Futuro en el pasado Clemente Ruiz Sรกnchez
Primera edición: diciembre 2013
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra y su contenido sin la autorización expresa del editor. Todos los derechos reservados. Diseño y Maquetación: Mikel Fuentealba Iribarne Impreso en España • Printed in Spain
Nunca existe un final, si detrás hay un comienzo.
Para Karmele, mi inspiración.
Sin ella, no podría haber sido posible esta novela, ni nada.
I
FUTURO EN EL PASADO
Matt aparcó el vehículo en el parking de la Universidad. Apagó el motor y se quedó sentado, taciturno y pensativo. Era la primera vez, en un año que iba a ver a Paula, su cuñada, desde que perdió a su mujer. No sabía cómo iba a reaccionar, ante este doloroso encuentro. Su cabeza, era un torbellino de sentimientos, dudas, reproches y dolor. ¿Cómo explicarle y hacerle entender, cómo se sentía, desde aquel fatídico día, en el que murió su mujer, y él no estaba allí? El deber para con su país, lo antepuso al de su familia. Debía haber sido él, el que estuviera en aquel coche, en cambio, estaba a muchos kilómetros de distancia. Miró hacia el retrovisor y el reflejo de sus ojos lo confundió. Eran extraños, lejanos y un atisbo de miedo asomaba en ellos. Le sudaban las manos y en lo más profundo de sus entrañas, notó un estremecimiento duro y frío. ¿Qué era aquello? ¿Sentía miedo? El soldado, curtido en muchas batallas, sentía miedo a enfrentarse a una pobre y desvalida mujer. Era algo extraño para él, la confusión que sentía, se volvió más cruel. La verdad, se abría camino. Comprendió, que el miedo era a sus propios sentimientos. No estaba seguro de poder seguir adelante. Sin embargo, era ahora o nunca. Tenía que dejar atrás ese capítulo de su vida, para poder emprender la nueva misión que le habían encomendado. Esa nueva misión tan complicada y diferente a las demás, que no sabía si sería de ida y vuelta. Tomó aliento y salió del coche. Subió las escaleras de dos en dos y entró en el edificio. No necesitaba preguntar dónde estaba su oficina, sabía muy bien el camino, pues, lo había hecho muchas veces con su mujer. Se paró ante la puerta, tomó aire y llamó. —Adelante. –Contestó una voz. 7
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Abrió la puerta y la vio sentada en su mesa de trabajo, rodeada de cientos de papeles y libros. Sus ojos se encontraron y la sorpresa y fascinación se reflejó en ellos. Titubeante, se acercó a la mesa y alargó la mano hacia ella. Paula, se quedó mirándo perpleja, sin saber qué hacer. Fueron unos instantes, que parecieron horas. Por fin, se levantó, rodeo la mesa, se acercó a él y lo abrazó. Él, al principio, se quedó rígido, pero aquel abrazo debilitó sus defensas y, poco a poco, también su dolor. Ella, se apartó un poco, sólo para poder fijar los ojos en él. No pudo evitar ver, su dolor reflejado. —Matt, no te culpes, era el destino. Sabes, que ella siempre pensaba, que las cosas no sucedían por que sí. No le hubiera gustado verte derrotado. –Le dijo, intentando tranquilizarlo y calmar, un poco, su dolor. —Paula… no estuve allí. Me fui sin despedirme, enfadado con ella porque no aprobaba que me volviera a ir… y no me lo podré perdonar jamás. –Le contestó compungido y destrozado por el sentimiento de culpa. —Matt, no le des más vueltas, ella te quería, sabía que tu obligación era más fuerte que su deseo de que te quedaras. Sólo quería tenerte más tiempo con ella, no quería perderte. Por favor, deja de disculparte, ocurrió y punto. No hubiéramos podido hacer nada ninguno de los dos. Era su destino. Como el tuyo será cuando llegue el momento, ni tú, ni nadie, podrá hacer nada por evitarlo. –Le dijo Paula enérgicamente. —Pero… yo… me hubiera gustado estar cuando me necesitaba y… –Matt no pudo terminarla frase, las lágrimas seguían rodando por sus mejillas, aunque luchando por detenerlas. —¡Ay Matt! Siempre queriendo salvar al mundo. —Sí. Pero no pude salvar a Helen. –Respondió Matt,
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en un susurro, mirando a Paula. Paula le acarició la mejilla y le dio un beso. —Lo que siempre he dicho, intentando salvar a todo el mundo. Siéntate por favor. Ella se fue hacia la mesa, mientras Matt, acercaba la silla y se sentaba frente a ella. —Veo, que han aumentado los papeles en tu mesa. –Dijo más calmado, señalando el montón de folios y libros que había sobre ella. —Sí. Estoy preparando una expedición a un yacimiento en Francia. Quieren un estudio detallado de todos los fósiles e instrumentos hallados. –Le contestó Paula, intentando aparentar despreocupación. —Vaya, parece interesante. —Si, lo es. Lo han descubierto hace una semana y data de entre 20.000 y 15.000 años. Tengo trabajo, seguramente, para varios años, puesto que, acaban de empezar los trabajos en la zona y parece que es un asentamiento importante. Ella estaba apoyada en la mesa, se quedó callada mirándole. Conocía muy bien esa postura, pies cruzados, brazos cruzados sobre el pecho y los ojos fijos en él. Era la postura típica de la familia de su mujer, cuando sabían que pasaba algo y esperaban respuesta. —Bueno Matt, ¿Qué más? –Inquirió Paula. Matt, se sentía como el alumno, delante de la profesora que le estaba haciendo, una pregunta de examen. —Tengo una misión. —Bien. ¿Y? —Hace dos meses que vine de Irak. Durante, todo este tiempo he ido de misión en misión, para no tener tiempo de pensar en Helen. No me importaba el riesgo. A la vuelta, me llamaron del Pentágono, me imagino, que por mi hoja de servicio y porque no había nadie que tuviera menos 9
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apego a la vida que yo. Me han ofrecido otra misión y la he aceptado. Pero… –Matt se cayó, sin saber muy bien como seguir. —¿Pero? –Le animó Paula. —Tiene su dificultad. –contestó Matt, sin levantar la vista. —Tú siempre has sabido salir de las dificultades. Hay que ver la colección de medallas que tienes en casa. —Esta vez no creo que haya medallas. Si sale bien nos volveremos a encontrar y seguiremos hablando. Si no… bueno he hecho un testamento en el que te dejo todo lo que poseo. –Le dijo Matt mirándola directamente a los ojos. Paula se enderezó. —Por favor Matt, me estás poniendo nerviosa. ¿Qué vas a hacer? —Ya te he dicho una misión, quizá la más difícil de mi carrera, pero, esta vez, la haré sólo. —¿Puedes morir? –Dijo ella nerviosa. —Bueno, en cada misión siempre cabe la posibilidad. Me he enfrentado a muchas, pero, siempre he visto a mi enemigo. Esta vez no hay enemigo. —No te entiendo. —No puedo hablarte de ella. Sólo que… cabe la posibilidad de que no volvamos a vernos. Paula, se estremeció y las lágrimas acudieron a sus ojos. Intentó hablar, pero, de su boca no salió sonido alguno. En su cabeza los sentimientos, las dudas y… ahora estaba segura el amor que sentía hacia Matt le atenazó la garganta. Bajó la mirada. Matt se levantó, la cogió de los hombros y la sentó en la silla. —Tranquila, soy muy duro de matar, cuando menos lo esperes apareceré de nuevo. Paula, no podía levantar la vista porque sabía que sus sen10
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timientos la podían delatar. Reunió todas sus fuerzas, para que salieran de su boca las palabras: —Ten cuidado, no puedo perder, en tan poco tiempo, a las dos personas que más quiero. Matt, hizo oídos sordos a este comentario y le contestó riéndose: —Aquí estaré, antes de que desaparezca todo este montón de papeles de tu mesa. Matt, se levantó y se dirigió a la puerta. —¡Espera Matt! Tengo algo para ti. Se dirigió a su mesa y del primer cajón extrajo una cajita y se la entregó. —Ella quería que tú lo tuvieras. Matt, cogió la caja y la abrió. Una sonrisa, se dibujó en sus labios. Allí estaba el anillo de compromiso que él le regaló, cuando le pidió que se casara con él. Era único, un amigo joyero se lo había hecho a medida. Era una fantasía, en oro, de un delfín que se enroscaba delicadamente en su dedo. Era el animal preferido de Helen. Para ella, era su talismán. Decía, que siempre le daría suerte. En su interior estaba escrito “Hasta la eternidad”. Se lo colgó al cuello, junto con sus chapas de identificación. Acto seguido, besó a la mujer, en la mejilla. —Gracias Paula, hasta pronto. Dio media vuelta, abrió la puerta y salió del despacho. Paula, se quedó mirando la puerta cerrada un rato, mientras, acariciaba la mejilla donde le había besado Matt, y dijo: —Adiós Matt, espero que nos volvamos a ver.
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II
Sobre el sofá, de su habitación, estaba tendido Robert, el encargado del experimento. Había sido una noche larga… bueno había sido toda la semana, o mejor dicho, desde que había comenzado esta operación no había podido dormir más de unas pocas horas cada noche. Siempre, había algo que salía mal o había que mejorar. Su equipo de trabajo, llevaba varios días sin dormir. De repente, escuchó abrir la puerta. —Robert, despierte, es la hora. – Dijo James, uno de sus colaboradores. —De acuerdo, ya voy. James, cerró de nuevo la puerta y se fue. Robert, se quedó un rato mirando la puerta cerrada. Seguidamente, se levantó de mala gana, se dirigió al cuarto de baño y se lavó para despejarse. Mientras se lavaba, observó su aspecto, en el espejo del baño. Llevaba varios días sin afeitarse y decidió hacerlo, la ocasión merecía estar presentable. Hoy, vendría una delegación de la OTAN para evaluar todo el proyecto y se jugaba el seguir con él o no. Más tarde, al salir de su habitación, se topó con Mary, otra componente de su equipo. Le miró reacia y dijo: —Robert, creo que es aún pronto. Deberíamos paralizar la operación. Ha habido varios fallos y el nivel de energía no llega a ser fijo. Fluctúa, y podría dar problemas. Sabes que nos jugamos mucho. —Lo sé Mary, pero, no puedo dar más largas a la Junta. Debe ser hoy o nos paralizan el experimento. –Intentó explicarle. —Todavía, no estamos preparados para usarlo con humanos. Una cosa son objetos o ratones de un sitio a otro. Otra, muy distinta, es trasladar a un ser humano de un con12
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tinente a otro. Es aún pronto, no se dan las condiciones para ello. –Le dijo de nuevo, intentando convencerlo. Robert, se empezaba a impacientar ante tanta insistencia. Bruscamente, le respondió: —No puedo hacer nada. Llevamos varios años y ellos quieren resultados. Los ensayos, fueron muy alentadores y no ha habido muchos fallos. Hasta ahora, todos los objetos han llegado en perfectas condiciones. Los análisis en los ratones han sido satisfactorios, sin cambios en sus genes, tú sabes, que debemos seguir adelante. Sin embargo, su colaboradora, no se dio por aludida y continuó con sus inquietudes. —¿Y el nivel de energía? No hemos podido aún estabilizarlo, es una persona la que vamos a enviar, su vida está en nuestras manos… Robert se paró y miró a la mujer. Sabía, que todas sus objeciones eran aceptables, él, en otras circunstancias, las habría respaldado, pero, ahora, no podía paralizar la operación. Ya no estaba en sus manos. —Mary, confiemos en que todo salga bien. Luego, tendremos más tiempo, para perfeccionar todos los detalles. Ella le miró. Movió la cabeza y frunció los labios. —Esperemos que vaya bien. No quiero ser responsable de la muerte de una persona. –Y siguió adelante. Robert la siguió. Tenía toda la razón. Ojalá saliera todo bien. No quería llevar en su conciencia la muerte de nadie. En aquel momento, en lo más profundo de sus entrañas, notó que algo no iba bien. Sin embargo, lo ignoró y siguió adelante. Al entrar en la sala, sus ayudantes estaban ultimando los preparativos y verificando los programas. Frente al trasladador de materia, estaba el equipo militar, que iba a verificar el ensayo. Entre ellos, reconoció al general Peterson. Había 13
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sido su enlace con la Junta Militar, desde que comenzó su trabajo. Desde arriba, le estaban apremiando para tener resultados lo antes posible. Lo cierto, es que habían invertido una gran cantidad de dinero y querían ver resultados. O funcionaba o lo cancelaban. Esas eran las órdenes, que le habían remitido al general Peterson. Y él, las iba a cumplir. Desde el principio, no estuvo muy convencido de que éste proyecto funcionara, era más ciencia ficción que realidad. Hasta que los ensayos empezaron a dar resultados. Y pensó que tal vez… –Robert! –Dijo el general, al verle entrar. –Deje que le presente al grupo que me acompaña. Ellos son los que van a evaluar la operación de hoy. Todos eran militares, le miraron serios e inclinaron la cabeza. Robert, les saludó y les invitó a pasar a la sala contigua. En ella, estaban varios de sus colaboradores poniendo a punto los ordenadores. Mary, se asomó por la puerta y dijo: –Robert, ya está aquí el sujeto. Miró por el cristal y vio al soldado que iba a realizar la misión. Salió y se dirigió hacia él. Estaba hablando con el general. Daba la impresión de que se conocían. —Bueno Matt, espero que no cojas catarro, por lo visto hace frío ahí dentro. —No te preocupes Pet, llevaré unos clínex, por si acaso. —Bienvenido Sargento. –Dijo Robert—. Espero que haya descansado bien, creo que ya le han inyectado el suero, ¿verdad? —Afirmativo señor. —Bueno, veo que va… armado. —Si Robert. –Dijo el general Peterson— Debe ir con el equipo de campaña y eso quiere decir con “el equipo de campaña”, por supuesto, no lleva todo el equipo necesario 14
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para una misión, sólo lo imprescindible, pero, las armas, entran dentro del equipo personal de un soldado. —Claro, claro, por supuesto general. —Debemos hacer las últimas comprobaciones, usted señor, debe ocupar su puesto en la cabina. —Bueno Matt, esta no es una misión como en Irak o Afganistán, pero, espero que acabe igual de bien. —Yo también, señor. Se cuadró delante del general y le saludó. El general, le contestó con el mismo saludo. Seguidamente, se estrecharon las manos y Matt se dirigió hacia la cabina. —Suerte, Matt. –Le dijo el General. Peterson, dio una orden mientras se dirigía hacia la sala de control junto a Robert, al instante, una compañía de soldados entró en las instalaciones y ocupó los puestos asignados. En la cara de Robert se dibujó el disgusto, nunca le gustó, que el ejército le financiara su experimento, pero, fue la única puerta que encontró abierta. Nadie, se molestó siquiera en estudiarlo, salvo Peterson. Y debía pagar este precio por llevar a cabo su proyecto. Echó una ojeada a todos los monitores, parecía que todo estaba en orden. La comunicación con Lyon estaba establecida y al otro lado de la pantalla veía a Louis. Se había hecho cargo, de la otra parte del experimento, en Lyon. —Louis, ¿Qué tal está todo? —Bien, Robert, solo me preocupa la refrigeración de los generadores, sabes que han dado problemas. Debo plantearte mis dudas sobre la operación, creo que aún es pronto… —Bueno, bueno. Ya lo discutimos ayer, hoy es el día, No nos dan más margen. La junta militar de evaluación ya está aquí, supongo que la de allí también. –Le respondió rápidamente Robert, quitándole importancia. 15
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—Sí. Llevan más de una hora esperando. —Bien, pues, comencemos. Robert, miró a sus ayudantes y a Mary. Esta, tomó aire y preguntó por su intercomunicador si ya estaban preparados en la cabina. Por los altavoces, respondieron afirmativamente. Seguidamente, se cerraron las compuertas y comenzó la cuenta atrás. —Matt, ¿Se encuentra bien? –Peguntó Mary. —Afirmativo señora. –Respondió. —Vamos a comenzar. Notará que la luz dentro del compartimento va aumentando, así como la sensación de frío. Es normal. —De acuerdo. Ya voy notando como baja la temperatura. —Bien. –Contestó Mary—. Ahora irá sintiendo como su cuerpo va perdiendo peso, que no siente el suelo. Puede sentir algo de mareo, pero es normal, estamos digitalizando su cuerpo. Matt asintió. Lo estaban monitorizando por la pantalla y todo estaba en orden. —Señor, los generadores parpadean. Informó uno de los ayudantes. —Bien, está dentro de los márgenes. —Luis, comenzamos a enviarte la información de la digitalización. ¿La recibes? —Si, están llegando los datos. —Bueno, llegó el momento. Mary, comience el traspaso de la descomposición molecular. Mary, le miró un instante, dudando, pero, seguidamente, apretó el botón de su teclado. La luz, empezó a hacerse más intensa en la cabina. Los puntos vitales de Matt, empezaron a dar información de su estado, en el monitor. —Matt, ¿Qué tal se encuentra? 16
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—Hace mucho frío y la luz es muy intensa, aún cerrando los ojos la percibo. –Respondió Matt, tiritando. —Tranquilícese, es por la descomposición molecular. En breves momentos, sentirá como un fogonazo y luego comenzará a sentir menos frio y se hallará en Lyon. Puede, que pierda el conocimiento, pero tranquilo, se despertará rodeado de un equipo médico. —Ok, me tranquiliza, señora. –Consiguió articular, aunque, con esfuerzo. —De acuerdo, relájese, comenzamos la última cuenta atrás. El contador se encendió en 10 y comenzó su descenso 9… La luz de la cabina era intensa, 8… Su otra cabina gemela, en Lyon, también empezó a iluminarse, 7… todo iba bien, de momento. 6… La potencia era máxima. Todos los ordenadores estaban reflejando como el traspaso estaba siendo realizado. El chivato de los generadores pitó. Perdía potencia. No refrigeraba como estaba previsto. 5… —Robert, falla la refrigeración de los generadores. –Replicó nervioso Louis desde Lyon.— Todo está temblando. Desde la cabina proviene un pitido que se está haciendo muy intenso e insoportable. Debemos abortar. 4… —Aquí también ocurre lo mismo. Creo que tienes razón. –Gritó Robert. —Señor, –gritó un ayudante frente a una pantalla— El sujeto ha sido transferido. —Dios no hay vuelta atrás. Debemos continuar. Den más potencia. –Robert, ansioso, iba de un monitor a otro. 3… La cabina donde estaba Matt se apagó. Se había realizado la transferencia. Ahora, todos los ojos estaban sobre el monitor, que estaba grabando la cabina de recepción, en Lyon. —Señor, los generadores están al límite. –Comunicó el 17
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interlocutor desde Lyon. 2… La cabina estalló en pedazos. La comunicación quedó interrumpida. Nadie, daba crédito a lo que acababa de suceder. Mary, observaba nerviosa a Robert. Los miembros de la Junta se habían levantado y hablaban entre ellos. —Por favor restablezcan comunicación con Lyon. –Ordenó nervioso Robert. —Señor, no contestan. La comunicación online está cortada. Tras varios minutos… —Robert. –Dijo Mary, acercándose y dándole el móvil–. Lyon. Tras un momento al teléfono Robert se giró hacia las personas que estaban en la sala y les dijo apesadumbrado: —El ensayo ha fallado. Los generadores no han aguantado sin refrigeración. Al final, ha estallado la cabina por el sobrecalentamiento. El sujeto ha fallecido. —El sargento Matt… ¿ha muerto? – Preguntó el general, incrédulo. —No sé cómo definirlo. Literalmente, se ha desintegrado. En los restos de la cabina, no han encontrado su cadáver. –Respondió nervioso y acelerado Robert, mascullando entre dientes: todo estaba correcto… todo funcionaba bien… Se repetía una y otra vez dentro de su cabeza. El general Peterson seguido por el grupo de evaluación, salieron de la sala. Después, de un tiempo hablando y deliberando, el general regresó a la sala seguido de un grupo de soldados que comenzaron a recoger todo el material de los archivos. Peterson se dirigió a Robert que seguía con la mirada perdida. —Lo siento, la Junta ha desestimado el proyecto. A partir de este momento, no existirá nada relacionada con él. Todo 18
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el material, será clasificado y guardado en zona reservada. Ni que decir tiene, que todo lo ocurrido no debe ser comunicado ni difundido fuera de estas instalaciones. Estamos hablando de alto secreto militar, la pena que conlleva su divulgación es la muerte. ¿Lo comprende, no? Robert fijó la mirada en el general. Lo miró echando chispas por los ojos y le dijo: —¿No se da cuenta que ha muerto un hombre? ¿No tiene sentimientos? ¿Pero, de qué está usted hecho? ¿Qué hacen sus hombres? –Dijo consternado al observar como recogían todo el fruto de su trabajo. —Soy consciente de todo lo que ha sucedido. El sargento Matt, se presentó voluntario para esta misión, sabiendo los riesgos que conllevaba. —Pero… ha muerto. –Intentó seguir hablando Robert. Peterson, levantó la mano, interrumpiendo a Robert, mirándolo con dureza, le espetó. —No soy ajeno ni insensible a lo que ha ocurrido. El sargento y yo hemos realizado muchas misiones juntos, algunas de ellas, muy peligrosas. Pero, así es la vida de un soldado. Las instalaciones serán cerradas. Los soldados les acompañarán a recoger sus enseres personales y recopilarán todo el material que posean sobre el proyecto. Gracias por su colaboración. Dio media vuelta, sin volverse a mirar y salió. Robert, se quedó pensando en las palabras del general. Todo había acabado. Al final, solo había conseguido ser responsable de la muerte de un hombre. Miró a su derecha, allí estaba Mary. Las lágrimas corrían por sus mejillas. —No debimos haberlo intentado jamás. –Le dijo Robert, mirándola–. No debía de haber fallado nada. —Si Robert, no debimos haber iniciado este proyecto. Lo lamento muchísimo. Será mejor que nos vayamos. Aún 19
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así, quiero pensar, que el sujeto no sufrió ni se dio cuenta de nada, cuando estalló la cabina. Los datos de digitalización de su cuerpo ya se habían remitido al receptor en Lyon. No entiendo, porqué allí no apareció su cuerpo. —Quizás, nunca lo sepamos Mary. La cogió del hombro, salieron de la sala, dio un último vistazo al lugar en el que había empezado su trabajo y en el que, al mismo tiempo, acababa su sueño. Días después, Paula, estaba terminando de recoger unos libros cuando, Joan la secretaria, llamó a la puerta. —Paula, una carta del Ministerio de Defensa. –Le informó. —Déjala encima de la mesa. –La respondió sin mirar. La secretaria dejó el sobre y salió. Paula, levantó los ojos y lo miró. Sabía lo que ponía la hoja de su interior. Ya había visto varias igual a esa, recibidas por algunas amigas. Terminó de guardar los libros en su maleta. Tenía un viaje de trabajo. Se dirigió hacia la puerta, la abrió y antes de salir, volvió la vista hacia el sobre. —Adiós Matt, espero que hayas encontrado lo que andabas buscando. –Dijo dirigiéndose al sobre. Se giró y salió por la puerta cerrándola con llave.
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III
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Shany, jugueteaba entre sus dedos con su colgante. Le encantaba, acariciar el pez labrado en ámbar. Era bonito, cálido y muy suave. Era un presente de su padre, hacía ya muchos años. Fue un regalo, por el día de su madurez. Hacía una eternidad de aquello. No existían muchos como este, eran difíciles de adquirir, y sabía, que su padre, habría tenido que dar una gran cantidad de sus valiosas puntas de lanza por él. Aquel día, fue el mejor de su vida. ¡Cómo lucía con su vestido nuevo! Y aquel maravilloso colgante. Ahora, sólo era un recuerdo. Ya habían pasado diez veranos, desde entonces. Este año, irían a la fiesta de madurez de su prima y estaba nerviosa. Llevaban dos estaciones comerciando, y la gente de su tribu les estarían esperando, expectantes, para escuchar sus historias y para ver las cosas que habían conseguido intercambiar. Todas sus amigas, habrían cambiado. Seguramente, las más jóvenes ya estarían casadas y las de su edad tendrían ya varios hijos, era lo que se esperaba de cualquier chica, después, de convertirse en mujer, emparejarse con un hombre y darle muchos hijos. Bueno, de casi todas. Ella era una excepción. Ya con veintidós veranos, era mayor para que alguien se fijara en ella. Si tuviera hijos… sería más fácil. Siempre, había sido delgada y eso no gustaba mucho a los hombres, que preferían una mujer más femenina, con más carnes como las imágenes de la creadora. Pero, había salido a su madre y ella no era de ese tipo. Naxi, su madre, no era de la tribu de su padre. Vino con ella, hacía ya muchos años, después, de uno de sus viajes de intercambio comercial. Como tardó mucho tiempo en regresar, todo el mundo pensó que no volverían a verlo con 21
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vida. En cambio, volvió con una mujer, que según él, conoció en una aldea donde la tierra acababa y comenzaba el mar. La gente de la tribu tenía sus reservas. No conocían a nadie que hubiera ido y vuelto desde tan lejos. La mujer que le acompañaba era extraña. Su piel era más oscura, su pelo rizado y muy negro. Su cuerpo alto, esbelto y atlético, que le daba un aspecto exótico, sin olvidar el tipo de ropa que llevaba, totalmente diferente, al que usaba el resto de la gente de la tribu. Después de aquel viaje, nunca volvió a ir tan lejos. Aunque, los viajes de comercio, que realizaban con él, les solían llevar a sitios muy lejanos, y eran tema de charla cuando volvían a la fiesta de verano, cosa que no ocurría muy a menudo. Pero, al menos, no se encontraría tan sola esos días, y lo podría pasar hablando y viendo a sus amigas y familiares. Tampoco, se podía quejar de su vida, conocía más sitios y gente, que cualquiera de sus amigas. En los viajes, además de su padre y su madre les acompañaba su abuelo Urba, su hermano Buki y su mujer Kara. Tener a otra chica en el grupo había sido algo extraordinario. Por fin, podía hablar con alguien de su edad. Bueno, tenía siete años menos que ella, pero, era mujer y al menos podía hablar de cosas de chicas con ella. Hacía cuatro meses que estaba con ellos. La conocieron en un poblado y su hermano se quedó prendado de ella y ella no puso reparos. Las conversaciones para la unión fueron rápidas. Su padre, necesitaba armas y las puntas de lanza de su padre eran muy conocidas y de gran calidad, así que, después, de unos días de trabajo y varias puntas de lanza, la unión quedo establecida. Kara, se adaptó muy bien a su nueva vida con el grupo. 22
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Y mi hermano… bueno, ahora, no tenía tanto tiempo para estar conmigo. Ya era un hombre tenía más responsabilidad, además, pasaba más tiempo trabajando y haciendo puntas para lanzas y herramientas para cambiar con otros poblados. —Shany, levanta. –Llamó su madre, desde fuera de la tienda. —Voy, madre. Se puso su ropa y salió. Como ya empezaba a hacer calor, solo llevaba una falda alrededor de la cintura. Y, por supuesto, su colgante. —¿Te has dormido? –Le preguntó su madre, que estaba preparando los recipientes, para tomar el desayuno. —No, madre. Estaba despierta. —Seguro que soñando, como siempre. —Sí. Seguro que con un cazador que la lleve a su cueva ja, ja, ja. –Contestó su hermano, saliendo de la tienda junto a Kara. —¡Madre! –Contestó airada Shany. —Tranquila, hermana, que es broma. –Contestó riendo, su hermano. —Buki… no fastidies a tu hermana. –Dijo su padre—. Tomemos tranquilos el desayuno que hoy tenemos un día largo. Hemos ido a ver el terreno y el arroyo está crecido y deberemos dar un rodeo para cruzarlo. Vuestro abuelo, sabe de otro paso más arriba donde podremos vadearlo más fácilmente. Todos, se sentaron alrededor de la lumbre y desayunaron la carne de la cena anterior, sin hablar. —Padre, –preguntó Buki—. El poblado al que vamos, ¿Queda muy lejos? Baku, su padre, miró al anciano, y tras intercambiar entre ellos unas palabras, dijo: 23
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—Calculamos, que se encuentra pasadas esas montañas. No más de seis o siete días. Depende, de lo que nos cueste encontrar el nuevo paso del rio. Todos callaron y continuaron comiendo. Kara, se levanto de repente y fue corriendo hacia unos arbustos y se puso a vomitar. Baku, miro a Naxi, esta se levanto y se dirigió hacia Kara. El joven marido, observaba la situación nervioso, nunca había visto a su mujer enferma. Tras unos minutos, las dos mujeres regresaron y tomaron asiento. Naxi, comentó algo a su marido. Buki, abrazo a su mujer y con la mirada buscaba respuestas, en los ojos de sus padres. —Tranquilo hijo. –Dijo Naxi—. Solo son los primeros síntomas de su embarazo. —Enhorabuena hijo, vas a ser padre. –Dijo Baku, su padre dándose unas palmadas en la pierna derecha. Y, seguidamente, echándose a reír. Buki, abrió los ojos de tal manera, que parecía que se le fueran a salir de las órbitas. —Pero... como ha sido... yo... —Tú sabrás que habéis estado haciendo, todas las noches, bajo las pieles. –Rió su padre. Buki y Kara, se sonrojaron tanto que la situación, aún, hizo más gracia a todos. Al cabo de unos minutos, de risas y gracias, por la bendición que se les había otorgado, volvieron a sus trabajos. Plegaron las tiendas, metieron sus enseres en las mochilas y se pusieron en marcha. El día, comenzaba fresco y soleado, seguramente, hacia el mediodía, la temperatura subiría. El terreno era llano y esperaban cruzar el río, antes de parar a comer. Sobre el mediodía, encontraron el vado y sin mucha dificultad, cruzaron hasta la otra orilla. Al llegar, a una arbo24
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leda, decidieron parar. Comieron carne seca y frutos secos. Al cabo de una hora, ya estaban, de nuevo, en camino, uno detrás de otro, en dirección a la montaña, que tenían frente a ellos. Al atardecer, se detuvieron frente a un arrollo y decidieron que era un buen sitio para acampar. Baku, hizo un gesto a su hijo y se alejaron en dirección al arbolado. Entretanto, el resto levantaron las tiendas, recogieron leña y encendieron el fuego. Naxi dijo a Shany, que le acompañara a buscar agua. Mientras caminaban, Naxi observó a su hija. Desde que partieron, por la mañana, no había hablado mucho, y eso, en ella, era algo raro. —¿Qué te pasa, hija? —Nada madre. –Contestó Shany. —¿No estás contenta por tu hermano y su mujer? –Le preguntó. —¡Oh si, madre! —¿Entonces? Al llegar al riachuelo se agachó para recoger agua en el pellejo y dijo algo avergonzada: –Tengo celos. —Comprendo. —Pero no pienses mal. Me alegro mucho. Y estoy muy contenta por ellos. Pero.... –Levantando la vista hacia su madre continuó— Y ¿yo? Me estoy haciendo vieja y no tengo marido ni hijos. —Cariño, no eres vieja. —Madre, todas las chicas de mi edad ya están casadas y tienen hijos. Cuando lleguemos a la fiesta de verano todos me mirarán y hablarán de mí. —Hija, llegará tu momento. Conocerás a tu hombre y le darás hijos. Solo que aún no lo has encontrado. No tengas prisa. Cuando conocí a tu padre, tenía un año menos que tú, y mira, no nos ha ido tan mal. 25
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—No sé madre. Ves a esas chicas tan guapas y con esos cuerpos como la Madre y todos las miran y desean. En cambio yo, soy distinta y fea. No les gusto. —No digas eso, tú no eres fea, eres muy guapa. Y yo no creo que tu cuerpo sea menos sugerente que el de otra mujer. Mírame a mí. Soy como tú, y sin embardo, a tu padre le gusté y me pidió que compartiéramos nuestras vidas. —Ya, pero, padre es distinto, aquí, no hay ninguno como él. Deberíamos ir más al sur y llegar hasta el mar. Cerca de donde tú vivías, igual, allí, encontraría quien quisiera vivir conmigo. —Hija, no creas que por ir más lejos vas a encontrar la felicidad. —Padre sí la encontró. —Hija, piensa, que seguramente, en la fiesta de éste año, haya un hombre para ti. Además, no sé si te has dado cuenta. –Dijo su madre mirándola de arriba abajo—. Ya no tienes el cuerpo de antes, no estás tan delgada como el año pasado. Y que sepas que algunos chicos en la fiesta de unión de tu hermano, se interesaron por ti. —¿De verdad? —Claro hija. Shany sonrió, recogió los odres de agua y se dirigió hacia donde estaban instalado el campamento. Su madre, la siguió. "Ojalá encuentre un hombre" pensó. Al llegar, encontraron unos conejos, que habían cazado padre e hijo, limpios y preparados para cocinar. Esa noche, todos estuvieron felices y gastaron bromas a los futuros padres. Y, hasta Shany, disfrutó. Solo su madre estaba preocupada, habría que concertar una boda para su hija, pero no lo veía claro, era ya mayor y sin hijos... sería complicado, aunque, igual alguien que hubiera perdido a su pareja... podría ser una solución. Mejor, lo hablaría al día siguiente con Baku, a él, seguramente se le ocurría alguna solución. 26
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La mañana amaneció gris. El cielo, desde primeras horas se fue cubriendo de nubes y para cuando pararon a comer ya estaba empezando a caer una fina lluvia. Por la noche, la lluvia se intensificó. Al día siguiente, el tiempo seguía igual y optaron por ir hacia una pequeña cueva, que conocían a las faldas de la estribación montañosa. Se desviarían algo del camino, pero, al menos, dormirían secos. Al atardecer, llegaron a su destino. Se avecinaba una fuerte tormenta y seguramente tendrían que pasar varios días, parados, hasta que el tiempo mejorara y permitiera reanudar el viaje. Los hombres, salieron a cazar y las mujeres recogieron toda la leña que pudieron por los alrededores. Hicieron un fuego y pusieron a secar la ropa que traían. Acomodaron, lo mejor que pudieron, las pieles para dormir y cuando La tormenta empezó a descargar con más fuerza, regresaron los cazadores con un venado. Comenzaron a limpiar el cuerpo del animal, separando la piel por un lado y la carne por otro. Esta, la cortaron en tiras y la pusieron a secar. Esa noche, cenaron los órganos internos. El resto, lo enterraron fuera para que no atrajera su olor a ningún animal. Cuando, todos se habían ido a dormir, Naxi se acercó junto a su marido, que se encontraba a la entrada de la cueva mirando hacia la tormenta. Este, al verla, la atrajo hacia si poniéndole el brazo por los hombros. Esta, le preguntó: —¿Qué opinas? —Parece que va a ser una tormenta fuerte y seguramente de varios días. Hemos visto varios rebaños, así que, por la comida no debemos preocuparnos. –Mañana, recogeremos más leña y la dejaremos secar, hay mucha por los alrededores. 27
CLEMENTE RUIZ SÁNCHEZ
Al rato, Baku, se dio cuenta, que algo inquietaba a su compañera. —¿Qué te preocupa? –Le preguntó. —Shany. —¿Shany? Ya. Creo que comprendo. —Se va haciendo mayor, y no estamos mucho tiempo en un sitio, para que pueda encontrar pareja. —Lo sé Naxi, ya me he dado cuenta. Bueno, creo que cuando lleguemos a la fiesta de verano de éste año, sería un buen momento, para descansar una temporada con nuestro pueblo. Hay que dejar que nazca el hijo de Buki. No es muy aconsejable, andar por ahí con un niño tan pequeño. Necesito material para mis puntas, se me está acabando, y no lo hay mejor que el del valle de nuestro pueblo. —¿Y sobre Shany? –Inquirió Naxi. —Hablaré con mi hermano Kay, seguro, que podremos encontrar un buen hombre para ella. Lo que no sé, es si él vendría con nosotros cuando iniciáramos de nuevo la temporada de comercio. —Bueno, pues, que tu hermano, le busque un hombre que le guste comerciar. —Ya veremos. Ahora, lo mejor será preocuparnos de pasar, lo mejor posible, el tiempo que tengamos que estar aquí, por culpa de la tormenta. Ella, colocó su cabeza sobre su pecho y él le acarició el pelo. Así, se quedaron un rato, viendo como la tormenta se iba acercando y los rayos iluminaban la tierra a su alrededor.
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IV
FUTURO EN EL PASADO
Matt, notó como se iba despertando. Se sentía totalmente entumecido. Seguramente se habría desmayado. Le escocían enormemente los ojos, aún continuaba con la ceguera producida por el fogonazo. No oía nada a su alrededor, solamente el suave trino de unos pájaros. Poco a poco, se incorporó y se quedó sentado. Ya comenzaba a recuperar la vista. Lo primero que vio, con nitidez, fue un árbol. Esto, lo dejó un poco perplejo, pero, mucho más, cuando miró a su alrededor. Estaba en medio de un prado, rodeado de una arboleda. Cerró los ojos y sacudió la cabeza como para despejarse. Era imposible. Volvió a mirar y todo seguía igual. Se puso en pie y al enderezarse sintió un momento de vértigo. Se tranquilizó y espero a que se le pasara el malestar. Al cabo de un momento, busco con la mirada, donde se encontraba su equipo. No estaba lejos de él, se tranquilizó, después de comprobar que estaba todo y en buen estado. “Bueno, muerto no estoy, de eso estoy seguro. Y soñando tampoco.” –Pensó—. “Bien, pensemos, puede que se hayan desviado de su objetivo, lo cual podría ser factible, al ser la primera vez que ejecutaban la misión. No debo preocuparme, estarán rastreándome. Por otro lado, también, podría ser, que fuera una prueba, para ver como actúo en caso de fallo. De todas formas, debería moverme y tratar de encontrar un lugar habitado, allí podré comer algo, asearme y llamar por teléfono.” –Decidido, se puso en camino. Al principio lentamente, pero, poco a poco fue intensificando el ritmo. Según la ubicación del punto al que iba a ser enviado se encontraba cerca de Lyon, en el mapa estaba cerca de un parque natural, al oeste. Así que, consultó su brújula y optó 29
CLEMENTE RUIZ SÁNCHEZ
por esa dirección. No sabía si sería la correcta, pero hacia el este estaba el mar y sería más fácil encontrar algún lugar habitado, carretera o vía férrea. Por la posición del sol dedujo que serían las seis o las siete de la tarde. Si no encontraba algo que le pudiera dar una posición aproximada de donde estaba, pasaría la noche a la intemperie. Estaba muy acostumbrado a dormir bajo el cielo, así que, no sería un inconveniente. Aunque, no esperaba que fuera a encontrarse en ésta situación. Tras varias horas de caminata, no pudo dar con ningún pueblo ni granja. Esto, la verdad, le resultó raro, pero, si estaba en un parque natural, o algo parecido, lo lógico sería que el hábitat, fuera lo más natural posible para no interferir en su ecosistema. Cuando notó que la luz empezaba a menguar, decidió parar y acampar bajo unos árboles. Comió de las raciones de campaña que llevaba. No había metido el saco de dormir, así que acomodó la mochila bajo su cabeza y se acostó. Tardó bastante en dormir. Alrededor, oía los gruñidos de animales, el canto de algún tipo de pájaro, y el rugido de un animal que le recordó al de un león. La verdad, raro en Francia, pero quien sabe, de los franceses puedes esperar cualquier cosa. Antes, de quedarse dormido, colocó la mano sobre su fusil, dispuesto para el ataque, por si acaso. A la mañana siguiente, bebió un poco de agua y emprendió de nuevo el camino. Todo el paisaje era igual, campiña y arboledas. A lo lejos, divisó rebaños de venados, ciervos, caballos, y, otros, que no supo distinguir. Al mediodía, paró para comer y continuó. Por la tarde, llegó ante una pequeña colina. Decidió subirla, porque seguramente, desde allí, tendría una mejor visión de donde se encontraba. Cuando subía, algunos rebaños de cabras montesas salieron en estampida al verle. Al cabo de una hora, llegó a la cima. 30
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Desde allí, la visión era increíble. Una vasta extensión de terreno, hasta donde abarcaba la vista, en todas direcciones, y al frente, una gran estribación montañosa, pero, ni rastro de pueblo, ciudad o vida humana. “Donde narices estaba”. Estaba anocheciendo y decidió quedarse a pasar la noche. Seguramente, podría orientarse por las luces de vehículos o de alguna población. Sin embargo, con la noche cerrada no vio rastro de luz en ninguna dirección. Esto, lo dejó desconcertado y perplejo. No podía ser. Debía haber alguna señal para orientarse. Era como si todo se hubiera apagado y sólo hubiera quedado la luz de la luna y las estrellas. ¿Podrían haber fallado y haberle mandado a otro sitio? ¿África tal vez? La noche anterior pareció oír el rugido de un león. Su cabeza era un torbellino, lleno de preguntas sin respuestas, estaba totalmente confundido. Lo realmente extraño, era no ver ninguna luz. Nada. Ningún ruido de vehículo alguno. Sólo, sonidos de animales. ¿Realmente podría estar en África? ¿Tal, podía haber sido el fallo? Lo dudaba. El, había estado en ese continente y la vegetación no coincidía con la que él recordaba. Ésta era más bien la típica de Europa. Pero, ¿dónde diablos estaba? Ya no pensaba que fuera una prueba de evaluación, no había rastro de equipo de búsqueda y salvamento. Realmente había fallado la misión, o al menos, no le habían enviado a su destino. No sabía que pensar. Tras un rato observando, decidió sentarse y cenar algo. Al poco tiempo se tumbó y observó el cielo. Estaba inmenso, colmado de estrellas. Decidió no pensar y despejar su mente. No se daría por vencido y continuaría al día siguiente. Quizás, detrás de las montañas, que veía al frente, tendría mejor visión. Cerró los ojos y cayó en un profundo sueño. 31
CLEMENTE RUIZ SÁNCHEZ
Al despertarse, el cielo estaba cubierto y gris, notó que por el Norte, iban aumentando las nubes. Con total seguridad que traerían lluvia. Debería llegar a esas montañas y buscar refugio. El día paso monótono. El cielo se fue cubriendo y empezaron a caer algunas gotas. Acampó bajo unos árboles, pero la lluvia no cesaba, cada vez llovía más. Por la mañana, totalmente calado, continuó andando, al menos, el cuerpo mantendría el calor. Cada vez, la tormenta era más fuerte y los truenos retumbaban como cañonazos. Casi exhausto, llegó a un terreno más elevado que daba paso a las montañas. Su ánimo mejoró. Quizá encontraría algún refugio de pastores o cazadores donde guarecerse. Pero, nada. Al final, decidió acomodarse entre unas rocas. No era gran cosa, pero, estaría a cubierto del viento y el agua y podría reponer fuerzas. Esa noche, cenó su última ración. Los siguientes días, tendría que cazar algún animal, para alimentarse. Sonrió, ante este pensamiento. Hacía años, que no disparaba contra un animal. La última vez, fue en el rancho de su familia y de eso hacía ya demasiado tiempo. Fue su abuelo, quien le enseñó a usar el fusil. Vivía largas temporadas, con sus abuelos, en el rancho. Su padre, estaba siempre de viaje. También, fue militar, con poco tiempo para la familia. Junto a las tierras del rancho, estaba una reserva de indios. Allí conoció a Joe, el nieto de Little Eagle, el jefe de la tribu. Juntos, vivieron estupendas aventuras, entre la naturaleza salvaje. Fueron unos maravillosos años, hasta, que se hicieron mayores y tomaron cada uno, caminos distintos. Él, se hizo militar, como su padre y su amigo, médico. El viejo indio, sin embargo, fue un hombre fuerte y curtido que vivía en armonía con la naturaleza, quien les en32
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señó a cazar con arco. Les solía decir, que un hombre tenía que saber cazar y luchar con arco y el mejor arco, era el que uno mismo fabricaba, lo mismo que las flechas. Así fue, como aprendieron a cazar juntos y pasaron sus mejores años Viviendo como auténticos salvajes. Aunque, en secreto, prefería cazar con el viejo rifle de su abuelo. Últimamente ya no cazaba animales solo hombres, que a su vez intentaban cazarlo a él. Se acomodó lo mejor posible, después, de cambiarse de ropa. La dejó sobre la mochila. Sabía que no estaría seca al día siguiente, pero al menos, ahora dormiría seco. Esa noche, volvió a oír los rugidos de las noches anteriores. No le gustó nada. Eso, era lo único que le producía cierto malestar de toda ésta situación. Al despertar, vio que seguía lloviendo, y realmente con ganas. Lo mejor sería quedarse allí todo el día resguardado. Pero, y si ¿Sólo tenía que pasar esas montañas y al otro lado estaba el final de su viaje? Decidió que debía intentarlo. Como mucho, se volvería a empapar. Volvería a cambiarse de ropa, guardaría la seca para cuando tuviera que parar, y se pondría, de nuevo, la húmeda. Cuando acababa de quitarse la ropa seca, un gruñido le erizó los pelos de la nuca. Sin mirar, y moviéndose muy lentamente, cogió el fusil y lo montó. Cuando se giró, se le salieron los ojos de las órbitas. Delante de él, a menos de dos metros, Se encontraba un león. Pero, no era un león normal, era enorme y con unos colmillos que impresionaban. El rugido que soltó, retumbó dentro de su cerebro. Disparó su arma al aire, intentando asustarle. El león ni se inmutó. Al contrario, se tensó sobre sus patas, y con un gruñido, saltó sobre su presa con las zarpas abiertas. Matt, saltó hacia un lado y disparó contra el animal, lo que provocó que el león se enfureciera y le asestara furiosos zarpazos. 33
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El cuerpo de Matt, fue lanzado hacia varios metros, como un muñeco de trapo. Sintió el golpe, notó como la sangre manaba de las heridas que cubrían todo su cuerpo. Observó como el león se enredaba, ahora en desgarrar la ropa, la mochila y todo lo que encontraba a su paso. Matt, se arrastró hacia el fusil, que había caído cerca de él, En ese momento, el león, giró la cabeza y fijó de nuevo su atención sobre él. Enfurecido y con las fauces abiertas saltó, de nuevo, sobre su presa. Una ráfaga salió del fusil y el león, cayó muerto sobre el cuerpo del hombre. El peso era enorme, por momentos, su respiración se hacía más difícil, seguía desangrándose y su fuerza se iba debilitando, no podía moverse... La vida se le iba por momentos se estaba sumiendo en un terrible sopor. Siempre, creyó que moriría en un ataque, por el disparo de un soldado enemigo, no así, atacado por un león. Era irónico, una sonrisa cruzó sus labios. La vista se le nublaba. —Helen… –Susurró, antes de que su conciencia se fundiera con la oscuridad.
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V
FUTURO EN EL PASADO
El día, continuaba igual que los anteriores, lluvioso y gris. No estaban de muy buen ánimo, los miembros del grupo, mientras desayunaban. Esta situación, retrasaría el paso de las montañas. Baku, miró la carne en tiras que se estaba secando al lado de una pared. Sería suficiente, si el mal tiempo no dura mucho. Sin embargo, el aguacero que estaba cayendo, le daba la impresión que duraría varios días, entonces, su situación podría ser difícil. Miró hacia dentro y vio a las mujeres recogiendo los utensilios del desayuno para limpiarlos a la entrada. Buki y el abuelo fueron hacia donde estaba la piel del venado. Naxi se acercó a él y se quedó a su lado. Al poco tiempo, le preguntó, un tanto preocupada. —¿Crees que tendremos que estar mucho tiempo aquí? Su hombre, se quedó mirando al suelo, mientras pensaba la respuesta. Al cabo de un rato, levantó la vista y dijo: —No lo sé. Llueve mucho. Hace tiempo, que no veía una tormenta igual. Espero, que amaine pronto. Pero, aún así, deberemos esperar varios días, para que el suelo filtre el agua. No se puede caminar mucho sobre el barro. La verdad, no sé qué decirte. Ella, observó la expresión de su cara. Estaba ceñuda y seria. Pocas veces, le había visto así. Se dio cuenta, que la cosa era seria. Mejor, cambiar de tema. Miró alrededor y dijo: —Bueno, en peores sitios hemos vivido. Aprovecharemos para curtir la piel y secar bien la carne. Las chicas, podrían remendar algunas prendas que están gastadas. Tu padre y tú podríais practicar con Buki para perfeccionar sus trabajos. Al menos, pasaremos entretenidos el tiempo. Baku miró a su mujer con admiración. Estaba seguro de 35
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que en ninguna parte hubiera encontrado una mujer mejor. Ya había organizado todo el trabajo para pasar el tiempo de espera. Las facciones de su semblante, se suavizaron mostrando una amplia sonrisa. —Querida, serías una buena jefa de tribu. Ella se ruborizó, eso, eran cosas de hombres. Ellos eran los responsables de organizar, cazar y defender a las familias. Sin embargo, se sintió alagada y agradecida de que su compañero pensara así de ella. Mirando al suelo, le respondió: —Sabes, que no he querido decirte lo que debes hacer. Sólo eran pensamientos dichos en voz alta. —Ja, ja, ja. –Su sonrisa, se convirtió en carcajada—. Tranquila mujer. Te lo he dicho porque me ha parecido una buena idea. Además, sabes que me gusta, que compartas conmigo tus opiniones. Poniéndole la mano bajo su barbilla, le levantó la cara y la dirigió hacia él. —Cariño, eres estupenda. No podría haber deseado otra compañera que no fueras tú. –Y la besó. Ella sonrió y le devolvió el beso. —Bueno, pues supongo que tendré que ir a por más leña. La de ayer, casi se ha acabado. No pensé, que trajerais un animal tan grande, con tanta carne para secar, hará falta mucha leña. Como ya cogimos toda la que había por los alrededores, ahora tendremos que ir, algo más lejos. —No me parece buena idea que salgas sola, con las chicas, con este tiempo. Podría pasaros algo. Iré con nuestro hijo y haremos varios viajes. Con la decisión tomada, se pusieron unas pieles por encima de la cabeza, que les cubría el cuerpo, para no mojarse y salieron. Efectivamente, no había mucha en los alrededo36
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res. Tras recoger, toda la que encontraron, hicieron un pequeño montón y lo ataron. —Padre, ¿Cree que es suficiente? —No, hijo. Creo, que dejaremos este montón aquí e iremos hacia aquel arbolado, el que se ve cerca de aquellas rocas. Buki, miró y calculó que tardarían por lo menos una hora en ir. Menudo chaparrón. Tenía el calzado empapado y embarrado. Le costaba levantar los pies del suelo, pero, continuó caminando. Al llegar cerca de las rocas, les paralizó el sonido de un rugido. Se miraron y corrieron a esconderse tras unos matorrales. Sabían muy bien, quien producía ese sonido. Se asomaron, ligeramente y lo vieron. Un león acechando una presa frente a unas rocas. Si tenía comida, no se preocuparía por ellos. Dos hombres con lanza, no eran un peligro para él. Observaron como saltaba hacia su objetivo. Pobre animal, pero, ellos también cazaban para vivir y mejor era el pobre animal que ellos. Seguidamente, se oyó otro ruido, este, no supieron definir que era. Pero, si oyeron el grito de un hombre. Luego, nuevamente, oyeron repetidamente, el extraño ruido. Padre e hijo se miraron. Después, de pasar bastante tiempo y no escuchar ruido o movimiento alguno, decidieron moverse lentamente y acercarse hacia el lugar, amparándose entre las rocas. Al llegar, vieron el león muerto encima de lo que parecía un hombre. Se acercaron más. Efectivamente, era un hombre, aún vivía, pero, estaba muy mal herido. Si la Madre no lo remediaba, moriría. Era un cazador extraordinariamente valiente, para enfrentarse solo, a tamaño animal y matarlo. Con esfuerzo, lograron sacarlo de debajo del pesado ani37
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mal. Comprobaron que el corazón le latía débilmente. Baku, sopesó las alternativas. ¿Sobreviviría? ¿Atrasaría aún más su viaje? O ¿solamente lo llevaría para poder enterrarlo cuando falleciera? Las heridas eran graves y estaba perdiendo mucha sangre. Sin pensarlo más, cogió las lanzas y con las pieles que llevaban improvisaron una camilla para transportarlo. Lo intentaría. El viaje de regreso fue lento y difícil, pero, afortunadamente no hubo contratiempos y al cabo de un par de horas divisaron la entrada de la cueva. Todos se pusieron en pie, mirando perplejos, cuando los vieron entrar con un hombre herido. Lo depositaron frente al fuego. —Buki, ve a por el montón de leña. –Dijo su padre. Y éste salió corriendo. —¿Que ha pasado? ¿Quién es este hombre? –Preguntó su mujer, nerviosa. —Le atacó un león y él sólo lo mató. Una exclamación de asombro resonó en la cueva. —Está muy mal herido, no vivirá, mucho. Pero, un cazador tan valiente no debe morir solo. –Explicó con tristeza Naxi, pidió Consejo al anciano. Este, meneó la cabeza. —Sus heridas son muchas y profundas. No sé. Igual es mejor dejar, que la Madre lo lleve. —¡Abuelo, por favor! –Suplicó Shany—. Intentémoslo. El anciano observó la inquietud y la esperanza en la cara de la joven. Volvió a echar un vistazo al cuerpo malherido del hombre y meneando la cabeza dijo: —Bien, traer agua. Haced tiras con las pieles más finas. Y traer mi bolsa de medicinas. Lo intentaremos. Antes de que el anciano hubiera acabado de hablar, 38
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Shany ya había traído el agua y comenzaba a limpiarle las heridas. —Con cuidado hija. –Dijo el anciano—. Límpialas bien, que no quede barro ni nada extraño. Cuando las heridas estuvieron bien limpias. En un cuenco, preparó un ungüento y la puso sobre ellas para evitar que se infectaran. Entre las tres mujeres, vendaron, lo mejor posible, las heridas del hombre y lo taparon con una piel. —Ahora, sólo queda esperar. Si la Madre cree que tiene que salvarse, se salvará. “Se salvará” –pensó Shany. Observando con admiración aquel extraño hombre. Cuando regresó Buki con el montón de leña, él y su padre volvieron a salir para recoger el resto. Tras dos viajes más, decidieron, que por ahora, era suficiente. Estaban exhaustos. Comieron. Después respondieron a todas las preguntas sobre cómo y dónde lo habían encontrado. Shany, escuchaba el relato, sentada al lado del cuerpo del hombre, atenta a todas sus necesidades, secándole el sudor, refrescando sus labios con agua fresca. —¿A qué tribu pertenecerá, padre? –Preguntó, de repente. —No lo sé hija. No lleva ningún distintivo ni marca. No había ningún arma para identificarlo, ni ropa. Bueno, había algo, pero, no sé si sería ropa. Era extraña. No era piel. —Muy al Este, dicen que hay gente que no usa pieles para vestir, que fabrican sus vestidos con unos tipos de hierbas y pelo de animales. –Dijo el anciano. —¡Pues si que viene de lejos! –Dijo sorprendido Buki. —Puede que no venga de allí. No sabemos nada de él. Lo cierto, es que es muy extraño. No tiene señales de ninguna tribu. Luego, ese pelo tan corto y de ese color tan 39
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claro. Y esas cosas extrañas que cuelgan de su colgante. Incluida esa extraña forma de pez. —Puede ser el símbolo de su tribu. –Insinuó Shany. —Puede ser. Ya te he dicho que nunca he visto nada igual. Lo único seguro, es que viene de muy lejos, y es posible que de cerca del mar. Por ese pez que lleva en el colgante. —Yo no recuerdo ninguna tribu que tuviera esa señal. – Dijo Naxi. —Pues lo que yo he dicho anteriormente, que viene de muy lejos. –Volvió a recalcar Buki. Shany acarició instintivamente su colgante, ella también tenía un pez. “se salvará”, volvió a pensar.
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VI
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Shany, no pudo dormir casi nada esa noche. El extranjero, a causa de la fiebre, tenía todo el cuerpo empapado en sudor. Ella se lo secaba y le ponía gamuzas empapadas en la frente, mojaba sus labios con agua y estaba atenta a todos sus movimientos. Él, no paraba de murmurar, en una lengua que no podía entender, no reconocía ningún sonido. Las convulsiones agitaban su cuerpo. En ocasiones, tuvieron que sujetarlo entre su madre y ella para evitar que se hiciera daño. Por la mañana, el anciano lo observó. Le volvió a limpiar las heridas y las cubrió con el mismo ungüento que le aplicó el día anterior. Las tapó con pieles nuevas y mandó limpiar las retiradas. Luego, le sujetó la cabeza y le dio a beber un líquido que tragó con gran dificultad. —Abuelo, ¿qué opinas? ¿Se curará? –Le preguntó Shany, aunque, más que una pregunta, era un ruego. —No sé hija. Ha pasado la noche, que es más de lo que yo esperaba. Ya dije que está en manos de la Madre. Si, al menos, le bajara el calor, bueno ya veremos. Tú vete a desayunar y descansa un poco. —No hace falta, estoy bien, necesita que lo cuiden. –Le respondió, suplicante. —Si no te alimentas y descansas, no podrás cuidarle cuando lo necesite. Ella intentó protestar. Pero, desde el hogar le llegó la voz de su padre. —Shany, el abuelo tiene razón, come algo y descansa, entre tanto tu madre lo cuidará. –Dijo Baku. Llegado ese punto, ya sabía que no podía protestar más. Desayunó despacio y en silencio, sabiendo que estaba siendo observada por su padre. Al terminar, recogió los 41
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utensilios y recipientes y como todos los días, los lavó en la entrada. Los guardó y se fue a acostar en sus pieles. Se quedó mirando al hombre herido. Intentando permanecer despierta, por si la necesitaba. Al final, se durmió viendo a su madre mirándola y sonriendo. Se despertó con un sobresalto. —¿Qué ha pasado? ¿El hombre está bien? –gritó agitada. —Tranquila hermanita, que tu novio está durmiendo y sólo ha sido un trueno. Ella se encolerizó, hubiera querido que él fuera, de nuevo, el niño al que podía dar unos azotes. Su padre terció. —Buki, respeta a tu hermana y sigue curtiendo la piel. Su hermano se cayó. Notó, que no le había gustado, a su padre, el comentario anterior. Conocía bien su tono de voz cuando se podía serio. —Si padre. –Respondió, se dio media vuelta y siguió con lo que estaba haciendo, junto a su mujer Kara. Shany, miró a su padre para agradecer su intervención, pero, él, estaba ya trabajando en sus puntas. Se desperezó y se dio cuenta que el sol estaba ya muy alto, seguramente, ya habrían comido. En ese momento, su madre se le acercó y le trajo un poco de carne con verduras. Se lo comió todo, tenía hambre. Luego, miró hacia donde estaba tumbado el hombre, seguidamente, miró a su madre. —Duerme sin agitarse y sin sudar. Dice el abuelo, que eso es bueno. –Dijo su madre, para tranquilizarla. Una sonrisa se dibujó en la cara de Shany. —Bueno, ahora te toca a ti cuidarlo, si te encuentras cansada, se lo puedo sugerir a Kara. –No hizo falta ni contestación. Se vistió y salió disparada a sentarse junto al cuerpo del hombre. Tenía mejor aspecto que cuando lo dejó. Por inercia, le puso un paño de agua fresca en la frente. El hombre, pro42
FUTURO EN EL PASADO
nunció algo en su idioma y volvió a quedar en silencio. Al anochecer, volvió a sudar y le subió el calor del cuerpo. Se agitaba y hablaba en sueños. El anciano, volvió a administrarle el brebaje de la mañana. Transcurrido un tiempo, su cuerpo volvió a quedar tranquilo, no sudaba tanto ni se agitaba en sueños. Shany, fue a por sus pieles de dormir y se acostó a su lado. Al poco, se durmió acariciando el pez de su colgante. Al día siguiente, temprano, la despertó su madre. —Hija, dice padre que tienes que ayudar a recoger leña. Ha dejado, por ahora, de llover. Y hay que aprovechar el momento. Él ha salido con Buki a cazar. —¿Y quien va a ocuparse del hombre? –Preguntó, algo nerviosa. —Se quedará el abuelo. Va a volver a darle el líquido para el calor, untar las heridas con el ungüento especial y cambiarle las vendas. —¿No necesitará ayuda? —Tranquila hija, estará bien, mejor que con cualquiera de nosotros. Shany, volvió su cara hacia el hombre que dormía, con un suspiro se levantó. Desayunó algo y salió con su madre y Kara. Recogieron leña en tres montones bien prietos. Estaba muy mojada, así que, tendrían que dejarla un par de días para que se secara, antes de poder usarla. Al volver a la cueva, la depositaron y la extendieron cerca de la que estaba ya seca lista para ser utilizada. Mientras su madre y su cuñada recogían unas cestas y unas varas para buscar raíces, ella se acercó hacia el hombre, para interesarse por su estado. Vio que descansaba, notó como los rasgos de su cara estaban más relajados. Más tranquila, dio media vuelta y volvió a salir. La mañana era húmeda y hacía presagiar que volvería a 43
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llover. Las cercanías estaban repletas de muchos tubérculos comestibles y otras clases de verduras que podían utilizar. Cuando las tres mujeres regresaron a la cueva, comenzó de nuevo a llover con fuerza. Baku y su hijo, estaban cortando, en pedazos, un par de cabras. Ellas, les ayudaron a retirar todas las tripas y trozos que no servían y los enterraron fuera. Llevaron las pieles y las dejaron junto a las del venado para curtirlas también. Más tarde, comieron juntos. Naxi, comentó como habían ido hasta cerca del rio, allí habían descubierto la zona rica en tubérculos y vegetales. Había muchos y variados. Los hombres las felicitaron. Aunque, Baku, les recordó, que con esas lluvias el rio iba muy crecido y las zonas suelen empantanarse y resultan peligrosas. Por lo que, tendrían que tener más cuidado, la próxima vez. Buki, explicó como había seguido a una de las cabras por las rocas hasta que la lanceó. Todos rieron, cuando su padre insinuó que no sabía cuál de los dos era la cabra, puesto que, los dos daban los mismos saltos por las rocas y no tenía muy claro a donde apuntar su lanza. La comida fue muy entretenida. Disfrutaron y rieron durante largo tiempo. Al terminar, Shany volvió al lado del herido. Estaba algo agitado, murmuraba entre sueños. Puso la mano en su frente para notar su calor, cogió un paño húmedo. Al girarse, para colocárselo en la cabeza, se quedó paralizada. El hombre, la estaba mirando y balbuceaba algo ininteligible. Sus ojos eran extraños, nunca había visto unos ojos así, eran del color del cielo. Le impresionaron. Su mirada, estaba perdida, parecía que no la veía. Al instante, volvió a cerrarlos y se sumergió, de nuevo, en sus sueños. Tras unos instantes de incertidumbre, llamó su madre y a su abuelo. Estos fueron rápido, creyendo que algo malo 44
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le había sucedido al hombre. Al llegar, vieron la extraña expresión en la cara de Shany. —¿Qué ha ocurrido hija? –Preguntó su madre. —Me ha mirado con sus ojos. Pero, creo que no me ha visto. —Suele ocurrir cuando se tiene el calor en el cuerpo se suele mirar sin ver, es normal, no te preocupes. –Contestó el anciano. —Puede ser, pero… lo que me ha impresionado es el color de sus ojos. —¿Su color? –Inquirió su madre, intrigada. —Sí. –Dijo Shany.— Creo, que no me ha visto, porque… es ciego. —¿Ciego? ¿Por qué lo dices? —Porque, sus ojos son del color del cielo. El anciano se quedó pensativo. A veces, los ojos, solían perder el color y aclararse cuando alguien perdía la vista, aunque, no siempre sucedía. Le levantó un párpado y lo vio. Eran azules. Nunca había visto unos ojos así. Ni él ni nadie. Pobre hombre. Herido como estaba y encima ciego. Le volvió a administrar líquido para que le bajara el calor. —Bueno, intenta que no le suba más el calor. Sigue utilizando los paños húmedos. Si pasa algo extraño, llámame. Shany, asintió. Su madre y el anciano volvieron junto a los demás y les informaron de lo que había sucedido. —Que cosa más rara, ¿ciego? Pero, ¿Cómo entonces, ha podido matar él solo el león? Allí, no había nadie más. – Dijo Baku, como preguntándose a sí mismo, pero, sin encontrar respuesta. —Necesitaremos esperar a que despierte, si despierta, para poder obtener respuestas a todas estas preguntas. Cenaron y se fueron a dormir. Shany, insistió en quedarse 45
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al lado del herido, para atenderle en caso de que fuera necesario. Había decidido, ser responsable de su cuidado. Se cubrió con sus pieles. Se quedó pensativa y mientras lo observaba, el sueño la venció.
