Fotomecánica e impresión / Reproductions and Printing Brizzolis © de esta edición / this edition: CEART / La Fábrica, 2013 © de las imágenes / images: Pierre Gonnord © de los textos / texts: sus autores / their authors ISBN XXXX XXXX XXXX Depósito legal / Legal Deposit XXXXXXXXX

Organización / Organiser Rosa Ureta Distribución / Distribution Raúl Muñoz La Fábrica Verónica, 13 28014 Madrid 91 360 13 20 edicion@lafabrica.com www.lafabrica.com

La tipografía utilizada en este libro es Brandon Grotesque y ha sido impreso en papel Heaven 42 Absolute White Soft The typeface used in this book is Brandon Grotesque and it has been printed on Heaven 42 Absolute White Soft . Fotografía de cubierta / Cover illustration Pierre Gonnord Fotografía de contracubierta / Back cover illustration Pierre Gonnord Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system or transmitted, in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording or any information storage and retrieval system, without the written permission of the publishers, bar exceptions stipulated by Spanish law. Should you wish to photocopy or scan any fragment of this work, go to CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org).

PIERRE GONNORD EL SUEÑO VA SOBRE EL TIEMPO THE DREAM GOES OVER TIME


El Centro de Arte Tomás y Valiente es un espacio singular, que dota de una dimensión irrepetible a cada exposición y, por tanto, propone el encuentro entre el espectador y la obra de arte de una forma especial y única.

The Tomás y Valiente Center for Art is a remarkable space which gives a unique quality to each exhibition thus offering a special and singular encounter between the viewer and the artwork.

En esta ocasión, vamos a tener de nuevo la posibilidad de disfrutar de una exposición excepcional, que traerá a Fuenlabrada la obra de un prestigioso fotógrafo, Pierre Gonnord, francés de origen y afincado en España desde 1997.

Once again, we will have the chance to enjoy an outstanding exhibit which will bring to Fuenlabrada the work of the prestigious photographer, Pierre Gonnord, French by birth and living in Spain since 1997.

No sólo su obra, también su trayectoria, su formación autodidacta, son un reflejo de su fuerza creadora, del impulso vital que le lleva a buscar la esencia del ser humano, a poner de manifiesto su identidad en relación con nosotros, como espectadores, estableciendo un diálogo entre nuestra mirada y la mirada de los personajes fotografiados.

Not only his work, but his career and his autodidactic training are a reflection of his creative force, of the vital impulse that leads him to seek out the essence of the human being, to highlight his identity in relation to us, as viewers, establishing a dialogue between our gaze and the gaze of his subjects.

Son imágenes actuales, reales, pero que a la vez parecen extraídas de otra época, de un lugar que solo existe en nuestra imaginación. Nos traen a la memoria la obra de los grandes pintores del Siglo de Oro y nos invitan a participar en un juego protagonizado por el paso del tiempo y por el territorio común entre las diferentes modalidades artísticas. Por todo ello, quiero invitarles a compartir esta exposición. Será, una vez más, una buena oportunidad para vivir en primera persona una aventura artística que no nos dejará indiferentes, que nos enriquecerá y nos ayudará a conocer la mirada interior del ser humano y, por tanto, la de nosotros mismos. Manuel Robles Alcalde de Fuenlabrada

They are current, real photographs, but at the same time they seem to have been taken from another era, from a place that only exists in our imagination. They bring to mind the work of the great painters of the Spanish Golden Age and invite us to take part in a game in which the passing of time and the common ground between different artistic disciplines are the main characters. With this in mind, I would like to invite you to share this exhibit with us. It will be, once again, a great chance to personally experience an artistic adventure that will leave its mark on us, will enrich us and help us to know the interior gaze of the human being, and as such, our own. Manuel Robles Mayor of Fuenlabrada


El Centro de Arte Tomás y Valiente es un espacio singular, que dota de una dimensión irrepetible a cada exposición y, por tanto, propone el encuentro entre el espectador y la obra de arte de una forma especial y única. En esta ocasión, vamos a tener de nuevo la posibilidad de disfrutar de una exposición excepcional, que traerá a Fuenlabrada la obra de un prestigioso fotógrafo, Pierre Gonnord, francés de origen y afincado en España desde 1997.

