Museo del Ferrocarril Aquilino Villegas poeta
No 44 aĂąo 4
manizales, noviembre/2016
conte 4 presentación 6 arte Olga de Chica 1921-2016 10 !Qué Patrimonio! Por: Pedro Felipe Hoyos Körbel 21 caratulas 2016 36 opinión Y se veia venir Por: Hernando Arango Monedero 38 opinión Carta abierta a un funcionario público Por: Pedro Felipe Hoyos Körbel 40 opinión La consigna no debe ser restaurar, sino mantener Por: Frnando Macias 43 caricaturas 54 sociedad Algo sobre Riqueza Por: Pedro Felipe Hoyos Körbel 68 cuentos cortos Perplejas por:León Darío Gil 72 clásico Madre Francisca Josefa de Castillo 75 poesía Aquilino Villegas 98 salud psicopatología de los violadores por: Pablo Isaza, m.d.
enido
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Celebramos el ímpetu y pasión de nuestros columnistas y Colaboradores, más sin embargo sus ideas y emociones no Son la opinión de Letra2 Revista Digital, por lo tanto no somos Responsables de cualquier consecuencia.
Para cerrar las labores del año 2016 y ponerle una tapa que no permita que este año se desparrame Letra2 servirá como cierre. Lamentamos la muerte de la pintora Olga de Chica acontecida a mediados del mes. A su hija Eloina y su familia les queremos expresar nuestras sentidas condolencias. Lanzamos en Letra2 la propuesta de un museo del ferrocarril a nivel nacional que se debería erigir en la Dorada, aquí están los esbozos de esa ambiciosa idea. Las opiniones en este cierre son muy patrimoniales: una vez Fernando Macías toca el tema y también lo hace nuestro director Pedro Felipe Hoyos contestándole al jefe de patrimonio del Ministerio de Cultura que le había exigido que hiciera una rectificación a una columna suya donde advertía peligros para el patrimonio. Hernando Arango a su vez escruta el futuro de Colombia que no parece ser mejor después del esfuerzo del proceso de paz. De humor tenemos una avalancha provocado por el loable Álvaro Montoya. Como es costumbre reunimos las carátulas del año en esta edición. Editorialmente celebramos la aparición de un nuevo libro de hoyos editores, nuestra casa matriz, que versa sobre el editor Arturo Zapata; incluimos con ese fin una carta de Hernando Salazar Patiño al autor. Hablamos de patrimonio, pero en otra acepción cuando presentamos la colección más grande de carros Rolls Royce que hay en Europa. Literariamente continuamos dando besos dejando a los lectores “perplejos” y eso dé cuenta de Rubén Darío Gil. El clásico nos lo aporta la Madre Francisca Josefa de Castillo, la edecana de las letras colombianas. En el campo de la poesía incluimos a don Aquilino Villegas, el manizaleño numero uno precedido por un buen ensayo sobre su obra de parte del director de la Revista. Y la salud la aporta el médico Pablo Isaza que habla del tema de triste actualidad: los sicópatas y sus ansias de matar. Fue un año grato que en breve fenece; para el que viene les deseamos a nuestros lectores las habilidades para sacarle el mayor gusto y provecho. Letra2
PRESENTACIÓN
arte
Con su hija Eloina
Olga de Chica 1921-2016 El 16 de diciembre murió en Manizales, después de una larga vida, la pintora Olga de Chica. Nacida en Filandia en 1921 se trasladó a Manizales para estudiar en la Escuela de Bellas Artes casándose en la capital caldense donde formó y crió su familia. En los años 80 fue tal vez la pintora más activa de la ciudad exponiendo anualmente ya sea en Manizales o internacionalmente. Uno de los grandes reconocimientos que recibió fue haber sido seleccionada su obra para ilustrar las tarjetas navideñas de la UNICEF. Había sido una de las primeras artistas en retomar el tema del paisaje local vinculado al café, muchos antes que siquiera se pensase en un Paisaje Cultural Cafetero.
La primitiva belleza de su obra trasluce un optimismo típico de su escuela que para nada niega la problemática subyacente de la región, simplemente resalta el aspecto del orgullo y satisfacción que siente la gente por la caficultura que engendró muchísima riqueza y bienestar. Con sus colores primarios y su arbitraria perspectiva interpretó Olga de Chica el territorio, nuestro territorio mostrando el poder del arte no dejándose seducir por escuelas convulsas promovidas por descarriados maestros ávidos de encontrar remeros para sus mal calafateados barcos de locos. Descansa ella seguramente en uno de los bellos jardines que pintó donde los colores adquieren mas vida por el sol y la gente sigue sus oficios con satisfacción.
El 16 de diciembre murió en Manizales, después de una larga vida, la pintora Olga de Chica. Nacida en Filandia en 1921 se trasladó a Manizales para estudiar en la Escuela de Bellas Artes casándose en la capital caldense donde formó y crió su familia. En los años 80 fue tal vez la pintora más activa de la ciudad exponiendo anualmente ya sea en Manizales o internacionalmente. Uno de los grandes reconocimientos que recibió fue haber sido seleccionada su obra para ilustrar las tarjetas navideñas de la UNICEF. Había sido una de las primeras artistas en retomar el tema del paisaje local vinculado al café, muchos antes que siquiera se pensase en un Paisaje Cultural Cafetero. La primitiva belleza de su obra trasluce un optimismo típico de su escuela que para nada niega la problemática subyacente de la región, simplemente resalta el aspecto del orgullo y satisfacción que siente la gente por la caficultura que engendró muchísima riqueza y bienestar. Con sus colores primarios y su arbitraria perspectiva interpretó Olga de Chica el territorio, nuestro territorio mostrando el poder del arte no dejándose seducir por escuelas convulsas promovidas por descarriados maestros ávidos de encontrar remeros para sus mal calafateados barcos de locos. Descansa ella seguramente en uno de los bellos jardines que pintó donde los colores adquieren mas vida por el sol y la gente sigue sus oficios con satisfacción.
! QuĂŠ Patrimonio !
Por: Pedro Felipe Hoyos Körbel Tuvo a bien el Secretario de Cultura Lindón Chavarriaga permitirme presentar mi libro sobre el bahareque en Manizales a los participantes del XII Encuentro departamental de Vigías del Patrimonio realizado en La Dorada la semana pasada. De casi todos los municipios se hicieron presentes delegaciones atentas a las conferencias organizadas por el filósofo Director de Cultura en La Dorada Luis Carlos Ordoñez y el Director de Patrimonio Diego Mauricio Echeverri. Este interesante esquema de Vigías le permite al departamento sentir la vivificante participación de muchas personas que desde de la periferia vienen trabajando en el tema patrimonial o afines.
Como observador desconfiado me correspondió constatar que si hay un recurso humano atento al tema patrimonial y que el Estado había diseñado una figura que se ajusta muy bien a nuestras capacidades y necesidades regionales. A los momentos coyunturales de la vida se les puede más fácil descifrar sus designios apoyándose en la dialéctica ya que lo que definitivamente me impactó en la Dorada fue su pasado y su historia y la ausencia total de la conciencia de ella.
Un conocido conferencista hablaba de la cultura del río y que La Dorada era un lugar de paso y de gran confluencia de gente de las orillas del Río de la Patria y a mí se me hace que La Dorada pose, dentro de su casco urbano, el denominador común de todo eso. El Río Magdalena ha sido el eje de un territorio que llamamos Colombia. Por La Dorada pasaron los pobladores originales hace más de 10.000 años; por La Dorada pasaron las canoas de los indios caribes armados de arco y flechas desplazando a las tribus chibchas; la conquista usó el río para penetrar en las tierras indígenas; para la Colonia el río Magdalena era el cordón umbilical por el cual se alimentaba la vida española en La Nueva Granada desde Madrid; la Independencia igualmente se movió estratégicamente durante la guerra a lo largo del río y sus más destacados puertos y en el siglo XIX no sólo las guerras civiles luchaban por su posesión, sino fue la ruta de la penetración del desarrollo en nuestro país.
Del último y más importante momento del desarrollo del país en La Dorada quedan las bodegas del ferrocarril. Incólume el hierro traído de Skinningrove en el Norte de Inglaterra a finalizar el siglo XIX sostiene casi 10.000 metros cuadrados de bodegas que actualmente están en un estado de cuasi abandono debido a que no se ha encontrado un destino apropiado para ese gran espacio cubierto.
Todas las mercancías, todo el café que salía de Manizales y de Caldas hacia el oriente, o sea buscando el Río Magdalena, pasó por esas bodegas. Sin el Cable Aéreo y sin el ferrocarril no ostentaríamos hoy en día la riqueza de la cual nos sentimos orgullosos, sin el transporte mecánico la caficultura hubiera sido imposible. El general Reyes cuando armó el Departamento de Caldas le incluyó un buen pedazo sobre el Rio Magdalena porque sabía que Manizales, su capital, iba a expandir su fuerza hacia ese crucial punto. Y si en los libros de historia nos hablan de la Revolución Industrial llevada a cabo en Inglaterra en el siglo XIX, pues aquí tenemos su exponente tropical. Me pregunto porque nadie ha pensado en usar esas bodegas y montar el Museo del Ferrocarril y llenar esas bodegas de locomotoras y vagones mostrando cómo se desarrolló el país por medio del vapor y del ACPM; documentar las huelgas que hicieron los coteros para lograr aumentos de salarios y como los ingleses, dueños del ferrocarril y del Cable, aportaron, a pesar de todo, a nuestra cultura.
¿Cómo se vería La Dorada, una de las ciudades colombianas mejor ubicadas, con un museo de talla internacional recuperando su pasado y compartiéndolo con un gran número de visitantes? ¿No sería posible que los ingleses de nuevo mirasen a La Dorada y se vinculasen a este proceso o por lo menos compartieran sus archivos para poder escribir la verdadera historia del Ferrocarril de La Dorada? En Caldas hay con quien hacer un espectacular museo. La Universidad de Caldas, interesada en hacer presencia en el oriente del departamento, pose un Centro de Museos montado por la experta Cristina Moreno; hay liceos de historia y centros de historia para hacer las investigaciones históricas indispensables para elaborar un buen guion museográfico y, por último, en los talleres de Ferrocarriles Nacionales en El Corzo hay miles de toneladas de objetos para llenar esas bodegas de información que nos explique y nos preserve nuestro pasado. ¿No es hora de reunir la historia desdibujada de los ferrocarriles en Colombia en un solo sitio? No cabe duda que podremos planificar mejor nuestro futuro económico e industrial si cocemos los esfuerzos hechos en el pasado acerca de ese tema.
Con un museo de esa índole estaría, con un bello esfuerzo y una inversión menor, Caldas creando un centro de turismo que apelaría más allá del complejo Paisaje Cultural Cafetero que sólo cubre una reducida parte del Departamento de Caldas.
Manizales 29 de diciembre de 2016 Señor PEDRO FELIPE HOYOS K. hoyos editores La Ciudad Le doy gracias por hacerme llegar su libro sobre el fundador de la Editorial Zapata. Miré con la debida atención sus gráficas y leí de un tirón su texto, por el solo hecho de conocer como el que más, su tema, conocimiento que viene desde de la infancia, porque en mi casa estaban casi todas las publicaciones de esa Editorial y leí la mayoría de ellas; porque en vida de don Arturo Zapata comencé a hacer esa misma investigación sobre su vida y su obra, acudiendo a muchas fuentes, y con don Arturo mismo, como usted lo supo.