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VII
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Matt, abrió los ojos. Le dolía todo el cuerpo. Intentó levantarse, pero, se sintió sin fuerzas. Estaba todo en penumbra. De repente, tomó conciencia del ataque sufrido. Seguramente, habría perdido el conocimiento, un equipo habría rescatado su cuerpo. No había dado tiempo aún, de trasladarlo a algún hospital, pues, notaba el suelo bajo él. Debía tener el cuerpo cubierto de vendas. Nuevamente, había burlado a la muerte. No sabía, cuánto tiempo llevaba inconsciente. Había tenido sueños extraños. En ellos, se oían voces y ruidos ininteligibles. En algunos momentos, creyó divisar la cara de una mujer que no conocía. Comenzó a clarear y pudo ver mejor. El techo era de roca, así como las paredes, se extrañó de que estuviera en una caverna. Bueno, ya preguntaría después. A su izquierda, notó algo. Miró y observó que alguien dormía a su lado. Estaba de espaldas, por lo que no veía bien quién era, pero, debía ser mujer, por el pelo negro y largo. Alargó la mano y le tocó: —¡Hola! –Dijo, con voz un poco ronca. La persona respondió, pero, no lo entendió, aún así, el tono era de una mujer. —¡Hola! –Volvió a decir, algo más fuerte. La persona, se agitó y giró hacia él. Estaba aún dormida y se quedó con su cara frente a la suya. De repente, abrió los ojos desmesuradamente, mientras, se levantaba rápidamente. Agitando los brazos y moviéndose sin parar, daba la impresión que estaba llamando a alguien. Su cara le resultaba familiar. Eso es, era la cara que recordaba de sus sueños. Pero… su ropa… iba desnuda de cintura para arriba. 47
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Al momento, varias personas aparecieron a su alrededor. Todos hablaban entre ellos en una lengua que no reconocía. Dos mujeres y tres hombres. Las mujeres iban con una falda de piel y desnudas de cintura para arriba y el pelo atado detrás. Una, parecía ser la madre de la chica del pelo negro. La otra, era muy joven, poco más que una niña y daba la impresión de que estaba embarazada. Los hombres uno de ellos anciano, otro de mediana edad y otro muy joven. Vestían igual que las mujeres, pero, con el pelo sujeto con una tira en la frente y las barbas trenzadas. Parecían salvajes. Vestían como algunas tribus de África que había visto, pero, eran blancos como él. El más alto, seguramente, el jefe de ellos, le preguntó algo, pero, no lo entendía. —Soy el sargento Matteews, de las fuerzas especiales de los EE.UU. Estoy en misión oficial. Me he debido extraviar, me ha atacado un león. Seguramente, un equipo de salvamento estará buscándome. –Dijo el hombre. Sin embargo, se notaba que no le entendían, por que se miraban entre ellos. El hombre más alto, se señaló el pecho y dijo: —Baku. Se estaba presentando. —Matt. –Dijo, señalándose el pecho. En ese momento, se dio cuenta, de que no eran vendas lo que cubría sus heridas, si no pieles. Eso le desorientó. Posiblemente, le habrían encontrado herido y trasladado al lugar en el que se encontraba. Por eso, no le habrían podido localizar. Pero, sin duda, le habían salvado la vida, después del ataque del león y él les estaba terriblemente agradecido. Observó, que él hombre que se había dirigido a él iba señalando a las personas que estaban a su alrededor, mien48
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tras las nombraba una a una, empezando por los hombres y terminando por las mujeres: —Urba, Buki, Naxi, Kara y Shany. Cuando llegó al último, él le sonrió y vio como la chica se sonrojaba. El hombre, dio una orden y las mujeres se levantaron y se fueron. Contempló, cómo estaban avivando los rescoldos de un fuego. Al parecer, iban a preparar el desayuno. El más anciano, le señaló las vendas y Matt comprendió que quería observar las heridas y tratarlas. Movió afirmativamente la cabeza. Mientras, el anciano le quitaba las vendas sintió un dolor lacerante y comprobó la importancia de las mismas. Después, el anciano puso sobre ellas, un ungüento que, al instante, le calmó el dolor. Entre los tres, lo ayudaron a incorporarse, hasta dejarlo sentado. El dolor era terrible, pero, en esta posición tenía una mejor perspectiva del lugar dónde se encontraba. Efectivamente, era una cueva. No vio a más gente, salvo los presentes. Vio, pieles en el suelo, otras estiradas en bastidores de madera secándose, al otro lado, en grandes cestas carne y verduras. Miró hacia el exterior y vio que seguía lloviendo. El dolor persistía. Una de las mujeres, llamó y todos fueron hacia el fuego a comer. Al poco tiempo, la chica, se sentó a su lado y le ofreció un cuenco con líquido. Él lo olió, no tenía idea de que podía ser. Ella notó su reserva, tomó un sorbo, sonrió y se lo volvió a ofrecer. Él, no pudo resistir tal ofrecimiento y lo probó. No estaba mal, era un caldo de carne, tenía hambre y empezó a tomarlo con avidez. Ella, le tocó la mano, para que no lo tomara de golpe, si no, poco a poco. Al terminar, ella se levantó ágilmente y se fue con los demás. Todos hablaban entre sí. Ella, de vez en cuando, giraba su cabeza para verle, siempre con una sonrisa. Des49
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pués, se levantaron todos y las mujeres fueron a la entrada de la cueva a limpiar los utensilios. Los hombres se fueron hacia las pieles y empezaron a trabajar en ellas. Las mujeres después de dejar los utensilios del desayuno se pusieron a trabajar en otras cosas, parecía que estaban cosiendo ropa, por llamarlo de alguna forma, pues eran trozos de pieles. De vez en cuando, se giraban para verle, y se reían. El cansancio, hizo mella en él. Entre grandes dolores, consiguió recostarse, sobre las pieles, quedándose dormido. Un agradable olor a carne asada lo despertó. Se intentó incorporar, apoyándose en los brazos. Observó cómo estaban todos alrededor del fuego asando carne. En ese momento, la joven lo miró, se acercó a él y lo ayudó a sentarse. Después volvió al lado del fuego, con sus compañeros. Todos, empezaron a comer grandes trozos de carne. La chica, cogió unos trozos, los cortó y los metió en un cuenco. Se acercó a él y se lo tendió con una mano y con la otra se lo acercaba a la boca haciendo el gesto de comer. El sonrió al ver hacer el gesto, le parecía muy graciosa. Cogió el cuenco y probó un trozo de carne. El sabor era bueno, se asombró del hambre que tenía. Él, la señalo preguntando qué era. Ella no supo muy bien que decía, pero, viendo que señalaba la carne dijo: —Venado. —Vee… nn… nado. –Repitió él, imitando el sonido de la chica. —Ve… na… do. –Le volvió a recalcar ella con una sonrisa. El siguió comiendo. Ella le pregunto, señalando la comida y llevando la mano hacia el estomago, frotándolo: —¿Bueno? Él, se fijó en el movimiento, enseguida, se dio cuenta, de 50
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que le estaba preguntando si le gustaba, el gesto era muy habitual. Él, volvió a repetir el gesto y moviendo la cabeza afirmativamente respondió: —Bueno, bueno. Al terminar, recogió el cuenco y le entregó otro con agua. —Agua. Bueno. El lo cogió y bebió. Estaba fresca. Y le respondió: —Agua. Bueno. Ella, al ver que había bebido toda la que había en el cuenco, señaló a su interior e hizo el gesto de beber. Matt, se percató de ello y le hizo el gesto, de que no, con la cabeza. —No. –Dijo ella, imitando con la cabeza su gesto de negación. Recogió los cuencos y se fue donde estaban los demás comiendo, que habían observado toda la escena. Ahora, el que observaba la escena era él. La chica estaba informando de los avances comunicativos con él. Al finalizar la comida, se levantaron y volvieron a repetir el mismo rito de la mañana. Matt, se sentía muy cansado y con esfuerzo se volvió a tumbar. Aunque, se encontraba mucho mejor, las heridas no le dolían tanto, pero, seguía teniendo todo el cuerpo magullado. Con el murmullo de la lluvia, y los ruidos del interior de la cueva, se volvió a quedar dormido. Varias horas después, a Matt le despertó el sonido de una voz, entonando suavemente una canción, a su lado. No entendía nada de lo que decía, pero, le pareció una voz suave y delicada. Abrió los ojos y vio la chica sentada frente a él. Se fijó en el color tan negro de su pelo liso y largo. Su piel morena y su cuerpo esbelto y atlético le daban una apariencia extraordinaria. Era una belleza. Seguramente, podría pasar por una modelo de pasarela. 51
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Mientras seguía observándola, ella levantó la mirada y lo vio despierto, mirándola. Le regaló otra sonrisa, moviendo la mano de un lado a otro, le dijo: —¡Hola! A él, le hizo mucha gracia la expresión y la forma de comunicarse. Le estaba enseñando poco a poco palabras en su idioma. Era lista. —¡Hola! –Contestó él, en su idioma, señalándola, le preguntó quién era. Ella, se quedó pensativa, en lo que el hombre quería decir. Entonces, ella se señalo y dijo: —Yo Shany. –Le señaló a él y dijo: –Tu Matt. El le tendió la mano y le dijo: —Yo Matt. Eh… Tu Chany. Ella vio la mano y no sabía qué hacer. ¿Sería un saludo de su tribu? —No, Chany no, Shany. –Y puso la mano de ella igual que la de él. Él vio que había imitado su gesto, pero, que no entendía su significado. —Shany. –Replico, cogió su mano con la suya y la movió de arriba abajo. –¡Hola! Ella, se sorprendió ante el inesperado gesto. Nunca un hombre le había cogido la mano. Pasaba el tiempo y su mano seguía unida a la del hombre, se puso colorada y la apartó. Continuó en silencio, haciendo su trabajo. —Shany. –Le preguntó, gesticulando “¿tú me has cuidado?” Ella, se concentró en sus gestos, pero, no los entendió. —No entiendo. –Dijo ella, al fin. Él señaló las heridas, y luego a ella. —¿Tu? –Volvió a preguntar. Ella, al fin, se dio cuenta de lo que le estaba preguntando. Y, con un gesto afirmativo, señalándole dijo: 52
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—Sí. Yo te he cuidado. Agua en la cabeza. Mucho calor. Ahora se daba cuenta por qué le resultaba familiar su cara. La habría visto entre sueños. Le tocó en el brazo y le dio las “gracias”. Ella no entendió la palabra pero se la imaginó. Le sonrió y le dijo: —Gra… cias. El imitó la palabra y se volvió a recostar. Ella, pasó la tarde a su lado, diciendo el nombre de las cosas que él le señalaba. Al final, se levantó para irse. —Tengo que ir a preparar la co…mi…da. –Y, le señaló el fuego y a las otras dos mujeres que ya estaban allí. – ¡Adiós! –Volvió a despedirse, agitando la mano. —Adiós, Shany….gracias. Ella sonrió y dio unas palmadas. —Bien, muy bien. –Y se fue. Esa noche, fue su madre la que le trajo la cena, acompañada del anciano. Algo de carne y unas verduras. No estaba mal. Cuando hubo terminado de comer y el anciano de mirar y curar sus heridas. Él, les dijo: —Gracias. Bueno muy bueno. Ellos se miraron y le sonrieron. El anciano le dio unas palmaditas en el hombro. —Bien, bien. Todo está muy bien. –Le dijo, mientras le señalaba sus heridas. Matt observó, cuando le quitó las vendas, que las heridas mostraban buen aspecto, las limpió de nuevo y las dejó, esta vez, sin cubrir. Así fue la rutina los días siguientes. Le traían la comida, aprendía palabras con Shany y dormía. Al cabo de una semana, el anciano, le quitó las últimas vendas y después de una minuciosa observación, una por una, se levantó y mirándole le dijo: —Bueno, ya estás curado. Ahora hay que andar poco a poco para recuperar fuerzas. 53
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Matt, entendió lo de bueno, así que pensó que para el anciano, sus heridas estaban curadas. —Gracias. Yo bien. El anciano se fue a sus trabajos, dejándolo en su cama. Pasados unos minutos, Shany apareció sonriente. —Hola. El abuelo ha dicho que estás bien. Él, no comprendió todas las palabras, pero sabía que había hablado con el anciano y que le debía haber dicho que estaba mejor. Ella, entonces le entregó un paquete doblado. —Toma, para ti. Matt, lo tomó entre sus manos y descubrió que era el trabajo que había estado haciendo, los otros días sentada a su lado mientras, él estaba tumbado. Eran fáciles de identificar. Un calzado y... bueno la ropa que ellos usaban para cubrirse. —Gracias, Shany. Muy bonito. –Le respondió. Y la miró intrigado. Intentó ponerse el calzado, pero, no sabía cómo. Ella se rió y lo cogió de sus manos. —Espera. –Dijo Shany—. Yo te lo pongo. Ella, se lo fue poniendo paso a paso para que viera como se hacía. Luego, se puso de pie y le tendió la mano. —Vamos, dame la mano, hay que levantarse. El, le tendió la suya y apoyándose en su mano, que era fuerte y segura, se levantó. Se colocó la piel en las caderas, atándola a un lado. —¿Bien? –Preguntó él, mirando su nuevo aspecto. Ella, lo observó. Sólo lo había visto tumbado. Ahora, veía lo alto que era, más que su padre. Tenía buenos músculos y parecía muy fuerte. Tenía más barba que cuando llegó. Podía pasar por cualquier cazador de su tribu, pero, era más atractivo. Su pelo amarillo y sus ojos del color del cielo, le daban un aire especial. 54
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—Shany. ¿Yo bien? –Peguntó Matt al ver que lo estaba mirando y no decía nada. Ella, se sobresaltó. Se había quedado absorta mirándole. La joven, se puso tan colorada, que hasta él, se dio cuenta. —Si, si. Muy bien. Perdona. No había visto a un extranjero vestido con nuestra ropa. –Contestó ella, a modo de disculpa. Esperaba, que él, no se hubiera molestado por como lo había mirado. Para que él, no dijera nada le invitó a moverse. El dio unos pasos, repentinamente, un mareo le hizo perder la estabilidad. Ella, lo agarró con fuerza de la cintura y él, se apoyó en su hombro. Se le pasó en seguida. Sus caras se quedaron muy próximas. El la miró, sus ojos se encontraron con los de ella. No se había fijado en lo negros que eran. Eran de una belleza extraordinaria. En ese momento, sintió que su corazón latía a una velocidad que, solamente, le había pasado una única vez en su vida. Tuvo que reprimirse con todas sus fuerzas para no besarla ahí mismo. —Gracias, Shany. –Le dijo, mientras se enderezaba. Ella sólo le sonrió. A través de su cuerpo se había sucedido un sinfín de sensaciones hasta ahora desconocidas. No sabía que le había sucedido al mirarle. Su cuerpo y su corazón estaban agitados. ¿Podría él, querer ser su compañero? ¿La encontraría guapa? ¿Proseguiría su viaje cuando estuviera en condiciones? Infinidad de preguntas, se agolpaban en su mente, en ese momento. ——De nada, Matt. No te iba a dejar caer. Es normal, después de tanto tiempo de estar tumbado. –Le contestó, recobrando la compostura. Ella le ayudó a moverse por la cueva. Todos, le saludaron cuando lo vieron. —Bien, bien, muy bien. Continúa. –Le gritó el anciano. La joven, le llevó hacia el exterior. Ese día, había dejado 55
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de llover. Aunque, el cielo estaba gris. En la entrada, había una roca y lo ayudó a sentarse. Él, observó el valle que discurría ante su vista. Estaba toda la ribera del rio inundada, convertida en un extenso barrizal. Harían falta muchos días, para secar aquel terreno, eso, si no volvía a llover. —Mucha agua. –Dijo Matt, señalando hacia el rio. —Sí. Ha llovido mucho. –Le contestó Shany, haciendo el gesto con la mano señalando las nubes. Él, la miró y preguntó. —Tu saber donde “teléfono, ciudad, policía” allí. –Dijo señalando al horizonte. Ella, miró hacia donde señalaba el hombre. Aunque, no entendió las palabras que le decía. —Ese, ¿es el nombre de tu tribu? –Le preguntó. El la miró perplejo. Era imposible que una persona por muy alejada que estuviera de un lugar civilizado, no supiera que es un teléfono o una ciudad o un policía. —¿No saber, qué ser “policía”? –Le inquirió. —No. No conocemos ese nombre. Padre dice, que debes ser de una tribu muy lejana. Tú eres el primer hombre que hemos visto con el pelo amarillo y los ojos del color del cielo. Los polo—cías, ¿son todos como tú? No sabía que pensar. No podía estar mintiéndole, porque lo veía en sus ojos. No sabía a qué parte de África lo habrían mandado. Él, se quedó un instante mirando a la gente que estaba en la cueva. Menos una, de las mujeres que era más morena que los otros, todos podían pasar por europeos. —Shany, ¿porqué ropa cuero, y no “tela”? –La preguntó de repente. —Los animales nos la proporcionan, no hay otra forma de cubrirse el cuerpo. –Le respondió—. ¿Qué es “tela”? ¿Lo que usa la gente de tu pueblo? –Le preguntó. Es increíble, no conocen la tela. No serán, de alguna 56
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secta de esas raras, que se echan al monte y viven como los salvajes, pensó. No podía ser. Era como si no conocieran otra forma de vida. En ese momento, Buki apareció en la entrada. Venía con un pequeño ciervo al hombro. —Hola Matt. Ya veo que estás mejor. Y muy bien acompañado. –Dijo, giñándole un ojo y señalando luego con la cabeza a su hermana. El miró a Shany. Estaba con la mirada fija en el suelo y le ardían las mejillas. —Si, gracias. Muy bien. Shany, cuida bien yo. –Le respondió Matt, mientras de reojo, vio que ella sonreía. —Vaya, te queda bien nuestra ropa, pareces un Uska. Si te vinieras a nuestra fiesta de verano, con ese color de pelo y de ojos, todas las chicas y mujeres querrían emparejarse contigo. –Y se echo a reír. —Ropa, regalo Shany. –Dijo Matt. Buki, se cayó de repente, observando a su hermana. —Bueno, es un trabajo muy bueno. Ella trabaja la piel muy bien. Te felicito Shany. —Gracias Buki. –Dijo, ella en voz baja. Sabía que esta vez lo había dicho en serio y no se estaba riendo de ella, como siempre. Matt, miró al chico. Iba vestido como él. Alrededor de la cintura llevaba un cinturón del que pendían un pequeño cuchillo de piedra y varias bolsas. Sorprendido, fijó su mirada en el ciervo muerto que llevaba sobre sus hombros. Debajo de él sobresalía una lanza. El la señaló. Buki, se dio cuenta que él le estaba señalando la lanza. Descargó el cervatillo, desató la lanza y se la mostró. —Buena lanza. Esta la he hecho yo. –Dijo todo orgulloso— —Yo ¿cojo?— Le pidió Matt. 57
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El chico, se la entregó. El la observó. El palo estaba muy bien trabajado para quedar lo más recto posible. La punta era de… sílex. Unida a la vara por tendones y otras sustancias. Conocía muy bien ese tipo de puntas. Paula se las había mostrado muchas veces. Eran parte de su trabajo. Y estas eran idénticas a aquellas. —Tú, ¿hacer? –Preguntó, al muchacho. —Si, mi padre y su padre. Todos nos dedicamos a fabricarlas. Somos los mejores de esta tierra. –Diciendo estas últimas palabras, se dio un golpe en el pecho, como para remarcar la afirmación. Matt, se quedó perplejo. Una descabellada suposición se le pasó por la cabeza. Pero no podía ser. No podían haber fallado de tal manera. ¿O sí? El mero hecho de pensarlo le hacía gracia. ¿Podrían haberle mandado al pasado? Debía haber otra posibilidad, eso sólo pasaban en las películas de ciencia ficción. —Matt, ¿en tu tribu no tenéis lanzas? –Preguntó, perplejo Buki, al ver la expresión de Matt al observar su lanza. Al oírle, salió de sus pensamientos. —Sí lanzas. No piedra. –Daba igual que les dijera que ahora hacían las lanzas con acero. No sabrían entender el concepto. Buki, cogió el cervatillo y entró en la cueva pensativo. Parecía extraño que un cazador no conociera el sílex. No podían ser tan tontos. Lo conocían hasta los niños pequeños. Matt, se quedó mirando hacia el horizonte. Ahora sabía que el equipo de salvamento no vendría en su busca. Para ellos, él no estaba perdido. Solamente ya no estaba. En su mundo había desaparecido. Él no existía. De repente, salió de sus cavilaciones, notó en su mano el contacto cálido de otra mano. Miró y vio los ojos de Shany fijos en él. Ella había notado su preocupación. 58
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—¿Estás bien Matt? Tu cara se ha puesto muy blanca. ¿Te mareas? –Le preguntó Shany, nerviosa. Sus ojos le miraban como interrogándole. —Si, Shany. –Le respondió intentando sonreír. Pero ella notó que algo le ocurría. Algo había pasado cuando tomó la lanza de su hermano. ¿Le habría recordado su pueblo? ¿Algún amigo que hubiera muerto? ¿Una mujer? Le entró un miedo insólito al pensar que podría marcharse. Que querría volver a su pueblo. ¿Se iría solo? ¿Podría ella…? Esa idea le pareció imposible. Que era ella para él, si no una mujer que le había cuidado. Ese era su trabajo. Lo volvería a hacer. El con ella, vaya fantasía. Tenía razón su hermano, si iban a la fiesta de verano, sería el hombre más guapo de todos, y ella no sería nada ante todas las demás mujeres. Lo atraerían con sus cuerpos para emparejarse con él. Ella no podía competir con esas chicas tan hermosas. Lo perdería para siempre. De repente, se sorprendió al salir de sus pensamientos, mirando como su mano aún estaba agarrando la mano de él. Levantó la vista y ahí estaban esos ojos azules mirándola. —Perdona, no debía haberlo hecho. Yo… –No llegó a terminar la frase. Él alargó la otra mano y le acarició el pelo apartándolo de su cara. —Gracias, Shany. Tu buena mujer. –Dijo Matt, mientras la miraba. De nuevo, su cuerpo se volvió a convertir en un torbellino de sensaciones. Hubiera deseado besarle. Pero, eso no podía hacerlo. Eso, debe hacerlo primero el hombre si le interesa una mujer. Y él no había dado ese paso. Sería una chica de cascabeles, como las llaman en la tribu a las chicas que van con cualquier hombre. Igual, sólo le estaba agradeciendo que estuviera allí con él. —¡Shany, Matt, a comer! –Llamó a gritos, la voz de Buki, desde el interior. 59
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Ella, apartó la vista de él y le ayudó a levantarse. El, se apoyó en su hombro, y ella le sujetó de la cintura mientras entraban andando en la cueva. Cada uno concentrado en sus pensamientos.
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VIII
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La cena estuvo deliciosa, costilla de ciervo. Buki, contó como lo había cazado y todos se dieron palmadas en los muslos a modo de felicitación. Luego, los demás, hicieron lo propio. La velada fue agradable. Buki le contó a su padre lo de la lanza. Que en el pueblo de Matt no tenían esas lanzas. —¿No tenéis lanzas como estas en vuestro pueblo? –Preguntó, al fin, Baku a Matt. —No. –Respondió.— Otras armas. Baku, se quedó pensando y luego dijo: —En algunos sitios, he oído, que hacen las puntas con hueso. Y, que, muy al este, tienen unas lanzas pequeñas que las arrojan con un lanzador desde el brazo. Es normal que no todos tengan las mismas armas. —Sí. –Dijo Buki, interrumpiendo a su padre.— En el pueblo de Kara, mi mujer, tienen un arma rara que hemos traído para enseñársela a los nuestros. La hacen con tiras de cuero y arrojan piedras. No vale para matar animales grandes, pero si pequeños. Y es muy eficaz. Kara es muy buena con ella. La llaman honda. –Y se la mostró a Matt. El, la observó, y la reconoció. Había visto a muchos niños en África y en otros países como Afganistán o Irak, usándolas. —Honda. –Dijo Matt.— Yo conocer. —¿La has visto antes? ¿Tu pueblo la usa? –Dijo Kara de repente. Aunque, enseguida, se dio cuenta de su intromisión y pidió perdón. —Perdona a mi mujer. Pero, creían que ellos la habían inventado y que nadie más conocía la conocía. Matt, miró a Kara, que se había puesto colorada y había bajado la mirada, después, de haber realizado la pregunta sin permiso. 61
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—Sí conocer. Arma vieja. Ya no usar hombres. Baku, miró al hombre detenidamente. Así vestido, sin fijarse en su pelo y sus ojos, podía pasar por un hombre normal. Cuando lo sacaron de debajo del león, vio cosas extrañas a su alrededor, rotas y esparcidas. No conocía ninguna de ellas, ni de que estaban hechas. —Matt. –Habló Baku, dirigiéndose a él—. Háblanos de tu pueblo. ¿Dónde está? ¿Cómo es? El hombre se quedó pensativo, con la mirada fija en las llamas. Cómo podía explicarle a aquel hombre, que en su mundo la gente usaba móviles, volaba en aviones, tenían televisores, coches, barcos, submarinos, y hasta habían ido a la Luna… no podrían entenderle. Levantó la vista y miró a Baku. —Mi pueblo, lejos de aquí. No igual vosotros. Ropa no igual, armas no igual. –Dijo Matt, como explicación. —¿Bien, y que hacías aquí? ¿Estabas solo o con más de tu tribu? Viaje, caza, comercio. —Yo solo. No tribu. –Pensó la palabra.— Viaje. –Fue su respuesta más acorde con su situación. Baku asintió. —Cuando llegamos vimos muerto al león, ¿Tú lo mataste? —Sí, con mi arma. –Respondió Matt. —Supongo que estaría debajo del animal, porque no vimos ninguna lanza… bueno, igual es un arma distinta. —Arma distinta. —Padre, –interrumpió Buki— este año en la fiesta de verano tenemos muchas cosas que contar. La honda del pueblo de Kara. La presentación a la tribu de mi mujer embarazada, –a la que miró mientras lo decía, y ella le sonrió— la hazaña de Matt matando el león… vamos a tener toda la atención de la tribu. Y sobre todo, Matt, ya le he 62
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dicho antes, que cuando llegue allí será la admiración de todas las mujeres. Vaya éxito va a tener. –Sonrió, mientras lo decía. Todos, estaban de acuerdo con Buki, excepto Shany, que no dijo nada. —¿Vendrás con nosotros cuando estés en condiciones de viajar, o volverás con tu pueblo? –Preguntó Baku. —No saber. Viaje, volver, difícil. –Contestó Matt, mirando a todos, y deteniendo la vista en Shany, que le estaba mirando fijamente. —Padre, si está solo y decide volver con nosotros, podría emparejarse con alguna chica del poblado y quedarse a vivir con nosotros. ¿No? –Volvió a insistir, Buki. Después de meditar, un momento, su padre contestó: —Aunque, vaya con nosotros y use nuestra ropa, eso no hace que sea un Uska. Sería un viajero. Podría compartir cama con muchas mujeres, eso sí. Muchas querrían tener hijos con su pelo y con su color de ojos. Pero, para tomar esposa debe ser uno de nosotros. —Buki tomó a Kara y él no era Karsha como ella. –Saltó de repente Shany.— Padre. –Dijo luego, a modo de disculpa. —No hija, pero en el pueblo de Kara no tienen nuestras mismas leyes. –Mientras le decía esto a Shany, sus ojos se cruzaron con los de Naxi, su esposa, y en una décima de segundo, comprendió lo que ella le estaba diciendo con la mirada.— Lo que quiero decirte, es que, para que un extranjero pueda ser un miembro de nuestra tribu y poder casarse con una de nuestras hijas, debe ser presentado al Jefe por una familia y avalado por el cabeza de esa familia. —Bueno, pues lo que yo he dicho antes. Padre le avala y ya está. —Espera hijo, primero tenemos que estar todos de 63
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acuerdo, y que él quiera. Todos los miembros asintieron y dieron su aprobación, sonriendo y dando palmadas al extranjero. Todos, menos Shany. Conocía las chicas de su pueblo. Todas hermosas y muy femeninas. Tenían fama de ser las más hermosas de toda la zona. Ella quería que él viniera con ellos. Pero por otro lado, sabía que allí se lo quitarían. ¿Quitar? ¿Por qué pensaba que él era suyo? Sólo lo había cuidado. Él, ya estaba mejor y cuando ya estuviera repuesto, no la necesitaría. Lo cierto, es que su hermano tenía razón. Todas querrían tener los favores de un hombre como él. Además, antes fuera de la cueva, sentados, no parecía interesado en ella. No intentó besarla. ¡Oh no! Se había dado cuenta de una cosa, por lo que él no intentaba acercarse a ella. Entonces, cuando todos estaban hablando sobre la vuelta a la fiesta, Shany, pensó en voz alta, mientras, tenía la mirada fija en las llamas. —Seguramente esté casado con una mujer de su pueblo, tenga hijos y no quiera venir con nosotros. Todos se quedaron callados, mirándola. Shany se quedó petrificada. Sin querer, había dicho en voz alta lo que estaba pensando. Pidió perdón, sin levantar la cabeza. Luego, alzó la vista hacia Matt, esbozando una sonrisa, a modo de disculpa. Matt, vislumbró entre el fuego, que ella tenía los ojos húmedos. ¿Podría ella tener sentimientos hacia él? Le parecía la mujer más hermosa que había visto nunca. ¿Se estaría enamorando? Pero, ¿él le gustaría a ella? Seguramente, sólo fuera compasión por un herido. Si en la fiesta esa que decían, las mujeres podían elegir el hombre con el que querían acostarse, ¿ella querría acostarse con él? ¿Querría unirse a él? ¿O no? Seguramente, sería al revés. Todos, querrían acostarse con ella. 64
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—Matt, ¿tienes mujer? –Oyó la voz de Baku, rompiendo sus pensamientos. —No mujer. Yo solo. Ella en tierra. –Dijo esto señalando el suelo con un dedo, y con la mirada fija en Shany. —Ya me parecía a mí, que un hombre así, lo iba a dejar solo una mujer. –Soltó de repente Buki, volviendo a poner alegría en el ambiente. Y todos, empezaron a hablar de otras cosas. Shany y Matt, se quedaron con la mirada clavada el uno en el otro. Entonces, él le sonrió. Shany, no supo qué hacer, era la primera vez, que él le sonreía, eso la alegró. Le devolvió la sonrisa. Igual, en su pueblo, las chicas son como ella. Quizás, tuviera una oportunidad en la fiesta. Cansados, todos se fueron a dormir. Matt estaba agotado, era el primer día que se había levantado y notaba la falta de fuerzas. Shany lo acompañó a acostar. Lo ayudó a quitarse la piel y el calzado. Luego, lo tapó con la piel de dormir. Se despidió, y se dirigió a donde estaba su cama. Se desnudó y se metió entre las pieles. Los dos se quedaron mirándose a los ojos hasta que el sueño los venció. Cada uno, pensando en el otro.
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IX
Durante los días siguientes, desde que se levantara por primera vez, Matt había dado paseos fuera de la cueva, sin tener que necesitar apoyo. Ayudaba, en algún trabajo que otro. Un día, después de desayunar, Shany le dijo, que iban a buscar verduras para la comida, si quería ayudarlas. Él, dijo que sí. Cogieron las cestas y los palos y se pusieron en marcha. Hacía un día espléndido. Por fin, lucía el sol, parecía que todos estaban de muy buen humor. Caminaron hasta cerca del río. Allí, empezaron a buscar. Había gran cantidad de plantas bulbosas. Cuando descubrían una comestible, la escarbaban con el palo y sacaban. Luego, cortaban las hojas y echaban a la cesta la raíz. Y así, sucesivamente, durante varias horas. Al llegar, cerca de un arrollo que iba a parar al rio, se sentaron a comer sobre una pequeña loma. Desde allí, observaron como rebaños de ciervos, caballos, venados y más animales pastaban por toda la llanura. No había visto nunca tantos animales. Shany, le enseñó el nombre de algunos de aquellos animales, así como, de otras cosas que le preguntaba. —Voy a beber agua. –Dijo Shany. —Yo voy. Dijo Matt.— Tengo sed. Los dos, se encaminaron hacia el riachuelo. Mientras andaban, Shany preguntó: —Matt, ¿Cuántas estaciones tienes? Yo veintidós veranos. —Veintiocho inviernos. –Contestó. —Ya soy muy mayor. –Dijo ella. —¿Mayor? En mi pueblo ser muy joven. Ella se paró y le miró. —¿Joven? Para muchos sería vieja. Mis amigas ya tienen 66
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hijos con mi edad y algunas casi ya pueden ser abuelas. – Afirmó ella. —Yo no saber que tu ser ya vieja. –Dijo él, con una risa. Ella, se puso un poco colorada. Se agachó y empezó a llenar el odre. —¿En tu pueblo no se casan jóvenes? —En mi pueblo yo ser joven. —¿Cuantas estaciones tenía tu mujer, cuando se casó contigo? —Veinticuatro. Yo conocer ya desde pequeños. –No sabía cómo decirle que se conocían desde secundaria. —¿Te dio hijos? —No. Ella decir que ser pronto. —¿Pronto? Con veinticuatro años. –Se quedó perpleja mirándole. Él se encogió de hombros. –Una mujer debe dar hijos a su pareja para que la familia crezca. Él le ayudó a levantar el odre lleno y ella le preguntó: —Tu mujer, ¿era guapa? Quiero decir, las mujeres de tu pueblo. –Enseguida, rectificó la pregunta. La pregunta le pilló un poco por sorpresa. No sabía que decir. Seguramente, los cánones de belleza eran muy diferentes por lo que había observado. Se lo pensó un poco. —Son distintas a tu. Ropa, pelo. Helen, ser alta como yo. Pelo amarillo y ojos cielo. Shany, sólo le llegaba al hombro. Era totalmente distinta a la mujer que había elegido como compañera. —Vaya, debía ser muy guapa. –Dijo sin parar de andar y mirando al frente—. ¿Cazabas para tu mujer y tu pueblo? ¿O fabricabas herramientas? —No. Yo cuidaba pueblo. —Entonces, eres un guerrero. –Dijo Kara, esta vez mirándole. —Sí. Guerrero. 67
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Sin darse cuenta, habían llegado donde estaban las otras dos mujeres. —Os habéis entretenido mucho trayendo el agua. –Dijo, entre risas Kara, al verlos llegar. —Me ha estado contado muchas cosas de su pueblo, ¿Verdad Matt? –Contestó Shany, un poco nerviosa. —Sí. –Contestó Matt.— Hablar cosas mi pueblo. Preguntar yo guerrero. Shany, oyó el comentario de Matt, no hacía mención de sus preguntas sobre su mujer, ni de su interés sobre las mujeres de su pueblo, cosa que agradeció, porque si no, se hubiera avergonzado delante de Kara y su madre. Continuaron con la misma tarea por la tarde, esta vez recogiendo hojas comestibles. Llenaron, en poco tiempo, los dos cestos que llevaban. Alrededor, todo era comestible, sólo había que saber verlo. Tenían una gran despensa a su disposición. De camino de vuelta, fue Kara la que le hacía preguntas a Matt sobre la vida de su pueblo. Lo que más les intrigó, fue cuando él les explicó que los hombres y las mujeres tenían el mismo rango. Que había mujeres jefes de sus tribus, que tenían los mismos oficios que los hombres, e incluso, que había mujeres guerrero. Aunque, lo que más las alteró, fue saber que las mujeres tenían muchas tonalidades de pelo y de ojos, y que algunas se pintaban el pelo de colores. Así, sin darse cuenta, llegaron a la cueva. Él, llevó las cestas hasta el punto donde le indicó Naxi. Esta, le dio las gracias por la ayuda. Al girarse, observó como Buki entraba en la cueva y tras dar un beso a Kara, se acercó a Matt para decirle que su padre quería verle. Al salir juntos, no pudo evitar mirar a Shany que estaba ayudando a su madre y, como siempre, le sonreía. Baku, estaba a unos metros de la cueva, cerca de unas 68
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rocas. Al acercarse, vio que estaba trabajando. A sus pies, había gran cantidad de trozos de piedra. Al ver que llegaban, los saludó y les indicó que se sentaran a su lado. —Bueno Matt, tenemos que hablar. –Dijo Baku mirando al hombre rubio. –El tiempo ha cambiado. Ya no creo que llueva como los días anteriores. Deberemos continuar el viaje. Me gustaría que vinieras con nosotros hasta nuestras tierras. Eres nuestro amigo. Matt, notó como el hombre se lo decía muy en serio. —Gracias, Baku. Yo ir con vosotros. –Le respondió. —Bien. –Dijo Buki todo entusiasmado. —Luego allí. ¿Qué harás? ¿Te quedarás con nosotros, o te volverás a tu tierra? –Le preguntó Baku. Las preguntas, lo cogieron totalmente desprevenido. ¿Volver? ¿A dónde? ¿Cómo? Ahora estaba ahí y sólo. ¿Quedarse con ellos? Era una alternativa. Podría empezar una nueva vida con… Se sobresaltó con este último pensamiento, le produjo un torrente de sensaciones. Una vida junto a Shany. No estaría mal. ¿Pero ella querría? Mejor no pensar en esas cosas por el momento. —Cuando todos llegar, yo pensar. –Dijo, mirando a Baku. Baku, lo observaba mientras pensaba la respuesta. Le agradó, que no se hubiera precipitado, eso estaba bien. Además la respuesta, fue la que él hubiera dicho. Podría ser una buena aportación a la tribu, si decidía quedarse. Pasó por su mente que no sería mala pareja para Shany. Aunque, bueno, mejor no adelantar acontecimientos. —Me gustaría empezar el viaje lo antes posible, dos días a lo sumo. Pero, los hombres llevamos nuestra lanza, para cazar y defender a nuestra familia. Un hombre, no es hombre sin su lanza. Creo, que tendremos que hacerte una. – Le dijo Baku. 69
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Matt, escuchó todo lo que le dijo Baku del arma no se le había ocurrido, hasta ese momento. —Yo tener arma. Tu encontrar, yo con león. –Le contestó. —Nosotros no vimos ninguna lanza. Pero, seguramente, estará debajo del león, por eso, no la vimos. —No, yo no tener lanza. Otra arma distinta. Baku, afirmó con la cabeza. Era lógico, si no usaba lanza, como ellos, tendría que ser distinta, en ese caso no la habrían podido distinguir. —Bien, mañana iremos a donde te encontramos. –Respondió Baku. Pronto, fueron todos a cenar. Buki, no tardó ni un minuto en informar a todos que Matt les acompañaría en el viaje de vuelta. Todos, se entusiasmaron, esperaban esa decisión, pues les gustaba aquel hombre. Baku la corroboró y les informó también, que, durante la fiesta y si él decidía quedarse con ellos, lo avalaría ante la tribu. Todos, golpearon sus manos en sus muslos. Matt, dándoles las gracias, les dijo que le gustaba la idea de quedarse con ellos y empezar una nueva vida, que lo decidiría en la fiesta. Mientras decía esto, miró a Shany, que estaba mirándole con los ojos abiertos y una expresión de felicidad en la cara. A la mañana siguiente, una mano despertó a Matt. Al girarse, observó que era Shany. Como todos los días, lo primero que veía en ella, era su deliciosa sonrisa. —Dice mi padre que te despierte, hoy desayunamos más temprano –Le informó. Mientras, él se vestía, Vio como los demás estaban ya avivando el fuego. Desayunaron los restos de la cena anterior. Al terminar, Baku y su hijo cogieron sus lanzas despidiéndose de sus mujeres se reunieron con Matt. Vio que Shany llevaba un macuto a las espaldas. 70
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—¿Tú, venir con nosotros? –Le preguntó, Matt. —Sí. Llevaré la comida. –Le dijo. Baku, dio la orden de partir y el pequeño grupo salió de la cueva. Durante todo el viaje, Baku iba delante, seguidamente Buki y cerrando el grupo Shany y Matt. Observaba a la chica. Seguía el paso de su padre y de su hermano sin quedarse atrás, no daba signos de estar cansada. Para ser tan delgada, tenía mucha fuerza. Eso ya lo había notado el día que lo ayudó, cuando se levantó y estuvo a punto de caerse. Lo había agarrado con fuerza de la cintura. Esta vez, fue más largo el viaje que la anterior, las lluvias habían formado una laguna en la zona donde estaba un bosquecillo y tuvieron que dar un rodeo. Al mediodía, llegaron al sitio. Matt lo reconoció enseguida. Allí, estaba aún, el cuerpo del león abatido, solo, que esta vez, no quedaba mucho de él. Los carroñeros habían dado buena cuenta de su cadáver. Salvo huesos y piel, poco quedaba de aquel magnífico animal. Al acercarse el grupo, salieron espantados algunos pájaros que estaban terminando lo que quedaba del festín. Matt, observó el sitio, todo estaba embarrado. Se puso a buscar. La ropa que encontró, estaba toda echa girones y esparcida en muchos metros a la redonda, no recordaba nada a la ropa militar que llevaba. Se dirigió hacia el hueco de rocas donde pasó la noche. Allí, encontró los restos de la mochila. Había tenido la misma suerte que la ropa, un trozo inservible de lona sucia. Se agachó y empezó a buscar por el suelo y entre el barro, restos de su equipo. Todo destrozado. Al menos, pudo encontrar un cargador con munición intacto, envuelto en plástico. Fue cogiendo las balas, que pudo encontrar, en los demás cargadores rotos y guardándolas en un trozo de tela. Estaban sucias, pero intentaría que estuvieran en condiciones para su uso. 71
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Mientras, él estaba buscando, el resto del grupo lo observaba. Estaban ansiosos por ver que arma portaba el extranjero, si es que, lograba encontrarla. Shany, miraba como buscaba esas pequeñas puntas en el barro. Cuando pareció que hubo acabado de buscar en ese sitio, vio como se dirigía hacia los restos del León. Su padre y su hermano fueron hacia él. Ella, se acercó al sitio donde el hombre había estado escarbando, se puso a buscar, igual encontraba alguna de esas puntas que tanto parecían interesarle. Entre los tres hombres, movieron los restos del animal. Matt, recogió algo del suelo. Parecía un trozo de madera con algo sujeto a ella. Estaba totalmente sucia y embarrada, así que, no pudieron ver bien su forma. Matt, lo llevó todo hacia unas rocas, se sentó observando lo que había podido salvar del equipo que traía, más bien poco y en muy mal estado. Buki, mientras, arrancó los colmillos de las fauces del león. Después se dirigió hacia Matt. Lo vio agachado en el suelo. Tenía en la mano algo, que él no reconoció, era algo de colores. Baku y Shany también lo vieron. —¿Has podido encontrar todo lo que buscabas? –Le preguntó. —No todo. Todo mal, roto, perdido. –Respondió Matt, abatido. —¿Tu arma? –Le preguntar Baku. —Sí, allí, sucia limpiar. Igual no bien. –Le respondió, señalando el arma embarrada que había sacado de debajo de los restos. Baku, observó que, todo lo que le decía lo hacía sin mirarle. Estaba absorto, mirando algo que tenía entre sus manos y que acariciaba con sus dedos. Después, de apretarlo contra su corazón lo dejó caer al suelo, lanzando una exclamación. 72
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—Eso, es el símbolo de tu pueblo? –Le preguntó Baku, acercándose al hombre. —Si era. Ahora roto. –Y no dijo más. Matt, recogió las balas y el fusil y lo envolvió todo en un trozo de piel que le dejó Buki. —Mejor, vamos hacia ese arroyo, allí prepararemos la comida. –Dijo Baku. Todos se encaminaron tras él. La última iba Shany, que antes de unirse al grupo, se acercó y recogió lo que había tirado Matt. Lo miró, era como una piel llena de colores, pero, no era piel, no sabía de qué estaba hecho. Estaba todo desgarrado, pero pudo distinguir unas líneas rojas y blancas y un trozo azul con algo que se parecían a las estrellas que se ven en el cielo de noche. Lo guardó en una de sus bolsas, junto a unas puntas, como las que él había estado recogiendo. No dijo nada, corrió para unirse al grupo que ya se alejaba. Al llegar al arroyo, Shany se apresuró a encender un fuego. Mientras, ella preparaba la carne, su padre se sentó frente a Matt. Estaba intrigado con el arma que había recogido el extranjero. Buki mientras tanto, estaba trabajando en los colmillos, sin perder detalle de lo que hacía Matt. Primero, quitó toda la suciedad que pudo del fusil y lo dejó al sol. Después, se puso a limpiar las balas. Las secó y limpió una a una, esmerándose sobre todo en el detonador. Las fue colocando de pie una al lado de la otra, hasta finalizar. Ahora, dejaría que se secaran bien al sol. Esperaba poder salvar la mayor parte de ellas. Nada más terminar la tarea, se pusieron a comer. Mientras comían, Baku preguntó: —¿Podrás arreglar tu arma, Matt? Matt, giró la cabeza hacia donde había dejado el M16, mientras mordía un trozo de carne. Pensó la respuesta, mientras, tragaba el pedazo de carne. 73
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—Limpiar. Arma estar mal. –Dijo, meneando la cabeza. —No conozco el material con el que están hechas esas cosas pequeñas con punta ni tú arma. –Dijo Baku, señalando las balas. —Llamar “balas”. El arma llamar “M16”. –Dijo Matt. No sabía cómo explicarles de que material estaba hecha cada parte de ellas. No se inventarían hasta dentro de muchos miles de años, como la pólvora de su interior. —¿Cómo funciona tu arma? –Quiso saber Buki. —Meter, “bala,” en arma. “Bala”, salir, matar. –Intentó explicar, lo mejor posible. —Creo, que lo que intentas explicar es que esa “bal—a” sale lanzada como las piedras que usamos con la honda. ¿No es así? Matt, se impresionó de la forma como había entendido la base del funcionamiento del disparo del fusil. —Si Baku. Como honda. –Le respondió, sonriente. —Padre, ¡ha matado Matt a un león con un arma como la honda! –Dijo Buki, todo excitado. A Baku, le resultaba increíble tal afirmación. Unas cosas tan pequeñas, no podían matar un animal tan grande. Debía ser algo más complicado que todo esto. No podía comprender su funcionamiento hasta que no viera el arma en acción. Continuaron comiendo y hablando de otras cosas. Shany estuvo escuchando toda la conversación, también, observó atentamente cómo había limpiado esas pequeñas puntas. ¿Debía decirle que había encontrado unas cuantas? Igual, se podía enfadar. Una mujer, no podía tocar un arma sin permiso. Mejor esperaría. Cuando terminaron, decidieron inspeccionar parte del camino que deberían recorrer el día que partieran. Cuando ya empezaba a oscurecer regresaron a la cueva. En la entrada, estaba Naxi esperándoles. 74
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—Hola Naxi. –Le saludó Baku y le dio un beso. —Estábamos preocupados. Habéis tardado mucho. ¿Os ha sucedido algo? –Le preguntó, preocupada. —Hemos ido a inspeccionar parte del camino. ¿Estabas preocupada? –Preguntó a su compañera, mientras le agarraba de la mano. —Bueno, un poco. –Le contestó, mirándole a los ojos con una sonrisa. —¿Está la cena? Venimos hambrientos. –Dijo Buki, nada más entrar por la cueva y corriendo hacia Kara para abrazarla. Por supuesto, la cena estaba preparada y todos, tras dejar sus cosas, se encaminaron al fuego. La caminata había sido larga y, estaban hambrientos. Esa noche, todos se fueron, enseguida a dormir, estaban cansados.
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Al día siguiente, nada más levantarse y desayunar, Matt cogió el arma envuelta en pieles y salió de la cueva. Se sentó al sol cerca de la entrada y desenvolvió el paquete. Después, de un minucioso examen, pensó que tenía mucho trabajo por delante. En ese momento, vio como Shany se acercaba. —¿Te importa, que me siente a tu lado? –Le preguntó. Él apartó las pieles en las que había traído envuelta el arma, y le invitó a sentarse. Le gustaba su presencia. Observó, que traía unos trozos de piel en la mano, y, que, por lo que parecía, los iba a coser para hacer alguna cosa. Seguidamente, se centró, de nuevo, en su trabajo. Desmontó completamente el arma. Comprobó todas las piezas y sonrió. No estaba tan mal, como había pensado, en un principio. Las partes más complicadas, serían el cañón y el mecanismo de disparo, pero, con paciencia lo conseguiría. Transcurridas varias horas, Shany, le tocó en el hombro. El se giró hacia la mujer. Se había metido tanto en su trabajo que se había olvidado de su presencia. —Perdón, yo olvidar tu aquí. –Intentó disculparse. —Ya me he dado cuenta. –Le contestó, en medio de una sonrisa.— Es la hora de comer. Se levantaron dejando allí su arma, no había peligro de que nadie la robara. Mientras comían, los demás hombres se interesaron por sus progresos. Matt, les informó que pronto estaría reparada. Al finalizar la comida, se encaminó al exterior y reanudó el trabajo donde lo había dejado. Shany, volvió a sentarse, callada, a su lado, también concentrada en sus labores. Transcurrido un tiempo, se empezó a sentir cansado y dejando el arma al lado, se relajó. La joven, se levantó rápidamente y entró en la cueva. Al 76
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momento, la vio regresar, parecía que le había leído el pensamiento, le traía un cuenco con agua. Él, lo bebió y se lo agradeció. Esto alegró mucho a Shany. Ella continuó, como si nada, con su tarea. Matt, la observó. Durante la mañana, había unido entre sí, partes de unas pequeñas pieles y puesto trozos a modo de cintas para atar, parecían pequeñas bolsas. Ahora, les estaba dando grasa para ablandarlas e impermeabilizarlas. En esto Matt, vio la solución al problema que le había estado rondando todo el día. El lubricante. El que usaba ella era muy grueso. Debería calentarlo más y colarlo para que pudiera servir. No tenía otra alternativa para engrasar el arma. Si no lo hacía, no serviría de nada lo que había hecho hasta entonces. Se oxidaría y sería inservible. Tras hacerle entender a Shany que necesitaba grasa, ella lo llevó hasta unos recipientes donde guardaban la grasa de los animales. Vio que era muy sólida. Cogió un trozo y lo llevó cerca del fuego. Lo introdujo en un cuenco y lo puso al fuego. Al rato, ya estaba licuada la grasa. Cogió un tozo de piel, la más gastada que encontró, y la usó de colador para traspasar la grasa de un recipiente a otro. Este proceso, lo repitió varias veces, hasta que vio, que no podría licuarla más. El producto resultante lo llevó fuera y con una piel suave, empezó a engrasar las partes del arma. Shany, también utilizó esta grasa para su trabajo comprobando como se filtraba mejor en la piel, lo que le agradó. Tras el engrase interno de las piezas, Matt comenzó por las partes externas. Frotándolas bien, para sacar toda la suciedad que quedaba, para que no se produjera óxido. Tras, terminar el trabajo, comprobó los mecanismos de disparo y para su sorpresa, parecía que iba bien. La grasa no era la idónea, pero, dándole cuidados y no dejando que se secara mucho, podría funcionar bien. 77
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Para finalizar, volvió a montar de nuevo las partes del arma. Después de pasarle, de nuevo, la piel fina, su M16 volvía a relucir como nueva. Montó el arma e hizo funcionar el gatillo. Parecía que funcionaba. Se sintió satisfecho. A su mente, acudieron las palabras de Baku: “Un hombre no es hombre sin su lanza”. Tenía razón, un soldado sin su arma no es soldado. Ahora, comprendía sus palabras. —¿Has arreglado tu arma? –Le preguntó, de improviso, Shany. —Sí. –Contestó Matt.— Faltar balas. Probar. Fue introduciendo las balas en el cargador. Al terminar, lo acercó al arma y de un golpe seco lo introdujo en él alimentador. Se levantó, colgó de su hombro el fusil. Mirando a Shany, le tendió una mano. —¿Shany venir, probar arma? –Le invitó. Shany, se sintió nerviosa, la estaba invitando a caminar juntos. Por supuesto, que aceptó complacida. Un hombre nunca solía invitar a una mujer a que le viera usar su arma. Caminaron un rato, hasta las cercanías del rio, cerca de una poza, se pararon. Él, le dijo que se apartara un poco. Montó el arma, notó como la bala entraba en la recámara. Apuntó a la rama de un árbol y apretó el gatillo. La rama, estalló por el impulso del proyectil al impactar en ella. La mujer, se quedó atónita por el ruido, llevándose las manos a los oídos. Volvió a apretar el gatillo, pero, esta vez, el arma se encasquilló. Él, miró a Shany. —Bueno, no bien. –Dijo Matt a Shany, mientras le sonreía. Al menos funcionaba. Se había encasquillado por culpa de alguna bala en mal estado, pero, sabía que funcionaría. —Hace un ruido espantoso, huele raro. –Le dijo Shany, 78
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aún con las manos en los oídos y los ojos cerrados. —Sí mal olor. Mucho ruido. –Repitió Matt sus palabras, sin poder parar de reír. La miró y observó como arrugaba la nariz por el olor de la pólvora, la situación le resultó graciosa. Colgó su fusil al hombro. Alargó las manos, colocándolas sobre las de Shany. Ella, abrió instintivamente los ojos. Él, le separó las manos de los oídos y se las bajó. —Shany, ¿tu bien? –Le preguntó Matt. La mujer, en ese momento, no le oía. Sólo veía esos increíbles ojos azules fijos en ella. No entendía que le sucedía. Su corazón palpitaba con tal fuerza, que creía que se le iba a salir del pecho. Su cuerpo empezó a temblar y sentía como si sus piernas no pudieran sostenerla. —Yo... yo… –No supo que más decir. Le hubiera gustado decir tantas cosas, pero, era incapaz de articular ninguna. Seguramente, Matt pensaría que era tonta. Él notó, como temblaban sus manos, se habría asustado por culpa del disparo. Entonces, en ese momento, su corazón se disparó. Acercó su cuerpo al de ella, hasta quedar juntos. Soltó su mano derecha y la llevó hacia su pelo. Lo acarició. Ella cerró los ojos. Sintió como los labios del hombre la besaban. Casi pierde el conocimiento. No supo cuanto duró, pero, para ella fue una eternidad. Nunca le había besado un hombre. Cuando él separó sus labios, ella no se atrevió a abrir los ojos, por si todo, hubiera sido un sueño. Después de una eternidad, los abrió. Allí seguían esos ojos mirándola. No sabía qué hacer ni decir. Había soñado con ese momento toda su vida, pero ahora, se sentía totalmente paralizada sin saber como reaccionar. Él volvió a cogerla de la mano. —¿Tu bien? –Le preguntó, con una increíble sonrisa en la cara. 79
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—Sí. –Logró contestar. Le hubiera gustado decirle todo lo que sentía por él, desde el momento que le vio. Pero, se asombró de su acción. Se puso de puntillas y lo besó. Luego, salió corriendo hacia la cueva, con el corazón palpitándole alocadamente. Matt, la vio partir corriendo. Acercó la mano al pecho y notó el rápido latir de su corazón. Se sentía como un adolescente en su primer beso. No podía dejar de mirarla, mientras se alejaba corriendo. Al instante, dirigió su vista hasta el suelo. —Helen, adiós. –Dijo, cerrando los ojos. —¡Matt! –La voz de Baku le sacó de sus pensamientos.— Shany me lo ha contado. Vio como Baku y su hijo venían corriendo. ¿Les habrá dicho Shany que la había besado? Igual había cometido un error. Les explicaría que no quería violentarla. Al llegar a su lado, Baku se paró frente a él mirándole. Matt, contuvo el aliento. —Dice Shany que has usado tu arma. Que ha roto una rama sin siquiera tocarla. Pero, que hace un ruido espantoso y huele fatal. Matt, soltó de pronto el aire contenido, aliviado. Se relajó. Notó, como Baku lo miraba extraño. ¿Sabría algo? Si era así, al menos, no se lo había comentado. —Sí, pero no bien. Más limpiar. Shany mal. –Le respondió, mientras miraba su arma moviendo negativamente la cabeza. —Creo que sí. Vino muy agitada. Debió de asustarse con el ruido. Nosotros también lo oímos. Espero que consigas arreglarla. Aunque, si hace ruido, no sé cómo se arreglan vuestros cazadores para cazar y no asustar a los animales. A Matt le hizo gracia, no había pensado que tendría que usarla para cazar animales. Sólo la había usado para matar 80
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hombres. Bueno, sería un nuevo uso, si lograba hacerla funcionar bien. —Matt, dice mi madre que vengas, ya es la hora de cenar. –Le comunicó Buki de repente. —“Ok”. –Dijo Matt, sin darse cuenta de que había utilizado su idioma. A Buki le gustó la expresión. La repitió, mientras tomaban de nuevo el camino de regreso a la cueva. Al llegar, dejó el arma al lado de su cama. Se sentó con los demás alrededor del fuego. Hoy había pescado. Por lo visto, lo habían pescado esa mañana en el rio. Miró a Shany, que justamente estaba enfrente de él y le sonrió. Sin embargo, no lo miró, ni devolvió la sonrisa. Durante toda la cena se dedicó a hablar con todos, menos con él, ni una sola vez, lo miró. ¿Se habría molestado? No le pareció en su momento. Además, lo besó antes de irse. Cuando hubieron terminado, ellas, se llevaron los utensilios y trajeron una infusión para tomar. Era una norma habitual por las noches. Además, servía como pretexto para charlar más distendidamente. —Bueno Shany, hoy te has asustado mucho con el arma de Matt. –Dijo de repente Baku, dirigiéndose a su hija. Ella se atragantó mientras bebía. No lo esperaba. —Sí… yo… bueno… –Empezó a balbucear nerviosa. —Vaya, pues sí, que te has asustado hermanita. ¿Aún te dura? –Dijo Buki, medio entre sonrisas. Entonces, ella lo miró por primera vez en toda la noche. Y él observó cómo le brillaban los ojos. Sus miradas se quedaron prendidas la una en la otra. Ella, le regaló una increíble sonrisa. No pudo menos que devolvérsela. La hubiera besado ahí mismo. —Matt…Matt. –Oyó de repente, que alguien lo llamaba. —Eh… ¿sí? –Dijo, al fin, separando su vista de Shany. 81
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Se sintió un poco avergonzado al notar el calor en sus mejillas. Seguramente, se habría puesto colorado. Esperaba que no se hubieran dado cuenta. Shany, si se puso colorada. Bajó la mirada, hacia el recipiente de la infusión y tomó un trago ¿Lo habría notado su padre? Esperaba que no. Sintió la mano de su madre en el brazo. Giró la cabeza hacia ella y vio que la estaba mirando intrigada. —Mañana hablaremos, ¿de acuerdo? –Le dijo en voz baja. —Si madre. –Fue su respuesta. Luego, volvieron a la conversación. —Parece que estas en otra parte. –Le dijo Buki, que era quien lo llamaba. —Yo pensar en…—mejor no decir en que estaba pensando— arma. –Fue lo único que pudo decir, no sin antes, mirar de reojo hacia Shany que sonreía, mirando hacia su recipiente de infusión. —Espero que, la arregles. Y ver cómo funciona. Pero bueno, Te he hecho un regalo. –Y le tendió un paquetito de piel. Todos estaban intrigados. Buki, no era dado a los regalos. Así que, era algo inesperado, que merecía atención. —Gracias Buki. –Le dijo Matt, al alargar la mano y coger el paquetito. —Ábrelo, ábrelo. –Dijo, todo impaciente. Él lo desenvolvió. Dentro encontró un colgante, con los dos dientes del león. Había perforado un agujero en cada uno de ellos y había introducido un trozo de cordel de cuero. Todos golpearon sus muslos a modo de aprobación. —Buki muy bonito. ¿Tu hacer? –Le preguntó, agradecido. —Sí. Le arranqué los colmillos al león. Tú lo mataste, 82
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debes llevarlos. Cualquiera que te vea sabrá de tu hazaña. ¿”Ok”? –dijo Buki. —Sí, “ok”. –Le contestó Matt, con una sonrisa. Todos felicitaron a Buki por el trabajo. Hasta su padre le dijo que estaba muy bien hecho. Dieron por terminada la cena y todos se encaminaron hacia sus camas. Mientras, caminaba, Matt. intentó ponérselo, pero, no podía anudarlo a su cuello. —¿Quieres que te ayude? –Dijo, de pronto Shany, a su espalda. —Sí, gracias. No poder. –Le contestó Matt. Él, agachó la cabeza, pues era bastante alto para ella. Mientras, le anudaba el cordel, él la besó en el cuello. —No, aquí no. –Le regañó, en voz baja al oído, mientras apartaba sus manos del cuello. —¿Yo bien? –Le preguntó. —Sí. Te queda muy bien. Es muy bonito. –Le contestó sonriente—. Hasta mañana. –Se despidió de él. Al pasar, ella por su lado, notó en su mano, el suave roce de una caricia. —Hasta mañana, Shany. –La despidió él.