Pierre, ¿por qué retratas? ¿Por qué has elegido el retrato como forma de expresión creativa, como lenguaje artístico? ¿Qué te mueve? He establecido una forma de vida y de trabajo en el encuentro con los demás, con otras realidades que me son ajenas, pero que también me unen a una única condición universal. Quiero sentir y celebrar el hecho de estar vivo y luchar contra el olvido de algunas personas, expresar a mis contemporáneos mi propia visión de las realidades que voy buscando y encontrando en el camino. Es un estilo de vida que poco a poco ha cogido cuerpo a lo largo de mis diez últimos años de andadura fotográfica. Lo que empezó tímidamente desde mi estudio en Madrid me lleva hoy a convivir y trabajar en el mismo hogar de las personas que he elegido conocer y retratar: en una casa, un bosque o en el mismo borde de las carreteras secundarias, desde el centro de la ciudad hacia la periferia y últimamente de forma nómada con mi coche. Se ha convertido poco a poco en una necesidad, una obsesión, una droga. Es una forma de sentirme libre, atravesando mis fronteras. He decidido ir a la búsqueda de personas aparentemente más aisladas, más alejadas del mainstream de nuestra sociedad por razones étnicas, políticas… Grupos e individuos amenazados con desaparecer, desplazados por cataclismos sociales. Personas que entran o desaparecen de nuestro mapa bajo nuestros ojos. ¿Tendremos la memoria tan corta y el campo de visión tan reducido para olvidar que fuimos y seremos inmigrantes, que hemos sido y seremos amenazados por nuestras ideas, raza, género? El retrato es una fórmula de vida. Una experiencia que implica el encuentro con los demás. Sentir, cuestionar y expresar. Es un acto vital de confianza y amor. Pienso siempre en imágenes que nos tendrán que sobrevivir en una lucha contra el olvido. Al mismo tiempo siento un deseo de canibalización del otro, del «otro yo», de su diferencia y de la parte común de humanidad. La comunión y apropiación de la belleza, dignidad, fuerza moral y fragilidad que nos asemeja a todos. Es como rebelarse por un instante contra el drama de existir, de vivir y morir. No podemos jamás elegir nuestro destino, solo remar donde creemos que debemos ir, y a veces vamos a contracorriente. El trabajo, mi experiencia vital y fotográfica me dan esa libertad de ir adonde quiero ir, hacia quien tengo la oportunidad de conocer y escuchar. El sueño va sobre el tiempo… ¿Por qué has elegido este título para la presente exposición? Es un verso de un poema de Federico García Lorca, «La leyenda del tiempo» que todos conocemos, extraído de su Primer Romancero Gitano. Lorca es El poeta, el artista que más ha sabido sentir y expresar, en versos, lo intangible de la vida, y por ello la esencia gitana que bien contempló al vivir su infancia en Granada. Lorca aborda la condición humana por su vertiente poética, onírica y atemporal, a la vez que tiene un sentir real de la vida, como el niño que fue. Hoy en día la poesía está en desuso y quisiera recordarla como eje de contemplación. La creación artística de nuestro tiempo se relaciona cada vez más con lo real, como si fuese prosa, como si a veces se tratara de una aproximación científica, olvidando una visión más sensorial y contemplativa de la vida,

nuestra inteligencia emocional. Lorca en su poesía nos habla sobre todo de nuestras propias existencias y de la relación vida-muerte, de nuestros sueños y deseos, desdichas y alegrías. Y es justamente lo que me interesa. «L A LEYENDA DEL TIEMPO» —Federico García Lorca El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero. Nadie puede abrir semillas en el corazón del sueño. ¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta! ¡Qué témpanos de hielo azul levanta! El tiempo va sobre el sueño hundido hasta los cabellos. Ayer y mañana comen oscuras flores de duelo. ¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta! ¡Qué espesura de anémonas levanta! Sobre la misma columna, abrazados sueño y tiempo, cruza el gemido del niño, la lengua rota del viejo. ¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta! ¡Qué espesura de anémonas levanta! Y si el sueño finge muros en la llanura del tiempo, el tiempo le hace creer que nace en aquel momento. ¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta! ¡Qué témpanos de hielo azul levanta! (Federico García Lorca, Así que pasen cinco años [1933]. En Obras completas, Tomo II. Ed. Aguilar, 1986, 22ª ed., pp. 560-561) A lo largo de tu trayectoria has tenido encuentros periódicos con gitanos. ¿Por qué te interesa este grupo?, ¿qué tiene de particular para ti? En nuestro mundo contemporáneo, hay tantas formas de ser gitano como personas. Pero creo que toda vida gitana lleva doble karma, procediendo siempre tanto de la cultura y de la nación donde ha nacido uno como de la diáspora histórica, racial y cultural de la gran nación gitana. Es una etnia hoy reconocida de 16 millones de personas en todo el mundo. Dentro de la misma Península Ibérica han contribuido a forjar un tejido cultural muy palpable, mestizado con las raíces indígenas, y a forjar su propia historia. Es un pueblo de reyes y reinas, hecho de huesos y carne, pero vestidos de su propia leyenda con una historia sin escribir, transmitida de boca en boca. (Añadir un mapa histórico de migraciones gitanas en Europa) Los gitanos siempre han ejercido una gran fascinación sobre nuestra sociedad occidental y sobre el inconsciente colectivo. Hasta tal punto que los creadores, artistas del siglo XIX e inicios del siglo XX optaron, casi todos, por un modo de vida «bohemio» al margen de los cánones establecidos y la vía más convencional


