Ernesto de la Cárcova fue un pintor de fines del siglo XIX y principios del XX. Hoy su nombre es conocido por el museo y la escuela que están situados en la Costanera Sur, donde fue blanco de la fiebre inmobiliaria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires;pero resistió. En la pintura que vemos, la modelo posa tímidamente, casi por obligación. Es curioso pensar que estos pintores que pertenecían a la clase alta de Buenos Aires, que tenían esposas e hijos “bien”, contrataban modelos para que posa ran desnudas en sus estudios. Quizás Diego Rivera fue el más honesto. Pero Ernesto no, fue el primer director de la Academia de Bellas Artes de la Nación y el fundador de la Escuela Superior de Bellas Artes. Habiendo realizado el viaje obligado de la época al Viejo Mundo, vuelve a pintar su obra maes tra: “Sin pan y sin trabajo” (1893) y tras una vida de reconocimientos, trabajos y enseñanzas, fallece en el año 1927 en Buenos Aires. Mientras tanto, la mujer del cuadro arriba expuesto queda inmortalizada en la desnudez y la vergüenza. Tanto es así que uno puede adquirir una lámina con su figura en el Mu seo de Bellas Artes de Buenos Aires por tan solo quinientos pesos. De la Cárcova conserva su nombre y su prestigio, mientras ella es una anónima más encuadrada en algún living porteño o chaltenense.
Sin lugar para las débiles
Aveces la realidad es abrumadora. Vivimos en una sociedad en donde las mujeres son asesi nadas por llevar mal un velo. Esto me da una gran impotencia y creo que nos debería hacer plantear muchas cosas. Escuchando varias voces, hoy en tiendo que el tema no es velo sí o velo no; no es tan superficial. Las mujeres musulmanas no quie ren más ser definidas por leyes humanas y sobre todo, masculinas (como las de cualquier religión). Ellas exigen la libertad de poder decidir. Parece algo básico, pero no lo es. El poder de decisión durante siglos no estuvo en manos de las mujeres y, aunque hoy creamos que podemos elegir muchas más cosas, no es tan así aunque no vivamos en Irán. Tengo amigas que no pueden dejar un hogar de maltrato, violencia económica, simbólica, etc., por no tener las posibilidades económicas para hacerlo. El sistema patriarcal les vendió el cuento de cenicienta y hoy muchas esposas se encuen tran atrapadas en un lugar del que no parece po sible salir. Con hijos, sin nada a su nombre y con años sin trabajos formales, solo de amas de casa; muchas de ellas aún con estudios universitarios a cuestas se encuentran encerradas por el velo del amor para toda la vida. Y aún con esta situación repetida una y otra vez, con las estadísticas que las respaldan, muchas de nosotras estamos todavía juzgando si decidieron esto o no. Está claro que en algunas circunstancias es imposible decidir o no es tan fácil.
Seguramente para muchas de las mujeres iraníes el sacarse el velo y cortar su cabello como sím bolo de rebeldía al sistema no fue ni gratuito ni sencillo. Llegaron a un “punto de quiebre” del cual no hay retorno. Como la madre que sale a escondidas con su bebe en el carrito, con lo que tienen puesto,sin mirar atrás para no retornar a la violencia doméstica, al llegar a la famosa gota que rebalsó el vaso. Pareciera que en general to mamos la rienda de nuestras vidas cuando ya no damos más. ¿Y antes? Aguantamos. Hace poco su frí una situación de violencia y maltrato laboral. En realidad, como siempre pasa, es una situación que venía hace rato. Pero que uno toma concien cia cuando llega a ese “esto no da para más”. En un municipio como el de El Chaltén siempre mo lestan las mujeres en posiciones de poder porque aunque de la boca para afuera somos una socie dad abierta, en el día a día todes debemos asumir nuestro lugar. Los hombres, fuertes y dispuestos a escalar un cerro o domar un caballo o tener un negocio exitoso. Las mujeres, sobre todo cogibles y, dependiendo del ámbito, súper flacas o divinas. Preferentemente al lado de algún hombre de los nombrados anteriormente porque si estás sola es que estás disponible o dejaste de ser deseada por la razón que sea. Cubriendo siempre los huecos que dejan los hombres a nuestro lado, pero nun ca para ocupar su lugar. Demostrando que puedo cortar leña si él no está,pero lo único que podés definir, si sos arquitecta, es de qué color pintar la pared, porque nunca vas a saber más que el car pintero que hizo dos casas.
