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Local - Artístico - Independiente Octubre 2018 - El Chaltén Santa Cruz - Número 34 EDITORIAL

FOTO: Romina Lojo

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ecuerdo la primera vez que llegué a El Chaltén. Era un día soleado, brillante. Llegué a la Terminal y como no sabía adónde tenía que dirigirme, esperé ahí a mi amiga que vino por mí. La razón de mi visita era ella. El lugar era una anécdota. Pero apenas llegué, ya sentí una sensación rara, sentí que estaba en un buen lugar. Mi experiencia como visitante fue alucinante. Cada persona que iba conociendo me devolvía una sonrisa y un buen augurio. Se interesaban por mi vida en Buenos Aires y en qué cosas me gustaban. Enseguida quise extender mi visita, que por el momento iba a ser de sólo quince días. Esos días se hicieron un mes, y ese mes otro y así hasta que me quedé. Llamé a mi madre para avisarle, aunque creo que ya se lo imaginaba. Terminé por teléfono mis relaciones laborales del momento y pedí que me mandasen por encomienda ropa abrigada para el invierno. Ese primer invierno en el pueblo fue lo mejor que me había pasado en años. Era dueña de mi vida, de mi tiempo. Me inundó una sensación espectacular… Podía hacer lo que fuera. Cuando uno, sin darse cuenta, elige salir del lugar donde nació para buscar una vida mejor es necesario estar abierto a las puertas que se abren. Sin temor en caer en cursilerías, creo, como muchos de nosotros, que este lugar me eligió a mí. Mi única acción fue enamorarme perdidamente de él. Chaltén en su totalidad se hizo un lugar en mi corazón. El paisaje, el pueblito y su gente. No voy a aburrirlos con historias de desengaños, aunque sí los tuve. Uno, cuando se enamora de un lugar o una persona idealiza tanto que la primera decepción parece un gran desengaño. Al crecer, se da cuenta de que el amor es sólo completo cuando es con penas y glorias. Es fácil amar este lugar un día soleado, sin viento y despejado, pero son los días grises y fríos los que prueban nuestra fidelidad. Hago hincapié en el amor por el lugar, porque creo que es lo que nos une a varios que elegimos vivir acá y es lo que seguro nos va a llevar adelante como comunidad. Podríamos empezar a levantar el dedo y juzgar quien ama más o menos, quién ama de veras y quién ama más su bolsillo. Creo que no nos lleva a ningún lado. Todo el tiempo intento recordar el día que llegué y la sensación que tuve para no perder de vista lo que realmente importa. Con sus virtudes y defectos, este es mi lugar… por hoy, por hoy, por hoy.

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Di v er s o s so m o s to d o s

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n el mes de s ept i embr e, el C oncej o Del iber ant e de nues tr o pueblo organi zó una mues t ra f ot ográf ica, “Di m e con Q uién A ndas ”, de l a f otógr af a P aul a Acunzo bas ada en l a Di vers i dad Sexual. Dí as des pués s e repr ogram ó la char la t al l er “D iver s xs s om os Todxs ” a cargo de Roxana Rodr í guez, D ir ector a Gener al de D iver s idad Sexual y de Género de l a Pr ovinci a de Santa Cr uz. No es cas ual que s e aborden es t os tem as , l a conexión no surge m ágicament e. El Chal tén cuenta con un s ector de la com unidad act iva en r elación con es tos nuevos concept os ; lo i mpor t ant e que es conocernos y r econocer nos . Es t o nos va a l l evar a mantener ví ncul os más r eales y humanos a par ti r de l a vi si bi li zación. La m ues tr a fot ogr áfi ca de Paul a expone l a coti dianei dad de una par ej a homos exual y de una chi ca tr ans . La f otogr af ía, como buena expr es i ón ar tí s ti ca logr a exponer l o í nti mo de l a parej a, el am or, el ví ncul o, acer cándonos al m undo de es os ot r os . La charl a por su par te avanzó s obr e al gunos concept os par a l uego dedicar s e más de ll eno a contar l a i m port ancia de l a Ley de Ident idad de G éner o y l a Ley de Mat ri moni o I guali t ar i o. Dos núm er os atr ás hablam os s obr e l a di ver s i dad sexual y de géner o. C ontamos de la exi s tenci a de di s ti ntas f or mas de s exual idad ( el s exo bi ológi co), de l a i dent i dad sexual o de género que es l a res pues ta a cómo nos s ent im os cada uno: hom bre o m uj er, lo cual es una vi ven-

