LOURDES CASTRO CERÓN
REGISTROS
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Erlián - Zamyn Üüd, Paso fronterizo China - Mongolia 31· X · 2016
He llegado a Erlián en tren cuando todavía no había amanecido. He tenido que bajar del tren rápido, el tren continua. Hace mucho frío. En el crepúsculo del amanecer se intuyen cosas nuevas: otra temperatura, otro viento, otro acento, otra entonación, otra caligrafía, otra atmósfera. Erlián es una localidad pequeña, vacía. Se le escucha porque anuncia la llegada de Mongolia. En este espacio relativamente inhóspito, las emociones se multiplican. Es un lugar de paso. Se nota. No hay nada más que el paso: el paso a Mongolia. El silencio y el vacío de esta localidad acentúa las sensaciones. Confluyen emociones: por lo que se deja y por lo que se empieza. Me han ayudado a entender que la mejor opción es coger un autobús de una empresa chino-mongola, que viaja hasta Ulán Bator. Voy caminando desde la estación de tren a la de autobús. Está cerca. Empieza a amanecer. Los pasajeros que han bajado conmigo desaparecen. Camino por la calle completamente sola, con poca luz y sin saber bien si sé llegar al lugar indicado. Tengo la sensación de estar saliendo de un mundo para entrar en otro. En el crepúsculo del amanecer se intuyen cosas nuevas.
En el parabrisas del autobús veo escrito, por primera vez Ulán Bator con alfabeto cirílico. La emoción me desborda. Un arco iris gigante corona la frontera. China dice adiós con su idioma. Mongolia da la bienvenida con el suyo. Dos edificios. China: elegante, suntuoso, imponente, aparentemente nuevo, llamativo. La policía recta, recia, seria, aparentemente severa. Directrices breves, tono alto, órdenes. Que nadie rompa el orden. Para acceder al control de China hay que bajar del autobús y cada persona debe atravesar el interior del edificio con su equipaje. En los vestíbulos de los controles de China hay un silencio sepulcral. Las personas se miran pero nadie habla. Nos montamos en el autobús, atravesamos una explanada amplia y volvemos a bajar del autobús para entrar (con el equipaje), en el edificio de Mongolia. Tengo la sensación de estar saliendo de un mundo para entrar en otro. Ya no es una sensación. Es una realidad.
Mongolia: súbitamente, la estructura de su edificio, me evoca Rusia, me recuerda lo que conocí hace unos años. Pero Mongolia es Mongolia. No es China, no es Rusia. No obstante es evidente que Rusia estuvo aquí. He tenido que enseñarle mi trabajo a la policía de China y de Mongolia. Han examinado meticulosamente el equipaje: la mochila grande, la mochila pequeña y la maleta con los dibujos y el material. Han querido saber el por qué de tantos papeles manchados de color; la razón de los cuadernos que sacaba de China sin usar (en previsión de lo que pudiera o no encontrar en Mongolia); y el sentido de las barras de colores cuyos pigmentos manchan los dedos de la policía. Ha sido un paso de frontera lento, emocionante, con las singularidades propias del país que dejo y del que me recoge: ambos muy carismáticos.
He tenido tiempo para reflexionar; para mirar de reojo lo que dejo; para mirar lo que tengo de frente. Ha sido bonito cruzar la frontera así: despacio, caminando con calma, con pausas, esperando. Las personas me han mirado mucho; la policía ha procurado ser amable conmigo y tener ciertas deferencias, a su estilo, pero lo han intentado. Se lo he agradecido a todos. La carretera, desde la frontera hasta la capital —Ulán Bator— es un encuentro profundo , prolongado y sobrio, con el territorio en el que voy a trabajar. Inmenso. Infinito. Vacío. Pleno. Silencio. Viento. Frío. Admiración. Asombro. Aparentemente nada. Aparentemente nadie. Cielo. Tierra. Creo que Mongolia es muy bella. Horas, horas, muchas horas, un trayecto muy largo sin ver nada más que tierra y cielo. Ocre amarillo (imponente). Azul (imponente). Color neutro o frío (violeta) en la línea de horizonte.
DESDE
DUDA
PARA
CERTIDUMBRE
COMO
ASOMBRO
DONDE PORQUE
DESDE PARA COMO DONDE
DENTRO
CUANDO
CALMA
PORQUE
SIMETRÍA
Eduardo Chillida
Ulán Bator, Mongolia 1· X · 2016
¡Mongolia! Poco más de 3 millones de habitantes. Casi un tercio vive en la capital. Es un país poco habitado, un territorio infinito con (muy) pocas personas. Abunda el silencio. Silencio físico, visual. Silencio. Y en la gran ciudad ruido. Ruido y velocidad contenida. Mongolia vive entre dos grandes países. Mongolia ha sufrido mucho. ¿Se le puede ver como a una hermana pequeña? No lo sé. Pero si fuera así intuyo que tiene las virtudes de ser una hermana pequeña inocente, bella, natural, (todavía muy) pura; que mira a los mayores pensando qué podrá hacer cuando sea mayor; pero a la vez sabe que ya ha recorrido mucho. Intuyo que Mongolia es la hermana pequeña en el que casi nadie se ha fijado. Esto es una reflexión personal, quizás estoy equivocada. No lo sé. Es un pensamiento. Estoy aprendiendo a querer a este país. Estoy aprendiendo a leer, a saludar, a agradecer. Estoy aprendiendo a descifrar las cosas para poder empezar a recorrer Mongolia.
