Letra2 Revista Digital No 40

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200 años No 40 año 4

manizales, julio/2016

edición Miranda


4. presentacion

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6. archivo Deshecho Intelectual 16 paz y medioambiente El podio del conversatorio Medio Ambiente y Paz 22. edicion miranda 22. 200 años del general Miranda por Pedro Felipe Hoyos Körbel 27 El Archivo Miranda,reseña de una parábola 31 cine Miranda Regresa La película 34 “La Vida de Miranda” de William Spence Robertson (1872-1955) 36 Q:. H:. Francisco de Miranda 40 Las Mujeres, el Amor Sexual y el Erotismo 48 opinion ¡Si o no! Por: Hernando Arango Monedero 50 opinion El 20 de Julio: Pobres Mártires Por: Pedro Felipe Hoyos Körbel 52 opinion Relaciones entre Manizales y Pereira Por: Hernando Salazar Patiño 56 opinion Sigifredo López y la moral Por: Ricardo Puentes Melo 60 opinion Libertad nuestra de cada día por: Gloria Cepeda Vargas 62 caricaturas 70 clasico “Gandhi” Por por Laureano Gómez 76 cuentos cortos Ovillo por León Darío Gil 82 poesía Manuel Gutiérrez Nájera

98 salud Los Centros De Atencion A La Adiccion Por Sustancias Psicoactivas (SPA) Por: Pablo Isaza, M.D.


contenido

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LA HACEMOS Director-Editor Pedro Felipe Hoyos Körbel

Diseño Digital Diana Marcela Castañeda Quintero Pedro Felipe Hoyos Körbel

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Celebramos el ímpetu y pasión de nuestros columnistas y Colaboradores, más sin embargo sus ideas y emociones no Son la opinión de Letra2 Revista Digital, por lo tanto no somos Responsables de cualquier consecuencia.


Si Letra2 fuese un insumo alimenticio y nos tocaría enumerar no sólo, los ingredientes, sino su valor nutricional estaríamos en grandes apuros. ¿Cómo se cuantifica el conocimiento o la creatividad? O enfocada esta pregunta por el lado cortes: ¿Cómo ponderar lo que uno hace? Nos pareciésemos entonces demasiado a los habituales medios de comunicación colombianos que se auto ensalza de una forma que raya en lo grotesco. Planteemos el asunto desde la actitud y podemos confirmar que nos impulsa una gran pasión por comunicar, por participar en el juego de hacer resaltar asuntos de interés. Pasar de ser parte de una ciudanía pasiva que asume el papel de lectora y punto. Esta edición gira alrededor del general Miranda que el 14 de julio cumplió 200 años de su muerte. Fue este un hombre que nos ayuda a balancear esa necia mirada que hace pender de nuestra historia de un lado a Bolívar y en el otro a Santander; Miranda relativiza ese axioma de la historiografía que, con la paciencia de una estalactita, ha estatuido una serie de ideas obtusas. Saber de los patriotas primeros es saber de Patria y no hay Patria sin ciudadanos conscientes. El perfil de Miranda pasa de lo erótico a lo masón a lo político a lo dramático, creemos haberle estatuido un sincero monumento. El artículo “Deshecho intelectual” no es una mofa sino la descripción de un proceso donde pacientemente dos juiciosas mujeres, Martha Ríos y Alejandra Zuluaga rescatan precisamente esas partes menores de la elaboración de la historia así como lo hizo el intelectual Emilio Robledo hace casi 100 años. La ecología de esta edición se pasó al lado de la política ya que el colectivo Ciudanía Ac-

tiva había citado el 28 de julio a un conversatorio llamado Medioambiente y Paz y para ello trajo a Manizales a las senadoras Paloma Valencia y Claudia López y para redondear el cartel invitó a dos exponentes locales: Adriana Villegas y Mario Hernán López. Aquí van unas conclusiones… En la sección de opinión hay una gran diversidad que va desde la inquietud de Hernando Arango Monedero acerca del Proceso de paz; a la justa critica que hace Gloria Cepeda al nuevo Fiscal General; a la falta de compresión de nuestra gente con de los mártires de la Patria escrito por nuestro director; también incluimos un texto de Ricardo Puentes Melo sobre los posible trasfondos de la libertad y vida del diputado del Valle Sigifredo López tomado de la página digital e “Periodistas sin Fronteras” y terminado en un texto de Hernando Salazar Patiño sobre las relaciones entre Manizales y Pereira. Creemos haber mezclado un coctel interesante. Las caricaturas, parte vital de este esfuerzo editorial, las aporta Álvaro Montoya, fustigando cuando personaje que se sale de la fila. El clásico No 40 puede hacer enfadar a más de un lector incauto: evidentemente el artículo es un parte del ensayo sobre Gandhi del Monstruo, de Laureano Gómez. Leamos y

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después despotricamos. El poeta No 40 es el mejicano pre modernista Manuel Gutiérrez Nájera y la salud quedó en esta edición en manos del médico Pablo Isaza que toca un tema muy actual y que pocos dimensionan: la drogadicción. Ahora y no por conciliarnos con los lectores incautos acerca de publicar textos de Laureano Gómez estamos dando dos besos literarios de parte León Darío Gil. ¡En la variedad está el placer! Letra2

RESENTACIÓN


archivos

Deshecho intelectual

Libretica de 22 páginas de 13 cm X 7 cm donde Robledo plasmó el orden y el contenido del libro “La vida ejemplar de Monseñor Manuel José Caicedo”

Mucha gente no se imagina como hace un autor para escribir un libro, seguramente creen que se sienta en su computador y empieza a llenar páginas y así sucesivamente. Ahora si les es difícil recrear como se hace hoy en día un trabajo tan complejo cómo será indagarles acerca de cómo se escribían los libros en la época de las maquinas de escribir o un tanto más atrás, cuando se hacían usando papel y lápiz. Marta Lucia Ríos en la Biblioteca de la Universidad de Caldas, en su pasantía como bibliotecaria, está deshaciendo esos frágiles pasos remontándose a tiempos pasados y formas de trabajo que fueron reemplazadas, pero que le dieron una base importante al saber en nuestra región.


Marta Lucia Ríos

El médico salmamineño Emilio Robledo Correa (1875-1961) cuando murió a los 86 años en 1961 donó su biblioteca a la Universidad de Caldas, para él no había un mejor sitio donde depositar ese tesoro. Había sido Robledo una de las figuras intelectuales más destacadas del Departamento de Caldas y porque no decir del país. Sus trabajos como médico en el campo de la investigación fueron determinantes en cuanto concierne a enfermedades tropicales. Fue Robledo el primer médico en usar un microscopio en Manizales empezando el siglo XX y recién llegado de estudiar en París hizo la primera operación con anestesia y los cuidados asépticos modernos. En el campo de la historia publicó trabajos que ayudaron a entender el pasado de este departamento del cual Emilio Robledo fue su tercer gobernador. De la misma manera el Instituto Universitario de Caldas tiene a Robledo como su progenitor ya que desde su gobierno se aporto la idea y el dinero para su ejecución. La extinta Imprenta Departamental también fue iniciativa de este acucioso gobernador. En el campo de la filología Robledo igualmente participó e enriqueció el saber nacional. A la par la botánica le causaba curiosidad coleccionando y publicando finalmente sus famosas Lecciones de Botánica médica.


Los libros, investigaciones, folletos y artículos de prensa que publicó Robledo a lo largo de su prolífica vida fueron muchísimos y para esta labor este minucioso investigador llenó miles de hojas y boletas con apuntes que le sirvieron como andamios para cimentar y edificar sus publicaciones. Muchas de estas hojitas él las depositó en cajitas que igualmente están a salvo en la Biblioteca de la Universidad de Caldas, más se encontraron muchas de ellas dentro de sus libros. Fue allí donde empezó la labor de Marta Lucia: revisar 3550 libros encontrándose un sinnúmero de estas hojas que como una especie de desecho intelectual siguen dando fe del trabajo de este titán del saber. Había preciosas fotos, recibos de pago, recortes de prensa y por supuesto papeletas dentro de esos libros.

Emilio Robledo (2 de derecha a izquierda” dirigiéndose a algún acto de inauguración; foto inédita encontrada dentro de sus libros


Hasta en sus formularios de mĂŠdico este hombre dejo apuntes que son ordenados, clasificados y trascritos


Para consolidar el repositorio de esta moderna biblioteca, que bajo la dirección de Nicolás Duque está dando sólidos pasos para convertirse en el mejor apoyo de los investigadores de muchas disciplinas del saber, esta paciente y ordenada mujer desde febrero de este año, 8 horas al día, esta clasificando, trascribiendo y guardando técnicamente este otro legado del Dr. Emilio Robledo.

Un recibo de pago de sus suscripción a “La Defensa” diario conservador hallada en los libros del doctor Robledo

Dice Martha Lucia Ríos, la cual cuenta con el apoyo de Alejandra Zuluaga, una estudiante de filosofa y lenguas modernas, que lo más difícil de esta labor es descifrar la caligrafía en si pulcra de este eximio médico ya que cada escrito por pequeño o intrincado que sea es clasificado y trascrito haciendo unas veces Alejandra de amanuense escribiendo lo que Martha Lucia le dicta o al revés ya que Alejandra ha podido compenetrase mejor con la letra del investigador Robledo y es entonces ella la que le dicta a Martha Lucia apuntes botánicos, históricos o gramáticos.


Martha Lucia Ríos y Alejandra Zuluaga

Sufren estas últimas dos asistentes del investigador Robledo con la huella del tiempo que se ha apoderado de muchas de estas papeletas. La tinta o el lápiz han perdido su contraste dejando lastimosos vacios al igual que los dobleces o las costuras de las hojas que se han deshecho llevándose consigo párrafos enteros imposibles de recuperar. Para ellas es de gran satisfacción y se sienten compensadas por esta agotadora labor el poder dejar ordenado científicamente este legado el cual quedaría, sin la intervención juiciosa de estas dos mujeres en el olvido corriendo riesgo que alguien lo botase por considéralo un estorbo alegando que los libros ya están escritos o que lo que dijo Robledo hace casi un siglo ya es obsoleto.


Para esta labor este minucioso investigador llenรณ miles de hojas y boletas con apuntes que le sirvieron como andamios para cimentar y edificar sus publicaciones


Hermosísima foto del General Cosme Marulanda, foto desconocida en esa calidad y Robledo al pie de la estatua de Córdova en la población antioqueña de santuario encontradas dentro de los libros de Robledo


¡Más que papeles viejos! Un patrimonio que se debe salvaguardar

De forma silenciosa Marta Lucia y Alejandra están haciendo historia no sólo por preservar los manuscritos del historiador Emilio Robledo dándole la posibilidad de existir por muchas décadas más sino por ampliar, poniendo en práctica una visión de archivo que no ha tenido arraigo en nuestra región. Es este el primer archivo de manuscritos que recibe este trato abriendo así una nueva ventana para la investigación histórica. Hacen estas delicadas mujeres una labor por nuestro patrimonio sin igual que ojalá esta frívola sociedad se lo agradezcan.



paz y medioambiente

El podio del conversatorio Medio Ambiente y Paz El colectivo Ciudadanía Activa convocó el 28 pasado en las instalaciones de la UAM a un conversatorio sobre un tema tan intrincado como lo es la Paz y el Medioambiente. Citó como participantes a dos senadoras, a Claudia López y a Paloma Valencia y dos destacados expositores locales, a Mario Hernán López, académico que ostenta un doctorado en Conflicto armado y a la directora de la Corporación Cívica de Caldas Adriana Villegas Botero. No había oído hablar ante un público a ninguno de los cuatro participantes y fue interesante oír a estos personalidades acerca de dos temas que al parecer ninguno de los participantes pudo conciliar al excepto de la directora de la Corporación Cívica.


El tema del proceso de paz que entra a su fase final fue la gran sombra que no dejo a los expositores plantear relaciones entre medioambiente y paz. La directa y apasionada exposición de la senadora López tuvo una buena acogida de parte de un público joven. Su claridad que raya en lo elemental es la densidad que logran entender un auditorio carente de escuela e información específica. Su atrayente personalidad que exalta un moderno individualismo habla un idioma común al de su joven público logrando una gran empatía. Más hay un pragmatismo en su exposición que no resiste un análisis a fondo. Lograr la Paz es un propósito muy loable que toda sociedad en conflicto debe ponerse, eso no lo puede dudar nadie, pero es poco creíble que esta Paz pactada por un Gobierno que ella ha criticado en todas sus actuaciones ahora sea el ente ideal para llevar a cabo ese complejo proceso. Ahora si hay una falta de presencia de parte del Estado ante 15 millones de colombianos, así lo decía ella, surge la pregunta: ¿esa Paz no se lograría simplemente haciendo esa presencia llevando justicia, infraestructura económica y cultural a la periferia del país? ¿El presupuesto del Gobierno alcanzará para pagar el silencio de los fusiles y para costear esa inversión social?