También tuvieron información de antecedentes de mis antiguas búsquedas, las investigadoras Paula Andrea Marín, del Instituto Caro y Cuervo, y Daniela Paola Guzmán, de la Universidad de Antioquia, alguna me visitó para indagarme sobre Zapata y la Editorial y le tomó fotografía a algunas portadas de libros, como la de “Rosalba” y otra ha estado en procura de entrevistarme a fondo acerca de esta cuestión apasionante. Con ellas, inclusive, el Centro de Bibliotecas de
la Universidad de Caldas, a cargo de Nicolás Duque, organizó el año pasado, una Jornada Académica en torno a Arturo Zapata como Editor, en la que fueron conferencistas, y en esa calidad, me invitaron a participar, por mi experiencia y dominio en la tesis propuesta. Ese “importante capítulo de la historia” de la literatura, la sociología y la política colombiana, de las editoriales y las artes gráficas en Colombia, de las letras de Caldas en su mejor período, de la historia de Manizales, emprendida ésta última como historia oral, precisamente con este personaje y sobre él, fueron algunas, de las tareas iniciadas hace más de treinta y cinco años por quien le agradece el envío, de las que quedan documentos escritos como “Don Arturo Zapata, el mejor editor de su tiempo”, publicado en el Magazín Dominical de El Espectador, u “80 años de un Editor”, publicado en el suplemento literario de El Mundo, de Medellín. Estos, entre otros, por la referencia al asunto específico de su publicación sobre “Mesié Zapatá”, como también se le nombraba. Como ve, el suyo era un propósito echado de menos desde hace muchos años y necesario siempre. En su momento, conté con el fervoroso entusiasmo del mejor amigo de don Arturo, el doctor Fernando Londoño Londoño, como lo consignó en La Patria, en su nota necrológica a raíz de la muerte del Editor; con la devoción de Gabriel Molano Ocampo, que me conoció desde niño, por ser amigas y vecinas nuestras familias; con Emilio Echeverri Mejía, que tuvo los primeros originales e instó a la extinta Corporación Financiera para su apoyo; con la manifestación puntual de su necesidad, en discurso público del doctor Juan Luis Mejía, después director de Colcultura, hoy Ministerio; con la exposición de la obra de Zapata organizada por el Fondo Cultural del Café, que usted menciona (p.35), la que se dio en buena parte por el clamor que venía haciendo tiempo atrás para rescatar del silencio y del olvido el brillante pasado de esa labor colosal y la divulgación y celebración pública que hice del arribo a los 80 años de vida, de don Arturo; con las columnas en La Patria de Rodrigo Ramírez “Gaspar”, y los reportajes de este y del
doctor Londoño Londoño. En fin, hasta en fecha posterior, cuando un Gobernador, que dijo no atreverse a hacerlo por pudores familiares de colateralidad con Zapata, le pidió en forma expresa a quien lo sucedía, que ordenara editar mi investigación. Claro que el mejor estímulo y reconocimiento de lo que sabía sobre su campaña cultural y de lo que quería hacer, los recibí del propio don Arturo Zapata, después de muchas conversaciones con él, de tarde entera, con horario preestablecido, disciplinadas y cálidas, al mostrarme cartas íntimas de una historia de amor en Manizales, o las fotografías de su viaje a París, con su señora, en el que fue atendido por su amigo de muchos años, el Embajador de Colombia en Francia, Silvio Villegas. Y en particular, al hacerme depositario de publicaciones especializadas internacionales que destacaban su labor, las páginas del diario manizaleño en las que salió la columna que escribió con seudónimo, materiales que usted no necesitó, y el regalo especial y generoso, de la colección empastada en dos tomos, con la totalidad de los números de la revista “Cervantes”, la suya privada, como muestra máxima de certidumbre en mi proyecto. Para que éste no culminara, ni se realizara la edición de un libro sobre la Editorial y el incomparable aporte de don Arturo Zapata, entre muchos obvios, se dio y se da un obstáculo fundamental, que usted conoce y con el que más de una vez se ha encontrado, pero que usted no ha tenido ni tiene. Por eso, felicito a usted por haber culminado ese propósito y editado el libro sobre la atractiva, extensa e interesante aventura cultural de este singular manizaleño. Sobre su contenido y su personal manejo de la materia tratada, creo inoportuno, o impertinente, o quizá descomedido, cualquier examen en este acuse de recibo, en el que de nuevo le declaro mi complacencia por el detalle de dejar su libro en mi casa. Le estrecha la mano, Hernando Salazar Patiño
opinión
Y se veía venir Por: Hernando Arango Monedero Y lo que presumíamos lejano, parece estar más cerca. No de otra manera se pueden interpretar las disposiciones de las Altas Cortes en nuestro país. Primero, la Corte Constitucional estableció que lo escrito en la reforma constitucional que buscaba dar vía libre al acuerdo a que se llegara con las FARC, operaría siempre y cuando fuera ratificado el Acuerdo en el plebiscito. Como quiera que el resultado de la consulta no fue favorable a lo que se presumía iba a serlo en el plebiscito, a “ruego” del Presidente, la Corte dispuso que la reforma operaría, ya no si era aprobado el Acuerdo por el pueblo, sino que, bastaría con que el
Congreso, como representante de ese pueblo, diera su aprobación a ese Nuevo Acuerdo. Y, ese Congreso, “representante” del querer del pueblo, obsecuentemente dijo SI a lo que días antes el pueblo, su mandante, había dicho NO. De esta manera, tanto el Congreso, como la Corte, cambiaron radicalmente, el primero desconociendo el mandato popular y la segunda yendo en contra de sus criterios. Del Congreso, su conducta resulta explicable, como quiera que de tiempo atrás vendió sus decisiones a cambio de los famosos cupos indicativos, más, resulta inexplicable la actitud de la Corte Constitucional, de la que se esperaba independencia de criterio
y seriedad y firmeza en sus determinaciones. Y a propósito, el fallo de la Corte resultó tan enredado como no se esperaba, al punto de que la señora Presidente no pudo hilvanar los conceptos para explicar la determinación tomada. De esta manera nos quedó claro que la incapacidad jurídica de la presidente tenía efectos contagiosos sobre los demás integrantes de ese cuerpo jurídico y se ratifica la crisis conceptual, humana e intelectual allí dominante. Pero, como ahora en todas partes se cuecen habas, el Consejo de Estado, ha resuelto aceptar una demanda contra el plebiscito. La razón: Hubo engaño al elector al hacerle conocer lo que, en contenido había en el Acuerdo que hacía inaceptable votar aceptándolo. Falso era el que no había pena de naturaleza alguna contra los responsables en las FARC en los secuestros, atentados terroristas, masacres y otros delitos de lesa humanidad. Pena distinta a “permanecer” dentro de un territorio determinado, como sería un departamento o quizás el país. Igualmente, era falso que no habría, como tampoco habrá, pena por narcotráfico. Falso también es el que no habrá pérdida de derechos políticos ni restricción alguna en ese orden. Falso también el que las FARC tendrían acceso a las 16 curules especiales que se creaban en áreas de su influencia. Falsa, también, la forma mediante la cual se dispondría de los 10 millones de hectáreas que los depredadores de los campesinos, ahora posarían como sus redentores. Falsa también la forma mediante la cual las FARC, ultrajantes de las mujeres, ahora posarán como defensoras de su género. Falso, también, que el tal tratado en su farragoso contenido pretendía entregar el ejercicio de la Justicia a personajes extranjeros en una forma, por demás explicita, de entregar soberanía. Desde luego que las amenazas de parte del
Jefe de Estado en el sentido de que las FARC caerían sobre las ciudades de no aprobarse el Acuerdo, no eran más que advertencias piadosas y no arma de terrorismo estatal. Igualmente, el que el acuerdo era inmodificable por ser lo mejor posible y modelo para el mundo, lo que no era un engaño, sino una expresión de lo superlativo que fue el trabajo de los emisarios a Cuba. Y como desde ahora podemos presumir el tenor del fallo de ese Consejo, pues ahora tendremos que, el engaño al elector estructurado de esa manera, dará pie para anular el plebiscito y, si somos consecuentes en un todo, habrá necesidad de realizar otro plebiscito, este sí válido, en cumplimiento de lo “prometido” por el Presidente. Claro, hay que descontar que el fallo sólo hará referencia al engaño, declarará nulo el resultado y de paso reafirmará que el Congreso es el indicado para refrendar el Nuevo Acuerdo. Así, el pueblo, aquel al que se hace referencia a cada rato para darle valor a determinadas decisiones, ahora, y por esta única vez, se ha equivocado, determinación en la voz de los integrantes del Consejo de Estado, a su vez delegados de los delegatarios del pueblo, el Congreso. El Pueblo se ha equivocado, así lo determina el Consejo de Estado, tan castos y “éticos” ellos. Cualquier parecido a lo que sucede en Venezuela, en donde el Pueblo votó, eligió y se equivocó al elegir una Asamblea que no es del mismo parecer del Jefe de Estado, ni de las Cortes. ¡Allá el Pueblo se equivocó también! Así lo decide el Tribunal Supremo en ese país. Después no digamos que nadie dijo. Después no digamos que nadie advirtió. Después no esperemos que otras cosas no se sucedan. Después no lloremos por haber callado cuando nuestra voz aún podía ser escuchada. Quizás mañana será tarde.
opinión
Carta abierta a un funcionario público Por: Pedro Felipe Hoyos Körbel Apreciado Dr. Alberto Escovar Wilson-White, director de Patrimonio del Ministerio de Cultura, recibí su extensa carta en la cual me pide rectifique varias aseveraciones hechas en mi columna Patrimonio en peligro, publicada principio de mes. Seria para mí una satisfacción poder complacerlo, pero no veo en su escrito argumento válido para dar ese paso ya que lo expresado por mi perfectamente representa el criterio y opinión que nos hemos formado muchos ciudadanos interesados en el patrimonio cultural, especialmente en su conservación. Nunca he negado que el Ministerio de Cultura está en el proceso, muy demorado de por sí, de invertir una buena cifra de dinero en Caldas, pero a la vez debo recordarle que estas inversiones se vienen haciendo a raíz de órdenes de juzgados que obligan al Estado a atender el Patrimonio en peligro y no surgen de una planificación. Son acciones populares y ordenes de cumplimiento las que hacen mover a su institución y créame que eso causa un desasosiego en la comunidad. Y cuando sus funcionarios o contratistas se asoman a nuestro terruño a cumplir con una presunta sociabilización pues se hacen las reuniones
y ellos toman las fotos de los asistentes, pero la expectativa de los ciudadanos está, como mucho inmueble, deteriorada. Ustedes se han convertido en expertos en aplanar las esperanzas de la gente, ustedes acuden, las más de las veces, tarde. Manizales tiene una casuística muy peculiar que tal vez Ud. ignore y resulta que el Teatro Olimpia, una edificación emblemática y seguramente la más querida por la ciudadanía, fue demolida y pocos meses después llegaron los documentos que la declaraba monumento nacional. Aplica el sarcástico proverbio: un éxito la operación, más murió el paciente. Hay un miedo en Manizales que pesa. En mi muy corta experiencia como defensor del patrimonio arquitectónico, actividad que he realizado como editor, como escritor, como investigador, como historiador, como conferencista puedo concluir que el gran enemigo del patrimonio arquitectónico lo es el mismo Estado ya sea a nivel nacional, departamental o municipal. Es una triste realidad que me induce a actuar con más resolución. La legislación es cada vez más compleja y los resultados son cada vez más difíciles y demorados; fuera que la voluntad política es materia demasiado esquiva. Temas que se deben resolver versarían sobre la disyunción entre dueño y patrimonio público que no está resuelta y pesa negativamente sobre los inmuebles; o acerca de las Alcaldías que les faltan herramientas jurídicas para poder intervenir ciertos inmuebles que los dueños dañan para acelerar su ruina y forzar la anhelada demolición y así sucesivamente hay una larga lista de propuestas. Referente a sus señalamientos puntuales acerca de la Capilla de las Mercedes de Salamina le pido dos cosas que conduciría a aclarar nuestra discusión: venga y entérese del estado de las cosas y antes de venir estudie los documentos que se le enviaron que sustentan mis quejas. Le hago esta solicitud con el afán de avanzar y no continuar con el desgaste del prestigio del Ministerio de Cultura y recuperar la fe en el “ente rector en materia en la política para la protección y conservación del patrimonio cultural”, de parte de la inconforme y desilusionada comunidad. El Estado tiene metafísicamente la misión de hacer feliz al ciudadano, vuelva realidad ese axioma, venga, empápese de lo que estamos haciendo en Caldas, especialmente en Manizales, así como se lo traté de exponer una vez en su oficina, y se dará cuenta que hay una ciudadanía interesada en aportar de muchas formas para que las cosas se hagan y no sólo se cumplan al estilo centralista, me explico: se dispone en la capital del país y lo que se ejecuta acá es otra cosa. Manizales tiene un patrimonio arquitectónico de gran importancia y seguramente de una mayor implicación económica si se logra articularlo con el turismo. Lo que se ha hecho es mucho, pero Ud. sabe que la mayoría de las iniciativas requieren del visto bueno de Bogotá más nadie negará que con el apoyo de su Ministerio mucho se podría avanzar y colocaríamos el tema del patrimonio en riesgo en términos proactivos y no reaccionarios o en una correspondencia saturada de señalamientos mutuos, como viene sucediendo en las últimas décadas. Por su interés le agradezco.
