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Belén y Gema

■ antonio canales | Hablar de estas dos maravillosas mujeres, máximas representantes del baile flamenco femenino actual, es todo un honor y una exaltación a la calidad, entrega y pasión de unas vidas, aunque aún muy jóvenes, llenas de maestría, solvencia y poderío. Ellas, desde muy pequeñas, han entregado sus días a la belleza del eterno arte sin condiciones, poniendo en el empeño sus cinco sentidos y todas sus energías e ilusiones. Se han consagrado al sacrificio supremo de las grandes heroínas de nuestro tiempo. Horas llenas de disciplina, sudor, trabajo incansable y viajes llenos de cansancio y soledades, haciendo con toda esta entrega crecer la semilla del talento que cada una de ellas posee.

Han contaminado y revolucionado el baile de mujer imprimiéndole fuerza y carácter, sin perder un atisbo de feminidad, dulzura y sensibilidad. Y podemos celebrar que, gracias a ellas, el baile flamenco hoy en día goza de una salud envidiable, con una técnica, modernidad y poderío jamás visto hasta el momento en el apartado de la mujer.

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Son bailaoras del siglo XX que han podido admirar y estar acuñadas por las grandes pitonisas y faraonas de ese tiempo ya pasado, pero la explosión de sus artes y propuestas crecen y florecen en pleno siglo XXI. Debemos estar orgullosos de su compromiso y labor para con el baile y ayudar y aplaudir a estos fenómenos que no nacen todos los días y que son verdaderos tesoros para la cultura. Todos debemos contribuir a este milagro de mujeres únicas y luchadoras y genuinas, con nuestra más sentida admiración.

Era de esperar que dos caminos paralelos, aunque de lugares distintos y formas diferentes de ver el baile, acabasen juntas paseando de la mano por la gran avenida donde celebran los triunfos los grandes laureados de las artes. Y tenemos que brindar con emoción por la unión artística de estos dos titanes flamencos de nuestra actualidad.

¡Vaya mi más sentida admiración!

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