La una chatea mientras la otra habla


Claudia López senadora de la Alianza Verde

Me sorprendió la senadora Valencia con sus enfoques políticos que poco se enfocaron en el tema propuesto y estaba plagado de lugares comunes. Lo que expuso yo ya lo había oído en una mesa del café El Graduado situación que me extrañó porque implica que estamos muy enterados en el café o que ella tiene una visión provinciana de las cosas y resalta en el ámbito político por su espectacular apellido. Me pregunté: ¿es carencia de conocimiento en el tema ambiental o descortesía? Igual que su colega del Congreso se centró en hablar del proceso de paz repitiendo apartes del catequismo del Ex presidente Uribe. Al parecer ella no logra diferenciar entre los esfuerzos que el Gobierno hace tratando de blindar la aceptación del su proceso de paz, esfuerzo legitimo y natural, y lo que el Gobierno ha logrado acordar con la guerrilla y que sería per-


judicial para el país. Lo que el Gobierno hace como pedir la aplicación de otro censo electoral no es pecado porque lo contempla la Constitución y si esas ventajas existen sería bobo el presidente Santos en lo hacérselas adjudicar. Es importante y de justicia mencionar las afortunadas intervenciones de Adriana Villegas, ella sí logró enfocarse en esos dos temas que oscilan entre lo global y lo local de una forma vertiginosa y al no tener afán de condenar o de publicitar un proceso de paz pues pudo ser mucho más concreta que sus compañeras y compañero de conversatorio. El nombre de la cuota local, a la cual los organizadores le habían apostado en este evento, quedó muy en alto con la participación de esta inteligente mujer.

Paloma Valencia senadora por el Centro Democrático


Adriana Villegas Botero directora de la Corporación Cívica de Caldas

El profesor López no parecía estar muy cómodo porque no salió de su ensimismamiento académico que refleja un estado de abstracción y como rueda suelta acompañó a estas tres fuertes mujeres. Este evento fue un logro de Rafael Eduardo Betancourt que logró convencer a las directivas de la UAM para llevar a cabo esa posibilidad de interacción entre la provincia y estas mujeres. Para redondear, me causaron una impresión muy agradable las dos visitantes debido a su forma autentica de vestir y de actuar que contrastaba con la elegancia provincial de los locales. Desde el moderador Arbeláez; a la jefe de protocolo; a los dignatarios de UAM. Todos ellos estos estaban trajeados para causar impresión. En cambio las senadoras sabían acerca de su peso, importancia y trayectoria porque a las dos se les detecta un enorme gusto por su oficio.



200 años del general Miranda Pedro Felipe Hoyos Körbel El 14 de julio se cumple el aniversario de la muerte del General Miranda, el mismo día en que se conmemora la toma de la Bastilla, momento crucial de la Revolución Francesa. Muchos patriotas como Camilo Torres o Francisco José de Caldas ofrendaron su vida en ese complicado año 1816 y está en manos nuestras, ahora 200 años después, entender su mensaje y con base a sus obras consolidar esa tarea política que ellos nos endosaron llamada democracia e independencia. Miranda a pesar de no tener injerencia directa en las batallas finales de la Independencia si aportó muchísimo para que esta lucha tuviera la fuerza moral indispensable para convertirse en victoria. Fue Miranda una personalidad compleja que rompe el esque-


ma necio elaborado por la historiografía colombiana, de por si altamente politizada, que solo muestra un Bolívar luchando contra el Rey de España y un Bolívar luchando contra el General Santander; esta historia sólo sucede en blanco y negro, el resto de colores no son asimilados y por ende no aparecen. Había luchado el general Miranda en todas las guerras de Independencia y revolucionarias de esa definitiva época. En la guerra de Independencia norteamericana participó como oficial español ya que el rey Carlos III aportó tropas para esa guerra. Allí conoció y se granjeo la estima de todos los protagonistas de esa nueva actitud política llamada libertad. Participó en las guerras de la Revolución Francesa en 1793 como general dado que los revolucionarios carecían de oficiales que dirigiesen ese superávit de soldados. A lado del General Dumouriez participará en la triunfo de Valmy donde por vez primera las tropas de la Revolución derrotarán a los ejércitos aliados. En la invasión de Bélgica y Países Bajos, al año siguiente, igualmente también va a tener un destacado protagonismo hasta que su jefe Dumouriez lo acusa de traición siendo él mismo el traidor porque se pasa a las tropas aliadas. Durante un año Miranda prepara su defensa y finalmente es absuelto por el Tribunal de Guerra jacobino. Ahora el General Miranda, que había tratado con todos los líderes civiles de la Revolución, desde Dantón a Robespierre, pasa a Inglaterra con el propósito de consolidar su gran anhelo: sacudir el jugo español y construir el auto gobierno de las colonias españolas en espacial de la Capitanía de Venezuela, su patria. Ante el gobierno inglés, pacientemente Miranda expone su propósito y le corresponde esperar a que esta potencia mundial vea un beneficio propio para intervenir en las colonias españolas. Pero será la invitación, hecha en Londres,


del negociador Bolívar la que lo lanzará a su última gran actuación en la historia. Suplantando la parsimonia inglesa que ya había financiado pequeños proyectos, Miranda se traslada a Venezuela para dirigir la guerra de independencia. El fracaso técnico fue total, tanto que Miranda después de un tiempo de batallas que no requerían de su dirección ya que en pelotera las tropas se lanzaban sin mayor orden a degollar a los españoles, se concentró en organizar la parte política, la más importante. Se trataba de crear instituciones que encausarían la voz del pueblo, recaudasen los impuestos, atendiesen las relaciones con el exterior, ordenasen en cuanto se pudiese la educación en fin consolidaran un Estado donde un congreso y un presidente apoyado por ministros condujeran por la vía del desarrollo a esta colonia proclamada autónoma. El día de la firma de la Constitución venezolana Miranda se presentó luciendo su uniforme de general de la Revolución Francesa, actitud que subrayaba la gran experiencia que este hombre había adquirido en el campo de los cambios de gobierno como lo es pasar de una monarquía y fundar un sistema democrático de gobierno. Había oído Miranda durante su carrera las más brillantes mentes de la época revolucionaria. En el incipiente congreso norteamericano pudo oír a Hamilton y a Franklin; durante la revolución francesa oyó a Robespierre y a Dantón. En Inglaterra se carteaba con Pitt el joven. Todos los grandes ideólogos de la libertad fueron contertulios de Miranda. El mando que tenia Miranda de tropas nunca rebajaba de 80.000 hombres, número de soldados que nunca se llegó a poner en el campo de batalla durante toda la Guerra de Independencia, ni siquiera en al de Ayacucho donde, sumando los dos bandos, no daba la mitad. El contraste con la situación en Venezuela era desconcertan-



te: todo el mundo gritaba e intervenía sin tener la menor idea de que estaban hablando. Por supuesto que la carencia de hombres formados y maduros le causó a Miranda grandes angustias las cuales devoraron la fe e ilusión que tenia Miranda en lograr la libertad para su terruño. El distanciamiento entre él y su amigo Bolívar cada día aumentaron. Después de la última derrota y el armisticio firmado entre los patriotas y los españoles, Miranda pensaba abandonar ese escenario y retornar a Europa para dedicarse a asuntos más lucidos, más Bolívar como un Edipo tropical entrega al padre de la Independencia a los españoles, los cuales violando lo pactado, pusieron preso al frustrado general. Su recorrido por las prisiones españolas, Miranda lo concluye en la prisión de “La Carraca” en Cádiz donde muere y es enterrado en una fosa común perdiéndose los restos mortales de este gran hombre. ¿Cuánto hubiera ganado la Independencia si este hombre hubiera podido trasmitir su conocimiento político? ¿Hubiera sido el general Miranda el hombre que les hubiera explicado a los patriotas el concepto de partidos políticos, tema que nadie, inclusive Bolívar, manejaban? Es admirable y causa emoción como en esa época ofrendar la vida, sufrir prisión por lo colectivo era común y cuanto dista de la actualidad donde en vez de haber evolucionado como seres humanos hemos dado un paso atrás ya que sólo pretendemos en la política el interés personal.


El Archivo Miranda, reseña de una parábola El 25 de julio de 1812 se firma finalmente, después de una corta negociación, el documento que entraría a la historia como la capitulación de San Mateo. Miranda había delegado en José de Sata y Bussy poderes para firmar dicho documento y de parte del Rey de España firmó el capitán de fragata Domingo de Monteverde. En estos 11 artículos se pone fin al levantamiento republicano dirigido por el generalísimo Miranda que pretendía suplantar el gobierno español en la Capitanía General de Venezuela por uno autónomo. Miranda pensaba seguramente regresar a Europa, más sus copartidarios dolidos por la capitulación firmada por este basándose en los po-


deres otorgados por el Triunvirato Ejecutivo el 23 de abril de 1812 que lo nombraba dictador y generalísimo, lo apresaron el 31 julio de 1812 por instancias de Bolívar y fue encerrado en el fuerte de San Carlos donde el comandante Las Casas se pasó al bando español entregando a Monteverde el prisionero. De allí es llevado al Castillo de San Felipe en Puerto Cabello y el l 4 de junio de 1813 fue trasladado a la fortaleza del Morro en Puerto Rico. De aquí pasó a España al penal de las Cuatro Torres en el arsenal de la Carraca en San Fernando de Cádiz a finales del año 1813 porque en el periódico El Relator General de Cádiz anuncia el 8 de enero de 1814 la presencia del famoso preso. En el 21 de mayo de 1814 escribe a su amigo Nicholas Vansittart en Liverpool: “…Todos mis papeles, que en gran parte lo son del Gobierno inglés en razón de mi correspondencia, están a buen recaudo en Curazao, confiados a la firma de Robertson, Belt y Compañía, así como mis libros y equipaje…” Miranda los había embarcado en la goleta inglesa Saphire con destino a Cuarzo que hacia parte de las Antillas Británicas. Allí el Gobernador Hodgson considerándolos de interés los secuestró y lo remitió a Lord Bathurst, su superior.


En la biografía sobre el general Miranda publicada por Ediciones Anaconda de Buenos Aires en 1947 escrita por William Spence Robertson hay una interesante aseveración que contrasta con otra que enseguida detallaremos. Dice este historiador nacido en Escocia, nacionalizado norteamericano, que en el año 1902, cuando estaba buscando material para esa biografía, halló la pista que indicaba que los papeles de Miranda estaban refundidos en algún archivo público ingles. Se decía él que, según la costumbre de la época, todos los documentos que pasaban por un ministerio se convertían en propiedad del respectivo ministro, esos papeles habían quedado en manos de Lord Bathurst, ministro de Guerra y de Colonias en los días que fue preso Miranda. En el año 1922 William Spence Robertson tuvo al fin el privilegio de ir a Cirencester, en Gloucestershire, y en el castillo de uno de los descendientes de Lord Bathurst, descubrir sesenta y tres tomos in- folio de lo que hoy llamamos Archivo Miranda. Contrasta esta historia con la aducida por ciertos venezolanos; dice literalmente en internet (http://www.anhvenezuela.org/archivoMiranda.php): “…En efecto, Parra Pérez, devoto de Miranda, tras una seria y cuidadosa investigación en los fondos de las diversas dependencias del Public Record Office, (Inglaterra) comprobó que los papeles del Precursor se encontraban en Gran Bretaña, por haberlos expedido, con


ese destino, el súbdito británico John Hodgson, gobernador de Curazao para agosto de 1812, época en la cual, el equipaje del Generalísimo, como es bien sabido, llegó a dicha isla procedente de La Guaira… Las indagaciones dieron al fin con el paradero del tesoro documental. Su tenedor era Lord Bathurst, quien los guardaba en su biblioteca del Castillo de Cirencester, a donde, por insinuación de Parra se trasladó el Dr. Alberto Adriani, y realizó los contactos de rigor. Lord Bathurst, a pedido de Parra Pérez accedió a depositar los papeles mirandinos en el Public Record Office, al cuidado de su Director Mr. Stamp. El archivero y el historiógrafo estudiaron detenidamente la documentación y ajustaron con el propietario la consiguiente negociación. Tres mil libras esterlinas fue el precio convenido; y a instancias del mismo Parra Pérez, el gobierno de Venezuela, presidido a la sazón por el General Juan Vicente Gómez, realizó la patriótica adquisición…” Ni una sola mención del investigador anglosajón el cual si es mencionado como “quien primero conoció su Archivo” en la introducción al tomo I de la edición del Archivo en 1929. Finalmente el gobierno venezolano empezó a publicar los documentos. De los 23 tomos se publicaron en 1929 con la empresa Parra León hermanos, Editorial Sud- Americana en Caracas los tomos I hasta el III; el 1930 esta misma empresa sacó a luz los tomos IV, V, VI, VII, VIII; el año siguiente los tomos IX, X, XI, XII; en 1932 el tomo XIII; en 1933 sale el tomo XIV; en el 1938 después de una larga pausa, ahora en el taller de la Tipográfica Americana en Caracas se imprime el tomo XV. Este proyecto es abandonado para retomarlo apenas en el año 1950 cuando con la Editorial Lex de La Habana en Cuba se terminan de editar los tomos XVI, XVII, XVIII, XIX, XX, XXI, XXII, y el XXIII completando tan especial archivo.


