Libro el presidente illia y un libro de ocasion

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Luis Franco

EL PRESIDENTE ILLIA Y UN LIBRO DE OCASION


ISBN — 950 — 43-0177 —2 Copyright 1984 por LUIS FRANCO Queda hecho el depósito según marca la ley 11723


EL PRESIDENTE ILLIA y un libro de ocasión NOTICIA Para una breve introducción a este libro, o mejor, a su autor, elegimos adrede la voz de la juventud, representada en este caso por Luis Ricardo Casnati, delegado de la SADE para la entrega del Gran Premio de Honor a L.F. "El hombre de Belén era el gran olvidado de las letras argentinas y americanos. Todo honor le ha sido negado o mezquinado. Y entre lo que ha sido vedado y lo que él no condescendiera en aceptar, resulta que casi ninguna honra mundana conferida por el Estado, o por sus pares, se ha posado sobre sus hombros. Convengamos en que este desabastecimiento de laureles en quien carga sobre si tama'Ya solvencia poética, y un poderío intelectual que puede hacer trastabillar al más docto, y una foja vital en los niveles de la conducta que puede enorgullecer a un pueblo entero, es un espectáculo infrecuente.. . Por eso el caso de Luis Franco nos llena de alegría y de tristeza. De tristeza porque la más elemental ecuanimidad, de haber existido, debió ser plataforma de innúmeros loores a lo largo de su dilatada vida de pensador y creador; de alegría porque contemplemos en él un palenque moral, una bandera de probidad e independencia, alguien a quien las lentejas literarias no lo tentaron jamás, al precio, no ya del soborno o la complicidad, sino de la más minúscula cesión de pensamiento. Y alegría, además, porque luego de voluntarias renuncias a coturnos y estrados quizás más significativos que éste, accede a ser investido por nosotros con el "Gran Premio de Honor" de la SADE. Gracias Luis Franco." Nosotros nos permitimos recordar lo siguiente: No hace muchos aif os, Louis Sala Mo/ms, profesor de la Sorbona, encargó la versión al francés de Pequeño Diccionario de la Desobediencias que entre nosotros pasó inadvertido y que en la Sorbona la traducción aludida fue derrotada por el comunismo burocrático. Sala Molins, que considera a L.F. una de las categorías del pensamiento más avanzado de hoy, dijo en la presentación de/libro al público francés: "Cet argentin pourfendeur d'orthodoxies, ce magicien du verbo qui transforme en espoir d'aubes transparentes le tenebreux galop des cauchemars' (Este argentino violador de ortodoxias, este mago del verbo que transforma en albas transparentes el tenebroso galope de las pesadillas).

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ADVERTENCIA a Gregorio Weimberg

Creo indispensable comenzar por algo que llamaré prontuario autobiográfico, para la comprensión cabal de este homenaje, y espero que el lector no columbrará en el mismo ni una sombra de interés bajuno o de egolatría. Creo no ser sospechoso —más que el común de los mortales, al menos— de la primera mengua, y en cuanto a la segunda, pienso que es, no sólo la más injustificable de las taras humanas, sino la más ridícula, y ajena al resto de la zoología, con excepción,. quizá, del pavo real. Y confío muy especialmente en que el supuesto lector inteligirá desde el primer momento un hecho que puede parecer contradictorio. sin serlo en absoluto: el que sin coincidir propiamente con las convicciones pplíticas del presidente lilia, me baste el que las características mayores de su gobierno hayan sido el respeto a las arcas públicas tanto como a la libertad y dignidad de sus conciudadanos —no digamos ya a sus vidas— para aclarar el sentido de esta dedicatoria.

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CAPITULO 1

En medio de una jubilosa orgía de absolutismo político, y de vertical desprecio de la vida humana, y de masiva dilapidación de los dineros públicos, hasta hacer de nuestra moneda la más haraposa de las mendigas, y de nuestra deuda externa un Aconcagua de oro, la presidencia del UItimamente fallecido Dr. lilia fue un oasis de respeto a las arcas del Estado y a la libertad y la vida humanas. La suya parece haber sido la de uno de esos seres para los cuales la justicia y la misericordia son como el alterno ritmo respiratorio del alma. Un día (en mi minúscula granja de Belén, hecha y sostenida casi por entero con el oscuro esfuerzo de mis manos, a espaldas de toda burocracia oficial o privada) me ví sorprendido por una visita fuera de serie. Me bastó un rato de conversación para Sentirme cautivado por la diáfana sencillez y la poderosa atracción de su persona. Era el Dr. Arturo lilia, médico de Cruz del Eje, en gira de turismo por el Oeste de mi provincia. Varios años después, el Dr. Golstraj, legisJador entrerriano, a cuya amabilidad debo el reconocimiento de un sector de su provincia —de donde acabábamos de regresar— me dijo que al mencionar el hecho en una audiencia que le concediera el presidente lilia, éste recordó su lejano encuentro con el granjero de Belén (cuyo lector ocasional era: el cual después de una quincena de inconvincente cárcel peronista, varios años atrás, se viera obligado a malvender lo que tantos afanes le costara para comprar refugio en un arrabal porteño) y lo invitaba a visitarlo. Así lo hice, desde luego, y al despedirme, respondiendo a lo que me pareció una insinuación suya, me reduje a hablarle de un antojo de mi hijo Lito, mocoso de pocos años entonces: un retrato de su noble persona. Así lo hizo, con una cariñosa dedicatoria, que Leopoldo Luis, mero 9


trabajador manual, como lo fuera su padre tantos años, conserva con explicable orgullo. Cuando el presidente lilia fue derrocado por el más cursillista de los cuartelazos, acudí a su domicilio, llevado por un amigo suyo, a presentarle mis respetos, recordando entonces, que años atrás, estando él aún en el poder, lo había molestado —por sugestión de un grupo lu y eni¡— pidiéndole se interesara por la vida de Hugo Blanco, condenado a muerte por un tribunal militar del Perú. Me prometió dirigirse al presidente de aquel país —con quien estaba en relación epistolar— y estoy seguro que lo hizo. La historia argentina no carece de grandes y austeras figuras, en medio de inolvidables bellacos o de pintorescos personajes disfrazados de próceres. Muchos argentinos ignoran que San Martín madrugaba a prepararse su desayuno de café negro en la cocina, y que después de Chacabuco "mandó dar vuelta el paño de su chaqueta" (José Martí: Flor y Lava) y que un premio en metálico acordado por el gobierno de Chile lo destinó a fundar la primera biblioteca pública en aquel país (Pérez Rosales. Recuerdos). De Beigrano se sabe que al morir dejó de recuerdo a su médico de cabecera lo único que tenía: su reloj. De-José María Paz se sabe que su austeridad y su bondad eran tan insignes como sus cualidades de estratega. El presidente Sarmiento, que no tenía casa propia en Buenos Aires hizo, aserrando cajones de piano, su rancho en Carapachay. Ameghino, reconocido tempranamente en Europa como paleontólogo de fuste, que se defendió de la miseria atendiendo una pequeña librería escolar: hubo de rechazar más tarde una tentadora oferta extranjera por su colección de fósiles, a fin de no privar a su país de un bien que mañana podría estar más allá de cualquier precio. Por noticias recogidas por la prensa se conoció —algún tiempo después del cuartelazo que lo derrocó —el verdadero origen del mismo. Un día entre los días recibió un pedido de audiencia de uno de los Rockefeller (David), propietarios del mundo. Venía a solicitar su venia para establecer una sucursal bancaria en Buenos Aires. El Dr. lilia se la negó, en nombre de nuestra Constitución, a la que había jurado fidelidad, esto es, defenderla —y tal era el caso— contra la competencia extranjera, peligrosa para cualquiera de nuestras instituciones, agregando no ignorar que el peticionante tenía más poder que cualquier jefe de Eslo


tado latinoamericano. ¿Sonrió oblicuamente Rockefeller? No lo sabemos. . . pero sí que a los quince días el ordenanza de turno ocupaba la casa de gobierno. ¿Cuántos otros jefes de Estado de Latinoamérica se jugaron el cargo con dignidad igual? Lo pregunta alguien que (hasta hoy por lo menos) no militó en ningún partido político por razones muy ajenas a su voluntad, ya que sin la verdad de pensar y el quehacer políticos el hombre lleva las de ahondar cada vez más su camino de expolio, de servidumbre y masacre. ¿El hombre volviéndose la peor amenaza para sí mismo y para el globo que habita? Pero no cerrar los ojos al peligro, no significa predecir la derrota, y menos definitiva. Al contrario. A lo largo de los tiempos la elástica alma del hombre se ha mostrado capaz de las más inesperadas victorias. Si hasta hoy la ciencia y el arte se vieron obligados a pactar con la religión y la guerra, dando así un semblante de hecho natural e inevitable a la servidumbre humana, no debemos olvidar jamás a los que afrontaron la cárcel, y aún la muerte, antes de manchar una verdad más sagrada que todos los altares, y el estruendo de todas los batallas. Se sabe que el presidente ¡¡lía apoyó en firme la opinión de su partido, y entendemos que la mayoría del Congreso, en el sentido de rehusar la cortés invitación estadounidense —extensiva a toda Latinoamérica— de enviar soldados compatrioras a Santo Domingo a apoyar cualquier intento democrático sepultándolo antes de nacer. Diálogo familiar. - Ud., que como viajante de comercio tuvo ocasión de conocer y tratar al Dr. II/fa cuando se desempe,'faba como médico en Cruz del Eje, ¿qué juicio se formó de él como persona? —Que era el hombre más bueno del

mundo, digo del poco mundo que yo conozco. Era yo un muchacho, entonces. Cuando llegaba a su residencia a saludarlo, casi siempre me pedía que lo llevara en mi auto a visitar a sus enfermos pobres —lo eran casi todos y, al parecer, sus preferidos. . .- que no podían comprar los remedios recetados. . . que su médico se fiaba de un farmacéutico amigo, hasta que él cobrara sus sueldos del ferrocarril, creo. . . Recuerdo un día, al acercarnos, el boticario dio a entender, desde el mostrador, por señas, que sus recursos, en esa ocasión, estaban muy por debajo de su buena voluntad. Mejor conocido es el hecho de que el numeroso pobrer(o de Cruz del Eje, juntó, chirola a chirola, el fondo mínimo que se precisaba para re11


galar a su médico algo en que éste nunca había pensado: una modesta casa propia. No está demás agregar el empeño del presidente lIlia en la anulación de los alevosos contratos petroleros del gobierno anterior con los exlplotadores de fuera, y en la aprobación de la Ley Oñativia, tendiente a que los medicamentos más indispensables dejasen de ser un privilegio de los pudientes, bajando al alcance de todos; eso por un lado: por el otro dar el máximo apoyo a las organizaciones que luchan contra el tráfico internacional de drogas asesinas, hazaña' última de una civilización ya con todos los esfínteres morales relajados. (Hay quienes creen que esta actitud última pesó en su defenestración tanto o más que la negativa dada a David Rockefeller).

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LOS DIOSES A Antonio Delgado

El mayor milagro visto sobre la tierra es sin duda el del hombre, criatura efímera, creando dioses inmortales.

El hombre comenzó venerando a los animales que eran más fuertes, ágiles o mejor dotados que él. De ahí los dioses con cabeza de toro o de perro, o pies de chivo, o cuerpo de caballo; de allí los ángeles u hombres con alas de ave. Cuando andando el tiempo y con el uso creciente de su inteligencia y sus manos, el hombre se igualó a ellos o los superó, inventó los dioses antropomorfos.

in saberlo, el hombre es la bestia vertical arrodillada ante sí misma. l Se estaba a seis mil años del Dios spinociano o goethiano —y el de todos los espíritus avanzados— que nuestro Ameghino definió así: la materia infinita en movimiento infinito a través del tiempo y espacio sin fronteras.

Naturalmente los creyentes del viejo tipo llaman ateísmo a esa concepción que fue sin duda la de Heráclito y otros grandes espíritus helénicos, y la de Bruno, Spinoza, Goethe, Stendhal, Darwin, Nietzsche y tantos otros.

Las guerras atizadas por judíos, cristianos y mahometanos no pare13


cen indicar que el amoral prójimo seconciliecon la fe en el otro mundo.

Por encima de las ofrendas de incienso o de carneros, lo que los antiguos dioses exigían a sus feligreses era el sacrificio de lo más caro a sus entrañas, sus hijos: de ahí que Jehová pida a Abraham el degüello de Isaac, y el oráculo de Delfos a Agamenón el de Ifigenia. La horrenda pasión y muerte de Jesús, hijo muy amado de Jehová, no tiene otro sentido.

Pese a la persecusión secular de los judíos en Occidente, los cristianos deben reconocer que los nautas del Mar Muerto son los inventores del cristianismo, aunque éstos nunca imaginaron que Quien sacó de la nada el Universo en una semana y recién se enjugó el sudor el domingo, pudiera rebajarse a peatón terrestre un día.

Siguen repitiéndose como verdades de verdor inmarcesible los disparates sagrados, explicables en la infancia de los pueblos, de todas las regiones del mundo.

Toda devoción es, en su fondo último, devoción de las propias cadenas.

El Dios intelectual de Spinoza no arrastra adeptos si no es por azar rarísimo, pues la fe tiene compromisos de muy vieja data con lo irracional. Tertuliano tenía razón: el mérito está en creer lo absurdo.

Los doctores y santos de la Iglesia, mucho antes de Torquemada, soñaron un infierno equivalente a un auto de fe inapagable. Nietzsche descubrió que en los Sutras del Vedanta, libro de escolástica refinada del pensamiento indio, se halla anticipada no sólo toda la agudeza del tomismo, sino la del kantismo y el pesimismo de Leopardi y Schopenhauer.

No está probado que el semitismo sea menos aberrante que el 14


antisemitismo.

La Esencia del Cristianismo de Feuerbach es el primer libro del siglo XIX en revelar que la fe no hace buenas migas con la razón, pero sí con la humareda del incienso y el fragor de las campanas.

Nada como la grandeza de iglesias, mezquitas y pagodas para revelar la grandiosidad del Vacío.

No hay estupro semejante al de la conciencia humana en la penumbra del confesionario.

Felipe Vane (para algunos el único filósofo inglés despues de Locke) escribió un día: "La idea de Dios es la más útil a los tiranos".

La superstición religiosa es harto más vieja que la superstición política: pudo, pues, trocarse en su hada madrina.

En los últimos siglos del Medioevo, la mitra papal señoreaba en el mundo como la Vía Láctea en la noche.

El que nadie quiere morirse ni aún en la extrema vejez, prueba que nuestra confianza en la inmortalidad del alma es tan vaporosa como la que tenemos en los específicos Contra la calvicie.

El fervor de los catequizantes religiosos recuerda al que ponen ciertas matronas con hijas casaderas en coleccionar yernos.

Temo menos el saber o la astucia de un creyente que el espesor de su candidez.

Pese al empeño de los idealistas en demostrar que la materia es una ilusión, la materia existe. La electricidad, como la propagación sin hi15


los de las ondas electromagnéticas son evidencias cada vez más profundas de que el espíritu y la materia son como las dos alas del mismo avechucho.

El que Ud. no reconozca como materia sino la que puede palpar con sus manos o percibir con sus groseros sentidos es una prueba cabal de que los rinocerontes filosóficos existen.

Entre las hazañas mayores del hombre está el haber demostrado la limitación más que pigmea de nuestros sentidos. El pensamiento los corrige: pese a lo que aquéllos sugieren, la tierra no es plana, ni el sol inmóvil gira alrededor suyo, sino al Contrario. Por lo demás la innumerable capacidad de transformación de la materia ha venido a demostrar que a través de los fenómenos físicos, químicos y fisiológicos, ella es una sola. El mayor de los prodigios es que el cerebro humano, producto de la evolución de la materia, es el principal agente de conocimiento de la misma.

La liberación de la energía intratómica es hazaña no inferior a las de todos los Alejandros, Césares, Gengis Khan y Napoleones juntos y todos los disparates sublimes de las teogonías y teologías.

Sin duda la mayor conquista del pensamiento y la técnica del hombre —lo repetimos— es haber evidenciado la humillante limitación de nuestros sentidos, es decir, de haber revelado el mundo de lo infinitamente grande y el de lo infinitamente pequeño, y, por ende, el inexcrutable misterio de lo que llamamos Creación. El átomo tiene la profundidad del abismo, y la Vía Láctea, con sus millones de soles, es como una de las vías de Universo.

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¿La religión nació con el hombre? No; el primer ejemplar conocido de horno sapiens, el del paleolítico superior, ignoraba santamente a los dioses.

Cuando invadió tierras paganas, Josué no dejó nada en pie: ni murallas ni mujeres, ni ancianos o niños. Más: cumpliendo órdenes de lo Al16


to, degolló también a las bestias. (Libro de Josué, cap. 6, ver. 21). ¿Pero qué culpa tenían los perros y burritos de Jericó de ser incircuncisos?

Autores muy religiosos, como Racine, han creado, sin saberlo, héroes que no lo son. El Rey Joas pulcramente educado por el fanático sacerdote Joad, tiene "un escondido perfil de criminal", según Croce. El grande y muy religioso Dostoyevski tiene "por un lado cara de campesino, por el otro cara de criminal", según Brandes.

El racionalismo barbero puede hacer muy buenas migas con el rosario y el escapulario.

En toda la Edad Media es parejo el odio al baño y al pensamiento.

Que la civilización es bastante más carcelaria y destructiva que la barbarie y el salvajismo, es descubrimiento moderno. Lo enseñan la Esparta y la Roma precristiana, y la obra de Inglaterra y España en América, restableciendo la esclavitud y arrasando civilizaciones como la maya y la incaica, en parte, al menos, superiores a ellas.