opinión
La consigna no debe ser restaurar, sino mantener “En los países pobres se construye con cemento y ladrillo, en los países desarrollados la vocación es forestal”
Por: Fernando Macías La aplicación correcta de las propuestas de mantenimiento, que deben adoptarse, podrían evitar el arrasamiento de los sencillos, algunas veces subjetivos, pero hermosos elementos que conforman la principal característica de este legado arquitectural que no admite modificaciones, porque en el viejo estilo está guardada el alma raizal del autentico paisa. “Puedo afirmar, sin
tener la menor duda y sin pecar de exagerado, que el legado arquitectónico de la colonización antioqueña es el mayor patrimonio cultural con que cuenta el país”, afirma Néstor Tobón Botero. “Hay que conocer las cosas para quererlas y cuidarlas”. Ciudades que por su desenfrenado crecimiento y desarrollo pueden parecer apáticas a estos temas, ofrecen ejemplo de
perpetuación de la memoria urbana: en Miami por ejemplo, en caso de inevitable demolición de una edificación histórica o patrimonial, por modesta que sea, se obliga a conservar los elementos arquitectónicos más representativos para que ocupen sitio de honor en la nueva construcción. El esfuerzo por detener la depredación de las ciudades con hitos patrimoniales, nos remite a un problema esencialmente económico, que debe ser asumido con creatividad por las autoridades de cada lugar; en Cali existe una novedosa reglamentación, fruto del estudio permanente y puntal para la preservación de la arquitectura patrimonial que incluye: venta de servidumbres, exenciones tributarias, condonación o reducción de tributos, baja en el estrato de servicios públicos, venta de derechos de densificación, etc. En Manizales, hacia 1.998, el Concejo Municipal concedió beneficios tributarios para los propietarios que restauraran los inmuebles que conforman el Centro Histórico de la ciudad, gracias a lo cual la ciudad cuenta hoy con un espléndido patrimonio de arquitectura republicana. Salamina se caracteriza por el estilo antioqueño de sus edificaciones, conjunto en el que resaltan algunos inmuebles con influencia española (casa Cural, casa de Monseñor Isaza), asomos republicanos (alcaldía, Instituto Técnico Francisco Javier Mejía, colegio de La Presentación) y otros eclécticos, tiene como sello indiscutible el valioso aporte local que a partir de 1.912 introduce el Batangarifismo: cascada multifacética de preciosas propuestas decorativas saturadas de equilibrio, en la que aflora la finura del detalle; el volumen de
las edificaciones de rico ropaje ornamental; en los muebles cómodos y atractivos y en el concepto dimensional del entrañable “Barroco Salamineño”, austero y dinámico. Difícilmente podrá lograrse en el futuro, diseñar o construir tan exuberantes prototipos, acuñados por el genio y el buido buril del gran maestro Elíseo Tangarife, rionegrero de nacimiento y salamineño por merecimientos, creador sin proponérselo de la única escuela artesanal y de ebanistería con raíces propias en la región; muestra panorámica de la perspectiva tradicional más tropical y autentica, emanada de ineludibles términos plásticos, concitados por una enriquecida cultura artesanal basada en la memoria generacional, la observación y la práctica cotidiana, nota personal difundida rápidamente en el circulo maravilloso de la arquitectura salamineña, que se consolidó para sobresalir con méritos propios en la cartilla multifigural de los estilos regionales. Creador incansable, de intenso desarrollo y vasto repertorio, Tangarife, paseo su mestizaje por las más exigentes variantes del arte: dibujante, maestro constructor, tallador, ebanista, tornero, ejecutante de maravillosos juegos para niños como trompos, baleros, yoyos y fabricante de instrumentos musicales de gran factura, hizo saltar los enmarcamientos de los estilos convencionales, imponiendo ornamentaciones basadas en la flora, fauna y personajes típicos salamineños tratados con asombroso hiperrealismo; manipuló las medidas europeas del mueble acoplándolo a la ergonomía criolla; diseñó y construyó sus propias herramientas. Su obra puede compararse con la de Ignacio
García de Ascucha, autor del famoso Altar de San Francisco, que adorna la iglesia del San Francisco, de la más alta ebanistería; superó al excelente ebanista y tallador antioqueño, Gabriel Orrego contemporáneo suyo (1862 - 1958), al célebre Luis Muñoz quien tuvo a su cargo la decoración en madera del templo de la Inmaculada en Manizales, o al esforzado maestro Antonio José Ruiz Campuzano quien nos lego una bellísima obra en madera, que perdura en el templo de Santa Rosa de Cabal, máximos exponentes estos, de la ebanistería regional. El famoso diccionario de arquitectura de Quatrernese de Quincy, aporta sustanciales definiciones sobre los patrones que deben seguirse en lo concerniente a tipología y modelo que corresponde a cada nivel de intervención. Partiendo de conceptos eminentemente prácticos como los que contiene este diccionario, propondremos algunas acciones insertas en textos especializados (10) y también algunas recomendaciones puntuales en materia de conservación para el centro histórico de Salamina. “Lo esencial no son las fachadas, ornamentos o colores, sino la cualidades de las proporciones dadas y de las capas históricas. Solo de la tensión entre épocas surge la arquitectura”. El diseñador de una obra nueva no debe alterar la trama urbanística, lo cual se constituye en un verdadero reto para los maestros, dibujantes o arquitectos que asuman tal responsabilidad, evitando los desplantes arquitectónicos que se suceden constantemente por negligencia de quienes no creen importante respetar la escala original, humana y peatonal, per-
mitiendo que se afecten la modulación, las emociones estéticas y la correcta visualización de los alrededores, desfigurando en algunos casos lo que Karljose Schattner denomina la “Quinta Fachada”, que se observa en Salamina desde el sector de la cuchilla: multiforme paisaje de los tejados, así, se desglosan arbitrariamente los más importantes hitos del casco histórico que van perdiendo su eslabonamiento natural y lógico. Los materiales regionales tienen sus propias posibilidades y como tal deben ser incorporados con profundo respeto, en las propuestas que se presenten para adquirir licencia de construcción o intervención. No solamente el Centro Histórico debe mantenerse, supeditando el cuidado y protección a los bienes que aparecen en el levantamiento de 250 predios con fichas técnicas, que dieron nacimiento a Salamina como “Monumento Nacional”. También algunas edificaciones periféricas de enorme valor patrimonial, igualmente tapiales, aleros, bahareque, parques y su vegetación etc. Para adoptar una solución integral y acertada en materia de conservación patrimonial, se deben introducir políticas que motiven a los habitantes para que habiten las bellas y enormes casonas que integran el vecindario de inmuebles de interés y que se encuentran subutilizadas, haciéndonos temer por su futuro, cuando desaparezcan o emigren sus actuales propietarios y teniendo en cuenta el mal estado estructural que presentan en su mayoría, - “cayéndose a pedazos”-, mientras se maquillan superficialmente las fachadas.
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sociedad
Algo sobre Riqueza
Por: Pedro Felipe Hoyos Körbel Bajo el título “Del Tener o del Ser” Erich Fromm publicó en el año 1959 un libro que influenció a varias generaciones. Había sido Fromm un filosofo alemán, adscrito a la Escuela de Frankfurt, que se refugió en los EUA después de la toma de poder de los Nazis y publicó varias obras que le granjearon una mirada denigrante de sus colegas y en especial de la academia, ya que trataba temas de divulgación filosófica captando un gran público interesado en entender la vida y menos interesada en conocer las escuelas y sistemas filosóficos. Fromm en este libro argumenta que el ser y el tener son dos fuerzas que debe cada persona, que cada sociedad equilibrar y que este equilibrio no se rige por un porcentaje único ya que las circunstancias tan diversas de vida hacen que estas dos fuerzas se armonicen de manera distinta, pero que con la supremacía de una de ellas la solidez de una sociedad o la madurez de una persona se vería afectada. Dijo el sabio Fromm que entre esas dos fuerzas hay una complementación más no dependencia ya que surgen de fondos muy desiguales.
Tuve la oportunidad de poner a prueba y contrastar estas ideas. Debo advertir que al ser colombiano, o sea un hombre del Tercer Mundo que fui coetáneo del auge de la mafias colombiana en los años 80, donde el dinero mal habido y excesivamente rápido, gradualmente desmontó la poca civilidad que se había acumulado a través de los años; que fui empresario en un país con una insuficiente infraestructura física y con una inflación, en esa época, del 28% y tasas de interés bancario de hasta el 38% y actualmente activo como hombre de letras en un país cuyo Estado sufre su mayor crisis de corrupción haciendo imposible la articulación de la cultura y de la educación, el tener es algo que se me escapa, que según Fromm no logro conjugar. Digo que el ser no se le puede sacrificar el tener, actitud que la mayoría de mis compatriotas no comparte con migo, creo que ni siquiera se hacen ese cuestionamiento.
Conocí, al lado suizo del lago de Constanza, en un pueblillo de tal vez 1.000 habitantes, la colección privada de carros Rolls & Royce más grande de Europa. 35 bellos automóviles de las más prestigiosas marcas del mundo estaban bellamente expuestos en el sótano de una casa particular, nada estafalario. El nombre del amable propietario de esta riqueza no lo mencionare, no por exigencia sino por prudencia, sentiría una gran pena si a este hombre, gente imprudente, lo fuesen a incomodar después de la generosa acogida que me dio a mí y mis preguntas. Desde afuera la casa tenía aspecto de una casa bella, propiedad de algún empresario exitoso, más carecía de lujos o ostentación de alguna forma. No vi ningún sistema invasivo de seguridad o reja que separase la casa de la calle, fuera de una discreta cámara. Atento, desde la ventana de la cocina el dueño me hizo señas donde ubicar el carro en que me trasportaba.
Un hombre alto y fornido de 80 años me hizo pasar y después de exponerle mi intención y mi origen, nos hizo café y empecé a tejer una red de preguntas con la intención de atrapar la mayor cantidad de ideas de esta singular pesquisa. Con cordialidad cada una fue resuelta. Me contó la anécdota de su padre que le compró su primer automóvil a los 18 años a cambio que él le prometiera nunca montar en moto. El dueño me explicó que es ingeniero que a los 35 años ya había ganado su primer millón de francos suizos y que quiso tener un carro a la altura de ese logro. Hay que tener en cuenta que Suiza no sufrió las dos últimas guerras que devastaron materialmente a Europa en el siglo pasado permitiendo una acumulación de riqueza sin parangón. Este hombre heredó una fortuna que a la vez había sido heredad por su padre y debidamente ampliada por estos dos aplicados hombres. No hay que recordar al profesor Pikkety para saber que le es natural al capital crecer, que la riqueza tiende a aumentar bajo circunstancias normales.
Por una puerta común y corriente bajamos entonces al sótano convertido en garaje donde juiciosamente estaban colocados su colección de carros. 35 vehículos, cuyo valor oscila entre 500.000.- y 1.000.000.- francos suizos cada uno, era lo que quedaba de una colección de 42 automóviles. Me aseguró: “Vendí 7 carros, los que más querría, porque siento mi fin cerca y quería tener la satisfacción y tranquilidad de saber que estas piezas quedaran en las mejores manos. Yo no le compro y no le vendo a cualquiera. No se trata de aristocracia sino de nobleza.”.
El ser humano siempre ha coleccionado cosas incurriendo muchas veces en el error en definirse por ellas. No olvidemos que de las colecciones de arte de los reyes surgieron nuestros museos. El conocimiento mismo es acumulativo. Sin Demócrito no hubiese surgido un Galileo y sin Galileo un Einstein no hubiera llegado a sus conclusiones. Cada cual, dependiendo de sus capacidades económicas suma cosas que al parecer son lo material de épocas felices y pasadas.
La mayor felicidad la vive el hombre en su niñez y esta la trata de salvar, de conservar, guardando cosas que se relacionen con esos momentos que el diligente tiempo ya devoró. Recuerdos y memorias igualmente son ávidamente recolectados por el hombre, su cerebro cuenta con una facilidad para eso, por no decir que fue especialmente hecho para ese propósito. Recuerdos y experiencia se relacionan continuamente en nuestras cabezas. Grande fue la satisfacción con la que el dueño me explicó, sin ostentar con detalles, el origen y las vicisitudes de su colección. Cada carro prende y anda, está matriculado y paga impuestos y según un cronograma cada carro sale a carretera manejado por su dueño, ya sea para ir a la panadería por el pan para el desayuno o ir de paseo. Su pasión por los carros lo indujo a publicar un bello libro sobre estos refinados productos de la tecnología y la industria.
Con vender todos estos carros y darle la plata a los pobres y necesitados del mundo poco se haría en benéfico de la humanidad. La pobreza es institucional y es algo sicológico, es por este dualismo que ella es tan compleja y por ende hay más hombres pobres que medianamente solventes en el mundo. Y creo que si Jesús, al igual que al joven rico del Evangelio, le dice a este coleccionista que es hora de salir de todo esto para poderlo seguir, éste lo haría consiente que se deshace de su colección y no de su vida. Este coleccionista es un hombre pragmático, muy suizo, es directo y sencillo. Cierta vanidad y orgullo son muy bien matizados con su bonhomía. En los años 70 y 80 cuando el Partido Verde a nivel mundial y en Suiza asumió las banderas de la conservación del medio ambiente, este hombre se puso a separar en su basura lo reciclable colocando el plástico, el vidrio, lo biológico y lo metálico en bolsas separadas, pero a la vez se ofendió con la teorías de la destrucción de los bosques debido a la emisión de CO2 de los carros. Entusiasta y práctico fundó el partido político del carro para contrarrestar tanta cacería de brujas.
cuentos cortos Perplejas Por: Rubén Darío Gil Su sola presencia anticipaba que eran para un viaje largo. Enfilados conté cinco. Eran buses grandes, muy grandes, equipados para una travesía de muchas horas por páramos, valles y montañas. La borrasca de gente yendo y viniendo de un lado a otro buscando, unos, además de la familia, el bus de su destino donde poder escoger un puesto y descargar y acomodar el equipaje; otros, entre niños, niñas, jóvenes, mujeres de todas las edades y hombres de todas las calañas buscando, con ansiosa impaciencia, el perfil, el rostro, los ojos de alguien que debía con precisión encajar en el corazón y en el recuerdo. Tomando distancia, empinándose, encaramados en el sardinel, en los guardachoques de los buses, acaballados en la espalda o en los hombros del más grande, de pronto avistaban por entre el gentío al ser que buscaban; así terminaba la ansiedad y comenzaba la felicidad. Luego, y en medio de jubilosos manoteos, gritar sin cesar su nombre hasta que, por fin, esquivando tumultos, eludiendo personas, zigzagueando buses, brincando maletas, con frenesí se abalanzaban al encuentro. Mamá, papá, hermanos y hermanas, tíos y tías, sobrinas y sobrinos, novias, amantes, amigas, amigos y vecinos buscando abrazarlo, se agrupaban compactos a su alrededor. Como la misma escena se repetía por doquier, nadie tenía conciencia de lo que sucedía por fuera de su propio círculo, tampoco los conductores y ayudantes de los buses que, inconmovibles, menudeaban el tiempo sacándole lustre a los adornos de la cabina o frente a un espejito de bolsillo echándole uña a las espinillas de la cara. Yo era un intruso o, más que eso, un extraño entrampado entre un gentío que solo sabía hacerse ternuras, decirse cariños, darse besos y abrazos; un intruso y un extraño que, cuando trató, no lo dejó salir la visión arrobadora de una mujer de ojos verdes, hermosa que, cargando en un brazo a una niña, con el otro agarraba por el cuello a un hombre que besaba con descarada y absoluta pasión; la niña, mientras tanto, desapercibida de todos y de todo, curioseaba gozosa el moño encarnado que adornaba la blancura de su blusita de boleros. En lo que parecía ser un
escenario convenido, este cuadro tenía ocasión debajo de los ramajes de un sauce que debió aguardar todos los años para que esta historia lo embelleciera. Tengo plena conciencia de que al día, un martes de junio, lo entibiaba un sol tan agradable que nadie lo tomaba en cuenta; algunos, muy pocos, sacaban un instante para darle un vistazo a los gansos que, sin sus alharacas, se espulgaban al pie de la pileta. Lo que vengo contando sucedía al frente de la Escuela de Carabineros, donde se despedía un contingente de sus egresados con rumbo a la costa Caribe de Colombia. Iban pulcros, de vestido, sin corbata, afeitados y todos motilados, creo, con la misma tijera: eso era evidente en el estilo del corte, más oscuro en la coronilla que a los lados, y con un trazo muy alzado en las patillas, casi a ras de las orejas, que los hacía ver aniñados. La inminencia de la partida le puso otro color a las circunstancias. Batida por el primer anuncio de la ausencia, la muchedumbre se removió en sus entrañas. Fue un pitazo cortante, aciago, como un latigazo que siguió culebreando en el aire. Las caras se mudaron el desconcierto, pero también el dolor, un dolor que recrudecía la incertidumbre. Vi cuando él, cerrando los ojos para que nada empañara la sensación, como perfeccionando un sacramento, la besaba de un modo casi eterno. Ella, también con los ojos cerrados, se dejaba besar y lo besaba mordisqueándole las comisuras al mismo tiempo que la vida; así duraron hasta que la niña, agarrando a la mamá de una oreja, la metió en los límites de sus responsabilidades. Perpleja, como si de repente la hubieran puesto ahí para oír una sentencia, la mujer del sauce quedó sola. Trató de seguirlo con la mirada, pero los buses, la gente, el corazón y alma se lo impedían. Mientras disponía la niña en el suelo, luchaba por encontrarlo en la distancia. Empinada, agotando la última ración de egoísmo, siguió insistiendo hasta que la niña, llorando, reclamó que la atendiera; fue cuando, en busca de algo, comenzó a rebujar la pañalera. Intempestivamente el hombre, apurado por una urgencia más misteriosa que inexplicable, bregando por no correr, salió apurado buses abajo. Por momentos, momentos mezquinos, zigzagueaba entre los carros buscando, de aposta, envolatar su rumbo. Yo lo seguí. Llegando a la puerta mermó la marcha. En la puerta se paró y, sin dudarlo un momento, de un salto llegó hasta la única mesa que estaba ocupada por una mujer que, con el pelo abundantemente negro y largo, con adolescente ansiedad trataba de encubrir una evidencia amorosa. Acodado en el mostrador, inmutable, el tendero a veces miraba lo poco que la puerta le dejaba entrar de los acontecimientos de afuera, y a veces miraba a un niño que, por el salón, con dichosa emoción de una pita jalaba un carro de plástico; cuando vio el salto del hombre, fuera
de una mirada un poco compasiva, no le provocó otro sentimiento; al niño tampoco, apenas una ojeada de soslayo mientras desenredaba la piola de entre las ruedas del carro. El pito sonó por segunda vez. Sonó y el sonido provocó entre la gentío un largo murmullo de desconsuelo y de rabia primero, y después de afán; se notaba que el tiempo era insignificante para decir lo que faltaba que decir, abrazar lo que faltaba que abrazar, besar lo que faltaba que besar. La mujer se incorporó del taburete, radiante, como si el cielo, por fin, le atendiera un clamor suplicado hace siglos; desmadejó las manos como diciéndole con ese gesto, de indefensión y de entrega: Aquí estoy, haga lo que quiera. De pie, su belleza fue otra cosa: la falda, entallada, como una imprudencia le resaltó sus contornos frutales, lujuriosos. El hombre, cogiéndole las manos, hizo que lo abrazara. Entre los dos se interponía, apenas, el espacio debido para distinguir que él era él y ella era ella. El beso estaba a punto de estallar; algo, sin embargo, obstruía su plenitud. Cogiéndole otra vez las manos, el hombre hizo que le acariciara la cara. Él le acarició la de ella. El beso, ahora, como la brevedad que los separaba, no aguantó un instante más, y se sucedió con una voracidad que mataba la voluntad y la cordura, dejaba por fuera la realidad y el tiempo. Cogidas las caras con las manos, pegados por la boca, más levitando que caminando, el hombre la llevó hasta un rincón propiciatorio de una soledad más cómplice; pero no, yo entendí que lo guiaba otra intención: esconderla lo más que pudiera. Mientras su carro sorteaba la pata de una mesa que le obstruía el camino, el niño los miró por un instante; los miró sin extrañeza o, más bien, agradecido de que lo dejaran al capricho de su juego. El hombre, de pronto, para darse cuenta qué le pasaba y dónde estaba, se arrancó de ella. Ella, hechizada, lo miró como quien mira un enigma y, como si la poseyera una fuerza extraordinaria y la consumiera una sed voraz e incontrolable, lo volvió a coger a besos. El tendero, esta vez, debió pensar que lo que presenciaba era algo anormal, los miró desconcertado y, de algún modo, a su manera se alistó para intervenir si acaso el suceso sobrepasaba la cordura. Lejos, se oyó el motor de un bus que se encendía, seguido de un rumor alto y desesperanzado de la gente que sentía como el tiempo no acataba otro designio sino el suyo: seguir. Y era la señal que esperaban los demás buses para hacer lo mismo. Como si la tierra temblara, la muchedumbre se movía y removía sin atinar qué camino coger. La vida se trastocó. El ambiente se impregnó de humo y de ruidos de buses que iban a arrancar. El hombre, removido por una violencia repentina y brutal, se soltó de la mujer como si se soltara de una tortura inaguantable y dio media vuelta arrastrado por un mecanismo ajeno a su voluntad. La mujer, en