A todo espectador enamorado de estos temas patrióticos se le recomienda esta película que pueden ver en you tube ingresando el nombre del largo metraje.

cine

Miranda Regresa La película Esta película estrenada el 11 de octubre de 2007 es el resultado de un excelente guion y una generosa producción que no escatimó costos para los vestuarios y los escenarios Estas películas históricas concernientes a Latinoamérica usualmente carecen de un manejo historicista de los vestuarios, armamento y escenarios careciendo del encanto que produce en el observador la veracidad del montaje. Honra este trabajo


la excelsa figura de Francisco de Miranda. La película se filmó en locaciones ubicadas en Venezuela, en Cuba y en Praga donde 120 actores fueron ayudados por 1200 extras. Se debe destacar el excelente guión que escribieron Henry Herrera y Angélica Vaulla que demuestra una gran sensibilidad para la historia a pesar de que la gran biografía sobre Miranda no se ha escrito.

Luis Alberto Lamata hará el guión y la dirección de la película “Bolívar, el hombre de las dificultades” en el año 2013

La trama de la película montada como una entrevista que le hace un joven mejicano en la presión a Miranda poco antes de su muerte es muy interesante porque de esta manera Miranda empieza a contar su vida. Da gusto ver detalles como la primera escena de la película que recrea el mobiliario e ambiente del famoso cuadro del pintor venezolano Arturo Michelena que muestra a Miranda en la prisión gaditana antes de morir.


Fue la existencia de Miranda sumamente compleja, rica en contrastes y poco común. Había sido Miranda el más cosmopolita de todos los luchadores de la Independencia de Latinoamérica, fue el que mayor numero de idiomas hablaba y el que recorrió casi todos los continentes exceptuando Australia. El guión de “Miranda Regresa” no es un panfleto recargado de lugares comunes, apreciaciones de dudosa verdad y especulaciones desacertadas como sucedió con el trabajo que se realizó hace unos pocos años sobre Policarpa Salavarrieta. Luis Alberto Lamata (Caracas, 1959) hizo de director, Miranda fue protagonizado por Jorge Reyes y la película la produce un convenio venezolano cubano llamado Fundación Villa del Cine. La actuación y la dirección de esta película no caen en el error habitual de cierta rigidez y excesivo maquillaje, en ella los actores logran trasmitir al lector la época tratada. Los actores son seres humanos y no seres recién salidos de un cuadro apologético del siglo XIX que convirtieron en seres ideales a los protagonistas de la Independencia. Como dato curioso el actor estadounidense Danny Glover hace las veces de un esclavo haitiano.


Policarpa Salavarrieta heroína colombiana convertida en chica libidinosa por la televisión nacion

“La Vida de Miranda” de William Spence Robertson (1872-1955) La biografía es el género literario que mejor apoya la pedagogía de la historia. Su tema, la vida del hombre, ayuda a trasmitir al lector una serie de referentes que le facilita a este a penetrar en el tema o la época. En la biografía se trabaja con un buen numero de detalles de esa cotidianidad que en un texto de historia estarían estorbando, más se debe guardar un equilibrio entre detalles de la vida del biografiado y su entorno. En el caso de la obra del autor William Spence Robertson hay un excelente trabajo de archivo que perfila muy bien a Miranda, pero al no haber hecho un trabajo igual con los otros personajes desequilibra el texto. Robertson sabe mucho sobre la vida de Miranda, pero no es un experto en Bolívar, no sabe a profundidad sobre masonería o


historia rusa para explicar el vínculo de Miranda con la zarina Katarina II. El mismo proceso de la Independencia no es captado por el investigador norteamericano. Esto no quiere decir que las 503 páginas de este libro publicado en 1947 por Ediciones Anaconda de Buenos Aires sean malas sino mostrar que hay temas que requieren cierto tipo de miradas. Es muy difícil que alguien de un ámbito cultural quiera recrear una vida sucedida en otro entorno cultural que él no maneja. Por medio de lecturas e investigación, inclusive con viajes, se puede apropiar de muchos detalles, pero hay secuelas que el buen lector detectará. Un texto histórico plagado de información pero que no logra establecer una narración entrelazada se llama monografía muy útil para aquel escritor que busca el dato comprobado y tiene la fuerza de realizar una cimentada construcción biográfica. Referente a Miranda al igual que muchos protagonistas de la Independencia de Latinoamérica se debe decir que es de las buenas biógrafas que se han escrito sobre este precursor. Es llamativo que a muchos de estos prohombres y mujeres no se halla, después de 200 años, redactado unas solidas biografías. Quedan esas vidas desamparadas, casi como sin tumba, para recordar a la posteridad que ellos fueron en un pasado los seres más determinantes de una sociedad.


Q:. H:. Francisco de Miranda

Por: Álvaro Zuluaga Ramírez Es frecuente, en los círculos masónicos actuales, descalificar la importancia de la masonería en la historia “por vivir del pasado”, y algo de razón les asiste, una orden que se ha caracterizado desde siempre por su carácter propositivo debe atender primordialmente las necesidades recientes, pero sin pasado no podremos avanzar con paso firme hacia el futuro, el mismo futuro que la humanidad requiere. Y en el caso específico de la independencia latinoamericana tenemos, los masones, el compromiso de recordar los líderes y protagonistas que nos dieron las luces de la libertad y el librepensamiento. No existe, en la historia de nuestros pueblos, una figura con el tem-


peramento, el talante y la personalidad más adecuadas para la tarea independentista que el Q:.H:. Francisco de Miranda. Hijo primogénito del canario Sebastián Miranda y Robelo y de la criolla Francisca Antonia Rodríguez y Espinoza, nació el 28 de marzo de 1750 y desde muy niño recibió esmerada educación, estuvo en la Academia de Santa Rosa y después en la Universidad. En 1771 viajó a España para completar sus estudios. Ingresó al ejército, donde obtuvo el grado de Capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa. Sirvió en el norte de África, demostrando talento militar y extraordinario valor en la guerra contra los moros. En 1780 fue enviado a la guarnición de Cuba, como ayudante del coronel Cajigal, donde se destacó rápidamente por su excelente preparación militar y su afición a la lectura. Pero las intrigas y las envidias políticas le hicieron caer en desgracia. Lo acusaron por su actuación en Jamaica, donde dicen que pronunció discursos para incitar a la libertad de las colonias españolas, pero gracias a la mediación y ayuda del comandante de la guarnición y amigo personal, el coronel Cajigal, logra salir airoso de esta situación, partiendo


inmediatamente hacia los Estados Unidos de Norteamérica. Gracias a su dominio del idioma inglés, y sus ideas republicanas, conoce y entabla, una gran amistad con los generales masones Washington y Lafayette, uniéndoseles a su gesta libertaria que ya habían iniciado en contra de la corona británica. Varios historiadores aseguran que su iniciación masónica, en 1783, se llevó a cabo de la mano de su padrino el General Lafayette, en Filadelfia. Luego de haber vencido a los ingleses, y de haber logrado el reconocimiento de la independencia de las trece colonias, sigue su camino a Europa. En 1785, su presencia en Londres, paradójicamente fue resaltada por la prensa británica, donde se lo presentó como infatigable campeón de la libertad. Su nombre adquirió prestigio y se codeó con los más brillantes intelectuales europeos. Visitó Holanda, Alemania, Italia, Grecia, Francia, Dinamarca y Polonia. En 1787 llegó a San Petersburgo, la fastuosa ciudad de la nobleza rusa y allí fue presentado a Su Majestad Imperial, la Zarina Catalina II. Su porte gallardo y sus finos modales llamaron la atención de la poderosa Catalina quien se enamoró de él llenándolo de halagos y condecoraciones. Miranda vistió el uniforme de oficial del ejército zarista, disfrutó del esplendor de la corte y recibió el grado de Coronel del Ejército de Coraceros de San Petersburgo. Es pertinente recordar aquí que durante la primera intención de invadir a Venezuela, con una precaria flota naval, llevó como estandarte la bandera rusa, el amarillo, azul y rojo que hoy identifica a los países andinos. El buque insignia era el “Leandro”. Volvió a Londres en 1790, pero sus gestiones para conseguir la ayuda de la Corona Británica en miras a la independencia de Venezuela fueron infructuosas. El gobierno inglés debido al Tratado firmado en el Escorial, evitaba a toda costa, la posibilidad de un conflicto con España. En 1791, con los girondistas Jacques Pierre Brissot y Jérôme Pétion de Villeneuve, consecuente con sus principios masónicos, participó en la Revolución Francesa, y sirvió brevemente como General en una sección del Ejército revolucionario francés que luchó en la campaña de 1792 para conquistar los Países Bajos, llegando al grado de Mariscal de Francia bajo el mando de Charles François Dumouriez.


Esto llevó a que su nombre, como único latinoamericano, permanezca grabado en el Arco de Triunfo. En 1798, fundó la logia “La Gran Reunión Americana” en Londres. Febrilmente trabajó para preparar la expedición libertadora de Venezuela. Esta logia es cuestionada por algunos historiadores masones, porque se salía de los rituales, para dar preponderancia a los ideales de la causa republicana, otorgaba grados de Maestros a los que destacaban por sus dotes intelectuales, por su amor a la libertad y a la causa de la independencia americana. Les tomaba un juramento especial, que siempre terminaba con “el repudio a todos los tiranos y las tiranías”. El joven chileno Bernardo O’Higgins, recién iniciado, le narra a Miranda la historia y las hazañas de Lautaro, el gran cacique Araucano, quien defendió y reconquistó el suelo de Arauca, venciendo al propio conquistador de Chile, don Pedro de Valdivia, batalla en donde Lautaro pierde la vida en defensa de la libertad de sus hermanos de raza. Nació entonces la idea, que luego llevaría a la práctica, de homenajear al héroe Araucano fundando la logia Lautaro, la cual tuvo, con el tiempo, filiales en varias ciudades europeas, siendo la de mayor importancia la de la ciudad de Cádiz, en la cual fueron muchos los sudamericanos que allí se iniciaron como Masones. De no haber sido porque Miranda sembró en los corazones de todos estos jóvenes la semilla de libertad y los preceptos de la augusta orden, difícilmente se hubiese podido realizar una empresa libertaria de esa magnitud. Por la injustificable traición de Bolívar, a raíz de la pérdida de Puerto Cabello, Miranda fue transportado al Castillo San Felipe de Puerto Cabello, donde a principios de 1813 escribe desde su celda un memorial a la Real Audiencia de Caracas exigiendo el cumplimiento de la capitulación de San Mateo en la cual se le garantizaba su libertad. El 4 de junio de 1813 es trasladado a la fortaleza de El Morro, ubicada en Puerto Rico, y de allí a España, donde es encerrado en el calabozo del penal de las Cuatro Torres del arsenal de la Carraca en San Fernando de Cádiz. Aquí sólo recibió pocas noticias y escasa ayuda de algunos amigos. Miranda planeaba escapar hacia Gibraltar, pero un ataque cerebrovascular frustra sus planes y muere, a los 66 años de edad, el 14 de julio de 1816. ¡Salud, Francisco de Miranda! ¡Mano derecha a los cañones!


Las Mujeres, el Amor Sexual y el Erotismo Roberto Lovera De-Sola en la reseña del libro El hijo de la Panadera (Caracas: Alfa, 2014)de la magnífica historiadora venezolana Inés Quintero dice:

“…Desde luego, este es un aspecto que se refiere siempre que se habla de Miranda sin detenerse a sus pormenores. Su íntima relación con ellas no debe referirse solo a las “chapas” que hacía, según la palabra que usó en su Diario, y que conocen bien los lingüistas. Por ello, el punto debe ser tratado en sus diferentes aristas. La


primera es su interés por las mujeres y el tema femenino; el segundo fueron sus grandes amistades con mujeres. Y aquellas que amó, como Catalina Hall en Suecia, y desde luego, a su esposa, hoy sabemos que lo fue, Sarah Andrews (17741847), madre de sus dos hijos Leandro(1803-1886) y Francisco(1806-1831)[17]. Y, desde luego, a sus amores de viajero, a todas aquellas, generalmente jóvenes y hetairas que lo acompañaron en sus noches. Desde luego, siempre gustó sexualmente de las mujeres. Y describió bien los mundos de las prostitutas de aquellos días, un ejemplo muy significativo es la descripción de un burdel en Livorno, Italia, toda cuyas detalles consigna en su Diario (Colombeia,t.IV,p.243-244).


Ahora bien, lo que singulariza a Miranda ante la sexualidad fue que llevó, en su Diario está un registro pormenorizado de su actividad. Siempre nos ha llamado la atención como algunas de las entradas del Diario celebra cuando la muchacha se desnudaba completamente, ya que no era esa, al parecer, la costumbre entonces. Y, su anotación, “Y después se marchó muy contenta”, frase varias veces repetida. Fue, desde luego, el primer venezolano, en dejar cuenta cierta de su actividad sexual. Inés Quintero apunta, Miranda fue “un hombre que se dispuso a llevar el registro pormenorizado de sus andanzas y cuya acuciosidad, dedicación y prolijidad nos han permitido conocer de primera mano estos y muchos otros pasajes de su vida privada”(p.70). Dejó cuenta de ello, incluso de las veces, en cada noche, en que llegaba al orgasmo.


