EL SIGLO XVI EN ESPAÑA
LA SITUACIÓN POLÍTICA En 1504 muere la reina Isabel → Se pone de manifiesto la precariedad de la unión de los reinos de Castilla y Aragón (los castellanos sienten un rechazo hacia el rey aragonés) → Se producen una serie de regencias → Sensación de inestabilidad.
Juana, la hija y heredera de los Reyes Católicos había contraído matrimonio con Felipe de Habsburgo, hijo del emperador Maximiliano I. Carlos, el hijo de ambos, heredará el trono de España.
En 1517 llega a España Carlos I. Unía en su persona las coronas de Castilla, Aragón y era emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Criado en los Países Bajos, no hablaba español y llegó rodeado de consejeros extranjeros → No fue recibido con mucho entusiasmo.
En 1520 estalla en Castilla la violenta rebelión de las comunidades, un intento de limitar los poderes de la realeza y de la aristocracia y de defender los intereses de la incipiente burguesía. La nobleza y los poderosos laneros castellanos apoyarán a la Corona y juntos derrotarán a los comuneros en la batalla de Villalar (1521), lo que significó el triunfo de los intereses nobiliarios y laneros de la Mesta.
Por la mismas fechas se produce la rebelión de las Germanías valencianas, luchas antiseñoriales que son aplastadas por la Corona.
El ajusticiamiento de los capitanes comuneros (Padilla, Bravo y Maldonado) en Villalar el dĂa 24 de abril de 1521 representado en un cuadro de Antonio Gisbert (1860)
La paz de las germanĂas, por el pintor del XIX Marcelino de Unceta
DIFICULTADES ECONÓMICAS DEL GRAN IMPERIO Carlos I fue proclamado emperador de un vasto imperio: España, Alemania, Flandes, América, otras posesiones europeas, plazas en el norte de África… La política imperial de Carlos I no coincide con los intereses de España, que tiene que sufragar su política exterior mediante diferentes impuestos. A pesar de las riquezas americanas y a cierta prosperidad económica, la hacienda estatal llegó a la quiebra debido a los gastos de las continuas guerras y al pago que el rey tenía que hacer de los importantes préstamos que había recibido de los banqueros europeos para pagar a los electores que lo nombraron emperador. Las dificultades económicas se agravan en la segunda mitad del siglo, durante el reinado de Felipe II. Se producen tres bancarrotas: 1557, 1575, 1596. Las guerras se suceden: Países Bajos, Imperio Turco, Francia, Inglaterra… También en España hay conflictos: guerra de los moriscos granadinos, revueltas en Aragón, etc. Entre tanto, en 1580 se produce la anexión de Portugal. Las guerras tienen varios resultados inmediatos: la despoblación del campo y de algunas ciudades importantes, el aumento de los impuestos, la crisis de la hacienda. La derrota de la Armada Invencible en 1588, cuando se dirigía hacia las costas inglesas, muestra con claridad el período de decadencia el Imperio español, que se prolongará durante siglos.
ASPECTOS SOCIALES DE LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI Importancia de la nobleza, que sigue teniendo poder económico y social. Posee inmensas propiedades que le proporcionan rentas considerables. Pero existe una jerarquía entre los aristócratas: La alta nobleza (grandes, duques, condes y marqueses) Los caballeros (miembros de órdenes militares, propietarios de señoríos jurisdiccionales y tierras, oligarquía urbana) Hidalgos. Todos privilegios, sobre todo el de la exención fiscal → interés por conseguir al menos la categoría de hidalgo, (más del 10 % de la población son nobles: en Asturias o León son prácticamente la mitad; en Burgos, la cuarta parte). → la carga tributaria recaía sólo sobre los campesinos, artesanos y los comerciantes. → Los burgueses hicieron cuanto pudieron para adquirir la categoría de hidalgo (compra legal de títulos, sobornos, adquisición de tierras y señoríos). Desde el punto de vista ideológico, esto supone un refuerzo de los valores nobiliarios y el desprecio hacia el trabajo manual. Esta ideología, junto con la fuente de riqueza que supone América (materias primas y metales preciosos), hace que la actividad productiva no se desarrolle.
Por otro lado, un gran número de españoles emigró a América para mejorar su posición. Completa el panorama social un creciente número de vagabundos, mendigos y pordioseros que van de un lugar a otro en busca de alimento.