El proletariado moderno, resignándose a las ceremonias religiosas, sugiere la idea de Hércules oficiando de sacristán.

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LA BESTIA, EL PAJARO Y EL HOMBRE a Evangelina y Graciela Otero

Los animales no son esbozos o caricaturas del hombre. Seres totalmente autónomos, aparecen sobre la tierra innumerables siglos antes de su último visitante.

Los animales no fabrican prodigiosas máquinas u obras de arte. Sor( ellos mismos el prodigio y la belleza. No son instrumentos de vuelo o de canto; son ellos mismos vuelo vivo y música viviente anticipándose millones de años al avión y a los Palestrina y Beethoven.

El hombre es superior al animal en la superioridad de su sistema nervioso y cerebral. En todo lo demás, salud, equilibrio funcional, y sobre todo en lo sensorial e instintivo (sentido de orientación, telepatía, etc.) no esta por encima sino muy por debajo del animal. La inteligencia olfatoria del perro le permite distinguir a cada persona por el olor como nosotros por la fisonomía o la voz. El cóndor podría leer nuestros diarios desde varias cuadras de distancia. El murciélago puede sentir la pisada de una hormiga.

El pez espada, el pájaro-sastre, el gimnoto eléctrico, el veneno inyectable, el dique de los castores, indican que el animal había inventado el sable, la costura, la pila de Volta, la aguja de inyección y la ingeniería hidráulica en días en que el hombre aún no caminaba sobre la tierra, o apenas conocía el gruñido o la cueva. Somos, pues, en cierto modo, dis-

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cípulos, y discípulos retardados, del animal. La bestia domesticada, y sobre todo enjaulada, es una ex-bestia, como el mendigo o el criminal condenado por tiempo indeterminado es un ex-hombre, o menos, que el esclavo o el eunuco. Todas las formas animadas —aún el sapo, la víbora o el murciélago— son dignas de nuestro interés y comprensión, es decir, de ser admiradas y amadas. Al animal está muy cerca del hombre, y no sólo por su aprehensión M mundo según estilo propio, sino también por su larga capacidad de paciencia, arrojo o ternura. No menos que el hombre, el animal ha recibido en don su parte de misterio, de belleza o de gracia del universo. Las maravillas del instinto no son inferiores a las de la razón y sin duda ambas tienen una raíz común. Las ideas y pruebas de Lamarck, Darwin y Wallace (para no recordar a los pensadores de la Jonia del siglo VI a. de J.C.) fueron una estocada a fondo en el corazón de las filosofías teologales. El hombre, pues, está emparentado con todos los seres respirantes y las fuerzas vivientes de la creación. El hombre ha nacido para caminar erguido sobre la tierra no para inmovilizarse en la penitencia y la plegaria doblado sobre sus rodillas. El pájaro, nacido de las relaciones de la tierra y el cielo, es tan hermoso como el lucero del alba nacido del trémulo beso de la noche y el día. No sólo es la más bella, vívida y libre de las formas animadas, sino el más claro intérprete de la alegría sagrada de la creación, la criatura feliz por antonomasia. Con la magia de sus plumajes y formas, con la gracia, inocencia e intensidad de júbilo de sus amores y su vida libérrima, los pájaros son los ángeles de aquí abajo, preferibles a los imaginados por los hombres.


tEl coro de los pájaros anticipando la aurora es la voz innumerable de la siringa de Pan! La vida sin libertad no es vida. Primera y última enseñanza del pájaro. No es que el pájaro sea inmune al dolor, la lluvia, el frío, los viajes agotadores, la serpiente, el hombre y la nieve que tapa el alimento. Pero hurtado al peligro, lo olvida en absoluto y hace de ello un nuevo motivo de gozo. El canto del pájaro enriquece nuestros oídos y también nuestro espíritu por una cualidad de que carece a veces la majestuosa música humana: su condición esencialmente aérea —diría celeste—: ¡un chorro de cielo! Por algo el hombre dió las alas de las cigüeñas o los cisnes a los ángeles y un cuerpo de paloma a la tercera persona de la Trinidad. El esplendoroso plumaje del faisán ha hecho olvidarse que posee lo que vale largamente más que eso: una inteligencia, que lo lleva a trocarse en guardián de la casa y de su ama. Igual cosa ocurre con nuestro tero real, que luce un espíritu, una audacia y una ternura inimaginables. O el chajá, ese guardián de las albas de la Pampa, que pese a su escasez de alas se alza hasta el techo de las tormentas sólo para clarinear su júbilo. El vuelo de las grandes aves dilata los límites del cielo y los del alma humana La trata de pájaros es no menos nefanda que la trata de negros o la trata de blancas. Con la jaula, el hombre ha enjaulado su alma. La calandria enjaulada se niega a seguir cantando. ¡Qué lección para su carcelero!

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El picaflor, el pájaro minúsculo que sólo vive del néctar de las flores, que gana en esplendor de plumaje a toda ave, y eclipsa a los meteoros y las gemas, y que nunca baja a tierra —y a los árboles sólo para descansar o colgar su nido- es pájaro comparable por la vibrante intensidad de su vuelo (bate sus alas decenas de veces por segundo) y de su vida, a los dardos y los planetas.

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EN EL PRINCIPIO FUE LA ACCION Al Dr. Enrique Braguen

"En el principio fue el Verbo" dice el versículo primero del cuarto Evangelio. Pero la Historia le corrige la plana: "En el principio fue la Acción". Cierto, por lo que ha podido averiguarse, y no por el Viejo o el Nuevo Testamento (testimonio) sino por lecciones sacadas de la Historia no menos que de la Naturaleza, es que ésta hizo al cuadrumano, y éste por su cuenta se elevó a bimano hasta llegar al hombre mediante la infatigable acción combinada de sus manos y su cerebro. La acción intensa y sin tregua por remediar las necesidades de la vida no sólo libraron al hombre de su extinción, sino de algo casi equivalen- ) el quietismo carcelario y el tedium vitae de los holgazanes. Esa relación bipolar del hombre consigo mismo y con su cuanto lo rodea fue el gran punto de partida de su carrera. El antiguo conócete a tí mismo era insuficiente. El único camino válido hacia el afuera innumerable, con nuestro cuerpo y nuestra mente de herramientas, era el contemplar y obrar al mismo tiempo para llegar a una percepción real de lo que existe. Nuestro vivir, o sea nuestro latir en intercambio y consonancia con el


mundo y lo que él enseña y despierta en nosotros, constituye el mensaje de la sabiduría, no el del onánico ego solitario.

La vocación más propia tanto de! alma mística como de la romántica es girar sobre sí misma hasta perder el rumbo, de espaldas al mundo, para refugiarse en la espiral de los sueños baldíos, o en el limbo de los credos revelados.

Si la fe puesta en el otro mundo es reemplazada por la fe puesta en el hombre y Cuanto lo rodea se gana en videncia lo que se pierde en reverencia.

Indagar el misterio del Ser a través de las apariencias de este mundo concuerda más con la índole del hombre que indagarlo a través de las alas de los serafines.

Nuestra mente y nuestra sensibilidad corpórea no son dos islas separadas por un estrecho ávido de naufragios sino dos vasos comunicantes ya nivel.

Quien tiende a lo absoluto dando desdeñosamente el occipucio a lo concreto y contingente, intenta la hazaña de volar con una sola ala.

La más leal traducción del hombre es la personalidad, y ella sólo se logra completa luchando con el mundo y con la propia alma a un tiempo, no escapándose por la tangente.

Si lo objetivo y subjetivo no se integran nupcialmente, terminan a la fuerza traicionándose.

El luchador nato halla su mayor felicidad en la acción, que no es el ataque al prójimo, sino a sus cadenas.

Desde muy remotos tiempos sobran gentes que ponen en desacredi24


tar la vida un piafante brío de cuadriga olímpica.

El idealismo gaseoso y el materialismo de pedo seco son dos ausencias de la realidad profunda.

Las mesocracias y las demagogias odian y temen la acción del pensamiento libre como los perros al león.

La creciente cachondez de velocidad (fuera de la competencia almacenera entre las castas vampiras del mundo. - .) ¿no significará un inconsciente propósito de escapar de su propia oquedad y soledad interior?

No sólo la gente de letras, sino también los filósofos se muestran, algunas veces más cerca de la retórica que de la realidad social. Así, Ortega y Gasset se deja seducir por la definición que un ideólogo alemán dá de la ocasional insurrección proletaria: invasión de los bárbaros vertical. Por lo demás, la historia enseña que una invasión de bárbaros puede me¡orar o recauchutar a una civilización ya putrefacta trocando al esclavo en siervo.

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LA ETICA DEL PLACER Y DE LA RISA a Hugo Acebedo

El gozo de vivir, del que todas las criaturas (desde los pájaros a las marmotas) participan, es la cosa más seria del mundo y la más negada por la teología y la filosofía idealista. Es el primer sacramento de la tierra. ¿Qué el vaso de la alegría es playo y el del dolor es cáliz sin fondo? Es la vieja y falsa rutina dictada por el puro temor a la vida. a) La enseñanza del pájaro y de toda la Naturaleza es que el simple deslumbramiento de vivir no deja lugar al duelo. Bueno es recordar que Dante, poeta máximo del Medioevo, condena la tristeza como un pecado, pese a su catolicismo militante: Tristi fummo Nell'aer dolce che del sol s'allegra. De lo que se trata no es de negar el dolor, cuya existencia ponderaron a dúo siempre las religiones, y las filosofías en general, sino de otra cosa: de testimoniar que la alegría existe sobre la tierra tan invicta como el dolor, y de luchar, no contra lo fatal, sino contra los dolores evitables creados por la galeota organización del mundo.

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¡La manirrota euforia de los pájaros obligando al alba a levantarse antes de hora!

¡El cielo bañándose en el rocío y el rubor de las rosas anticipando el de la aurora!

La poesía del hombre, como la del pájaro, debiera ser siempre la exaltación de la alegría de lo viviente, o como la definió Keats: a joy for ever.

La total ausencia de ironía tiende a desembocar en el bostezo sermon ero.

Lo que urge no es la veneración de la muerte como en el pasado sino el culto religioso de la vida como una bendición.

¡La cima del amor dichoso revelándose con la embriaguez púrpurea de la vendimia!

El hombre cabal tiene el instinto generoso de todo lo viviente, que busca escpar de lo triste o lo fúnebre como del olor de la carroña.

Hay gente de hígado tan negro que hasta la risa de los niños le resulta vulgar o idiota y sólo la melancolía le parece digna de las almas selectas.

La risa —el reir con inocencia— es el ariete que derriba el Muro de los Lamentos.

El reir sin malicia tiene un rumor de cadenas rotas, o algo del ruido de la aurora que espanta a los murciélagos y los buhos.

El más sagrado de los apetitos, el apetito de vivir, se expresa por el 28


domingo de la alegría no por el miércoles de ceniza.

El cocodrilo egipcio o el indo y nuestro kakuy, lloran. No hay animal que ría, aunque el trino de los pájaros anticipa angelicalmente la risa de los niños.

La sonrisa, privilegio exclusivo del hombre, es semejante al arco iris sobre el cielo nublado después de la tormenta.

La falta de risa hace buenas migas con la tontería solemne, no menos que con el fanatismo y la maldad profunda. No podemos imaginar a Felipe II o a Torquemada riendo.

El derrotista que hace culto del aniquilamiento y la muerte pone un entusiasmo paradisíaco en verificar la omnipresencia del dolor, lo negativo y artero de toda bella apariencia y de toda dicha.

Grecia, que ensayó la democracia para librar a los hombres de la servidumbre asiática, inventó los primeros dioses que supieron reir, los de la carcajada homérica.

El sentido de los que ponen su fe fuera del mundo y condenan el gozo de vivir como un pecado, es pura necrofilia. El malhumor y la tristeza son una expresión de inferioridad y de miedo: la buena salud es una concordancia consigo mismo y con el ambiente natural y humano y se traduce en alegría. El tedio implica la rebaja del tono vital al mínimo con el agravante de que quien se aburre contagia su aburrimiento a los demás. (Al revés del animal y la planta, los hombres tienen más miedo a vivir que a morir. . .

Puede haber más sabiduría en la risa de un niño que en la tos de un filósofo.

La risa contra el baratillo de las vulgaridades es tan salubre como un

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baño de mar. El Greco y Zurbarán pintaban con carbón inquisitorial y sangre de mártires. ¡Puro Medioevo! En el traje de hierro del caballero medieval está visible la voluntad de probar el féretro antes de la muerte. En Grecia hasta los filósofos aprendieron a reír. El risueño Demócrito —más vidente que todos los profetas y sibilas puesto que columbró la existencia de los átomos— decía que el mayor bien del hombre es un buen humor, nutrido principalmente en la ausencia de miedo al Más Allá. Nuestro Sarmiento, libertador en profundidad en nuestra América —más que los libertadores de espada—, dejó algunas de las más hermosas palabras escuchadas nunca sobre esta ética del placer y de la risa. El buen reir educa y forma el gusto. Joy a reía. Los grandes maestros han sido inmortalmente risueños. Riamos nosotros, que el buen reír es humano y humaniza la contienda. IV) Cuando la inteligencia sonríe hay gloria en las alturas y paz en la tierra para los hombres.

1) II) III)

Y menos que nada olvidemos el pensamiento que mejor resume la experiencia mental y vital del filósofo que fue, entre todos, semejante al nocturno carbón trocándose en diamante para hospedar la mayor cantidad de luz: "El hombre libre en todo piensa menos en la muerte, y su sabiduría es meditación, no de la muerte, sino de la vida" (Spinoza).

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SEXO Y AMOR a Aida Cometta Manzoni. (en Caracas)

El noble desagrado ante los desbordes del sexo se trocó desgraciadamente en odio al sexo y a la vida terrena. Sólo por el amor el gozo llega al corazón y se vuelve alado. Como lo muestra su mapa anatómico y psíquico, la mujer es más hija de su cuerpo y su alma, y menos de su cerebro, que el hombre. Es su ventaja y su desventaja. El amor, tal como fue creado por la Naturaleza y realzado por la mujer y el hombre, es el fruto más preciado del Arbol de la Ciencia. Sin amor, es decir, sin eso que hace temblar las alas de los insectos y los ojos de las estrellas, sin esa raíz de cuanto existe, se marchitaría el Universo. Su escasez relativa de fuerza física y la necesidad de cuidar su estado de gravidez, la lactancia y crianza de los hijos, todo eso hizo de la hembra humana una criatura más precausiva y suave que su compañero, a quien no podía acompañar en sus bárbaras cacerías. Las mujeres de la tribu debieron protegerse entre ellas forzadas por la necesidad. Así inventaron la canastería y después la alfarería, y al fin la pequeña agricul31


tura (sembrando con estacas) y la pequeña ganadería (criando un día la primera borrega). Y después vino el hilado y el tejido. Sobre esa base se estableció el matriarcado; sobre la superioridad económica de la mujer: y el esposo debía plegarse a la tribu de su esposa y la familia se constituía según la ascendencia materna. Hasta que un día el hombre domeñó al caballo, y el arado tirado por el buey desplazó a la estaca, y entonces la barba estableció su tiranía. La mujer pasó a ser una mera pertenencia del varón. Se inició la propiedad privada, y el harén (la más vomitable forma de esclavitud) quedó fijado de hecho para durar miles de años. Recordemos sólo a los patriarcas, y al rey David con sus varias esposas y el rapto facineroso de Betsabé, y a Salomón con sus trescientas esposas y sus setecientas concubinas (Libro de los reyes Cap. XI. ver. 3). En Babilonia las mujeres debían ofrendar una vez su cuerpo en homenaje a la diosa Milita y en provecho del sacerdote o del peregrino, que podía ser enviado de los dioses. Los indios pampas, sin haber leído a Herodoto, practicaban a veces una costumbre semejante, pero era para mejorar la raza, con caciques de ojos zarcos y pelo castaño. La poligamia existió siempre en Occidente para los ricos, aunque aligerando o rompiendo la cárcel del serrallo y haciendo la vista gorda ante la biandria cuando no a la poliandria. Un guasón escéptico reconocía sólo la existencia de dos sexos: el débil y el debilitado. Un gastrónomo asegura que las mujeres, en general, son tan apetitosas para el paladar como indigestas para el estómago. Pese a todo, el hombre tendió siempre a confundir belleza con femineidad. Cierto que hay mujeres tan hermosas que nos cortan un poco la respiración como el ascenso a una cumbre, o elevan nuestro corazón a una altura sagrada. En cualquier caso, el genio les ha rendido tributo siempre. Dante, Leonardo, Goethe, Beethoven, Goya, Mozart han logra32


do sus mejores creaciones movidos por el ángel o el demonio de la mujer. Los beatos y gazmoños ignoran que los ojos de una mujer pueden inaugurar el cielo, y su risa confundirse con los manantiales o la música. También es cierto que una mujer puede hacer bailar a un hombre al son que ella toque y que le bastan sus cabellos para enredarlo y ahorcarlo. Tocar el tema del amor con una cuáquera es invitar asado con cuero a un vegetariano. Se ha dado el caso de muchas mujeres que evitaron su caída por un remilgo coqueto: el de no desarreglar su peinado. Reconozcamos que no hay hambre sobre la tierra como el hambre de hermosura femenina que devora al hombre. Hay jóvenes beldades que caminan con un ritmo de danza, con un jbalanceo de incensario. ¿Qué corona podrá competir con la suntuosidad de suscabellos? ¿Qué collar con su sonrisa? ¿Qué pedrerías con sus ojos? \ Una mujer hermosa cree que su hermosura vale más que una corona ducal o una renta millonaria. También lo creemos nosotros. A juzgar por la proliferación de chinos y judíos, el arroz o la circuncisión ayuda al multiplicio de la especie humana: Si el amor no es un acorde de dos latidos, no pasa de un ruido pasajero. ¡Pobre madame Putifar! Cómo enros-trarle su doble fatalidad. Primero, la de verse casada con un honorable mulo. Segundo, la de verse rechazada por la santurrona castidad de un circunciso. 33


Ya es mucho que el amor permita un breve veraneo en el paraíso. ¿Por qué exigirle vacaciones vitalicias? Y sin embargo éstas se dan, aunque sea como excepciones, y és Sainte Beuve, quien lo afirma, un hombre tan versado en la materia como los padres confesores. La coquetería masculina suele dejar corta a la femenina. El exceso de ornamentos personales del salvaje, como en los animales, va por cuenta del macho, no de la hembra. (

¿Quién puede negar en redondo que las razones del corazón no sean L1a5 menos intelectuales y las más racionales?