Pero para entender esta faceta hay que comprenderla de acuerdo con las ideas y prácticas de su época, tiempo de gran libertad sexual, siglo XVIII, tiempos anteriores a aquellos en que el romanticismo impuso sus directrices sobre el amor, estas perviven hasta hoy. Sobre ello hay buena bibliografía, destacamos especialmente, la biografía de Giacomo Casanova (1725-1798) del diplomático gringo Rives Childs. Recuérdese al respecto que en el campo de la sexualidad tanto Casanova como el marqués de Sade (1740-1814), fueron contemporáneos de Miranda. Desde luego, el magnífico señor de Sade, no podemos leerlo, sin tener el cuenta, la forma aconsejada por Octavio Paz (1914-1998), también estudioso del tema erótica, hacerlo “con asombro y horror, con curiosidad y disgusto, con admiración y reconocimiento”. Y sin perder de vista, lo observado por Severo Sardy (1937-1993) que el sadismo de Sade fue más textual, escrito, que real, ya que pensó que Sade lo escrito por Sade eran “páginas más discursivas que eróticas, más de pensador que de libertino”[18]. Pero, desde luego, también hay que decir, que la intensa sexualidad fue para Miranda el reposo del guerrero, las horas quietas de alguien que dedicaba su vida a un proceso más alto: la independencia. Este punto, lo esclareció bien don Carlos Pi Sunyer (1888-1971) en su paralelo entre Miranda y Casanova, el cual es examen decisivo para la comprensión de la sensibilidad sexual del caraqueño [19], es una lástima que Inés Quintero no lo haya conocido. Desde luego, no siempre fue “sumamente discreto, cauto y respetuoso de esa intimidad”(p.65), basta recordar su relación con Catalina Hall, en 1787, en Suecia, que muy bien analiza Inés Quintero(p.68), contada en todos sus apasionados detalles, porque entre Catalina y Miranda hubo un verdadero amor, no solo un acercamiento erótico. Tanto que le pidió,


después de irse, en la correspondencia que le remitió, “Pero, mi querido amigo escriba de forma que pueda enseñar las cartas de Ud. a mi marido” (Colombeia, t.VI,p.103). El uso constante de la palabra “chapar”(p.64), “copula carnal con prostituta”, “hacer chapas” era la mujer que se dedicaba a la prostitución, sin duda un uso de su tiempo, aunque a veces se halla en alguna novela contemporánea española, el vocablo siempre ha llamado la atención a los lectores de su Diario[20].


Otro hecho, es que siempre fue Miranda un ser con mujeres cercanas. En este libro Inés Quintero, gracias a los datos que ofrece la historiadora canadiense Karen Racine nos da una serie de noticias sobre las mujeres que rodearon a Miranda en su último período caraqueño (1810-1812). Son noticias interesantes, que la investigadora Racine encontró en un archivo ingles. Todo lo que expone Inés Quintero es esto: en Caracas encontró don Francisco a algunos miembros de su familia, una de sus hermanas, Ana Antonia, dos sobrinas, Josefa Almeyda y Maria Catlina Arrieta y una prima, Mariquita (p.204).


Y tuvo relación, no íntima, con otras mujeres, incluso cuando estuvo en el poder como Generalísimo. Entre todas estas llama mucho la atención una mujer: Manuela Huerta, sus cartas “las más numerosas del conjunto. El contenido de estas cartas deja bastante claro la muy cercana relación que tiene, o tuvo, Manuela con el Generalísimo” (p.207). Manuela lo llamó “Mi dueño y señor”, ”Mi amado y querido señor”, “Mi amado señor”(p.207). Le dice también “Yo no soy capaz de olvidarlo jamás”, “mi amor a la persona de usted no tiene límites, lo amo sin comparación y solo deseo complacerlo en todo, esta noche voy si es su gusto a verlo” (p.207). No se sabe casi nada de Manuela (p.208-209), pero sin duda el dato nos sirve para llenar un vacío: siempre nos había llamado la atención que en sus años caraqueños no hubiera tenido Miranda una mujer íntimamente cercana, siendo como era, lo que parece ser, bastante claramente, esta Manuela Huerta.

Más de Doscientas En verdad Miranda estuvo sexualmente con muchas mujeres a lo largo de su vida. Tantas que el historiador Tomás Polanco Alcántara (1927-2002) afirma que entre sus brazos estuvieron más de 200, a tantas acarició el Precursor[21], conservando en un fino estuche muchas veces, lo que lo hace hondo varón erótico, pelos de los pubis de aquellas queridas mujeres que tantas horas de placer le habían hecho pasar. De otras, como informa Inés Quintero, conservó algunos de sus cabellos, costumbre muy antigua y que se usó en Venezuela hasta hace pocas décadas como recuerdo de seres especialmente queridos. La misma Inés Quintero se refirió a los cabellos de una de las amantes del general Antonio Guzmán Blanco (1829-1899) encontrados por su esposa Ana Teresa Ibarra (1849-1913), y el gran lío que le formó su celosa esposa [22]. Tantas fueron que más bien llama la atención a quien estudie estos asuntos que no haya constancia de ninguna relación, aunque sea con una hetaira, en los años que pasó en Cuba (1780-1783), ya que ahora, gracias a Inés Quintero, conocemos a varias con la que se relacionó en Caracas, la principal parece ser Manuela Huerta. Quién sabe si algo se sabrá en el futuro sobre las relaciones que pudo tener en sus años en La Habana (1780-1783) de los cuales no tenemos noticia alguna al respecto.


Informaciones tenemos de las mujeres que lo visitaron en las prisiones en las cuales estuvo preso en París. Durante la Revolución Francesa, allí conocemos que quien lo visitaba, tenía mucho afecto por él pese a ser casada y tuvieron una relación siempre erótica en muchos de sus encuentros en la misma cárcel: madame Delfina Custine. Y en sus últimos tres años, preso en La Carraca (1814-1816), se reactivaron los afectos que había tenido por algunas gaditanas, años atrás, cuando llegó de Venezuela muy joven. A parecer la llamada María Teresa, desconocemos su apellido, se ocupó entonces mucho de él, ella había sido su amante en 1778, allá mismo (Colombeia,t.I,p.466-470)…”


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¡Si o no! Por: Hernando Arango Monedero Habiéndose llegado al llamado “acuerdo de fin de hostilidades” y la llamada “llegada de la paz”, entramos en la etapa de realizaciones y definiciones para la firma cierta y verdadera de la paz, lo que deja a las FARC en el espacio de la actividad política en el que deben buscar alcanzar la realización de sus aspiraciones, es decir, cambiar el sistema político económico de Colombia, anhelo que deberán lograr a través de las vías democráticas, tal como hasta ahora lo han buscado El Polo, la Unión Patriótica y demás movimientos que se autodenominan de Izquierda. Nadie, absolutamente nadie se opone a que la paz sea una realidad algún día en este país, ya que ninguno de sus habitantes, los “vividos” después del año 1930, hemos sentido un día de paz verdadera, como quiera que, y así no sea reconocido por algunos, desde aquel año y con la caída del partido Conservador del poder, la llegada del Liberalismo y la posterior “liberalización” del país, se inició, con esa “revancha”, la generación de resquemores por parte de los que entonces fueron sacados de sus empleos y quienes, en su triunfalismo, apabullaron a los vencidos. De allí en más, la paz para los colombianos es una aspiración que, de una u otra manera, ha sido frustrada por la disputa sobre sus orígenes, las venganzas, los odios y demás expresiones comunes a nuestra condición humana. Ahora se nos dice que la paz es posible de alcanzarse con base en los que desde la Habana se viene haciendo y acordando. Hasta ahora lo que se ha convenido sólo significa que tanto el Estado, como las FARC, no dispararán más. Eso está bien; muy bien. Igualmente, las FARC han aceptado concentrar sus fuerzas en 33 lugares diferentes del territorio nacional durante 180 días, y esas concentraciones tendrán supervisión de la ONU y países garantes, Eso está bien; muy bien. Para algunos es la repetición del Caguán disperso en la geografía nacional; una especie de metástasis de aquello. Después de ese lapso, las armas serán depositadas en lugares establecidos, y fundidas para elaborar con ellas unos monumentos. (¿?) Eso está bien; muy bien. Hasta aquí, para algunos, lo alcanzado da lugar al grito de alegría que se ha anunciado. No obstante, para otros, de aquí, en adelante, viene la parte álgida del proceso, la parte difícil, y donde radican las grandes diferencias entre quienes consideran que lo que haya que dar en busca de la paz, hay que otorgarlo. Para otros, la paz sigue siendo un anhelo, pero para alcanzar la paz no


se puede entregar al país ni condonar las penas por los crímenes cometidos y menos premiar con curules en el Congreso a quienes fueron responsables de las tropelías en que incurrieron. Y para culminar la entrega, es un exceso modificar la Constitución Nacional de conformidad con lo que la FARC ordena o quiere sea modificado. Que hay que informarse sobre lo que se ha acordado, es cierto. Que hay que aceptar que algunas concesiones deben otorgarse a los dirigentes de las FARC, es también cierto. Pero, si esas concesiones llegan al extremo de modificar la Constitución para levantar inhabilidades como la de que al Congreso no puede llegar quién haya sido condenado, salvo por delitos culposos y delitos políticos, resulta inaceptable y daría pábulo para que sujetos con pésimo prontuario exijan igual tratamiento ante la ley. Que los delitos de lesa humanidad reciban penas rebajadas, está bien; muy bien. Que delitos como el narcotráfico tengan penas igualmente rebajadas, está bien; muy bien. Que este delito sea conexo con el delito político? Es parte de lo discutible. Que la verdad y la reparación sean condición “sine qua non” para recibir los beneficios ante la justicia transicional, está bien; muy bien. Que haya unas curules en el Congreso como circunscripción especial, pro témpore, para representantes de la FARC, está bien; muy bien. Y la gran diferencia, la causante de la gran controversia, estriba en tener que llegar a modificar la Constitución para levantar la inhabilidad establecida, por siempre, para quién haya sido condenado y más, por delitos de lesa humanidad. Así, esta Inhabilidad tendrá que ser levantada también para otros que, en exigencia de igualdad ante la ley, así lo demanden. Que queremos la paz? Claro que la queremos todos, razón por la que la propuesta del gobierno y sus áulicos de que, en el plebiscito, se votará por la paz o por la guerra, es perversa y mal intencionada, razón por la cual alguien debe detener tal presentación ante los ciudadanos, ya que de esa manera volveremos a frustrar, como históricamente lo hemos hechos los colombianos, el poder alcanzar una paz duradera. Hay que recordar que: “Quien da todo por la paz, se queda sin la paz y sin el todo”. Entendamos que a los máximos dirigentes de las FARC les debe bastar ser dirigentes de su propio partido y ubicar, a través de él, a quienes con ellos defienden sus propósitos en las curules en principio asignadas en circunscripción especial y, posteriormente, como gestores de una corriente política propia. Dar una mirada a lo que ha sido nuestra historia política, podrá ayudarnos a no repetirla.


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El 20 de Julio: Pobres Mártires Por: Pedro Felipe Hoyos Körbel Según el diccionario mártir es aquella persona que da su vida por sus convicciones sin hacer distinción entre lo religioso o político y en el año 1816 el Rey Fernando VII, durante la reconquista de la Nueva Granda, nos obsequio alrededor de 500 muertos políticos entre ellos figuras como Camilo Torres, Joaquín de Hoyos, Antonio de Villavicencio o Francisco José de Caldas. Esta cifra se debe leer en el contexto del gobierno de este Rey sanguinario que dejó alrededor de 15.000 muertos políticos en todos sus reinos y más de 50.000 exilados entre ellos el famoso pintor Goya el cual murió en el exilio por temor a las retaliaciones de este hombre cuyos mejores retratos fueron pintados por Goya. Este año que se conmemora el bicentenario de estas muertes, que fueron el prologo dramático de nuestros primeros pasos como democracia, no tendrá mayor lustre a pesar de haber sido destinadas ciertas partidas para resaltar esas efemérides. Se verá que ciertos mártires tienen mejor acogida y que no se procederá con justicia dejando rienda suelta a preferencias por no decir rosca. Más la suerte de todos estos hombres y más de una mujer 200 años después es triste. Ellos mueren por implantar el gobierno del pueblo y esos logros pagados con sangre poca vigencia tienen hoy en día. Somos una democracia excesivamente disfuncional y frágil, incapaz de comprender ese legado. ¿Ese pueblo colombiano que recibió la ofrenda de esas muertes ha crecido en su conciencia democrática asumiendo con entereza el camino trazado por estos Padres de la Patria? Lo dudo. Hay más colombianos dedicados a desmontar la democracia bicentenaria que aportando a fortalecerla. Estamos lejos de la meta y lejos del punto de origen. Un ejemplo: Llegó a mis manos un librillo editado a raíz del bicentenario del Sabio Caldas que recoge las memorias de la 4ta Jornada Caldas realizado aquí en Manizales y me sorprendió que ninguno de estos eruditos señores hablara de la labor política de Caldas y especialmente su labor


periodística a favor de la Independencia en su Diario Político de Santa fe de Bogotá. El perfil de patriota, de hombre comprometido con una sociedad dinámica no les interesó, seguramente para ellos no vale la pena. Se habló del científico; tema loable, pero este departamento ostenta el nombre de Caldas por la labor política de este hombre durante los años de 1809 y 1816 y no por sus conflictos con su colega alemán Alejandro von Humboldt o la construcción de sus instrumentos científicos. Este departamento de llama Caldas y no Mutis o Humboldt. El Rey español fusiló a Caldas por patriota, por haber pretendido establecer un gobierno republicano dejando atrás la monarquía y no por sabio. La oportunidad de hablar de democracia, de sus inicios, de sus conflictos y sus avances no le interesa a esta sociedad que se dispone a conmemorar hipócritamente algo que no aprecia. La llama de la pasión por lo colectivo, por el bienestar de una sociedad hace muchos años se redujo a casi nada. La apatía de una parte de los colombianos por un lado; la viveza de otros y la ignorancia de los demás han desdibujado completamente lo que hace 200 años se inició, sin darse cuenta que los que pierden son ellos mismos. ¿Cómo quedará la ofrenda floral depositada por un gobernante que compró votos para acceder a su cargo en el monumento de un hombre que no temió la muerte ya que pensaba en su patria? Recordemos que nuestra Independencia se inició sin que cayera un sólo tiro, que fue un proceso político dirigido por la inteligencia del país y fue la reconquista del Rey, encargada al General Pablo Morillo, la que convirtió este proceso en guerra. Seguramente la festividad va ser más honesta en el año 2019 cuando se conmemore el bicentenario de la batalla de Boyacá porque de muertos y de violencia si sabemos mucho y tenemos mejores referentes. Lastimosamente ese momento de nuestra Independencia nos es más fácil de recrear porque creemos que la historia nos ha enseñado que la Independencia se logró con las armas solamente.