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XI
Al día siguiente, en el desayuno, Baku les informó, que prepararan todo, para partir a la mañana siguiente. Todos, se pusieron muy nerviosos, había mucho que preparar. Cuando acabaron de desayunar, empezaron a ordenar las cosas, que después de ser embaladas, iban a transportar. —¡Shany, ven! –Oyó, que la llamaba su madre. —¿Si madre? –Contestó ella, dirigiéndose a donde estaba su madre. —Bueno, esta vez hay muchas cosas que recoger. –Le dijo, mientras guardaba los útiles del desayuno —Si madre. –Contestó la joven, mientras miraba hacia la entrada de la cueva. Su madre la observó, mirando también, hacia esa dirección. Allí estaba Matt, trabajando o lo que fuera en su arma. —Es guapo ¿no? –Dijo, de repente, Naxi como si nada. —¿Guapo? ¿Quién? –Respondió sobresaltada Shany. —No sé, ¿Tú quién crees que hay aquí a parte de nosotros? –Respondió Naxi haciendo un gesto con la cabeza en dirección a la entrada. Ella agachó la cabeza. —No sé, supongo. –Balbuceó, con voz entrecortada. —Pues, a mí, me parece un hombre muy guapo. Sobre todo con esos ojos y ese pelo tan poco habituales. –Afirmó su madre, acercándose a ella y susurrándoselo al oído. —¡Madre! –La miró con sorpresa. —¿A ti no te parece guapo? –Repitió de nuevo su madre, haciendo un gesto fingido de incredulidad. Shany se dio cuenta, que su madre había notado su interés por el extranjero, volviendo a mirar hacia el suelo. Dijo al fin, casi en un susurro. —Sí. Es el hombre más atractivo que he visto nunca. 84
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Su madre, le levantó la cara con una mano para verla —Vaya, vaya. Así que te gusta. —Mucho. –Esta vez, vio que tenía una sonrisa tonta en la cara. —¿Te ha insinuado algo? ¿Te ha dicho lo que siente por ti? –Le preguntó. —No exactamente. No sabe todavía muchas palabras. Pero, ayer… –Se quedó cayada de repente. —¿Ayer? –Repitió su madre. —Ayer… me acarició y me besó. –Dijo al fin, como en una ensoñación. —Así que te ha besado. —Sí. —¿Y tú que has hecho? –Le preguntó. Shany, esta vez se puso tan colorada que hasta su madre notaba el calor en su mano. —Le di un beso y me fui corriendo. –Lo dijo con tal inocencia, que su madre no pudo menos que reírse. Después de acariciarla y darle un beso, se puso a ordenar unas cosas, mientras Shany la observaba, esperando alguna reacción, ante lo que le había descubierto. Pasaron varios minutos y su madre continuaba con sus labores. Ella no sabía qué hacer. Al final, Su madre la miro: —Bueno, ¿No tienes nada qué hacer? Podrías ir y hacer compañía a ese chico que está solo, trabajando en la entrada. –Fue la respuesta de su madre. —Gracias madre. –La abrazó alegremente. —Pero, ten cuidado. Y sobre todo, que no se te noten las miraditas. –Le dijo, cuando se separaron. Ella le sonrió y se levantó. Antes de ir, donde se encontraba Matt. Se dirigió primero, al lugar donde ella dormía. Se arrodilló frente a una cesta, sacó un paquete envuelto. Miró hacia su madre esta le hizo un gesto de afirmación. Entonces, se levantó y se dirigió hacia Matt. 85
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Matt, había aprovechado la mañana para volver a desmontar, limpiar y montar de nuevo todas las partes del arma. Cuando acabó, buscó con la vista a Shany. Enseguida, la vio. Venía en ese momento hacia él. Como siempre, sonriendo. —Hola Matt. –Lo saludó, nada más llegar. —Buenos días. ¿Sentar? –Le respondió él, mostrándole una enorme sonrisa. —Prefiero dar un paseo. ¿Quieres? Le resultó extraño, siempre se había sentado a su lado por las mañanas. Lo intrigó. Decidió aceptar. Salieron caminando, en silencio, hacia el río. Al llegar, se sentaron en un tronco, uno al lado del otro, mirando una bandada de patos que chapoteaban. Al cabo de un rato. —Hoy tu guapa. –Dijo, de repente Matt. Bajo su gran timidez, vio como sonreía. —¿De verdad, crees que soy guapa? ¿Me parezco un poco a las mujeres de tu pueblo? –Le preguntó sin mirarle. —Guapa sí Mucho. Tú, no igual mujeres mi pueblo. Tú mucho más guapa. –Le contestó él, inmediatamente. Ella, entonces, lo miró. De un salto, se levantó y se puso delante de él mostrándole un paquete que había traído desde la cueva. —Para ti. Un regalo. –Le dijo. El, se sorprendió del repentino movimiento de la joven. —Gracias. –Le contestó, cogiéndolo y poniéndolo en sus rodillas. Desenvolvió la piel, dentro, había un cinturón con bolsas, igual que el que portaba Buki. —Muy bonito, Shany. –Le dijo, sonriendo Matt. Él, se lo puso en la cintura, pero Shany se lo colocó y ató bien.
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—Ahora, sí está bien. Puedes guardar dentro las puntas que usas con tu arma. –Le sugirió Shany. Matt, se quedó pensativo. Tenía razón, era idóneo para transportar las balas y tenerlas a mano. Lo que más le sorprendió, fue ver la bandera cosida en un extremo del cinturón, la que él había arrojado al suelo, el día que fue en busca del arma. La acarició con los dedos. Ella la había arreglado. —¿Te gusta? Es el símbolo de tu pueblo, ¿no? Le preguntó dubitativa. —Sí, me gusta mucho. El la miró. Cogió su cara en sus manos y la beso en los labios. —Gracias, Shany. –Le dijo Matt, mirándola intensamente. Ella, tenía una expresión radiante en la mirada. El tiempo no parecía transcurrir. —Shany, ¿yo poder dar regalo? –Le preguntó. Ella se separó de golpe de él. —¿Un regalo tu a mi? –Le respondió, un poco nerviosa. —Sí. –Le dijo llevándose las manos hacia el colgante que tenía al cuello. Desató el nudo, soltando uno de los colmillos del león. —Toma para ti. –Dijo, mientras se lo ofrecía. —No, no puedo. –Respondió dubitativa. —¿Por? –Se sorprendió por el rechazo. —Eso es trofeo de cazador. Sólo se lo ofrece un hombre a una mujer si… –Se le puso un nudo en la garganta. —¿Si? –Preguntó él, interesado en el final de la frase inacabada. La observó, estaba temblando. Lo miraba con ojos de asombro y una sonrisa nerviosa. —Por favor, decir. –Le preguntó impaciente, Matt. 87
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—Si ella quiere ser su prometida. –Dijo, temblándole la voz y clavando los ojos en el suelo. Matt, se quedó mirando. Claro que sentía algo por ella. Se estaba enamorando, no sabía cómo ni por qué, pero… Cogió un cordel y lo introdujo por el orificio del colmillo. —Shany, ¿Querer ser mi prometida? –Le preguntó, ofreciéndole el colmillo. La vio palidecer, aún siendo de piel morena. Ella, intentó articular alguna palabra, pero, sólo puso abrir y cerrar la boca. Tenía delante al hombre que quería. Al que pensaba que nunca podría aspirar. Este hombre le estaba ofreciendo ser su pareja. Miles de mariposas revoloteaban dentro de su estómago, con esfuerzo pudo articular: —Sí. Shany, levantando sus cálidos ojos hacia él, llenos de ternura y amor. Dándose media vuelta, con la mano apartó su pelo hacia un lado dejando su cuello al descubierto. Matt, se acercó, le pasó el colgante y lo anudó. Puso sus manos en sus hombros desnudos y la besó en el cuello. Notó como un escalofrío recorría el cuerpo de la mujer. Con suavidad, le dio la vuelta. Sus ojos empañados por las lágrimas la hacían, todavía más hermosa y deseable. Con los pulgares le secó las lágrimas. —¿No ser feliz? –Le preguntó él. —Sí. –Dijo ella, esbozando la más deliciosa de sus sonrisas—. Soy la más feliz del mundo— Afirmó. Puso su cara en el pecho del hombre, cerró los ojos y lo abrazó por la cintura. Nunca, había sido tan feliz, como en este momento. Él, acarició el pelo de la joven mientras hundía su cara en él. La abrazó como no queriendo separarse nunca de ella. 88
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—¡Oh no! –Dijo ella de improviso, separándose levemente de él.— Mi padre. Verá el regalo. Tú no eres de la tribu. –Volvió a abrazarse a él. El hombre, se quedó pensando las palabras de la joven, recordando las que había pronunciado su padre, no hacia mucho tiempo. —Shany, ¿tu querer a mi? –Le peguntó, mientras acariciaba su largo pelo. —Sí. –Fue su respuesta. Esta vez, no había ningún atisbo de duda en su voz. —Bien, yo hablar, tu padre. –La tranquilizó. —Espero que no se enfade o nos prohíba estar juntos. Matt, te quiero. –Y lo abrazó aun más fuerte, dando énfasis a sus palabras. Debía hablar con Baku, esperaba que fuera razonable. En su mundo, todo sería más fácil, seguramente, se irían a vivir a un apartamento sin dar explicaciones a nadie. Aquí, había otras leyes. —Vamos, ver tu padre, Shany. –Dijo, de repente Matt. —De acuerdo Matt, vamos. –Lo dijo con tal abatimiento, que no pudo menos, que volverla a abrazar para infundirle valor. —Tranquila. Todo ir bien. –Dijo, intentando demostrar tranquilidad y firmeza. Aunque también, para infundirse valor así mismo. Estaba tan nervioso, como la primera vez, que entró en combate. Ni que fuera a la guerra. Se separaron, la cogió de la mano y emprendieron el camino hacia la cueva, en silencio. Cada uno sumido en sus propios pensamientos. Cuando llegaron a la entrada de la caverna, ella se soltó de la mano, aunque siguió caminando a su lado. Al entrar, vieron a Baku junto a Naxi organizando sus bolsas de viaje. Se dirigieron hacia ellos. Al llegar a su altura, 89
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la madre levantó la vista, él seguía de espaldas guardando cosas. —Hola Matt, hola hija. –Les saludó.— ¿Queréis algo? – Les preguntó. Esta última pregunta, hizo girar la cabeza a Baku. Algo pasaba. —¿Sucede algo? –Fue su reacción al verlos. Notó a Matt, tenso. Su cuerpo estaba rígido y con respiración agitada. Su hija, estaba un paso detrás de él cabizbaja y nerviosa. Parecía que estuviera medio escondida de tras de él. —¿Te ha pasado algo, Shany? –Le preguntó, algo preocupado. Ella no dijo nada, sólo negó con la cabeza. Matt intentó decir algo, pero Baku sin mirarle, levantó su mano derecha y Matt, no tuvo oportunidad de decir nada. —Shany, mírame. –Dijo su padre, sin apartar la mirada de ella, ni un momento. Ella, fue levantando, lentamente, la vista hasta que sus ojos quedaron fijos en los de su padre. El la observó. Una mirada bastó para saber de qué se trataba. —Llevas, un diente de león colgado en tu cuello. –Dijo su padre. —Sí. –Contestó, tímidamente Shany. —¿Te lo ha regalado? –Preguntó, señalando a Matt. —Sí. Me ha pedido ser su prometida. –Esto, lo dijo con un hilo de voz. —Y, por lo que veo, has aceptado. —No he querido ofenderte, padre. –Dijo, como disculpa. —Hija, sabes que él no es de nuestro pueblo. Hasta que no lleguemos, lo presentemos y sea admitido como uno de 90
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nosotros, él, no puede unirse a ti. Son las leyes. Siendo miembro, puede pedirte si quieres salir con él, conoceros y luego uniros. –Mientras, él hablaba, observó como los ojos de Shany y Matt iban bajando hasta quedar fijos en el suelo. En ese momento, notó la mano de Naxi en su brazo, y la cabeza de ella apoyarse en su hombro. Esto, le hizo parar en sus explicaciones y giró su mirada hacia ella. Ella miraba hacia la pareja que tenían delante, sin decir nada. ¿Ella sabía algo que él no supiera? Ella, conocía muy bien a su hija. ¿Estaría de acuerdo con lo que ella había hecho? Sabía que nunca se equivocaba, siempre, le había demostrado que acertaba en sus decisiones, por eso la había elegido como su compañera. ¿Shany, también tendría la capacidad de no equivocarse como su madre? Era difícil tomar decisiones de esta clase. El, solo era un fabricante de puntas de lanza, muy bueno eso sí, pero, en estos asuntos… Volvió a concentrarse en Matt y su hija. Ahí seguían, mirando al suelo, y esperando lo que él tuviera que decir, bueno o malo… —Veamos, el asunto es un poco especial. Él, no es de nuestro pueblo, aunque, cuando llegue lo será, de eso no tengo duda. Si te quiere, te pedirá salir y luego quien sabe. Pero, estamos de viaje y no creo que lleguemos antes del verano. –Baku, se cayó un momento, pensando en lo que iba a decir a continuación. —Shany, ¿tu quieres a este hombre? –Le preguntó. —Sí, padre. –Respondió, sin dudarlo. —Matt, no creo que deba hacerte la misma pregunta porque, ya has dado el paso. Pero, quiero que estés seguro. Shany es fuerte físicamente, pero, no me gustaría verla con el corazón roto. No creo que lo superara. —Baku, yo la quiero. –Respondió serio, levantando la vita y mirándole fijamente a los ojos. 91
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—Bien, entonces de acuerdo. Espero que este viaje os sirva para conoceros mejor, y saber si habéis acertado con vuestros sentimientos. Shany, ahora es tu prometido, así que, deberás atenderle. Y, tú Matt, tendrás que cuidarla, así como demostrar que puedes aportarle seguridad y un futuro. ¿Estáis de acuerdo? Demostradme que no me he equivocado en permitir que estéis juntos. –Ellos afirmaron con la cabeza. La pareja estaba con los ojos fijos en Baku, no daban crédito. Les permitía estar juntos. —Yo cuidar. No pasar nada malo. –Fue la respuesta de Matt. Shany se levantó y abrazó a su padre. No hubiera pensado jamás que reaccionara así. —Te demostraré que no me he equivocado. –Le dijo y le dio un beso en la cara. —Pues, creo, que es hora de comer. Buki, si ya has dejado de escuchar, trae la carne para cortar. –Dijo, mirando a su hijo. —Si padre, voy. –Dijo Buki levantándose a toda velocidad, con una amplia sonrisa reflejada en su cara. La pareja se levantó y fueron hacia el fuego para ayudar. —Baku, lo has hecho muy bien. –Dijo Naxi, mirándole.— Eres un buen padre y un buen hombre. Estarán bien. Se nota que se quieren. –Le acarició la cara y lo besó. —Siempre me sorprendes, mi amor. –Dijo, mientras la ayudaba a levantarse. —Espero, sorprenderte muchas veces, cariño. –Se abrazó a su cuello, mientras él la sujetaba de la cintura. Empezó a besarla y a acariciar su cuerpo. —¡Padre!, ¿pongo costilla? –Preguntó de improviso Buki, rompiendo el momento romántico. —Creo que ahora, no es el momento. –Dijo Naxi, soltando una risa. 92
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—Creo que no, pero por la noche podemos dar un paseo entre los árboles al lado del rio. –Mientras le decía esto, vio como Naxi se sonrojaba. La cogió de la cintura y fueron a preparar la comida. Cuando estuvo lista la comida, todos se sentaron en sus sitios. Esta vez, Shany se sentó al lado de Matt. Ella, le puso un trozo de costilla en el plato, luego se sirvió para ella. Miró a su madre, ella le sonrió e hizo un gesto de afirmación con la cabeza. —Felicidades hermanita. –Dijo su hermano.— ¿Ves como tenía razón, el día, que te dije que era tu novio? Es que para esto tengo buen ojo. Ella, sólo esbozó una sonrisa. Kara la felicitó y su abuelo también. Este último, empezó a contar el día que conoció a su mujer. La comida fue muy entretenida. En un momento, Baku, les sugirió que embalaran todo lo que iban a llevar. Lo no necesario podían dejarlo. —Tenemos más cosas que cuando llegamos, así que, cada uno deberá llevar el peso que pueda. Hemos curtido varias pieles durante este tiempo y se han unido al peso que teníamos. —Baku, yo llevar también. –Dijo, de improviso Matt, viendo la situación. —¿Te encuentras con fuerzas para poder transportar peso? No quisiera que con el esfuerzo se te pudiera abrir alguna herida. –Le contestó Baku, un poco preocupado. —Yo bien. Fuerte. Baku, miro a su padre pidiendo su consejo. —A mi entender está bien, necesita aún algo de tiempo para recobrar todas las fuerzas, pero, él sabe mejor que nadie como se encuentra. El ejercicio le vendrá bien y se encontrará mejor. Baku se quedó pensando lo que su padre le había dicho. Al cabo de un rato. 93
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—De acuerdo, aligeraremos algunos bultos quitando pieles y formaremos un bulto nuevo para Matt. Con menos peso cada uno, viajaremos más rápidos y menos cansados. Acabada la comida, todos se pusieron a terminar de preparar sus fardos. Naxi se acercó a Matt. —Baku me ha sugerido que te de esta bolsa para que puedas meter dentro tus cosas. –Le dijo, mientras se arrodillaba a su lado. —Gracias. No tener donde meter cosas. –Le respondió agradecido. —El fardo que llevarás, lo están preparando. –Dijo ella, señalando el lugar donde Baku, Buki y el abuelo estaban atareados. —Bien, yo mañana, coger. Él, se sorprendió, cuando ella le cogió la mano. —Matt, cuídala, no le hagas daño, hazla muy feliz. –Le dijo, mientras apretaba su mano. Él, la miró fijamente. Sin ella, seguro que Baku no hubiera actuado como lo hizo, al consentir su relación. Había sido inteligente, al afrontar esa situación. Se notaba que Baku tenía siempre en cuenta sus opiniones. Entre los dos, sabían llevar el grupo. Formaban un buen equipo. —Yo, cuidar, siempre. Nunca daño. –Fue su respuesta mirándola fijamente a los ojos. Ella sonrió. Matt, se sorprendió al ver en ella, la misma sonrisa que le regalaba Shany todos los días. Notó como Naxi le daba unos golpecitos con su mano en la de él. Se fue a levantar y Matt la cogió de la mano. —Gracias Naxi. —¿Por? –Le preguntó ella. —Por convencer a Baku y ayudar. Naxi le miró fijamente. Se había dado cuenta de su es94
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trategia y demás sabía valorar la ayuda de una mujer. Sin duda, sería un buen hombre para su hija. —De nada. –Le regaló otra sonrisa y se levantó. La vio ir hacia donde estaba su marido, para seguir ayudándole. Observó, como nada más llegar ella y arrodillarse a su lado, apoyaba la cabeza sobre el hombro de él. Él, le pasaba la mano por la cintura y la besaba en la frente y continuaban trabajando. Se notaba el amor que había entre ambos. Él era el jefe de la familia. Era quien mandaba y todos acataban sus órdenes, pero, contaba con ella. No decidía nada, sin antes consultárselo. Hacían una buena pareja. Ojalá él y Shany fueran como ellos. Al anochecer, ya casi habían terminado de organizar todo. Baku, le acercó a Matt su fardo. Eran pieles dobladas, atadas y puestas para ser trasladas como una mochila. Se lo colocó a la espalda para probar el peso. Aunque pesaba, estaba muy bien equilibrado y era cómodo de llevar. Lo dejó al lado de sus pieles de dormir. Cenaron pronto. Baku, sugirió que sería preferible que salieran temprano por la mañana. Todos asintieron. Se notaba la excitación que producía la partida del día siguiente. Sobre todo para Buki, que no paraba de hablar. Tenía ganas de llegar a la fiesta y contar todas las cosas que le habían sucedido, tardaría varios días en poder relatar todos los acontecimientos. Sería el centro de atracción y eso le gustaba. Llevaban mucho tiempo, más de un mes establecidos en la cueva, el tiempo apremiaba, si querían llegar para el verano. Esperaban no tener ninguna complicación más. Cuando todos se fueron hacia sus camas, Matt observó, como Baku y Naxi salían al exterior, cogidos de la mano perdiéndose en la noche. 95
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Se tumbó mirando al techo, recordó el primer día que despertó sin saber dónde se encontraba, y la primera cara que vio fue la de Shany. De pronto, sintió, como alguien entraba bajo sus pieles. —Schiiiiiisss. –Le susurró una voz que guardara silencio. Aunque había oscuridad, sabía que era ella. —¿Tú no dormir? –Le preguntó Matt. —No. No tengo sueño. Si quieres me voy. –Le dijo, con una vocecita un poco traviesa. El sonrió y la atrajo hacia su cuerpo. Ella, puso la cabeza en su hombro y la mano en su pecho. Notaba su respiración y el contacto de su piel contra la suya. Ella, empezó a jugar con sus dedos en los pelos del pecho de él. Él, le acariciaba su larga melena. Le gustaba pasar sus dedos por aquel pelo tan largo y sedoso. Él, la besó en la frente. Ella giró su cabeza y su cuerpo hasta poner su cara frente a frente. Le pasó las manos en el cuello y lo besó. Se separó un poco y se le quedó mirando. Él pasó sus manos por la cintura de ella. Ella, volvió a besarlo. Él, siguió acariciando su espalda, hasta llegar a sus glúteos. Eran firmes. Notaba como el cuerpo de ella temblaba. Así, continuaron durante un rato. Shany, al final, volvió a poner su cabeza en el hombro de él. —Matt. –Le susurró al oído. —¿Si Shany? —Cuando lleguemos a la fiesta, habrá mujeres muy hermosas. Más que yo. Seguro que se fijarán en ti y querrán darte placer. Yo sé, que no puedo competir con ellas. Pero, yo te esperaré si después quieres compartir tu vida conmigo. –Le dijo en voz baja. —Seguro que mujeres guapas. Hombres querer estar con ellas. –Le respondió Matt, también en voz baja. Notó como ella hundía la cara más en su hombro cuando oyó la respuesta de él. 96
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—Pero, ellas no son tú. Tú eres la más hermosa. Te quiero Shany. –Le dijo, esta vez girando su cuerpo y dejándola tendida boca arriba. —¿De verdad te parezco guapa? –Dijo, esta vez, con una voz un poco pícara y abrazando su cuello. —Guapa no, muy guapa. –Se agacho hacia su cara y comenzó a besarla. Primero la cara, luego los labios, luego el cuello. Pero, de improviso, ella lo empujó, levantándose de golpe. —Me voy, no sea que aparezcan mis padres. –Se agachó, lo besó y se fue corriendo a meterse entre sus pieles. Él se quedó tumbado boca arriba. Siempre, que estaban en lo más romántico, ella salía corriendo. Tendría que habituarse a estas acciones tan explosivas. Sonrió con estos pensamientos. Se cubrió con la piel. Al poco, tiempo escuchó como Baku y Naxi se acercaban a la entrada. Hablaban en voz baja y ella reía. Mejor, no pensar, de que se estaría riendo. Se dio media vuelta y mirando hacia donde estaba Shany, se quedó dormido. Shany, se quedó un rato mirando hacia Matt. Había sido un día maravilloso. ¿Serían todos los días igual? No le importaba, éste día, no se lo podrían quitar nunca. Al final, se quedó dormida con una sonrisa en la boca.
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XII
—Despierta. –Oyó la voz de Buki que lo llamaba. —¿Ya es hora? Aún, es noche. –Le contestó, mientras estiraba los brazos. —Sí. Hay que desayunar y prepararse para partir. Un día menos, para llegar a la fiesta. –Dicho esto, se levantó y tiró de su piel. Matt, se levantó y se quedó sentado. Estaban ya, avivando el fuego para calentar el desayuno. Se vistió y se encaminó hacia el fuego. A esas horas, aún de madrugada, se agradecía el calor. —Hola Matt, ¿has dormido bien? –Le preguntó Shany, nada más sentarse ante la hoguera. —Sí, muy bien. –Le contestó, pensando en cómo se había ido precipitadamente de su lado, la noche anterior. —Creo que todos, hemos dormido muy bien esta noche, menos Buki. –Dijo de repente Baku, cogiendo de la cintura a su mujer. Esta, le sonrió y le sirvió un trozo de carne. Al terminar, empezaron a recoger los platos y a apagar el fuego. Matt, salió a lavarse en la fuente que había en la entrada. Ya empezaba a clarear el día. Entró y se dirigió hacia donde estaba su zona de dormir. Shany, ya le había recogido las pieles y las había guardado en el macuto. Siempre, iba un paso por delante, adelantándose a sus necesidades. —Ya tienes todo guardado, Matt. –Le dijo, al llegar a su lado. —Gracias, Shany. –Le respondió. Los hombres, además de los macutos, llevaban a cuestas los fardos. Matt, hizo lo mismo. Vio como Shany, además de llevar el macuto, llevaba un fardo menor, que el de ellos. —¿Tú, también, fardo? –Le preguntó él. 98
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—Sí. Llevo mis cosas y las de Kara. En su estado, no debe llevar mucho peso, además, retrasaría la marcha. –Le explicó ella. Tras una leve inspección de Baku, el grupo emprendió la marcha hacia él Oeste. Baku, su hijo y el abuelo iban los primeros, Naxi y Kara después y, cerrando el grupo Shany y Matt. El día, comenzó radiante. El paso no era muy rápido a causa del terreno intransitable. Todo era un barrizal por todo el tiempo que estuvo lloviendo. Durante la marcha, no hablaron mucho. Aunque, Shany, siempre, iba al lado de Matt. Le enseñaba palabras nuevas. Cuando paraban a comer o descansar todos se animaban y comentaban cosas del viaje. Al tercer día, Matt se colocó al lado de Baku. Le preguntó si iban hacia la zona de la fiesta y cuanto tiempo tardarían. Baku, le explicó que primero llegarían al poblado de los Sharkah, que estaba pasando las montañas. Allí, se quedarían unos días, intercambiando, luego, tomarían el camino hacia el Oeste, hasta un rio, que habría que cruzar. Después, se desviarían hacia el sur. Si todo iba bien, llegarían en tres lunas. Sería una larga caminata, pero, estaba preparado para lo que le depararía el destino. Siempre y cuando tuviera a Shany a su lado. Cuando llevaban más de una semana de viaje, Baku, se detuvo a hablar con su padre. Después, les indicó que vadeando el rio que tenían delante, llegarían a su primer destino en poco más de un día. Efectivamente, al día siguiente, al atardecer, vieron las cuevas. Al cabo de un momento, unos hombres llegaron hasta ellos. Portaban lanzas a modo de precaución, mientras, otros los observaban expectantes, desde las entradas de las cuevas. Baku, se detuvo y todos le imitaron. 99
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—Saludos. –Dijo Baku, mostrando las palmas de las manos hacia arriba. —Saludos, soy Mutta jefe de los Sharkah, veo que sois hombres Uska. –Dijo el portavoz del grupo, que había venido a recibirlos. —Sí, soy Baku fabricante de puntas de lanza. Esta es mi familia. La mujer de mi hijo es de los Karsha. Y, ese, es un forastero que hemos recogido herido y es del este es un… –Se paró porque no sabía de qué tribu era. —Americano. –Dijo Matt. El hombre portavoz del grupo, se lo quedó mirando. Era un hombre extraño. Nunca había visto un hombre con el pelo tan corto y de ese color y ese tono de ojos. —A vosotros los Uska os conocemos y damos la bienvenida. Los Karsha son amigos nuestros. El pueblo de vuestro amigo no lo hemos oído nombrar. Si viene con vosotros, sois responsables de él. —Yo respondo por él. –Dijo Baku. Entonces, el hombre puso las palmas de sus manos encima de las de Baku y los demás se relajaron, les saludaron e invitaron a seguirlos. Cuando el resto de la gente, vio que todos venían, se prepararon para recibir a los recién llegados. Lo que más les intrigó fue el hombre alto, que venía con el grupo, sobre todo, a las mujeres que lo encontraron irresistible. Mutta, invitó a Baku a tomar una infusión con él, cuando terminara de instalar a su gente. Fueron llevados al lugar, donde podían colocar las pieles de dormir y dejar los fardos que transportaban. Un grupo de chicas no dejaron de hablar y reír, al lado del forastero, durante todo el trayecto. Shany, no pudo disimular su malestar, ante tanta expectación por Matt, e instintivamente se colocó entre él y ellas. 100
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—Matt, ¿me dejas que te ayude a colocar tus pieles? –Le preguntó Shany. —Sí. –Respondió Matt. Shany, estiró las pieles de Matt y colocó las suyas a su lado. Esto hizo, que algunas de las chicas se fueran. Finalmente, cuando todos estuvieron cómodos, Baku fue a visitar al jefe. Junto a él, estaban otros hombres. Entre ellos, reconoció a varios de otras ocasiones, que habían estado comerciando con ellos. —Te doy la bienvenida Baku. –Dijo Mutta, nada más aparecer. —Gracias Mutta. No recordaba que tu pueblo tuviera tanta precaución con los forasteros. —No hemos querido molestaros y menos a nuestros amigos los Uska. Últimamente, hemos tenido algunos problemas, con un grupo de cazadores del clan de los Marut. —¿Los Marut? Vaya, conozco ese clan de oídas. No he sabido de nadie, que haya tenido problemas con ellos. – Dijo, pensativo Baku. —El clan ha desterrado a un grupo con los que había desavenencias. Vagan sin rumbo. Ahora, quieren hacer su propio clan, ya han cogido, por la fuerza, a algunas mujeres del pueblo Bara. —Nosotros pasaremos por allí, antes de llegar a nuestra fiesta de verano. Espero no tener problemas. —Los Bara han intentado darles caza, pero, no lo han conseguido. —No me gustaría encontrarme con ellos. –Dijo Baku, preocupado por su familia. —Bueno, dejemos, por ahora, los problemas. Has llegado en un buen momento. Necesito lanzas buenas, aquí no hay buen sílex y es conocida la calidad de las puntas de los Uska. 101
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—Gracias. No os defraudaremos. Por cierto, veo mucha gente en el poblado. —Mañana celebraremos una unión. Estáis invitados a participar en la fiesta. —Se agradece, un poco de fiesta nunca viene mal. –Contestó de mejor humor Baku. Todos, ratificaron las palabras de Baku y rieron. Cuando terminaron la reunión, se despidió y regresó al lado de su familia. Estaban terminando de preparar la cena. Él, les informó de que estarían unos días. Lo de la fiesta de la unión fue lo que más les gustó. Esa noche durmieron plácidamente. Descansando, después, de la caminata de los días anteriores. Por la mañana, Baku, su padre y su hijo se encaminaron al sitio de trabajo donde fabricarían sus puntas, los próximos días. Las mujeres, se pusieron a organizar el lugar, pues, tendrían que pasar unos días y mejor era estar cómodos. Matt, salió fuera de la cueva, él no podía ayudar, no sabía nada de cómo trabajar el sílex. Decidió dar una vuelta por los alrededores. Se dirigió hacia el río. Nada más salir, se le acercaron dos chicas. —Hola. –Le saludaron. —Hola. –Les respondió. —¿A dónde vas? –Le preguntó, una de ellas. —Ir, a ver rio. —Ven, te acompañaremos, así, no te perderás. –Le invitaron a seguirlas. Él, las siguió. Poco a poco, fueron llegando más, estaba totalmente rodeado. Parecía ser el centro de atención. Al llegar al río, vio a hombres pescando. Le hubiera gustado darse un baño, pero, con tantas mujeres no le parecía buena idea. No dejaron de hacerle preguntas. De donde era, si todos 102
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los de su pueblo eran como él. Lo que más les interesaba era si estaba casado. Agradeció, no saber hablar mejor, porque le estaban aturdiendo con tantas preguntas. Algunas se desnudaron y se zambulleron en el agua, invitándole a bañarse. No parecían tener vergüenza, de estar desnudas delante de él. Sin muchas ganas, accedió, necesitaba una ducha y bueno, nunca había estado tan bien rodeado. Se desnudó y se metió en el rio. Las chicas reían y hacían bromas. Le salpicaban y, él, también jugó un rato. Cuando notó, que los juegos empezaban a ser un poco más íntimos, les dijo que tenía que irse, todas empezaron a quejarse, intentando sujetarlo, para que no se fuera. En ese momento, miró hacia la orilla y vio a Shany. Las demás, también la vieron pero, actuaban como, si no les importara, además, la invitaron a entrar en el agua con ellas. Ella, negó con la cabeza y se fue andando por la orilla. Él, se excusó. Le costó zafarse de tantas manos que intentaban retenerlo. Se vistió corriendo y fue en busca de Shany. —Shany. –La llamó, cuando la vio a lo lejos. Ella, se giró, cuando oyó que la llamaba. —¿Ha sido de tu gusto el baño? –Le preguntó, un tanto enfadada. —Yo, ir al rio, ellas, enseñarme camino. Luego, ellas bañar agua y yo entrar. No hacer nada malo. –Se disculpó. —No pasa nada. Es normal que un hombre se bañe con mujeres. Sobre todo, si lleva días sin lavarse. Y, si las chicas, son tan guapas, pues, no pasa nada. —No fijar, en eso. –Le dijo él. —Ellas, si se han fijado en ti. Les interesas, se nota que desean acostarse contigo. –Dijo directamente. —Yo, no quiero acostarme con ellas. Te quiero a ti. Ella lo miró. Él, le devolvió la mirada con aquellos increíbles 103
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ojos azules. No pudo resistir más tiempo su enfado. Además, si él quería acostarse con alguna chica, ella no podría hacer nada. —Iba a dar una vuelta. –Dijo al fin. —¿Quieres que te acompañe? –Le preguntó Su cara, volvió a relucir con una sonrisa. —Sí, me apetece mucho que vengas conmigo. –Le respondió, olvidando su enfado. Él la cogió de la mano y echaron a andar. Durante el paseo, ella, le fue contando cómo sería el rito de la unión a la que iban a asistir. —En ella se comerá, beberá y habrá juegos. Luego, por la noche, los hombres y las mujeres adultos danzarán y darán respuesta al mandato de la Madre. –Explicó Shany. –¿Respuesta al mandato de la Madre? –A Matt, le intrigó esta parte. —¿No tenéis estos ritos en vuestro pueblo? —No. –contestó Matt. Ella se ruborizó un poco. —Los hombre y las mujeres casados o solteros que lo deseen, pueden darse placer y aparearse esa noche, sin que sea mal visto por nadie. —Vaya unión. ¿Y poder con cualquier mujer? –Preguntó, de nuevo. —Sí. Sólo los que han pasado los ritos de madurez. Y, si la otra persona consiente. –Esta vez, lo dijo mirando al suelo, con la voz un poco apagada. Siguieron andando en silencio. Ella se paró y le miró a los ojos. —Si quieres aparearte con alguna de esas chicas, no me importará. De verdad. Son los ritos de la madre. —¿Tú, ritos de madurez? –Le preguntó, de pronto. La pregunta la pilló por sorpresa. Era evidente, que era ya una mujer. Igual, en su pueblo las mujeres tienen los ritos 104
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de la madurez más tarde. Sin embargo, los otros días, cuando la besó y acarició, la trató como una mujer madura, notó como el hombre la deseaba. ¿Igual la veía como una niña aún? —Hace ya diez veranos, que pasé mis ritos de madurez. Ya soy una mujer. ¿Es que te parezco una niña? –Le dijo, un poco enfadada. Él, se quedó un poco sorprendido por su reacción. Claro qué no era una niña, era evidente. —No niña no. Tu ser mujer. No enfadar. –Le respondió, a modo de disculpa. –Sólo saber, si tú aparear en fiesta. —Soy mujer. Si un hombre me lo pide igual acepto. –Se giró y salió corriendo. —¡Shany! –La llamó varias veces. Ella, siguió corriendo sin mirar atrás. No entendía que había pasado, estaban bien y de pronto todo mal. Sería su falta de vocabulario para expresarse, o tal vez, ella le había entendido mal. Él, siguió andando pensativo, por el mismo camino que había tomado Shany. Cuando llegó a la cueva, las mujeres estaban preparando la comida. Esta vez, ella, se sentó al lado de su madre. La echó mucho en falta, a su lado, durante la comida, se había acostumbrado a su presencia. Todos hablaban de lo que pasaría esa noche. El, miraba hacia Shany, pero, ella, no le dirigió la mirada en toda la comida. Al terminar, el se acercó a ella. —Shany, yo hablar. –Le dijo. —No puedo Matt, tengo que ir con mi madre y Kara a preparar la ropa para la fiesta. Dicho esto, se fue al lado de las dos mujeres que estaban desenvolviendo unos bultos. Matt, no supo que decir, dándose media vuelta, se fue. Ella miró de reojo, cuando salía de la cueva. 105
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Por la tarde, estaba casi todo preparado. Las hogueras estaban listas y las mujeres preparaban el festín de esa noche. Cuando regresó Matt, estaban ya vestidos. Esta vez, llevaban una especie de falda de piel blanca con unos dibujos en el centro. Naxi y Kara llevaban dos trenzas a cada lado de la cara y atadas detrás de la cabeza. Shany lo llevaba suelto. Se unió a ellos y se encaminaron hacia la explanada donde se celebraría la unión. No apartaba la vista de Shany, estaba preciosa. La gente ya estaba congregaba para la ceremonia. Ellos, llevaban también pieles blancas, sólo que triangulares y con dibujos distintos. Cuando el acto de la unión fue dado por acabado, los recién casados se sentaron en una plataforma elevada para que los vieran todos y comenzó el festín. Se repartió carne, pescado, verduras y hasta una bebida fermentada, que, por el sabor, debía ser de bastante graduación. Con el paso de las horas y el consumo del brebaje, la gente se iba desinhibiendo y ya comenzaban algunos a danzar al lado de la fogata central. Baku y Naxi también se pusieron a bailar al ritmo de los tambores y otros instrumentos. Buki, un poco bebido también con Kara, aunque, esta se resistía a causa de su estado. Shany, estaba en silencio. Casi no había hablado en toda la noche y Matt, bueno, prefirió darle al brebaje, que, después de unos tragos, no sabía tan mal. De pronto, un grupo de chicas, se acercó a él para sacarle a bailar. Éste, se resistió un poco, pero, ante la insistencia tuvo que ir. Bueno, como no había reglas de baile, trató de imitar los movimientos, lo que producía gran alboroto, entre el grupo de chicas. En un momento, Matt miró hacia donde se encontraba Shany pero, no la encontró. La buscó con la mirada y la en106
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contró danzando con un chico regordete. En ese momento, sintió una punzada en el estómago. Aunque, las chicas, enseguida, lo devolvieron a la realidad. Entre baile y baile, no paraban de darle a la bebida. Cada vez se sentía más mareado. Así que, les dijo, que tenía que parar. Una de ellas, le dijo que si quería refrescarse. Le pareció buena idea. La chica, lo cogió de la mano y lo condujo fuera del círculo de baile. Shany, lo vio marcharse con la mujer. Llegaron a una tienda y ella le invitó a entrar. Pasaron dentro, ella le ofreció agua. Matt se lo agradeció. Estaba sediento y reseco. Cuando terminó de beber, notó como un mareo a causa de la bebida, lo que le hizo tumbarse y cerrar los ojos. Notó como la mujer le acariciaba y empezaba a besarle. Al principio, dejó que siguiera. Pensó en Shany, seguro que ella estaría igual que él, con el chico, aquel regordete, era adulta como le había dicho por la mañana. Si alguien se lo pedía, seguro que aceptaría. Mientras, pensaba en todo esto, la mujer lo había desnudado y estaba encima de él. Se sentía aún mareado. De pronto, se dio cuenta, de que estaba dentro de ella y que le estaba haciendo el amor. Se encontraba aturdido, la cogió y le dio la vuelta. La mujer jadeaba, él la penetró varias veces, pero, de repente, se paró. La mujer, seguía moviéndose queriendo más, pero él, se separó de ella. La mujer quería que siguiera, pero él se negó. Cogió su ropa y salió de la tienda. Agradeció el aire. Tenía la cabeza embotada por la bebida. Se acercó a una fuente y se mojó la cabeza y la nuca. Sintiendo como sus sentidos, poco a poco, se despertaban. Ya no había música ni gente en la explanada. Decidió dirigirse hacia el lugar de dormir. Al llegar, dirigió la vista hacia el sitio que ocupaba Shany. Se quedó paralizado. Estaba 107
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vacío. Un torbellino de pensamientos y sensaciones pasaron por su cabeza. Tuvo que dar media vuelta, no podía seguir allí, ni un minuto más. Se dirigió al río. Tenía muchas preguntas sin respuesta. Muchas cosas en que pensar. Igual una zambullida le despejaría la mente. Al llegar al río, se encaminó por la orilla hacia un pequeño remanso, que había visto con Shany, esa misma mañana. A ella le había gustado, porque era un buen sitio para sentarse y descansar. Cuando llegó, se dispuso a desvestirse. Entonces, escuchó a alguien que tarareaba una melodía. Se acercó, no le hizo falta saber quién era, conocía muy bien esa voz. Shany, estaba sentada en la hierba, tenía la cara metida entre las rodillas y se balanceaba al ritmo de la melodía. Debía estar muy concentrada en sus pensamientos, porque no le oyó acercarse. Se sentó a su lado y le acarició la cabeza. —Hola Shany. –Le dijo. —¡Matt! ¿Qué haces aquí? –Le preguntó sobresaltada al verle a su lado. —Yo buscarte, no estar en zona dormir. Yo preocupar por dónde estar tú. –Le contestó, con cara de preocupación. —Mis padres se fueron. Kara estaba cansada y Buki se fue con ella. —Tú, bailar con chico. ¿Ir con él? –Le preguntó, de repente. Ella, lo miró a los ojos. —Tú estabas bailando con esas chicas, te fuiste con una de ellas a compartir placeres. Era muy guapa. –Tenía los ojos enrojecidos, estaba a punto de llorar. —Ella, ofrecer agua. Yo, estar mal, cabeza. Bebida fuerte. 108
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Yo no saber, ella querer. Cuando, dar cuenta, yo salir. —¿No has compartido con ella su cama? Sabes que no puedo decir nada. Es el día de la madre. —No. Yo solo pensar tu. No querer otra mujer. –Le dijo Matt, acariciándole la cara. Ella, hizo un atisbo de sonrisa. —¿Tú has compartido con el chico? –Le preguntó él. —¿Yo? ¿Con ese chico? No, no. Lo dejé nada más que te fuiste. En ese momento, sólo quería estar sola. Matt, sintió una alegría que no podía explicar. Casi la pierde, por una tontería. La quería de verdad. Ella, se secó los ojos con el dorso de la mano. Esta vez, le devolvió una de sus sonrisas. —Pues, la chica era muy guapa. –Le recalcó. —Sí, mucho. Pero, tú, la chica más guapa de la fiesta. Tu ropa, muy bonita. –Le contestó, señalando la falda de piel blanca. —¿Te gusta? Es sólo para fiestas importantes. Todos los de nuestro pueblo van igual. –Le informó. Al tiempo que pasaba la mano por la piel de la falda, como si la estuviera alisando. —El pelo distinto. –Le dijo, mientras se lo acariciaba con la mano. —Las mujeres casadas llevan las dos trenzas atadas detrás, las solteras el pelo suelto. Los hombres casados llevan la cola de zorro. Mientras, le daba esta información, ella se pasó el pelo por detrás de la oreja. Pasaron un tiempo, en silencio, mirándose. Al fin, él le dijo: —Shany, te quiero. Yo, no querer, tú compartir otro. —Yo también te quiero Matt. No me gustaría compartirte con ninguna mujer. –Fue, también, su respuesta. 109
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Ella, se puso de rodillas delante de él. Le acarició el pelo y la cara. Luego, se acercó a él hasta tener su cuerpo pegado al suyo. Le rodeó el cuello con sus brazos y lo besó. Él, no dudó en abrazar su cintura. Le gustaba acariciarla. Sentirla entre sus manos. Amaba a esa mujer. La apretó contra su cuerpo. Así permanecieron entrelazados, hasta que ella se separó un poco de él. —Matt, quiero darte algo. Algo, que sólo es mío. —No querer más regalos, solo querer tu. –Le respondió intentando darle un beso. Ella le puso la mano delante de sus labios y le sonrió. Bajó sus manos hacia la falda. Desató el nudo, y apartándola a un lado. Lo miró a los ojos. Luego, se desprendió de la tira que cubría sus partes íntimas y las dejó al lado de la falda. —Hoy, es el día de la madre. Aún no ha terminado la noche. Por la mañana, te dije que yo elegiría al hombre, con quien quisiera compartir los placeres de la Madre. Matt, quiero que ese hombre seas tú. ¿Deseas darme placer? Te amo. Matt, no pudo articular palabra. La observó desnuda. Era la mujer más hermosa que había visto nunca. La deseó desde el primer día que la vio. Ahora, ella le ofrecía su cuerpo y su corazón. Hizo lo mismo que ella con la ropa, dejándola junto a la de ella. Ella se acercó a él. Lo besó. El, volvió a abrazarla. Acarició su espalda y su trasero. Tenía una piel suave y musculosa. Él, separó un poco la cabeza, la miró y le preguntó con una sonrisa: —¿Tú, no ir corriendo esta vez? —No. Esta vez no. –Le contestó, devolviéndole la sonrisa.
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El tendió el cuerpo de la joven en la hierba y se tumbó a su lado. Acarició su pelo, su cara, su cuello, mientras la besaba. Ella, acariciaba el pecho del hombre. Él empezó a notar como ella temblaba. De la boca de la chica salió un gemido cuando sintió como él, le acariciaba sus pechos. Pasó el hombre de besar sus labios, a besar su cara, su cuello. Hasta llegar a besar el pezón duro de su pecho. Mientras, ella sentía cosas que nunca había imaginado sentir. Su cuerpo temblaba, pero no era de frio. Sentía como el hombre besaba y chupaba su pecho. No quería que parara. Volvió a besarla en los labios. Notaba como la mano de él acariciaba su cintura, su vientre, de pronto, notó sus dedos entre sus piernas. Un pequeño gemido salió de su garganta. Sentía como su humedad aumentaba, cada vez que él la acariciaba más profundamente. No quería que parase. Lo deseaba. No sabía lo que quería, pero quería más. Su cuerpo, se agitaba sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo. Su respiración era entrecortada. El corazón parecía que se le iba a salir del pecho. Él, se puso encima de ella e instintivamente, ella abrió sus piernas para que, él estuviera más cómodo. Sentía la dureza del miembro de él rozar contra su sexo. —Shany, te amo. –Dijo él, en voz baja, mientras la miraba a los ojos. —Matt. –Susurró ella, cerrando los suyos. Sintió como él introducía su miembro dentro de ella. Lo que le hizo gemir y echar la cabeza hacia atrás. Volvió a introducirlo un poco más. Notó como ella se ponía rígida y apretaba sus piernas contra él. Al final, otro empujón y no hubo más resistencia. Ella gritó, esta vez dobló todo su cuerpo al sentir como el hombre introducía todo su miembro dentro de ella. 111
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Sentía dolor, pero a la vez un placer indescriptible. Lo abrazó del cuello y lo besó con fuerza. Él, empezó a entrar y salir de ella. Cada vez, con más velocidad. Ella solo decía “Matt”, no había otra palabra en su mente. Al final, no pudo evitar sentir, como si dentro de ella estallara algo y saliera entre sus piernas. Entonces, a él le inundó el placer y no pudo contenerse más. Después de decir “Shany”, la besó y derramó su semen en su interior. Quedaron, el uno encima del otro, jadeantes. No podían moverse. Sus cuerpos estaban totalmente empapados en sudor. Sus corazones galopaban frenéticos. Transcurridos unos minutos, Matt la besó, se incorporó y se tumbó a un lado de la mujer. Ella, tenía los ojos cerrados. Él metió sus dedos entre el pelo de ella. Shany, se giró y se abrazó a él. Continuaba con los ojos cerrados. —Nunca había sentido lo que hoy me has hecho sentir Matt. Ningún hombre podría haberme hecho tan feliz. —Tú también a mi feliz. Tu hacer sentir placer a mí. – La besó en la frente, mientras le hablaba. Ella, puso sus brazos en el pecho del hombre, apoyó la barbilla en ellos y se le quedó mirando. Vio que ella sonreía. La cogió por la cintura con sus manos y colocó el cuerpo de ella encima del suyo. —Me gustaría que esta noche no acabara nunca. –Le dijo ella, mirándole fijamente a los ojos. —A mi también. –La besó. Ella, extendió sus brazos y puso su cara sobre el pecho de él. Comenzó a tararear una canción con los ojos cerrados. Él le acariciaba el pelo, la espalda y el trasero. No supo a qué hora de la noche paso, pero, los dos se quedaron dormidos. 112
XIII
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El canto de los pájaros despertó a Matt. Parpadeó varias veces. El sol se filtraba entre las ramas de los árboles. Tenía un poco de zumbido en la cabeza. Jamás, volvería a beber ese brebaje. Se frotó los ojos con la mano derecha. Shany, estaba tumbada, a su lado de espaldas. La contempló. Tenía un bonito cuerpo. Sonrió, También, pensaba que tenía un bonito culo. Acarició suavemente, el contorno de su espalda. Bajó por la cintura y siguió por las caderas. Se giró hacia ella, poniendo su cuerpo pegado contra su espalda y cruzó por delante, el brazo. —¿Ya te has despertado? –Preguntó quedamente. —Yo creer, que tu dormir. —No, hace un rato, que me desperté. Te estuve mirando mientras dormías. ¿Sabes que mueves la nariz? –Le dijo ella, mientras, se daba la vuelta, para ponerse frente a él. —¿Yo? –Se rió— No saber. Gracias, por decir. Ella le acarició la barba. De pronto, lo abrazó con fuerza. —¡No quiero que este día termine! –Dijo con vehemencia. Su reacción tan rápida y espontánea, cogió a Matt por sorpresa nuevamente. Aunque, ya se estaba acostumbrando a esas reacciones suyas. Casi siempre, le pillaban desprevenido. —Yo tampoco. Pero, tu padre salir a buscar, si no ver. Shany, se puso de rodillas de un salto. —¡Mi padre! –Exclamó de repente. Él, empezó a reírse. —¿Por qué te ríes? –Le preguntó, con el ceño fruncido. —Tú, hacer siempre igual. Estar tranquila y ¡zas! Salir corriendo. Shany, se quedó pensativa. Empezó a reírse con él. —¿Por eso, me dijiste anoche, si me iba a ir corriendo? 113
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Sí. –Le contestó, riéndose a carcajadas. —Esas cosas no se dicen a una chica. –Dándole un azote en el culo, salió corriendo hacia el río. Él la siguió y se zambulló tras ella. El agua estaba fresca. Jugaron un rato con el agua y salieron. Ella, se puso su correa íntima y la falda de fiesta. Él, también, se vistió. Recorrieron el tramo de la orilla del río, hasta la explanada de la fiesta, abrazados. Sólo quedaban rescoldos de la fogata de la noche anterior. Al ir acercándose al lugar donde estaba su familia, Shany se separó de Matt. —No sería bueno, que nos vieran abrazados, a estas horas de la mañana. –Le dijo ella, en voz baja, sin mirarle. —Hola Matt, que tal hermanita. –Les saludó Buki, nada más llegar a la zona del desayuno. —Bien. –Contestó ella, mientras se sentaba. —Hoy os habéis levantado temprano. –Le apuntó su madre, mientras servía el desayuno. —Sí. Quería tomar un baño. Anoche sudé. –Respondió su hija, distraídamente. —Yo, también sudar, acompañar rio. –Explicó, también Matt. —Bueno, pero no hace falta que vayas al río con la ropa de fiesta, ¿no? Shany enrojeció. Trató de parecer lo más inocente posible en la respuesta. —¡Ah! Se me olvidó cambiarme madre, lo siento. —Bien, la próxima vez no te olvides. Se puede estropear la piel blanca, si estas en el suelo o en la hierba. —Lo tendré en cuenta, madre. —¿Qué tal, anoche Matt? –Preguntó Buki. —Bien, muy bonita, la fiesta. —No digo eso. Te pregunto si te apareaste con alguna mujer. –Preguntó, de pronto, con la sutileza de un jabalí.