cia s ubj eti va. La i dent i dad de géner o puede coincidi r o no con t u sexo bi ol ógico; por otr o l ado l a or ient aci ón del deseo u or i entación sexual es la pr efer enci a s exual, es decir el s exo con el cual nos s enti mos at raí dos , emoci onal , s exual y af ect ivam ent e; la i denti dad s exual que es la f or ma de s enti r tu pr opi a ident idad. H ay pers onas que no s e pos ici onan com o hombr es o muj er es , al gunas s e s ient en hombr es y muj er es a la vez. Tam bién menci onamos que l a di m ens i onali dad de la or i ent aci ón s exual es l a ori entaci ón del des eo. Y por úl ti mo, per o no m enos i mpor t ante, l a expres i ón del géner o es m uy am pli o. No exi s ten úni cam ente f emeninas o m ascul i nas , ya que t odos tenemos un mi x de todo. D es de l a r evi st a Li vre en el núm er o anter i or l es contam os de C arl os J áur egui , quien hi zo posi bl e des de el ori gen de s u lucha que es t as l eyes fuer an pos ibl es . Sin el punt apié i nici al de Car los , j amás s e hubies e podi do acceder a es t os der echos . Roxana nos expli có la i mpor t anci a de es tas l eyes , “que cons ti t uyen grandes avances en mat eri a de derechos s exual es , r epr oduct ivos , civi l es y com unicaci onal es del col ecti vo Les bianas , Gays , Bi s exual es y Tr ans (LG BT) en nues tr o país .” Vari os vecinos par ti cipar on de l a act ivi dad, l a char l a s e t r ans f or mó en un gr ato es pacio de i nter cam bio de i deas y dudas. Debate de por medi o, pudi mos acercar nos inf or mación, apr ender y entender que com o dij o Roxana R odrí guez “de los pr ejui ci os s urgen l as bas es di s cr i mi nator ias ”. Ent onces , ahí el apr endizaje, des as narnos y des prej uici arnos t odos l os dí as un poco.

FOTO: Charla en el HCDCH Página 2


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Flyer de la Muestra fotográfica: Dime con quien andas, de Paula Acunzo