medio de una soledad infinita, acertó cubrir la pena con su cabello y, recostada contra la pared, comenzó a llorar un llanto lastimero y para adentro. Acatando un plan preconcebido, el hombre se quitó el saco y, desde donde las tenía dispuestas, sacó y se puso unas gafas, negras, que lo volvieron otro ser. Antes de mudarse las gafas ojeó al niño con desánimo, con desconsuelo. En la calle, después de cuatro pasos, venciendo quién sabe qué suplicios, se acomodó la actitud de un transeúnte que casualmente pasa por ahí. Y ahí va. Sin acusar ningún resquemor ni ninguna molestia se montó en el bus de la mitad, donde otros ya estaban montados y desde las ventanillas abiertas, hundidos en la tristeza, entre gestos angustiados, batir de manos, cosas y pañuelos se despedían de sus familiares. Atrapada en el desespero, terciada la pañalera al hombro, la mujer de la niña con ella en sus brazos recorría de uno a otro lado la hilera de buses mirando y remirando cada gesto que aparecía por una ventanilla con la ilusión de encontrar los ojos, el rostro, la luz de su hombre. Al final, se resignó y se sentó vencida en el borde del andén confiada en que la suerte le iba a entregar una última visión de quien la atormentaba. La mujer de la tienda, agachada en una mesa, se dejaba acariciar por el niño que lo hacía sobándole el pelo y susurrándole ternuras, no salió de la tienda. Si sonó, nadie oyó el pito por tercera vez. Lentos, prolongando el tormento, con su cargamento de hombres y congojas, los buses comenzaron a avanzar. Todavía se veía el batir de manos y pañuelos buscando hacer eterno el último instante. Luego se perdieron por entre la arboleda de cedros que bordea el río. Ya sin los buses, la calle fue paisaje desconsolado y ruinoso de personas que, bregando con los sentimientos, de cualquier modo se quitaban las lágrimas, se arreglaban el dolor, se componían el corazón, la camisa, la blusa, la falda, el pantalón y se disponían a ocupar el puesto en el viaje diario de la cotidianidad. Como desconocidas, las dos mujeres, una al lado de la otra, se encontraron en el mismo andén. Se miraron la condición de ser mamás y se pudieron regalar la gracia de una sonrisa. Una, de una mano llevaba a su hijo que llevaba apretado a su pecho un carrito de juguete. La otra, cargaba a la niña dormida en su regazo. Abordaron el mismo bus urbano; las vi. Yo era el único que sabía que las dos soportaban un nudo en la garganta y que sus corazones palpitaban por el mismo hombre, y eso todavía me friega la vida y todavía, a veces, me refriega el alma. No queda completa esta historia si no digo que, pasados los años, en el lugar del sauce perdura, como una monumento al desolvido, un muñón leñoso que lo desentristece la fiesta de colores de una enredadera que crece al capricho de sus extravagancias amarillas.
clásico
Madre Francisca Josefa de Castillo Una de más figuras más interesantes de la literatura colombiana es la monja Francisca Josefa de Castillo nacida en Tunja el 6 de octubre de 1671 y muerta en la misma ciudad el 22 de febrero de 1742. Por ser mujer ya cuenta con una atención especial y si a ese hecho se suma el que durante la Colonia la expresión artística en nuestra Patria era demasiado escaza, la religiosa de Tunja parce ser un hecho muy especial. Ella logra en sus textos hacer una agotadora incursión en su vida interior con un idioma fácil que refleja situaciones muy cotidianas. Todos sus textos son una especie de diario o de reflexiones sobre su vida y como ella de forma inteligente trata de racionalizarla. Fueron sus confesores los que le ponían esa tarea que en su desarrollo llegó a obtener el formato de una autobiografía que llevó el nombre de “Vida”. El tema religioso refleja una actitud típica de la sociedad española que veía en la religiosidad un ideal que seguramente se acentuaba aun mas en tierras americanas reforzando tal vez un contraste contra el mundo tropical e indígena. Asociar el motivo de escribir de Francisca Josefa de Castillo con el de Rousseau en sus Confesiones puede ser una comparación interesante ya que hace el mismo énfasis sobre el yo que relata y conduce el relato que no abandona un mundo interior. Traslucen en sus escritos una mujer fuerte, original, inteligente y demasiado sensible; enclaustrada en un mundo que no tenía los rudimentos para entender sus intereses y su emotividad. Estos textos escritos como diarios o confesiones seguramente le podrían ser útiles a un sicoanalista para recrear un perfil sicológico de esta notoria exponente de nuestra cultura y comprobar que los males mentales de esa época muy poco se diferencian de los de hoy en día. Es probable que muchas escritoras actuales quisieran tener el desparpajo y el hilo conductor para relatar sus ideas, sus vidas y sus anhelos. Es Francisca Josefa de Castillo mucho más personal e intima que su gran colega santa Teresa de Jesús la cual posee una profundidad y solvencia teológica que a nuestra madre tunjana se le escapa. Su obra poética es mejor elaborada desde lo gramatical ya que se orienta en los moldes literarios de su época, pero pierde originalidad ya que son el intento de demostrar maestría y no creatividad, así como sucede en sus demás escritos.
Capítulo II Prosigue la relación de su puericia que tuvo en este tiempo, llamamiento de Dios a buena vida. Si llegué a los ochos o nueve años, en que entró en casa de mis padres el entretenimiento o peste de las almas con los libros de comedias, y luego mi mal natural se inclinó a ellos, de modo que sin que nadie me enseñara aprendí a leer, porque a mi madre le había dado una enfermedad, que le duró dos o tres años, y en este tiempo no pudo proseguir el enseñarme, y me había dejado solo conociendo las letras. Yo, pues, llevaba de aquel vano y dañoso entretenimiento, pasaba en él muchos ratos y bebía aquel veneno, con el engaño de pensar que no era pecado; y así debe de ser en naturales que no son como el mío, que no sacarán de todo males y culpas. Yo bebí mi mal, aunque no lo conocí tan breve; más andando así, me castigó Nuestro Señor con una enfermedad o pena tal, que ahora me espanta, porque eran unas congojas y penas tales, que despedazaban mi alma, y me traían en un horror y sombra de muerte; unas aprensiones tan vivas de cosas temerosas y horribles, que ni me dejaban comer ni dormir, y así andaba flaca y traspasada; lo más de la noche despierta por la casa, sin poder tener sosiego, llorando continuamente, sin saber decir lo que sentía, ni haber quien lo entendiera. En viendo la comida, era morir; en viendo gente, me metía debajo de los colchones dando gritos, y a veces casi desmayada. No sentía ningún dolor en el cuerpo, a lo que me puedo acordar; antes no sentía sino era aquella pena en el alma, y aquella imaginación que me consumía y desmayaba. Cuanto vía, y a dondequiera que iba, me parecía que eran hombres quemados y ardiendo, y a dondequiera me seguían, con un modo de tormento y ansia en el corazón, con una congoja y apretura tal, que parece no vía luz ni vivía más que para sufrir tan horroroso mal. Algunas personas de mi edad, que eran como digo de ocho a nueve años, hacían burla de mí, viendo que algunas veces necesitaba de bordón para caminar; otras se compadecían, y mi padre, sentía amargamente ver que me iba consumiendo, sin saber de qué, ni poderme consolar; aunque con halagos y ruegos me pedía le dijera qué me afligía, y prometía llevarme a las imágenes milagrosas en novenas, mas ni yo lo sabía, ni podía decir mi pena, ni había cosa que me sacara de ella. Como era la mano poderosa de Dios la que me afligía con aquella enfermedad y tormento, y a lo que ahora pienso, en castigo de algunas culpas que había cometido; mas como ciega, y yo no conocía de dónde procedía mi mal, y todas las criaturas parece
me servían de verdugos: el aire, la tierra, etc., el canto de las aves, el agua, etc., y, sobre todo, el fuego como verdugo de la divina justicia. Así ásé, no sé si uno o dos años, y en este espacio se fue aplacando aquella pena; ahora pienso que sería con haberme confesado, cuando vinimos a la ciudad; no me acuerdo con qué ello se fue quitando, y yo tratando de divertirme, y poniendo más cuidado en las galas y aliños; de modo que ya no trataba de otra cosa que de cuidar el cabello, andar bien aderezada, aunque no con intención de cosas particular, sino solo con aquella vanidad y estimación de mí misma, que me parecía todo el mundo poco para mí; a que ayudaban las vanas alabanzas y adulaciones. Nuestro Señor no dejaba nunca de darme recuerdos, y ponerme temores desde el principio. Una noche, estando durmiendo, vía en sueños que una multitud de espíritus malos, en formas humanas espantables, andaban como toreando a una persona, y que dándole muchas heridas, cayó muerta; yo disperté con el susto y pavor que me causó, y a la mañana siguiente llegó una esclava de mi madre a avisarle que esa noche había muerto aquel sujeto; yo no dije nada, aunque después oía contar que había vivido en mal estado, escandalosamente, y después de mucho tiempo, corrió que había aparecido y dicho: que estuvo para condenarse, y que por la devoción que tuvo a Nuestra Señora, se le había conmutado la pena eterna en temporal, hasta el día del juicio; y esto ha sido, y fue muy corriente. Pues en estas vanidades y miserias que digo, gastaba yo el tiempo y la vida, aprendiendo música, leyendo comedias y cuidando de galas y aliños; más algunas veces, mirándome al espejo, me ponía a llorar en él, acompañando a aquella figura que miraba en él, que también me ayudaba llorando. Otras se me proponía; !Oh, si yo me condeno, qué tal arderán mis ojos y mi cara, qué espantosa estaré! Y así me quedaba mirando y me salía del cuarto; más no por eso trataba de más enmienda, aunque algo me debía de servir para mirar sin tanta estimación las cosas en que andaba divertída. Mi madre siempre nos llevaba a la Compañía, porque allí se confesaba y nos hacia confesar, y en este tiempo vía yo a vuestra paternidad que había entrado, siendo ya sacerdote, y estando de novicio, y luego que lo vía, sentía en mi corazón una represión de mis locuras, una compunción y respeto tal, que luego me llenaba de temor y vergüenza, y tapaba con el manto; pero duraba poco esta enmienda, que luego volvía a lo de antes: así llegué a los doce o trece años. Obras completas de la Madre Francisca Josefa de Castillo, Tomo I, Banco de la República, Bogotá, 1968, páginas 7 y 8
poesía
Aquilino Villegas 1880-1940
Siendo Aquilino Villegas uno de los iconos culturales de Manizales, urgía y me tentaba realizar un análisis de su poesía para de esta manera ir organizando nuestras raíces intelectuales, que a pesar, de que uno no esté de acuerdo con sus postulados, es muy importante dentro de la historia de las ideas, saber que se ha hecho en nuestra ciudad en este campo. Aquilino Villegas por su variada actividad personal e intelectual, sé rehusa a ser comprendido y clasificado fácilmente porque los cambios de sus actividades son aparentemente muchos y sorpresivos. Villegas fue entre otros: estudiante de derecho en Bogotá (1897 – 1901), soldado en la Guerra de los Mil Días hasta ostentar el grado de coronel por
su extrema valentía (1900 – 1902 ), poeta, periodista, político llegando a ser miembro de la Asamblea Constituyente (1909 –1910), senador ( 1914- 1918, 1918-1922, 1930-1934 y 1934. 1938), ministro ( 1922–1924), precandidato presidencial (1929), editor-impresor (1926-1928), traductor, editorialista por muchos años en los periódicos El Siglo y la Patria (1922-1940), caficultor, hombre cívico que propulso la creación del departamento de Caldas; líder de la Junta de la Catedral; ideólogo del partido conservador. Todas estas actividades las ejercía con especial dedicación y a veces simultáneamente, pero usualmente él se embarcaba en un proyecto de estos dejando concluido o ya muy adelantado para emprender otra actividad que su mente inquieta le dictaba. Una persona tan polifacética y sin aparente estructura en su evolución personal rompe los moldes para ser entendido y evaluado, más en Manizales.
