#07
ARTE
Avignon
un puente hacia otra forma de ver
10 anos del Taller de Arte El Porton Verde Y un camino de artista hecho al andar por Walter Pugliese
H
al regreso de la desarmada y retorno de una de las muestras en la facultad de Derecho, se armo el taller de escultura.
ace unos días me di cuenta bien, cuando decidí consultar el contrato firmado y ahí aparecía el día 1 de mayo de 2004 cuando debía tomar posesión del galpón.
Hoy, hace más de dos años tome la posta de seguir con el taller, dando clases de dibujo. Y curiosamente este año empieza a fluir la gente. De a poco pero viene. Y se armo un lindo grupo de dibujo y otro de escultura algo más pequeño, pero es algo.
Tomaba una de las decisiones más jugada de mi vida. Después de muchos años de concurrir al taller a dibujar, encontrar pequeños espacios y tiempos para pintar y un día decidirme por la piedra y la escultura, tuve que desocupar una casa hermosa en Olivos donde no me renovaban el contrato de alquiler y sentí que había llegado el momento para ir a vivir a un galpón. Hoy creo que fue mucho más que eso. Hacia algo más de dos meses que moría mi viejo, y un mes y monedas que conocía a Florencia. También, por esos días, abríamos con el técnico de las fotocopiadoras que laburaba conmigo, un negocio en Berazategui que no prosperó. Lo primero que entró al galpón fue la Gran Piedra. Ese bodoque de piedra Mar del Plata que compré al repedo y que nunca pude esculpir por lo duro, abrasivo, pesado. Ahí donde lo puso el auto elevador que la entró, la paramos. Y ahí quedo hasta el día en que junto a mis compañeros del taller de entonces, decidimos tumbarla y correrla haciendo palanca. Viejo sistema para mover cosas pesadas. Allí está contra una pared, esperando vaya uno a saber qué cosas. Fue cuando Juan –mi Maestro-también se corrió meses después. Me acuerdo que al principio me costaba entrar. Estaba demasiado vacío. Supongo ahora que era el galpón, pero también yo lo estaba. A veces pasaba un rato y me iba. Había decidido también vivir en pareja pero no allí. De ahí viene Sofía. Y de ahí vienen las idas y vueltas también. De esas vueltas viene Paloma.
Nunca llegue a tener una consecuencia con alguien o algo de tantos años. Mi matrimonio no llego a ocho. Y lo máximo que viví en una misma casa fueron cinco. Y aunque no viví los diez años en el galpón, nunca deje de venir. Pero no; miento. Tuve un perro, Firulay que me siguió durante 18 años. Y también tengo al dibujo. Ese incansable aliado que me sigue tendiendo su mano, la mía.Fue refugio seguro en los malos momentos. Y fue un techo difícil que no contenía al agua en aquellas lluvias terriMármol travertino, 2013. bles que lo desbordaban todo. Es taller de arte y un gran salón de juego para mis hijas. Un espacio incansable para tallar la piedra y donde encontrar mis silencios. Hubo fiestas y desconsuelos. Hubo muchísima gente y momentos de nadie. Hizo frio y la salamandra aporto el calor y un día llego una compañera y me acompaño. Quizá de todo esto se haga un artista. No lo sé. Pero es un camino. Es el que fue. El que se fue haciendo sin saberlo. El que hoy se puede ver y el que ya se puede vislumbrar. Jueves primero de mayo, día del Trabajador. Día de taller de dibujo en Martinez, en El Porton Verde, que no descansa, que sigue trabajando. ¡Salud a la distancia!
Cada cosa se iba moviendo, buscando su lugar. Y un día se armó el taller de dibujo con Juan. Y otra tarde, mucho después,
JUNIO 2014
Número Aniversario Publicación mensual de distribución gratuita producida por: Taller de Artes Plásticas El Portón Verde
Arte & Psicoanalisis Una poetica del estilo por Alejandro Ariel Hemos de hablar de una belleza que lejos de curar el mundo, que lejos de mejorarlo con ayuda del ensueño, nos despierta, haciéndonos perder argumentos y razones. Exponiéndonos a la verdad de un destierro enigmático e inexplicable. Esa verdad es un perfume que jamás podemos recordar, por la sencilla razón de que jamás lo hemos olvidado. Pero ese perfume a veces, se escribe. (También se pinta, nota del redactor). De la avidez de la fama, que como dice R. M. Rilke: no es más que una multitud de equívocos sobre Un hombre en pugna con el tiempo. No falsificar las pasiones es elegir, rehusarse a la astucia. La belleza ha de sostenerse en su más allá o el aburrimiento ha de ser un modo institucional de socializarnos. El estilo es el modo en que cada uno, cuando hay uno, soporta sostener con su cuerpo mismo ese más allá de la belleza. Quiere decir que el estilo se sitúa en relación al acto, el acto creador de vivir, el acto de morir. El estilo es una revelación inaudita, impronunciable de la pasión, entendiendo ésta como el testimonio del cuerpo en algún saber hacer. ¿Qué encuentra un artista en el extremo mismo de su experiencia creadora? Pareciera que cuando ha llegado al borde no hace más que encontrar en el fin, su aliento que no cede, el horror, el vacio de toda experiencia humana, una nada que no colma lo que le faltaba. Una nada que él segrega con sus propias entrañas y al precio de tocar el puerto de la angustia con una frecuencia que a veces no puede comprender. El estilo es una inocencia culpable en lo social. La pasión es un destino que no es para comprender. Han trascendido sus personas, han olvidado sus espejismos comunes y han roto con la domesticación que sus recuerdos imponían. Han creado en lugar de creer. Se han enfrentado al tiempo con su deseo; perdiendo en sociabilidad lo que ganaron en dignidad. La admiración es el escaso sueño de una burguesía pobre en creadores. Una estética del precio. Intentan interpretar en términos de belleza estética, una existencia que ha dejado de ser personal y por lo tanto universalizable. El estilo no es la forma. El estilo es el grito que produce un agujero en la belleza, dándole cuerpo. La imposibilidad de un orden último hace que el estilo y la doctrina tengan órdenes distintos. El estilo es ético y la doctrina es moral. No se trata de un orden somnoliento ni de un desorden calculado y simétrico, sino de una tensión entre la existencia y la comprensión. No hay héroes aquí, no imaginemos ninguna hazaña pues la hazaña solo rebaja la tragedia a un sueño épico y personal que solo conmueve a las almas bellas. El teatro (la pintura) es una ocasión para la alusión pues rescata al sujeto del dormir en los comunes y conmovedores signos de los intereses humanos. Dice Grotovsky que no se trata de acumular signos sino de un signo que revele al artista, la existencia. Es una consciencia que ha decidido no ceder a las conveniencias. Pero propone también acabar con la queja acerca del aburrimiento, la inercia o la estupidez de lo universal. El estilo es la ética del artista.