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Re la t o Li v re Abr i ó los oj os , el eco de pas os en la cocina l e decían que el abuel o M arcos ya es taba l evant ado, pr obablem ent e pr epar ándole el des ayuno. Y ahor a que poní a atenci ón eran s ol o pasos , no s e oí an los cas cabel es de l as voces de s us pequeños her manos , ni la puer ta cor redi za del baño at orándos e de tant o tr abajo, sól o l os pasos . Ent onces r ecor dó, er a el pr i mer día de cl as es . En l a pers i ana, por es os mi l es de par es de ojos s e colaba el s ol en pequeños halos y en es os rayos vi aj aban las par tí cul as de pol vo, como por un conjunt o de t oboganes . Vio una s i luet a acer cándos e por el pas il l o, entonces cerr ó f uer t ement e l os ojos j us to par a el m oment o del cl ic de l a tecl a de l uz. Su abuel o s usur r ó: – Ar r iba J uan… —entonando l a canci ón que en ot ro m oment o levant aba a t odos l os her m anos . Hoy s ol o ell a r espondí a: —Hay que i r a l a es cuel a… —l a ni ña com plet ó l a f ras e. Con el s il bi do de la pava, Ol i via es peraba que s u cuerpo s e acomodar a a la nueva pos ici ón, vi ó en el per cher o el horr i ble j umper gr is , l a cami s a cel es te y l a corbat a, mi r ó fi j am ente el nuevo uni for me has t a que l a vi st a s e le em pezó a nubl ar de agua y con un cerr ar de ojos cor tó t aj ant e l a em oción y af r ontó com o una niña gr ande s u nuevo desaf í o. Pas ó por al l ado de la cama de s u her mana, l a vi o acom odars e nuevament e debaj o de l a s ábana, s i bien hacía cal or, cada vez quedaban menos r ast r os del ver ano. Envidi ó un poco l as hor as de cama que t odaví a l e quedaban a J es i y s e pr egunt ó, como qui en quier e ocupar l a cabeza con i deas l indas , a qué es tar í a jugando s u her mana en l os sueños . Al l legar a la puer t a del baño i ntent ó abr ir la, des de dent ro una voz chi quit a dij o: —Ocupado —. Chachi , su her m ano, le habí a ganado el l ugar. Mi entr as es per aba, pr egunt ándos e qué hacía des pier t o tan t empr ano, encontr ó s obre l a par ed del pas i ll o l íneas de t odos l os color es y t ext ur as; cr ayón, tem per a, t iza, l ápiz, has t a carbón, di bujaban una es peci e de mar aña es paci al s in ningún t ipo de s ent ido. Recordó el día que decidi eron con s us her manos convert i r es e r incón de l a cas a en una obra de ar te y t ambi én que t er m inar on los cuat ro m i rando f ij o l a pared por un l apso que par eció una et erni dad, aguant ándos e l a ri s a par a no r ecibi r otr o t ipo de cas ti go que, vi niendo del abuel o, s er ía un r ecuer do acompañado con alguna s ens aci ón de dolor o m oles t ia. Cuando Chachi s ali ó del baño l a mi r ó y en s u r os tr o pequeño se podí a ver sueño, m ezcl ado con enojo y tr i st eza, s er í a el pr i mer año que l os hermanos no com par t ir í an sus r ecreos .

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Ol i via no t endrí a con quién j ugar a las f igur i tas , Chachi no tendr í a con qui én j untar las m onedas par a que el bot ín del kios co f uera aún m ayor. I nter cambi ar on un buen dí a y cada uno s i gui ó, Chachi a dorm ir nuevament e, Ol ivi a a lavar s e los di ent es . En l a mes a la es per aban l a abuela, m amá y el abuelo, que l e había s er vido una t aza incr eíbl ement e gr ande de m ate cocido.E ll a pensó que s i s e l o tom aba todo m uy rápi do t al vez podr ía i nvent ar un dol or de panza com o excus a par a f al tar a l a es cuel a y al egando el m ate coci do com o mot i vo, s er ía t otal ment e cr eí ble. La m es a l es quedaba gr ande a l os cuatr o i ntegr antes , s e dio cuent a cuando s u abuel a t uvo que pas ar le el pan con mant eca, pri mer o a s u madr e, para que l uego ll egar a a el la. M i entr as comí a el pan es cuchaba una bater í a de cons ej os sobr e cómo deber ía com port as e en l a nueva es cuela, as ent ía con l a cabeza de una maner a cas i autom áti ca y con la m ano que t ení a l ibr e j untaba l as m igas de pan, y l as poní a j untas , una muy cer ca de la ot ra y s us pi raba. Dí as antes , m ient ras Ol i via ayudaba a recoger los pl at os des pués de un al muer zo de domi ngo, en el que r ar a vez es t aban t odos , i ncluyéndol o a su padr e, no pudo evi t ar es cuchar l a convers ación que es taban t eni endo l os adul t os. —Habr á que sal ir a t rabaj ar —. O li vi a es cuchó que l a m adre l e decía al padre y no j us tam ente en t ono de brom a. La s ens aci ón fue ext raña, l o pr im ero que s e l e vino a l a ment e fue que s u madr e pas ar í a menos t iempo en cas a.