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—¡Buki! Eso, no se pregunta. –Le recriminó Kara. —Es sólo una pregunta inofensiva. Cuando bailábamos te vi ir con una chica. —No hacer nada. Beber agua. –Le respondió. —Voy a seguir con el trabajo. Buki, comprueba las reservas de carne seca. –Dijo, de pronto, Baku. —De acuerdo padre. Matt, ¿quieres ayudarme? –Le preguntó. —Claro, yo ir contigo. Las mujeres se dispusieron a recoger los platos y limpiarlos. Luego limpiarían y guardarían la ropa de la fiesta. Buki, llegó con Matt, donde estaban las cestas con la carne seca. —Yo me lo pasé muy bien anoche. Bailé mucho con Kara. Pero como está embarazada, nos tuvimos que volver pronto. –Comentó Buki con complicidad. —Fiesta buena. Bebida muy fuerte. –Fue el comentario de Matt, haciéndose el desentendido. —Si era fuerte. Aun, me duele la cabeza. Pero Matt, dime la verdad, ¿no compartiste placeres? –Insistió de nuevo, a unos escasos centímetros del oído y en voz bajísima. —No sé, si decir. –Matt se sentía acorralado. —Yo te vi partir de la fiesta, con la chica de los pechos grandes. ¿Qué me dices? –Le dio unos golpecitos con el codo en el costado, al tiempo, que le guiñaba el ojo. —¡Ah! Sí, ir con ella, decir que darme agua, yo mareo por bebida. –Trató de explicar Matt. —Ya, ¿y? –Insistió Buki, que no se iba a dar por vencido tan fácilmente. —Ella querer placeres, pero, yo no y salir. –Respondió, intentando zanjar el asunto. Pero Buki, no se quedó del todo convencido y volvió a la carga. 115
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—Tú me estás ocultando algo. Has estado con una chica. A que sí. –Volvió a insistir, de nuevo, el muchacho. Matt, no tenía alternativa. No le quedaba escapatoria. —Sí. Estar con una chica. –Dijo al fin, —¡Ajá! Lo sabía. –Exclamó triunfal Buki. Siguió con otro cesto de carne. —Bueno, ¿Cómo es? ¿Es guapa? –Volvió a preguntar con el mismo rintintín. ——Muy guapa, la mujer más hermosa que ver nunca. –Afirmó Matt, con la cara iluminada. —Vaya, pues si que debe ser guapa, la chica. Si dejaste la de los pechos grandes. ¿La conozco? —Sí. –Dijo en un susurro. Buki se paró y se quedó pensando. —Esa… no. Esa otra de los ojos grandes… no creo. La de los pechos ya has dicho que no… A ver, dime como es, a ver si lo adivino. —Es morena, pelo largo, pequeña, delgada y ojos negros bonitos. –La describió Matt. El chico, se quedó pensando en todas las chicas que había visto en la fiesta. Ninguna coincidía con una descripción así. Todas eran totalmente distintas a... Con los ojos y la boca abiertos de par en par, miró embobado a Matt, sólo conocía a una chica así. —¿Shany? –Le preguntó, con cara de incredulidad. —Sí. Tú, ¿enfadado? –Preguntó Matt, preocupado. Él, miraba a su hermana y miraba a Matt, mientras, repetía “¿Shany?” Repuesto, un poco, pero, todavía asombrado por lo que había escuchado respondió: —No, no. En el día de la Madre no se puede decir nada malo, cada uno comparte placeres con quien quiere. Sólo que me parece raro. 116
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—¿Raro? –Le preguntó Matt. —Bueno, no es una chica que guste a los hombres. –Le respondió. —Es muy guapa. –Dijo, mientras volvía la vista hacia ella. —Si te parece guapa, mejor para ti. ¿De verdad que compartió placeres contigo? –Le volvió a preguntar, como si no se lo pudiera creer. —Sí. Ella decir, que darme algo suyo. Ella darme placeres. –Le respondió. Él, volvió a mirar a su hermana, esta vez, la contempló durante largo tiempo. A Matt, le pareció que estaba concentrado, como pensando en algo. Al cabo de un rato, volvió a mirar a Matt. —Ella, te ha dado algo, muy importante. –Esta vez, Matt, vio que Buki estaba muy serio. —Sí, lo sé. –Le respondió. —No, no lo sabes. Cuando las chicas pasan a la madurez, suelen estar con hombres, para ser mujeres completas. De esa forma, buscan marido. Ella, nunca ha buscado un hombre para casarse, nunca ha dado placeres en ninguna fiesta. Ella, te ha dado, lo que no ha dado nunca a ningún hombre. ¿Comprendes lo que ha significado para ella lo que te ha dado y lo que tú le has dado? Matt, se sentó en el suelo aturdido. En ese momento entendió el significado de las palabras de ella, tanto a la mañana como esa noche antes de tomar esa decisión. Había guardado su amor, para dárselo al hombre elegido, así como, su virginidad. Volvió a mirarla, esta vez, la vio de otra manera. Esta noche, no solo le había dado placer, le había dado su amor entregándose a él sin reserva alguna. —No saber, Buki. Ahora, yo, querer más a Shany. –Fue lo único que pudo responder. Buki, observó al hombre, se notaba que no lo sabía, ella 117
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no se lo había dicho. Notó como la miraba. Se vio así mismo el día que conoció a Kara. —¿La quieres, verdad? –Le preguntó de repente, sacando a Matt de sus pensamientos. —Sí. –Respondió. —Pues, tiene muchos años, que recuperar en placeres. – Le soltó de repente, riéndose a carcajadas y dándole un golpe en el hombro. Sin parar de reír, siguió con el trabajo. En la otra punta de la cueva, las mujeres estaban terminando de guardar la ropa de la fiesta. Cuando Kara, no pudo más con la incertidumbre, preguntó: —Shany, ayer. ¿Qué pasó? —¿Ayer? No sé, a qué te refieres. –Dijo ella, haciéndose la despistada y con cara de no saber nada. —En la fiesta. ¿Tuviste placeres? —¿Yo? ¿No se por qué lo preguntas? –Se volvió a hacer la tonta. —Buki y yo estuvimos hablando hasta muy tarde y no os oímos llegar. Shany siguió doblando su ropa para guardarla en una bolsa. —No, ayer no viniste a dormir. –Dijo, de pronto, su madre. Ahora sí que no sabía dónde meterse. —Yo… Comenzó a decir, pero no sabía cómo seguir. —Nadie, puede reprocharte nada hija. Era el día de la Madre. Eres una mujer. –Dijo, con toda naturalidad, su madre. —Madre, yo no soy de esas chicas. Tú sabes, que yo nunca he estado con ningún hombre. Ni siquiera el día de mi madurez. Nunca me lo ha pedido nadie. Pero, tampoco, me ha preocupado porque no había nadie que me interesara. Por eso, nunca, había compartido placeres con nadie. 118
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—Y ¿ayer encontraste a ese hombre? –Se interesó su madre. —Creo que sí. —Matt, seguro. –Dijo Kara, nerviosa, por la emoción. Ella, no tuvo que responder, su cara respondió por ella. —¿Has compartido placeres con Matt? –Más que una pregunta parecía una afirmación hecha por Kara. —Sí. –Dijo con un hilo de voz y mirando de reojo a su madre. —Qué bonito. A mí me pasó lo mismo con Buki. Cuando llegó al poblado y lo vi, supe que era el hombre de mi vida. El me vio y, en seguida se interesó por mí. Pero, me hice la dura. Hasta la noche siguiente no le dejé. Además, le hice prometer, que si lo hacía conmigo, no debía hacerlo con ninguna más. Y hasta hoy. –Dijo Kara, en medio de risitas, tapándose la cara, con las manos. Se quedaron en silencio, durante un instante. Luego, la madre de Shany con cara ensoñadora, dijo: —Yo, cuando conocí a tu padre, tenía veinte inviernos, era ya mayor. Él llegó a nuestro poblado, en una misión de comercio, como esta. Era muy apuesto. Todas las mujeres, querían estar con él. Una noche, me vio y me pidió placeres. Yo me sentí complacida, pero le dije que no. Que no me acostaba, con cualquiera. Que solo me acostaría con un hombre y ese sería el único de mi vida. Me di la vuelta y le dejé allí de pié mirándome. Las dos chicas, se quedaron boquiabiertas, ante tal revelación. Naxi, continuó. —Al día siguiente, vino a verme. Me dijo que le perdonara, por lo del día anterior. Volvió todos los días y no volvió a acostarse con ninguna mujer. Me pidió, ser su prometida y me regaló este colgante. Les enseñó el colgante que llevaba, era una pequeña punta de lanza. Una noche, 119
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compartí placeres con él. Cuando se iba a marchar, me pidió que me uniera a él. Yo acepté y hasta hoy. —¿Nunca ha vuelto, en ninguna fiesta de la Madre, a dar placer a ninguna mujer? –Preguntó Shany, intrigada. —No. No ha necesitado a ninguna otra mujer. Me juró que nunca lo haría, mientras, yo estuviera con él. –Le respondió su madre. —Qué bonito. –dijo Kara, poniendo cara de embelesada. —Madre, esta noche vi que él se iba con una chica, me fui al rio, por que no podía estar en la fiesta. Yo creía, que él estaría con esa chica, pero, apareció. Me estaba buscando. Dijo no a esa chica. Yo no sé qué pasó, pero, en ese momento vi que él era el hombre que había estado esperando. Igual, la Madre, me lo había enviado. O este era el día. No sé. Pero, supe que era el momento. Le di, lo que nunca le había dado a nadie. Y no me arrepiento, madre. —¿Se portó bien contigo? –Le preguntó su madre. Ella se sonrojó. —Creo, que mejor, de lo que hubiera esperado. La abrazó. —Me alegro por ti hija. —Gracias madre. —Por cierto, Matt está en la entrada de la cueva solo y no para de mirar hacia aquí. Creo, que no tendrías que hacerle esperar. —Hasta luego. –Se despidió. —Esta noche duerme en las pieles. –Le dijo Kara, cuando pasó por su lado. Ella, le sonrió y salió en busca de Matt. La madre la vio salir. Tenía una silueta preciosa. Le recordaba a ella cuando era joven. Cuando, se acercó junto al hombre, notó sus miradas cómplices, de inmediato, partieron hacia el rio. Llegando cerca de la ribera, él la abrazó 120
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por los hombros y ella a él por la cintura. Al poco, sus cuerpos se perdieron entre los árboles. Una sonrisa, surgió en su cara. Le gustó, como él la abrazaba, como la llevaba a su lado, como un igual. Se notaba, que sentía un gran amor hacia ella. Un suspiro, salió de su boca, recordando sus primeros días, con Baku. —Hacen buena pareja. –Se dijo a sí misma. De pronto, surgió una idea en su mente. Podría ser perfecto para la ocasión. Sonriendo, se levantó y se encaminó hacia donde estaba Baku. Lo halló trabajando en una lanza. Se sentó a su lado. Callada. Sabía, que le gustaba trabajar en silencio. —Dime, Naxi. ¿Qué pasa? –Le preguntó, cuando se sentó a su lado. —Perdona Baku, quería comentarte una idea que he tenido, si no te parece mal. Él sonrió. Sabía que ella nunca le interrumpía. Si venía era por algo verdaderamente importante. Dejó la lanza en el suelo y se giró hacia ella y preguntó. —Dime. ¿Qué idea tienes? —Bueno, en mi opinión, creo que lo de Shany y Matt va por buen camino. –Miró de reojo a su marido, mientras se lo decía esperando su reacción. —Parece que sí. –Contestó él. Esto, fue una invitación para continuar. —Me gustaría, si pudieras, hacerme un cuchillo para cortar piel. Esto le pareció algo extraño en ella, que viniera de ese modo, a pedirle un cuchillo, cuando se lo podía pedir sin más. —Vale, ¿y qué más? –Volvió a preguntarle. Ella sonrió, que bien la conocía, siempre iba por delante. —Que viendo que lo de ellos va bien, he pensado en trabajar unas pieles blancas y cortarlas en tiras finas. 121
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—¡Oh! Parece interesante, continúa, porque aún hay más ¿no? Naxi, se giró hacia él poniéndose en frente. —Quiero modificar la ropa que me regaló mi madre para nuestra unión. He pensado en llenarla toda con flecos blancos. A mi entender, resaltaría mucho el cuerpo de ella. ¿Qué te parece? –Se le quedó mirando, esperando su respuesta. Baku, la miró. Vio, que estaba entusiasmada con la idea. —Te sentaba muy bien, la ropa que llevabas, el día de nuestra unión. Estabas muy hermosa. –Le dijo él, Notando el rubor en la cara de ella. —Gracias Baku. Tú, también, estabas muy guapo. —Creo, que has tenido una idea muy buena. Nuestra hija, se parece mucho a ti. Pero, ¿no te importará desprenderte de tu ropa nupcial? —No. Mi madre me la regaló y yo quiero regalársela a ella. No veo mejor uso para esas prendas. —De acuerdo. Te lo haré en un momento. Tendrá que ser recto y muy fino para que puedas trabajar bien. —Gracias, cariño. Ella, le rozó el brazo y lo besó en el hombro. Baku, la besó en los labios. —Mejor, no sigas, o no podré hacer el cuchillo. Aunque, igual quieres que vayamos a las pieles. –Le sugirió él, con un guiño de ojos. Ella, abrió los ojos y la boca, mientras, miraba a todos los lados. —Baku, por favor. –Y le dio unos golpecitos en el brazo dándole a entender que estaba enfadada. El se rio. Sabía que estaba actuando. Le gustaba verla ponerse colorada. Aunque, seguro que esa noche no le daba golpecitos en el hombro. Cogió un trozo de sílex y empezó a trabajar en el cuchillo de Naxi. 122
XIV
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Matt y Shany, siguieron caminando abrazados, por la orilla del rio. Iban en silencio. Ella, advirtió que él estaba taciturno y serio. Llegaron hasta donde el arrollo se unía con el rio. Él, la alzó en el aire, cruzándola al otro lado, para que no se mojara. A unos pocos pasos, había una zona despejada entre las cañas. Se sentaron en el suelo. Shany, siguió contemplando el semblante de él. —¿Te pasa algo, Matt? –Le preguntó. —No. Bueno sí. –Contestó él, dubitativo, pero, con el mismo aire preocupado. —¿Quieres decirme algo? –Le dijo ella, poniendo su mano en la de él. Él, seguía mirando el suelo, como pensando en las palabras que quería decir. —Yo, hablar, placeres, anoche. –Le contestó. Ella, apartó la mano instintivamente. Él, seguía serio, sin mirarla. —Entiendo. Esperabas otra cosa. –Dijo Shany, con un tono de decepción. —No. –dijo él. —No soy, como las otras chicas. –Susurró, mientras, con los dedos hacía dobleces en la punta de su falda. —Lo sé. –Le contestó Matt. —Seguro, que esperabas otra cosa. Más placer, que fuera como las otras chicas. Ellas, saben cómo complacer a un hombre, tienen experiencia. Pero, yo puedo aprender, si me das una oportunidad, si aún, quieres seguir conmigo. Mientras hablaba, Matt la miraba. No había entendido sus palabras. Lo estaba poniendo nervioso, el movimiento de sus dedos. Iba a romper la piel si seguía doblándola. Matt no pudo aguantar más. Le cogió la mano haciendo que soltara la falda. 123
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—Shany, no entender. Yo, querer, pedir perdón, a ti. Ella, lo miró perpleja. No entendía nada. ¿Él, le quería pedir perdón? ¿Por qué? —No entiendo, ¿por qué me quieres pedir perdón? No has hecho nada malo. —Ayer, no saber. No dar cuenta, tu regalo Shany. –Le contestó. Ella, se puso un poco colorada y en sus labios surgió un atisbo de sonrisa. —Yo, te lo di, con todo mi amor. —Yo pensar, que tú, más hombres. Yo, notar, tu nerviosa por el momento. No saber, que ser, primera vez. Ella, en ese momento, fue consciente de lo que él estaba intentando decirle. —No necesitas pedirme perdón, Matt. –Le intentó tranquilizar ella. —¿No pasar mal? ¿Yo, hacer daño? Shany, lo miró fijamente. Él, estaba preocupado, por si le había hecho daño. Meneó negativamente con la cabeza, sonriendo. —No Matt, no me hiciste daño. Bueno, cuando lo hiciste por primera vez… un poco, pero no quería que pararas. No sé, cómo explicarlo. Fue… fue maravilloso. Me diste, el mejor día de mi vida. –Se quedó frente a él, con una enorme sonrisa. Matt, ahora también sonrió. La atrajo hacia él y la besó. —Te quiero, Shany. —Yo, también, Matt. El siguió mirándola. Pero, no se le iba, la enorme sonrisa de la cara. —Tener bonita sonrisa. –Le dijo, acariciándole la cara. —Hummmm, gracias. –Contestó Shany, con una voz, que a él le pareció un tanto insinuante. 124
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Matt observó su cuerpo. Era perfecta. Le gustaba todo. Se percató de que ella se había dado cuenta de cómo la había mirado. Ella, se llevó las manos a la cara e hizo una pequeña exclamación. Cosa que, ya no empezaba a ser tan extraño para él. Shany, siempre tenía esos pequeños arrebatos, que le empezaban a gustar. Él se rió. Al momento, se quedó mudo. Shany se desnudó delante de él. —Me gustaría repetir lo de anoche. ¿Y a ti? –Se lo dijo con tanta sensualidad y con una mirada tan candorosa, que no tuvo que preguntarlo por segunda vez. Esta vez, se tomó su tiempo. Fue más suave, más delicado. Quería, que fuera igual o mejor que la noche anterior. Llegaron al clímax a la vez. Después de un rato besándose, se bañaron juntos en el rio. Luego, salieron y se tumbaron al sol para secarse. Cuando, se fue acercando la hora de comer se vistieron y emprendieron el camino de regreso, entre caricias. Esta vez, ella no separó la mano de la de él cuando llegaron junto a su familia. —Venga Matt, que se está enfriando el pescado. –Gritó Buki, cuando los vio llegar. —¡Que rico! Tengo hambre. –Exclamó Shany. —Ir rio arriba. Lugar bueno. Nadar. –Dijo Matt, a modo de explicación. —Mucho nadas tu. Ten cuidado Shany, se te va a ir el color de la piel con tanta agua. –Dijo Buki, soltando una enorme risotada. Matt y Shany se quedaron un poco cortados. Pero, todos empezaron a reírse por la gracia de Buki. —Venga, comed, parecéis hambrientos. El nadar da mucha hambre. –Dijo Naxi, su madre, ofreciéndoles unos deliciosos peces, a cada uno de ellos. 125
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—Hambrientos no, muertos de hambre. –Volvió a exclamar Buki, esta vez, cayéndose de espaldas sin poder contener la risa. Todos, rieron con ganas incluso Matt y Shany. Al terminar, como era costumbre, las mujeres se pusieron a recoger. Matt, iba a dirigirse a limpiar su arma, cuando oyó a su espalda como Baku lo llamaba. —Matt, ¿tienes un momento? —Sí Baku, voy. –Le inquietó que lo llamara a solas. No solía ser su estilo. Siempre, había hablado con él, con alguien del grupo delante. Al llegar, a la zona donde él trabajaba, vio que se levantaba y cogía dos lanzas. —¿Te apetece que demos una vuelta y probemos estas lanzas? La oferta, lo cogió, por sorpresa. Nunca, se había mostrado tan amable con él, más bien, le gustaba guardar las distancias. —Claro Baku, gustar idea. –Respondió, aceptando el ofrecimiento. Salieron del asentamiento, dirigiéndose hacia una zona más llana y elevada, algo alejada del rio. Al llegar, a una zona con hierba corta, Baku se detuvo. —Ten Matt, lánzala. –Le dijo, ofreciéndole una de las lanzas, la más larga de las dos. Matt, la sopesó con su mano. Era bastante ligera, a pesar, de la punta de piedra y la vara. Cogió impulso y la lanzó. Sonrió. No le pareció tan mal el lanzamiento, para ser la primera vez. Miró a Baku. Éste, lo miraba fijamente, apoyado en su lanza. —Tú, no has usado nunca una lanza, ¿verdad chico? – Preguntó, mirándole seriamente. Matt, no esperaba esta pregunta. Para alguien acostum126
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brado a usarlas y a hacerlas, resultaría fácil notarlo. Antes, de responder, Baku, se movió y lanzó su lanza, ni punto de comparación como lo había hecho el. —No Baku, mi pueblo no usar lanzas. –Le respondió, mirando dónde había lanzado él su lanza. —Me lo imaginaba. Vamos a recogerlas. Se dirigieron hacia donde habían caído. Matt recogió la suya y Siguió a Baku unos metros más lejos para recoger la de el. Baku, no se detuvo. Nada más coger su lanza, siguió caminando en dirección hacia unos árboles. Al llegar a ellos, se sentó en un tronco que estaba caído en el suelo clavando su lanza en la tierra. Invitó a Matt a hacer lo mismo. —Esa lanza la he hecho para ti. Quiero, que empieces a usarla con nosotros en las cacerías. Un cazador más, nos vendrá bien, en el territorio por el que vamos a viajar. –Dijo Baku. Después, continuó—. Puede que haya peligro, es conveniente, que estés preparado para proteger al grupo, no me fio de tu arma. Da la impresión que siempre está estropeada. Matt, miró la lanza. —Gracias Baku. Muy buena lanza. –Le agradeció él, acariciando la pulida vara. —Comprobarás, que es más larga que la mía y que otras. Cada persona tiene una medida y su lanza debe ser exactamente igual. Matt, afirmó con la cabeza, demostrándole que se había dado cuenta. —Bueno, habrá tiempo para aprender. Mañana, vendrás con nosotros y empezarás a practicar. —De acuerdo, yo practicar. –Le corroboró Matt. Baku, se quedó en silencio durante un rato. Daba la impresión, que estaba concentrado en algún pensamiento que hacía bullir su cabeza. 127
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—Tienes cosas que no comprendo Matt. Pareces igual que nosotros, a pesar del color de ojos y de pelo, pero luego, parece que eres totalmente diferente. –Le dijo de repente, mirándolo fijamente a los ojos. —Sí, yo distinto. –Le respondió. —Quisiera que me hablaras de ti, de tus padres, de tu pueblo, de cual era tu ocupación. Matt, pensó durante un tiempo, las palabras que iba a decir. No podía decirle como era su vida en realidad, porque, no la podría entender. Tenían conceptos y realidades diferentes. —Yo, nacer en América. –Empezó—. Padres y abuelos cazar y recolectar. Yo guerrero. –Y se calló. No sabía cómo explicar que su familia tenía una granja y cuidaba animales, ordeñaba y plantaba cereales. Que él, era un soldado que usaba armas que no entendían en esta época. Decidió decir, lo que Baku pudiera entender en su mundo. Baku pensó, que debía ser un guerrero muy malo, si no sabía usar una lanza. Aunque, igual, usaban ese artefacto que tenía. Este estaba estropeado, pero, nuevo podía ser bueno para la caza. —Debes aprender a usar nuestras armas Matt, si quieres cuidar algún día de Shany y de tus hijos. Tu arma, ahora, no es buena… —Yo, aprender rápido. –Fue su respuesta, sin dejar que Baku acabara la frase. El hombre sonrió, le agradaba la disposición que tenía para aprender. Había aprendido rápido a comunicarse en otro idioma distinto al suyo, se había integrado bastante bien, en el modo de vida de ellos. Seguramente, también, aprendería rápido a utilizar la lanza. Era fuerte y decidido. Pasado un momento, Matt, vio que el hombre estaba a 128
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punto de decirle algo más, pero, le estaba costando. Al fin, Baku le hizo la pregunta que menos esperaba. —Matt, ¿has compartido placeres con Shany? –Dijo, de improviso, mirándole fijamente a los ojos. Matt, se quedó, como si le hubieran dado un puñetazo en plena cara, sin siquiera pensar en recibirlo. —Sí. –Le contestó manteniéndole la mirada. —¿Cuando estábamos en la cueva antes de venir aquí? – Volvió a preguntarle, sin siquiera pestañear. —No. Ayer, en fiesta. –Le respondió, sin apartar los ojos, con toda la sinceridad que pudo. Baku, siguió mirándole, parecía que estaba estudiando la cara de Matt. —Yo… ella… –Empezó a decir, sin saber siquiera que era lo que quería decir al hombre que le estaba mirando fijamente. Baku, apartó la mirada de la del hombre. —El día de la Madre, es sagrado. Nadie, puede censurar el comportamiento de otra persona ese día. Sólo quiero que sea feliz. —Baku, Yo quiero a Shany. En fiesta, yo ser tu pueblo. Yo querer, que tu dejar, que yo, unir con Shany. El hombre, volvió a posar su mirada en él. Esta vez Matt, no vio que era interrogante ni inquisitoria. Vio la mirada de un padre, que quería lo mejor para su hija. —Eso espero de ti, Matt. –Y le tendió la mano, como había hecho Matt, el día que se conocieron. Matt, se la estrechó. Notó la fuera de su mano. —Bueno, los próximos días, tenemos bastante trabajo para enseñarte a usar la lanza y hacer de ti un buen cazador. –Le dijo, al cabo de un rato, comenzando a andar el camino de regreso. Matt sonrió, iba a convertirse en un cazador. Con lo fácil 129
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que sería usar el fusil y matar tranquilamente de un disparo un animal. Pero, le agradó la idea de usar la lanza. —Espero aprender. —Mejor para ti y para nosotros. Por que, como lances como hoy, no comemos. –Le respondió Baku riendo, esto contagió a Matt. —Ser malo con lanza ¿no? –Preguntó entre risas. —Malo no, malísimo. –Le respondió, esta vez riéndose a mandíbula abierta y golpeándose los muslos con las dos manos. Shany estaba cenca de la entrada de la caverna, esperando que llegaran. Se sentía inquieta. La invitación de su padre a Matt, la había cogido desprevenida. Por fin, los vio regresar. Hablaban entre ellos y reían. Parecía que algo bueno había pasado entre ellos. Naxi se había acercado al lado de Shany, en el mismo momento, que los hombres llegaban a su altura. Baku, las saludó, dándole un beso a su mujer y una caricia en la cara a su hija. En su cara, se notaba que había estado preocupada. Seguro, que no se había movido de allí, desde que partieran. —Bueno Naxi, espero que nos tengas preparado algo de cenar, venimos hambrientos. –Le dijo, mientras, la cogía de la cintura y partía con ella hacia la zona de comer. —Nos han traído conejo. –Le respondió ella feliz, ante la reacción de su marido. —Oh, conejo. Que rico. –Giró levemente la cabeza hacia Shany, que caminaba detrás junto a Matt—. Hija, cuida bien a Matt, creo que va a ser un buen compañero. Shany, no daba crédito al comentario de su padre. No sabía que había pasado, esa tarde, entre su padre y Matt. Aunque, tendría tiempo de preguntárselo, pero, sabía que habían estado hablando los dos. Ella había hecho miles de conjeturas. 130
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Pero, lo que le acababa de decir su padre no lo hubiera imaginado nunca. Estaba dando su visto bueno a su relación. Ella miró a Matt, con los ojos llenos de lágrimas. Matt le sonrió y se lo confirmó con la cabeza. Él, la cogió de la mano. Sin ningún disimulo. —Lo haré padre, lo haré. –Esta vez, no separó su mano de la de Matt. Como siempre, todos se sentaron en sus respectivos lugares. Shany, sirvió la comida a Matt como las demás mujeres a sus hombres. Tomaron la infusión y Baku les habló del manejo de la lanza por Matt. El relato causó bastantes bromas por parte de Buki. Cada uno, se fue a su zona de dormir. Matt, se dirigió al suyo. Aún, tuvo que oír varias bromas de Buki antes de meterse entre las pieles. Puso las manos debajo de la cabeza y suspiró. Hoy ha sido un buen día, pensó mirando el techo de la caverna. No puede acabar mejor. Sin embargo, mientras, estaba teniendo estos pensamientos. Shany se acercó a su lado. —Shany, tu familia. –Dijo él, un poco nervioso, al verla llegar. —Tranquilo Matt. Ya has oído a mi padre, debo cuidarte, y para ello, debo estar a tu lado. –Le respondió, mientras extendía sus pieles al lado de él. —¿Tu padre, no decir nada? –Preguntó, con la voz todavía nerviosa. Ella se metió entre las pieles, puso su cabeza sobre el brazo de él, y se acurrucó contra su pecho. —Tranquilo. Ya no hay que esconderse. Pero, lo otro, no podemos delante de ellos. –Esto último, se lo dijo, muy bajito, en el oído. El sonrió. No le importaba, mientras, ella estuviera a su lado. La rodeó con su brazo. 131
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—Sólo importar, tú, a mi lado. –Le susurró, mientras la besaba en la cabeza. —Siempre, nos quedará el rio. –Le volvió, a susurrar bajito, rodeándole el pecho con su brazo y soltando una risita. Los días pasaron. Baku, por la mañana, fabricaba las puntas, junto a su padre y su hijo. Por las tardes, practicaban junto a Matt, el manejo de la lanza. Naxi, trabajaba en la modificación de la ropa nupcial, junto a Kara. No quería que su hija se enterara, hasta el día de la unión. Le hizo jurar a Kara que no diría nada. Shany y Matt aprovechaban el tiempo que les quedaba libre. Juntos practicaban con la pronunciación y aprendía nuevas palabras. Daban largos paseos, sobre todo por la ribera del rio. Una tarde, Baku los reunió después de comer. —Hemos terminado el trabajo. Mañana, sería un buen día para continuar nuestro viaje. Nos hemos entretenido bastante, no creo que lleguemos antes de empezar la fiesta. —¿Cuánto tiempo pasar, para llegar fiesta? –Preguntó Matt, cada vez, más integrado en el grupo. —Es difícil de predecir. –Respondió Baku—. Después, de meditar un rato. —Padre, ¿tú qué opinas? –Dirigió la pregunta a Urba, su padre. —Hemos venido por otro sitio. Hacía tiempo, que no estábamos por estos lugares. —Sí, ha cambiado bastante. Sobre todo, después, de las lluvias. Los ríos vienen muy crecidos y debemos dar más rodeo. —En mi opinión, no sé si coincide con la tuya Baku, será mejor que nos dirijamos al Oeste, hacia el territorio de los Bara. Allí, podremos vadear mejor él río. Luego, seguire132
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mos el rio, hacia el Sur. Cuando lleguemos, a las Rocas Hermanas, giraremos, de nuevo, al oeste. De allí, al poblado sólo hay unos pocos días. –Fue la sugerencia del anciano. —Es lo mismo que había pensado yo. Sólo, que me preocupan algunas cosas. –Dijo, vacilando. —¿Crees que puede haber peligro? –Preguntó Buki, con un tono de nerviosismo en la voz. —No creo, hijo. Solo, que tenemos más inconvenientes que otras veces. –Le respondió. —¿Por el estado de Kara? –Le preguntó Shany, abrazando a Kara. —No hija, eso sólo nos hará ir más lentos, nada más. – Dijo mientras se quedaba pensativo mirando a su padre. —¿Haber algo más? –Preguntó, esta vez, Matt. Baku lo miró, se había dado cuenta, de que no había contado todo. —Existe un peligro. Mutta nos ha dicho, que hay un grupo de cazadores, que han sido expulsados de la tribu de los Marut. Estos, andan causando muchos problemas entre los clanes de toda esta zona. Han raptado algunas mujeres de los Bara. Todavía, no han sido capaces de dar con ellos. Tenemos que cruzar una amplia extensión de terreno, no me gustaría toparme con ellos. No tendríamos ninguna posibilidad, contra un grupo así. –Fue la respuesta a la pregunta de Matt. —¿No hay otro camino, que podamos coger, para volver a nuestro pueblo, padre? –Esta vez, la voz de Buki delataba nerviosismo. —No hijo. Hemos estudiado todos los senderos que conocemos y comentado con Mutta y su gente si había otras posibilidades, pero no las hay. Estas últimas lluvias torrenciales han hecho impracticables todos los senderos que podíamos utilizar. 133
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—Seguramente, no llegaremos ni siquiera a encontrarnos con esa gente. –Dijo, tranquilizadora Naxi. —Por supuesto que no. El terreno es enorme, sería casi imposible que llegáramos a verlos ni de lejos. –Tranquilizó Baku, con una sonrisa. —Tranquilo, Buki, que no pasará nada. –Ratificó el abuelo, sonriendo a Buki. Matt, se quedó callado. Observó la cara de Baku. Se le notaba preocupado. Sería mejor, que tuviera operativa, su arma. Sería más efectiva que sus lanzas, contra un grupo más numeroso. —Bueno, eso se verá por el camino. –Dijo Baku, dando por terminado el asunto. ——¿Que has conseguido comerciar con Mutta, a cambio, de las lanzas? –Preguntó Buki. Baku, guardó silencio durante un rato, elevando la curiosidad de todos. Al final, sacó de detrás suyo, un saco de piel cerrado. Todos se quedaron mirándolo, no estaban muy seguros de lo que podía ser. El abuelo sonreía, porque estaba presente cuando hicieron el pago. —Pues, está lleno de sal. –Dijo, dándole unos golpecitos con la mano. Todos exclamaron. Si que había sido un buen pago. Solo, por esto, había valido el año de viaje. —Bien, hoy dejaremos todo preparado y saldremos temprano. Parece que durante unos días no lloverá. Aprovecharemos para adelantar camino. Todos, comenzaron a hablar de lo que tenían que preparar para llevar. Para la hora de la cena, ya estaba todo preparado, para la partida. Cenaron y comentaron varias cosas. Después, de la infusión, decidieron ir a despedirse de Mutta y de su 134
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gente, que les había hecho la estancia muy agradable. Matt y Shany decidieron irse a pasear. Seguramente, durante todo el viaje, no tendrían muchas ocasiones de demostrase su amor. Acudieron a su rincón preferido. El pequeño prado cerca del estanque que producía el rio. En ese lugar, los dos se sentían felices. Después, de hacer el amor, nadaron un rato y luego volvieron a tumbarse en la hierba, uno junto al otro, se había convertido en una rutina. Hablaron del viaje. De lo que pasaría. Que cuando llegaran, sería un espectáculo. —Me gustaría, que no acabara nunca este viaje, que no fuéramos a la fiesta. –Le dijo ella, de pronto —¿Por? ¿No ganas de fiesta? –Respondió él, un poco intrigado. —Fiesta, sí, pero tendré que compartirte con toda la gente. ¿Te acuerdas cuando llegamos aquí, cómo estaban todas las chicas detrás de ti?. –Le sonrió, tímidamente, mientras alzaba la vista hacia él. —No importar chicas. Sólo importar tú. ¿Me quieres? Cuando llegar fiesta, ¿tú querer unirte a mi? –Le preguntó, acariciando su cara. —Sí. –Fue su respuesta. Al momento, volvían, de nuevo, a compartir los placeres. Regresaron a la caverna. Todos estaban metidos en sus pieles. Ellos hicieron lo mismo. Shany, lo abrazó, se había acostumbrado a dormir abrazada al pecho del hombre. —Matt. –Le preguntó, con un susurro. —Dime Shany. —La verdad, es que sí quiero llegar cuanto antes, para poder unirme a ti. –Le dijo en el mismo tono de voz. 135
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—Yo, también. –Le respondió Matt. —Shany, no sé qué vas a hacer, durante el viaje, si no encontramos un rio. –Dijo, de repente Buki, rompiendo el silencio de la noche. Todos rompieron a reír. Hasta Matt y Shany rieron, Por lo visto, su secreto no era tan secreto.
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XV
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El día amaneció algo nuboso, aunque, no presagiaba lluvia. Mutta y casi toda la gente del poblado, acudieron a despedirles. Baku, le prometió que volverían dentro de un par de años, Mutta se lo agradeció. El pequeño grupo, cruzó el rio y se dirigió hacia su nuevo destino. Durante el transcurso del día, fueron desapareciendo las nubes. Ya empezaba a notarse, como la primavera iba pasando y se iba acercando el verano. El terreno, era bastante llano, así que caminaban con cierta rapidez. Al segundo día, se toparon con unas colinas. No fue difícil atravesarlas. Desde ellas, divisaron un terreno boscoso. Tardaron, varios días, en cruzarlo. La maleza, era muy densa y muchas zonas estaban plagadas de zarzas. No pudieron cazar nada, por lo que acabaron con las existencias de carne seca. Esto, empezó a hacer mella en su estado de ánimo. Cuando dejaron la zona arbolada, encontraron una llanura plagada de rebaños de herbívoros y una laguna. Esta, parecía, haberse creado, en una depresión del terreno, después de las antiguas lluvias torrenciales, puesto que, el rio, que lo alimentaba no era lo suficientemente grande como para mantener ese nivel de agua. Decidieron, acercarse hasta la laguna. Esta vez, montaron una tienda. No se fiaban del tiempo. Desde el norte, habían estado observando unas nubes, que podían dirigirse hacia ellos si cambiaba el viento y descargar, sin darles tiempo para secarse. —Matt, coge la lanza, es el momento de comprobar qué tal te han ido las prácticas. –Le dijo Baku, cuando hubieron acabado de montar la tienda. 137
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—Bien, Baku, ahora mismo. –Le respondió Matt, entrando en la tienda a por ella. Al salir, ya estaban padre e hijo preparados. —¿Urba no venir? –Preguntó, extrañado Matt. —No, se quedará a cuidar el campamento. Está muy expuesto y no quiero, que queden desprotegidas las mujeres. Matt, miró a Shany, con una sensación de preocupación. —Suerte Matt. –Lo saludó, agitando la mano sonriendo. —Tranquilo Matt, si pasa algo no estaremos muy lejos. Y además lleva su cuerno. En caso de problemas lo hará sonar. Y estaremos aquí en un momento. ¿Ok? –Dijo Buki. Matt, sonrió al oír estas palabras en su idioma. No sabía más, pero, esta la usaba para todo. —Ok, Buki. Los tres hombres partieron hacia el sur, rodeando la laguna. Al cabo de una hora, encontraron un rebaño de gamos. Baku, ordenó a Buki rodearlos y ponerse a su retaguardia. Ellos, se colocarían entre unas rocas. La idea, era que Buki los espantara dirigiéndolos hacia donde ellos estaban. Al momento, se oyeron los gritos de Buki. El pequeño rebaño empezó a correr hacia la dirección esperada. Cuando, estaban a punto de llegar, el rebaño cambió de dirección virando hacia la derecha. Algo, les había asustado. Los hombres, miraron hacia la izquierda, viendo la causa del cambio de rumbo. Una manada de lobos, había aparecido corriendo hacia ellos. No se había percatado, de la presencia de los hombres. Seguramente, el viento, no había llevado a sus hocicos el olor de los humanos. Cuando hubieron pasado, Buki llegó jadeando, lamentando la pérdida. Decidieron continuar y probar mejor suerte. 138
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Después de subir una loma, se toparon, de pronto, con un ciervo. Era espléndido. Su cornamenta era enorme, pero, lo que más le interesó a Baku, fue su piel. Era de un blanco perfecto. —Buki, hay que cazarlo, sin deteriorar esa piel. –Le dijo, en voz baja. —¿Que propones padre? –Le preguntó su hijo, conocedor del interés de su padre. —Bien, creo que en este caso, lo mejor, es hacer que se dirijan hacia la orilla del lago. Allí, la tierra es más blanda. Debemos hacer que se le entierren las patas y no pueda moverse bien. Así, podremos cogerle vivo y clavarle una lanza en el cuello. Los tres hombres, se dispusieron alrededor del animal. Fueron acercándose lentamente. El ciervo, notó el olor de los hombres y comenzó a moverse en dirección contraria. Ellos fueron cerrando el cerco hasta que comenzaron a gritar y correr hacia él. El ciervo, asustado, intentó huir hacia el agua, pero como había previsto Baku, el suelo era muy blando, a causa del agua, y el ciervo empezó a hundirse a cada paso. Buki, se lanzó a las patas traseras haciéndole doblar el cuarto trasero. Baku, se lanzó al cuello y del empujón hizo que el animal cayera. Pero, era muy fuerte e intentó zafarse. Matt, le clavó la lanza, en el mismo momento, en que el animal había logrado zafarse de los dos hombres. Padre e hijo, se levantaron, totalmente llenos de lodo, dando gritos de alegría. Abrazaron a Matt y lo tiraron también al barro. Pasado el momento de euforia, buscaron unas ramas y las ataron entre sí. Pusieron encima el animal, de esta manera, lo arrastrarían hasta el campamento. Tras unas cuantas horas, de arduo trabajo, divisaron la 139
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tienda. Buki gritó y silbó para hacerse notar. Todos, acudieron a ayudar a arrastrar el cuerpo del animal. Naxi, los mandó que se fueran a limpiar. Los tres hombres obedecieron, sin decir nada. El barro se había secado sobre su piel y sobre las pieles y les daba un lamentable espectáculo. Se desnudaron para que pudieran quitarse bien el barro. Luego, se dirigieron al agua. Cuando ya se sintieron limpios, volvieron a la tienda. Tenían una piel fina para secarse y ropa limpia esperándoles. Entre el anciano y las tres mujeres, habían arrancado la piel y limpiado de vísceras el cuerpo. Vieron, que mientras ellos, estuvieron fuera, habían reunido gran cantidad de leña. Más que suficiente, para secar toda la carne. Mientras, la carne secaba, asaron una pierna del ciervo para cenar. Baku, felicitó a Matt, él, había sido, el que había dado el golpe de gracia al animal. —Si no llega a clavarle la lanza, en ese momento, se hubiera escapado. –Dijo Baku. —Yo, ya no podía sujetarle las patas. No hacía más que dar patadas. –Corroboró Buki. —Entonces, ¿ya tenemos un nuevo cazador en la familia Baku? –Preguntó Urba. —Por supuesto, y sobre todo, no le tembló la mano. – Añadió, orgulloso Baku. —Gracias, Baku. –Agradeció, de corazón, Matt. La cena, transcurrió con mucha animación. Todos estaban muy alegres, tras un día tan bueno. Durante toda la cena, Shany no se separó de Matt. Se le veía feliz y orgullosa. Hasta, apoyó su cabeza contra el hombro de Matt, sin importarle lo que pudieran decir sus padres. Sin embargo, su padre, estaba convencido de que 140
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había sido una buena elección por parte de su hija y que su mujer tenía razón. Matt era un buen hombre, un buen partido para su hija y ahora un buen cazador, también sería una buena adquisición para la tribu. Durante unos días, estuvieron secando la carne hasta que estuvo lista para ser transportada. Después, levantaron la tienda y continuaron su camino. Durante el viaje, todos pudieron comprobar el buen uso que daba Kara a la honda. Pudieron comer bastantes aves y conejos gracias a su buena puntería. Matt, empezó a dar vueltas a la idea que tuvo, hacía ya mucho tiempo, cuando vio usar la honda. Un día, observaron que Kara cojeaba y que tenía el pie terriblemente hinchado. Se había torcido el pie, pero, no había dicho nada, hasta que el dolor fue cada vez más intenso y la cojera se hizo visible. Así que, decidieron acampar, durante unos días, cerca de un río. Matt, aprovechó la ocasión, para explicar su idea a Baku. —Baku, ¿tener tu pueblo “arcos”? –Le preguntó, diciendo el nombre del arma en su propio idioma al no saber cómo podría ser en el de él. —“Arcos”. No conozco nada, que se llame así. –Le respondió. —Vaya. –Se quedó pensativo Matt. —¿Cómo son? ¿Igual lo conocemos con otro nombre? –Le preguntó Baku. Matt, le hizo una pequeña demostración con los brazos como si estuviera disparando e hizo un dibujo en el suelo con un palo. Baku, negó con la cabeza. No había visto, ni oído nunca de un arma así, en ningún sitio. —¿Puede cazar animales grandes? –Le preguntó, de improviso. 141
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—Sí. Grandes y pequeños. Gran distancia. –Le respondió, con gran énfasis. Baku se quedó pensativo. Podría ser muy útil. —¿Podrías fabricar uno? Aquí, no tenemos materiales como el de tu arma. —Oh sí, fácil de hacer. Un palo largo y un tendón para “arco”. Luego, palos pequeños, puntas pequeñas hueso y plumas. A Baku, le pareció que los materiales eran de lo más sencillos. No entendía, como no había oído hablar de ello. Lo que más le sorprendió, fue lo de las puntas de hueso pequeñas. —Pero, con puntas pequeñas de hueso, podrás cazar aves, conejos y pequeños animales, pero, con los animales grandes, necesitas puntas grandes, de lo contrario, no podrás atravesar su piel. –Le respondió Baku, sopesando las alternativas. —Si tu ayudar, yo enseñar uso. Tu ver, qué mejor, que lanza, para cazar. Menos peso, no tener que acercarse al animal. Eso, le pareció interesante a Baku. Poder cazar, a un animal sin tener que correr riesgos o que pudieran detectarle por el olor. Al día siguiente, Matt anduvo buscando un árbol adecuado. Encontró un tejo. Cortó varias ramas lo más rectas posibles sin nudos y de una sola veta. Pidió a Baku, raspadores y cuchillos. Entre ambos, cortaron varias medidas y lijaron los listones. A Buki, le encomendaron buscar fibras de lino o cáñamo y cera de abejas. Les costó varios días y varios intentos para lograr listones con el grosor adecuado. Lo difícil, fue encontrar cera de abejas. Al cuarto día Buki la trajo, eso sí, con un montón
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de picaduras, que tuvieron que ser tratadas por su abuelo. Para unir las maderas, Matt no tenía pegamento, pero, Baku le hizo lo que ellos solían hacer para unir las puntas de lanza. Las ataron para que consiguieran más firmeza. Mientras, Matt, trenzó unas hebras de cáñamo, haciendo una fina cuerda. Finalmente, el centro del arco lo unió con la misma técnica, sujetándola toda ella con un fino cordel de cáñamo. Luego, unió los extremos del arco con la cuerda. Calentaron la cera y enceraron toda la cuerda y el arco. Ya estaba terminado el arco. Probó la tensión y le pareció correcta, aunque, claro está, él no era un experto. Además, con todo el tiempo que había pasado desde que hizo el último, por aquél entonces, era solo un muchacho, por eso, no estaba muy seguro de que diera resultado. Aún así, le pareció un buen arco, aunque, las herramientas no eran las más idóneas. Sin embargo, había que adaptarse a las circunstancias del momento. —¿Qué, opinar, Baku? –Le preguntó Matt, ofreciéndole el arco. —No sé, qué decirte. Aún, debes mostrarme, como un palo y una cuerda pueden matar animales. –Fue su respuesta. —No. Sólo arco, no servir. Ahora hacer “flechas”. Matt cortó las varas finas que trajo Buki, todas a la misma medida. Luego, junto con Baku, trabajaron en la primera punta de hueso. Fue complicado, encontrar huesos que fueran idóneos. Después, trabajarlos y pulirlos para que tuvieran los filos tan agudos como quería Matt. Pero, lo más complicado de todo, fue darle la forma deseada. Transcurridos dos días, trabajando sin parar, lo consiguieron. Era tal y como Matt lo quería. Igual, a los que el viejo indio les enseñó a fabricar, hacía ya una eternidad. 143
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Seguidamente, Baku, la unió a la fina vara y Matt le colocó las plumas. Esta parte, fue la que más le interesó a Baku. Lo habían conseguido. Ya tenían el arma. —Bueno, Baku, ir a probar. –Lo invitó Matt —Sí, hay que ver cómo funciona. Respondió interesado. Buki, colocó unos palos con una piel a la distancia que Matt le indicó. Matt, estaba nervioso. Hacía mucho que no lanzaba con arco y quería que saliera perfecto. Cogió el arco con la mano izquierda colocó la flecha con la derecha y lo tensó. Lo volvió a destensar y tensar varias veces, para ver, que tal se flexionaba. Le gustó su flexibilidad. Después, apuntó en dirección a la diana improvisada y disparó. Baku y su hijo se quedaron pasmados. No creían que una lanza tan pequeñita y con esa punta, tan diminuta, pudiera llegar tan lejos y encima atravesar la piel. Matt, quedó entusiasmado con el resultado. No pensaba, que acertara a la primera. La sonrisa, se dibujo en su rostro. Se giró, hacia los dos espectadores. No tuvo que preguntar que les parecía el resultado, sus caras hablaban por ellos. —Ten, Baku, probar. –Le tendió el arco para que lo probara. Baku, lo cogió entre sus manos, con reverencia, siendo consciente de que éste arma iba a cambiar, muchos aspectos de la caza y la vida de su pueblo. Buki volvió corriendo con la flecha. —Ha atravesado el cuero y siguió unos metros más. –Le dijo a su padre, jadeando. —Bueno Matt, explícame como lo has hecho. –Le pidió Baku, colocándose en dirección a la diana. Matt, le colocó las piernas y los brazos, le corrigió también la postura, la forma de coger el arco y colocar la flecha. Después era importante apuntar bien y disparar. 144
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A Baku, le parecieron difíciles los primeros intentos. No acertaba en la piel. Buki, tuvo algo de mejor acierto. Al cabo de muchos intentos, lograron acertar varias veces en la diana. —Bueno, creo que deberemos hacer más “flechas” –comentó Baku. —Si, estoy cansado de ir corriendo a por ella. –Respondió Buki. El día siguiente, lo pasaron haciendo más puntas y flechas. Como ya sabían la técnica les resultó más sencillo. Al final, tenían un par de docenas. Naxi, les trajo un carcaj, que Matt le había pedido que fabricase, para el transporte de las mismas. —Bueno Matt, ahora tienes un arma muy buena. No pensaba, que funcionaría, después de ver, la otra que tienes. Pero, sin duda, es la mejor arma que he visto nunca. –Le dijo Baku, con sinceridad. Matt sonrió. —No arma para mí. Ser, para ti. –Le respondió Matt. Baku, se quedó sorprendido de tal ofrecimiento. Le gustaba esa nueva arma. Veía su potencial. Podía ser, un buen elemento de cambio, en las transacciones comerciales con otros pueblos. Sin embargo, contestó: —Gracias Matt, pero yo tengo mi lanza. Me encuentro más a gusto y familiarizado con ella. Sé, que es mucho mejor, tu arma que la mía, pero, prefiero, continuar con ella. Esta, por el contrario, es buena para ti. —Yo, ya tener, mí arma. –Le contestó Matt. —¿Prefieres la que llevas ahí tapada, a la que acabas de fabricar? –Preguntó, todo sobresaltado, Buki, que no había disimulado su atracción por el arco. —El arma, que tú decir, ser mucho mejor, que ningún otra arma. –Le respondió Matt, con una sonrisa, viendo la reacción que había tenido Buki. 145
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—No lo entiendo Matt. A mí me encanta. –Dijo Buki, sin separar la vista del arco. —¿Tú querer? –Se la ofreció, tendiéndosela. Buki, se quedó mirándola con ojos de deseo. No se atrevía a cogerla. Miró a su padre. Baku, sabía del interés que tenía su hijo en ella. Se había esforzado mucho en hacer las puntas y montar las flechas. También, había ayudado en su fabricación. —¿Crees que podrás fabricar más y hacer buen uso de él? –Le preguntó, mirándole. —Sí, padre. –Le contestó, ilusionado. —De acuerdo. Desde ahora, puedes dedicarte a fabricar “arcos” y “flechas”. Será un buen negocio para ti. —Gracias, padre. Gracias, Matt. –Les agradeció, mientras cogía el arco y el carcaj lleno de flechas. —Bien, después de estos días de descanso y de que Kara haya mejorado de su pie, deberíamos continuar el viaje. Todos, estuvieron de acuerdo. Ya había pasado casi una semana. Debían reanudar, cuanto antes, la marcha. Dos días después, pudieron comprobar la utilidad del arco. Buki, había mejorado mucho su puntería. En sus andanzas por el campo, asustó a un pavo, que salió volando. Buki, haciendo gala de su destreza, apuntó, y, pavo para cenar. A la mañana siguiente, Urba, el anciano, no se encontraba bien por lo que decidieron no partir y esperar un día más. Buki, quiso salir a probar, de nuevo, su puntería con más aves, después del triunfo del día anterior. Matt, lo acompañó, quería utilizar su arma. Hacía días, que no la probaba y debía tenerla en buen uso. Ese día, Buki, no acertó a ningún pájaro. Esto lo desilusionó. Matt, para animarlo, le explicó que era complicado acertar a los pájaros en pleno vuelo. Debía conocer mejor el arco para conseguirlo. 146
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Cuando, estaban cerca del campamento, oyeron sonar el cuerno de Urba. Los dos, se quedaron perplejos mirándose, algo pasaba. En seguida, salieron corriendo en dirección al campamento. Al llegar, se pararon en seco. Todo estaba patas arriba. Dos hombres desconocidos, yacían muertos con sendas lanzas clavadas en el pecho. Lo peor, fue ver a Urba y Naxi muertos. La sangre les golpeaba en las sienes. Un lamento, les hizo mirar a un lado y vieron a Baku. —¡Padre! –Gritó Buki tirando todo lo que llevaba y corriendo hacia su padre. —Buki… Shany…Kara… ayúdales. –Le dijo, con voz muy débil. —Padre. –Buki no dejaba de llorar viendo a su padre a punto de morir. —Matt, cuida de Shany y de Buki. Naxi… –Baku, exhaló el último aliento dejando de hablar. Buki, le mecía la cabeza contra su pecho desconsolado. Matt, no daba crédito a lo que había sucedido. Estaba en estado de shock. De improviso, un grito, les hizo volver a la realidad. —¡Kara! –Grito de pronto Buki, cogiendo la lanza de su padre y levantándose de un salto. Salió corriendo hacia donde provenía el grito, seguido por Matt. Al atravesar, una pequeña arboleda y entrar en un pequeño claro, vieron a Kara en el suelo y Shany con una lanza intentando defenderse, de al menos, una docena de hombres. Estos se reían. Debía de hacerles gracia el espectáculo. Buki, sin importarle la desventaja, saltó al claro y disparó su lanza contra el primer hombre. Matt, montó el arma y comenzó a disparar. La ventaja que le daba su fusil era absoluta. Los hombres, unos tras otros, iban cayendo al suelo muertos sin saber que estaba ocurriendo. 147
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Al final, Matt se quedó sin balas. Aún, quedaba uno vivo, que salió corriendo. Poca distancia pudo recorrer pues Buki, en plena carrera había recuperado su lanza y de un salto se la clavó en la espalda cuando huía. Este, cayó herido al suelo. Buki, se puso encima de él y empezó a clavarle, una y otra vez, la lanza en el pecho, mientras las lágrimas corrían por sus ojos, pronunciando el nombre de Kara. Al cabo de un rato, cuando le iba a asestar otro golpe, Matt le sujetó el brazo. —Ya Buki, ya estar muerto, dejar. –Intentó calmar al muchacho. Buki, se paró con la lanza en alto, jadeante. —Sí Matt. –Le respondió, mientras dejaba clavada la lanza de un golpe en la cabeza del hombre. Buki, se dejó caer en el suelo de rodillas, se cubrió el rostro con las manos y volvió a sollozar. —¡Kara! ¡Kara! –Es lo único que decía. Matt, se apenó del muchacho. Miró a Shany, que estaba arrodillada al lado de Kara y le sujetaba la cabeza, ayudándola a levantarse. —¡Buki, levantar, Kara bien! –Exclamó Matt, mientras, intentaba incorporar a Buki. Este la vio, salió corriendo hacia ella. La abrazó y besó y se pusieron los dos a llorar. Matt, se acercó a Shany. —¿Estar bien? –Le preguntó, mientras, le quitaba la lanza. —Matt, tuve que coger una lanza sin permiso, tenía que salvar a Kara y al bebé. –Le contestó, con lágrimas en los ojos. —Tranquila, tu hacer bien. Le respondió Matt. —Has venido a salvarnos. —Yo, decir tu padre, que cuidar de ti. Solo, que no llegar a tiempo para salvar a él. 148
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Ella, ya no pudo contenerse más, se abrazó al cuello del hombre rompiendo a llorar. Él cerró los ojos, abrazándola con toda su fuerza. Había estado a punto de perderla. Comprendía el dolor de Buki. ¿Qué sería de él si la perdiera, ahora que la había encontrado? Después de comprobar, que Kara sólo había recibido un golpe en la cabeza, sin importancia, pero, que le había hecho perder la conciencia, durante unos instantes. Buki, recuperó la lanza de su padre y regresaron hacia los restos de su campamento. Fueron momentos difíciles para todos. Enterrar a Baku, Naxi y Urba entristeció a Matt. Eran las personas más buenas que había conocido. Buki, no quiso pasar ni un momento más allí. Matt, lo entendía. Recuperaron todo lo que pudieron, Claro que ahora eran sólo cuatro y Kara estaba en estado, por lo tanto, cogieron sólo lo que pudieron llevar. Sobre todo, el saco de sal y las herramientas para fabricar puntas. También, las mejores pieles y Kara, cogió el paquete, que había hecho Naxi, para dárselo a su hija, el día de su unión. Se pusieron en camino hacia el oeste, cabizbajos y en silencio. Al poco tiempo, Shany se detuvo. —Matt, padre dijo que esos hombres tenían mujeres secuestradas. ¿Crees que las habrán matado? –Preguntó, de pronto. —No sé. –Le respondió. —Deberíamos intentar salvarlas. –Dijo Kara. —Es muy complicado. No sabemos dónde pueden estar. Ni cuántos hombres pueden estar con ellas. –Respondió Buki. —Buki, si fuera yo, ¿no lo intentarías? –Le preguntó Kara, mirándole a los ojos. El muchacho, la miró. Le sonrió y le dio un beso en la cara. 149
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—Sabes que sí. Pero, es complicado ir a buscarlas, sólo somos dos. —Bueno, ellas, no estar lejos. Grupo atacar, ellas, estar cerca, no dejar lejos. –Comentó Matt. —¿Que propones que hagamos, Matt? –Preguntó Buki. —Shany y Kara dejar en sitio seguro. Luego, tu coger arco y yo mi arma. Volver campamento y ver. –Fue la sugerencia de Matt. —De acuerdo. –Dijo Buki. Se dirigieron hacia un bosquecillo e instalaron allí, a las mujeres. Luego, volvieron por el mismo camino. En el lugar del ataque, inspeccionaron los alrededores y fue Buki, quien encontró unas huellas. Daba la impresión, que los hombres, habían venido de unas colinas cercanas. Se internaron en el bosque, siguiendo las huellas, en dirección a las colinas. Al llegar, extremaron la precaución. Pronto, divisaron a un hombre. Estaba vigilando. No los vio, puesto que, miraba en dirección contraria. —Buki, ¿tu poder dar con flecha? –Le preguntó Matt. Buki, miró al hombre y calculó la distancia. —Claro, Matt. Este no es un pavo volando. –Le contestó Buki, con una sonrisa. El muchacho, puso una flecha en el arco y disparó. La flecha se clavó en su objetivo haciendo caer al hombre. Matt y Buki continuaron por el sendero, después de que Buki, recogiera la flecha del cuerpo del hombre caído. No encontraron nadie más, hasta que divisaron una gruta. Allí, estaban las mujeres atadas en una esquina. Comprobaron, que había seis hombres a su cuidado. —Bueno Buki, me toca a mí. –Dijo, en voz baja, Matt. —¿Vas a usar tu arma? ¿No es mejor, que use la mía? Tengo buena puntería. –Contestó, algo nervioso Buki. —Ellos cerca. No dar tiempo, matar todos con arco. Tu 150
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atento por si venir alguien. –Le respondió Matt. —Ok. –Le contestó Buki. Matt sopesó la situación. Decidió que lo mejor era atacar de improviso. No darles tiempo a reaccionar. Salió de su escondite y empezó a correr hacia los hombres. Estos, lo vieron venir y fueron a por sus lanzas. Matt, fue disparando uno a uno hasta que no quedó ninguno. Estaba de espaldas, cuando de pronto, un grito le hizo girarse. Un hombre, blandía una lanza a sus espaldas, pero, cayó muerto al suelo antes de llegar a la altura de Matt. Buki había estado rápido, lo había visto venir, por detrás. Sin pensar, disparó su arco, la flecha atravesó el pecho del hombre. —¿Ves, como me necesitabas? –Le dijo, nada más llegar a su lado y arrancar la flecha del cadáver. —Gracias, Buki. –Se lo agradeció de veras. De lo contrario, a estas horas, estaría con una lanza clavada en la espalda. —¿Cómo voy a dejar a mi hermana sin poder ir al rio? – Le contestó, giñándole un ojo. Matt, no pudo menos que reír. Se acercaron, despacio, al grupo de mujeres. Eran seis, de diferentes edades. Estaban desnudas y sucias. Se veía que las habían maltratado. Algunas, tenían heridas y golpes por todo el cuerpo. Las habían tratado como animales. Al verlos, se asustaron. —Hola, soy Buki. –Dijo el muchacho, dirigiéndose al grupo de mujeres. Las mujeres, se encogieron aún más entre ellas. Estaban muy asustadas. Matt, se acercó a Buki. —Hola, todo bien. Ya no hombres malos. –Las saludó, con voz calmada y ofreciéndoles una sonrisa. 151
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Las mujeres, miraron al hombre asombradas. Nunca, habían visto un hombre como él. —Somos del pueblo Bara, esos hombres nos raptaron hace tiempo. Debéis tener cuidado, hay otro grupo que salió esta mañana y pueden volver en cualquier momento. –Empezaron a decir, a trompicones las mujeres. —Tranquilas, esta mañana, atacaron nuestro campamento, mataron a algunos de nosotros, pero, nosotros los hemos matado a todos. –Les informó Buki. Las mujeres se sorprendieron de lo que habían hecho. —¿No más hombres? –Preguntó Matt. —No, no. –Dijeron todas a la vez. —Bueno, entonces, se puede decir que estáis a salvo. – Dijo Buki, sonriendo. Las mujeres, empezaron a levantarse. Daban lástima, tenían muy mal aspecto. Les cortaron las ataduras. Las llevaron hacia donde estaba el fuego y les dieron agua y comida. Parecía que llevaran días sin comer o beber. Devoraban la comida y se atragantaban. Buki y Matt les acercaron pieles para que pudieran cubrirse. —¿Qué vais a hacer con nosotras? –Preguntó una de ellas. —¡No, nos dejaréis aquí! –Comenzaron a gritar, nerviosas, mirándose unas a otras. —Tranquilas, os llevaremos con nosotros. Nos dirigimos hacia vuestro pueblo. No está a más de una semana de aquí. –Les tranquilizó el Joven. Todas se quedaron más tranquilas. Poco tiempo después, cuando hubieron repuesto fuerzas, salieron de las colinas en dirección a donde habían dejado a Shany y Kara. 152
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Al anochecer, vieron el resplandor de una fogata. —¡Shany, Kara! –Llamó Buki. Al momento, salieron las dos mujeres, que ya empezaban a estar nerviosas, por la tardanza. Acompañaron, a las recién llegadas, hacia el fuego y les trajeron comida y bebida. Esa noche, durmieron en libertad, aunque Buki y Matt se turnaron para vigilar. A la mañana siguiente, después de desayunar, las dos chicas llevaron al grupo de mujeres a un rio cercano y las ayudaron a lavarse. Allí, cortaron algunas pieles y les hicieron ropa. Ahora, estaban más alegres, hablando entre ellas distraídamente. Después de descansar, partieron hacia el oeste. Buki, se esforzó, para que no les faltara comida. Era, como si, se hubiera hecho responsable de ellas. Cazaba todos los días, para que tuvieran carne fresca. Poco a poco, el ritmo de la marcha fue mayor, a medida que las mujeres recuperaban la fuerza y el ánimo. Al final de la semana, divisaron el poblado.
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Las mujeres, comenzaron a gritar y a acelerar el paso. Del poblado, salió un grupo de hombres armados. Los dos hombres y sus compañeras, se quedaron detrás. Buki cogió el arco, por seguridad. Matt, llevaba el arma cargada y colgada al hombro desde que salvaron a las chicas. Los hombres, al verlas soltaron las lanzas y abrazaron a las mujeres. Después, del momento de alegría, se dirigieron hacia los cuatro forasteros. Buki, se colgó el arco a la espalda y dio un paso adelante. Matt, estaba detrás de él y las dos chicas a su espalda. —Saludos, soy Buki de los Uska en viaje de comercio y de vuelta a nuestro pueblo. –Saludó con las manos hacia arriba, como había visto hacer, cientos de veces, a su padre. —Saludos, soy Goib, estáis en tierras de los Bara. Os damos la bienvenida a nuestro pueblo. –Lo saludó, uno de ellos, poniendo sus manos sobre las de Buki. El grupo, se dirigió hacia el poblado. Allí salieron a recibirles toda la gente. Dando palmas en los muslos, igual que hacía la familia de Buki. Todos, les agradecían el haber devuelto a las mujeres. Les prepararon una tienda y les trajeron comida y bebida. —A la hora de cenar, vendré a buscaros, compartiréis la tienda del jefe. –Les informó Goib, antes de dejarlos a solas. Se acomodaron en la tienda y extendieron sus pieles. Era una choza hecha con palos doblados, en forma redonda y forrada de pieles. Tenía una zona de piedras para hacer fuego y una abertura en el techo para que el humo saliera. Las dos chicas, aprovecharon para preparar una infusión. Después, se sentaron los cuatro alrededor. —Buki, ellos dar palmas en pierna igual que vosotros. – Dijo Matt, interesado. 154
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—Los Bara, según decía mi padre, están emparentados con los Uska. Hace mucho tiempo, éramos un solo pueblo, pero un grupo, decidió buscar nuevas tierras y vinieron hasta este territorio y se quedaron. Siempre, hemos tenido buen trato con ellos. Intercambiamos muchas cosas. A veces, algunos de sus jóvenes, suelen venir a nuestras fiestas y nosotros vamos a las de ellos. No es raro, encontrar familias de los dos pueblos. –Respondió Buki, que le gustaba que Matt, le preguntara cosas y se sintiera interesado por lo que él decía. A la hora de cenar, Goib llamó desde el exterior. Las dos parejas, lo acompañaron hacia la tienda del jefe. Matt, observó el poblado. Todas las tiendas eran iguales y formaban un círculo alrededor de una explanada central. Seguramente, sería la zona de reunión y de fiesta. Al entrar en la tienda, les asignaron los sitios al lado del jefe. —Soy Inda, el jefe de los Bara. –Saludó a los recién llegados, invitándoles, a tomar asiento. —Saludos Inda, soy Buki y este es Matt de los americanos, mi mujer Kara de los Karsha y mi hermana Shany. – Presentó a sus amigos al jefe y demás invitados. —Muchos de nosotros, te conocemos, eres el hijo de Baku, el comerciante de puntas. –Preguntó Inda. —Sí, así es. —Me resulta raro, no verlo con vosotros. Es buen amigo de mi pueblo. Buki, bajó la mirada, un momento. —Mi padre ha muerto junto a Urba su padre y Naxi mi madre. –Respondió, con un nudo en la garganta. —Me entristece conocer tan mala noticia. ¿Qué les ha sucedido? –preguntó con interés Inda. —Fueron atacados por los hombres que raptaron a vuestras mujeres. 155
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—Lástima, era un buen hombre. Lo siento. –Dijo el jefe, poniendo su mano, en el hombro del chico. —Gracias Inda. –Agradeció el detalle del Jefe. —Vosotros, al menos, lograsteis salvaros. —Matt y yo estábamos de caza, cuando ocurrió la desgracia. Sólo nos dio tiempo para salvar a mi mujer y mi hermana. —Luchasteis con valor. —Entre Matt y yo matamos a los que habían cometido el ataque. –Explicó Buki. —¿Eran muchos? –Preguntó, interesado Inda. —Mi padre, había matado a dos, nosotros, matamos a los otros doce. –Fue la respuesta de Buki, con los ojos encendidos. La gente, que los acompañaba en la cena, dejaron oír una exclamación de asombro. Era increíble. —¿Con dos lanzas? –Preguntó, uno de los comensales. —Yo, con mi lanza maté dos. Matt, con su arma, el resto. —En verdad, tenéis gran valor. ¿Cómo lograsteis encontrar a nuestras mujeres? Volvió a preguntar Inda, interesado en la historia. —Sabíamos de la existencia de este grupo de los Marut, por lo que nos contó Mutta, el jefe de los Sharkah, donde pasamos una temporada, antes de venir aquí. —Sí, lo conozco. Buen jefe. –Aseguró, Inda. —Pues, seguimos el rastro de las huellas y descubrimos su escondite, entre unas colinas. Allí, acabamos con los que quedaban y las rescatamos. —¿Quedaban muchos? –Preguntó, otro de los asistentes. —Sólo ocho. Aquí, use mi nueva arma, la que construimos con ayuda de Matt. –Respondió Buki. Que notaba, sobre él, la atención de todos los asistentes. Todos los presentes, empezaron a golpearse el muslo y a 156
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gritar. Al terminar, el jefe, volvió a preguntar a Buki. —Veo, que el hombre que está contigo no es Uska, por que no veo su tatuaje, aunque, va vestido como vosotros. —No, El viene del Este. Es de la tribu de los Americanos. Lo encontramos herido, después, de haber matado un león. Mi padre, lo iba a avalar, como nuevo miembro, en la fiesta de verano y está comprometido con mi hermana. El jefe, miró al extraño hombre. Su aspecto era diferente, debía de ser de muy lejos, nunca, habían visto hombres como él. Lo extraño era, que Baku le había concedido que se prometiera con su hija. Algo vería en este hombre. Pues él conocía las leyes de los Uska y no diferían mucho de las de los Bara. Sería interesante saber, que pasaría en la fiesta este año. Muchas cosas que contar y muchas cosas nuevas que ver. —Tu nombre es Matt, ¿no? –Preguntó Inda. —Sí. –contestó. —Por lo que dice Buki, serás un nuevo miembro del pueblo Uska, en la fiesta de verano. —Sí, yo querer. —Tu aspecto es, verdaderamente extraño. Tu color de pelo y ojos, no lo habíamos visto nunca. ¿En tu pueblo todos son como tú? —No. Hay como yo, pero también como tú y con pelo de otros colores. –Fue su respuesta. La gente que los rodeaba, exclamaron todos a una. Parecía imposible, que alguien tuviera su aspecto, pero, que hubiera más y con distintos colores de pelo y ojos, eso, era casi imposible de creer. Aunque, nadie había ido tan lejos para poder comprobarlo. —Nos resulta difícil imaginar gente con otros tipos de ojos y color de pelo, aunque, hasta ahora, tampoco nos imaginaríamos un hombre con tu aspecto. –Dijo 157
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Inda, después de reflexionar durante un instante. —Yo, entender. —Dices que tu pueblo es el de los Americanos. No habíamos oído hablar de ellos. Deben de estar muy lejos. Matt, pensó, como podría explicarle donde estaba América. —Muy lejos, al este. Al final de la tierra, agua. Luego tierra esa es América. –Le respondió lo mejor que pudo, para indicarle donde se encontraba el continente americano. —No sabía que hubiera mar al este, y menos, que hubiera otra tierra. –Dijo Inda, pensativo. —Mi madre que era de un pueblo muy al sur, a orillas del mar, decía que al otro lado había otra tierra y que los hombres eran de color oscuro. –Dijo Buki. —Sí, eso lo hemos oído. Y hay hombres que han llegado hasta allí y visto personas de color oscuro. Pero, no se parecen a Matt. –Dijo Inda. —No, eso, ser, Africa. En mi pueblo, haber también gente oscura. –Comentó Matt. —Ciertamente, es extraño tu pueblo. ¿Cuántos veranos harían falta para ir allí? Matt, no sabía cómo responder a eso. Tardarían años, quizás toda una vida en llegar. —No saber, muchos veranos. –Le respondió Matt. Inda, se quedó mirando al extranjero. Notaba algo extraño en sus palabras. Había comerciantes, que habían ido hacia el este durante casi toda una vida y no habían contado nunca nada de gente como él, ni de mares al este. El, en cambio, había venido de allí y por lo que parecía, no en tanto tiempo. Mejor, lo dejaría por ahora. —Debo agradecerte Buki y a ti Matt, que rescatarais con vida a nuestras mujeres. Y, me gustaría, que mañana nos mostrarais esa arma que tan buen resultado os ha dado. 158
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—Mañana os mostraremos como funciona y os enseñaremos a fabricarlas, si queréis. –Contestó Buki, muy contento. La velada transcurrió alegre. Todos, les dieron las gracias por lo que habían hecho. Siempre, estarían en deuda con ellos y con su pueblo. Desde ese momento, su pueblo estaría unido a ellos por unos lazos de eterna amistad. Al terminar, Goib los volvió a acompañar hasta su tienda y se despidió de ellos. Buki y Kara se metieron enseguida, pues ella, estaba muy cansada. En cambio, Matt y Shany decidieron dar un paseo por la orilla del rio. —Ya, quedar poco, llegar tu pueblo. –Dijo Matt. —Sí, Matt. –Contestó Shany. El se paró y la miró directamente a los ojos. —¿Tu triste? —No. Pero, me da miedo llegar. –Le respondió, mientras ponía su cabeza en el pecho de él y lo abrazaba por la cintura. Matt, le rodeó los hombros. Le besó la cabeza y comenzó a acariciarle el pelo. Le encantaba pasar sus dedos por su negra melena. —Tú, no pensar. Yo, estar tu lado. –La consoló, apretándola contra él. —Matt, no quiero que te pase nada malo, como a mis padres. No sé, qué sería de mí, sin ti, después de haberte conocido. —Yo, no morir. Y tú, no morir. –Le dijo él, mientras le volvía a besar en la cabeza. Continuaron abrazados durante un tiempo. Era como si no quisieran separarse nunca. Al final, ella alzó su cara hacia la de él. Se puso de puntillas y lo besó en los labios. —Matt, te amo. –Le dijo, con los ojos cerrados. 159
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—Y yo, Shany. Se acercó al oído de él, y le susurró —Matt. —¿Qué? —No voy a salir corriendo. –Y lanzó una risita. El, estalló en una carcajada.