del éxito, queriendo alcanzar esa libertad nómada de los gitanos, que también fueron una fuente de inspiración constante. (Añadir “La Gitana” de Van Dogen). Hoy en día no son tanto los artistas (incorporados a un especulativo star system de difusión de su obra), sino los jóvenes de los suburbios, las periferias urbanas, que huyen de un mundo globalizado del cual se sienten rechazados. Esta juventud neohippie, opta, como el poeta Arthur Rimbaud, o Vincent van Gogh, por lanzarse a la carretera sin más bagaje que lo puesto y un perro como único compañero de viaje, emprendiendo un «Gran Tour» nómada, sin billete de vuelta, dando la espalda a un (determinado) mundo que ha dejado de interesarles. Je m’en allais, les poings dans mes poches crevées;
 Mon paletot aussi devenait idéal;
 J’allais sous le ciel rase, Muse ! et j’étais ton féal;
 Oh ! là là ! que d’amours splendides j’ai rêvées! «Ma bohème» (Arthur Rimbaud) 1870 Me iba, con los puños en mis bolsillos rotos… Mi abrigo también se volvía ideal, Andando, bajo el cielo raso, ¡Musa, te era tan fiel! ¡Cuántos grandes amores, ay ay ay, he soñado! «Mi bohemia» (Arthur Rimbaud) 1870 El pueblo gitano, a pesar de haber cambiado de rostro a lo largo de los últimos siglos, sigue siendo embajador de una vida sin ataduras, errante y solitaria, indomable ante las convenciones sociales, resiste frente a esas nuevas normas de la globalización (que son el nuevo rostro del burguesismo conservador de los siglos XIX y XX). Maestros de la libertad, pero beneficiándose de nuestros progresos sociales, son a menudo rechazados por los payos y aceptan el sacrificio a pagar que, a veces, alcanza el odio, la discriminación. El pueblo gitano ha sido fuente de inspiración de muchos artistas y ha estado también sujeto a muchos tópicos y clichés. Desde tu experiencia al convivir con gitanos, ¿qué opinas acerca de esa mitificación? Desde que aparecieron en Europa en el siglo xv, procedentes del norte de la India, los gitanos no han dejado de alimentar las imágenes, quimeras y mitos que de ellos nos hemos forjado. La mayoría de esos clichés son falsos, pero otros son debidos a la verdadera historia, a la idiosincrasia del pueblo calé y, aunque haya tantas formas de ser gitano como payo, blanco y negro, hombre y mujer… esas imágenes, sean verdaderas o falsas, nos resultan necesarias para comulgar con ellos, contemplar su belleza, acceder a nuestra propia identidad y redescubrir elementos perdidos de nuestra condición humana. Y aunque el pueblo gitano desde hace tiempo opta por ser más sedentario y vestirse con el hábito de la globalización, hay algo que se resiste a desaparecer. Cual Prometeo o las vestales de la antigüedad, los gitanos son los conquistadores y los fieles guardianes de nuestro fuego primitivo ya apagado, de nuestra libertad encadenada y los conocedores de unos secretos perdidos para siempre. ¿En qué se diferencian los gitanos que retratabas en los años 2007/2008 de los de ahora? ¿Qué nexo común comparten con los demás retratados, con la gente que has elegido retratar? El primer trabajo nace de mi estancia en Sevilla en el año 2007, a raíz de mi exposición en el Museo de Bellas Artes de la ciudad. Permanecí muchos meses en Sevilla y conviví con algunas familias gitanas que habitaban los barrios llamados las Tres Mil Viviendas y Los Pajaritos, dos zonas geográficas en la periferia. Esos barrios tenían una fama «mediática» conflictiva, aunque he encontrado y

conocido la hospitalidad de familias que viven una vida más tranquila con sus trabajos, mercados, escuelas, padres y niños, e historias vitales como en cualquier barrio, a pesar de los desajustes que originan las periferias urbanas. Esas familias vivían en casas y pisos y son sedentarias desde hace muchas generaciones en Andalucía. Sigo en contacto con muchas de ellas. Las familias gitanas que ahora veo y retrato en el Alentejo portugués son muy distintas. Son nómadas dentro de una región que es suya desde hace generaciones, pero habitan tiendas de campaña en campamentos situados en pleno campo a las afueras de las principales ciudades, como son Beja, Estremoz y Évora. Sus medios de transporte son carros tradicionales arrastrados por mulas. Viven de su trabajo como criadores de caballos (hoy en plena recesión), chatarreros y sobre todo braceros estacionales en las zonas de cultivos frutales y vitícolas más intensivas de la Península Ibérica, como son La Rioja, Extremadura, Ribatejo y El Ejido almeriense, pero también del sur de Francia. También existen barrios gitanos sedentarizados en las afueras de todas las grandes ciudades portuguesas que dan pie a una mayor integración en el tejido laboral y a la escolarización de la juventud. Hay obviamente un nexo común físico y cultural entre esas dos comunidades gitanas española y portuguesa, sedentaria y nómada, como lo hay entre todos los gitanos de la misma Península Ibérica. No existe realmente un concepto de frontera y todos los gitanos portugueses dominan la lengua castellana, pues se mueven a ambas orillas del Guadiana. Al margen de tener una región o ciudad como punto de amarre, los gitanos tienen grandes puntos de encuentro, que son las romerías, los mercados y las ferias, como pueden ser la de Zafra (España) y Viana del Alentejo (Portugal). El sentido gitano de la familia es fuerte, fiel y amplio; las alianzas grandes, y siempre tiene uno la sensación de que hay un cierto grado de parentesco. La familia es la estructura social por antonomasia, la institución más importante y por ello condiciona todas las facetas de la existencia desde el nacimiento, la educación, el matrimonio, la muerte y el luto. Las comunidades sedentarias de España parecen más permeables a los cambios procedentes de nuestra sociedad contemporánea, mientras los gitanos nómadas del Alentejo mantienen un estilo de vida muy tradicional. «Gitanos», «Paisajes» y ahora «Bestiario», series elegidas para esta muestra. ¿Por qué animales? El hombre y la naturaleza unidos, inseparables para generar vida. ¿Crees que somos inseparables? Nuestras sociedades globalizadas han creado un nuevo planeta urbano, de grandes megalópolis interconectadas entre sí, donde solo nos queda el resplandor, el recuerdo fugaz de una vida rural anterior, oriunda de la madre naturaleza. Ese mundo rural fue la base de la organización social y de la vida económica desde los orígenes del hombre hasta los albores del siglo xx. La tierra hoy se muere en Europa, donde no da suficiente rendimiento bajo invernadero o en llanuras extensivas. Se abandonan regiones que no producen las riquezas suficientes y su población desaparece frente a nuestra indiferencia e ignorancia. Acabamos por creer que nos hemos inventado a nosotros mismos, poniendo un ojo ajeno y extraño en el reino animal y vegetal, los ciclos de la naturaleza, sus milagros y accidentes. Rechazamos y procuramos olvidar el verdadero reloj biológico de los seres vivos que somos y acabaremos completamente inadaptados al pulso del planeta que nos ha engendrado y acogido. La contemplación de la naturaleza se ha convertido en un espectáculo a lo National Geographic, en ocio o en una amenaza estéril que anuncia nuestro fin irremediable, cuando nuestros ojos buscan ya otros planetas. El viaje fotográfico es mi oportunidad para emprender una búsqueda hacia esos orígenes y empezar a aprender de los últimos supervivientes de esos escenarios naturales. Desde hace varios años he decidido acercarme a esas raíces, encontrándome con grupos y personas que siguen luchando en ese mundo rural en desaparición, ampliar mi mirada hacia otros territorios más allá del retrato humano. El viaje fotográfico que llevo