Estoy conociendo Ulán Bator —una capital imponente— en el marco de un territorio natural que sobrepasa la ciudad: que es infinito, puro, hermoso, casi absoluto. Pero en Ulán Bator esa belleza queda oculta, se intuye pero no se ve. Ulán Bator es grande y su desarrollo contrasta con el resto del país. Mongolia es bella y a la vez compleja, en algunos momentos incluso hostil, gélida… Hay cosas heredadas, recogidas, pero también hay hábitos y valores (muy buenos) que forman parte de la identidad de Mongolia. Mongolia es ella: no es China, no es Rusia. Es Mongolia. Es desconocida, comparada, (quizás) olvidada. Recóndita, callada, sobria, austera, serena, paciente. Mira permanentemente la línea de horizonte donde su tierra y su cielo se unen. Una línea une. Una línea separa.
He encontrado un alojamiento correcto regentado por un matrimonio mongol. Estoy muy a gusto. Me atienden muy bien. Me enseñan mucho. Fueron a la universidad en Rusia. Hablamos de Rusia, de Mongolia, de China. Son conversaciones ricas. Me ayudan a comprender esta región del mundo. Para mi pintura la aproximación profunda e íntegra es importante. Creo que así puedo interpretar mejor los conceptos que he venido a trabajar. Creo que mi interpretación de cada escenario debe evocar y abstraer la realidad. Para conocer la realidad necesito estar cerca de las personas, cerca del lugar donde suceden las cosas. Y también retirarme a lugares apartados a contemplar en silencio cómo son las cosas. En este alojamiento puedo trabajar cómodamente y preparar cada salida. Me han advertido que para desplazarme por Mongolia tengo que pasar por la capital. Las provincias, entre sí, no están comunicadas. No es imposible ir de una a otra, pero en ocasiones exigiría un esfuerzo desproporcionado y un presupuesto que no hay. Tener este alojamiento como referencia es muy bueno, y convivir con este matrimonio es una ocasión preciosa para conocer en profundidad Mongolia.
Las calles principales de UlĂĄn Bator tienen centros comerciales con marcas de oriente y occidente. Es una capital. RuĂdo, bocinas, luces. Velocidad. Movimiento frenĂŠtico. Atascos. Contrastes.
En Ulรกn Bator convive lo original con la huella que dejรณ Rusia. Se percibe en la arquitectura, en las costumbres, en los colores, en los materiales, en la ornamentaciรณn.
El alfabeto propio del mongol está recuperándose. Las nuevas generaciones saben leer y escribir, pero los mayores solamente conocen el cirílico que determinó Rusia. Mientras Rusia estuvo en Mongolia el alfabeto mongol se olvidó. Actualmente la vida ordinaria se escribe en cirílico. La documentación oficial y muchas cosas del Gobierno están escritas con los dos alfabetos.
El mongol es tímido, introvertido, reservado. Es rotundo, ordenado, con disciplina. Silencioso, noble, generoso, elegante. Sobrio, fiel, hospitalario, reflexivo. Ayuda. Mira tímidamente. Lentamente… sonríe. Expresa el cariño en bruto, como materia pura, sin envoltorio.
Muchas personas van vestidas con indumentaria local. Usan tejidos preciosos, adornos y detalles exquisitos. En esta indumentaria se balancean con elegancia formas que vienen del sur y del norte, y que en Mongolia han cuajado con una medida justa. Color contenido. Expresión. Los vestidos y los abrigos son una nota de color en la sobriedad de cada escenario. Esta indumentaria llama mi atención. Es preciosa. Aquí comprendo de dónde vienen muchos registros de los vestuarios de los Ballets Rusos de Diaghilev. Este aspecto de Mongolia me interesan mucho. La circunferencia se cierra. Es una circunferencia perfecta que lo explica todo: Rusia, China, Mongolia. Un trinomio que me explica muchas cosas: forma, color, estructura, interpretación, expresión absoluta pero contenida, elegancia. Cada cosa en su justa medida.
El lazo que ciĂąen en su cintura es la nota de color mĂĄs alta. Es una indumentaria muy bella.
El drama de Ulรกn Bator (y de Mongolia) reside en los suburbios de esta ciudad: se amontonan las casas de madera y los gers. En los suburbios viven familias que han venido del campo con pocos recursos (o ninguno). En las colinas que rodean Ulรกn Bator hay un rompecabezas de viviendas y personas que intentan sobrevivir. Es un drama.
A pesar del drama, en estos barrios encuentro una riqueza plรกstica que me interesa.