Si nos preguntasen por su obra maestra, nos costaría un tiempo de reflexión para dar con ella. Se le recuerdan por su “Oración Del Incendio”. Pero entonces ¿cuál fue la actividad intelectual de este hombre? ¿Escribir oraciones sobre las fatalidades su ciudad natal? Esta pieza literaria solamente deja ver una faceta de las múltiples que albergaba Aqulino en su mente y su corazón y en este caso seria su amor y dedicación cívica al desarrollo de Manizales, su cuidad amada. Aquilino con su “Oración del Incendio” conmovió a Manizales, expreso con conceptos y sentimientos el desahucio que sentían los habitantes de la cuidad incinerada, su Oración le dio vuelta al país entero suscitando solidaridad y afán en colaborar en su resurgimiento y a la vez fue una voz de aliento a las víctimas de las llamas. Esta es una de las facetas más recordadas de este artista metido a político.
Su obra poética es en sí escasa y permanece todavía dispersa en varias revistas y periódicos de la época. Actualmente están recopilados en un cuadernillo de poesía que publico Antonia Alvarez Restrepo dentro de la antología de la obre escrita de Villegas “Las Letras Y los Hombres” publicada por el Ministerio de Educación, en su serie Biblioteca de Escritores Colombianos en 1952 y reimpresa varias veces por la Imprenta Departamental. Este cuadernillo apenas cuenta con 9 poesías, de las cuales 2 son traducciones. Otros poemas de Villegas se encuentran en la “Revista Nueva” de la cual Villegas fue fundador e asiduo colaborador en conjunto con los más destacados intelectuales locales a principio del siglo XX. Componían la plana directriz de esta revista Samuel Velázquez, escritor, pintor, cineasta y hombre cívico nacido en Santa Barbara Antioquia, que en esa fecha se encontraba residenciado en Manizales, Emilio Robledo medico, político e historiador, Alfonso Villegas Arango, poeta y político, padre de Silvio Villegas, Juan Pinzón abogado, político e ensayista, Victoriano Vélez, poeta, abogado y político, Juan Bautista Gutiérrez, medico y Alfonso Robledo Jaramillo, banquero, poeta y hombre cívico. Son estos ocho personajes el núcleo cultural más representativo en la historia de la cuidad. La labor de estos hombres fue tan intensa e inteligente que rápidamente catapultaron a su Revista Nueva dentro de las más destacadas en el ámbito intelectual colombiano.
La revista se componía de una muy bien seleccionada é original gama de temas en los cuales desarrollaban sus colaboradores todas sus potencias intelectuales. Su componente político manejado por Juan Pinzón y por otro asiduo colaborador José Ignacio Villegas, precipitaron la orden de clausura para la Revista Nueva de parte del General Pompilio Gutiérrez, lugarteniente para en recién creado Departamento de Caldas, del Presidente general Rafael Reyes, investido de poderes dictatoriales. Esto a pesar que José Ignacio Villegas fuese Alcalde de la ciudad y Alfonso Villegas Arango secretario privado del Gobernador Gutiérrez. En la Revista Nueva publico Villegas, durante los 2 años que circuló, un total de 12 poemas, de los cuales 5 están incluidos en el cuadernillo de “Las letras Y Los Hombres”. Sumamos hasta entonces 16 poesías. Esto da resultado bastante escaso, hasta ahora no he tenido la oportunidad de escudriñar en otras publicaciones sobre todo las de Medellín y Bogotá, comprendidas dentro de los años, 1898 a 1920. Pienso que en ellas se debe esconder otras tantas poesías sobre todo las primeras. J.B. Jaramillo Meza en sus “Estampas de Manizales” (Imprenta Departamental, 1951) afirma en su capítulo sobre Villegas: ” Sus prosas empenachadas y sus poemas modernistas, publicados en Alpha y La Miscelanea de Medellín y en la prensa de esos tiempos en Manivelas, destacaron el nombre de Aquilino en Colombia, como uno de los grandes escritores del país y despertaron la admiración de los jóvenes que empezábamos la vida literaria. Bien lo recuerdo ahora. En el Colegio de los Jesuitas de la capital antioqueña, los muchachos que estudiábamos literatura de bachillerato, seguíamos con devoción la marcha ascendente del letrado manizaleño que cada semana nos sorprendía con nuevas estrofas de acentuado matiz decadente. Solíamos reunirnos en las tardes, en la Plazoleta de San Ignacio, a comentar y analizar versos y prosas de colombianos ilustres.... Aquilino era uno de los más admirados, por la originalidad de sus baladas, por la fuerza lírica de sus cantos, por la inspiración y el sentimiento que traslucían sus creaciones poéticas y por las cláusulas ardientes y rotundas de sus discursos y sus artículos.” Más sin embargo, la mayoría de estas producciones son del principio del siglo y después de 1920, esta voz poética, se silencia, para dejarse sentir en muy pocas oportunidades, como el poema “Los Reyes magos” escrito en 1935.
Aquilino Villegas nace en 1880 en Manizales, hijo de fundadores y empresarios agrícolas. Gente típicamente antioqueña, emprendedora, religiosa, amantes de la familia y todos los nexos que de aquí se desprenden, cívicas y trabajadoras. La sociedad antioqueña republicana tiene varios tópicos que se dan en todas las regiones donde el elemento antioqueño es mayoritario y alcanzan su mejor retrato en la obra del magnífico Tomás Carrasquilla. Las personalidades que se dan en Antioquia La Grande no se dan en otro lado. El aislamiento geográfico y los siglos de historia de esa comunidad crearon obligatoriamente ese tipo de hombre. Su padre hizo parte del naciente patriciado que se esforzó en crear riqueza redundando en empresas de desarrollo para los medios de producción local. Este tipo de forjador no acepta la lisonja de valores efímeros obtenidos por la riqueza, sino ve su mayor felicidad en el establecimiento de un orden a semejanza del que vivieron en sus pueblos de origen. La familia y su entorno que sería la naciente cuidad, fueron su primordial afán. Las intenciones cívicas de estos hombres eran superiores a la pobreza del medio colombiano en el siglo 19. Ellos eran austeros, cultos, católicos, mitad campesinos, mitad señores, regidos por valores morales sencillos que facilitaba un individualismo sano y seguro de sí mismo.
La riqueza física, para estos hombres, no era el punto final en el juzgamiento social. Su madre era el perfecto complemento femenino de la figura del padre. Ambos temperamentos fuertes se repartían las zonas de influencia para formar una familia dinámica orientada más a inculcarles a sus hijos valores intelectuales que de trabajo agrícola. José Ignacio, hermano medio de Aquilino, hijo del primer matrimonio de don Ignacio con doña Emilia Jaramillo, le enseño a leer a su hermano menor en el Quijote. Ninguno de los hijos supero la riqueza heredada de sus padres, pero varios de ellos descollaron en las letras y en la conducción de la cosa pública ya sea como gobernadores o como legisladores. El entorno físico, la cuidad, se cimentaba a cada paso más, su homogeneidad étnica no permitió conflictos sino facilito un crecimiento armónico para la época.
Manizales fue un caso único en la historia colombiana en lo que concierne crecimiento y desarrollo. En pocos años se concentra y se logra en Manizales aquello que tardo a Bogotá y todas las otras fundaciones españolas, siglos enteros. La capital caldense sufrió un desarrollo parecido al de las ciudades de las fiebres de oro que surgían de la nada, más sin embargo el crecimiento de Manizales no fue tan caótico como estaba presupuestado porque contaba con una cepa étnica e histórica homogénea mayoritaria que la anclaba fijamente y la circunscribía a un entorno cultural ya existente y rápidamente le dio directrices. Manizales creció rápidamente, pero nunca dejo de ser una fundación antioqueña, perfectamente encajada dentro de una tradición histórica y cultura. Los elementos foráneos, que en si fueron pocos, son absorbidos y puestos en función de modo de vida antioqueño. Este cordón umbilical seria más sin embargo torpemente interrumpido por los segregarios de 1905, que crearon un nuevo departamento estropeando su vínculo con Antioquia. Aquilino Villegas fue el jefe de la comisión que salió de Manizales para Bogotá con el fin de ofertarle una pluma de oro al Presidente Reyes para firmar el decreto # 0167 de 1905, creando así el ente administrativo denominado Departamento de Caldas.
Manizales, a través del café, el comercio, la minería y la agricultura engendró una notable riqueza que varias guerras civiles que tuvieron a la cuidad como escenario, más sin embargo, no le hicieron mayor mella. Manizales, que fue desde su fundación en 1849 hasta 1905, parte integral del sur de Antioquia y dependía administrativamente de ella, mostró en su segunda generación cierta independencia intelectual. El norte intelectual de Manizales ciertamente no lo era Medellín. A través del comercio de exportación e importación y a través de la minería, Manizales manejaba vínculos con el exterior. Manizales, mas sin embargo si se rendía ante el liderazgo indudable de la capital de la República. Esta “independencia” intelectual referente a Medellín tal vez fue el motor para buscar también la independencia administrativa. La mayoría de los jóvenes manizaleños, que continuaban con estudios universitarios, iban a estudiar a Bogotá con pocas excepciones como Emilio Robledo que estudio medicina en Medellín.
La niñez y juventud vivida por Villegas no tiene nada de extraordinario, altera sus estudios con la labor de colaborar en la administración en las diferentes empresas paternas como fincas ganaderas en tierra caliente, o la hechura del camino de “Aguacatal”. Don Ignacio Villegas siempre involucro a sus hijos en sus empresas trasmitiéndoles ese afecto tan especial a la tierra, su filosofía y sus ciclos que tanto relieve tendrán en la época madura de nuestro estudiado. Su hermano, José Ignacio, si plasmó en varios cuentos cortos esas experiencias con el medio con el cual don Ignacio los confrontaba. En 1898 Villegas ya está instalado en Bogotá, en la Universidad Nacional, estudiando Derecho. Hernando Luchini en su ensayo-biografía de Villegas, publicado por la Imprenta departamental en 1958, “Aquilino Villegas un Varón de la Raza” relata que Villegas escribía de joven en Manizales, novenas y otros opúsculos religiosos, con el fin de hacer algún dinero.