haciendo desde hace años ha sido pensado para desarrollar un discurso entre las personas que habitan esos territorios, los espacios, y las fuerzas vivas de la naturaleza. Quiero indagar en lo posible la simbiosis y el mimetismo que existe entre nosotros los humanos, los animales y un marco de vida natural. El Alentejo es una tierra milenaria que ha cambiado muy poco desde el Imperio romano y lleva en su piel nuestra propia historia. Tierras fértiles que proporcionan los mismos frutos a las grandes fincas construidas sobre las antiguas villas patricias: viñas, alcornoques, encinas, trigo, olivos… Los animales son también los mismos: equinos, ovinos, puercos, bovinos… razas autóctonas milenarias de la misma Península Ibérica. He visitado hace poco una antigua finca romana del siglo i a.C. en la provincia de Portalegre, descubierta hace pocas décadas en medio de una llanura fértil de trigos y viñas. Además de poseer un baptisterio paleocristiano espléndido, los suelos de mosaicos de extraordinaria calidad representan los mejores especímenes de razas de caballos de aquella época, todavía existentes en nuestros días. Esto me ha generado la necesidad de investigar en un bestiario, de retratar a esos animales. He empezado a incorporar al ritual fotográfico los caballos de las familias gitanas, que son los lusitanos y los sorraias. La naturaleza mantiene unidos al hombre, la fauna y la flora en un fuerte equilibrio de vida y muerte, iguales en su ciclo de reproducción. Dedico tiempo a recorrer y contemplar el Alentejo, pues las personas y los entornos tampoco han variado a lo largo de los siglos. A ambas orillas del río Guadiana, los rostros majestuosos nos hablan del equilibrio mestizo de las antiguas razas lusitano-romanas, arábica y hebrea que constituyen nuestra historia, así como la del pueblo calé. Hoy en día los gitanos nómadas de Portugal están entre las personas que mantienen la mayor conexión con la tierra. Igual que nuestros primeros antepasados, siguen viviendo en tiendas de campaña en entornos naturales, bajo el cielo y las estrellas, buscando su asentamiento en lugares próximos a una fuente de agua, sea pozo, río o manantial para la vida y la higiene del clan. Mantienen el fuego que calienta, ilumina y alimenta. Rodeados de sus caballos y animales, se desplazan de día y de noche en carros arrastrados por mulas dentro de un territorio y una compleja red de carreteras secundarias, a veces olvidadas por nuestra sociedad, antiguos caminos rurales. Tierra, agua y fuego estrechamente abrazados para la dura supervivencia del hombre. Hay una organización muy precisa en esa sociedad nómada tanto en lo material como en lo humano. La familia en su sentido más extenso es la base de la pirámide. La libertad creativa de una persona como tú, Pierre, que eres un artista en movimiento, en búsqueda, pasional y viajero, se relaciona directamente con la libertad vital, en este caso, la de los clanes y grupos que encuentras. En tu proceso creativo general, ¿qué impulso te lleva hasta encontrar a tus retratados? Como he dicho anteriormente, mi viaje camina hacia grupos humanos con fuerte identidad cultural. He elegido al individuo anónimo miembro de un clan social con raíces bien arraigadas en una historia ancestral, un individuo seguro de su identidad cuando la nuestra se vuelve borrosa. Personajes extraídos de tribus alejadas del epicentro y del bienestar material, del ruido de la uniformidad de nuestra sociedad urbana. Rostros que brillan con una luz distinta. Me gustaría romper el silencio hecho alrededor de ellos preservando a la vez su halo de misterio. Explorar esos márgenes es mi manera de reconocer la importancia del silencio construido socialmente, pero sobre todo de rendir homenaje a esos «otros nosotros», testigos de una existencia que les es tan propia como única. Personas habitadas por una extraordinaria fuerza vital. ¿En qué momento tienes claro tu sentir y decides quiénes son los elegidos para que os miréis a través de tu cámara? ¿Qué preámbulo ocurre antes de plasmar un retrato?

