LA CELESTINA
“Libro a mi entender divino, si encubriera más lo humano”. Miguel de Cervantes
Con el nombre de La Celestina se conoce la titulada Comedia o Tragicomedia de Calisto y Melibea, obra que es considerada como la segunda en importancia de la literatura española, sólo superada por El Quijote. La Celestina es la obra más representativa del siglo XV. Con ella se pone fin a la literatura medieval y se anuncia el Renacimiento. En esta obra se ponen de manifiesto las contradicciones propias de una sociedad que está en crisis, que está cambiando. Se nos presenta un mundo en el que se han perdido los valores propios de la Edad Media, pero aún no se ha dado una escala de valores propia de los nuevos tiempos.
Se trata de una obra apasionante que ha presentado y presenta muchos problemas a la crítica.
EL PROBLEMA DEL TEXTO 1499 se publica en Burgos la primera edición conocida. El ejemplar conservado carece del primer folio, en el que probablemente estaría el título de la obra, su argumento y el nombre del autor. En esta versión, la obra estaba formada por dieciséis actos, cada uno precedido por un «argumento» o resumen.
Primer folio de la edición de Burgos de 1499
1500: se publican nuevas ediciones en Toledo y Salamanca con el título de Comedia de Calisto y Melibea. Se añaden: un prólogo en forma de carta titulado «El autor a un su amigo» un poema en octavas que presenta, en acrósticos la siguiente información: El bachiller Fernando de Rojas acabó la Comedia de Calysto y Melybea y fue nascido en la Puebla de Montalban.
Un poema de Alonso de Proaza, corrector del texto, quien explica la existencia de los versos acrósticos con el nombre del autor de la obra.
Preliminares de la Comedia de Calisto y Melibea, Toledo, 1500
1501 aparece una edición sevillana que no aporta grandes novedades. 1502 aparecen varias ediciones con un nuevo título: Tragicomedia de Calisto y Melibea, y con importantes novedades:
cinco nuevos actos, intercalados entre el XIV y el XV, que se conocen con el nombre de “Tratado de Centurio” por el personaje que en ellos aparece. El autor justifica esta interpolación diciendo que se lo habían pedido los lectores, quienes le presionaron para que alargara «el proceso de su deleyte destos amantes». diversas interpolaciones, modificaciones y supresiones, un prólogo en el que Fernando de Rojas justifica los cambios.
La edición de 1502 es el texto definitivo que ha pasado a la historia con el título de La Celestina, nombre del personaje más significativo de la obra. El éxito de la Tragicomedia fue inmenso y las ediciones se sucederán desde entonces, y también sus traducciones a otros idiomas (1506 la italiana). A partir de la edición de 1526 empieza a conocerse la obra con el título de La Celestina.
Portada de una edici贸n sevillana (驴1518?-1520)
Edici贸n de Zaragoza de 1508
Edici贸n de Valencia de 1514, una de las m谩s completas.
Edici贸n de Toledo de 1526. A partir de esta edici贸n, empieza a conocerse con el t铆tulo de La Celestina
EL PROBLEMA DEL AUTOR Fernando de Rojas nació en La Puebla de Montalbán (Toledo) hacia 1475, en el seno de una familia de judíos conversos (su mismo padre fue condenado por la Inquisición en 1488 por judaizar). Estudió leyes en Salamanca y en esa época debió de componer La Celestina. Se estableció en Talavera de la Reina en 1507, donde llegó a ser alcalde. Se casó con una mujer también de familia conversa y vivió, pues, durante toda su vida en el ambiente hostil a esta minoría, como prueba el que, cuando su propio suegro fue procesado en 1525, al ser propuesto Rojas como defensor, fuera él mismo considerado sospechoso. Murió en 1541.
