4 minute read

Cuándo acudir a una residencia

LLas familias que tienen personas mayores a su cargo a menudo se hacen esta pregunta. ¿Cuándo acudir a una residencia? Todavía son muchas las reticencias hacia las residencias de mayores, especialmente en el mundo rural, y quien más y quien menos siente una punzada de culpabilidad porque piensa que está abandonando a sus mayores. En muchas ocasiones acudir a una residencia es la opción más responsable y saludable para toda la familia. Hoy en día son centros que cuentan con todas las comodidades y todos los servicios que un anciano pueda necesitar. Servicios y cuidados a nivel físico y emocional que la mayoría de las veces no se pueden proporcionar en el hogar familiar. ¿Y cómo voy a dejar a mi padre, a mi madre o a ambos en una residencia para que los cuiden otras personas cuando ellos han cuidado siempre de sus hijos? La pregunta es evidente. Pero al sentimiento de culpa y a los prejuicios se deben anteponer las verdaderas necesidades de la persona mayor. ¿Hay algún miembro de la familia que esté realmente capacitado para cuidar de una persona mayor que necesita ciertas atenciones? Seguramente no. Seguramente en tu casa no cuentas ni con la experiencia profesional ni con el tiempo que tus mayores necesitan. Por eso son necesarias las residencias. Porque allí tienen los cuidados que necesitan para mejorar su calidad de vida.

Entonces, ¿cuándo es el momento de llevar a nuestros mayores a una residencia? Lógicamente estarán más cómodos y felices en su propio hogar o en el de alguno de sus hijos si pueden valerse por sí mismos, si pueden realizar sus tareas sin dificultad, si tienen una vida social activa o responsabilidades que les mantienen en forma tanto física como mentalmente.

Advertisement

Se pueden valorar algunas otras opciones antes de decantarse por una residencia, como el Servicio de Ayuda a Domicilio, adaptar la vivienda a las necesidades específicas de la persona mayor, hacerla más accesible, contar con algún otro servicio de ayuda como las comidas a domicilio si la persona mayor vive sola, la teleasistencia, la inscripción en un centro de día o incluso la estancia temporal en una residencia geriátrica (ver página 15).

Pero cuando nuestros mayores necesitan cuidados constantes, cuando tienen algún problema de salud crónico que tiene que ser atendido por profesionales o cuando sufren alguna enfermedad degenerativa a causa de la edad que requiere estar vigilante las veinticuatro horas del día, entonces es el momento de acudir a una residencia.

Una vez tomada la decisión, el abanico de preguntas se abre de forma casi ilimitada, así como el de los trámites. Qué tipo de residencia elegir, cómo pagar la residencia, cómo elegir la mejor residencia, a dónde acudir para solicitar plaza, qué servicios ofrecen las residencias… son solo algunas de las dudas que surgen a las familias. Dudas que intentaremos resolver en esta guía de residencias, y en la que de momento queremos aclararte la principal pregunta, la que más te ronda la cabeza, la que más noches sin dormir te ha dejado.

Llevar a tus padres a una residencia no implica que dejes de compartir la vida familiar con ellos, porque, si sus condiciones médicas lo permiten, podrás disfrutar de ellos en las visitas y ellos también podrán salir del centro para participar de los eventos más importantes para todos.

Los casos más especiales: un familiar con demencia

Cuando en casa tenemos un familiar con alzhéimer o algún tipo de demencia, la pregunta no es tanto el “cuándo” sino el “dónde”. Parece más que evidente que el avance de la enfermedad imposibilita recibir todos los cuidados que necesita en el hogar, por lo que la residencia se coloca como la mejor opción para nuestro familiar.

Es entonces cuando hay que prestar más atención que nunca a la elección de la residencia sopesando cada detalle y teniendo en cuenta las necesidades especiales de nuestro familiar. No te dejes llevar por los aspectos externos de la residencia y da un paso más allá para descubrir aquello que no está tan a la vista. Las personas enfermas de demencia

tienen tendencia a la desorientación y eso afectará tanto a su día a día como al momento del ingreso.

Observa, habla y pregunta todo lo que se te ocurra. Habla sobre todo con el personal de la residencia para comprobar si está cualificado para atender las necesidades especiales de tu familiar. Valora especialmente si es el propio personal el que te hace preguntas sobre sus gustos particulares, sobre las actividades con las que se siente más cómodo tu familiar, sus preferencias en el menú o en las rutinas diarias.

Un detalle que puede marcar la diferencia a la hora de elegir el centro es conocer cuántos residentes más hay con un problema de demencia. Así sabrás si están preparados y acostumbrados a tratar con este tipo de usuarios. ¿Y qué flexibilidad hay a la hora de personalizar la habitación? Hay que procurar que las personas con alzhéimer, por ejemplo, puedan rodearse de objetos que les resulten familiares.

También es importante conocer qué tipo de terapias, tratamientos y actividades van a desarrollar para frenar en la medida de lo posible el impacto de la enfermedad. No hay que olvidar que las personas con alzhéimer necesitan estímulos particulares e individualizados.

Tal vez el asunto más preocupante es la adaptación a la residencia. El impacto del traslado es enorme y hay que minimizarlo consiguiendo que el residente se sienta cómodo en su nuevo hogar y manteniendo de alguna manera algunos referentes o puntos de apoyo a los que pueda acogerse. De ahí la necesidad de llevarse objetos personales con significado y también una mayor frecuencia de las visitas durante las primeras semanas.

This article is from: