Jaime Roos

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ENTREVISTA

TÉ CON ROOS JAIME ESTÁ POR VOLVER A TOCAR PRESENTANDO 3 MILLONES, UN ESPECTÁCULO AMBICIOSO, UN ABANICO DE 40 AÑOS DE CANCIONES QUE PRESENTARÁ EL 17 Y 18 DE AGOSTO EN EL AUDITORIO NACIONAL ADELA RETA. CUANDO ÉL DICE CASUALMENTE: “RECUERDO UNA NAVIDAD QUE PASÉ CON FRANCA…” TODOS SABEMOS UN POCO DE QUÉ HABLA. DEL AMOR, DE SU PASADO, DE LA BÚSQUEDA DE LA LIBERTAD Y DE RECUPERAR LA ALEGRÍA, ENTRE MUCHAS OTRAS COSAS, HABLÓ EN ESTA ENTREVISTA Por JEANNETTE SAUKSTELISKIS Fotos MATILDE CAMPODÓNICO

74/75 Julio 2012

Jaime Roos abre la puerta de living comedor de su apartamento en Ciudad Vieja y tal como lo hizo hace 11 años –y como yo esperaba que sucediera–, inmediatamente después de saludarme, me pregunta por mi apellido: “Es lituano ¿no?”. Como aquella vez, quizá como consecuencia de los misteriosos cordones que corren por debajo de toda comunicación, me ilusiono con su acierto. En aquel entonces estábamos en El Ciudadano, lugar en el que Jaime y su banda se presentaron durante un período los días miércoles, y llegaron a cumplir un ciclo de unos 30 espectáculos consecutivos. Era la época en que tocaban Amor Profundo y la gente –no por primera vez–, deliraba con sus canciones. Ahora es el momento de 3 millones, un espectáculo que presentó a fines de junio en el teatro Gran Rex de Buenos Aires y que se estrena en Montevideo en el Auditorio Nacional Adela Reta el 17 y 18 de agosto. Es un proyecto que abarca la película que Jaime dirigió junto a su hijo Yamandú y que, entre otras cosas, trata sobre la participación de la selección uruguaya en el mundial de Sudáfrica. ¿Qué decir de Jaime Roos cuando todos sentimos que sabemos tanto de él desde hace tanto tiempo? ¿De qué hablar con él, cuando a partir de 3 millones viene dando unas 50 entrevistas? La película era una buen punto de partida. Hacía tiempo que quería ir a verla y no lo había logrado. La fecha de estreno de 3 millones en los cines fue en noviembre de 2011 y estuvo unos tres meses en cartel; durante junio de 2012 volvió a estar cinco semanas en el Casablanca. No pude concretar mi ida al cine sino hasta la noche anterior de mi encuentro con Jaime. Compré mi entrada, saludé a unos amigos que salían de otra función, y me acomodé en la sala que, curiosamente, estaba ocupada por un significativo número de niños. Una vez que las luces se apagaron, la silueta inconfundible de Jaime Roos acompañado por una mujer entró en la sala, para sentarse precisamente a dos butacas de distancia conmigo. Me alegra ese pequeño golpe del destino. Pienso que si existiera la posibilidad de tener un símbolo patrio en formato mp3, la voz cavernosa de Jaime y alguna de sus formas de decir serían un emblema adoptado naturalmente por todos nosotros, mucho más que cualquier cocarda o escarapela bicolor. Jaime me invita a pasar a una parte más tranquila de la casa. Nos acomodamos en unos sillones en un pequeño living frente al mar de la rambla Sur. Si Jaime Roos fuera psicólogo, sin dudas, ese sería su consultorio. Probamos el grabador. Jaime se preocupa de que el registro sea bueno, o para ser más exactos, útil. Entramos en la conversación de a poco, por cualquier lugar: “Por suerte pasó la mayor parte del vendaval a nivel laboral. Todo el proyecto 3 millones, con su posterior proyección en Buenos Aires, con su actual remasterización de sonido –que es la número tres– para la edición en DVD. La película va a cerrar el festival Latinbeat – organizado por la Film Society del Lincoln Center de Nueva York– en agosto, y quiero que esté pronta la versión definitiva. Por otro lado, el estreno del show la semana pasada en el Gran Rex de Buenos

Aires fue dramático puesto que nos hacía falta una semana más de ensayo y bueno, el ensayo general en definitiva fue en el Gran Rex. Al otro día toqué en La Plata en el Teatro Argentino y salió ¿cómo decirte? 300% mejor. A nivel estilístico y tímbrico el espectáculo es complejo, recurro a una colección de canciones que pertenecen a cuatro décadas de mis álbumes y efectivamente el espectador tiene la idea de que le abren un abanico, desde lo más acústico hasta lo rotundamente electrónico, y que pasa por el candombe, la murga, la murga tradicional, el candombe puro, hay tango, hay mucha milonga, hay guitarras criollas, hay cuerdas de tambores completas y batería de murga completa”. Se abre la puerta corrediza. La señora que trabaja tres veces por semana en casa de Jaime trae una bandeja con una tetera, dos tazas, una jarrita de leche, y un azucarero. “¿El Splenda anda por acá?, ¿vos tomás con azúcar o con Splenda?”, pregunta Jaime. ¿Por qué no consumís azúcar? Porque el azúcar tiene calorías y esto no. Lo bueno que tiene esto es que tiene gusto a azúcar y no gusto a edulcorante. No sé cómo hicieron pero es un gran invento. Si bien tomo todo amargo, el té es lo único que me gusta tomar con azúcar... y una nube de leche. ¿Miel no? No. Esas son cosas de hippies que ya dejé hace muchos años. Eso y los tés con gustos florales y toda esa historia. No reniego de ella pero ya pasé por ahí, entonces ahora es té negro Twinings y a otra cosa, el English Breakfast… Pero bueno, te estaba diciendo que el show 3 millones es un universo que ha sido construido a través del tiempo y que incluye una variación estilística muy notoria que le da un gran colorido al espectáculo pues está cambiando constantemente de frente. Ha sido muy estresante preparar algo a contrarreloj, me he metido en camisa de once varas tantas veces en mi vida, que bueno, una mancha más, qué le hace. Ahora, si me preguntás en qué ando o si aflojé, te puedo decir que finalmente llegué a una especie de Xanadú, como en Citizen Kane, aquel lugar de maravillas, la casa donde el personaje va a morir al final. Creo que por primera vez en años he logrado lo que me he propuesto, que es terminar un proyecto y no tener un par más esperando. Tengo de todas maneras que estrenar el espectáculo en Uruguay, lo hice en Argentina, pero el show ya existe. El hecho de tocarlo es una alegría siempre. ¿El trabajo te genera estrés? Trabajar componiendo, no. Te puede despertar angustia o euforia, pero no estrés, porque depende de uno mismo; si a uno se le cansa la cabeza, para y ya está, se va a caminar. Pero si me hablás de tener que estrenar una gira nueva, preparar un show con 30 canciones para 13 músicos, hacer arreglos nuevos de los temas, incluso con integrantes nuevos de una orquesta, y que desde el punto de vista de la iluminación, del decorado, del vestuario, y de los movimientos escénicos,


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