Fernando de Rojas se confiesa autor de su obra en el poema que introduce en su obra, pero también nos dice que se encontró el primer acto ya escrito y que él con continuó. La historia del “manuscrito encontrado” era un lugar común en la literatura (lo utiliza incluso Cervantes en El Quijote), lo que hizo pensar a algunos autores que no era cierto. Sin embargo, profundos estudios sobre el uso de la lengua en el primer acto y en el resto de la obra han demostrado que Rojas no mentía.
Primera pรกgina del testamento de Fernando de Rojas
QUÉ NOS CUENTA LA OBRA: EL ARGUMENTO La obra relata los amores entre Calisto y Melibea. Calisto se enamora de Melibea tras un encuentro casual, pero ésta lo rechaza. Sempronio, criado de Calisto, le aconseja que pida ayuda a Celestina, una alcahueta que, gracias a sus artes, logrará cambiar la voluntad de Melibea y hacer que se despierte en ella el amor. En agradecimiento, el joven regala una cadena de oro a Celestina, quien muere a manos de los criados de Calisto por no querer compartir con ellos la recompensa. Los criados son prendidos y ajusticiados. Calisto, una noche en que visita a su amada, oye las voces de una pelea y, supone que están implicados sus criados, por lo que corre a defenderlos. Al bajar por la escalera de cuerda, pierde un pie, cae y muere. Melibea, desesperada por la muerte de su amante, cuenta lo sucedido a su padre, Pleberio, y se arroja desde una torre. La obra finaliza con el planto que el anciano Pleberio realiza ante la muerte de su hija.
LA ESTRUCTURA La obra consta de veinti煤n actos, pero en cuanto a su estructura interna o desarrollo argumental distinguimos: Acto I: Planteamiento de la acci贸n. Actos II-XII: Desarrollo de los conflictos entre los personajes. Actos XIII-XX: Desarrollo de la pasi贸n amorosa de Calisto y Melibea. Acto XXI: El llanto de Pleberio.
EL PROBLEMA DEL GÉNERO DE LA CELESTINA La Celestina es una obra dialogada de considerable extensión. Esto ha hecho pensar a algunos que se trata de una novela dialogada, mientras que otro consideran que se trata de una obra teatral. Los que piensan que se trata de una obra de teatro argumentan que no existe narrador, sino que son los personajes quienes hablan siempre directamente y sus palabras son las que crean la realidad que los rodea y ordenan el espacio y el tiempo de la acción. La obra no estaría destinada a la representación pública, sino a la lectura colectiva. Se trataría de una comedia humanística concebida a la manera de las comedias que se leían en las universidades, sólo que éstas eran en latín. El modelo literario era la comedia humanística italiana: obras dialogadas en prosa, pensadas para la lectura, no para la representación. Se caracterizan por poner un interés especial por las clases humildes y por lo pintoresco de la vida cotidiana.
Aquellos que afirman que se trata de una novela dialogada, se basan en el libre tratamiento del espacio y el tiempo; en la existencia de escenas no dramáticas (por ejemplo, los largos monólogos); en el diseño de los personajes, con evolución psicológica y marcado individualismo, algo que es más propio de la novela; en su carácter irrepresentable por su larga duración.
Recientemente, se ha hablado de que Rojas, partiendo del modelo teatral del primer acto que él encuentra, continúa la obra siguiendo el modelo las novelas sentimentales*, tan en auge en la época; no para imitarlas, sino para parodiarlas.
(*) Las novelas sentimentales pertenecían a un subgénero narrativo que surge a mediados del siglo XV. Se escribía en prosa –a veces en forma epistolar- y su temática era amorosa según los parámetros del amor cortés.
EL ESTILO En cuanto al lenguaje y el estilo, hay que destacar la aparición en la obra tanto de la lengua culta y erudita como de la lengua popular. En general, los personajes hablan una u otra con arreglo a su condición social, aunque algunos de ellos, como la vieja Celestina, pueden cambiar de registro según el interlocutor o la situación en que se encuentren (es una auténtica maestra en el uso del lenguaje).