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XVII
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Por la mañana, los despertó un gran bullicio. Buki, salió corriendo de la tienda para ver qué pasaba. El resto, se quedó preparando el desayuno. Cuando iban a desayunar, apareció, por la puerta de la tienda, Buki, todo excitado. —¡No os podéis imaginar que ha pasado! –Dijo, nada más entrar y ponerse a devorar el desayuno. —Cuéntanos, Buki. –Le preguntó Kara. —¡Han divisado un rebaño de bisontes! Van a salir en su caza. Quieren que nos unamos a ellos. –Respondió Buki. —Yo no voy a ir, no estoy como para ir de caza. –Respondió enseguida Kara. —Tranquila, cariño, sólo van a ir hombres y un pequeño grupo de mujeres. —Yo, sí quiero ir. –Dijo, de repente Shany. —¿A ti, gustar, cazar? –Preguntó, interesado Matt. —No he ido nunca, pero me gustaría ir contigo. –Le respondió, un poco avergonzada y con la mirada baja. —A mí, gustar, que vengas. –Dijo Matt, sonriendo y viendo como se le iluminaba la cara. —Bueno, pues, deberemos preparar unas bolsas con cuchillos para el despiece después de la caza. Cortaremos allí mismo la carne y la secaremos para hacer mejor el viaje de vuelta. —Buki, ten cuidado, que eres un poco atrevido. –Le dijo Kara, mientras ponía una mano sobre su brazo. —Tranquila, cariño, no voy a dejar que nazca nuestro hijo sin padre. —No preocupar, yo cuidar. –Dijo Matt, mirando a Kara. —Gracias Matt. –Respondió Kara, sonrojada. —¡Venga, venga! Que no va a pasar nada. Con Matt y su arma, yo con mi arco y mi hermana para incordiar, como 161
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va a pasarme nada malo. –Dijo Buki, riéndose. Cuando hubieron terminado de preparar las bolsas y las armas, salieron fuera. El poblado era un hervidero de gente. Habían venido algunos cazadores de otros poblados cercanos, deseosos de participar en la cacería. Se encaminaron hacia la plaza, allí, vieron a Inda rodeado de varios hombres. Matt, se dio cuenta, que debían ser los jefes de los otros grupos. Al acercarse, Inda les hizo una señal para que se reunieran con ellos. —Buki, Matt, os presento a Glok, Suro y Muha. Son los jefes de tres clanes del pueblo Uruka, que han venido a ayudarnos en la caza. Buki y Matt los saludaron. Los jefes, hablaban entre sí, en una lengua que Matt no comprendió. —Inda, hablar de vosotros. Conocer gente Uska, pueblo de buenos cazadores. –Dijo, en la lengua de todos, Glok. —Gracias, yo también he oído de vosotros los Uruka, sois un gran pueblo de cazadores y guerreros. –Respondió Buki, cosa que gustó mucho a los tres jefes que sonrieron y agradecieron sus palabras. Al momento, apareció Goib. —Inda, todo está listo. Han visto el rebaño, está a dos días en dirección sureste. Inda se quedó pensando un momento. Después, dijo: —Pues, vamos. Lo podemos interceptar cerca de donde el rio se separa en dos ramales. Enseguida, todo el grupo de caza, se puso en marcha. Matt, pudo contar unos cuarenta hombres y unas diez mujeres. Todos portaban bolsas de viaje y varias lanzas. Notaba la expectación que levantaba el arma de Buki. No habían visto nunca un arco y querían ver cómo funcionaba y si era útil en la caza. La de Matt, no la podían ver, porque siempre, la llevaba dentro de su funda colgada a la espalda. 162
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Sólo pararon para comer y cenar. Shany, preparó la cena para los tres. Luego, durmieron bajo las pieles. Shany, ya, como de costumbre, al lado de Matt. Se despertaron muy temprano y la rutina de ese día fue la misma que la del día anterior. Matt, comprobó como muchas de las mujeres, esa noche, compartían las pieles con distintos hombres, sin ningún tipo de pudor. Al día siguiente, al mediodía, divisaron el rebaño. Matt, se quedó atónito. Debían ser miles. Nunca, en su vida, había visto tal cantidad de bisontes juntos. Como había dicho Inda, se dirigían a la zona donde el rio se bifurcaba en dos corrientes. Los hombres acamparon. Ese día, estudiaron como darles caza. La estrategia de caza fue parecida a la de la caza del ciervo blanco con Baku. El grupo se dividió en cinco grupos más pequeños, rodeando al rebaño desde el norte hasta el sur. Los cuatro primeros, se encargarían de asustar el rebaño y el quinto, el del sur, que sería el más numeroso y además el encargado de darles caza. La idea, era matar el mayor número posible de animales, pues casi todo el rebaño, huiría hacia el sur. Buki, Matt y Shany se integraron en el grupo del sur. La mañana de la cacería, aún sin empezar a amanecer, fueron dirigiéndose cada grupo al lugar establecido el día anterior. Shany, se quedó junto a otra chica, cerca de la orilla del río, entre unos arbolitos. Matt, observó como el rio bajaba muy crecido y con muchos desechos, ramas y troncos de árboles arrancados por las últimas lluvias. —Shany, tu mirar, no mover. –Le dijo Matt, con tono de preocupación. —Descuida Matt, no nos pasará nada, cuida de Buki, que no haga ninguna tontería. —Tranquila hermanita, que no nos pasará nada. –Respondió Buki, excitado por lo que se avecinaba. 163
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Matt, se acercó a Shany. Le rodeó la cintura y la besó en los labios. Ella se abrazó a su cuello. Luego, se despidieron y fueron con los demás miembros del grupo al lugar que debían ocupar para la caza. Cuando Inda, consideró que era el momento oportuno, mandó hacer sonar el cuerno. Los diferentes grupos lo siguieron y comenzó la cacería. Los Bisontes, como habían previsto, se lanzaron corriendo hacia el sur. Los hombres, arrojaban sus lanzas, Buki, hizo lo mismo con su arco y sus flechas. Matt, no quería gastar muchas balas, así que, sólo mató cinco. De repente, un grupo de bisontes, cambió de rumbo, dirigiéndose hacia él lugar donde estaba Shany y la otra chica. Matt, salió corriendo tras ellos, intentando darles caza, pero, la mayoría, continuó corriendo hacia las dos mujeres. Estas, sin saber qué hacer, comenzaron a correr. Los bisontes las alcanzaron y derribaron lanzándolas al rio. Matt, llegó al sitio y al rato Buki con otros hombres. Lograron rescatar a la chica que se había agarrado a unas raíces de la orilla, pero, Shany no estaba. —¡Shany! –Comenzaron a gritar Matt y Buki, mientras, recorrían la orilla en su busca. Pasaron mucho tiempo buscándola, sin embargo, no encontraron el menor rastro de ella. —Lo siento Matt, el rio se la ha llevado. –Dijo Buki, entre lágrimas, roto por el dolor. —No muerta, yo prometer tu padre, que cuidar. –Respondió, Matt fuera de sí, sin parar de moverse de un lado a otro. La gente, empezó a darse por vencida, después, de varias horas de búsqueda, era imposible que siguiera con vida. —Debemos trocear y ahumar la carne, así como, quitar las pieles. De lo contrario, todo se echará a perder. Siento mucho vuestra pérdida. –Dijo Inda, apenado. 164
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Todos muy tristes y apenados, volvieron hacia la zona de caza. —Buki, tu volver con Kara. Yo ir buscar a Shany. –Dijo de pronto, Matt. —Matt, no hay esperanzas, debes asumirlo. –Contestó Buki, con los ojos enrojecidos. —Yo buscar. –Respondió Matt, resuelto. —Suerte Matt, encuéntrala. Te esperaremos en el poblado. –Le contestó Buki, sin muchas esperanzas. Matt, cogió su bolsa, su arma, sus pieles y salió en busca de Shany. Miles de sensaciones se agolpaban en su cabeza. No podía perderla también a ella. Se dirigió, hasta el punto donde habían dejado la búsqueda. La corriente bajaba impetuosa y llena de desechos. Siguió llamándola por la orilla, sin perder de vista, cualquier detalle que pudiera darle una pista sobre Shany. Por la tarde, divisó un trozo de piel enganchado en unas ramas. Lo identificó como parte de la bolsa de Shany. Al anochecer, sin luz y sin fuerzas, tuvo que dejar la búsqueda. Al día siguiente, obtuvo el mismo resultado. Las esperanzas se desvanecían, por momentos. Al atardecer, se detuvo. No había ya esperanza de encontrarla con vida. La había perdido para siempre. Decidió darse media vuelta, negándose a pensar que sería de él. Mientras volvía, no dejaba de pensar porque le tenía que ocurrir lo mismo por segunda vez. No entendía, por qué Dios permitía que le volviera a pasar dos veces lo mismo. Si Dios le dio la oportunidad de encontrarla entonces… El aullido de los lobos, le hizo girar la vista hacia la otra orilla del rio. Cuatro lobos estaban cerca de un bulto caído en la orilla. Matt, no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Seguro que era Shany. Pero, no se movía, los lobos estaban a pocos metros de ella. 165
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No dudó un instante, sacó el arma de la funda y apuntó a los lobos. Daba igual que estuviera viva o muerta, no dejaría que la mordiera ni uno. Los abatió uno a uno. Shany seguía sin moverse. Dejó el arma en la orilla y se lanzó al agua. La fuerza de la corriente lo arrastraba. Utilizó toda su fuerza y consiguió alcanzar la otra orilla del rio aunque, a bastante distancia de donde se encontraba Shany. Matt, corrió por la orilla hasta llegar al lado del cuerpo de su amada. Se arrodilló a su lado y giró su cuerpo. Estaba totalmente empapado, lleno de barro y ramas. Tenía un fuerte golpe en la cabeza. Tembloroso, colocó sus dedos en el cuello para notar su pulso. Las lágrimas corrían por sus mejillas, una plegaria de gratitud surgió dentro de su mente. Tenía pulso. Alzó su cuerpo y lo llevó fuera de la orilla. Lo colocó suavemente, bajo la sombra de unos arbolitos. Observó alrededor y vio que no había ningún tipo de animal que pudiera hacerle daño. Volvió a la orilla y se zambulló de nuevo para volver al otro lado del rio. Cogió su bolsa, buscó un tronco y se metió, de nuevo, en el rio. Con ayuda de su brazo libre fue remando hacia la orilla opuesta. Cuando llegó, se acercó corriendo hacia el lugar donde estaba el cuerpo de Shany. Con un trozo de piel, fue limpiando el cuerpo de la chica, hasta dejarlo lo más limpio posible. Después, se puso a recoger ramas para hacer un fuego. Seguramente, tendrían que pasar la noche. Al regresar, Shany continuaba igual. Intentó encender el fuego. Sin embargo, el producir suficientes chispas para encenderlo no era nada sencillo. Tras varios intentos, y los mismos fracasos, ya estaba a punto de tirar la toalla, cuando, le sorprendió, oír una risita detrás. Se giró y vio a Shany sentada, con las manos en la boca tratando de no reírse a carcajada abierta. 166
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—¡Shany, tu bien! –Exclamó Matt, abrazándola contra su cuerpo. Shany se dejó abrazar y apretar contra él. Le gustaba sentir su cuerpo contra el suyo. —Creer, tu perdida. –Le dijo, mientras no paraba de mecerla contra él y besarla en la cabeza. —Yo también Matt, creí que te había perdido. Pensé que iba a morir. Matt, se separó un poco, lo suficiente, para coger su cara entre sus manos y besarla con ternura. —Dos días, buscarte. –Le dijo, mirándola con los ojos llenos de lágrimas. —Cuando vimos venir el grupo de bisontes, salimos corriendo. Luego, nos envistieron y caímos al rio. Me agarré a un tronco, pero no podía hacer nada, solo dejar que la corriente me llevara. Me agarré lo más fuerte que pude. Así, pasé todo el día y la noche de ayer, sin dormir, muy asustada. Hoy, empecé a chocar contra ramas, troncos y árboles que arrastraba la corriente. Luego, sentí un golpe en la cabeza y perdí el conocimiento… y, cuando desperté, te he visto de espaldas, intentando hacer fuego… ¡que malo eres! –Le dijo, abrazándole por el cuello sin dejar de darle besos. —Mucho, miedo, no querer perderte. —Has venido a buscarme, igual que el día, que atacaron el campamento de mis padres. —Yo, hacer promesa, tu padre, que no dejar pasar nada malo, tú. –Le respondió Matt, mientras acariciaba su pelo. —Y lo has cumplido otra vez. —Todas que hacer falta, Shany. —Matt, ¿sabes en que pensaba todo el tiempo? —No. —Pensaba, que tenía que agarrarme todo lo fuerte que pudiera, porque, sabía que vendrías en mi busca. 167
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—Yo, no parar, hasta encontrar. Ella, se separó, hasta que sus ojos quedaron fijos en los de él. —Sabes que te quiero. Pero, ahora sé, todo lo que tú me quieres. –Shany, le regaló una de sus mejores sonrisas. Matt, no pudo menos que sonreír. —Hasta hoy, no saber cuánto te quiero. Echar de menos tu sonrisa. —Me encanta que me digas que me quieres Matt. Ahora, ya no tengo miedo de nada, ni siquiera de ir a la fiesta de verano. —¿Y eso? –Le preguntó, interesado. —Ahora, estoy segura que no te interesará ninguna mujer. –Le contestó, mientras, acariciaba suavemente su barba. —No interesar ninguna, solo tú. –Y la volvió a besar. Al rato, ella volvió a separarse de un empujón y de un salto se puso en pié. —Bueno, pues tendré que hacer el fuego y preparar la cena para los dos, si no, vas a pensar que tienes una mujer vaga. Matt, se echó a reír. Volvía a hacer lo mismo de siempre. No se acostumbraría nunca a estos prontos. Aunque, hacía solo unos minutos, los había echado de menos. Shany, encendió enseguida el fuego. Matt, cogió el fusil y fue a cazar algo para la cena. Al poco tiempo, volvió junto a Shany, trayendo unos conejos. Ella, los cogió y en un periquete, los limpió y los puso a asar. Mientras, se asaban, él miró la herida que tenía en la frente. Después de examinarla, vio que no era grave. Después de cenar, ella, hizo una infusión. Matt, ya se había acostumbrado al ritual de tomar una infusión de hierbas después de cenar. Shany, llenó dos cuencos y le ofreció 168
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uno a él. Ella, se sentó junto a su lado. También, empezaba a ser un ritual que ella hiciera eso, cuando tomaban la infusión. Matt, la rodeó con su brazo y la atrajo hacia sí. Ella, se recostó contra su pecho. Así, se quedaron largo rato, hablaron, rieron e hicieron planes para el futuro. Cuando la noche fue haciéndose más oscura, decidieron acostarse. No tenían pieles para dormir, así que, amontonaron hierba y ese fue su lecho, no era muy cómodo, pero no les importaba. Se tumbaron uno junto al otro, abrazados. Era, como si ella no quisiera separarse de él. Al momento, la respiración de Shany se hizo más rítmica y suave y ella quedó sumida en un profundo sueño. Matt, siguió un tiempo, pensando en todo lo que había sucedido en los últimos días, mientras le acariciaba la larga melena negra. Al cabo de un tiempo, el sueño lo venció, no sin antes, echar una última mirada al arma que estaba a su lado, cargada, montada y lista para su uso. Matt, se despertó sobresaltado, al oír un ruido cerca de ellos. Se tranquilizó, al observar que no era más que una pareja de caballos. Éstos, al ver al hombre moverse, salieron a galope tendido. Shany, intentó levantarse, pero, se volvió a quedar sentada, —¿Estar bien? –Le preguntó Matt, agarrándola por la cintura. —Me ha dado un pequeño mareo y me duele un montón la cabeza. –Contestó. —Mejor tumbar. –Aconsejó Matt. Shany volvió a acostarse, parecía que el mareo había pasado, pero el dolor de cabeza, aumentaba. Matt, se levantó y fue al rio a humedecer un trozo de piel. Al volver, se lo colocó en la frente. Tenía un chichón tremendo. 169
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—Gracias, Matt, estoy mejor, intentaré levantarme y hacer el desayuno. –Dijo Shany, mientras intentaba incorporarse. —No, Shany. Yo hacer desayuno. No mover. —Es trabajo de mujeres, Matt. No tienes que hacerlo. – Intentó protestar. Matt, levantó la mano derecha y alzándose, se dirigió al fuego, que aún tenía rescoldos. No tardó mucho en hacer una fogata. Shany, se quedó tumbada. No podía creer que un hombre hiciera el desayuno a una mujer. Aunque, el dolor de cabeza no le dejaba muchas opciones. Observó, cómo Matt calentaba agua y luego hacía la infusión. Trajo un cuenco con la infusión para Shany. Ella lo tomó y volvió a tumbarse. Durante todo el día, estuvo sin moverse de las pieles. Al mediodía, comió algo y volvió a tumbarse. Por la noche, notó mejoría, pero Matt, no quiso dejarla levantar. Por la mañana, a Matt, le despertó un agradable olor a asado. Al incorporarse, vio a Shany preparando el desayuno. —Shany, ¿qué haces? –Le preguntó, corriendo a su lado. —Estoy haciendo el conejo que sobró de ayer. —Pero, tu cabeza. –Protestó Matt, acariciándola. —Estoy mucho mejor. Sólo duele, si me toco. –Hizo el gesto y una exclamación de dolor surgió de su boca. —No hacer eso, Shany, no tocar. —Tranquilo Matt, ya te he dicho que sólo me duele si me toco. –Intentó tranquilizarle. Matt, la cogió de la mano. —Tú, tener cuidado. –Dijo, preocupado. Shany, observó la cara de Matt. —Ya te he dicho que estoy mejor, de verdad, no estoy mareada y no me duele tanto la cabeza. –Intentó tran170
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quilizarlo, poniendo sus manos en la cara de él. —Si doler, o estar mal, decir. –Le advirtió. —De acuerdo, cariño. –Le respondió, dándole un beso en la cara. Seguidamente, se pusieron a desayunar. Después de limpiar y guardar los utensilios, decidieron lavarse en el rio. No llevaba tantas ramas ni suciedad como los días anteriores y parecía que el caudal había disminuido. Eligieron un lugar, donde el rio hacia un remanso entre unas rocas y la corriente, no era tan peligrosa. Después, se tendieron al sol para secarse, así como las pieles que tenían. Por la tarde, Shany las recogió y reblandeció con grasa, para lograr la suavidad necesaria, y así, poder ponérselas. Matt ayudó a Shany a quitar la piel de los lobos que había matado hacía dos días. Las limpiaron, lo mejor posible, a Shany le interesaban mucho esas pieles, pues, eran muy apreciadas y de buena calidad. Más tarde, las tendieron al sol. Se lavaron de nuevo en el rio y se sentaron, contemplando la corriente. —Mañana, si tu estar mejor, volver pueblo Bara. –Dijo Matt. —Matt, ya te he dicho que estoy mucho mejor. Sólo era un golpe. Y con tu compañía y cuidados mañana estaré lista para regresar. A Matt, le sorprendía la dureza de la mujer que tenía delante. Era pequeña y delgada, muy hermosa, pero, sobretodo, era muy fuerte. No podía encontrar una mujer mejor que ella. No tuvo más remedio que desistir. Esa noche durmieron tranquilos, y, como siempre, juntos.
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Cuando despertaron, desayunaron los restos que quedaban de los conejos. Shany, enrolló las pieles de lobo y las ató con una tira de piel. Matt, le volvió a preguntar si era necesario llevar las pieles, ella, afirmó que después de curtir, serían muy útiles para la ropa de invierno. Ella quiso echárselas al hombro, pero Matt, no la dejó. —Matt, en serio, que estoy bien. –Protestó Shany, aunque, sabía que no tenía nada que hacer. —Lo sé, pero, yo llevar. Tu, llevar bolsa. –Dijo Matt, mientras, cogía las pieles, colgaba a su hombro el fusil y comenzaba a andar. Shany, no tuvo otra oportunidad de replicar. Sonrió, mientras cogía la bolsa de viaje y echaba a andar detrás de él. Matt, caminaba contra corriente por la ribera del río. Ella, empezó a observarle. En cierto modo, no era muy distinto, físicamente, a los hombres que había conocido, salvo por la altura y el color de los ojos y de pelo, que había empezado a crecerle, ya no estaba tan corto como cuando lo trajeron malherido, esto le daba una apariencia entre delicada y salvaje que le hacía todavía más atractivo. La barba era espesa, aunque corta. Sus músculos denotaban gran fuerza y su andar era firme y seguro. Después de tanto tiempo, pensando que la Madre la iba a dejar sin pareja, en cambio, ahora había conocido al hombre más maravilloso que jamás hubiera pensado que pudiera tener. Daba gracias a la Madre todos los días, por hacer posible este encuentro. Una sonrisa afloró a su cara, cuando pensó en el día que le pidió ser su pareja. Seguro, que en aquel momento, le habría parecido a él, la chica más tonta del mundo. Pero, des172
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pués, de todo lo que habían vivido hasta ese momento, no le importaba. Matt, se había comportado como una buena pareja. Vino en su ayuda las dos veces que estuvo en peligro. Y, no dejó que nada malo le ocurriera. La Madre, le había reservado al hombre que siempre había deseado tener. Ahora, no se sentía desgraciada como antes de conocerle, cuando pensaba que las demás chicas eran afortunadas por compartir placeres con otros hombres. La espera, había merecido la pena. Le encantaba, cuando él la poseía, en esos momentos, era la mujer más dichosa de toda la tierra. Shany, sintió vergüenza, al pensar en esas cosas, dio gracias de que él no estuviera mirándola, pues notó como le subían los colores. Lo que más la sorprendió, fue, que le hubiera gustado, que la poseyera en ese momento. Shany, volvió a sonreír. No hacía falta que ella se lo insinuara, él siempre estaba dispuesto, parecía saber cuando ella también lo deseaba. Seguramente, si él la mirara, se echaría a reír. Ella, no se veía, pero sabía que llevaba la imagen de la risa tonta en la cara. No pudo menos que, taparse la cara con las dos manos y echar una sonora carcajada. —¿Que pasar? –Dijo Matt, girándose, al oírla. —¡Nada, nada! –Contestó, rápidamente, haciéndose la desentendida. —¿Seguro? –Volvió a preguntar Matt, no muy convencido. —Estaba recordando, una cosa muy graciosa que me dijo un día Kara. –Mintió, esperando que no se le notara demasiado. Matt, continuó andando, mientras Shany, seguía riéndose, en silencio. Al llegar el mediodía, decidieron acampar cerca de un bosquecillo. Por el oeste, las nubes empezaban a cubrir el 173
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horizonte. No presagiaban nada bueno. Antes de que anocheciera, descargaría una buena tromba. Matt y Shany, improvisaron un techo y unas paredes, con cañas y otras plantas que encontraron en la ribera. También fabricaron unas esterillas para el suelo. No era gran cosa, pero, serviría de refugio, para pasar la noche. Reunieron paja y ramas secas, para hacer fuego. Gracias al fusil, Matt logró abatir una cabra, que pudieron limpiar antes de que comenzaran a caer las primeras gotas. Al terminar de cenar, comenzaron a sonar los primeros truenos, que trajo consigo una granizada impresionante. El techo, resistió bastante bien el golpe del pedrisco, aunque, algunos pedazos, lograron atravesar y darles en la cabeza. Desde el pequeño refugio, lo pudieron ver como todo se iluminaba por los relámpagos que llenaban el cielo nocturno. Después del pedrusco llegó la lluvia que comenzó a caer con fuerza, pero, no logró calar el interior del refugio. Un rayo, logró impactar en un árbol solitario, que se encontraba cerca de su posición. De inmediato, comenzó a arder como una antorcha. El espectáculo era increíble. Recordándole a Matt, los ataques aéreos nocturnos sobre Bagdad. Shany, se acurrucó a su lado, los truenos, le daban pánico. Se tapaba los oídos con las palmas de las manos y cerraba los ojos. Su cuerpo temblaba sin parar. Matt, la abrazó fuertemente contra su cuerpo. Ella, de vez en cuando, cuando el trueno la pillaba desprevenida, lanzaba un grito. Él, no dejaba de hablarle suavemente y de acariciarla para tranquilizarla. Al cabo de varias horas, la tormenta fue dirigiéndose al este. Los truenos y los rayos fueron espaciándose. Hasta que, al fin, sólo se veía su resplandor en la lejanía. La lluvia, aflojó su intensidad, aunque, no cesó de caer. Fue, una gran 174
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tormenta de verano. Cientos de rayos y truenos llenaron la noche. El árbol, continuó ardiendo bajo la lluvia, era, como si no quisiera que la oscuridad de la noche llegara y lo cubriera todo con su negro manto. Contemplando las llamas del árbol, Shany y Matt, se quedaron juntos dormidos, sin soltarse el uno del otro. La mañana, llegó gris y lluviosa. Decidieron quedarse en el refugio hasta que escampara un poco. Cuando hubieron acabado de comer y de recoger todo, los dos se quedaron sentados, tomando una infusión. —Shany, hablar de tu pueblo. ¿Tener gente tu padre? – Le preguntó Matt. —Nuestro pueblo, tiene tres clanes. Cuando llega el verano, se juntan todos en uno. Cada verano le toca a uno ser el anfitrión. Este verano le toca al clan de Kay. Él es el hermano de mi padre y le hicieron jefe de su clan, el verano, antes de que partiéramos. Él está casado con Myrsha y tiene dos hijos, Buri y Shira. Esta última, es la que tendrá sus ritos de madurez en la fiesta. —¿Mucha gente, en fiesta? –Preguntó interesado, Matt. —No sé decirte, pero cada clan es como el de Inda. – Contestó Shany. Matt, calculó por encima el número de los Bara, serían unos doscientos. Tres clanes el triple. —Los Bara, ¿no hacer fiesta? –Preguntó Matt. —Ellos, hacen una fiesta para la madurez de las chicas, pero, según, pude saber, fue antes de que llegáramos. –Respondió Shany. Matt, se quedó pensativo en todo lo que le había contado Shany de las fiestas de verano y de las de madurez. —¿Fiesta madurez y fiesta verano, hacer juntas? —Claro, la fiesta de Madurez, es lo que sirve de pretexto, para que la gente se reúna. –Dijo Shany. 175
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—¿Y que se hace en la fiesta? —Pues, en la fiesta de verano, los hombres hacen juegos de fuerza y de tiro con lanza. También, aprovechan para hacer cacerías, porque hay que alimentar a mucha gente. Las niñas que se harán mujeres, se reúnen en una tienda y la curandera les habla de cosas de mujeres. –Esto, lo dijo en voz baja. —¿Cosas de mujeres? –Preguntó Matt, esta vez, intrigado. —Bueno, ya sabes, lo que las chicas tienen que saber ahora que son mujeres y tendrán relaciones con chicos. – Respondió, con un ligero rubor en las mejillas. —Los chicos, ¿también rito? —Sí, estos se reúnen con el jefe. Según mi hermano, les hablan de la responsabilidad de ser mayores. De tener que cazar y ayudar en traer comida a casa. Les explica, como ahora pueden tener relaciones con chicas y de lo que esto implica. Pues, algunos, acabarán uniéndose, tras la fiesta de verano. A Matt, le gustó esta forma de hacerse mayores. De cómo entran a formar parte de la vida social de la tribu. Claro que, en su mundo, seguramente saldrían voces en contra de las edades de los chicos y de las chicas. Pero, había comprobado que, como Buki, debían madurar pronto, porque la vida era muy dura, y si no maduraban rápido, no tendrían muchas oportunidades de seguir con vida. Así pasaron la tarde, hasta que llegó la noche. Tras la cena y la infusión, volvieron a quedarse juntos, mirando la noche. Esta vez, había dejado de llover y se veían gran cantidad de estrellas. La temperatura era agradable. Shany, comenzó a guardar algunas cosas en la bolsa. Matt, la observó. Le gustaba. Mientras ella estaba entretenida, él se desnudó y se acercó a ella. La sujetó por la cintura y acercó su cuerpo al de ella. Ella, se enderezó al sentir su 176
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cuerpo contra ella, y echó su cabeza atrás para que Matt la besara en la boca. Él, mientras besaba su boca, su cuello, su cara, sus hombros, acarició su cintura y su vientre. Subió sus manos hasta sentir sus pechos tersos, duros y suaves, sus pezones excitados. Shany, empezó a dar síntomas de excitación. Él bajó sus manos hasta los nudos de su falda. Se la quitó y también su cinta íntima. Volvió con una mano a acariciarle un pecho, mientras no dejaba de besarla. La otra mano, la dirigió hacia el sexo de ella. Lo halló húmedo. Lo acarició hasta que notó, como ella se agitaba. Matt, sintió, como ella acariciaba el sexo de él. Ella, se agachó hasta dejar su cuerpo preparado para que él lo poseyera. Matt, La penetró suavemente, notando como ella exclamaba entre jadeos su nombre. Poco a poco, fue aumentado su ritmo, así como ella, también, se movía acompasando sus movimientos a los de él. Al rato, no pudieron reprimirse ninguno de los dos, notando cómo el gusto se derramaba el uno en el otro. Los dos jadeaban, aún excitados, por el acto realizado, sin haberlo preparado, como otros anteriores. Él, la besó en el cuello. Y estando aún dentro de ella, levantó la parte delantera del cuerpo de ella, hasta quedar los dos arrodillados. La besó y acarició, sintiendo como aún de su garganta salían jadeos. Se tumbaron juntos, él pegado a la espalda de ella. Besando su hombro y su espalda, mientras acariciaba su cuerpo. De improviso, Shany, dio un salto poniéndose de rodillas de cara a él. Él, se quedó sentado preocupado. —¡Matt! –Exclamó ella. —¿Que pasar, Shany? ¿Suceder algo? –Dijo con un todo de preocupación en su voz. 177
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Ella, sonrió y se lanzó encima de él, abrazándole por el cuello y derribándole. —Te quiero. –Fue lo único que dijo, mientras lo besaba. Ella, separó su cabeza para mirarle. Matt, no pudo aguantar la risa, soltando una carcajada que contagió a Shany. —Shany, Shany, eres única. –Dijo, mientras la abrazaba y rodaba, por el suelo, poniéndose encima de ella. —Ha sido maravilloso, cariño. –Dijo ella, besándolo. —Te quiero, Shany. –Respondió él, devolviéndole el beso. Los dos, se quedaron en esa posición, durante un buen rato. Luego, él se ladeó y se puso a su lado abrazándola. Pasó sus dedos por el pelo de ella apartando un mechón que tapaba su cara. Le acarició la mejilla con su dedo índice. Tenía la piel tan suave. Shany, colocó la cabeza en su pecho, como le gustaba hacer, cada noche, para dormir. —Matt. —Di Shany. —Ha sido estupendo esperar por ti. —¿Esperar por mí? —Sí. —¿Y eso? —Pedía a la Madre, durante todo ese tiempo, poder encontrar un hombre que me quisiera y me cuidara. Sin esperar que mi petición se hiciera realidad. Ahora sé, que me ha dado mucho más de lo que yo hubiese podido soñar. —Entonces, dar gracias, también. —¿Tú? –Preguntó incrédula. —Sí. Yo antes, estar enamorado, otra mujer. Yo pasar mal, cuando ella morir. No pensar encontrar otra igual. Pero, ahora, no saber, si yo poder vivir, si a ti pasar algo. —Si me cuidas, como hasta ahora, no creo que me pase nunca nada. 178
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—Siempre, cuidar. –Dijo Matt, besándole la frente. Mientras, le acariciaba el pelo, ella se durmió. Matt, siguió acariciando, hasta que al cabo de un rato, él también se quedo dormido. La noche pasó y trajo una mañana soleada. Los primeros rayos matutinos los encontraron abrazados. El relincho de un caballo, hizo de despertador. Matt y Shany, se desperezaron y se dieron los buenos días. Aunque, tardaron un poco en levantarse. Estaban tan a gusto, los dos juntos, que era como si, ninguno quisiera dar el primer paso. Por fin, fue Shany la que se levantó primero, fue al rio y se lavó, seguidamente se puso a preparar el desayuno. Matt, la imitó, después de lavarse, se unió a Shany y desayunaron juntos. Al terminar, recogieron todo y se pusieron de nuevo en camino. Ella, llevaba la bolsa de viaje, Matt no dejó que llevara nada más. Él, llevaba las pieles de los lobos y la de la cabra, además de su fusil. Durante todo el día, Shany fue enseñándole nuevas palabras, así como ayudándole con la pronunciación. Al final del día, llegaron donde el río se separaba en los dos ramales. La forma de cruzar era bastante complicada, puesto que la corriente era muy rápida y la orilla estaba llena de restos de árboles que había arrastrado la corriente y depositado en ese punto. Matt, decidió pasar la noche y esperar al día siguiente, para ver cómo podrían cruzar. A la mañana siguiente, después de meditarlo varias veces, decidió que la única forma, sería agarrados a un tronco y tratar de remar hacia la orilla opuesta. Le preocupaba la seguridad de Shany, pero, ella lo animó. Pues, no había otra forma. Matt, escogió un tronco, que tenía varias ramas. En ellas, 179
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sujetó las pieles, la bolsa de viaje y el arma. Seguidamente, se desnudaron y se introdujeron en el agua. Matt, sujeto fuertemente a Shany, al tronco con una tira de piel, posteriormente, se sujetó él junto a ella, de la misma forma. Dieron un empujón con los pies y la corriente los arrastró inmediatamente. Los dos movieron con fuerza el brazo libre, a modo de remos. La corriente, era más fuerte de lo que él pensaba. Al cabo, de mucho esfuerzo y varios kilómetros rio abajo, lograron alcanzar la orilla opuesta. A pesar del esfuerzo, estaban exultantes de alegría. Nada más, soltarse y depositar los bultos en la orilla, él la alzó en el aire hasta depositarla sana y salva en la hierba. Se vistieron, cogieron todo y continuaron el camino. Ahora, Matt sabía por donde debían ir, pues, era el mismo camino por el que había venido en busca de Shany. Los dos, caminaban juntos, uno al lado del otro, casi todo el rato cogidos de la mano. No tenían prisa en volver, ahora que el camino era seguro. Se demoraron, todo un día, cerca de un pequeño estanque, que había formado la crecida del rio. El agua, estaba limpia e invitaba a zambullirse en ella. Además, aprovecharon para coger algunos peces para cenar. Esa noche, era calurosa y se tumbaron en la hierba. Como era costumbre, él boca arriba y ella a su lado con la cabeza en su pecho. Los dos estaban callados, ella acariciaba los pelos del pecho de él, mientras él acariciaba la preciosa melena de ella. Miraban, en silencio, el cielo estrellado. —¿Has visto cuántas luces hay hoy en el cielo? –Dijo Shany, rompiendo el silencio de la noche. —Sí, muchas. El cielo estar lleno. –Le contestó. Ella, volvió a quedar en silencio. Luego, comenzó a sollozar. —Shany, ¿qué te pasa? –Preguntó nervioso Matt, mien180
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tras la abrazaba y colocaba su cara a la altura de la suya. Matt, vio, como de sus ojos, no cesaban de manar las lágrimas. —Matt, mis padres… –Y el sollozo se tornó en llanto. Hundió su cabeza en el cuello de él, mientras sentía como su cuerpo se agitaba. Matt, no se sorprendió, sabía que hasta ahora, no había dado signos del dolor por la pérdida de su familia. Llorar, era la mejor manera de liberar esa pena. Solamente, la abrazó y dejó que ella sintiera que estaba allí, a su lado, que no estaba sola. Al cabo de un rato, Shany cesó de llorar. Se sentó y se secó las lágrimas con las manos y miró a Matt, que le sonreía. —Lo siento. –Dijo ella, intentando esbozar una sonrisa. —Tranquila, tu sacar dolor fuera. Ahora, tú mejor. – Le dijo, alargando su mano y acariciándole suavemente la mejilla. Shany, se agachó y lo besó en la cara, volviendo a colocarse, como le gustaba a ella, abrazada a él. —Gracias, Matt. —¿Gracias? ¿Por qué? –Le preguntó. —Por estar a mi lado, mientras lloraba. —No ser malo llorar. Limpiar cuerpo. —Sí. Mi abuelo decía, que además, el llorar limpia también el alma. —Pues, hoy, tu limpiar tu alma y tu cuerpo. Él, notó como ella sonreía. Luego, ella miró al cielo. —Sabes por qué, te dije antes, que hoy había muchas luces en el cielo? —No, ¿Por qué? —Porque esas luces son almas y entre ellas, se encuentran las de mis padres y la de mi abuelo. —¿Las luces ser almas? –Le preguntó él asombrado. —Sí. Esto lo aprendemos de pequeños. Cuando nuestros 181
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cuerpos mueren, la Madre se queda con ellos, pero, el alma que está dentro, sale del cuerpo y va al cielo. Ellos, atrapan durante el día la luz del sol y por la noche, brillan para que sepamos que nos siguen viendo y nos esperan. Seguro, que las almas de tus seres queridos brillan en estos momentos, para decirte que te quieren. Matt, se quedó pensando en la explicación de Shany. —Puede que sí. –Dijo, al fin, Matt. —En tu pueblo, ¿no creéis igual? –Le preguntó ella. —Parecido. –Respondió él. —Cuéntame, al morir, ¿cual es vuestra creencia? —Pues, enterramos el cuerpo y el alma, va al cielo. Pero, no la vemos. —¿Entonces, que son para vosotros las luces que se ven de noche? –Preguntó ella, interesada. —Las luces, ser soles como el nuestro, que flotan en el cielo y sólo se ven de noche. Shany, lo miró sin cambiar de posición. —¿Que esas luces, son soles? Pues, que soles más pequeñitos. –Y se echó a reír. —No ser pequeñitos, sólo que estar muy lejos. –Le aclaró. —Y si son soles, como dices, ¿por qué no se caen? —No saber explicar. –Contestó Matt, incapaz de explicarle, en su idioma la complejidad del universo, con sus estrellas, planetas, galaxias y todo lo que lo rodeaba. —Me parece, que mi creencia sobre las luces del cielo es mejor. Además, me gusta saber que mis padres están ahora luciendo para mí. —A mí, también, me gusta más tu historia. —Soles flotando. Como se nos cayeran encima. –Y comenzó a reír sin parar. Matt, acabó contagiado por la risa de Shany y terminaron los dos revolcándose en el suelo doloridos, pero felices. 182
XIX
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El sol, salía por el horizonte, cuando el canto de los pájaros despertó a Shany. A su izquierda, estaba Matt tumbado de espaldas a ella. Se giró y contempló su espalda. Tenía una espalda ancha y musculosa. No pudo evitar, pasar el dedo por su contorno. —Buenos días. –Dijo Matt. —Buenos días. –Le contestó ella, apretándose contra su espalda y abrazándole. —¿Dormir bien? –Preguntó él, mientras se giraba y la abrazaba por la cintura. —Sí. Muy bien. –Contestó, mientras se acurrucaba contra su cuerpo. Pasaron un tiempo así, abrazados, hasta que un ruido en las tripas de Matt, rompió el silencio. Shany, no pudo contener una risa. —Parece que tienes hambre. –Le insinuó. —Creo que un poco. —Bueno, prepararé algo. –Dijo Shany, mientras se levantaba. De improviso, Matt, la agarró de las muñecas, acercándola hacia él y haciéndola girar bajo su cuerpo. —¡Matt! –Hizo ademán de protestar, sin mucha convicción. —¿Sí cariño? –Preguntó Matt, mientras la besaba. —Hummm… nada. –Respondió Shany, dejándose llevar. Cuando acabaron de hace el amor, decidieron, que lo mejor sería darse un buen baño antes de desayunar. El agua estaba fresca, pero muy agradable. La primera en salir fue Shany, que se dirigió a preparar el fuego. Al rato, llegó Matt con dos peces, que, después de asarlos, comieron con satisfacción. Pues, no solo Matt, tenía hambre, esa mañana. 183
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Hacia el mediodía, estaban ya en camino. Después de comer, divisaron la zona donde había tenido lugar la cacería. Estaba llena de aves y carnívoros, dando cuenta de los restos. —Debieron de cazar muchos bisontes. –Comentó Shany. —Parece que sí. Hay muchos animales comiendo. – Afirmó Matt. —Nunca había visto tal cantidad de animales, devorando los restos de una cacería. –Dijo Shany, admirando el espectáculo. —Mejor, pasar por otro lado. –Dijo Matt, viendo las posibilidades de cruzar sin ser vistos. Prefirieron, que el rodeo fuera lo más largo posible. Matt, no quería ningún tipo de problema. Pasaron lo más agachados y rápido que pudieron. De cuando en cuando, Shany, soltaba rugidos tras Matt y le aruñaba en el trasero como si algún animal le fuera a dar caza. A ella, le resultaba graciosa la situación, y no paraba de soltar pequeñas risas. Cuando, Matt, creyó que estaban lo suficientemente lejos y que no corrían peligro, se paró. —Mira Shany. –Le dijo, señalando el suelo. Shany, se acercó y se puso a mirar. —No veo nada, Matt. —Tú, agachar y ver. –Volvió a decirle. Shany, bajó la cabeza intrigada. De pronto, sintió un azote en el trasero, que hizo que se enderezara con la boca abierta. Matt, salió corriendo, riendo. Shany, herida en su orgullo, salió tras él. —¡Matt, si te cojo verás! –Gritaba, intentando darle caza. Era imposible que le diera caza. Así que, Matt, no paraba de hacerle recortes, sin dejar de reír. Esto, irritaba aún más a Shany que seguía intentando alcanzarle. Al cabo de un rato, cansado, se dejó atrapar. Ella, estaba acalorada y sudorosa por el esfuerzo. Jadeantes los dos, se 184
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dejaron caer al suelo. Shany, se hacía la enfadada e intentaba darle golpes con los puños en el pecho. Matt, la dejó hacer, le parecía preciosa, viéndola enfadada. Aunque realmente, no estaba en absoluto enfadada. Continuaron andando durante unas horas más. A la hora de comer, acamparon en el mismo lugar, que lo hicieran días antes, cuando estaban con todo el grupo. Desde allí, solo estaban a dos días del poblado. Matt, de pronto, oyó un relincho y luego otro y otro, cerca del rio. Les parecieron unos relinchos angustiosos. Matt, conocía bien a los caballos. De pequeño los cuidaba en el rancho de su abuelo y sabía cuando un caballo estaba en peligro. Se levantó, cogió el arma y salió corriendo hacia donde provenían los relinchos. Shany, lo siguió sin saber que podía suceder. Al llegar, comprobaron el motivo. Un caballo joven, estaba con las patas enterradas en el lodo y no podía liberarse. A su alrededor había varios lobos. Se notaba que el caballo llevaba varios días sin comer. Matt, no lo dudó ni un instante, salió corriendo hacia los lobos gritando. Disparó contra uno, matándolo. Los demás, salieron corriendo asustados en distintas direcciones. Después, fue acercándose al caballo. Este piafó y quiso moverse cuando vio al hombre. Matt, empezó a tranquilizarlo con palabras suaves y sonidos que Shany no entendió. Lo empezó a acariciar en el cuello, hasta que el animal, se quedó quieto. —Shany, ¿tener algo de verdura en bolsa? –Preguntó Matt. —Tengo unas zanahorias, ¿pero vas a dar de comer al caballo? –Le preguntó, asombrada. —Sí. 185
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Ella le dio las zanahorias. Matt, fue acercándoselas al caballo. Al principio, el olor de él, lo ponía nervioso, pero, al final el olor de las zanahorias pudo más y comenzó a comerlas. Tenía mucha hambre. Con unas lianas, Matt y Shany, hicieron unas cuerdas. Él, pasó una por el cuello del animal. Luego, intentó liberar las patas hundidas en el lodo. Tras mucho esfuerzo, logró sacar al animal, que por el cansancio, no pudo ni salir corriendo. Matt, lo fue llevando hacia el campamento y lo ató a un árbol. Luego, Shany volvió con más zanahorias y algunas verduras que sabía que comían los caballos. El caballo, lo comió con ganas. Hasta Shany, decidió darle una, de su propia mano. Y le encantó. Nunca había tenido un animal vivo al lado y mucho menos, había podido tocar a ninguno. Matt, le dio de beber. Luego, le ató las dos patas delanteras, para que no saliera corriendo. Estaba empezando a fraguar una idea en su cabeza y el caballo era parte de ella. Al día siguiente, llevó al caballo hacia una zona donde el agua había hecho que el barro estuviera muy blando. Sería la zona para domar al potro. Tras mucho intentos y unos cuantos días, logró domarlo. Aunque, todavía, no había conseguido que el caballo le obedeciera totalmente. Todavía se ponía nervioso, pero sabía que con el tiempo, lograría que el animal siguiera todas sus indicaciones. El animal fue mejorando de aspecto con la buena alimentación recuperó, en poco tiempo, gran parte de su fuerza. Una mañana, nada más desayunar, Matt, cogió la montura, que junto con Shany, había fabricado para poner al lomo del animal. Colocó las riendas que había hecho y lo espoleó. El caballo, salió al galope. Matt, sintió en su mente, como se agolpaban los recuerdos de su juventud. 186
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Cuando galopaba a rienda suelta en los campos de su abuelo sintiendo el aire en su cara. Frenó al caballo y lo volvió a poner al trote, hasta el lugar donde lo esperaba Shany. Esta, no daba crédito a lo que estaba haciendo Matt. Era algo imposible, que un animal hiciera eso. Matt, había logrado que el caballo lo obedeciera y fuera a donde él quería. Pero, lo más asombroso, era que el animal consintiera en llevarlo encima. Nada más llegar, frenó el caballo al lado de ella, el animal, empezó a husmear a la mujer, buscaba algo. Ella se la dio con la mano, era una zanahoria. Shany, estaba entusiasmada. Le encantaba acariciar su piel. La notaba caliente bajo sus dedos. Sentía, como la vida corría bajo ella. Hasta ahora, solo había tocado pieles muertas, para limpiar y fabricar ropa o cualquier otro objeto. Pero, esta estaba viva y le gustaba. Él, se apeó y le hizo unas caricias en el cuello y en la cabeza al caballo. Miró a Shany, que tenía su cara pegada contra la piel del animal. —Shany, ¿quieres subir en el caballo? –Le preguntó, de pronto. Ella, apartó la cara del animal y se quedó mirando a Matt con la boca abierta. —¿Puedo? ¿No me caeré? –Le respondió. —Claro. Es de los dos. Y no caer, yo no dejar. —Pero tú conmigo, que me da miedo. Matt, la cogió de la cintura y la subió encima del caballo. Él, se montó detrás de ella y cogió las riendas. —¿Lista? —Sí, pero, despacio. –Le contestó Shany, nerviosa. Matt, instó al caballo a andar. El animal iba al paso. —¿Te gusta, Shany? —Me encanta Matt. Es maravilloso. 187
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Él, espoleó un poco más al caballo y este comenzó a trotar. Shany, se agarró a las crines del caballo, por miedo a caerse. —Tranquila, no caer. Luego, Matt volvió a azuzar al animal y este se puso a galopar. Shany, cerró los ojos y gritó. Pero, al rato, los abrió y pudo notar como todo pasaba rápido a su alrededor. Sentía el viento en su cuerpo y en su pelo. Poco a poco, el caballo, fue perdiendo velocidad, hasta que volvió al paso. —¿Qué tal? –Le preguntó. —Increíble. Hay que estar aquí encima, para sentir lo mismo que debe sentir el caballo, cuando galopa. Es una sensación fascinante. Él, la llevaba agarrada de la cintura con un brazo. Ella giró la cabeza y lo besó. —Matt, eres lo mejor, que me ha pasado en la vida. —Y tú a mí. Al llegar al campamento, Matt se apeó primero, luego, cogió de la cintura a Shany para bajarla. Ella, fue corriendo hacia la bolsa de las zanahorias y regresó con un par de ellas y se las dio al caballo. —Tiene premio por no dejarme caer. –Dijo, mientras lo acariciaba Al cabo de varios días, decidieron retomar el camino de regreso al poblado. El tiempo pasaba deprisa. Sobre el caballo, pusieron las bolsas y el arma y así iban descansados y aligerados de peso. Al atardecer, del segundo día, divisaron, por fin, el poblado de los Bara. Al irse acercando, oyeron un cuerno, y, poco a poco, fueron reuniéndose gran cantidad de personas para recibirles. Inda, apareció corriendo delante de ellos. Se paró justo delante de ellos al ver el caballo que estaba a su lado. 188
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—¡Por la Madre! ¡La has encontrado con vida, Matt! – Exclamó Inda, mientras le daba un fuerte abrazo. —Así es, Inda. —Tenéis un caballo con vosotros. —Encontrar y enseñar. Ahora viene con nosotros. –Dijo Matt, dando unas palmadas en el cuello del animal, que se estaba poniendo un poco nervioso ante la cantidad de gente que les estaba rodeando. Todos le felicitaban por encontrar a la mujer, aunque se maravillaban de ver como llevaban a un caballo con ellos y no salía corriendo. De pronto, entre toda la gente, apareció Buki. —Matt, gracias por salvarla. –Dijo todo serio, alargando la mano para saludarlo. Matt, se lo agradeció. Le gustaba como Buki había aprendido esta forma de saludo. Y le gustaba recordarlo. Le estrechó la mano y luego se abrazaron. Buki, se acercó a su hermana y la abrazó dándole un beso. —¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo? –Le preguntó, mientras la rodeaba por los hombros y la conducía hasta la tienda para descansar. Lo dijo de tal forma, que Shany se sorprendió. Notó, que su hermano estaba preocupado por ella, de verdad. Parecía más maduro. —Sí Buki, estoy bien. Me di un golpe en la cabeza, pero, Matt llegó a tiempo y me curó. –Dijo Shany, mostrándole el chichón, que aún tenía en la cabeza. Buki, lanzó un silbido. —¡Sí que fue fuerte! –Exclamó, mientras lo tocaba con un dedo. —Por cierto, Matt lleva un caballo atado. –Le dijo, como si ella no lo supiera. 189
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—Sí, lo salvó de que lo mataran unos lobos. Le enseñó a estar con nosotros y hasta nos deja montarnos encima de él. –Le respondió. Buki, miraba de reojo al animal, que iba tranquilo siguiendo a Matt. Cada día, le sorprendía más este hombre al que quería y admiraba. Cuando llegaron al lugar donde estaba la choza, Matt, preparó unos troncos, a modo de corral, para dejar dentro al animal. No quería que le pasara nada. Después, de hablar con Inda, para que dijera a su gente, que no se acercaran al animal pues, podía ser peligroso. Seguidamente entraron en la choza. Nada más entrar, Kara se puso a llorar de la emoción. —¡Shany! Creía que no volvería a verte, después de tanto tiempo. –Logró articular entre sollozos. —Tranquila, no voy a dejarte sola con el animal de mi hermano. –La consoló, con una sonrisa. —Por fin, estamos los cuatro juntos, de nuevo. –Dijo Buki, dando una palmada. —Estábamos muy tristes, no sabíamos que hacer. – Afirmó Kara, aún con lágrimas en los ojos. —Nosotros, también, os hemos echado de menos. –Dijo Shany. —Solos, hacer muy duro el viaje. –Aclaró Matt. Buki, se echó a reír a mandíbula abierta. Todos se miraron sin saber que decir. Buki, al ver las caras de desconcierto, hizo que se riera aún más. —Buki, no te comprendo. –Preguntó Kara, un poco aturdida. —El viaje ha debido de ser muy duro, pero, tenían un rio muy grande al lado, todo el tiempo. –Y volvió a reír a carcajadas, de nuevo, sin poder parar. 190
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Matt, miró a Shany, que se había puesto colorada y había agachado la cabeza. Al momento, lo miró de reojo y los dos se echaron a reír. Kara, era la que no se enteraba de nada. Esto fue, lo que hizo que Buki cayera al suelo, agarrándose la tripa, sin poder parar de reír. Después de un largo rato, Kara calló en la cuenta, y se puso colorada como un tomate. Esa noche, después de cenar, Matt y Shany, les contaron todo lo que había sucedió. Buki, estaba embobado, escuchando. Le encantaban las historias. Lo que más le interesó fue lo que hizo Matt para domar al caballo. Tal cómo lo contaba parecía que había sido muy fácil. No entendía, como nadie lo había pensado antes. Aunque, todavía no veía la utilidad de tener un caballo. —No me imaginé nunca que en este viaje, tendríamos tantas cosas que contar a la vuelta. –Dijo, al fin. —Nos han pasado muchas, en poco tiempo, hermano. Algunas muy tristes y otras maravillosas. –Dijo Shany, un poco triste. —Sí. Me he casado, voy a tener un hijo. Han muerto nuestros padres, tú has encontrado a Matt, Matt ha encontrado un caballo, no sé, es mucho, para tan poco tiempo. – Buki, se quedó pensativo después de hablar. Kara estaba cansada y decidieron irse a dormir. Matt y Shany, se acostaron juntos. —¿Te has dado cuenta de una cosa, Matt? –Le preguntó en voz baja Shany. —Dime. —Hoy, es la primera vez que dormimos juntos tapados con la misma piel. —Ser cierto. No dar cuenta. Yo, acostumbrar, a dormir contigo. —Sí, pero, cuando una pareja duerme bajo la misma piel, 191
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es como si ya estuvieran unidos. –Le aclaró ella, apretándose contra su cuerpo. —Para mí, ya estar unidos. –Dijo, mientras la abrazaba y besaba. —¿No habéis tenido rio suficiente? –Dijo, entre risitas, Buki. —Buki, calla. –Susurró Kara, mientras le daba un codazo. —Kara, que era broma. No me des tantos codazos que me vas a romper una costilla. —Pues no digas tonterías. Y déjalos tranquilos. –Le apuntilló. —Kara, ¿estás celosilla? Vaya, si quieres, también te llevo al rio. –Susurró entre risitas. —¡Buki, por favor! Que tonto eres. –Le regañó Kara, solo que con poco empeño. Al poco rato, en la oscuridad, Matt y Shany oyeron como Kara y Buki, tenían su rio particular.
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XX
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A la mañana siguiente, mientras Kara y Shany preparaban el desayuno, Matt y Buki, salieron a ver como se encontraba el caballo. Estaba justo, detrás de su choza y relinchó cuando vio a Matt. Este, le llevó unas manzanas para comer. Alrededor, de la improvisada empalizada, estaban todos los niños del poblado. Matt, acarició al caballo, mientras, le daba las manzanas. Buki, le comentó que sería conveniente pensar en emprender el resto del viaje. Durante los días que Matt estuvo fuera, los Bara y los Uruka, se habían interesado mucho por el arma que llevaba Buki. Este, les explicó las ideas para que pudieran fabricarlos. Los jefes de los Uruka, le habían pedido que, cuanto antes, pasara por sus poblados para que les fabricara arcos y flechas. Además que tomara aprendices para enseñarles. A los Bara, les había fabricado un arco y varias flechas, y había enseñado a varios aprendices, que habían fabricado otro siguiendo las instrucciones de Buki. En agradecimiento, le habían regalado otra bolsa de piel llena de sal. Buki decía que esto era lo más valioso con lo que se podía comerciar. Ahora, ya tenían dos bolsas llenas. —Lo que no sé, es cómo vamos a poder llevar todas las pieles que tenemos y los sacos. –Se quedó pensando en voz alta Buki. Matt, lo miró sonriendo. Buki, no se había dado cuenta del valor del caballo. —Tranquilo, llevar todo. —¡Ah sí! Pues, ya me dirás, como no hagas magia como con el caballo. –Respondió, no dando crédito a lo que había dicho Matt. —Tú ver, como llevaremos todo. –Volvió a repetirle, con una sonrisa. 193
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—Ok, ok. Como tú digas, me fio de ti. –Dijo Buki, aunque, tenía sus dudas. —Buki, Matt, venir a desayunar. –Los llamó Kara, asomándose a la entrada de la choza. Ellos, se encaminaron hacia la puerta y pasaron a su interior. Buki, informó a las dos mujeres, que debían emprender el viaje de vuelta. —Matt, ¿no será mucho peso para Kara? Pronto tendrá el niño, y el camino aun es largo. –Preguntó, algo inquita, Shany. —Eso mismo le he dicho yo sobre el peso y me ha dicho que no me preocupe. –Respondió Buki, con un poco de sorna, a la pregunta de Shany. —Yo estoy bien, tranquilos. Aún me queda tiempo y puedo llevar peso. –Dijo Kara, intentando tranquilizar a todos. —Todos, dejar a mí. Llevaremos todo. –Dijo Matt, muy seguro de sí mismo. Dejaron de insistir y decidieron que Matt se ocupara. —Shany, ¿venir conmigo, paseo con caballo? –Le preguntó, de pronto, Matt. —Claro, Matt, me encantaría. –Respondió, con una sonrisa de felicidad. Salieron fuera y se dirigieron hacia el caballo. Shany, como siempre, le acarició el cuello y le frotó la cabeza. Matt, mientras, fue poniéndole la piel de montar y el cabestro. Luego, subió a Shany a lomos del animal, quitó unos palos y salieron del corral. Matt, llevaba el caballo de las riendas. Shany, se sentía la mujer más envidiada de todas. Cuando la expectación aumentó, Matt se subió de un salto y espoleó al caballo. Este, salió a galope tendido, haciendo que la gente soltara una exclamación de asombro. 194
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A Shany, le encantaba esta nueva sensación de libertad a lomos del caballo. Cuando, perdieron de vista el poblado, Matt, aflojó la marcha del animal, poniéndolo al paso. —Matt, tengo una duda. –Dijo, de pronto, Shany. —¡Qué raro! ¿Tú una duda? –Se rio Matt. —Pues, sí. ¿El caballo se quedará con nosotros? –Preguntó ella, mientras acariciaba el cuello del animal. —Claro, Yo enseñar a estar con nosotros. ¿Te gusta, verdad? No quieres que lo abandonemos. –Respondió, con un asomo de duda en la voz. Shany, giró la cabeza hacia atrás, mirándole. —Sí, me gusta mucho, quiero que se quede con nosotros. Y ahora que lo tenemos, no me gustaría perderlo. —Tranquila, el no irse. –Respondió Matt, tranquilo y satisfecho, mientras le daba un beso. Ella, miró al frente y volvió a preguntar. —Pues, me parece, que tengo otra duda. Matt, ya se había imaginado que había más preguntas. Se había dado cuenta, que cada vez que quería saber, bajaba la cabeza con la mirada fija en el suelo. —Dime. —Si se queda con nosotros, tendremos que hacer algo para que la gente no se equivoque e intente matarlo. Cuando está en el cerco que has fabricado al lado de la choza, la gente no le hace nada. Pero, cuando vayamos por el campo, la gente no sabrá que es nuestro. A Matt, le pareció lógica la duda. No había pensado en ello. Lo cierto es que, cuando estuvieran de viaje, el caballo estaría suelto, o algo alejado de ellos, algún cazador podría tomarlo como un blanco fácil. —En mi pueblo, la gente les hace marcas. –Contestó Matt. Su abuelo, solía hacerlas con un hierro candente. Enton195
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ces, se acordó de los caballos mestizos que tenían en la reserva india. Ellos marcaban a los caballos con pintura. Esa sería la solución. Le pondrían algún símbolo. Si un cazador ve un caballo pintado, seguro que se lo pensaría antes de cazarlo. Sin duda, que la superstición les haría vacilar. —Ya está Shany. Nosotros pintar dibujos en su piel. Todos, saber que caballo distinto. Shany, se quedó, de nuevo, pensativa. —Claro, en todos los pueblos, la gente marca sus armas con dibujos, para que cada uno sepa de quien es. También, teñimos algunas pieles, los chamanes, pintan animales en las cuevas para traer suerte en la caza. Y sobre todo, mira, –Se giró y le enseñó el tatuaje que tenía en su hombro—. Nosotros, también nos marcamos para que nos identifiquen. —Poder poner tu marca al caballo. –Dijo Matt, viendo la excitación de Shany. —Me encantaría. Sería un caballo Uska. –Afirmó, mirando al caballo, mientras le daba unos golpecitos en el cuello. —¿Yo, también tener que marcar, cuando ser miembro, tu pueblo? –Preguntó Matt. —Por supuesto. Eso querrá decir, que eres un miembro igual que los demás. Te lo hará el chamán. —A vosotros, ¿cuándo os marcan? —En la fiesta de madurez. Pero, tranquilo, solo duele un poquito al principio, pero luego pasa. Vosotros, ¿no os hacéis marcas? –Le preguntó asombrada. —En mi pueblo, gente también hace marcas. Pero no ser necesario. —Nosotros de pequeños, estamos deseando que llegue el día de la madurez, no solo, porque, ya somos adultos, sino, porque, pasamos a ser miembros del clan con todos los derechos. 196
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—¿Por qué, dos puntos unidos? –Le preguntó, señalando el tatuaje. —No sé, es muy antiguo. Los chamanes dicen que es la unión del primer hombre y la primera mujer, cuando la Madre les puso en la tierra. Nosotros pensamos, que somos el clan más antiguo de la tierra. —¡Oh! Que interesante. –Exclamó Matt, fascinado. —Si te has fijado, los Bara, llevan tres puntos unidos. Eso es porque antes eran de nuestro pueblo y al separarse y hacer uno nuevo, pusieron un nuevo punto al lado de los otros, para recordar que vienen del pueblo más antiguo. —Vaya, ahora dar cuenta de marcas distintas. Yo fijar que parecerse a tu marca. Mutta, llevaba tres rallas. –Dijo Matt. —Sí, es porque ellos están unidos a su rio. Las marcas son las olas del rio. –Le aclaró Shany. Hablando, distraídamente, llegaron hasta un cañaveral. Matt, detuvo al caballo. Allí se encontraba el material necesario para poder transportar toda la carga que tendrían que llevar. —Vamos, Shany. –Le dijo, mientras se apeaba de un salto y la cogía de la cintura para bajarla del caballo. Matt, empezó a mirar alrededor del cañaveral. Después de mirar mucho, escogió dos cañas largas y de un tamaño que le parecieron adecuadas. —Shany, ¿tu saber dónde buscar, eso que usáis para hacer cestas? –Preguntó. —Bueno, hay de muchas clases, mimbre, cortezas de árboles, cáñamo. –Le enumero varias de las fibras con las que solían fabricarlas. —¿Tu poder hacer esterilla, usando estas cañas? –Le volvió a preguntar. Ella las miró, detenidamente. —Seguramente, sí. Depende de cómo quieres que las una. 197
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Él, las puso en el suelo cruzadas. —Hacer esterilla en parte atrás. –Dijo, señalando la más larga y ancha. A Shany, le pareció la cosa más rara del mundo. Pero, sí, si se podía hacer. —De acuerdo, Matt, puedo hacerlo. Cerca del poblado he visto una zona llena de cáñamo, creo, que sería lo más apropiado para este trabajo. Matt, la cogió de la cintura, la elevó por encima de él y empezó a dar vueltas. —¿Y esto? ¿Qué pasa? –Preguntó ella, riendo, por el repentino gesto. —Ya estar solución, para llevar todo y no tener que cargar nosotros. –Le dijo él, mientras, seguía dando vueltas con ella en el aire. Se acercaron a la orilla del rio y se pusieron a comer. El caballo se acercó a ellos, sabía que él, también, tenía su comida. Como siempre, le esperaban unas ricas zanahorias y alguna jugosa fruta. Luego, volvió a pastar tranquilamente, cerca de ellos. —Matt, he estado pensando en lo de las marcas. –Dijo, de pronto, Shany, quedándose parada, mirando hacia el animal. —Dime. ¿Qué pensar? —Me parece bien lo de las marcas, pero, ¿no deberíamos ponerle un nombre? A Matt, esto si le pilló por sorpresa. No se lo había planteado. Era buena idea. Hasta ahora, se había acostumbrado a venir cuando le silbaban. Podían usar un nombre, cada vez que le silbaran, de esta manera, asociaría el nombre con la llamada. —Parecer bien, ¿Cómo llamar? —No sé. –Se sorprendió de que le pareciera bien, pues 198
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pensaba que era una tontería lo que había dicho y Matt se iba a reír de ella. —Buscar nombre. –Dijo Matt. Shany, se quedó pensando. No encontraba uno adecuado. Todos los que conocía eran de persona y no le parecía adecuado para un caballo. Le estaba resultando muy difícil, al final desistió. —No se me ocurre ninguno, Matt. Ayúdame, ¿qué nombre le podemos poner? —En mi pueblo, elegir nombre, por algo especial que tener caballo. –Le explicó Matt. —No sé qué tiene de… –De repente, se calló. Matt, viendo su expresión supo que lo había encontrado. Su cara, denotaba alegría. —Ya sé cómo llamarlo. Pero, quiero que sea algo entre los dos. —Gracias. ¿Y cuál es? –Le preguntó él, un poco intrigado. —Quiero ponerle, Zanahoria. Pero, me gustaría que fuera en tu idioma. —Ser nombre original. Se dice, “Carrot”. –Le tradujo él. —Me gusta. ¡Carrot! –Le gritó el nombre al caballo, mientras, le ofrecía una zanahoria y le silbaba. El caballo, levantó las orejas y acudió. Al atardecer, recogieron las cañas y poco a poco, fueron regresando al poblado. Los días siguientes, intercalaron el pasear a caballo con la fabricación de la parihuela. Tras varios intentos, lo consiguieron. Lo más difícil, fue hacer que el caballo se habituara a la parihuela. Pero, entre caricias y zanahorias, consiguieron que se acostumbrara y lo arrastrara, primero vacío y paulatinamente, con peso. Una noche, decidieron, que al día siguiente, sería el 199
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momento adecuado para iniciar la marcha. Acudieron a la tienda de Inda. Le informaron de su decisión de partida. Éste, trató de disuadirles para que se quedaran, pues sabía de la valía de Matt y de Buki, pero, la decisión ya estaba tomada. Por la mañana, colocaron la parihuela al caballo y la cargaron con las pieles, los sacos de sal y todas las demás pertenencias. Cada uno, llevaba su bolsa de viaje. Buki, se colgó el arco y el carcaj de flechas. Matt, su fusil al hombro. Mientras tanto, una gran cantidad de gente se había agolpado a su alrededor, interesados en todo lo que estaban haciendo. Comprobaron la utilidad del caballo, para arrastrar y cargar. Muchos, ya estaban pensando en atrapar alguno para usarlo para esos quehaceres. Todos los hombres, se despidieron de Matt y Buki, pidiéndoles que volvieran pronto. Shany y Kara, también se despidieron, pues habían hecho buenas amigas entre las mujeres del poblado. Sobre todo Kara, con otras que estaban como ella, embarazadas o que habían tenido a sus hijos hacía poco. Inda y varios hombres, acompañaron al pequeño grupo durante un trecho del camino. Les llevaron cerca de donde podían vadear el rio con mayor facilidad, pues el cauce era muy bajo en ese punto. Al cruzar al otro lado, el grupo se reunió por última vez. —Espero que tengáis buen viaje. Ya sabéis, seguir por el río hacia el sur. Al llegar cerca de las dos rocas iguales, a las que llamamos las Hermanas, torcer al oeste y en pocos días llegareis a vuestro destino. Deberíais quedaros hasta que tu mujer tuviera el hijo. Está ya, en avanzado estado. No me gustaría que pasara algo en el viaje Buki. –Le recomendó Inda. —No estamos lejos de nuestro pueblo y ella dice que está bien. –Le informó Buki. 200
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—De todas formas, debéis tener cuidado. Aún anda un pequeño grupo, de los expulsados del pueblo Marut. Nos han informado que no son más que un pequeño grupo. Con vuestras armas, no creo que sean ningún, problema, pero, mantener la vigilancia, sobre todo, de noche. Esto último, si le produjo cierta preocupación a Buki. Que miró a Matt y luego a su mujer. —Gracias por tu información y tu hospitalidad, Inda. Intentaremos estar atentos y evitar tener problemas en el resto del viaje. –Le agradeció Buki. —Aquí, seréis siempre, bienvenidos los Uska y tú también Matt. –Les dijo Inda, cambiando de tema. —Gracias Inda. Próxima vez ser Uska, –Le dijo Matt. Inda, miró al hombre. Sería interesante ver qué pasaría en el poblado, cuando llegaran. Y sobre todo, el recibimiento a este nuevo miembro. Ojalá, se quedara con ellos. Sería una buena aportación para su pueblo. —Espero que así sea, Matt. Si no fuera así, aquí puedes tener tú pueblo y tu pareja también. –Le ofreció Inda. —Agradezco tu ofrecimiento, Inda. Pero, deber ir con Buki y Shany. –Le agradeció Matt. —Será un miembro importante de nuestro pueblo. –Intercedió Buki. —Eso espero, Buki. Si no, los Uska perderán un hombre muy valioso. Si no saliera todo bien, mi ofrecimiento seguirá en pie y os recibiremos con los brazos abiertos. Inda, le ofreció la mano, como saludo. Ya se había convertido en un saludo habitual, después de que Buki, se encargara de expandirlo por todo el poblado. Matt, se la estrechó. Posteriormente, hizo lo mismo con Buki. Deseó buen viaje a las mujeres y un buen parto a Kara. Buki, se puso en cabeza del grupo seguido por Kara, Shany, llevaba las riendas de Carrot. Matt iba el último. 201
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—Matt, espera. –Inda, se le acercó. —Dime Inda. —Ten cuidado, el pueblo de los Uska, son buena gente, pero, no todos son como Buki o su padre. Puede que alguien no quiera que formes parte de ellos. –Le dijo, en voz baja. —Gracias, Inda, lo tendré en cuenta. –Respondió Matt, un poco preocupado. —Buen viaje y suerte. Matt, se incorporó a la zaga del grupo, que se había adelantado. Inda, continuó mirando al grupo, mientras, marchaba en dirección al sur. Continuó dando vueltas a lo que le había dicho a Matt. Había adquirido una gran amistad con ese hombre extraño. Era distinto a todos los demás, no solo por el aspecto, que tenía revolucionadas a todas las mujeres del poblado, si no, por todo lo que les había aportado. Había enseñado a fabricar el arco y las flechas a Buki y él a ellos. Consiguió que un caballo, le dejara montar encima, y obedecer lo que él le ordenaba. Tenía un arma de un material que no existía. Era el ser más extraño jamás visto y también el más valioso. Era valiente y fuerte, un verdadero jefe para cualquier pueblo. Se dio la vuelta y volvieron a la otra orilla del rio. Después, de varios pasos, se giró y echo un último vistazo al grupo, que ya se estaba perdiendo de vista. Entonces, se le ocurrió la idea que le hizo sonreír. —Bueno Matt, nos veremos pronto. No lo dudes. –Dijo en voz alta. Se giró de nuevo y se unió a sus hombres.