El amor es la mayor aproximación posible entre la carne y el alma, o el amor no existe. 1

¿Qué Adán perdió el paraíso por culpa de Eva? No fue eso, sino que obligado a elegir entre Eva, con todos sus defectos, y la aburrida perfección del paraíso judaico, prefirió huir con su compañera. El verdadero amor y la felicidad sólo pueden darse bajo el supuesto de una verdadera igualdad o equivalencia, es decir, de una proporción matemática como en la música. Quien no es capaz de enamorarse, es capaz de lo peor. • El mito de la bruja cabalgando una escoba en los aires es la mejor muestra posible de misoginia: una calumnia bífida como lengua de sierpe. La mojigatería y la pornografía se parecen como dos cadáveres insepultos. Los enamorados que graban sus nombres entrelazados en el tronco de un árbol buscan, sin saberlo, identificarse con todas las primaveras 34


futuras. Muchos ojos de mujer son un firmamento. iQué culpa tienen ellos si los hombres han perdido la facultad de vuelo o nunca la tuvieron! Así como no hay dos almas o dos voces exactamente iguales, un par de piernas de mujer no se repite nunca. Y no sólo hay en ellas belleza, sino también sentimiento, pasión, misterio. Y la más honda razón vital. Una mano de mujer entre las nuestras no sólo nos trasmite la tibieza sino también la intimidad, la profundidad y el secreto de los nidos. Convengamos en que las reclusas de una casa de tolerancia son la negación del amor. ¿Pero qué son los hombres que se bañan en el fango que ellas ofrecen, aunque ese fango, como el del harén,sea un invento masculino? La canonización de la castidad y el celibatismo es una fervorosa invitación a la contranatura. El beso, en que el estremecimiento humano parece rebasar las fronteras de la carne, es la caricia inicial y final, superior a todo el resto, como el amanecer es más hermoso que el día y la noche. Es el más profundo sistema de comunicación de los cuerpos y las almas inventado hasta hoy. ¿Qué la abstinencia sexual ilumina el cerebro? El sapo traga una colilla de cigarrillo confundiéndola con una luciérnaga. . .' En efecto, la sexología de hoy demuestra que el superior desarrollo del sistema nervioso del hombre significa de suyo La más alta potencia sexual y cerebral a la vez, o sea, que en función de ser el más erotizado de los seres es también el más inteligente. La cabellera femenina es a modo de madreselva en que se emboscan el pudor y el amor, o un oleaje para hundir nuestros dedos o acunar 35


nuestros sueños: es ciertamente una desnudez, como dice el Talmud, más profunda que la de la piel, hecha de un material que sobrevive incorruptible, cuando la carne se esfuma, triunfando sobre el tiempo más que los imperios y los epitafios. No son muchos los que sospechan que el corazón de la mujer, más que su cuerpo, es el que tiene necesidad de hijos. El realista corto de vista y de magín, sólo cree en el placer carnal porque su sensibilidad analfabeta ignora que la ternura, la pasión y el lirismo amatorio son también una realidad insobornable.

La pornografía (oral o impresa) es la trata de blancas de la literatura.

El pudor femenino no es una gazmoñería, como creen tantos que confunden realidad con grosería. No sólo es el único aderezo que realmente aumenta la belleza y el misterio de la mujer, sino que expresa desde el origen la defensa contra la promiscuidad, y muestra el rumbo hacia el ascenso emocional y espiritual.

Es obvio que el éxito de renombre y de taquilla de mujeres como la Bardot coincide con el reblandecimiento de la médula espinal masculina. No es bella, ni usa peine ni vestidos, pero la toilette de Eva es en ella el laberinto de salacidad y perversidad. Es el desnudo tendiente a producir un terremoto de libídine, la puesta del pudor universal en la berlina, un atentado de lesa majestad Contra el Eros humano y la belleza sagrada de la mujer.

De que el matrimonio siga siendo, con frecuencia, unas onzas de paraiso y una arroba de purgatorio tiene menos la culpa el amor que nuestra averiada sociedad de clases.

Lejos de ser una mengua, la natural coquetería de la mujer es uno de sus encantos. Eso sí, deja de serlo cuando se trueca en un vicio solitario, un búmerang deportivo, en que el espejo desplaza al amor.

¿Qué sabe de amor don Juan Tenorio, el burlador, qué de los senti36


mientos, esperanzas y añoranzas o torturas, qué de la ternura prosternada y orante, de la dicha destilada en lágrimas? ¿Cómo va a sospechar el Jprestigioso rufián de capa y espada que el amor no es un son sin eco sino un acorde sagrado?

Las mujeres, en general, tienen mejores sentimientos que los hombres, aunque tengan peor ortografía.

El saber ilumina el camino de la ignorancia, el amor ilumina el camino de la sabiduría.

La mujer frígida ignora la ciencia y el arte del amor como los invernáculos ignoran la primavera.

La mujer tiene que seguir luchando por el logro de la personalidad femenina completa, digo, por algo que el mundo apenas ha entrevisto, y que un día aparecerá como bajada de Marte o de. - - Venus. Sin embargo, aunque transitorio, su desvío es obvio. Que la mujer siga imitando al hombre en su atuendo (pantalones, botas, tuse de conscripto, cigarrillos, copetines) y el hombre usando collares, medallitas, bolsos, blusas y cabelleras de mujer, y el reino de Sodoma, Safo y Condón florecerá de nuevo. -

¿El matrimonio, tumba del amor? Sí, eso es cierto en hartos casos, pero de ello tiene la culpa, no el amor nupcial, sino los mandamientos de la sociedad de consumo.

La castidad, como hielo irrompible o negación de los derechos sagrados de la carne y del corazón, es una aliada de las pompas fúnebres; pero aliada al verdadero amor es de una belleza humana tan clara como la aurora.

Sino se ama con desesperación no se llega al fondo del amor como si no se llega al fondo más amargo del mar no seda con perlas.

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¡

En aritmética uno y uno son dos: en amor, uno y uno pueden ser la unidad.

El beso es un vaso en que dos sedientos beben a un tiempo, no agua, ¡ sino un vino de mil años. Seducir a una chica pobre e ingenua y abandonarla hijo y todo a su suerte es no sólo una barrabasada magna, sino una de las más sucias proezas que puede condecorar a un hombre. En nombre del amor compadezcamos a los que prefieren chupar la cera de los cirios a libar la miel de la vida. En opinión de las barbas antiguas y de algunas modernas, toda esposa sueña con la cabeza del esposo servida en bandeja de plata como Salomé con la cabeza de San Juan Bautista. La pudibundez religiosa descuenta que Dios evitó el mayor de los escándalos dejando invisibles (al revés que en los demás mamíferos) los magnos órganos genésicos del elefante. El genio poético de Marceline Valmore, el genio multilateral de Rosa Luxemburgo, y la aptitud científica de Madame Curie bastarían para derrotar la teoría de la inferioridad mental de la mujer. La andreida o La Eva Futura creada por Edison, según la novela de Villiers de Lisie Adam, es la más roedora burla del amor sin trampas de la pareja humana. Las cartas de amor son sin duda más preciosas —vencedoras de la amarga ausencia— más preciosas que las cartas de navegar o las de predecir el futuro. La belleza de las cosas externas aumenta la belleza del amor como el 38


plenilunio aumenta la blancura de los cisnes. Si el amor no es el acorde musical de dos latidos, no pasa de ser un ruido de sonajero. Los colores son una escalera para subir a la luz. Los perfumes son na escalera para subir hasta el alma enamorada. Sólo el amor es capaz de fundir la floribunda primavera y el fructuoso otoño en el mismo crisol como Rut y Booz celebrado por Víctor Hugo en uno de los más preclaros poemas de la lírica moderna. Sólo un arcaico prejuicio de raíz patriarcal. . . impide advertir que es el corazón femenino, más que el cuerpo, el que precisa del hijo. El solterón profesional con los años se vuelve solterona.

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NATURA Y CULTURA

Lo que las civilizaciones —con excepción quizá de la griega— más se han empeñado en desconocer es que el hombre es Naturaleza humanizada, que la tierra y los astros están ligados a nuestras venas, y el trémolo del mundo se halla metido en nuestros huesos.

La albura que la planta lleva debajo de la Corteza es más blanca que nuestras sábanas: porque su carne es más pura que la nuestra casi siempre suda perfumes. La marea montante y bajante de su savia la emparenta al océano. Se explica que la estatura gigantesca y la vejez milenaria logradas por ciertos árboles les dieran categoría de dioses a los ojos de los primeros hombres.

Aunque ha terminado por olvidarlo, el hombre lleva en la suya algo M alma de la planta y del animal.

El hombre de hoy no vibra con la naturaleza ambiente como el caracol con el rugido del mar. La mira de paso y sólo le interesa por la colección de fotos de su Kodak. -

¡La arquitectura perfecta del árbol sosteniendo sus flores y sus frutas, sus nidos, sus cantos y revuelos y todavía depurando el aire viciado por la respiración pulmonar!

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He aquí al girasol obedeciendo al índice sol desde el alba al ocaso. ¡El oro verdeante del sol en el bosque, la antolog(ae verdores del bosque, su silencio de catedral abandonada, y de pronto su resonancia de órgano bajo el vientol Después de saciada la sed de la tierra, la lluvia juega a saltar sobre el arco iris como una colegiala con su soga. Los anticuarios olvidan siempre que la antigualla más vieja, aunque intermitentemente remozada, es la Naturaleza. Nada más lleno de milagro que lo natural. El hombre interiormente mutilado de nuestra época está convencido de que la misteriosa y sacra Naturaleza es una mera cantera de explotación, un almacén general de materias primas. ¿La creciente mecanización y tenificación de la vida moderna terminará haciendo lo suyo? ¿Los hombres dejarán de ser peces de mar o río para ser peces de pecera? i

pi ¡

¿Por qué ha de ser obligatorio siempre que haya una desproporción interna entre el desarrollo de los bíceps y el de las circunvoluciones cerebrales? ¿Cuál hemiplejía es preferible: la de un buen intelecto con obesidad

1' artritis o la de un gimnasta con una cabeza vacía y cerrada como un

,uño?

Como nacemos y nos criamos en el artificio, el ser natural exige un porfiado aprendizaje.

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Nuestro contacto con la Naturaleza es una relación nupcial de cuerpo y alma, o no es nada.

¡Los caminos recónditos de la Naturalezal Abonando el suelo para la nueva primavera o volando al cielo en el buche de los cuervos es cómo la carroña se redime de su ofensiva condición.

Olor de polvo aplacado y saciado por la lluvia es el aroma vital y paradisíaco por excelencia porque alude a las nupcias originarias del terrón y la nube. El sólo hecho de que haya fragancias tan dulces como una melodía, tan íntimas como un recuerdo, tan aladas a inmateriales como sueños o ángeles, indica que la materia y el espíritu se confunden, fenómeno que rebasa nuestras entendederas.

En el reino profundo de Pan la vida y la muerte son meros cambios de postura del ser en el tiempo y el espacio.

Ahora sabemos que venimos desde muy abajo y que la bestia que aún sobrevive en nosotros, pese a nuestro orgullo intelectual y moral, afirma sus patas en los pisos del terciario.

El parentesco del cardo, del erizo y de nuestro tridente no puede ser más obvio.

La Naturaleza es estatua sin dejar de ser lava, nube o vuelo.

La hierba se come al mineral, el hervi'boro se come a la hierba, el carnívoro se come al herviboro, y la tierra termina devorándolos a todos para renovar sus fuerzas y comenzar de nuevo.

El artista que carece de golpe de vista para el conjunto, recuerda al insecto, cuyo ojo, tallado en facetas, sólo multiplica lo minúsculo a ras 43


de tierra.

La gente en general tiene de la materia una idea de mecanógrafo o picapedrero, sin sospechar ni vagamente que es un misterio tan inaveriguable e insondable como el espíritu.

Hay pensamientos de larga fama aceptados hasta hoy como verdades absolutas. Y sin embargo ciertas verdades de las ciencias exactas mismas han sido puestas en duda, como ha hecho Bertrand Russell con la geometría euclidiana, o Einstein con la física, asegurando que la luz del sol y la de las estrellas, tenidás por modelos de rectitud hasta hoy, terminan encurvándose.

La infinita capacidad de transformación de la materia ha venido a demostrar que ella es una sola en el fondo.

El mayor de los prodigios es que el cerebro humano, producto de la materia, es el principal agente de conocimiento de la misma.

Cuando la máquina se emplea contra lo esencial del hombre, lo trueca en perfecto eunuco espiritual o muñeco que mueve los ojos.

Entre las mayores hazañas del hombre está la de haber descubierto la limitación de archipigmeos de nuestros sentidos ,es decir, nuestra miopía o ceguera ante lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño. Para nuestros sentidos las estrellas son del tamaño de nuestros ojos, no existen las galaxias, los átomos ni los electrones, y hasta ayer nomás la tierra era plana e inmóvil como lapa, y la sangre y el pensamiento eran un estanque, y la religión, nacida hace unos cuantos miles de años (y ya con los d ías contados, como lo vio La irreligión del porvenir, de Guyau) sigue proclamándose madrina del hombre desde siempre y para siempre.

La rutina es como el asfalto: las dos sustancias más antiguas y pegajosas del mundo.

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¿Recordáis a María Bashkirtseff? En plena juventud, endiabladamente hermosa, superdotada y rica, desprecia el amor y sólo aprecia la melancolía, antes de despertar de golpe (cuando se siente enferma de muerte, a los veintidós años de edad) para tender recién sus brazos a las tentaciones sagradas de la vida. Pese a la inmovilidad de los Parménides, los Zenón de Elea y los gordos y evanescentes Berkeley, las leyes de la dialéctica se cumplen revolucionariamente. ¿Hablar de arte proletario frente a una revolución que viene justamente a jubilar la coyunda proletaria? ¡Es para sonreír sin ganas ante el hecho que Turró, el catalán, padre de una de las ideas más luminosas de nuestro tiempo (el origen trófico M conocimiento y la conciencia) haya pasado casi desconocido!

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EL BECERRO DE ORO Al dr. Juan Dichara

La llamada bolsa negra en el mundo del gran negocio (big business) sólo se diferencia de la otra en el color, ya que ambas huelan como la bolsa que la mofeta lleva en su faltriquera.

"El dinero hizo esclavos a los hombres" (Menandro).

"Donde se ha instalado el ídolo riqueza están de más las instituciones" (Salustio).

Todo negocio en que se gane dinero —y más si es clandestino— es sucio de suyo como la mansión de la lombriz solitaria en el intestino.

El siervo lleva su pesadumbre en el rostro y la espalda como el borracho lleva su rubor en la nariz.

El prestamista o banquero marrano y el prestamista o banquero cristiano se parecen entre si como dos marranos.

Solo las guerras que no hechas por el dinero sino por la libertad son limpias y resplandecientes como el remonte del chajá sólo en busca de espacio para su canto. Las tan denigradas guerras civiles son las de mejor 47


blasón cuando se trata de librar o aliviar a un pueblo de su patriótica clase usurpadora.

Cuando su pueblo cayó en el culto del Becerro de Oro(La Biblia. cap. 32. ver. 2) Moisés debió tener la sospecha de que ni rompiendo con la tabla de piedra del Decálogo las cabezas de los neocreyentes la adoración secreta del dorado ídolo de cuatro patas se extinguiría en sus corazones.

La simonía o lucro con los objetos sagrados es el pecado número uno, pues significa el trueque de su alma por un puñado o una parva de oro, es decir, de sufrimiento ajeno aprovechado.

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¿Sudor, sangre y llanto del prójimo amonedados? Esa explotación del trabajo ajeno es el único tipo de metempsicosis conocido en el mundo desde mucho antes de Pitágoras.

Generalmente se cree que el diablo inventó el dinero, pero es al revés: el dinero inventó al diablo.

Un romano de alma limpia, Plinio el Viejo, recuerda a los romanos que la mayor vergüenza frente a las derrotas que les infligiera Espartaco consistió menos en eso que en la lección de dignidad dada por un esclavo bárbaro mandando reducir a bacines todo el oro disponible, para advertir al mundo que el culto del Becerro de Oro es indigno de hombres libres.

Los medios de que un hombre se vale para lograr el gran dinero son siempre la brutalidad y la canallería, pese a su disfraz de inocencia cuando no honorabilidad y respetabilidad. Los medios que emplea para gastarlo suelen ser aún más lacrimosamente compasibles.