Creo que el mejor preámbulo a mi trabajo es el fruto del tiempo que he dedicado, sin ninguna prisa, a vivir, a acercarme a determinadas zonas geográficas, grupos sociales y sobre todo a individuos, personas con nombres, apellidos e historia. Todo ello hace que haya un verdadero encuentro previo, un acompañamiento, un intercambio de intenciones, un cierto entendimiento antes de la decisión de llegar al ritual fotográfico. Necesito varios, y a veces, muchos viajes para poder conocer a determinadas personas que me pueden interesar. Pienso, por ejemplo, en lo que estoy viviendo en la actualidad con las comunidades gitanas del sur del Alentejo en Portugal. Los primeros viajes de localización, acercamiento y encuentros sin retratar a nadie fueron ya una fuente de alegría y aprendizaje muy grande. Aunque mis personajes siempre pertenecen a colectivos o grupos sociales perfectamente definidos e identificables, no quiero que jamás pierdan su esencia individual, su capacidad para representarse a sí mismos. Las personas que elijo, dentro de un grupo, me interesan por su fuerza moral, su carisma, su gran sensibilidad. Distintas edades del hombre, en los dos géneros, vertientes psicológicas interesantes, rasgos físicos, grados de parentesco entre personajes son los parámetros que guían mi elección. A través de ellos busco también el género humano universal y atemporal. Busco un frágil equilibrio entre lo psicológico y lo sociológico, entre representatividad y singularidad. Hay que vivir, acompañar y compartir lo que se puede dentro de los límites que me ponen mis anfitriones. Pero sí puedo estar a lo largo del camino, discretamente, acompañando, es la fórmula para sentir, intercambiar y trabajar. La mirada… siempre es importante una mirada y puede ser de muchos tipos. Las personas que miran con una mirada firme, de frente, con fuerza…, creo que son las mejores que podemos encontrar, aunque sea un instante. ¿Qué sientes tú al ser mirado por estas personas? He explicado antes por qué voy a la búsqueda de personas extraídas de grupos, clanes y familias a punto de desaparecer y que mantienen una clara conciencia de sus raíces e identidad. Me siento más atraído por ciertos personajes, por afinidad probablemente. Dedico tiempo a aproximarme, presentarme y convivir con esas personas. Cuando me miran, cuando hablamos y luego cuando les retrato es el fruto de un tiempo compartido que suele ser largo. Entonces siento mucha alegría, confianza, calor humano, ternura. Siento su mirada sobre mí, con fuerza e intimidad y con la distancia respetuosa que me dedican y que procuro devolverles en la imagen. Siento la nobleza de sus caracteres, su inmensa sensibilidad y secretos guardados. Siento en sus rostros la huella del tiempo pasado, de generaciones anteriores y de otras por venir. De historias que hemos olvidado y de otras por adivinar en nuestro futuro. Estoy frente al amigo, al conocido y también me transporta hacia nosotros en un ritual de transfiguración. Cuando el rostro de otro eres yo, eres tú, eres nosotros. Entremos en detalles gitanos. Has tenido la capacidad de acercarte a ellos, convivir y compartir momentos tan especiales como para que hayan aceptado colocarse delante de tu cámara. Cuéntanos cómo te acercas a estos clanes. Cómo es su primera reacción ante tu propuesta de retratarles. Quisiera decir primero que los gitanos y su cultura me interesan desde la infancia, desde el primer momento que les vi en el corazón de la ciudad, cuando niños gitanos compartían por unos días los bancos del aula de la pequeña escuela municipal, por el rechazo que suscitaban a veces en nuestra sociedad, pero sobre todo por la inmensa belleza de sus rostros, la idiosincrasia indestructible de su pueblo, el amor a la libertad y la defensa de sus raíces a cualquier precio. Lorca, Baudelaire, Kertész, Cartier-Bresson, Koudelka, Kusturica, Gatlif, Nigel Dickinson (añadir algunas imágenes de Koudelka, Gatlif, Nigel Dickinson, Cartier Bresson y Kertesz) han sabido expresar esa esencia con mucho talento, celebrando con poesía y amor el ser gitano.