En la lengua culta abundan los latinismos, las frases largas, los verbos al final de la oración, el uso de sentencias cultas o citas de la Antigüedad clásica… La lengua popular es, por el contrario, viva y muy rápida, con numerosos refranes, frases cortas, expresiones coloquiales, chistes, insultos… Ambas lenguas quedan a veces enfrentadas de forma muy clara cuando los criados se burlan del lenguaje retórico y vacuo de los señores, que es el mismo lenguaje de las novelas sentimentales. El amor cortés de la literatura cortesana y su lenguaje resultan absurdos en la vida cotidiana. Ese amor literaturizado, propio de las convenciones cortesanas, esconde finalmente una pasión sexual en la que quedan igualados amos y criados.
La variedad lingüística muestra el poder de la palabra en la Tragicomedia, que sirve para informar, comunicar y relacionarse con los demás, pero también para persuadir, convencer, engañar y dominar a los otros.
En el texto aparecen las siguientes variedades discursivas: Diálogos. A través de ellos se muestra el carácter de cada personaje. También permiten la argumentación, estableciendo las relaciones de casusa-efecto que organizan la trama. Un aspecto significativo de la obra es la simultaneidad: una misma situación es vista por personajes desde escenarios contiguos. Monólogos. Revelan las dudas y temores en la mente de los personajes, al tiempo que descubren su manera de pensar. Apartes. El autor los usa como forma de dirigirse indirectamente al lector o al público y provocan situaciones de comicidad.
LOS PERSONAJES
Calisto (del griego kalisstos, “hermosísimo”) es el galán. De saneada economía, ocioso, posee rentas y criados. Se comporta como un enamorado cegado por la pasión. Para conseguir su objetivo –la conquista de Melibea- actuará sin escrúpulos, utilizará artimañas. Habla como un lenguaje retórico de clara influencia de la literatura cortesana de la época. Se ha visto en él una parodia del héroe de los libros sentimentales.
Melibea, (del griego meibbeia, “la de la voz dulce”) también es de buena familia y también conoce la literatura sentimental. Su negativa inicial es un tópico del amor cortés. Se comporta de manera muy activa en la obra. No oculta su pasión y muere finalmente por ella. Las interpretaciones del personaje han variado desde quienes consideran que, como Calisto, es un ejemplo de comportamiento inadecuado, por lo que sería también una parodia. Otros resaltan la pureza de sus sentimientos, su carácter rebelde y la honestidad y sinceridad de su comportamiento, que contrastaría con el de su amante.
Celestina es el gran personaje de la Tragicomedia. La alcahueta se caracteriza como maga y hechicera, como un gran conocimiento de la vida y de los entresijos del corazón humano. Es la figura central en las relaciones del resto de los personajes de la obra. No obstante su sabiduría, se muestra cegada, no por la pasión amorosa, como los amantes, sino por la ambición, lo que la conducirá también a la muerte. El tipo de la alcahueta o tercera contaba con ilustres precedentes, tanto en la comedia latina (la vieja Lena), con en la literatura castellana (la Trotaconventos del Libro de buen amor), y era un personaje muy conocido en la literatura popular medieval, la trotula o trot:
Pleberio y Alisa, personajes de poco relieve, excepto aquél al final de la obra, se comportan como padres desconocedores de los verdaderos sentimientos de su hija y, por ello, tanto más sorprendidos por los acontecimientos que se descubrirán en el desenlace del drama. El llanto de Pleberio entronca con la tradición elegíaca medieval.
El mundo de los criados y las prostitutas refleja esencialmente el dominio de los instintos, del interés egoísta y de la codicia. Cada uno de ellos tiene sus particularidades personales pero, en conjunto, son conscientes de su posición de clase y, salvo Tristán y Sosia, odian a los amos. Sempronio dirá que quien a otro sirve no es libre y la inteligente Areúsa verá el conflicto social con lucidez: “Nunca oyen las sirvientas su nombre propio de la boca dellas, sino puta acá, puta acullá, ¿a do vas tiñosa?, ¿qué hiciste, bellaca? […] Por esto, madre, he querido más vivir en mi pequeña casa exente e señora que no en sus ricos palacios sojuzgada e cautiva”.