El trabajo público no escapa mucho de eso. Per sonalmente fui Secretaria de Obras y Urbanismo. Obviamente estuvo quien dijo que conseguí ese lugar por haber tenido un encuentro sexual con el intendente interino,y con el cual tuve que discu tir casi cualquier decisión porque él había hecho tres años de la carrera de la que me recibí. Pero la cresta de la ola del maltrato lo recibí como Di rectora de Cultura. Bajo la órbita del Secretario de Políticas Sociales, que casi también termina la misma carrera que yo, pasé de ser la copada que lo ayudaba al cubrir ese puesto, a ser su se cretaria personal en solo unos días. Los chistes que esta persona hacía sobre el ser o no profe sional y de la ineptitud de la mayoría de quienes lo rodeaban, según su opinión, no pararon nunca. Cuando demostré que tenía la capacidad de hacer mi trabajo, las felicitaciones fueron para él, por haberme descubierto. Casi como Cristóbal Colón descubriendo América. Porque frente a una subor dinada del sexo femenino, lo primero que aparece es la subestimación y lo segundo que se pide es fidelidad y subordinación. El trabajo en equipo es para los hombres, para que ellos den su opinión aún de lo que no saben un carajo, para ayudarnos a abrir la cabeza a las mujeres. Obviamente, cuando él se enfrentó a una persona como yo, que no solo no deja de dar su opinión respecto del área que le compete y con la capacidad de decisión y de llenar su escritorio de trabajo atrasado por su ineptitud, la cosa no mejoró. El maltrato fue in crescendo: el freno de cualquier proyecto, el aislamiento de reuniones en donde podía o debía opinar y la
intención de generar un ámbito laboral conflicti vo. Al ver que ninguno de sus planes surtía efecto, el objetivo se convirtió en intentar ponerme en mi lugar. Pasó por arriba mío para dar órdenes a mis subordinadas, solicitando notas y presupues tos que nadie podía cuestionar; diciéndome con su actitud, que no era más que una secretaria, que mi opinión no importaba y que si era tan operativa, que hiciera las cosas sin chistar. Pero, como dicen por ahí, eso no está en mi naturaleza. La respues ta, no solo de él, sino del sistema fue sacarme de un lugar de decisión e intentar ponerme en el lugar de subordinada. Cosa que todavía está por verse. Pero para colmo de males, las mujeres con las que hablé en este camino: la Directora de la Mujer de la localidad y la Secretaria de Estado de Violencia de la Provincia también intentan posi cionarse. Una en el lugar del agresor defendiendo su postura como parte de su personalidad y con el condimento de que “lo intenta”. Y la otra, es cuchando y cuidándose de no hacer falsas prome sas porque quienes toman las decisiones en estas circunstancias siguen siendo ellos, quienes están en el poder. No vaya a ser que nos demos cuenta de que no sirven para estar en donde están, que siguen manteniendo lugares de poder para seguir ejerciendo las mismas violencias a las que, pa rece, nos tenemos que seguir acostumbrando. No vaya a ser que nos demos cuenta de que con ac titudes y emitiendo opiniones justificatorias del sistema nos ponemos en el lugar de los violentos y no damos espacio a las que, para este sistema, somos las más débiles. No vaya a ser que nos qui temos el velo.
Libertad de expresión
La libertad de expresión es nuestro dere cho como ciudadanos y ciudadanas de esta repú blica que se autoproclama liberal. Sin embargo, en nuestra cotidianeidad, nos vemos una y otra vez censurados y/o dimerizados por el ojo críti co y juicioso de nuestros vecinos, colegas, jefes, maestros, profesores, médicos y un larguísimo et cétera.
No podemos decir lo que queremos, cuando quere mos ni donde queremos; todo está medido, implí citamente sabemos muy bien qué está bien decir con quién, cuándo y dónde y cada vez más nos adaptamos, nos moldeamos para no herir senti mientos ni levantar discusiones ni tener proble mas en el trabajo.
El problema es que así nos volvemos mediocres. Adaptarnos a lo que los demás quieren escuchar para quedar bien, solo lleva a que generemos una sociedad chata, ignorante y manipulada.
Ayer, hablando pavadas con unas amigas, les con taba acerca de mi última experiencia siendo eva luada y cómo, lo que más me costó, fue descifrar el criterio de evaluación. Entre copa y copa, mi imitación era “díganme cómo quieren que lo haga y yo lo hago”. En un contexto de examen donde lo que querés es el título y después hacer tu propia experiencia, lo tolero; pero en la cotidianeidad, donde realmente vivís tu vida y tomás las decisio nes que le van a dar un rumbo u otro, no podemos adaptarnos al criterio del otro.