Llegué a Sevilla años después de emprender mi viaje fotográfico y decidí visitar el barrio de las Tres Mil Viviendas, de las cuales hablaba tanta gente, en el corazón de la capital hispalense. No conocía a nadie, no tenía nada que perder y simplemente decidí pasear por sus avenidas, bloques, hasta respirar el aire, escuchar sus ruidos, contemplar sus rostros y finalmente toparme con alguien que me diera una oportunidad de seguir allí. Es mi método de viaje, que no ha variado desde mis inicios, desde la periferia urbana hasta los descampados del Alentejo. Hay que darse a conocer, pero antes de nada andar, situar, observar, identificar, escuchar, disfrutar, amar y comprender en el silencio cómo se vive en otros lugares. Después siempre te aparece una persona más abierta para charlar, intercambiar palabras amistosas, escuchar, explicar quién eres, qué te mueve y pedir si puedes acompañar, colaborar, a veces ayudar, sin pretensión de entrometerse. En Sevilla conocí a Bernardo S. C., que fue el primer amigo gitano que me llevó a conocer a muchas otras personas a quienes quiero. Bernardo, caballero tierno y noble, trabajaba como peón temporal en una obra de la construcción en el mismo barrio de las Tres Mil Viviendas. Acostumbrado a luchar duro para alimentar a una familia numerosa, casado, padre y abuelo, jefe de familia con una larga vida de trabajador por los caminos de España, el campo, la minería, el paro, la feria, el cante… Fue mi mentor en las Tres Mil, llevándome de paseo por la periferia, con tranquilidad y elegancia, para conocer y respirar la vida diaria, la verdadera, y presentarme a otras personas de la gran familia. Dejamos que el tiempo hiciera su trabajo al ritmo de pequeños encuentros diarios, amistosos y disfrutados, en largas charlas y silencios. Caminar, escuchar, acompañar al chatarrero en su recorrido, los fieles en la iglesia evangelista, los comerciantes en el mercado local, las madres con los niños en el centro de salud, los adolescentes en el terreno de juego y los pequeños dealers en las zonas más «chungas». Hay que hablar, escuchar, no temer la relación con el «otro», pues ese «otro» siempre te verá con los mismos ojos que tú pongas sobre él. Luego debes contar lo que tú sientes, por qué has venido, tu amor por el retrato y mostrar tus trabajos con sinceridad, contar tu proyecto cuando te parece oportuno. Invitar a quien muestra interés y te lo solicite aunque no te interese, invitar al que te interesa, aceptar los rechazos, montar el estudio en la casa particular en la intimidad, disfrutar las sesiones que son como un ritual amistoso, amoroso. Y al cabo de pocos días, semanas, debes entregar el retrato, las imágenes de la sesión compartida para agradecer y rendir homenaje a la hospitalidad de quien confió en ti. Esas fotos son siempre muy esperadas, como tesoros, frutos del paso del tiempo, de la confianza depositada y pequeños fragmentos de eternidad. Estoy ahora entregado en cuerpo y alma a mi nuevo viaje por el Alentejo gitano. Invitado a participar en la «Trienal no Alentejo», un certamen artístico que invitaba a los creadores a reflexionar sobre la más bella región de Portugal y yo pensaba dedicarme a retratar a los últimos monjes cartujos de la ciudad de Évora. Pero una mañana del pasado mes de abril, me crucé en la pequeña carretera comarcal que va de Arraiolos a Graça do Divor con dos carros arrastrados por mulas que llevaban a una familia entera camino a un lugar desconocido. Ese cortejo cambió mi rumbo… y siguió guiándome por otros caminos nómadas, libres y escondidos de ese viejo territorio. El hombre que llevaba la dirección del convoy se llamaba Rogiero, iba acompañado por su mujer Elena y seis de sus siete hijos (Luís, João, Manuel, Rogiero, Jéssica y Rocío) e iban de camino hacia Évora para dormir. Paré el coche, esperé la llegada del convoy y me presenté. La acogida fue buena y alegre, aunque prudente. Quedamos en vernos al día siguiente frente a la escuela del barrio popular llamado Cruz da Picada para tomar un café. Rogiero acudió puntual a nuestra cita y me llevó luego a conocer a su familia en un descampado situado a las afueras de la ciudad, camino a Beja (la capital del sur del Alentejo). Me quedé una semana en Évora. Desde entonces estoy de viaje, visitando a diario esa gran familia-clan compuesta de hermanos, primos, aliados, amistades y enemistades que se van moviendo en un amplio territorio nómada situado a ambos lados de la frontera hispanoportuguesa, entre las ciudades de Beja, Évora, Estremoz, Elvas, Alter do Chão, Campo Maior, Badajoz,