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Relaciones entre Manizales y Pereira Por: Hernando Salazar Patiño Desde los puntos de vista histórico y sociológico, una charla con el título “Las diferencias y odios entre Pereira y Manizales. Perspectiva periodística” por Franklin Molano, tenía un gran atractivo para los pocos que hemos trabajado las relaciones y desemejanzas entre esas dos ciudades, bajo esas mismas ópticas y un prisma con mayores refracciones. Se dio el 9 de junio, dentro del ciclo del Café Literario en la sede de la Alianza Colombo Francesa de Manizales, con el apoyo del Departamento de Lingüística y Literatura de la Universidad de Caldas. El que el periodista expositor, pues tal fue la profesión con la que se presentó, no hubiera nacido por estas breñas, sino en Bogotá, y que no llevara mucho tiempo en el Eje, era ya una ventaja, porque esto hacía presu-

mir la distancia y la objetividad necesarias para que se diera cierto equilibrio en los supuestos contrastes. Molano desde un comienzo manifestó a los asistentes, que los materiales que iba a mostrar en video vip, y todos sus comentarios, estaban sustentados en la investigación que llevó a cabo para hacer la tesis que presentó en la universidad, con el fin de obtener un título en su profesión. Un mérito más del expositor, que habla de su curiosidad y de su capacidad de observación, fue la escogencia de este tema que puede considerarse superado, pero cuya significación y validez no han sido estudiadas con la profundidad y la interdisciplinaridad que amerita, porque marcó todo un carácter y explica tanto la evolución como


el desarrollo de las dos ciudades. Novedoso con mucho de originalidad, es el hecho de habérselo planteado para su tesis de grado, desde uno de los sitios involucrados. El periodista trabaja en un periódico de Pereira. El poco tiempo de que dispuso, no le permitió a Molano decir mucho, y si nos ceñimos al sugerente nombre con que anunció la cuestión para tratar –y que parecía ser un “gancho”-, quedamos ayunos. Pero ésta es una consideración más bien subjetiva o muy personal, atinente si acaso para tres o cuatro de los oyentes, que por referencia, por experiencia o por investigación, estaban en antecedentes, porque el auditorio lo componían jóvenes, para los que todo lo que dijo o pudo haber dicho el señor Molano, debió constituir una visión nueva de paralelo entre dos capitales vecinas, con alusiones a una situación para ellos desconocida, o es probable que hubiesen oído de ella, sin entenderla. Prueba de que las pasiones ciudadanas que otrora daban tono a emulaciones y comparaciones entre sus habitantes, han sido rebasadas por el tiempo y las circunstancias más variadas, y también de que al grupo de escuchas allí presentes, lo motivaba un compromiso académico o un interés histórico no muy explícito, por la ausencia de interpelaciones. Con el riesgo de parecer demasiado sumaria, y quizá sesgada -si el inconsciente tiene algo que ver-, va esta sinopsis de lo expuesto por Franklin Molano: Con ayudas visuales, mostró unas cuantas imágenes del desarrollo de Pereira, desde finales del siglo XIX y más numerosas, de la primera mitad del siglo XX, resaltando aspectos culturales como el de la película “Nido de Cóndores”, de 1926, un hito en el cine colombiano, un

año después de Manizales City” y de “Bajo el cielo antioqueño” y de la primera que fue filmada, “María”, en 1922. Aunque la intención primordial de las dos primeras fue mostrar las ciudades y sus progresos, el tener argumento, y el que actuaran jóvenes pereiranos, le dio más valor documental y cinematográfico a la primera. La referencia a la señora Inés Rendón, dama más que centenaria, que tuvo papel protagónico, como mujer adelantada a su época, y al director, el polifacético escritor Alfonso Mejía Robledo, eran obligadas. Aunque la semblanza de éste personaje, daba para más. Las alusiones al Ferrocarril de Caldas, al levantamiento de los rieles en 1959, con la que los habitantes de Pereira decidieron terminar con la comunicación férrea con Manizales, y otras, muy de pasada, a hechos, comportamientos, modas, etc., y otras manifestaciones que podían interpretarse como rupturas, pero también, al peso de las modos de pensar tradicional, que impedían o censuraban atrevimientos, fueron interesantes, pero no conectaron con las “diferencias”, y menos con los “odios” , de los que creímos, iba a hablar. Aunque dijo que su investigación consultó muchas publicaciones de la primera mitad del siglo XX, como Bien Social, Variedades, El Diario, de los hermanos Correa Uribe, y las dirigidas por María Tejada, se centró en la publicación humorística El Fuete, de don Néstor Cardona, la que, por cierto, nació en Manizales, pero que trasladada en sus inicios a Pereira, dio una mirada a la ciudad muy particular, con humor, con civismo, mediante caricaturas y versos, que no solo retrataba cada época, sobre todo, política, sino que dejaba entrever, para mi concep-


opinión to, un sentido de la autocrítica desenfadado, irreverente, pero positivo, alegre, constructivo, aspecto que se hubiera prestado para una comparación con el ejercicio del humor y de la crítica en Manizales, y que revelaría matices no previstos. También interesante la mención a la presencia en Pereira de Luis Tejada, de su padre, don Benjamían, figura sobre la que trabajé en extenso alguna vez, y de la influencia en la enseñanza de sus hermanas maestras, en particular, la de María Tejada, subrayó el valor literario original de esas primeras crónicas del maestro del género. Aparte de lo sabido sobre la ciudad liberal y la conservadora, la más a tradicional y la que fue receptáculo de migraciones por la violencia, sin mencionar el café, el comercio, la apertura hacia el Valle, al repetir la similitud del lema identificador de cada una “sin puertas” y “puertas abiertas”, y trastocar el orden cronológico histórico, no capté si con intención o no, para enumerar parecidos, imitaciones, semejanzas, ahí sí pareció intentar un balance. Al citar las librerías de Pereira ( no mencionó las de Manizales), hizo una última alusión a la “Roma”, que en verdad es un fenómeno por la cantidad de libros, por las reuniones y charlas que estimula, etc., hecho más posible en esa capital que en la de Caldas, no obstante que propietario y librería comenzaron también en Manizales. No es el caso aquí de glosar nombres y situaciones que, forzosamente, muy de pasada, hizo el periodista Molano, en una síntesis apresurada, pero que abrió interrogantes, y para los jóvenes, incitaciones a temas a los que les falta investigación. Los que lo

escucharon, se mostraron completamente ajenos a esos viejos prejuicios heredados por algunos grupos de las generaciones de antes de la segregación territorial que dio realidad a los departamentos de Risaralda y del Quindío, algunos de los cuales contó Molano, que le contaron, por lo que por parte de sus oyentes fueron recibidos acríticamente y no confrontados, como dio a entender que sucedió con él mismo. Entre esos “prejuicios” que hicieron carrera, hay uno que siempre me pareció tosco y de mala leche, porque centenares de casos lo desmienten, y no tiene confirmación histórica ni social, no obstante el resentido aserto provenga de noble, respetada y respetable fuente. Quizá nació de algún hecho anecdótico aislado, si es que se dio. Molano fue soltando esa especie, vieja pero ingrata a los oídos de unos y de otros, todavía, de que los muchachos de Pereira tenían negado el acceso a los colegios de Manizales. Desde la fundación del Instituto Universitario de Manizales, en 1914, más cuando tuvo internado, como en las Normales de varones y señoritas, y en el internado del Colegio de Nuestra Señora, miles de estudiantes, destacadísimos por cierto, pasaron por esas aulas, durante medio siglo. Ni qué decir los que llegaron cuando se abrieron las varias facultades de la Universidad de Caldas, al comenzar los años cincuentas. Al investigador le dio esta versión doña Lucía Marulanda, esposa que fue de don Gonzalo Vallejo, el ilustre patricio pereirano, tres veces ex secretario de hacienda del Departamento de Caldas, y quien abanderó la gran campaña por la creación del Departamento de Risaralda. En un libro suyo, había leído yo ese infun-


dio, que riñe con la verdad y con la prestancia de su difusor. El periodista trabajó el material de su tema en la misma Pereira y ese fue el único que trajo. Al anunciarlo con ese título, “Diferencias y Odios”, teniendo en cuenta que no recogió documentos, ni investigó fuentes equiparables en Manizales, para el comparativo propuesto, éste dejó mucho que desear, o mejor dicho, no se dio. Rozó, sí, desavenencias superficiales. No más. Ni contrastes de gestos, de mentalidades, de trayectorias, o el por qué de las “razones” o de los “prejuicios” que probablemente enmarcaron la supuesta rivalidad entre las dos ciudades del Viejo Caldas. Si su intención primigenia fue la de confrontar opiniones, mostrar las condiciones opuestas, comprobar la autenticidad de los imaginarios, contrastar dos modos de acción, de expresión de ideas o cultura, Franklin Molano, no lo hizo, o no lo quiso, porque no le alcanzó el tiempo, por falta de elementos para hacerlo, o porque ni siquiera lo iba a intentar. El público joven no preguntó por los argumentos de esa polémica, ni aportó otros, ni se le incitó a ello. Le era y le siguió siendo extraña. Será otra vez. Lo positivo de su muestra es que dejó abierta la posibilidad de otras miradas a la historia de nuestras ciudades. Nadie adujo otros trabajos similares. Y que seguro aprovechó su venida a Manizales, la que supongo “contraparte” de su investigación, para darle más profundidad, comprobación y significación históricas a su tesis, que debe ser, tiene que ser, más completa y con planteamientos y ejemplos de lado y lado, entre ciudad y ciudad.

Este comentario se explica, porque nace de dos circunstancias muy propias, una íntima y por ello muy personal, y otra intelectual, relacionada con mi trasiego por la historia, por la psicología, la sociología, y en general, por las llamadas ciencias humanas. Por ambas, Pereira no me ha suscitado en la vida sino afecto, admiración y gratitud. Ah. Y bellos recuerdos de infancia. Sobre estos sentimientos no puedo extenderme como quisiera, será en otra oportunidad, pero debo anteponer que muy buena parte de mi familia, la más cercana, la de cariño más constante, ha vivido allí. Como sucede con miles de familias del Eje Cafetero que tienen en las tres ciudades, con Armenia incluida, y en poblaciones de los tres departamentos, lazos consanguíneos de lares comunes. La segunda, las investigaciones de toda una vida sobre la historia de la cultura, de la literatura, del periodismo y de la caricatura en el Gran Caldas, expuestas en trabajos y conferencias que sería largo enumerar, y en particular, la historia intelectual de Pereira, de sus más mentes más significativas, me dan cierto aval para diferenciar Modos de pensar y de obrar, aunque cuando viví en ésta ciudad, por las hendiduras de la sociología y de la psicología que se le escapan a la academia, tracé un paralelo entre aspectos de las dos capitales, como el suicidio, la “gaminería”, la miseria, la amistad, la simpatía, el chisme, el beber y el hacer el amor, en una y en otra, en fin, con historia y con humor, que gustó mucho, pero su objetividad hizo que tuviera que meditar seriamente si tenía o no que irme a vivir a Chinchiná o a Dosquebradas.


