¡Hola de nuevo! Y bienvenidos a la segunda entrega de La Tecuatro, una revista colectiva de ilustración realizada por estudiantes de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia. Estamos muy agradecidos por la acogida del primer número, vuestra respuesta al esfuerzo y la ilusión que hemos y estamos volcando en este proyecto ha sido más que una recompensa, y por eso hemos decidido incluir novedades en este segundo número, contando también con vuestra participación. Además, este mes podéis disfrutar de la portada de una de nuestras colaboradoras, Olmos, así como Ginger como la invitada especial del mes. Por otra parte, tenemos dos secciones nuevas: La Project Room (con algunas de las ilustraciones que habéis aportado) y la sección alternativa, que a diferencia de las demás secciones, cambiará cada mes. Dicho esto, entrad, pasad página y ¡empaparos de nuestros garabatos e inquietudes! El equipo de La Tecuatro
ANIMÁGICOS (Lucía Sánchez)
RECUERDOS ILUSTRADOS (Maria Andreu)
EL FOTOMATÓN (Miguel Feo)
YAMADA A LA COCINA (Clara Milian)
SOBRE AMARILLO (Sara F. Cuesta)
HORÓSCOPO (Ruver)
HOSTAL ALPISTE (Erik Godoy)
SUMMER SPIRIT (Ginger)
OLDIE BUT GOLDIE (Mario Ivanco)
SECCIÓN ALTERNATIVA (Lucía y Clara)
¡¿QUÉ, QUÉ?! (Maria Ivanco)
LA PROJECT ROOM
LA TIRILLA (Olmos)
SOBRE AMARILLO
E L
O V I L L O
El arte me sigue demostrando mucho cada dia. En estos meses de poca inspiración, de baja productividad (meses que hay que tenerlos, como quien deja la tierra en barbecho), se hace muy presente en mi todo lo que NO pinto. Y de ello también aprendo. Observo como mi sensibilidad se adormece, mis ojos dejan de corretear por todo lo que tenga a mano en mi campo visual. La flor se vuelve solo flor, el cielo se vuelve solo cielo. Desaparece el recurso literario. Esto ya me ha sucedido antes y por suerte se que es temporal. No me asusto ni pierdo la calma. Aunque llega un momento en el que la desesperación me invade. Hay que asumir que no todo se puede controlar. Lo que nazca forzado, nacerá muerto. Me limito, pues, a dejarme llevar. En momentos así, mi estrategia es no obligarme, pero sí incitarme. Cuando los sentidos están adormecidos, hay que hacer por que se despierten. Así que me posiciono. Me dejo caer en situaciones estratégicas. Ya me conozco. Paseo, leo, escribo, escucho, comparto, quiero y cuido. Y con ello sólo intento disfrutar, alimento mi alma y sigo. Llega un momento, el que menos habías planificado, en el que algo te grita. Algo te arranca la mirada. Durante unos días no haces nada, solo miras y te preguntas por qué algo así ha despertado todo de golpe en ti. Un dia consigues coger un lápiz y intentas dibujarlo. Muchas veces me obsesiono y pinto algo repetidamente. Desde distintos ángulos, distintas técnicas. Le doy vueltas como si buscara la cara buena de un ovillo de lana. Mientras lo rodeo visualmente y de manera compulsiva, sin darme cuenta se va desenmarañando. Un día te levantas y no hay ovillo. Solo una sorprendente sensación de satisfacción por haber comprendido lo máximo posible de aquello que un día fue un gran y misterioso nudo. Levantas la mirada y encuentras ante ti toda una serie de obras en las que solamente intentabas entender algo que ni siquiera podías nombrar. Es así, espontáneamente, como nacen las obras. Sin presión, sin tiempos. Crecen cuando no miras, como la planta de un balcón. Solamente es necesario saber cultivar. El resto no es cosa nuestra. Está claro que nada es absoluto. Cada persona tiene su metodología. Pero yo abogo mucho por la preocupación justa y necesaria en tiempos de sequía. Tu manera de crear dependerá del punto desde donde mires. De ti “por qué” de ponerse manos a la obra. Desde mi línea de horizonte, pintar es vivir. Y vivir, vivimos hasta el final. Con el tiempo vi que como muchos otros, creaba por necesidad. Para hablar de ciertas cosas para las que no existen palabras. Para tratar aquello que sientes pero está rodeado de una densa bruma que lo deja indefinido. Debo, por ello, crear un nuevo lenguaje. Eso, para mi, es el arte. Necesidad de hablar. Tocar, rozar, alcanzar aquello que jamás podremos (y aun así lo intentamos) acabar de concebir nunca.