Zafra… Tengo que reconocer que el entusiasmo gitano es tan grande como su hospitalidad, y que el trato directo y cálido sucede a la desconfianza inicial y los modales estereotipados que nosotros los payos imaginamos. Unos cuidan de los otros, otros de sí mismos. La familia como soporte, como referencia vital es muy importante en el colectivo social y en el individuo. El clan gitano quizás sea uno de los grupos donde esta reflexión se encuentra más arraigada como forma de vida y evolución. ¿Has sentido o escuchado en alguna persona de familia gitana la necesidad de salir de esa estructura para poder evolucionar en libertad? La familia es la base de la sociedad gitana. De ella surgen sus reglas y leyes, su economía. Es garante de la supervivencia de la raza, de la transmisión de su cultura. Los mismos códigos rigen la sociedad gitana en su nacimiento, vida, matrimonio y muerte, hasta en el luto. Hay que entender que ser gitano conlleva el respeto a una serie de valores y comportamientos éticos que son reconocidos dentro del grupo como signo de civilización y madurez. Esos preceptos, enseñados desde la infancia, conforman la ley gitana. Primero el respeto a la familia como institución suprema de la sociedad calé. Se insiste especialmente en el cuidado de los hijos y de los ancianos, que gozan del respeto y de una consideración prioritaria. La hospitalidad es una obligación que debe manifestarse con agrado y atención. Tener honor, que significa el cumplimiento de la palabra dada y la fidelidad a la ley gitana. El sentido de la libertad como condición natural de la persona. El sentido de la solidaridad y la ayuda para los miembros de la etnia gitana como obligación. Y por fin el cumplimiento de las decisiones tomadas por los mayores cuando estos las toman en cumplimiento de la ley gitana. Estamos viviendo en una sociedad occidental globalizada, donde el sentimiento de comunidad está desapareciendo por completo. Ya no existen comunidades, sea en el ámbito regional, religioso, político, cultural… El hombre del siglo xxi pertenece a la gran ciudad para bien o para mal. Todos conectados a la red y atendidos por supermercados, consumimos productos de información que nos hacen iguales a los demás ciudadanos del mismo planeta-ciudad en una segmentación realizada por edades e ingresos, formación profesional, inteligencia, belleza… Toda ley o nomenclatura que escapa a nuestros parámetros nos parece incomprensible. Tomamos decisiones totalitaristas acerca de costumbres ajenas que nos parecen salvajadas. Dentro de la comunidad gitana hay tantas opiniones como personas y las tradiciones ancestrales tienden a suavizarse, diluirse, cambiar en la era de Internet. Los mayores conflictos internos surgen en los barrios asentados, en los cuales se propone un modo de vida similar al nuestro y donde el punto de comparación es inevitable. Esas familias e individuos sedentarizados están viviendo la misma evolución que nuestras sociedades han labrado a lo largo del siglo xx, liberando al individuo de ataduras y frenos para su mayor autonomía de pensamiento: mayor libertad para la mujer, libertad de educación, libertad sexual, alfabetización, contracepción… La juventud tiende a reivindicar los mismos derechos que los payos de su generación. En la sociedad gitana nómada de Portugal es otro cantar. Al estar más aislada, más oculta en un entorno rural en constante desplazamiento, los puntos de encuentro con la sociedad paya se hacen escasos. Me ha sorprendido mucho ver a muchos jóvenes, hombres y mujeres, seguir defendiendo el matrimonio a los catorce años, la virginidad y el luto dentro de su familia. Me suelen argumentar esas tradiciones con respeto y afecto y no tanto como dogmas rígidos. Esto supone pues que la persona fuera de esos criterios será marginada por el grupo. Hay que estar dentro de una comunidad, convivir con ella para entender lo que está sucediendo, qué agentes exteriores pueden amenazar la supervivencia de un grupo social. Hay una fuerte voluntad de sobrevivir, de mantener la identidad, incluso por parte de las nuevas generaciones. Y ello es inevitable.


La mujer. Sueles retratar mujeres muy importantes, quiero decir con ello fuertes, con personalidad, con carácter. Emanan belleza, y sabiduría: esa que se consigue por las experiencias vividas y asimiladas, esa que queda en la luz de la mirada, en el mapa de la piel. En el clan gitano sabemos que el papel de la mujer es fundamental, ¿cómo percibes a la mujer gitana? Toda sociedad basada en la familia es a la vez patriarcal y matriarcal. La mujer gitana tiene un poder enorme, en un marco muy definido desde la infancia hasta su vejez. Se casan muy jóvenes, alrededor de los 13 años, con un varón con el que está prometida desde la infancia. La mujer es ante todo la madre que dará a luz siendo adolescente a los hijos y se encargará de la educación, higiene, salud, nutrición y cariño en ese hogar familiar en constante desplazamiento. Cada mujer tiene su carácter y no hay una definición de la madre gitana, pero las que he conocido son luchadoras constantes por el bienestar de sus hijos, de la familia y con una capacidad práctica desconcertante, a la vez que son madres amorosas. La vejez llega temprano al ser pronto abuelas y cuentan con un grado de respetabilidad muy grande dentro del clan. La viudedad les da un estatuto aparte, protegidas por la familia, pero no pueden volver a contraer jamás matrimonio. Y los niños…, esos niños que crecen libres y, a la vez, muy protegidos por esas mujeres, sus madres, por el clan…, sin una estructura educativa la mayoría de las veces, que vemos contentos y seguros de sí mismos en tus fotografías, ¿piensas que llegan a alcanzar una madurez como hombres que les haría vivir con esa misma libertad fuera de la estructura gitana? Estoy conociendo a hombres y mujeres de raza gitana que se han casado con payos y han asumido su papel de ciudadano, esposo, padre, dentro de nuestra sociedad guardando su idiosincrasia. Otros se han integrado. Todos han hecho el camino que les parecía oportuno. No parecen ni más ni menos libres que nosotros. Se suelen confundir los términos de libertad, ética, principios, deber… La solidaridad social dentro de un grupo te hace más fuerte, mientras no te margine. No trabajo para juzgar ni emitir opiniones, sino para cuestionar y celebrar la condición humana, que nos hace más iguales y a la vez distintos. No hay diferencia en nuestra capacidad de sentir, soñar, amar, reflexionar a pesar de las diferencias culturales. El color negro es característico de tu obra. Se ha hablado mucho sobre la influencia que los maestros clásicos han tenido en el uso que haces de él, en el claroscuro de tu fotografía que nos transporta a personajes del Siglo de Oro español. Negro de fondo, luz en la piel. Y ahora, el negro de fondo con el negro del traje gitano, que a su vez deja entrever la propia piel del retratado, que destaca el terciopelo de tu revelado y este a su vez el pliegue de las ropas. ¿Por qué los gitanos suelen vestir de negro? Cuando tenía doce años perdí a un hermano y otro falleció cuando iba a cumplir los treinta y tres años. El luto en mi familia se lleva por dentro, como en nuestra sociedad contemporánea. Mis padres, mi familia jamás se ha vestido de negro. Cuando yo mostré mi trabajo a un patriarca al llegar al barrio de las Tres Mil Viviendas de Sevilla, ese hombre me dijo «¡Tú has tenido ya experiencia con la muerte!» y su mirada me traspasó. En la sociedad gitana, el luto es un pilar de la vida familiar: materializar mediante la indumentaria y el color el dolor que se siente, la solidaridad y la memoria del difunto. La muerte nos acompaña a todos a lo largo de la vida de forma más o menos cercana y eso explica que tantas personas gitanas lleven vestimenta de duelo en mis retratos. Por otra parte suelo retratar a mis personajes con indumentaria oscura para reforzar la presencia carnal y física sobre fondos neutros entre luces y sombras. Dinos qué emoción o emociones sientes al haber convivido con ellos y al mirar ahora sus retratos.