Hay un parecido recóndito entre la caja de caudales y el féretro.

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El río más caudaloso del mundo es el del sudor, el del sudor del trabajo enyugado.

El más hermoso de los mitos griegos quizá sea el de Midas, el rey que pidió a los dioses que cuanto tocara se le volviera oro. Ccrncedida la gracia, el pío y crédulo monarca murió de hambre, pues la comida y la bebida se le volvían metal dorado. iOjo,monarcas del dólar!

"¡Oro I ...Ese amarillo esclavo va a bendecir a los malditos, a adorar la lepra blanca. ....(Shackespeare: Timón de Atenas).

Mefistófeles, en el Fausto, se vale de oro, es decir de joyas, para ennegrecer la diáfana inocencia de Margarita.

Los Nabucodonosores, Daríos, Alejandros, Gengis Khanes y Napoleones de ayer, parecen meros jefecillos provincianos junto a los capitanes del capitalismo de hoy que huellan todo el planeta y manejan ríos de petróleo, de whisky, de aceite, de acero, rebaños de barcos, nubes de lana, de caucho, de tabaco, de papel, de marihuana, de aviones.

Los griegos hicieron de Hermes el dios del comercio y de los ladrones a la vez. Es la más convincente de las síntesis.

"Los príncipes acostumbran castigar a los pueblos por delitos a que los obliga la miseria a que los tienen sometidos" (Mencio).

Marx no es sólo el gran técnico de la economía capitalista, el radiógrato de la sociedad moderna. Es el descubridor del subconsciente económico de la sociedad moderna. Es el descubridor del subconsciente económico de la historia. A la concepción inversa del mundo de la teología y de las filosofías idealistas, opone la suya: el ser es el que determina el pensamiento, y no al revés. Marx toma en sus manos la dialéctica hegeliana (admirable, pero no viable, puesto que parte de la idea) y la obliga a partir de la realidad viva. A la concepción de los historiadores ptolomeicos le opone la concepción copernicana de la historia. El mate49


rialismo dialéctico es ¡a superación del materialismo y del idealismo en una integración creadora. Frente a ¡a filosofía contemplativa, la suya implica una actitud vital y agonal: una filosofía cuyo jardín de Academo es el mundo sudoroso y sangriento de los hombres. La doctrina alcanza su mayor fecundidad y belleza en lo teoría de la alienación de la persona humana por los fetiches grandiosos que inventara otrora: el más allá de la vida y el mundo, el espíritu puro, la moral eterna, el Estado, la mercancía y las normas y formas sociales, trocadas en impedimento del devenir, esto es, el desarrollo futuro del hombre, como los botines al nifío que crece. Concibiendo al hombre como un hijo de su propia industria y restaurando la unidad del pensamiento y la acción, Marx aparece como el más auténtico de los hijos de Prometeo. Puso el pensamiento en los puños del mundo para que el hombre económico diese el salto hacia el hombre integral. Su idea de que el proletariado moderno —única clase históricamente no exhausta— es el agente de liberación social, no es un sueño filantrópico sino un hallazgo científico. Marx o el Espartaco del pensamiento.

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LA MORAL DE TARTUFO

El arte del botellero (llenar la bolsa y la barriga traficando con botellas vacías) sigue siendo el modelo de la moral humana.

¿Suicidas frustrados terminando en agentes de seguros de vida?

Nuestra moral predica la indulgencia, y aún la caridad, para poder usar el puSal, el revólver o la bomba de hidrógeno como simples amuletos.

¿Quién no ha conocido caballeros convictos y confesos de robo y asesinato, aunque extremadamente corteses y simpáticos?

El animal se esconde para morir. El hombre acaudalado hace de su muerte la apoteosis de su vanidad que llama pompas fúnebres: misas cantadas, desfiles suntuosos, mausoleos.

Para los feligreses de la moral en uso el mayor peligro está en naufragar en la hipocresía como hoy para los navegantes del océano el mayor peligro está en naufragar en el aburrimiento.

No es que la Esp aña de la conquista de América fuera peor que sus 51


émulos ingleses, franceses, alemanes o flamencos, sino que sus métodos eran siempre más piadosos. Ponce de León tenía un perrazo bautizado El becerrillo, encargado de traer al redil católico a los indios tomándolos delicadamente del tafanario. (Este mismo Ponce fue el que buscando la Fuente de Juvencia se bañó tantas veces que hizo penitencia por todos los españoles de entonces que tenían tanto odio al baño como al pensamiento).

Gastar sermones en un mal nacido y peor criado es gastar piropos en una virago o una gazmoña pagada de sí misma.

El peor trance para la moral consuetudinaria ocurre cuando la gata de la monja del barrio tiene estrepitosos amores a la luz de la luna con el gato del sastre anarco-sind ¡cal ista.

Los miembros de la clase selecta están convencidos de que el oficio de trapero o cloaquero obedece a una vocación irrefrenable y que el hijo del deshollinador nace tiznado.

Es mucho más épico el valor preciso para no caer en una bajeza que para intervenir en una batalla.

Las manos de Pilatos, por mucho que se las lave, son más impuras que las del verdugo o del violador de tumbas.

El mundo tradicional está más necesitado de reformatorios de mayores que de menores.

Tal como la conocemos, la filantropía recuerda el luto de los cuervos por los difuntos que devoran.

Las salas de armas no son para los deportistas sino para compadrones cultores, sin saberlo, de la vanidad homicida. ¿Mi honor queda a salvo, y hasta cobra realce, porque yo, el desafiante (más hábil que el adversa-

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río en el dueto), pude matarlo, produciendo con un solo disparo la orfandad de cuatro menores?

Nuestra sociedad declara incorregible al hombre que rechaza todo soborno.

El rico tradicional subestima al neorrico como la cortesana provecta y de gran éxito, a la novata.

Nada tiene de extraño que los hombres más opacos sean los que más buscan ponerse en evidencia. La insuficiencia de materia gris suele procurar el desquite con el atuendo de colores detonantes.

Somos hábiles en engañar al prójimo, pero más en engañarnos a nosotros mismos.

La moral que busca el ascenso humano tiene que fundarse en las modalidades expansivas, no represivas, de la vida, al revés de la moral que ve en la belleza un pecado y en todo placer un vicio.

La solemnidad cejijunta, tan típica de los bribones disfrazados de honorables, repugna la higiene corporal y moral del placer sano.

La dicha del edén se confunde con la inocencia. Adán y Eva ignoraban que estaban desnudos.

Si alguien se atreviera a decir que hay más grandeza en restañar las lágrimas de un prójimo desconocido que en conquistar una provincia, se le tendría por candidato al manicomio.

Inconscientemente todos preferimos ser martillo a ser yunque en el mundo, pero quien aspira a ser un hombre pleno, rehúye lo uno y lo otro: ni ser aplastado ni aplastar a nadie, o sea, cada cual debe ser el

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yunque y el martillo de sí mismo. "Catón —cuenta un historiador romano— cedió su mujer a su amigo Hortensio. A la muerte de éste, Marcia volvió al lecho nupcial, del que saliera pobre, cargada de riquezas". Si esto hacía el austero Catón, ¿qué dejaba para los romanos no austeros? La oligarquía más rapaz llamaba "la canalla" al pueblo trabajador, obsequiándole generosamente un título que a todas luces ¡e corresponde. El ario puro mira al ario no puro como el gran danés al pequinés. La cárcel encarcela al carcelero tanto o más que al presidiario. Abundan como moscas los que no sólo ponen un pie en el ridículo sino las cuatro patas. Nada de extraño que los hombres más opacos sean los que más gusten ponerse en evidencia. La mediocridad del carácter o del corazón es más lamentable que la de la inteligencia. Las heladeras y los frigoríficos han suprimido el calor a voluntad. Hoy hasta el amor y la amistad se conservan a baja temperatura para evitar que se maleen. Quien practica una moral sórdida, pero envuelta en algodón idealista o piadoso, se escandaliza ante una moral inocente y desnuda.

Mi reverendo respeto a la filosofía no me veda el que en ciertos momentos los sistemas filosóficos no me suenen un poco a charlas grandio.

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sas o sueños de sonámbulos. La levadura del dolor noble puede elevar a felicidad la mera alearía. Todos, a veces, somos tan contradictorios o inconsecuentes como Schopenhauer, que despreciaba filosóficamente la vida, pero huyó como un conejo de la viruela de Nápoles y del cólera de Berlín. Un acto generoso puede alumbrar el corazón más abyecto como el aljibe alumbra un redondel de cielo en el seno más ciego de la tierra.

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LA PREHISTORIA

¿El hombre un ser extrazooi6gi 3 La ciencia lo niega. Las clavículas, los dedos habitualmente en número de cinco y la marcha plantígrada son rasgos que caracterizan a los primates y a los mamíferos no marsupiales. Los rumiantes y los équidos han evolucionado mucho más que los primates, el hombre incluso. Pese a sus humos, el hombre sigue siendo un modesto semicuadrúpedo.

La ciencia supone que los cambios de ambiente producen cambios en el plasma germinativo, los cuales traen nuevas formas, en la flora y la fauna. Las especies se mueven según una mejora constante de aptitudes para sobrevivir. Si no son capaces de ello, se extinguen. Claro está que La capacidad de plegarse con éxito a esos cambios supone un afinamiento sonstante del sistema nervioso y el cerebro. El progreso de la Naturaleza es anterior al nuestro y también un resultado de la inteligencia.

Los parientes del hombre aparecen recién en el pleistoceno, en la penúltima fase de la evolución de la tierra, en número muy escaso, y no pertenecen a una sola especie sino a varias, muy dispares entre sí. Es difícil dar con el tatarabuelo del horno sapiens, pues todos sus parientes hasta hoy, son colaterales. La Naturaleza parece haber ensayado y roto varios moldes antes de dar con lo que buscaba. . -

Es obvio que nunca, ni aún en el pleistoceno, el hombre estuvo con57


dicionado para sobrevivir. Su equipo corporal era muy inferior al de cualquier otro hijo de la zoología. Ni vista ni oído privilegiados, ni patas ni alas rápidas, ni potencia muscular de atleta, sin colmillos o zarpas de ataque, sin cola prensil, siquiera. ¿Y no fue esta inferioridad física la que obró como un profundo acicate sobre su sistema nerviosoj llevando su cerebro a la más temible capacidad para equilibrar la desven taja? / Un defecto puede ser la raíz de una virtud: esa relativa debilidad de armadura ósea y muscular del aspirante a hombre fue lo que permitió la adaptación del cráneo a la expansión del cerebro, y previamente, algo que facilitó tamaño proceso: la estación bípeda, y también el pulgar oponible al resto de los dedos, hasta hacer de la mano un prodigioso instrumento ejecutivo, sin cuya ayuda el cerebro humano hubiera sido un fruto inmaduro. El alto desarrollo del sistema nervioso y del cerebro humanos es la clave de varias maravillas: 10) la visión monocular, con su percepción más exacta de la forma y dimensión de cada cosa, que facilita el trabaio de la mano; 20) el control delicadísimo de los nervios motores sobre los músculos de la lengua y la laringe, y concordancia perfecta entre las sensaciones musculares y auditivas, todo lo cual posibilita articular la máxima variedad de sonidos o sea la creación del lenguaje, ese tutor del pensamiento, gracias al cual el precepto abstracto pudo agregarse al ejemplo concreto en la transmisión de la experiencia humana y en la educación del cachorro de hombre; 30) la retardada solidificación y suturación del cráneo para facilitar la mayor dilatación paulatina del cerebro, y el demorado crecimiento del niño, todo lo cual permite su privilegiada educación, esto es, que antes de iniciar su aprendizaje individual del mundo, su experiencia personal, puede recibir buena parte de la experiencia acumulada de la especie, ventaja magistral de la evolución humana. No inició, pues, el hombre su carrera sobre la tierra como jardinero del jardín de Armida. Sin otra diferencia con las otras bestias que la de no vestirse con su piel o sus plumas sino con las ajenas, aparece sobre el plioceno, una edad varias veces antediluviana, y asciende gateando por los pisos de la geología a través de los cuatro períodos glaciares y del 58


postglacial, hasta la fase última de la tierra, y así, contemporáneo y coterráneo de los soberanos de la tierra entonces, ante los cuales sudaba de terror como los calvos ante las moscas: el orográfico mastodonte, con su paso agrimensor del mundo; el oso, cuyo abrazo aplastaba como la caída de un cedro, o el maquerodo, que usaba en cada costado de la boca un corvo sable de verdugo musulmán. No es posible olvidar que por razones de déficit en su presupuesto casero, el hombre se volcó a veces al canibalismo, y tanto que en sus transportes galantes su beso quizá podía convertirse en mordisco. La más descamisada de las criaturas, la más inerme, padeció secula seculorum la tiranía del hambre y de las estaciones extremas.

Ahora sabemos que era sujeto de mucho porvenir, pero entonces sólo tenía un presente tan estrecho como su frontal. Debió pues, luchar sin tregua y luchó como bueno. Manipulando la piedra hizo saltar el cuchillo y el fuego aunque sin maliciar que el filo de esa arma madre significaría para él un nuevo horizonte y que con el fuego encendido en las tinieblas estaba iniciando su propia aurora.

Y andando los siglos persuadió de la conveniencia de llegar a un pacto a algunas de las bestias más inteligentes o eficientes —el perro, el caballo, la oveja, la vaca— y mucho más tarde, domando los metales, inauguró una nueva edad.

Ya vimos que mediante el lenguaje articulado el hombre se hizo animal pensador. Es decir, que el aventurero que un día se irguiera exteriormente apoyándose sobre sus remos traseros comenzó a erguirse interiormente apoyándose en su cerebro.

El aporte de las excavaciones para el conocimiento del hombre, fue lo que el invento del telescopio y el microscopio para las ciencias biológicas y físicas: una desmesurada ampliación de horizontes.

La mayor contribución de Palestina a la historia no son los mitos de Jehová y Cristo, sino —como parece muy probable a los peritos— que la priméra aparición del trigo ocurrió en Tierra Santa.

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¿Raíz económica de la literatura? El gran desarrollo general traído por las primeras ciudades de Sumeria, Egipto, China y Creta, determinó la necesidad de ahondar esa interrelación humana que es el comercio, y así nacieron las primeras letras, como meros signos mercantiles.

Ameghino se empeñó en demostrar la contemporaneidad del hombre con las inmensas bestias cuyos fósiles iba exhumando de los horizontes sumergidos de la Pampa. Muerto él, su hermano Carlos dió con una punta de flecha pétrea incrustada en el fémur de un toxodonte, bestia extinta ha millones de años. El hallazgo, confirmado de visu por científicos europeos y yanquis, dice, no sólo que el origen del hombre se remonta al terciario, sino que, dados los largos millones de años en que el toxodonte se extinguió, la primera aparición del hombre sobre la tierra pudo ocurrir en la Pampa.

El toreo español es muy anterior a la conquista romana (y se dice que Julio César, como César Borgia, aprendió a torear en España) según lo demuestran las pinturas y grabados rupestres en muchas cavernas de la península. El culto del toro fue típico de los pueblos pastores que veían en el fecundador de los rebaños el símbolo de la perfección máscula y del poder monárquico. ¿Matar lo que se adora? Sí, el deicidio es común a muchas religiones.

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LA HISTORIA

La técnica de las excavaciones, nacida en el siglo XIX —imitando a la geología— enseña que civilizaciones enteras desaparecieron del haz de la tierra como un cadáver humano en aguas hondas con una piedra atada al cuello, sin dejar la menor noticia. Así ocurrió con las ciudades sumerias, tan antiguas o más que las egipcias; las ciudades cretenses, y Micenas, Troya, Tiahuanaco, Tartesos, Machu Pichu, Mohenjo-daro. ¿Causas? Invasiones bárbaras tal vez, o luchas intestinas exageradas hasta el suicidio, o insidiosos cambios de clima o - ¡quién sabe!— mero cansancio de vivir, digo agotamiento de ese ímpetu interno que nos lleva a bus / ! car lo mejor. ¿Quién dice que nuestra civilización, que ha terminad, por liberar al átomo y trocarse en esclava de la máquina y de la explotar O ción destructiva, no esté amenazada de igual destino? Esperemos que no, que nada podrá la cohetería atómica contra los puños de la historia. Esa historia denunciada por las excavaciones desmiente o corrige a la crónica papelera. Así, consigna regresiones increíbles: Mohenjo-daro, de la civilización del Indo, tenía cloacas para aguas servidas en el mismo lugar en que Nueva Dheli, cuatro mil años más tarde, carece de ellas. También revela que mientras las ciudades sumerias y egipcias iniciaron una alta civilización hace seis mil años, todavía haya salvajes en el mundo. Di.ecisiete músculos mueven la lengua humana. De ahí el lengu do y el pensamiento abstracto y a la vez nuestra. . - vocaci jnd'e F

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charlatanes.

La soledad interior del hombre multitudinario es la populosa soledad de los cementerios.

Descartes despreciaba la historia, Malebranche la tenía por una chismosa de barrio. Otros altos pensadores la consideraron la menos honorable de las obras de imaginación o un mero almanaque. Pero los filósofos no tienen siempre los pies en la tierra. La historia podría ser la más veraz biografía del hombre sobre la tierra. Si hasta hoy no lo ha sido débese menos a la dificultad de filiar los hechos y sus consecuencias que al peligro de dejar en paños menores las mentiras sacramentadas a lo largo de siglos y milenios por obra de la muy minoritaria clase vampira.