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Luego, ot ra m añana, cuando l os niños s e apr ontaban para i r a jugar, a O li via l e pi dier on que s e quedara un poco m ás, que t ení an al go par a com uni car l e. Le dij er on que i ba a empezar las clas es en un colegi o di fer ente, m uy bonit o y con m uchas act i vidades nuevas . L e dij eron que no i ba a i r con s us her manit os es ta vez, que s ólo el l a i rí a en el t ur no de la m añana y el r es t o de l os her manos en el s i guient e, ya que durant e la t arde ell a i ba a tener que ayudar a la abuel a con los quehacer es de la cas a puest o que en es e horar io mam á est ar ía en s u nuevo tr abajo. Las cejas de Ol i via cas i s e j untar on f orm ando una coroni t a por enci ma de l os ojos , es ta vez no er a el ceño fr unci do de quien s e enoja, s us oj os vi dri os os y s us cachetes , que es t a vez no er an de s ol, denot aban otr as emoci ones.P or m ás que hubo i ntent os de convencer la de que el cam bio i ba a s er bueno, que us ar ía un boni t o unif or me, de que ell a es taba cr eci endo y t ení a que aprender

a hacer l as cos as de l a cas a, nada le s acaba de la cabeza que l a idea de s eparar la de s us her manos er a l o peor que s e l e podr ía haber ocur r ido al conjunt o de adul tos de l a cas a. Cóm o podr ía s er un buen pl an si i ba a tener que separ ars e de s us her manos , de s us am igui t os, usar un uni for m e que s eguram ent e s erí a muy f eo e i ncóm odo – pens ó–segur ament e el col egio no t endrí a una campana t an boni t a en el pat io, ni un ki os quit o que pareci era una cas a de muñecas m uy gr ande. Res i gnada ya a s u s uert e de nueva alum na, lavó l a taza, j unt ó en l a mano t odas l as mi gui tas de pan, que es taban f el i ces j unt it as en m ont ón y como l e di o pena t i rar l as a l a basur a s e las comi ó. Fue a bus car l a mochi la, l a abr ió y conf ir mó tener todo l o que neces i t ar í a, guardó l a bol si t a de tel a con l as bol it as, el cuaderno azul y, por pr im era vez en los años que l levaba yendo a l a es cuela, el ol or a nuevo l e mol es tó.

Pieter de Hooch

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Cu l tur a L iv re Podr íam os pregunt arnos un m il l ón de veces ¿Qué es el ar te? ¿Qué def i ne al go como ar t e? Es en es a et er na búsqueda donde nos encontr amos con M alú, una ar ti s ta en un s enti do m enos convencional. M uchos l a conocim os cr eando pl at os que delei t aban pal adares en La Luci nda o tr ayéndonos pi cos as del ici as en La B recha. Los m ás af or tunados , t uvim os la pos i bil idad de degus t ar m aravi l las que hace par a eventos es pecial es de am igos . As í conocí una t or ta enor me con crem a de caf é, mant equil l a de m aní, chocol ate, canel a y no sé cuántas ot ras cos as incr eíbl es . Cuando quis e s aber cóm o l a habí a hecho s u senci ll a r es pues t a fue que ya casi no r ecordaba, que había i mpr ovi s ado. Des de chiqui t a ayudaba a l a mamá en l a cocina: “M i m am á hací a tor t as par a vender por que no nos alcanzaba, mi papá s e habí a quedado si n t r abaj o y nos ot ros ér am os tr es en es e m oment o”. El la l a mi r aba y pres t aba at ención a cada movi mi ento y detal l e, apr endí a obs er vando y colabor aba en l o que podí a. A ños más t ar de, decidi ó el la m is m a hacer l as tor t as y vender las por por ci ones para ganar s u pr opi a plat a, “fue una es peci e de i ndependencia económi ca”, nos cuent a mi entr as rí e. Al t erm inar l a s ecundar ia, l a Tere i ns is t ió en que f uer a a es tudi ar al go. M alú, i ndecis a, opt ó por la gas t ronom ía y s e f ue a Cór doba, a lo de s us abuel os . “Yo pens é que en la es cuel a í bamos a cocinar nomás , per o en real idad er a com o un s ecundar i o donde tení amos un mont ón de carga hor ari a; s ól o cocinábamos dos veces por s em ana”, r ecuer da.