El retrato es el fruto de mi vivencia, es mi forma de mostrar el mundo tal como lo siento, lo veo, sea fiel o no a la realidad. Los retratos parten de personas que me han marcado, que he ido conociendo a lo largo de mi búsqueda y con quienes he tenido un encuentro, una cierta intimidad y afecto. Son personas que me han abierto su puerta. Por ello tengo siempre el recuerdo sentimental de ellos al contemplar el retrato que han inspirado y de los momentos compartidos, de la historia, del making-off. Pero un retrato va siempre más allá del modelo, pues expresa por encima un estado de ánimo que es personal, pero común a toda nuestra condición humana. El modelo es el portavoz de todos, más allá de su persona, grupo o sociedad. Pero siempre me acuerdo de la historia humana que presta el rostro y el nombre a cada imagen. De la experiencia humana aprendo a desarrollar otra vertiente que mi propia historia no me había permitido nutrir. Es una historia de confianza y estima con gentes procedentes de otros horizontes que se debe vivir con espontaneidad y tacto para que no se apague esa luz tan frágil como resplandeciente. Creo que debe emanar el recuerdo del sueño de una tierra de libertad perdida hace tiempo. La naturaleza. La fuerza de los elementos… es en este caso el fuego. Vida y destrucción, destrucción y vida. O quizás purificación. ¿Qué te ha llevado a fotografiar estos incendios? La casualidad, la búsqueda de la purificación, el deseo humano de unirse a la naturaleza… En mi viaje, a diario, estoy a menudo solo y voy atravesando lugares que se han quedado sin rastro humano. Lugares deshabitados, olvidados, territorios naturales que he decidido «retratar» con la misma mirada más contemplativa y distante que dirijo a las personas, sean las rocas, mares, nubes, bosques, océanos… Ciertos paisajes, al igual que los seres humanos, poseen superficie, forma, temperatura y de un cierto modo alma. Pero por otra parte, he atravesado a menudo accidentes, alteraciones de la naturaleza, fuerzas incontrolables e indomables, como pueden ser tormentas de lluvia, nieve o incendios que me han hecho reflexionar sobre este aspecto cambiante y violento de la vida. Me interesa la conexión entre esos elementos y energías vivas, los ciclos de vida (y en ellos la huella del paso del tiempo), la coincidencia entre lo infinitamente grande, lo infinitamente pequeño y los órdenes intermedios en los que estamos metidos nosotros, los seres vivos. En la incidencia de todo este equilibrio o desequilibrio natural sobre el individuo. El fuego que aparece en mis imágenes es, a veces, provocado por la mano humana para fertilizar la tierra o por imprudencia, pero me interesa más el fuego provocado por las fuerzas naturales. Y la tierra siempre regenera vida después de ese fuego purificador, como el ave fénix. ¿Qué sentiste al estar en estos escenarios naturales? Hay algo curioso. A mis cincuenta años y a pesar de haber crecido y vivido en escenarios bastante urbanos, esos lugares naturales no me eran ajenos. Creo que mi instinto encontraba el recuerdo de algo olvidado, perdido y que han hecho crecer en mí otros parámetros. Me han ayudado a concebir el tiempo y el espacio de manera distinta, a sentir lo pequeño y lo frágil que soy, lo breve que será mi vida. Y por ello han influido en mi manera de sentir y abordar mi trabajo, en el retrato en concreto. Hay una relación sutil entre tus retratos y tus paisajes, ¿el poder, la voluntad, lo irremediable, lo incontrolado…? Háblame de esta relación. El paisaje aparece en mi obra a partir del momento en que dejo la ciudad, sus suburbios, para encontrarme con grupos, individuos que viven en los lugares rurales más aislados y a veces escondidos de la Península Ibérica. Iba a la búsqueda de otras comunidades, de personas en vías de extinción para vivir bajo otros cielos y continuar mi reflexión acerca de nuestra condición humana. Pero


ELENA Y AQUILES — 2013


LISANDRO — 2013

ISAAC — 2013


RUGGERO — 2013


SANDIP — 2011

SHAH — 2011


AHMNON — 2006

MOÏSES — 2006



RAÍCES I — 2009

BRANDON — 2009


MONTOYA — 2008

L ÁZARO — 2008


KONSTANTINA — 2008


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