Los hombres en su inmensa mayoría son mero fruto de la herencia de sus antepasados y del medio en que viven, esto es, viven tan a gusto dentro de los gustos y pareceres ajenos como la ostra en su estuche.

La civilización, hasta hoy, ha tendido a dotar al hombre de un amaestramiento extrínseco semejante al del mono sabio: sabiduría adjetiva y quitadiza que da la espalda al cuerpo y al espíritu cósmicos del hombre.

¿Terror del salvaje a Jo nuevo? Obra no menos en e civilizado s br todo cuando se trata de una clase minoritaria y zángana que ve sus' privilegios antisociales en peligro.

La historia ha sido siempre una sirena para nosotros. Mas lo que importa es digerir bien el pasado de modo que en lugar de ser un estorbo facilite el camino hacia el porvenir.

. Por que. comenzar imaginando al hombre como ángel aliquebrado y no como lo que es: un hijo de la zoología y la geología, que viene luchando a brazo partido —aunque no siempre victorioso— con la bestialidad?

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El achaque más común de los historiadores es que al estar, por obligación del oficio, más vueltos hacia el pasado que al presente y al futuro, tienden a adoptar, como prevalente o única, una actitud epimeteica, esto es, soslayar el presente y olvidar el futuro, aunque lo que categoriza al ser humano entre los otros es eso: que el instinto del porvenir es su vanguardia. Es lo que simboliza el Prometeo esquiliano, benefactor de los hombres y "odiador de los dioses".

La Revolución Francesa significó el triunfo de la burguesía —tan progresista entonces como hoy retardataria— sobre la nobleza y el clero zánganos, pero no la del pueblo trabajador. ¿Declaración de los derechos del hombre? No, de los derechos del buen burgués.

La sociedad posicapitalista tendrá que significar para el ser humano un cambio de actitud de lo centrífugo a lo centrípeto, un revenir de las alienaciones materiales y espirituales de su existencia que lo mutilan doblemente a la posesión integradora de sí mismo. Significará la paridad entre la esencia y la existencia, el paso de una prehistoria semianimal o ilusa a una historia propiamente humana.

Sólo nuestro mimoso apego a la herrumbre de lo tradicional nos impide ver que la Propiedad Privada no podría existir sin esos dos ángeles custodios de alas de vampiro: el Estado. . - y el Ejército.

Volvamos hacia los antiguos días. Si la historia es sospechosa de amnesia o vasallaje, mucho más lo es la historia llamada sagrada. Refirámonos sólo a la Biblia, cuyos altos trozos literarios alternan con las niñerías más godibles. Tampoco hablaremos de los tupidos pasajes de diáfana mitología: el chaparrón de fuego caído sobreSodomay Gomorra, y la inenarrable aventura de Lot. . . dormido, con sus dos hijas; el cruce M mar Rojo a pie enjuto por Moisés y los suyos, y el arca de Noé, el protoalmirante; la burra de Balaam más elocuente y de mejor vista que todos los profetas; los cálidos arrullos del palomo del Espíritu Santo con la doncella de Nazaret, nada de eso; sino lo que probablemente no carece de realidad: las esposas de David: Abigail, Naacha, Higgigth, Egla, sin contar a Betsabé, arrebatada a su esposo Urías, a quien envía al fren-

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te de guerra con carta cerrada en que se ordena su muerte. ¿Y este mismo forajido es el rey santificado por Jehová y el autor de los más fervientes salmos de la antigüedad? No hablemos del sapientísimo Salomán con su harén de mil unidades femeninas (Libro de los reyes. Cap. Xl. ver. 3). Y sin embargo estos judíos tan misóginos, que se privaron de un dios femenino, rindieron a la mujer el más alado y celeste homenaje: "Y viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas escogieron mujeres entre ellas" (El Génesis. Cap. VI. ver. 2). "Toda la filosofía moderna está limitada por los gobiernos, las iglesias, las costumbres, las modas y las cobardías de hombres de apariencia erudita" (Este préstamo tomado a Nietzsche busca probar que la servidumbre de hoy tiene raíces milenarias). Los beatos admiradores del éxito de Perón, olvidan no sólo que fue un militar que llegó al poder mediante una zancadilla genuinamente castrense y se halló con un proletariado políticamente semianalf abeto o decepcionado. (Ni Justo ni Palacios Contaron con la fuerza del ejército ni con todo el aparato del Estado) y pudo fácilmente teñirlo entre sus anillos como una boa vieja a un cachorro de león. Todo esto para no recordar que a raíz de la segunda panguerra nuestro país se contaba entre los acreedores —no deudores— del capital foráneo, lo cual turbó más las turbias cabezas de los demagogos del cuartelazo patriótico, que al son que anticipaban el sepelio de todo opositor, sin gastar pompas fúnebres, trocaban en alcancías privadas las arcas del Estado. Que el espejismo histórico impide advertir que las abstracciones y teorías en general, o sea nuestra ideología religiosa, filosófica y estética es hija de nuestro miedo zoológico a lo desconocido, y finalmente reflejo de los intereses de la clase poseyente, muy pocos lo sospechan. El hombre, como especie, es sin duda, el de inteligencia más evolucionada y la más estúpida a la vez, o hablando mejor: la criatura privilegiada por antonomasia se ha dado desde el alba de la aventura llamada civilización, el peor orden social posible, bifurcándose en dos clases. . polarmente opuestas: la muy minoritaria de los que se apropian de los 64


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bienes comunes, y empujados por el poder de las armas y la vanidad desembocan en todas las violencias y aberraciones, y la innumerable de los desposeídos, condenada a trabajar para los amos: sociedad de ayunantes y eructantes, pues. ¿Los pueblos despojados y explotados siempre, gracias al poder de las armas? Sí, pero antes religiosamente educados para la resignación y la obediencia gracias a ¡a esperanza de recompensa en un mundo celestial, donde "los últimos serán los primeros". Porque el hombre es una antinomia entre su cuerpo de lodo y su alma inmortal. En realidad toda la llamada cultura o civilización fue puesta alservicio del orden parasitario. La sociedad no está hecha para la persona, sino al revés: ésta debe inmolarlo todo en pro de la Religión y del Estado. Los reyes lo son por derecho divino y sólo deben dar cuenta a Dios. El derecho y las leyes no están para salvaguarda de la igualdad, la libertad y el derecho sino para legalizar la explotación. Las carnicerías homéricas para engordar a la muerte (las guerras dinásticas o las de represión, llamadas patrióticas) son declaradas santas, y las fuerzas armadas se bañan en sangre humana como Popea en leche de burra. Pienso que en el terreno de la biografía real del hombre histórico, digo en el intento de librarlo de los mitos y nieblas arcaicas, tal vez América no ha producido hasta hoy una cultura o un veedor equivalentes a los "presocráticos" de Mileto o de Efeso, obviamente superiores a los socráticos y platónicos que vinieron después.

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LA GUERRA Y LA PAZ

Una inscripción egipcia de las más viejas que se conocen reza: "Un ejército es un conjunto de puros consumidores, más aún: de productores de miseria". Gordon Childe acota: "Los soldados profesionales tenían por comercio el robo y solían asaltar a sus propios compatriotas". (Qué pasó en la historia). Eso pasaba hace cinco mil años. Poco cambiaron las cosas si recordamos a los ejércitos asirios, romanos, árabes, turcos, mongoles y europeos. . . y americanos.

El soldado profesional es hermano de leche del seminarista: la misma austera renuncia a la voluntad y el pensamiento propios, el mismo culto de la obediencia ciega al superior.

Un gran escritor, que no fue un apátrida ni un revolucionario dejó escrito: "El que obedece a ciegas es un capitis minor manchado en el germen mismo de la vida noble. Yo no hubiera podido ser soldado". (Ernesto Renan: Cahiers d'enfance et de jeunesse).

La Ilíada es el mayor monumento de los tiempos elevado en honor de la guerra. Pero no tapa el fondo rapaz de la aventura: "Helena y las riquezas que trajo Alejandro en las cóncavas naves, tal fue el origen de la guerra". Aquiles, héroe máximo, confiesa: "Conquisté doce ciudades por mar y once por tierra, y de todas saqué copiosos despojos".

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El hombre no es ni puede ser peor que las fieras, que no derraman sangre de sus congéneres sino forzadas por el hambre. Si el hombre colectivo va a la guerra y la destrucción no es por su gusto sino arreado por los amos de la clase monitora y explotadora. Es lo que Goethe contesta al obispo de Derby que le reprocha el suicidio de Werther como una inmoralidad: "Qué tono emplearía para hablar de los grandes de la tierra que en una sola campaña echan al campo cien mil hombres de los cuales mueren ochenta mil, y los azuzan al asesinato y al saqueo. (Eckerman: Conversaciones con Goethe).

Maquiavelo, cuya visión se empeñó siempre en corregir a los bizcos, escribió: "Fu sempre il fine di coloro che muovono una guerra d'arrichir-se ed impoverire il nemico".

Para el sesudo historiador holandés Dozy, el Cid era sólo un condotiero muy católico y muy medieval y muy servidor de su rey.

El militar disfrazado de civil echa a cada rato la mano a la visera o la chaqueta como el demagogo traiciona sin querer su condición de comparsapol ítico.

La casta conquistadora romana representada por sus generales y sus emperadores fue un modelo para sus émulos. Su desmesurada hazaña comenzó por los pueblos vecinos, siguió por los del resto de la península, continuando por lo que se extiende desde el Támesis al Eufrates sin contar los países que pueblan la costa norte, y la sur del Mediterráneo. Todos los grandes gobernantes de Roma, desde Escipión y Cesar a Octavio y Tito, y Marco Aurelio, eran o fueron jefes de legiones. Eran sus águilas. Sus procónsules civiles, no menos rapaces, eran sus cuervos. Sus jurisconsultos enseñaban el derecho romano, verdugo de todo derecho no romano.

He aquí algunos rasgos biográficos del más mentado de sus próceres, el gran Julio César. "En las Galias saqueó sus templos y Santuarios más ricos. En su primer consulado robó tres mil libras de oro del Capitolio" (Suetonio). El mismo en su libro sobre la guerra contra las Galias, y el

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historiador Apiano, Cuentan cosas semejantes.

¿Para qué una reseña, aún ligera, de las proezas conquistadoras ejecutadas por los amos de los diversos pueblos de Europa y también de Norteamérica? Bastará con dos o tres datos sobre el gran Napoleón. Amigo de los Robespierre, fue revolucionario con una bota y contrarrevolucionario con la Otra y fue el verdadero arcángel de la reacción termidoriana. Desafió victoriosamente a todas las reumáticas monarquías de Europa para fabricarse una archimonarquía. Acarreaba a manos llenas las riquezas de los museos del continente y derramaba a manos llenas la sangre del pueblo francés y de los otros. El ex-teniente Bonaparte que un día empeñó su reloj de puro pobre, se borbonizó hasta la punta de las uñas, arrogándose privilegios de oro, haciéndose asignar las rentas del rey decapitado, trocándose en "el hombre más rico de Europa con una fortuna de ciento cincuenta millones de francos", y asigna una pensión deslumbrante a su ex-esposa Josefina.

En cuanto a la opinión de los castrenses sobre la guerra, ninguna más autorizada que la de Molke, vencedor de Francia en la guerra de 1870: — La guerra es santa y lo único que impide caer en el repugnante materialismo". (No nos asombremos: el casco militar no es defensa segura Contra las balas, pero sí contra las ideas).

Bueno es recordar, en discordancia con lo anterior, la opinión de alguien más importante que Molke, emitida en las postrimerías de su vida. En respuesta a los piropos de un coro de admiradores dijo: "Sí, pero a costa de cuántas desgracias. Sin mí, tres grandes guerras no hubieran ocurrido, ni la muerte de ochenta mil hombres, ni la fatalidad hubiera caído sobre madres, padres, hermanas, viudas.....(Marie Donsart: Le

prince de Bismark). La historia muestra, como un museo, el ejemplo de pueblos donde el desbordado predominio de la vida castrense sobre el resto del quehacer abortó en una verdadera esclerosis, asfixiando poco a poco la vida de la nación. Los asirios fueron un pueblo profesionalmente militar que triunfó en todas las guerras que emprendió contra pueblos próximos o lejanos para

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encontrarse un día que su raquitismo económico y cultural había anulado todas sus conquistas.

A Esparta le ocurrió algo equivalente. Vivió con un arma bajo el brazo (al revés de los otros helenos, culturalmente tan fértiles) hasta dar en una esterilidad de mulo para toda creación humana: niel arte, ni la ciencia, ni la filosofía le deben un ochavo. Llegaron a una crueldad nauseabunda, no sólo con sus esclavos, sino con sus propios hijos.

Lo propio ocurrió con los turcos otomanos del Asia Central, aunque aquí la cosa se agravó con todas las taras del fanatismo religioso. Al revés de los árabes de los siglos XI a XIV de Bagdad y de Córdoba, siguieron fieles a lo más regresivo del Corán.

La conquista de los pueblos bárbaros o decadentes por los civilizados, no mejora a los primeros, y peor cuando se trata de salvajes. Los degrada, inoculándoles sus logros más exquisitos: las armas, la cocacola, la sífilis.

La conquista de América por España, lograda gracias a la ventaja del caballo, la pólvora y la perfidia, terminó (después de desvalijarlas de su oro, su tierra y su independencia) con todas las nobles muestras de las civilizaciones azteca e incaica. Con el argumento de redimir sus almas paganas con la cruz de Cristo, Cortés y Pizarro esclavizaron a los vencidos marcándolos con el hierro candente con que marcaban el ganado, o sometiéndolos al recetario mortífero de la encomienda o la mita. De la población de algunas de las islas del Caribe no quedó un habitante, y de la del imperio incaico, calculada en seis millones en tiempos de Pizarro, sólo quedaba la décima parte en la segunda mitad del siglo XVIII. (Testimonios del padre Las Casas, del soldado Bernal Díaz del Castillo, de los cosmógrafos Jorge Juan y Antonio de Ulloa, todos españoles).

De ambos lados de la Cordillera los malones fueron iniciados por los cristianos. El malón indio fue un contramalón para evitar la esclavitud, al comienzo, por lo menos. Hasta 1879 la heroica raza de Arauco pudo devolver golpe por golpe

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cuando en el resto de América lo que quedaba de las razas indias estaba ya enyugado. Roca, llegado al ministerio de guerra, prometió redimir a los indios y sus tierras, incorporándolos a la civilización y al cristianismo. . . Frente al ferrocarril y el remington los indios se sintieron vencidos de antemano. La campaña resultó una cacería porque los futuros colonos y estancieros precisaban tierras limpias de cuatreros. Una extensión equivalente a la de varias Suizas, Holandas y Bélgicas fue repartida como tajadas de melón entre un puñado de estancieros, o aspirantes a serlo, con quepí o sin él, sin contar algunos patriotas europeos. . . (Ni decir que ni los gauchisoldados ni los indios entraron en la repartija). Y así, fue bendecida la piedra fundamental de los latifundios criollos, digo, de nuestro subdesarrollo teledirigido y de nuestra servidumbre interna y externa.

No hay juego de palabras más tramposo que el tan conocido si quieres la paz prepárate para la guerra. Las dos panguerras de este siglo demuestran todo lo Contrario. Los hombres de este siglo demuestran todo lo contrario. Los hombres son meros sirvientes de las armas. Y la misma compraventa de armas es ya un seguro de muerte sin efusión de sangre.

Los intereses ventilados en la guerra son muchos, menos los llamados patrióticos: Alemania fue a la última guerra por detener la expansión bolchevique y ensanchar sus conquistas sirviendo de vanguardia al marco; la U.R.S.S. por extender su hegemonía y perfeccionar su burocracia totalitaria; Inglaterra, Estados Unidos y el Japón por acrecentar mundialmente el rendimiento de sus piraterías. (Pruebas al canto: después de la primera panguerra los EE.UU. se quedaron con el cincuenta por ciento de oro del mundo; después de la segunda, con el ochenta).

En todo quehacer los pueblos entran como carne de sudor o de cañón sin otro resultado que fortalecer más sus cadenas. La esclavitud fue el morbo negro de todas las civilizaciones (sin exceptuar a la griega, inventora de la democracia y corona de laurel de la historia). La propia civilización llamada cristiana, que habló y habla de la igualdad de todos los hombres, se libró de la esclavitud propiamente tal recién en siglo XIX. Y no olvidemos que las guerras hechas principalmente para la consecución de esclavos, no fue practicada por esos bárbaros sin esclavos que ya habían inventado todo el equipo técnico de las rivilizaciones 71


a lo largo de millares de siglos.

Ello dice que si en condiciones tan duras, y semiesclavizado por la Naturaleza, el hombre pudo tratar como igual a su semejante, y por eso fue libre, bastará, para volver a serlo, con renunciar a la explotación del prójimo.

A todas luces en vísperas de esa aurora estamos, a menos que se prefiera morir matando. Y todo esto es cierto aunque no lo crea la mayoría de los hijos de los hombres que como los gansos del traspatio o los del Capitolio, han perdido el hábito d& vuelo y el cielo. La guerra de fronteras (con borratina de la lucha de clases) que exalta el gingoísmo —hasta el de escarapela socialista!— fue siempre la negación de una patria para todos, y sí una invitación a la masacre y a centuplicar la demografía de los cementerios.

El pensamiento de un gran hombre de ciencia (el más grande de nuestra época) y de coraje sin anteojeras, eclipsa todos los dogmas revelados y heredados: "Jamás pertenecí del todo a la patria o al estado: lo ciertamente valioso no es la nación sino la individualidad creadora". "Lo más vil de la mente rebañega: la odiosa milicia. La guerra es baja y despreciable". "No puedo imaginar un Dios que premia o castiga a sus propias criaturas. Un Dios reflejo de la debilidad humana". (Alberto Einstein).