LAS MINORÍAS RELIGIOSAS Los judíos: Tras la expulsión de los judíos (1492), una parte de la comunidad decidió abandonar el país y otra convertirse al cristianismo y permanecer en España. Aquellos marcharon a sitios muy dispares: Portugal, norte de África, Francia, Países Bajos, Italia, Europa oriental o Turquía. Allí formaron comunidades sefardíes y mantuvieron sus tradiciones y su lengua (el sefardí o ladino, un castellano que conserva las características del de fines del XV).
Entre los conversos, muchos continuaron practicando su antigua religión en secreto, otros no profesaban en realidad ninguna religión y algunos se convirtieron sinceramente al cristianismo, destacando a veces por sus posiciones intransigentes en defensa de su nueva fe. No obstante, los conversos o cristianos nuevos fueron siempre vistos por los cristianos viejos con suspicacia y, en muchos casos fueron perseguidos por la Inquisición. Los juedoconversos solían desempeñar actividades mercantiles o intelectuales, por lo que tenían una posición social influyente, razón por la cual fueron acosados con especial saña.
La expulsi贸n de los jud铆os, pintura de Emilio Sala (1850-1910)
Edicto de Granada (31 de marzo de 1492) en el que se establece la expulsi贸n de los jud铆os.
Los moriscos: La comunidad morisca, en cambio, ocupaba el último lugar en la escala social. Eran, por lo general, agricultores muy pobres o jornaleros al servicio de señores. Ello les permitió mantener más fácilmente sus costumbres y vivir en grupos cerrados. Fue una minoría social que no consiguió nunca ser asimilada por la mayoría cristiana. Finalmente, fueron también víctimas de los prejuicios de casta, del recelo y de las persecuciones, lo que produjo muchas revueltas y conflictos, que se incrementaron a medida que avanzaba el siglo XVI.
LA INQUISICIÓN
LA CULTURA El Humanismo español conocerá su época de máximo apogeo en el primer tercio del siglo XVI. A España llegan importantes humanistas italianos y las universidades de Alcalá de Henares (fundada en 1508) y de Salamanca se convierten en centros humanísticos de primer orden. En la segunda década del siglo se publica la obra maestra de la imprenta española de la época: la Biblia Políglota Complutense. Entre los humanistas destacan Nebrija y Francisco Sánchez de las Brozas, el Brocense. Este humanismo se ve vivificado por la influencia del erasmismo, especialmente importante en España en la primera mitad del siglo. Los tratados de Erasmo se empiezan a traducir a partir de 1511. Los intelectuales españoles defendían las ideas del holandés: intelectuales como Luis Vives, escritores, eclesiásticos, cortesanos, profesores, estudiantes… Es probable que en este auge del erasmismo tuvieran algo que ver los conversos, quienes verían con simpatía una renovación religiosa que pretendía un cristianismo más evangélico y más tolerante.
LA CRISIS DEL HUMANISMO ERASMISTA ESPAÑOL Sin embargo, el erasmismo cayó rápidamente en desgracia como consecuencia de la reacción católica ante el peligro protestante. La ortodoxia defendida por la Inquisición a partir del Concilio de Trento (1545-1563) será inflexible. Esto significará la decadencia del Humanismo español, que será visto con desconfianza y hostilidad.
Esa cerrazón intelectual va a tener otras consecuencias: 1558: se prohíbe a los españoles seguir estudios en determinadas universidades europeas; 1559: se publica el primer Índice de libros prohibidos. Se instala entonces la censura previa de los libros, que, antes de ser publicados, tenían que pasar una serie de controles. Los libros, cuya difusión –gracias a la imprenta- puede alcanzar notables proporciones, son vistos por el poder como un peligro potencial. Este fenómeno se produce también en el resto de Europa, donde libros y pensadores son perseguidos con saña. Baste recordar el caso del español Miguel Servet, quien fue quemado en la hoguera en Ginebra por sus polémicas teológicas con Calvino (1553).
LOS LECTORES Los lectores eran muy variados. La mayor parte de la población seguía siendo analfabeta y debía de ser corriente la lectura en voz alta para un grupo, sobre todo de libros de caballerías. Esta población, mayoritariamente rural, mantenía la tradición literaria oral (lírica popular, romances…) y muy ocasionalmente asistirían a espectáculos teatrales de compañías ambulantes, que representaban obras de carácter cómico: entremeses, pasos, mojigangas, etc. Los núcleos alfabetizados más importantes se encontraban en las ciudades, entre aristócratas, eclesiásticos y burgueses. Estos grupos urbanos consumían un tipo de literatura acorde con sus gustos e intereses: temas aristocráticos e idealistas, temas religiosos, temas satíricos, etc.