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Caminaron durante toda la mañana. Con la ayuda del caballo, el viaje era mucho más fácil. Ahora, que no tenían que llevar tanto peso, andaban más deprisa. De vez en cuando, paraban, para que Kara descansara, pues, de vez en cuando le daban dolores y calambres. Cuando llevaban dos días de viaje Matt, que iba andando junto a Buki, le preguntó: —Buki, ¿creer que ser bueno partir y no esperar? ¿Kara tener niño? Buki, volvió un momento la vista atrás, mirando hacia Kara. Ésta, se apoyaba en un palo para caminar. Shany, iba junto a ella y la ayudaba. —No se Matt. Cuando partimos, me pareció buena idea y ella me alentó. Quería tener el niño rodeada de mi pueblo. Ahora, no estoy seguro. Volver no creo que sirva de mucho ahora. Si seguimos, no creo que nos dé tiempo a llegar, antes que nazca el bebe. –Respondió, lleno de dudas e intranquilo. —Pensar que mejor acampar. Viaje, ser muy molesto para ella. Dejar que tener niño, luego seguir. –Aconsejó Matt. En ese momento, Kara emitió un grito de dolor. —Buki, Kara no puede continuar. –Dijo Shany, agarrando a Kara. —Tienes razón, Matt, será mejor acampar. Kara no está para seguir el viaje. –Dijo y se acercó solícito a Kara. Montaron la improvisada tienda, cerca de un riachuelo, con las pieles entre dos árboles y acomodaron lo mejor posible a Kara. Dentro, metieron todo el equipaje que portaba el caballo. Al animal, lo dejaron atado cerca de la tienda. Matt, vio que el nerviosismo de Buki iba en aumento e intentó tranquilizarlo. 203
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—Tranquilo Buki, pronto todo pasar. —Matt, el problema no es ese. No creo que ninguno sepa que hacer en caso de que haya problemas en el parto. Por eso, quería llegar cuanto antes a nuestro pueblo, allí la ayudarían las mujeres. –Dijo, totalmente alterado, Buki. Matt, se dio cuenta de que Buki tenía razón. Nadie de ellos estaba preparado, en caso de que hubiera algún problema. Kara, no podía hacer nada, pues era primeriza. Buki, estaba totalmente asustado. Shany, estaba tan asustada como Buki. Y él, que podía saber un soldado de traer niños al mundo. —Mejor, traer agua. Cazar algo para cena. –Dijo Matt, esta sería la mejor forma de tener entretenido a Buki y así no pensar en lo que se le venía encima. —De acuerdo Matt. Cogeré el arco. Tras informar a las mujeres, salieron en busca de una presa. Matt, llevaba su fusil. No quería tener ningún problema. Podía que Buki, con sus nervios, errara en el tiro y perdieran la caza. Enseguida, divisaron un grupo de ciervos. Buki, apuntó a un pequeño cervatillo. No era necesario un animal grande. No le falló el pulso. Había adquirido gran destreza y tenía una puntería certera. Cuando se disponían a recoger la pieza, unos gritos llamaron su atención. No eran ni de Kara ni de Shany, pues provenían de delante de ellos, tras una colina. Rápidamente, se dirigieron hacia el lugar. Al llegar a la cima de la colina, pudieron ver el motivo. Una pareja, estaba siendo atacada por cuatro hombres. Dos de ellos, habían golpeado al hombre, que estaba en el suelo agarrado entre dos de ellos. Los otros dos, intentaban violar a la mujer. —Matt, debemos intervenir. –Dijo Buki, muy enfadado. 204
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—Tú, disparar, al que estar encima de mujer. Yo, al que agarrar por brazos. Luego, los otros. –Preparó Matt, el ataque. A una señal de Matt, Buki disparó su flecha, acertando en su objetivo. Ante la sorpresa, el hombre que sujetaba a la mujer, se quedó paralizado. Matt, aprovechó para dispararle, acertando de lleno en su cabeza. Los dos hombres, quedaron tendidos en el suelo. Los que sujetaban al hombre en el suelo, intentaron huir, pero el hombre, golpeó con un palo a uno de ellos que cayó al suelo, siendo rematado al momento. El otro, cayó fulminado por una flecha. Matt y Buki, se acercaron a la carrera. El hombre, estaba agachado y tenía a la mujer abrazada contra su pecho. Al escuchar pasos, se giró y se interpuso entre ellos y la mujer, blandiendo un garrote de madera. Matt y Buki, se quedaron atónitos al verle. Tenía la piel negra como la noche. Buki, se paró de golpe y levantó las manos para tranquilizarlo. El hombre, articuló unas palabras, que Buki y Matt, no lograron entender, mientras blandía el garrote de modo disuasorio. El hombre debía ser de la edad de Matt, con el pelo lleno de pequeñas trenzas. La mujer, que trataba de ocultarse detrás de él, llevaba el pelo de la misma forma. Buki y Matt, se colgaron las armas, haciendo ver al hombre que no iban a hacerle nada. Pareció tranquilizarse, aunque, no soltó el garrote. —Matt, ¿te das cuenta de su color? –Dijo, en voz baja, Buki. —Sí. —Aquí no hay gente así. Algunos dicen que, viven al sur, pasando un pequeño mar. Mi madre, decía que solían tratar algunas veces con ellos. Pueden ir sobre el agua, en unos 205
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troncos que, según mi madre, están huecos y flotan. Matt, enseguida, comprendió que se trataba de canoas. —Yo Matt, él Buki. –Dijo, de pronto, Matt, presentándose, igual que hiciera Baku cuando lo vio por primera vez. —Hola. –Dijo Buki, levantando una mano. El hombre, los miró. Comprendió que no les iban a hacer daño y que se estaban presentando. Además, les habían salvado la vida. Levantándose, dijo: —Soy Ubu. —Que tal Ubu, le saludó, Buki, sonriendo. —Mi compañera, es Yuka. –Nombró a la mujer. Ella, los miró atónita, pero no dijo nada. Buki observó el lugar y vio como todo lo que tenían, estaba roto o echado a perder. —Gracias, por ayudarnos. –Dijo Ubu, bajando el garrote. —Tranquilo, oímos unos gritos y no hicimos, más que lo que teníamos que hacer. –Le contestó Buki, sonriendo, de nuevo. —Venir, tener campamento cerca. –Les invitó Matt. La pareja, se miró varias veces al final, optaron por aceptar. —Os agradecemos el ofrecimiento. Han destrozado todo lo que teníamos. –Agradeció Ubu la invitación, mientras abrazaba por los hombros a su pareja y seguían a los dos hombres. Por el camino, Buki se echó al hombro el cervatillo que habían abatido. Al llegar al campamento, Matt, llamó a Shany. Esta salió y se quedó parada al verlos. —Shany, los hemos encontrado cerca de aquí. Estaban atacándoles e intentaban violar a la mujer. –Informó Buki. Ella, vio como la pareja iba con la ropa rota, y tenía golpes y magulladuras por todo el cuerpo. Entró corriendo al interior y salió con ropa para ellos. Ubu y Yuka, la aceptaron y se cubrieron con ella. 206
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—Gracias. –Dijo Ubu, sonriendo a Shany. De pronto, un grito surgió de dentro de la tienda. Los recién llegados, les miraron. —Mi mujer, está esperando un niño. –Dijo Buki, mientras, soltaba el cervatillo, pero, sin saber qué hacer. —Yuka, es curandera y ha ayudado a traer al mundo muchos niños en nuestro poblado. Si queréis, puede ayudaros. –Ofreció Ubu. —Por favor. –Suplicó Buki, en un estado de gran nerviosismo. —Necesito agua caliente. –Pidió Yuka, mientras, entraba con Shany, en la improvisada tienda. Matt y Ubu, comenzaron a calentar agua, mientras Buki comenzó a despellejar el cervatillo. Al poco, salió Shany a por el agua. Todos la miraron, pero ella, no dijo nada y volvió a entrar. —Todo irá bien, ¿no? –Preguntó, Buki, muy nervioso. —No te preocupes, Yuka es muy buena en lo suyo. – Trató de tranquilizarle Ubu. Cuando ya parecía, que Buki iba a estallar de los nervios, se oyó el llanto de un bebé, en el interior de la tienda. Los tres hombres, se pusieron en pie, mirando hacia la entrada. Poco tiempo después, apareció Shany con el hijo de Buki y Kara, en los brazos. —Enhorabuena Buki, has sido padre. Kara ha tenido un precioso niño. –Informó Shany, exultante de alegría. Los tres hombres, se acercaron a verlo. —Qué pequeño es. –Dijo Buki, mirando a su hijo, como en trance. —Pensar, que salir ya con lanza. –Le contestó Matt, mientras le daba una palmada en el hombro. Buki, seguía embobado mirándolo, sin saber que decir o hacer. —Cógelo, anda. –Le ofreció Shany. 207
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Buki, torpemente y sin siquiera moverse, lo cogió entre sus brazos. —Tranquilo, que no se va a romper. –Rió Shany. En ese momento, salió Yuka del interior. —Si queréis ya podéis pasar a ver a la madre. –Les informó. Buki entró corriendo con el niño en los brazos. Matt y Shany lo siguieron. Durante un rato, estuvieron dentro con Kara, pero Shany y Matt, salieron para preparar la cena. Shany, se puso a cortar la carne y Yuka se ofreció a ayudarla. Cuando estuvo la carne asada, Shany, llevó un poco a Kara. Luego, salió con Buki para dejarla descansar. Después de comer, Shany, ofreció a todos una infusión, que ellos agradecieron. —Quiero, volver a agradeceros todo lo que habéis hecho por nosotros. –Dijo Ubu, mientras abrazaba por los hombros a Yuka. —Cualquier persona lo hubiera hecho. Yo, si que os debo mucho, por ayudar a mi mujer. Siempre, estaré en deuda con vosotros. –Respondió, Buki, muy serio, mientras miraba al hombre de piel oscura. —¿De dónde sois? –Preguntó Matt. —Nunca había visto un hombre con tu color de piel. – Dijo Buki. —Tampoco yo, había visto un hombre con esos ojos y ese color de pelo. –Comentó Ubu. —Es del este, de muy lejos, del pueblo de los Americanos, allí hay muchos como él y con más colores de pelo y ojos, según dice. –Le informó Buki. —Debes de estar muy lejos tu pueblo, nunca habíamos oído hablar de gente como tú. –Volvió a decir Ubu. —En mi pueblo, haber gente, tu color. –Respondió Matt. 208
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El hombre se quedó perplejo y extrañado. No pensaba que hubiera gente como él, tan lejos. —Contadnos, de donde sois. –Se interesó Buki. Ubu, miró a la mujer que estaba a su lado, la acarició y comenzó su historia. —Mis padres vinieron de la otra tierra que está al sur. Cruzaron el pequeño mar y fueron hacia el norte. Querían saber que había más allá del mar. Yo era pequeño, cuando mis padres murieron. No sé cómo ocurrió. Me encontraron unos cazadores de la tribu de Yuka, los Sabary. —Conozco ese nombre. Mi padre, ha solido ir de comercio a ese poblado. Está muy al sur, cerca de una cordillera montañosa muy alta. –Explicó Buki. —Eso es. Tu padre tiene razón. Ellos me cuidaron. Hice los ritos de madurez y me convertí en uno de ellos. –Se señaló la marca que llevaba en la sien. La mujer, también se separó el pelo de la sien, para que la viera. —Bueno, pues tú y tu mujer, os encontráis muy lejos de vuestro pueblo. –Dijo Buki. El hombre, bajó, un momento, la vista al suelo. La mujer, le puso la mano en el brazo. —Yuka, no es mi mujer. Hace meses que nos queremos. Le pedí ser mi prometida y ella aceptó. Pero, sus padres, no querían saber nada de ello. Para ellos, yo no era de su pueblo. Cuando, comenzó la primavera, decidimos fugarnos. – Explicó Ubu. —Pues, vaya historia. No comprendo, por qué no te dejaban unirte a Yuka, si eras miembro de tu pueblo. —Tal vez sea, por mi color de piel. —¿A ti te importa? –Preguntó Buki, de improviso a Yuka. Yuka, se quedó un poco asustada, al ser preguntada. 209
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—Yo siempre le he conocido como es. Es un hombre, muy bueno y hace todo lo posible para tenerme bien cuidada y hacerme feliz. –Respondió ella, sin apartar la vista de él. Se notaba, que estaban muy enamorados. —La gente, a veces, ver con miedo, las cosas nuevas y los cambios. –Dijo Matt, pensativo. —Pues, para mí, unirse con gente de otros lugares, sirve para enriquecer a un pueblo. –Dijo, muy serio, Buki. —Matt, va a ser miembro de nuestro pueblo y luego nos uniremos. –Explicó Shany. —¿No es tu pareja? –Preguntó, Yuka, interesada. —No, pero mi padre ha consentido en nuestra unión. – Estas últimas palabras, las dijo con un nudo en la garganta. —Nuestros padres murieron, atacados por hombres de la misma tribu, que los que os atacaron a vosotros. Creo, que ya hemos acabado con todos. –Dijo Buki. —Lo siento. –Dijo Ubu. —¿Vais a vuestro poblado para uniros? –Preguntó Yuka. —Sí. Primero, se hará miembro de nuestro pueblo y luego nos uniremos. –Explicó, sonriendo Shany. —Espero, que tengáis mejor suerte que nosotros. –Advirtió Ubu. —¿Por qué no nos acompañáis? Yo te avalaré, también, como miembro. Así, Podrás unirte a Yuka. –Ofreció Buki. La pareja se miró. No tenían ningún sitio donde ir. Ahora se habían quedado sin nada. No veían ninguna opción mejor. —Aceptamos tu ofrecimiento. En caso de que tu pueblo no nos acepte, seguiremos nuestro camino. –Dijo Ubu. Matt, durante casi toda la conversación, estuvo callado pensando en las palabras que le había dicho Inda, antes de partir. ¿Podría pasarle a él y a Shany, lo mismo que a Ubu 210
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con Yuka? Él, no tenía la negativa de su padre, al contrario, lo había aceptado como una buena pareja para Shany. Pero, los otros miembros del poblado, ¿también lo aceptarían? No podía dejar de pensar. Su futuro, lo mismo que había sido su pasado, seguía siendo incierto. Al terminar de cenar, todos entraron en la tienda para ver que tal estaba la madre y el niño. Acomodaron unas pieles para que Ubu y Yuka pudieran dormir. Matt, no tenía sueño. Decidió dar una vuelta para despejar su cabeza. Se acercó hasta donde estaba el caballo. Éste, lo recibió con un relincho. Lo acarició y frotó un rato. Luego, se dirigió hacia el arroyo para beber. Después de beber, se quedó imbuido en negros pensamientos, mirando el agua. Pero, volvió a la realidad al notar como unas manos le rodeaban la cintura y le besaban la espalda. —¿Que te sucede Matt? –Le preguntó Shany. —No estar seguro, de que tu pueblo aceptarme. –Respondió sin rodeos. Ella rodeó su cuerpo, hasta ponerse de cara a él. —Eso no va a ser así. Mi hermano te avala. No hay nadie que me espere. Además, yo te quiero. Y si no te admiten, nos iremos lejos. –Respondió ella, toda seria. —¿Tu, venir, conmigo? ¿Dejar pueblo? ¿Dejar, Buki, Kara y niño? –Preguntó él, mientras sus dedos se enredaban en la espesa melena negra de Shany. —Matt, tu eres mi pareja. He esperado mucho tiempo a que llegaras. No voy a perderte. Si tengo que dejar todo y a todos por ti, lo dejaré. Él, no dudó de sus palabras. Dudaba de sí mismo, no sabía si sería capaz de cuidarla, en un mundo tan hostil como este. Atrajo su cabeza contra su pecho y la apretó contra él. 211
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—Esperar, que todo, ir bien. –Le contestó, mientras la besaba en la frente. Volvieron juntos hasta la tienda. Todos dormían, hasta el bebé. Se metieron entre las pieles y también ellos se quedaron dormidos. Decidieron quedarse un día más, mientras Kara se reponía. No quedaban ya muchos días para llegar al poblado. Ya que llegaban tarde a la fiesta qué importaba un día más o menos. Ubu y Yuka, se quedaron impresionados cuando vieron el caballo. Les costó creer que viajaba con ellos. Pero, aún, les pareció más sorprendente ver como lo montaba Matt. Al día siguiente, partió el grupo, ahora con tres nuevos miembros. La parihuela, les pareció una idea estupenda, para aligerar el peso. El caballo, podía arrastrar mucho más que cualquier hombre. Ellos podían viajar ligeros y a mayor velocidad. Buki, dio un grito cuando divisó las Rocas Hermanas. Ya estaban llegando a su destino. —Un par de días más y estaremos en nuestra casa. –Informó Buki, lleno de alegría. Matt, esperaba que, también fuera su casa. Aunque, la duda le seguía corroyendo por dentro. Con la ayuda del caballo, llegaron antes de lo previsto. Antes de la hora de comer, salieron de un bosquecillo. Frente a ellos, había una inmensa pradera, y, en el centro vieron el asentamiento. Matt, pudo divisar casi dos centenares de chozas. Mucho más de lo que habían visto hasta entonces. Buki, agarró el cuerno de su abuelo y lo hizo sonar. Al cabo de un rato, otros cuernos sonaron en el interior del poblado. Poco a poco, vieron como surgían siluetas de personas que salían del poblado. Ellos, fueron acercándose poco a poco, el viaje había llegado a su fin. 212
XXII
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Media docena de hombres armados, vino hacia ellos. En cabeza, Buki pudo reconocer a Kay, su tío. Al irse acercando, el grupo de hombres, fue aminorando la marcha. Entonces, Buki, se adelantó y saludó a su tío. —Saludos Kay. –Dijo, levantando las manos. —Saludos Buki. –Devolvió el saludo su tío. Éste, le estrechó las manos. —Veo a Shany y gente nueva, pero, no veo a tus padres y a Urba. –Mencionó Kay, señalando al grupo que venía con él. —Murieron. Fueron atacados por un grupo de renegados del pueblo de los Marut. Acabamos con ellos, pero, fue demasiado tarde para ellos. –Explicó, con tristeza, el muchacho. —Lamento saberlo. Nos extrañaba la tardanza y pensamos que tal vez, hubiera ocurrido algo. —Deja que te presente. Esta es Kara, de los Karsha. Mi mujer y nuestro hijo. –Ella inclinó la cabeza, en señal de saludo. —Vaya, te fuiste como un joven y vuelves como marido y padre. –Le felicitó Kay. —Estos son Ubu y Yuka, del pueblo de los Sabary, Estaban viajando, cuando fueron atacados por algunos de los mismos que nos atacaron a nosotros, les invitamos a venir con nosotros. —Saludos, los Sabary son conocidos nuestros y mantenemos comercio, de vez en cuando, con ellos. –Les saludó Kay, sorprendido, por el color de piel de Ubu. —Por último, te presento a Matt, de los Americanos. Viene del este, de muy lejos, por lo que puedes observar, es muy distinto a nosotros. –Le presentó a su tío. 213
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—No conocemos a ese pueblo, pero, por tu aspecto, debe de ser muy lejano. –Saludó a Matt. —Y si no te habías dado cuenta, este es Carrot, un caballo. Que obedece a Matt y le deja montar encima de él. Además, nos ayuda en el transporte de nuestros enseres. —Esto, es lo más increíble que han visto mis ojos. Cuando os vimos venir, creímos que era algo imposible. Pero, al ver que el animal está tan tranquilo y no huye, no tengo más remedio que creerlo. Debes de ser un hombre muy especial, para hacer esta magia. –Dijo, dirigiéndose a Matt —Gracias Kay. –Le devolvió el saludo. —Por cierto, Mi padre iba a avalarlo como miembro de nuestra tribu en la fiesta de verano, ahora, yo tomo esa decisión. Así como la de Ubu, si lo desea. —Vaya, me sorprende esa decisión por parte de mi hermano. Pero si tú lo dices, lo asumo como cierta. —Además, Shany y él, están juntos y desean, nada más que él sea miembro, unirse. Esto, cogió totalmente desprevenido a Kay. Que su hermano, viera en un extranjero, capacidades como para que se uniera a su pueblo, lo podía entender. Pero, que encima, diera permiso para que Shany se uniera a él, le parecía de lo más increíble. Sobre todo, sabiendo lo que su hermano opinaba del cumplimiento de las tradiciones. —Las noticias que traes, son muchas e importantes, así como, todos los sucesos que han acontecido en vuestro viaje. Lo mejor será, que nos cuentes todo lo ocurrido, en la sala central del Consejo. Allí, debatiremos sobre todo lo que has comentado y nos contarás todo lo que ha ocurrido. Terminaron de saludarse y Matt, observó como uno de los cazadores, no dejaba de mirar y sonreír a Shany. Seguidamente, el grupo continuó hasta el poblado. La 214
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gente, se arremolinaba a su alrededor para ver a los extranjeros y sobre todo, al caballo que iba con ellos. Kay, los condujo hasta la choza de la familia de Buki, que ahora era suya. Descargaron todas las pertenencias que llevaban en la parihuela y soltaron el arnés del caballo. Matt y Shany, lo llevaron detrás de la choza e improvisaron un pequeño corral para Carrot, para que tuviera sitio para moverse en libertad, sin hacer daño a nadie. Kay y el hombre que no paraba de sonreír a Shany, invitaron a Buki, de nuevo, a ir al Consejo cuando estuviera preparado. Buki, aceptó complacido. Seguidamente, partieron en dirección a la choza de mayor tamaño del poblado. La choza de la familia de Buki, era bastante amplia. Cada pareja, se acomodó en una zona, donde instalaron sus pieles de dormir. Las mujeres, se pusieron a preparar la comida. Shany, salió a recoger agua. Cuando volvía, vio al hombre, que le había estado sonriendo todo el rato. Estaba en la entrada del edificio del Consejo, seguía mirándola sin dejar de sonreír. Esta actitud, le pareció extraña a Shany. Nunca nadie la había mirado como aquel hombre. Era la mirada que utilizan los hombres, para atraer a las mujeres y tener relaciones con ellas. No le gustó nada, frunció el ceño y aceleró el paso, sin volverse a mirar. Al poco tiempo ya estaba entrando en su choza. —Buki, ¿sabes quién es ese hombre que no paraba de mirarme? –Preguntó Shany, nerviosa. —Se llama Mantte. Lo conocía de antes. Es el nuevo miembro del Consejo. Además, siempre ha sido uno de los mejores cazadores del poblado. Todas las mujeres querían unirse con él en las fiestas de verano y supongo que ahora seguirá siendo más solicitado por su nuevo rango. –Explicó Buki. —Creo que ya me acuerdo de él. Siempre, andaba detrás 215
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de todas las chicas, en especial, en la fiesta de madurez. Para estas, era muy importante que él se acostara con ellas, la primera vez. —Vaya hermanita, ¿a ti no te sedujo? –Preguntó Buki, intrigado. —No. Ya sabes que siempre he sido muy delgada y no creo que yo fuera su tipo. Además, no me gusta. Tiene algo que me desagrada. –Contestó ella enfadada. Las dos mujeres, asintieron a la vez dando la razón a Shany. No les había caído nada bien. Su sonrisa era falsa y su mirada dura y lasciva. —Mejor, así no tenéis la obligación de compartir placeres el día de la madre. –Afirmó Buki, sonriendo. Todas le chillaron. Tuvo que salir corriendo de la choza, entre carcajadas. Matt, no dijo nada. Tampoco, le había gustado como había mirado a Shany. Kara, se puso a dar el pecho al pequeño, y los demás, empezaron a comer. Buki, después de dejar instalada a su familia, se dirigió a la choza del Consejo. En la entrada, vio al famoso Mantte. Este lo recibió con una sonrisa. —Hola Buki, ¿Están todos bien acomodados? –Preguntó. —Todos están bien. Comiendo. –Respondió. —Tu hermana se ha convertido en toda una mujer. Es muy hermosa. –Dijo, con una sonrisa socarrona. —Eso mismo, opina Matt. –Contestó al hombre, serio y mirándolo directamente a los ojos. El hombre, le devolvió la mirada y le apartó la piel de la entrada para que pasara. A Buki, no le agradó nada la expresión de su cara. Mantte, entró tras él y se sentó en el sitio que tenía asignado en el Consejo, dos hombres a la derecha de Kay. Buki, se sentó en frente de todos. 216
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Todos le resultaban conocidos. Los había visto muchas veces, en casa con su padre. La mayoría, eran mayores. Excepto su tío y Mantte. —Perdonar el retraso, estaba acomodando a la gente que ha venido a la fiesta. ¿Qué tal Buki? –Este miró a su espalda, a la persona que había hablado y entrado después que él. Era Buri, el hijo de Kay. Buri, era mayor que su hermana. Antes que ellos partieran para comerciar, Buri, había decidido crear un nuevo asentamiento, como habían hecho los Bara, hacía ya muchos años. Se había instalado en el suroeste, con un grupo de gente de su pueblo. Aunque, todavía, eran pocos y no se habían constituido como pueblo. Pero sus raíces, igual que las de los Bara, serían Uska, y, por lo tanto, hermanos. —Hola Buri, no te había visto. Creía que no ibas a venir. –Lo saludó, efusivamente Buki. —Ya sabes, la fiesta es muy importante. Cuando seamos pueblo, nosotros haremos nuestra propia fiesta. –Le informó Buri. Después, del saludo, se sentó en una esquina del Consejo. Y el acto dio comienzo. Kay, saludó a su hijo y le preguntó sobre el viaje. El, le informó que todo tranquilo. Había bastantes zonas inundadas por culpa de las últimas tormentas y les habían retrasado un poco, pero, por lo demás, todo había ido bien. El nuevo poblado iba bien. Habían tenido nuevos nacimientos y empezaban a crecer. También solicitó permiso al Consejo, para hablar e invitar durante la fiesta a que fueran con él los miembros que lo desearan. Terminadas las explicaciones de Buri, la atención se centró en Buki. —Bien Buki, ahora nos gustaría que nos explicaras los sucesos acontecidos durante vuestro viaje. –Preguntó, Kay interesado. 217
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Buki, empezó contando cómo comenzaron el viaje dirigiéndose al poblado de los Karsha. Donde, conoció a su mujer. Después de tratar el regalo de emparejamiento, se unieron y posteriormente, partieron hacia las tierras de los Sharkah. Parando por el camino, en pequeños asentamientos de grupos nómadas. —Antes de llegar, nos atrapó una tormenta increíble. Durante días y noches no paró de llover y produjo muchas inundaciones. Tuvimos que refugiarnos en una cueva. Un día, buscando leña, encontramos a Matt. Estaba malherido, casi muerto. Había sido atacado por un león, al que había dado muerte. Algunos miembros, se miraron estupefactos y hablaron entre ellos. Buki, notó que estaban impresionados por su historia. —Mi abuelo Urba, lo curó con ayuda de Shany. Tardamos muchos días, hasta que estuvo en condiciones de poder moverse. En esos días, solicitó a Shany como prometida. En este punto, vio como Mantte, hablaba al oído con varios hombres que estaban a su lado. —¿Tu padre consintió? –Preguntó Kay, interesado. —Sí. –Contestó, sin ninguna vacilación. —Me parece raro, que mi hermano tomara esa decisión, conociendo nuestras leyes. –Respondió, pensativo. —El dijo, que no era muy normal. Pero, las circunstancias eran complejas. Al regreso, iba a avalarle como miembro y luego permitiría su unión con Shany. El viaje, serviría para que se conocieran mejor, antes de la unión. –Aclaró Buki. —Tiene su lógica. –Recapacitó Kay, mirando a algunos de los asistentes del Consejo que también asentían. —Pero, no son formas. Las leyes tienen sus plazos y sus normas. Si empezamos a cambiarlas al gusto de cada uno, 218
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no habría leyes. –Comentó Mantte, mirando a los asistentes, que también le dieron la razón. —Creo, que a veces puede haber excepciones. –Trató de explicar Kay. —Continúa la historia, muchacho. –Le conminó uno de los más mayores. Buki, empezaba a estar, cada vez más molesto con las expresiones de Mantte. Le echó una mirada de reojo y continuó con su historia. —Como he contado antes, cuando Matt estuvo en condiciones, nos dirigimos hacia el poblado de los Sharkah. En pocos días llegamos. Nos recibió Mutta, su jefe. –Aquí, algunos interrumpieron pues reconocían al hombre. —¿Siguen pescando los peces del rio? Porque, creo que no sabían alimentarse de otra cosa. –Le preguntó uno, también bastante mayor. —Sí. –Afirmó Buki. —Son muy sabrosos. –Informó el anciano, a los demás miembros del Consejo. —En el poblado, Mutta nos contó que había un grupo de renegados de los Marut. Que habían raptado a varias mujeres de los Bara, que eran muy peligrosos. Habían salido en su busca, pero, no habían logrado atraparlos. —Debe de ser un mal momento para el pueblo de los Marut. Nunca, habían tenido ninguna clase de disputa con ningún otro pueblo. Espero, que esto no les cause grandes problemas. –Dijo, apesadumbrado Kay. —Partimos de allí, después de fabricarles puntas de lanza. Sabían de la destreza de nuestro pueblo en la fabricación de puntas y desde luego no quedaron defraudados. –Aclaró Buki, con orgullo. —Debía de ser un asunto realmente delicado, para que 219
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necesitaran tantas lanzas. –Volvió a decir Kay como hablando consigo mismo. Buki continuó. —Partimos hacia las tierras de los Bara, para cruzar el rio, pues, los otros caminos estaban muy mal para ser transitados. Durante el viaje, Matt nos enseñó a fabricar un arma nueva. El arco. –En ese momento, puso delante de él, en el suelo el arma y las flechas. Todos la miraron con expectación, ninguno sabía cómo funcionaba y menos para que servían esas lanzas pequeñitas. —¿Dices, que eso es un arma? –Preguntó Mantte, un tanto intrigado. —Sí. –Respondió Buki y continuó hablando sin hacer caso a Mantte—. Al poco tiempo de fabricarla, nuestra familia fue atacada por ese grupo de renegados. Matt y yo logramos salvar a Kara y a Shany, matando a doce de ellos. Pero, no pudimos hacer nada por el resto de la familia. – En este momento Buki clavó la mirada en el suelo y calló. —Comprendo tú dolor, Buki. Agradezco que vengaras su muerte. –Lo consoló Kay. —No sólo yo, Matt también ayudó. Fue él, con su arma, el que mató a la mayoría de ellos. Enterramos sus cuerpos y partimos. Pero, decidimos que había que salvar a las mujeres. No debían de estar muy lejos. Así que, acomodamos a Kara y Shany en un sitio seguro y fuimos en su busca. Encontramos el escondite y a las mujeres. Los matamos y luego cortamos las cuerdas con las que estaban atadas. Les dimos de comer y beber y partimos de allí. Unos días de viaje y llegamos al pueblo de los Bara. —Es increíble, que dos hombres solos, mataran a tantos hombres. –Dijo Mantte, con una sonrisita incrédula en la cara. —Puedes creerlo o no. Es la verdad. Hasta Inda, su jefe, 220
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quería que nos quedáramos a vivir con ellos. Les enseñé, a fabricar arcos. –Explicó Buki, enfadado, por las palabras de Mantte. —Tranquilo, sólo decía, que es difícil creer, sin ver el arma en acción. –Trató de disimular Mantte. —Continúa, joven. –Volvió a terciar el anciano, haciendo caso omiso de las palabras de Mantte. —Partimos hace días y encontramos el resto del grupo de los Marut, atacando a Ubu y Yuka. Los ayudamos matando a los atacantes y les invitamos a venir con nosotros. –Terminó Buki su historia. —Un viaje y unas historias extraordinarias. No sé cuánto de ellas es cierto, sobre todo, lo de tantos muertos, pero, la verdad es la mejor historia que he oído en muchos años. – Dijo Mantte, sin dejar de reír. —No he contado más que la verdad. No tengo que inventarme nada. –Buki de un salto se puso en pie, frente a Mantte con los puños cerrados, a modo de reto. —Tranquilo chaval, tranquilo, no quiero enfrentarme a ti. Sólo, que resulta muy difícil, para nosotros creer que dos hombres solos, puedan matar a tantos. –Intentó, Mantte arreglar sus palabras. —Yo creo a mi sobrino. –Dijo Kay, desafiante. —Yo también. –Ratificó Buri. La atmósfera se enrareció, un poco, tras las insinuaciones de Mantte. Aunque no faltó, entre el Consejo, quien lo apoyara. —Bueno, nosotros no estábamos para verlo, pero, yo creo a nuestro hermano. De todas formas, la verdad siempre se sabe. A mí lo que me interesa, es saber más sobre esa nueva arma. ¿La has probado? –Preguntó el anciano, intentando calmar las cosas, cambiando de tema. —Sí. No es solo eficaz cazando animales desde larga dis221
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tancia. Con ella también hemos matado a muchos de los hombres de los que he hablado. –Respondió al anciano, sin apartar la vista de Mantte. —A parte de usarlo, has contado que sabes construirlo. –Se interesó, de nuevo, el anciano. Buki, apartó la mirada de Mantte y miró al anciano. —Sí. Me enseñó Matt. Cuesta un poco habituarse a ella. Pero, ahora, la prefiero a la lanza. –Dicho esto, se volvió a sentar. Todos, se pusieron a discutir. No conocían ningún ama mejor que la lanza. El que más se quejaba era Mantte. Kay, para intentar zanjar el tema dijo: —En mi opinión, si el arma es tan buena, Buki ha hecho muy bien en traérnosla. Seguro, que nos enseñará a usarla y a fabricarla. —Eso quiero, tío. –Le contestó Buki, un poco más tranquilo. —De acuerdo. Veremos mañana el funcionamiento de la nueva arma y entonces decidiremos. En relación al aval de los nuevos extranjeros, ¿hay alguna objeción? –Dijo Kay, mirando directamente a Mantte. Esta vez, no dijo nada, solo se dedicó a sonreír. —De acuerdo, los nombraremos mañana víspera de la fiesta de verano. –Anunció el anciano. —Muy bien, si no hay nada más que hablar, levantamos la reunión. –Dijo Kay. Cuando todos iban a levantarse, Mantte levantó la mano diciendo: —Creo que queda un asunto. —Cual. –Preguntó Kay. —He oido que, el hombre llamado Matt, desea unirse a una de nuestras mujeres. –Dejó caer las palabras, como si no fueran con él. 222
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—Cuando sea miembro, podrá unirse a ella, si ese es su deseo. –Explicó Kay. —Sí, pero, en estos momentos, no tiene padre, por consiguiente, no tiene un hombre en su hogar. Según marca nuestra ley, si una mujer no tiene padre, un miembro puede solicitarla como pareja y unirse a ella para tener una familia. –Citó de corrido la ley Mantte. —Mi hermana, ya me tiene a mí. –Insinuó Buki. —Sí, claro. Pero que yo sepa, tú estás casado y tienes una familia. –Explicó Mantte. —¿Tío? –Preguntó Buki, nervioso. Kay, no podía decir nada al respecto. Mantte, había preparado muy bien su discurso. —Tiene razón Buki. En estos momentos, es una mujer sola. Cualquier miembro de nuestro pueblo puede solicitarla como pareja. —Pero, Matt, va a ser miembro. ¿Qué importa eso? –Intentó buscar como excusa. Kay, enseguida se dio cuenta de la jugada de Mantte y todo el Consejo había caído en sus redes. Hasta ese momento no había sido consciente de la avaricia de Mantte. —Yo, como miembro y parte del Consejo, pido a la mujer llamada Shany, para poder cuidarla y protegerla. Deseo, unirme a ella y formar un hogar. –Pidió Mantte, sin dejar que nadie pudiera adelantársele. —Tú no tienes derecho. Lo has preparado todo, ¿verdad? –Le soltó Buki, poniéndose de pie con los puños cerrados y las mandíbulas apretadas. —Solo me atengo a las leyes. –Contestó Mantte inocentemente mirando uno a uno a los miembros del Consejo. —Jefe, ¿estás de acuerdo con él? –Preguntó Buki a su tío Kay. —No puedo hacer nada, tiene el derecho, como ha 223
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dicho, la ley le ampara. –Le contestó Kay derrotado, mirando a Mantte. Buki, cogió su arco dio media vuelta y salió del Consejo. Nada más pisar la calle, una mano lo sujetó por el hombro. —Espera Buki. Se giró y vio que era Buri, su primo. —No estoy de acuerdo con este Consejo. –Dijo Buki, antes de que le preguntara nada. —Yo tampoco. Ese Mantte, no me gusta. Sólo quiere más poder en el Consejo. Ha visto en tu hermana, la ocasión de aumentar su rango. Uniéndose a ella, adquiere el rango de nuestra familia y, seguramente, en el futuro podría optar al puesto de jefe. —¿Qué podemos hacer? –Preguntó Buki, totalmente abatido. —No sé. Creo, que no podemos hacer nada. Estas leyes tan viejas y estrictas, son una de las causas, por la que muchos nos hemos decidido a formar un nuevo asentamiento. —Vayámonos entonces. Antes de que Mantte lleve a efecto sus planes. —No es tan fácil. Las cosas no se hacen así. –Le respondió Buri, consciente del momento por el que estaba pasando Buki. —Debo comunicar a mi familia lo que pasa, Tal vez, entre todos encontremos una solución. ¿Quieres venir conmigo? –Le ofreció a su primo. —Por supuesto, tengo que ver a mi prima. Y ver por qué Mantte se ha interesa tanto por ella. Ya habían terminado de comer y estaban tomando la infusión, cuando entraron en la choza. Todos vieron la cara de enfado que traía Buki. Este, se sentó y se puso a comer algo. Mientras, Buri saludó a Shany y a todos los que estaban con ella. 224
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—Buki, ¿Qué ha pasado? Te veo de muy mal humor. – Preguntó Kara, cuando terminó de comer. —¡Bah! Son todos, una panda de antiguos. –Dijo Buki, escupiendo las palabras. —No Buki, solo que no quieren darse cuenta que los tiempos van cambiando, que las leyes están bien, pero deben ser flexibles y a veces, hay que cambiarlas para ir avanzando. –Le dijo Buri. —Buki, por favor. ¿Qué ha pasado ahí dentro? –Esta vez, fue Shany, la que preguntó, casi gritando, con un tono de miedo en la voz. —Lo de Matt, Ubu y Yuka, está concedido. Mañana harán el rito para formar parte de nuestro pueblo. –Le respondió Buki. —Perfecto ¿no? –Dijo Shany. —No. Mantte ha convencido al Consejo, usando la ley, para que te concedan unirte a él, el día de la fiesta. Shany, se quedó sentada, con las manos en la boca. —Baku, decir que, si yo hacer miembro, yo unirme a ella. –Dijo Matt, totalmente desolado. —Sí, así era. Pero, él aplica una ley, que dice que, si una mujer está sola, un miembro puede tomarla como pareja. Matt, tú todavía, no es miembro. –Le explicó Buki. —Mantte, sólo quiere el rango que le dará el casarse con alguien de nuestra familia. Es un salto muy importante para él. Podría optar a la jefatura del clan. –Explicó Buri. —¿Qué podemos hacer? –Preguntó Shany, a punto de llorar. —No sé. La cosa está muy difícil. Pero, aún no se ha unido a ti. Así que, hay que tener esperanza. –Intentó consolarla Buri, aunque, sabía que no había muchas. Matt, no pudo aguantar más y salió corriendo. Puso la montura al caballo, el arnés y salió a galope tendido del po225
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blado. La gente, se apartaba a su paso. No supo cuanto tiempo estuvo galopando sin rumbo. Pero, cuando llegó de vuelta al poblado estaba anocheciendo. Estaba dejando el caballo, cuando Shany se le acercó. —Pensé, que te habías ido y me habían abandonado. – Susurró, mientras, le acariciaba el brazo. —Yo, pensar en ir. Luego, pensar en ti. No querer perderte. Pero, si no tenerte, yo no saber, que hacer. –Respondió, sin siquiera mirarle a la cara. Ella lo abrazó, y se apretó contra su espalda. El destino no podía ser tan cruel, se giró y la abrazó. —Mejor, entrar y dormir. Mañana, pensar. –Fue lo único que se le ocurrió decir. Todos estaban ya dormidos, así que, ocuparon su sitio. Se sumergieron en las pieles y esperaron al día siguiente.
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XXIII
FUTURO EN EL PASADO
A la mañana siguiente, cuando las tres parejas, estaban terminando de desayunar, escucharon una gran conmoción fuera. Salieron de la choza y vieron que el poblado entero, rodeaba a un numeroso grupo de gente, que acababa de llegar. Se acercaron a ver quiénes eran. El asombro, fue mayúsculo, Acababa de llegar Inda con gran parte de su pueblo. Se metieron entre medias, para saludarle. —¡Inda! –Gritó Buki, entre la gente. Él oyó la voz de Buki y lo buscó con la mirada. Al fin, lo vio aparecer. —Saludos Buki. –Dijo Inda, ofreciéndole la mano. —¡Que sorpresa! –Le respondió, estrechando su mano. —¿Dónde están todos? –Preguntó el hombre. —Aquí, Inda. –Gritó Matt, apareciendo con los demás y saludándole efusivamente, con un estrechón de manos. —Veo que estáis todos bien. –Dijo, echando un vistazo a los demás. Aunque, no le pasó desapercibido el semblante de tristeza de Matt. —Sí, todos, bien. Nuevos amigos, en el camino. –Dijo, señalando a Ubu y Yuka. Inda, los saludó un poco sorprendido por el color, del nuevo amigo de Matt. Éste, le estrechó la mano lo mismo que hicieron sus amigos. —Inda, quiero que conozcas, al miembro más joven del grupo, mi hijo. –Dijo, señalando al bebé que llevaba Kara en brazos. —¡Por la Madre, Buki! ¡Ya eres padre! –Y, le dio un fuerte abrazo. —Kara, lo tuvo antes de llegar. Es un niño muy fuerte. –Explicó Buki, todo orgulloso. En ese mismo instante apareció Kay y parte del Consejo, incluido Mantte, para darles la bienvenida. 227
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—Bienvenido seas Inda y todo tu pueblo. –Saludó ceremonioso Kay. —Deseosos de compartir la comida de los Uska y tu hospitalidad Kay. –Respondió, también, oficialmente Inda. —Nuestro Hermano Buki, nos ha hablado de su estancia, en vuestro pueblo. –Dijo Mantte, entrando en la conversación, sin ser presentado. —Así es, él y su grupo estuvo con nosotros, después de traernos a las mujeres que nos fueron robadas por un grupo renegado del pueblo de los Marut. Les estaremos agradecidos eternamente. –Le contestó Inda, sin disimular el enojo, por meterse en medio del saludo. —Vaya, parece que Buki, no mintió, parte de lo que nos contó puede ser cierto. –Dijo, algo sorprendido. —Buki, puede que sea joven, pero es incapaz de mentir. Además, de ser un gran cazador y guerrero, es mi amigo. – Lo dijo con tal énfasis, que Mantte no tuvo más opción que callar. —Nos gustaría que vinieras con tus hombres de confianza al Consejo, después de instalar a tu gente, y, nos cuentes cosas del viaje y de vuestro pueblo. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos. –Invitó Kay a Inda. Feliz de volver a encontrar a un hombre al que respetaba y quería. Inda, aceptó. Parecía, que habían llegado en el momento oportuno. No sabía por qué había tomado una decisión tan precipitada de acudir a la fiesta de los Uska. Algo en su interior, le decía que aquel hombre que había conocido y que tanto le había impresionado, necesitaría su ayuda. Por eso, no lo había pensado dos veces y se lo había comunicado a su pueblo, que aceptaron de buen grado. En un tiempo record se prepararon y partieron. Ahora estaba seguro de que había acertado en su decisión. El grupo de los Bara, se instalaron en una zona cerca del 228
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poblado, Inda, Goib y otro hombre, fueron a comer con el Consejo. Le preguntaron, sobre todo, por los sucesos de los que Buki les había hablado. Por cómo habían liberado a sus mujeres y de cómo habían dado muerte a tantos hombres, Buki y el otro extranjero. El más interesado, en los detalles, fue Mantte. Inda, no solo corroboró cada una de las palabras que Buki había contado, sino que, les habló de cómo había usado en una cacería, esa nueva arma que había fabricado y que tan buenos resultados le había dado. Él sólo había matado más bisontes que casi todo el grupo. El Consejo entero, se puso a palmear los muslos, en señal de aprobación. Hasta Mantte, tuvo que aplaudir. Kay, le invitó a asistir al rito de nombramiento de los nuevos miembros. En ellos, estarían Matt y Ubu. Inda, lo agradeció, aunque, no dejó de decir que tenían mucha suerte con contar con un hombre así. Que él le había propuesto quedarse con ellos y no había aceptado, porque le había prometido al padre de Buki ser un Uska. El Consejo, escuchó estas palabras, con mucho respeto. Decía mucho de un hombre que cumpliera la palabra dada a un hombre en su lecho de muerte. Antes de comer, dos hombres llegaron a la entrada de la choza de Buki. Preguntaron por los extranjeros. Les informaron que se iba a iniciar el rito de iniciación, de los nuevos miembros, que debían acompañarlos al centro del poblado. A Matt y Ubu, les pusieron en la cabeza, una piel que les tapaba totalmente la cara y partieron al punto de encuentro. Al llegar, todo el pueblo estaba sentado en círculos alrededor de la plaza central. En el centro, había tres hombres más, junto con sus avales. Situaron a los dos hombres, al lado de los demás y a Buki 229
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delante de ellos. Kara, Shany y Yuka, se sentaron con los demás. Todo el mundo estaba en silencio. De pronto, se empezó a escuchar un sonido rítmico. A Matt, le sonaba como si golpearan con palos sobre distintos maderos. Del interior de la choza del Consejo, comenzaron a salir los miembros. Todos iban engalanados con pieles y plumas. Junto a ellos, estaba Inda, invitado por el Consejo a participar y Buri. Cuando Kay levantó su lanza, el sonido cesó. Kay con voz solemne dijo: —Pueblo de los Uska, hoy tenemos el gran honor, de tener entre nosotros a unos hombres, que desean formar parte de nuestro pueblo. Ellos son Kur y Jayr de los Karsha. Bamuy de los Taras. Ubu de los Sabaris y Matt de los Americanos. Mientras Kay los iba nombrando, Cada uno de los avales, dejaba en el suelo, delante de cada hombre, un paquete con el arma que iba a portar a partir de ese momento. Buki, depositó las dos delante de sus avalados. Acto seguido, Kay, continuó hablando. —Cuando sean miembros, tendrán los mismos derechos y deberes que cualquiera de nosotros, incluido yo. Por eso, quiero preguntaros, ¿hay alguien que se oponga al nombramiento de alguno de estos hombres? Nadie de los presentes, dijo nada. Miró de reojo a Mantte, que parecía estar a punto de decir algo, pero, se contuvo. —De acuerdo entonces, comencemos el ritual. Los músicos, variaron el ritmo. De detrás del Consejo, aparecieron dos hombres, tapados con una piel, de la cabeza a los pies. En los tobillos llevaban un tipo de cascabel que hacían sonar al ritmo de la música. En una mano, llevaban una antorcha y en la otra una pequeña lanza, comenzaron a realizar un baile, con muchos movimientos, 230
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alrededor de los cinco hombres. Les pasaban las antorchas por delante del cuerpo y les daban pinchazos con las pequeñas lanzas. Al terminar el baile, la música cesó, casi, por completo. Solo se escuchaba un golpe rítmico. Al séptimo golpe apareció el chamán. Se situó delante del primer hombre y le hizo el tatuaje de los Uska, en su brazo izquierdo. Repitió lo mismo con cada uno de los demás, hasta terminar con Matt, que era el último del grupo. Cuando hubo acabado, la música volvió a sonar con ritmo y los danzantes volvieron a dar vueltas alrededor de los nuevos miembros, hasta que volvieron a desaparecer detrás del Consejo igual que habían aparecido, cesando, de nuevo, la música. —Habéis entrado en esta plaza, como hombres extranjeros, ahora, ya sois nuestros hermanos. Quitarles la piel. – Ordenó Kay. Cada aval, retiró de la cabeza de su avalado, la piel que lo cubría. —Ahora, cada uno, coged el arma con la que defenderéis a vuestro pueblo y daréis de comer a vuestra familia. –Volvió a ordenar Kay. Cada uno, cogió el paquete de piel que tenía delante y fue desenvolviéndolo. Los tres primeros, tenían unas lanzas nuevas que elevaron en alto. Ubu, tenía un arco hecho por Buki. Este, que no esperaba algo tan valioso se lo agradeció, también lo elevó al aire. Esto asombró a la gente, porque, aunque habían oído hablar de la nueva arma, no lo habían visto y el nuevo miembro ya tenía una. Matt, por su parte, sabía que contenía el paquete que le había dejado, delante, Buki. Desenvolvió su arma y la alzó igual que los demás. Nadie supo que decir, pues no habían visto nada igual, y no les pareció un arma tan peligrosa, como la habían descrito algunos que habían escuchado la historia de Buki. 231
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—¡Que dé comienzo la comida! –Gritó Kay. La gente, se acercó a felicitar a los nuevos miembros. Sobre todo, los hombres que querían ver el arma de Ubu, pues la otra no les merecía ninguna consideración, al no entenderla. Shany, Yuka y Kara con el niño, se acercaron sonriendo. —Ya tienes el mismo símbolo que yo en el brazo. –Dijo Shany, dándole un beso a Matt. —Sí. Escocer un poco. –Le contestó, tocándose el tatuaje. En ese momento, se acercó Inda. —Felicidades Matt. –Lo abrazó efusivo. —Gracias Inda. –Respondió al saludo. —Lástima que no te quedaras con nosotros. Echaré de menos a un hombre como tú. —Creo, que este ser, mi lugar. –Contestó Matt, sin demostrar felicidad. —Veo que tenías que estar feliz, y en cambio, te noto algo triste. ¿Te pasa algo? –Le preguntó intranquilo. —Venir a cenar. Contar allí. –Le respondió Matt. Inda, sintió, que el consejo no le había contado todo en relación a Matt. —De acuerdo, luego a la hora de cenar, hablaremos. – Los dejó, para que pudieran recibir la felicitación de su nuevo pueblo. Trajeron la comida, unos cuantos ciervos que habían estado asando y comenzaron a repartirlo entre la gente. Los nuevos miembros, estaban invitados a comer con el Consejo. Mientras tanto, en el centro de la plaza, un grupo de hombres comenzaron una serie de danzas. Todos portaban unos palos y los golpeaban entre sí produciendo rítmicos sonidos. —¿Qué tal te sientes, ahora que eres parte de nuestro pueblo? –Preguntó a su espalda, Mantte, tomando asiento 232
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con un trozo de carne en la mano. —Bien. Algo que prometer, ya cumplir. –Le contestó Matt. —Eso, está muy bien. –Dijo Mantte, mientras daba un bocado a su trozo de carne y miraba de reojo a Inda. Mientras comían, algunos miembros del Consejo hablaban sobre las normas y obligaciones que tenían todos los que ya formaban parte del pueblo. Matt, intentó centrar su atención en la conversación para olvidarse de Mantte. Al cabo de un rato, se dio cuenta que éste se había escabullido de su lado. Entonces miró hacia donde estaba Shany y las otras chicas y vio como Mantte se había sentado al lado de Shany. Esta, no apartaba la vista de Matt. Pero, Mantte, no hacía más que coquetear con ella. Veía como la mano de él iba de caricia en caricia. Mientras ella, trataba de no hacer nada que pudiera estropear la comida. Ella y las demás, le reían, de vez en cuando, las gracias. Tuvo que ver, como él pasaba la mano por detrás de su cintura, le daba un beso en el cuello y le decía algo al oído. El cuerpo de Shany se quedó rígido, su cara denotaba asco y hastío. Matt, no podía más, estaba a punto de saltar, cuando notó una mano que le aferraba la muñeca. Al mirar, vio a Inda. Este le sonreía. —Tranquilo Matt, aquí no va a hacer nada que ella no permita. Y no creo, que ella le permita nada. –Dijo, mientras, le señalaba con la cabeza hacia el lugar de Shany. Al volver a mirar de nuevo, vio como las tres mujeres se levantaban y se iban a toda prisa, acompañadas por Buki. Matt furioso, volvió a mirar al hombre. Este seguía con la estúpida sonrisa en la cara, comiendo carne. Después de unos instantes se ladeó y empezó a hablar y reír con una chica. 233
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—Me parece, que ese es el culpable por el que hoy no estás feliz. ¿Me equivoco? –Le preguntó, acercándose al oído y sin soltarle aún la mano. —Sí, tener razón. No estar muy feliz. –Le respondió, mirándole a los ojos. —Tú come, hoy debes ser feliz. La Madre, tiene para cada uno un destino. Tú aún, no sabes cuál es el que te tiene reservado. –Le dijo, mientras soltaba su muñeca y le ofrecía una costilla. Matt, esbozó una sonrisa. —De acuerdo, Inda. –Cogió la costilla y le dio un bocado. Cuando terminaron, Ubu y Matt, se dirigieron a la choza donde vivían. Estaban cambiando al bebé, cuando llegaron. Shany fue corriendo a abrazarle. Se sentaron juntos, al lado de los demás. —Os estábamos esperando. –Dijo Buki. —Vaya, ¿para qué? –Preguntó Ubu, intrigado. —Bien, Kara y yo, esperábamos que regresarais para estar todos juntos. –Informó. —¿Ocurrir algo? –Preguntó Matt, algo inquieto. —Nada malo. –Sonrió Buki. —Hoy es un día muy especial para Buki, no sólo por vosotros, si no por su hijo. –Le dijo Shany. —¿Tú hijo? —Sí Matt, Quiero que mis amigos estén presentes, el día que Kara y yo, le ponemos nombre y entra en él el espíritu. —Enhorabuena. –Dijeron al unísono Ubu y Matt riendo y dejando atrás, la tensión acumulada. —Gracias. Sois mis mejores amigos. A Shany, no la cuento porque es mi hermana y la tengo que aguantar toda la vida. –Dijo Buki, riendo y giñándole un ojo. —¡Pero qué animal que eres! –Le gritó Shany, haciéndose la enfadada. 234
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—Perdona hermana. Era broma. En este viaje, he comprendido lo que es tener familia, y, sobre todo, perderla. No me gustaría, por nada del mundo, perderte. –Le dijo, esta vez, serio. —Lo sé. Yo también te quiero. Aunque, a veces te daría unos azotes. –Esto último hizo que todos se rieran. Al cabo de unos instantes, Buki cogió a su hijo en brazos. Se puso serio, carraspeó y anunció con solemnidad: Os presento a mi hijo que a partir de hoy llevará el nombre de… Baku, como mi padre. Shany, no pudo contener las lágrimas. Y se abrazó a su hermano. Todos se emocionaron. —Tu, elegir, el mejor nombre, para tu hijo. –Dijo Matt emocionado y estrechando su mano. —Gracias Matt, me alegra mucho que te guste mi decisión. Kara, fue la que me lo propuso. Creo que he elegido a la mujer perfecta. –Dijo, mientras le daba un beso. Ella bajó la vista y se puso tan roja que parecía que iba a estallar, sonrió y le dio un beso en la cara. La tarde la pasaron entre risas y buen ambiente. Hasta que llamaron en la entrada. —¿Quién es? –Preguntó Buki. —Inda. —Pasa, pasa. –Dijo Buki, mientras Yuka, apartaba la piel de la entrada para darle paso. —Os veo muy felices. –Les dijo,, nada más tomar asiento, junto a ellos. —Acabamos de poner el nombre a mi hijo. –Informó Buki, todo sonriente. —¡Enhorabuena! ¿Se puede saber, cuál es el elegido, para el pequeñajo? –Preguntó Inda. —Baku, como mi padre. —Excelente decisión, Buki. Honras el nombre de tu padre. –Le felicitó, con una palmada en el hombro. 235
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Después de un momento, se puso serio y dijo: —Bueno, creo que tenemos que hablar de algo que os preocupa. ¿No es así? Todos se miraron y de nuevo, la pesadumbre les atenazó. —El problema, es ese Mantte. –Dijo Buki. —Comprendo. –Dijo Inda. —El, querer unir, con Shany. –Explicó Matt. —Según parece, hay una ley que dice que si una mujer no tiene quien cuide de ella, un miembro puede solicitarla, según dice él, para cuidarla. Voy yo y me lo creo. –Dijo Buki, enojado. —Pero, Matt, ya es miembro. Con todos los derechos. —Sí, pero, él la solicitó ayer, en la reunión del Consejo, sin dejar opción a Matt. –Esta vez, quien habló fue Ubu. —Inda, ¿no puedes hacer nada? –La pregunta de Shany, sonó a súplica. —Mantte, ha sabido esgrimir una ley muy poderosa ante los miembros del Consejo, no creo que puedan hacer nada. –Contestó Inda. —¿Kay, no puede usar su rango en el Consejo, para paralizar a Mantte? –Preguntó Buki. —No. No puede. Aunque sé, que no está de acuerdo y no comparte esa decisión. Sin embargo, las leyes deben cumplirse y él como jefe, debe ser el primero en dar ejemplo. –Contestó Inda. —Entonces, no haber solución. Yo perderte. –Dijo Matt, cogiendo de la mano a Shany, apesadumbrado. —Esperad, esperad. No debéis perder la confianza. Todavía no he visto que Mantte esté unido a Shany. Y, hasta entonces, todo puede ser posible. –Sugirió Inda intentando dar ánimos. Aunque, sabía que, si no se remediaba, quedaban pocas posibilidades. Cuando Kara se retiró para acostar al pequeño. Inda se
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despidió. Todos los demás continuaron alrededor del fuego. No dijeron ni una palabra. Poco a poco, fueron retirándose a dormir. Los últimos fueron Matt y Shany. Tampoco dijeron nada. Se acostaron abrazados, el uno junto al otro, esperando, que Inda tuviera razón y todo pudiera arreglarse.