En el periodismo, desde sus inicios, se combatió por la libertad de prensa. Si bien hace no tan to tiempo el periodismo se autopercibía objetivo, ya todos sabemos que el periodismo objetivo no existe, que es una falacia para meternos determi nadas ideas en la cabeza. Lamentablemente, aún hay dinosaurios que afirman “relatar hechos” sin opinión; desde LIVRE decimos que eso no existe y lo que hacemos es, abiertamente, dar nuestra opinión.
Somos nosotras que nos exponemos para decir lo que pensamos. Sin embargo, caímos en la trampa del sesgo, de no hablar de determinados temas o de tratarlos sutilmente, de pensar en el trabajo, en el vecino, en la situación, en el perro de enfrente, antes de sentarnos frente a la computadora y dejar nuestras manos deslizarse por el teclado.
Somos LIVRE, local, artística e independiente, somos una revista de opinión de El Chaltén y no vamos a permitir que la tan violentada libertad de prensa se nos escape a nosotras también. Es nues tro derecho y nuestra deuda con el pueblo.
Hoy en día se habla de lo difícil que es hacer pe riodismo de investigación ya que con las nuevas tecnologías de información y comunicación, todos son vigilados y así tantísimos periodistas han sido amenazados por una investigación que aún ni ha bía comenzado.
No creo que ningún organismo gubernamental ni mafioso controle lo que nosotras escribimos o in vestigamos, pero, siendo un pueblo tan chico, sí tenemos el ojo crítico de vecinos y vecinas que amenazan con lo que puede pasar si damos nuestra opinión.
Pero la UNESCO nos respalda: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expre sión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
Me gustaría subrayar el “todo individuo” porque estaría buenísimo que, justamente, siendo un pue blo chico donde nos conocemos todos, nos anime mos a decir exactamente lo que pensamos y lo gremos tener debates interesantes, respetuosos y sinceros para poder crecer como comunidad, para dejar la chatura y el aplastamiento, para no dejar nos manipular.
El otro día un grupo de vecinos abrazó la Laguni ta para expresar su opinión y sus sentimientos a propósito de un proyecto que no sienten propio y rechazan.Lamentablemente me agarró trabajando, pero me hubiese gustado acompañarlos, tomar las manos de mis vecinos y vecinas y decir: “Esto, acá, ¡no!”. Porque si nos unimos como pueblo, nadie nos va a poder detener; porque amamos este lugar, porque lo sentimos propio y porque tene mos todo el derecho a expresarnos.
Relato Livre
Sed de tango Tengo sed de tango. Y palpitan mis sentidos. Esa necesidad de a dos que me envuelve en soledad.
ytimg
Cultura Livre
La ciudad de Buenos Aires tiene al alcance de la mano museos de calidad internacional. El Mu seo de Bellas Artes es gratuito y tiene una bue na colección que nos permite ver arte primero de la ciudad, el arte internacional perteneciente a la modernidad y a las vanguardias. Uno camina casi solo en las salas contemplando un Modigliani, un Renoir o un Rothko esquivando contingentes es colares, pero en general tiene la oportunidad de estar solo con la persona de seguridad y la obra. Es increíble que sea tan poco concurrido, siem pre pienso lo mismo. A su vez el Museo de Arte Decorativo es un poco más turístico por su con fitería en el patio del Palacio Errázuriz Alvear. Consiste en la casa de esta familia, con los mue bles y objetos que la decoran hasta con los libros en la biblioteca. Con un patio interno de estilo colonial, mezclado con el estilo francés e italia no, este museo ecléctico alberga a su vez distin tas muestras. En la actualidad lo hace la muestra de Diseño Industrial Italiano que se exhibe hasta enero del 2023 logrando una convivencia de lo antiguo y lo moderno (en el sentido estilístico del término) espectacular.
Por último, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, el MALBA, cuenta con una muestra de la colección privada de su dueño, Eduardo F. Costantini, entre los que encontramos un aparta do perteneciente a Frida Kahlo. Por lo cual gente bien hace cola porque es lo que hay que ver y para tener algo de que charlar en el próximo evento social. Pero a su vez, recorriendo el resto de las salas, la colección permanente cuenta con grandes obras latinoamericanas que vale la pena apreciar de cerca. Porque sí, es distinto verlas cara a cara. Muchas de las obras que vi por primera vez en una filmina en la facultad (y sí, estoy deschabando mi edad), al verlas en vivo y en directo me volaron la cabeza. Porque tenían tamaños que no imaginaba por lo desproporcionado o lo pequeño. Porque ver las pinceladas de cerca genera algo inimaginable y porque logran su cometido: trasmitir algo. Por eso recomiendo, si tienen la chance, recorrer lo que tenemos más a la mano en Argentina.