Sempronio es un ser codicioso y materialista que practica un doble juego con su amo: es él quien le propone los servicios de Celestina para después hacerse cómplice de la alcahueta. Al igual que a Celestina, le mueve la codicia. Pármeno es, al principio, el criado fiel que intenta hacer ver a Calisto la indignidad de los manejos de Celestina. Se resiste a caer en manos de ésta, pero al final, los halagos de la alcahueta, la promesa del amor de Areúsa, los discursos de Sempronio y la ingratitud de su amo podrán más que su conciencia.
Elicia y Areúsa son pupilas de Celestina. Elicia busca sacar el máximo partido a su belleza y juventud. Areúsa se compara con Melibea, pues está convencida de que todas las personas son iguales y que son las obras, y no la sangre, lo que hace virtuosa a una persona. Lucrecia es la criada de Melibea. Al principio la advierte contra Celestina; al final, encubre los encuentros de los enamorados. Centurio es el criado de Calisto. Es un rufián que se aproxima a lo grotesco: es cobarde, bravucón y vago. Representa el tópico del Miles Gloriosus.
TEMAS DE LA OBRA
El amor. Se presenta al principio como un calco o una parodia del amor cortés, pero pronto deja paso al amor carnal. La muerte. Está ligada al tema del amor. La pasión desenfrenada y la codicia llevan a la muerte. La fugacidad de la vida. Abundan en la obra las referencias a la fugacidad del placer y de la vida. Además, encontramos en la obra una fuerte dosis de pesimismo, que adquiere su expresión máxima en el planto o llanto de Pleberio, quien ve la muerte como un final en sí mismo, alejándose del medievalismo que habla de una vida más allá de la muerte.
EL PROBLEMA DE LA INTENCIÓN DEL AUTOR Las interpretaciones de la intención del autor han sido y son muy diversas. Podemos resumirlas en dos grupos:
a) los que consideran que la obra tiene un fin moral y pretende mostrar a los lectores las consecuencias de los malos comportamientos. a) quienes, haciendo hincapié en el origen converso del autor, subrayan la visión pesimista que ofrece de la realidad, su desengaño y su honda desesperación, la concepción de la vida como guerra e, incluso, su completo nihilismo.
LO QUE LA OBRA DEJA ENTREVER Como quiera que sea, la obra refleja ejemplarmente la mentalidad de la sociedad castellana de fines del siglo XV y los valores propios de una sociedad en crisis que están cambiando: el afán de lucro, el pragmatismo, el individualismo, el placer de la vida, etc. En contacto con esta realidad, personajes y sentimientos perecen. La mentira, la traición y el engaño parecen así marcar la vida de los hombres. El dinero lo puede todo, los personajes se utilizan unos a otros y no hay verdadera fidelidad ni amistad. Ni tampoco amor, que o es ciega pasión o puro interés. Esto es así, incluso para el en apariencia inocente amor del padre que se muestra patéticamente desesperado ante el suicidio de su hija. Su amor paternal aparece también cosificado por los nuevos valores burgueses. Melibea es ante todo una heredera perdida: “ya quedas sin tu amada heredera. ¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirí honras? ¿Para quién planté árboles? ¿Para quién fabriqué navíos…?”
La Celestina cierra, pues, de modo brillante y revelador la literatura castellana medieval, mostrando abiertamente el conflicto entre los viejos y los nuevos valores. Los personajes son sistemáticamente destruidos sin lograr una auténtica comunicación humana. Amor, amistad, sinceridad, incluso los modelos literarios del pasado, todo desaparece en una sociedad competitiva y groseramente materialista. Fernando de Rojas niega los nuevos valores, pero sin proponer otros. En La Celestina no parece existir el futuro. Sólo las prostitutas y criados que sobreviven a la catástrofe tienen ante sí una vida, en la que se afirman en su soledad.
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