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XXIV
La mañana, despertó al poblado con mucho ambiente. Era el día de la fiesta de la madurez. Estaban desayunando, cuando llamaron del exterior. —¡Buki, Ubu, Matt! –El Consejo os llama. Los tres hombres se miraron. —¡Vamos! –Contestó Buki. Cuando salieron fuera, les estaban esperando dos hombres de Kay que les dijeron que los siguieran. Al llegar a la choza del Consejo, les invitaron a sentarse. Al momento, llegaron otros miembros, entre ellos estaban Kay y Mantte. Éstos, se sentaron enfrente de ellos. —Tras los acontecimientos de ayer y como miembros de este pueblo, todos debemos aportar lo que tengamos para el beneficio del mismo. –Empezó a hablar Kay. Los tres hombres, escuchaban con atención las palabras del jefe. —Bueno Buki, como tienes una nueva arma que enseñarnos. Hemos creído que hoy, siendo el día más importante de nuestro pueblo, podría ser el idóneo, para que nos muestres su funcionamiento. –Dijo Inda. —Me parece un buen día para haceros una demostración. Si os satisface, después podría enseñar a algunos de nuestros maestros la técnica para su fabricación. –Le contestó Buki, muy contento. —Estupendo. Saldremos después de comer, si te parece bien Buki. —Por mi parte, bien. —De acuerdo, un asunto arreglado. Continuaremos con los siguientes. –Estas palabras, hicieron que los tres hombres se miraran los unos a los otros y se movieran en sus asientos nerviosos. 238
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—Tú dirás. –Preguntó Buki, un tanto a la defensiva. —Como vosotros dos sois ya miembros de nuestra comunidad, tenéis derecho a vuestro hogar. –Dijo Kay sonriéndoles. Matt y Ubu, se relajaron tras lo dicho por Kay. —Ya viven conmigo, en mi hogar. Es muy grande y hay sitio para todos. –Insinuó Buki. —Lo sé Buki, pero la ley obliga a que se le facilite al nuevo miembro un hogar, para que pueda iniciar su vida dentro de la comunidad y formar una familia. –Le informó Kay. —Por mi parte, me parece bien. –Insinuó Ubu. Matt, por su parte, no estaba muy seguro de esta oferta. —Estaréis muy cerca del hogar de Buki, la casa de la derecha. La ocupaba hasta ahora la familia de Galin. Pero, ha aumentado y se le ha quedado pequeña. Han construido otra y os la cede con mucho gusto, Ubu. —Bueno, pues en ese caso acepto. No me hacía mucha gracia alejarme de mis amigos. —Está bien Ubu, seremos vecinos. –Lo felicitó Buki. —En tu caso Matt, ha sido más complejo. Matt, empezó a sentirse más nervioso por lo que parecía que iba a decir. No paraba de observar a Mantte, que estaba mirando hacia el suelo, haciendo que no prestaba atención, pero, en su cara se apreciaba la sonrisa socarrona de siempre. —¿No poder, estar cerca de Buki y Ubu? –Preguntó, impaciente. —El problema, es el caballo. Como ha expuesto en este Consejo nuestro hermano Mantte, tu hogar tendría que ser distinto a los otros, puesto que, llevas ese animal y por lo que hemos comprobado, necesita un sitio para que lo cuides. 239
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Ciertamente, no podía decir que no. Lo expuesto, tenía su lógica. Pero, le molestaba que la propuesta viniera de Mantte, seguramente, había algo oculto en sus buenas palabras. —Hemos estado buscando el lugar y la choza idónea. Al final, hemos encontrado una, que está al norte del poblado. Allí, tienes el prado cerca y puedes fabricar un cerco para tu caballo. –Le informó Kay. —Esa parte, es la más alejada del poblado. Encima, es donde la gente tiene menor rango. –Saltó Buki, enfadado. —Buki, tenías que saber, que los nuevos miembros, siempre tienen el menor rango. –Dijo Mantte, que hasta entonces, había estado callado. —Tiene razón. –Corroboró Kay, las palabras de Mantte. —Ya, pero, suponía que con lo que había hecho por nosotros y el arma que nos ha facilitado, tendría más derecho. –Trató de explicar Buki. —No dudamos del aporte de tu amigo. Seguro, que con el tiempo, tendrá un mayor rango, pero, por el momento, el caballo es un problema. No podemos dejar, que ocurra una desgracia viviendo tan cerca de la gente. –Expresó Mantte muy comedido. —Buki, tranquilo, tiene razón. –Dijo Matt, aparentando una tranquilidad que no sentía. —Me complace que lo entiendas. –Le agradeció Mantte, con una sonrisa irónica. —Que remedio le queda. –Expresó Buki. —Perfecto, quedamos aquí, después de comer. –Dijo Kay, dando por concluida la reunión. Todos se levantaron. Los tres amigos, partieron hacia el hogar de Buki, que hasta ahora había sido el de todos. Al llegar, estaban las tres mujeres esperándoles en la entrada, deseosas de escuchar las nuevas noticias. Cuando les con-
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taron lo que había ocurrido, Shany se puso colérica. Matt, trató de tranquilizarla. No pasaba nada. El Consejo, tenía razón. No podían tener un animal, tan cerca de la gente. —Matt, no te tendré cerca. –Le dijo, mientras se frotaba los ojos. —No preocupar, estoy muy cerca. Además, no ha dicho nada de que no puedas vivir conmigo. –Le dijo. —No es lo mismo. –Aunque, esto lo dijo con una sonrisilla. —Nosotros, también, nos mudamos. –Dijo Ubu. —¿A dónde? –Preguntó, nerviosa Yuka. —Aquí. –Señaló la choza contigua a la de Buki. —Todo esto, ha sido una treta organizada por ese asqueroso Mantte. –Explicó enfadado Buki. —Odio a ese hombre. –Casi gritó Kara. —Yo también, y, además creo, que esto no va a acabar aquí, ni mucho menos. –Dijo Shany, con un tono de preocupación. —Yo también, pienso lo mismo. –Corroboró Buki. Seguidamente, ayudaron a Ubu y Yuka, a tomar posesión de su nuevo hogar. Les dieron muchas cosas. Sobre todo pieles y útiles para cocinar. Cuando Ubu y Yuka estuvieron alojados, Matt, cogió sus cosas y las montó encima del caballo. Lo cogió de las riendas y lo condujo hacia el lugar donde estaba su nuevo hogar. Shany lo acompañó. Realmente, no estaba tan lejos como Matt se había imaginado. Sólo, una docena de chozas al norte. Al llegar, lo primero que comprobaron, fue que la choza estaba totalmente destrozada. Las pieles estaban rotas y las varas que las sujetaban también. Le habían dado la peor que había en todo el poblado y la más alejada. Al momento, llegaron los demás. No daban crédito al 241
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hogar que le habían asignado. Echaron toda la culpa a Mantte. Entre todos, trajeron varas nuevas y pieles. Para la hora de comer, habían terminado de arreglarla. El interior, lo forraron con esterillas nuevas. Ahora tenía un aspecto excelente. —Me gustaría, ver ahora la cara de Mantte. –Expresó Buki, riendo. Todos, le imitaron. —Ha quedado un hogar muy bonito. –Dijo Kara, que se había sentado en el suelo, para dar el pecho al pequeño Baku. —Sí. Me encanta. –Dijo Shany. —Pero, cuidado, no vayáis a romperla. –Rió Buki. Shany, le dio un pequeño puñetazo en el brazo. Aunque, también sonrió. Al lado de la choza, Matt construyó un cercado con todas las varas que pudo conseguir. Lo hizo lo más grande que pudo. Tenía que dar la razón a Mantte. El sitio, era excelente para el caballo. Además, había una fuente, que llenaba un pequeño estanque, por lo que, no tendría que ir a buscar agua todos los días. La hierba era abundante. Le costaba admitir, que ahora, estaba mejor que antes y todo, gracias al hombre, que no quería ni nombrar. Hasta el caballo, pareció agradecer el tener más sitio y toda la hierba fresca que quisiera comer. De todas formas, todos acudieron al hogar de Buki para comer. Kara, había estado preparando la comida, mientras, ellos trabajaban en la reparación. —Debemos acercarnos a la plaza, nos estarán esperando para la demostración con el arco. –Comentó Buki, nada más terminar de comer y tomar la infusión. —Yo no he practicado, Buki. –Le expresó Ubu, un poco nervioso. 242
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—No te preocupes, yo seré quien haga la demostración. Me ha costado tiempo, en llegar a tener, un dominio aceptable con él. Cada uno, debe practicar con el suyo para adquirir experiencia y puntería. –Respondió Buki, mirando a Matt y guiñándole un ojo. Ubu, se sintió aliviado, al saber que no tenía que usarlo. Sólo, lo había visto en acción, con Buki. Sabía de su utilidad y de su eficacia. Pero, pensaba que, Buki tenía más experiencia y sería quién mejor podría demostrar su potencial. —De todas formas Ubu, debes llevar el tuyo. –Le aconsejó Buki. —Por supuesto. Quiero practicar. –Respondió. Las tres parejas, salieron del hogar. Una gran cantidad de gente se dirigía hacia la zona de prácticas, para ver la demostración. —Nosotros, ir más tarde. –Dijo Matt, cogiendo de la mano a Shany y dirigiéndose en dirección opuesta. —De acuerdo, os esperaremos. –Le gritó Buki, mientras continuaba su camino. —¿A dónde vamos Matt? –Preguntó Shany. —Vamos, por Carrot. Llegar montados en caballo. –Le informó, sonriendo. Al llegar, Matt, entró en la tienda y sacó unos saquitos de su interior. Shany, enseguida, se dio cuenta, de lo que estaba tramando. Primero, pusieron las bridas y sujetaron la piel de montar. Seguidamente, volcaron parte de los saquitos en unos cuencos. Lo mezclaron con grasa y agua y comenzaron a pintar al caballo. En las ancas traseras le dibujaron el símbolo de su pueblo. Posteriormente, como había visto hacer de pequeño, en la reserva india, se pintó las manos y las puso varias veces sobre el cuerpo del animal. Cuando hubieron acabado, se quedaron mirando el resultado. Lo primero que pensó 243
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Matt, es que estaba preparado para ir a la guerra, contra los rostros pálidos. Sólo le faltaban las plumas. No pudo menos que sonreír. —¿Qué te parece, Shany? –Preguntó Matt, mientras le rodeaba los hombros con su brazo. Ella, se quedó mirando el resultado. Parecía muy concentrada. —Carrot, está espléndido. Deberíamos pintarle siempre. –Lo dijo con tanta seriedad y convencimiento, que Matt se quedó boquiabierto, mirando al caballo. No tardó en lanzar una sonora carcajada. —¿Vamos? –La invitó a subir. —Vale, hacía mucho que no montaba en Carrot y sabes que me encanta. Matt, agarró de la cintura a Shany y la puso encima del caballo. Él, de un salto se puso detrás de ella. Le rodeó con una mano la cintura y con la otra dirigió al caballo fuera del corral. Lentamente, se dirigieron hacia la zona donde se agolpaba, casi, todo el poblado. Buki y Ubu, fueron saludados al llegar a la plaza por varios hombres de Kay, inmediatamente, fueron conducidos a la zona de prácticas. Buki, no había visto tanta gente congregada en esa zona, en toda su vida. Todo el mundo quería ver esa arma que, llamaban “arco” y tiraba lanzas pequeñas. Varios cazadores, habían colocado unas pieles para utilizar como dianas. Algunos cazadores, dispararon sus lanzas haciendo blanco, esto hizo que muchos comenzaran a lanzaran bitores. Mantte, no fue menos y también hizo gala de su destreza y fuerza. Kay, Buri, Inda, Mantte y todo el Consejo estaba en la primera fila, delante de toda la gente. 244
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—¿Estás listo, Buki? –Preguntó Kay. —Sí tío, solo que un poco nervioso con tanta gente. —Tranquilo, sé de lo que es capaz esa arma. También sé que no vas a fallar a tu gente. Tú, sólo dispara y da en el blanco. –Le aconsejó Inda, sonriente. —Bueno muchacho, enséñanos esa arma tan maravillosa. –Le pidió, con cierto aire burlón, Mantte. Buki, vio la distancia. No más de diez metros. Era demasiado fácil, para hacer la exhibición. —¿Podrías ponerla más lejos? –Le pidió, con aire distraído. —¿Más lejos? –Le contestó Mante, sonriendo. —Sí. ¿Acaso no eres capaz de lanzar tu arma más lejos? –Le retó Buki, fijando sus ojos en él. —Por supuesto que sí. –Le contestó, algo malhumorado. Dos hombres, retrasaron la diana varios metros más. Mantte, tomó carrerilla y lanzó. Su arma volvió a clavarse en la piel. La gente gritó más fuerte, que anteriormente. Algunos, golpeaban sus muslos. Mucha gente sabía, que muy pocos, podían llegar a esa distancia y acertar. Mantte, estaba orgullosísimo. Le encantaba ser el centro de atención. Su estima y rango, estaba subiendo como la espuma, en ese momento. Sabía, que no había nadie que pudiera hacer lo que acababa de hacer él. —Bueno, ¿qué te parece, muchacho? ¿Podrías igualarlo? –Esta vez, una sonrisa fanfarrona, ocupaba toda su cara. —No está nada mal Mantte. Pero, ¿sólo llegas hasta ahí? –esta vez, lo dijo, con un tono de ironía, que hizo que Mantte apretara la mandíbula y los puños. —Igual no puede. –Dijo, de pronto, Inda. —Claro que sí, puedo llegar mucho más lejos. –Casi gritó la respuesta, en la misma cara de Inda. —Tú eres el mejor lanzador, sin duda. –Dijo, muy serio 245
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Inda, mientras, tomaba carrerilla y lanzaba su arma, clavándose al lado de la de él. La gente estalló en gritos de júbilo al ver tal demostración. Nunca, se había visto nada igual. —He de admitir, que no creía que fueras tan bueno. –Le felicitó Mantte, con una sonrisa entre dientes. —No está mal. Aunque, no creo que fueras capaz de darle a la diana, si la llevamos más lejos. –Ofertó Inda a Mantte, mirando de reojo a Buki. —La distancia ya es considerable, no creo que lanzáramos a animales a esa distancia. Siempre, tratamos de que estén más cerca para no fallar en el disparo. –Aclaró Mantte, mirando la diana. —Que lástima. Tenía entendido, que eras el mejor lanzador y lo has demostrado. Pero, supongo que ya es una distancia demasiado grande, hasta para alguien tan bueno. Estaría dispuesto a darte lo que me pidieras, si lograras, de nuevo, acertar a una mayor distancia. –Tentó, Inda a Mantte Mantte, se llenó de deseo. Sabía que estaba lejos, pero, si acertaba, un jefe de una tribu estaría en deuda con él. Este deseo, fue más grande que su prudencia. —Por supuesto que acepto. –Gritó, en medio del murmullo de la gente. Dos hombres, llevaron la diana más lejos. Mantte, resopló y relajó los músculos. Sabía que estaba lejos, pero, si lanzaba bien y lograba acertar, sería más grande que cualquiera del Consejo. Tomó carrerilla y lanzó con toda su fuerza. La lanza surcó el aire, pero, sólo llegó a clavarse en el suelo, a un metro escaso, de donde estaba anteriormente la diana. —Buen intento, pero, para una lanza, es demasiado lejos. –Le dijo Inda. 246
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Mantte, lo miró con ojos de odio que hizo sonreír a Inda. Había valido la pena la tentación, sólo por ver, su cara. —Que demuestre el muchacho, de lo que es capaz, con sus lancitas. –Se mofó, sarcásticamente, Mantte. —De acuerdo. Ahora me toca a mí. –Contestó Buki. Todos, se fijaron como no tomaba carrerilla para dar impulso, sino que colocaba las piernas separadas, para tener un mejor equilibrio. Sacaba una de esas lanzas diminutas, la colocaba en la cuerda, tensaba y disparaba. El silencio lo invadió todo. No solo había hecho blanco, sino que, la flecha siguió más metros hasta clavarse en el suelo. —Llevar la diana hasta aquel árbol. –Ordenó Buki. Los hombres, la arrastraron hasta el punto donde Buki había dicho. Estaba a más, de cincuenta metros. La gente comenzó a murmurar. El tiro fue extraordinario, nadie podía mejorarlo. Había demostrado el valor del arma. Pero, era imposible acertar desde tan lejos. El silencio, se volvió a hacer en todo el lugar. Buki, sacó otra flecha. La puso en el arco y respiró hondo. Tensó la cuerda y disparó. Esta vez, el silencio, empezó a romperse por golpes de mano en los muslos de los presentes. Todos aplaudían y vitoreaban a Buki. La hazaña de Mantte, pasó a un segundo plano. Todos, querían un arma como esa. —¿Qué tal te ha parecido el arma, muchacho? –Preguntó Buki a Mantte con una sonrisa sarcástica. Éste, solo le devolvió una mirada de auténtico odio. Un chico, le había quitado todo el rango que había adquirido en el día de hoy. En ese momento, la gente volvió la vista hacia la izquierda. Mantte, hizo lo mismo, vio la pareja que llegaba montada en el animal. Miró con deseo la figura de la mujer sobre el caballo. Una mezcla de odio y envidia lo inundó. 247
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Quería destruir a ese hombre y quitarle a Shany, sería la mejor venganza. La gente estaba atónita. El arma de Buki, era increíble, pero el porte de aquel hombre sobre el caballo lleno de símbolos era algo que no podían describir. Hasta Mantte, se quedó boquiabierto ante tal visión. Después la desechó y el odio y la venganza ocupó toda su mente. Al llegar al sitio de la reunión. Los congregados, se apartaron unos pasos. Les infundía respeto y temor este hombre que había enseñado a construir un arma tan extraordinaria a Buki y que los caballos, permitieran que los montara. La figura encima del caballo, era majestuosa, fuerte y viril. La fuerza de su mirada hacía que bajaran sus ojos. —Excelente demostración, Buki. –Le Felicitó Matt. —Gracias, he tenido un buen maestro. Aunque, vuestra entrada con… bueno, con el caballo, nos ha dejado a todos boquiabiertos. —¡A que Carrot está impresionante! –Exclamó Shany, dándole una palmada en el cuello al caballo. —No tengo palabras. –Admitió Buki. De pronto, alguien señaló al final del prado. Todos fijaron su vista en ese punto. Acababa de aparecer un ciervo. Un ejemplar increíble, con unas cornamentas enormes. Comenzó a cruzar el prado de una punta a otra. —Si se pudiera cazar, sería el remate final a un día espléndido. –Dijo Buki, como para sí, solo que, en voz alta. Matt, lo había visto también y escuchó el comentario de Buki. Ayudó a desmontar a Shany. —Buki, ¿dejar arco? –Le preguntó Matt. Buki, tras dar un último vistazo al ciervo, no dudó, se lo dio junto al carcaj. Matt, se lo colgó al hombro y salió al galope en pos del ciervo, ante la atónita mirada de todo el 248
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mundo. El ciervo, los vio venir. Primero dudó, al ver el caballo, luego, su instinto le hizo saltar y echar a correr. Matt, fue cortándole el paso y acercándose. Cogió una flecha, la puso en el arco, lo tensó y antes de lanzar la flecha, pidió a Dios que le ayudara en el disparo. Luego, disparó. Carrot, ante las órdenes de su dueño, fue aflojando el paso, hasta llegar a la altura del ciervo, que yacía en el suelo abatido. Matt, se giró hacia donde estaba la gente miraba lo que acababa de realizar. Levantó el arco y lanzó el grito de satisfacción, más alto que jamás se había escuchado. Del grupo, surgió, también un clamor de vítores y sonar de cuernos. La gente, empezó a correr hacia su posición. Matt, había demostrado, no solo la utilidad del arma, si no, su valor personal. Sólo una persona, de entre todo el mundo, miraba con auténtico desprecio a Matt, Mantte. Este se juró a sí mismo que haría todo lo posible para humillarlo y destruirlo. Conocía su punto débil: Shany. Enseguida, una malévola sonrisa, se dibujó en su cara. —Pronto, pronto, llegará mi turno. Haré que sufras donde más te duela, en tu corazón. –Dijo entre dientes. Mientras, daba media vuelta y se dirigía de vuelta al poblado, riéndose como un loco.
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XXV
El ambiente en el poblado, era cada vez más animado, especialmente, después de la exhibición con el arco. Era una excelente apertura, para la fiesta de la madurez, que tendría su comienzo al atardecer y su final en la fiesta de la Madre. La mayoría de la gente, ya se había vestido con sus mejores galas. Los hombres y las mujeres, llevaban la ropa de fiesta. Muchos, llevaban sus mejores colgantes. Las mujeres y hombres casados, con sus trenzas atadas. Los solteros, con el pelo suelto. Todos intentaban estar lo más elegantes posible. A Matt y a Ubu, Buki, les prestó la ropa de fiesta de su padre. Igual que a Yuka, la ropa de su madre. Cada uno se fue a su hogar para vestirse. Matt, observó la ropa. Le venía bien. Pensó que más adelante, tendría que cambiar el modelo y darle un nuevo “look”. Pero, por ahora, era lo que había. Aún, continuaba con el pelo corto. Era extraño que fuera el único que tuviera el pelo corto y la barba. Nunca le gustó mucho llevarla. Se la frotó con la mano. —Creo, que voy a dar, un poco que hablar. –Se dijo, en voz alta. Se desnudó y salió de la choza en dirección al estanque, donde estaba el caballo. Al llegar, se dio un baño. Seguidamente, con una hoja de sílex, que le había dejado Buki para cortar, se afeitó. Costaba un poco, pero, la hoja hizo su servicio. Se volvió a zambullir y se dirigió de nuevo al interior de la choza para vestirse. Se colocó la falda de piel blanca, las pieles en los pies, también, de color blanco y el cinto que le había hecho Shany. Se lo puso como ella le había explicado. Al terminar, 250
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pasó la mano por la bandera cosida al extremo. Parecía que habían pasado siglos. Era lo único, que le recordaba quien era y de donde venía. Aunque, eso ahora, no importaba mucho, lo único importante era Shany e intentar sobrevivir en ese nuevo mundo, duro y cruel. Ya no imaginaba una vida sin ella. Mientras estaba sumido en sus pensamientos, llamaron del exterior. —¿Matt, estás listo? –Preguntó, una voz excitada. —Voy. –Respondió. Reconociendo, inmediatamente, la voz de Buki. Apartó la piel de la entrada y salió. Allí, estaba Buki, su mujer Kara y el pequeño Baku, que cada día engordaba más. —¡Por la Madre! ¿Te has quitado la barba? –Preguntó, nada más verlo salir afeitado. —Sí. Estar más cómodo. –Respondió Matt, sonriendo. —Bueno, si son las normas en vuestro pueblo, no digo nada. Pero, es raro ver a un hombre sin barba. Eso es sólo de niños. —Pues, no le queda mal. –Respondió Kara. —Vamos a buscar a los demás. –Dijo Buki, nervioso por la proximidad de la fiesta. Cuando estaban llegando, salieron Ubu y Yuka de su choza. —Estáis espléndidos. Te sienta de escándalo la piel blanca con tu color de piel, Ubu. Lástima, que estés unido a Yuka, porque seguro, que habría más de una, loca por tu cuerpo. –Exclamó Buki, como siempre, con su exquisita delicadeza. Como era de esperar, sintió el codazo de Kara en el costado. Ubu se rió. —Gracias Buki por la ropa que es muy bonita y por tu comentario. Pero, hoy, no hay mujer más guapa que 251
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Yuka. –Esto lo dijo, abrazándola de la cintura y besándola en la cara. Yuka, se sonrojó, pero, le agradó su comentario. Sabía, que lo que había dicho Buki, era cierto. Ubu estaba guapísimo. Seguramente, muchas mujeres intentarían seducirle. Hasta ella, se sentía extrañamente excitada con solo mirarle. Pero, lo conocía, y estaba totalmente segura de que él, no se iría con ninguna otra. En ese momento, salió Shany. Llevaba la misma piel blanca que llevó en la fiesta de los Bara. El pelo, estaba totalmente liso y a Matt, le pareció la mujer más hermosa que había visto jamás. —Venga hermanita, que te estábamos esperando. –comentó Buki, nada más verla. Ella, también se quedó mirando a Matt, estaba sin barba, igual que, el día que lo vio por primera vez. Sus ojos, se quedaron clavados en los suyos. Era como si el tiempo se hubiera parado. —Pero bueno, ¿no tenéis tiempo de sobra durante todo el día? Por favor, hermanita, que se te nota mucho. –Rio Buki, viendo las miraditas lógicamente, se llevó otro codazo de Kara. Matt y Shany, no tuvieron más remedio que sonreír. Buki siempre acertaba, aunque, de manera, poco sutil. Las tres parejas se dirigieron a la plaza central. Nada más verlos, Buri, les hizo señas para que se sentaran junto a él. Saludaron a Inda, que se le notaba ya muy alegre. Había probado el líquido fermentado que habían traído Buri y los suyos. —¿Qué tal parejitas? –Les saludo, nada más que tomaron asiento. —Se te ve muy contento, Inda. –Le saludó Buki. —No está nada mal, el líquido que ha traído Buri. –Respondió, sensiblemente alegre. 252
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—¿Quieres probar? –Ofreció Buri a Matt. —No gracias. Yo probar, una vez, pasar mal. –Declinó la invitación, mientras, miraba a Shany. Esta, sabía el motivo y se tapó la boca con la mano para que no se viera como se reía. —Yo probaré. Lo siento por ti Matt, pero, beber, te sienta mal. –Explicó Buki, mientras alargaba un cuenco para servirse. —Buki, no te pases bebiendo, que luego tú sí que lo pasas mal. –Le comento Kara, mientras colocaba al bebé para darle el pecho. —Tranquila cariño, que sólo beberé un poquito. Además, Baku también va a beber en la fiesta. –Soltó Buki, con una carcajada. —Este hombre es tonto, espero que nuestro hijo no se parezca a ti, porque, si no, menuda me espera. La respuesta de Kara, hizo que todos comenzaran a reír. Fue oscureciendo, poco a poco. De improviso, resonó un largo soplido de cuerno y todos se quedaron en silencio. Varios músicos, comenzaron a tocar las maderas de distintos tamaños, haciendo rítmicos compases. El Consejo, salió y tomó posición a un lado de la plaza. Del interior de la choza del Consejo, salieron un par de docenas de chicos y chicas, todos vestidos, únicamente, con la tira interior de cuero y una corona de flores en la cabeza. Saludaron, uno a uno, a todo el Consejo y posteriormente, se pusieron, unos en frente de los otros, en el centro de la plaza, donde comenzaron una especie de danza. A Matt, le pareció un poco subida de tono, pero, la gente estaba totalmente, en silencio concentrada en la danza. Al terminar, los jóvenes se arrodillaron, mirando hacia la choza del Consejo. El chamán, que les había hecho las mar253
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cas el día que se hicieron miembros, salió por la puerta. Llevaba una piel que le cubría todo el cuerpo. En los tobillos y muñecas, hacía sonar una especie de sonajeros que llevaba atados y en la espalda otro, sólo que este más grande y de sonido distinto. El chamán, comenzó a danzar delante de los chavales, y lanzándoles una especie de polvo rojo por las cabezas, dándoles de beber un líquido espeso. Mientras tanto, otros hombres, acólitos del chamán, según le informó Buki a Matt, iban haciendo en sus brazos la señal que les acreditaba como, adultos y miembros del pueblo Uska. Cuando el último, tuvo tatuado su brazo, el Chamán terminó su danza. Por la entrada del hogar del Consejo, salieron un hombre y una mujer. Los dos llevaban el cuerpo cubierto con una piel y la cara tapada con una especie de careta hecha con mimbre, que les permitía ver, pero, no ser reconocidos por la gente. Aunque, por sus cuerpos, no parecían muy mayores. El chamán, tendió una piel en el suelo. Se acercó a ellos y les dio a beber un líquido. El anciano, comenzó a canturrear algo y a hacer sonar uno de los sonajeros. La pareja, comenzó a moverse al son del ritmo impuesto por el chamán. En un momento dado, los dos se desnudaron y comenzaron a moverse más lascivamente, hasta que la mujer se puso de rodillas y el hombre la penetró por detrás. Cuando el acto fue consumado, el chamán los cubrió con las pieles que se habían quitado, tapándolos por completo. Los músicos, comenzaron a dejar oir sus ritmos en las maderas, el chamán y la pareja, se introdujeron en la choza del Consejo. Kay, se levantó, se dirigió hacia donde estaban los nuevos miembros y los felicitó. Acto seguido, dio por concluida la fiesta de Madurez y, al mismo tiempo se dio comienzo a la cena. Toda la gente congregada, gritó y aplaudió. Los jóvenes, 254
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fueron a sentarse junto a sus familias y se pusieron su piel blanca. Todos, los aclamaban y los felicitaban. Mientras, un grupo de hombres comenzaron una danza con lanzas. Varios hombres, comenzaron a traer la carne que se había estado haciendo en un lateral. En cada grupo de gente, dejaban grandes trozos de carne asada, encima de esterillas, que después cortaban en trozos más pequeños y servían. Al grupo, donde se encontraba Matt, se les llevó parte del ciervo, que había matado esa mañana y el resto al Consejo. Todo transcurría entre alegría y mucho humor. Hasta que un hombre, se acercó a Shany y le informó que el Consejo quería que fuera a reunirse con ellos. El grupo, preguntó para qué era requerida, pero, el hombre no sabía nada, solo, que le habían mandado llamarla. Matt, hizo ademán de acompañarla, pero el hombre dijo que sólo podía ir ella. Shany, se puso muy nerviosa. —Tranquila hermanita, no creo que sea nada. Tú ve y haz lo que te digan. –Dijo Buki, aunque, no estaba muy convencido. —No te preocupes. –La tranquilizó Buri. —Los Consejos, suelen llamar a mucha gente para hablar con ellos, es muy normal, yo también suelo hacerlo con mi pueblo. –Le informó Inda. Que ya se le había ido todo atisbo de borrachera y estaba atento a todo lo que pasaba. Ella, miró a Matt. Él, vio preocupación en sus ojos. Era como si le gritara ayuda. Él, se limitó a sonreírle. —Ve, yo, estar contigo. Ella, se levantó muy despacio y siguió al hombre hasta el Consejo. —No me gusta nada. –Dijo de pronto, Inda. 255
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—Sí, veo muy sonriente a Mantte, mirándola. Diría que sabe algo. –Comentó Buri. —Ésta mañana ha salido mal parado. Seguro que ha planeado algo y no será nada bueno. –Dijo Buki, apretando los puños. Matt, no dijo nada. No apartaba la vista de Shany, que se sentó al lado de Kay y Mantte. Todo el grupo, estaba pendiente de lo que pudiera pasar. Cuando ella se sentó, vieron como Kay se quedaba, durante unos segundos mirándolos, luego, él y los miembros del Consejo, se pusieron a hablar con ella. —Shany, ¿sabes por qué te hemos llamado? –Preguntó Kay. —No. –Dijo ella, en voz muy baja y sin dejar de mirar al suelo. —Desde que has venido, ha surgido cierto problema, que el Consejo quiere solucionar. Ella, siguió sin levantar la mirada del suelo. Aunque, comenzó a doblar pequeños trozos de la falda de piel con los dedos. —Como tu hermano nos informó y tú sabes, Tu padre murió en el viaje. –Le comentó uno de los miembros del Consejo. —Sí, lo sé. –Dijo ella, empezando a darse cuenta, cual podría ser el motivo por el que la habían llamado. —Ahora vives con tu hermano, pero él, ha creado su propia familia. –Le dijo, un hombre anciano. —Estoy muy a gusto, con él. —No lo dudo, pero, en estos momentos, no tienes un hombre que te cuide y te proteja. –Volvió a decir, el mismo hombre. —Yo estoy con mi hermano y él me cuida. —Es verdad, pero él, no es el hombre de tu hogar. –Recordó, otro hombre. 256
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—Hay más mujeres que viven con sus hermanos. Dijo Shany, intentando buscar excusas. —Es cierto, pero, son chicas que no han llegado a la madurez, viudas con hijos o ya muy mayores. Tú estás en edad de crear una familia con un hombre y tener hijos. –Volvió a recordarle, el hombre anciano, que había hablado anteriormente. —Ya estoy prometida y me quiero casar, antes de acabar el verano. –Respondió, con la voz entrecortada. —Bien, te felicitamos por tu decisión y así, comprendas la solución que ha buscado, para ti, el Consejo. –Le sonrió, uno de los más ancianos. —¿La solución del Consejo? –Preguntó Shany. —Sí, tu unión. —Yo estoy prometida a Matt y quiero unirme a él. –Esta vez, lo dijo, mirando a Kay. —Te entiendo, pequeña, pero, las leyes son para cumplirlas. Tu padre, era un hombre que conocía muy bien las leyes de nuestro pueblo y siempre se caracterizó por cumplirlas. Por lo tanto, te pedimos que tú también las cumplas. –Dijo, otro de los ancianos. —Yo les entiendo, pero, yo… –No supo continuar. Era como si un nudo le atenazara la garganta. —Mira, si hubiera algo que pudiéramos hacer, lo haríamos, pero, en este caso, no hay otra opción. –Comentó el anciano, mientras, miraba los ojos implorantes de la joven. —Shany, el Consejo, lo hace por tu bien. –Aclaró Kay. —Lo entiendo, pero, no estoy de acuerdo. Mi opinión debería ser tenida en cuenta. —La hemos tenido, Shany. El Consejo ha decidido que yo sea el que cuide de ti. –Le dijo de pronto Mantte, con una voz suave, mientras, le cogía una mano entre las suyas. Shany, creyó morirse. No se veía con ese hombre. No había nada en común, ni siquiera le atraía. 257
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—Por favor, dejad que me una a Matt, el es un miembro. Él me quiere. –Intentó suplicar, Shany. —Ya te hemos dicho pequeña, que Mantte, te ha solicitado antes de que Matt fuera miembro. Él, es un buen partido para ti. Es buen cazador, es fuerte. –Ésta vez, el anciano, intentó hacerle ver los encantos de Mantte. —Hemos discutido mucho sobre este tema, de verdad, no creas que se ha tomado a la ligera. Hay miembros, que no están de acuerdo con la decisión de la mayoría, yo incluido, pero no hemos visto ninguna opción para que te pudieras unir al hombre que quieres. – Esto, se lo dijo el hombre más anciano, que anteriormente, era el jefe antes que Kay. —Sharta, tiene razón Shany. Hemos dado vueltas al tema. Yo, sobre todo, soy el más interesado en que tuvieras lo que deseabas, pero, no hemos podido encontrar ninguna ley que pudiéramos esgrimir en contra de la expuesta por Mantte y otros miembros del Consejo. Aunque yo sea el jefe, me debo al Consejo. Por consiguiente, a partir de ahora, eres la prometida de Mantte. Te recuerdo que, dentro de unos días, será la última celebración de uniones. Mantte ha pedido ser unido a ti ese día. —Tranquila, verás como todo saldrá bien. Seré un buen hombre para ti. –Acarició la cabeza de la muchacha, mientras depositaba en ella un beso. Shany, no podía articular palabra, era como si se hubiera quedado sin ellas. Su mirada, se había quedado fija en los ojos tristes del anciano. No podía entender, como la madre le había hecho esto. Toda la vida esperando que un hombre se fijara en ella, sólo uno, no le importaba entonces el físico ni nada, sólo que la quisieran. Luego, descubre a Matt y con él, el amor. Para ahora, tener que perderlo. El anciano, no podía dejar de mirarla. Cualquier mujer
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debería estar contenta y orgullosa, de que un hombre quisiera unirse a ella. Sobre todo, un miembro del Consejo con el rango que eso conllevaba. En cambio, esta chica estaba totalmente destrozada. Él mismo, no entendía a veces estas leyes, pero, estaban para regir la vida de la gente y que todo funcionara. Kay y él, habían intentado buscar alguna ley, que pudiera hacer que la joven siguiera su vida con el hombre que estaba con ella. Pero, la Madre, no les había iluminado esta vez. Aún así, el seguiría buscando algo que pudiera hacer. No le gustaba nada Mantte, sabía que, detrás de cada acto que llevaba a cabo, había un motivo oculto. Nunca hacía nada que no fuera por su interés. Ese hombre, podía tener cualquier mujer del poblado. Su fama le precedía. ¿Por qué no la había pedido antes para unirse con él? Para los gustos de la mayoría de los hombres, era una mujer pequeña y muy delgada, aunque, se le notaba fuerte. No tenía la voluptuosidad de cuerpo, de la mayoría de las otras mujeres. Este interés tan repentino. Seguro, que era por el extranjero. Era para él como un reto y Mantte no era de los que le gustaba perder los retos. Intentó sonreír a la joven, pero, no pudo. Las lágrimas brotaban de sus ojos negros. Un sentimiento de culpa llenó su corazón. Cerró los ojos y pidió ayuda a la Madre. —Shany, no llores. –Le dijo, de pronto Mantte, mientras le secaba las lágrimas con los dedos. En ese momento, su pensamiento estaba totalmente ausente de su cuerpo. Tenía tal cantidad de cosas en la cabeza, que era incapaz, de entender lo que le decían. Mantte, dirigió una mirada hacia la posición donde estaba Matt. Lo vio totalmente destrozado. Tenía a su lado la mujer que iba a hacer que su rango subiera. Había logrado destrozar la vida del extranjero. Ahora, no había nada que pudiera evitar su ascenso, en poco tiempo al liderato del
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Consejo y así al puesto de jefe. Su triunfo era total. Volvió la vista hacia la mujer. —No te preocupes Shany, haré que te sientas muy feliz a mi lado. Ella, ni le oyó. Estaba totalmente en shock. —Eres muy hermosa, creo que es hora de que nos conozcamos mejor. Tú y yo, nos uniremos en breves días. ¿No te parece, que hoy es un buen día para que comencemos a compartir algo más entre los dos? –Le dijo, mientras le acariciaba el pelo y la espalda. Ella, seguía ausente, daba la impresión de estar en otro sitio. Él, dirigió su otra mano hacia su cara. La acarició, fue rozando con sus dedos hacia su cuello, luego, continuó hasta alcanzar sus pechos. Los acarició. Siguió con sus caricias por su vientre hasta llegar a sus piernas. Ella, seguía inmóvil, perdida, sin dar ningún signo de vida. Mantte, pensó que la mujer, se había dado por vencida. Que acataría la decisión del Consejo. Le besó la cara. Echó un vistazo, hacia donde estaba Matt. Éste, daba la impresión de que iba a saltar, pero, aún seguía en su sitio, sentado, rodeado de los otros compañeros. Ellos, no dejarían que se levantara y menos, en un día como este. Mientras acariciaba las piernas de la chica, él la besó en los labios. Luego, bajó hacia un pecho y lo besó. La chica, seguía impasible. Volvió a besarla, mientras, subía lentamente su mano hasta notar su sexo. Notó su humedad. El comenzó a acariciarla íntimamente. De pronto, ella gritó, soltando un tortazo al hombre. Éste, instintivamente, le soltó otro, haciéndola caer al suelo. —¡A ver si aprendes a respetar al hombre de tu hogar! – Le gritó. Cuando iba a volver a sacudirla, una mano le agarró de la muñeca. Al girarse, un puñetazo le hizo caer. —A ver, si tú aprendes a tratar a una mujer. Un hombre del Consejo, sujetó a Buki. Mantte, se incor260
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poró de un salto, dispuesto a destrozar al muchacho. Fue también, detenido por Kay. La ira le inundaba. Nunca hubiera imaginado, que ese mocoso fuera a hacer lo que había hecho. Matt, estaba al lado sujetado por Buri, inda y Ubu. Shany, salió corriendo hacia él, abrazándolo. Lo soltaron, y él también la abrazó. —¡No toques a mi hermana, animal! –Le gritó Buki. —Es mía. Me la ha concedido el Consejo. Tú ya no tienes autoridad sobre ella, no eres su padre. –Le gritó Mantte, mientras, escupía sangre de la boca, al hablar. —Mi padre, le hizo jurar a Matt, antes de morir, que la cuidara y protegiera. Él, le dio permiso para compartir su vida, y no voy a dejar que no cumpla su promesa. –Volvió a gritar Buki, fuera de sí. —Pero, tu padre está muerto, así que, ahora no tienes ningún derecho sobre ella. –Esta vez, lo dijo mientras se limpiaba la boca con la mano. —¡Callaros todos! –Gritó, de repente, un miembro del Consejo. Todos se giraron hacia el hombre que había gritado. Era, Sharta, el anciano. —Creo que estamos en un día de fiesta. No es día para gritos ni peleas. Sentaros todos. –Lo dijo, de tal manera, sin alzar la voz, pero, con tal autoridad, que todo el mundo obedeció. Todos dejaron de comer y hablar. La fiesta, por ahora, se había acabado. Estaban expectantes por saber que iba a ocurrir. Todos se sentaron. El centro de todas las miradas, era el anciano Sharta. Antes, de que Kay fuera nombrado jefe, él era el que ostentaba el mando en el poblado y era muy querido y respetado. Éste, esperó a que el murmullo cesara. 261
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Cuando hubo logrado que la expectación de todos fuera hacia él, comenzó a hablar. —Bien, todos conocéis el caso de Shany, aunque, hasta este momento, yo no conocía la otra parte de la historia. Los miembros del Consejo, permanecieron callados, así como el resto de la gente del poblado. Era sabido el caso de la chica, y había muchas controversias al respecto. Unos, daban la razón a Mantte, otros a Matt, pero, sabían que las leyes estaban ahí y había que cumplirlas, aunque, a veces no gustara. —Según nos ha explicó Mantte, la ley le otorgaba el derecho a solicitarla, ya que no tenía padre, ni marido, ni nadie quien pudiera tenerla a su cuidado. Es cierto, que tiene un hermano, pero él ha creado su propia familia. Estaba la posibilidad, de que pudiera quedarse con su hermano, mientras encontraba un compañero entre nosotros. La atención era cada vez más alta, pues, aunque muchos conocían la historia, no la habían oído tan bien expresada y escuchar una buena historia, bien contada, siempre les gustaba. —Mantte. –Continuó el anciano—. Gracias a sus buenos conocimientos sobre las leyes de nuestro pueblo, nos aclaró el problema, ofreciéndose a tomarla como pareja y ponerla bajo su protección formando una familia. El nombrado, sonrió. Tenía todas las de ganar. Cuando el Consejo terminara de hablar ante todos, seguramente, Buki y su amigo, serían expulsados del poblado. —Ahora bien, después de escuchar las palabras de Buki, que no apruebo la forma como ha interrumpido la fiesta, me ha parecido entender que, Baku, le pidió a Matt, que la protegiera. ¿Es cierto? –Le preguntó a Buki. —Sí. Antes de morir. –Respondió. —Explícanos por favor, como fue el asunto, pues el día 262
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que lo contaste al Consejo yo no estaba, solo lo he oído a través de mis compañeros. —Como expuse en el Consejo, Matt, pidió a Shany su consentimiento para estar juntos. Ella, se lo otorgó. Seguidamente, fueron a hablar con mi padre. Éste, les habló de nuestras costumbres, que no era muy lógico, el salir juntos, antes de que el hombre, fuera miembro de nuestro pueblo, pero, como él lo iba a avalar y las circunstancias, no eran las más idóneas, Les permitió que salieran juntos, antes de que él fuera miembro, para conocerse y luego, cuando se hiciera miembro, se unieran en la fiesta de verano. –Explicó Buki. —Pero, la ley es la ley. Yo, la he solicitado antes, de que él fuera miembro. Tengo derecho sobre la mujer. –Saltó, dando un grito Mantte. —Por favor, respeto, está hablando un miembro de nuestro pueblo, con un miembro del Consejo. No creo, que tenga que enseñarte las leyes, ¿verdad? –Le contestó Sharta, tranquilamente y sin levantar la voz. Mantte, se tuvo que morder el labio para no contestar. —Bien, muchacho, continúa. –Le exhortó el anciano. —Bueno, cuando nuestro campamento fue atacado, llegamos antes de que mi padre muriera. Nos pidió que salváramos a las mujeres y a Matt, le hizo prometer que cuidaría y protegería a Shany. Entre la gente, se empezó a levantar un murmullo que al momento volvieron a silenciar. El anciano, volvió a tomar la palabra. —Vaya, esta parte de la historia, es muy interesante. ¿No te parece? –Se dirigió, esta vez, a Mantte. —No cambia nada, ella está sola y no tiene un hombre que cuide de ella. –Dijo, sonriendo. —No creo, que sea así, exactamente. –El anciano, guardó 263
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silencio, esperando tener, de nuevo, toda la atención. Los espectadores, estaban interesados en lo que el anciano iba a decir. Todos sabían que, su opinión, era muy importante. Aguzaron el oído para escuchar bien sus palabras. —Todos damos por conocida la ley expuesta por Mantte. Dándole crédito, él tiene derecho sobre la mujer. Pero, después de escuchar lo dicho por Buki, Matt, tiene el derecho de cumplir el juramento hecho a un hombre, y, en este caso un padre antes de morir. Los murmullos y voces se fueron elevando. No entendían las palabras de Sharta, pues, por un lado daba la razón a Mantte y por el otro a Matt. Estaban totalmente confundidos. —Entonces Sharta, ¿qué propones? –Fue Kay, quien preguntó esta vez. También, le habían confundido sus palabras. —Creo que no queda más remedio que… la Madre decida. La gente se quedó atónita. Hacía muchos años que no se había usado esa ley. Una lucha, entre dos personas, en el círculo de arena y que la Madre decidiera quien tenía derecho. Matt, no comprendía muchas cosas y tuvo que preguntar a Buki. No le hizo mucha gracia lo de tener que luchar, pero, ahora, al menos, tenía una oportunidad de poder estar con Shany. A Mantte, por su parte, lo cogió totalmente desprevenido la opción que había encontrado el anciano. —No estoy, muy de acuerdo con tu decisión Sharta. Aunque, debo admitir, que eres más sabio que nadie de nosotros y de leyes no podemos discutir contigo. –Le espetó, disgustado por el cambio de rumbo de los acontecimientos. —Gracias Mantte. –Respondió Sharta, conocedor de la rabia que debía estar pasando, en ese momento. 264
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—Pero, eso debería votarlo el Consejo. No es una decisión muy acorde con los hechos, aunque, bien explicada. – Volvió a comentar Mantte, lo más dulce que pudo. —Tienes razón Mantte, aunque, me parece muy bien lo expuesto por Sharta. Los miembros de este Consejo, deberán votar si admiten la propuesta de nuestro hermano Sharta. –Esta vez, fue Kay quien habló. La decisión que debían tomar, hacía muchos años que no se había propuesto. Era algo, totalmente inesperado para todos ellos. Tras unos minutos de reflexión, Kay dio comienzo a la votación. Empezaría por Sharta, seguidamente Kay y luego Mantte, posteriormente el resto del Consejo. Sharta y Kay, votaron a favor, Mantte, votó en contra. Después, el resto de los votantes, dieron su voto a la opción de Sharta. Mantte, no pudo disimular su decepción. Todo el Consejo había votado distinto a él, ni un solo voto a su favor, excepto el suyo. —Vaya, parece que el Consejo, ha tomado una sabia decisión, después de valorar, muy positivamente tus palabras Sharta. Esperemos que, la Madre sea sabia en su elección. –Dijo Mantte, sonriendo al anciano, según, iba hablando. —Nuevamente, te agradezco tu buena disposición ante esta nueva situación, cosa que te honra. – Mientras le respondía, el anciano, le devolvió la sonrisa. —De acuerdo con la nueva decisión del Consejo, que cambia totalmente lo anteriormente decidido, Declaro que mañana a la hora de comer, Mantte y Matt, deberán acudir al círculo de arena, Todos sabéis donde está. No se admitirá ningún tipo de arma, ni por parte de los dos hombres que lucharán entre ellos, ni por ninguna persona que acuda al lugar. Los niños y jóvenes que no hayan realizado sus ritos de madurez, tienen totalmente prohibida su asistencia. Shany, deberás pasar la noche en el hogar de tu hermano, 265
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y, por supuesto, tienes prohibida, mañana, la asistencia al lugar. Después de esto, que continúe la fiesta. –Dijo Kay, puesto en pie, para que todo el mundo pudiera oírle. Todo el mundo, comenzó a hablar de la decisión, salvo algún que otro amigo de Mantte, todos daban la razón a lo expuesto por Sharta. Además, hacia muchísimos años, que no se veía un juicio de la Madre en el círculo de arena y eso merecía la pena verlo. Eso sí, todos estaban de acuerdo, en que debía continuar la fiesta. Mantte, tras escuchar las palabras de Kay, se levantó, saludó al Consejo y se retiró. Shany, miró a Kay tras sus últimas palabras. Éste, mientras volvía a sentarse, la miró y le sonrió. —A mi entender, hemos encontrado la mejor solución al problema. –Dijo el anciano, rompiendo el silencio. —¿Tú crees? –Preguntó Kay. —Por supuesto. Y espero que la Madre elija bien y me solucione dos problemas. –Respondió Sharta, viendo la expresión de Kay. —¿Dos problemas? —Sí. El problema de Shany, que espero que salga a su favor. Y el problema de Mantte. –La respuesta, le resultó bastante graciosa. —¿Te parece un problema, Mantte? –Le volvió a preguntar. —Por supuesto. No sé, en que estaba pensando el Consejo, el día que lo aceptaron. Pido a la Madre, que lo escarmiente y que le haga pensar en su continuación en el Consejo. –Guiño un ojo cuando acabó. Kay, se sorprendió de las palabras del anciano. —Parece, que estuvieras esperando la ocasión. —Efectivamente y me alegro. –Rió, dejando ver los pocos dientes que le quedaban. 266
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Kay, rió también, mientras le daba una palmada en el hombro al anciano. Era más listo de lo que creía. Lo malo de todo, era que estaba totalmente de acuerdo con él. Nunca le gustó Mantte. Fue aceptado en el Consejo con dos votos en contra, el suyo y el de Sharta. Igual, la Madre estaba esperando el momento oportuno para poner las cosas en su sitio. Mientras Kay y Sharta tenían su conversación, Shany, Matt y el resto del grupo, se levantaron y volvieron al lugar donde tenían la comida. Notaban, mientras caminaban, todas las miradas sobre ellos, pero, también la complicidad Sin hablar, comenzaron a comer. De repente, Kay, volvió a levantarse y pidió, un momento de silencio. —Como sabéis, mi hijo Buri, se fue el año pasado con la intención de formar un nuevo asentamiento. Han logrado tener nuevos miembros, gracias a varios nacimientos y ha solicitado al Consejo, hablar. Buri, se levantó, todos se quedaron esperando sus palabras. —Hermanos Uska, como ha dicho mi padre, hemos formado una nueva comunidad al sureste. La zona es excelente. Hay mucha caza, árboles frutales y verduras que pueden alimentarnos. Además, hay muchos ríos con pesca y, algo muy especial, está cerca el mar. –Comenzó a relatar Buri. La gente escuchaba con atención sus palabras. —Algunos de nuestros miembros, han sido bendecidos por la madre y han tenido hijos. Me gustaría invitar a los que quieran, emprender el viaje de vuelta conmigo y formar parte de este nuevo asentamiento. En los próximos años, seremos un pueblo nuevo y tendremos nuestra propia fiesta de madurez. Hemos tomado el nombre de, Uaskos. Los Uska tienen dos puntos, los Bara tres. Nosotros, hemos ta267
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tuado cuatro puntos como símbolo. –Terminó sus palabras mostrando el tatuaje del brazo, que hasta entonces llevaba oculto por una piel. Dando las gracias al Consejo, por permitirle hablar, se sentó. Kay, se levantó de nuevo y dijo: —Este Consejo, ha escuchado la petición de mi hijo Buri. Los que deseen partir con él, no pondremos ninguna objeción. Siempre seréis, como lo son los Bara, bien recibidos y nuestros hermanos. –Dicho esto, se sentó y continuó con la fiesta. Tras su intervención, un grupo de mujeres saltó a la plaza y empezó una danza con unos palos curvos cubiertos de flores. —Así que, vas en serio. –Le dijo Inda. —Sí. Partimos diez parejas. La mitad, hemos tenido niños. Hay mucha abundancia de alimentos. Pienso que, podría ser un asentamiento estable. Si logramos que venga más gente, lograremos ser un gran pueblo. —¿Está muy lejos? –Preguntó Buki. —Pues, si salimos con luna llena, hasta la nueva luna llena. —¿Cómo decidisteis el lugar? –Se interesó Inda. —Después de mucho andar, llegamos a una zona entre valles, montañas, ríos y a lo lejos, se veía el mar. Nos quedamos para inspeccionar el lugar. Nos asombró, el montón de animales, frutas y verduras que había. Decidimos, que era el sitio elegido para quedarnos. –Contó Buri, todo emocionado. —Parecer, lugar bonito. –Dijo de pronto, Matt. —Sí, es un sitio realmente maravilloso. La gente que venga, no se sentirá desilusionada. –Respondió, mirándolos a los dos. 268
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Matt y Shany se miraron y sonrieron. Shany, no se había separado de él, ni un momento. Durante la cena, varias personas se acercaron. Querían hablar con Buri sobre el asentamiento y el viaje. Parecía que había logrado que algunos se interesaran. Seguro que no partiría con las manos vacías. Cuando empezó, la verdadera fiesta. El grupo, decidió abandonar el lugar. Pensaron honrar a la madre cada uno con su pareja. Al llegar al hogar de Buki, Shany abrazó a Matt. Él, respondió de la misma manera. Se fundieron en un beso que no querían terminar. Matt, le acarició la cara y su melena negra. —Shany, yo te quiero. Si, mañana pasar… –Comenzó, a decir Matt. —No. No digas nada. Hablaremos mañana por la noche, Matt. No quiero oír de ti, un adiós. Sólo, que me digas que me quieres. –Dijo ella, mientras intentaba retener las lágrimas. —Yo, te quiero. –Contestó él, abrazándola. —Es lo único que quiero oír. –Lo besó en la boca y salió corriendo, apartando la piel de la entrada y perdiéndose en el interior del hogar. Matt, sintió un desgarro dentro de su corazón. No le gustaba nada, ver a Shany así. —Tranquilo Matt. Todo saldrá bien. –Dijo Buki, mientras lo abrazaba con fuerza, tampoco lo quería perder, era como un hermano para él. Matt, se dio media vuelta y se dirigió a su choza. Al llegar, primero, fue a ver como estaba Carrot. Éste, lo saludó con un relincho, nada más verle. Buscó entre sus manos, si había alguna zanahoria. Esta vez, no había, pero, agradeció las caricias del hombre. Pasó dentro del hogar. Se desvistió y se metió entre las pieles. Miró a su alrededor, era la primera vez, en todo éste tiempo, que se sentía solo. Le faltaba Shany a su lado. No 269
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se había dado cuenta, hasta ese preciso momento, de cuánto la amaba y la necesitaba. La noche se hacía larguísima. No podía dormir. De improviso, la piel de la entrada, se abrió y alguien entró. —¿Quién es? –Preguntó. —Shisssssss. –Fue la respuesta que recibió. No hacía falta que dijera su nombre. La mujer se introdujo entre sus pieles. Sintió su piel caliente, contra la suya. Ella, se puso encima de él besándolo, mientras, él, acariciaba su espalda y su trasero. Al momento, los dos estaban totalmente excitados. Shany, se sentó encima de él, sintiendo el sexo, contra el suyo. Lentamente, fue moviéndose hasta que sintió como penetraba en su interior. Su movimiento, fue tomando más ritmo. Quería entregarse totalmente a su hombre. Quería darle todo el placer que pudiera, en ese momento. No sabía, si al día siguiente, podría volver a sentirlo dentro de ella. Así que, esa noche, quiso demostrarle todo lo que lo deseaba. Lo besó, mientras se movía encima de él. Notó como el placer empezaba a llenar su cuerpo. Él, se incorporó y la abrazó mientras se movía al ritmo de ella. Al cabo de unos instantes, los dos dieron rienda suelta a su placer. Shany, se sintió completamente inundada por el amor de Matt. Continuaron abrazados varios minutos, besándose, acariciándose. —Shany, te amo. –Dijo él. —Shissssss. –Fue la única respuesta de ella. Se levantó, se vistió y se dirigió a la entrada. Al llegar apartó la piel y antes de salir, se volvió hacia Matt. —Te amo, Matt. Salió de la choza rápidamente, cerrando la piel tras de sí. Matt, oyó como Carrot relinchaba. Seguramente, le habría llevado las zanahorias. Se tumbó nuevamente, y, tras varios minutos pensando, se durmió. 270
XXVI
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Aún estaba dormido, cuando Buki, entró en la tienda, sin llamar. —Vamos, levántate holgazán. –Dijo, mientras, le tiraba de la piel de dormir. —¿Ya, ser hora? Parecer temprano. —Así es. Hay mucho que hacer. Tenemos que prepararte para el juicio de la Madre. –Le explicó. Matt, se levantó y se vistió. Buki, le trajo el desayuno y lo acompañó, mientras, desayunaba. —Primero, deberemos ir al rio para que te laves, como marcan las normas, bueno, son órdenes del chamán. –Esto último, lo dijo en voz baja. —De acuerdo. ¿Cómo estar Shany? –Preguntó Matt. Buki, lo miró. Tras un momento, que a Matt le pareció eterno, volvió a apartar la mirada y comentó: —Está triste. Estuvo toda la noche llorando. Se quedará con Kara y otras madres cuidando de todos los niños del poblado, en la choza del Consejo. Está preocupada no quiere que te suceda nada. Si te ocurriera lo peor, no puedo imaginar que sería de ella. —No pasar nada malo. —Eso espero Matt, por tu bien, por el de Shany y, también por el nuestro. —La quiero Buki, también a vosotros. —Lo sé. Ahora, debes demostrárselo a la Madre para que te permita ganar la pelea. Bueno, será mejor que salgamos. Cogió una gamuza y salieron juntos de la choza. Al llegar al río, les esperaba el chamán. —Debes desnudarte por completo y frotar, todo el cuerpo, con estas plantas. –Le ordenó. Matt, obedeció. Se desnudó y se introdujo en el agua. A 271
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esas horas, estaba bastante fría. El chamán, machacó las plantas y Matt, vio como desprendían un líquido lechoso. Se frotó con ellas y notó con asombro, como su cuerpo se llenaba de espuma y desprendía un agradable olor. Posteriormente, se aclaró. Durante todo el tiempo que duró su baño, el anciano, estuvo haciendo sonar su sonajero, canturreando algo ininteligible. Al salir del agua, se secó y le prohibió volver a usar las ropas que había traído. En cambio, le dio una piel teñida de rojo. Se la envolvió a la cintura y siguió al anciano de vuelta al poblado. Entraron dentro de una choza, que estaba totalmente a oscuras. Matt y Buki, se tuvieron que quedar quietos para no tropezar y caer. A los pocos segundos, vieron surgir una llama del centro de la misma. El chamán le indicó a Matt el sitio donde debía sentarse y le pidió que le entregara la piel roja. Luego, Indicó a Buki un lugar detrás de Matt y le pidió, también, que se desnudara. Acto seguido, les informó que no podían hablar, él debía ir al río y volvería enseguida. Los dos amigos, se quedaron en silencio. Cuando ya estaban, algo cansados de esperar, volvió a aparecer en la entrada el anciano. Le seguía un chico joven, que se quedó sentado en la entrada de la choza, seguramente, un aprendiz. Detrás, apareció Mantte y otro hombre. Venía con la misma piel, que anteriormente llevara Matt. El anciano, le ordenó sentarse en frente de Matt, teniendo la pequeña hoguera, en medio de los dos. Su acompañante, se sentó de la misma manera que Buki. El anciano, comenzó a canturrear y a hacer sonar su sonajero, así como un pequeño tambor, que golpeaba con un hueso, de cuando en cuando, llevando el ritmo. Vertió un líquido pastoso y blanquecino en dos cuencos y se los dio a beber. Según él, era la leche de la Madre. Para 272
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Matt, parecía una fermentación de alguna fruta, eso sí, el color recordaba a la leche, aunque, de sabor muy distinto, dulce y agradable. Después esparció unos polvos sobre el fuego, para causar cierta atmósfera de suspense entre los asistentes, al mismo tiempo, sacó unos pequeños cuencos y un pincel de una bolsa. El anciano, empezó a garabatear símbolos en rojo, azul y blanco en los cuerpos de los dos hombres. A Matt, le recordó lo que él había hecho con Carrot, el día anterior. Esto, debió de durar varias horas, pues, estaba cansado y entumecido de mantener la misma posición. Al terminar, le entregó una piel a cada uno de ellos. Por supuesto, también era roja. Después se hizo el silencio. —Los dos, debéis cumplir la ley de la Madre. –Dijo solemne. Al oír estas palabras, los acompañantes de Matt y Mantte, salieron de la choza. Se oyó un golpe seco y el chamán les tapó la cabeza con otra piel y les ordenó levantarse y salir. En el exterior, gran número de personas, se habían congregado ante la choza del chamán, para verlos. Tanto Matt como Mantte llevaban una cuerda en la mano guiados, cada uno, por sus respectivos acompañantes. Éstos, los llevaron hasta el círculo de arena. El lugar, se hallaba algo alejado del poblado, en dirección norte, no muy lejos, de donde Matt tenía la cerca con Carrot. Al llegar, los pusieron uno frente al otro de rodillas. El chamán, comenzó a danzar alrededor de los dos hombres. Cuando finalizó, se puso al lado de Kay y del resto de los miembros del Consejo. —La Madre, decidirá de entre los dos, quien será el elegido, para compartir su vida, con la mujer llamada Shany. Nadie, intervendrá en la disputa. Bajo pena de destierro. 273
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Todo acabará, cuando uno de los dos, no pueda moverse o levantarse. También, acabará si uno de los dos, decide no seguir y dar el derecho al otro oponente. –Dijo Kay, en voz alta. Buki y el otro hombre, destaparon las cabezas de los dos luchadores, que se vieron, por primera vez, a la luz del día. Tenían el cuerpo totalmente cubierto de dibujos y signos de colores. Buki y el otro hombre, se apartaron y fueron a engrosar el número de personas, congregadas para ver la pelea. —¡Que la Madre decida! –Sentenció Kay, a modo de inicio de la pelea. Matt y Mantte, aún de rodillas, se observaron durante varios segundos. Mantte, le ofrecía una sonrisa de lo más burlona. —Bueno Matt, aquí estamos los dos. Luchando por la mujer a la que deseamos. —Tú desear, yo querer. –Respondió fríamente, Matt. —Sí, sí, como quieras. ¿No crees, que sería mejor que lo dejaras y no hicieras sufrir a esa chica? —Yo no hacer sufrir, tú sí. —Vale, entonces, no hay más remedio que luchar. —A eso he venido. —De acuerdo, luego, no digas que no te advertí que lo dejaras, aún estás a tiempo. —No preocupar por mí. —Entonces, cojamos en un puñado la arena de la madre y esparzámosla al aire y demos comienzo a la lucha. Mantte, cogió un puñado y lo elevó sobre su cabeza. Matt, pensó que era un ritual, aunque, no se lo habían comunicado e hizo lo mismo. Al elevar la mano sobre su cabeza, Mantte vio su oportunidad. Le echó la arena a la cara. Matt, notó la arena en los ojos y momentáneamente se 274