Hablar de la guerra capitalista cerrando los ojos a los intereses de clase es hablar de tuberculosis olvidando al bacilo de Koch

Al revés del celta, el íbero fué un pueblo típicamente peleón y sádico desde el neolítico. Del toreo pasó a la guerra y a la quemazón inquisitorial contra sus propios paisanos. "Cuando los españoles no tienen enemigos en casa los buscan afuera", escribió Justino en el siglo H. Franco buscó en los moros y Hitler y Mussolini ayuda para liquidar por las bombas, la cárcel, el hambre y el destierro a buena parte de sus compatriotas.

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La paz armada es un vasto sindicato internacional de explotadores.

Los ejércitos permanentes. . .hoy significan una doble amenaza de muerte segura para el mundo: o bajo el bombardeo atómico o bajo la demorada agonía traída por el totalitarismo militar y la orografía de oro de sus presupuestos. a) Esos presupuestos gastan hoy más de un millón de dólares por minuto. b) Ninguna especie conspira tan eliminatoriamente contra si misma como la nuestra a través de la guerra y su apronte. c) El guerrero es el hombre trocado no sólo en mera máquina, sino en máquina de destrucción, de horror y de ruina. d) La guerra es el ideal del parásito superarmado contra el trabajador inerme. e) La pompa de los desfiles bélicos con estandartes y clarines es el anticipo de esa pompa fúnebre en escala millonaria que es la guerra. f) Con esa escasa elevación de miras de los tapiceros, los dioses de la guerra han combinado, quizá sin quererlo, el fraude, la masacre, la rapiña y la carroña. y) La guerra es la mayor derrota de la moral humana. h) El hombre no es ni puede ser más fiera que las fieras (que sólo atacan movidas por el hambre, el miedo o la defensa de su vida y su prole), pero empujado a la guerra por una minoría armipotente, puede volverse más fúnebre que un río con caimanes. i) El monumento al soldado desconocido junta las lágrimas , del cocodrilo a la risa del demonio y de la hiena. j) La Sociedad de las Naciones, fundada por los gobiernos a principios de este siglo con el sedicente fin de lograr la paz internacional, ha resultado por cierto un biombo para ocultar el tráfico de armas y y la preparación de la guerra. k) "Los proletarios no tienen patria. Todas las patrias les son una sola prisión". (Roberto Cunni'nghame Graham).

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POLITICA

Siglos de disputa sobre proteccionismo y libre cambio. ¿Cuándo se disputará sobre el libre cambio de las ideas y el proteccionismo de la [ justicia humana?

No es que los hombres no se diferencien entre sí tanto como los caballos o los perros, sino que sus amos políticos (o de otra especie) los necesitan tan indiferenciados como carneros o adoquines.

Milton en su Paraíso perdido quiso hacer de Satán el más agalludo de los monstruos y le salió (en medio de celestiales lacayos) un héroe tan libérrimamente indomable como el Prometeo de Esquilo.

Que el ciudadano en general ha sido reducido a una especie vilmente consentidora, lo aceptamos; pero sin olvidar que el Amanaque de Gotha de la humanidad no escasea en hombres que desafiaron la miseria, la cárcel o el patíbulo, doblando su cabeza al verdugo por no doblarla ante la ingnominia.

La sociedad de clases es una ofensa a la naturaleza humana y a la otra.

El buen pastor de los Evangelios y los pastores de hombres como Ho75


mero llama a los príncipes, dice claro que aparecida la propiedad privada y rota la igualdad tribal, los desposeídos fueron considerados rebaño.

El teatro de la política es más real que el de las tablas. Si sus principales actores cambiaran de papel las cosas seguirían como antes. Los porteros de los grandes hoteles podrían reemplazar sin desmedro a los diplomáticos, los rematadores a ciertos parlamentarios, los peluqueros de señora a los obispos.

Nada más fastuosamente ridículo y trampero que las declaraciones de amor de los diplomáticos, esos espiones de lujo.

¿Justicia popular? Si la hubiera, una buena parte de los gobiernos estarían en la cárcel, o el destierro o el cadalso. .. ¿Fascismo contra democracia burguesa? No hay tal, sino que ésta, urgida por sus necesidades de clase, olvida las urnas y acude al mangane110. Por eso mira con secreta complacencia el Satanismo político de los Procesos de Moscú y demás hazañas de la zorra burocrática del Kremlin.

¿Que la mayoría de los tiranos son un feto de la demagogia? Sí, pero la demagogia es un feto de la democracia con dividendos.

Maquiavelo, santón del pensamiento político clasista Sacó su evangelio de lo que vió más cerca: la maestría facinerosa de los Borgia.

Que un intelectual de rango llegue a ser políticamente tan sumiso como un felpudo o un adoquín,cuesta creerlo.

El terrateniente piensa que defendiendo a uña y diente sus latifundios está defendiendo el suelo patrio.

Nada le place más al anarquista o al socialista domesticado que el pa-

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pel de honorable chambelán de la burguesía gobernante disfrutado entre la espuma del champaña y la charla y el humo de los habanos.

El que rebelde en su mocedad se desdice con los años al son que crecen su abdomen y . su papo hace como el que apaga su pipa en la suela de su zapato.

La omnipotente propaganda moderna (comercial, política o religiosa) es el viejo arte del pulpero de embriagar al cliente para aliviarlo de sus chirolas.

Lo que menos se arriesgan a imaginar los augures de hoy es que el mayor cambio de frente de la historia —la revolución proletaria mundial— puede ser iniciado en cualquiera de las mecas rivales: la del dólar o la del rublo.

La plusvalía, madre del capital, se engendra con las horas de trabajo que birla al obrero en perjuicio de su carne y su mente. Este misterio enyugado, no visto por los teólogos de la economía burguesa, fue revelado por un hombre que intimó con la miseria como pocos.

Una enseñanza enderezada secretamente a fomentar la conformidad o la resignación en los pueblos es más oscurantista que el analfabetismo.

El imperio de Carlos V donde no se ponía el sol. . . ni el hambre —agregó un chusco—.

La aparición del Manifiesto Comunista significa en las ciencias sociales una revolución como la de Copérnico en la astronomía, ese opúsculo (cualesquiera sean las limitaciones del marxismo) vale más que la Biblioteca de Alejandría o el Museo Británico en el progreso de la lucha de clases y en el proceso ascendente de la historia humana.

El pantanoso amor propio nacional dificulta el patriotismo mun-

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dial, es decir, la aspiración a que los hombres levanten el alambre de púas de las fronteras patrióticas, religiosas o raciales.

Sin desconocer la genial conducción por Lenin y Trotsky de la revolución proletaria de 1917 en Rusia, aprovechando la derrota del zarismo por Alemania, reconozcamos también que su triunfo definitivo era más o menos imposible, considerando: 1) el atraso casi medieval del pueblo ruso y de su geografía inmensa; 2) la oposición irreversible del capitalismo mundial; 3) la ceguera total (de muchos miembros del partido, empezando por José Stalin) para el sentido de liberación inédito y sin fronteras del movimiento; 4) y quizá, que la hégira capitalista, ya condenada por el devenir histórico, estaba en las vísperas, pero no en la hora. . . de su extrema unción.

La revolución proletaria mundial, al terminar con la división de ciases, inaugurará la primera cultura universal, digo para todos. Implicará un cambio geológico de la sociedad humana.

El nazifascismo y la burocracia estatal más o menos totalitarios conocerán la misa de requiom un día. (La acción de la burocracia sindical aliándose a la plutocracia para enfrentar a las masas trabajadoras, que hoy se ve en todas partes, fue presentida por London en El telón de hierro cuando esa idea no transitaba aún por la sesera de ningún pensador político).

La razón del Estado es la sinrazón del hombre como ente individual y universal.

Los teólogos de la economía burguesa no sólo desfiguran la realidad sino que la tapan con flores como las beatas a sus vírgenes.

Si no se entiende que la teología es un mero avatar de la política de clase, no se entiende nada.

Las supuestas mejoras que las clases trabajadoras logran a través de 78


tumultuosas batallas parlamentarias son las victorias de Pirro.

Los aguados utopistas del socialismo filantrópico siguen viendo en el proletariado de hoy una grey, no una hueste de combate..

El socialismo idílico es un asno que jamás cocea y termina aceptando la albarda, la paja y hasta los azotes.

Hombres como Marat, Babeuf y el descendiente de Buonarrotti, pioneros de la clase obrera moderna, merecerán todo el respeto de la historia.

Al libertarse de sus cadenas de hierro el proletariado libertará a sus verdugos de sus cadenas de oro.

Lo que hay de contradictorio tanto en la fenomenología humana como en la Naturaleza —y que sólo la dialéctica explica) es lo que impulsa al idealismo a desertar de la realidad viva del mundo y del hombre hacia las más gaseosas abstracciones, pero que sirven para defender los más ventripotentes intereses de clase.

Una serie de arqueólogos e historiadores de alta responsabilidad —Eliot Smith, Hose, Verrill, Sligman, Solfas, Cornford y tantos otros— han demostrado (apoyándose tanto en el testimonio de las pinturas y los grabados cavernarios del paleolítico superior como en la supervivencia hasta ayer, y acpso hasta hoy, de pequeños pueblos ignorados) que el mito de la Edad de Oro, consignado por Hesíodo y Ovidio, entre otros, no es tal mito, sino una tradición histórica viva: esto es, que existió el hombre edénico, sin propiedad privada ni mandones absolutos, con armas sólo para la caza, no para la guerra; gente igualitaria y libre como las bestias y los pájaros, sin sueños místicos del Más Allá, gente contenta de vivir, con sano instinto moral y benevolente con el prójimo. La civilización, junto con sus obvias ventajas, trajo la propiedad privada de. . los bienes comunes, la división de clases, la monarquía, la esclavitud, la guerra, los mitos religiosos de ultramundo, las momias y pirámides, tumbas para los privilegiados. Un sólo ejemplo. Los indios de Amé79


rica no recibieron a Colón o a Pedro de Mendoza a flecha y bolas sino con obsequios y sólo atacaron para defenderse de sus felones Visitantes. Si los amos del mundo de hoy explotan y torturan al prójimo cuando ya no hay necesidad de ello, bordeando una tercera panguerra totalmente suicida (y tal vez el descarrilamiento del planeta) ¿no puede retomar el ejemplo del hombre primitivo con su libertad y su alegría semejantes a los pájaros que obligan al alba a levantarse antes de hora?

El arribo del Dr. Castillo al gobierno de la Argentina mediante una agazapada artimaña de la extrema derecha más reaccionaria fue fácilmente superada por su caída obrada por su ministro de guerra, manejado a su vez por G.O.U, grupo de espías castrenses al servicio de la demagogia belicista de Hitler —según el Dr. Santander— y tutelada por Perón "el general argentino de brazos más cortos y uñas más largas", según mentas públicas (aunque en este último detalle no es fácil decidirse después de Quiroga, Rosas o Urquiza) que apostado en el Sésamo, ábrete llamado Trabajo y previsión, el ex-sofocador de los huelguistas de la fábrica Vasena realizó una voraginosa captación de la clase obrera, sin perjuicio de poner el disco del otro lab al dialogar con patrones y clérigos. Aunque mero difusor de las ideas envasadas importadas de Italia y Alemania, pero con respaldo de la mayoría del ejército, esta especie de socialismo a la bayoneta cundió como epizootia, pese a la persecucin y amenazas mal disimuladas y sobre todo a la voraginosa capacidad de ahorro millonario del jefazo y sus edecanes o lugartenientes más leales. La consulta electoral para la presidencia y el congreso le dió un triunfo fácil sobre todos sus opositores y con ello los abusos acrecieron, hasta que un día parte del ejército y la marina se sublevaron y el grande entre los grandes y el primer trabajador del himno partidario se rindió sin combatir, o mejor,para timonear desde Madrid la lucha. ¿Dónde está el brujo que sepa anoticiamos quién decretó la muerte de los líderes sindicales que se creyeron insustituíbles —Vandor, Alonso. Rucci—, del cuñad isimo Juan Duarte, del secuestro y sepelio del general Pedro Aramburu? Y últimamente, por acuerdo de las fuerzas armadas y como el único remedio a la subversión guerrillera, se invita a Perón y su nueva esposa a regresar al país y presentar sus candidaturas a presidente y vice presidente de la República. Nuevo triunfo, pero esta Vez. - - el sargento poli-

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cial López Rega es elevado al rango de asesor del Poder Ejecutivo, por cuenta de la C.I.A., según voz pública. En realidad la verdadera subversión revolucionaria estaba ya en contra del jefazo, como lo dice la masacre del aeropuerto de Ezeiza, la ación del E.R.P. (ejército revolucionario del pueblo) y la posterior eliminación de Frondizi (Silvio) y de Courochet, quizá las cabezas más claras del movimiento. En puridad la ponderada magnitud del himno partidario (Perón, cuán grande sos!) como en el pasado siglo la del Gran Americano (de Palermo) era la vanidad tumefacta de los mediocres con éxito.

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ARTE Y LETRAS

El arte del futuro romperá seguramente tanto con el aislamiento individualista como con la confusión rebaega. El arte puede y debe ayudar a ennoblecer la vida, pero nunca a desplazarla. Gracias a nuestra libertad de espíritu podemos admitir con gusto el verso católico del Dante o la prosa católica de Pascal, pero no la flatulencia oratoria de Bossuet. El saber adquirido en letras de molde, fuera de toda experiencia viva, debe tener fatalmente algo de budín o adobe. En decir mucho en pocas palabras Consiste la elocuencia verdadera: precisamente el revés de lo que practica el orador, por lo general. La oratoria sacra o la profana es el énfasis trepado al púlpito o a la tribuna para que lo escuchen hasta los sordos y las estatuas. Fuera de la música vocal la mayoría de las aves tiene música de alas. Ni los insectos ni los mamíferos están privados de canto. El aullido del 83


lobo es un treno. El rebuzno del burro es un ensayo de canto, igual o más logrado que el relincho, ambos muy anteriores al Cantar del hombre, que aprendió a hacerlo antes de hablar.

La inspiración creadora del artista se emparenta con la fiebre creadora de la gallina clueca.

Lo malo no es que la gente lea poco o nada sino que lea con tan envidiable entusiasmo la chismografía gacetillera.

Superior a la épica o a la tragedia asordantes, a la novela casi intransitable de chatas minucias, al idealismo que combina la metafísica a la cerveza y la salchicha, al teatro, sobrado de truculencia y charla y escaso de sentimiento y pensamiento, a la crítica, que da más en la herradura que en el clavo. . . es el lirismo, capaz de presentir la perla en la ostra y el diamante en el carbón. Eso creen en secreto no pocos poetas.

No se sabe qué admirar más en ciertos autores, si la oquedad de las ideas o el miriñaque del estilo.

Ser fecundos autores de libros áridos. Hazaña muy fácil.

El silbido de arriero o el cencerro de la madrina puede más con la piara medio cimarrona, que las boleadoras o el lazo. El arte humano comenzó así.

El esplendor recóndito del diamante, de la perla y de muchos peces y corales del gran fondo, y aún de muchas víboras y del estercolero escarabajo, basta para demostrar que la belleza es una voluntad inmarcesible' de la creación.

Se explica que la inspiración de la alta mayoría de los poetas vuele bajo, pues por comodidad, piden prestadas sus plumas a las gallinas, no a las águilas. Eso para no aludir a lo que también ocurre: cuando el can-

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to no pasa por canto rodado. . . O a lo que tal vez no es mejor; cuando, como los piadosos pintores del Medioevo que pintaban de rodillas a sus santos, asume. . . parecida o igual actitud ante su ídolo que suele ser, con harta frecuencia, un liberticida y genocida magno.

Hay poetas o sedicentes tales que en el arrebato de su inspiración olvidan las leyes de la gramática y aún las del sentido común, aunque no las del medro privado.

A fuerza de miedo de ofender al gran mundo el académico suele prohijar el gusto dulzaino y relamido de las porteras de casas nobiliarias.

Heme en su mocedad era un tipo tan hermoso como Antinoe, aunque más pobre que un ratón: se enamoró con todos sus latidos de una prima suya (hija de un incalculable millonario) que lo miró como las duqesas miran a los mendigos. Mas he aquí que esa frustración vino a dar hondura luminosa al pensamiento, la poesía y la ironía del despreciado.

La insuficiencia de materia gris busca desquite en la abundancia de colores detonantes.

El arte no implica un sacerdocio hermético sino una militancia tan servidora del hombre como la del médico o el herrero.

Maiakoski se mató a medio camino de su marcha hacia la poesía nueva, signo anunciador de un nuevo estilo de vida. Era su único medio de protestar contra un socialismo con chaleco de fuerza superestatal.

El éxito de los cuentos de Poe en la segunda mitad del siglo pasado, y aún más en nuestra época, es un claro índice de la descomposición de la sociedad de consumo en el mundo. No es que pueda negarse su numende extraordinario cuentista, pero tampoco puede negarse el qJe se trata de un espíritu arcaico, según lo dicen su amor de cortesana al lujo, su desdén u odio a las clases populares, su apego al pasado. De su cere85


bro fronterizo hablan con suficiencia los temas de sus relatos de mayor renombre en que el terror morboso, la alucinación vesánica y sobre todo el perfume a cadaverina. . . son los mejores condimentos de su cocinade mago.