A l os dos mes es comenzó con pasant ías que l e per mi tí an est ar en las cocinas y apr ender de verdad. Si bien s ól o l e pagaban l os cos pel es par a el colect ivo, se l as ingeni aba par a ahor rar y s acar pr ovecho de cada s egundo. “En las pas antí as apr endí cómo es el movi mi ento en una coci na. En el pase, que es el mom ent o de m ás r i tm o, es como un bai l e, tenés que est ar con todos l os sent idos al er t as porque no es t á bueno chocar te con t u compañero”. As í f ue ganando exper ienci a y con el t iem po pudo s er m ás s el ecti va con los t r abaj os . M ient ras ell a es taba al lá, l a Tere y s us her manos s e mudar on a El Chalt én as í que M alú pas ó s us vacaci ones en el puebl o. “Er a t odo de r ipi o y s ól o había un par de res t aur ant es ”, r ecuer da y nos cuenta que pas ó por t odos : Fuegia, El Pi lar y una r oti s er ía que ya no es tá. Sus experi encias acá le per mi t ier on conocer ot ras cos as. En Fuegia t enían un m odelo r ot at i vo y as í conoció l a bacha, la cocina, el des pacho y el s al ón, comenzó a incl inar s e por ser mes er a ya que l a propi na le s i gnif i caba una di f er encia y no er a un t rabaj o tan exi gente como la cocina. Nos conf ies a que muchas veces t er mi naba con dol ores : “la cocina es dur a, est ás r odeada de f uegos y r espi r ando toda es a gras a y aceit e, es muy i ngrat o”. I nclus o as í habl a de la coci na con am or y de cada pl at o con emoci ón. Recuer da a qui en f ue un gran maes t ro par a ell a en El Pil ar : M i rko. É l l e enseñó a combi nar sabor es local es , a ahum ar con l enga y anim ars e a j ugar con l os ingr edi ent es “era di fer ente de l a coci na ur bana, M i rko es al to chef y us a ingr edi ent es más r ural es . Con él apr endí un mont ón”. Luego de Cór doba, y de un pas o por Val enci a donde t am bién s e dedi có a l a gas tr onomí a, f ormó par t e de La Lucinda con s u mam á, herm anos y ami gos . La m el ancolí a s e abr e pas o en s u voz al habl ar nos de t an herm os o proyect o. Lo m ej or que l e pudo pas ar al dej ar L a Lucinda, f ue entr ar en La Br echa. “Yo querí a más t iem po para m í, par a es calar y hacer ot r as cos as y M ax quer í a lo mi s mo”, nos cuent a de s u ent revi s ta de t r abaj o. “Par a m í no es un labur o, la pas o s úper bien y me r í o todo el t iem po”. M alú es una art i s ta por que en cada pl ato dej a t odo de sí , l e pone tant o amor a cort ar la zanahor ia com o al gui en que es boza una pincel ada. Es una art i s ta por que innova y cr ea con l os condiment os , l os s abor es y las emoci ones del eit ándonos con un gr at o pl acer al degus t ar s us pr eparados . . Staff D irecc ió n d e red a cc ió n : R o mi na Lo j o R eda c ci ó n: Cec il ia Fa c a l - Ro m i na S a n ch ez C ol a b o ra ci ó n: Yes ic a Du p in A nt o n el la M a r a ng e ll i

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li v r ed i to r i al @ g m ai l.c o m

f ac eb o o k /l iv r e


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