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Sigifredo López y la moral Por: Ricardo Puentes Melo Un asunto muy interesante que se está tratando dentro del proceso mediático para salvar a Sigifredo López Tobón de la cárcel, es el tema de la moral. Los diarios, revistas y telenoticieros nos han vendido la idea de un Sigifredo que sufre la injusticia de este sistema gracias a que –eso dicen los medios- el hombre es poco menos que un adalid de la moral, un defensor del humilde, un mártir de la democracia. En todas las biografías cortas de Sigifredo López Tobón he visto el esfuerzo por presentarlo como un político desinteresado que amó con entrañable sentimiento a sus compañeros de la Asamblea del Valle, y que hubiera dado la vida por ellos de ser necesario. Hasta el mismo ex diputado lo ha dicho en todas la oportunidades, con la voz trémula y dolorida. Nos dicen sus biógrafos –pagados o no- que Sigifredo era hijo de unos humildes colombianos que sufrieron la violencia en carne propia. Nos cuentan que quedó huérfano de padre cuando contaba apenas 9 meses de edad y que su señora madre, doña Nelly Tobón Zamora, pasó muchas penurias para sacar adelante al muchachito, allá en Pradera (Valle), donde los padres del futuro abogado y diputado liberal tenían una prendería; la misma donde asesinaron de varios tiros a Guillermo López, dejando viuda a doña Nelly y huérfano a Sigifredo. Está bien que intenten mostrarnos a Sigifredo como víctima. Pero lo que está mal es que no nos cuenten la historia completa. ¿Se han preguntado por qué razón casi nadie habla largo sobre Guillermo López, el padre de Sigifredo..? Yo les diré por qué. Nuestras fuentes en Pradera nos llegaron con algo que descono-


cíamos: Guillermo López fue miembro de las guerrillas comunistas que posteriormente se llamarían FARC. Amnistiado luego de la creación del Frente Nacional, le dan un dinero con el cual monta la primera prendería en Pradera, Valle (región que desde entonces ha estado bajo influencia guerrillera), a donde se muda con su esposa y donde han vivido siempre varios tíos de Sigifredo, vinculados con las FARC. El asunto es que estando allí en Pradera, unos sujetos entran a la prendería de la familia López Tobón y asesinan a balazos a Guillermo. Nunca nadie supo la razón del crimen. Pudo haber sido por robo; pudo haber sido venganza de sus compañeros de la guerrilla por haberse amnistiado.. Pero la verdad es que nadie puede asegurar nada al respecto. Era junio o julio de 1964 y Sigifredo contaba apenas nueve meses de nacido. Dicen que un par de balas quedaron incrustadas en su cuna, pero esto también pertenece al terreno de la mitología. Lo único claro es que los biógrafos de Sigifredo quieren dar a entender que los asesinos de Guillermo fueron los conservadores. Luego de esto, según algunos biógrafos del ex diputado, la viuda se muda con su hijo a Florida, Valle (también con clara influencia guerrillera), donde Sigifredo –ya adolescente- se dedica a trabajar como repartidor de un periódico comunista. Pronto se destaca como líder en Pradera, pueblo con notable influencia de las FARC –como ya se dijo-, y uno tiene el legítimo derecho a preguntarse cómo fue posible que Sigifredo, si no era amigo de la guerrilla, se convirtiera en ese notable líder, en concejal del pueblo, alcalde y diputado con los votos de una región –lo repito- de influencia guerrillera. Todos sabemos lo que las FARC les hacen a los políticos que quieran surgir en sus regiones sin contar con su simpatía o complicidad. No es secreto de Estado que antes del gobierno de Álvaro Uribe, las FARC ponían y quitaban políticos en muchas regiones del país, como Pradera, Valle, cuna de Sigifredo, el hijo del Guillermo, el guerrillero comunista. No es secreto tampoco que Sigifredo López sea defensor de vieja data de un eventual despeje de Pradera y Florida para que las FARC se muevan a sus anchas. Y tampoco es oculto que Sigifredo y su familia han tenido exten-


Sigifredo López y Rafael Pardo

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sas propiedades en Bolo Azul, un corregimiento de Pradera lleno de guerrilleros que, en 2005, Ernesto Samper propuso para ser escenario de diálogos con la guerrilla. Allí en Bolo Azul han sido célebres los campamentos de las FARC bajo la mirada cómplice de los mandatarios de Pradera, incluyendo a Sigifredo, quien siendo alcalde pasaba la mayoría de fines de semana allí y en la vereda Las Ferias, en el punto de La Mirla. Mi pregunta es: si Sigifredo no era amigo de la guerrilla, ¿cómo hizo para no ser secuestrado o violentado por las FARC mientras pasaba sus descansos en ese santuario de las FARC? ¿Qué tiene de especial Bolo Azul para ser tan protegido y atesorado por las FARC? Pues que es un corredor estratégico de y hacia Herrera y Chaparral (Tolima), y Corinto y Santo Domingo en el Cauca, donde las narcoguerrillas se mueven a sus anchas llevando y trayendo armas, droga y secuestrados. Hay quienes aseguran que, durante el “secuestro” de Sigifredo, él iba frecuentemente a sus tierras en Bolo Azul. Y con lasacusaciones que le hace la Fiscalía, nada de extraño sería esto. De público conocimiento es también, según nuestras fuentes en Pradera, que varios familiares cercanos de Sigifredo son guerrilleros. Todos lo saben por allá pero nadie lo aseguraría públicamente, por obvias razones. Muchos habitantes de Pradera están aburridos con el tema de Sigifredo López y la guerrilla. La mayoría de paisanos de Sigifredo quisieran contar lo que saben pero tienen temor de las represalias de López y sus amigos. Varios aseguran que Manuel Marulanda,


alias “Tirofijo”, fue padrino de matrimonio de los padres de Sigifredo, y que Guillermo López era compañero de banda del mismo Tirofijo, del “Capitán Peligro”, y del “General Mariachi” (Jesús María Oviedo) antes de que éste se diera cuenta de la agenda comunista del futuro comandante supremo de las FARC, y decidiera retirarse para morir luego asesinado en su tienda de Santiago Pérez, Tolima. Y hay que entenderlos. Con la revitalización de las FARC en este gobierno, sus temores son bien fundados. Así que, ésta la historia no contada sobre Sigifredo López. Por ello, producen risa sus afirmaciones de que “Yo vine a conocer guerrilleros en el secuestro” (Declaración ante la Fiscalía Especializada 38, en mayo 18 de 2012. Página 15). Como sospechas producen, además, las fuentes de financiación de su campaña a la Alcaldía de Cali, poco después de ser liberado unilateralmente por las FARC. ¿De dónde sacó los multimillonarios fondos para pagar su campaña política si supuestamente salió empobrecido del secuestro..? Tal vez nunca lo sabremos. Y, hablando de misterios, Sigifredo López dice también, para defenderse, que las acusaciones en contra suya, que lo señalan como guerrillero, proceden de Gustavo Muñoz Roa y asegura que no son más que un burdo montaje del director de la Fundación Nueva Esperanza. Pero los hechos son los hechos. Y cuando se observa quiénes son los defensores de Sigifredo (Piedad Córdoba, Iván Cepeda, Colombianos por la paz, Samper, Revista Semana, El Espectador y demás) algunos analistas inclinan sus opiniones a favor de la tesis de la Fiscalía respecto a que Sigifredo ayudó a las FARC a secuestrar a sus once compañeros diputados, y que posteriormente fue cómplice de esa masacre infame para que no contaran al mundo la verdad sobre la participación suya en ese horrendo plagio. Se sienten escalofríos de solo pensar en que Sigifredo López haya sido capaz de semejante acto de maldad. Pero, conociendo como conozco las verdades y morales de muchos políticos, no me extraña para nada que un liberal comunista tuviera estos alcances. Ellos no tienen reparos éticos ni respeto por la vida humana. Pero sólo el tiempo nos lo dirá. • Tomado de Periodismo sin Fronteras (http://www.periodismosinfronteras.org/sigifredo-lopez-y-la-moral.html)


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Libertad nuestra de cada día Por: Gloria Cepeda Vargas Si volviera a nacer y tuviera la oportunidad de escoger el sexo, reincidiría. A pesar de inris y sambenitos, de caricaturas y malos bocetos y de esa careta que nos impusieron los caballeros “de la triste figura” en la desaforada cantaleta que vengo escuchando desde los bancos de primaria, reincidiría. No soy masoquista, al menos no me he pillado en plañidos existenciales. A pesar de haber lucido velo y corona de nítido azahar cuando el sol todavía no me daba en la espalda, no recuerdo haber metido en el mismo plato amor y salvajismo ni mucho menos haber imaginado que mi compañero era un ser superior aunque me llevara como diez centímetros de estatura y dos o tres decibeles en el sonido de la voz. Regresaría a mis recovecos biológicos, a mis desagües lacrimales, a mis catarsis emotivas. Volvería, no a jugar con muñecas porque nunca me desvelaron esos autistas bebés de celuloide que coparon las navidades de mi infancia, pero sí a jugar trompo y bolas en los recreos y hasta en las esquinas del Popayán de entonces con la excusa de que “era una niña insufrible” como me calificaban mis inolvidables monjas salesianas. Regresaría a la exploración y maestranza de la soledad que de tanto me ha servido en la vida, a la administración pragmática de mi debilidad física cuando de eso se trata, a la acechanza

conmovedora de los muchachos del liceo y a decir sí cuando estaba pensando todo lo contrario. No obstante haberme visto obligada a drenar mediante escritos medio locos, medio cuerdos, los chichones que me asestaron las inequidades conocidas, volvería a llamarme Gloria o Anastasia, María o Salomé, nunca Abelardo, Jorge, Vicente o Segismundo. ¿Creen que es poco descender de la primera neonata-producto de algo tan aséptico como un alumbramiento costillar ¡y masculino!? ¿De representar para los deslumbramientos varoniles el ángel y el demonio en un mismo paquete? ¿De encarnar el máximo e imperdonable insulto? ¿Por qué no sacan a asolear en esas mentadas de madre, los nombres del padre, el abuelo o el tío? Sencillamente porque son solo eso: el padre, el abuelo o el tío. Claro que a las antesalas de mi juventud se las llevó el verano. Pero no deja de ser motivo de agradecimiento poder vivir lejos de exposiciones vitrineras como esos productos artesanales de las ferias de Semana Santa, tal y como han de hacerlo los testiculados caballeros sino desean ser precipitados a las tinieblas exteriores. Sufrir tormentos indecibles por no “poder responder” o verme obligada -¿u obligado?- a incluir en la canasta familiar la cajita de Viagra, bastón misericordioso para esas cojeras que no dejan descansar en paz.



caricat ras









clasico

“Gandhi”*

por Laureano Gómez


…Sobre Gandhi pesaba de continuo la terrible situación a que estaban sometidos sus compatriotas en las colonias británicas del África del Sur. Llegaban al país en dos formas: o contratados en condiciones onerosísimas para ellos, o como trabajadores libres, pero en este caso hombres, mujeres y niños debían pagar un impuesto de tres libras por cabeza, que resultaba inicuo e intolerable y tendía a obligarlos a entrar bajo régimen de los contratos. El gobierno del Natal prometió al gran caudillo indio Gokhale la abolición de este trabajo y confiado en esta promesa el jefe regresó a la India. Poco tiempo después el general Smuts se negó a cumplir la palabra empeñada. Otra iniquidad iba a empeorar la situación de los indios. En el Indostán los matrimonios son válidos simplemente por la ceremonia religiosa, según las distintas creencias, sin que se precise ningún registro civil. De pronto un juez de la Corte del Cabo resolvió que no eran válidos sino los matrimonios cristianos, que se hubieran registrado en la Oficina de Matrimonios. Todos los demás, celebrados según los ritos indios, musulmanes, judíos o zoroástricos quedaron asimilados a concubinatos, los hijos privados del derecho de herencia y las esposas bajo la amenaza de la persecución legal. Era una situación intolerable para el honor de hombres y mujeres y de todos los asiáticos del África del Sur, se apoderó una profunda emoción. ¿Más qué podían aquellos centenares de miles de infelices, lejos de su patria, desarmados, tenidos como raza inferior, en frente de la arrogancia armada y orgullosa del Imperio Británico? El general Smuts, hablando a nombre del imperio, declaró que éste no borraría jamás del Libro del Estatutos las medidas injuriosas para los indios. Entonces se abrió la lucha épica entre la conciencia de un hombre, iluminada por la justicia, y el poder del estado y de la fuerza bruta. El estado más poderoso de cuantos registran los humanos fastos. La fuerza bruta más colosal que


en acorazados y cañones había hasta entonces conocido los hombres. Y estos elementos se hallaban en manos expertas, dirigidos por mentes frías y calculadoras, y almas de las que el perjuicio de raza había barrido sin dejar huella, todo sentimiento de conmiseración y de equidad. El Imperio Británico lo había dispuesto. Nadie debía imaginarse que aquello pudiera ser cambiado. Gandhi resolvió comenzar la lucha. Es emociónate pasar revista a los elementos con que desencadenó la tempestad: dieciséis colonos varones de la granja Phoenix y once mujeres de la granja Tolstoi. El proyecto de Gandhi era hacer reducir a prisión a esas veintisiete personas. Al principiar la relación de los hechos dice el caudillo: “Es fácil ir al presidio cuando se ha cometido un crimen; pero es difícil hacerse admitir en él cuando se es inocente”. Estaba prohibido cruzar la frontera del el Natal y el Transvaal sin pasaporte. Gandhi envió a las once hermanas a que la atravesaran; pero la policía se desentendió del caso y no quiso aprisionarlas; pasaron pues, libremente. Prohibido estaba igualmente vender objetos en la calle sin autorización. Las hermanas vendieron, pero no fueron detenidas. Gandhi ordenó entonces que los dieciséis colonos varones atravesaran el Transvaal sin pasaporte. Al mismo tiempo las once hermanas debían tratar de dirigirse a Newcastel, el gran centro de minas de carbón de Natal y allí provocar a la huelga a los trabajadores indígenas vinculados por contratos. Si los trabajadores aceptaban la huelga, las hermanas y los obreros serían reducidos a prisión sin remedio. Este fue el plan estratégico que Gandhi se propuso desarrollar. El grupo de hombres al cual se había unido la esposa de Gandhi y otras tres mujeres, atravesó la frontera, fue detenido como estaba previsto y condenados sus miembros a tres meses de prisión, con trabajos forzados, el 23 de septiembre de 1913. El grupo de las once hermanas que no


había sido inquietado al pasar al Transvaal, ni durante su permanencia en él, volvió al Natal, fue al centro minero y tuvo un éxito completo en su campaña para la declaración de la huelga. El gobierno no pudo continuar ignorando a las hermanas; las detuvo, las condenó a tres meses de prisión y fueron colocadas en la misma mazmorra en que se hallaba el grupo de Phoenix.