¡Ah, la amnesia política de los intelectuales en generall Poe, Flaubort, Bauladiere, Ezra Pound, O'Neili, Pirandello, Eliot, Milozs, Kipling, los dos Mann Conrad, Unamuno, Ortega y Gasset, para no citar más ni • aludir a un martillo que aplasta las conciencias y una hoz que siega todo ensueño libertario. Eso, unido a otros factores, lleva con harta frecuencia al intelectual a hacer de edecán de lujo o de perro faldero del mundo oficial o social.

Cuánto más preferibles, casi siempre, las hojas de los árboles a las hojas de los libros. Los lugares comunes de ¡a literatura vienen asolando el mundo más que el caballo de Atila.

Por encima de la música, la pintura, la escultura, la arquitectura y la poesía, y anterior a todas ellas, parece haber un sentido anterior y unitario de la belleza. Miguel Angel, que como ningún otro artista, y de modo genial, ensayó todas las artes, dejó escrito ésto: "En todas ellas fracasé, pues ninguna me ha dado la satisfacción plena a que yo aspiraba".

En la más profunda de sus obras, El despertar de nuestra muerte, Ibsen ex p resó la idea que la del arte, como toda profesión, tiende a limitar o aún a mutilar al hombre, por poco que se descuide, eclipsando el sentido esencial de la vida, que es la vida misma. Así el protagonista, un escultor, suplanta a la mujer amada idolátricamente por el reflejo de su imagen sin pulsos en el frígido mármol inerte.

El trágico destino de nuestro gaucho no está reve!ado plenamente en el Facundo de Sarmiento, y menos en Martín Fierro con esa aflojada final que compromete toda beligerancia del campeón: "Obedezca el que obedece y será bueno el que mandaY muchísimo menos ese lacayo con espuelas y sin rebeldía que es Don Segundo Sombra, pero sí lo está en El ombú, el im p lacable relato de Hudson, en que un hombre inmenso

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en piel de gaucho muere inmolado por un general-estanciero de la ralea de Rosas, Quiroga, Urquiza o Roca. Nada de mayor porfía que una discusión entre tartamudos. Nada más rico en gestos y ademanes que una discusión entre sordomudos.

El escritor y el artista están obligados a malmírar la quejumbre y el desespero tradicionales señalando que el llanto del niño al nacer es un saludo de júbilo a la madre y al reino de la luz. Y que los pájaros del desierto sin más agua que el rocío tejen con leños y espinos la cosa más suave de la vida: el nido. ¿Por qué nuestra anticipada carne de sepulcro y el culto de la rigidez sombría del ciprés? ¿Por qué ha de estar vedado el impulso de estirar las manos y los labios a las rosas y las frutas de la vida?

Más que nadie el escritor debe tener un corazón sin fronteras ni miedo para aguantar el desconocimiento o la calumnia, como Shakespeare en su tiempo, o las raeduras del pietista Hengstenberg como Goethe "el gran pagano".

Es natural que cuando el pensamiento calza botas de siete leguas el púlpito y la academia y los periódicos se tapan los oídos y los ojos.

Si la palingenesia social llega —y llegará un día— todo lo caduco se volverá polvo como los relojes se paran en seco en el umbral del terremoto.

La historia literaria olvida que el desmedido coraje libertario de D. Quijote desenjaulando dos leones o trozando la cadena de los galeotes es el de Cervantes mismo, que no fue un cortesano como Quevedo o Lope de Vega, ni un cura con renta asegurada como Calderón o como Góngora al final, sino —casi toda su vida y a la fuerza— un soldado raso obligado a combatir en varios países de Europa sin recompensa alguna, y antes de perder una mano batiéndose en Lepanto, cayó prisionero del turco, y que allí, arriesgando la vida, conspiró sin tregua por lograr su libertad y la de sus compañeros de desgracia. Y vuelto a su patria, Cayó

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prisionero por deudas y que allí se vengó de todos sus carceleros —del rey abajo— escribiendo su fábula inmortal. En resumen: el mayor escritor de España fue en su vida lo menos parecido a un erudito escriba y a un exitoso profesional de las letras, y lo más parecido a un grande hombre entre los hombres. ¿Qué fué un paria en su patria? Eso también es cierto.

Algo de no menor peso. La decadencia de la sociedad capitalista mundial —de que son prueba las dos panguerras de este siglo— tenía que traer la decadencia de su arte y su literatura. Que Joyce, Proust, Rilque, Milozs, KaWa, Valery, Stephan George, Shaw, Saint John Perse, Pirandello son figuras próceres de la literatura de hoy y claros espejos de lo que viene ocurriendo en torno nuestro? No hay la menor duda, pero también que, todos ellos, han perdido contacto con el porvenir y con ello el poder de vaticinio (Vate quiere decir eso) y ganados de espanto denuncian nuestro derrumbe ya encogiéndose de hombros, ya refugiándose en la psicología del ego tumefacto, en la mística con incienso o en el mero nihilismo, achacando, según parece, a la condición humana, lo que es sólo la etapa final de una cultura ya hundida hasta el cuello en un pantano con olor a peste.

Esos intelectuales son ricos o han ganado fortuna y honores, y muchos de ellos —Claudel, Morand, Saint John Perse, Giraadoux, como los latinoamericanos Nervo, Reyes, Mistral, Neruda— son miembros del cuerpo diplomático, o sea, del más invertebrado de la burocracia: es decir, obligados a cambiar de parecer según les indique el gobierno de su patria, encarnado en algún inamovible santón con charreteras, casi siempre.

También es cierto que las excepciones —las de los espíritus independientes— no han faltado, y van desde la inteligentsia helénica a las de algunas humanistas del Renacimiento o de siglos posteriores hasta llegar al siglo XIX (Byron, Shelley, Thoreau, Hugo, Whitman, Zola) o al nuestro (London, Gide, Cunningame, Graham Russell, Miller). Pero también es cierto que no faltan los ejemplos más opuestos: el de Malraux haciendo de ordenanza del general De Gaulle; Dalí, haciendo de payaso, o de Heidegger, aprobando existencialmente a Hitler . Otro sí digo: los de inmaculada indiferencia a todo lo que no sea 88


poesía, tal como ellos la entienden. Verbigracia: quién el siglo XXI, leyendo a Jiménez, Guillén, Lorca y otros sospecharía la vigencia del badajo, la bota y la campana pneumática del Opus Dei y la espantosa desposesión y servidumbre del pueblo español en su época.

No es que no advirtamos que un determinado momento histórico no es un plagio de los precedentes, ya que la realidad y la conciencia del hombre cambian sin cesar, y que las sucesivas escuelas artísticas y literarias tienen su profunda razón de ser; pero de ahí a charlar a pata llana con el subconciente (como los espiritistas lo hacen con el alma de Napoleón o de Juan Pérez) es caer de jeta en el dis parate químicamente puro, o en la tiniebla metrificada. Nietzsche acusó en su tiempo a los poetas de enturbiar el agüita de su charco para hacerlo pasar por insondable..' La filosofía —dice Monra, refiriéndose a Grecia— que floreció mientras supuso que el mundo del Ser y el del Devenir existían en relación mutua, entró en un punto muerto al sostener que sólo uno u otro merecían crédito".

La filosofía de hoy por agencia de su quizá mayor gestor, suena verdades no escuchadas hasta ahora: que el problema capital y el más olvidado, es averiguar quién es el hombre; y "lo que en el hombre no es racional es también típicamente humano", y que "lo humano pertenece . . . por completo a la Naturaleza"; la Gran Madre.

Todo esto explicaría, en parte al menos, la vocación tensamente introspectiva de la literatura y del arte de hoy; sólo que el problema que plantea el gran crítico, no es de seminario académico o teológico, sino "algo terriblemente urgente y práctico" que nada tiene que ver con la tendencia paladinescamente individualista y oscurantista de buena parte de los poetas de hoy. Veamos una muestra: Y hacia túneles acres me encamino vestido de metales transitorios, hacia bodegas solas, hacia sueños, hacia betunes verdes que palpitan, hacia herrerías desinteresadas, hacia sabores de lodo y ceniza, hacia imperecederas mariposas. 89


¿Entendió algo el lector, digo algún sabidor o zahorí de perforante vista? De ser tal el caso, mucho le-agradecería me lo participara.

Goethe, tenido por el quizá mayor legislador del arte moderno, dijo que el tema u objeto de la poesía no es lo poético sino lo real (Eckermann: Conversaciones con Goethe) insistiendo por otra parte en que épocas de regresión se caracterizan por su tendencia subjetiva, explicación suficiente de la vejez interior de la poesía ultramoderna, de la ñoñez narcisista de poesía pura o introversión en la nada, ya que la hembra subjetiva muere estéril si rechaza con pudibundez calvinista al macho objetivo. Cree que la poesía sigue soslayando los temas fundamentales de lo moderno: la falta de reposo en la Naturaleza o creación de cada día, la indivisibilidad de cuerpo y alma, la vertiginosa psiquis submarina o subconsciente, las insidias fosilizantes de lo que fue contra lo que quiere ser. Cree que si hasta hoy las garrapatas siguen pensando que los perros fueron creados para ellas, los perros se disponen a prescindir de las garrapatas. Digamos que.. . hay algo más importante que los cohetes con que se intenta chamuscara la luna(para distraernos de nuestra propia quemazón) tanto de parte de los que insisten en sentar a la Revolución mundial en una poltrona burocrática como de los que imponen al mundo la hégira de los rascacielos y el gansterismo y la cocacola.

El escritor a diferencia, o mucho más que otros artistas —pintor, escultor, o músico— tiene que sentir esa conexión interna entre su destino personal y el de la clase en ascenso de su época. Eso sí, entre docenas o centenas de escribas que escriben para mimar el sueño o los ensueños M lector, sale uno que se propone despertarlo. Bajo las dictaduras —personales o de clase— los escritores, en general, suelen adoptar la postura de Fra Angélico cuando pintaba sus vírgenes y santos: el arrodillamiento. El que tiene por oficio y herramienta el pensamiento y la palabra, si no conserva su total libertad de conciencia y conducta, es la negación de un escritor como un león enjaulado es la negación de un león en la jungla. 90


NUEVOS PUNTOS SOBRE LAS ¡ES a Facundo Cubas

El rasgo más universal de la zoología —el hombre incluso— es el temor a lo nuevo. Ante lo no Visto o escuchado antes, el animal esconde el bulto o escapa. Un grupo de rugientes leones de Kenia huyó como de un incendio, cierta noche, de un ruido no escuchado antes. Provenía de unos burros (cargados de cacerolas y Otros adminículos de esa especie) que a su vez tiritaban de chucho ante el olor felino y terminaron dispersándose. Los arrieros los dieron por perdidos —en las bocas de las fieras— pero al Otro día los hallaron pastando tranquilamente por los alrededores. El chucho asnal es el de los banqueros, eclesiásticos, generales o almirantes de agua dulce. Como desprecian la historia (o la interpretan a su modo) hasta olvidan que el Sermón de la montaña trata a los ricos como el sol trata a los murciélagos y a los búhos. Ignoran que durante cientos de miles de años no existió lo mío y lo tuyo, o sea que la edad de oro es una tradición de una realidad histórica y que la propiedad privada de los bienes públicos no es sólo un disparate expresivo sino un aditamento tardío como el mal de Chagas que la humanidad precisa abolir cuanto antes si quiere sobrevivirse. Que todos los miembros de un grupo social eran iguales y con el mismo derecho sobre los pastos, animales de caza, aguas, árboles, o sea, eso pertenecía a todos y a ninguno, y por eso no había amos ni siervos. El noventa y nueve por ciento de las sectas parlantes del cristianisnio —para dar un solo ejemplo— sigue ignorando santamente que los padres de la ideología comunista fueron los primeros padres de la Iglesia Cristiana todos de origen griego. Veamos. San Ambrosio: 'Por qué, oh 7 magnates, creéis que sólo a vosotros fue dada la propiedad?". San Jerójnimo: "La opulencia es siempre producto del robo". San Basilio: "E q rico es un ladrón". San Clemente. "Sólo la iniquidad pudo inventar la 91


propiedad privada". Rousseau en el siglo XVIII fue el primero en señalar el origen de la desigualdad social en el mundo, y la servidumbre consiguiente (el más espantoso secreto de la Esfinge!) aunque no con la raigal hondura de la dialéctica revolucionaria de Marx y Engels en el siglo XIX, que vieron en la lucha de clases el motor de la historia, y en el proletariado moderno el príncipe en alpargatas encargado por el destino de trocar en realidad la esperanza milenaria de los enyugados. Eso sí, lo que en los pasados siglos fue sólo un profético sueño de justicia, hoy es un imperativo del devenir histórico. El capital multinacional, avatar último de la propiedad. . . privada, jaqueado por sus propias contradicciones internas y por la depredatoria dilatación de su poderío se ha vuelto contra la historia y por eso la curva de su declinación gana terreno cada día: o los bienes de la comunidad vuelven a su seno, o el mundo vuelve al caos. Se sabe o cree saberse, muy a las claras, que la cuna de la cultura helénica (corona de laurel de la historia humana, aunque su vigencia política nació y murió entre los siglos VI y V antes de la era cristiana) ocurrió en la vecina costa del mar Jónico, en la ciudad de Mileto y en la próxima isla de Efeso, patria del quizá más audaz y clarividente pensador de los tiempos: el primero que advirtió que el universo no es una estatua sino más bien como un río en perpetuo movimiento y cambio, y que el choque de los opuestos engendra lo nuevo como el del polo positivo y el negativo engendra la luz, y que el universo sin fronteras ni edad es anterior a los dioses. Anaximandro intuyó que todo cuanto vive sobre la tierra —el hombre incluso— tiene su más remoto origen en el mar, según lo denuncian los fósiles marinos que suelen encontrarse en las laderas y cumbres de las montañas. Jenófanes supuso que si los caballos tuvieran dioses los imaginarían relinchantes y galoiantes, y calzando herraduras de oro, agregamos nosotros. (Demócrito, acaso bajo el influjo del pensamiento adulto y sin miedo no sólo fue el primero en adivinar la existencia de los átomos, invisibles, indivisibles y sin muerte, que constituyen toda cosa, sino también el primero en advertir que la filosofía puede hallar en la sonrisa su mejor espejo). Y bien, aquellos prodigiosos libertadores del espíritu humano fueron llamados "presocráticoS" por sus herederos, los de la cultura griega, como si su mayor o único mérito fuera el de anunciar el advenimiento de

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la cultura griega o mejor del moralismo apolítico de Sócrates, del idealismo aristocratizante de Platón o del gran enciclopedismo de Aristóteles, cortesano del rey Filipo y. . . justificador de la esclavitud. Grecia Lo exiguo y semiárido del suelo incitando su voluntad y su ingenio, la profunda intervención del mar, facilitando el conocimiento de experiencias y hombres nuevos, su enclave en el cruce de las herencias cretense, egipcia y asiática, su adopción de la técnica del hierro o democratización del metal, inventada en Asia Menor, su adopción del alfabeto fenicio, o democratización de la escritura. Frente a la unánime tradición asiática, en que los pueblos son meros rebaños o greyes arreados por pastores con derecho divino, Grecia representa el primer esfuerzo de la civilización por recaudar en un plano más claro, la antigua igualdad y libertad del mundo bárbaro. Al cabo de la reiterada y homérica lucha entre poseyentes y desposeídos dentro de cada polis, se llegó al pacto llamado democracia, por el cual los miembros de la sociedad dejan de llamarse amos y siervos, para ascender a la condición de ciudadanos, esto es, de hombres. Esa igualitaria libertad política es la que condiciona la libertad general del mundo helénico en el arte, en las ciencias, en la filosofía, en la vida. Pero no nos equiv :quemos a sabiendas, Esa democracia, como todas las que vinieron hasta hoy, era meramente formal y no real: (Un griego, Diodoro de Sicilia, expresó ya que no podrá habe democracia sin tina previa igualación de bolsillos). No podía durar mucho. La creciente concentración de la riqueza en pocas manos, los impuestos y la usura, empobrecieron hasta el harapo a campesinos y artesanos; el trabajo libre fue relevado por los esclavos producidos por la guerra y el comercio; la mayoría de los ciudadanos se vió obligada a vender su voto a los armadores de barcos para no naufragar en tierra. Es decir, la democracia devino plutocracia, como en nuestros días, y la servidumbre y la podredumbre dieron cuenta del más bello ensayo político de la historia hasta hoy.