Bienvenidos al hostal alpiste, en esta apacible velada las estrellas te cantan y la luna te mece hasta caer dormido.
DOĂ‘A SĂ PIEDA
Quiero una habitaciĂłn para esta noche
no se permiten mascotas.
¿¡Cómo que no?! ¡Tengo cupones descuento!
no me pagan lo suficiente
Es sólo para huéspedes. ¿Y tú sí puedes traer a tu mascota?
#$*%@!!!
correcto.
Pues vas a dormir en el maletero, mi vida
Niña, la quiero con cama de matrimonio. Y que no sea un cuchitril.
menuda petarda.
CONTINUARÁ
Oldie but Goldie Los 7 dioses planetarios de la Antigua Mesopotamia
Tigris y Éufrates. Fuerza y fertilidad. Golfo Pérsico. Agua dulce y agua salada, que se unieron dando lugar a la explicación de nuestros orígenes. Marduk, dios babilonio y rey de los hombres y los países, dio forma al mundo a partir del cuerpo de Tiamat, diosa primordial del mar salado. Este, quedó formado por el cielo, la tierra y el inframundo. De la baba de la diosa, surgieron las nubes; de sus pechos, las montañas; de su saliva, la niebla; y de sus ojos... los ríos Tigris y Éufrates. Marco Terencio Varrón describió al primero de ellos como “vehementissimum” debido a la fuerza de sus aguas. Pese a que no existen evidencias sobre la llegada de los primeros pobladores de Mesopotamia, sí que podríamos considerar a la región de Sumeria (situada justamente entre ambos ríos) como la primera civilización del mundo. Sobre las dulces y claras aguas del Tigris y el Éufrates, se reflejaron las estrellas y los planetas. Los sumerios ya establecieron algunas constelaciones como Leo, Taurus, Escorpio y Capricornio, pues eran grupos de estrellas fáciles de reconocer que les permitieron guiarse en el cielo. De hecho, la religión sumeria estuvo muy asociada con la cosmología. De las siete deidades más poderosas del panteón: An, Enlil, Enki, Ninhursag, Nanna, Utu e Inanna, los tres últimos se vincularon a cuerpos celestes como la Luna, el Sol y Venus, respectivamente. Con el dominio de Mesopotamia a manos de los babilonios hacia el 1900Ac, la región quedó unificada durante 300 años hasta la caída de Babilonia. Ese periodo de tiempo fue suficiente para asociar las siete deidades babilónicas a los planetas que todos conocemos en nuestro sistema solar. Debido al paso de los años y la invasión de Sumeria, los babilonios asentaron los siete dioses planetarios de esta nueva etapa histórica: Marduk. Conocido como el rey de los hombres y los países, fue considerado como la cabeza del panteón de los dioses babilonios. Durante el reinado de Hammurabi fue asociado al planeta Júpiter y al color blanco. Ninurta. Vinculado con Saturno, se trata de un dios guerrero e intrépido conocido por sus hazañas heroicas. También es considerado una deidad agrícola, responsable de las inundaciones y el arado. Su color representativo era el negro. Nergal. Dios de la devastación y el inframundo. Era el responsable de las fiebres, las plagas o las destructivas guerras. También se le asocia a la muerte y, cosmológicamente, es asociado al planeta Marte y al color rojo. Inanna. La deidad femenina más importante de toda Mesopotamia. Conocida también como Ishtar por los babilonios, representa la sexualidad, la guerra, la prostitución, la belleza y el amor. Es una de las deidades con más mitos en la historia de Mesopotamia y su culto implicaba la prostitución sagrada. Inanna aparece vinculada al planeta Venus y al color azul. Nabu. Hijo de Marduk y dios de la escritura y los escribas. El arte de la escritura cuneiforme mesopotámica permitió registrar muchos de los avances de la civilización (tratados de medicina o conjunto de leyes). Nabu se vincula con el planeta Mercurio y con el color naranja. Nanna-suen. Conocido también como Nanna, Sin o Suen, fue considerado el dios de la Luna y el aire. También era considerado un antiquísimo dios protector de los pastores. El dios de la Luna, asociado al propio satélite natural, también estuvo vinculado con la sabiduría en el ámbito de la astronomía y la astrología. Su color representativo es el verde. Utu. Antiguo dios mesopotámico del Sol, fue vinculado a nuestra estrella y al color amarillo. Se caracterizó por ser el dios de la justicia, la verdad y la moralidad. Era considerado hijo de Nanna y hermano de Inanna, quien lo ayudaba a ejercer la justicia divina.
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Texto e ilustraciรณn por Mario Ivanco / @ivanco.art
Summer
Spirit @ginger_artistandcreator
Ginger