La prisión de las mujeres produjo un efecto indescriptible en el África del Sur, pero sobre todo en la India. Ellas arrostraron las penalidades con increíble arrojo. Los ingleses se esmeraron en hacerles duro el cautiverio; se les impuso un trabajo abrumador en lavandería. La comida era detestable. No les era permitido recibir ningún auxilio de fuera. Una joven bellísima, de deiseis años, llamada Valliamma, enfermó en la prisión de fiebre maligna. Puesta en libertad, ya moribunda, Gandhi la interrogó:


“Valliamma, ¿lamentas haber estado en la cárcel?” “¿Lamentarlo?” contestó: “Estoy lista a volver si vienen a detenerme” “¿Y si hubiera de costarte la vida?” “Me seria indiferente.” replicó. “¿Quién no querría morir por su patria?” Pocos días después de este dialogo murió. Pero el recuerdo de su sacrificio fue para los indios como el legado de una fuerza inmortal. Hablando de ella decía Gandhi: “El piadoso sacrificio de una sola alma pura no puede jamás ser ofrecida en vano”. La prisión de las mujeres y esta muerte inflamaron a los obreros en huelga y resolvieron hacerse aprisionar colectivamente. Abandonaron sus habitaciones y en número de cerca de seis mil se pusieron en marcha para atravesar la frontera del Transvaal distante cuarenta y cinco kilómetros. Gandhi y todos los otros jefes fueron reducidos a prisión. Los obreros permanecían firmes, dándose jefes sucesivos. Entonces el gobierno resolvió verificar el arresto en masa. Los obreros fueron aprisionados en las minas, rodeados de circuitos de alambre. Los trabajadores se negaron a toda actividad. Puestos bajo vigilancia de hombres brutales, fueron rudamente golpeados; pero supieron soportar con paciencia estas desgracias. Esta situación insostenible tuvo en la India una repercusión inmensa. El Virrey Lord Hardinge, en vista de la inmensidad del incendio intervino en pro de los indios y criticó al gobierno del África del Sur. Una comisión imperial dio razón a Gandhi sobre casi todos los puntos. Al fin el gobierno cedió: el impuesto de tres libras fue suprimido y se proclamó la libre residencia en el Natal de los indios que quisieran ir como trabajadores libres. Entonces, Gandhi suspendió la aplicación del Satyagraha… *P.282-287 El Cuadrilátero, Editorial Centro, Bogotá, 1935



cuentos cortos Ovillo por León Darío Gil

Presencié otro beso que comenzó en los aledaños de unas diez de la noche en el terminal de Bogotá y terminó en los bordes de un amanecer en Manizales. En un escaño estaba él en la mitad, repartiéndose entre ella que estaba a su izquierda, y dos niñas que estaban a la derecha. Unas veces, con doblegada y sentida emoción se echaba a la izquierda para darse en paternales besos y ternuras con las niñas. Ellas, blancas, de rizos, zapaticos de charol blancos, como salidas de un idilio, le correspondían acariciándole la cara y rebulléndole el pelo: copioso y cano. Otras veces se echaba a la derecha para abrazar y besar con arraigo y decisión, casi con violencia, a la mujer; ella lo recibía con una devoción y con unos ímpetus que parecían rebasar su compostura; sin ser capaz de controlar sus furias, con las manos lo rebujaba por donde todavía la prudencia le dejaba una hen-


dija. Las niñas los miraban con complacencia, pero también con un poco de reprensión. El pelo muy blanco que contrastaba con un bozo negrísimo en una cara finamente tallada, y una camisa sin igual y colorida que copiaba una enredadera florecida, separaban al hombre del resto de la gente; la misma que al paso lo miraba como algo excepcionalmente bello, y eso parecía engloriarla a ella. Lo acompañó hasta el asiento y, sin dejar de tragárselo, solo se bajó hasta que el bus arrancó. Se bajó enjugándose las lágrimas. A las seis pasadas de la mañana que llegamos a Manizales, los pasajeros apenas desentumiéndonos de los tratos de ocho horas de viaje, una mujer como un huracán irrumpió en el bus. Una mujer negra coronada por un peinado afro que engrandecía su estatura, una sonrisa perfecta y unos modos juguetones y tan libres que la endiosaban. Desde donde se paró, empezando por el puesto de atrás, ojeó con meticulosidad a los pasajeros como si los contara y llevara la cuenta en los dedos. No había completado la primera mano cuando, impulsado por un anhelo contenido, saltó el hombre del pelo blanquísimo y del bozo negrísimo y la agarró por la cintura y


la levantó como si agarrara y levantara un anhelo reservado desde siempre; con las piernas la mujer lo trenzó por la cintura y con las manos se le aferró en el cuello y se le pegó con su boca en su boca como para saciar una sed postergada hace años; sin soltarla, maromeando con ella, pudo por fin entregarle el tiquete al chofer. El chofer los miró con un dejo de reproche, como advirtiéndoles: Mérmele, no es para tanto. Sin soltarse del todo tocaron la tierra, pero ella se le volvió a encaramar con más renovada avidez y libertad. Así se hizo llevar hasta que ella, como pudo, liberó una mano para indicar una señal de pare. Los tres primeros taxis siguieron derecho: nadie podía garantizar la cordura de semejante trabazón de cuerpos. El tercero sí les paró. Se montaron, no como una pareja resuelta en la sensatez, sino como un ovillo de amor sin vergüenza. Nadie dejó de mirarlos hasta que la ciudad se los tragó.


Sobrecielo Pasó en Melgar. Llevaban el pelo mojado. Muy despacio descendían por la cuadra, delante de él iba ella. Llegando a la esquina se valieron de la sombra de un árbol para descansar y sorber un trago de cerveza que ella llevaba. Eran blancas las toallas que los cubrían de la cintura a los pies. Azul la blusa de ella. Roja la camiseta de él. Conversando, entraron alineados al parque principal cada uno manejando su propia silla de ruedas. Se detenían para mirar la vida, darse otro sorbo, hablar de ellos o de un hecho cualquiera, o entretenerse descubriendo donde estaba aquel pájaro que desde alguna parte les jugaba trinos de notas llamativas. La gente los miraba con compasión, ellos se daban cuenta, pero buscaban las maneras para que tales miradas no los importunaran.


Por los modos contenidos y parcos de comportarse y de tratarse, era evidente que hacía nada se conocían, apenas estaban derrumbando los muros que impedían entregarse con desenvoltura y sencillez. Era ella la que con más persistencia y cierta furtiva ansiedad bregaba tocarlo con las manos. De repente rozaban de lado las sillas, o las ponían de frente y las chocaban en un embeleso infantil que dejaba ver el reciente gusto por ellos, los ramalazos de amor que les endulzaba el momento y les cosquilleaba los deseos. Él se tomó el último trago de cerveza que ella le concedió dibujándole con una mano una venia teatral que incluía toda una declaración y entrañaba todo un cariño. Después de mirar el entorno precisando un lugar, la invitó a que prosiguieran. Se fueron uno al lado del otro. Entre esfuerzos que celebraban con carcajadas, sortearon con suerte el sardinel y entraron en los predios de una taberna que, como otras, también era dueña de una porción de parque hasta donde extendía su mobiliario y sus servicios. Comedido y diligente se apresuró el mesero a atenderlos cuando los vio; los dos lo miraron con agradecimiento y con la mirada le dieron a entender que querían una mesa. De la más próxima el mesero quitó dos taburetes y, cuando acudió a ayudarlos, ellos estaban casi ocupando el lugar. No quisieron, sin embargo, quedar frente a frente separados por la mesa. El mesero, ahí sí, los ayudó para que quedaran juntos. Les trajo dos cervezas frías que les sirvió en dos vasos. Como se supone, la música de todos los negocios era un garaba-


to de estrépitos a los que se unían las chicharras, desesperadas por los fogajes de junio. En medio de todo, se podía hablar. Y hablaban. Puedo decir que compartían una edad muy joven, 17 o 18 años, tal vez; ella quizá un poco mayor. Con la toalla ella se secaba el sudor y secaba el sudor de él, en un acto que ella ofrecía con prolongada ternura y él aceptaba con agradecida y retenida mimosidad. La cabeza y las manos ella las movía con más libertad y facilidad. Él no. El cuello, prácticamente no lo podía inclinar ni voltear. Las manos con dificultad acataban su voluntad. Los dedos apenas los podía doblar, como para escasamente defenderse de las rutinas que imponen la sobrevivencia y la vida. En los dos, de la cintura para abajo cualquier movimiento estaba perdido. Todo lo que había que hacer para estar lo más cerca posible, estaba hecho. A punta de voluntad y esfuerzos habían logrado cogerse las manos, y ella se las acariciaba con un fervor que parecía exceder sus sentidos, y él se las acariciaba como si la realidad acabara de empezar. Los dos buscaban remontar las manos para encontrarse en otro lugar del cuerpo más propicio. Procurando no lastimarlo, probó todos los modos para que él le pasara una mano por el hombro, y no pudo. Pero nunca asomó la frustración, el desánimo o el desconsuelo; al contrario, aprovecharon la adversidad para encontrarse en la risa, en el chiste o en los juegos que les permitía su condición. Ella, con una incomodidad que ambos disfrutaban como un aliciente para persistir, pudo al fin rodearle el cuello con una mano; acto que celebraron como una victoria. Pero la meta estaba escondida en otro esfuerzo. Pidieron la cuarta cerveza pasadas las dos de la tarde, cuando ambos presagiaban que ya llegaban por ellos y el sol los repintaba del azul y del verde del sobrecielo que los resguardaba. El beso que venía haciéndose desde el principio al fin comenzó a hacerse verdad. Ella le guiñó una seña a una muchacha vecina de mesa que, sola, era indudable que esperaba compañía, y en tres o cuatro frases cercanas le indicó como debía ayudarlos. Fue un beso chiquitico y difícil sostenido por Dios mediante esos brazos generosos y ajenos que aguantaron lo debido como para calmar una sed insaciable de la que, por ahora, los dos habían bebido el primer sorbo, el más delicioso, el que provoca más sed, el que jamás se acaba. Media hora después llegaron por ellos dos mujeres con cara de mamás.


poesía

Manuel Gutiérrez Nájera

1859-1895 Es importante poder disfrutar de la poesía de siglos pasados y lograr sacarle no sólo el mensaje sino el gusto. Estamos en una etapa de la evolución de las ideas donde hay una presunta calma y mirar lo nuevo y ver lo viejo no es signo de debilidad o traición. La poesía de Gutiérrez Nájera nos llega por ser éste poeta mejicano uno de los precursores, con Asunción Silva, del Modernismo en América Latina. Recordemos que fue el Modernismo que concilió bellamente a España con América Latina. El interés de un Unamuno o de un Menéndez y Pelayo en el que hacer poético de las ex colonias significó que la poesía, las letras en español fueran una sola, lastimosamente por muy poco tiempo. El decir una sola se refiere al compañerismo, amistad y admiración que hubo durante pocas décadas, para 1890-1920, entre los autores de habla hispana a ambos lados del Atlántico.


La serenata de Schubert ¡Oh, qué dulce canción! Límpida brota Esparciendo sus blandas armonías, Y parece que lleva en cada nota ¡Muchas tristezas y ternuras mías! ¡Así hablara mi alma... si pudiera! Así dentro del seno, Se quejan, nunca oídos, mis dolores! Así, en mis luchas, de congoja lleno, Digo a la vida: -¡Déjame ser bueno! -Así solllozan todos mis amores! ¿De quién es esa voz? Parece alzarse Junto del lago azul, noche quieta, Subir por el espacio, y desgranarse Al tocar el cristal de la ventana

Que entreabre la novia del poeta... ¿No la oís como dice: “hasta mañana”? ¡Hasta mañana, amor! El bosque espeso Cruza, cantando, el venturoso amante, Y el eco vago de su voz distante Decir parece: “hasta mañana, beso!” ¿Por qué es preciso que la dicha acabe? ¿Por qué la novia queda en la ventana. Y a la nota que dice: “¡Hasta mañana!” El corazón responde: “¿quién lo sabe?” ¡Cuántos cisnes jugando en la laguna! ¡Qué azules brincan las traviesas olas! En el sereno ambiente ¡cuánta luna! Mas las almas ¡qué tristes y qué solas!