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quedó aturdido. En ese mismo momento, sintió como le golpeaban en la cara. Cayó a un lado, a consecuencia, del puñetazo. Intentó incorporarse, pero no veía nada. De nuevo, sintió otro golpe en el otro lado de la cara, otro y luego otro, que hizo que hincara la pierna en el suelo. Al momento, una patada le hizo caer de espalda al suelo. Sintió que iba a perder el sentido. No podía reaccionar ni atacar. No veía bien. Solo podía intentar taparse lo mejor posible para no recibir una paliza. Aunque no pudo evitar que le golpeara hasta hacerle caer. Mantte, le volvió a patear en el suelo, dándole en las costillas. Matt, se retorció de dolor. Luego, recibió otra patada en el pecho, que le hizo casi vomitar. Cayó, retorciéndose en el suelo. Mantte, estaba pletórico, le había salido perfecta la treta. No imaginaba, que le sería tan fácil doblegarlo y vencerlo. Dio varias vueltas, alrededor del cuerpo doblado de Matt, dándole otra patada. Matt, sintió que iba a perder a Shany. Poco a poco perdía fuerzas, tenía que buscar una estrategia, de lo contrario, estaba perdido. Optó, por rodar lo más lejos posible de él, tratando de coger aire. Empezaba a ver mejor. Mantte, estaba a unos metros delante de él. Se le acercó para darle otro puñetazo, pero Matt, se agachó y se volvió a alejar varios metros de él. Repitió, la estrategia varias veces. Matt, fue recuperando fuerzas y una leve esperanza, aunque, el dolor persistía, sobre todo, en las costillas. Notaba, como la sangre le manaba de la nariz, de la boca, y de la ceja que tenía abierta. Pero, estaba decidido a no darse por vencido. Por el amor que sentía por Shany y la palabra dada en el lecho de muerte a Baku. Vio, como Mantte vacilaba, ante su reacción de esquivar y retirarse. Matt, decidió que era el momento, de dar un giro a la lucha. 275
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Mantte, volvió a acercarse. Pensaba que Matt seguía aún cegado por la arena e intentó darle una patada, pero, Matt, lo agarró del pie y le soltó un puñetazo en toda la tibia. Mantte, soltó un grito de dolor y retrocedió cojeando unos metros. Por primera vez, en lo que había durado la lucha, había recibido un golpe. Matt, vio como Mantte cojeaba visiblemente. Mantte se acercó de nuevo e intentó darle un puñetazo. De nuevo, Matt lo esquivó y le dio en la cara. Mantte, se tambaleó, Matt no le dio tiempo para reaccionar y comenzó una sarta de puñetazos encadenados que Mantte no pudo evitar. Si se cubría la cara, recibía puñetazos en el estómago, que le hacían bajar la guardia. Al cabo de un rato, Mantte no pudo aguantar la terrible paliza y cayó al suelo. Matt, lo observó. Estaba sangrando por toda la cara y tenía marcas rojas en todo el cuerpo, a causa de los puñetazos. En ese momento, pudo terminar con él, pero, Matt, no era como Mantte y no se cebó en él. Dejó que se levantara. Mantte, esbozó una sonrisa. Sabía que él, no le habría dado esa oportunidad. Volvió a la carga. Esta vez, se lanzó contra Matt, intentaba agarrarlo, para tirarlo al suelo. Matt, logró zafarse. Mantte le lanzó una patada, pero, Matt volvió a agarrar su pierna en el aire. Esta vez, el puñetazo fue tan fuerte, que se escuchó cómo se rompía la tibia. Mantte, cayó al suelo retorciéndose de dolor. Intentó levantarse, pero, no pudo. Su odio, era tan fuerte que intentó volver a levantarse, pero, solo consiguió sentarse. —¿Lo dejas Mantte? Mantte, soportando el intenso dolor de su pierna, no quería aún darse por vencido. Así que, usó su última treta. —De acuerdo, dame la mano y ayúdame a levantarme. Matt, se acercó y lo agarró de la mano. En ese momento, 276
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Mantte, sacó del interior del calzado, una punta de hueso pequeña y muy fina, que usó contra Matt, haciendo un corte en la pierna. Matt, se separó y vio como le manaba sangre. —Te mataré Matt, luego, enseñaré a esa descarada a saber comportarse con un hombre. Cuando haya acabado con ella, no será nada más que un cuerpo a mí servicio. – Dijo Mantte, con tal desprecio, echando espumarajos por la boca. Sin darse cuenta del efecto que estas palabras hicieron en Matt. Matt, en ese momento, no veía nada más que la cara de Shany. Fue como una fiera hacia Mantte. Este, intentó volver a cortarle. Pero, Matt, rápidamente, lo agarró de la muñeca doblándosela hasta que soltó la hoja. Acto seguido, le rompió la muñeca. Los alaridos de Mantte, no hicieron que Matt, parara. Mantte, había conseguido, sacar toda la furia que llevaba dentro. Ahora Matt, estaba fuera de sí. Soltó tal patada en la cabeza de Mantte, que varios dientes salieron despedidos. Se colocó encima de él y comenzó soltar golpes de derecha e izquierda. No podía parar. De pronto, cuando iba a asestarle un nuevo golpe, se detuvo. Tomó conciencia de la situación. Era como si hasta entonces, no hubiera visto a Mantte. La visión fue horrenda. Tenía la cara totalmente destrozada. Sangraba por la boca, las narices, las orejas y las cejas están totalmente partidas. Los ojos estaban totalmente hinchados y también sangraban. Bajó el puño que tenía en el aire, lo miró y vio que le sangraban los nudillos. Empezaba a ser consciente de la realidad. El cuerpo de Mantte estaba inmóvil. Un mal presentimiento pasó por su mente, así que, le tomó el pulso en el cuello. Gracias a Dios latía. Soltó el aire contenido, aliviado. Se levantó. Se retiró unos metros del cuerpo y se sentó en el suelo con la cabeza entre las manos. 277
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—La Madre ha elegido. –Con estas palabras, Kay, dio por acababa la pelea. El chamán y varios de sus acólitos, se dirigieron hacia Mantte. Lo examinaron y se pusieron a asistirlo. Kay, Inda, Buki y Buri, se acercaron a Matt. —¿Cómo te encuentras? –Preguntó Kay, mientras, le ofrecía un odre de agua. Matt, bebió con avidez. Estaba sediento. Se echó agua encima de la cabeza para refrescarse. Tras unos segundos tomando aire, le miró. —Estar, bien. Muy furioso. Esperar, que Mantte, no pasar, nada malo. —El chamán está con él. Le has dado mucho trabajo. – Dijo Inda. —Menuda pelea. Al principio tras lo que hizo Mantte, pensé que estabas acabado, pero luego, te repusiste y menuda remontada. No sé porqué le dejaste reponerse. Debiste acabar con él, en ese momento. Luego, cuando sacó esa punta afilada, que nadie había visto, me temí lo peor. Pero, menuda paliza le has dado. Estarás orgulloso. –Comentó, todo excitado Buki. —No estar, orgulloso. No ser bueno, pelear, aunque, causa buena. El joven, lo miró, extrañado. —Tiene razón, Buki. En una pelea, puede resultar alguien muy mal herido, hasta perder la vida. En esos momentos, es más difícil parar que seguir luchando. Yo, sí que me siento orgulloso de ti, Matt. –Dijo Inda, mirándole a los ojos. —Todos estamos muy orgullosos de ti Matt, por haber acabado en el momento oportuno. De lo contrario, habrías terminado con su vida. Hay que ser un gran guerrero para poder hacer lo que tú has hecho. –Dijo Kay, ofreciéndole la mano, para ayudarle a levantarse. 278
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—Gracias, gracias a todos. –Les dijo Matt, de corazón. Dicho esto, se dirigió con sus amigos, hacia donde continuaba tendido Mantte. —¿Estar bien? –Preguntó Matt, al anciano chamán. —No hay nada que el tiempo no cure. Tiene rota la pierna y la muñeca, ha perdido bastantes dientes y muchas heridas en toda la cara. Tardará un tiempo en reponerse, pero, se curará, aunque, espero que no le quede ninguna secuela. No digo lo mismo de su orgullo. –Comentó el chamán. —Espero, que él ponerse bien. —Lo esperamos todos, aunque, para Mantte, nada será lo mismo. –Dijo Kay, mientras miraba su maltrecho cuerpo. —Digáis lo que digáis, no se puede negar, que le has dado de lo lindo. –Dijo Buki, sin disimular su alegría. —Hay que ser legales y decir que tienes toda la razón Buki. No había visto nunca, a un hombre, recibir tal paliza. –Afirmó Inda. —Lo raro es, que no te hubieras roto las manos. –Comentó Buri, que tampoco disimulaba su alegría. —Bueno, manos, doler. –Dijo Matt, examinando sus manos, mientras las abría y cerraba. —Tus nudillos, se curarán pronto. Son sólo heridas superficiales. –Dijo el chamán, tras examinarlas. —¡Matt, Matt! –Oyeron de pronto. La multitud, se apartó dejando un pasillo, para que Shany pasara con el caballo. Matt, sabía que algo grave había ocurrido, pues ella, no se habría montado sola, en el caballo. —¿Qué ocurre Shany? Sabes que tenías prohibida la asistencia. –Dijo Kay, mirándola. —¡Leones en el poblado! –Gritó, sin preocuparse siquiera, por el resultado de la pelea. 279
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XXVII
—¿Leones? Cuéntanos que ha sucedido, rápido. –Le ordenó Kay. —Estábamos fuera, en la plaza del Consejo, con los niños, cuando, de pronto, unas mujeres vinieron corriendo. Dijeron, que habían visto unos leones, a las puertas del poblado, por el lado del rio. Todas se metieron dentro del Consejo con los niños cerrando como han podido, la entrada. Dos hombres, que estaban allí, han salido a hacerles frente. Yo, he salido corriendo hacia donde estaba Carrot y he venido a toda velocidad hasta aquí. De otra forma, no habría sido posible, llegar antes. –Explicó agitada Shany. —Es un grave problema, enfrentarse a un león, es peligroso y eso entre varios hombres, pero si son una manada, es imposible hacer nada. Además, hay que llegar al poblado y coger las armas, con el peligro que eso conlleva. –Explicó Kay. Los hombres estaban totalmente intranquilos, no sabían que hacer. Las mujeres, comenzaron a llorar, pues, todas habían dejado a sus pequeños en el poblado, al cuidado de las mujeres que no habían acudido. El tramo que había que recorrer, era amplio, no habría posibilidad de salvar a nadie. —Matt, te he traído tu arma. –Le dijo, entregándosela. Matt, cogió el arma, sacó el cargador y lo miró. Estaba vacío. Sabía que con la velocidad del caballo y su fusil, sería la única posibilidad de esta gente, pero, no tenía balas. Se habían acabado. —Shany, no poder usar arma. No tener balas. –Dijo Matt, mientras le mostraba el cargador vacío. Ella, lo miró. De pronto, una sonrisa se reflejó en su rostro. Matt, no entendía, por qué ella sonreía en ese difícil momento. —Espero, que no te enfades conmigo. Cuando buscabas 280
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esas puntas, el día que fuimos a buscar tu arma, yo seguí buscando y… –Sacando la mano de su bolsa, le mostró seis balas—. Las limpié como te vi hacerlo a ti. Espero que te sirvan. –Alargando su brazo se las entregó. Matt, se quedó mirando a la joven. Era una caja de sorpresas. Pero, en este momento, seguramente, acababa de salvar al poblado. Cogió las balas de su mano, sin apartar sus ojos de los de ella. —Nunca enfadar, Siempre, estar orgulloso de ti. –Le dijo, mientras la acercaba hacia él y la besaba. —¿Venir Buki? Necesitar tu arco. –Dijo, mientras introducía las balas en el cargador y de un salto subía al caballo. —¿Yo, encima del caballo? –Preguntó, atónico Buki. —Sí. No haber tiempo. ¿Tener miedo? —Claro que no tengo miedo, lo que tenía eran ganas de que me dejaras subir. –Respondió Buki, con una sonrisa que se le salía de la cara. Con la ayuda de Matt, se subió al caballo detrás de él. Se agarró a su cintura para no caerse y salieron al galope. —Suerte Matt. –Gritó Kay, mientras los veía alejarse. —Vamos, debemos ir al poblado. –Gritaron los hombres. Todos salieron corriendo detrás de Matt y Buki, que ya se habían perdido de vista, entre las primeras chozas. Matt, tomó la dirección que le había dicho Shany. Dejó el caballo y se dirigieron hacia el hogar de Buki. Pronto, oyeron muy cerca, los rugidos de los leones. —Matt, deben estar, ya en la plaza. –Dijo alarmado. Acto seguido entró en la cabaña en busca de su arco. Matt, montó el arma. Ojalá, que Shany las haya limpiado bien, pensó, mientras se dirigía corriendo al lugar, sin esperar a Buki. Al llegar, vio cuatro leones. Seguramente, eran una familia, pues dos de ellos eran mucho más pequeños. 281
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Habían matado a los dos hombres, se veían restos esparcidos y llevaban el hocico ensangrentado. Se dirigían a la choza, de donde surgían los gritos de mujeres y niños. Uno de los leones, estaba husmeando e intentaba penetrar, por una de las paredes, ayudado de una de sus zarpas. Matt, hincó la rodilla en el suelo y apuntó a la cabeza del animal. Sonaron dos detonaciones y el león cayó al suelo. Los dos más pequeños, vieron a Matt y se dirigieron hacia él. Apuntó tranquilo, pues los leones venían muy despacio, como creyendo, que su presa no escaparía. Disparó una vez y luego otra. Los dos leones pequeños, cayeron al suelo. La leona que quedaba, vio la escena. De su garganta, surgió un escalofriante rugido. Vio su presa y veloz se dirigió hacia él. Matt, disparó las dos balas que le quedaban. Acertó, en el cuerpo del animal, que cayó al suelo. Matt, se levantó. Pero, de pronto, la leona se incorporó. Estaba cojeando, pero eso, no le impedía acercarse al hombre con las fauces abiertas. Matt, no tenía ninguna salida. No tenía balas ni algún arma con que enfrentarse al poderoso animal. Cerró los ojos y pensó en Shany. Cuando la leona estaba a punto de saltar sobre él, una flecha se clavó en su cuerpo, esto, hizo que tambaleara. Seguidamente, otra, impactó en su garganta, esta, hizo que el animar cayera al suelo. Volvió a intentar levantarse. Otra tercera, se clavó en su pecho. La leona, cayó muerta. Matt, miró atrás, ahí estaba Buki, aún, con el arco entre sus manos. Los ojos le brillaban de la emoción. —Siempre, te salvo el culo Matt. –Le contestó, mientras bajaba el arco y se lo colgaba al hombro. —Buki, sálvame el culo, siempre. –Dijo Matt, acercándose a él y abrazándolo. Los dos se rieron, como nunca. El espectáculo, era increíble. Cuatro leones muertos. 282
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—Lo hemos hecho bien. Ahora sí, que hemos demostrado de lo que es capaz el arco. –Dijo Buki, todo satisfecho, cruzando los brazos sobre el pecho y mirando a su alrededor. —Sí. Ahora, tú ser, el mejor cazador. –Dijo Matt, solemne. —¿De verdad lo crees? –Preguntó Buki, dudando. —Sí. —Si estuviera mi padre, ¿crees que hoy estaría orgulloso de mí? –Volvió a preguntar. —Muy orgulloso, yo, también, estar. –Dijo Matt, poniéndole un brazo sobre el hombro. —Gracias Matt, no sabes lo que significan tus palabras para mí. –No pudo seguir hablando, la alegría y satisfacción lo llenaron por dentro. Se oyeron voces y gritos, los primeros hombres llegaron a la plaza armados con palos. Todos, se quedaron boquiabiertos. Era algo que no habían visto nunca y seguramente, jamás lo volverían a ver. Kay, llamó a la gente del interior de la choza para que salieran. Las mujeres y los niños comenzaron a salir, estaban estupefactos, no tenían palabras. Los leones que estuvieron a punto de matarlos, yacían muertos en el suelo. Buki, lanzó un grito con el puño en el aire. Que hizo que todo el mundo lo imitara. De entre el gentío, Shany, salió corriendo y se abrazó a Matt. —Las soluciones de la Madre son de lo más inesperadas. Nunca se sabe cómo va a reaccionar. Te trajo a mí, gracias a un león y son leones los que nos vuelven a unir. –Dijo, sin querer separarse de él. Matt, se quedó pensando en sus palabras. Cuando le atacó el primer león, fue como si su antigua vida hubiera acabado. Ahora, estaba a punto de comenzar una nueva 283
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vida, esta vez, junto a la mujer que amaba. Igual, Shany tenía razón, Las reacciones de la Madre, eran inesperadas. Mientras las familias se reunían con sus hijos, Buki se dirigió hacia Kara, que salía, en esos momentos, con su hijo en los brazos. Esta, se abrazó a Buki. Había llorado y estaba nerviosa. Buki le abrazó contra su pecho, la besó primero a ella y luego a su hijo. Kara, lo miró y le comentó algo. El miró hacia Matt y luego la besó en la frente. Ella, se dirigió hacia Matt. Al llegar frente a él, se paró. —Gracias, por salvar la vida de mi hijo, Matt. –Le agradeció con lágrimas en los ojos. —No importar. Tú y Buki ser mi familia. –Le contestó Matt. Ella, se arrodilló delante de él, le cogió la mano y la besó. Matt, no supo qué hacer ni qué decir. Estaba totalmente descolocado. Miró a Shany y la vio, también, con lágrimas en los ojos. —No entender. –Dijo Matt, mientras preguntaba con la mirada a Shany. —Kara, te está agradeciendo de la manera más importante, lo que has hecho por ella y su hijo. —No hacer falta. –Dijo Matt, quitando importancia a su acción. —Para ella, es muy importante. Pocas veces se ha visto este gesto de sumisión. Ella, se encuentra en deuda de sangre contigo. Matt, la miró, continuaba de rodillas con la cabeza agachada. —¿Qué debo hacer? –Le preguntó. —Debes poner, tu mano en su cabeza. –Le contestó Shany. Matt, levantó la mano y se la colocó encima de la cabeza 284
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de Kara. Ésta, levantó la cara hacia él y le sonrió. —Gracias, Matt. –Kara, se levantó del suelo con su hijo en los brazos y se puso al lado de Shany. Ésta, le pasó la mano por los hombros y la besó en la frente. Mientras, Buki, ante la mirada de todos, se dirigió de león en león, arrancándoles los colmillos. Después, se acercó a Matt. —¿Me prestas tu collar? Ya sabes lo que voy a hacer. – Le dijo, con la mejor de sus sonrisas. —Creo que sí. –Dijo Matt, también sonriendo, mientras, se quitaba el colgante y se lo entregaba. Buki, abrazó de la cintura a Kara y partieron hacia su hogar. Matt y Shany, les imitaron y abandonaron el lugar Mientras, el resto del pueblo, los observaba en completo silencio. —Padre. —Dime Buri. —Ese es el hombre, que necesito para poder formar un pueblo. —Tú y yo. –Contestó Kay. —Le pediré que venga conmigo. —Pides mucho, hijo. Yo también, quiero que se quede conmigo y forme parte del Consejo. Pronto, quedará alguna plaza libre. —Vaya, no lo sabía. Bueno, tendremos que esperar que la Madre elija. —Me da la impresión, que ese hombre, es un elegido de ella, para algún propósito. —No lo sé, padre, pero sería un buen jefe para cualquier poblado. —Tenéis toda la razón. Posee todos los atributos de mando que se necesitan y muchos más. –Esta vez, era Inda el que hablaba. 285
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Los tres, se quedaron mirando cómo la pareja se perdía entre las chozas. Transcurridas varias horas, el chamán se acercó al hogar de Matt. Éste, se había quitado toda la pintura del cuerpo y se había puesto su ropa habitual. Le curó las heridas de los nudillos, así como el corte que le había producido Mantte en el muslo. Recogió y dobló cuidadosamente la piel roja que había llevado Matt. —¿Qué hacer con piel? –Preguntó Matt. —La tuya y la de Mantte, debo guardarlas juntas. Tras hacer un rito purificador, las enterraré en un lugar secreto que nadie pueda encontrar. Son sólo para la Madre. –Explicó el anciano. Tras sus palabras, se despidió y salió. Mientras, Shany preparaba la cena, Kay, llamó desde el exterior, pidiendo permiso para entrar. Cuando se lo hubieron dado, entro, seguido de dos miembros del Consejo, uno de los cuales era Sharta. —¿Cómo estás? –Preguntó Kay, señalándole las heridas. —Bien. El chamán, decir, que curar, pronto. Y ¿Mantte? —Ha recuperado el conocimiento. El hueso de su pierna soldará y su muñeca se recuperará. Los dientes perdidos, perdidos están. De las demás heridas no hay que preocuparse, sólo de su orgullo. Se pondrá bien, dentro de un tiempo. —Me alegro. –Dijo Matt. —El juicio de la Madre, ha concluido. Ha decidido, que tú tenías derecho. Por lo tanto, desde ahora, eres responsable del cuidado de Shany. –Dijo Sharta, con una sonrisa. —Gracias. —¿Estás contenta? –Preguntó Kay, a la joven. —Sí. No sabría vivir sin él. La Madre oyó mis ruegos. Pedí un hombre y me trajo a Matt, sabía que no podía vol286
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ver a quitármelo. –Contestó, con la mirada baja, pero, desbordante de alegría. —Ya te dije que siempre había una solución. No había que perder la esperanza. La Madre es muy sabia. –Le sonrió Sharta, dándole unas palmaditas en el brazo. La chica sonrió, mientras, miraba de reojo a Matt. —¿Ya estar todo solucionado? –Preguntó Matt. —Sí. Pasado mañana, será el último día del verano en el que se realizarán las uniones. Las parejas que han decidido unirse, ya han pedido permiso al Consejo. –Dijo Kay. —Yo, querer unirme con Shany. –Dijo Matt, al terminar de hablar Kay. Shany, lo miró a los ojos. Por fin, llegaría el momento, que tanto había deseado durante toda su vida. Tenía a su lado, el hombre que había elegido como compañero y él también lo deseaba. Sin poderse contener, notó como se deslizaban las lágrimas por su mejilla. Matt, la miró. Sintió su corazón henchido de amor por ella. Su mirada era lo más dulce que habían visto sus ojos. Había luchado por ella, por su amor y no la había perdido. Esta vez, si estaba en el momento oportuno. Por fin, el destino o tal vez Helen, le ofrecían una segunda oportunidad lejos de su mundo y su época y esta vez la pensaba aprovechar. —Perfecto. Os incluiremos con las demás parejas que han decidido unirse ese día. Por cierto, no estaréis solos, Ubu y Yuka también van a unirse. –Comentó Kay. Matt y Shany se miraron y sonrieron. Esa, era una buena noticia. —No creía que pudiera ver cosas nuevas, después de tantos años, pero, gracias a la Madre, me habéis brindado grandes acontecimientos, en muy pocos días. –Dijo Sharta, soltando una risita. 287
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—Será mejor dejaros descansar, después de un día tan duro como este. Pasarán muchos años y muchas generaciones y se seguirá hablando de lo que hoy ha ocurrido aquí. – Afirmó Kay, levantándose. —Tienes razón, hermano. Y gracias a la Madre, nosotros hemos sido testigos. –Dijo Sharta, mientras se incorporaba. —¿No os quedáis a cenar? –Preguntó Shany. —No pequeña, te lo agradecemos, pero, tenemos muchas cosas que hacer. Además, creo que, vosotros, tenéis también muchas cosas que preparar. –Respondió el anciano, mirándola con una sonrisa y sin más dilación, salió. —Sharta tiene mucha razón. Los asuntos del Consejo nos esperan. –Se despidió Kay, saliendo tras Sharta. Shany, continuó con la cena. Matt, la observaba. Al cabo de un rato, Shany lo miró. —¿Qué pasa Matt? Me miras mucho. ¿Ocurre algo? —Sí. Miro a mi mujer. –Respondió, mientras acariciaba un mechón de su melena. —Me encanta esa palabra, tu “mujer”. Y tú serás el “hombre” de mi hogar. –Ella, le devolvió una de sus más cálidas sonrisas que, hizo que el corazón de Matt latiera más deprisa. —Sonar, bien. Ella, volvió a girarse, para continuar con la cena. —Tú, ser muy valiente. Salir por Carrot, con los leones cerca. —No tenía otra opción. Aunque, te diré que estaba aterrada de miedo. —Lo mejor, fue llegar verte montada en caballo. –Matt, se rió. —Lo cierto, es que, ni siquiera lo pensé. No sé cómo se me ocurrió ir a por el caballo. –Dijo Shany, quedándose quieta y pensando sobre lo sucedido. 288
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—Me alegro de tu decisión. Shany, se echó a reír, tapándose la boca con las manos, como tenía costumbre. —Sabes que como soy pequeña, no me podía subir encima del caballo. Me tuve que subir encima del cercado para poder montarme en Carrot. Matt, se lo imaginó. Con todo el dramatismo de la situación, y lo cómico que resultaría la escena de ella, intentando subir al caballo y luego, usando la cerca de escalera. No pudo menos que reírse con ella. —Por lo menos, no caer del caballo. –Dijo Matt, entre risas. —No. Me agarré fuerte con las piernas y con las manos al pelo de su cuello. Espero que no le haya arrancado muchos. Me sentiría culpable. –En ese preciso momento, le vino a la mente algo muy importante que había sucedido y debía decirle. Sin embargo, decidió que no era el momento oportuno. Lo guardaría un poco más en secreto. —Tranquila, tener todo el pelo. –Confirmó Matt, sonriendo. Cuando la cena estuvo lista, Shany le sirvió a él y luego a ella. Cenaron, hablando sobre su cabalgada en caballo. Terminada la cena, limpió los utensilios, los guardó y se introdujeron entre las pieles. Había sido un día muy largo e intenso. Estaban totalmente, agotados, aunque, felices. Ya no había nada por lo que temer. Sus vidas se emparejarían por fin. Shany, se colocó en su postura de dormir, al lado de Matt. Ya era para ella una costumbre usar su hombro y su pecho como almohada. Al cabo de un rato, miró a Matt. Con la luz de la llama, lo vio con los ojos abiertos. —¿No puedes dormir? –Le preguntó, acariciándole el vello del pecho. 289
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—Estar pensando. —¿En qué? —En lo que decir Buri. En ese nuevo asentamiento. —¿Quieres ir? —Yo querer estar contigo. —Da igual el sitio donde estemos, lo que importa es que estemos juntos. No me importa irme, si es tu deseo. Estoy muy bien aquí, pero, han sucedido muchas cosas y, no sé, igual sería necesario un cambio. —¿Estar dispuesta a viajar? —Me encanta viajar. Pero, solo si tú vienes conmigo. – Dijo, mientras, se levantaba y lo besaba en los labios. —No sé. Ser peligroso. Ahora tu ser mi mujer. Deber preocuparme por ti. –Respondió Matt, como si tuviera dudas. Shany, se echó a reír. —Vaya, así que te parezco una mujer indefensa. Después de eludir a unos leones y montar a caballo. De verdad, ¿te parezco una pobre mujer? –Dijo, mientras, se ponía sentada encima de él y le daba golpes en el pecho. Matt, se echó a reír. La cogió de las manos y se le quedó mirando. Claro, que no era una pobre mujer. —Ser la mujer más valiente que yo conocer. –Dijo, mientras, la acercaba hacia él y se fundían en un beso. Ella, se deslizó por su costado y se colocó en su postura preferida para dormir. —¿Piensas que soy valiente? —La más valiente de las mujeres de todos los pueblos. Matt, notó como sonreía con su cara pegada a su pecho. Poco a poco, fueron sumiéndose en el sueño, mientras la luz de la llama se consumía y dejaba el interior de su hogar en penumbra. 290
XXVIII
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Al día siguiente, se despertaron temprano. Pero, prefirieron quedarse entre las pieles. Shany, estaba especialmente juguetona esa mañana. A Matt, le encantaba verla así, feliz y seductora. Aprovecharon muy bien la mañana. Aunque, al final, después de consumar varias veces el acto, volvieron a quedarse dormidos. Era más del mediodía, cuando Buki, entró sin siquiera avisar. —¡Vamos, vamos! ¡El Consejo quiere veros! –Dijo, sin decir siquiera buenos días. —Buki, por favor, llama antes de entrar. –Le reprochó su hermana. —Tranquila hermanita, que no hay nada que ver, que no haya visto ya. Además, estabais durmiendo, ¿no? –Les preguntó burlonamente. —Sí, claro. Estábamos muy cansados. Ayer, fue un día muy duro. –Trató de explicarse Shany. —¿Para qué necesitar el Consejo? –Preguntó, algo intranquilo, Matt. —Eso, debéis verlo vosotros mismos. –Respondió Buki. Matt y Shany, se miraron interrogantes. Pero, Buki no dijo nada más. Se sentó y esperó en silencio. Algo poco habitual en él. La pareja, se vistió delante de él y desayunaron, pues, Buki les explicó, que no había tanta prisa como para no desayunar. Por fin, salieron del hogar y siguieron a Buki. Por el camino, se quedaron un poco asombrados, al observar, como todo el pueblo, estaba presente. Delante del hogar del Consejo. El silencio era casi total. Instintivamente se cogieron de la mano. —Debéis ir donde Kay. ¿Ok? –Les informó Buki, con una sonrisa. 291
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Este gesto familiar de Buki, tranquilizó a Matt, si fuera algo, malo, se le notaría. Y Buki estaba muy tranquilo. —Bienvenidos. –Les saludó Kay, con una amplia sonrisa. —Hola Kay. Nosotros, dormir, no saber qué tener que venir. Intentó excusarse Matt. Shany, no podía articular palabra. —Tranquilos. Ya nos informó Buki de que, si no estabais levantados ya, es que estaríais, como dijo, “en otros asuntos”. Shany, se puso colorada como un tomate y Matt, se quedó callado. Echó un vistazo a Buki que no paraba de reírse. Propio de él. —Ayer, ocurrió algo que no había ocurrido jamás en la historia de nuestro pueblo. Salvaste no sólo a mujeres y niños. Has salvado un pueblo. Sin los niños, se hubiera perdido una generación entera. El daño, hubiera sido irreparable, tanto para el pueblo, como para sus madres y padres. –Dijo Kay, esta vez, su cara estaba seria, por la solemnidad de las palabras que estaba diciendo. —Yo, no… –Intentó decir Matt, para quitar importancia al asunto. —No te ha llamado el Consejo Matt, si no todo el pueblo. –Le explicó Sharta, mientras, señalaba al público congregado. Matt, no comprendía. Miró a Shany buscando respuestas, ésta, se encogió de hombros, tampoco sabía qué sucedía. De improviso, una mujer comenzó a cantar, luego otra y otra, al momento, hombres, mujeres y niños, estaban entonando un cántico. Iniciaron una danza, todos muy juntos. Moviéndose al ritmo del canto se encaminaron hacia Matt. Daban pasos cortos pero rítmicos. Pasaron por delante de él haciendo un círculo, volviendo al punto de partida. 292
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Sin parar el cántico ni el movimiento, una mujer, se acercó a Matt, llevaba con ella tres niños. —Gracias Matt, por salvar a mis hijos. –Diciendo esto, se arrodilló igual que hiciera el día anterior Kara, e hizo el mismo gesto. Le besó la mano y esperó. Matt, miró a Shany. Ésta, movió la cabeza, como afirmando lo que tenía que hacer. Matt, le puso la mano encima de la cabeza. La mujer, lo miró y le sonrió. Luego, se levantó y se volvió con sus hijos al grupo y retomó el canto y el movimiento. Seguidamente, otra mujer con un hijo ocupó su puesto y así pasaron todas las mujeres que habían dejado sus hijos en el hogar del Consejo. Matt, estaba abrumado. Al terminar y volver la última de las mujeres, que llevaba ocho niños, el cántico cesó. Matt, no sabía qué decir, ni qué hacer. Miró hacia el Consejo. Estos estaban callados y serios. Respetuosos por el importante acto que se estaba realizando. Cuando Matt pensó, que ya había acabado, Buki se le acercó. Llevaba un palo pintado y adornado con unas cintas de colores. —Mi familia, está en deuda contigo, Matt. –Dijo, depositándolo a los pies de Matt, sobre una piel. Se levantó y se fue. A continuación, el resto de los hombres, hicieron lo mismo. Cada uno traía un palo con los colores y formas de sus familias. Más de cincuenta palos adornados, yacían sobre la piel, a los pies de Matt. Éste, los miró y luego al público que tenía enfrente. —Yo agradecer. Yo estar, deuda con vosotros, por dejar que yo ser miembro de vuestro pueblo. –Les agradeció Matt, abrumado por todo lo que estaba ocurriendo. —Con esta ofrenda Matt, tu pueblo te da las gracias por lo que has hecho por él. –Dijo Kay dando por finalizado el acto. 293
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Cuando todos empezaron a irse hacia sus hogares, Kay se acercó a Matt. —Eres un hombre extraordinario. La gente te quiere y respeta. —Yo, agradecer, mucho. –Dijo Matt, abrumado por los últimos acontecimientos. —Al Consejo y a mí, nos gustaría que entraras a formar parte de él. –Dijo Kay, sin rodeos. Matt, se quedó asombrado por la oferta que le acababa de hacer Kay. —No sé qué decir. –Respondió, mirando a Shany. Ésta, lo miró y bajó la mirada. —Piénsatelo. Aunque, hay alguno que, le gustaría que fueras con él. –Dijo Kay, mirando a Buri. —Yo pensar. Decidir, después de unión. –Le contestó. Ella, recogió la piel con los presentes que les habían dado y volvieron a su hogar. Al llegar, los colocó bien y los envolvió en la piel con cuidado y la guardó. Luego, puso la comida y comieron. Matt, se tumbó, estaba cansado, después de tanto acontecimiento. Se quedó mirando a Shany, que estaba cosiendo algo. —¿Qué estás haciendo? –Le preguntó, intrigado. Ella, se quedó sorprendida por la pregunta. Era algo que estaba haciendo para la unión. —Es tu ropa, para nuestra unión. –Le contestó, algo acalorada. —Vaya. Y ¿cómo es? –Esta vez, se incorporó y se colocó a su lado. Shany, se la mostró. Eran dos retales blancos y cuadrados para cubrir la parte baja y otros dos para cubrir el pecho y la espalda. Le sorprendió el diseño de los dibujos. En la parte inferior, en negro, llevaba el dibujo del tatuaje, los dos puntos negros unidos como por una ese. Pero, lo que más 294
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le sorprendió, fue el dibujo del pecho. Había cortado tiras y las había teñido. Con ellas había plasmado el mismo dibujo que llevaba en su cinto. —Es muy bonito, pero, prefiero usar los colores de mi nuevo pueblo. –Respondió. —Creo, que debías llevar los dos emblemas. El de los Uska y el de tu pueblo. Lo he copiado del que te cosí en la bolsa. Aún no he acabado, pero se va pareciendo. –Dijo Shany, mostrándolo en alto. —Tener razón, llevar los dos con orgullo. Gracias, Shany. –Le cogió la cara, entre sus manos y la besó en los labios. —¿Te gusta? –Se iluminó su cara, al preguntar. —Sí. Me gusta mucho. –Le respondió. Ella continuó con el trabajo. —¿Y tu traje? –Preguntó Matt. Shany, se quedó un momento en silencio. —No tengo, pero me pondré alguno de fiesta de mi madre, que son muy bonitos. –Respondió con una leve sonrisa, aunque, con algo de tristeza. Pasaron la tarde y la noche. Por fin, llegó el día de su unión. Los dos se levantaron y fueron a lavarse. Él, volvió a pasarse la hoja de sílex por la cara. Ella, se lavó el cabello con unas plantas que hacían espuma. Se secaron y volvieron a su hogar. Mientras, estaban preparando la ropa, la piel de la entrada se abrió. Eran Buki y Ubu. Nada más entrar, dijo a Shany que Kara y Yuka le estaban esperando para vestirse. Ella, cogió su ropa y después de colocarle la ropa a Matt y darle una última mirada, salió corriendo. Matt y Ubu, se pusieron su ropa para la ceremonia. Básicamente, eran idénticas en la parte de abajo, pero, en la de arriba, Ubu llevaba unas tiras negras unidas a la pieza del pecho y también, todo el pelo lleno de trenzas, como era tradición en su pueblo. 295
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Matt, lucía su bandera en el pecho. La miró y acarició, un instante. Era lo único que estaba fuera de lugar, en cambio, se sentía enormemente orgulloso al ver en su brazo el emblema de su nuevo pueblo. Buki, lo sacó de sus pensamientos, diciéndole que ya era la hora. —De acuerdo vamos. –Dijo Matt. —Espera, espera. ¿No te falta algo? –Preguntó Buki de pronto, parando a Matt. Matt, se miró. Tenía todo lo que le había dejado Shany. —No sé Buki. ¿Qué me falta? Buki, se rió. Entonces, le tendió la mano y le ofreció un paquetito. Matt, extendió la mano y lo agarró. Una sonrisa asomó en su cara. Miró a Buki mientras lo desenvolvía. En su cara apareció la sonrisa más amplia de la que podía ser capaz. Soltó una carcajada cuando vio el contenido del envoltorio. Ya no tenía un diente de león, si no, siete. —Vaya, ahora estar más lleno, casi no queda sitio. –Dijo, mientras se lo ataba al cuello. —Sí. Sabía que te gustaría. Por cierto, yo también tengo un colgante. –Sacó de su bolsa, una tira de cuero con dos colmillos y acto seguido se lo ató al cuello. —Te sienta muy bien Buki. —Ya lo sé. Aún no me ha visto Kara, cuando me vea, se va ha sentir muy orgullosa de mí. —Ella, ya estar. –Le respondió. —Lo sé Matt, pero, Kara, siempre piensa que soy un crio. Ahora verá que soy un hombre. –Dijo estas palabras, mientras acariciaba los dos colmillos. —Para mí, ser un hombre. –Le respondió Matt, poniéndole las manos en los hombros. —Gracias Matt, me gustaría ser tan hombre como tú. —No hacer falta. Tú ya ser un gran hombre Buki. Yo 296
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estar muy orgulloso de ti. Ahora con esos colmillos de león ya ser hermanos. A Buki, se le llenaron los ojos de lágrimas. Las palabras de Matt, significaban mucho para él. Lo había tomado como ejemplo desde que lo conoció. Para él era el prototipo a seguir. —Bueno, dejemos las palabras y venga, que tenemos que unirte a mi hermana. –Cogió del brazo a Ubu y salieron. Matt, respiró hondo y salió detrás. Shany, llegó al hogar de Buki y Kara. La estaban esperando. Yuka lucía ya su vestido. Ella no lo sabía, pero era de la misma confección que el de Ubu. —Que bien te sienta Yuka, estás preciosa. –Dijo Shany, nada más verla. —Gracias Shany. Me dejó las telas Kara y he hecho el mismo dibujo para Ubu también. Me ha ayudado a hacerme todas las trenzas al estilo de nuestro pueblo. ¿Has traído el tuyo? –Preguntó Yuka. —Yo no tengo vestido para la unión. He confeccionado uno para Matt, está guapísimo. Pero he tenido tiempo, para hacer uno para mí. He cogido un traje de fiesta de mi madre. –Dijo, Shany con un tono triste en la voz. —El traje, no es lo importante. –trató de consolarla Yuka. —Lo sé. –contestó Shany, esbozando una sonrisa. Bueno Shany, tendrás que vestirte, para tu ceremonia, no querrás llegar tarde. –Dijo Kara, en ese momento. Shany, comenzó a desenvolver la ropa que había traído. —¿Qué haces? –Preguntó Kara. —Sacar la ropa para vestirme. –Contestó Shany, mirando a Kara. —He dicho, vestirte con la ropa para tu ceremonia, esa no es ropa de ceremonia de unión. –Dijo Kara. 297
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—Pero, ya te he dicho que no tengo otra. —Sí tienes otra. –Respondió Kara, poniendo en sus manos, un paquete. Shany, no sabía que decir, la había cogido totalmente por sorpresa. —No entiendo. –Fue lo único, que pudo articular, mientras, miraba entre sus manos, el paquete. —Lo hizo tu madre. Quería hacer tu ropa para tu unión. Yo le ayudé. Pero no quería que te enteraras, así que, me lo hizo jurar. Le explicó Kara, sonriendo. —Mi madre… ¿lo hizo para mí? –Las lágrimas, comenzaron a llenar los ojos de la joven y correr por sus mejillas. —Sí. Según me dijo, es el que ella usó en la unión con tu padre. Se lo hizo su madre. Ella y yo hemos hecho unos arreglos. Espero que te guste. Para mí es único. Shany, colocó en el suelo el paquete y lo desenvolvió con mucho cuidado. Cuando dio la vuelta a la falda, la vio llena de pequeñas cintas, también de color blanco, que cubría totalmente la piel. Al poner extendidas las cuatro piezas, todas estaban igualmente cubiertas de las pequeñas tiras. —¡Oh! Es maravilloso, no he visto nada igual. –Dijo Yuka, asombrada por la belleza de las prendas. —Es precioso. –Dijo Shany, acariciando las tiras blancas, sin dar crédito, a lo que tenía delante. —Creo, que el próximo año, las chicas que se unan, imitarán tu vestido. –Comentó Kara. Shany, empezó a ponerse las diferentes piezas. Kara, la ayudó. Le quedaba perfecto. —¿Cómo vas a llevar el pelo? –Preguntó, Yuka. Shany, lo cogió entre sus dedos. Se quedó pensando. —Lo dejaré suelto. Lo peinaré para que quede lo más liso posible. Es así como le gusta a Matt. Le encanta acariciarlo. 298
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—Seguro que le encanta. Lo tienes muy bonito. Largo, liso y negro. –Sonrió Kara, mientras, comenzaba a peinárselo. Cuando estuvo preparada, las tres mujeres salieron. Todos observaban. Su traje empezó a causar sensación, nunca se había visto un traje igual. Las jóvenes miraban excitadas, deseosas de ser ellas, quieres llevaran aquel precioso vestido. Despacio se encaminaron, bajo la mirada atenta de todos, a la zona donde se celebraría la ceremonia. Entraron en el hogar del Consejo, por una entrada lateral. Los hombres que se iban a unir, habían entrado por otra. No se podían ver, los unos a los otros, hasta el momento del enlace. Un toque de cuerno, avisó de que comenzaba el rito. Un acólito del chamán, fue colocando a las seis mujeres, según habían solicitado el permiso. Las dos últimas, eran Yuka y Shany. La fila de mujeres, siguió al acólito hacia un punto en la plaza. Del otro lado, de la casa del Consejo. Después, salió la fila de los hombres. Ubu y Matt cerraban su fila. Se fueron colocando al lado de sus respectivas parejas. El chamán, comenzó el ritual con la primera pareja. Nada más colocarse Mat al lado de Shany, se quedó atónito. Estaba espectacular. Nunca la había visto tan hermosa y deseable. Shany, alzo la vista hacia él, vio como la miraba. Le parecía el hombre más atractivo que había visto nunca y encima, estaba a punto de convertirse en su pareja. De repente, la voz del Chamán les volvió a la realidad. —Matt, Shany, os toca. –Dijo el anciano. Los dos, se arrodillaron delante de él. El anciano, les puso, a cada uno, una piel redonda de color rojo, en la cabeza. —El hombre Matt y la mujer Shany, han decidido unirse 299
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voluntariamente, como pareja ante vosotros sus hermanos Uska. ¿Hay alguien o algo que impida esta unión? –Preguntó, en alto. No hubo respuesta. Por lo tanto, continuó con la ceremonia. —Esta pareja, se une para dar comienzo a una familia y así cumplir el mandato de la Madre. Tú Matt, ¿deseas unirte a Shany, cuidar de ella, proporcionarle alimento y seguridad? —Sí. –Contestó, mirándole a los ojos. —Tú Shany, ¿deseas unirte a Matt, cuidar de él, darle hijos y cuidar de su hogar? —Sí. –Contestó ella, fijando sus ojos en los de él. El chamán, tomó un cuenco con sal, untó un trozo de algo que podía pasar por pan y se lo ofreció a Matt. Luego, volvió a repetir la acción, ofreciéndoselo a Shany. Al finalizar, pidió que se pusieran los brazaletes. Shany, colocó el suyo en el brazo de Matt. A continuación, él se lo puso a ella. Acto seguido, el chamán les quitó la piel de cuero rojo de las cabezas, les indicó que se levantaran, cogió sus manos las unió y se los presentó al resto del pueblo. —Matt y Shany están unidos. –Sentenció el chamán. Matt, se quedó mirando a Shany. Ésta, estaba radiante. Su sonrisa era la más alegre y bonita que había visto nunca. Aún así, para Matt, aún quedaba algo. —Shany, en mi pueblo, la unión de dos personas que se aman, se culmina regalando este objeto. –Dijo a Shany, sin soltar su mano. Ella, no sabía que iba a pasar, por lo que, se quedó expectante. Matt, soltó el anillo de oro en forma de delfín de su colgante. —Shany, quiero que tu ser siempre mi mujer. Esto, ser 300
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símbolo de mi amor. –Mientras hablaba, le colocó el anillo en el dedo de Shany. La joven, se quedó sin palabras. Nunca había imaginado que eso que llevaba colgado Matt en el cuello, servía para el dedo. Lo observó y lo acarició. Le pareció que quedaba perfecto en su dedo. Dio un paso hacia él, hasta quedar sus cuerpos totalmente pegados. Alzó los ojos hacia los de Matt. —Siempre he esperado este momento. Cuando te vi, supe que tú eras el hombre con el que quería compartir mi vida. Ahora, que ya soy tuya, quiero que sepas que nada me separará de ti. Matt, la contempló, acarició su larga melena y la estrechó contra él. —Tú dar valor a mí vida, yo cruzar el tiempo por ti. Nunca dejar que nada nos separe. –Acto seguido, ella se abrazó a su cuello y se fundieron en un beso. Después, las seis parejas se sentaron en un rincón preparado para la ocasión. Allí, les sirvieron la comida. Durante la misma, hubo danzas. Los familiares pasaban, de vez en cuando, a felicitarles. En una de esas, Buri se acercó. —Os doy la enhorabuena. Me alegro que todo os haya salido bien y que vuestro futuro sea fecundo. —Gracias Buri. –Contestó Matt. —Dentro de una semana, partiremos de vuelta a nuestro asentamiento. Hay más voluntarios de los que podía esperar. Hasta, unos miembros de los Bara se han unido a nosotros. —Yo alegrar, Buri. Los Uasko, serán un pueblo grande. —Sí. De eso estoy seguro. Estoy muy contento, pero, me falta alguien. —¿Quién te falta, Buri? –Preguntó Shany, aunque sabía la respuesta. 301
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—Me falta alguien que pueda hacer que eso funcione. Alguien que sepa unir y darle identidad de pueblo. Necesito a un líder, un jefe. –Contestó Buri, mirando directamente a Matt. —Tú, ser buen líder. Tú, construir asentamiento. –Le respondió Matt. —Eso sólo no basta, hace falta liderazgo y yo no lo tengo. Se necesita alguien en quien la gente confíe, que sea fuerte, justo y emprendedor. Me gustaría que ese hombre fueras tú Matt. –Se lo dijo, poniendo su mano en la de él. —Ser algo muy difícil. Yo, no saber qué decir. Yo pensar. Agradecer, que tú haber pensado en mí. Ahora, yo tener mujer. —Me gustaría que lo pensaras Matt, en siete días partimos. Te necesitamos, yo estaré a tu lado. –Dicho esto, se levantó y se fue a hablar con una pareja. Buki, llegó al mismo tiempo que Buri se iba. —Que tal parejita. Como os va. —Muy bien. –Contestó Shany. —Os noto un poco callados, ¿Qué ha pasado? —Buri, invitar a ir con él. –Dijo Matt. Buki, se quedó callado. —Si os vais Kara y yo nos quedaremos solos. —Tranquilo, aún no lo hemos decidido. –Lo consoló Shany. —Ubu y Yuka van con él. Matt y Shany se miraron, pensaban que se quedarían. —¿Se van? —Sí, acaban de decírmelo. Si también os vais vosotros, nos quedaremos solos. No será lo mismo. Matt, pensaba que te quedarías con nosotros. Después, de todo lo que hemos pasado y hemos vivido. Aquí, tenemos un futuro, hay muchas cosas que podemos hacer e inventar juntos. – La voz de Buki era suplicante. 302
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—Buki, aún, no he dicho que sí. –Le contestó Matt, para tranquilizarle. —No hace falta, sé que os iréis. –Se levantó corriendo y se fue. —Te tiene mucho aprecio Matt. —Lo sé, lo sé y yo a él. Continuaron el banquete, pero, en todo el día, no volvieron a ver a Buki. Al volver hacia su hogar, Matt y Shany pasaron por la choza de Buki y Kara. Buki, no quiso hablar con ellos y se excusó, diciendo que tenía que hacer unas cosas fuera. Salió y no regresó. Kara, les contó, que había vuelto de la ceremonia muy nervioso y enfadado. Le había contado, lo que había pasado y ella, también estaba triste. No le gustaba la idea de romper la familia y perder, a demás, a unos buenos amigos. Pero, si al final, decidían irse, ella los apoyaría. Matt y Shany, volvieron a su hogar. Se desnudaron y guardaron la ropa. Shany, le contó la historia del traje. Le gustaría hacer lo mismo, si tenían una hija, como hizo su madre con ella. Se acostaron y esa noche compartieron placeres hasta que sus cuerpos quedaron rendidos. Ya eran pareja, ya no había nada ni nadie que los separara.
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XXIX
Durante los días siguientes, Matt y Shany recorrieron a caballo toda la región. A veces, pasaban la noche fuera. Buki, se reunía con los artesanos y les enseñó tanto a hacer arcos como flechas. La fecha de partida de Buri y los nuevos miembros de su pueblo se acercaba. Matt y Shany se acercaron, una noche, al hogar de Buki y Kara. —Hola, Buki. –Saludó Matt, al entrar. —¿Qué tal? –Respondió Buki, sin mirarle. —Veo, que has enseñado bien, como hacer arcos. –Le dijo Matt, mientras, observaba uno recién acabado. —Sí, han aprendido pronto. Lo difícil, es hacer el primero, como ya sabes. —No verte, estos días, tú, estar muy ocupado. —Bueno, ya sabes, me necesitaban hasta que aprendieran por sí solos. —Buki, tener que hablar. Buki, lo miró, dejando a un lado, una flecha que estaba terminando. —Al final, os vais ¿verdad? –Le preguntó, directamente. —Sí, hablar con Buri. Querer empezar de nuevo, un nuevo pueblo, una nueva vida. —De acuerdo, ya os podéis ir, ya os habéis despedido. – Dijo y dejando ver toda su rabia y desilusión. —Buki, no tienes que ponerte así. Aquí, estamos bien, pero hay muchas cosas por las que no debemos quedarnos. Como ha dicho Matt, es la ocasión de empezar una nueva vida. –Le explicó Shany, intentando tranquilizarlo. —Ya. Ya, lo he oído antes, no hace falta que me lo repitas. —Buki, por favor. –Trató de calmarle Kara. —¿No ves que han tomado una decisión tan importante sin contar con nosotros? —Ellos son libres, no tienen que decirnos nada. Como 304
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tú, tampoco tienes que consultar a nadie sobre tus decisiones. –Volvió a responder Kara, cogiéndole del brazo. —Somos una familia, o eso pensaba. Las decisiones se deben tomar entre todos. Primero pierdo a mis padres, ahora, a mi hermana y a Matt. –Diciendo esto, su voz se quebró. —Buki, no enfadar, siempre ser familia. Tú siempre mi amigo. Me encantaría que vosotros, venir también. Pero, tu pueblo te necesita y la decisión debe ser vuestra. —Te he entendido la primera vez que me lo has dicho, no hace falta que me lo repitas como si pensaras que aún soy un niño pequeño. –Respondió, sin mirarlos, el desaliento se abatió sobre él. Volvió a coger la flecha, se giró en el asiento, dándoles la espalda y se puso a trabajar en ella. Matt y Shany, no sabían que decir. Sería mejor, dejarlo sólo. Se despidieron de Kara y salieron fuera. Cuando no habían dado ni cinco pasos, un hombre de los Bara, que reconocieron por su tatuaje, los llamó. —Inda, quiere veros. –Les dijo. La pareja, siguió al hombre, hasta las afueras del poblado. Allí, gran cantidad de gente se estaba despidiendo de los hombres de Inda. —¡Hombre! Creía que me tenía que ir, sin despedirme de vosotros. –Les dijo, nada más que los vio aparecer. —¿Os vais? –Preguntó Matt. —Sí. Ya vi lo que quería ver y todo salió mejor de lo que pensaba. Ya me he enterado que os vais con Buri, a formar parte de su pueblo. ¿No cabe la posibilidad, de que os lo penséis y os vengáis con nosotros? —Gracias Inda. Agradecer tu oferta, pero, creo que ser lo mejor. 305
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—Lástima, tenía que intentarlo. De todas formas, no pienses que nuestros caminos se separan. Más pronto, de lo que puedas pensar, volverán a juntarse. —Eso espero, Inda. Los dos hombres se abrazaron y posteriormente, se saludaron con un estrechón de manos. Saludo que, había empezado a hacerse popular entre los hombres. A Shany, la abrazó y le dio un beso. —Cuídale mujer, no encontrarás otro hombre mejor. – Le dijo, bajito al oído. —Lo sé Inda, gracias, por todo. –Se despidió Shany. Tras despedirse de Kay y de otros miembros del Consejo, dio la orden de partida. El grupo, comenzó su andadura de regreso a su poblado. Inda, partió el último, antes de llegar a la linde del bosque, se giró y saludó con la lanza en alto. Todos los Uska, imitaron el saludo. Después, se perdió entre los árboles. —¿Partís mañana con Buri? –Preguntó Kay, a Matt, mientras, tomaban el camino de vuelta. —Sí. Por la mañana temprano. —De acuerdo, no te haré la misma pregunta que Inda, porque sé la respuesta. –Sonrió a Matt. Matt, le devolvió la sonrisa. —Solo quiero que, cuides bien de la gente que va con Buri. Un poblado nuevo tiene mucho trabajo. Hay mucha gente joven, con poca experiencia, aunque, algunos adultos se han sumado al grupo, no son suficientes. —Tranquilo Kay, haré lo posible, porque todo ir bien. —Lo sé Matt. Me alegro que Buri confiara en ti para esta tarea. Eres el más preparado para este trabajo, por eso estoy tranquilo. Aún así, se prudente cuando tomes decisiones, Puedes apoyarte en gente de confianza. Buri, es joven, pero, fuerte y está dispuesto a aprender, ade306
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más, te admira mucho y te seguirá donde vayas. —Difícil misión. –Dijo Matt. —No te preocupes, son los problemas del cargo, lo sé por experiencia. –Respondió Kay, riendo y rodeándole con el brazo los hombros. Cuando llegaron al hogar de Kay, se despidieron. La tarde, la pasaron preparando la parihuela de Carrot. Matt, había confeccionado nuevos arreos, para sujetarla al caballo y parecía, que se adaptaban bien al animal. Shany, envolvió todas las cosas que creyó necesarias, sobre todo pieles y utensilios para cocinar. Lo dejó todo preparado, cerca de la entrada, para el día siguiente. Por la noche, tomaron su última cena en el poblado con Ubu y Yuka. Buki, no acudió y Kara no quiso dejarlo solo. Cuando el sol salió, desayunaron. Matt, salió fuera, preparó el caballo y puso encima de la parihuela todas las bolsas y enseres preparados. Pronto, llegaron Ubu y Yuka, estos, no llevaban más que dos mochilas, no tenían muchas posesiones. —¿Habéis visto a Buki? –Les preguntó Shany, esperanzada. —Llamamos al pasar, pero, nos dijo que tenía que preparar muchas cosas y que no podía estar con nosotros. – Contestó Ubu. —¡Por la Madre! Este chico es un cabezota. –Dijo Shany, toda enfadada. —Tranquila, seguro que lo veremos, antes de partir. – Contestó Matt, deseándolo de verdad, pues, era su familia y sentía verdadero cariño por él, por Kara y su hijo. Las dos parejas, se dirigieron hacia el punto de reunión. Había, igual que el día anterior, mucha gente para despedirse. En este grupo, había muchos familiares que se separaban y las emociones eran más intensas. 307
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Al llegar, Buri se les acercó, estaba exultante. —Menudo grupo hemos montado. ¡Eh! Hay mucho más de lo que esperaba reunir. Somos sesenta personas. –Buri, se sentía completamente feliz. —Vaya, pues sí, ser mucha gente. –Dijo Matt, incrédulo. —Sí. Cuando supieron que tú también venías, no tuve que decir nada más para convencerlos. Confían en ti Matt. Quieren que seas su líder. —Espero, que tengáis buen viaje y que pronto volváis a visitarnos. –Les deseó Kay. —Hola, padre, gracias por tus buenos deseos. Espero que tú y parte de tu pueblo, vengáis para la nueva fiesta que celebraremos el próximo verano —Bueno hijo. Ya veremos que ocurre. ¿Qué tal Matt? ¿Preparado para tu nueva aventura? —No sé, tener miedo. —Eso no es malo. Sólo tienes que tener gente de confianza a tu lado, que te sepan aconsejar. Matt, sonrió y miró a Kay. —Gracias Kay. Tú tener razón. Necesitar hombres de confianza. –Respondió, mientras miraba a Buri. —No tendrás problemas, yo soy uno de ellos, si lo deseas. —Si ser, como tu padre, me sentiría muy orgulloso. —Puedes confiar en mí, no te defraudaré. —Sí, Matt, puedes confiar en Buri. Es un hombre que siempre estará a tú lado. Tengo plena confianza en él. –Dijo Kay, poniendo su mano sobre el hombro de su hijo. —Buenas, espero no llegar tarde. Dijo, de pronto, una voz a sus espaldas. Los tres se volvieron y observaron a un Sharta sonriente, cargado con una mochila y apoyado en su lanza. —¿A dónde vas Sharta? –Preguntó Kay, sorprendido. 308
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—Estoy preparado para empezar una aventura. –Contestó el anciano. —¿A tu edad? —Nunca es tarde, cuando el propósito es bueno. Además, necesitarán los sabios consejos de un anciano. —Alegrar mucho, de que tú venir con nosotros. Tus Consejos ser necesarios. –Dijo, Matt sonriendo, sintiéndose más seguro y feliz. —Bueno, qué. ¿No emprendemos el viaje? –Dijo el anciano, poniéndose a caminar. —Sharta, tiene razón. Debemos partir. –Dijo, Buri emocionado. Ni en sus mejores sueños, habría pensado regresar con tanta y tan buena gente para su poblado. —Tener razón. Bueno, Buri, tú saber camino. Partamos. Buri, empezó a dar voces para que el grupo supiera que partían. Se puso en cabeza, pero, antes de nada, miró a Matt. Éste, levantó la mano y acto seguido, Buri ordenó partir. Matt y Shany, fueron los últimos en salir. Se despidieron de todo el mundo. Shany, no hacía más que mirar, de un lado a otro, para ver si veía a su hermano, pero éste no apareció. —Matt, no veo, a Buki. —Este chico ser cabezón. —No me gusta irme sin despedirme de él. —A mi tampoco, pero, deber partir. Matt, cogió de las riendas a Carrot y tiró de él, poniéndose en movimiento. Al llegar al punto, donde debían vadear el rio, ya habían alcanzado al grupo. Matt y Shany no decían nada. Se sentían tristes e incompletos, les faltaba parte de su familia y una parte a la que ya habían empezado a echar de menos. —Qué, ¿siempre llegando tarde? 309
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Matt y Shany, volvieron la vista, hacia unas rocas, al lado del rio. Allí estaban Buki y Kara con el niño. Las caras de Matt y Shany, se iluminaron. —Creer que no despedirte. –Dijo, Matt, sonriendo feliz. —Las despedidas no son lo mío. Así que, hemos decidido acompañaros. Necesitareis un buen artesano y comerciante. —Me alegro de que vengáis con nosotros ya os echábamos de menos. –Dijo Shany, abrazando a Buki y Kara. —Además, Matt, ¿quién te iba a cubrir las espaldas y salvarte el culo, ahora, que vas a ser jefe de un gran poblado? –Le dijo Buki, todo orgulloso. —Tener, toda la razón, Buki. –Contestó Matt, todo serio. La pareja con el niño, se puso a caminar a su lado, saludando a Ubu y Yuka que iban delante de ellos. —Ahora, sí que soy plenamente feliz, Matt. Está, toda la familia junta. —Yo también. Continuaron la marcha ahora, con mejor humor. De pronto, Shany dijo: —Por cierto Matt, tengo una pregunta. —Vaya, que raro en ti, di. –Respondió Matt. —En el nuevo poblado, tendremos que hacer una nueva choza. —Claro. Hacer igual que la que teníamos. Siguieron andando. Cuando, de nuevo, Shany volvió a preguntar. —Creo que no debería ser igual, tendría que ser más grande. —¿Más grande? ¿Querer que Buki y Kara vivir con nosotros? —No exactamente. —No entender. ¿Para qué entonces? 310
FUTURO EN EL PASADO
Shany, se paró. Matt, detuvo el caballo. No entendía que estaba pasando. —¿No te das cuenta, para qué? –Dijo Shany, mientras se cruzaba de brazos y sonreía. De repente, Matt, comprendió lo que Shany intentaba decirle, una gran sonrisa iluminó su cara. Se acercó a ella, la cogió de la cintura y la levantó en el aire. —¿Ser posible? –Le preguntó, sin parar de reír y sin dejar de darle vueltas en el aire. —Pues, parece que sí. La estrechó contra su cuerpo y la besó. Seguidamente, la puso encima del caballo. La vida empezaba a sonreírle. Había tenido que viajar a través del tiempo, miles de años, para encontrar un por qué a su vida. Y en estos momentos, su por qué, iba a lomos de un caballo. Su futuro comenzaba ahora, el pasado quedaba para siembre atrás.
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CLEMENTE RUIZ SÁNCHEZ
EPILOGO
Paula, llevaba varios días trabajando en el nuevo yacimiento. Los fósiles y restos encontrados eran muy prometedores. Se habían encontrado puntas de flecha hechas en hueso. Técnica, muy avanzada para su época. Tendrían, para varios años de estudio y catalogación. Esa mañana, se había despertado nerviosa. El día anterior, habían descubierto los restos de un enterramiento. Los miembros de la excavación estaban igualmente nerviosos, deseosos de empezar cuanto antes, a evaluar el material hallado. Tras, tomar un café y un croissant, se dirigió a la zona en cuestión. Ya se encontraban casi todos en el lugar, escavando. En pocas horas, habían dejado al descubierto los restos de lo que podrían ser un hombre y una mujer. A su alrededor, había varios utensilios, así como, puntas de lanza y de flechas. Seguramente, habían sido importantes, en su época, por la forma en que estaban sus cuerpos y la cantidad de utensilios que había con ellos. Se recogieron todas las piezas en unas cajas y se llevaron a la tienda donde se limpiarían y catalogarían para su estudio. Ella, comenzó a limpiar meticulosamente cada una de las piezas encontradas. La confección de las puntas de lanza como de las de las flechas, era de una perfección extraordinaria. Le chocó bastante, la forma de las puntas de flecha, le resultaban muy similares, en su manufactura, a las de una reserva india, del centro de Estados Unidos. Mientras limpiaba, un objeto le llamó la atención. Parecía redondo y cilíndrico. Cuando estaba limpiándolo, no daba crédito a lo que estaba viendo, era un anillo de oro. Lo que más le llamó la atención, es que tenía forma de delfín. De pronto, su corazón se aceleró, sus dedos comenzaron 312
FUTURO EN EL PASADO
a temblar, lo dejó caer encima de la mesa. No podía ser. Era ilógico. Pero… Volvió a cogerlo entre sus dedos. El corazón le seguía latiendo con fuerza y su respiración era cada vez más agitada. Limpió su interior y cogiendo una lupa, pudo leer: “Hasta la eternidad”. Paula, se recostó contra el respaldo de la silla, mientras cerraba los ojos y lo apretaba contra su corazón. Después, la sonrisa acudió a sus labios; despacio, se volvió a incorporar y tras echarle un último vistazo, lo guardó en su bolsillo. Tranquilamente, continuó con su trabajo.
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