Parece entonces que Villegas ya sabia del alivio que le causa al alma el escribir y fue más bien que en Bogotá encontró un ambiente y un estilo, que era la ultima tendencia intelectual del mundo, en el cual el se veía reflejado. La pregunta consiguiente es si Aquilino salió para Bogotá haciendo poesía o como lo relata en sus trazos autobiográficos lo motivo el medio en Bogotá para vivir la poesía en primera persona. Villegas en su libro “Por que soy conservador” del año 1934, el cual, al ser escrito en primera persona, contiene más de una confesión autobiográfica, nos brinda valiosísimos testimonios de su vida e ideas. Es oportuno resaltar lo exaltado del contenido de dicho libro, que alcanzo tres ediciones, y que hoy en día seria imposible escribir uno con semejantes posiciones, que tal vez se compartan, pero no se expresarían de esa manera, la cual linda con el fanatismo. En “Por que soy conservador” Aquilino pasa revista a 50 años de política colombiana entremezclando en sus comentarios su experiencia y opinión personal. Para la época que fue redactado, Aquilino se encontraba en la labor de publicista haciendo oposición al gobierno del presidente Enrique Olaya y después al de Alfonso López Pumarejo. Es esta faceta de escritor de partido, la faceta, de pronto la más preponderante de su carrera intelectual, en la cual asume enfrentar radicalmente a sus opositores y a resaltar los valores de su congregación ideológica.
Durante años enteros Aquilino publicaba diariamente su columna en el diario local “La Patria” de Manizales y el “El Siglo” de los Gómez, orientando a sus condiscípulos conservadores y atacando al gobierno liberal de turno. A través de su estilo beligerante, a veces cínico, pero siempre directo y fuerte, logra su acometido ideológico: debilitar y poner en ridículo a la contra parte. La crítica es violenta y apasionada, en sus columnas no existe el consejo para el opositor o una propuesta dialogable, no, despiadadamente desbarata a su contrincante haciendo uso de un lenguaje castizo, elegante y seductor. Acerca de su formación poética, y su entorno en la capital de la República, Aquilino Villegas se refiere así: “...Por ese entonces se inició en la capital de la república un movimiento intelectual de singular alcance. Un librero inteligente, conservador por añadidura, dio en introducir los libros de las nuevas corrientes literarias, criticas y filosóficas de Francia. Flaubert, Zola, Gancourt, Maupassant, Daudet, todos los naturalistas se devoraban con ansia por la juventud y entre los españoles, autores como la señora Pardo Bazán hacían las delicias de los aficionados. Para esa generación la realidad, o lo que por tal se tomaba en la novela, ejercía una fascinación increíble. Casi al mismo tiempo adquiriría Bourget el centro de la novela; y Renán, y Lemaitre, y Fauguet, y sobre todo Taine, fueron los maestros de la critica. A poco andar se dio el último paso: un pequeño grupo juvenil que seguía las disciplinas severas de Sanin Cano, escéptico solamente en el fruncido de la comisura de los labios y en la forma de la “boutade” filosofo critico superior a los partidos políticos, lleno de fervor en el fondo, aunque él mismo imagine otra cosa, ese grupo juvenil que seguía el empuje de Valencia, leyó a Remigio de Gourmont y el “Mercurio de Francia”. Devoró todos los poetas y escritores novísimos, parnasianos, decadentes y simbolistas a partir de Dario, del viejo Verlaine a Maeterlinck, Dannunzio en su propia lengua, Jorge Brandes y Sunderman, Stephen George y los rusos de Gogol a Dostoyeswski y Tolstoy y finalmente Nietzche. Todo ese fin de siglo inquieto y atrevido y maravilloso cayó sobre la adolescencia y la juventud estudiosa de la capital, y es preciso decirlo barrió en cierta manera el espíritu lento y pacato de Santafé.
En los cenáculos juveniles, entre los adolescentes y jóvenes de entonces, todas estas lecturas hicieron una impresión definitiva, que se distinguió por la libertad de su sentido critico. Nosotros nos atrevimos a todo; en el camino del pensar no había valla que pudiera detenernos; pero nos era especialmente antipática cierta vieja literatura adocenada, casera y ciertamente vernácula. En verso se distinguía por la rima fácil, la imagen barata y el asunto trivial, y en la prosa por la falta de ideas originales, y el irremediable lugar común. La literatura de alfeñique y de abalorio, no productos del arte, sino artefactos, literatura sin sangre..... Naturalmente, como en toda reacción, cometimos infinitas injusticias y llegamos a extremos deplorables pero necesarios....” ¿Qué era entonces aquella tendencia o escuela que denominaban simbolista, modernista o decadente? ¿Cuáles fueron sus logros y sus planteamientos? Todos los tratadistas de este tema se remontan, para explicar el comienzo de esta tendencia, al romanticismo europeo principalmente al francés. Santiago Arguello, poeta modernista guatemalteco, sintetiza el romanticismo y sus principales protagonistas así: “En el romanticismo, Chateaubriand fue el Bautista, y Hugo el Maestro Redentor. Hugo: verbo de toda libertad.¡ Un Vesubio de ritmo en erupción de imágenes! Puso gorro escarlata sobre aquel diccionario encanijado. Y dijo: “¡Desaté un huracán dentro de mi tintero!” Y luego, detrás de él, el Gran Apostolado: Lamrtine, Musset, Saint-Beuve... El Precursor, el Maestro, y los Apóstoles.... Pero después, tras ellos....el grupo, el fanatismo, el dogma, la regla, la parálisis, la degeneración...”
Surgen dentro de la literatura europea entonces los “Paransaianos” que llevan a un refinamiento los postulados del romanticismo que a su vez causan el congelamiento de esta renovación intelectual. Como reacción a estas dos tendencias las mentes se agrupan alrededor del naturalismo que a su vez es el brazo literario del positivismo escuela filosófica predominante y trascendental en Europa. Su máximo exponente es Emilio Zola en la novela, y Daudet los hermanos Goncourt y Flaubert en la lírica.
A esta tendencia demasiado objetiva se opone una nueva abstracción cuya novedad es el esoterismo y lo espiritual que será llamado Simbolismo. Era la época de magos y espiritistas como Kardec y tratadistas como William Crookes. Esta reacción contra lo bajo lo inmediato típico del naturalismo opto por un mundo interior encantado e intangible manejado por leyes no conocidas hasta el momento su más conocido exponente es el ingles William Blake. El chamanismo, las culturas no occidentales de nuevo sufrieron un marcado interés por Europa. Surgen entonces Paul Verlain, el conde de Villiers de Isle-Adam y Mallarmé. Ellos amplían la gama de cambios e innovaciones introducidos por los románticos al verso. La temática es exótica y mística. Las innovaciones que iba a sufrir la pintura moderna de manos de los impresionistas y expresionistas, ya los aplicaban estos poetas en el campo de la literatura. El verso sale de su madre, ofreciéndole a la mente humana nuevos horizontes y templos. Cada vez más se acerca la libertad del verso y la total expresión de Baudelaire, aboliendo reglas caducas muchas veces traspasando la frontera entre la libertad y la anarquía, ante poniendo el ritmo interior a las directrices la métrica. Con esta visión esquemática de la poesía francesa, obviamente no le hacen justicia al arte, pero si permiten entender los sucesos, las causas y los efectos, que se acoplan en su historia.
Los nuevos conceptos referentes a la métrica, rima y sobre todo temática chocan contra la tradición vernácula colombiana representada en los exponentes costumbristas como el padre del poeta Silva, Ricardo Silva, José Eugenio Díaz, Caicedo Rojas, Lorenzo Marroquín, por nombra unos pocos. Rafael Maya en su ensayo “Silva, el poeta y el prosista” de (1961) relata con claridad la discrepancia entre la nueva escuela que surgía y la escuela establecida: ”... No escribía (se refiere a Silva) cuadros de costumbres, como su padre y los contertulios de “El Mosaico”; no era humanista, como don Miguel Antonio Caro; no publicaba novelas, como don José Manuel Marroquín, ni hacia versos, como Pombo, ni artículos de critica literaria como Vergara y Vergara, ni discursos parlamentarios como Antonio José Restrepo, ni ensayos gramaticales, como don Marco Fidel Suarez; no hablaba jamas de “los clásicos españoles” a quienes es posible que no conociese más que a medias, ni pensaba que “Peñas Arriba” fuese la mejor novela del siglo, ni que Nuñez de Arce, como lo afirmaba el editor de los célebres cuadernos de la “Biblioteca Popular”, venciera, como lírico, a Fray Luis de León.....”
Ellos, los costumbristas, más sin embargo hoy en día gozan de una mejor aceptación y recordación que sus sucesores los modernistas. Su tema nacional costumbrista nos llega más, nos vemos mejor reflejados, nos identificamos con su preocupación de ver al país, tema que mucho nos excita, en contraste con las lucubraciones de esteticistas europeas de los protagonistas de los poemas modernistas.
Importante aporte de este movimiento fue ser el único campo en el cual los artistas latinoamericanos estaban por primera vez a la par, o tal vez más adelante, que sus colegas españoles y ser la primera escuela literaria que paso a América sin ser filtrada por España. América pudo por medio del modernismo obtener cierta independencia intelectual de España, pero para asumir una “dependencia” de las letras francesas. Sí sé leía a Azorin, Pérez Galdos, Valera, Clarín, Pereda, Pardo Bazán, que representaban la corriente modernista española, y los demás ibéricos, pero la pauta vanguardista, que rápido se impuso, la marcaron los poetas franceses. El modernismo causa el declive generacional de fin de siglo en Colombia. Una juventud ansiosa se agrupaba alrededor de estos postulados. En Bogotá se dieron a introducir esta tendencia José Asunción Silva que a través de sus viajes había asumido todo el bagaje emocional de esas tendencias de Europa. Silva, en su pequeña novela “De Sobremesa” habla de los Simbolistas, de los prerafaelistas ingleses, de esoterismo, de Poe, de Nitzsche con el fin de trasladar, sin más mediación que el amor por las artes, todo ese mundo a las letras colombinas. Baldomero Sanin Cano va ser otro importante difusor de las nuevas ideas que finalmente Guillermo Valencia va a llevar a su más alta expresión. Más sin embrago es una escuela literaria totalmente ajena a la situación del país.
El protagonista en “De Sobremesa”, José Fernández, novela modernista de Asunción Silva, vive todo aquello fuera del país porque toda esa trama modernista simplemente no podía suceder en Colombia. Más sin embargo, en una anécdota que vivió en Francia, Sanin Cano, trasluce aquella inmensa pasión de parte de los latinoamericanos por las letras francesas que les ofrecían lo que las letras españolas no les brindaban; contaba Sanín Cano que en Coutances, Normandía, cuidad natal a Remy de Gourmont, le fue erigido en 1921 un busto y en el discurso inagural el hermano de Gourmont resaltó que la obra poética de Gourmont tal vez se conocía más en América Latina que en la misma Francia. Esta tendencia extranjerizante fue matizada por los otros poetas modernistas de América como Rubén Darío, Lugones, Gutiérrez Nájera los cuales asumían temas latinoamericanos dentro de sus producciones. También los poetas modernistas colombianos maduraran y sobrevivieron a este sarampión infantil asumiendo posiciones mucho más autóctonas y menos ensoñadas que las que plantaban los modernistas franceses.