La historia de Roma más que la de ningún otro pueblo, ha sido escrita en tono de epopeya y catilinaria que apenas deja oír la sola voz que precisa oírse: la de la verdad. Roma, la fuente mayor de nuestro derecho y nuestras instituciones, fue un pueblo que apenas creó algo propiamente hablando, pues sus 93


arreos de cultura, incluídos sus dioses, los trajo de Grecia, advierte Kaushky, pero muy pocos en la historia han hecho uso de la fuerza en tamaña escala y con tamaño éxito. Todos sus conductores políticos fueron hombres de guerra, es decir, enyugadores y ordeñadores de pueblos. El militarismo le estrechó las costillas desde el comienzo, hasta los días en que todas las legiones eran mercenarias y le sofocó el espíritu. Se irtantuvo interiormente bárbara e inferior moralmente a los pueblos que conquistara. Con decir que su famoso Séneca lo era más como prestamista que como filósofo. En la última Roma hasta los jardines olían ya a pantano. Nunca, ni en tos mejores días de la República, el pueblo romano tuvo control sobre sus amos, dueños de la riqueza y de las legiones (aunque por esas calendas, antes de la conscripción mercenaria) el pueblo daba su sudor y su sangre a las legiones. La majestad del pueblo romano amo del mundo! Se trataba de un populacho desposeído y ocioso, que vivía de la limosna de sus patrones —panem et circenses!— pues toda la economía descansaba sobre los hombros de los esclavos. ¿Qué Roma trazó grandes carreteras para el tráfico de sus soldados y los tributos, y puso en contacto a pueblos que se ignoraban entre sí? Es siempre el aporte positivo de las barbaries conquistadoras, logrado sin quererlo. En realidad, la decadencia se inicia después de la segunda guerra púnica, en que ya reluce la apoteosis del expolio y la servidumbre. Los pueblos de las fronteras del imperio preferían escapar a las tierras de los bárbaros libres (Salviano). El derecho romano (el que aún nos sirve de pauta!) fue confeccionado para dar cariz de justicia y legalidad al expolio. Lo mejor de Roma son algunas tragedias shakespearianas: el esfuerzo fracasado de los Gracos, de Catilina y de los esclavos insurrectos por redimir o aliviar el titanismo de la infamia romana. Antes de Cristo, Roma crucificó esclavos por decenas de miles. Espartaco fué un filósofo estoico (Plinio: Historia Natural) no sólo un político y un estratega de genio: "La figura más espléndida de la historia antigua" (Carta de Marx a Engels).

Lo que un crítico del siglo pasado llamó "las mentiras convencionales de la civilización" gobiernan el mundo hoy quizá más que antes.

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-2— Cuando en el siglo pasado el ya temible poderío de los Estados Unidos de América se lanzó sobre Méjico, quedándose con un buen retazo M mapa azteca, protestaron inutilmente las voces más claras de la gran república. —3— La cosa tenía raíces profundas. El general Washington, que derrotó a las fuerzas inglesas y emancipó a su país, Washington, modelo de ciudadano austero, era propietario de esclavos. (En la Mileto jónica donde vivió la primera luz y en la Grecia peninsular, la democracia no duró un siglo: el siglo y a. de la era cristiana). —4— Cuando la Guerra de Secesión, que amenazó partir en dos la Unión, y ya elegido presidente de la República el ex-leñador Lincoln, la cosa descendió a niveles de infamia. El hombre a quien Sarmiento llamaría "el más grande político moderno", no escapó sino por azar al asesinato antes de llegar a la Casa Blanca, sino que el resto de su vida fue un puro Calvario, hasta su holocausto final, como en nuestro siglo con Kennedy. La democracia del dólar asesina a sus únicos jefes demócratas. —5— El propósito capital del presidente Linclon ni siquiera fue la emancipación de los esclavos sino el evitar la desintegración de la gran República. "Ahora, si para lograrlo, fuera preciso ir a la liberación de los esclavos lo haremos". (Recuérdese de paso que de los autores de la Constitución norteamericana, sólo Jefferson se opuso a la esclavitud). —6— Volviendo a Lincoln, basta decir que su nombre se trocó en el alfiletero de insultos y calumnias de casi todos los papeles públicos de la Unión. Y algo peor: Lincoln no ignoraba que si la causa antiesclavista perdía todas sus batallas, era porque con excepción de Sherman, todos sus generales y ministros —que abrochaban sus albos chalecos con botones de diamante— se vendían a los gordos negreros del Sur. —7— Entonces resolvió tomar el toro por las astas, es decir, estudiar estrategia y aconsejarse de algunos de sus oficiales jóvenes. Así fueron tomados dos fuertes tenidos por inexpugnables... 95


Gengis Khan conquistó, hacia el este, todo el imperio chino y por el oeste llegó hasta el Adriático degollando a todos los habitantes de las ciudades que le ofrecían resistencia. Su descendiente, Kublai Khan, fue al fin arrojado de China, y el mayor imperio de los tiempos hasta entonces (advertencia no aprovechada por los que vinieron después!) se desmoronó como un infantil castillo de arena.

El monumento más atrayente de Inglaterra es la Torre de Londres, y dentro de ella, el tajo y el hacha con que el verdugo decapitaba, por orden del rey o de la reina, muchas de las cabezas más claras o bellas del reino: Tomas Moro, Walter Raleig, el Dr. López, médico de la reina, Essex, su amante, y Ana Bolena y María Estuardo..

Los historiadores suelen ser los apaga-faroles del futuro. Tal es el caso de Thiers, historiador de La Revolución Francesa, y El Consulado y el Imperio, que terminó trocándose en verdugo de La Comuna de París (primer gobierno obrero) es decir, de uno de los genocidios ejemplares de la historia humana.

Copérnico y Newton cambiaron la faz de los cielos; Lamarcky Darwin revelaron la verdadera biografía de la tierra. Urge cada vez más llevar luz de amanecer a los aspectos más disfrazados de la vida humana para aliviarla de sus tinieblas y de su estupidez suicida.

Ah, las especulaciones y promesas de ultramundos sublimes, sin más defecto que sus contornos se confunden con la nada. Todo ello no impide que el mundo de los sumergidos empiece a ver con claridad Creciente que el banquero marrano y el banquero cristiano se parecen como dos marranos, que la banca internacional de hoy es el avatar del repugnado prestamista judío del Medioevo, con la diferencia que hoy no se enriquece a costa del ocioso noble tronado sino a costa del hambre de millones de legionarios del trabajo o la desocupación. (También advierte que la sombra de los templos y los bancos tiene un aire de familia con la de los montepíos y patíbulos). De dónde salió ese evangelio de que sin empréstitos extranjeros y archiusurarios un país no puede egresar de la miseria, si el Japón del siglo pasado se levantó a la altura de Occidente con sólo asumir sus técnicas y

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eludir su tutelaje? ¿Y acaso la Rusia de Lenín y Trotsky y la China de Mao no se alzaron hasta su nivel autónomo no sólo por su propio esfuerzo solitario sino luchando a muerte Contra el blindado cerco capitalista de Occidente? Otra novedad vieja. U.S.A. y la U.R.S.S. son hoy dos monstruos superestatales, no gemelos, pero equipotenciales y coincidentes en su sueño de evitar a toda costa la revolución social en el planeta. Por Cierto que estando contra la historia no lo lograrán. En efecto, por primera vez en los tiempos, la capacidad de producción técnica humana está en condiciones de alojar, alimentar, vestir y educar a todos los hombres, claro está que sobre la base de renunciar a la irracionalidad, comenzando por la abolición de la guerra, y el control estricto de la natalidad humana, cuyo desborde amenaza convertir al mundo en un edén de tambochas, la feroz hormiga tropical carnívora, ante la cual huye toda criatura viviente, desde colibrí a hombre y bisonte.

Los bizcos revisionistas de ultraderecha de nuestra historia llegan a llenarse la boca con el liberalismo de las leyes de la colonia. Lástima que el espíritu del régimen las volviera inaplicables. Basta un detalle. Según el virrey Amat, los corregidores, gobernantes de provincias enteras, eran "verdaderos . . . diptongos de comerciantes y jueces" que volvían forzosa la adquisición de sus efectos de Castilla a precios voraginosamente usurarios. "El cuchillo de marca menor que cuesta un real, denuncia Tupac Amaru, nos dan por un peso". (Boleslao Lewin: Tupac Amaru). La colonia española era una sociedad de castas amorosamente parecida a las de la India: 1) la muy cimera de los peninsulares; 2) la segundona de los criollos blancos; 3) la de los negros esclavos; 4) la de los indios; 5) la de los mulatos y mestizos. Que las tres últimas eran tratadas como perros sin amo, no es necesario decirlo. ¿De dónde viene, pues, este empeño de reivindicar al Medioevo colonial? Porque los revisionistas de la derecha más reaccionaria tienen el culto apostólico del pasado que se confunde a ratos con la castidad envasada de la sotana. De ahí su tirria insidiosa contra las figuras mayores... del liberalismo —Moreno, Rivadavia o Sarmiento— que pese a tal cual error o limitación, en su pensamiento o su obra, lucharon por evitar el caudillaje de kepí, de levita o de poncho que vuelven lo de soberanía popular un chiste fúnebre.

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-1-- El pensamiento forma parte de la naturaleza general del ser vivo, pero a su vez lo humano no pertenece ya por completo a la Naturaleza. Esta ocurrencia de Husslern es quizá el más profundo aporte de la filosofía de este siglo. —II— La filosofía de la historia suele dejar afuera a la prehistoria, decimos, al Adán velludo, mudo y semidesnudo de la realidad, que quizá tuvo su primer esbozo (en algún remotísimo tramo de la evolución) en el lemur de los bosques de Madagascar y Africa Central, tal vez el hijo 'ás inquietante de la zoología. No es un monito de bolsillo, sino el par ente más remoto de todos los monos y los hombres con sus miembros posteriores que doblan el largo de los anteriores, lo que explicaría —dala su no infrecuente estación vertical— quién sabe, el que su minúsculo c ráneo esté más próximo al del horno sapiens que el de los antropoides. Pese a su feroz alarido en coro saludando a la noche (es personaje noctámbulo), en que sus grandes ojos se vuelven luminosos topacios, es juguetón como una ardilla, y mira al hombre sin miedo y hasta diríase con algo de simpatía, desde el inmemorial misterio de ser dos peldaños muy separados de la misma escalera de ascenso. —I II--- Quien habla de la máquina y de su poder como deun ser vivo s porque lo mejor que lleva en sí ha muerto. ¿Es que cada día son más o s hijos de Eva que viajan de la cuna al sepulcro sin haber vivido verda .. mente? idera —IV— Feuerbach fue sin duda el que mejor vio que el hombre individual no lleva en sí la esencia humana, dado que ésta es un fruto social. El meridiano del hombre real y total pasa por el yo-tu. Es dialógico, no monológico. — y — Ya está dicho por los pioneros del pensamiento de hoy. lo que en el hombre no es racional es también específicamente humano. En efecto, las pasiones lo mueven más que las razones y las nociones, el prejuicio más que el juicio. —VI-- Aunque, no lo crean los "videntes de ojos de murciélago" (qomo decía Whitman) del materialismo, la materia o la así llamada, es tan enigmática como el llamado espíritu, y la una y el otro son mellizos. —VII— "Pienso, luego existo. ....como hombre, desde luego, pues el animal también existe, sin necesidad de pensar, aunque no como abstracción sino por el solo hecho de ser parte del Gran Todo viviente. —VI¡¡ - La premonición y la transmisión de pensamiento sin intervención exterior o material alguna, como fenómeno es comprobado e inne98


gable. f!e Abraham Lincoln, el mayor héroe civil de su país —cuenta C. Sanburg, su condigno biógrafo que pocos días antes del imperdonable crímen de que fue víctima, le refirió a su esposa que se soñó asistiendo al velorio de un amigo, y al aproximarse al féretro no cerrado aún, pudo ver que el muerto era. . .él mismo! El que esto escribe recuerda que en su juventud, yendo en cierta ocaSión —al cabo de un año de ausencia en su aldea natal— a saludar a don Leopoldo Lugones en la Biblioteca del Maestro, de la que era el director, el grande hombre, (pese a su final actitud reaccionaria y militarista, lo fue) y el más sabio y poderoso escritor de este siglo de esta parte de América, exclamó: "Oh. . . Hace apenas un rato se me cruzó Ud. . . por el magín. . Sería en el momento en que se le ocurrió derivar hacia estas costas.....—añadió el autor de Las fuerzas extrañas. —IX— Nadie sin duda en el siglo pasado pudo sospechar que el aredominio creciente de la máquina la trocaría en un dios muy superior a todo lo conocido hasta hoy, de esa especie: el dios Moloch de los cartagineses, el Becerro de Oro de los israelitas, el Minotauro de los cretenses, con el más aciago peligro para el hombre, Criatura en quien la acción y la imaginación, el sentimiento y el pensamiento se unen y equilibran en una armonía creadora que jamás debe romperse.

Aún torturada por la sed y el hambre, las deudas, o la picana policial, la humilde vida que conocemos es preferible a todas las pompas fúnebres y todas las glorias prometidas por los elocuentes comisionistas de ultramundos. ¡Ah la eternidad renaciente del alba, más cándida y santa que la hostia consagrada! IV el contraste (como una monja bailando el cancán) entre el cenizo plumaje de la tórtola montaraz y la fragua encendida de su arrullo! Por Heráclito y los darwinistas se sabe que la Creación es muy anterior a Jehová (y a sus colegas antisemitas), y en sus semanas jornaleras no hay días ni horas de reposo y sin sudor. . .1ni siquiera el domingo!...

¡La paz armada por la muerte —esa antesala de los cementerios— la paz de los ojos ausentes como las calaveras, que lleva al matadero a sus rebaños!

Me ponderaréis la grandeza y la belleza de la civilización del dia. . 99


Sí, de los automóviles y motocicletas más veloces que el huracán, del submarino que viola el seno de los mares y de las conchas peri íferas y de las selvas de coral, y el desembarco en la luna y cosas de más bulto aún. . . pero..

A ojos vista el mundo atraviesa hoy la encrucijada más trágica de su historia, según lo dicen las dos panguerras de este siglo, —y las purgas de sangre a cargo de Stalin— y los hornos para reses humanas y Otras técnicas operatorias de gran estilo inventadas por Hitler, Mussolini, Franco y sus émulos, que hoy estrangulan a casi todos los pueblos, sin olvidar el petardo que por orden de Truman volatilizó a Hiroshima y Nagasaki, y del que esto escribe conoció dos sobrevivientes en Moscú.

En el Memorial de Santa Elena, Napoleón —nada menos— profetizó que en el futuro la paz, la ciencia y la industria cradoras desplazarán de una vez por todas a la estupidez heroica de la guerra, y el más grande hombre de ciencia de nuestra era, Alberto Einstein, ha declarado en Cómo veo yo el mundo, que los ejércitos —manejándose sólo por la médula espinal— son la negación totalitaria del cerebro humano.

Ahora nos atrevemos a ver y declarar que hace unos cinco o seis mil años la aparición de la civilización y sus obvias ventajas trajo también la propiedad privada de los bienes públicos, o sea la división de la sociedad humana en una innumerable mayoría de laboriosos ayunantes y una ínfima minoría de descansados eructantes. . . Y que eso exigió la creación del Estado, el derecho y la moral religiosa, y primero que todo, la fuerza armada. (La supervivencia de ésta es lo único que explica la de Hitler y otros deficitarios mentales aún hoy).

Y terminaremos este capítulo con un puñado de ingenuas preguntas al lector. -¿ Sabia Ud. que Sarmiento, tenido por beato y enterizo admirador de la civilización europea la enjuició así:? "Vengo de recorrer Europa, de admirar sus monumentos, de prosternarme ante su ciencia, asombrado todavía del prodigio de sus artes, pero he visto sus millones de campesinos, proletarios y artesanos, viles, degradados, indignos de ser Contados entre los hombres"? Pese a sus limitaciones y alguna aparente conloo


tradicción, sus relámpagos de arrojo y de genio lo alumbraban con frecuencia más allá de su medio y su época hasta llegar a ser el más representativo escritor de Hispanoamérica (como lo reconocería más tarde Unamuno), y el Pestalozzi de sus masas analfabetas (La Educación Popular). Sabía que vió en la enseñanza religiosa el hada madrina del oscurantismo y la servidumbre y se declaró darwiniano (La Escuela Ultrapampeana), y encargó a su hija: "Que no haya sacerdotes junto a mi lecho de muerte"? ¿Sabía igualmente que el enemigo funcional de toda demagogia, al arengar como presidente de la República a los soldaoos que partían a la guerra contra los indios escupió sobre el más inverecundo Secreto de nuestra historia?: "Haced que el abanderado agite ese trapo viejo. - él dirá con su desnudez y pobreza, a los hijos de los ricos, de los felices, de los ociosos, que esos millones que poseen en casas y alhajas, esos millones de ovejas, de caballos y de vacas, se los deben a esos pobres soldados del Once, como a los Otros cuerpos, que les dieron la seguridad de las fronteras. . . ^ (Papeles del Presidente). ¿Se sabe que nuestra democracia mandaba a la guerra sólo a los descalzonados? Más sabido es que el menos indigno de los rivales de Sarmiento fue Alberdi, el que escribió El crimen de la guerra contra la triplemente infame alianza que aplastó al Paraguay. Pero se olvida, a sabiendas, que él, el padre de nuestra Constitución, renegó de ella, con toda justicia, diciendo que en América había dos constituciones: una rebosante de garantías, pero muerta, y otra erizada de violencia y expolios, y ésta sí, estaba vivita y coleando. . . Y he aquí que ese mismo Alberdi, sin ruborizarse, remató su vida con estas dos cabronadas: "El cristianismo y la filosofía son los dos manantiales de nuestra libertad" (Obras Completas, t. XIV). Y cuando en 1870, Thiers y los burgueses de Versailles patrioticamente aliados al ejército alemán, que acababa de vencerlos, ahogaron en sangre a la Comuna de París, primer ensayo de gobierno obrero, Alberdi escribió: "El experimento ha mostrado que los bárbaros instruídos —Bakunin, Marx, etc., la flor de los perdidos de Europa-- eran capaces de peores excesos que los simples ignorantes" (Obras póstumas. t. XL).

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INDICE

Introducción

. 7

Advertencia

8

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Capítulo 1

9

Los Dioses

13

La bestia, el pájaro y el hombre

19

En el principio fue la acción

23

La ética del placer y de la risa

27

Sexo y Amor

31

Natura ycultura

41

El becerro de oro

47

La moral de Tartufo

51

La Prehistoria

57

La Historia

La guerra y la paz

67

Política

75

Artes y letras

83

"uevos puntos sobre las ¡es

91

103




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