Me interesa la madera desgastada, las chapas de metal con รณxido, la paleta de color, las formas, las estructuras, la expresiรณn rotunda de unos materiales que tienen un lenguaje propio.
Las casas y los gers están rodeados de tapias construidas con madera y planchas de metal. Están inclinadas, torcidas, hundidas en la tierra. Sobre la tierra dibujan una línea sugerente. Trazan el recorrido de cada calle. Cada superficie, cada material, es un plano de color. La pintura encuentra aquí muchas referencias.
Las composiciones me vienen dadas. Mire hacia donde mire hay registros sugerentes, hay dibujo, hay pintura ya hecha.
La superposición de piezas de maderas y los huecos (silencios) porque la madera se ha roto, confieren a la superficie un carácter escultórico. Estas construcciones (accidentales) evocan piezas de Torres García (por ejemplo). Son muy ricas. Sugerentes. Bellas.
ยกPiet Mondrian!
Mi interpretación no puede ser fría. Tengo que interpretar y evocar —además de los registros plásticos evidentes— el tono humano. Aquí viven personas, familias. Evocar lo que veo, lo que oigo, lo que comprendo porque compartimos lo esencial. No son maderas amontonadas; no es chatarra. Hay personas. Hay familias. Encuentro. Aproximación. Reflexión.
Vertical. Horizontal. Geometría. Expresión. Color neutro. Color sucio. Color saturado en algunos planos. Planos de color. Neutro. Frío. Cálido. Las manchas de óxido son cálidas. Las manchas de óxido tienen mucha expresión; carácter orgánico. Otras planchas de metal son frías, planas. La expresión tiene más fuerza por los silencios (planos de silencio) que le rodean.
Madera. Metal. CĂĄlido. FrĂo. Madera. Metal. Tierra (del suelo).
Trabajar aquĂ exige esfuerzo: veo cosas duras, escenas difĂciles. Mongolia tiene paisajes hermosos en las provincias, pero la realidad de la capital es otra. La suma de las dos cosas construye un escenario completo. Quiero conocer el escenario completo. Las personas que viven en los suburbios arrastran sufrimiento, dolor. El trato con ellos es complicado, es delicado. Es comprometido parar, hacer fotografĂas, incluso levantar la mirada del suelo.
Hay que entender a las personas que viven en estos barrios. Hay que levantar la mirada. Son personas. Son permeables al cariño, a una sonrisa. De verdad. Son permeables al cariño, son permeables a una sonrisa. Lo he comprobado. El dibujo une. La admiración por una madera desgastada o una chapa oxidada, nos une.
Frío. Humo. Muchos perros. No está nublado, es el humo de la industria de carbón, humo de las chimeneas de los gers. Silencio. Sonido del tráfico a lo lejos. Geometría. Estructuras acentuadas. Color neutro, colores sobrios, monte seco. Siena, pardo, tierra. Expresión contenida. Colores solapados que no consiguen brillar por el exceso de humo. Niños corriendo, niños jugando. Risas. Llanto. Frío. Viento. El humo envuelve y unifica el color. Chimeneas. Perros. Frío.
Voy ha hacer mi primer recorrido fuera de la capital. ÂĄAhora sĂ! Ya estoy preparada. Ya he aprendido a decir hola y a dar las gracias. TambiĂŠn he aprendido a leer. Voy a trabajar en el Valle de Orkhon, frente a esa belleza pura (de Mongolia) que en la ciudad se intuye pero no se ve. Estoy muy contenta, impactada, emocionada. Viajar por las provincias es complejo, no hay infraestructura (ninguna); es complicado pero no imposible.
Entre mis registros guardo (con emoción y agradecimiento) imágenes como ésta: Carretera de Karakorum, frontera con Pakistán. Octubre. El hijo menor de una familia de pastores con la que dormí aquellos días, hizo esta fotografía con su teléfono. Había poca luz. Era de noche. Han pasado varias semanas. Acabo de recibirla por correo electrónico. Este chico habrá viajado a una ciudad desde donde me la ha podido enviar, en su casa no había cobertura ni red. Es un recuerdo. Evoca los interiores en los que paso muchas horas con personas del lugar, con familias que salen a mi encuentro, que me ayudan, que me enseñan. Es el registro de las noches largas compartiendo con pocas palabras mucho cariño. Aproximación. Encuentro. Gratitud. Emoción. El dibujo une.
DATOS DEL VIAJE INICIO: 21 de septiembre de 2016. Madrid- Ürümqi (Xinjiang, China) ITINERARIO: Xinjiang (China) - Mongolia - Extremo Oriente Ruso DURACIÓN: 3-4 meses (por determinar)
mlourdescastroceron@gmail.com www.lourdescastroceron.com
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FINANCIACIÓN GENERAL Destino el importe percibido del XVI Premio de Pintura de la Universidad de Murcia (2015) a la financiación de este proyecto.
FINANCIACIÓN MATERIAL
Colores para Artistas desde 1887
Cubierta y contracubierta: Fragmento de pared. Ronda de Segovia, Madrid