Mucho debió de sufrir Miguel Antonio Caro, con esa nueva juventud que ya poco le interesaban sus planteamientos literarios y bien pronto se separarían de su conservatismo armando rancho aparte en el conservatismo histórico. J.B. Jaramillo en su libro “Estampas de Manizales” hace el siguiente retrato físico de Villegas de aquella época, que demuestra a plenitud la ansiedad de las juventudes en llamar la atención con su vestimenta y así chocar con las preestablecidas normas: “Vestía como un dandy londinense, en tiempos en que aquí imperaba la ruana y el traje de provincia, deslucido en sus pliegues anticuados. L a indumentaria de Aquilino provocaba las protestas de los puritanos. Sus chalecos de felpa de subidos colores, sus corbatas detonantes, sus trajes impecables de última moda, su colección de guantes exóticos, sus sombreros originales que resaltaban en el torbellino de jipijapa, sus sobretodos de tres cuartos con cuellos de piel, constituían un escándalo en la parroquia. Y Aquilino sonreía del estupor de sus paisanos.”
Los modernistas van a ser la ruptura generacional de fin del siglo 19 y facilitar un ámbito “moderno” en las ideas artísticas y filosóficas que se desprenden ya totalmente del Mundo español y se arraigan en la Europa Central. Es esta la generación que conduce a Colombia por las sendas de la modernidad o sea asía el contacto con otras naciones, la cual finamente sé reflejara en lo político en los años 20 y sobre todo en los 30”s. Ellos son la ruptura que a la vez que maduran se distancian de sus postulados modernistas dando un viraje asía lo autóctono y propio, aburridos con un vacío que esta escuela más sin embargo les dejaba. Esta podría ser una de las razones del porque esta generación dejó poca huella perdurable y se pierda a lado de tendencias más acordes con las necesidades espirituales del país.
Aquilino no fue grecocaldense, pero si fue un valor que sirvió de cimiento de esa escuela literaria tan centelleante, que creo sé autoencandilo. Aquilino sufrió el desgaste del modernismo el cual como forma literaria le era innato pero lo dejaba insatisfecho como filosofía. El indescifrable contenido emocional de esta tendencia típicamente europea no encajaba en los hechos tropicales. Adquirida cierta madurez Aquilino, el Padre Fabo diría, se calmo. Su atención la centró en el debate político el cual fue enriquecido con lenguaje, colorido y fuerza que solo un poeta le pueda dar al idioma. La utilidad y finalidad inmediata del discurso parlamentario le era más grata que la ensoñada poesía que él presentía excesivamente etérea y con poca relación a la realidad de su mundo. Su temperamento pragmático bien rápido hizo de ese campo su nueva actividad. Un temperamento diferente hubiera sucumbido a esa crisis, como de pronto le sucedió a Arias Trujillo que no pudo conciliar estas divergencias de su existencia. Toda la primera época dorada de Manizales contó con la directriz y preocupación de Aquilino, su muerte en 1940 coincide con el comienzo de la segunda época de “oro” y el relevo generacional dando le paso a sus discípulos grecocaldenses como Silvio Villegas o Fernando Londoño Londoño.
Balada de la Mala reputación Turba de burdos y patanes, canalla vil de altos y bajos, especiaeros ricachos, truhanes, letrados sin letras, pingajos, voy a hablaros sin ton ni son y sin muchísimos afanes de mi mala reputación. Por Apolo y sus santos manes juro, burgueses, estropajos, inmundos, judios, gañanes periodistas que me daís tajos rudos, vendidos arrendajos, juro, repito, que razón teneís en hablar, perillanes, de mi mala reputación. Yo piso la tierra, rufianes, duro y seco; no los cascajos hieren mis plantes que titanes graves destripan renacuajos, por caminos y por atajos sin ninguna mala intención. No me guardo con talismanes de la mala reputación. Mi lengua azota, ganapanes, y espolvorea los andrajos de vuestras almas; mis desmanes son caramines espantajos que me quitan los calandrajos de delante; tenéis razón en helaros hasta los cuajos por mi mala reputación. Envío: ¡Príncipe! Echame diez jayanes
a las barbas, o una legión de piojosos y hambrientos canes: ¡guay! con los fieros ademanes de mi mala reputación. Los estetas pelafustanes que vaís royendo los zancajos a una plebe de almas inanes cuyo espíritu, cual dormajos inmundos, huele a cebo y ajos, prestadme también atención que allá va el hueso, horda de canes, de mi mala reputación. Y los que escondéis entre olanes un alma medioccre, de bajos sueños, alma de sacristanes; los que apagáis entre lazajos rojos y rezos, y cintajos los latidos del corazón, creed ¡oh dulces alacranes! en mi mala reputación. Sople, soplen los huracanes sobre mi frente, que los gajos de los enhiestos arrayanes aman tan solo, y no los bajos líquenes pisados de grajos. Como el ápice de un peñón que me azoten los huracanes de mi mala reputación.
La Voz de la tierra A don Ignacio Villegas, homenaje filial
-Palabras a los labradoresLabrador! Toma el hierro que te da fatiga que te da alegría; entre tus manos duras y encallecidas, toma el grano prodigioso que te dará espiga rubia, bajo los ojos clarísimos del día; que te dará la harina que anuncia una paloma y el pan de cada día… Mira el cielo que brilla como una refulgente campana de zafiro. Mira cómo sonríe la Aurora en el Oriente la sonrosada Eos; sopla sobre tu frente como un tenue suspiro una brisa cargada de pólenes, cargada de frutas y deseos. Labrador: suda, suda el surco divino; mira la Tierra hermosa, mira la tierra abierta como una voluptuosa boca; mira el brillo argentino de tu acero que siempre fecunda lo que toca! Oh! Labrador hermano: no creas a los hombres que te digan palabras cargadas de falacia! Que te digan: nosotros guardamos las virtudes excelsas, salvadoras, de misteriosos nombres;
una gota caída de nuestra copa, sacia. Y en cambio de tus granos labramos ataúdes! No creas a los hombres que te digan: la ruta hemos hallado, clara para tu mente tosca; una verdad en forma de mágica voluta con el vigor del número y el temple del acero. No creas: en tu espíritu toda verdad enrosca nerviosa como un áspid, y te envenena, astuta, con un veneno artero. Oh Labrador! No creas, no creas en la hembra pecaminosa y dura; ella con mano impura derramará a los vientos lo que tu mano siembra y sembrará en tu pecho mefítica ponzoña; vanidosa y liviana arde sólo en la llama que encenderá mañana; y al fin, al fin perjura obsequiará al amante futuro tu carroña… !
Labrador, estás solo; reniega tus hermanos que pueblan las ciudades; esos, esos no saben servirse de sus manos… en híspidos montones se arrastran gemebundos, tras sucias vanidades, y el tedio, como un cáncer, hirviendo de gusanos, roe sus asquerosos corazones… Oh Lbarador! Mira la Tierra, mira el sol que en el espacio desmesurado, gira como un ojo radioso; mira la Tierra negra que guardará tus huesos que robará el aliento de tus postreros besos que te dará reposo…
Si (Traducción, Rudyard Kipling)
Si puedes estar firme cuando tiemblan de miedo todos y te señalan con vengativo dedo; si cuando todos dudan de ti, tú dices: puedo confiar en mí, y dejarlos en su pobre opinión; si sabes esperar sin cansar la esperanza; si contra la calumnia no opones la venganza; si sabes ser odiado sin odiar; si en balanza calculas tus miradas, de tu palabra el son. Y si puedes soñar sin vivir de tu sueño; si haces de tu pensar un esclavo y no un dueño; si al triunfo y al desastre con semblante risueño -a ese par de impostores- los sabes domeñar; si, frio, puedes ver la vedad de tu boca urdida en redes para la muchedumbre loca, o el barco de tu vida roto contra la roca con el mellado escoplo volver a comenzar.
Si sabes arriesgar tu fortuna a montones al azar misterioso de los pares y nones y comenzar de nuevo a acumular doblones y de tu desventura no murmurar después: y si forzar pudieres tu corazón, tu anhelo, tus nervios moribundos a servirte con celo. ¡Adelante! Aunque todo rodara por el suelo Salvo el QUERER que grita para ti, ¡Vamos pues! Si la plebe no mancha tu corazón erguido; si el honor de los reyes no te roba el sentido; si amigos y enemigos no te encuentran rendido; si das la mano al hombre sin besarla jamás; si puedes llenar cada minuto inaplazable con sesenta segundos de vigor implacable… la tierra será tuya y cuanto en ella es dable, Y lo que es más, un HOMBRE, hijo mío, serás.
salud PSICOPATOLOGÍA DE LOS VIOLADORES Por: Pablo Isaza, M.D. La literatura científica en psiquiatría ha demostrado que las desviaciones mentales que conducen a la violación de mujeres y niños de ambos sexos hacen que intentos y casos consumados tiendan a repetirse. El violador que inicia su criminalidad potencialmente puede convertirse en un violador en serie. Una vez que la ley y la medicina forense comprueban un caso semejante al de la niña Yuliana Samboni en Bogotá, el violador debe ser separado de la sociedad por considerarse un peligro para mujeres y niños. Las consideraciones de proteger la comunidad priman sobre otras de tipo científico de padecimiento mental. Algunas teorías consideran que el objetivo de la violación no es el sexo. La violación tiene que ver con la demostración de poder y control. El sexo es simplemente el arma. Al estudiar los diferentes tipos de violadores, no todos son iguales. Habrá diferencias en sus motivos, características y manera de actuar. Algunos violadores pueden exhibir características de uno o más perfiles que a continuación se detallan. Los Violadores se han clasificado según las características de su motivación para cometer el delito. El psiquiatra A.N. Groth (USA), en 1979 creó una tipología según el grado de agresión, la motivación subyacente del delincuente y la existencia de otras conductas antisociales, que dio lugar a cuatro tipos de violadores. El violador que quiere mostrar poder sobre su víctima, la mujer. Generalmente se caracterizan por falta de consideración, de sentimientos y de habilidades para relacionarse socialmente. Como subgrupo está el violador oportunista que en el encuentro con una mujer, generalmente en la noche, sola y sin testigos la viola. Por lo general no infligen daño a sus víctimas. Considera que el solo poder de ser hombre es suficiente para que la mujer acepte o para completar el acto sexual. Un segundo grupo es el del violador agresivo antisocial, utiliza métodos agresivos de control y abusa de sustancias. Sus agresiones sexuales son a menudo imprevistas y es poco probable que usen armas pero si la fuerza desmedida. El tercer tipo de violador es el que actúa con ira y deseo de represalias o venganza motivado por el poder y la agresión. Este individuo a menudo degrada o humilla a la víctima. Como subtipo de este grupo se encuentra el violador que actúa para causar terror a la víctima y a su entorno. Es lo sucedido durante la guerra que afortunadamente que termina en el país. El cuarto tipo, el más peligroso, es el violador sádico que tiene fantasías sexuales que implican además infligir dolor y tortura. El sadismo sexual se define como la práctica sexual repetida del comportamiento cruel por un deseo de controlar a la víctima. Este tipo de violador se caracteriza por llevar a cabo una planificación extensa y puede a menudo resultar en un asesinato. Los actos de violación sádica siempre se han considerado como predictivos de reincidencia sexual con violencia por parte del violador. Es posible que el violador y asesino de la niña de siete años pertenezca a este último grupo descrito.