En las ondas de plata De la atmósfera tibia y transparente, Como una Ofelia náufraga y doliente, ¡Va flotando la tierna serenata...! Hay ternura y dolor en ese canto, Y tiene esa amorosa despedida La transparencia nítida del llanto, ¡Y la inmensa tristeza de la vida! ¿Qué tienen esas notas? ¿Por qué lloran? Parecen ilusiones que se alejan... Sueños amantes que piedad imploran, Y como niños huerfanos, ¡se quejan! Bien sabe el trovador cuán inhumana Ara todos los buenos es la suerte... Que la dicha es de ayer... y que “mañana” Es el dolor, la obscuridad, !la muerte! El alma se compunge y estremece Al oír esas notas sollozadas... ¡Sentimos, recordamos, y parece Que surgen muchas cosas olvidadas! ¡Un peinador muy blanco y un piano! Noche de luna y de silencio agfuera... Un volumen de versos en mi mano, Y en el aire ¡y en todo! ¡primavera!


¡Qué olor de rosas grescas! en la alfombra ¡Qué claridad de luna! ¡qué reflejos! ...¡Cuántos besos dormidos en la sombra, Y la muerte, la pálida, qué lejos!

En torno al velador, niños jugando... La anciana, que en silencio nos veía... Schubert en su piano sollozando, Y en mi libro, Musset con su “Lucía”. ¡Cuántos sueños en mi alma y en tu alma! ¡Cuántos hermosos versos! ¡cuántas flores! En tu hogar apacible ¡cuánta calma! Y en mi pecho ¡qué inmensa sed de amores! ¡Y todo ya muy lejos! ¡todo ido! ¿En dónde está la rubia soñadora? ...¡Hay muchas aves muertas en el nido, Y vierte muchas lágrimas la aurora! ...Todo lo vuelvo a ver... ¡pero no existe! Todo ha pasado ahora... !y no lo creo! Todo está silencioso, todo triste... ¡Y todo alegre, como entonces, veo! ...Esta es la casa... ¡su ventana aquélla! Ese, el sillón en que bordar solía... La reja verde... y la apacible estrella Que mis nocturnas pláticas oía!




Bajo el cedro robusto y arrogante, Que allí domina la calleja obscura, Por la primera vez y palpitante Estreché con mis brazos, su cintura! ¡Todo presente en mi memoria queda! La casa blanca, y el follaje espeso... El lago azul... el huerto... la arboleda, Donde nos dimos, sin pensarlo, un beso!

Y te busco, cual antes te buscaba, Y me parece oírte entre las flores, Cuando la arena del jardín rozaba El percal de tus blancos peinadores! ¡Y nada existe ya! Calló el piano... Cerraste, virgencita, la ventana... Y oprimiendo mi mano con tu mano, Me dijiste también: “¡hasta mañana!” ¡Hasta mañana!... Y el amor risueño No pudo en tu camino detenerte!... Y lo que tú pensaste que era el sueño, Fue sueño, ¡pero inmenso! ¡el de la muerte! ........................................ ¡Ya nunca volveréis, noches de plata! Ni unirán en mi alma su armonía, Schubert, con su doliente serenata Y el pálido Musset con su “Lucía”.


Mariposas Ora blancas cual copos de nieve, ora negras, azules o rojas, en miríadas esmaltan el aire y en los pétalos frescos retozan. Leves saltan del cáliz abierto, como prófugas almas de rosas y con gracia gentil se columpian en sus verdes hamacas de hojas. Una chispa de luz les da vida y una gota al caer las ahoga; aparecen al claro del día, y ya muertas las halla la sombra. ¿Quién conoce sus nidos ocultos? ¿En qué sitio de noche reposan? ¡Las coquetas no tienen morada!... ¡Las volubles no tienen alcoba!... Nacen, aman, y brillan y mueren, En el aire, al morir se transforman, y se van sin dejarnos su huella, cual de tenue llovizna las gotas. Tal vez unas en flores se truecan, y llamadas al cielo las otras, con millones de alitas compactas el arco iris espléndido forman. Vagabundas, ¿en dónde está el nido? Sulanita, ¿qué harén te aprisiona? ¿A qué amante prefieres, coqueta? ¿En qué tumbas dormís, mariposas?

¡Así vuelan y pasan y expiran las quimeras de amor y de gloria, esas alas brillantesdel alma, ora blancas, azules o rojas! ¿Quién conoce en qué sitio os perdisteis, ilusiones que sois mariposas? ¡Cuán ligero voló vuestro enjambre al caer en el alma la sombra! Tú, la blanca, ¿por qué ya no vienes? ¿No eres fresco azahar de mi novia? te formé con un grumo del cirio que de niño llevé a la parroquia; eres casta, creyente, sencilla, y al posarte temblando en mi boca murmurabas, heraldo de goces, “¡Ya está cerca tu noche de bodas!” ¡Ya no viene la blanca la buena! ¡Ya no viene tampoco la roja, la que en sangre teñí, beso vivo, al morder unos labios de rosa! Ni la azul que me dijo: ¡poeta! ¡Ni la de oro, promesa de gloria! ¡Es de noche... ya no hay mariposas! ¡Ha caído la tarde en el alma! Encended ese cirio amarillo... ¡Las que tienen las alas muy negras Ya vendrán en tumulto las otras, y se acercan en fúnebre ronda! ¡Compañeras, la pieza está sola! Si por mi alma os habéis enlutado, ¡Venid pronto, venid mariposas!

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La Duquesa Job

En dulce charla de sobremesa, mientras devoro fresa tras fresa y abajo ronca tu perro “Bob”, te haré el retrato de la duquesa que adora a veces al duque Job. No es la condesa de Villasana caricatura, ni la poblana de enagua roja, que Prieto amó No es la criadita de pies nudosos, ni la que sueña con los gomosos y con los gallos de Micoló. Mi duquesita, la que me adora, no tiene humos de gran señora. Es la griseta de Paul de Cock.

No baila bostón y desconoce de las carreras el alto goce, y los placeres del five o’clock. Pero ni el sueño de algún poeta, ni los querubes que vió Jacob, fueron tan bellos cual la coqueta de ojitos verdes, rubia griseta que adora a veces al duque Job. Si pisa alfombras no es en su casa; si por Plateros alegre pasa y la saluda Madam Marnat, no es, sin disputa, porque la vista, si porque a casa de otra modista desde temprano rápida va.



No tiene alhajas mi duquesita, pero es tan guapa y es tan bonita y tiene un perro tan v’lan, tan pschutt, de tal manera trasciende a Francia que no la igualan en elegancia ni la clientela de Hélene Kossut. Desde las puertas de la Sorpresa hasta la esquina del Jockey Club, no hay española, yanqui o francesa, ni más bonita ni mas traviesa que la duquesa del duque Job. ¡Cómo resuena su taconeo en las baldosas! ¡Con qué meneo luce su talle de tentación! ¡Con qué airecito de aristocracia mira a los hombres, y con qué gracia frunce los labios - ¡Mimí Pinsón! Si alguien la alcanza, si la requiebra, ella, ligera como una cebra, sigue camino del almacén; pero, ¡ay del tuno si alarga el brazo! Nadie se salva del sombrillazo que le descarga sobre la sien! ¡No hay en el mundo mujer más linda! Pie de andaluza, boca de guinda, sprint rociado de Veuve Clicquot talle de avispa, cutis de ala, ojos traviesos de colegiala como los ojos de Louise Theo.



Agil, nerviosa, blanca, delgada, media de seda bien restirada, gola de encaje, corsé de “¡crac”, nariz pequeña, garbosa, cuca, y palpitantes sobre la nuca rizos tan rubios como el coñac. Sus ojos verdes bailan el tango; nada hay más bello que el arremango provocativo de su nariz. Por ser tan joven y tan bonita, cual mi sedosa, blanca gatita, diera sus pajes la emperatriz. ¡Ah! Tú no has visto cuando se peina, sobre sus hombros de rosa reina caer los rizos en profusión. Tú no has oído qué alegre canta mientras sus brazos y su garganta de fresca espuma cubre el jabón. Y los domingos, ¡con qué alegría!, oye en su lecho bullir el día y hasta las nueve quieta se está! ¡Cuál se acurruca la perezosa bajo la colcha color de rosa, mientras a misa la criada va! La breve cofia de blanco encaje cubre sus rizos, el limpio traje aguarda encima del canapé. Altas, lustrosas y pequeñitas, sus puntas muestran las dos botitas, abandonadas del catre al pie,


Después, ligera, del lecho brinca, ¡oh quién la viera cuando se hinca blanca y esbelta sobre el colchón! ¿Que valen junto de tanta gracia las niñas ricas, la aristocracia, ni mis amigas del cotillón? Toco; se viste; me abre; almorzamos; con apetito los dos tomamos un par de huevos y un buen beefsteak, media botella de rico vino, y en coche, juntos, vamos camino del pintoresco Chapultepec. Desde las puertas de la Sorpresa hasta la esquina del Jockey Club no hay española, yanqui o francesa, ni más bonita ni mas traviesa que la duquesa del duque Job.


Efímeras Idos, dulces ruiseñores. Quedó la selva callada, y a su ventana, entre flores, no sale mi enamorada. Notas, salid de puntillas; está la niñita enferma... Mientras duerme en mis rodillas, dejad, ¡oh notas!, que duerma. Luna, que en marco de plata

su rostro copiabas antes, si hoy tu cristal lo retrata acas, luna, la espantes. Al pie de su lecho queda y aguarda a que buena esté, coqueto escarpín de seda que oprimes su blanco pie. Guarda tu perfume, rosa, guarda tus rayos, lucero, para decir a mi hermosa, cuando sane que la quiero.


salud LOS CENTROS DE ATENCION A LA ADICCION POR SUSTANCIAS PSICOACTIVAS (SPA)

Por: Pablo Isaza, M.D. Las adicciones a sustancias psicoactivas (SPA) como la marihuana, la cocaína, el alcohol, la heroína entre otras son un grave problema de salud pública en todo el mundo. La morbilidad y la mortalidad por el abuso de drogas ilícitas van en aumento. Las adicciones son un trastorno mental, es decir una enfermedad y como tal deben ser tratadas. La Organización Mundial de la Salud en una publicación denominada “Neurociencia del consumo y dependencia de sustancias psicoactivas” afirma que la dependencia de sustancias tiene tanto de trastorno cerebral como cualquier otro trastorno neurológico o psiquiátrico. Según el informe, la dependencia de sustancias es multifactorial: está determinada por factores biológicos y genéticos, en los cuales los caracteres hereditarios pueden desempeñar un papel importante, y por factores psicosociales, culturales y ambientales. Al ser una enfermedad se debe tratar como tal y en lo posible en centros especializados ya sean ambulatorios o de internación. Si una persona sufre de problemas de corazón asiste al cardiólogo o a un centro de cardiología. El enfermo por adicción acude a un centro especializado. La Dra. Catherine Le Galés-Camus, Subdirectora General de la OMS para Enfermedades No Transmisibles y Salud


Mental manifiesta, “todavía no sabemos en qué medida la adicción es curable, dadas las alteraciones a largo plazo que causa el abuso de sustancias en el funcionamiento cerebral, pero sí sabemos que existen intervenciones capaces de lograr la recuperación de la dependencia” En muchos países existen los llamados Centros de Atención para Adictos, ya sean particulares o del gobierno, estos últimos a cargo de las autoridades de salud. Tomando como ejemplo de tratamiento de una sustancia psicoactiva, la marihuana, los Centros de Atención diseñan programas especiales para esta sustancia. A los pacientes se les proporcionan medicamentos y consejería que facilitan el proceso de abandono de la adicción y la eliminación de síntomas de abstinencia. En general, el tratamiento de la adicción tiene tanta eficacia como el tratamiento de otras enfermedades crónicas tales como la diabetes, la hipertensión y el asma. El tratamiento médico reduce el consumo de drogas entre un cuarenta y sesenta por ciento, y disminuye notablemente la actividad delictiva durante y después del tratamiento. Como sucede con otras enfermedades crónicas para las que se han creado medicamentos, la drogadicción es una enfermedad que merece ser tratada con medicinas. Los CAD, existiendo ya en muchos países y con experiencias positivas en Bogotá y Medellín, cuentan con personal calificado, médico psiquiatra, médico general, psicóloga, trabajadora social y auxiliar de enfermería. Pueden funcionar en el centro o puesto de salud. Allí los pacientes están debidamente registrados en términos de su domicilio, su familia, sus amistades y además sus hábitos. En otras palabras en un CAD solamente se atienden pacientes de la localidad lo cual impide la demanda desordenada procedente de otras regiones. Las adicciones son un trastorno de salud y como tal deben ser tratadas. Criminalizarlas es demostrar un nivel de atraso mayúsculo. No cabria en ninguna mente criminalizar la esquizofrenia o la epilepsia.


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