Avignon #13 - UN PUENTE HACIA OTRA FORMA DE VER

Page 1

#13

ARTE

Avignon

DICIEMBRE 2014

Publicación mensual de distribución gratuita producida por: Taller de Artes Plásticas EL PORTÓN VERDE

un puente hacia otra forma de ver

TRAVERTINO

El libro de la almohada*

por Walter Pugliese

por Sei Shonagon

L

legar a adquirir un conocimiento profundo de la estructura de las cosas, de los animales, del mundo. Por momentos, creo no tener la paciencia necesaria para lograrlo. Me paro frente al mar y lo observo ir y venir, por momentos lento, en otros, furioso. Pero nunca se detiene. Como si trabajara incansablemente en la playa para llegar más allá de su límite sobre la arena. Avance imperceptible y lento. También agotador. Pero es la única manera, al menos la que yo siento, la que creo. Una obra construida sobre la solidez del estudio, de la práctica. Y el dibujo como tal. Insistir una y mil veces hasta que salga, que aparezca eso que más o menos creo, es lo que me llega desde el afuera y a la vez lo que va apareciendo. Desde uno. Esa realidad que nos rodea pero que ya no es realidad sino una mirada cargada de vida. De mi vida. De mis vivencias y experiencias en mi vida. Que también van creciendo, cambiando, aumentando. Mu-

chas veces pienso ¿Qué estaré diciendo en mis dibujos o esculturas? o ¿para qué todo esto? ¿Qué sentido tiene? Aunque al rato, continuo como si nada, por un impulso, como la ola que se monta sobre la arena. No importa, ya no importa lo que uno quiera decir o contar. Sólo interesa lo que está ahí. Final y principio de otra, que a lo largo del camino, si es que hay camino, se harán solo una y total. Muchas veces me enojo cuando algo no me sale, pero ¿Qué es realmente eso que no me sale? ¿Desde qué punto de vista juzgo lo que sale? O lo que es mejor ¿desde qué lugar decido que lo que va surgiendo es lo que más me atrae o no y me interpreta? En principio se que no es algo que decido desde lo que sé. Simplemente hay cosas que me gustan más y otras mucho menos. A veces, temo equivocarme. A veces creo que no sé nada. Entonces ¿Cómo puedo decidir cual está mejor si no se nada? Quizá este tiran-

do dibujos muy buenos y siga guardando los peores. Porque no guardo todo. No se puede guardar todo. Hay que elegir y en esa elección, voy tratando de afinar mi mirada. Para equivocarme menos, para dibujar mejor, para esculpir la piedra como más me agrada y asi una vez más, seguir y continuar. En el mar creo haber encontrado una huella, ese rastro que me ayuda a proseguir en la búsqueda. Por eso cada vez que puedo vuelvo al mar, a pararme frente a él y a observarlo. Verle las pequeñísimas marcas que viajan sobre él, en la espuma y en los brillos, en los remolinos y mientras se hamaca. Después vuelvo a la piedra. Como una contradicción enorme que no comprendo y que me hunde en la desesperación entre lo líquido y esto sólido, encaro mi cincel sobre el mármol travertino tras las huellas del mar. Le doy forma. Deja de ser piedra. Ahora es una escultura y sobre ella quedan puntos y líneas que esperan encontrarse con la vida.

Fotografía de Gabriela Piccini.

E

n cierta ocasión un hombre que sin falta me enviaba una carta después de haber pasado la noche juntos, me dijo que no le veía sentido a nuestra relación y que no tenía nada más que decirme. Al día siguiente no hubo ningún mensaje de su parte. Cuando amanece sin la habitual carta de la mañana, no puedo evitar sentirme abatida. “Bueno -pensé a medida que el día avanzaba-, realmente sentía lo que dijo. Llovió mucho al día siguiente. Llegó el anochecer y seguía sin noticias suyas, evidentemente se había olvidado por completo de mí. Luego, a la noche, mientras estaba sentada en la galería, vino un niño con una sombrilla abierta en una mano y una carta en la otra. Abrí la carta y la leí con una ansiedad mayor que la habitual. “La lluvia que acrecienta el agua” era el mensaje y me resultó más encantador que un manojo de poemas.

[...] desde los cinco años tome la manía de hacer trazos de la forma de las cosas. A los cincuenta años había publicado un gran número de dibujos, pero todo lo producido antes de los setenta no debe tenerse en cuenta. A los setenta y tres creo haber adquirido algún conocimiento de la estructura verdadera, pájaros, animales, insectos, peces, las hierbas o los árboles. Pienso que cuando haya cumplido ochenta años habré progresado notablemente. A los noventa penetraré el misterio más profundo de las cosas, a los ciento diez cuando dibuje, aunque solo sea un punto o una línea, poseerá el soplo de la vida [...] KATSUHITA HOKUSAI (1760 – 1849)

* Fragmento 153 de El libro de la almohada (Makura no Sōshi) es un diario escrito por la autora japonesa Sei Shōnagon, dama de la corte de la emperatriz Sadako, hacia el año 1000, durante la era Heian. Posiblemente sea el nikki o diario íntimo más famoso de la literatura japonesa.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.